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12 LA REVISTA AGRARIA / 91 El inminente desarrollo de una industria petroquímica en el país permitiría que el agro nacional cuente, por fin, con una fuente de urea accesible y, sobre todo, más barata que la importada. Desde luego, esta todavía es solo una posibilidad —pero una que bien amerita la atenta mirada del sector. La Ley de la Industria Petroquímica (Ley 29163), que la declara de interés nacional y sienta las bases para impul- sar su desarrollo en el país, fue prece- dida por el anuncio de la licitación, rea- lizada por Pluspetrol, para la compra de gas natural y su procesamiento aquí. CF Industries, la empresa estadouniden- se de fertilizantes que resultó ganado- ra, se ha comprometido a construir en un máximo de cuatro años una planta de producción de urea con capacidad para 1’122,000 toneladas al año (t/año) —cantidad equivalente a más del do- ble de la urea consumida en el Perú, estimada en 500,000 t/año. En la actualidad, el país importa toda la urea que consume. Es por eso que el desarrollo de una industria petroquími- ca local conlleva la posibilidad de dar solución a un viejo problema de nues- tros agricultores: los altos precios que pagan por la urea importada, precios que —como señala Luis Zúñiga, presi- dente de Conveagro— se han duplica- do en solo un año. «Hace doce meses, la bolsa de 50 kilos costaba 48 nuevos soles, pero hoy ya alcanza los 85 nue- vos soles», revela. El tema es tanto más sensible para los productores, cuanto que representa un elevado porcentaje de la estructura de costos de la produc- ción, destinándose, en promedio, un 25 a 30% de los costos agrícolas a la com- pra de fertilizantes. Los más afectados son los pequeños agricultores, quienes muchas veces no pueden pagarlos, en desmedro de su productividad y la ca- lidad de sus productos. De acuerdo con algunos entendidos en el tema, de hacerse realidad la pro- ducción nacional de urea, sus altos cos- tos podrían bajar hasta en 25%. ¿Será verdad tanta belleza? En teoría, al me- nos —señala Juan Aguado, comerciali- zador de insumos agrarios—, una indus- tria petroquímica instalada en territorio nacional permitiría ahorrar en fletes y desaduanaje, con una consiguiente y considerable reducción de los precios. Entre los productores no hay tanto optimismo, sin embargo, y hay quienes muestran sus dudas. Para Zúñiga —de Conveagro—, «es prematuro asegurar que se reducirán los precios o si se con- tará con un producto de mayor calidad que el que ahora se importa, pues ello dependerá de muchos factores». Otros, como Enrique Málaga —presidente de la Junta Nacional de Usuarios de los Dis- tritos de Riego del Perú (JNUDRP)—, creen que la producción nacional de urea puede significar el fin del monopolio de los grandes distribuidores. Pero para ello habrá que tomar en cuenta, primero, el comportamiento que adopten los grandes mayoristas, en cu- yas manos está actualmente el control de los canales de distribución de los fer- tilizantes en el país. De acuerdo con David Gonzales —del Centro Peruano de Estudios So- ciales (Cepes)—, solo si los grandes dis- tribuidores (Misti, Molinos Silvestres) estiman que obtendrán beneficios al comercializar la urea nacional, vende- rán el producto a un precio más bajo. O tal vez decidan seguir importando. «Si el nuevo fertilizante no se adecua a la estructura de mercado de las em- presas que actualmente distribuyen el producto, entonces es probable que la producción nacional sea destinada ha- cia el mercado externo», sostiene Gon- zales. «Lo ideal es que estas redes de distribución tomen al producto como suyo, pero no podemos predecir cuál será su comportamiento», afirma. Pero Málaga advierte que si los ma- yoristas se negaran a vender la urea nacional, los gremios podrían organi- zarse para comprar el fertilizante direc- tamente a los fabricantes y correr con los gastos de transporte del producto. «Para nosotros es imposible importar urea directamente, porque eso implica- ría traer un barco —este fertilizante generalmente se importa desde Rusia o Ucrania— de 10 mil toneladas a un costo de 3 millones de dólares», expli- ca. «En cambio, una fábrica de urea en el país nos facilitaría las cosas, y el precio bajaría de un 20 a 30%». El debate recién empieza. Pero está claro que el tema de la producción na- cional de urea debe ocupar un lugar prioritario en la agenda agraria. Industria petroquímica: ¿reducirá los precios de la urea?

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12 L A R E V I S T A A G R A R I A / 9 1

El inminente desarrollo de una industriapetroquímica en el país permitiría que el agronacional cuente, por fin, con una fuente de

urea accesible y, sobre todo, más barata que laimportada. Desde luego, esta todavía es solouna posibilidad —pero una que bien amerita

la atenta mirada del sector.

La Ley de la Industria Petroquímica(Ley 29163), que la declara de interésnacional y sienta las bases para impul-sar su desarrollo en el país, fue prece-dida por el anuncio de la licitación, rea-lizada por Pluspetrol, para la comprade gas natural y su procesamiento aquí.CF Industries, la empresa estadouniden-se de fertilizantes que resultó ganado-ra, se ha comprometido a construir enun máximo de cuatro años una plantade producción de urea con capacidadpara 1’122,000 toneladas al año (t/año)—cantidad equivalente a más del do-ble de la urea consumida en el Perú,estimada en 500,000 t/año.

En la actualidad, el país importa todala urea que consume. Es por eso que eldesarrollo de una industria petroquími-ca local conlleva la posibilidad de darsolución a un viejo problema de nues-tros agricultores: los altos precios quepagan por la urea importada, preciosque —como señala Luis Zúñiga, presi-dente de Conveagro— se han duplica-do en solo un año. «Hace doce meses,la bolsa de 50 kilos costaba 48 nuevossoles, pero hoy ya alcanza los 85 nue-vos soles», revela. El tema es tanto mássensible para los productores, cuantoque representa un elevado porcentajede la estructura de costos de la produc-ción, destinándose, en promedio, un 25a 30% de los costos agrícolas a la com-pra de fertilizantes. Los más afectadosson los pequeños agricultores, quienesmuchas veces no pueden pagarlos, endesmedro de su productividad y la ca-lidad de sus productos.

De acuerdo con algunos entendidosen el tema, de hacerse realidad la pro-ducción nacional de urea, sus altos cos-

tos podrían bajar hasta en 25%. ¿Seráverdad tanta belleza? En teoría, al me-nos —señala Juan Aguado, comerciali-zador de insumos agrarios—, una indus-tria petroquímica instalada en territorionacional permitiría ahorrar en fletes ydesaduanaje, con una consiguiente yconsiderable reducción de los precios.

Entre los productores no hay tantooptimismo, sin embargo, y hay quienesmuestran sus dudas. Para Zúñiga —deConveagro—, «es prematuro asegurarque se reducirán los precios o si se con-tará con un producto de mayor calidadque el que ahora se importa, pues ellodependerá de muchos factores». Otros,como Enrique Málaga —presidente dela Junta Nacional de Usuarios de los Dis-tritos de Riego del Perú (JNUDRP)—,creen que la producción nacional de ureapuede significar el fin del monopolio delos grandes distribuidores.

Pero para ello habrá que tomar encuenta, primero, el comportamiento queadopten los grandes mayoristas, en cu-yas manos está actualmente el controlde los canales de distribución de los fer-tilizantes en el país.

De acuerdo con David Gonzales—del Centro Peruano de Estudios So-ciales (Cepes)—, solo si los grandes dis-tribuidores (Misti, Molinos Silvestres)estiman que obtendrán beneficios alcomercializar la urea nacional, vende-rán el producto a un precio más bajo.O tal vez decidan seguir importando.«Si el nuevo fertilizante no se adecuaa la estructura de mercado de las em-presas que actualmente distribuyen elproducto, entonces es probable que laproducción nacional sea destinada ha-cia el mercado externo», sostiene Gon-zales. «Lo ideal es que estas redes dedistribución tomen al producto comosuyo, pero no podemos predecir cuálserá su comportamiento», afirma.

Pero Málaga advierte que si los ma-yoristas se negaran a vender la ureanacional, los gremios podrían organi-zarse para comprar el fertilizante direc-tamente a los fabricantes y correr conlos gastos de transporte del producto.«Para nosotros es imposible importarurea directamente, porque eso implica-ría traer un barco —este fertilizantegeneralmente se importa desde Rusia oUcrania— de 10 mil toneladas a uncosto de 3 millones de dólares», expli-ca. «En cambio, una fábrica de ureaen el país nos facilitaría las cosas, y elprecio bajaría de un 20 a 30%».

El debate recién empieza. Pero estáclaro que el tema de la producción na-cional de urea debe ocupar un lugarprioritario en la agenda agraria.

Industria petroquímica:¿reducirá los precios de la urea?