II el gozo del discipulo, su fuente

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El Sermón del Monte“Perfil de un verdadero

discípulo”

II EL GOZO DEL DISCIPULO, SU FUENTE (clase 2)


CAPITULO I

EL GOZO DEL DISCIPULO, SU FUENTE

Mateo 5: 1-12


Cuando uno lee por primera vez el Sermón del Monte, uno siente que todo esta invertido, pero cuando lo lee por segunda vez descubre que en realidad esta todo en su correcta perspectiva. La primera vez que se lee uno siente que es algo imposible, pero la segunda vez comprende que no existe otra alternativa. LA NOTA CLAVE DEL REINO.

Es un concepto popular que si solo tuviésemos prosperidad, ausencia de tristeza, gratificación absoluta del apetito, y fuésemos tratados cortésmente por todos, esto seria una verdadera bendición. Pero las enseñanzas de Jesús son lo opuesto a todo esto. Las cualidades de carácter y actitudes que Jesús dijo serian recompensadas con bienaventuranza, son bastante diferentes de lo que uno esperaría. Las experiencias que normalmente estamos mas ansiosos de evitar son las que en realidad mas gozo producen. Al enunciar su manifiesto fue apropiado que comenzara con su nota clave: BIENAVENTURADO. El comienzo de cada bienaventuranza es una exclamación:


“¡ Oh, la bienaventuranza del pobre en espíritu !” “Bienaventuranza” significa un gozo profundo, independiente de las cambiantes circunstancias de la vida, pero que tiene el secreto del gozo en si mismo. Podría traducirse “felicidad máxima”, “envidiable”, “merecedor de felicitaciones” Las ocho cualidades presentadas en las bienaventuranzas son la descripción de un hombre, siempre el mismo, el ciudadano del Reino ideal por su desarrollo espiritual y psíquico. No cabe la idea de que el discípulo pueda seleccionar a cual bienaventuranza se dedicara, como por ejemplo Moisés, que fue reconocido por su mansedumbre. ¡ El discípulo tiene que dedicarse a todas!


Las bienaventuranzas se dividen en dos grupos:

Primer grupo:

CUALIDADES PERSONALES PASIVAS (vv. 3-6)

Segundo grupo:

CUALIDADES SOCIALES ACTIVAS (vv. 7-12)


INCAPACIDAD ESPIRITUAL. Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

Paradójicamente, el hombre que esta consiente de su incapacidad espiritual es enormemente feliz. Ser pobre en espíritu no significa ser espiritual mente pobre. Es la antítesis de orgullo y la autosuficiencia. En cierta ocasión Diógenes visito a Platón en su mansión. Diógenes se espanto de las lujosas alfombras y dijo: “ De esta manera pisoteo el orgullo de Platón”. Platón mas tarde visito a Diógenes en su casa, donde vivía en ostentosa pobreza. Platón lánguidamente comento que podía ver el orgullo de Diógenes que se asomaba por los agujeros de su alfombra. Fundamentalmente, todo el que tiene corazón de pobre, que se siente pequeño, mendigo, insuficiente, dependiendo siempre y en todo de Dios. Pobre en espíritu es quien, teniendo riquezas de este mundo esta dispuesto, como Job, a bendecir a Dios cuando se las quite. Pobre en espíritu es el que ha perdido toda confianza en su propia justicia y en sus fuerzas, reconociendo que depende totalmente del merito de la obra de Cristo y del poder de su Espíritu. De ellos es el reino de los cielos. Aquí disfrutan ya del reino de la gracia, y para después les esta preparado y reservado el reino de la gloria (1P. 1.4).


CONTRICCION ESPIRITUAL. Bienaventurados los que lloran,

porque ellos recibirán consolación. El llanto aquí no es la tristeza causada por la muerte de un ser querido, sino por el pecado, o quizás por el dolor de otros. Es un resultado lógico de la pobreza en espíritu. No hay bendición en el llanto propiamente, sino en el consuelo prometido para quienes lloran. Debemos estar en guardia ante dos interpretaciones erróneas. Una es que los cristianos nunca debieran reírse o ser personas felices. (He 1.9) El espera que sus discípulos sean mas felices que sus contemporáneos. El error opuesto es que los cristianos siempre deben estar alegres, Hay lugar para el lamento como sugiere esta bienaventuranza, ya que ninguna persona puede madurar completamente sin la experiencia del dolor. La esencia de la tristeza aquí es el lamento por los pecados propios y el fracaso espiritual, la pequeñez de nuestros logros espirituales y la lentitud del crecimiento en la vida divina, nuestra depravación interna, o las ataduras a pecados recurrentes, nuestra falta de semejanza a Cristo, nuestra rebelión contra la voluntad de Dios, deberían preocuparnos y entristecernos. El dolor piadoso produce arrepentimiento, y da como resultado el cambio del luto por el “oleo del gozo”. Dios no desprecia al corazón contrito y humillado, y le devuelve el gozo de la salvación.


HUMILDAD ESPIRITUAL. Bienaventurados los mansos, porque ellos

recibirán la tierra por heredad. Estos son los que se someten resignada y alegremente a los designios de Dios y los que muestran toda mansedumbre para con todos los hombres (Tito 3.2),los que pueden aguantar una provocación sin encenderse en ira. No debe ser confundida con la debilidad, porque “mansedumbre” es precisamente una palabra fuerte. Implica el control de fuerzas y potencias, la auto sujeción. La palabra fue usada para la doma de los caballos con la idea de energía controlada, las fuerzas del carácter firmemente sujetadas.

En esta bienaventuranza Jesús desafía y enfrenta los principios aceptados por el mundo de su época y de la nuestra. “ Reclama tus derechos”, fue la actitud prevaleciente; o como lo expresara Nietzsche: “Hazte valer. El mundo es tuyo si lo puedes tomar”. Jesús rechaza esto y dice: “ ¡El mundo es tuyo si renuncias a el ! Es el manso, no el agresivo, quien hereda la tierra”. La persona mansa nunca cederá si esta en juego un principio, pero tendrá la fortaleza de ceder cuando se trate puramente de ventaja persona. Si ve una oportunidad de promover los intereses del Maestro, se someterá a lo que otros le impongan. Si es herido no buscara venganza, si es insultado no amenazara, cuando es traicionado no responderá de la misma manera, y si es tratado injustamente no se desquitara. Es muy evidente que la gracia de la mansedumbre es una flor exótica y rara, extraña a este mundo sucio y oscuro en el que vivimos.


ASPIRACION ESPIRITUAL. Bienaventurados los que tienen hambre

y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Hay quienes entienden esto como si se tratara de los que sufren opresión, violencia o cualquier otra injusticia, y relatan su causa a Dios, con plena confianza que, a su tiempo, serán vindicados. Pero el tenor general de las bienaventuranzas

va muy por encima de las vindicaciones sociales. La palabra justicia tiene aquí su sentido espiritual mas elevado, hasta comportar en si la mayor de las bendiciones; la rectitud moral y espiritual en la presencia de Dios; tener interés en Cristo, en su gracia, en sus promesas, en la santidad; todo esto es justicia. Esta justicia se da a los que tienen hambre y sed de ella, por medio de la justicia de Cristo, sin precio y sin dinero (v Is.55:1 ss.). El hambre y la sed son apetitos que retornan constantemente y piden nueva satisfacción. Cuando deseamos profundamente ser semejantes a Cristo con tal intensidad que excluimos todo interés secundario, estamos bien encaminados hacia la satisfacción.


COMPASIVO DE ESPIRITUAL. “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzaran misericordia”. La justicia puede ser fría, rígida e insensible, y por eso en esta bienaventuranza Jesús habla de la bendición del compasivo. La misericordia puede ser otorgada solamente a quienes no la merecen. Si fuera meritoria, no seria misericordia sino simple justicia. A la luz de esto, seria de mucho provecho revisar nuestras propias actitudes y acciones para ver si realmente somos muy misericordiosos. Como la mansedumbre, la misericordia es específicamente una gracia cristiana muy poco vista entre no-cristianos y que, por cierto, escasea lamentablemente también entre cristianos. Nuestras naturalezas caídas están mas predispuestas a la critica y a la venganza que a la misericordia. No solo debemos soportar con paciencia nuestras propias aflicciones, sino que hemos de simpatizar cristianamente con las aflicciones de nuestros hermanos. La emoción debe pasar de ser una emoción estéril a un acto compasivo. En esta frase: dichosos los misericordiosos, queda incluida aquel dicho de Cristo que no se encuentra en los Evangelios: Mas felicidad hay en dar que en recibir (Hechos 20:35). Hay que consolar al atribulado (Job 6:14), vistiéndonos de entrañable misericordia (Col 3:12), Hemos de sentir compasión de las almas de nuestros prójimos, y tratar de ayudarles, tener lastima de los ignorantes, e instruirles; de los descuidados y amonestarles; de los que se encuentran habitualmente en pecado, arrebatándolos del fuego (Jud. v 23).


PURO DE CORAZON. “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”. En la pureza de corazón encontramos el carácter del creyente. El verdadero cristianismo esta en el corazón, en la pureza del corazón. (Salmo 51:10) Esta beatifica visión esta reservada solo para los de corazón puro, pues, “sin santidad nadie vera al Señor”. La revelación de Dios no es concedida al intelecto brillante, salvo que esta cualidad vaya acompañada de un corazón puro. La limpieza de corazón produce claridad de visión. El pecado empaña el corazón de manera tal que Dios se torna invisible. La palabra “puro” incluye la idea de algo “sin aleaciones, no adulterado”. Sinceridad o integridad, sencillez, entero en una sola dirección. El oro puro no tiene aleaciones, ni tampoco el lino puro tiene fallas. A través de todo el Sermón, Jesús en forma consecuente desecha la pureza externa y religiosa de los fariseos e insiste en la pureza interior. “Ahora bien, vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera del vaso y del plato y por dentro estáis llenos de rapacidad y de maldad. Necios, ¿el que hizo lo de fuera, no hizo también lo de adentro. (Lc 11:39,40). Cuando Cristo, la fuente de toda pureza, habita en nuestros corazones y nos comunica su propia pureza por medio del Espíritu Santo, ya no resulta imposible mantener el corazón puro, y la visión de Dios no es un espejismo imposible.


MINISTERIO RECONCILIADOR. “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. La sabiduría que es de lo alto es primero pura, después pacifica (Stg. 3:17) Nuestro Señor afirma aquí que la verdadera felicidad esta en los que crean armonía, que reconcilian a los que están distanciados, en cuya presencia sanadora las tensiones y discordias dan lugar a la armonía y a la paz. Con frecuencia esta bienaventuranza es mal interpretada y su verdadero significado pasado por alto. No dice: “Bienaventurados los que aman la paz”, los placidos, los pacifistas. Porque para el ciudadano del reino de justicia no puede haber tal cosa como paz que coexista con maldad. Hay una falsa paz que Cristo vino a destruir. Promover la paz es una tarea que pocas veces es agradecida. Quienes se atreven a impedir una refriega suelen recibir golpes de ambas partes; con todo, es un servicio excelente y debemos estar dispuestos generosamente a prestarlo. Hay una tremenda diferencia entre mantener la paz en forma pasiva y en procurarla activamente. Jesús no tiene aquí en mente una virtud pasiva sino una actividad dedicada. “Serán llamados hijos de Dios.” Esto se refiere a reputación, no a herencia. Serán conocidos por su parecido con su Padre Celestial.


LEALTAD INCONMOVIBLE. “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos”. Esta es la mayor paradoja de todas, y exclusiva del cristianismo. El mundo tiene por felices a los que gozan y son seguidos; Cristo tiene por felices a los que padecen y son perseguidos. En nuestro trabajo para el Cristo podemos llegar a sufrir insultos y hasta injurias, pero aun esto acarreara su cuota de bendición. Por supuesto no hay ninguna bendición en la injuria o en la persecución en sì: en cambio, la hay en su fruto y en su recompensa. Jesús dejo bien claro, sin embargo, que no todas las persecuciones o injurias traerían bendición, al estipular tres condiciones para esta bienaventuranza. Debían ser a causa “de justicia” (v. 10), porque la persona haría lo justo sin importarle el costo. Algunas veces los cristianos son injuriados por su falta de tacto y sus posiciones extremas o por un andar incoherente. Las injurias debían “ser falsas” (v.11). No debe haber causa verdadera para el reproche en la vida y testimonio del discípulo. No debe provenir de su propio pecado o error. Debían ser por causa “de Cristo” (v. 12), surgiendo de la inherente lealtad del discípulo a su Señor y Rey. El maltrato que recibamos como consecuencia de nuestro amor por Cristo y del celo por la extensión de su Reino, tendra su propia recompensa. “ Grande es vuestro galardón en los cielos”.

TAREA. Leer y meditar numerosas veces Mateo capitulo 5 vv. 13 – 16

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