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II Encuentro de Jóvenes Investigadoresen Historia Moderna. Líneas recientesde investigación en Historia Moderna

Comunicaciones

eCOLECCiÓN ESTUDIOSEDICIONES CINCAN° 5

Esta publicación se ha realizado dentro del Grupo de Excelencia de la URJC:"La Configuración de la Monarquía Hispana a través del sistema cortesano (siglos XIII-XIX):organización política e institucional, lengua y cultura (GE-2014-020)" financiado porel Banco de Santander

IVI4lMVERSIDAD AllOtnfA,

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Los indígenas americanos desde una perspectiva comparada

Carlos D. Ciriza1 Universidad del País Vasco

[email protected]

Resumen: En este trabajo combinaremos dos perspectivas, por un lado el estudio de los

indígenas y sus dinámicas sociales durante la etapa colonial. Y por otro, el análisis de dicha población

desde una perspectiva comparada. Para ello nos hemos centrado en dos diferentes ámbitos: Quito y

Ciudad de México a finales del siglo XVII. A través de los testamentos dictados por los indígenas de estas

dos ciudades analizaremos en primer lugar, el papel de la mujer indígena dentro de la sociedad colonial,

su importancia y las bases de su poder. Y en segundo lugar, nos centraremos en el estudio de los bienes

inventariados en los testamentos como prueba de un proceso de adaptaciones socioculturales que se

estaba desarrollando en el siglo XVII entre los naturales de ambas ciudades. De esta manera, comparando

ambos casos, comenzamos un proceso que nos permite llevar a cabo generalizaciones en torno a

elementos esenciales y, en muchos casos, obviados de la sociedad indígena en la América Hispana.

Palabras Clave: América, Siglo XVII, Quito, Ciudad de México, mujeres indígenas

Abstract: Our aim in this study is analyzed native society from Hispanic American through

seventeenth century. Using a comparative approach and social nets theory we intend to understand the

basis of indigenous power in an urban context. Comparing the cases of Quito and Ciudad de Mexico at

the end of seventeenth century we will study in the first place the women power and social status, based

on their heritance system. And in the second place, we will enumerate and analyzed their goods, its origin

and its influence in their sociocultural changes. With this method, we begin a process which will allow us

to understand indigenous society from a macro point of view.

Keywords: America, Seventeenth Century, Quito, Ciudad de México, indigenous women

1. INTRODUCCIÓN

El debate sobre las similitudes y diferencias de América ha estado presente en el

mundo académico durante mucho tiempo. El gran problema con el que los

investigadores nos encontramos al estudiar América es su diversidad. La pregunta que

ante este problema se plantea es ¿tuvo América un solo proceso de desarrollo o tuvo

varios? Y si fueron varios, ¿estarían estos influenciados por el entorno? ¿Por las

metrópolis? ¿O por ambos? En una era de globalización como la nuestra, la cuestión

planteada alcanza nuevos ámbitos y se nos aparece como una pregunta actual.

1 Doctorando del Departamento de historia medieval, moderna y de América.. Paseo de la Universidad / Unibertsitateko Ibildea, 501006 Vitoria-Gasteiz (España).

[1115]

Este proyecto de largo alcance debe, para poder acometerse, delimitar el campo

de acción de nuestra investigación y dividir los análisis en áreas y temas abarcables. De

ahí que a lo largo del estudio que aquí presentamos nos hayamos centrado únicamente

en dos ámbitos específicos geográficos y cronológicos, y en el estudio de un elemento

concreto. En el primer punto, los ámbitos son los indígenas residentes en la ciudad de

San Francisco de Quito y los indígenas residentes en el actual Estado de México a

finales del siglo XVII. En el segundo punto, el elemento a analizar en este trabajo, nos

hemos centrado en el papel social de la mujer y en los bienes inventariados por los

indígenas.

En el inicio de nuestras investigaciones el objetivo principal fue estudiar el caso

de los indígenas quiteños. Sin embargo, algunos elementos encontrados en este ámbito

geográfico nos hicieron plantearnos la necesidad de un estudio comparativo que nos

permitiese analizar en diferentes lugares elementos observados previamente.

2. ESTADO DE LA CUESTIÓN

Aunque los estudios comparativos no tienen un método propiamente dicho éstos

han sido muy numerosos. Desde las propuestas metodológicas de Marc Bloch2 y la

noción de frontera de Herbert E. Bolton3 hasta la actualidad, nos encontramos con una

gran cantidad de estudios que comparan diferentes espacios, momentos y ámbitos. Para

el caso de América tenemos muchos estudios, por ejemplo: John Murra4 que sugirió que

nuestro conocimiento de las sociedades andinas prehispánicas sería mayor si llevásemos

a cabo comparaciones transculturales; o Frederic Mauro5 que comparó la economía del

México y del Brasil colonial; Silvio Zabala6 puso el acento en las fascinantes

similitudes y diferencias entre la conquista de las Islas Canarias y la conquista de

América por parte de los españoles y nos mostró las posibilidades que teníamos al hacer

un estudio comparativo de estos ámbitos; Friederich Katz7 que hizo un estudio

2 M. BLOCH (1928). “Pour une historie compare des societies européens”. Revue de synthèse historique, 46, pp. 15-50. 3 H. E. BOLTON (2006). Athanase de Mézières and the Louisiana-Texas Frontier, 1768-1780. Kessinger Publishing (1ª ed. 1914). 4 J. MURRA (1970). “Current Research and Prospects in Andean Ethnohistory”. Latin American Research Review, 6-1, pp. 3-24. 5 F. MAURO (1969). Nôva Historia e Nôva Mundo. Sao Paulo. 6 S. ZABALA (1935-1936). “Las conquistas de Canarias y América. Estudio comparativo”. Tierra Firme 1-4. pp. 81-112 y 2-1, pp. 89-115. 7 F. KATZ (1976). “Comparación entre algunos aspectos de la evolución del Cuzco y Tenochtitlán”. Acti del XL Congresso Internazionale degli Americanisti, 4, pp. 23-31.

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comparativo dentro de diferentes ámbitos del Imperio Español y comparó Cuzco y

Tenochtitlán.

Durante los últimos 20 años ha tenido gran influencia la Historia Atlántica como

forma de hacer historia comparada. Ésta se centraba en la historia internacional,

transnacional y nacional del mundo atlántico entendiendo éste como un nudo de

interconexiones e influencias mutuas8. Muchos historiadores han utilizado esta

metodología demostrándonos que se puede, mediante comparaciones de los diferentes

imperios, alcanzar nuevas ideas, hipótesis, respuestas y muchas nuevas preguntas.9

La amplitud y diversidad de estos estudios muestra la falta de un método

comparativo propiamente dicho10. Sin embargo, en todo caso, siempre es necesaria la

delimitación del campo de estudio para poder desarrollar un análisis histórico

comparativo. Siguiendo la clasificación hecha por Mörner11 nuestra comparación sería

cerrada, sincrónica y descriptiva. Para el antropólogo Oscar Lewis12 que clasificó los

estudios comparativos en etnografía según su cobertura geográfica, el nuestro sería un

análisis intra-continental e intra-nacional. Hemos mostrado cómo los estudios

comparativos tienen no sólo una metodología variada, sino también diferentes formas

de clasificación. Sin embargo, esto no significa que no tenga posibilidades siempre y

cuando pongamos gran énfasis en definir claramente las unidades a comparar y

tengamos en cuenta unos contextos más o menos similares entre dichas unidades de

comparación.13

En definitiva, solemos pensar que la historia nacional o local nos da un

conocimiento mayor de la historia. Sin embargo, un enfoque comparativo puede ayudar

a la investigación con nuevas respuestas o al menos, con nuevas e interesantes

cuestiones sobre temas que antes habían pasado inadvertidos a los historiadores.14

8 D. ARMITAGE y M.J. BRADDICK (eds.) The British Atlantic World. New York, p. 8. 9 J.H. ELLIOTT (2006). Empires of the Atlantic World: Britain and Spain in America 1492-1830. Yale. 10 Algo ya señalado por autores como: S.N. EISENSTADT (1968). “Social Institutions: Comparative Study” International Encyclopedia for the Social Sciences, 14, pp. 421-428; y M. MÖRNER (1982). “Comparative Approaches to Latin American History”. Latin American Research Review, 17-3, pp. 55-89. 11 M. MÖRNER (1982). op. cit. 12 O. LEWIS (1955). “Comparisons in Cultural Anthropology”. En W. L. THOMAS (ed.). Yearbook of Anthropology. Maryland, pp. 259-292. 13 M. MÖRNER (1982). op. cit. 14 Estudios tan llamativos y que han proporcionado interesantes cuestiones a los investigadores como los de: B. WONG (1978). “A comparative Study of the Assimilation of the Chinese in New York City and Lima, Peru”. Comparative Studies in Society and History, 20, pp. 335-358; J. D. WIRTH y R.L. JONES (eds.) (1978). Manchester and Sao Paulo. Problems of Rapid Urban Growth. Stanford; J. FOGARTY, E. GALLO y H. DIEGUEZ (eds.) (1979). Argentina y Australia. Buenos Aires.

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3. METODOLOGÍA Y ÁMBITO DEL ESTUDIO

Para nuestra investigación nos hemos centrado en el análisis exhaustivo de la

documentación notarial, principalmente de testamentos. La documentación notarial ha

sido revalorizada en las últimas dos décadas como una fuente primordial para el estudio

de la sociedad y, en especial, de las “clases subalternas”.15 Debido a esto, los

testamentos han comenzado a utilizarse, al menos para el caso ecuatoriano,16 como una

fuente valiosísima para estudiar y analizar los vínculos interindividuales, las redes

sociales y, en general, las dinámicas y los comportamientos sociales de los indígenas.17

Varias son las características mediante las cuales hemos seleccionado los

testamentos de nuestro estudio. En primer lugar, la cercanía cronológica En el caso

ecuatoriano la cronología se extiende desde 1664 hasta 1684 (aunque la gran mayoría de

testamentos se enmarcan dentro de un espacio temporal más reducido que va desde

1678 hasta 1685), y en el caso mexicano entre el primero y el último de los testamentos

estudiados hay una diferencia de 22 años, desde 1672 hasta 1694.

En segundo lugar, la delimitación del espacio geográfico, Quito y Ciudad de

México. Pese a esto, la movilidad indígena es muy importante,18 haciendo que el origen

o la residencia de los naturales no sean siempre estas ciudades. Sin embargo, en ambos

casos todos los individuos de la muestra proceden de áreas cercanas a dichas urbes en lo

que se conoce como el corregimiento.

Y en tercer lugar, que o bien los testadores, o los escribanos o ambos

consideraran al testador como indígena. No vamos a tratar aquí la amplitud del término

indígena, sus diferentes connotaciones y la gran variedad de situaciones étnicas y

sociales que este término aglutina ya desde inicios de la colonia. En nuestro caso, lo

utilizaremos siguiendo las directrices antes señaladas, es decir, si ellos mismos eran

considerados “yndios” por los españoles, o si se consideraban indígenas a sí mismos y/o

actuaban como tales.

15 C. GINZBURG (2008). El Queso y los Gusanos. El cosmos según un molinero del siglo XVI. Barcelona, p. 9. 16 P. PONCE LEIVA y A. AMADORI. “Redes sociales y ejercicio del poder en la América Hispana: consideraciones teóricas y propuestas de análisis”. Revista Complutense de Historia de América, 34. 17 J. POLONI SIMARD (2006). El mosaico indígena: movilidad, estratificación social y mestizaje en el corregimiento de Cuenca (Ecuador) del siglo XVI al XVIII. Quito, p. 363. Y F. SALOMON (1980). Los Señores étnicos de Quito en la época de los Incas. Otavolo. 18 K. POWERS VIEIRA (1994). Prendas con pies: migraciones y supervivencia cultural en la Audiencia de Quito. Quito.

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Con estas tres premisas hemos seleccionado casi una veintena de testamentos

mexicanos y 25 testamentos ecuatorianos. Dado que se trata de una muestra muy

acotada, las generalizaciones deben tomarse con suma precaución. Pese a esto, los

elementos obtenidos mediante nuestro estudio no carecen de importancia por su

reducido número ya que, en todo caso, son situaciones y comportamientos reales que

merecen nuestra atención. De ahí que la intención sea, en un futuro, un aumento

paulatino de la documentación que nos permita generalizaciones rigurosas. Es decir,

pasar de lo microsocial a lo macrosocial para poder comprender más ampliamente la

sociedad y las dinámicas sociales de los indígenas de la América Hispana.

A lo largo de este trabajo nos centraremos únicamente en dos de los puntos

principales de nuestro estudio. En primer lugar, el papel social y la importancia de la

mujer indígena. Y en segundo lugar, los bienes que los naturales poseían y la

importancia de éstos como reflejo de adaptaciones socioculturales de esta población.

4. EL PAPEL DE LA MUJER

Al estudiar los testamentos indígenas de finales del siglo XVII tanto en Ecuador

como en México uno de los elementos más llamativos de la muestra analizada fue la

importante presencia de las mujeres, no sólo como testadoras, sino también como

herederas, albaceas, prestamistas, vendedoras de bienes... En el caso ecuatoriano un

71% de los testamentos estudiados eran mujeres, frente a un 50% en el caso mexicano.

Como señala J. Poloni-Simard al estudiar los testamentos indígenas en la ciudad de

Cuenca, “uno se sorprende al constatar la amplitud de la participación económica y

social de las mujeres indígenas, a tal punto que se podría presentarlas como disponiendo

de un margen de maniobra más amplio que el de los hombres”.19

Si bien el fenómeno de la viudedad pudiera ser una explicación lógica y

plausible a esta importante presencia femenina en la muestra, ésta ocurre sólo en

algunos casos. Para el caso de México un 28% de las mujeres que testaban eran viudas,

mientras que en Ecuador el porcentaje asciende a un 33%. Que la mayoría de mujeres

que testan lo hagan cuando sus maridos aún viven evidencia, en nuestra opinión, la

libertad con la que estas mujeres actuaban, así como su participación dentro de la

sociedad indígena urbana.

19 POLONI. op. cit., pp. 158-159.

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Más importante para la participación de las mujeres indígenas es, en nuestra

opinión, la riqueza que éstas poseían. Sin embargo, debemos puntualizar que, si bien

existen mujeres con una buena situación económica, también nos encontramos con un

número importante de mujeres que sin poseer ninguna o pocas propiedades dictan sus

testamentos.

Debemos remarcar que, en nuestra opinión, la base principal del poder e

importancia de la mujer indígena en esta sociedad reside en el control de éstas sobre la

herencia de los bienes inventariados en sus testamentos. Las indias demuestran tener un

control total sobre los bienes que daban en herencia, señalando, en muchos casos, su

procedencia (“conseguido con su trabajo y sudor” “heredado de nuestros ancestros”...)

para dar legitimidad a su derecho sobre esas posesiones. Si bien en todos los

testamentos se muestra una preocupación por sus familiares, existen diferencias claves y

notorias entre aquellos testamentos dictados por hombres y por mujeres. Así pues, Don

Polinario Ligunzumba y Amayo y Juan Solano hacen a sus mujeres sus herederas

universales, al igual que Juan Solano. Pero incluso Juan Surita, cuyos herederos

universales son sus hijos legítimos, entrega en donación a su mujer, Ana de Ribera,

según él “por lo que me ha servido”, una casa que él y ella edificaron en un terreno que

ambos compraron en el barrio de San Diego, con el consentimiento de sus hijos para

que ella allí viva y los aloje cuando vayan a la ciudad de Quito.

Sin embargo, frente a esta preocupación de los varones, en los testamentos

dictados por mujeres se observa un cierto distanciamiento con respecto a sus maridos y

un claro favorecimiento de sus parientes femeninas. Si bien estos bienes testados

pudieran pertenecer a la dote recibida por estas mujeres, en los casos analizados no es

así (ya que en los testamentos se diferencia claramente el origen de los bienes

inventariados). Al no pertenecer a la dote queda evidenciado, en nuestra opinión, el

control que las mujeres ejercían sobre una serie de bienes una vez casadas o, al menos,

cuando iban a morir. Decimos una serie de bienes pues, por lo general, las propiedades

inventariadas en los testamentos dictados por mujeres indígenas son bienes muebles.

Frente a la abundancia de propiedades inmuebles en testamentos de viudas y hombres,

las mujeres casadas que testaban parecen tener un control preeminente sobre los bienes

del hogar, textiles, decoraciones, utensilios de cocina y de trabajo.

Nos parece importante señalar que es en este punto donde se observa la mayor

diferencia entre los dos ámbitos analizados, el ecuatoriano y el mexicano. Pese a que el

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papel social de la mujer indígena es importante tanto en uno como en otro lugar, la

diferencia en los inventarios de bienes que existe en Quito entre mujeres casadas por un

lado y hombres y viudas por otro no se da o no es tan marcada en el caso mexicano.

Nuestra hipótesis es que se llevó a cabo una división de género con la propiedad en las

familias indígenas de Quito. Por un lado, los bienes que tenía el hombre y que testaba

eran bienes inmuebles y, salvo ausencia de la mujer, no incluían todos los bienes

muebles del patrimonio. En el caso de las mujeres, salvo viudedad, éstas controlaban la

parte mueble del patrimonio que estaba referida a la casa. Pero no sólo eso, también

eran las encargadas de testar y repartir a su antojo esta parte del patrimonio. Este control

a la hora de testar no implica una restricción de la acción de las mujeres al ámbito

doméstico, sino todo lo contrario. Las mujeres tuvieron un papel muy dinamizador en

esta sociedad quiteña del siglo XVII, en el caso de las indígenas de nuestra muestra no

sólo como poder informal, sino que también su dominio sobre determinados aspectos de

la vida y bienes se plasmó de manera oficial en los testamentos. Detectamos en esta

transmisión de bienes un interés claro por parte de estas mujeres de alejar este tipo de

bienes del poder de sus maridos.

Para el caso mexicano no existe esta división dentro de los inventarios. Todas las

testadoras muestran un gran poder y controlan bienes muebles e inmuebles por igual.

Esta inexistente diferencia en los inventarios se refleja también en la preocupación por

sus familiares. Si bien en el caso ecuatoriano señalábamos que las mujeres casadas

tendían a favorecer a sus parientes femeninas, en el caso mexicano tanto hombres como

mujeres parecen mostrar un interés igual por todos sus familiares, sean estos hombres o

mujeres.

Así pues, aunque en ambos casos el papel social y la importancia de la mujer

indígena fueron determinantes en la conformación de las sociedades urbanas, las

diferencias en las bases de su poder, creemos, debieron conllevar un carácter diferente

entre el poder de unos y de otros.

5. Bienes materiales, bienes espirituales

Hemos observado en el punto anterior cómo la base del poder y la importancia

de las mujeres indígenas se sustentaban, entre otros elementos, en los bienes que

poseían y en su libertad para darlos en herencia. A continuación pasaremos a analizar

[1121]

estos bienes, su procedencia y su influencia sobre la vida de los naturales de Quito y

Ciudad de México.

La aparición de elementos materiales procedentes de la metrópoli o

influenciados por la tecnología europea se llevó a cabo de manera paulatina dentro de

los grupos sociales indígenas. En nuestra muestra, dicha aparición sólo tiene verdadera

presencia en dos ámbitos; los utensilios para el hogar y la vida cotidiana y la decoración

del interior de la casa. La característica principal de estos testamentos es la generalizada

convivencia de elementos de la cultura indígena y europea, lo que evidencia que la

integración de bienes y objetos europeos se está produciendo todavía a finales del siglo

XVII. Entre los bienes indígenas que abundan destacan, en ambas áreas geográficas, los

textiles de origen prehispánico y las herramientas del hogar y de trabajo.

Señalaremos una serie de ejemplos que evidencian lo que estamos señalando

para el caso de los bienes e indirectamente, para lo mencionado previamente en torno a

las herencias. María Sinachimbo testa dejando como herederas universales a sus hijas a

las que entrega la casa que compró por 380 pesos y una lista de bienes que posee en

ella: una imagen del Santo Cristo y de Santa Rosa, una moldura suelta dorada, un paño

de Castilla de algodón azul, un cirio en su cofradía, una llicta de lana azul, un anaco de

perpetuan morado, “una cama como está con su pabellón”… Joana de Bastida, casada

con Joan Antonio Gusman, deja como heredera a su hija Doña Ynes, a la que tras

haberle entregado la dote le entrega todos los “trastes” que hubiese en su casa (en este

caso la testadora no específica los bienes que testa). En cuanto a Doña Clara Zanipatin,

casada con Antonio de Ribera, y cuya heredera universal es su alma al dejar hecha una

capellanía (aunque también deja una serie de bienes a su hermano y a su sobrina) tiene

una relación más minuciosa de sus bienes muebles que deja en herencia y no menciona

ningún bien inmueble. Alrededor de 40 objetos aparecen en este testamento, desde tres

cajas de madera con sus cerraduras y llaves, hasta tres sillas “de asentar” pequeñas,

pasando por dos niños de bulto, dos lienzos, unos retablitos, un candelero, una paila,

una cama, dos pares de “çabanas”, almohadas… Sólo otro testamento lleva a cabo una

relación igual de minuciosa de los bienes, el testamento de Doña Gregoria Vásquez,

casada con Melchior de Paredes y cuya heredera universal, como en el testamento de

Doña Clara Zanipatin, es su alma (funda una capellanía). Entre los bienes muebles

mencionados hay camisas, polleras, llictas, “naguas”, anacos, botijas, dinero en

metálico, cajas, cucharitas, cirios, mesas…

[1122]

Por lo general, los testamentos estudiados inventarían bienes de todo tipo, tanto

textiles como religiosos, bienes del hogar… pero si bien algunos mencionan

principalmente textiles y bienes religiosos, otros presentan más herramientas del hogar

o de trabajo en el campo. La aparición de numerosos elementos religiosos en los

testamentos creemos que debe tratarse con mayor profundidad. Por esto, llevaremos a

cabo aquí un breve inciso con esta intención. Se han expuesto diferentes opiniones

sobre los testamentos y la intencionalidad de los testadores. Si bien éstas por lo general

se refieren a Europa, creemos que pueden servirnos, aunque con precaución, para

nuestro estudio (más aún teniendo en cuenta que el testamento es un documento

genuinamente europeo posteriormente introducido en América). Así pues, si para B.

Barreiro Mallon el testamento es “el medio de arreglar las cosas del espíritu ante Dios y

la propia conciencia”,20 para P. Ariès es “un contrato de seguridad entre el hombre y

Dios efectuado por mediación de la Iglesia”.21 Conjugando las dos posiciones

anteriores, para F. Martínez Gil es “un pasaporte para el cielo a la vez que un

legitimador del goce y posesión de los bienes terrenales, beneficios a los que el fiel

correspondía con moneda espiritual y terrenal”.22 Así pues, dos elementos importantes,

el espiritual y el terrenal, son entendidos por los diferentes autores de maneras distintas.

Aunque para algunos el primero es el más importante a la hora de testar, para otros es el

segundo y otros hablan de una mezcla entre ambos.

Lo que, a nuestro entender, queda claro en el testamento es que éste no es un

estereotipo inmóvil, sino un conjunto de indicadores cambiantes que denotan actitudes

diferenciadas y mutaciones de sensibilidad colectiva.23 En nuestra opinión, la

abundancia de elementos religiosos se debe a un intencionado interés por marcar la

pertenencia a una iglesia siempre controladora en la que tanto la religiosidad como la

adhesión indígena eran elementos esenciales.

Existen dos ámbitos principales en lo que se refiere a la religiosidad indígena.

Por un lado, una más interna y personal, y por otro lado una religiosidad más externa y

“barroca”. En los testamentos es esta segunda la que cobra más importancia al mostrarse

a través de las ceremonias religiosas en las que estos testadores se entierran (la

20 B. BARREIRO MALLÓN (1984). “La nobleza asturiana ante la muerte y la vida”. En Actas del II Coloquio de Metodología Histórica Aplicada. La Documentación Notarial y la Historia. Santiago de Compostela, II, pp. 27-60. 21 P. ARIÈS (1982). La muerte en occidente. Barcelona, pp. 73-74. 22 F. MARTÍNEZ GIL (1993). Muerte y sociedad en la España de los Austrias. Madrid, p. 32. 23 Ibídem., p. 33.

[1123]

parafernalia de cruces, doble repicado de campanas, misas cantadas…es definitoria de

estos testamentos) y mediante la decoración de los hogares indígenas (bultos de niño,

retablos y lienzos religiosos, imágenes de santos, vírgenes...). La existencia de toda una

gama de elementos religiosos externos muy extendidos entre los indígenas evidencia la

pronta integración de éstos en la cultura indígena.

Tanto si fue debido a su utilidad como si lo fue por un sincero sentimiento

religioso, este fenómeno jugó un papel temprano y vital dentro de las adaptaciones de la

población amerindia. Son estos elementos externos y sus consecuencias dentro de la

vida cotidiana, los que merecen una mayor atención en nuestros estudios sobre las

dinámicas y vínculos sociales indígenas dentro de la sociedad colonial de la América

Hispana.

6. CONCLUSIÓN

A lo largo de este estudio hemos mostrado dos elementos principales que

creemos deberán ser tratados con mayor profundidad en posteriores investigaciones. Por

un lado, el papel social y la importancia de la mujer indígena en el siglo XVII. Y por

otro lado, la existencia e influencia de determinados bienes que se extienden entre los

naturales y que son evidencia de las adaptaciones socioculturales de este grupo

poblacional.

En cuanto al papel de la mujer indígena, en nuestra opinión, éste queda

demostrado por dos elementos. En primer lugar, su numerosa presencia, tanto en Quito

como en Ciudad de México. En ambos casos, más de la mitad de los testadores son

mujeres, siendo en el caso de Quito casi tres cuartas partes de la muestra. Esta

diferencia se debe, en nuestra opinión, a las herencias, segundo elemento que evidencia

el papel de la mujer indígena. Si bien en ambos lugares el poder e importancia social de

las indígenas es palpable, a través de los testamentos, gracias a todos los bienes que

poseen y que controlan en vida. En el ámbito ecuatoriano, las herencias otorgan un peso

todavía mayor a la mujer. Éstas desarrollan en sus testamentos unos mecanismos de

herencia que favorecen a sus parientes femeninas. Así pues, si bien en ambas áreas su

poder económico les permitió incrementar su influencia y papel social, en Quito la

herencia de bienes entre mujeres permitió a un mayor número de éstas ampliar su papel

e importancia.

En cuanto a los bienes de los indígenas, hemos mostrado cómo el análisis de la

forma en la que éstos se insertaron dentro de la vida diaria de los indígenas abre un

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nuevo campo de investigación sobre sus adaptaciones socioculturales a lo largo de la

colonia. Es decir, no debemos entender la aparición de estos bienes en los inventarios y

los testamentos como un elemento estable, sino como un proceso de larga duración

dentro del cual los indígenas tomaron aquellos elementos que les eran útiles en algún

aspecto y evitaron, cuando pudieron, aquellos que no lo eran. Queda por tratar para

posteriores trabajos el que quizás sea el elemento más prontamente asimilado y

extendido entre los indígenas, su integración dentro de una economía monetaria basada

en el intercambio y en la utilización de la deuda como mecanismo de ascenso social y

mejora. Si bien éste no es necesariamente un aspecto únicamente europeo, debemos

analizar en profundidad las repercusiones que, la llegada de los españoles y el

establecimiento e integración de la América Hispana dentro de una economía más

global, tuvieron sobre las dinámicas sociales y comportamientos de los indígenas.

7. FUENTES

Serrano, Petrona: Quito, 7-XII-1664, ANH/Q, Not. 1ª, vol. 214, Pedro de

Aguayo (1664-1665), fol. 151.

Chaves, Lucía de: Quito, 14-XII-1665, ANH/Q, Not. 1ª, vol. 214, Pedro de

Aguayo (1664-1665), fol. 360-361.

Paz, Grabiela de: Quito, 22-I-1671, ANH/Q, Not. 1ª, vol. 235, Diego Melián de

Betancur (1671-1679) fol- 6-7.

Surita, Juan: Quito, 17-VII-1678, ANH/Q, Not. 1ª, vol. 246, Francisco

Hernández Morillo (1674-1678), fol. 90-92.

Fuenmayor, Francisca de: Quito, 23-VIII-1678, ANH/Q, Not. 1ª, vol. 246,

Francisco Hernández Morillo (1674-1678), fol. 100-103.

Zanipatin, Clara: Quito, 10-IX-1678, ANH/Q, Not. 1ª, vol. 235, Diego Melián de

Betancur (1671-1679) Cuaderno 6, fol. 46v-49.

Zanipatin, Clara: Quito, 16-X-1678, ANH/Q, Not. 1ª, vol. 235, Diego Melián de

Betancur (1671-1679) Cuaderno 6, fol. 53.

LLaguan, Marta: Quito, 12-XI-1678, ANH/Q, Not. 3ª, vol. 6, Mariano de

Ribadeneira (1675-1680), fol. 357-358.

Rodríguez, Marcela: Quito, 28-XI-1678, ANH/Q, Not. 1ª, vol. 235, Diego

Melián de Betancur (1671-1679) Cuaderno 9, fol- 23-25.

[1125]

Sinyaba, Mensía: Quito, 30-XII-1678, ANH/Q, Not. 1ª, vol. 243, Francisco

Hernández Morillo (1674-1678), fol. 145-147.

Ligunzumba y Amayo, Polinario: Quito, 12-II-1680, ANH/Q, Not. 1ª, vol. 236,

Diego Melián de Betancur (1680-1683) Cuaderno 11, fol. 35-36.

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de Betancur (1680-1683) Cuaderno 10 fol. 107-108.

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Betancur (1680-1683) Cuaderno 12, fol. 36-38.

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Melián de Betancur (1680-1683) Cuaderno 13, fol. 4-5.

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de Betancur (1680-1683) Cuaderno 13, fol- 24.

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