Informe de Lectura Manual Alterno de Bioética 3

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Informe de lectura manual alterno de Bioética: BIOÉTICA: una apuesta por la vida. Eugenio Alburquerque. 2ª edición revisada y actualizada. Editorial CCS. 1995. Para este último informe abordaré los siguientes capítulos: eugenesia y calidad de vida, control y manipulación del cerebro, en torno a las drogas, cuando la vida pierde su sentido, eutanasia y pena de muerte. Eugenesia y calidad de vida La eugenesia vuelve a estar de actualidad. El paso del tiempo está haciendo olvidar los abusos del nazismo y las resonancias negativas que desde entonces acompañaron su sentido. Además el progreso de la medicina busca denodadamente la calidad de vida, y sabe que esto pasa por llegar a las mejores condiciones posibles en la transmisión de la herencia genética. Las preocupaciones eugenésicas son hoy muchas y muy complejas. Pero preocupa, ante todo, el círculo mismo en que se ve envuelto e propio médico. En efecto, como hemos señalado más veces, los avances dela medicina hacen posible la vida de personas portadoras de enfermedades y taras genéticas. Según la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), “la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social; no consiste sólo en la ausencia de dolencia o enfermedad”. Desde un punto de vista humano hay que tener siempre en cuenta que la salud es algo más que el simple “poder trabajar”. Principios éticos sobre la salud: a) Hay que educar para que no se identifique “vida útil” con “vida productiva para el sistema”. El amor a la vida de los pueblos latinos y africanos no debe sacrificarse en favor de un desarrollo concebido con mentalidad anglosajona. La

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Informe de lectura manual alterno de Biotica:BIOTICA: una apuesta por la vida. Eugenio Alburquerque.2 edicin revisada y actualizada. Editorial CCS. 1995.

Para este ltimo informe abordar los siguientes captulos: eugenesia y calidad de vida, control y manipulacin del cerebro, en torno a las drogas, cuando la vida pierde su sentido, eutanasia y pena de muerte.

Eugenesia y calidad de vidaLa eugenesia vuelve a estar de actualidad. El paso del tiempo est haciendo olvidar los abusos del nazismo y las resonancias negativas que desde entonces acompaaron su sentido. Adems el progreso de la medicina busca denodadamente la calidad de vida, y sabe que esto pasa por llegar a las mejores condiciones posibles en la transmisin de la herencia gentica.

Las preocupaciones eugensicas son hoy muchas y muy complejas. Pero preocupa, ante todo, el crculo mismo en que se ve envuelto e propio mdico. En efecto, como hemos sealado ms veces, los avances dela medicina hacen posible la vida de personas portadoras de enfermedades y taras genticas.

Segn la definicin de la Organizacin Mundial de la Salud (OMS), la salud es un estado de completo bienestar fsico, mental y social; no consiste slo en la ausencia de dolencia o enfermedad. Desde un punto de vista humano hay que tener siempre en cuenta que la salud es algo ms que el simple poder trabajar.

Principios ticos sobre la salud:a) Hay que educar para que no se identifique vida til con vida productiva para el sistema. El amor a la vida de los pueblos latinos y africanos no debe sacrificarse en favor de un desarrollo concebido con mentalidad anglosajona. La calidad de vida no se identifica de ningn modo con el nivel de vida expresado en la renta per cpita. No es lo mismo vida feliz que vida sin dolor.

b) Es necesario cultivar el mens sana in corpore sano. Para ello se requiere un razonable mtodo de vida para conservar la salud. Pero la salud corporal no es el valor ms elevado. Hay que evitar el culto al cuerpo. El cuidado de la salud fsica y mental es un grave deber moral, pero no se ha de caer en una morbosa preocupacin (hipocondra).

c) La salud es un bien no slo individual, sino tambin social. Yo soy responsable solidario de la salud de mis hermanos. Es necesario un esfuerzo comunitario inteligente y organizado: luchar contra las epidemias, trabajar juntos por una mayor higiene, uso de vacunas, etc. Pobreza no tiene por qu identificarse necesariamente con suciedad y descuido.Control y manipulacin del cerebroYa en el transcurso del siglo XX, la ciencia experimental no es ms un simple medio de conocer y un cuerpo de saberes: se ha convertido en una manifestacin sociocultural importante que orienta la suerte de nuestras sociedades. No se trata nicamente de descifrar el mundo, sino tambin de transformarlo. A juicio de F. Jacob, el gran peligro de la humanidad no es el desarrollo del saber; es la ignorancia.

La evolucin del hombre ha corrido pareja con el triple desarrollo de la cultura y la generacin de la ciencia y la tcnica. Las ideas que generan la cultura son producto del encuentro del hombre consigo mismo, con su mundo interior. Es el nico animal que encontr en s mismo dicho mundo interior y, a partir de sus ideas sobre ese mundo y sobre su entorno, desarroll la cultura. Del mismo modo, de su observacin y pensar fue surgiendo la ciencia como el conocimiento cierto de las cosas por sus principios y causas, actividad progresivamente acumuladora no slo en las ciencias exactas y naturales, sino tambin en las humanas. Estas ltimas, acompaadas de un sentido tico, han buscado constituirse en la herramienta primordial para nivelar las enormes diferencias sociales y econmicas que genera la revolucin cientfico-tcnica, la cual va acompaada de una revolucin sociocultural.

La ciencia no es slo saber, es tambin hacer y en lo que hace ha encontrado su espritu. Por otra parte, el hombre impone reformas a la naturaleza con el fi n de satisfacer sus necesidades y de este creciente accionar surge la tcnica sin la cual el hombre actual no podra existir. La tcnica se ha convertido en un gigantesco problema en el contexto afanoso de satisfacer las necesidades del hombre: contaminacin ambiental, agotamiento de recursos naturales, entre otras consecuencias, situacin que exige una postura tica.

Los diversos empleos que suelen hacerse en trminos manipulacin dependen de los siguientes factores e intereses: La variedad de campos en que ha sido y es empleado: en la praxis mdico-quirrgica, en la experimentacin fsica y qumica, en el influjo bioqumico sobre los genes, en la experimentacin sociolgica, cientfica, en la crtica social, etc.

En el plano descriptivo se sita frecuentemente en equivalencia a retrica, arte de persuadir o de adoctrinar, inhabilitacin, represin, desublimacin, todo ello para el mbito de consecuencias referidas a las personas; a la publicidad, la propaganda, la ingeniera social, la unificacin, la explotacin o la demagogia, para el mbito de las consecuencias preferentemente referidas a la sociedad".

El concepto de "manipulacin" suele utilizarse con una cualificacin expresamente negativa; sin embargo, no siempre tiene esa connotacin peyorativa. Las ciencias experimentales la valoran de una forma prevalentemente positiva; por el contrario, las ciencias morales hacen de ella una valoracin fundamentalmente negativa.

La literatura cientfica habla de manipulacin sobre todo en relacin con el posible influjo bioqumico sobre los genes, con el control mdico en todos los estadios de la vida humana, con el dominio sicolgico de la personalidad individual y con todas las formas condicionantes de la libertad en el campo social. El uso y el significado de la palabra manipulacin dependen tambin, en gran manera, de la concepcin del mundo de quien la usa. Para el marxista clsico como para los partidarios de Skinner, todo es en ltimo anlisis una "tecnologa del comportamiento". El manipulador, manipulado por su ideologa, tiene su propio vocabulario no solo para el mundo tcnico, sino tambin para las ms ntimas relaciones humanas.

Se ha conseguido localizar una serie de reas cerebrales especializadas en determinadas funciones intelectuales, afectivas o instintivas. Ello ha llevado al desarrollo de terapias consistentes en diversas formas de manipulacin del cerebro, con miras a lograr la superacin de determinados traumas sicolgicos y sexuales.

Las experiencias en este campo son muy amplias: administracin de anfetaminas para regular el comportamiento de nios hiperactivos; implantacin de electrodos a epilpticos agresivos para regular a voluntad su comportamiento; difusin de las llamadas terapias de comportamiento, que se basan, tanto en el caso de los nios como en el de los enfermos mentales, en la utilizacin de los reflejos condicionados; medicamentos sicoactivos, pertenecientes al campo de la neuroqumica como parte importante de la neurobiologa, que se basan en el hecho de que toda actividad cerebral tiene un componente qumico, lo que hace que sea posible cambiar el humor o la situacin anmica de una persona por medio de inyecciones qumicas; sicociruga, que se adopta cuando el comportamiento de una persona se desva de las normas aceptables en la sociedad, pero los resultados imprevistos son formidables, pues cambian el temperamento y el carcter de la persona; manejo del cerebro con electrodos, una de las formas ms osadas de investigacin del cerebro mediante la electricidad: se introducen electrodos en las partes ms sensibles del cerebro y se observan las reacciones del comportamiento emocional; lavado del cerebro con mtodos combinados, etc.

Entorno a las drogasElizari define las drogas como aquellos productos con un poder activo sobre el sistema nervioso, a las que se acude para mejorar el rendimiento intelectual o fsico, para lograr nuevas sensaciones o para llegar a un estado psquico ms agradable. El consumo de estos productos est atestiguado desde tiempos muy antiguos con diversos objetivos: rituales, de iniciacin, diagnsticos, teraputicos o dionisacos. Su uso estaba bastante normatizado por la sociedad. A partir del siglo XX se entra en una nueva fase de mayor difusin de las drogas en el mundo occidental. Pero es sobre todo a partir de los aos 60 del siglo XX, coincidiendo con la revolucin estudiantil y el movimiento hippy, cuando se multiplica el uso de los estupefacientes y, consiguientemente, va tomando auge el negocio del narcotrfico, negocio ilcito en cuanto que la mayora de los pases han declarado ilegal la venta y el consumo de las drogas, exceptuando determinados casos de consumo teraputico debidamente autorizado. Una caracterstica tpica de las drogas es que su uso suele producir una creciente adiccin, que puede convertirse en toxicomana cuando se da una relacin de dependencia que lleva a la falta de libertad de la persona para abandonar el consumo de una sustancia determinada.

Es entonces cuando se produce el fenmeno de la drogadiccin que puede definirse como: La apetencia anormal y prolongada que manifiestan ciertos sujetos hacia sustancias txicas o drogas, cuyos efectos analgsicos, euforsticos o dinmicos han conocido accidentalmente o buscado voluntariamente; apetencia que se convierte rpidamente en hbito tirnico y comporta, casi inevitablemente, un aumento progresivo de la dosis. La caracterstica esencial de la dependencia consiste en un grupo de sntomas cognoscitivos, conductuales y fisiolgicos, que indican que la persona contina consumiendo la sustancia a pesar de la aparicin de problemas significativos relacionados con ella. Entre las drogas de consumo ms habitual en la actualidad estn la marihuana, la herona, la cocana, el hachs, el crak, aparte de los disolventes (p.ej. Resistol) o el cemento, que suelen ser las drogas de los pobres. Se ha hecho comn la distincin, segn sus efectos, entre drogas blandas (entre las que estara tambin el tabaco) y drogas duras.

El abuso de las drogas produce numerosos efectos nocivos tanto para la salud del consumidor como para la sociedad. La necesidad de obtener la droga causa con frecuencia una conducta antisocial y supone graves cargas econmicas. Cuando se da la sobredosis se llega con frecuencia a la muerte, especialmente en aquellos casos no infrecuentes en que la droga ha sido adulterada. Respecto a los factores psicolgicos, diversos estudios de la personalidad han descrito algunos rasgos caractersticos de muchos toxicmanos: dependencia hostil, bloqueo de la emotividad, elevada ansiedad en las relaciones interpersonales, dbil tolerancia a las frustraciones, baja autoestima, reacciones incontroladas, etc.

Entre las causas morales el Papa Juan Pablo II en una homila hablaba de las siguientes:A. La falta de claras y convincentes motivaciones de vida.B. Las estructuras sociales deficientes e insatisfactorias.C. El sentimiento de soledad y de incomunicabilidad.

Es sabido, adems, que el ambiente familiar puede contribuir poderosamente a una mayor difusin de la droga: muchos drogadictos vienen de familias divorciadas o con graves problemas internos. Con frecuencia en la edad de la adolescencia el influjo de los compaeros es determinante (cf. Elizari, p. 318). Acerca de los tratamientos mdicos y psquicos contra la enfermedad de la drogadiccin cf. F.J. Elizari pp. 245-253. Dicho autor enumera entre ellos la psicociruga, la terapia convulsiva, la psicofarmacologa, la psicoterapia y las terapias conductistas.

Cuando la vida pierde su sentidoDarse muerte a s mismo, ya sea como fin o como medio. Esta definicin excluye el suicidio indirecto o muerte por imprudencia. La sociedad actual agrava el problema del suicidio, ya que el motivo inmediato de ste nace casi siempre de la desesperacin y sta no es sino el ndice de la prdida del sentido de la vida. El suicidio se da con frecuencia en personas con tendencia a la depresin. El alcoholismo y la drogadiccin se cuentan tambin entre las causas del suicidio. El suicidio es una triple desercin: individual (de las tareas que nos aguardan), social (de los servicios que debemos a los dems), religiosa (del puesto que Dios nos ha otorgado en la construccin del Reino).

La Declaracin de la Congregacin para la Doctrina de la Fe sobre la eutanasia afirma: La muerte voluntaria, o sea el suicidio, es tan inaceptable como el homicidio: semejante accin constituye por parte del hombre el rechazo de la soberana de Dios y de su designio de amor. Adems el suicidio es a menudo un rechazo del amor a s mismo, una negacin de la natural aspiracin a la vida, una renuncia frente a los deberes de justicia y caridad hacia el prjimo, hacia las diversas comunidades y hacia la sociedad entera, aunque a veces intervengan, como se sabe, factores psicolgicos que pueden atenuar o incluso quitar la responsabilidad (n 1,3).

Por su parte la encclica Evangelium vitae seala lo siguiente, recogiendo algunas ideas del documento anterior: El suicidio es siempre moralmente inaceptable, al igual que el homicidio. La tradicin de la Iglesia siempre lo ha rechazado como decisin gravemente mala. Aunque determinados condicionamientos psicolgicos, culturales y sociales puedan llevar a realizar un gesto que contradice tan radicalmente la inclinacin innata de cada uno a la vida, atenuando o anulando la responsabilidad subjetiva, el suicidio, bajo el punto de vista objetivo, es un acto gravemente inmoral, porque comporta el rechazo del amor a s mismo y la renuncia a los deberes de justicia y de caridad para con el prjimo, para las distintas comunidades de las que se forma parte y para la sociedad en general. En su realidad ms profunda, constituye un rechazo de la soberana absoluta de Dios sobre la vida y sobre la muerte, proclamada as en la oracin del antiguo sabio de Israel: T tienes el poder sobre la vida y sobre la muerte, haces bajar a las puertas del Hades y de all subir (Sb 16,13; cf. Tb 13,2) (n 66).

La posicin tradicional de la Iglesia ha sido de condena total del suicidio. Segn el Cdigo de Derecho Cannico de 1917 los suicidas quedaban sin sepultura eclesistica. El nuevo Cdigo de 1983 no habla de este asunto. Slo dice que quienes intentan el suicidio son irregulares para recibir y ejercer las rdenes sagradas (cnones 1041 y 1044,1).

Desde una posicin contraria, algunos psiclogos y socilogos han optado con frecuencia por la negacin de la libertad del suicida en todos los casos. Pero hay situaciones en que negar esta libertad va contra toda evidencia. Creo que el problema del suicidio no se resuelve buscando criterios para saber si un suicida concreto es o no culpable (esto sera continuar en una pecatologa, una moral que se dedica slo a decir lo que es o no es pecado). Lo fundamental es tomar conciencia de hasta qu punto cumplimos con nuestro deber de buscarle un sentido a la vida, de impedir la alienacin, de vivir como personas y de ayudar a los dems en estas tareas.

Ciertamente el argumento principal contra el suicidio es el hecho de que estamos en las manos de Dios, de que la vida la tenemos slo en usufructo. Este argumento quizs no tenga mucho peso en personas con una mentalidad secularizante, y ciertamente no tiene ninguno en los no creyentes. Por esto puede haber casos en que sea pastoralmente ms oportuno resaltar la obligacin de hacer frente a las responsabilidades personales, cuando ello sea oportuno.

Ms que condenar al suicida, la sociedad y la Iglesia debe descubrir y eliminar las causas que pueden conducir a serlo. Hay tres factores en que la sociedad es particularmente responsable:A. La sociedad con frecuencia propone a sus miembros valores que no satisfacen las exigencias ms profundas del ser humano (por ejemplo, la belleza en la mujer, el ganar dinero o la virilidad sexual en el hombre). La persona puede llegar a encontrarse vaca cuando le falta lo que es su mximo deseo.B. La sociedad se preocupa muy poco por la formacin del carcter de la persona y por su fortaleza moral para superar las dificultades.C. La sociedad evolucionada frena e inhibe la agresividad individual, sin ofrecer a sus miembros la posibilidad de canalizarla en sentido responsable y productivo. Esto lleva, sobre todo en los introvertidos, a volcar la agresividad contra s mismos.Desde un punto de vista pastoral conviene recordar que el sacerdote tiene que continuar siendo siempre un hombre capaz de escuchar. Y todos tenemos que aprender el arte de saber perder el tiempo escuchando a todo el que necesita a alguien con quien hablar, especialmente a los enfermos y a los ancianos.

Eutanasia Una de las actividades que la sociedad consideraba que haban sido bien acogidas por los diversos grupos parlamentarios en el Congreso de la Unin era la de abordar con una reflexin tica y sustentada en conocimientos cientficos y valores sociales, aquellos temas controversiales en las materias de tica, investigacin y salud, sin embargo en la realidad hoy se debaten varias propuestas de ley presentadas por legisladores de todos los partidos polticos, que al parecer lo menos importante para ellos ha sido considerar en el marco de referencia a la biotica, los derechos humanos y la axiologa social.

El argumento principal para justificar la eutanasia es la conveniencia de suprimir la vida indigna de ser vivida o se dan falaces argumentos de piedad y solidaridad con quien sufre. Resulta curioso que, en una especie de macabro retrucano, sea la apelacin a la dignidad humana la razn ltima con la que se pretende legitimar esta clase de homicidio piadoso. Claro est que, con tal argumento, lo que realmente se est afirmando es que la dignidad humana es selectiva, que los seres humanos no la poseen por igual, sino que depende de determinadas condiciones y circunstancias. El problema que plantea tal afirmacin es doble. Por una parte, quin debe decidir qu vida es indigna de ser vivida y merece, en consecuencia, su eliminacin. Y, por otra parte, qu consecuencias, no slo para la vctima, sino para el conjunto de la sociedad, se producen si se llega a imponer la tesis de que resulta conveniente y benfico provocar la muerte a aquellas personas en las que concurren las circunstancias que hacen a su vida indigna de ser vivida.

Uno de los pilares de nuestra civilizacin es el juramento hipocrtico, observado desde tiempos inmemoriales por la profesin mdica como ncleo de su cdigo deontolgico. El juramento hipocrtico contiene esta mxima: A nadie dar una droga mortal aun cuando me sea solicitada; ni dar consejo con este fin. Los mdicos nazis retorcieron de modo espeluznante el texto de Hipcrates, desvinculndolo de la defensa del individuo. Tambin los actuales defensores de la eutanasia enterrarn, como bal inservible, el juramento hipocrtico? Pretendern que los mdicos se han de convertir en dispensadores de la muerte para hacer efectivo el blasonado derecho a morir? No significa todo ello la muerte de nuestra civilizacin?

Pena de muerteEn el mundo antiguo el derecho del poder pblico a imponer la pena de muerte nunca se discuti. Ms bien la institucionalizacin de la pena de muerte se consider como un modo de evitar los abusos de la venganza privada (la venganza de sangre). Se supona que los familiares de un asesinado estaban obligados a vengar la sangre derramada, pues sta clamaba ante Dios (cf. Gn 4,10). Por lo dems, en el mundo grecorromano se le reconoca al padre de familia el derecho de vida y muerte sobre sus hijos, su mujer y sus esclavos.

Por esto no hay que sorprenderse de que el A.T. acepte la pena de muerte como una institucin jurdica perfectamente natural. As se dice en Ex 21,12-13: El que hiera mortalmente a otro morir, pero si no estaba al acecho, sino que Dios se lo puso al alcance de la mano, yo le sealar un lugar donde pueda refugiarse. Acerca del secuestro se dice: El que rapte a otra persona, ya la venda o la tenga en su poder, ser castigado con la muerte (x 21,16). Hay tambin otros delitos que se castigan con la muerte: cf. x 22,17-19; 31,14; Lev 20,1-3 y 9-16.

Estos textos no representan ningn argumento teolgico en favor de la pena de muerte, son simple expresin de la imperfeccin de la moral del A.T. Lo mismo que tampoco se deduce nada en contra de dicha pena por el hecho de que Jess impidiese la lapidacin de la mujer adltera (cf. Jn 8,1-11). El texto de san Pablo de Rom 13,4 en que habla de la espada de la autoridad no justifica ni condena la legitimidad de la pena de muerte.

Los juristas suelen hablar de cuatro fundamentos para la pena en general: a) Retribucin o restauracin del orden social; b) Valor ejemplar o de intimidacin; c) Procuracin de la enmienda o regeneracin del culpable; d) Valor defensivo o de prevencin del delito. El Catecismo de la Iglesia Catlica (n 2266) resume estos fundamentos en la siguiente frase: Las penas tienen como primer efecto el de compensar el desorden introducido por la falta. Cuando la pena es aceptada voluntariamente por el culpable, tiene un valor de expiacin. La pena tiene como efecto, adems, preservar el orden pblico y la seguridad de las personas. Finalmente, tiene tambin un valor medicinal, puesto que debe, en la medida de lo posible, contribuir a la enmienda del culpable. Bblicamente el poder coercitivo del Estado suele fundamentarse en Rom 13,4: (La autoridad) es un servidor de Dios para hacer justicia y castigar al que obra el mal.

La posicin que defiendo coincide con la de Juan Pablo II en la Evangelium vitae:La medida y la calidad de la pena deben ser valoradas y decididas atentamente, sin que se deba llegar a la medida extrema de la eliminacin del reo salvo en casos de absoluta necesidad, es decir, cuando la defensa de la sociedad no sea posible de otro modo. Hoy, sin embargo, gracias a la organizacin cada vez ms adecuada de la institucin penal, estos casos son ya muy raros, por no decir prcticamente inexistentes.