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^ Q U E E N L A S O L E M i \ E F U N C I O jV

CELEBRADA

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e/^ cáa^ S <í2

Y QUE AiVllALMElVTE CO N SAG R A

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X LAU l t A G U O S A Y T I K R N A I M A G E N

© S i l T O ®

En su Ermita dentro de las murallas del Castillo,

RXJ oi^ / ^ r . ^ m / u a 7t Síca/odto f/e ^€{¿ij¿n^

t^ ^ £ j‘o/?ero K y^io j/o^co c/e¿^ ¿y&^/^ac/o C??'í^/i e/e ^¿¿/cj inOífj ^ í^éaA ihn ) e/e 0d/e/e/¿aTi/eJ en J¿i

cpíw e/i/o e/e ’"(^orc/o/a.

MALAGA. FEBRERO DE Ífl55.^ o r ^ ^^uie/a e^ ty/^ar/Mzez ^

Calle del Marques,

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BEDICATOKIA.

^ V e n e r a á ^ ^ / e r o ^

fy ^ j/ ,a ? itc im c e ? t¿ v ^ c/cm o d Á a/utm i^ ^

¿ e j Je^ /ci < V í & á

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s »/ L O S G E N T IL E S S E E N V A N E C IA N B E L A protección de unos dioses á quienes llamaban Caseros porque los veneraban nacidos al mismo tiempo que ellos nación,, y se encargaban de m tutela y defensa', no­sotros , mucho mas afortunados que e llo s , podemos glo^ riamos de haber nacido bajo la sombra y frescura de un acopado y robusto árbol cual es la sagrada Ima- gen del Níiio Dios,, que en todas épocas ha llenado los oficios de Custodio de nuestro Pueblo con mas exactí^ tud,¡ escrupulosidad y amor que los Genios tutelares del paganismo \ aun cuando fuera cierto lo que de ellos pintan sus delirantes fábulas.

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E n el presente año me fia cahido en suerte pre­dicaros las alabanzas de ¡a Imagen en que adorais á un Dios en figura de iVmo, y son las mismas que ahora te ofrezco rendidamente poniendo en tus matio el escaso trabajo de m i pluma como el fruto primero de mis vigilias y tareas evangélicas que ha merecido ver la luz pública^ y del que te llamarías agra viada si olvidando tus derechos los consagrara á una madre estraña»

Si en fuerza de mi Instituto y profesion religio­sa me veo separado de tu amable seno, y no puedo entregarme exclusivamente á los deberes marcados por Cicerón^ en virtud de los quales debiera poner, dar j consagrar á mi patrio suelo todos los sudores de mi fren­te^ y aun la misma vida si tu bien y honor me la reclamara^ no por eso olvido que tu eres mi madre para honrarte en cuanto sea compatible con los pre­ciosos nudos que me ligan al claustro^ desde donde en continuas oraciones pide d ese Niño Dios que te lleve a l colmo de la gracia^ prosperidad y felicidades en esta y en la otra vida

E l líltirao de los Capuchinos, y mas humilde de tus hijos

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^ O G SÍGNÜM FCEDERIS, QUOD DO IN TE R M E et vos... in generationes sempiternas.

E S T A E S S E Ñ A L D E A L I A N Z A , QUE H AGO con vosotros en generaciones sempiternas, Gene<>. cap. 9. 12.

¿ ^ O fue ayer cuando en el ejercicio de mi aposto­lado escuchabais las eternas verdades que os anuncié en el nombre del Señor? ( i ) ¿No fue ayer cuando os vi reunidos en el aprisco santo, formando numerosas tro­pas y abultados concursos, para oir de mi boca trozos enteros de máximas evangélicas? ¿No fue ayer cuando llenos de entusiasmo, de pavor y de asombro, admirás- teis á un hombre entresacado del resto de los demas, ungido con el bálsamo de Aaron, y adornado con las vestiduras sacerdotales; que llevando en sus manos el turíbulo santo, en donde iban nuestras oraciones y ge­midos, y en su boca un alfange para degollar la V ic­tima de todos los siglos, por primera vez subia á las aras de la Religión, y con la sangre del Cordero noi rocío á todos en el sacrificio; al mismo tiempo que yo desde una cátedra esforzaba con denuedo mi enflaque­cida voz, manifestándoos lo alto de su dignidad y el respeto á ella debido? ¿No fue esto ayer? Vida del hom­bre, j qué breve eres! ¡ como huyes ! ¡ qué veloz es tu, car­rera 1 N o : no fue esto ayer. Han mediado cuatro años desde entonces á ahora: hemos contado sobre unos

( \') E l Panegirista alude al ùltima sermón, (fue predicó en iu tierra en la primera Misa que celebró el Presbitero D. Joaquín dt iSalas y Moya, en «a de Octubre de 1828.

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cuarenta y siete meses desde aquel momento al presen­te en que vivimos : transcurrieron ya mas de doscientas semanas: el planeta del dia, el príncipe de los astros, el Sol, girando su òrbita ha iluminado nuestro hemi^ ferio mi! cuatrocientas y diez y ocho veces, en otros tantos di is que han pasado. A la manera de unos ca­ballos indómitos, que, sin obedecer bridas ni ginete, con furia huyen desbocados; asi uno tras otro corren los mo­mentos 5 nos arrastran insensiblemente á los bordes de un sepulcro, y sobre él rompen el hilo de nuestra vicia. ¡A sí concluye el hombre, sin advertirlo, el periodo de su existencia corporal! ¡A sí vuelan los siglos! Todo se m uda, todo es voluble, todo pasa: el altar unicamente conserva su magnificencia y explendor ( 2 ) , como para decirnos que entre los cambios y vicisitudes del mundo, él solo no participa de la muerte. Todo se envejece, todo es heno, tado cae ( 3 ) , Ferhum autem Domini nostri ìnanet in ceternum, menos la palabra esencial de B ios, la imagen de su divinidad, y figura de su subs­tancia. ( 4 )

Llegó en efecto el d ia, Sacerdotes del divino M el- chisedech en cuyos hombros descansa el magestuoso edi-- ficio de la Religión á pesar de los violentos empujes con que inutilmente procura derribarlo el siglo de las luces, ilustre Senado, escogido pueblo, amados paisanos; llegó en efecto el dia, y es este, en que por tercera vez ( 5 ) fijara mis débiles plantas en medio de vosotros para haceros una tierna evangelizacion, revivir las justas ideas que antes os animaban, y dar nuevo impulso y estímulo á las esperanzas lisongeras que habéis puesto en la milagrosa devota imagen de ese Dios, que en fi­gura de Nírio os ha dado el cielo.

Frustrados en cierto modo los proyectos y cálculos

{2) D. Paul, ad Hcb. cap. 1. jr. la. (3 ) Isai. cap. f- 8- (4 ) Paul, ad Htíb, cap. i. f. 3. ( 5) Con este son tres los

Sermones que el Orador ha predicudo en su pueblo*

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del Eterno en la admirable creación del hombre, y her cho este por su inobedieficia objeto de desprecio, de ira y de indignación, vino luego á ser padre y origen de

descendencia maldita ( 6 ) , cuyas abominaciones mul­tiplicadas y ofensas repetidas subieron mas allá de las nubes, llegaron hasta los umbrales del cielo, y desafia­ron allí mismo á la justicia divina ( 7 ) . Ya me pesa, exclama el Señor tocado de un dolor profundo, ya me, pesa de haber hecho al hombre ingrato: á él y á cuan­to por el he criado lo borrai’é de la faz del universo ( 8 ) ; pero un horrible castigo enfrenará sus delirios, lo contendrá en los límites de su esfera, y servirá de es­carmiento al hombre vicioso. En fuerza de esta ley exter- ininadora cayeron unas avenidas espantables, que anegando el mundo (9 ) no dejaron en él mas que ocho personas (10). A presencia de tamaños estragos se veia la Magestad di­vina paseándose llena de rigor sobre las ruinas y es­combros de la naturaleza; pero acordándose de la mise­ricordia se deja ablandar con el suave olor de los ho­locaustos de Noe ( 1 1 ) , y formando en las nubes un arco de paz ( 1 2 ) jura de este modo: N o, no volveré á maldecir la tierra por causa de los mortales, no les enviaré otra inundación igual á esta, y ese Iris me re­cordará el juramento promisorio ( 1 3 ) . Aun no bien los hombres se habian enjugado de las aguas del diluvio, se entregaron á mayores desórdenes; principiaron á labrar­se una torre que en elevación compitiera con los cie­los (14 )9 y hubo dia en que doblaron su rodilla ante ídolos infames, incensaron hasta la yerba de los huer­tos ( 1 5 ) , y aun llego á ser el catálogo de sus deidades

( 6 ) D. Paul, ad Ephes. cap. 2. 3. (7 ) Gen, cap. 6. 5. (8^ Gen, cap, S . y . y. (^) [dem cap. 7. 17.( 10) Idem cap. 7. :í'. i3, ( I O(12) Idem cap. 9, f. i3. ( i 3 ) Idem cap. 5.i i 4 ) Idem cap. ii, f . 4. ( *5) Horat. lib. i. sátyra

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mas abultado qne el de los adoradores ( i6 ) . A vista de tinas pasiones’ tan llenas de ceguedad y extravío era sia duda de temer un diluvio mas rigoroso que el primero; mas en vez de otro segundo ahora eovia una lluvia ffo sangre, que subiendo muchos codos sobre el nivel de la# montañas de sus iniquidades anegaria todas las culpas y lavaria nuestras manchas (17 )* una palabra; ago­biados los cielos con el enorme peso de la caridad eter­na se inclinaron hasta el polvo, y rotos los diques de la infinita misericordia nos dejaron ai Salvador del mundo hecho c a rn e (i8 ) . Gim e, solloza, vierte lágrimas( 19 ); y en fin , á los duros golpes del amor vacia toda su sangre, con ella forma el Arco de la paz, rescata á los hombres, y escribe perpetua alianza con ellos (2 0 ).

Amado pueblo: estos son unos favores que la diestra del Excelso prodiga á toda la descendencia de Adán prer varicador; mas tu puedes gloriarte de haber alcanzado una nueva señal de paz, y es la que adoras en esa imagen de un Dios, y de un Dios Niño. Levantad vuestras hur- milladas cabezas; fijad las miradas en ese arco Iris for mado en las nubes para vuestro cousuelo; ved con aten­ción ese irrefragable testimonio de sus amores para el li- nage humano, y del especial con que os L i distinguido; y confesad que siempre lo tuvisteis propicio.

No voy á sentar como principio que la venida de esta efigie es milagrosa á toda luz. Soy bastante despreo­cupado, y quiero edificar sobre bases firmes, sólidas é inmobles. Ahora no hay otras pruebas auténticas sino la buena fe y piadosa creencia de esta Villa. P ero , ó

( 16) Jerern. c. \ \. i3. Vivien. in verb, Amor hominis ¡n Deum. de Homanis tanlum loqxiens uit \ Quorum nurnerus {(hormn ) ita tu­rnen incremcntaCus esf, ut ad mhius triginía mille vencrtireutur,

(17) Psahn. IÍ29. y. 7. (18) Joíin. cap. 3 . /, ip. Sil' enirn Dtus düexit munduin, uí filtum swim Unigenituni daret. (19) jimbros. lib. 2. in Lac. Chrisium persíBpe flevisse legimus, rissise nwiquam. (íío) O . Aug, lib. t. de Spirit Sanci. ¿ Q u x es¿ eni/n iháritus Piliii nisi quce ei se pro nobis obtuUt-, el sito scinguinc nos rvdemií ?

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bien que fuese aparecida de un modo estupendo, ó traída por San Juan de Dios en una de tas veces que transitaba desde Ceuta y Gibraltar á Ronda ( 2 1 ) , ó ha­llada felizmente por algún cristiano, verificada la espul- sion de los moros cuando los Reyes Católicos Fernan­do é Isabel triunfando del valor de Hamet Z cgrí, al­caide de Ronda, conquistaron la ciudad y estos pueblos de su comarca ( 22) ; meditado el hecho bajo cualquier aspecto, el filósofo cristiano habrá de raciocinar en esta forma: wA no hallarse algo de extraordinario en la ima- 99gen del Niíío Dios, no habria en ella tanto ascendiente wpara mover á nuestros abuelos á edificarle templo, á ^sacrificarle nuestros mismos intereses y confiarle los ma- í^yores negocios: no estaría armada con esa fuerza ir- ^ resistible de atraer corazones; magnetismo que di- M fundiéndose á los pueblos circunvecinos los reúne en

numerosos gentíos y devotos grupos para que vengan á presentarle sus ofrendas, á cumplir sus votos y á ren-

iidirle omenage y acción de gracias por una multitud w de beneficios recibidos de su mano bienhechora. 9? Y en seguida admirarla el dedo omnipotente en la providen­cia singular con que nos ha favorecido y nos favorece. Providencia singular he dicho; porque ni el mas vil in­secto albergado en las entrañas de la tierra obra cosa alguna, ni la hoja cae del a rb o l(2 3 ), ni se desliza un pelo de la cabeza del hombre ( 2 4 ) sin una determi­nada voluntad de Dios. Se engañaron, ó mas bien, nos quisieron engañar los fatalistas vendiéndonos sus sue- ños por verdades. No hay acaso: todo es efecto y obra de un Genio supremo, infinito en sabiduría, que todo

(21^ JEsia es la tradición mas seguida y apoyada, en albi­nas documentaciones que perecieron en el archivo de esta vi­lla en la invasion francesa, ( a s ) Historia de /(i conífuista del reyno de Granada por el autor de las T< reas de un Solitario, tom, ú.

(üZ) Sapient, cap. 6. jr. 8. (2-4) Math. cap. lO. 29 eí 3o.2

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IOlo lleva á 'sus filies suave pero fuertemente (25).. Es doctrina católica.

Demos gloria á Dios afirmando que desde el prin­cipio de la eternidad, allá antes de los siglos; cuanad tiraba las primeras líneas y concebía la idea misericordiosa de bajar á romper las cadenas del hombre; á la vez^ entonces mismo trazaba el plan de enriquecernos con esa imagen que lo representaría niño, para revivirnos de ese modo el agradecimiento por la redención humana, cuya memoria debia santificarnos, y por consecuencia nos la daba como indestructible monumento de alianza, de amor y de paz hasta las mas lejanas y sempiternas generaciones: Hoc signuin foederis Úc,

No seria del todo inoportuno haceros una apología de las sagradas imágenes, refutando nerviosamente el error de los iconomacos, 6 iconoclastas: heregía que nacida bajo la sombra imperial en el siglo'octavo, tiene por des­gracia hoy un gran numero de sectarios: heregía que disparando sus venenosos tiros á las venerables imá­genes, llamaba á su culto una verdadera idolatría; sin atender, á que sí-les prestamos adoracion, es relativa, d dirigida á los prototipos lí ' originales que ellas re­presentan. Heregía que felizmente fue ahogada en su misma cuna por el solemne anatema fulminado con­tra ella por el séptimo Concilio general, segundo de Nicea de Bítinia, convocado á instancias de los Emperadores Cons­tantino, é Irene su madre, al que asistieron trescientos y cincuenta Obispos, en el Pontificado de Adriano Pri^ mero (2 6 ). Pero yo ahora sigo mi rumbo por otro camiiio maá análogo á vuestras ideas.

Esa imagen, objeto de nuestra devocion y solemnes cultos, nos testifica de la grande providencia y miseri­cordia de Dios con el pueblo de Gaúsin; cuyo pensa-

(a5) Sapient, cap. i. (a6) Rever. D. Severinus Biniusin sua de Condì, general, et provine. Summa torn. S. mihi pag. 296 et seq. E t Alate Berault-Bercastel en su historia eclesiástica tom,’8.° dice que asistieron 3o5 Ohispos%

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miento me obliga hoy á estampar estas dos verdades; I La venida y permanencia del simulacro del Niño Dios en esta villa es un argumento de paz entre Dios

nosotros: 2 Su figura de Niño es otra señal de paz. Dios Niño: esta es la primera vez que mi lengua

va á desatarse en alabanzas de la imagen en que nos manifiestas el abrazado amor que te devora. No per- imitas, Señor, que mis labios profanen vuestro testamento; iluminad, s í, mis tinieblas para que desempeñe con dignidad mi evangélico ministerio. Unido á estos fieles os lo ruego con toda la efusión de mi alma, interpo­niendo á la que hoy nace Aurora del divino S o l, mas hermosa, mas pura y bella que todas las hijas de los hombres, la Reina de los Angeles vuestra augusta Madre.

€P R I M E R A F R O P O S m iO n ,

iU A N D O Dios lastimado de las desgracias del hom­bre baja de sa trono, alarga su mano pródiga, y viene á redimirle, trastorna el plan, varía el modo é invierte el órden que observó en su creación. Entonces lo marca con el sello de su divinidad, le imprime su caracter, lo forma á su imagen y ' semejanza. Mas ahora, dice el P. S. Agnstin, trueca las suertes, y Dios es hecho á la imagen y semejanza del hombre ( 2 7 ), ¿ Y para qué es este cambio? ¿Para qué se disfraza con nuestra carne, dejando para siempre abandonada la na­turaleza angélica (2 8 ) mucho mas noble que la humana?

(27) D. Augusts Serm. 4 verb. Dorn. Ab initio nascentis mundi creavit nos Deus ad similiCiidinem suam: ecce in hac die, mutata, vice, factus est Dcus ad similitudinem. nostrani,

(28) D. Bonav. in a Distinct. Qutest. iff. Deus posiiit aniniam suam pro hoininibuSf non poiuit cam pro Angelis-,

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¿ Para qué usa de nuestro mismo ropage ? Ut familiarius diligeretur ah hojnine^ Deus in similitudinem homínis apparuit^ responde el mismo S. Agustín (2 9 ). Para que lo tratásemos mas de cerca; para enlazarnos á él coii mas estrecho nudo; para que dentro del suyo vaciára­mos nuestros corazones con mas anhelo, mas empeño y eficacia: ardid de que se valió el domador de los persas Alejandro cuando subyugó á los medos, y se adornó con los mismos vestidos que ellos usaban, para no ha­cérseles estraño sino propio^ familiar y doméstico (3 0 ).

E l hombre, ( diria el Señor decretando su venida) el hombre ha roto los eslabones de amor que lo estre­chaban conmigo, se huye muy lejos de las redes que le tendí; con su misma carne hace guerra á la Divini­dad: pues haré una gruesa cadena de su misma natura­leza , (d e este modo habla por Oseas) los ataré con mi sangre, y con su misma carne los atraheré á mi ( 3 1 ) . De la alteza de Dios me bajaré hasta ser hombre, ( este es el lenguage de S. Agustin y S. Cirilo Alejandrino) y levantaré al hombre hasta hacerlo Dios ( 32 ). Lo amaré (añade con el primero S. Bernardo) lo amaré con todo mi corazon, sin aguardar otro premio sino que él me ame ( 3 3 ) ; para fijar entre ellos y yo una correspon^ dencia inalterable de caridad eterna, una paz duradera tanto como el cielo, y un pacto de amor irrevocable por los siglos de los siglos. ¡ No hay duda, exclamaré con el santo Jeremias, que las ideas acuñadas en la mente divina son ideas de p a z, y no de aflicción ( 3 4 ) ^

D. Aug. in Manu, aS, (3o) Teri. lib. de Pali, 4. cerai medicam gentem, vicius est medica veste. (3i) Oseas cap.11, 4» (3f l ) Ä Aug, Serm. g. de Nativ. Dom. Factus est Deus

homo, ut homo fieret Deus. D . Cyrill. A lex , in cap. S. Joah. Per unum generis nostri Christum ad nos quoque illud pervenii: Dii estis e tß lii Excelsi omnes. (Z 5 ) D . Aug. id. i Qiiid enim intendere potest qui amor est, nisi amare et amari? D. Bernard, serm. 8. in Cant. Nam cum amat DeuSt nihil aliud vult quam amari', quippe non oh aliud amat, nisi ut ametur, (3-4) Jerem. capi aj. 11.

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Ahora bien: mientras el hombre tenga á la mano el fin que se propuso Dios en venir á él ¿ será posible que deje de llenar la ley que, según el Apostol escri-

iendo á los romanos, toda se reduce á amor (3 5 )? ¿Dejará de consagrarle hasta la mas leve respiración? Agradecido á tal exceso de am or, ¿ vivirá en delito, aborrecerá al que le ama con tanta expresión, y rom­perá la tiínica de la gracia, y con ella la paz jurada entre el cielo y la tierra ? No es creíble, á no ser que olvidara á su Dios; aporque entonces ya desaparece el arco de la alianza. O sino; ojeemos el sagrado volumen del Profeta Isaías, Este, cuando se pone á investigar la causa de guerrear Dios y el hombre viviendo este por el pecado enemigo de aquel, parece no halla otro origen sino el olvido de la grande obra hecha por el mismo Señor á favor de ellos: Opus Domini non respicitis,»» propterea infernus dilatavit animam suam^ et aperuit os suum ahsque ullo termino (3 6 ) . Vosotros, en expo­sición del doctísimo Gornelío á Lapide, no atendeis al beneficio incomparable de Jesús, que ha hecho palpable el misterio de la redención derramando toda su san­gre por vosotros, por sacaros de las afiladas uíías deí Dragón ( 3 7 ) ; y por lo tanto os miráis cautivos arras­trando cadenas, moriis en ese olvido criminal, y he aqui al abismo ensanchando su vientre, dilatando sin tér­mino su boca, y veniis á entrar por sus negras fauces y horrible garganta. En lo mismo conviene Jeremías, di­ciendo: Todo el mundo está lleno de desolación, de ini­quidad y abandono; por que no se halla quien medite seria y profundamente (3 8 ) .

^35) D. Paul, ad Ronu cap. |3, jr. 10. (36) hai. cap. 5. f . iz ei 1 (^7 ) Cornei, d Lap. in cap. 5. Isai. Secundum. opus Dei est opus redcmptionis per Christum de quo Habacua Con­sideravi opera tua, et expavi. V o s, à judai, ó bibones, non con- sìderaiis mysterium redemptionis Christi, sangidncm prò vobis effu—

Christurn in cruce patientcm. ^ c, ("38 Jerem. cap. 12. 11.

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I Providencia de Dios, y cómo resplandeces en este pueblo para que sea dichoso, viva siempre en calma, y jamas disuelva sus tratados de paz ! Conoce el motivo de estas desgracias, se penetra del origen de estas mi- 'serias, ve la causa que produce estas desdichas, y para .evitar su entrada en este redil, de quien es Pastor, mueve é impulsa los resortes ya elegidos en los arcanos de la Pi’ovidencia, nos trae su imagen, y desde ella nos pre­dica en un lenguage mudo, pero mas elocuente y ex­presivo que todos los idiomas, previniéndonos contra la enfermedad contagiosa del olvido. Erige su real trono, 53 acampa en unas tiendas hermosas como las de Israel, y su morada es un castillo, símbolo de la protección, y en donde tiene mil escudos y toda clase de armadu­ras de fuertes, para defendernos (3 9 ). Sin duda desde aqui hablará como en el Tabor con los Patriarcas y Pro­fetas , y no dejará de oirse, aunque de distinto modo, la dulce voz del Eterno Padre complacido infinitamente én las bondades de este Hijo amado, decidido á favor nuestro, y empeñado en abrir los cielos para que nos lluevan repetidas misericordias ( 4-o)» Ipsum audite. Es­cuchadlo en todos tiempos; haced lo que os manda por medio de sus pastores y enviados, y viviréis tranquilos en el centro de la paz. Desde estos muros observa, como atalaya vigilantísimo, si ataca el enemigo para re­chazarlo ; llama á sus ovejas para que suban desde ese profundo valle de miserias á la alta cuspide de la vir­tud y de la perfección; y al paso que repite sus amo­rosos ■ tiernos silvos, no deja de escudriñar las necesida­des del pueblo para remediarlas. No temas ya, afortunada grey, a 11 tienes un escudo mas impenetrable que la egida fabulosa de Minerva; si sabes manejarlo con des­treza, en él puedes recibir los dardos y fuertes golpes de la justicia divina. Interpon el simulacro del Niño

C 9 ) Cant. Canticor, cap. 4. 4 ‘ (4°) 9*

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Dios con el cielo airado, y siempre quedarás libre de sus furores. Atiende, ve, é inclina tu oído á los claiiro- res de ese despertador vivísimo que os pone delante

n cesar ía grande sublime obra de -la redención; para que siendo agradecidos no le ofendáis jamas, con­servéis la amitad con el Excelso, y en rotorno sereis col- mados de bendiciones. ¡ Adm irable, singular y distinguiV da providencia! ^

Guando Salomon hubo concluido la fábrica de un templo admirado por todas las generaciones lo dedicò al Señor, fijando en él el Arca de la alianza con tanta solemnidad, que los altares no podian ya sostener lals víctimas, pues se sacrificaron por orden del R ey pa cífico veinte, y dos mil bueyes, y ciento veinte mil carr ñeros : y fue tanto, nos refiere el sagrado libro del Pa*- ralipdmenon, lo que el Eterno se agradó con el humo y olor suavísimo de aquellas hostias que figuraban el sacrificio de su Hijo hecho hombre, que no pudo me­nos de henchir con la gloría de su Magestad el templo, prorrumpiendo en estas voces consolatorias: Mis ojos es­tarán siempre abiertos, y mis oidos inclinados para des- pachar sin dilación cuantas súplicas entrañables me ha- * gan los hombres en este lugar en donde habito (4^)* ¿Y: seria menos privilegiado este templo, simbolizado ea aquel otro, en donde reside un arca de alianza mas es­trecha, la efigie del Mediador del Nuevo Testamento (4 2 ), de un Dios hecho hombre? Nada menos. Si alguna vez os parecía que estaba durmiendo el Custodio de vuestra ciudad, y soplando recios uracanes, os sumergíais en el undoso mar de las tribulaciones ( 43 )í era por tentar vues­tra fe como la de Abrahan, y os fuera imputado á jus­ticia (4 4 ); sí como ignorantes le pedíais con gemidos que

(.4 ^) Lib. 2 Paralip, cap. j a versu, usque ad 16.(42) A d HebrK. cap. g. f . i5. (4^) 4 -(44) A d Roman, cap. 4. f, 5.

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os dispensara algún beneficio y estuvo sordo, esto lo hi­zo <5 porque no era conveniente á vuestra salud espi­ritual, único objeto de sus desvelos, ó para que repi- tiérais con mas fervor y sin desconfianza vuestras oracionés(4 5 ) , ó porque vuestros suspiros le eran execrables, en atención á que salian de un pecho enfangado en los vicios(4 6 ). Y por líltímo; si os envió algunos tiempos de aflicción espiritual, pérdida de bienes y trastorno de familias, esto era Tina consecuencia de su amor y de su paz ( 4 7 ) ; queriendo mas bien purificaros en este mundo cbn unos trabajos momentáneos y leves, y no castigaros en el otro con un fuego eterno ó temporal.

Nunca desmayeis; la confianza debe traeros de la mano á las faldas de este monte, elegido por su beneplácito para habitar en él ( 4^)* j^sta imagen de nuestro cora- zon es una señal muy expresiva colocada en las puerttís de nuestras casas del modo que lo hicieron los israelitas con la sangre del cordero pascual; para que si llega el Angel exterminador á vibrar su afilada cuchilla sobre las gargantas de los primogénitos del Egipto, á vosotros no alcance su furor (49 )• Esta imagen desempeña el mi­nisterio del Querubin puesto á la entrada del Paraiso con espada de fuego en sus manos, auyentando con valor á los demonios, enemigos de nuestra alma (5 0 ). E s para nosotros la señal del Lábaro que vió en el cielo Cons­tantino al ponerse el Sol y una inscripción ó lema que decia: J Con esta señal vencerás« y efectivamente venció las formidables huestes de Majencio' y Licinio Empera­dores (5 1)» El Niño Dios franqueándonos tantos auxi­lios para conservar la fe pactada con el cielo viene á ser un arca prodigiosa en esta elevación de peñascos, en

(^5 ) Kpísí. cathot.Jac. cap. i. f . 6»(46 ) PrQverb^ cap,. a8* g. ( 4?) Apoc. cap. 3. 19.(48^ P&alm. 6'7. lí'. 17. i.4^) ExoíL cap. 12. j ct i3.( 5o ) Gen. cap. 3. f , 524. (51 ) Escartin;. Pintura de la. Iglesia.

tom. 3

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donde, huyendo los peligros, nos salvemos del naufra­gio del mnado, de las redes del tentador, y del diluvio de nuestras pasiones (5 2 ) . Y así; yo no dudaré llamar á este monte sagrado como Horeb, en doude se mani­festó Dios en llamas al gefe de su pueblo ( 53 ) : respe­table como lo es el monte H or, en donde yacen se­pultados los restos y cenizas de Aaron ( 5 4 )* alegre, en­cantador y risueño como el Tabor y Hermon, al oir el nombre, la potencia y maravillas del S eñ o r(5 5 ): y comparable al Líbano en su gloria, al Carmelo en her­mosura, y al Sarón en su amenidad y fragancia (5 6 ). Llamaré en fin á este recinto un segundo monte Sinai, en donde sin, el aparato de nubes, truenos ni relámpagos nos entrega Dios unas tablas, firmando con su dedo mi­sericordioso la paz jurada con nosotros ; y en testimonio de ella fija esta señal, este Arco Iris ,, esta Imagen en quien hemos depositado nuestras confianzas (57)*

Siempre que llegueis á pertetrar esos muros, acercaos sin miedo; por que si los montes de Gelboe á fuerza de anatemas se hicieron indignos del rocío de las nubes ( 58 ), por haber muerto en ellos desgraciadamente el Ungido

.de Israel y sus valerosos capitanes Saúl y Jonatás,mas veloces que las águilas y mas fuertes que los leones, unidos en toda su vida y sin dividirse hasta para mo­rir ( 5 9 ) ; este por el contrario es fecundo en gracias, en privilegios y favores, haciéndole sombra el busto de un Dios hecho hombre, que á manera de hermoso terebinto ha extendido sus frondosos ramos, nos defiende de las saetas del enemigo, y ostenta sus gracias mise-

(52) Gen. cap. 8. 4- (53) E xod. cap. 3. 2.( 54 ) Nnrner. cap. so. j'jr, 20 et 26. Lícet, in Deuteronom. cap.

10. 6. dicalur mortnus et sepuliiis in Moseroy ait Du-flanicl in cap. 20. Exod, h(ec verba: H or mons est Mostra, locm itdjaccns,

{ 55 ) Psahn. 68. i3. ( 56) Isai. cap. 55.^. 2» ) /'■'Xod. cap, 1^. jr. i8. C 58) s. lieg. cap. 1. jr, ai. ( ) Idem. a3.

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ricordias y bondades (6 0 ) . Y para que Ilegueis sin re­paro alguno, se os presenta en figura de Nino, que es otra sellai de paz. ^

S E G U N D A P R O P O S I C I O N ,

C lüANDO mi Padre , ( asi habla el Hijo de Dios en los Proverbios) cuando mi Padre trazaba el diseíío de la creación del mundo en sus eternos, consejos; cuando preparaba los cielos para trono suyo, disponia la colo- oacion, número y giro de los astros en sus órbitas, y nivelaba los fundamentos de la tierra; cuando con cierta ley encajonaba los abismos de las aguas en canales sub­terráneos, dirigía su rápido curso, y las equilibraba para la distribución de las fuentes; señalando al mismo tiempo límites al embrabecido m ar, dando leyes á sus indómitas olas, y prohibiéndole romper la débil muralla de una arena movediza; entonces yo, dice el Hijo, le acompañaba en sus designios admirables, me alegraba de continuo, jugaba siempre con él, yjugaba en el orbe de la tierra; pues mi delicia es verme entre los hijos de los hombres( 6 1) . L a repetición de la Sabiduría etenia en decirnos que j u ­gaba ha de entenderse, en pluma de Beda, que se goza­ba extraordinariamente en el cuadro pintorezco, hermoso y alhagüeño de la naturaleza, hablando como niño, de quienes es propio el juego (62 ). Por lo tanto aqui se in­troduce, afirma Solonio, en lenguage de un niño del Eter­no Padre, juega con é l , y se complace en su inmutable y esencial bienaventuranza (6 3 ). Este parece el sentido mas natural y obvio de la letra. Sin embargo; otros sa­bios interpretan el hecho de un modo mas análogo á mi

( $0 ) Ecclesiast. cap. 24. ^ . 2 2 . (5i) Prov. cap. 8. « vers. 22. usq. ad 3o. ( Sa ) Viviciu verb. Amor Dei in homin, ¿ Sed quid est ludens semel et iterum inculcatum ? F'enerabiîis Beda vulC idem esse ac Gaudens.

( 63) Apudipsiim loc. citât, (^uasi puer ÆtcruiPatris inducitur.

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proposito y es, entendiéndolo con relación á Adán, cria­do en santidad y justicia, por k simplicidad é inocencia. De lo cual al parecer debe entenderse la enérgica sentencia de

^ P la tó n : D ei ludo factum esse hominem { 64); que Dios for­mo al hombre con juego.

Este infante de Dios, según llama S, Clemente Ale­jandrino al Verbo increado (6 5 ) , formó al hombre tam­bién niiío, dice Tertuliano ( 6 b ) , y con él jugaba y se di- veríia con la mayor ternura, expresión y familiaridad(6 7 ) . V'ammari manu etiam verho hlandiente.^'ás tan luego co­mo las ideas del primer hombre se trocaron de sencillas en temerarias, y degeneró so puerilidad santa en osada bas­tardía haciendo un cambio tan desigual como de inocente á pecador, ya cesa al momento, escribe el Ireneo, ya cesa Dios de jugar con él (6 8 ) . Adán pierde la gracia de ser niño para Dios, y éste deja de serlo para con Adán.

Amados fieles : lo que hizo el Señor con nuestro primer padre mientras se le conservó niño, eso mismo es lo que en cierto modo hace con vosotros en testimonio de paz, en la devota efigie que solemnizamos hoy.

Si se nos hubiera presentado en esa Imagen como en edad de doce años, ya era capaz de intimidarnos, redar­güimos é imponer silencio como lo hizo en el Templo á los rabinos y doctores de la le y , evidenciándoles su estupidez, ignorancia y error en el espíritu de los orá­culos y vaticinios; y concluyéndoles con admiración de to­dos sobre la venida del Mesías ( 69). Si de treinta años, nos recordaría su predicación, á veces severa é impouen-

(64) Apud Dazatn în cap. i, Jac,( 65 ) ^pud T'ivicn. vcrb. Amor Dei în homin. Infans Pains.( 65) 'l'crt. lib. adv. Marc. 17. Faclus Jilius fu i stalim ctini

me manibiis enîxus est, cum de suo hahitu. movit.(67) Tert. in îoc, citât. (68) D . Irœneus lib. Z. adv Hœ-

res 3 y . Çuonium indoïem amiseratpuerilem, et sensiim, et in cogi- tationem pejorem vénérai, (6^)Z(»c. cap. 2. f f ' 4^ 47'

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te ( 70); las reprehensiones continuas hechas á los judíos; la seriedad con que habló mas de una vez á Pedro y de­mas Apóstoles ( 7 1 ) ; su justo rigor contra el mal siervo de la parábola ( 7 2 ) ; y el ardor y zelo con que al veí profanado el Templo, y su casa de oracion hecha cueva de ladrones, forma un látigo de cordeles, derriba las mesas de los negociantes en palomas, y los arroja á la calle ( 7 3 ) . Si en vez de este, nos hubiera enviado un retrato de cualquier lance de su amarga pasión; ó en el huerto de la Olivas dando en tierra con sus enemi*« gos al poder irresistible de su voz ( 7 4 ) ; ó en los tribu­nales llenando de admiración y espanto á los inicuos jueces (75 )* Si delineado por el Salmista como vil gusa­no, oprobio de los hombres y desecho de la plebe ( 7 6 ) ; sin fuerzas, miserable, encorvado y agitada su respira­ción con el grave peso de nuestros crímenes ( 77 ) ; rodea­do de gente armada, toros y fieras carnívoras ( 78 ) ; de­samparado hasta de sus amigos, sin hallar á la diestra ni á la siniestra quien aliviara sus penas ( 7 9 ) ; desgarra­do con azotes (8 0 ) , aradas sus carnes, gravadas en ellas los profundos surcos del delito ageno, y prolongada nuestra iniquidad sobre sus espaldas ( 8 1 ) ; desnudo, lleno de con­fusión, mientras echaban suertes sobre su única y pobre vestidura (8 2 ), y convertidos en bronce los cielos para él (8 3 )... Y por último; sí ahí apareciera como lo dibu­ja el Profeta evangélico, subiendo de Edom y Bosra, em­papada su túnica en sangre (8 4 )1 hecho un varón de do­lores, lleno de enfermedades, cubierto de llagas como un leproso, y perdida toda su hermosura: herido por la mano

( 7q ) Psalm, 5. • Psalm. Ss¡. j'. i 4>(81 ) Psalm, 128. i". 2i. Psalm, 21. f . i Q . ( 8^ )Idem . ai*

(^4 ) 3. fjr, 1 eífl.

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de Dios; raudo sin despegar los labios como inocente oveja llevada al matadero, y reputado entre los inicuos (8 5 ) . Abreviaré este dolorido y cruel retrato... afligido hasta sus huesos ( 8 6 ) , sediento ( 87), con un haz de es­pinas por corona (8 8 ), y lleno de maldiciones, exhalando su espíritu en un duro leño (8 9 ). Si en cualquiera de es­tas for/nas se nos hubiera presentado, vuelvo á repetir, ¿ no seria esto hori’orizarnos con su vista; argüimos con los efectos de nuestras culpas, y darnos á leer todos ios dias los estragos de nuestra fiereza clavados en su Humani­dad (9 0 )? No admite duda.

Por lo tanto viene en la imagen de niño hablan^ donos desde su nacimiento hasta que huye de la tira^ m'a de un R ey bárbaro; en cuyo espacio de tiempo nada hizo que pudiera aterrarnos; nada presento sino las de­bilidades, trabajos y lágrimas de su infancia, y siempre nos habla de la paz. Gausin, te ha venido un Dios iner­m e, un Dios derramando lágrimas por tí , un Dios en ademan tierno: de-abrir su mano derecha y llenarte de bendiciones. Examinemos los pasages de su vida que nos trae á la memoria esta dulce efigie, y no viendo en ellos nada de justicia rigorosa, sino de paz, convendréis sin violencia en mi proposicion.

La obediencia . que lo trajo del seno del Padre al de una Madre virgen lo humilló también á los decretos de Cesar Augusto, obligándole á sufrir la molestia de nacer en el establo de B e le n (9 i), á donde fueron sus Padres por cumplir el edicto de empadronarse en Jerusalen en la descripción de tod o el mundo (9 2 ). | Que asombro!

) Isai. cap. 53 per loíiim. (BG) Psalm. Z j. h 4.[ l i y o a n . c a p - 15 f 28. Maíh. cap. 27. 20.(8g) D, Paul, ad Gal, cap. .3.

Symb. ad Catee, Ecce homine'n, qucm crucifixistis} videte, vulnera, quce injlixisíis. ( ^ i ) D i v . Hilar, hor im . 2. apu Vivien verb. Ciiristus : Habuil. etenim molestos semptr

<Bsaris census et in stabulo Betlehcemitico nasciinr, ut obtemperara imperio. (32) Lue. cap. 2. f , y.

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Cuando todo se hallaba en'un silenció profundo; cuando la na­turaleza dormía tranquila; cuando la noche iba por la mitad de su curso, y el globo en una paz octaviana ( 93 ), nace el Esjjerado de los hombres el espacio de tantos siglos ( 94 )jfc ^ Las harpas de los Querubines rompen en armoniosos con­ciertos y suaves melodías, y acompañan á los Angeles cu­ya dulce voz era esta: Entonemos un cántico de glo­ria á Dios en las alturas; y en la tierra sepan los hom­bres que les ha nacido la paz ererna(95). En medio de estas canciones aparece el Hijo de Dios en la oficina de la humildad, como llama S. Agustin al pesebre, al heno y á los animales (9 6 ). Se deja ver, predica Sto. To­más de Villanueva, entre brutos, sin magníficas sillerías, sin pomposos trenes, sin el boato de los grandes del mun- d o (9 7 ); y el que viste, cuida y regala á todo lo que vive, ahora no presenta mas, escribe S. Máximo, que las lágrimas, el frío, y algunos pobres fajos (9 8 ). ¡Todo es paz. al hooibre! |Aun para nacer espera á que es­ten cerradas las puertas de Jano; señal de paz eon las na- dones (9 9 )!

Este inefable misterio adoraron aquellos afortunados hombres que, velando sobre sus ganados, exactamente guar­daban las vigilias de la noche; y teniendo embajada die los Angeles, fueron á Beien para ver eon sus shismos ojos la palabra que se Ies habia anunciado. De este mo-

(^3 ) Sap. cap. i8. jr}-. ì4 et l 5* ,( ^ ) Luc. cap. z. 4-. 7. (95) Luc. cap. z i3 et 14.( ß ^ ) Dt. Aug. Senn. i8 de iVat Omnis hrtjus jialivilatfs

schola, hundlitalis est officina. (97) SancC. Thoni. à Villan.. conc, a de Nativ, Non ibi sella, non iecins, noii mensa,, non ignisy non denicftie alia supellcx, præter hnmile prcesepium, pascendis anima-" libus aptum, (98) D. Maxim., tom. a. de Nat. Chriiits Dominus terram floribits exornavit, cœlum sydcrihus ilustravit, et ut pan- perta,tem conmendaret, se vilissimis induit paniiis. (99) Du-HameX unnotat. in capi a. Luc. Quce pax anno- ipso, quo Christus' natus est, nulla bdlo' turbata esty et portœ Jani per duodecim annos swU occlusce»

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do recogió las primicias del judaismo, recibiendo omenage, cultos y adoraciones de unos pastores humildes, puros y sencillos ( lo o ). Asi también le consagro sus primeros fru­ías la gentilidad, arrodillada á sus no bien formadas plan­tas, cuando se abrieron las puertas del Oriente y por ellas desembocaron los tres Reyes de Etiopia, Arabia y Tar^o con una inundación de camellos y dromedarios de Madian y E pha, cargados de preciosos dones, según el oráculo de un Profeta ( l o i ), como despues lo vimos cum­plido en la adoracion de los tres Reyes magos (102 ). Ya todos vienen guiados de un globo luminoso de p az; ya no hay distinción de judíos ni de gentiles (10 3 ); ya no se conocen dos naciones divididas; pues vino á hacer de es­tos despueblos uno solo (104)«

En la Circuncisión resplandece una humildad inconce­bible, haciéndose inferior no solamente á los Angeles co­mo en su nacimiento, sino mucho mas infinitamente, dice San Bernardo (1 0 5 ) ; pues se sujeta á la medicina de los enfermos, se aplica el vendage de los heridos, y viste la forma de pecador. Ofrece su humanidad, presenta su carne delicada á la ley de los inmundos, y derrama una sangre mas limpia é inocente que la del justo A b el; no pidiendo al cielo venganza ni castigo, sino como ensayos de la que vertirla en el Gólgota borrando nuestras man­chas con ella, y ajustando paces entre Dios y el hombre con este sumo Sacramento, como llama San Agustin á la Circuncisión ( 106). | Todo es paz al hombre !

Entregado á los cuarenta dias en manos del venerable Simeón (1 0 7 ) para ofrecerse como primogénito, llenando

( 10 0 ) Luc. cap. 3 . jrjr, 8, l5 CíO o i ) Jsai. cap. 60. j-. 6. (102^ Mallt. cap. 2. f . ii.’( io3 ) D . Paul. ad. Rom. cap. 10. la. ct ad Gal. cap. 3. v. 28. (104) Idem, ad Ephes. cap. a. v. (io5 ) D. Bernard.de

Circunc. In Incarnatione minoratus est ab Angelis; in Circuncisione multó minus; qma non solum habeí Jormam hominis, sed formam pcccaloris. (106^ D. Aug. lib. 3 de Trinit, 5. Summum Sacra— menlum, quo pccGdtis vinculum solviiur, ) Luc, cap. a. v»-28.

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HJa ley de Moisés escrita en el Exodo ( io 8 ) le vereis el mas pobre de los nacidos, sin tener un cordero, ofrenda <3e ricos (10 9 ); y su Madre la Virgen lo rescata por dos tórtolas ó dos polluelos de palomi ( i i o ) . Ofrecido alL' al Padre, queda solemnemente responsable de los delitos del mundo ( 1 1 1 ); renunciando su misma Madre el derecho que tenia á la vida de un hijo inocente y fiador de los hom­bres, queda firmada en el templo la sentencia para la salvación del mundo. Asi es qué las palomas y tórtolas ofrecidas en la purificación se mataban ( 1 12 ), figurando el sacrificio ves­pertino de la cruz ( 1 1 3 ) . [Nada hallamos en su Presen­tación sino obediencia, mansedumbre y p azl

Desde el Egipto, decia un oráculo de la ley vieja, desde el Egipto llame á mi hijo ( i i 4 X 7 en efecto; allá marchó sobre una ligera nube la santísima Virgen ( 1 1 5 ) , refugiándose en países estrangeros* Huyendo la ambición de Herodes va en manos de su Madre que á seme­janza del águila enigmática del Profeta Ezequieí trans­planta la medula d el cedro( 116 ), y la esconde en el Egip­to , mientras pasa el rio formidable de aguas turbias ar­rojadas por la boca dei dragón del Apocalipsis (1 1 7 ) ¿ Y porqué huye todo un Dios? ¿A qué tantos trabajos por evitar la muerte? ¿ A qué emprender un viage tan peno­so? Por no echar mano de su espada; por no manifes­tarse justiciero; para que sus mismos perseguidores le lia-

(108) Exod. cap. i 5. V» 2. Lev. cap, 5. v. 7.( 11 o ) Luc. cap. 2. v. i 1 ^ Com. d Lap. in cap. 2. Luc*

En Palcr (Bterne, hic e&t Filius tum... cgo tibi euin reddo, ei in so-- lidunt ojftro ut... per cum rcdimas rnundnni. ( i i q ) Dionis. Carlh. in cap. 2. Luc. ariic. 7. Undo ad ejus passionem priefigurandain coliimba et iurlur obta(<v occidclantur. Bernardits-serm.de Purtf» Illud ( loquiiur de pasione) erit sacrificium x'cspertinxtm, istud est matitiinunr ( i\4-) Oseee. cup. it. v. », S. Hieran.,Cyrill. Procop, et S.. Ambros, apud Corn. d Lap. in cap, Jg. Isai. Docent nnbein levem esse Beatam F'irgincm, cujus ulnii Christus pucr delatus esl u^gyptum. Ezeq.. cap. 17. -y. 3.

(1 1 7 ^ Apocnl. cap. 12. u. i5.

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I]maran R ey pacífico. La paz con el hombre es el dis­tintivo de su infancia. Y para mas bien conservarla prin­cipia á ejercer su in:iperio sobre los demonios, enemigos ^e nuestra salvación; y tan luego corno se presenta á los egipcios, caen por tierra sus ídolos, sus templos y sus aras; et commovehuntur simulacraÆ g ip ti{11^ ). Aesta pri­mera conquista hecha por un Dios tan niilo, mucho me­jor que nos dicen de Hércules haber ahogado una ser­piente aun estando en pañales ( 1 1 9 ) ; victoria que completó despues valiéndose del gran Teodosio para acabar con to­dos los edificios y altares nefandos de la gentilidad ( 120); á esta sin duda tenderia sus miradas el Profeta evangélico cuando dijo: Aun no sabrá el infante pronunciar los nombres de su padre y de su madre, y ya arrebatará la fortaleza de Damasco y los despojos de Samaría á presencia del R ey de los asirlos ( 121 ); es decir, expone A Lapide con el sabio Du-H am el, arruinará el imperio de Satanás, que á pe­sar suyo lo verá cargado de trofeos, y que la gentilidad, figurada en Damasco y Samaria, se escapa del demonio rey de los asirlos, y viene presurosa á rendir su cuello al Evangelio de la paz ( 122 ). ¡ Triunfo admirable ! Cuan­do parece que va huyendo toma el escudo, embiste á los enemigos del hombre, y ya le es mas fácil conservar la paz jurada con el cielo !

('118) [sai. cap. 19. V. 1 in cujus expositione Cornelius d Lap. hœc Palladii et ìiufjini citât verba; Vidimus in Thehaide in fini- bus Hermopolis templum, in quo, ingresso urbem Salvatore, ce— ciderunt omnia simulacra in facicm super terram,

("iig) Vivien, verb. Christus. (lao) A Lap. i n cap. 'i^. Isai, Sed perjecit id 'Theodosius Iwperalor qui in Ægyplo Templa Ca-~ nopi, Isidis, Serapidis, et in tota orbe deluhra idoloruni evcrtit,

(lai) Isai. cap. 8. 4* .( 122 j  Lap. in cap, 8. P 'Regem assyriorum, utpote tyrannum, intelligit dfahohon, coram quo, gemente, et prendente, Christus spolia Daniasci, et Saruari(p, id est, geníilitads, rapuit dum gentes idololatras sibi suœque ffdei subjugavit. Du~Hamel annotat, ad cap, 8. Isai. de ver. \ ait ■■ II(pc... de. Christo allegoricè et principali sensu intelligi debent, qui fo r — tem armatum spoliavit, et antequam vocaret patrem, et inatrem, vicit dæmones.

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Sin duda que he llegado á internarme en unas ideas, que para desentrañarlas era necesario mas tiempo , mas destreza y otro ingenio que el mió. Pero ya habréis exa­minado el origen de abolirse la paz entre el cielo y la' tierra ; á saber, el olvido de la grande obra que el Om­nipotente ha hecho á favor de los mortales. Y al ver nosotros que esa imagen del Niño Dios nos llam a, nos avisa y nos habla de continuo sobre la redención: que des­de este monte prodiga y derrama su gracia, y que siem­pre está inclinado á enviarnos su jiiisericordia para guar­darle fe en los pactos, ¿ dejaremos de llamarle Arco de alianza hecha entre él y nosotros? ¿Su figura de Niño DO esconde á nuestros ojos hasta los amagos de su justi­cia, trayénJonos á la memoria pasages y hechos de ternu­ra y amabilidad sin mezcla alguna de rigor? Guando 11a- mais á examen su Nacimiento, Circuncisión, Adoracion de R eyes, oblacion en el Templo, y fuga al Egipto, ¿des­cubrís mas que debilidades de un niño, mansedumbre y paz ? No; no dejareis de convenir en las dos verdades que propuse; subscribiréis, s í, afirmando conmigo: Que la ima­gen del Niño Dios es para nosotros una señal de paz, aca­so tan firme como el arco formado porj Dios en las nubes; testimonio irrefragable de no enviar otro diluvio sobre la tierra: Hoc signum fósderis.., Wc.

Señores: contra todo mi genio y costumbre he sido largo en mi oracion; pero no todos los dias estoy yo con vosotros, y quería desahogar mi grande afecto; afecto de que no puedo prescindir como verdadero hijo de este pueblo, cuyo distintivo y caracter ha sido en todos tiempos el amor al Niño Dios. No siento mas sino que habiendo salpicado con sudores de mi frente los bordes de esta cá­tedra, el menos cuerdo podía insultarme diciendo: ¿ En donde se halla esa paz decantada? En los ángulos de es­te templo ha resonado el eco de la amable p az, mas ¿habrá uno que nos la muestre con su dedo? ¿A qué en­salzar tanto esa paz fingida, y de la que en realidad no podemos gloriarnos porque no existe siao en mera espe-

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culacion, en simple teoría, en la idea abstracta del que la predica ? Lleno de confusion y de vergüenza contesta­ría á ese argumento: Yo he hablado en el idioma de nues­tros ascendientes y progenitores; cuando llenos de días, en­canecidos en la virtud y arrugada su frente en la ob­servancia de la ley nos sentaban sobre su muslo y lle­nándonos de ósculos y de lágrimas nos daban á comer un volumen sagrado de instrucciones católicas ( 123), como Dios hizo con uno de sus Profetas, nos explicaban los miste­rios de la Religión y bajo su palabra nos decían: w Hijos íímios, decid á los vuestros y encargadles que ellos lo w prediquen á su generación, y esta á las siguientes que ?9nos imiten en el amor acendrado al Niño Dios, que con 99 la sangre y la vida hemos recibido de nuestros mayores, wy como á nosotros os dará en premio dones inmensos, w alegría de espíritu, y una dulce pazj tanto que os pa-

recerá este un lugar santo, á donde jamas pudo llegar incircunciso ni el inmundo; inaccesible al contagio y

libre de la espada, de la miseria y de toda clase de r males. No lo olvidéis mientras seáis hombres; amadlo wcon una devocion ingenua, entrañable y constante; y des-

de estos pañales que ahora os embarazan principiad á ^íbalbutír su tierno y dulce nombre para gloria suya, ale- 99gría de los cielos, y terror del abismo; ínterin llega el Infeliz momento de que podáis afirmaros sobre vuestras 99 plantas y subir á la Fortalaza de este pueblo, en don- wde hallareis su imagen, y ante ella postrados con fé, con- íísagrarle las primicias de vuestro corazon. Recordadle 99 que nosotros somos las piedras de donde habéis sido 99 cortados (1 2 4 ) , para que también os llene de bendicio- i^nes y os defienda de los ataques del enemigo, por cu- «yos beneficios le hemos llamado siempre el Niño del «amor, el Dios de las bondades, y la Ciudad del refugio v>en nuestras adversidades« Esto y mucho mas rcpeti-

(ia3) Ezeq. cap. 2. jr}. g et 3. Isai. cap. 5i. !■

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TÍan hoy nuestros abuelos si, descerrajada la tumba, sa- 'cudieran el polvo de los sepulcros y aparecieran en este Templo. Mas ¡ a y ! que nosotros no poíJemos hablar del mismo modo, porque nos hemos separado de la senda por^ donde ellos caminaban.

La tierra no compensa ya nuestros sudores con abun­dantes producciones; las nubes no llueven su rocío en tiem­po oportuno; los elementos se han declarado nuestros per­seguidores ; el anciano, la viuda y el huérfano gimen in­consolablemente (1 2 5 ) ; la tristeza, la hambre y la enfer­medad son nuestros compañeros inseparables; los niños piden pan y no hay quien se lo distribuya ( 1 2 6 ) : la paz se ha huido de nuestras familias; el amigo se ha le­vantado contra el amigo, y peleamos con el cielo; el contagio desolador llama con repetidos golpes á las puer­tas de nuestra nación desde ese reyno limítrofe, desde . esa apestada Francia, en donde sin reparar en edades, en sexos ni condiciones siega la vida de cuantos halla. En fin; hechos nosotros una fiel copia de la arruinada Jeru­salen,- andamos afligidos, llenos de calamidad y errantes como ovejas que no hallan pastos ( 1 2 7 ) . ¿Que es esto Niño Dios f Tií eres ya un guerrero formidable que no te cansas dé perseguirnos; tií nos hieres lleno de furor con espada de dos cortes; has echado mano de tu alja­ba y somos el blanco de tus saetas ( 128). T ií eres pa­ra nosotros un Dios de sangre: Sponsus sanguinum tú m íhi e$ (12 9 ); has escondido la misericordia y te has mu­dado en un Dios cruel; Mutatus es mihi in crudelem ( 1 3 0 ); con tu formidable justicia has levantado una es­pesa nube que rodeando el trono en que resides lle­no de magestad y poderío no deja pasar nuestras ora­ciones y lamentos; Opposuisti nubem tihi- ne transeat oratio{ 13 1).

(is5 ) Tren, cap. 1. ig. ( 1 2 7 ) I d 4 cap. I . i , 6i ( 1 2 9 ) E xod, eap, 4- 25. ( i3 i ) Tren. cap. 3. 44*

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de donde provienen estos males que tanto nesafligen? ] Será el Niño Dios la causa de ellos ? ¿ Se compla­cerá este Dios de amor en ver la desgracia desús hijos?

uy lejos de nosotros ideas tan viles. Dios no se muda como los hombres( 132 ). Oid lo que nos dice por Isaias: Buscad en vuestro mismo p ed io el origen de cuantas desgracias os afligen; las manchas de la culpa han des­figurado la imagen que grabé en vuestros corazones; os desconoMO por hijos, y no hallo mas que unos persegui­dores crueles, enemigos de la paz. Yo abomino la culpa, odio la ingratitud, y soy inexorable para castigarla. Lavaos; purificad esas almas ennegrecidas; no obréis la iniquidad, y entonces si yo os aflijo venid y argüiréis con vuestro Dios ( 1 3 3 ) , que, aunque niño en la figura, es grande é in­finito en el poder; Videns parvulum., cogita magmm( 134 ). Los sabios que se levanten á poner argumentos á nues­tro Niño Dios; el que no haya pecado d viva en gracia que le arroje la primera piedra, como él decia á los ju­díos cuando le presentaron la muger adultera ( 135). Mas ninguno. Dios mió, se halla tan limpio, que se atreya á condenarte.

E l se ha presentado como niño, dice Tertuliano, para que nosotros nos hiciéramos gigantes por medio de las virtudes( 136). Es pues necesario echar los fundamentos de la humildad, doblar nuestra cerviz y hacernos niños como este Pequeñuelo. He aqui, enseña el Doctor m e-’ lífluo, he aqui un párvulo Cristo Jesús colocado en me­dio de nosotros; procuremos hacernos semejantes á él, copie­mos sus lecciones, y aprendamos su humildad( 137). En alistándonos bajo el feo estandarte del orgullo y de la

(i3a) Numer. cap. aZ. f , 13. (i33) Isai. cap. i. if», 17. 18. (i34) Tert. adv. Mare. ('i35) Joan. cap. 8. 7.

( i3ff) Terl. lib. o,, adv. Marcion. cap, 2.j. Deus pitsillus inventas eíí, ut homo maximus fierei, D, Bern, homil. 3. aup.Missus. Ecce párvulas in medio statuitur, id est, Christussladea- mus effici sicut parvulus iste discamus ab ipso, quia humilis est,. ■

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3 » . ,soberbia, al momento se rasga el decreto de la paz, anu­lamos la escritura de reconciliación, y desaparece el A r­co Iris con sus benignas influencias. Estos yerros y equivocadas máximas de exaltación han venido á labr;r los grillos y cadenas de nuestras infelicidades.

Amados paisanos: dejemos preocupaciones, hablemos francamente; yo me hallo en el sitio de las verdades y jamas le haré traición. Este pueblo no es ya ni una sombra de si mismo, ni un borron de su imagen, ni una semejanza de lo que antes era. Desapareció aquel Gausia primitivo, religioso y edificante, y lo ha substituido unGausih corrompido, inmoral, escandaloso é intratable. E l fraude la embriaguez y prostitución han fijado aqui sus tronos, reemplazado á la sencillez, al candor y naturalidad. Emu­la, compite y rivaliza con las poblaciones de mas lujo, y es ya el juguete de sus pasiones como decia el filósofo Plu­tarcos Roma de cabaña fue siempre vencedora, y de mármol fue esclava de otras naciones^ 138). Ya no se ve carác­ter de hombres, sino afeminación; no hay fe en las pa­labras, sino traiciones; no hay religión, sino vicios, Ape-- ñas, apenas se conserva una esterioridad de catolicismo >¡ una fe lánguida, una devocion de labios, reprobada por Jesucristo en su Evangelio( 139), A semejanza de los ju­díos, que sin cesar clamaban : Él templo de Señor, el tem­plo deí Señor es este( 140), juzgando que no había ne­cesidad de mas para estar libres de acometimientos y desgracias, siendo asi que nada tenían mas olvidado que al Señor del tem pIo(i4 i ) ; asi nosotros repetimos con fre­cuencia : Niño Dios, Niño Dios sin atender á que eso no basta. No tódo el que dice Señor Señor entrará en el reyno d élos cielos, sino el que haga la voluntad de D ios, y llene los preceptos de la ley (1 4 2 ) . Por lo tanto, nues-

(i3dj Polyatit. Sae. tyide ( ìxi Jìdìor') 'veròum Patria,(i39> Math.c^ip. 15. 8. (140) IsaK cap, 7. 4,( 1 4 1 / Imi—Fiaììteh Sibi tuta, ontnìoi pi-'Omìttt;baiit quoik apud eos

esset iemplum Domini, Math, cap, 7. a».

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A l

tra esperanza en el Nirfo Dios sin obras buenas, es una esperanza fallida, insigaificante y vana. £1 pueblo de Dios confiado en el Arca santa la lleva á campaña, y lin embargo fueron derrotados; con los dos hijos de Helí mueren treinta y tres mil israelitas.,, y el Arca en poder de los filisteos (i4 3 )* A vista de ella sufrieron muertes y heridas vergonzosas los de Azoto y Accaron ( 1 4 4 ) , y los de Betsames perdieron setenta varones y cincuenta mil de la plebe por solo haberla mirado (1 4 5 )- Oza muere junto á la misma Arca( 146 ) ; Joab en fin es acu­chillado por Banayas al lado del tabernáculo, á donde se había refugiado huyendo las justas iras de Salomón ( 1 4 7 ) . Junto á esta sagrada Arca, s í, á la sombra de este Niño Dios encontraremos su justicia si le ofende­mos. Pero yo no trato de continuar amargando el dia insigne de vuestra solemnidad cuando habéis tocado las bocinas para congregaros á las Neomenias, celebrando este divino simulacro y efigie santa(i4 8 ). Cambiaré ya mi oracion; por que si todavía es inflexible vuestra alma, el coronado Profeta me dice, que el corazon de este Dios Niño es cera blanda dentro de su pecho misericor­dioso ( 14 9 ).

Miradnos, Señor, postrados, besando la mano y el azote con que nos afliges. Compadécete y a , calma nues­tros pesares, rompe los grillos que nos tienen aherrojados en la culpa, convierte nuestras almas, acuérdanos tus be­neficios para que vuelvan á su descanso y á s u p a z (i5 o ) , y juraremos aquí mismo serte fieles y agradecidos, con- ^rvando^ contigo nuestra fe hasta mas allá de la muerte. Tornen a llover sobre nuestras cabezas las antiguas mi- ^ricordias, de que fueron testigos nuestros padres. Enfrenad ese monstruo horrible, ese caballo pálido en

cap, 4, jrjr, 10 ec 11. ( 1 4 4 ) Heg. cap,^ *9- (146) 3. Reg.cap.S. h 7.

f ‘y < 7> 4- ( i48) Psalm. 80. h 4 -U 4$3 Píaim. ai. iS. Psalm. n 4- h ?•

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que viene subido el que se llama muerte en el Apocalip­sis, y á quien parece se le ha dado potestad de teñirsu espada con ia sangre de todos los vivientes ( 1 5 1 ) , ese Cólera-flJorbo; ese Cólera, hijo de vuestra justicia, y man­dadle que retroceda á donde se hallen los enemigos de vuestro santo, nombre. Si la enfermedad derriba mil á nuestro lado y diez mil á la derecha, haced que á este pueblo no llegue la peste desoladora( 152 ). Conjurad des­de ese trono de misericordia la tempestad de desgracias y males que nos aflije; y en el fondo de clemencia en que vives anegado, despachad bien nuestras plegarias dán­doles acogida benigna. Llenadnos del rocío de la gracia, de la abundancia del trigo y del vino, y de lo mas pingüe de la tierra. E l olor de nuestras virtudes crezca hasta asemejarse á la fragancia de un campo lleno, ben­decido por la mano del Señor( 15 3 ). La paz y la ale­gría formen unos dias serenos para nosotros y nuestros a^ gos, y en tan buena caima exhalemos el TÍIíimo sus­piro en vuestras manos, y despues cantemos en la gloria que vuestra Imagen en figura de Niño fue para este pne- ílo señal de alianza eterna. Amen.

(i5i ) Jpoc. cap. 6. 8. (i52) Psalm, 30.(i53) Gen. cap'. £7 eí 28.

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