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8 INDEPENDENCIA OCTUBRE 2018 MIÉRCOLES 10 leidys maría labrador herrera Como una única Revolución, así fue de- finida por Fidel la tradición patriótica del pueblo cubano. Suerte de herencia que implica la sostenibilidad en el tiem- po y por encima de las adversidades, de los pilares fundacionales de nuestra nacionalidad. Pero acuñar esa verdad no partió úni- camente de la iniciativa de su preclaro pensamiento. Al sustentar ese criterio, al Comandante en Jefe le asistió el ma- yor de los argumentos, el de haber sido él mismo, junto a la Generación del Centenario, valioso fruto de los fértiles lazos de esa historia, que se extendieron en el abrazo y el consenso necesarios, para unificar ideales latentes a la distan- cia de los siglos. Esa es una realidad que nadie duda. Fueron los mismos sentimientos, vesti- dos de otra época, en el alma de otros hombres y mujeres, pero los mismos. Aquellos que hicieron sonar la campana de La Demajagua, estuvieron también en un Martí incansable que había ges- tado desde el exilio la Guerra Necesaria, latieron con fuerza en Mella, Guite- ras, Pablo de la Torriente, Villena, y se reavivaron definitivamente en aquellos que no dejaron morir al Apóstol en el año de su centenario. Libertad, dignidad humana, respeto a la libre determinación de los cubanos, fueron las causas comunes que impul- saron a esos seres excepcionales en sus luchas. Pero, ¿por qué después del 1ro. de enero de 1959, después de la reivindi- cación de nuestros derechos, de conver- tirnos en ejemplo para el mundo, aún decimos que Cuba está en Revolución, y celebramos el aniversario 150 del inicio de nuestras luchas, con la misma con- vicción de continuidad histórica? ¿Por qué aun en tiempos de paz empleamos el término Revolución Cubana, para nombrar el proceso social que defende- mos? La respuesta a esas interrogantes no necesita una intensa búsqueda biblio- gráfica, basta acudir al concepto que de esta obra nos dejó su eterno líder, para comprender que toda sociedad es per- fectible y que, si hemos llegado hasta aquí, es porque el triunfalismo nunca formó parte de los preceptos que prima- ron en la construcción de la patria con todos y para el bien de todos. Habernos sentado a creer que la Revolución esta- ba hecha, habría sido el fin. Desmontar y analizar en toda su pro- fundidad lo que sucintamente plantea- ra el Comandante en Jefe, necesitaría el concurso de los más prestigiosos y en- tendidos académicos, pues cada una de sus palabras en esa magistral definición, tiene detrás un sustento ideológico, mo- ral y político de incalculable alcance, pero más que nada, imperecederas raíces his- tóricas. Ojalá sea suficiente la sencillez de esta prosa periodística para esbozar al menos algunos de esos principios que nos convierten en eternos revolucionarios. UN CONCEPTO, UNA OBRA, UN PORVENIR Una de las falsas ideas defendidas por los detractores del socialismo cubano es que esta Isla se ha quedado detenida en el tiempo. A quienes intentan interpe- larme con tales afirmaciones, siempre les respondo que parecen haber olvida- do el país que nos legó la neocolonia. Agricultura latifundista, economía deteriorada y llena de corrupción, in- dustrias en manos extranjeras, analfa- betismo, hambre y miseria. Desde esa base fue necesario levantar una nue- va sociedad y hubo que trabajar muy duro sí, porque a esos obstáculos se les unió la presión de un bloqueo sin sen- tido, que aún hoy, casi 60 años después, pervive como el fósil de un jurásico anexionismo. Aun así, nos convertimos en bandera de derechos humanos, y batallamos por encontrar nuevos mercados, y converti- mos a la salud, la educación, el deporte y la cultura, en valiosos e inigualables te- soros, logros que todavía les son ajenos a países desarrollados, que voltean la cara a la cruda realidad del tercer mundo, la glo- balización neoliberal y la deuda externa. Pero, mantenernos de pie solo ha sido posible por nuestro sentido del momento histórico y la sabiduría de cambiar todo lo que debe ser cambiado. Y no hay en esas frases ni un asomo de banal retó- rica. Esa ha sido siempre nuestra rea- lidad. En condiciones adversas nos ha tocado poner la vista en el presente, los pies sobre la tierra. Así enfrentamos la Crisis de Octubre, y así nos levantamos tras el periodo especial. Fueron esas mismas cualidades las que nos permitieron aprobar los Linea- mientos de la Política Económica, y co- menzar un intenso proceso para llevar- los a vía de hecho. Gracias a esa visión, pudimos conceptualizar nuestro mode- lo económico social, aprobar un plan de desarrollo objetivo, acorde con nuestras potencialidades como nación y haber- nos convertido hoy, como jamás ha visto antes nación alguna, en un pueblo cons- tituyente. Un pueblo que entiende cuán vital es renovar la Carta Magna para dar un paso superior en el desarrollo social. Cabe preguntarse entonces, ¿sería eso posible sin igualdad y libertad ple- nas, sin ser tratado y tratar a los demás como seres humanos? No. Porque si hoy estamos unidos en este nuevo reto de- nominado Proyecto Constitucional, si apostamos por la continuidad de nues- tros líderes, es porque así nos sentimos en Cuba, como seres humanos, con todo lo que ese término implica. Lo hacemos aun habiendo bloqueo, porque como explicó recientemente en su entrevista concedida a Telesur, nuestro Presidente, Miguel Díaz-Canel Bermúdez: «Que levanten el bloqueo no depende de nosotros, depende del gobierno de Estados Unidos. Por lo tanto, nosotros no podemos subordinar nuestro afán de realizaciones, nuestro afán de justicia social, de prosperidad, a lo que pueda ejercer como política un gobierno ex- tranjero». ¿Acaso no significa eso emancipar- nos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos? Hemos resistido el asedio duran- te todos estos años por muchas ra- zones, pero entre ellas, por haber tenido la fuerza moral y la dignidad su- ficientes para desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional. Es por ello que Cuba se pronunció contra la guerra de Viet- nam, es por eso que contribuimos a la derrota del apartheid en África. Pero también es esa la razón por la que hoy denunciamos los «golpes suaves» en América Latina, actos tan bajos como un intento de magnicidio o los golpes de Estado. Es por eso que mientras el presi- dente Trump habla de políticas hostiles, nosotros apostamos por el diálogo, lleva- mos a la onu nuestra resolución contra el bloqueo, y abrimos puertas de enten- dimiento con el mundo. Defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio, sigue sien- do una de nuestras prioridades, porque en esos valores de modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo, des- cansa la ideología que como nación he- mos asumido. La misma que hace posi- ble, en medio de la convulsa realidad del mundo, que Cuba apueste para que sus nuevas generaciones nunca olviden sus orígenes, y tengan las herramientas nece- sarias para vivir a la altura de su tiempo sin dejar que el consumismo los enferme. Nos corresponde como nunca luchar con audacia, inteligencia y realismo, porque sabemos muy bien cuáles son nuestros problemas, pero sabemos tam- bién que la alternativa para resolverlos tiene que salir del talento creador de los hijos de esta tierra, de la resolución y la fuerza para enfrentar aquello que desde dentro nos daña. Es imperativo de la Cuba de hoy no mentir jamás ni violar principios éticos, porque no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. A los hombres y mujeres del presente les toca, como lo hicieron nuestros antecesores, ser consecuentes con sus actos, saber que todo esfuer- zo en pos del bien común es necesario y que en esta sociedad nadie es menos importante. ¿Puede alguien entonces decir que lle- gó el fin de la Revolución, que debemos dejar de hablar de ella desde una visión actual, palpable? Esa palabra, en su sig- nificado más básico, habla de cambios, de profundas transformaciones, y es eso lo que hacen los cubanos cada día. El trabajo constante, el empeño diario por salir adelante y hacer del nuestro un socialismo próspero y sostenible, no es otra cosa que Revolución. Si Céspedes y Martí vieran la gran- deza de este proceso, si Mella llegara a cualquiera de nuestras universidades, si Antonio Guiteras pudiera leer nuestro Proyecto Constitucional, no albergo duda alguna, verían allí reflejados sus más anhelados sueños, verían el modelo de país por el que dieron sus vidas y, de segu- ro, se unirían al empeño de mantenerlo en pie, que es tan noble y necesario como una vez lo fue el empeño por verlo libre. Revolución es unidad, es independen- cia, es luchar por nuestros sueños de jus- ticia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo. No se admiten para hablar de ella los verbos en pasado, su nombre se escribe acompañado del presente, porque a 150 años de su inicio, la Revolución no es ni será nunca parte del pasado. El concepto de Revolución expresado por Fidel el 1ro.ide mayo del 2000 tiene un sustento ideológico, moral y político de incalculable valor. FOTO: LIBORIO NOVAL A 150 años, seguimos en Revolución Para hablar de la Revolución no se admiten los verbos en pasado, su nombre se escribe acompañado del presente, porque a 150 años de su inicio, la Revolución no es ni será nunca parte del pasado.

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8independenciaoctubre 2018 miércoles 10

leidys maría labrador herrera

como una única Revolución, así fue de-finida por Fidel la tradición patriótica del pueblo cubano. Suerte de herencia que implica la sostenibilidad en el tiem-po y por encima de las adversidades, de los pilares fundacionales de nuestra nacionalidad.

pero acuñar esa verdad no partió úni-camente de la iniciativa de su preclaro pensamiento. al sustentar ese criterio, al comandante en Jefe le asistió el ma-yor de los argumentos, el de haber sido él mismo, junto a la Generación del centenario, valioso fruto de los fértiles lazos de esa historia, que se extendieron en el abrazo y el consenso necesarios, para unificar ideales latentes a la distan-cia de los siglos.

esa es una realidad que nadie duda. Fueron los mismos sentimientos, vesti-dos de otra época, en el alma de otros hombres y mujeres, pero los mismos. aquellos que hicieron sonar la campana de La demajagua, estuvieron también en un Martí incansable que había ges-tado desde el exilio la Guerra necesaria, latieron con fuerza en Mella, Guite-ras, pablo de la Torriente, Villena, y se reavivaron definitivamente en aquellos que no dejaron morir al apóstol en el año de su centenario.

Libertad, dignidad humana, respeto a la libre determinación de los cubanos, fueron las causas comunes que impul-saron a esos seres excepcionales en sus luchas. pero, ¿por qué después del 1ro. de enero de 1959, después de la reivindi-cación de nuestros derechos, de conver-tirnos en ejemplo para el mundo, aún decimos que cuba está en Revolución, y celebramos el aniversario 150 del inicio de nuestras luchas, con la misma con-vicción de continuidad histórica? ¿por qué aun en tiempos de paz empleamos el término Revolución cubana, para nombrar el proceso social que defende-mos?

La respuesta a esas interrogantes no necesita una intensa búsqueda biblio-gráfica, basta acudir al concepto que de esta obra nos dejó su eterno líder, para

comprender que toda sociedad es per-fectible y que, si hemos llegado hasta aquí, es porque el triunfalismo nunca formó parte de los preceptos que prima-ron en la construcción de la patria con todos y para el bien de todos. Habernos sentado a creer que la Revolución esta-ba hecha, habría sido el fin.

desmontar y analizar en toda su pro-fundidad lo que sucintamente plantea-ra el comandante en Jefe, necesitaría el concurso de los más prestigiosos y en-tendidos académicos, pues cada una de sus palabras en esa magistral definición, tiene detrás un sustento ideológico, mo-ral y político de incalculable alcance, pero más que nada, imperecederas raíces his-tóricas. Ojalá sea suficiente la sencillez de esta prosa periodística para esbozar al menos algunos de esos principios que nos convierten en eternos revolucionarios.

Un concepto, Una obra, Un porvenir

Una de las falsas ideas defendidas por los detractores del socialismo cubano es que esta isla se ha quedado detenida en el tiempo. a quienes intentan interpe-larme con tales afirmaciones, siempre les respondo que parecen haber olvida-do el país que nos legó la neocolonia.

agricultura latifundista, economía deteriorada y llena de corrupción, in-dustrias en manos extranjeras, analfa-betismo, hambre y miseria. desde esa base fue necesario levantar una nue-va sociedad y hubo que trabajar muy duro sí, porque a esos obstáculos se les unió la presión de un bloqueo sin sen-tido, que aún hoy, casi 60 años después, pervive como el fósil de un jurásico anexionismo.

aun así, nos convertimos en bandera de derechos humanos, y batallamos por encontrar nuevos mercados, y converti-mos a la salud, la educación, el deporte y la cultura, en valiosos e inigualables te-soros, logros que todavía les son ajenos a países desarrollados, que voltean la cara a la cruda realidad del tercer mundo, la glo-balización neoliberal y la deuda externa.

pero, mantenernos de pie solo ha sido posible por nuestro sentido del momento

histórico y la sabiduría de cambiar todo lo que debe ser cambiado. Y no hay en esas frases ni un asomo de banal retó-rica. esa ha sido siempre nuestra rea-lidad. en condiciones adversas nos ha tocado poner la vista en el presente, los pies sobre la tierra. así enfrentamos la crisis de Octubre, y así nos levantamos tras el periodo especial.

Fueron esas mismas cualidades las que nos permitieron aprobar los Linea-mientos de la política económica, y co-menzar un intenso proceso para llevar-los a vía de hecho. Gracias a esa visión, pudimos conceptualizar nuestro mode-lo económico social, aprobar un plan de desarrollo objetivo, acorde con nuestras potencialidades como nación y haber-nos convertido hoy, como jamás ha visto antes nación alguna, en un pueblo cons-tituyente. Un pueblo que entiende cuán vital es renovar la carta Magna para dar un paso superior en el desarrollo social.

cabe preguntarse entonces, ¿sería eso posible sin igualdad y libertad ple-nas, sin ser tratado y tratar a los demás como seres humanos? no. porque si hoy estamos unidos en este nuevo reto de-nominado proyecto constitucional, si apostamos por la continuidad de nues-tros líderes, es porque así nos sentimos en cuba, como seres humanos, con todo lo que ese término implica. Lo hacemos aun habiendo bloqueo, porque como explicó recientemente en su entrevista concedida a Telesur, nuestro presidente, Miguel díaz-canel Bermúdez:

«Que levanten el bloqueo no depende de nosotros, depende del gobierno de estados Unidos. por lo tanto, nosotros no podemos subordinar nuestro afán de realizaciones, nuestro afán de justicia social, de prosperidad, a lo que pueda ejercer como política un gobierno ex-tranjero».

¿acaso no significa eso emancipar-nos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos?

Hemos resistido el asedio duran-te todos estos años por muchas ra-zones, pero entre ellas, por haber tenido la fuerza moral y la dignidad su-ficientes para desafiar poderosas fuerzas

dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional. es por ello que cuba se pronunció contra la guerra de Viet-nam, es por eso que contribuimos a la derrota del apartheid en África.

pero también es esa la razón por la que hoy denunciamos los «golpes suaves» en américa Latina, actos tan bajos como un intento de magnicidio o los golpes de estado. es por eso que mientras el presi-dente Trump habla de políticas hostiles, nosotros apostamos por el diálogo, lleva-mos a la onu nuestra resolución contra el bloqueo, y abrimos puertas de enten-dimiento con el mundo.

defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio, sigue sien-do una de nuestras prioridades, porque en esos valores de modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo, des-cansa la ideología que como nación he-mos asumido. La misma que hace posi-ble, en medio de la convulsa realidad del mundo, que cuba apueste para que sus nuevas generaciones nunca olviden sus orígenes, y tengan las herramientas nece-sarias para vivir a la altura de su tiempo sin dejar que el consumismo los enferme.

nos corresponde como nunca luchar con audacia, inteligencia y realismo, porque sabemos muy bien cuáles son nuestros problemas, pero sabemos tam-bién que la alternativa para resolverlos tiene que salir del talento creador de los hijos de esta tierra, de la resolución y la fuerza para enfrentar aquello que desde dentro nos daña.

es imperativo de la cuba de hoy no mentir jamás ni violar principios éticos, porque no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. a los hombres y mujeres del presente les toca, como lo hicieron nuestros antecesores, ser consecuentes con sus actos, saber que todo esfuer-zo en pos del bien común es necesario y que en esta sociedad nadie es menos importante.

¿puede alguien entonces decir que lle-gó el fin de la Revolución, que debemos dejar de hablar de ella desde una visión actual, palpable? esa palabra, en su sig-nificado más básico, habla de cambios, de profundas transformaciones, y es eso lo que hacen los cubanos cada día. el trabajo constante, el empeño diario por salir adelante y hacer del nuestro un socialismo próspero y sostenible, no es otra cosa que Revolución.

Si céspedes y Martí vieran la gran-deza de este proceso, si Mella llegara a cualquiera de nuestras universidades, si antonio Guiteras pudiera leer nuestro proyecto constitucional, no albergo duda alguna, verían allí reflejados sus más anhelados sueños, verían el modelo de país por el que dieron sus vidas y, de segu-ro, se unirían al empeño de mantenerlo en pie, que es tan noble y necesario como una vez lo fue el empeño por verlo libre.

Revolución es unidad, es independen-cia, es luchar por nuestros sueños de jus-ticia para cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo. no se admiten para hablar de ella los verbos en pasado, su nombre se escribe acompañado del presente, porque a 150 años de su inicio, la Revolución no es ni será nunca parte del pasado.

El concepto de Revolución expresado por Fidel el 1ro.ide mayo del 2000 tiene un sustento ideológico, moral y político de incalculable valor. foto: liborio noval

A 150 años, seguimos en Revolución

para hablar de la Revolución no se admiten los verbos en pasado, su nombre se escribe acompañado del presente, porque a 150 años de su inicio, la Revolución no es ni será nunca parte del pasado.