Imagenes de Los Naturales en El Arte de La Nueva España Siglos XVI al XVIII

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    IMÁGENES

    E LOS N TUR LES

    EN EL RTE E L

    .NUEVA

    ESP Ñ

    siglos XV l XV

    Eus VARGASLUGO

    PEDRO ÁNGELES J IMÉNEZ

    PABLO

    EscALANTE GoNZALBO

    N9_RMA FERNÁNDEZ QUINTERO

    JosE

    MARÍA LORENZO MAcíAs

    MARITA MARTÍNEZ DEL Río DE REDO

    JAIME MORERA

    FERNANDO E.

    RODRÍGUEZ MIAJA

    Fomento Cultural

    anamex

    m

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    EL

    SOBER.ANO y su PAL.ACIO.

    Los

    TLACLl l .OS rRENTE AL

    RETRATO, l.A HISTORIA

    y

    L;\

    \LEGORIA

    195

    T1z1ANO. Retrato de Francesco Maria

    della

    Rovere duque de Urbino

    Galleria Uffizzi, Florencia

    Izquierda

    anuscrito

    Tovar

    detalle de Moctezuma)

    John Carter Brown Library, Providence

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    EL SOBERANO

    lNDIGENA

    Y

    EL RETR TO DE CORTE

    lo largo del siglo XVI hubo pintores indígenas, co-

    mo el maestro del Códice Telleriano, que siguieron

    representando a sus antiguos gobernantes dentro

    de las convenciones de la pic tografía tradi.cional.

    1

    Y hubo otros,

    como los pintores que ilustraron la Historia, de Durán, que explo-

    raron fórmulas europeas para evocar la majestad y la soberanía.

    2

    La

    imagen del monarca mexica Chimalpopoca conserva en ambos

    manuscritos tres componentes básicos de la tradición indígena: la

    figura humana, el asiento con respaldo y

    el

    pictograma onomás-

    tico; en este caso,

    un

    escudo del cual sale humo.

    En la medida en que la ilustración de la obra de Durán

    se

    ale-

    ja del manuscrito pictográfico, parece aproximarse a las conven-

    'ciones del retrato de corte y en particular , de la Casa de Austria.3

    Obsérvese la figura, de cuerpo completo y bien plantada, la mano.

    que descansa en el borde de un muro, la presencia de la ventana.

    También

    son

    recurrentes

    en

    el género la

    mano

    en la cintura y

    el

    rostro en tres cuartos de perfil.4 Sin embargo, percibimos

    una

    au-

    sencia importante: a diferencia de los reyes, príncipes y duques

    retratados en Europa, quienes invariablemente muestran la em-

    puñadura de una espada o una espada francamente ostensi-

    ble-

    los

    tlatoque

    mexicas de la

    obra

    de Durán se encuentran

    desarmados.Y en ello difieren no sólo del retrato de corte, sino de

    la pictografía prehispánica, que solía mostrar a los soberanos pro-

    vistos de lanza o espada de navajas.5 Quizá la ausencia de armas en

    estas imágenes coloniales tenga un sentido similar al que percibi-

    mos en la pintura mural de la sala de cabildos del ayuntamiento de

    Tlaxcala, realizada

    en

    la década de

    i560:

    allí aparece Moctezuma

    desarmado; su espada yace rota

    en

    el suelo, igual que su corona,

    '

    Codex Telleriano-Remensis

    Austin, University of Texas Press, 1995 f 30

    v.

    2

    FRAY

    DIEGO

    Du RÁN

    Historia

    de las

    Indias

    de

    Nueva

    España

    e

    islas de tierra

    firme

    Madrid,

    Banco de Sant ander, 1990, t. I, p.

    35.

    3

    Podemos compararlo,

    por

    ejemplo, con el retrato del archiduque Wenzel de Austria, rea-

    l izado por

    Sánchez

    Coello en 1574. El modelo de

    la

    Casa

    de Austria

    fue

    definido

    por JuLIÁN

    GÁLLEGO

    Visión y símbolos

    en l

    pintura española del

    siglo

    de

    oro, Madrid, Alianza Editorial,

    1972 p. 26i. Véase

    también

    JUAN MrGUEL SERRERA La mecánica del retrato de corte';

    Alon

    so

    Sánchez

    Coello

    y

    el retrato en la corte de Felipe JI,

    Madrid, Museo del Prado, 1990.

    4 Por

    ejemplo, en el retrato del príncipe don Carlos, ejecutado por Sánchez Coello hacia

    1564 que hoy

    se

    encuentra en

    el Kunsthistorisches Museum, de Viena.

    5

    Por

    ejemplo, en el_

    Códice Se/den,

    láms. 12 y

    13.

    para simbolizar la derrota militar, la pérdida del reino.

    6

    Las

    imá-

    genes que ilustran la obra de Durán, y muchas otras del siglo xvr,

    no escatiman majestad a los antiguos señores, pero los privan de

    un símbolo de poder, con lo cual proyectan hacia el pasado las

    consecuencias de la conquista española.

    En la galería de gobernantes del Manuscrito Tovar, empa-

    rentada

    por

    sus fuentes con la de Durán, los señores indígenas

    tampoco tienen armas de guerra,7 pero sí una larga vara que ter-

    mina en un conjunto de púas que

    se

    proyectan en diagonal y ha-

    cia abajo:

    se

    trata de una fisga,

    8

    instrumento característico de los

    pescadores del lago de México, quienes decían haberlo recibido

    de manos del dios de la pesca, Opochtli.9 La atribución de la fis-

    ga a los tlatoani mexicas subraya su carácter de gente del agua,

    atlácatl

    o

    dicho de

    otra

    forma, de señores de la ciudad rodeada

    de agua, de Anáhuac.

    El

    concepto

    es

    de origen prehispánico, pero

    la imagen no.

    La idea de inclu ir la fisga de pesca en los ret ratos

    podría

    proceder del conocimiento de algún modelo europeo de

    caracter alegórico, del tipo del retrato de Andrea Doria como

    Neptuno.

    Por otra parte, la poblada barba de Moctezuma en

    el

    Manus

    crito Tovar,

    y la forma en que extiende

    el

    brazo para sujetar la

    fis-

    ga

    nos recuerdan retratos cortesanos como

    el

    que hizo Tiziano

    al

    duque de Urbino,

    10

    aunque falta la audacia que hay en

    el

    escorzo

    del brazo del duque al tomar la bengala. La imagen de Moctezu-

    ma

    exhibe además

    un

    aparatoso

    ornamento

    de plumas de quet-

    zal,

    y

    es curioso el énfasis que

    se

    ha puesto en el trazo de la aleta

    que sirve de base a las plumas; parecería guiarse por el diseño de

    la pieza del codo de la armadura, igualmente ostensible en los re-

    tratos de la época.

    6

    RENÉ

    ACUÑA

    (ed.),

    Relaciones geográficas del

    siglo

    xv : Tlaxca/a,

    México,

    UNAM

    Instituto

    de Investigaciones Antropológicas,

    1984 t.

    I, pp.

    47-48

    y lám.19. El dibujo de la

    Relación

    de

    Diego

    Muñoz

    Camargo reproduce la pintura

    hoy

    perdida.

    7

    Tovar:

    Origines et

    Croyances des

    Indiens

    du

    Mexique

    edición del manuscrito de Juan To-

    var, preparada

    por

    Jacques Lafaye, Graz, París, Akademische Drucku Ve¡Jagsánstalt,

    UNESCO 1972.

    8

    El

    pelícano y la caza con fisga,

    Códice

    Florentino,

    libro XI,

    f. 29

    v.

    9 Códice Florentino,

    facsímile, México, Secretaría de Gobernación, Archivo General de la

    Nación, 1979 vol. [ libro I, apéndice,

    f 39 r.

    10

    Francesco Maria

    della

    Rovere,

    duque

    de Urbino,

    por Tiziano,

    1536-1538.

    Luba Freedman,

    Ti-

    tian s

    Portraits through Aretino s Lens,

    Pensilvania, University Park,

    The

    Pennsylvania State

    University Press, 1995.

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    IMÁGENES

    DE LOS NATURALES EN

    EL ARTE DE

    LA

    NUEVA

    ESPAl ' íA

    19 6

    PouRBUS.

    Retrato

    del

    archiduque Alberto

    Monasterio de las Descalzas Reales, Madrid

    Al

    comparar

    un

    retrato del archiduque Alberto

     

    con la coro

    nación de Moctezuma, en la Historia de fray Diego Durán,1

    2

    percibimos una vez más la afinidad de los manuscritos -men

    cionados

    anteriormente-

    con el retrato de corte. En cuanto a la

    postu ra y los ademanes, Moctezuma (corno el archiduque) pare

    cería seguir las indicaciones que da Quintiliano al orador, al

    apoyar el peso sobre la pie rna derecha y flexionar ligeramente

    el

    mismo brazo, mientras adelanta discretamente

    el

    brazo y la pier

    na izquierdos.

    1

    3

    Los artistas nativos no están copiando un lenguaje corporal

    que les fuera del todo ajeno, pues para la fecha de nuestros manus

    critos, los años ochenta del siglo xv1, hay cientos de indígenas

    que tienen verdadera familiaridad con los textos latinos, que

    han

    estudiado retórica y conocen bien la obra de Cicerón, distinguido

    orador romano. Y estos escolares, generalmente próximos a los

    frailes y a los artistas que elaboraron los manuscritos que comen-

    11

    Retrato

    del

    archiduque Alberto

    por Pourbus, i599, véase

    Alonso Sánchez

    Coello y el

    retrato

    en

    la corte

    de

    Felipe JI op. cit. p. 8i.

    12

    FRAY DIEGO DURÁN op.

    cit.

    vol.

    l

    p.

    229.

    1

    3

    Sobre las indicaciones de Quintilia no, véaseJOHN

    STBPHENS CRAWFORD The

    classical ora

    tor in

    nineteenth century

    american sculpture ,

    The

    American Art

    Journal

    vol. VI, núm.

    2,

    s. l. i., noviembre de i974, p. 60.

    tamos, podían identificar en las poses de los grabados los precep

    tos que leían en sus textos.

     

    4

    El uso de los grabados para resolver posturas y ademanes

    permitía conferir a los tlatoque la cualidad de la elocuencia, esen

    cial para el orador clásico y

    muy

    relevante para el

    buen

    príncipe.

    CORTÉS

    CABALLERO Y SOBERANO JUSTO

    Hablemos ahora de Hernán Cortés, a quien se le atribuye, en los

    manuscritos indígenas, una jerarquía igual y eventualmente su

    perior a la de Moctezuma y los otros tlatoque nahuas.

     

    5

    1

    4

    Asi,

    por

    ejemplo, la idea de avanzar ligeramente una pierna

    -aquélla que

    no

    soporta la

    mayor parte del peso- se relaciona con la indicación de Cicerón respecto a la conveniencia

    de hacer algunos énfasisdando un leve

    pisotón

    al principio o al final de un argumento. Véa

    se

    C1CERÓN Acerca

    del

    orador

    traducción de Amparo Gaos, México,

    UNAM 1995,

    vol.

    2,

    p.

    226.

    1

    5

    Recordemos

    que

    a los indígenas les llama la atención

    que

    los soldados españoles

    miren

    a Cortés a los ojos, cosa

    que

    ellos nunca hacían ante un rey. Un ejemplo de estas represen

    taciones,

    en

    las que la jerarquía de Corté s y

    Moctezuma

    se equiparan, es la lám.

    38

    de la

    Re-

    lación de

    Tlaxcala donde

    se reproduce una escena del

    Lienzo

    de Tlaxcala; véase

    RENÉ ACUÑA

    ( ed.),

    Relaciones

    geográficas del

    siglo xv : Tlaxcala

    t. I, cuadro

    38.

    ANÓNIMO. Coronación de Moctezuma, en

    Historia de las

    Indias

    de Nueva

    España

    e islas de

    tierra

    firme de Diego Durán

    Biblioteca Nacional,

    Madrid

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    EL SOBERANO

    y su PALACIO

    Los

    TLACLIJLÓS FRENTE AL RETRATO LA HISTORIA y LA ALEGORÍA

    ANÓNIMO.

    Carga de caballería, en

    Descripción de la ciudad

    provincia

    de

    Tlaxcala

    de Diego Muñoz Camargo

    Cortés avanza

    por

    el campo, acompañado de

    un

    pequeño

    grupo, provisto de un sombrero y alegres plumas; sujeta la r ienda

    de un caballo que levanta un cuar to delantero con elegancia. Este

    Cortés de los pintores de Durán

    16

    nos recuerda grabados delAma-

    dís de Gaula o de Florisel de Niquea.17

    La

    composición en su con-

    junto y detalles, como la figura del escudero que carga la lanza al

    hombro,1

    8

    nos hacen pensar que la escena de la llegada de los es-

    pañoles a Tlaxcala

    se

    inspiró en la portada de algún libro de caba-

    llerías. También percibimos la huella de los libros de caballerías

    en los episodios de Conquista, en el Lienzo de

    Tlaxcala

    y en algu-

    nos otros manuscritos. El jinete que carga contra la infantería ene-

    miga

    y

    va cortando brazos

    y

    cabezas

    1

    9 se basa, sin duda, en los

    grabados de aquellos libros.

    16

    FRAY

    Drnao DuRÁN,

    op.

    cit., vol.

    1

    p. 316.

    1

    7 Véase la portada de El séptimo

    libro

    delAmadís de

    Gaula,

    edición de Cromberger,

    1550.

    Se

    presenta fotografía en Carlos V Las armas y las letras, Madrid Sociedad Estatal para la Con-

    memoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V Universidadde Granada, Fundación

    reo, 2000, p.

    321.

    18

    Véase la portada del Libro

    tercero

    del

    muy

    esforzado

    caballero Prima/eón,

    edición

    de

    An-

    tonio

    de Nicolini, i534. Se prese nta fotografía en JosÉ MANUEL LucfA MEGÍAS La imprenta

    y

    los

    libros de caballerías,

    Madrid

    Ollero

    y

    Ramos Editores, 2000, p. 232.

    1

    9 Como sucede en varias de las escenas de la

    Relación

    de

    Tlaxcala

    de Diego Muñoz Camar-

    go, en RENÉ AcuÑA (ed.), op.

    cit.,

    t.

    l,

    lám.145.

    199

    ~ ~ i i l t i l i ~ i í i t ~ t r ~ ~ i b

    ·

    c l ~ J 9 ~ p ; ~ ~ J H J ~ ~ g ~ § l a . s í n ~ 1 ~ 1 ~ > . 6

    m c e i í n a . t í ~ t 1 ~ P c f µ ~ J r 0 q u c ; ~ . " ~ · • • · · · · ·

    ANÓNIMO:

    El

    apóstol Santiago

    en la portada de un impreso de i570

    Esta exaltación de la valentía

    y

    las habilidades militares de

    un

    personaje, con recursos del repertorio caballeresco, era co-

    mún

    en la literatura y en la

    pintura

    que se hacía en la Europa de

    aquella época. Como sabemos, la ideología del libro de caballe-

    rías era un sustento import ante de la política militarista del im-

    perio español, y el soberano era el primer caballero cristiano.

    20

    Esto

    no

    vale solamente para Carlos V sino también para otros

    gobernantes de su época, particularmente Francisco

    I

    Pero volvamos a nuestro personaje. Los manuscritos pre-

    sentan a un Cortés en campaña , que pue de ser evocado con estas

    fórmulas caballerescas o por medio de escenas de batalla propia-

    mente dichas, en las cuales Cortés figura como un personaje más

    de

    un

    suceso colectivo

    y

    complejo.

    21

    En cualqiüer caso, después de

    cada serie de acciones bélicas, Cortés suele aparecer, en varios ma-

    nuscritos, sentado en una silla de caderas y rodeado

    por un

    grupo

    de personas. Esta combinación de secuencias bélicas

    y

    escenas pa-

    cíficas puede verse en repertorios del siglo xvr, como las series de

    26

    JESÚS CARRILLO y FELIPE PEREDA El caballero: identidad e imagen en la España

    impe-

    rial'\ ;arios V Las armas y las letras, op.

    cit.,

    p. 191.

    to haten l Lienzo

    de

    Tlaxcala,

    el Códice Florentino, el Códice Azcatitlan y la Historia

    de

    las

    Indias de Nueva España e

    islas

    de tierra firme, de Durán.

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    I M ÁGE NE S

    DE

    LOS NATURALES

    EN EL ARTE DE

    LA NUE VA ESl AflA

    2

    Códice

    Florentino

    (detalle de Cortés durant e la guerra de la Conquista)

    grabados que ilustran los libros de Reyes y de Jueces en las biblias

    de la época. En última instancia, el recurso procede del arte roma

    no, en el cual los ciclos de campañas militares de los emperadores

    se

    cierran con la ceremonia de liberalitas cuando el soberano, sen

    tado y con a tuendo civil, inaugura la era de paz y hace exhibición

    de virtudes cívicas como la c lemencia y la justicia.

     

    El Lienzo de

    Tlaxcala

    reproduce puntualme nte esta fórmula

    al ofrecernos intervalos de combate, alternados con ceremonias

    de paz. En una de estas ceremonias,

    3

    Hernán Cortés realiza dos

    ademanes que llaman nuestra atención: con su

    mano

    derecha

    parece dirigir

    una

    bendición al grupo de indígenas que se le apro

    xima, mientras extiende el otro brazo hacia el frente con la palma

    de la

    mano

    hacia abajo. Este último ademán procede del reper

    torio de la escultura romana, y

    en

    la historia del arte está estre

    chamente ligado al nombre de Marco Aurelio. Su ejecución más

    famosa es la que se muestra en la escultura ecuestre de este em

    perador, situada en lo alto de la colina del Capitolio.

    Durante

    el siglo

    XVI,

    la figura de Marco Aurelio y el ademán

    de su famosa estatua ecuestre a lcanzaron gra n prestigio: en el te

    rre no de las letras, Angelo Poliziano, primero, y fray Antonio de

    Guevara, después,

    2

    4 exaltaron las virtudes de Marco Aurelio y las

    consideraron ejemplares para el príncipe cristiano. La templanza,

    22

    LUBA FREBDMAN op. cit.

    2

    3 Caída de México Tenochtitlán,

    Lienzo

    de Tlaxcala lám.

    275.

    2

    4

    Las

    obras de

    FRAY ANTONIO DE

    GuBVARA: Libro

    áureo del emperador Marco Aurelio

    y Re-

    loj de príncipes se publicaron en 1528 y 1534·

    Lienzo de Tlaxcala

    (detalle de la capitulación de México Tenochtitlán)

    la clemencia y la voluntad de buscar la paz y la justicia era n cua

    lidades que se destacaban en este soberano romano.

    2

    5

    Pero tam

    bién hubo un rescate arqueológico de la figura de Marco Aurelio:

    en 1515 León X ordenó que se colocaran en la colina del Capitolio

    de Roma ciertos relieves alusivos a Marco Aurelio, que en la an

    tigüedad habían estado situados en aquel promontorio,

    26

    y en

    1538

    la gran estatua ecuestre del emperador, que había pasado varios

    siglos junto a la iglesia de San Juan de Letrán, pero que también

    había pertenecido al Capitolio, fue llevada a la colina, siguiendo

    un proyecto de Miguel Ángel.

    2

    7

    La difusión de las obras de Antonio de Guevara, Libro áureo

    del emperador Marco Aurelio y sobre todo, Reloj de príncipes ga

    rantizaron que la recuperación del emperador romano fuera

    2

    5 Guevara, siguiendo las ideas de Poliziano, vinculó a Marco Aurelio con

    los

    ideales

    del

    príncipe cristiano y colocó al emperador romano en el centro de su reflexión; al dirigirse a

    Carlos V

    Je

    pedía que siguiese el ejemplo de Marco Aurelio a quien llama sabio

    filósofo

    y no

    ble emperador': justo y amable, paciente, severo y pacífico. M1cHABL

    P

    MEZZATBSTA Mar

    cus Aurelius, fray Antonio de Guevara, and the ideal

    of

    the perfect prince in the sixteenth

    century':

    The

    Art Bulletin vol. LXVI núm.

    4

    s. l i. diciembre de

    1984.

    1ambién son cuali

    dades esenciales en el bosquejo

    del

    buen príncipe formulado por Erasmo. La obra de Eras

    mo para aconsejar al príncipe cristiano y

    en

    particular, a Carlos

    V

    se publicó en 1516. ERASMO

    DE

    ROTTBRDAM Educación del príncipe cristiano Madrid, Tecnos 1996.

    26

    FRITZ SAXL La vida de

    las imágenes Madrid, Alianza Editorial, 1989 p. 191.

    2

    7

    Idem.

    TrzrANO Retrato del dogo

    Francesco

    Venier

    Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid

  • 8/19/2019 Imagenes de Los Naturales en El Arte de La Nueva España Siglos XVI al XVIII

    13/66

  • 8/19/2019 Imagenes de Los Naturales en El Arte de La Nueva España Siglos XVI al XVIII

    14/66

    IMÁGENES DE

    LOS NATURALES

    El-.J EL ARTE DE LA NUEVA ESPAÑA

    2 2

    ANÓNIMO. Entrada

    triunfal de

    Marco

    Aurelio

    Relieve romano en

    el

    Capitolio

    universal; que las miradas

    se

    posaran sobre las esculturas rescata-

    das de la antigüedad y vieran en ellas lo que los humanistas veían

    en la historia. y

    Así

    cuando Ulises Aldrovandi caminaba por

    el

    Ca-

    pitolio y observaba la estatua ecuestre exclamaba: está en hábito

    y gesto de pacificador , se le ve en actitud de

    un

    pacificador .

    28

    El impacto en las artes plásticas fue

    muy

    grande. Papas, reyes,

    príncipes, Carlos V Felipe II, el duque de Alba y otros persona-

    jes de la época quedaron inmortalizados con

    el

    ademán de Marco

    Aurelio, por solicitud suya, por mediación de algún consejero o por

    decisión del artista.

    2

    9

    Es

    interesante que los nobles indígenas de Tlaxcala hayan

    escogido ese ademán para representar a Cortés en la escena co-

    rrespondien te a la consumación de la conquista de Tenochtitlán.

    Es

    muy probable que ellos tuvieran noticia de Marco Aurelio

    por haber leído l Reloj de príncipes, de Guevara, pero es difícil

    saber cuál fue la fuente iconográfica que usaron para el ademán.

    Sin embargo, si tomamos en cuenta que el destinatario de uno

    de

    los ejemplares del gran

    lienzo

    pintado por los

    tlaxcaltecas

    28

    Ulises Aldrovandi, citado por

    MICHAEL

    P.

    MEZZATESTA op

    cit

    2

    9 bid., passim.

    quitlaqual maca ltu

    .

    Lienzo

    de

    Tlaxcala

    (detalle del homenaje a Cortés en Tlaxcala)

    era Carlos V no es extraño que hayan

    procurado documentar-

    se en las convenciones que podían ser familiares al gobernante

    europeo.

    La

    estatua ecuestre de Marco Aurelio, reintegrada en

    1538

    a la

    colina del Capitolio, estaba incompleta: había perdido la figura de

    un bárbaro postrado a los pies del caballo, del cual hay todavía

    noticia en la Edad Media. Sin embargo, uno de los relieves que ha-

    bían acompañado a la escultura en la época romana, y que León X

    había regresado a su lugar en el Capitolio, revela

    el

    aspecto que de-

    bió tener el bárbaro. Allí vemos con claridad la corre spondencia

    del ademán de Marco Aurelio con el ademán de súplica de los

    vencidos, quienes esperan beneficiarse de la liberalitas del sobera-

    no.30

    El

    bronce de

    un

    germano suplicante,3

    1

    otras estatuas y mone-

    das romanas reproducen la misma fórmula.

    Cuando los tlaxcaltecas recuerdan la llegada de Hernán Cor-

    tés, y

    el

    banquete que le ofrecieron como bienvenida, se pintan a

    sí mismos con

    el

    ademán que hemos visto en

    el

    repertorio roma-

    no

    y que aún se

    empleaba

    en

    Europa

    para rendir homenaje al

    o La imagen se menciona y se reproduce en el artículo citado de Fritz saxl.

    3• RICHARD BRILLIANT

    Gesture and

    ank

    in Roman Art, New Haven, Academy of Arts

    and

    Sciences, 1963.

  • 8/19/2019 Imagenes de Los Naturales en El Arte de La Nueva España Siglos XVI al XVIII

    15/66

    EL SOBERANO y

    su

    PALACIO

    Los

    TLACUILOS FRENTE

    A l RETRATO

    LA HISTORIA

    y LA ALEGORÍA

    2 3

    BERTRAM VoN MINDEN. Liberación de

    los

    primeros padres (detalle)

    Niedersiichisches Landesmuseum, Hannover

    que llegaba victorioso.32 Muñoz Camargo se refiere a la jo rnada

    como el recibimiento

    ..

    más famoso que

    en el

    mundo se haya

    visto , y dice que nunca a príncipe del

    mundo

    se había hecho

    otro

    tal :33

    Entre las imágenes conmemorativas del triunfo militar tam

    bién se usó, como en Roma,

    una

    composición en la que aparecía

    un

    personaje en actitud suplicante y, frente a él, el emperador que

    le tomaba la

    mano

    para ponerlo de

    pie.34 Se

    trata de una represen

    tación simbólica de la

    restitutio

    o restitución de la dignidad y la

    libertad a la provincia vencida. Con algunas variantes, la fórmu

    la romana pasó al repertorio cristiano y sirvió para representar es

    cenas

    en

    las que Dios Padre extiende su mano hacia la Tierra, para

    llevar a su Hijo al cielo

    y,

    con mayor frecuencia, para representar

    el momento en que Cristo resucitado libera del limbo a los pri

    meros padres.35

    3

    2

    Lienzo de Tlaxcala

    lám. 6.

    33 RENÉ cuÑ (ed.),

    op.

    cit.

    t.

    I,

    p. 235

    34 RICHARD BRILLIANT, op.

    cit.

    35

    Descenso de

    Cristo

    al limbo

    tabla holandesa ( Hands that appoint, anoint and

    ally:

    late

    medieval danor strategies for appropriating approbation through painting the corine

    schleiC rtHistory vol. 16, núm. 1,

    s. l. i.,

    marzo de 1993).

    Lienzo de

    Tlaxcala

    (detalle de Cortés saludando a los señores de Tlaxcala)

    En

    el

    Lienzo de Tlaxcala

    se representa el

    primer

    saludo en

    tre españoles y tlaxcaltecas. Comparemos la escena con la ima

    gen del descenso de Cristo al limbo; observemos el modo en que

    Cortés sujeta a Maxiscatzin por la muñeca, y notemos que la

    otra mano de éste permanece abierta y levantada en dirección a

    Cortés.

    Lo

    mismo le ocurre a Adán en la tablita holandesa; pa

    rece tratarse de un residuo del ademán romano de súplica-ho

    menaje, salvo que

    una

    de las dos

    manos es ahora

    tomada

    para

    ejecutar

    el

    rescate. La cruz marca

    el

    centro ambas composicio

    nes, el lindero que separa la salvación y la condena. El estandar

    te se desplaza,

    en

    la imagen de la Conquista, hacia ,la espalda de

    Cortés.

    Todo parece indicar que algún grabado con el tema del des

    censo de Cristo al limbo

    pudo

    servir como fuente para esta com

    posición, y había buenas razones para usar semejante modelo.

    Recordemos que en sus alegatos coloniales en busca de privilegios,

    los tlaxcaltecas insistieron siempre, hasta el frenesí, en la gloria de

    haber sido los primeros en recibir

    el

    Bautismo.

    Al

    situarse en una

    posición análoga a la de los primeros padres, que fueron resca

    tados por Cristo del limbo, los tlaxcaltecas reiteran que ellos fue

    ron los primeros en salvarse.

  • 8/19/2019 Imagenes de Los Naturales en El Arte de La Nueva España Siglos XVI al XVIII

    16/66

    I M Á G N S

    DE

    LOS N TUR LES

    EN EL RTE DE

    L NUE V ESP í l

    204

    Códice Florentino

    (detalle de los mensajeros de Moctezuma en la e mbarcación de Cortés)

    La representación de Cortés corno portador de la salvación

    asoma, de forma más o menos sutil, en otros manuscritos de la

    época. En

    el Códice Azcatitlan

    por ejemplo, tan to los soldados de

    Cortés como sus aliados indígenas portan un estandarte en

    el

    que el águila bicéfala ha sido reemplazada por

    el

    Espíri tu Santo.3

    6

    En la Relación de Muñoz Carnargo, y en

    el

    propio

    Lienzo

    de Tlax-

    cala

    el

    Espíritu Santo aparece bajo la forma de un fulgor celeste,

    para

    ilumi nar a los señores de las cuatro cabeceras en su decisión

    de recibir pacíficamente a Cortés.37

    La

    glosa confirma que la ilu

    minación procede del Espíritu Santo.

    Veamos otro ejemplo, por lo menos inquietante: en una ilus

    tración del

    Códice

    Florentino podemos ver a los soldados de Cor

    tés en

    el

    momento de ofrecer vino

    y

    un

    alimento de forma circular,

    a manera de panes, a los indígenas que abordaron su nave en la

    costa de Veracruz.3

    8

    Sabernos por fuentes españolas e indígenas

    que, en efecto, Cortés dio vino y algún alimento no especificado

    a los mensajeros de Moctezuma, antes de despacharlos de regre-

    3

    6

    Códice

    Azcatitlan láms. 22 v.

    y

    23 r. (numeración en rojo).

    37 El

    sentido de esta imagen

    es

    confirmado por el texto de Diego Muñoz Camargo, en

    RENÉ

    AcuÑA

    (ed.),

    op. cit. t I

    cuadro 28.

    3

    8

    Códice

    Florentino libro XII f. 9 v.

    so a México.39 Nos llama la atención que los p intores de Saha

    gún destaquen la provisión de alimentos dedicándole

    una

    viñe

    ta, y

    nos parece interesante la presencia de esa charola de panes

    o tortas.

    Pero es el tratamiento que hace del asunto

    el

    cronista indí

    gena Alvarado Tezozómoc lo que despierta nues tra sospecha; sin

    tener fundamento en alguna fuente más temprana, este autor de

    fines del siglo xvr, perteneciente a

    un

    linaje noble mexica, pone

    cierto detalle en la información al decir que Cortés dio vino y una

    semita seca a cada mensajero. Además, la crónica de Tezozómoc

    es la única fuente en afi rmar que los mensajeros llevaron el ali

    mento y la bebida de los españoles hasta la presencia de Mocte

    zuma,

    y

    que éste comió bizcocho blanco

    y

    después bebió vino:

    de tal suerte que, de acuerdo con la información de este cronista

    mexica, Moctezurna habría tenido acceso al pan y l vino de los

    cristianos, antes de que los tlaxcaltecas fueran bautizados.4° Es

    39

    BERNAL DfAz DEL CASTILLO

    Historia verdadera

    de la conquista

    de Nueva

    España México

    Porrúa, 1976

    p. 63;

    relato indígena

    de la

    Conquista, libro

    XII

    del

    Códice Florentino;

    traduc

    ción de

    Ángel

    María Garibay, en fray Bernardino de Sahagún,

    Historia general de

    las cosas

    de

    Nueva España México Porrúa,

    1979

    p. 764.

    4° HERNANDO DE ALVARADO TEzozóMoc, Crónica mexicana México Porrúa,1981 pp.

    688-691.

  • 8/19/2019 Imagenes de Los Naturales en El Arte de La Nueva España Siglos XVI al XVIII

    17/66

    EL

    SOBERANO y su PALACIO.

    Los TLACUJLOS

    FRENTE

    AL

    RETRATO

    LA

    HISTORIA y LA LEGORÍ

    Lienzo de Tlaxcala

    detalle de la presentación de obsequios a Cortés)

    probable que detrás de las palabras de Tezozómoc haya

    una

    alu-

    sión a la comunión, y que el mexica quiera disputarle al tlaxcal-

    teca la primacía en el acceso a la vida sacramenta l.

    LA CLAVE INDÍGENA

    Hace unos momentos hemos visto a Cortés recibir un homenaje

    a la manera triunfal roma na, pero pasamos dos páginas del mis-

    mo manuscrito y observamos que la población sometida hace la

    presentación de ofrendas de acuerdo con la convención indígena.4

     

    En realidad, todas las imágenes que hemos visto tienen un rever-

    so un

    complemento. Y aunque

    no

    podamos profundizar ahora en

    ello, nos parece importante dejar anotado que la fuerte presencia

    de

    l

    Por ejemplo Florisel de Niquea, en JosÉ MANUEL LucíA MEGÍAS op

    cit

    43

    Un español que pone grilletes a Moctezuma, Códice

    Florentino

    libro XII, f

    36

    r.

    44 Tovar:

    Origines et

    Croyances des

    Indiens

    du

    Mexique.

  • 8/19/2019 Imagenes de Los Naturales en El Arte de La Nueva España Siglos XVI al XVIII

    18/66

    I M ÁGE NE S

    DE LOS

    NATURAi .ES

    EN EL

    ARTE

    DE LA

    NUE VA

    ESPAr iA

    2 6

    Códice Florentino

    (detalle de personaje a la pu erta de una casa)

    La

    adjudicación de un peto de plumas a un soldado español,

    en

    el Lienzo de Tlaxcala 45 o la vinculación de los conquistadores

    con el Sol, que los indígenas formulan de mane ra explícita e implí-

    cjta en textos e imágenes,4

    6

    son

    indicios de esa búsqueda de ex-

    plicación para los sucesos de la conquista española

    en

    términos de

    la antigua cosmovisión.

    EPÍLOGO: L

    PALACIO

    Y LA CORTE

    O

    EL

    SECRETARIO Y

    EL

    P RRO

    No quisiéramos

    terminar

    sin hacer algunas reflexiones sobre la

    representación del palacio y el

    entorno

    cortesano en los

    manus-

    critos indígenas del xv1.

    Los códices prehispánicos, apegados a las reglas de

    un

    eficaz

    lenguaje pictográfico, solían representar al gobernante próximo a

    45 Lienzo de Tlaxcala.

    4

    6

    DIEGO MuÑoz CAMARGO, Descripción de la ciudad

    y

    provincia de Tlaxcala de las Indias

    y

    del

    m r

    océano para el buen gobierno y ennoblecimiento de ellas México, UNAM, 1981. Men-

    sajeros se entrevistan con Cortés tras su arribo a las playas de Veracrnz; lám. 18 bis; Lienzo

    de Tlaxcala. Los españoles llegan a salvo a la orilla después de luchar en los canales. En ambas

    imágenes podría pensarse que el uso del pictograma solar se relaciona con la presencia de

    Pedro de Alvarado. Sin embargo,

    el

    sol del

    Lienzo

    se sitúa sobre la cabeza del soldado que lle-

    ga al frente del grupo, mientras que Alvarado marchaba a la retaguardia en aquella ocasión. En

    la escena del desembarco,

    el

    sol ya

    no

    aparece sobre la cabeza del personaje sino en su escudo.

    Codice Florentino

    (detalle del palacio real de México)

    la puerta de un palacio o de

    un

    templo; para ser más exactos, tra-

    zaban el pictograma gobernante y a su lado trazaban el picto-

    grama palacio o el pictograma templo . El

    predominio

    de

    una

    relación conceptual entre ambo s pictogramas hacía irrelevante

    el hecho de que la figura

    humana no

    cupiera en el edificio. En el

    siglo xv1,

    cuando

    la pictografía tiende a convertirse en

    pintura

    y

    los manuscritos empiezan a cumplir con funciones distintas de las

    que habían tenido antes, los pintores indígenas observan proble-

    mas allí

    donde

    antes

    no

    los había, y tratan de resolver el que sería

    el mayor desafío de todos: convertir la relación conceptua l de los

    objetos representados dentro de

    una

    escena en

    una

    relación espa-

    cial. En este proceso, los personajes tienden a interactuar con las

    estructuras arquitectónicas.

    Para colocar a la gente den tro de la arquitectura, los pintores

    exploran diferentes soluciones: colocan la figura humana dentro

    de los límites del dintel y las jambas,47 y obtienen

    buenos

    resulta-

    dos con

    el

    recurso de oscurecer el área correspondiente

    al

    vano

    para producir

    la ilusión

    de un

    espacio

    interior 4

    8

    El

    hecho de

    que

    47 Como

    ocurre,

    por

    ejemplo, en el Códice

    Florentino

    libro XI, f 242 r

    4

    8

    Ibid. libro XII, f 17 r

  • 8/19/2019 Imagenes de Los Naturales en El Arte de La Nueva España Siglos XVI al XVIII

    19/66

    EL SOl lERANO y su PALACIO. Los TLACLllLOS FRENTE AL RETRATO LA HISTORIA y LA ALEGORÍA

    207

    W. LAzrns.

    Casa

    de

    un pretor romano

    Biblioteca Nacional, Madrid

    alguna de las figuras resulte parcialmente cor tada

    por

    el

    :o;arco de

    la puerta

    da una

    idea convincente de la existencia de diferentes

    planos.

    El

    ejemplo más célebre de

    un

    palacio prehispánico represen-

    tado en un manuscrito colonial es sin duda, el del

    Códice Mendo-

    cino A diferencia de otras escenificaciones de tradición indígena,

    que suelen aludir al ámbito palaciego con una representación qu e

    yuxtapone cuatro vistas frontales (o en alzado ) alrededor de

    un patio visto desde arriba (o en plano ),49 el artista del

    Mendo-

    cino tuvo la audacia

    de

    crear la imagen de un gran edificio, cuya

    eficacia depende completamente del manejo de la perspectiva.5°

    Es casi seguro que nuestr o

    pintor se

    auxilió con un grabado seme-

    jante a esta casa de

    un

    pretor romano, representada

    por

    Wolfgang

    Lazius.51 Apreciamos semejanzas en el diseño del edificio, de dos

    pisos, con dos alas perpendiculares que forman el patio de armas

    al centro;

    también es

    similar

    el

    tipo de perspectiva

    que

    proyecta

    dos masas al primer plano con cierta brusquedad. Curiosamente

    49 Por

    ejemplo

    en

    el

    Códice

    Florentino libro VIII.

    5o Códice Mendocino f. 69 r. Véase F

    BERDAN

    y

    P

    R. ANAWALT (eds.), The Essential

    Codex

    Mendoza Berkeley, University of California Press;

    i997,

    p.

    143-

    5 Grabados

    alemanes en la Biblioteca Nacional, vol. l

    Códice Mendocino

    (detalle del palacio de Moctezuma)

  • 8/19/2019 Imagenes de Los Naturales en El Arte de La Nueva España Siglos XVI al XVIII

    20/66

  • 8/19/2019 Imagenes de Los Naturales en El Arte de La Nueva España Siglos XVI al XVIII

    21/66

      L SOBERANO

    y

    su PAL ACIO. Los TLACLl LOS FRENTE

    Al. RETRATO LA

    HIST ORIA

    y

    LA AL EGORÍA

    ANÓNIMO. Desembarco de Cortés

    en

    Veracruz, en

    Historia de las

    Indias de Nueva

    España

    e islas de

    tierra

    firme,

    de Diego

    Durán

    Biblioteca Nacional, Madrid

    coinciden también algunas de las funciones de las dependencias

    del edificio, según lo señalan las glosas.

    Pero lo más sobresaliente de esta imagen que el pintor nos

    presenta como el palacio de Moctezuma es lo mucho que se ale-

    ja del manuscrito pictográfico prehispánico; además de la ilusión

    de tridimensionalidad, que busca hacer el palacio habitable, el

    personaje principal, el tlatoani, es muchas veces menor que la ar-

    quitectura. Este artista nahua, que trabajó por encargo del virrey

    Mendoza, no quiere quitarle importancia a Moctezuma; ha de-

    cidido conferírsela con los recursos que el arte europeo le ofrecía,

    a través de la estampa:

    por

    eso colocó al soberano dentro de una

    habitación en la que convergen todas las diagonales del dibujo.

    Así

    como no hay soberano sin palacio, tampoco lo hay sin

    una corte. Varios pintores indígenas del siglo XVI demuestran fa-

    miliaridad con imágenes europeas de interiores palaciegos y gru-

    pos de cortesanos. Si observamos una escena cortesana típica: la

    bella pintura de Mantegna, en la que el marqués Ludovico Gon-

    zaga recibe malas noticias de Milán y las comenta con su secreta-

    rio Marsilio Andreasi, no es muy difícil percibir la semejanza que

    MANTEGNA.

    Retrato de Ludovico Gonzaga su corte detalle)

    Palazzo Ducale, Mantua

    2 9

    Códice Florentino

    detalle del arribo de Cortés a Culhuacán)

    algunas pinturas de nuestros manuscritos muestran con este tipo

    de composiciones. Varias imágenes del

    Códice Florentino

    sientan

    a Cortés y lo rodean con otros personajes: crean la sensación de

    una escena cortesana. En la Historia, de Durán ocurre lo mismo.

    Con frecuencia identificamos a

    un

    personaje que ocupa el sitio

    del secretario; en

    el

    caso del desembarco en Veracruz, de la obra de

    Durán,5

    2

    es

    el mensajero de Moctezuma quien queda situado en

    esa posición.

    Pero nadie ocupa

    el

    lugar del pequeño

    Rubino

    -pensará el

    lector- ese perrito a los pies de la silla, al cual tanto quería Lu-

    dovico.

    Y

    sin embargo, en una escena del F orentino, que quiere

    representar el arribo de Cortés a Culhuacán y su encuentro

    los señores indígenas, podemos ver

    al

    marqués, que parecería re-

    cibir en audiencia a los gobernantes indígenas, en

    un

    salón pavi-

    mentado con baldosas, y acompañado por un perrito que juega

    con un hueso.

    5

    2

    FRAY DIEGO

    DuRÁN

    op. cit.

    cap.

    LXXI

  • 8/19/2019 Imagenes de Los Naturales en El Arte de La Nueva España Siglos XVI al XVIII

    22/66

    IMÁGENES

    E

    LOS

    N TUR LES

    EN

    EL

    RTE DE L

    NUEV

    ESP Ñ

    sigloS XVI l XVIII

    ELISA

    VARGASLUGO

    PEDRO

    ÁNGELES

    J MÉNEZ'

    PABLO

    EscALANTE GoNZALBO

    NORMA FERNÁNDEZ QUINTERO

    ]OS MARÍA

    LORENZO MACÍAS

    MARITA MARTÍNEZ

    DEL ío DE

    REDO

    JAIME

    MORERA

    FERNANDO E. RODRÍGUEZ-MIAJA

    Fome nto Cultural

    ~ a n a m e x

    m

  • 8/19/2019 Imagenes de Los Naturales en El Arte de La Nueva España Siglos XVI al XVIII

    23/66

  • 8/19/2019 Imagenes de Los Naturales en El Arte de La Nueva España Siglos XVI al XVIII

    24/66

    EL

    NORTE:

    REALIDAD Y

    ENSUEÑOS

    a caída de Tenochtitlán el día de san Hipólito de

    1521, sólo fue el principio del largo proceso en pos

    de un continente. Por aquellos tiempos casi todo

    era una tierra incógnita,

    un

    dilatado paisaje que se

    revelaría a Occidente sólo tras muchas otras exploraciones y gue

    rras de conquista.

    Al

    concluir el sitio de la Ciudad de México, los primeros años

    urgieron a los españoles a emprender la consolidación de lo recién

    ganado, a fundar instituciones y planear ciudades con la finalidad

    de asir su entonces frágil presencia en medio de estas interminables

    tierras. Por 1524 Cortés miró momentáneamente

    al

    norte y orde

    una entrada sobre la región del Pánuco, pero reviró y enca

    minó entonces sus principales esfuerzos al sur, a las Hibueras, antes

    de preferir internarse en el septentrión, cada vez más extenso con

    forme los brazos de la tierr a firme se ensanchan

    en

    tramontana.

    Fue también el año de 1524 cuando el conquistador, en una

    de sus

    Cartas de Relación

    dejó testimonio del ambicioso proyecto

    con el que pre tendía reconocer los linderos geográficos de prác

    ticamente toda la tierra firme conocida hasta entonces:

    Asimismo pienso enviar

    los navíos

    que

    tengo

    hechos en

    la

    mar

    del

    sur, que,

    queriendo

    nuestro Señor, navegarán

    en

    el fin del mes de

    ju-

    lio

  • 8/19/2019 Imagenes de Los Naturales en El Arte de La Nueva España Siglos XVI al XVIII

    25/66

    IM, . \GENES

    DE

    1.05

    NATURALES EN

    EL

    ARTE

    DE

    LA NUEV

    ESPAÑA

    La

    suerte de los frailes fue algo diferente, aunque no con me-

    nos dificultades;

    un

    religioso cayó enfermo y también debió de

    regresar a la Ciudad de México,

    en

    tanto q ue el otro,

    en

    compa-

    ñía de dos indios intérpretes: tomó

    por el

    camino de la mano

    izquierda, que iba hacia la costa, hallándolo abierto y seguido, y

    a pocas jornadas dio

    en

    tierra poblada de

    gente pobre

    la cual sa-

    lió al fraile, teniéndolo y llamándolo mensajero del cielo ... .

    3

    Mucha de aquella

    gente pobre

    acompañó

    al

    religioso durante

    muchas de sus largas jornadas, y no pasó desapereibida al fraile la

    extrema habilidad de esos indios para,

    en

    poco espacio de tiem-

    po, ganar buena caza de liebres, conejos y venados que abundaban

    en la región. Conforme avanzaron en su camino,

    el

    franciscano

    ... uvo noticia de

    una

    tierra

    muy poblada de gente vestida

    y que

    tiene casas de terrado, y

    no

    solo de

    un

    alto, sino de

    muchos

    sobra-

    dos. Y otras gentes decían estar pobladas a la ribera de

    un

    río a do

    hay

    muchos

    pueblos cercados, y que a tie mpo tenían guerra los se-

    ñores de los

    unos

    pueblos

    con

    los de otros. Y pasado aquel río es-

    taban otros pueblos mayores y de gente más rica. Y que

    también

    por aquellas tierras

    había

    vacas mayores que las de España, y otros

    animales muy diferentes a los de Castilla. Y que de aquellos pueblo s

    traían

    muchas

    turquesas

    ..

    4

    Estas últimas palabras hacen pensar que

    el

    camino elegido

    por el franciscano y sus intérpretes indios era, en realidad, una

    antigua y reconocida

    ruta

    comercial que debió posibilitar duran-

    te siglos el contacto entre diversos pueblos asentados en

    el

    norte

    y el centro de México.

    Por su parte, nada más refiere Mendieta de aquella primera

    expedición, salvo que

    el

    fraile regresó y dio a sus autoridades no-

    ticias tan alentadoras, que pronto

    se

    organizarían nuevas entradas.

    De esa

    primera

    expedición resulta importante destacar algunos

    aspectos en torno.al concepto que comenzó a configurarse de los

    habitantes del norte, y lo primero digno de resaltarse

    es

    cómo el

    anónimo fraile diferenció dos tipos de gente:

    una

    pobre': muy

    hábil en las artes de la cacería y vecina próxima de la provincia

    de la Nueva Galicia, y otr a vestida': con casas de terrado de uno

    y aun más niveles, cuyo asiento era

    mucho

    más lejano.

    Los

    años contribuirían a enriquecer los matices de esas nocio-

    nes aunque,

    es

    indudable que la breve descripción alude, en primer

    término, a ciertos grupos de nómadas recolectores cazadores, a

    quienes posteriormente

    se

    englobaría bajo

    el

    nombre de

    chichime-

    cas y

    en

    segundo, a otros grupos sedentarios o semisedentarios

    asentados a cientos de leguas más

    al

    norte, en cuya existencia

    mu-

    chos españoles depositaron la esperanza de encontrar

    otra

    nue-

    va y

    rica provincia como

    la

    de México otro

    Nuevo

    México.

    3 Idem.

    4 Idem.

    13 8

    Hallar esa otra tier ra riquísima, campo propicio para nuevas

    empresas y nuevos héroes, fue un poderoso ensueño ampliamen-

    te generalizado entre la población española de la Ciudad de Mé-

    xico, tal como lo describe Juan Suárez de Peralta en su Tratado

    del

    descubrimiento de

    las Indias:

    Estaba la tierra tan alterada con la nueva que el fraile había

    traído

    de las Siete Ciudades, que ya no se

    trataba

    otra cosa, porque decía,

    según

    l

    trecho tomaba, que

    era

    la

    ciudad de

    Cíbola,

    tan grande

    que ha bría dos Sevillas

    en

    ella, y más, y las otra s poco me nos, y que

    eran

    de

    muy

    lindos edificios las casas, techadas

    de

    cuatro altos, y

    había

    en

    la

    tierra

    muchas vacas, de las

    que llaman

    cimarronas,

    ovejas, cabras y

    mucha

    riqueza. Eran de

    manera

    los encarecimien-

    tos, que estaban todos por despoblar a México, e irse allá... s

    Y para muestra un botón: según el parecer de Suárez de Pe-

    ralta ir a Cíbola y Quivi ra fue uno de los varios asuntos que die-

    ron

    pie a diferencias entre

    Hernán

    Cortés y el

    primer

    virrey

    don

    Antonio de Mendoza quien,

    por

    su parte, consideró con seriedad

    ser la cabeza de su exploración, pero la lejanía de aquellas tierras

    y las urgencias administrativas se lo impidieron:

    Era tanta

    la

    codicia que a todos

    puso

    la nueva

    de

    las Siete Ciudades,

    que

    no sólo al virre y y

    marqués

    levantaron los pies

    para

    ir a ellas,

    sino a

    toda

    la tierra, y

    tanto que

    por favor se negociaba el ir los sol-

    dados, y sacar licencia; y

    era de

    manera que se vendían, y no

    pen-

    saba el que la tenía, sino

    que

    ya era título por lo menos,

    porque

    lo

    encarecía el fraile que

    había

    venido

    de

    allá, de suerte, que decía ser

    la mejor cosa que había

    en

    el

    mundo.

    La gente de aquella tierra muy

    próspera, y todos los indios vestidos, señores de mucho ganado;

    los montes

    como

    los

    de

    España, y temple,

    la leña

    que se

    quemaba

    eran

    nogales grandísimos, q ue

    daban mucha

    nuez, mejores que las

    de España;

    muchas

    uvas montesas de muy lindo comer, castañas y

    avellanas. Según él lo pintaba, debía ser el paraíso terrenal. ..

    6

    Para encont rar y reconocer

    el

    paraíso,

    en 1540 el

    virrey Men-

    doza encomendó la exploración a Francisco Vázquez de Coro-

    nado, quien organizó la entrada norteña de Cíbola y Quivira

    junto con fray Marcos de Niza, entonces provincial de los fran-

    ciscanos. Durante el camino al norte, no existe

    en

    los informes

    de Vázquez de Coronado la menció n de contratiempos extraor-

    dinarios, salvo los problemas derivados de la difícil situación de

    afrontar extenuantes jornadas, en medio de

    una

    geografía las

    más de las veces adversa.

    Tal

    vez lo extraordinarío fue que jamás

    encontraron algo remotamente parecido a los asentamientos del

    México

    central. Sobre

    los habitantes de los nuevos parajes Váz-

    5

    JuAN SuÁREZ

    DE PERALTA,

    Tratado del descubrimiento de las Indias México, Conaculta,

    1990.

    p. 141.

    6

    Ibid. p.

    144.

  • 8/19/2019 Imagenes de Los Naturales en El Arte de La Nueva España Siglos XVI al XVIII

    26/66

    l H Á G N S

    E

    IDEAS

    LOS

    INDIOS i EL

    SEPTENTRIÓN

    NOV OHI S P NO

    13 9

    DOMINGO DEL CASTILLO. Mapa en México a través de

    los

    siglos

    de Vicente Riva Palacio

    quez de Coronado anotó: aunqu e con arto trabajo e perdida de

    muchos caballos e muerte de algunos indios

    ..

    todo este camino

    hallamos los naturales de paz .7

    Y más adelante, en específico sobre quienes vivían en la re

    mota región de Cíbola y Quivira:

    En estos llanos, que

    son

    como quién anda por l mar,

    por no

    ha

    ber camino sino de vacas, como por ser tan llano e sin una sierra

    ni mogote, era tan peligroso caminar ni apartarse del campo, que

    en

    perdiéndole de vista se quedaba perdido, e ansi se nos perdió un

    hombr e, e otros; saliendo a caza andaban tres o cuat ro días perdi

    dos. En estos llanos e con estas vacas andaban dos maneras de gen

    te; los unos qu e se llamaban guerechos e otros teyas; son

    muy

    bien

    dispuestos e pintados, enemigos los unos de los otros.

    No tienen otra granjerí a ni asiento más de cuidarse con las va

    cas, de las cuales matan todas las que quieren, e ad oban los cueros,

    Relación del suceso de la jornada que Francisco Vázquez hizo en l descubrimiento de

    Cíbola (Archivo General de Indias, Patronato , est.1, caja 1), Colección de

    documentos inédi-

    tos

    relativos

    al

    descubrimiento conquista y organización

    de las

    antiguas

    posesiones españolas

    de

    América y Oceanía

    sacados de los

    Archivos

    del

    Reino

    y

    muy especialmente

    del

    de Indias

    Ma

    drid, Imprenta de José María Pérez, 1870, vol. XIV, p. 319.

    de que se visten e hacen tiendas, e comen la carne e

    aún

    algunas

    veces cruda, y aún también beben la sangre, cuando con sed.

    Las

    tiendas que hacen son como a ma nera de pabellones, y ármalas so

    bre unas varas que p ara ello tienen hechas, y después van a atarse

    todas juntas arriba, y cuando van de una part e a otra, las llevan en

    unos perros que tienen, de los cuales tienen muchos y los cargan

    con las tiendas y palos y otras cosas, por ser tierra tan llana que se

    aprovechan en esto, como digo, porq ue llevan los palos arrastran

    do. A los que estos más adoran es al sol; l cuero de las tiendas esta

    adobado por entrambas partes y sin pelo, y estos de los cueros que

    les sobran de vaca y venado. Rescatan algún maíz y man tas c on los

    naturales del río.

    8

    Interesante testimonio que se complementa con otras líneas

    de su Relación :

    Lo

    que en Quivira hay es una gente mu y bestial sin policía ninguna

    en las casas, ni en o tra cosa, las cuales son de paja a manera de ran

    chos tarascos, en algunos pueblos ju ntas las casas, de a doscientas

    8

    Ibid.

    pp. 327-328.

  • 8/19/2019 Imagenes de Los Naturales en El Arte de La Nueva España Siglos XVI al XVIII

    27/66

    IMÁGENES IDEAS: LOS IND IOS DEL S E P T E t I T R I Ó I ~ NOVOl l lSPANO

    4

    casas, tienen maíz e frijoles e calabazas;

    no

    tienen algodón, ni ga

    llinas, ni hacen pan que cuezan, sino debajo de la ceniza.9

    De los adjetivos como gente pobre o

    vestida

    utilizados por el

    primer explorador franciscano, en el lenguaje del conquistador,

    se

    comienzan a aplicar a los habitantes del septentrión nociones

    como la de gente bárbara

    10

    bestial y sin policía

    ninguna;

    actitud que

    por

    cierto hace extensiva, como

    una

    colonización del lenguaje so

    bre la realidad americana, con ideas y vocabularios ya aplicados en

    otras ocasiones a los grupos humanos que habitaban América des

    de las Antillas hasta las tierras continentales, dando pie a las diver

    sas controversias que versaron sobre su naturaleza humana .

    Como colofón de aquella primera gran aventura del septen

    trión, vale la pena traer a cuento algunas otras líneas escritas por

    Suárez de Peralta:

    después de hab er visto el engaño de la tierra, procur ó [Vázquez de

    Coronado] volverse; y con

    harto

    trabajo, habiendo rodeado el

    mundo y andándole, llegó a México y luego fue a besar las manos

    al

    virrey, y

    no

    fue

    tan

    bien recibido como quisiera, porqu e le halló

    muy triste. Con tóle lo que le había sucedido y los trabajos, que ha

    bían sido much ísimos, y cómo se le había muerto la gente, y algu

    nos se le habían

    metido

    la tierra adentro,

    y

    otros quedádosele

    cansados y enfermos; esto, todo, puso al virrey gran lástima. A cabo

    de muchos días llegaron otros de los soldados, que

    se

    le habían

    quedado a Francisco Vázquez, hechos pedazos, vestidos de pieles

    de animales, hartos de malaventura. No sucedió así a los que

    se

    ha

    llaron, y vinieron a la conquista del Nuevo Mundo (Nueva Espa

    ña). Ella fue una en la vida y

    no

    más, que primero que

    se

    halle otro

    México y su tierra, nos veremos los pasados y los presentes juntos,

    en cuerpo

    y en

    ánima, delante

    el

    Señor del mundo; aquel día uni

    versal

    donde

    será el juicio final.

    11

    LAS AMAZONAS Y

    LA GUERRA DEL

    MIXTÓN:

    UNA IMAGEN Y DOS FUENTES

    En

    el

    mes de junio de 1529

    Nuño

    de Guzmán inició los prepara

    tivos para realizar una entrada sobre los territorios norocciden

    tales de la Nueva España.

    12

    Aunque ningún sustento documental

    Ibid.

    p. 326.

    1

    Carta a su majestad, de Francisco Vázquez Coronado, en que hace relación del descu

    brimiento de

    la

    provincia de Tigüex,

    20

    de octubre de

    1541

    (Archivo General de Indias, Pa

    tronato, est. 2, caja 2), Colección de

    documentos inéditos

    relal-ivos al

    descubrimiento

    conquista

    y organización

    de

    las antiguas posesiones

    españolas_ de

    América y Oceanía sacados de los Ar-

    chivos

    del

    Reino y muy especialmente del

    de

    Indias

    Madrid, Imprenta de José María Pérez,

    i870, vol. XIII p. 365.

    11

    JUAN

    SuÁREZ

    DE

    PERAt:fA, op.

    cit. p. 149·

    12

    FAUSTO MARÍN

    TAMAYO, Nu11o ele Guzmán

    México Siglo

    XXI, 1992,

    p.

    114.

    ANÓNIMO. Friso del lado sur de la iglesia

    (detalle)

    Convento de Itzmiquilpan, Hidalgo

    lo corrobora, se ha interpre tado que Guzmán veía en la ocasión

    una

    ventajosa forma de rehui r reprimendas, por parte de la Co

    rona, a la vista de los revuelos y confrontaciones ent re la Prime

    ra Audiencia Gobernadora y el partido de Hernán Cortés.

    1

    3

    Si

    bien

    es

    cierto que tal lectura no puede comprobarse, tam

    poco

    es

    posible dejar de ver en

    el

    asunto

    un

    intento de lograr

    una

    salida política, donde la posibilidad de lograr brillantes hechos

    de armas ayudara en algo a su delicada posición. Por otro lado,

    también era cierto que en su calidad de presidente de la Primera

    Audiencia debía trabajar en la consolidación de las posiciones

    españolas sobre territorio purépecha, cuyas fronteras, según al

    gunas noticias, eran asoladas por ciertos indios nómadas que, en

    su depredador arrojo, llegaban a incursiones bastante próximas a

    la Ciudad de México. En la Memoria de los servicios que había

    hecho Nuño de Guzmán desde que fue nombrado gobernador de

    Pánuco en

    1525 ,

    el conquistador anotó sobre la situación:

    ...

    sabiendo que a trece leguas de México ent raban los

    indios

    chi

    chimecas

    a robar a los de paz,

    y

    que o ~ u caía a la parte de la Mar

    del Sur estaba

    por

    descubrir y conquistar, porque con esta ocasión el

    Caltzontzin, señor de Michoacán, hacía muchos insultos

    y

    muer

    tes de cristianos

    y

    tenía toda la tierra tiranizada y tomados todos los

    señores de ella

    y

    puestos de su

    mano

    otros, sin poderse cristiano

    ninguno servir de sus indios más de lo que a

    él

    placía, hice hasta

    400 españoles de a pie y de a caballo para ir a descubrir

    y

    conquis

    tar aquella tierra de la

    Mar

    del Sur, porque Dios Nuestro Señor

    se

    conociese en ella y su

    fe

    se plantase donde l diablo reinaba más

    poderosamente que en otras, y porque Su Majestad

    se

    sirviese y su

    corona real

    se

    aumentase

    ..

    4

    Con poca fortuna, se ignora la fecha en que Guzmán redac

    tó su memoria, aunque es posible que la formara como resul

    tado de su juicio de residencia. De cualquier modo, a la vera del

    sometimiento del reino purépecha y sus avances sobre Jalisco,

    Nayarit y Sinaloa, en este documento ya se trata, entre los proble

    mas por resolver, la molesta presencia de los chichimecas aunque,

    la verdad sea dicha, el asunto de pr imer interés entre las huestes

    de Guzmán fue someter totalmente a los purépechas y, tras lo

    grarlo, encaminar su avance más allá de la cuenca del río Lerma

    Santiago.

    Sin embargo, la decisión de conti nuar en pos de los territo

    rios norteños no fue instantánea, de hecho, hubo titubeos que se

    urdieron entre nuevos mares de ensueños con reminiscencia mí

    tica. De tal suerte, algunos capitanes de Guzmán recogieron entre

    los purépechas recién vencidos informaciones poco alentadoras

    que, angustiados, comunicaron al conquistador:

    1

    3 Idem.

    l4

    FRANCISCO

    DEL PASO

    y TRONCOSO,

    Epistolario de

    la

    Nueva España México

    José

    Porrúa

    e hijos, 1939-1942, documento 839, citado en Fausto Marín Tamayo, op. cit. p. 115.

  • 8/19/2019 Imagenes de Los Naturales en El Arte de La Nueva España Siglos XVI al XVIII

    28/66

    I M ÁGE NE S DE

    LOS

    NATURALES

    EN

    EL ARTE DE

    LA

    NUEVA ESPAÑA

    4 2

    es

    que los españoles que

    han

    venido de Mechoacán, se han infor

    mado de los yndios tarascos, que en la derrot a que vuestra señoría

    lleva,

    no hay otra gente que chichimecos

    que ni siembran, ni cogen,

    ni tienen

    otra

    cossa para su sustento, que raíces de yerbas y lo que

    cazan con

    el

    arco, y si esto

    es

    assi, somos perdidos, y menos mal

    será que nos volvamos antes que éstos nos

    maten

    y acaben, quan

    do

    no

    hallen qué robar, conforme tienen costumbre; además que

    ¿qué

    es

    lo que ha de comer

    un

    campo tan crecido como éste? Más

    cordura será que Vuestra Señoría se vuelvay

    no

    se pierda

    tan

    ilus

    tre gente

    ...

    s

    Pero la posibilidad de hallar en el norte nada más que chichi

    mecas, como los descritos, resultaba inaceptable, y cuanto más

    cuando también llegaron a oídos de estos conquistadores otros

    rumores que parecían confirmarla existencia de centros densa

    mente poblados, entre los que acaso habría lugares fabulosos

    como la tierra de origen de los teules chichimecas, o bien pue

    blos extraños como

    el

    de las míticas amazonas. Escribe

    Nuño

    de

    Guzmán:

    Iré

    por

    la provincia de Aztatlan, que dicen que

    es

    cosa muy gran

    de y de mucha gente que se espera de guerra, que está de aquí tres

    jornadas, y de allí, mediante su gracia, iré en busca de las Amazo

    nas que

    me

    dicen están a

    1

    jornadas. Unos dicen que habitan den

    tro de la

    mar

    y otros que están en

    una

    parte de

    un

    brazo de

    mar

    y

    que son ricas, y tenidas, de los habitantes de la tierra,

    por

    diosas,

    son más blancas que estas otras; traen arcos y flechas y rodelas; co

    munícanse cierto tiempo del año con los vecinos y lo que nace, si

    es

    varón, dicen que lo

    matan

    y guardan las mujeres

    ...

    16

    Las aventuras de Guzmán y sus huestes continuaron hasta

    que tocó al conquistador encarar su juicio de residencia; sin em

    bargo, habría de recapitular que en más de

    una

    ocasión tocó a sus

    ejércitos establecer los primeros contactos, a veces amistosos y

    otras en pie de guerra, con diversos grupos a los que después se

    englobaría bajo

    el

    término de chichimeca. Además, en las páginas

    escritas por él y sus capitanes,

    se

    encuentran algunas notas que

    permiten avistar cómo intentaron someter aquella diversidad ét

    nica sin jamás lograrlo del todo, jun to con algunos juicios sobre

    los chichimecas que más tarde

    se

    convertirían en lugar común:

    Y a lo que dicen los que se

    han

    hallado con esta gente en la Nueva

    España y

    en

    otras partes, juzgan

    no

    haber bisto más osados ni más

    valientes indios questos. Las armas que traían heran arcos y flechas

    y macanas y espadas de dos manos, de madera, y algunas hondas y

    '5

    FR Y

    ANTONIO

    TBLLO Crónica miscelánea de la sancta provincia

    de X a l i s ~ o

    Guadalajara,

    Universidad

    de

    Guadalajara, Instituto Jalisciense

    de

    Antropología e Historia, INAH

    i984,

    li

    bro II,

    vol. l

    p.

    100.

    16

    Citado en FAusTo

    MARÍN

    TAMAYO op. cit.

    p.

    i52.

    rodelas, y

    muy

    emplumados y teñidos, que piensan que en benir

    muy

    feos, aunque no son de suyo hermosos, pareciendo diablos,

    han

    de meter miedo a los cristianos

    ..

    7

    La

    estética del conquistador

    es

    clara: como en otros momen

    tos, contrapone a su ideal cristiano la noción de

    un mundo

    do

    minado por el demonio y que, de suyo, oponía la barbarie a la

    civilización.

    Entre los grupos que se mostraron más combativos ante las

    incursiones hispano-indias, provenientes del centro de México,

    los que vivían en la cazcana fueron quienes demostraron desde

    principios de la década de

    1530

    gran ferocidad y una fuerte resis

    tencia. Durante los primeros años, los incidentes más significati

    vos

    de

    esa

    confrontación se escenificaron en las regiones próximas

    a los diversos asientos donde

    se

    desplazó la villa de Guadalajara,

    población que entonces era eje en la consolidación de los terri

    torios, que a la postre se convertiría en la Nueva Galicia.

    De Tonalá a Nochistlán y Juchipila

    se

    desarrolló

    una

    cade

    na de hechos sangrientos que culminaron en lo que se denominó

    la guerra del Mixtón, la cual, debido a su gravedad, debió aten

    der y resolver en persona el mismísimo virrey don Antonio de

    Mendoza.

    Se dice que, para la ocasión, reunió un ejército que contaba

    con cerca de trescientos jinetes, cincuenta arcabuceros, balleste

    ros y rodeleros, además de cincuenta mil indios auxiliares. La gi

    gantesca armada salió de la Ciudad de México en octubre de 1541

    y llegó a la zona del conflicto a mediados de noviembre. Ahí1en

    frentaron a cerca de doce mil indios cazcanes, acaudillados por el

    célebre Tenamaxtle, quienes

    se

    fortificaron en el Peñol de Nochis

    tlán. En difícil refriega los españoles se proclamaron vencedores

    pues capturaron alrededor de ocho mil prisioneros.

    Las

    operacio

    nes militares concluyeron

    el

    24 de noviembre aunque, en realidad,

    la guerra continuó intermitente con muchos de los indios que lo

    graron

    huir

    en aquella ocasión.

    Todo parece indicar que la empresa del virrey de Mendoza

    tuvo la intención de funcionar como ejemplar disciplina ante

    aquellas comunidades que osaran levantarse en contra de la do

    minación española.

    La

    región, como se mencionó, no se pacifi

    có del todo; hubo, sin embargo, suficiente margen para que la

    ciudad de Guadalajara no sufriera nuevamente su destrucción o,

    bien, tuvieran que cambiarla del sitio del valle de Atemajac, que

    finalmente eligieron para su construcción.

    Tan graves acontecimientos debieron generar muchísimos

    comentarios entre los pobladores vecinos de la Nueva España; de

    las fuentes que los refieren destacan, para la ocasión, los códices

    Telleriano-Remensisy Vaticano-Ríos documentos de índole simi-

    •7 Memoria de los servicios que había hecho Nuño de Guzmán desde que fue nombr ado

    gobernador de Pánuco en

    i525 ;

    en FAusTo

    MARÍN TAMAYO op.

    cit. pp. 270-271.

  • 8/19/2019 Imagenes de Los Naturales en El Arte de La Nueva España Siglos XVI al XVIII

    29/66

    IMÁGENES E IDEAS LOS INDIOS

    DEL

    SEPTENTRIÓN NOVOHIS l ANO

    143

    Códice Telleriano Remensis (detalle)

    Bibliotheque Nationale, París

    lar que

    en

    la parte correspondiente a los anales,

    el

    año diez casa

    (1541), no

    olvidaron señalar a la guerra del Mixtón.

    18

    Las láminas correspondientes son parecidas en extremo, de

    modo que no resulta difícil pensa r que un códice copia al otro; el

    Telleriano

    parece la versión más antigua

    y

    además, la que presen

    ta

    un

    par de comentarios con grafías

    en

    español que ayudan a

    interpretar el sentido general de las imágenes:

    Este año de diez casa y de 1541 se alsaron los indios de jalisco los

    quales sujepto don antonio de mendo

  • 8/19/2019 Imagenes de Los Naturales en El Arte de La Nueva España Siglos XVI al XVIII

    30/66

    IMAGENES

    DE

    LOS NATURALES EN

    EL ARTE

    DE

    LA

    NUE VA ESPAi\lA

    44

    Códice Vaticano Ríos (detalle), en México a

    través

    de los siglos

    de Vicente Riva Palacio

    se

    ve

    la figura del religioso bautizando, como para indicar que

    fue el vencedor .

    21

    En una pintura esta lámina ilustraría la compleja secuencia

    de los acontecimientos de la guerra del Mixtón: desde la lucha ar

    mada hasta la evangelización de los indígenas vencidos; idea por

    demás sugerente que

    Riva

    Palacio adereza con

    el

    análisis puntual de

    los demás elementos:

    el

    semicírculo que encierra al guerrero indio

    representaría a los pantanos que rodeaban al cerro sobre

    el

    cual,

    parapetados, se guarecieron Tenamaxtle y sus sublevados; el nopal

    que aparece en la misma zona representaría

    el

    topónimo de No

    chistlán;

    un

    pájaro con fuertes garras y pico encorvado s e r ~ un

    halcón que simboliza el ataque de

    un

    capitán apellidado Falcón,

    muerto en las albarradas que defendían los indios.

    22

    Riva Palacio

    identifica al soldado que hace frente al guerrero cazcan con el vi-

    21

    Ibid.,

    nota

    i

    22

    ídem.

    rrey Mendoza pues el jeroglífico que le acompaña, conformado

    por un

    maguey y una tuza

    metl

    y

    tozan,

    en náhuatl, respectiva

    mente), forman la palabra

    metozan,

    fórmula mnemotécnica pare

    cida a la pronunciación del apellido del virrey.

    Así dispuesta y gracias a los variados elementos que la com

    ponen, esta lámina sería

    una

    de las más complejas entre las que

    ilustran los códices Telleriano-Remensisy Vaticano

    Ríos.

    Existen,

    por

    supuesto, algunas diferencias ent re ambas versiones, tal vez

    la más notable sea que

    el

    Vaticano ignoró las inscripciones en ca

    racteres latinos; los círculos que

    suman el

    numeral de la fecha

    presentan distinta posición y por último, en el Vaticano se igno

    ran las figuras de los chalchihuites y caracolas que acompañan a

    las representaciones del agua

    en el Telleriano.

    Por otra parte, vale la pena ampliar alguna observación con

    respecto a los trazos que personifican a los cazcanes, representa

    dos por

    un

    hombre desnudo, al parecer sin rastro de pintura cor

    poral, cuyos únicos adornos son un amarre casi

    al

    final de su larga

    cabellera

    y

    en su espalda,

    una

    especie de flor de donde irradian,

    como pistilos, algo que semeja

    un

    conjunto de flechas.

    El tlacuilo del Códice Telleriano además, hizo evidente la ca

    racterística habilidad de estos indios para tirar dardos con el arco

    pues, en su versión, la figura del cazcan torna dicho instrumento

    por

    debajo del brazo, mientras

    el

    Códice

    Vaticano

    ignora esa ob

    servación y también resta importanc ia al número de dardos lan

    zados contra el español, sin acentuar, asimismo, que sus puntas

    van ensangrentadas.

    Otra cuestión importante

    es

    que en la glosa en español que

    acompaña

    al

    Telleriano

    se

    identifica a los alzados únicamente como

    indios de Jalisco': sin puntualizar en ningún momento otra fi-

    liación,

    o

    bien, referirse a ellos con el concepto de

    chichimecas.

    L

    GR N CHICHIMEC

    Al

    menos dos factores influyeron de manera importante en la

    transformación y enriquecimiento de la noción que se formó el ·

    mundo novohispano sobre los hombres que habi taban el septen

    trión: primero, en tor no al año de 1540 los españoles incrementa

    ron sus exploraciones de conquista y colonización hacia el norte

    y

    segundo, consecuencia directa de lo anterior, se desató la lla

    mada guerra chichimeca':

    Tras

    el

    desencanto que provocaron las informaciones de dis

    tintos conquistadores, el norte, paulatinamente,

    tomó

    l

    cariz de

    un

    territorio hostil, de abrupta geografía y difícil de dominar. ·

    Entonces,

    el

    ensueño de los espacios míticos debió ceder su lugar

    a la difícil, pero más tangible realidad de encontrar las añoradas

    riquezas en las entrañas ocultas de la tierra. El poderoso

    imán

    que para ello ejerció su influjo fue el descubrimiento de Juan de

    Tolosa

    el

    año de 1546, cuando, gracias a los informes proporcio

    nados

    por

    algunos indios, encontró en la cañada de

    un

    cerro,

    al

    que denominó La Bufa (Zacatecas), ricos yacimientos de plomo,

  • 8/19/2019 Imagenes de Los Naturales en El Arte de La Nueva España Siglos XVI al XVIII

    31/66

    IMÁGENES

    E IDEAS LOS

    INDIOS DEL SEPTENTRIÓN

    NOVOH S l 'ANO

    oro

    y

    sobre todo, plata,

    por

    lo que se dio lugar a la pr imera de las

    muchas poblaciones que florecieron en torno a otros reales de

    minas descubiertos en otras fechas.

    Entre los centros mineros que gradualmente se

    fundaron en

    el

    nort e y las poblaciones más impor tantes del Altiplano central,

    pareció abrirse

    un

    inmenso te rritorio intermedio que, lejos de ser

    tierra de nadie, era

    en

    realidad el dominio de

    una

    gran diversidad

    de grupos humanos. En

    un

    primer momento, estos indígenas mos

    traron

    cierta indiferencia y expectación al tránsito de caravanas

    compuestas por españoles e indios aliados, pero pronto transfor

    maron su actitud

    en

    agresiones que llegaron a generar

    un

    verda

    dero clima de inestabilidad, el cual, unas veces más ríspido, otras

    más calmado, duró por el resto de la vida del Virreinato.

    De esta forma se planteó el gran reto de integrar a las nue

    vas poblaciones del septent rión en

    una

    región económica, donde

    la minería se convirtió en el poderoso motor que brindó la diná

    mica suficiente para que, en su entorno, florecieran el comercio,

    la ganadería, la agricultura y nuevos poblamientos que habr ían

    de sortear el obstáculo de verse en estado de guerra, frente a los

    grupos hostiles a la penetración del centro de México.

    Los habitantes de esa región conformaban un amplio abani

    co, donde pue den identificarse como sus principales grupos a los

    pames, tecuexes, guamares, cocas, cazcanes, tepehuanes, zacate

    cos y guachichiles, quienes man tení an ciertas áreas de influencia

    no delimitadas y que, a pesar de las apariencias, poseían econo

    mías, cultura y formas de organización social diversas entre sí.

    2

    3

    A través de los territorios habitados

    por

    esos grupos debieron

    trazarse los caminos de la plata. Según comenta Philiph Wayne

    Powell, el proceso de su construcc ión se ubica en torno al año de

    i550, cuando el comercio con Zacatecas ya atraía el tráfico de casi

    todas las regiones que entonces conformaban la Nueva España:

    Desde Colima, la Purificación y Guadalajara en el sudoeste, des

    de Michoacán, la Ciudad de México, la provincia de Los Ángeles

    (Puebla), y otros lugares, mucha gente llevaba su mercancía al

    norte

    para aprovechar aquella fabulosa riqueza nueva .

     

    4

    Y

    muy

    pronto el gobierno virreinal observó la conveniencia

    de regular varios aspectos referentes a dichos caminos, como gi

    rar prohibiciones para que los viajeros a Zacatecas no realizaran

    estancias que

    se

    convirtieran en permanentes dentro de los pue

    blos de indios de las inmediaciones o bien, para que se establecie

    ran ventas y posadas con precios regulados.

     

    5

    Otra

    tarea urgente

    fue encontrar la forma

    en

    que el tráfico de gente, mercancías y

    plata, fluyera con los menos problemas posibles a través del exten

    so territorio

    no

    pacificado, al que se llamó la Gran Chichimeca.

    2

    3 ALFREDO LóPEZ

    AusTIN y

    LEONARDO

    LÓPEZ LUJÁN

    El pasado indígena,

    Mé.xico

    FCE

    El

    Co

    legio de México, Fideicomiso Historia de las Américas,

    1999,

    pp.

    187-190.

    2

    4

    PHILIPH

    WAYNE

    Powm.L, La guerra

    chichimeca. 1550-1600),

    México,

    FCE i985, p.

    4i.

    25

    Ibid.,

    p. 42.

    45

    Durante

    el

    siglo xvr,

    el

    territorio que comprendía esa deno

    minación abarcaba casi la totalidad de la gran mesa central, entre

    fas

    cadenas montañosas que forman las sierras Madre Oriental y

    Madre Occidental; manten ía como sus límites, al sur, las cuencas

    hidrológicas de los ríos Lerma y Pánuco, y se extendía

    por

    el

    norte hasta los confines de Tamaulipas, Nuevo León, Zacatecas y

    Durango.

    CHICHIMECAS SOBRE

    LOS

    SIGNIFICADOS

    E UNA

    PALABRA

    No siempre

    el

    término chichimeca sirvió en estricto sentido para

    denomina r a la amplia extensión geográfica descrita y a los gru

    pos que la habitaban. Todo parece indicar que tal fenómeno siguió

    un proceso interrelacionado con la consolidación del septentrión

    de la Nueva España como parte del imperio español, aunque,

    ciertamente, esa noción ya existía, con gama de matices, entre las

    sociedades anteriores al arribo de los europeos.

    Para el caso, fray Bernardino de Sahagún

    infonna

    que al me

    nos entre los antiguos nahuas podían diferenciarse tres distintas

    variedades de chichimecas: los unos eran los

    otomíes,

    y los segun

    dos eran los que se llamaban tamime, y los terceros son los que se

    dicen teochichimecas, y

    por

    otro

    nombre

    zacachichimecas .

    26

    Según el fraile, tamime significa tiradores de arco y fle

    chas 27 eran deudos y de la generación de los teochichimecas, y

    se caracterizaban por ser algo republicanos': pues aunque lama-

    yoría del tiempo la pasaban en cuevas y peñascos, algunos residían

    en chozas o casillas de paja con sementeras de maíz. Además, se

    les consideraba grandes conocedores de las virtudes de muchas

    hierbas y raíces, y tenían trato con otomíes y nahuas, de donde

    aprendían su policía y

    modo

    de vivir. Los tamimes

    podían

    ser

    vasallos de señores o principales, los cuales les permitían residir

    en sus tierras a cambio de un tributo, que consistía por lo gene

    ral en productos de la caza.

    28

    Con

    respecto al significado de teochichimeca, Sahagún es

    cribió:

    que quiere decir del todo bárbaros, que

    por

    otro

    nombre

    se decían

    zacachichimecas,

    que quiere decir hombres silvestres, eran los que

    habitaban lejos

    y

    apartados del pueblo

    por

    campos, cabañas [ca

    ñadas], montes y cuevas y no tenían casas ciertas sino que de unas

    partes en otras an daban vagueando,

    y

    donde les anochecía,

    si

    había

    cueva, se quedaban allí a dormir. 9

    26

    FR Y

    BERNARDINO DE

    SAHAGÚN

    Historia general de las

    cosas

    de Nueva

    Espafia, México,

    Porrúa, 1982,

    p.

    598.

    2

    7

    Fray

    Alonso

    de

    Molina consigna

    que mina

    tiene la acepción de tirar o lanzar garrocha o

    saeta; uitoloa sería enarcar o preparar

    el

    arco sin tirar la flecha, en tanto que

    el

    acto de tirar

    con arco, ballesta o arpón, lo define como tlamina, palabra a

    la

    que tal vez Sahagún hace re

    ferencia.

    28

    FRAY BERNARDINO DE SAHAGÚN op.

    cit.,

    p.

    598.

    29

    1/Jid., p. 599.

  • 8/19/2019 Imagenes de Los Naturales en El Arte de La Nueva España Siglos XVI al XVIII

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  • 8/19/2019 Imagenes de Los Naturales en El Arte de La Nueva España Siglos XVI al XVIII

    33/66

    IM GENES IDEAS LOS INDIOS

    DEL

    SEPTENTRIÓN NOV OHI S P NO

    Asimismo, Sahagún menciona que los teochichimecas te

    nían un

    caudillo que los regía y gobernaba, y a quien daban co mo

    tributo parte de su cacería, hábilmente ganada con el arco y fle

    chas provistas con filosas puntas de pedernal; sólo tenían una mu

    jer, y el adulterio era castigado con la muerte de los infractores

    por

    flechamiento; vestían pellejos de los animales que mataban , traían

    espejos colgados a la espalda y usaban cotas de hoja de palma como

    calzado. Eran t ambién grandes conocedores de las cualidades y

    virtudes de muchas hierbas y raíces, como el peyote y otros

    hon

    gos malos

    que emborrachaban

    tambié n como el vino .

    No

    por ello desconocían algunos oficios como el de lapida

    rios, pues labraban objetos de piedra que ador naban con turque

    sas; tamb ién había oficiales de la

    pluma

    y curtidores de pieles. Su

    comida y sustento

    eran

    las hojas de las tun as y las tunas mismas,

    varios géneros de raíces y plantas, miel de palmas, maguey y abe

    jas, así como la carne de conejo, liebre, venado, culebras y muchas

    aves que

    consumían

    sin guisar.3°

    Respecto a la noci ón que ten ían los nahuas sobre

    el

    territorio

    en el que vivían los chichimecas, Sal1agún anota: A las provincias

    donde moran

    los chichimecas las llaman Chichimecatlalli [y]

    es

    tierra muy pobre, muy estéril, y muy falta de todos los manteni

    mientos':31 idea que hace referencia al extenso y árido panorama

    que predomina

    en el paisaje norteño .

    Por otra parte, el que Sahagún incluyera a los otomíes entre

    los chichimecas resulta

    por

    demás interesante,

    aunque

    también

    es

    cierto que, en realidad, trata sobre sus características y modo s de

    vida en capítulos distintos y perfectamente diferenciados a los pro

    pios dedicados a los chichimecas.3

    2

    En

    ningún momento

    puede deducirse de ello que exista con

    fusión alguna; más bien, dich a identificación pudiera residir en

    dos factores: el que los otomíes vivieran en provincias fronteras a

    los territorios chichimecas y,

    por

    otra parte, que en determinadas

    circunstancias adoptaran algunos de sus usos y costumbres. Como

    antes se dijo, Sahagún incluyó en su obra un capítulo que trata es

    pecíficamente sobre los defectos y faltas de los otomíes': compen

    dio de censuras que deben entenderse en términos de los prejuicios

    que sus informantes mantenían sobre otro gr upo distinto al suyo:

    Los mismos otomíes eran muy perezosos, aunque trabajadores en

    labranzas; no eran

    muy

    aplicados a ganar de comer y usar de con-

    30

    bid., pp.

    599-600.

    3l

    bid.,

    p.

    702.

    3> Cuand o refiere las tres variedades de chichimecas, sobre los otomíes dice: La condición

    y vida de los otomíes, después se dirá . lbid., p. 598.

    ANÓNIMO. Historia Tolteca-chichimeca

    (detalle de Chicomoztoc)

    Bibliotheque Nationale, París

    147

    tinuo

    el

    trabajo ordinar io, porque en acabando de labrar sus tierras

    andaban hechos unos holgazanes, sin ocuparse en otro ejercicio de

    trabajo, salvo que andaban cazando conejos, liebres, codornices y

    venados, con redes o flechas, o con liga, o con otr as chocherías que

    ellos usaban para

    cazar.33

    Otras fuentes brindan indicios acerca de la id entidad seña

    lada entre chichimecas y otomíes, como la crónica de fray Toribio

    de Benavente,

    Motolinía

    quien, al describir las festividades de Cor

    pus

    Christi que se escenificaron en el convento franciscano de Tlax

    cala el año de 1538, menciona có mo estaban guarecidos, en medio

    de una de las cuatro altas

    montañas

    puestas tan al

    natural para

    engalanar la ocasión,

    unos cazadores muy encubiertos, con sus arcos y flechas, que co

    múnmente los que usan este oficio son de otra lengua que llaman

    otomitl, y como

    moran

    cuasi todos hacia los montes, viven muchos

    de caza, que para verlos había menester aguzar la vista;

    tan

    disimu

    lados estaban y tan llenos de rama y de vello [de árboles], que fá-

    cilment