Imagenes Seño Lesly Colocha

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RATON DE CAMPO Y DE CIUDADrase una vez un ratn que viva en una humilde madriguera en el campo. All, no le haca falta nada. Tena una cama de hojas, un cmodo silln, y flores por todos los lados.

Cuando senta hambre, el ratn buscaba frutas silvestres, frutos secos y setas, para comer. Adems, el ratn tena una salud de hierro. Por las maanas, paseaba y corra entre los rboles, y por las tardes, se tumbaba a la sombra de algn rbol, para descansar, o simplemente respirar aire puro. Llevaba una vida muy tranquila y feliz.

Un da, su primo ratn que viva en la ciudad, vino a visitarle. El ratn de campo le invit a comer sopa de hierbas. Pero al ratn de la ciudad, acostumbrado a comer comidas ms refinadas, no le gust.

Y adems, no se habitu a la vida de campo. Deca que la vida en el campo era demasiado aburrida y que la vida en la ciudad era ms emocionante.

Acab invitando a su primo a viajar con l a la ciudad para comprobar que all se vive mejor. El ratn de campo no tena muchas ganas de ir, pero acab cediendo ante la insistencia del otro ratn.

Nada ms llegar a la ciudad, el ratn de campo pudo sentir que su tranquilidad se acababa. El ajetreo de la gran ciudad le asustaba. Haba peligros por todas partes.

Haba ruidos de coches, humos, mucho polvo, y un ir y venir intenso de las personas. La madriguera de su primo era muy distinta de la suya, y estaba en el stano de un gran hotel.

Era muy elegante: haba camas con colchones de lana, sillones, finas alfombras, y las paredes eran revestidas. Los armarios rebosaban de quesos, y otras cosas ricas.

En el techo colgaba un oloroso jamn. Cuando los dos ratones se disponan a darse un buen banquete, vieron a un gato que se asomaba husmeando a la puerta de la madriguera.

Los ratones huyeron disparados por un agujerillo. Mientras hua, el ratn de campo pensaba en el campo cuando, de repente, oy gritos de una mujer que, con una escoba en la mano, intentaba darle en la cabeza con el palo, para matarle.

El ratn, ms que asustado y hambriento, volvi a la madriguera, dijo adis a su primo y decidi volver al campo lo antes que pudo. Los dos se abrazaron y el ratn de campo emprendi el camino de vuelta.

Desde lejos el aroma de queso recin hecho, hizo que se le saltaran las lgrimas, pero eran lgrimas de alegra porque poco faltaba para llegar a su casita. De vuelta a su casa el ratn de campo pens que jams cambiara su paz por un montn de cosas materiales.

LAS TRES MARASSentada en el corredor de la casa, Carmen Palacios observa a sus tres hijas jugar con las muecas...

La mayor de cuatro aos es Mara Luisa siempre callada y muy ordenada, la segunda es Mara Victoria, extrovertida y con una sonrisa a flor de labios y por ltimo esta Mara Magdalena pensativa y calculadora: la ms inteligente de todas.

Aquellas nias eran la alegra de la casa tal y como lo expresaba con orgullo Luis Aristimuo, el padre de las menores y quien al regresar del trabajo acostumbraba pararse en la puerta y a plena voz preguntaba:

Cuento de las tres maras

-Dnde esta Mara.....?. Y ellas corran a su encuentro ya que siempre les traa regalos en sus bolsillos.

Los amiguitos del colegio las llamaban cariosamente las tres Maras, ya que siempre se les vea juntas en todas partes.

Estas inseparables hermanas acordaron un da hacer un pacto o juramento el cual cumpliran cuando fueran grandes y se casaran, les pondran el nombre de Mara a sus hijas para mantener la tradicin.

Con el transcurrir de los aos la primera de las hermanas que se caso fue Mara Luisa y al tener a su hija le puso por nombre Mara Esperanza.

Cuento con valores para nios

Paso el tiempo y se caso Mara Victoria y como al ao siguiente tuvo una hija y le puso por nombre Mara Consuelo.

Continuaron pasando los aos y al fin se caso Mara Magdalena, pero sucedi un problema ya que su primer hijo le naci varn y no poda ponerle por nombre Mara para continuar la tradicin, por lo que decidi esperar, al siguiente ao naci su otro hijo, el cual resulto ser otro varn.

Mara Magdalena lloraba desesperada al punto que decidi llamar a su segundo hijo Jos Mara, al enterarse su anciana madre Carmen Palacios le reprocho su actitud dicindole las siguientes palabras:

-Consulate hija, mira que tienes la esperanza de que uno de tus hijos te d una nieta y puedes si ellos aceptan, ponerle el nombre de Mara!.

La pobre Mara Magdalena vivi hasta los noventa aos de edad y casi al final de su vida, a uno de sus hijos le naci una preciosa nia, a la cual decidieron ponerle por nombre Mara Magdalena, para complacer a la anciana madre y abuela.