II.-1.4.-Causas de La Derrota Alemana

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FACTORES DE LA DERROTA ALEMANA Y DE LAS POTENCIAS CENTRALES Errores estratégicos, políticos, militares

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FACTORES DE LA DERROTA ALEMANA Y

DE LAS POTENCIAS CENTRALES

Errores estratégicos, políticos, militares

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Error: abandono del equilibrio bismarckianoEl Reich no solo se lanzó a la hostilidad evitada con tanto

esmero por el “canciller de hierro”, sino a una guerra que no podía ganar. Los alemanes tenían dos grandes metas:

1º.-alcanzar la hegemonía en el Continente, y

2º.-a escala mundial.

En el primer caso tendría que enfrentarse con Francia y Rusia, y en el segundo con Inglaterra.

Pero Alemania no podía hacer frente a las tres potencias a la vez –en una misma guerra-, aunque, bien es cierto que existían posibilidades de victoria si luchaba primero por un objetivo y después por el otro. Pues bien, Alemania pretendió ambos objetivos a la vez.

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Alemania tenía dos guerras

a) una contra Rusia y Francia por la hegemonía continental

b) otra contra Inglaterra por la hegemonía mundial.

Alemania estaba obligada a separar ambas cosas y romper la Entente. Y esto segundo casi lo consiguió.

El II Reich estuvo muy cerca de conseguir mantener al margen de la guerra a Inglaterra, pero sus errores lo impidieron.A Inglaterra no le interesaba poner en peligro su mastodóntica y frágil estructura comercial, y al II Reich no se le pasaba por la cabeza enfrentarse a tal potencial naval al tiempo que desarrollaba una guerra con Francia y Rusia. Por tanto, el enfrentamiento entre Austria y Serbia podía arrastrar al campo de batalla a alemanes, rusos y franceses, pero no tenía porque dar pie a la entrada de Inglaterra.

Es más, al tratarse básicamente de una guerra en la Europa oriental, la situación de Francia era más que comprometida.

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Resultaba impensable que los ejércitos franceses se plantaran en los Balcanes; la única misión de los franceses en la conflagración que estaba por venir era atacar a Alemania por su frontera occidental.

¿Cuándo intervendría Gran Bretaña?

A menos que se produjera una invasión alemana del territorio francés, Inglaterra estaba dispuesta a mantenerse al margen del conflicto.

Es decir, el Imperio Alemán debía contentarse con una guerra oriental, limitándose solo a defenderse en el oeste de los ataques franceses.

Por tanto, se le presentaba a Alemania la posibilidad, no solo de mantener la neutralidad británica, sino también de mostrar al mundo como Francia se había apuntado –fruto de su revanchismo- a una guerra a la que no había sido invitada y en la que no tenía nada que hacer.

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Error: primacía de los militares sobre los políticosEn los primeros días de la guerra los militares tomaron el control de las operaciones en Alemania, fijando entre sus

prioridades la materialización del Plan Schlieffen.

Este contemplaba la invasión de Francia atravesando Bélgica y Luxemburgo con el fin de evitar las líneas defensivas francesas.

Así quedaba desbaratada y anulada toda la acción diplomática germana con Inglaterra. Este acto no solo significaba la renuncia a un conflicto solamente oriental, sino que suponía una acción hostil hacia dos países que se habían manifestado neutrales ante la lucha que se avecinaba.

A esto hemos de añadir el compromiso del Imperio Británico para con estas dos naciones europeas en peligro.

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Los militares alemanes con sus tácticas y envolventes lograron lo que con tanto esmero habían procurado evitar los

políticos: la entrada de Inglaterra en la guerra.

Ese fue el segundo error del II Reich: ante la posibilidad de dejar fuera de combate a una gran potencia, Francia, el plan prefería arrastrar hacia el conflicto con toda seguridad a otra más fuerte, Inglaterra.

De esta manera, aún logrando un rotundo éxito en el frente francés –que como sabemos no se produjo-, la situación de Alemania en la Gran Guerra había empeorado.

Hoy sabemos que las cosas hubieran sido muy distintas si los

dirigentes del II Reich se hubieran inclinado por un conflicto oriental. Los hechos demostraron en esos años de lucha que Alemania estaba más que capacitada para defenderse de Francia en el oeste y resultar victoriosa en el frente este; sin embargo, la elección fue otra.

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Error: no percibir la realidad, no darse cuenta de que la victoria era imposible.Tras el fracaso del Plan Schlieffen, y con los británicos como enemigos, la guerra estaba perdida.

A los germanos solo les quedaba llegar una paz entre iguales que les permitiera salir de ese conflicto sin demasiados daños que lamentar.

Los dirigentes del Imperio Alemán tuvieron a lo largo de cuatro años varias ocasiones para firmar esa paz “sin vencedores ni vencidos” que tanto le convenía a su nación; sin embargo, rechazaron, una tras otra, las posibilidades que se

les presentaban. Para el II Reich solo valía la victoria, y esta era imposible.

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Error: la guerra submarinaCon la guerra submarina sin cuartel Alemania cometió por segunda vez el mismo error, sólo que de mayor envergadura,

que el que había supuesto el plan Schlieffen. De nuevo estuvo dispuesta a aceptar un mal seguro a cambio de una mera expectativa de obtener un beneficio incierto.

La entrada del Imperio Británico en el conflicto fue fruto del empecinamiento alemán por derrotar más fácilmente a Francia ignorando la neutralidad belga. De la misma manera, tratar de someter a los ingleses por medio del empleo masivo de fuerzas

submarinas iba a provocar que los EE.UU. declarasen la guerra al II Reich.

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Se repetía la misma situación: con el fin de derrotar a un enemigo se asume el riesgo de provocar –con total seguridad- la animadversión de otra potencia mayor.

Si a esto añadimos que, como sucedió tanto en el caso francés como en el británico, el tan ansiado objetivo de dejar fuera de combate a un enemigo puede no cumplirse, el desastre es aún mayor.

A causa de esta política El Imperio Alemán introdujo a Inglaterra y los EE.UU. en la Gran Guerra, y a cambio no consiguió nada: de dos contrincantes (Francia y Rusia) pasó a tener cuatro. Máxime conociendo que la posición de los EE.UU. en 1917 era bastante más clara que la del Imperio Británico en 1914: los americanos manifestaron repetidamente que en caso de guerra submarina declararían la guerra a Alemania, afirmación que nunca fue pronunciada en Londres cuando se planteo la cuestión belga. La entrada de Inglaterra en la Gran Guerra era una posibilidad; la de los Estados Unidos era segura.

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¿Cómo llegaron los alemanes a convencerse de que la guerra submarina sin cuartel era la mejor manera para ganar la guerra?

Alemania había renunciado a toda paz que no supusiera una victoria total.

De esta manera, es lógico llegar a la conclusión de que solo ahogando el comercio marítimo británico se podía llegar a tal meta. Una vez conseguido ese objetivo el II Reich confiaba en poder mantener a los americanos lejos de Europa mediante un cordón submarino en el Atlántico.

Sin embargo, aunque estuvieron cerca provocar el colapso de la flota inglesa, los alemanes no llegaron nunca a controlar los océanos.

Sus enemigos, duramente golpeados por el impacto inicial de la guerra submarina sin cuartel, fueron poco a poco encontrando revulsivos ante el acoso germánico. De esta forma, las islas británicas nunca quedaron aisladas, y los americanos pudieron cruzar el Atlántico y luchar en suelo francés con el fin de derrotar a Alemania.

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Error: favorecer y alentar la revolución bolchevique

La bolchevización de Rusia fue consecuencia de una política consciente, muy meditada y lograda por parte de la Alemania imperial durante la Primera Guerra Mundial. El II Reich se alió con todos sus fantasmas con el fin de acabar con la guerra en dos frentes.

No obstante, Alemania no buscaba tan solo firmar una paz por separado con la Rusia revolucionaria para poder volcarse en el frente occidental. La política germana esperaba que, tras el triunfo de Lenin, el antiguo imperio zarista quedase sumido en el caos: consideraban a los bolcheviques incapaces para la labor de gobierno. El II Reich trasladó al líder revolucionario de Suiza a Rusia con el fin de borrar a esta nación de la lista de grandes potencias durante mucho tiempo. La Historia ha demostrado que el efecto fue el contrario.

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Error: no utilizar todas sus fuerzas en el frente occidentalCon la paz de Brest-Litovsk, Alemania podía, por fin, combatir en un solo frente: el occidental.

El II Reich debía haber apostado todo a la única carta que le quedaba para lograr la victoria o, al menos, una paz honrosa. Tenía que utilizar todo su poderío en el oeste para dar un golpe definitivo antes de que los americanos desembarcaran con todo su potencial en el Viejo Continente. Sin embargo, los líderes alemanes, no supieron aprovecharlo.

El fallo que cometió Alemania en el invierno de 1917-1918 y la primavera de 1918 fue no arriesgarlo todo a esa oportunidad. Si realmente se hubiese querido aprovechar aquella posibilidad inesperada, surgida una vez más en el último instante, de lograr una victoria militar en el oeste (una posibilidad desesperada, escasa, y terriblemente efímera), Alemania debería haber volcado todo, absolutamente todo lo que tenía en ese momento al frente oeste.

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El Imperio Alemán volvió a huir de la realidad al no aprovechar todo su potencial oriental en el oeste. Mientras medio ejército del II Reich preparaba la última y desesperada ofensiva occidental, la otra mitad de sus efectivos se lanzaba a la aventura asiática. Si, los alemanes nunca penetraron tanto en Rusia –un país ya derrotado- como en esos meses en los que perdía la guerra en territorio francés.

El II Reich estuvo muy cerca de derrotar a sus enemigos en el frente occidental con aquella ofensiva de 1918; le faltó tan solo un último empujón. Pero ese impulso estaba dedicado a una gran e inútil aventura: un juego oriental en el que incluso se permitieron el lujo de intervenir en la guerra civil rusa a favor de los blancos.