Impacto en el ambiente de la electrostática

El medio ambiente así como los seres vivos han estado expuestos desde siempre a campos electromagnéticos, ejemplo de ello son las tormentas eléctricas y los rayos que estas producen, estos campos han sido estudiados desde hace unos siglos con el fin de conocer su comportamiento, sin embargo hasta hace unos cuantos años su existencia ha sido tema de discusión mundial, debido a los efectos que provocan tanto en el medio ambiente como en la salud humana. La abundancia de aparatos electrónicos, así como los medios de transmisión de electricidad y radiofrecuencias, han hecho de nuestra civilización tecnológica un cúmulo de campos electromagnéticos de todo tipo. Los continuos avances tecnológicos hacen que la incidencia de este tipo de contaminación vaya en aumento.

El tema de la contaminación electromagnética que proviene de una extensa gama de dispositivos e infraestructuras eléctricas y de radiocomunicación, es un tema de interés en la comunidad, ya que el incremento masivo de fuentes emisoras de contaminación electromagnética añade cada vez más nuevos factores de riesgo para la biodiversidad, así como para la salud humana.

Se sostiene por ejemplo que las radiaciones electromagnéticas pueden ocasionar situaciones de desorientación de aves, especialmente en procesos migratorios. Es lógico asumir que cualquier variación de los niveles de radiación natural podría tener un efecto biológico sobre los organismos expuestos.

Las fuentes de mayor riesgo que se han identificado son las líneas de alta tensión y subestaciones eléctricas, así como también las antenas de telefonía móvil y sistemas de telecomunicación, las cuales emiten en general radiación de baja a media frecuencia. Entre los más estudiados están la telefonía celular y las líneas de transmisión eléctrica y sus equipamientos asociados. Los científicos han sugerido que la exposición a campos electromagnéticos emitidos por estos dispositivos podría tener efectos adversos sobre la salud, como cáncer, especialmente leucemia y al cerebro, reducción de la fertilidad, pérdida de memoria y cambios adversos en el comportamiento y desarrollo de los niños. 

La exposición a este tipo campos electromagnéticos sucede tanto en las viviendas como en el lugar de trabajo e incluso en calles, parques, escuelas y hospitales. La tecnología genera estos campos en todas las frecuencias e intensidades. Después de largas y polémicas investigaciones realizadas en todo el mundo, se ha demostrado que las alteraciones biológicas debidas a la acción de campos electromagnéticos artificiales intensos, tanto de alta frecuencia (antenas de radio, microondas, radar, etc.) como de baja frecuencia (líneas de alta tensión, pantallas de televisores y computadoras, transformadores, etc.) pueden producir cambios en la temperatura corporal, desequilibrio en los electrolitos de la sangre, dolor muscular en las articulaciones, dificultad en la percepción de los colores, fatiga, inapetencia, disfunciones en el sistema nervioso central, estrés, disminución de la cantidad de plaquetas en la sangre, etc.. Los campos electromagnéticos no solo afectan la salud humana, sino también al medio ambiente, un ejemplo de esto es el campo eléctrico generado en las líneas de alta tensión, que de una manera u otra afecta a los seres vivos que se encuentran en las cercanías de estas, así como también afectan las propiedades del suelo en el que se encuentran instaladas. La operación y mantenimiento de las líneas de alta tensión afectan en cierta manera, ya que incluyen control químico o mecánico de la vegetación en los

alrededores de la línea. Estas actividades, más la presencia física de la línea misma, pueden causar la pérdida del hábitat o la vegetación, ocasionando así un impacto ambiental considerable.

Otro punto considerable en el impacto ambiental son las baterías que utilizamos a diario en aparatos eléctricos, controles remotos, celulares, cámaras fotográficas, etc. Ya que muchas de estas contienen materiales muy peligrosos, tanto para los seres humanos como para el medio ambiente. Algunos de estos componentes son el plomo, el mercurio y el níquel, los cuales son tóxicos para nosotros los humanos y perjudican de manera considerable los ecosistemas. Una vez que la envoltura metálica que recubre las pilas queda dañada, las sustancias químicas contenidas se liberan al medio ambiente, causando contaminación. Con mayor o menor grado, las sustancias pueden alcanzar cursos de agua (directamente por alcance de aguas superficiales o a través de filtración en el terreno y alcance de masas de agua subterránea). Como última consecuencia, pueden acumularse en la cadena alimenticia humana (a través de vegetales y organismos acuáticos, especialmente los peces), dando lugar a un impacto ambiental que termina por afectar la salud de los seres humanos.

Si bien es cierto que desde siempre hemos estado expuestos a campos electromagnéticos, nunca antes en la historia de la humanidad el fenómeno ha sido tan masivo, tanto en fuentes de emisión (líneas eléctricas, celulares, antenas de telefonía, antenas de WiMAX, WiFI, entre otros artefactos) como en duración. Es por esta razón que como seres humanos pensantes debemos de crear conciencia en el uso de aparatos eléctricos y evitar en lo más posible la exposición a la radiación electromagnética que generan dichos aparatos. Pero debido a la dependencia que se tiene de estas nuevas tecnologías se debe buscar la manera de aislar estas radiaciones con nuevos materiales que disminuyan el campo electromagnético generado por los aparatos eléctricos y dispositivos de comunicación, para poder así evitar más daños a la salud y contrarrestar el impacto ambiental generado debido al uso de dichas tecnologías.

En cuanto al uso de baterías y capacitores, la mejor forma de evitar el impacto ambiental causado por estas después de que se ha agotado su vida útil, es reciclar los materiales que los constituyen, ya que al menos un 75% de ellos son reciclables y se pueden reincorporar al mercado en nuevas aplicaciones.