Índice - verbodivino.es · 30 Capítulo 2. La crítica ... terísticas esenciales de la crítica...

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    ndice

    Prlogo .............................................................................................. 11

    Captulo 1. La traduccin griega de la Biblia en la actualidad Eberhard Bons ............................................................... 15

    1.1. De la primaca de la hebraica veritas a la necesidad de una valoracin de los LXX .......................................... 16

    1.1.1. Jernimo: la primaca de la hebraica veritas .... 16

    1.1.2. Humanismo, Reforma y reforma gregoriana: hebraica veritas y latina veritas ........................... 18

    1.1.3. La necesidad de una nueva valoracin de los LXX .................................................................... 20

    1.2. Lneas teolgicas ......................................................... 23

    1.2.1. El problema del lenguaje antropomrfico so- bre Dios ............................................................ 25

    1.2.2. El Dios nico y los dioses ................................ 28

    1.2.3. Los ttulos divinos ............................................ 29

    1.3. Perspectivas teolgico-bblicas ................................... 30

    Captulo 2. La crtica textual del Antiguo Testamento: identidad, ediciones, casos Dionisio Candido .......................................................... 35

    Introduccin ........................................................................ 35

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    2.1. Qu es la crtica textual? ............................................ 36

    2.1.1. A la escucha de otras disciplinas ..................... 36

    2.1.2. Bsqueda del texto original? .......................... 37

    2.1.3. Al servicio del exgeta y del traductor ............. 38

    2.1.4. Entre ciencia y arte ........................................... 39

    2.1.5. Entre especializacin y flexibilidad ................. 41

    2.2. Las ediciones del Antiguo Testamento ....................... 42

    2.2.1. La tradicin textual hebrea .............................. 42

    2.2.2. La tradicin textual griega ................................ 46

    2.2.3. La tradicin textual latina ................................ 50

    2.3. Tres casos textuales emblemticos ............................. 54

    2.3.1. Quin despert al rey que dorma? (Est 6,1) 54

    2.3.2. Quin puso los cuernos a Moiss? (Ex 34,29) 55

    2.3.3. Quin aplast la cabeza de la serpiente? (Gn 3,15) ........................................................... 56

    Conclusin .......................................................................... 58

    Captulo 3. La primera traduccin escrita de la enseanza de Moiss: desde Egipto a las gentes. Un destino vinculado a los papiros Anna Passoni DellAcqua ............................................... 61

    Introduccin ........................................................................ 61

    3.1. La Carta de Aristeas y la situacin de los judos en Egipto ............................................................................. 65

    3.2. La versin de los LXX .................................................. 70

    3.3. La herencia cultural de la Alejandra ptolemaica ...... 73

    3.4. Papiros y Biblia ........................................................... 77

    3.5. La influencia de los lxicos tcnicos ptolemaicos en las elecciones de los traductores ................................. 82

    3.6. Influencias del elemento egipcio en el ambiente de la Alejandra ptolemaica ............................................. 88

    3.7. El gusto helenstico por la investigacin minuciosa ... 90

    Conclusin .......................................................................... 91

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    Captulo 4. Las palabras del buen ladrn en Lc 23,41 a la luz de su trasfondo papirolgico Daniela Scialabba ......................................................... 93

    4.1. Literatura griega clsica ............................................... 95

    4.2. El uso de en los LXX ........................................ 97

    4.3. El significado de a la luz de los papiros ......... 99

    4.4. Observaciones sobre el sentido de en Lc 23,41 101

    Captulo 5. La ptolemaica: investigacin a la luz de la literatura griega clsica y de los papiros Antonella Bellantuono ................................................... 105

    Introduccin ........................................................................ 105

    5.1. La en las fuentes literarias griegas ......... 106 5.1.1. Literatura griega clsica .................................... 106

    5.1.2. La oratoria ateniense del sigloiva.C. .............. 109

    5.2. El perodo helenstico: papiros e inscripciones ......... 111

    5.3. La en la literatura juda en griego .......... 115 5.3.1. La en los libros histricos ........... 115 5.3.2. La en los libros sapienciales ....... 118

    Conclusin .......................................................................... 123

    Autores .............................................................................................. 127

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    Prlogo

    Leer la Biblia significa aproximarse a un patrimonio literario, cultural y religioso de un valor inconmensurable, que ha atravesa-do la historia de la humanidad. Da los primeros pasos en el mbi-to hebreo de la tierra de Israel, pasa por las costas septentrionales del continente africano marcadas por la cultura helenstica, llega despus a los territorios del Imperio romano de lengua latina, para expandirse, finalmente, hasta los confines del mundo en las len-guas de todos los pueblos. Cada uno de estos pasos merece una atencin especfica para reconocer la vitalidad, la adaptacin y la concrecin de la Palabra de Dios en las diversas formas que ha sabido asumir a lo largo de los siglos.

    El presente volumen recoge tres conferencias introductorias y dos estudios de profundizacin presentados con ocasin del con-greso internacional que, con el ttulo La lexicografa de los Setenta y los papiros, fue organizado por el Instituto Superior de Ciencias Re-ligiosas San Metodio de Siracusa y por la Facultad de Teologa Ca-tlica de la Universidad de Estrasburgo, y que se celebr del 29 de junio al 3 de julio de 2015 en la sede de San Metodio. Participaron, ante todo, especialistas implicados en el proyecto Historical and Theological Lexicon of the Septuagint, junto con otros exgetas de di-versas procedencias y especializaciones. Las otras aportaciones se publicarn en un volumen de las actas en lengua inglesa.

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    En el panorama de los estudios bblicos contemporneos, los Setenta (o LXX), la traduccin griega de la Biblia hebrea realizada en Alejandra (Egipto) en torno al sigloiiia.C., gozan, merecida-mente, de un inters creciente. Las razones de este inters son di-versas. Entre estas destaca la progresiva toma de conciencia en el mbito acadmico, no solo exegtico, de su relevancia como texto bblico con caractersticas originales, ms que como mero texto secundario por su naturaleza de traduccin.

    En el marco de las publicaciones en lengua italiana, los artcu-los contenidos en el presente volumen se sitan en la lnea de esta valorizacin de los LXX. No estn concebidos, de hecho, solo para presentar unos resultados dedicados a ser compartidos con los de-ms especialistas en la materia, sino tambin como instrumento de introduccin al conocimiento de los LXX por parte de los estu-diantes de Teologa, de Ciencias Religiosas y de las facultades uni-versitarias de Humanidades.

    Los tres primeros artculos (E.Bons, D.Candido y A.Passoni DellAcqua) son de carcter introductorio y fundamental, puesto que abordan las cuestiones ms generales relativas a la crtica tex-tual, al valor de los Setenta y a la importancia de la papirologa en los estudios de filologa bblica. Los dos artculos posteriores (D.Scialabba y A.Bellantuono) ilustran, asimismo, ejemplos ins-tructivos de profundizacin en el lxico de los Setenta, indagando en las fuentes papirceas. La relacin ntima entre la Sagrada Escri-tura y los papiros es, probablemente, menos conocida de lo que merecera. En efecto, los papiros fueron el primer soporte material en el que se escribi no solo la Biblia, sino tambin muchos otros documentos profanos de la poca. Son, por consiguiente, testimo-nios valiosos por su antigedad y autoridad.

    Eberhard Bons, en La traduccin griega de la Biblia en la actuali-dad, describe la nueva percepcin que la Iglesia occidental tiene de los Setenta, debido a los nuevos descubrimientos filolgicos y teo-lgicos: los LXX comienzan a corroborarse como una interpretacin del original hebreo partiendo de una teologa propia. Esta reflexin tiene sus efectos positivos tambin para la comprensin del Nuevo Testamento, que recurre constantemente a las Escrituras griegas. El artculo de Dionisio Candido (Los LXX en la crtica textual bblica del

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    Antiguo Testamento. Identidad, ediciones, casos) ilustra algunas carac-tersticas esenciales de la crtica textual del Antiguo Testamento. Tanto las actuales ediciones crticas de estudio como las traduccio-nes bblicas en lengua actual son el resultado del trabajo de los es-pecialistas en crtica textual, que, mientras que deben tener en suma consideracin las etapas de la transmisin del texto, estn llamados a tomar decisiones sobre cada una de las lecciones: algunos casos emblemticos ponen de manifiesto la dificultad y la delicadeza de esta operacin. En su contribucin (La primera traduccin escrita de la enseanza de Moiss: desde Egipto a las gentes. Un destino vinculado a los papiros), Anna Passoni DellAcqua explica la estrecha relacin que existe entre los Setenta y los papiros, partiendo del nombre Biblia, que significa originalmente los rollos (de papiro). Entre los papiros descubiertos en Egipto se encuentran los testimonios ms antiguos del texto bblico, y otros textos literarios y documen-tales de varios tipos que atestiguan la vida cotidiana en el Egipto de la poca helenstica. La lengua de estos documentos explica muchas elecciones de traduccin de los Setenta, que fue tambin la Biblia de los autores del Nuevo Testamento y del cristianismo naciente.

    El estudio de Daniela Scialabba (Las palabras del buen la-drn en Lc 23,41 a la luz de su trasfondo papirolgico) sita bajo la lupa las palabras que el ladrn arrepentido dirige a Jess crucifi-cado en el relato lucano de la Pasin, en particular el trmino . Para su clarificacin resultan de gran ayuda los testimo-nios de los papiros, que permiten, al mismo tiemplo, apreciar an ms el matiz de significado en el texto evanglico. Final-mente, Antonella Bellantuono (El concepto judeo-helenstico de la a la luz de la literatura griega clsica y de los papiros) aborda el uso del lxico de la en la dispora juda de la poca ptolemaica. Emerge as el escenario de un dilogo con la cultura dominante, mediante la apropiacin de las posi-bilidades ofrecidas por la lengua griega, pero sin renegar por ello de la propia identidad religiosa que sita a YHWH por encima de todos los dioses y como principio de igualdad entre los hom-bres, judos o griegos.

    Para concluir, nos es muy grato dar las gracias a las institucio-nes que han permitido la celebracin de este congreso y la publi-

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    cacin de estas contribuciones: el Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Metodio de Siracusa (Italia), la Universidad de Es-trasburgo (Francia), el Cercle Gutenber de la misma universidad, y la Armin Schmitt Stiftung fr biblische Textforschung de Ratisbo-na (Alemania). Agradecemos muy especialmente a la Dra. Marian-gela Maresca la dedicacin prestada a la redaccin de los textos para su publicacin.

    Eberhard Bons, Dionisio Candido y Daniela Scialabba Siracusa, 4 de junio de 2016

    Nota sobre la segunda edicin

    Damos con alegra a la imprenta la segunda edicin del presen-te volumen. Nos hemos limitado a corregir algunas erratas y a aportar leves pero oportunas mejoren a las contribuciones. La bue-na acogida de la primera edicin es, sin duda alguna, una grata noticia, para que tambin esta nueva edicin sea til a cuantos estn interesados en el mbito de los estudios bblicos y filolgi-cos contemporneos.

    Eberhard Bons, Dionisio Candido y Daniela Scialabba Siracusa, 15 de febrero de 2017

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    1La traduccin griega de la Biblia en la actualidadEberhard Bons

    Cmo se explica que la traduccin griega de los Setenta (LXX) haya salido en los ltimos aos de su anonimato en la ciencia exe-gtica? Quien quisiera encontrar una respuesta a esta pregunta de-bera antes hacer otra que concierne a la historia de la investiga-cin: cmo se explica que los LXX hayan tenido una funcin su-bordinada en el mbito de la Iglesia occidental, mientras que en la Iglesia oriental ha constituido, desde la antigedad, la base de la enseanza teolgica y del anuncio eclesial?

    En este artculo1 se tratarn, ante todo, los siguientes temas:

    1. Qu funcin se le atribuy a los LXX como fuente del texto bblico? Qu argumentos significativos se hicieron en el pasado para que los LXX apenas tuvieran relevancia en el mbito de la Iglesia occidental? Qu acercamientos a los LXX se han desarro-llado desde las ciencias teolgicas y filolgicas actuales?

    2. En qu medida se presentan los LXX no solo como una traduccin de los textos hebreos, sino que tambin se dejan com-

    1 Originalmente escrito en alemn, por su traduccin en italiano doy las gracias a mi colega el prof. Dionisio Candido, y a mi doctoranda Daniela Scialabba por la relectura final del texto.

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    prender como su interpretacin? En qu sentido modifican los LXX sobre todo las afirmaciones sobre Dios, cambian la termino-loga y corrigen las afirmaciones? Estos nuevos acentos constitu-yen un fenmeno aislado o atestiguan discusiones teolgicas que estn detrs de la traduccin?

    3. Qu contribucin hace el estudio de los LXX para com-prender el Nuevo Testamento? Qu perspectivas se abren a la in-vestigacin futura?

    1.1. De la primaca de la hebraica veritas a la necesidad de una valoracin de los LXX

    Durante la Reforma y la Contrarreforma se produjeron una serie de acontecimientos importantes que contribuyeron a que, si bien los LXX no se olvidaran del todo en la Iglesia de Occidente, s tuvie-ran una importancia menor durante siglos.

    1.1.1. Jernimo: la primaca de la hebraica veritas

    Una posicin clave para la valoracin de los LXX fue ocupada por Jernimo (420d.C.), traductor de la Biblia. En contra de lo que habitualmente se piensa, l no rechaz del todo los LXX2; ms bien se decant a favor de la hebraica veritas, por tres razones:

    a) En su Prologus in Pentateucho3, que antepone a la traduccin latina del Pentateuco, Jernimo distingue entre el vates y el inter-pres: el primero es el visionario, aquel que, partiendo de una expe-riencia directa, pone en palabras el mensaje divino y anuncia el futuro; el segundo, en cambio, es el traductor, aquel que recibe el

    2 Sobre la posicin de Jernimo, cf., por ejemplo, E.Prinzivalli, Sicubi du-bitas, Hebraeos interroga. Girolamo tra difesa dellHebraica veritas e polemica antigiudaica, Annali di storia dellesegesi 14 (1997) 179-206; E.Schulz-Flgel, Hieronymus, Feind und berwinder der Septuaginta? Untersuchungen an-hand der Arbeiten zu den Psalmen, en A.aejmelaeuS y U.QuaSt (eds.), Der Septuaginta-Psalter und seine Tochterbersetzungen. Symposium in Gttingen, Van-denhoeck & Ruprecht, Gotinga 2000, pp.33-50, esp.p.37.

    3 El texto se encuentra en las ediciones de la Vulgata: cf. B.Weber (dir.), Bi-blia Sacra iuxta Vulgatam versionem, Deutsche Bibelgesellschaft, Stuttgart 31983.

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    mensaje transmitido de otra mano y lo transforma, gramatical-mente y retricamente reelaborado, en otra lengua.

    b) Jernimo vincula el argumento anterior con otro. Segn la leyenda del origen de los LXX, los setenta traductores, separados entre s, con enorme asombro para los testigos, consiguieron llegar a la misma traduccin griega. Sin embargo, Jernimo no da crdito a esta noticia, sosteniendo que las dos fuentes, la Carta de Aristeas, 301-3114, y Flavio Josefo, Antigedades de los judos XII, 103-1115, no aclaran bien este detalle (cf. el Prologus). Este se encuentra, ms bien, en Filn de Alejandra (De vita Mosis, II, 37), del que se sirve para revalorizar los LXX como traduccin adecuada del texto bblico. En cuanto tal, los LXX habran debido adquirir el rango de una Sagrada Escritura emergente, es decir, una escritura inspirada por el Espritu de Dios. De hecho, la leyenda se interpret despus tambin en este sentido (cf. Eusebio, Historia eclesistica, V, 8, 14). Sin embargo, Jernimo no reconoce en absoluto a los LXX esta dig-nidad: segn l, los traductores han confrontado efectivamente los textos, como sostiene la Carta de Aristeas, pero no han desarrollado una tarea proftica (contulisse...non prophetasse, as en el Prologus).

    c) Jernimo remite a las numerosas diferencias entre los ma-nuscritos griegos y hebreos de la Biblia, sobre todo a las adiciones y a las omisiones encontradas en los LXX (Epistula 57,116). En la evaluacin de estas variantes reside para l el criterio decisivo para distinguir el texto original y el traducido. As se decide la suerte de los LXX, al menos en el plano de la crtica textual: as como en la confrontacin entre las variantes del Nuevo Testamento el texto griego debe mantenerse como referencia, de igual modo el crtico textual del Antiguo Testamento debe orientarse hacia la hebraica veritas. Expresado con una imagen, habra que buscar en los ria-chuelos lo que procede de la fuente (Epistula 106,2)7.

    4 La Carta de Aristeas a Filcrates, traduccin y notas de Jaume Prtulas, en Revista de Historia de la Traduccin, Universidad de Barcelona, Barcelona 2007.

    5 Flavio joSeFo, Antigedades de los judos, Clie, Tarrasa 2013.6 San jernimo, Epistolario, introducciones, traduccin y notas por Juan Bau-

    tista Valero, BAC, Madrid 2013.7 Sicut autem in novo testamento, si quando recurrimus ad fontem Graeci sermo-

    nis [...], ita in veteri testamento, si quando inter Graecos Latinosque diversitas est, ad

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    Sin embargo, pese a su inclinacin a favor de la hebraica veritas, Jernimo no rechaza del todo los LXX. No solo en sus comentarios remite continuamente al texto bblico griego, que interpreta8, sino que los LXX tienen para l un puesto intocable en la liturgia. En efecto, los LXX deben ser objeto de consideracin por su vetustas, es decir, por su antigedad. Por otra parte, como comenta el mis-mo Jernimo, estaba ya en uso antes de la primera venida de Cris-to y sucesivamente los apstoles no utilizaron otra Sagrada Escri-tura sino los LXX (cf. Epistula 57,11). Por consiguiente, los LXX habran tenido mucha importancia para l en relacin con el can-to litrgico, pero la hebraica veritas tendra que estar en la base del estudio cientfico de la Escritura (cf. Epistula 106,46)9. Esta distin-cin provoc que Jernimo tradujera el Salterio del texto hebreo y que el Psalterium Gallicanum, traducido del griego por l, se man-tuviera durante muchos siglos en el uso de la liturgia y en las horas cannicas de la Iglesia latina.

    1.1.2. Humanismo, Reforma y reforma gregoriana: hebraica veritas y latina veritas

    Casi un milenio despus de Jernimo se produce en el mundo occidental un nuevo debate sobre el texto bblico, pero bajo aus-picios completamente distintos, dado que durante el tiempo trans-currido el texto bblico de referencia de la Iglesia latina era la Vul-gata. Puede ser til hacer aqu un par de clarificaciones.

    Hebraicam confugimus veritatem, ut, quicquid de fonte proficiscitur, hoc quaeramus in rivulis (hieronymuS, Epistulae, a cargo de I.Hilberg, Verlag der sterreichis-chen Akademie der Wissenschaften, Viena/Leipzig 1912, p.239 [cf. CSEL 55]).

    8 Esto se verifica ya en el primer comentario bblico de Jernimo, el realiza-do sobre el libro del Eclesiasts. Cf. la investigacin realizada sobre dos trmi-nos difciles del texto hebreo en E.bonS, Ein Kommentator zwischen hebris-cher und griechischer Bibel. Hieronymus bersetzungen und Interpretationen von ret ra (Koh 1,14) und mehll (Koh 2,2) im Commentarius In Eccle-siasten, en E.Birnbaum y L.SchWienhorSt-Schnberger (eds.), Hieronymus als Exeget und Theologe. Interdisziplinre Zugnge zum Koheletkommentar des Hierony-mus (BETL 268), Peeters, Lovaina 2014, pp.129-143.

    9 Cf. E.Schulz-Flgel, Hieronymus, Feind und berwinder der Septuagin-ta?, p.cit., pp.39-40.

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    Ya desde el sigloxv, por consiguiente, mucho antes del comien-zo de la Reforma, diversos estudiosos pedan que se realizara una nueva Biblia partiendo de las lenguas originales. Como probable primer autor de esta poca, el humanista Giannozzo Manetti (1396-1459)10 tradujo al latn el Salterio hebreo. La necesidad de una nueva traduccin se basaba para Manetti en dos elementos: a lo largo de los siglos la Vulgata haba sufrido mltiples cambios y alteraciones. Adems, con su traduccin Manetti quera responder a las objeciones de sus interlocutores judos, que reprochaban a los cristianos el hecho de haber traducido la Biblia utilizando fuentes no fiables. Es evidente que Manetti puso como base de su traduccin exclusivamente manuscritos hebreos, puesto que de hecho solo se sirvi del texto bblico hebreo como fundamento del debate comn. En cambio, no discuti sobre los LXX como texto de referencia para la Biblia, porque consideraba que sus va-riantes cuantitativas y cualitativas eran secundarias con relacin al texto bblico hebreo11, lo que revela claramente la influencia de Jernimo en su argumentacin.

    Unas dcadas despus de Manetti, Erasmo de Rterdam lu-ch a favor de una nueva traduccin de la Biblia a partir de las lenguas originales, sobre todo por dos razones: fundamental-mente porque las fuentes deban tener prioridad sobre cualquier traduccin, porque un traductor est inevitablemente sometido a alejarse, de cualquier modo, del texto original (In Novum Tes-tamentum prefationes, 98)12. Adems, la Biblia latina traducida por Jernimo no estaba ya en su forma original, sino que estaba desfigurada por numerosos descuidos y errores (In Novum Testa-mentum prefationes, 44; 96).

    10 Para una introduccin a la obra de Manetti, cf. H.graF reventloW, Storia dellinterpretazione biblica, vol.3 (Rinascimento, riforma, umanesimo), Piemme, Casale Monferrato 1999, pp.11-19.

    11 G.manetti, Apologeticus, a cargo de A.de Petris (dir.), Edizioni di Storia e Letteratura, Roma 1981, V 66.

    12 Los textos de Erasmo se citan segn la siguiente edicin: DeSiDeriuS eraS-muS von rotterDam, In Novum Testamentum praefationes / Vorreden zum Neuen Testament. Ratio / Theologische Methodenlehre: Ausgewhlte Schriften. Lateinisch und Deutsch, vols.I-III, Wissenschaftliche Buchgesellschaft, Darmstadt 1967.

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    Las elecciones que encontramos en la poca de la Reforma y de la Contrarreforma sobre la cuestin de los textos bblicos de refe-rencia son conocidas y no necesitan abordarse extensamente13. Mantenindose en la lnea de la tradicin del Humanismo, los re-formadores se rodearon de los textos bblicos hebreos. En cambio, la Iglesia catlica romana determin, en la primera etapa del Con-cilio de Trento, en 1546, que el texto bblico de referencia vinculan-te era la Vulgata. Tanto por la decisin de la Reforma a favor de la Biblia hebrea como por la decisin de la Iglesia catlica a favor de la Vulgata (que haba que corregir desde la perspectiva de la crtica textual), la consecuencia de las elecciones hechas en el sigloxvi es evidente: la menor importancia que han tenido los LXX en el m-bito de la Iglesia de Occidente. Despus de que los humanistas hubieran reelaborado los mtodos de la crtica textual cientfica, los LXX se redujeron a tener con frecuencia una funcin comparable con la de una mina donde sacar piezas de recambio, es decir, all donde el texto bblico hebreo presentaba dificultades o pareca enigmtico, se trataba de reconstruirlo con las reservas del texto de los LXX, siempre que se presentase menos problemtico.

    1.1.3. La necesidad de una nueva valoracin de los LXX

    Los tratamientos tradicionales de los LXX en las ltimas dca-das se han demostrado insuficientes por varias razones. Ante todo, debe afirmarse que el modelo epistemolgico relacionado con la imagen de la fuente y los arroyos, inventada por Jernimo, y que ha influido en la ciencia bblica hasta hoy, no es aplicable a priori. Adems, la confrontacin crtico-textual entre los LXX y el Texto Masortico (TM) se ha colocado sobre una nueva base metodol-gica en las ltimas tres dcadas. En efecto, las investigaciones re-cientes en la crtica textual del Antiguo Testamento han hecho ne-cesario un replanteamiento por dos motivos fundamentales. El

    13 Cf. los diversos artculos en G.beDouelle y B.rouSSel (eds.), Le temps des Rformes et la Bible, Beauchesne, Pars 1989; M.Sb (ed.), Hebrew Bible / Old Testament. The History of Its Interpretation, vol.II (From the Renaissance to the Enlightenment), Vandenhoeck & Ruprecht, Gotinga 2008.

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    primero concierne a las fuentes de las que disponemos hoy, y el segundo a la metodologa:

    a) El descubrimiento de los textos de Qumrn ha influido deter-minantemente en los estudios de crtica textual y de historia del tex-to del Antiguo Testamento, justo en aquellos libros en los que los LXX se distancian fuertemente del TM14. En algunos casos, la compa-racin entre los fragmentos de Qumrn y el texto de los LXX han dado el siguiente resultado: los LXX transmiten en la tradicin griega una forma textual especfica, cuyas diferencias cuantitativas con res-pecto al TM no deben atribuirse al traductor. Las diferencias impli-can, ms bien, un texto hebreo que no era idntico al tardo TM.Tal es el caso del libro de Jeremas, cuya versin ms breve en LXX est atestiguada tambin en los fragmentos hebreos de Qumrn (sobre todo en 4QJrb). Asimismo, algunos fragmentos de Qumrn de los libros de Samuel-Reyes muestran una gran proximidad con la tra-dicin textual que conoce los LXX. Bien es verdad que la discusin sobre estas cuestiones no se ha concluido an definitivamente. Sin embargo, puede afirmarse con cierta seguridad que en los dos l-timos siglos antes de Cristo existan varias tradiciones textuales hebreas, que estn atestiguadas en Qumrn e indirectamente en los LXX. Adems, esto significa tambin que las diferencias de los LXX con respecto al TM no son atribuibles al traductor, que habra reproducido diferentemente el texto de partida por un error, por ignorancia o por una intencin. Ms bien, los LXX es el testigo indirecto de una pluralidad de formas textuales del texto bblico del Antiguo Testamento en la poca helenstico-romana, y, por tanto, un testigo de su compleja historia textual.

    b) El anlisis de la tcnica de la traduccin empleada en cada libro de los LXX ha llevado a una nueva valoracin de sus varian-tes15. A menudo eran y son consideradas como una correccin del TM, cuando este es considerado problemtico. Sin embargo, las variantes de los LXX pueden considerarse como correcciones del

    14 Vase, por ejemplo, los detallados anlisis presentados por A.lange, Hand-buch der Textfunde vom Toten Meer, vol.I (Die Handschriften biblischer Bcher von Qumran und den anderen Fundorten), Mohr Siebeck, Tubinga 2009.

    15 Cf. E.tov, The Text-Critical Use of the Septuagint in Biblical Research, Si-mor, Jerusaln 21997, pp.18-20.

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    TM nicamente cuando es posible excluir con seguridad que estas no se deben al inters de conferir un nuevo perfil literario y de con-tenido a la traduccin por parte del traductor. Otra razn por la que no es lcito admitir una correccin tout court del texto bblico hebreo por parte del texto griego reside en el hecho que ambos son testigos de diferentes formas y tradiciones textuales, cuyos desarro-llos difieren entre ellos y cuya relacin recproca debe juzgarse aten-diendo a cada caso. Por consiguiente, no es metodolgicamente admisible producir una especie de texto mixto a partir de los dos, salvo aquellos casos en los que una tradicin textual transmite un error evidente. Esto no significa que los LXX no tengan pertinencia alguna en la crtica textual del texto hebreo de la Biblia, sino que, en el mejor de los casos, debe considerarse de utilidad limitada con respecto a la reconstruccin del texto hebreo. De hecho, su historia textual debe investigarse independientemente de la del TM16.

    Prescindiendo de las cuestiones de crtica textual y de historia del texto, que han experimentado una nueva valoracin en las l-timas dcadas, el estudio en profundidad de los LXX se impone por razones principalmente imputables al hecho de que los estu-dios tradicionales sobre ella muestran dos grandes lagunas:

    a) Los escritos de los LXX, en cuyo fondo se encuentra una fuente hebrea, revelan numerosas particularidades teolgicas y li-terarias que merecen un estudio detallado. De hecho, los textos de los LXX no son solamente un testimonio de la historia del texto del Antiguo Testamento, sino que brindan tambin una mirada sobre el mundo de las comunidades judeo-helensticas y sobre sus ideas teolgicas, y permiten deducir las relaciones de estas comu-nidades con el judasmo de lengua hebrea o aramea, como tam-bin con su ambiente helenstico17.

    b) Los escritos de los LXX constituyen un texto de referencia fun-damental de la Biblia y en muchos casos el nico no solo para los

    16 As D. barthlemy, Critique textuelle des lAncien Testament, vol. III (zchiel, Daniel et les 12Prophtes) (OBO 50/3), ditions Universitaires-Van-denhoeck & Ruprecht, Friburgo (Suiza)-Gotinga 1992, p.ccxxxi.

    17 Sobre estas cuestiones, cf. N.FernnDez marcoS, La Bibbia dei Settanta. In-troduzione alle versioni greche della Bibbia, Paideia, Brescia 2000, pp.297-311.

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    autores del Nuevo Testamento, sino tambin para los de la denomi-nada literatura intertestamentaria, para Filn de Alejandra y Fla-vio Josefo, y, posteriormente, para los Padres de la Iglesia griegos. Numerosos detalles terminolgicos y de contenido de estos escritos son comprensibles solo cuando se tiene en cuenta el conjunto de su trasfondo bblico griego18. Margherite Harl, una gran especialista francesa en los LXX y su recepcin, en particular en la iglesia anti-gua, designa esta aproximacin a los LXX con el trmino aval (ro abajo), mientras que con amont (ro arriba) entiende la otra pers-pectiva, a saber, el anlisis de los LXX como traduccin e interpreta-cin de los textos hebreos previos a ellos19. La complementariedad de ambas perspectivas est corroborada por los volmenes publica-dos hasta ahora de la traduccin y del comentario en francs a los LXX, que han sido editados con el ttulo La Bible dAlexandrie.

    Sintetizando, puede afirmarse, por tanto, que en las ltimas dcadas en particular desde el descubrimiento de los fragmentos bblico de Qumrn tambin los LXX ha entrado con mayor deter-minacin en el campo de la ciencia exegtica. Esto se debe, por una parte, al inters por el texto bblico griego como documento de la historia del texto bblico desatendido durante mucho tiem-po, que mereca un mayor anlisis y un comentario ms profundo, y, por otra, al hecho de que el texto bblico griego se percibe, hoy ms que en el pasado, como un texto original que ha ejercido una enorme influencia en la literatura juda de la poca helenstico-ro-mana, y, posteriormente, tambin en el Nuevo Testamento y en la literatura cristiana de lengua griega.

    1.2. Lneas teolgicas

    En los ltimos veinticinco aos no solo se han publicado varias traducciones de los LXX en lenguas modernas (entre otras, francs,

    18 Cf. los ejemplos seleccionados en J.M.DineS, The Septuagint, T&T Clark, Londres-Nueva York 2004, pp.135-151

    19 M.harl, Traduire la Septante en franais: pourquoi et comment?, en M.Harl (ed.), La langue de Japhet. Quinze tudes sur la Septante et le grec des chr-tiens, Cerf, Pars 1994, pp.32-41, esp.pp.32-33.

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    ingls, italiano, espaol, alemn), sino que tambin han surgido diversos comentarios y las interpretaciones ms diferentes de tex-tos especficos, concernientes prcticamente a todos los libros b-blicos. Los resultados de estos estudios son variopintos20. En los casos individuales no existe consenso sobre la intensidad con la que el traductor ha querido acentuar un contenido con una traduc-cin diferente. No obstante, el anlisis minucioso del texto bblico griego ha permitido incluso prescindiendo de las cuestiones de historia y de crtica textual comprender y describir con precisin el perfil literario y de contenido de las colecciones (por ejemplo, los Doce profetas) o de cada libro. En algunos casos es tambin posible reconocer determinadas tendencias de contenido que se extienden por todos los libros de los LXX.

    Estas observaciones tienen, sin duda, su relevancia para la ex-gesis bblica, pero tambin para la historia de la teologa juda y cristiana. En efecto, los LXX es un documento de aproximadamen-te los tres ltimos siglos antes de Cristo. Se ubica, por consiguiente, en una poca en la que, simplificando un poco, estn disponibles de una forma casi definitiva los escritos que sucesivamente llega-ron a entrar en el canon hebreo.

    Los LXX, sin embargo, no presenta en ningn caso una traduccin literal de su texto hebreo de partida, sino que, ms bien, lo interpre-ta siempre de nuevo y de modos diversos, y ofrece una visin indi-recta de las discusiones teolgicas de su poca, de las que tambin encontramos huellas en los otros textos judos de lengua griega, por ejemplo, en la Carta de Aristeas y en las obras de Filn de Alejandra.

    En esta perspectiva podra hacerse una pregunta que es impor-tante para la historia de la teologa juda y tambin para la cristia-na posterior: cmo hablan de Dios los textos de los LXX? Intro-ducen nuevos trminos o acentos de contenido que son ajenos al texto bblico hebreo? En los tres ejemplos siguientes examinamos este aspecto.

    20 Una sntesis de cada libro de los LXX se encuentra en dos introducciones recientes: J. K. aitken (ed.), The T&T Clark Companion to the Septuagint, Bloomsbury, Londres 2015; S.kreuzer (ed.), Einleitung in die Septuaginta, Gters-loher Verlagshaus, Gtersloh 2016.

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    1.2.1. El problema del lenguaje antropomrfico sobre Dios

    En el pasado se formul la hiptesis segn la cual los LXX ha-bran tenido tendencia a evitar antropomorfismos y antropopatis-mos, es decir, trminos o expresiones referidos a eventuales senti-mientos o emociones de Dios21. Sin embargo, esta hiptesis no ha encontrado una confirmacin suficiente. Cuando en la Biblia he-brea se habla de partes del cuerpo de Dios, los LXX, por regla general, no se apartan de su Vorlage. As, Dios tiene partes del cuer-po como los ojos (Sal 32,18LXX), los odos (Sal 9,38; 16,6LXX) y una boca (Sal 32,6LXX), por poner solo un ejemplo. Asimismo, tampo-co son ajenos a Dios los sentimientos humanos como el enfado (Os 5,10LXX), el odio (Am 5,21LXX), el arrepentimiento (Jl 2,14; Gn 3,9LXX), pero tambin la alegra (Jr 9,16LXX). Los pasajes en los que los LXX asumen los antropomorfismos y los antropopatismos son tan numerosos que las desviaciones pueden considerarse excepcio-nes22. No obstante, en estas desviaciones se revela una sensibilidad teolgica de los traductores, que en lugar de una traduccin literal cambian ligeramente el texto.

    Pueden citarse tres ejemplos:

    a) En el Salterio de los LXX se ha evitado en dos pasajes la idea de que Dios puede devorar a los hombres (verbo hebreo bla, cf. Sal 21,10; 55,10). Los LXX utilizan cada vez otro trmino: perturbo (Sal 20,10LXX; posiblemente interpretan un verbo bla II confundir; vanse los diccionarios), como tambin sumerjo (Sal 54,10LXX).

    b) En la llamada Fbula de Jotn de Jue 9,13 se ponen en boca de la vid las siguientes palabras: Voy a renunciar a mi mosto, que alegra a dioses [TM: elohm] y a hombres?. Esto presupone que los dioses se alegran del mosto que produce la vid. Claramente, los LXX han querido traducir elohm no en plural, sino que ha elegido el

    21 Para una historia de la investigacin, vase F.Siegert, Zwischen Hebris-cher Bibel und Altem Testament. Eine Einfhrung in die Septuaginta, Lit, Mnster 2001, pp.247-250; J.M.DineS, Septuagint, p.cit., p.132.

    22 Cf. E.bonS, Parlare di Dio in greco: traduzione, inculturazione, revisioni teologiche nella versione dei LXX, Ricerche Storico-Bibliche 22 (2010) 113-124, esp.p.117.

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    singular, quiz para encubrir el carcter politesta de este pasaje. Pero esto significa adems que Dios se alegra del vino. Esta idea se encuentra en el Codex Vaticanus: mi vino, que alegra a Dios y a los hombres. En la tradicin textual ms antigua, que se encuentra en el Codex Alexan-drinus, se explica, en cambio, como una correccin teolgica. En efecto, en esta el vino se entiende como la alegra de los hombres, que procede de Dios: . Esto implica que al menos en una tradicin textual de los LXX probablemente en la original la idea segn la cual Dios se alegra del vino ha sido sometida a un retoque.

    c) En diversos pasajes de los LXX se describe a Dios con trmi-nos antropomrficos. No obstante, los LXX evitan las afirmaciones segn las cuales Dios sera visible. Esto es particularmente eviden-te en el Salterio, en el que el texto hebreo al menos el texto conso-nntico afirma claramente que el hombre puede observar a Dios con la vista (Sal 17,15; 42,3b [texto consonntico]; 63,3). La pre-gunta sobre cmo puede concebirse esta visin queda, no obstante, abierta. Los LXX, al contrario, efectan pequeas modificaciones de estos pasajes, en los que inserta una forma intransitiva (el hombre aparece ante el rostro de Dios as Sal 16,15a; 431,3LXX) o en su santuario as Sal 62,3LXX). Esta concepcin puede encontrarse ya en el Pentateuco griego (as en Nm 12,8; 14,22; Dt 5,24LXX)23.

    Probablemente no se hace justicia al texto si se trata de explicar estas cautas correcciones con el concepto de antropomorfismo y de la voluntad de evitarlo. De hecho, en algunos pasajes el discur-so antropomrfico de Dios no es totalmente evitado, sino trans-formado. As suena el texto hebreo de Nm 23,19 en la traduccin: Dios no es un hombre para mentir, ni un hijo de hombre para retractarse. Los LXX insertan la partcula comparativa como Dios no es como un hombre (cf. tambin 1Sm 15,29) y, de este modo, hace explcito el hecho de que Dios no puede nunca

    23 Cf. tambin A.hanSon, The Treatment in the LXX of the Theme of See-ing God, en G.J.brooke y B.linDarS (eds.), Septuagint, Scrolls and Cognate Wri-tings. Papers Presented to the International Symposium on the Septuagint and Its Re-lations to the Dead Sea Scrolls and Other Writings (Manchester, 1990), Scholars Press, Atlanta 1992, pp.557-568, esp.pp.561-563.

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    compararse al hombre. Adems, no asocia a Dios ni con la menti-ra ni con el arrepentimiento, que son caractersticas del hombre, sino que introduce dos verbos completamente diferentes ( y ): Dios no es como un hombre para que sea engaado [o bien: sea impedido en su objetivo], ni como un hijo de hombre para ser amenazado.

    En otros pasajes, finalmente, los LXX modifican las afirmacio-nes que pueden exponer a Dios a la sospecha de una posible igno-rancia, como Os 8,4. Segn el texto hebreo, Israel ha nombrado soberanos sin que Dios lo supiera (welo ydt pero no [lo] sa-ba): segn los LXX, en cambio, son los israelitas quienes no se lo han hecho saber a Dios ( y no me lo han hecho saber). Probablemente, estas correcciones se unen a la ten-dencia de los LXX, pero tambin de otros textos contemporneos, de subrayar la omnisciencia de Dios (cf. Sal 138,5LXX [diferente del TM]; Am 8,7LXX; Sus 35LXX; Sir 42,20; Carta de Aristeas 132)24.

    Los pasajes citados pueden hacer suponer que los LXX tiene una idea obviamente ms trascendente de Dios que la Biblia he-brea25. Esta tendencia se manifiesta, efectivamente, aqu y all en los LXX, pero esta conserva, no obstante, la peculiaridad de una traduccin que reproduce fielmente la mayor parte de las ideas sobre Dios, incluidos los innumerables antropomorfismos. Sin embargo, los cambios muestran bien que los traductores no solo se sintieron impulsados, sino que tambin se sintieron obligados a corregir aquellas expresiones que les parecan escandalosas. En muy pocos casos se trata de fenmenos aislados, como bien mues-tran los paralelos con otros escritos judos contemporneos. Pare-ce ms plausible pensar que estas correcciones tienen su origen en las discusiones teolgicas sobre el modo en el que poda hablarse de Dios. Estos debates estn atestiguados en algunos escritos pos-teriores, por ejemplo, en las obras de Filn de Alejandra (cf., por ejemplo, Quod deus sit immutabilis, 54-59).

    24 Cf. tambin J.jooSten, Collected Studies on the Septuagint. From Language to Interpretation and Beyond, Mohr Siebeck, Tubinga 2012, pp.172-177.

    25 M.rSel, Theo-Logie der griechischen Bibel. Zur Wiedergabe der Gotte-saussagen im LXX-Pentateuch, Vetus Testamentum 48 (1998) 49-62, esp.p.59.

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    1.2.2. El Dios nico y los dioses

    Podemos preguntarnos si en los LXX son reconocibles algunas inclinaciones que tienden a dar un carcter ms monotesta a los textos relativos a Dios. El pasaje, anteriormente mencionado, de Jue 9,13 podra, de algn modo, hacerlo pensar. En muchos pun-tos los LXX presenta una traduccin literal de los pasajes que ha-blan de los dioses en plural, mientras que en otros se hacen clara-mente correcciones. Pueden bastar un par de ejemplo extrados de los Salmos y del libro de Isaas26:

    a) Cuando los Salmos mencionan a los dioses en plural, sin poner sin embargo en cuestin la soberana de YHWH, no encon-tramos ninguna correccin; este es el caso, por ejemplo, del Sal 81,1LXX, pues en l se anuncia la muerte y la destruccin a los dio-ses. Algo semejante se encuentra en Sal 95,3; 96,4; 135,5TM, en los que YHWH es visto como un Dios nico que est por encima de todos los otros dioses. Los LXX no refutan abiertamente en estos pasajes la existencia de otros dioses.

    b) Diversa es la situacin en aquellos Salmos en los que se ha-bla de otros dioses sin ninguna valoracin, en Sal 8,6; 97,7; 138,1TM. En estos pasajes, los LXX introducen a los , una categora de seres que estn entre Dios y los hombres, como expre-sa claramente el Sal 8,6LXX.

    c) Los LXX tienen, no obstante, una preferencia por la idea de la naturaleza incomparable de Dios, como aparece en pasajes co-mo el Sal 82,2LXX. Mientras que en el TM leemos aelohm al dm lk, Oh Dios, no calles, los LXX convierten esta oracin en una pregunta retrica: ;, Oh Dios, quin puede compararse a ti?. Que esta pregunta solicita una respuesta negativa, es decir, nadie, es confirmado por el Sal 17,32LXX. El texto hebreo se expresa aqu as: Quin es como una roca [r],

    26 Para ms detalles, cf. E.bonS, Textkritik und Textgeschichte. Studien zur Sep-tuaginta und zum hebrischen Alten Testament, Mohr Siebeck, Tubinga 2014, pp.34-39; Dem, Dieu dans le corpus prophtique de la Septante. Quelques exemples dexgse intra-biblique et dinnovation thologique, en J.-D.Mac-chi et l. (eds.), Les recueils prophtiques de la Bible. Origines, milieux et contexte proche-oriental, Labor et Fides, Ginebra 2012, pp.465-479.

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    sino nuestro Dios?. En cambio, los LXX sustituyen la roca por el sustantivo : Quin es Dios sino el nuestro?.

    d) Con esta pregunta se asume, en definitiva, que solo al Dios de Israel puede dirigirse el predicado Dios. En este sentido se comprenden tambin algunos pasajes del libro de Isaas en los LXX. En Is 37,19LXX los dioses de los otros pueblos no se designan ya como , sino como como , es decir, dolos. La frase sucesiva clarifica, de hecho, que estos no son realmente dioses. En el pasaje paralelos de 2Re 19,18, en cambio, los LXX conservan el sustantivo . En Is 45,21-22, finalmente, Dios no es calificado con el ttulo de (en el TM aparece el tetragrama), sino como , y aade: Y no hay otro Dios fuera de m.

    1.2.3. Los ttulos divinos

    Los LXX introducen claramente un cierto nmero de ttulos di-vinos, que, posteriormente, sobre todo en los discursos cristianos sobre Dios, adquirieron una particular relevancia, como por el hebreo ebt o adday en el libro de Job. Ade-ms, tambin se sustituyen diversos ttulos que se encuentran so-bre todo en el Salterio griego. Aqu, en efecto, el vocabulario he-breo ha sido sometido a una transformacin sistemtica con res-pecto al campo semntico de la roca, de la fortaleza y de la arma-dura27. En lugar de designar a Dios como roca (r, sla), for-taleza (medh, misgb), refugio (mash) y escudo (mgen), los LXX eligen una terminologa totalmente diferente: por ejem-plo, protector, auxilio, de-fensor. Algunos de estos conceptos tienen un trasfondo gre-co-egipcio: en efecto, en el Egipto helenstico al igual que encon-tramos en las lamentaciones del Salterio estos ttulos se emplean en las peticiones dirigidas a los responsables de la administracin o de la poltica. Quiz en una gran ciudad como Alejandra era

    27 Para ms detalles, cf. el artculo de A.PaSSoni DellacQua, La metafora biblica di Dio come roccia e la sua soppressione nelle antiche versioni, Ephe-merides Liturgicae 91 (1977) 417-453; E.bonS, Textkritik und Textgeschichte, p.cit., pp.41-47.

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    aconsejable expresarse sobre Dios de un modo diferente al contex-to palestino. Evidentemente, refugio y salvacin no se asocian a la proteccin que ofrecan las rocas inaccesibles del montaoso terri-torio palestino, sino al auxilio que poda pedirse a un interlocutor competente en una comunidad ciudadana. Por eso uno de los conceptos esenciales del Salterio griego es el sustantivo , es-peranza, junto con el verbo sustantivado , espero. Ambos expresan la condicin de la fe y de la confianza en Dios, que pue-den acompaar a los creyentes a lo largo de toda su vida. As se expresa, divergiendo ligeramente del texto hebreo, el Sal 21,10LXX: Mi esperanza eres t hasta de los senos de mi madre, es decir, desde la primera juventud. Est claro que este vocabulario ha im-pregnado fuertemente tambin el discurso cristiano.

    1.3. Perspectivas teolgico-bblicas

    Los LXX son, en muchos aspectos, la Sagrada Escritura a la que remiten los textos del Nuevo Testamento: ella constituye el nico trasfondo terminolgico y conceptual a partir del cual son com-prensibles muchas afirmaciones del Nuevo Testamento28. Mucho ms que la Biblia hebrea, en efecto, los LXX son el Antiguo Testa-mento del Nuevo Testamento, segn la expresin del exgeta da-ns Mogens Mller29. Para Mller es necesario por eso preguntarse si en un contexto cristiano no deben ser los LXX el texto de referen-cia para la traduccin del Antiguo Testamento30. Es evidente que esta pregunta, a la luz del debate pasado sobre el texto bblico de referencia, requiere una respuesta ponderada.

    El modo en el que LXX ha influido en el Nuevo Testamento ha sido objeto de estudio exhaustivo por parte de la exgesis. En el campo del vocabulario, de la sintaxis y del estilo, pueden encon-trarse numerosos setantismos en el Nuevo Testamento, que re-

    28 Cf. tambin K.H.jobeS y M.Silva, Invitation to the Septuagint, Baker, Grand Rapids-Paternoster, Carlisle 22001, pp.183-204.

    29 M.mller, The First Bible of the Church. A Plea for the Septuagint, Sheffield Academic Press, Sheffield 1996, p.116.

    30 Ibd., p.121.

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    miten a modelos hebreos y que han sido frecuentemente analiza-dos por los especialistas. Basta recordar el frecuente uso de , he aqu, que en los LXX traduce el hebreo hinneh; los infinitivos sustantivados en genitivo ( con el infinitivo); el parallelismus membrorum en textos como el Magnificat de Lc 1,46-55.

    Se han dedicado numerosos estudios en las ltimas dcadas a la cuestin relativa al modo en el que los autores de los escritos neotestamentarios introducen las citas de los LXX en sus textos y cmo hacen uso de ellas en sus argumentaciones, por ejemplo, en relacin con la prueba de Escritura o las citas de cumplimiento31. Adems, se nota cmo con frecuencia el texto de los LXX de cual-quier cita se aparta considerablemente del texto hebreo32.

    Examinadas con menos profundidad que las mencionadas an-teriormente son las ideas que se repiten en los LXX y que fueron asumidas y finalmente desarrolladas antes del Nuevo Testamento y posteriormente en la teologa del cristianismo primitivo. Pode-mos mencionar dos ejemplos:

    a) Ya hemos hablado del sustantivo , esperanza, junto con el verbo correspondiente , espero. En el denominado griego profano los dos trminos no tienen claramente una conno-tacin religiosa, sino que la asumen solamente en los LXX. Solo a partir de este trasfondo es comprensible la utilizacin neotesta-mentaria de ambos, puesto que tambin los modos de su uso en los LXX y en el Nuevo Testamento no son completamente equiva-lentes. Este dato emerge al comparar las afirmaciones de los LXX en las que Dios es designado como (por ejemplo, Sal 13,6LXX) y las de las cartas paulinas, en las que se presenta como la esperanza de la fe de los hombres (por ejemplo, Rom 5,5).

    b) Los LXX no utilizan en el relato de la creacin del Gnesis, sino en contextos profticos y sapienciales, el verbo , cuando habla de la actividad creadora de Dios. En griego clsico y helens-tico este verbo expresa, en cambio, la fundacin, por ejemplo, de

    31 Para una visin de conjunto, vase F.belli et l., LAntico nel Nuovo. Il ri-corso alla Scrittura nel Nuovo Testamento, Dehoniane, Bolonia 2008.

    32 Vanse los ejemplos mencionados por J.M.DineS, The Septuagint, p.cit., pp.142-144.

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    ciudades o de complejos arquitectnicos como las fortalezas y los puertos. Con la eleccin de este verbo, sin embargo, los LXX con-fieren al significado del trmino una de sus connotaciones impor-tantes, a saber, la de una accin sistemtica, pensada y organizada, sin la que es imposible la fundacin de una ciudad. Algo semejan-te se aplica en ciertos pasajes a la realizacin creativa divina: Dios no concibe en absoluto su creacin al azar. Sobre todo, sus obras no solo tienen consistencia (cf. Sab 1,14; Is 54,16LXX [el TM es completamente diverso]), sino que realizan tambin las tareas que Dios les confa en el complejo de la creacin (cf. Sir 38,4; salmo de Salomn 18,11-12). Con este trasfondo conceptual se comprende ms fcilmente textos como 1Tim 4,3: la renuncia a determinados alimentos, que el autor de la carta critica, correspondera en defi-nitiva a un desprecio de la voluntad creadora divina. Discusiones anlogas encontrarn su prolongacin en la teologa del cristianis-mo primitivo (cf. Carta a Diogneto 4,2).

    No obstante, estas observaciones no deben inducir a pensar de forma simplista que en los LXX se encuentran ya in nuce el vocabu-lario y las ideas que el Nuevo Testamento y la teologa del cristia-nismo primitivo desarrollarn posteriormente. De hecho, por ejemplo, el sustantivo , fe, es bastante raro en los LXX, no es en absoluto un concepto central y no expresa una apertura fun-damental de los hombres hacia Dios. Es verdad que en algunos pasajes de los LXX se encuentra el verbo , creo (como, por ejemplo, en Gn 15,6), pero en general este verbo se usa rara-mente en la traduccin griega.

    No obstante, tambin los LXX conocen un vocabulario teolgi-co que aparece en el Nuevo Testamento solo espordicamente, pe-ro que influye en el posterior discurso cristiano sobre Dios. El atri-buto divino , auxilio, aparece frecuentemente en los Sal-mos (por ejemplo, en Sal 9,10; 17,3LXX, y en otros pasajes), pero en el Nuevo Testamento se encuentra una sola vez en una cita del Salterio (Heb 13,6 = Sal 117,6LXX), y, despus, de nuevo en la lite-ratura cristiana primitiva (por ejemplo, 1Clem 59,3)33.

    33 Para ms detalles, cf. E.bonS, The Noun as a Divine Title. Prole-gomena to a future HTLS article, en E.BonS, R.Brucker y J.JooSten (eds.), The

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    De estos pocos ejemplos se trasluce la complejidad de los da-tos: los LXX introduce conceptos e ideas que el Nuevo Testamento asume, modifica y desarrolla, mientras que otros permanecen des-apercibidos. Esta complejidad no se deja resumir en una frmula, como, por ejemplo, la de la praeparatio evangelica, con la que poder comprender los LXX34. Por esta razn, la investigacin exegtica debe tomar en serio la multiplicidad del vocabulario teolgico de los LXX y del Nuevo Testamento: las semejanzas y las diferencias, pero tambin los desarrollos, que con los LXX llegan a su conclu-sin, y aquellos que nacen solamente en el Nuevo Testamento. Se llega a conclusiones an ms precisas cuando se tiene en cuenta adems de los escritos bblicos tambin la literatura juda de la poca helenstico-romana y, no menos importante, los textos de procedencia no juda: la literatura griega, las inscripciones y los papiros, un terreno amplio de la investigacin bblica que en gran parte an no ha sido explorado.

    Reception of Septuagint Words in Jewish-Hellenistic and Christian Literature, Mohr Siebeck, Tubinga 2014, pp.53-66.

    34 As G.bertram, Praeparatio Evangelica in der Septuaginta, Vetus Testa-mentum 7 (1957) 225-259.