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1 IGLESIA METODISTA DE CHILE PRIMERA IGLESIA METODISTA DE SANTIAGO Modulo II FE CRISTIANA (el credo apostólico en diálogo con la teología wesleyana) Compilador: Pbro. Pedro Correa M. Santiago, Abril de 2009 T A L L E R FORMACIÓN DE LAICOS

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IGLESIA METODISTA DE CHILE

PRIMERA IGLESIA METODISTA DE SANTIAGO

Modulo II

FE CRISTIANA

(el credo apostólico en diálogo con la teología wesleyana)

Compilador:

Pbro. Pedro Correa M.

Santiago, Abril de 2009

T A L L E R

FORMACIÓN DE LAICOS

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Introducción

Después del canon del Nuevo Testamento, el Credo Apostólico es considerado

el segundo gran dogma (enseñanza) de la Iglesia primitiva. El Credo surgió a

mediados del siglo II en la iglesia de Roma y su formulación inicial era bastante

más resumida que la versión que ha llegado hasta nosotros. Desde fines del

siglo II en occidente se divulgó y aceptó el Credo que normalmente recitamos:

Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra.

Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido

por el Espíritu Santo; nació de la virgen María; padeció bajo el poder de

Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los

infiernos, al tercer día resucito de entre los muertos; subió a los cielos, y

está sentado a la diestra de Dios Padre todopoderoso, y desde allí ha de

venir a juzgar a los vinos y a los muertos.

Creo en el Espíritu Santo; la santa iglesia cristiana; la comunión de

los santos; la remisión de los pecados; la resurrección de la carne; y la

vida perdurable. Amén.

Credo in deum patrem omnipotentem.

Et in Christum Jesum filium eius unicum, dominum nostrum, que

natus est de spiritu sancto et Maria virgine, que sub Pontio Pilato

crucifixus est et sepultus, tertia die resurrexit e mortius, ascendit in

coelos, sedet ad dexteram patris, unde venturus est indicare vivos et

mortuos.

Et in spiritum sanctum, sanctam ecclesiam, remissionem

peccatorum, carnis resurrectionem.

Para realizar la aproximación y comentarios sobre este símbolo de la fe

cristiana, se ocupará como base un resumen literal de algunos párrafos

selectos, tomados de la siguiente bibliografía:

3

ALTMANN, Walter (org.). Nuestra fe y sus razones; el credo apostólico:

historia, mensaje, actualidad. Quito, Consejo Latinoamericano de

Iglesias, 2005. 193pp.

OBRAS DE WESLEY. Edición auspiciada por Wesley Heritage

Foundation, Inc. (version electrónica).

RUNYON, Theodore. La nueva creación; la teología de Juan Wesley

para hoy. Nachville, Abingdon Press, 2006. 308pp.

El autor de esta compilación también agrega algunos comentarios personales,

especialmente antes de citar las Obras de Wesley. Sin embargo, por la forma

en que se produce el material, el texto tiene absolutamente un carácter de

“material de trabajo o de apoyo – circulación restringida”, excluyendo toda

posibilidad de publicación formal. Todo ello en virtud del respeto y

reconocimiento de los derechos de autor.

Con todo, se espera que el material pueda contribuir a importantes discusiones

grupales, teniendo como base: la experiencia de fe de cada persona, la

Sagrada Escritura y el propio cuerpo de Doctrinas que la iglesia tenga. En

función de ello, las reflexiones en torno al Credo nos pueden otorgar nuevos

horizontes en la reflexión, expresión y práctica de nuestra fe en todo tiempo.

Pedro Correa M.

Febrero de 2009.-

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ARTICULO I:

Creo en Dios Padre, Todopoderoso

A Dios nadie le vio jamás (Juan 1:18). Pareciera ser que es el primer obstáculo

para la fe, a saber: la falta de pruebas. Muchos de los que niegan a Dios

fundan sus premisas en esta realidad, la mente moderna quiere tener

evidencias de todo, quiere comprobarlo todo. Solo parece real lo que cabe

dentro de los límites de nuestra razón, lo que es avalado por nuestros sentidos.

La propia escritura nos confirma la realidad especial que cubre la majestad de

Dios. Dios es invisible y ese es un aspecto de su santidad. Su majestad no

permite la aproximación irreverente. Moisés debe sacarse las sandalias y

permanecer a distancia al querer investigar el enigma de la zarza ardiente

(Éxodo 3:5). Pero aun así, las personas no quedan sin el conocimiento de Dios,

pues Dios se revela. El salmo 19:1 dice “los cielos proclaman la gloria de

Dios….”. Dios busca la manera de dar a conocer su nombre, el problema es

que el ser humano no está dispuesto a poner atención, así lo declara Pablo en

Romanos 1: 21 y 25.

Cuando Jesús realiza su ministerio terrenal, él nos enseñó a referirnos a Dios

de un modo bien particular, según el mismo se relacionaba con Dios. Jesús

llamaba a Dios “mi Padre” (Mateo 10:32; Lucas 2:39). A partir de esto mismo

todos los que creen pueden clamar Abba Padre (Romanos 8:15). Aplicado a

Dios, el concepto Padre es una metáfora.

En el caso de Dios el poder está asociado con su amor. A diferencia de cómo

los seres humanos hacemos gala de que tenemos poder. Jesús es quien

escandaliza por su misericordia:

Dios es todopoderoso en su amor, Romanos 5:8 dice que aunque

éramos pecadores Cristo murió por nosotros.

Dios es todopoderoso por resucitar a los muertos. 1 Corintios 6:14. Al

final de la historia está Dios, consumando su reino, así como está en el

comienzo. Es o que declara Apocalipsis 1:8.

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La fe cristiana es fe en este Dios cuyo amor es más fuerte que el pecado, y

cuyo poder aniquila a la muerte. ¿Dónde está este Dios. El autor del Salmo 139

anticipa la respuesta: “Si subiere a los cielos allí estás tú. Y si en el Seol hiciere

mi estrado, he aquí. Allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el

extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra” (vv. 8-10).

Creador de los cielos y de la tierra

Reconocemos que una de las preguntas fundamentales del ser humano de

todos los tiempos tiene que ver con el origen de la vida, del mundo, de la

creación, en fin: de todas las cosas. Es simplemente otra forma de

preguntarnos “de donde venimos” y “para donde vamos”. En la tradición Judía

tenemos dos relatos de la creación: en Génesis 2, Dios forma a Adán a partir

del barro y le da la vida, después crea un jardín como su hábitat. En Génesis 1,

Dios crea al mundo en seis días y descansa en el séptimo. Lo que tienen en

común los relatos es que en ambos se afirma el poder creador de Dios.

El relato bíblico más antiguo es Génesis 2:4b-25, escrito alrededor del siglo X

AC. El relato muestra que el primer ser humano fue creado por Dios (Adán),

después Dios plantó un jardín, y posteriormente creó a la mujer. El hombre solo

existe cuando hay una mujer, antes de esto hay un ser humano genérico.

También se incluye acá la imposición de limites (no poder comer del árbol del

conocimiento, del bien y del mal).

En Génesis 1:1-2:4a, se afirma que Dios llamó al mundo a su existencia a

través de su palabra. Lo hizo a partir de la nada. Ordenando el caos inicial. En

este texto la creación es un proceso en donde Dios ordena el caos existente. El

relato fue escrito alrededor del siglo VI a. C, en el exilio, contra las potestades

de Babilonia, cuyas divinidades eran identificadas como astros-rey. Dios es la

fuente continua de vida, que creó en el principio y que continúa creando a

través de su creación (Salmo 104: 2-4; Colosenses 1: 15ss.).

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Entre las enseñanzas que obtenemos de estos relatos pueden estar: a) el

hecho de que el ser humano sea creado a la imagen de Dios no lo vuelve

divino, hay una diferencia entre creador y criatura. La finitud es entonces una

característica de todas las cosas creadas, incluyendo a los seres humanos. b)

la creación es continua, el poder constante de Dios mantiene y re nueva la

creación. Desde el principio y hasta la eternidad, el mundo depende de Dios

para su existencia. c) Dios da al ser humano la capacidad y el potencial para la

libertad, que puede ser usada para el bien o para el mal, para la aproximación

o para el distanciamiento de Dios. El ser humano es creado a imagen y

semejanza de Dios, pero no es igual a Dios. Por esto, por su propia razón o

fuerza no puede llagar a Dios. d) La creación es testimonio del amor de Dios. Si

Dios crea a partir de la nada, es una señal que en las manos de Dios lo

imposible se vuelve posible.

La humanidad es responsable, en gran parte, por el deterioro de la creación por

causa de su sed de riqueza y de acumulación. Este tipo de actitud requiere

arrepentimiento y cambio. El reconocimiento de Dios, como creador, implica la

valoración de la creación, como señal de la presencia de Dios en el mundo.

Los dos actos más grandes de Dios, algunos los han resumido en el acto de la

creación y en el acto de la redención. Creación por tanto sería parte de la

historia de la salvación.

De la tradición wesleyana:

En sus obras, John Wesley expresó conceptos muy amplios y claros sobre el

Dios Creador. Para Wesley, esta no es una referencia del pasado, tiene un

sentido de futuro, la acción de Dios en la creación tiene un sentido teleológico,

apunta a un fin. Esta meta hacia la cual apunta Dios es doble, por un lado

tienen implicancias para con la misma creación, en cuanto orden natural, y

también tienen consecuencias respecto del nuevo estado que tendrán los seres

humanos.

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En su teología, directamente Wesley alude a una creación continua, es decir, a

la acción de un Dios que no cesa de intervenir en aquello a lo cual él le dio

origen. Dios es quien no descansará hasta llevar las cosas a su consumación,

en donde se tendrán que revelar imágenes como las que él describe en su

Sermón “La nueva Creación”:

“Seguidamente echemos una mirada a los cambios que razonablemente

podemos suponer que tendrán lugar en la tierra. No será presa de frío intenso,

ni será quemada por el extremo calor, sino que tendrá la temperatura exacta

que le permita su mayor capacidad productiva. Si Dios, en el pasado, para

castigar a sus habitantes ordenó a sus ángeles inclinar el globo en oblicua

posición»,26 provocando de este modo frío intenso en una parte, e intenso calor

en la otra, indudablemente luego ordenará colocarlo en su posición original. Así

pondrá fin, por una parte, al calor abrasador que hace prácticamente

inhabitables algunas regiones del planeta, y por la otra, a «la furia de Arctos, y

las heladas eternas».27”

(Tomado de Obras de Wesley, versión electrónica, tomo 3, Pág. 409).

Los seres humanos también serán afectados en esta renovación de todas las

cosas, en la consumación de todo. El concepto de Wesley, absolutamente

incluyente, deja lugar para un nuevo orden natural, pero simultáneamente para

la renovación plena de los propios seres humanos. Los cielos nuevos y la tierra

nueva, ofrecen un lugar especial a los seres humanos en este nuevo orden que

producirá Dios. Así lo expresa el propio Wesley:

“18. Pero lo más glorioso de todo será el cambio experimentado por los seres

humanos, pobres y desdichados pecadores. Estos gozaban en muchos

aspectos de una posición más encumbrada y, por lo tanto, durante su caída,

llegaron mucho más bajo que cualquier otro ser creado. Pero escucharán una

gran voz del cielo que les dirá: «He aquí el tabernáculo de Dios con los

hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará

con ellos como su Dios». A partir de lo cual surgirá un estado de total santidad

y felicidad, muy superior al que disfrutó Adán en el paraíso. ¡Con cuánta

belleza y afecto lo describe el apóstol! Dios enjugará toda lagrima de los ojos

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de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque

las primeras cosas pasaron.37 Como no existirá la muerte, ni el dolor o la

enfermedad que la preceden; como no habrá más sufrimiento o separación de

nuestros amigos, tampoco existirán la pena y el llanto. Pero habrá una

liberación mayor aún: la inexistencia del pecado. Y coronándolo todo, una

profunda, íntima y permanente comunión con Dios, y una constante comunión

con el Padre y su hijo Jesucristo, mediante el Espíritu. ¡Disfrutar continuamente

de la presencia del Dios Trino y de todas sus criaturas! 35 Is.”

(Tomado de Obras de Wesley, versión electrónica, tomo 3, Pág. 412).

PREGUNTAS DE REPASO Y DISCUSIÓN EN GRUPO

La afirmación “Credo” involucra no necesitar pruebas

irrefutables para creer, sin embargo como cristianos nos

sumamos a esta sociedad que todo espera vivirlo, incluso las

letras de una gran cantidad de alabanzas en nuestras

congregaciones dicen:

“Quiero vivir pegado a ti mi amigo”, “yo te busco te anhelo, te

necesito más que a mi ser”, “yo quiero verte” “Te veo en mis

sueños siento tu abrazo veo tus manos tapando el sol” (Jesús

Adrián Romero – Cantante Cristiano)

1.- ¿Qué significa para Ud. CONFESAR? ¿Está de acuerdo con

que la mayoría de las comunidades de fe deben tener algo en

común?

2.- ¿Cuál es el objetivo de mantener UNA confesión de fe?

3.- ¿Su propia comunidad de fe, promueve esta confesión con

otras comunidades cristianas, que lo hace a Ud. estar de

acuerdo?

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ARTICULO II:

Creo en Jesucristo, su Hijo Unigénito

El centro de esta confesión tiene como trasfondo la cruz y la resurrección y

está presente en la tradición paulina (1 Corintios 15: 3-8).

Los nombres y funciones de Jesús nos ayudan a conocer quién es él. El fue

llamado de profeta (Juan 4: 19), Maestro (Marcos 5: 35), Sumo Sacerdote

(Hebreos 3:1), Supremo Pastor (1 Pedro 5:4), Pastor de las ovejas (Hebreos

13:20), Rey (Juan 18:37), Defensor (1 Juan 2:1), Príncipe (Hechos 5:31),

Salvador (Filipenses 3:20). También le fueron atribuidas varias funciones: Juez

(2 Corintios 5:10), Redentor (Romanos 3:24), Pacificador (Romanos 5:1). Fue

llamado “nuestra vida” (Colosenses 3:4), “poder y sabiduría de Dios” (1

Corintios 1:24), “las primicias de los que duermen” (1 Corintios 15:20).

La expresión “Jesús, es el Cristo” está presente en la confesión de Pedro en

Cesarea de Filipo (Marcos 8:29) y se une a su predicación en el día de

Pentecostés (Hechos 2:36). Jesús es identificado como el Mesías prometido a

Israel.

Bajo Rey, Sumo Sacerdote y Profeta, fue concebida y resumida la rica variedad

de funciones y títulos atribuidos a Jesús. Lo que no se puede olvidar, sin

embargo, es que como Profeta Jesús no era equivalente a los antiguos, que

únicamente proclamaban la palabra, sino que él mismo en persona, era la

Palabra. Como Sumo Sacerdote, no sacrificó vidas ajenas, sino su propia vida.

Como Rey, no reinaba, sino servia. O sea, el triple ministerio de Jesucristo solo

es bien comprendido en la perspectiva del cumplimiento de la promesa.

En Jesucristo, Dios se nos revela, pero también se nos oculta. Jesús no es el

Padre. Esto quiere decir que en Jesucristo, la esencia de Dios no se revela

completamente a nosotros, parte de ella permanece oculta. La revelación de

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Dios en Jesucristo no elimina los misterios del Dios escondido, oculto para

nosotros. Lutero lo expresó así:

“Por tanto, en la medida en que Dios se oculta y quiere ser ignorado por

nosotros, él no nos importa en absoluto. Que –la temeridad humana- se ocupe,

al contrario, con el Dios encarnado o (como dice Pablo) con Jesús crucificado,

en el cual están todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento, pero

escondidos (Colosenses 2:3); pues por medio de éste ella posea

abundantemente lo que debe saber y lo que no debe saber.”

Confesar “Creo en Jesucristo, Hijo unigénito de Dios” quiere decir actuar,

sentir, y hablar en el sentido de que Cristo sea realmente Cristo: “Es necesario

predicar con el objetivo de que sea promovida la fe en él, para que él no sea

sólo el Cristo, sino que sea el Cristo para ti y para mi, y opere en nosotros lo

que de él se dice y como él es denominado” (Lutero).

Concebido por el Espíritu Santo, nació de la Virgen María

Las principales fuentes de esta parte del Credo son los evangelios de Mateo

(1:18-25) y Lucas (1: 26-38). En Mateo (1:23) se hace referencia al libro del

profeta Isaías (7:14): “Una virgen concebirá y dará a luz un hijo y llamaras su

nombre Emanuel (que significa Dios con nosotros)”. Aquí, el evangelista usó

una antigua traducción griega del Antiguo Testamento, el término “virgen” en el

texto hebreo original significa simplemente “mujer joven”.

Jesús es verdaderamente humano. El viene de abajo. María, su madre, es

mujer del pueblo. La genealogía de Jesús (Mateo 1:1-17) incluye mujeres cuyo

testimonio en el AT, no puede ser imputable entre los más favorables: Tamar,

Rahab, Rut, Betsabé, la mujer de Urías. Por otro lado, las historias de la

infancia de Jesús, mezclan impresiones y anhelos de toda la humanidad. La

Biblia relata acerca de la acción milagrosa de Dios, en el nacimiento de Isaac

(Génesis 18), Sansón (Juan 13), 1ª Samuel 1:1ss y Juan Bautista (Lucas 1).

Cuando las mujeres dieron a luz, a pesar de tener avanzada edad y ser

estériles, queda claro que el niño por el cual Dios auxiliará a su pueblo, no es

fruto de un proyecto humano, sino una dádiva concebida por El en forma

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especial. Las descripciones de los llamados profetas también dejan eso claro:

“El Señor me llamó desde el vientre; desde las entrañas de mi madre tuvo mi

nombre en memoria…” (Isaías 49:1; ver también Jeremías 1:5ss y Gálatas

1:15). Jesús sigue esa trayectoria. En él reposan los anhelos de la humanidad,

sus esperanzas por un libertador y Auxiliador. Solo que el nacimiento virginal

de Jesús va más allá del caso de los profetas. Por medio de su Espíritu, en la

misma medida con que creó el mundo (Génesis 1), Dios promueve en Cristo

una reiniciación de su relación con la humanidad. En Jesús, Dios se une con el

ser humano. Así como dicen que es verdaderamente humano, confesando

nació de la Virgen María, de la misma forma las personas cristianas confiesas

que es verdadero Dios, cuando dicen el cual fue concebido por el Espíritu

Santo. Jesús no viene solo de abajo; el también viene de arriba.

Esta afirmación no significa que el Espíritu Santo sea, por así decirlo, el padre

de Jesucristo. En verdad, lo que ella quiere decir es que Jesucristo no tiene

padre. El no fue engendrado de la misma manera que una existencia humana,

porque la existencia de Jesús tiene su comienzo en la libertad del propio Dios.

En esa libertad, el Padre y el Hijo, juntamente con el Espíritu Santo, son un

solo en amor.

¿Qué es lo que confesamos y lo que no confesamos al decir “Jesucristo nació

de la Virgen María”?

La confesión del nacimiento virginal quiere afirmar el misterio del nacimiento de

Jesucristo, el Hijo de Dos. No se prueba que Jesucristo es Hijo de Dios, pero

se cree en eso. El objetivo del credo no es el de comprobar a quien no cree el

origen divino de Jesucristo, sino simplemente confesar lo que se cree.

La intención de afirmar el nacimiento virginal de Jesús, es explicar el titulo de

Hijo de Dios a él concedido. Las primeras personas cristianas, al hablar del

nacimiento virginal, querían ofrecer una interpretación de la filiación divina de

Jesús y situarla en la pre-existencia de Jesús. El no se convierte en Hijo de

Dios cuando es bautizado por Juan Bautista o en la resurrección; Jesús es el

Hijo de Dios desde el comienzo.

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(El lugar de María ha sido controvertido en la historia de la Iglesia,

particularmente cuando se ha llegado por parte de algunas tradiciones a

promover la veneración y el culto…..a este respecto es útil considerar el párrafo

siguiente):

La veneración a María es muy antigua, tanto como la afirmación del nacimiento

virginal de Jesús. En el Concilio Ecuménico de Efeso, en el año 431, se aceptó

oficialmente el titulo de “Madre de Dios” para María. Se construyen Templos y

se realizaban fiestas especiales para ella. Se crearon oraciones de intercesión

como, por ejemplo, el “Ave María”. Se acogió la convicción de que María había

permanecido perpetuamente virgen. Principalmente en las iglesias ortodoxas y

en el catolicismo romano se avanzó en la veneración y en las doctrinas

relativas a María. En 1854, el Papa Pío IX proclamó como dogma la

Inmaculada Concepción (desde su concepción María estuvo exenta de pecado

original por haber sido elegida para ser madre del Hijo de Dios) y Pío XII, en

1950, proclamó la Asunción de la Virgen (la elevación del cuerpo de María al

cielo, sin pasar por la muerte).

Padeció bajo Poncio Pilatos

En el Credo, la referencia a Poncio Pilatos señala su inserción en nuestro

mundo. Dios asume concretamente un espacio y un tiempo definidos. El

evangelio de Lucas lo describe de la siguiente manera: “En el año

decimoquinto del imperio de Tiberio Cesar, siendo gobernador de Judea Poncio

Pilatos vino Palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto” (Lucas

3:1-2).

La Teología latinoamericana de los últimos tiempos ha acentuado la

importancia del “Jesús histórico” y de que pensemos en Dios concretamente a

partir de él. Lo que es también, sin duda, la afirmación de un punto central de la

reforma del siglo XVI.

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Por otro lado, esta circunstancia histórica de Dios no significa rechazo o

desprecio de otros espacios y otros tiempos. Al contrario, asumiendo un lugar

tan concreto y un tiempo tan definido, Dios nos muestra el patrón de su

presencia y actuación futura en el mundo. Palestina, como lugar concreto, se

convierte en paradigma de todos los lugares concretos. Los primeros años del

siglo I, irrepetibles, se vuelven paradigma de todos los tiempos concretos.

Si María y Pilatos representan dos posturas humanas ante la revelación de

Dios, podríamos decir, por otro lado, que en Pilatos y Jesús tenemos dos tipos

paradigmáticos de dos humanidades. En este sentido, Pilatos representa en el

Credo lo que el apóstol Pablo llama “primer Adán” (Romanos 5: 12-21). El

representa a la humanidad en su posición supuesta autonomía en relación a

Dios.

En Jesús tenemos el “Segundo Adán”. Su completa humanidad fue destacada,

más tarde, en los principales credos del cristianismo primitivo. O sea, él y

Pilatos parten de posiciones de igualdad, pero Jesús jamás cedió a la

tentación (Mateo 4: 1-11), y puede ser declarado retroactivamente como sin

pecado (Hebreos 4: 15).

El Credo en su conjunto, es una presentación concisa de la revelación de Dios

en el mundo. Al hacerlo, destaca la trinidad divina: Dios Padre, Hijo y Espíritu

Santo. Este es un punto fundamental en la fe cristiana. Sin embargo, su

correcto entendimiento estará siempre sujeto al riesgo de destacar tanto las

“personas” individuales de la Trinidad que se pierda un poco de vista su unidad

esencial. Se puede perder de vista que, cuando y donde hay una, las tres están

juntas e involucradas. Nada le sucede al Hijo que no le afecte, al mismo

tiempo, al Padre y al Espíritu Santo.

Esta perspectiva es muy importante para entender bien lo que paso en la

pasión y muerte de Jesús. No pocas veces hemos oído acerca del carácter

“cruel” de un Padre que deja morir a su Hijo de aquella forma, cuando no se

dice que lo entrega activamente para morir en esa forma. ¿Qué padre o madre

haría esto? ¿Qué padre o madre no moriría el mismo en lugar del hijo o de la

hija?

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Aquí, más que en cualquier otro caso, es importante no separar lo que Dios

une. Esto significa concretamente: la pasión y muerte de Jesús son pasión y

muerte de Dios. El no se queda lejos asistiendo cruel e impotentemente a la

muerte de su Hijo. El y el Hijo son tan “uno” que cuando el Hijo sufre es Dios

mismo quien sufre; cuando el Hijo muere, es Dios mismo quien muere.

PREGUNTAS DE REPASO Y DISCUSIÓN EN GRUPO

Crucificado, muerto y sepultado

No solo Jesús fue crucificado. Millares fueron las cruces que los romanos

levantaron en brutal represión de las amenazas de su imperio. Este suplicio,

extremadamente cruel y humillante, no podía ser aplicado a ciudadanos

romanos libres. Estaba reservado a esclavos y rebeldes políticos. Las

crucifixiones en masa ocurrían particularmente en el caso de revueltas de

esclavos, como aquella del 71 a.C., liderada por Espartaco. El propio Jesús fue

crucificado entre dos “malhechores”. Aun así, la fe cristiana atribuye un

significado singular, exactamente, a la muerte de esta victima. ¿Qué distingue

a Jesús de los demás crucificados, ayer y hoy?

1.- Ante tal afirmación,” Padeció bajo Poncio Pilatos” y

reconociendo nuestra naturaleza humana, Que sentido

tiene el sufrimiento del justo, (entiéndase Jesús) nos hace

pensar, rebelarnos, reaccionar. ¿Por qué los inocentes

sufren y mueren sin merecerlo?¿Considera estas situaciones

un castigo adelantado?

2.-En el marco regulador de valor del sufrimiento

¿Considera válida la predicación del apóstol Pablo en las

condiciones que lo hace?1ª Corintios 2:2ss.

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En el AT, pasajes como Isaías 53, además de muchos otros, hicieron ver la

muerte de Jesús, a la luz de las antiguas profecías. Los discípulos descubren

en la cruz un designio divino (1ª Corintios 15:3; Lucas 24:26; Hechos 3:18; etc).

Jesús crucificado, muerto y sepultado, a apareció a las mujeres, a los

discípulos y a muchas otras personas (Mateo 28: 9-17; Juan 20:1ss;

1ª Corintios 15:6). El muestra que está vivo. Resucitó de entre los muertos. Sin

la Pascua, la cruz de Jesús, así como toda su biografía, por más notable que

fuera, no pasaría de ser episodio insignificante.

La reflexión de la primera cristiandad desarrolló diversos paradigmas de

interpretaciones. El discurso del Nuevo Testamento es multiforme y rico en

expresiones.

a) La cruz podía ser vista como el típico martirio de un profeta, al que

Jesús mismo había aludido (Mateo 23:37; Lucas 13:33). Pero Jesús es

más que un profeta, y las dimensiones de su muerte se revelan como

más profundas.

b) “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” Este es el

testimonio de Juan Bautista, según el cuarto evangelio (Juan 1:29).

Jesús trajo el perdón, la expiación para los pecados (Romanos 3:25;

1ª Juan 2:2). El asumió la culpa por los injustos y, en su lugar, sufrió el

castigo.

c) Otra concepción es aquella que entiende la muerte de Jesús en analogía

con el rescate de los esclavos (1ª Corintios 6:19s; 1ª Pedro 1:18ss.). El

es el precio por nuestra liberación de los cautiverios en que nos lanzaron

los poderes del mal.

d) Las dimensiones de la cruz de Cristo se revelan inagotables. En la

tradición de la Santa Cena, el propio Jesús dice que la nueva alianza es

firmada por su sangre (Marcos 14:24; 1ª Corintios 11:25). El autor de la

carta a los Hebreos, coherentemente, entrevé en la cruz el auto-

sacrificio del sumo sacerdote Jesús, inaugurando un nuevo culto a Dios

(Hebreos 9:11). En la lucha contra el incipiente gnosticismo, es

importante la mención de la cruz, muerte y sepultura de Cristo por sellar

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la encarnación del Verbo y refutar la negación de la verdadera

humanidad de Jesús.

El testimonio acerca de la naturaleza soteriológica de la cruz precisa ser

reafirmado bajo nuevas circunstancias en el decurso de la historia.

Presentamos tres ejemplos:

a) Una concepción en extremo influyente fue la de Anselmo de

Canterbury, en el siglo XI. Según él, el pecado humano hiere la honra de

Dios. Es una ofensa que exige reparación. Como nadie es capaz de

indemnizar tal daño, el Hijo de Dios entra en la brecha. Su muerte es

“satisfacción” ofrecida a Dios en nuestro lugar; por ella tenemos la

remisión de los pecados.

b) Martín Lutero se distancia del misticismo medieval que predicaba la

profundización contemplativa en la pasión de Cristo con el objetivo de

estar de acuerdo con el crucificado. En el asumir el sufrimiento el ser

humano estaría siguiendo el camino de Dios. Para Lutero, la cruz es,

ante todo, sinónimo de gracia, no imperativo para que la persona

coopere en su salvación.

c) En América Latina, la realidad social nos remite con fuerza a la cruz de

Jesús. De acuerdo con Leonardo Boff, se impone la pregunta: ¿Cómo

predicar la cruz hoy en una sociedad de crucificados? En este contexto

se vuelve particularmente importante la solidaridad de Jesús con las

victimas de la injusticia y de un sistema inicuo. Jesús murió como mártir

del reino de Dios. La cruz es asumida por Jesús en fidelidad a su

“proyecto histórico de amor”, por causa de la justicia y en solidaridad con

los desheredados del mundo.

Resucitó al tercer día

Un estudio más cercano de los textos del Nuevo Testamento, muestra que hay

dos tradiciones que relatan la resurrección de Jesús. Las dos pueden haber

existido separadamente una de la otra, o también es posible que hayan

caminado juntas desde el comienzo.

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La primera tradición es la de la tumba vacía. El sepulcro fue encontrado

abierto; Marcos cuenta que la entrada había sido sellada por una gran piedra

que, por lo menos, las mujeres no pudieron remover (Marcos 16:3-4). En esta

tradición, los ángeles explican lo que había ocurrido anunciando la resurrección

(Marcos 16: 5-7; Juan 20: 1-10).

La otra tradición relata sobre los encuentros con el resucitado; él es visto y

reconocido por los discípulos. Pablo presenta una lista de estas apariciones (1ª

Corintios 15: 5-8). En los evangelios, estos encuentros ocurren donde los

discípulos están reunidos; en ellos se renueva la comunión de mesa (Lucas 24:

36-43; Juan 20: 19-29; 21: 10, 14). Los discípulos también son investidos como

enviados en nombre del Señor (Mateo 28: 18-20; Juan 20:21).

En los textos del Nuevo Testamento, encontramos algunas indicaciones

importantes de como los primeros cristianos interpretaron la resurrección de

Jesús.

Según Hechos, la predicación cristiana comienza en el día de Pentecostés con

la venida del Espíritu Santo. Pedro afirma, en su discurso, que fue Dios quien

resucitó a Jesús (Hechos 2: 24). Con esto se enfatiza el sentido teológico de la

resurrección, como intervención divina, para hacer justicia a la causa de Jesús.

Aquel que es rechazado por e mundo, condenado como blasfemo por los

lideres judíos y como subversivo por las autoridades romanas, es levantado de

entre los muertos por Dios.

Acorde con este pensamiento, vemos una segunda tesis en el discurso de

Pedro: en la resurrección son rotos “sueltos los dolores de la muerte, por

cuanto era imposible que fuese retenido por ella” (Hechos 2:24). Aquí el

resucitado es proclamado como el victorioso, aquel que vence, definitivamente,

el poder de la muerte.

18

A partir de esta interpretación es que el mensaje de la resurrección es

fundamental para la fe cristiana. En 1ª Corintios, el apóstol Pablo fundamenta

la esperanza cristiana en este mensaje: “Mas ahora Cristo ha resucitado de los

muertos; primicia de los que durmieron es hecho” (1ª Corintios 15:20). Primicia

quiere decir los primeros frutos de una cosecha, una señal segura de cómo va

a ser el futuro lo que está en el árbol.

De esta manera, la resurrección de Cristo es el modelo de nuestra

resurrección. Así como El vence a la muerte y es llamado a una vida nueva, lo

mismo sucede con todos aquellos que le pertenecen. Así como el resucitado

tiene cuerpo, y es conocido por los discípulos, también lo tienen aquellos que

resucitan con El. Sin embargo, es una corporalidad diferente, transformada

para la incorruptibilidad de la vida eterna (1ª Corintios 15: 50-55). Los

encuentros con el resucitado son los que determinan esta interpretación (Juan

20:27; Lucas 24: 36-43). El resucitado no es un espíritu o un fantasma, sino

que carga en sus propias manos con las marcas de su historia con su pueblo;

el crucificado es el que se sienta a la mesa con ellos.

A partir de los encuentros con el resucitado, la resurrección expresa la

continuidad de lo que era anteriormente y, al mismo tiempo, la irrupción de algo

totalmente nueva. Esta observación es muy importante para la reflexión sobre

el sentido de la resurrección aquí y ahora. Primero, la continuidad expresa una

profunda valoración de Dios sobre su criatura; ella es rescatada del poder de la

muerte y del diablo. De esta manera, el mensaje de la resurrección invita a un

compromiso solidario con todas las personas victimas de los mecanismos de

muerte en este mundo. Segundo, la novedad de esta realidad ya es

experimentada aquí y ahora, como un poder que salva, libera y moviliza para el

servicio del amor (Filipenses 3:10). El resucitado es el ser humano nuevo, la

realización de todos nuestros anhelos y de todo lo que Dios nos tiene

prometido en relación a la vida. No es nuestra conquista, es una dádiva libre de

Dios y expresión de su amor.

19

PREGUNTAS DE REPASO DISCUSIÓN EN GRUPO

De donde vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos

Después del iluminismo fue difícil hablar sobre el futuro, en términos

apocalípticos. El lenguaje del Nuevo Testamento, que anuncia un final para la

era presente a través de tribulaciones cósmicas, en las cuales “las estrellas

caerán del cielo” (Marcos 3:25), está distante del ser humano moderno.

También es muy complicado imaginar que se podrá ver “al Hijo del Hombre,

que vendrá en las nubes con gran poder y gloria” (Marcos 13:26). Lo mismo

vale para un juicio “de los vivos y los muertos”. Su ya la idea de la resurrección

es complicadísima para la razón, cuanto más el escenario que daría espacio

para los billones de personas que nacieron y murieron a lo largo de la historia

de nuestro planeta. Y, además, ¿cómo imaginar un juicio justo para cada una

de estas personas?

Así como Jesús fue levantado de entre los muertos y con un cuerpo

transfigurado, así sucedió con el cristianismo, con la

resurrección del Maestro la fe de los discípulos fue reavivada.

El impacto de la resurrección produjo en la iglesia primitiva la

base de la predicación, el único objetivo de ahora en adelante es

la predicación a toda criatura. La afirmación bíblica 1ª

Corintios 15:14 legitima el accionar de los apóstoles.

La resurrección sucede en un lugar y en un momento

determinado de la historia, porque a partir de este

acontecimiento la iglesia inicia su celebración con el Señor

resucitado.

1.-¿Qué hubiera sido la muerte de Jesús sin la resurrección? 1ª

Corintios 15:17.

2.-¿Qué cree Ud. de las implicancias de la resurrección?

20

El Nuevo Testamento es unánime en anunciar la venida gloriosa de Cristo al

final de los tiempos. El propio Jesús predicó sobre un fin lleno de eventos

dramáticos, que culmina con la venida del Hijo del Hombre. También alertó a

sus discípulos acerca de la cercanía del fin: “De cierto os digo, que no pasará

esta generación hasta que todo esto acontezca” (Mateo 24:34).

En la comunidad primitiva, que fue obligada a reflexionar sobre la distancia

entre el “ya” y el “todavía no” de las realización de las promesas mesiánicas, se

desarrolló el pensamiento de que el tiempo actual es el tiempo de la Iglesia, un

tiempo para anunciar el nombre de Jesús a toda la humanidad, y que sólo

cuando esta misión fuere cumplida el Señor volverá (Mateo 24: 14; Hechos 1:8;

1ª Corintios 11:26; Tito 2:11-14). Así se puede explicar que es por causa de la

longanimidad del Señor que él todavía no cumplió su promesa de retornar.

La palabra griega parousia, que el Nuevo Testamento se usa para designar la

“venida” del Señor, también significa “presencia”. Con ella se afirma que hay

continuidad entre aquel que vino, que ahora está y que todavía está por venir,

“el Alfa y el Omega” (Apocalipsis 1:8). Ahora la presencia del Señor está oculta,

sólo vista por la fe. Su poder aun está velado y también activamente combatido

por las fuerzas del mal; entonces, será un reino de gloria, pues, “toda lengua

confesará que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses

2:11).

En el Antiguo Testamento, la venida del Señor implica juicio. Por un lado, esto

se relaciona a la comprensión de Dios, el Justo. Por otro, se refiere a la

situación del ser humano, al cual Dios juzga para hacer “justicia a los

agraviados” (Salmo 146:7). Sin juicio, Dios no es Dios; tampoco hay liberación

de la miseria humana salvación de la culpa ante Dios. Se afirma siempre que

Dios juzga “con justicia” (Salmo 96:13; Is 11:4), aun cuando su soberanía que

le da el derecho de ser juez universal para “juzgar a los pueblos” (Salmo

96:10). Aun en los momentos en que el juicio puede parecer venganza y tener

consecuencias fatales para quien es juzgado, el texto bíblico nunca cuestiona

la justicia de Dios, sino que afirma que ella está íntimamente relacionada a la

intervención divina para salvar lo que fue creado por él. En este sentido hay, en

21

el propio momento del Juicio, una promesa de renovación y futuro: “He ahí que

hago nuevas todas las cosas” (Apocalipsis 21:5).

La confesión de que Jesucristo “vendrá para juzgar a los vivos y a los muertos,

expresa la fe en el Exaltado que está sentado a la derecha de Dios Padre. El

es Justo, igual que el Padre; su venida es para juzgar toda injusticia, y redimir a

su pueblo de todo mal.

De la tradición wesleyana

Es claro, primeramente desde el punto de vista bíblico, que la referencia central

para hablar de salvación está en la vida y obra de Cristo. Desde la escritura,

así lo enfatizaron los distintos reformadores, desplazando cualquier añadido

que alguna tradición pudiera pretender. Es así como desde la reforma se

simbolizó estos ejes bajo las formulas: “solo Cristo”, “sola Fe”. No obstante,

siguiendo la tradición de los padres de la iglesia de oriente, Wesley entendía

que la persona humana no queda exenta de cooperar en el efecto e impacto

que la obra salvadora de Cristo pretende ejecutar en la persona. Por esto, en la

tradición wesleyana se ha llegado a hablar de “sinergismo”. Theodore Runyon,

uno de los eruditos actuales de la tradición wesleyana, define la sinergía como:

“la cooperativa acción conjunta de lo humano y lo divino, en cada paso del

proceso de salvación”. En sus escritos Wesley lo aborda en los siguientes

términos:

“¡Qué significativas las palabras del apóstol que preceden a este versículo!

«Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual

siendo en forma de Dios», compartiendo la naturaleza única de Dios desde la

eternidad, «no consideró como un robo» (ese es el significado exacto de la

palabra), o una intromisión en las prerrogativas de otro, sino como un derecho

suyo e inalienable, el «ser igual a Dios.»14 La palabra implica tanto la plenitud

como la altura suprema de la divinidad. A esto se oponen las expresiones «se

despojó» y «se humilló». El «se despojó» de la plenitud divina, ocultó su

plenitud a los ojos de los seres humanos y de los ángeles, «tomando» (y de

esta forma despojándose) «forma de siervo, hecho semejante a los hombres»,

22

un hombre tan real como los demás hombres. «Y estando en la condición de

hombre», un hombre común, que no poseía especial belleza o excelencia, «se

humilló a sí mismo» más aun, «haciéndose obediente» a Dios, aun cuando era

igual a él, «obediente hasta la muerte, y muerte de cruz»,15 la mayor instancia

de humillación y obediencia que pueda imaginarse. Después de poner el

ejemplo de Cristo, el apóstol los exhorta a que se aseguren la salvación que

Cristo ha comprado para ellos: «Por tanto, ocupaos en vuestra salvación con

temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como

el hacer, por su buena voluntad.» Es posible encontrar tres aspectos

contenidos en este versículo: En primer lugar, una gran verdad que nunca

debemos olvidar: «Dios es el que en nosotros produce así el querer como el

hacer, por su buena voluntad.» Segundo, cuál es nuestra parte para poder

avanzar en esto: «Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor;»

Tercero, la conexión que existe entre ambos: «Es Dios quien obra en

vosotros», por tanto, «ocupaos en vuestra salvación.»

(Tomado de Obras de Wesley, versión electrónica, tomo 4, Pág. 85-86)

Con todo, Wesley va a seguir propiciando y enfatizando la centralidad de

Jesucristo en la obra de Salvación; siendo a causa de ésta que existe la

posibilidad una nueva vida para el ser humano. Para Wesley, lo que sucede en

Cristo por nosotros, es en correlación con la condición que tenemos de ser

imagen de Dios, la que a causa del pecado necesita ser restaurada. Es en este

proceso que se debe comprender la esencia de la religión, en donde Cristo

tiene el papel instrumental primero. El declara que: “la gran finalidad de la

religión es renovar nuestros corazones a la imagen de Dios, reparar aquella

pérdida total de la justicia y de la verdadera santidad que padecimos por el

pecado de nuestro primer padre”. (Ibidem. Página 104).

En la práctica y pensamiento de Wesley, la obra de Cristo supera el concepto

de mera referencia ortodoxa en relación con la salvación según los atestiguan

las escrituras. Wesley propicia un “Cristo para mi”, es decir, una imagen de

Cristo donde su obra es un acto restaurador y sanador para el ser humano en

particular.

23

“De esto podemos aprender, en tercer lugar, cuál es la naturaleza propia de la

religión, de la religión de Jesucristo. Ella es terapeía psykés (terapia del alma),

el método divino para sanar un alma que está de tal modo enferma. Aquí el

gran médico de las almas aplica la medicina para curar esta enfermedad; para

restaurar la naturaleza humana, corrompida totalmente en todas sus

facultades. Dios sana todo nuestro ateísmo mediante el conocimiento de él

mismo y de Jesucristo, a quien ha enviado; dándonos fe, divina evidencia y

convicción de Dios y de las cosas de Dios; en particular de esta importante

verdad: Cristo me amó, y se dio a sí mismo por mí.49 Mediante el

arrepentimiento y la humildad de corazón la enfermedad mortal del orgullo es

curada, la enfermedad de la obstinación mediante la resignación, una mansa y

agradecida sumisión a la voluntad de Dios. Y para el amor al mundo en todas

sus ramas el amor a Dios es el remedio soberano. Ahora bien, esto es la

religión correcta: la fe que obra por el amor,50 produciendo una humildad mansa

y genuina, la muerte total al mundo, junto con una amante y agradecida

aceptación de toda la voluntad y la Palabra de Dios y una conformidad a ellas.”

(tomado de Obras de Wesley, versión electrónica, tomo 3, Pág. 102-103).

PREGUNTAS DE REPASO Y DISCUSIÓN EN GRUPO

Jesús Unigénito, al cual Dios Padre levantó de los muertos 1ª Corintios

6:14, ya dijimos la resurrección fue la clave de la predicación en la

iglesia del primer siglo, ¿si sólo hay un hijo Único?

1.- ¿Qué pasará con nosotros?

2.-¿Qué permitiría que nosotros también participemos de la

resurrección?

La aseveración “Su Hijo Único, nuestro Señor” también antigua

confesión propia del creyente que se encuentra inspirado por el Espíritu

Santo, situación vivida por el apóstol Pedro (no le fue revelado por

sangre ni carne)

3.- Considera demasiado liviano en el día de hoy referirnos a la venida

del Señor solo para juicio de los malos, corruptos, sistemas perversos, leyes

injustas, cuando El retornará “a juzgar a los vivos y a los muertos”. ¿Por

qué sí o no?

24

ARTICULO III:

Creo en el Espíritu Santo

El Espíritu de Dios es primero que todo una promesa, según lo registra Joel 2:

28-32. Sobre esta misma promesa el propio Jesús se refiero en más de una

oportunidad, como por ejemplo en Juan 14:15ss.

En Pentecostés (Hechos 2) se produce el cumplimiento de esta promesa tan

esperada. Allí los discípulos y toda la comunidad reunida son llenos del Espíritu

y lo primero que causa esa manifestación es el testimonio por medio de la

predicación que Pedro realiza.

En el Nuevo Testamento, especialmente en las epístolas paulinas, son

relevantes los pasajes en donde se habla de los dones y de los frutos del

Espíritu Santo.

a) En cuanto a los dones, los textos pueden estar en: 1ª Corintios 12:1ss.,

Efesios 4: 11-16 y Romanos 12: 4-9. Los dones son aquella gracia que

Dios otorga a sus hijos, sin la cual no podrán dar testimonio de él. Son

una dadiva de Dios, que el ser humano no tiene, pero que puede poseer

gracias a lo que Dios puede hacer en su vida.

b) En cuanto a los frutos, se puede ver en Gálatas 5: 16-26. Los frutos son

aquella obra del espíritu mediante la cual damos testimonio de que

somos hijos de Dios. Por los frutos se conoce un árbol, así por los frutos

se conoce a quienes son de Dios.

Mientras los dones son una dádiva para servir, los frutos son el resultado de la

acción del Espíritu en nosotros y nos ayudan en la ética cristiana.

Hasta aquí podemos decir que hemos declarado creer en Dios, pero que este

Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es decir, se trata de un Dios trino. El

Nuevo Testamento nos habla de un Dios trino: en Mateo 28:19; 1ª Corintios 12:

4-6, 2ª Corintios 13: 14, etc. Es una doctrina que estaba latente en el Nuevo

25

Testamento y que la Iglesia en los siglos III y IV la formulo de manera

dogmática.

Entre las analogías más preciosas que he encontrado para representar el

misterio del Dios Trino está esta: “La luz de varias lámparas en una casa se

compenetra a la vez que cada una permanece distinta. Hay distinción en la

unidad y unidad en la distinción. Aunque haya muchas lámparas en la casa,

una sola es la luz, sin diferencia; todas ellas producen un solo resplandor,

Nadie, creo yo, puede separar una de otra la luz de aquellas lámparas

extrayéndola del aire que contiene la de todas. Ni puede ver la luz de una sin

ver la de las otras, pues todas están igualmente mezcladas a la vez que cada

una conserva su plena distinción. Si alguien saca una lámpara de la casa,

juntamente saldrá toda su propia luz, sin llevarse nada de las otras lámparas ni

dejarles nada de la luz propia.” (Pseudo Dionisio Areopagita – siglo V ó VI,

Siria).

Creo en la Iglesia

Las principales imágenes bíblicas para referirse a la Iglesia son tres y sobre

ellas diremos una palabra inicial:

a) Pueblo de Dios (ver Génesis 12: 1-9 & 1ª Pedro 2: 9-10)

b) Cuerpo de Cristo (Efesios 4: 4-16 & 1ª Corintios 12: 27-28)

c) Comunidad del Espíritu (Hechos 2: 1-4 & Juan 20: 21-23)

Una de las preocupaciones centrales para nosotros es saber ¿cuál es la tarea

de la Iglesia? 1ª Juan 1:3 dice “lo que hemos visto y oído, eso os

anunciamos…”. Le cabe en primera instancia el testimonio de Jesucristo y el

anuncio del evangelio. Al realizar esta tarea, se cumple el mandato de Mateo

28:18ss y se establece que la fe viene por la predicación, la enseñanza y la

evangelización (Romanos 10:17).

26

Esa fe necesariamente se expresará en el Culto (liturgia). Por él la comunidad

desafía al mundo, comprobando que la adoración le corresponde

exclusivamente a Dios (Deuteronomio 6:13, Mateo 4:10); eso supone

presencia. A esto se asocia el servicio (diaconia), “así alumbre vuestra luz…..”

(Mateo 5:16); esto supone disposición. Pero también la iglesia se expresa

mediante la comunión (koinonía), los miembros de la iglesia son miembros de

la familia de Dios (Efesios 2:19); esto supone amor. Estas taras son

complementarias, ninguna puede estar ausente en la vida de la Iglesia. Ellas

convergen para que la Iglesia sea en señal del reino de Dios, sal de la tierra y

luz del mundo (Mateo 5:13).

¿Cuál es el futuro de la Iglesia? La Iglesia existe entre la venida de Jesús a

esta tierra y la consumación de todas las cosas. Ella no es el reino de Dios,

continua rogando por su venida. Pero, en la transitoriedad de este mundo, le

compete preparar el camino del Señor (Isaías 40:3; Mateo 3:3), reunir al

pueblo de Dios (Hechos 1:8). Su papel es, al mismo tiempo, profético,

sacerdotal y diaconal.

El futuro de la Iglesia está en manos del Señor. Ella tiene la promesa de que

las puertas del infierno no prevalecerán en su contra (Mateo 16:18). El mundo

actual, en su locura está carente de la sabiduría de Dios y allí se espera nada

más que la Iglesia sea fiel a su Señor (1 Corintios 4:2).

En lo cotidiano, es bueno que la Iglesia siempre tenga memoria y se plantee las

siguientes cuestiones:

a) Cuándo fue fundada.

b) Quienes han sido sus pastores

c) Qué planes y proyectos tiene

d) Cuánto crece en cada año

e) Cómo se relaciona con otras iglesias.

27

PREGUNTAS DE REPASO Y DISCUSIÓN EN GRUPO

El perdón de los pecados

Los seres humanos fueron creados para vivir en una relación de amistad con

Dios (Génesis 1:27ss.). La narrativa de la creación dice que El los colocó,

hombre y mujer, en un jardín, para que lo cultivasen y cuidasen (Génesis 2:15).

Les dio libertad y límites (Génesis 2:16s.). El ser humano, sin embargo, no

aceptó los límites que le podrían asegurar una vida en comunión con su

creador. Prefirió ser señor de sí mismo y, de esa forma, rebelarse contra el

Creador (Génesis 3). Prefirió confiar en sí mismo en lugar de confiar en aquel

que sopló y le infundió la vida. A esa falta de confianza, ignorando que Dios es

Señor y trasformándolo en siervo de los deseos y objetivos humanos, es que la

Biblia llama pecado.

Si tenemos claro y estamos de acuerdo como surge y se manifiesta la

Iglesia, ya que sin duda esta debe responder a las necesidades de la

sociedad actual, porque es una extensión de la creación de Dios y porque

Dios habita en ella a través del Espíritu Santo.

El anuncio del mensaje de la buena noticia (evangelio) libera al hombre

transformándolo en una persona libre de pecado, perdonado y

capacitado de amar a Dios y a su prójimo. Entonces:

1.- ¿Cual es la tarea en el presente y futuro de la iglesia? ¿Si Ud cree que

no lo está haciendo debido a que será?

2.- ¿Que nos limita en el día de hoy a sentir que la iglesia no tiene la

autoridad y el poder de denunciar?

3.- ¿Cómo ayuda la predicación a la construcción de una sociedad más

justa y humana? ¿Puede la Iglesia predicar otro evangelio? ¿Por qué?

El mensaje pascual es “Cristo vive” y las enseñanzas de Jesús son las

mismas. No hay nada nuevo, a pesar de los significativos cambios y

grandes avances que ha logrado el hombre.

28

Cuando decimos pecado, en general, pensamos en la desobediencia a un

conjunto de leyes o reglas establecidas; así también lo encontramos en varios

pasajes bíblicos (ejemplo Deuteronomio 26:16). Pecado es no cumplir la ley de

Dios, sus mandamientos. Si no hubiera leyes, no habría pecado. Ese modo de

ver es confirmado también por el apóstol Pablo: “yo no conocí el pecado sino

por la ley” (Romanos 7:7). Pero eso no es todo o que dice la Biblia sobre el

pecado. Desde el punto de vista de la fe cristiana, el ser humano no solamente

comete pecados (en el sentido de incumplir leyes), sino que es pecador; o

como ya se dijo, es una criatura de Dios que no desea someterse a su Creador

y, por eso, se encuentra en un estado de rebelión contra él. Este estado de

rebelión aparta de Dios al ser humano y lo conduce a la incredulidad y a la

práctica de la iniquidad. Hace que tenga dificultad para vivir de la fe, en la

certeza de las cosas que no se ven (Hebreos 11:1). Prefiere confiar en lo que

puede ver, y en su capacidad de ejercer dominio. Al pretender ser señor de sí

mismo, no permite que Dios sea Dios. Al rebelarse contra su condición de

criatura, se vuelve esclavo del pecado y la culpa, pues, en lugar de la relación

que se funda en la fe en Dios, dirige la fe hacia otro objetivo, incurriendo en

idolatría. El apóstol Pablo nos recuerda que todo lo que no proviene de la fe es

pecado (Romanos 14:23).

En el Antiguo Testamento, la remisión es entendida como una compensación

que se ofrece para arrancar de la muerte o la esclavitud una vida humana, que

se encuentra en tal condición por una falta cometida contra otras personas o

contra Dios (Éxodo 30: 11-16; Job 33:24; Proverbios 6:35; 13:8; Isaías 43:3ss).

En el caso de una falta cometida contra otras personas, el rescate o remisión

normalmente opera mediante el pago de una cantidad de dinero. En el caso de

una falta contra Dios, El recibe la vida de un animal sacrificado a cambio de la

vida del culpable, el cual así queda libre de la culpa.

En el Nuevo Testamento, la idea de rescate o remisión sirve para dar

significación a la muerte de Jesús (Cordero de Dios que quita el pecado del

mundo), y para hablar de libertad y reconciliación ofrecida por Jesús a la

humanidad. “…el Hijo del Hombre (vino) para dar su vida en rescate por

muchos” (Marcos 10:45). Esta confesión aparece en otros textos bíblicos, como

29

por ejemplo: 1ª Corintios 6:20; 7:23; 1ª Timoteo 2:6; Tito 2:14; Hebreos 9:12;

1ª Pedro 2:18ss.; Apocalipsis 5:9). Más que el aspecto de la remoción del

pecado y la culpa, en los textos neotestamentarios se enfatiza la dimensión

positiva de la remisión como dádiva; a quien es perdonado, le está siendo

ofrecida la posibilidad de un nuevo comienzo, aunque no lo merezca. “Dios

muestra su amor para con nosotros, en que siendo aun pecadores, Cristo

murió por nosotros” (Romanos 5:8).

La muerte de Jesús a favor de la humanidad, a fin de reconciliar a toda la

creación con su creador, sólo puede ser entendida en la perspectiva de la

misericordia de Dios. El no quiere nuestra ruina y, por eso, se encarnó, asumió

nuestra humanidad, para rescatarla del pecado y de la culpa. La fe podrá

confesar que era su propósito liberarnos por medio del sacrificio de su Hijo. Tal

confesión no ignora y no disculpa a aquellas personas que, de hecho,

provocaron la muerte de Jesús (ver Mateo 26:24). El fue muerto por razones y

en circunstancias históricas; fue eliminado como maldito (crucificado fuera de la

ciudad), porque se volvía incomodo para los detentores del poder religioso y

político. No fue Dios quien quiso la muerte de su Hijo, sino aquellos que lo

rechazaron. El hecho que, aún así, Dios haya transformado esa muerte en

fundamento de nuestra redención, en eso consiste su amor y misericordia.

PREGUNTAS DE REPASO Y DISCUSIÓN EN GRUPO.

Jesús resucitado instituyó el sacramento del bautismo (no

como el de Juan) y la iglesia así lo ha perpetuado en el

tiempo.

1.- ¿Cree efectivamente en el perdón de los pecados y de que

forma?

2.- ¿Nos enseña la iglesia que a través del bautismo los

pecados son lavados? ¿O por qué medios?

30

La resurrección del cuerpo y la vida eterna

Entre los cristianos también es muy difundida la concepción de que el ser

humano es constituido por un cuerpo (físico) y un alma (espíritu), las cuales

mantienen tensión entre sí. Por influencia de la filosofía griega, con la cual la

iglesia entró en contacto al traspasar las fronteras del mundo semita, se le

confirió, por mucho tiempo, al cuerpo una visión negativa, en el sentido de que

ése representaría una especia de “prisión” para el alma, la cual se encuentra

deseosa de liberarse. Según los filósofos griegos, el cuerpo es el que se

desintegraría con la muerte del ser humano, en tanto su alma sería inmortal.

Por eso, la muerte podría ser encarada con serenidad y hasta deseada, pues

liberaría el alma hacia una vida más plena.

No es posible negar, sin embargo, que esta filosofía representa algo extraño

para el pensamiento bíblico sobre el ser humano. Aprendemos a confesar, en

el propio Credo Apostólico, con base en el testimonio del Génesis, que Dios

creó a los seres humanos y que, en consecuencia, ellos son parte de la buena

creación de Dios. También nuestro cuerpo, pues, es una buena obra de Dios

por medio de la cual podemos glorificarlo. Nuestro cuerpo nos es una prisión

para la vida que Dios nos da (Génesis 2:7); antes, al decir del apóstol Pablo, es

“templo” del Espíritu (1ª Corintios 6:19), y es por su medio que podemos entrar

en comunión con las personas que pertenecen al cuerpo de Cristo. Por esta

razón Pablo amonesta a los corintios en el sentido de que sus cuerpos deben

estar al servicio de Cristo (1ª Corintios 6:13).

La muerte, con su terror y angustia, fue vencida por la vida en la resurrección

de Cristo (Romanos 6:9; 2ª Timoteo 1:10). La victoria de Cristo, el primero

entre los muertos (1ª Corintios 15:20), sustenta la esperanza cristiana en la

resurrección de los que murieron. Por eso el apóstol Pablo habla en tono

desafiante y confiado: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh

sepulcro, tu victoria?” (1ª Corintios 15:55). Los que son de Cristo no quedarán

en la muerte, sin embargo eso no elimina la realidad de que las personas

continúan muriendo aun después de la resurrección de Jesús. Todavía por un

tiempo, en cuanto exista este mundo, la muerte continuará ejerciendo su poder

sobre nosotros, hasta el último día, cuando Cristo venza a todos sus enemigos

31

(1ª Corintios 15:25s.). Así es, porque la muerte es la paga del pecado (Ro

6:23). Ella es, realmente, el fin de una existencia y no solamente el fin de la

vida en una dimensión corporal, para asumir la vida e una dimensión

diferentes, espiritual.

Es difícil saber lo que el Nuevo Testamento escribe sobre el tiempo de la

resurrección de los muertos (Apocalipsis 6: 9-11). Parece que hay una

concordancia en los textos neotestamentarios, de que la resurrección ocurrirá e

el Ultimo Día, es, en el retorno de Cristo (1ª Corintios 15:23ss; 1ª

Tesalonicenses 4:15; Juan 14: 1-3). Y entonces, Dios hará un “nuevo cielo” y

una “nueva tierra” (2ª Pedro 3:13), o sea, la resurrección no solamente

alcanzará a los muertos, sino que hará nueva toda la creación. Este día será

también el Día del Juicio (Mateo 25: 31-46), cuando Dios juzgará según lo que

cada uno haya hecho en la vida.

Es realmente confortante saber que al fin de nuestra peregrinación en este

mundo, no caeremos en el vacío, sino que, por la fidelidad de Dios, seremos

acogidos en su seno hasta la llegada del Ultimo Día de la resurrección de los

muertos. Hasta allá, el estado de los muertos no es el de perfección y plenitud

e un alma liberada que alcanzó su objetivo. Según el apóstol, es un estado de

desnudez. Y, al llegar aquel día, lo que es corruptible será revestido de

incorruptibilidad, y lo que es mortal será revestido de inmortalidad (1ª Corintios

15:54); veremos la faz de Dios e ingresaremos a la plenitud de la vida eterna

que n será continuidad de la vida terrena destinada a morir, sino un estado

nuevo (Mateo 22:30). Dios mismo es quien garantiza la identidad y la unidad

esencial del viejo ser humano (el que murió) y del nuevo (el que resucitará).

Cómo lo hará, no nos fue revelado, tal como continua difícil de explicar nuestra

primera creación. Solamente la fe puede confesar que en aquel día “estaremos

para siempre con el Señor” (1ª Tesalonicenses 4:17).

PREGUNTAS DE REPASO Y DISCUSIÓN DE GRUPO

1.- ¿Predicamos la Resurrección lo suficiente?¿Es cierto que la

predicación acerca de resurrección se tiene generalmente el domingo de

resurrección y nada más? Como hemos dicho el tema de la resurrección

era el corazón de todo sermón que predicaban los primeros cristianos.

32

De la tradición wesleyana

En la teología de Wesley, la obra del Espíritu Santo tiene directa relación con lo

que Dios hace en nosotros. “Si algunas doctrinas, dentro del ámbito total del

cristianismo, pueden propiamente llamarse fundamentales, indudablemente lo

son estas dos: la doctrina de la justificación y la del nuevo nacimiento: la

primera en relación con la gran obra que Dios hace por nosotros, al perdonar

nuestros pecados; la segunda con la gran obra que Dios hace en nosotros, al

renovar nuestra naturaleza caída. En orden cronológico, ninguna de estas es

anterior a la otra. En el mismo momento en que somos justificados por la gracia

de Dios mediante la redención que hay en Jesús somos también nacidos del

Espíritu;1 pero en el orden del pensamiento, como se dice, la justificación

precede al nuevo nacimiento. Primeramente concebimos que su ira es

apartada, y luego que su Espíritu obra en nuestros corazones.” (Obras de Wesley,

versión electrónica, tomo 3, Pág. 105).

La acción del Espíritu Santo, en la teología wesleyana tiene una función más

intima, operando los efectos y consecuencias de la Salvación obrada en Cristo

Jesús por los seres humanos, por medio de la cual se restaura la Imagen de

Dios. Esta obra del Espíritu Santo, que para Wesley es la esencial, es tratada

por él bajo la clave del “Nuevo Nacimiento”. Respecto de esa nueva condición

del ser humano, Wesley lo define en los siguientes términos:

“Por tanto, aquí se manifiesta claramente cuál es la naturaleza del nuevo

nacimiento. Es el gran cambio que Dios opera en el alma cuando la trae a la

vida, cuando la levanta de la muerte del pecado a la vida de justicia. Es el

cambio obrado en toda el alma por el todopoderoso Espíritu de Dios cuando

ella es de nuevo creada en Cristo Jesús,37 cuando es renovada conforme a la

imagen de Dios,38 en la justicia y santidad de la verdad,39 cuando el amor al

mundo es transformado en el amor a Dios, el orgullo en humildad, la pasión en

mansedumbre, el odio, la envidia y la malicia en un amor sincero, tierno y

desinteresado por todo el género humano. En una palabra, es ese cambio

2.-¿Debemos redescubrir la realidad de la Resurrección y

recordar que adoramos no sólo un Salvador crucificado, sino que

también a un Señor Resucitado?

33

mediante el cual la mente terrenal, animal, diabólica40 se transforma en el sentir

que hubo también en Cristo Jesús.41 Esta es la naturaleza del nuevo

nacimiento. Así es todo aquel que es nacido del Espíritu.” (Obras de Wesley, versión

electrónica, tomo 3, Pág. 114-115).

La acción del Espíritu Santo, cierra para Wesley la gran obra de Dios, como el

Dios Trino. Este Dios cumple funciones en cada una de las personas de la

trinidad, que son intercambiables, muy bien ajustado en la línea de la forma

como se entendió la diversidad de Dios a partir de las formulas antiguas y sus

símbolos, particularmente desde Nicea en 325. Para Wesley, no son

confundibles las acciones particulares que hacen las personas de la trinidad;

cada una de ellas tiene un ámbito propio de acción y de función. Esta obra del

Dios trino en Wesley podría ser esquematizada bajo el siguiente cuadro:

PADRE HIJO ESPIRITU SANTO

Gracia Previniente Gracia Justificadora Gracia Santificadora

Dios “antes” de nosotros Dios “con” nosotros” Dios “en” nosotros

Creador Redentor Regenerador

Dios “para” nosotros Dios “por” nosotros Dios “en” nosotros

Siguiendo a Theodore Runyon, se define la acción tridimensional de Dios en

los siguientes términos:

a) Gracia previniente: “La justificación y la santificación describen tanto la

acción divina como la respuesta humana, pero la acción e Dios siempre

viene primero. De hecho, esta acción comienza antes de que nos demos

cuenta de ella. Esta es la gracia que “viene antes” (pre-venio) de que

seamos conscientes de que Dios nos está buscando, usando estímulos

sutiles y no tan sutiles, con el fin de despertarnos a nuestra verdadera

condición.”

b) Gracia justificadora: “La justificación por la fe significa entrar en una

nueva relación, que Cristo hace posible, para recibir su amor y confiar

solamente en Dios más que en nuestros propios esfuerzos de auto-

justificación. La justificación es la obra que Dios hace por nosotros, al

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perdonar nuestros pecados y nos reconcilia; mientras que la

regeneración o nuevo nacimiento es la gran obra que Dios hace (a

través del Espíritu) en nosotros, renovando nuestra naturaleza caída.”

c) Gracia santificadora: La regeneración inaugura el proceso de la

santificación: el proceso de perfeccionar la imagen de Dios y extender el

nuevo nacimiento a todos los aspectos de la existencia humana, de tal

manera que la vida se convierta en un todo integral…La santificación es

la restauración de la criatura caída a esa existencia en comunión con su

Creador y a esa vida de fiel mayordomo para la cual la humanidad fue

creada.”