Iglesia II

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INTRODUCCION GENERAL EL ORIGEN DE LA IGLESIA (LG nn. 2-4) 4.0 LA PREPARACION DE LA IGLESIA EN LA HISTORIA DE LA SALVACION 4.2 Las alianzas de Dios con los hombres, como figuras y anticipos de la Iglesia 4.2.1 La noción de “alianza” Es una palabra hebrea empleada para hablar de una realidad jurídica y social entre ellos. En un sentido teológico presupone el pecado del hombre y expresa cómo Dios ha restablecido su amistad con los hombres . A diferencia de las alianzas humanas, es fundamental, pues en esta, Dios ha sido el de la iniciativa, adquiriendo así el hombre una responsabilidad: la de responder. Es una gratuita donación de Dios, y en esa amistad (comunión del hombre con Dios) recobra el sentido pleno, el ser del hombre, su existir a imagen y semejanza de Dios. Se destaca su carácter de primicia, referido a las personas que se revela. Es una garantía, una incoación. Tiene una naturaleza teológica, de tal manera que aquello que no tenga en cuenta esta dimensión es parcial. 4.2.2 La triple alianza de Dios con Noé, Abraham y Moisés Noé (Gen 9). Dios acepta su sacrificio y realiza una alianza cósmica con el signo del arco iris como pacto: En lo sucesivo no habría diluvios, sino que se continuaría ininterrumpidamente el ritmo natural de siembra y cosecha, frío y calor, verano e invierno, día y noche para bendición de los hombres. El cielo sigue siendo el destino del hombre. Dios presenta una ley a la que pide fidelidad: el respeto del hombre hacia el derecho que Dios tiene sobre la vida de cualquier viviente. El grupo de los justos salvados en el arca de Noé representaba un anteproyecto de la futura comunidad de Cristo, la Iglesia. A esta figura aludirá San Agustín. Abraham (Gen 12). Es diferente a la anterior pues Dios interviene en su vida, le saca de su ciudad, de su horizonte terreno y Abraham se pone en las manos de Dios, hacia donde El le indica, “yo te diré”. Es el camino de la vocación. Pone claro que la Iglesia es el misterio de toda vocación gratuita. Esta alianza implica una elección y tres promesas: a) le nacerá un hijo; b) será Padre de un gran pueblo del cual nacerá el salvador; c) le será dada una tierra espléndida. La primera promesa presenta un problema, la edad; la segunda, produce desconcierto y la tercera, lo empuja hacia su búsqueda. El horizonte de esta vocación es universal (“…todas las naciones de la tierra”), el cómo es un enigma indescifrable que se irá revelando poco a poco y se interpretará en sus 1

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INTRODUCCION GENERAL

EL ORIGEN DE LA IGLESIA (LG nn. 2-4)

4.0 LA PREPARACION DE LA IGLESIA EN LA HISTORIA DE LA SALVACION

4.2 Las alianzas de Dios con los hombres, como figuras y anticipos de la Iglesia4.2.1 La noción de “alianza”

Es una palabra hebrea empleada para hablar de una realidad jurídica y social entre ellos. En un sentido teológico presupone el pecado del hombre y expresa cómo Dios ha restablecido su amistad con los hombres. A diferencia de las alianzas humanas, es fundamental, pues en esta, Dios ha sido el de la iniciativa, adquiriendo así el hombre una responsabilidad: la de responder. Es una gratuita donación de Dios, y en esa amistad (comunión del hombre con Dios) recobra el sentido pleno, el ser del hombre, su existir a imagen y semejanza de Dios.

Se destaca su carácter de primicia, referido a las personas que se revela. Es una garantía, una incoación. Tiene una naturaleza teológica, de tal manera que aquello que no tenga en cuenta esta dimensión es parcial.

4.2.2 La triple alianza de Dios con Noé, Abraham y Moisés

Noé (Gen 9). Dios acepta su sacrificio y realiza una alianza cósmica con el signo del arco iris como pacto: En lo sucesivo no habría diluvios, sino que se continuaría ininterrumpidamente el ritmo natural de siembra y cosecha, frío y calor, verano e invierno, día y noche para bendición de los hombres. El cielo sigue siendo el destino del hombre. Dios presenta una ley a la que pide fidelidad: el respeto del hombre hacia el derecho que Dios tiene sobre la vida de cualquier viviente. El grupo de los justos salvados en el arca de Noé representaba un anteproyecto de la futura comunidad de Cristo, la Iglesia. A esta figura aludirá San Agustín.

Abraham (Gen 12). Es diferente a la anterior pues Dios interviene en su vida, le saca de su ciudad, de su horizonte terreno y Abraham se pone en las manos de Dios, hacia donde El le indica, “yo te diré”. Es el camino de la vocación. Pone claro que la Iglesia es el misterio de toda vocación gratuita. Esta alianza implica una elección y tres promesas: a) le nacerá un hijo; b) será Padre de un gran pueblo del cual nacerá el salvador; c) le será dada una tierra espléndida. La primera promesa presenta un problema, la edad; la segunda, produce desconcierto y la tercera, lo empuja hacia su búsqueda. El horizonte de esta vocación es universal (“…todas las naciones de la tierra”), el cómo es un enigma indescifrable que se irá revelando poco a poco y se interpretará en sus experiencias. Esas promesas tienen un signo: la circuncisión, la aceptación se produce en la fe, que le llevará a ofrecer en sacrificio a su hijo, que parecería absurdo, pero que obedece a su gran fe. Santo Tomás dirá que la Iglesia es una congregación de fieles, de los que tienen fe como la de Abraham.

Moisés. Con Moisés y el éxodo de Egipto, Dios establece no ya una alianza personal sino con un pueblo, Israel. El Dios que llama a Moisés se manifiesta como el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. El pueblo es elegido como destinatario de la alianza y con motivo de esto aparece la Pascua y la figura del cordero que quita los pecados; el momento culminante será la alianza del Sinaí, una alianza bilateral. Sus contenidos son más definidos que en Abraham: es una alianza que se concreta en el cumplimiento de la ley, que será vital en la economía de la formación de la Iglesia; en la respuesta del hombre a Dios se conforma la conciencia de ser un pueblo escogido, el qahal Yhwh, que se constituye para darle culto y que se representa en el arca de la alianza. Desde entonces el Dios de Abraham pasa a ser su Dios, el verdadero Dios. Nótese que el término qahal Yhwh se aplica al pueblo escogido sólo cuando está dando culto a Dios.

David. Natán anuncia la alianza que hizo Yahvé con David: Su linaje. (2Sam 7,14 y Sal 89,4-5).

4.3 El pueblo de Israel, en cuanto que es figura de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios4.3.2 Pueblo nacido de la antigua alianza

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Lev 26,11: “Yo seré para vosotros Dios y vosotros seréis mi pueblo”. El pueblo nacido de la antigua alianza se consolida como caminante en la historia, confiado a Dios para restablecer su relación con los hombres. Dios lo ha hecho suyo para llevar su cercanía a los hombres. Se destaca un carácter sacramental con la afirmación de Ex 19,6: “Un reino de sacerdotes...”. Israel enseña a todos los hombres a dar culto a Dios. Todas las naciones tendrán parte en la bendición del Dios de Israel. Pero el pueblo que Dios ha escogido se va alejando y llega al cisma. Refleja un pacto nuevo entre Dios y los hombres, pacto que es la nueva alianza con la Sangre de Cristo: “Nueva alianza que estableció Cristo, es decir, el Nuevo Testamento en su sangre (cf. 1Cor 11,25), convocando un pueblo de entre los judíos y los gentiles que se condensara en unidad no según la carne, sino en el Espíritu, y constituyera un nuevo Pueblo de Dios” (LG 9). El nuevo culto será según el Espíritu (Jn 4,24).

4.4 La nueva alianza prometida para el tiempo mesiánico

El contexto de la nueva alianza coincide con un ambiente de fracaso, consecuencia de la desobediencia de Israel. Los profetas van a anunciar el nuevo pacto basados en tres rasgos: a) el Mesías y el “resto” de Israel; b) el pueblo que habría de nacer de la nueva alianza; y c) el Israel según el Espíritu.

4.4.1 El Mesías y el “resto” de Israel

De Israel saldrá un “resto”, que tendrá un representante; ese resto será disociado de Judá, será verdaderamente Santo, heredará todo lo que hasta ese momento se ha dicho de la Alianza. Saldrá una figura que será el Siervo de Yahvé, que no es un rey político, sino un siervo sufriente que traerá la liberación, la salvación por medio de un gran sacrificio y su sufrimiento. Yahvé convertirá ese sufrimiento en la salvación de todos. A la luz del NT vemos en el siervo de Yahvé, que presenta Isaías, al mismo Cristo.

4.4.2 El pueblo que habría de nacer de la nueva alianza

Habría de tener cuatro características:1. Rasgos de la Nueva Alianza (Ezequiel y Jeremías): a) traerá el perdón de los pecados del pueblo; b)

nueva, definitiva y eterna; c) se dirigirá no sólo a la colectividad, sino a cada persona. Las revelaciones de la alianza alcanzan una intimidad.

2. Traerá consigo una Nueva Raza. Israel entrará en ese nuevo pueblo en calidad de raza de Abraham, a la que se le unirán todos los demás pueblos. Esa Nueva Raza no procede de la pertenencia a la raza de Abraham, sino que se pertenecerá a ella como dice Jeremías (31,33), por la circuncisión del corazón. Será el que congregue a todos los hombres dispersos por Babel, para que cada uno dé culto a Dios en su propia lengua. Este pueblo será como una madre que cuida de sus hijos.

3. Nueva Tierra. Ezequiel dice que el nuevo pueblo habitará en los montes de Israel, en el paraíso reencontrado, será una tierra de delicias (Canaán). Toda la tierra va a estar centrada en el templo de Jerusalén. Toda la tierra será lugar de culto. Toda la tierra participará con el pueblo de la salvación. Está centrada en Jerusalén, allí se reunirán las tribus para una felicidad paradisíaca. En esta perspectiva, la Tierra Nueva toma una significación espiritual y escatológica.

4. Nuevo Culto. Para expresar esto se utilizan las mismas categorías del culto antiguo. La nueva alianza se hará en una peregrinación al templo (Zac) y en un banquete cultual (Is), a través del cual se entrará en comunión con Dios. Este banquete será realizado para todos los hombres, allí todos darán alabanza a Dios. Será la realización perfecta del qahal Yhwh, un servicio litúrgico continuo. Será un sacrifico ofrecido en toda la tierra desde el templo que tiene su centro en Jerusalén, fuente de agua viva que hará fructificar la tierra con el espíritu de Yahvé. Será expresado en las categorías del pueblo de Yahvé.

5.0 LA IGLESIA EN CUANTO FUNDADA POR CRISTO

5.1 El concepto de Iglesia en el NT

5.1.1 Terminología

En la versión de los LXX e)kklhsi/a (ekklesía) viene a traducir el término qahal que significa la reunión de los creyentes en el desierto para dar culto a Yahvé. El uso griego tiene su propio significado: una multitud de hombres reunidos con cualquier fin, o el pueblo de Dios solemnemente reunido ante Dios

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(Nm 16,3), que suele hacerse en el templo. En Hch 7,38 es llamado ekklesía al pueblo de Dios conducido por Moisés a través del desierto. Ekklesía significa algunas veces asamblea y otras veces comunidad reunida.

En el NT lo que se subraya al hablar de este término es que ambos pueblos: el viejo y el nuevo son ekklesía; pero el segundo es nuevo por su origen espiritual; es un pueblo adquirido por la sangre de Cristo. En el NT se van corrigiendo las imágenes del AT y se les da unas características: es el germen, cuerpo indestructible, presidido por Cristo, su fundador. Es la asamblea de los convocados: con–vocatio, con–vocación, de los llamados por Dios.

La palabra “Iglesia” [ekklesía, del griego ek–kalein, “llamar fuera”] significa “convocación”. Designa asambleas del pueblo (cf. Hch 19,39), en general de carácter religioso. Es el término frecuentemente utilizado en el texto griego del AT para designar la asamblea del pueblo elegido en la presencia de Dios, sobre todo cuando se trata de la asamblea del Sinaí, en donde Israel recibió la Ley y fue constituido por Dios como su pueblo santo (cf. Ex 19,6). Dándose a sí misma el nombre de “Iglesia”, la primera comunidad de los que creían en Cristo se reconoce heredera de aquella asamblea. En ella, Dios “convoca” a su Pueblo desde todos los confines de la tierra. El término “kiriaké”, del que se derivan las palabras “church” en inglés y “kirche” en alemán, significa “la que pertenece al Señor”. [CIgC 751]

En el lenguaje cristiano, la palabra “Iglesia” designa no sólo la asamblea litúrgica (cf. 1Cor 11,18; 14,19.28.34.35), sino también la comunidad local (cf. 1Cor 1,2; 16,1) o toda la comunidad universal de los creyentes (cf. 1Cor 15,9; Ga 1,13; Flp 3,6). Estas tres significaciones son inseparables. La “Iglesia” es el pueblo que Dios reúne en el mundo entero que existe en las comunidades locales y se realiza como asamblea litúrgica, sobre todo eucarística. La Iglesia vive de la Palabra y del Cuerpo de Cristo y de esta manera viene a ser ella misma Cuerpo de Cristo. [CIgC 752]

5.1.2 Realidad de la Iglesia

El qahal Yhwh, la Ecclesia Dei, pasa a ser “Mi Iglesia” (Mt 16,18). Es la esposa (no la infiel sino la inmaculada), la mujer (no la estéril sino la fecunda), el rebaño (no disperso sino congregado por el Buen Pastor), la Jerusalén (no esclava sino libre), es el germen visible del Reino de Dios, un templo indestructible presidido por Cristo. La Ley de este nuevo pueblo es una ley del Espíritu y no de la carne, grabada en el corazón y no en tablas de piedra.

5.2 El Evangelio del Reino (LG 5)

Se comienza a hablar del Reino en la predicación de Cristo, relacionándose con la fundación de la Iglesia. Este Reino brilla en las palabras, obras y presencia de Cristo. Mateo utiliza en su evangelio la palabra “Reino” como Iglesia. Los Hechos y las Cartas diferencian esas dos realidades.

5.2.1 El Reino de Dios y su expectación en el AT

En el AT se dice que Yahvé reina sobre el pueblo que ha elegido; por eso el Reino de Dios tiene un sentido religioso y moral. Se le llama a Yahvé pastor del pueblo y se exige compromiso del pueblo para con Yahvé. Los profetas lo contraponen a los reyes de Israel, cuya conducta política alejada de Dios es causa de su desgracia. En Daniel ese Reino aparece como una consumación final del poder de Dios, al final de los tiempos.

5.2.2 El Reino predicado por Jesús en su vida terrestre; naturaleza de este Reino

En LG 5, hablando de la predicación de Jesús, se dice: a) quienes reciben la semilla reciben el Reino; b) los milagros son signos de que el Reino se ha inaugurado; y c) sobre todo el Reino de Dios se manifiesta en la misma persona de Cristo.

Los rasgos característicos del Reino son:1. Es escatológico: se realiza al final de los tiempos; no es sólo la soberanía cósmica de Dios, sino su

presencia personal, que ya está incoada en Cristo. En Cristo ya está incoado el Reino.

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2. Está en crecimiento: crece en la historia. Las parábolas del Reino (grano de mostaza, grano de trigo, etc.) dan a entender un espacio de tiempo entre su incoación y su maduración.

3. Es universal: Cristo lo enuncia dinámicamente.4. Es religioso, no político (episodio de la madre de los Zebedeos); contradice la idea de teocracia del

pueblo de Israel.5. Es de misericordia, no de castigo: “He venido a salvar lo que estaba perdido”. Guerra a Satanás, no al

pecador.6. Se alcanza por la conversión (metanoia); implica una exigencia: el Reino es el valor primero por el

cual hay que dejarlo todo, incluso hay que estar dispuesto a dar la vida (Jn 3,3-8: conversación con Nicodemo).

7. El Reino de Dios es el Reino de Cristo: implica una conversión a Jesús, reconocer que El es el Hijo de Dios.

5.3 Relación entre Reino e Iglesia

5.3.1 Estado de la cuestión y doctrina del Magisterio

La pregunta sobre la relación entre el Reino y la Iglesia se planteó en el siglo XIX por parte del protestantismo liberal. Según esta visión, hay una ruptura entre el Reino e Iglesia. Este pensamiento se introdujo en el ambiente católico (el modernismo): Loisy planteó que “Jesús

anunciaba el Reino y vino la Iglesia”. Un grupo de autores se enmarcó en la escuela escatologista (Bultmann, H. Küng, Schweitzer): “el

Reino sólo se dará en la Parusía; ése era el Reino del que hablaba Cristo aunque pensaba que era algo inminente y que se daría durante su vida”.

Otro grupo mantuvo la línea de la ilustración protestante de corte racionalista (Harnack, Schleiermacher): “Cristo predicó el Reino de Dios, pero era meramente espiritual, la Iglesia surgió después. Entre ambos no existe relación. El cristianismo es una ética, una realidad basada en el amor, que no afecta al hombre sino al espíritu”. Este argumento es producto de una mala interpretación de la expresión del Señor: “entre vosotros”.

San Pío X condenó esta postura en el Decreto Lamentabili y la Enc. Pascendi.

Más recientemente el CV II en LG 5, al hablar de la relación entre la Iglesia y el Reino, afirma que la Iglesia: recibe la misión de anunciar el Reino; la misión de instaurarlo en todos los pueblos; siendo ella misma “el germen y el comienzo de este Reino en la tierra”. Por tanto, se pueden sacar, a modo de resumen, los siguientes puntos:

La Iglesia es un agente al servicio del Reino, con misión de anunciarlo en el futuro e instaurarlo en el presente.

La Iglesia es presencia germinal del Reino. La Iglesia vive en tensión escatológica hacia la consumación del Reino. El Reino y la Iglesia en parte se identifican y en parte se diferencian. La Iglesia ha sido fundada por Cristo, el mismo que ha predicado el Reino de Dios.

6.0 LA IGLESIA EN CUANTO FUNDADA POR CRISTO:

6.1 Doctrina del Magisterio eclesiástico acerca del origen cristológico de la Iglesia

Hemos visto cuatro puntos: a) el Reino ha llegado, b) el Reino tiene una fase terrena, c) el Reino tiene una dimensión visible, d) la Iglesia no es ajena al Reino, sino que es germen y semilla del Reino. Ahora bien, ¿tiene la Iglesia su origen en Cristo? En su fe en Cristo, la Iglesia confiesa que fue creada por Jesucristo. Esta verdad es contenido tanto del magisterio ordinario como de una serie de definiciones del magisterio extraordinario. Es presupuesto de las afirmaciones donde se habla de la necesidad de la Iglesia para la salvación, de la infalibilidad del Magisterio Eclesiástico, y sobre todo, al hablar del primado y de la infalibilidad papal. Los pronunciamientos al respecto se dieron principalmente en la encíclica Mystici Corporis de Pío XII donde se subraya que la Iglesia es Cuerpo Místico de Cristo, por tanto Él es su fundador. Posteriormente el CV II afirmará que: «“del costado de Cristo dormido en la cruz nació el sacramento admirable de toda la Iglesia” (SC 5, cf. LG 3). Del mismo modo que Eva fue formada del costado de Adán adormecido, así la Iglesia nació del corazón traspasado de Cristo muerto en la Cruz (cf. San Ambrosio, Luc. 2,85-89)» (CIgC 766).

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En resumen se podría decir: la Iglesia nace del misterio mismo de Cristo (y vive también de Él) que se concreta en el Misterio Pascual. La Iglesia tiene su origen continuo en la Encarnación, en el Misterio Pascual, en Pentecostés. Cristo sigue fundando su Iglesia con toda su vida y todo su amor; la fundó y la sigue fundando. «“El mundo fue creado en orden a la Iglesia” decían los cristianos de los primeros tiempos (Hermas, vis.2,4,1; cf. Arístides, apol. 16,6; Justino, apol. 2,7)» (CIgC 760).

Los actos fundacionales no se deben ver separadamente, es decir, ni antes ni después de la Pascua, ni dividiendo la vida de Jesús en dos partes, sino en conjunto. Se debe tener en cuenta al mismo tiempo que los apóstoles comprendieron los actos de Jesús luego de la resurrección, el día de Pentecostés y luego de la misma. En cuanto a su ser visible, la Iglesia comienza en Pentecostés, de modo análogo a como el Verbo comienza su existencia terrena en la Encarnación.

6.2 Presupuestos desde los que debe examinarse la cuestión del origen de la Iglesia

Están en la cristología. Cristo es uno y su Humanidad es una: el mismo Cristo que vivió en la tierra es el resucitó glorioso; el Jesús de la historia y el Cristo de la fe son una misma persona.

Cristo no sólo es el fundador, sino el fundamento ontológico y salvífico de la Iglesia: la Iglesia surge del Misterio de Cristo; la Iglesia surge por libre voluntad de su Señor y Cabeza, no por simple descuido.

Algunos argumentos protestantes afirman que la Iglesia aún teniendo su fundamento en Cristo, no ha sido fundada por Él, sino que ha surgido a raíz de la experiencia, posterior a la Pascua, de la primera comunidad cristiana, constituyéndose Iglesia. Esto surge a raíz de la división presentada entre “el Cristo de la fe” y “el Jesús de la historia”, fomentada por los protestantes liberales.

6.3 La actividad de Cristo en orden a la Fundación de la Iglesia

De lo dicho hasta ahora se deduce que la fundación de la Iglesia no se puede ver en un acto exclusivo de Jesús. No hay que pensar en un acto solemne mediante el cual la Iglesia hubiera sido proclamada, pues, no existe tal acto formal. La Iglesia creció a lo largo de la vida de Jesús conforme a su voluntad creadora y a su voluntad de extender el amor del Padre, que comparte con el Espíritu Santo, a todo el mundo. Pero ciertas acciones particulares de Jesús tienen especial significación, ya que revelan de modo especial su voluntad de fundar la Iglesia. Los actos de Jesús se pueden clasificar de la siguiente manera:

6.3.1 Actos de Cristo que preparan la Iglesia (Actos preparatorios)

La constitución de la comunidad de los discípulos. En la SE varias veces se menciona el número de 72, se les llama “el pequeño rebaño”, alude al buen Pastor, las multitudes les denominaron discípulos. Cristo los concibe como fermento para Israel, no separados de Él. Entre éstos, luego de una noche intensa de oración, designó a doce. “Subió al monte y llamó a los que quiso; y vinieron donde Él. Instituyó doce, para que estuvieran con Él, y para enviarlos a predicar” (Mc 3,13-14).

Elección y misión de los “Doce”. En la vocación de los Doce, Jesús continúa lo iniciado en la vocación de los discípulos. Les enseñó muchas cosas y les reveló que Él era el Mesías, el Hijo de Dios, y le acompañaron en la Cena. El número doce está en continuidad con los 12 patriarcas y las 12 tribus de Israel. Los apóstoles irán a formar el nuevo pueblo de Dios, y son las doce columnas sobre las que se edifica la Iglesia de Cristo. Es tan importante el número doce, que al faltar Judas, el traidor, se elige un reemplazo, “Matías” (Hch 1,21-26). El nombre de Apóstol es de gran trascendencia, pues siendo su sentido original el de ser enviado, Jesús le otorga otro sentido. En la cultura judaica, existía la figura del “schaliach”, el mandatario al que se le daban poderes. Cristo toma esta imagen para hablar de esa misma misión religiosa, para decir que los apóstoles le representan de manera inmediata, así, “el que a vosotros os recibe, a mí me recibe”, es Cristo mismo el que se manifiesta por sus apóstoles. LG 19 afirma que no los constituyó de forma aislada, sino que formó con ellos una especie de colegio o grupo estable, un cuerpo gérmen del nuevo Israel, y los orígenes de la Sagrada Jerarquía.

Sobre el schaliach dice Schmaus: “La institución del apostolado no pudo ser deducida de la cultura extrabíblica, sino que tiene su cuna en el ámbito bíblico. Tiene su precedente en la institución jurídica del judaísmo tardío, el Schaliach, que era el mandatario de una o varias personas... Es siempre representante del que manda y defiende su persona y derecho. Un principio jurídico decía: ‘el enviado de un hombre es como El mismo’... es responsable ante Dios mismo

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del honorable y cuidadoso cumplimiento de su mandato... Dios se complace en el Schaliach que se interesa por sus asuntos y hasta expone su vida por ellos”. [M. Schmaus, Teología Dogmática, Tomo IV: La Iglesia, pp. 124-125]

La misión a la cual son enviados es el mandato del Señor (Mt 28,19): evangelizar a todo el mundo, comenzando por los Hijos de Israel y luego a todas las gentes. Eran enviados para que proclamasen el Reino de los Cielos, curaran enfermos, resucitaran muertos, limpiaran leprosos, expulsaran demonios (Mt 10,5-8). Las condiciones para el seguimiento de Jesús que presenta San Lucas en su Evangelio (Lc 10,4: “No llevéis alforja, ni bolsa, ni sandalias...”) señalan una preparación para su misión posterior.

Vocación y misión de Pedro. Jesús le llama “roca”, “piedra”; encabeza todas las listas que presentan a los doce. Pedro es el que responde en los momentos solemnes (Mt 16,16), aquel que dirige la conversación, es el primero que habla. En las listas de apóstoles de los sinópticos siempre es citado en primer lugar. Tiene preeminencia sobre el resto: cuando aparece la afirmación “Pedro y los suyos” (Mc 1,26) significa que se encontraba reunido con todos los apóstoles. Este ser destacado de San Pedro se entiende en el marco de la voluntad fundacional de la Iglesia. En Mt 16,18 se tiene a Pedro como cabeza del grupo, del colegio. Se conoce como la promesa del primado de Pedro que se confirmará en los diálogos del Señor con Pedro, luego de la Pascua. El atar y desatar designa que será el más importante del grupo, el mayordomo que abre o cierra la puerta, el vicario de Cristo, será o estará en su nombre y cumplirá su función cuando Él no esté. No solamente a Pedro le confirió el poder de atar y desatar, sino que es para todos sus sucesores; lo confirma la expresión al aparecer en plural (Mt 16,19). La comunidad de discípulos que formarán la Iglesia, los “Doce”, será la jerarquía, estableciendo dentro

de ésta un puesto de preeminencia que será el que ocupe Pedro. Esta comunidad será plena en el acto de Jesús en el que capitule y recapitule el acto de fundar la Iglesia.

6.3.2 La Ultima Cena del Señor en cuanto acto anticipador y recapitulador del misterio de la Iglesia

La Cena tiene una íntima conexión con la cruz. Algunos teólogos (Ratzinger) la consideran como el acto fundacional por excelencia de la Iglesia. En ella se darán las características más radicales; será la Nueva Alianza en la que Jesús habla delante de los doce mientras los consagra sacerdotes, uniéndolos a sí a través de esa unión que une a todos los miembros de la Iglesia en ellos. Cristo en la Última Cena revela el signo de la cruz, revela su pasión y muerte como anticipación sacramental de su sacrificio de amor, gracias al cual podrán hacer lo que Él hizo en la Cena: dar ese pan y ese vino (Cuerpo y Sangre) a todos. Así lo dice Juan: “habiendo amado a los suyos los amó hasta el extremo”.

En torno a la mesa de la Cena quedan constituidos los “Doce” como comunidad visible y organizada, por ello se tiene una organización jerárquica que ha sido instituida por Cristo. Celebran en memoria suya, como instrumentos sacramentales, la nueva alianza hasta que Jesús vuelva glorioso. Allí se representa la Iglesia en su organización y en su forma visible e invisible. La Iglesia hace la Eucaristía y al mismo tiempo la Eucaristía (germen de comunión entre Dios y los hombres) hace la Iglesia.

6.3.3 Los “Actos de Colación” de Cristo resucitado por los que se confiere a Pedro y a los Doce la potestad en la Iglesia

El NT nunca separa la muerte de la resurrección del Señor, pues trata del mismo Señor. En la providencia, se interpreta que Cristo aprovechó la incredulidad de Tomás para afirmar que el Resucitado era Él mismo, no un fantasma. Lo que tenía Cristo, lo tenía por ser Hijo de Dios; ahora, además de ello, Cristo tiene la potestad por su Cruz, potestad que entrega a sus apóstoles en tres poderes: poder de perdonar los pecados: Juan lo coloca luego de la resurrección (Jn 20,2); colación del primado a Pedro: siguiendo la alegoría del Buen Pastor (Jn 10,1-18), Jesús confirma a

Pedro como primero entre los apóstoles luego de la resurrección (Jn 21,15-20); poder de ir a todo el mundo, hacer discípulos y bautizar —misión universal— (Hch 1,3: “Se les

apareció y les hablaba de lo referente al Reino de los Cielos”, antes de la ascensión, sobre los once, pues Judas no estaba; Mt 28,19; Mc 16,15 y Lc 24,44).

Podemos encontrar dos elementos: una misión, y una potestad y poder para la misión. Jesús tiene la potestad. No confiere la potestad para la misión por medio de documento alguno, sino que lo hace por su presencia hasta la consumación de los siglos. Confía una misión que es triple: (a) predicación, (b) santificación a través del bautismo con el inicio a la vida sacramental, y (c) ministerios de gobierno:

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predicar, bautizar, enseñar. La potestad que Jesús otorga se denomina exousía (potestad): enseñar, santificar y gobernar.

6.4 La misión del Espíritu Santo y su significación en la fundación de la Iglesia

Cristo había sido concebido por el Espíritu Santo, y enviado por Él. Ahora los Apóstoles que conocen y han vivido con Cristo, son enviados, constituyéndose así la Iglesia con motivo de Pentecostés. Cristo creó y estructuró la Iglesia durante su vida terrena y después de su resurrección, pero le infundió vitalidad y fuerza enviando al Espíritu Santo. A esa Iglesia que estaba mientras Cristo vivía, le faltaba ponerse en práctica, avivarse (AG 4). Un don del Espíritu Santo, Aquél que “os guiará a la verdad plena”, los impulsa a implantar la Iglesia; misión que se manifestará en la predicación pública de la Iglesia, los Sacramentos y toda la experiencia relatada en el libro de los Hechos de los Apóstoles. No es contradicción el decir que la Iglesia nació del costado de Cristo, puesto que ello es una de las diversas manifestaciones de las dimensio-nes de la Iglesia. Pentecostés será el signo de que todo esto estaba ahora cumplido. Algunos llegan a afirmar de que el Espíritu Santo es fruto de la Cruz.

La Iglesia, por tanto, ha nacido plenamente sólo desde Pentecostés; fue concebida por Cristo en la Cruz y dada a luz en Pentecostés.

7.0 LA IGLESIA EN CUANTO TIENE SU ORIGEN EN LA TRINIDAD

7.1 La Trinidad y la Iglesia como fruto de las misiones divinas

El origen divino de la Iglesia significa que procede de Dios Trino. Su origen radical está en el Padre celestial, el cual envió a su Hijo para que fuera Cabeza de la Iglesia. En la misión del Hijo está incluida la Iglesia. Cuando Cristo fundó la Iglesia cumplió su propia misión e hizo de esta misión la tarea de los apóstoles, misión que consiste en prolongar la obra redentora de Cristo. El decreto divino sobre la Iglesia fue decidido entre el Padre y el Hijo en el Espíritu Santo en un diálogo antes de todos los tiempos y antes de empezar la historia. La Iglesia no es, pues, ni una unión nacida de la libre decisión humana ni un grupo surgido por natural crecimiento, sino que es una institución divina. Esto significa que la Iglesia no ha surgido de la historia ni de la creación, que no es «un producto de los hombres y poderes, de sus espacios y tiempos, sino que su estructura y obra representan una voluntad que precede nuestra historia universal».

LG en su primeros números (2-4), habla de este tema. En el número 4 aparece la Iglesia como el pueblo unido “por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. La Trinidad Santa no sólo está en el origen de la Iglesia sino que le comunica su forma de ser. El ser de la Iglesia tiene que ver con su origen.

Según la revelación del NT, la Iglesia tiene su origen en Dios Padre por la doble misión del Hijo y del Espíritu Santo. La Iglesia peregrinante tiene una misión por naturaleza porque procede de la doble misión del Hijo y del Espíritu que dimanan del amor fontal (o caridad) de Dios Padre (AG 2). Estas misiones, efectos ad extra, se extienden a la Creación, la Redención y la Comunión. Dios decidió así entrar en la Historia de los hombres enviando a su Hijo para establecer la paz o comunión con Él y armonizar la sociedad fraterna de todos los hombres (AG 3), y al mismo tiempo “Cristo envió desde el Padre al Espíritu Santo para que realizara desde dentro su obra salvífica e impulsara a la Iglesia a su propia expansión” (AG 4). Esto presenta varias consecuencias:

1. La obra del Hijo y del Espíritu Santo están perfectamente compenetradas, no hay así diferencia entre lo que Dios dispuso y lo que el Espíritu Santo ejecutó. El Espíritu Santo es la comunión del Padre y del Hijo, de esta manera lo propio del Espíritu Santo es vitalizar en los discípulos las intenciones de Jesús. Esta es la vertiente carismática que está al servicio de lo institucional.

2. La misión del Hijo y del Espíritu Santo hacen presente en la Iglesia a las tres divinas Personas , cada persona actúa en la Iglesia como es: el Padre como origen fontal o principio a quo (desde el que la Iglesia se constituye y origina) y ad quem (hacia quien se dirige); el Hijo como principio per quem (aquel por quien se ha hecho la obra de la redención por la que nos insertamos en la comunidad divina); el Espíritu Santo, que es el Amor, como principio in quo (en el que vive la Iglesia).

3. Por la misión del Hijo y del Espíritu Santo la Iglesia misma está misteriosamente introducida en la Trinidad. Es el nuevo Pueblo de Dios (relación al Padre), el Cuerpo de Cristo (relación al Hijo) y el Templo del Espíritu Santo (relación al Espíritu Santo); es la filiación del Hijo que comunica por el Espíritu su vida a los miembros, por medio de los sacramentos, para llevarlos al Padre.

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7.2 La diferencia radical que existe entre la Iglesia y todas las demás instituciones humanas: el carácter sobrenatural de la Iglesia

Por su origen divino, la Iglesia se distingue de las demás instituciones humanas nacidas a lo largo de la historia porque:a) Mientras las demás instituciones son resultado de los deseos y sueños de la fuerza organizadora y de

los esfuerzos del hombre, la Iglesia es fruto de una intervención sobrenatural, es la cumbre del plan divino de la creación–redención.

b) Todas las demás religiones son dimensiones del hombre, tienen su raíz en el corazón humano. El hombre de por sí es religioso, y de hecho “ya desde la antigüedad y hasta el momento actual, se encuentra en los diferentes pueblos una cierta percepción de aquella fuerza misteriosa que está presente en la marcha de las cosas y en los acontecimientos de la vida humana, y a veces también el reconocimiento de la suma Divinidad e incluso del Padre. Esta percepción y reconocimiento penetran su vida con un íntimo sentido religioso” (Nostra Aetate 2). Estas religiones expresan su deseo por lo divino, manifestado en el número de dioses y las exaltación de ideas expresadas a partir de lo que el hombre tiene como experiencia (epopeyas de los dioses) destacándose el uso de antropomorfismos. La Iglesia de Cristo no es una iglesia de dioses míticos y terrestres, sino la Iglesia del único Dios viviente, por El pensada y formada.

c) La Iglesia no se identifica con ninguna estructura de este mundo (pueblo, estado o cultura), sino que las trasciende, abarcando a todos los hombres de todas las agrupaciones políticas y nacionales. No es sólo un fenómeno cultural, sino la suma actuación de Dios (iniciativa divina) que interviene en la historia, creando un nuevo orden de cosas. Por ello no se puede confundir la Iglesia con una iglesia a nivel nacional, es decir que, aunque incluya elementos y acciones culturales, se trata de una acción de Dios a la que el hombre no hubiera podido llegar por sí solo.

d) La Iglesia se enraíza en el Dios Trino que interviene en la historia.

EL MISTERIO DE LA IGLESIA

9.1 Las imágenes simbólicas con las que se ilustra el misterio de la Iglesia en la Escritura (LG 6)

Las presenta en cuatro grupos: Vida de los pastores . Juan compara a la Iglesia con el rebaño (grupo), grey (personas) y aprisco o redil

(lugar). Cristo es la puerta del aprisco, el Buen Pastor, el que da la vida por sus ovejas, el que reúne a todas las ovejas en un solo rebaño bajo un solo pastor. “Aunque son pastores quienes gobiernan las ovejas, es Cristo mismo el que sin cesar las guía y alimenta”. La Iglesia es el lugar de la comunión al que se entra por Cristo.

Vida agrícola . San Pablo afirma: “vosotros sois agricultura de Dios” (1Cor 3,9). También habla de las parábolas de la siembra, del grano de mostaza, de la cizaña y el trigo. Todas ponen de relieve que la Iglesia crece y se encamina a su plenitud. Mateo señala la parábola de la viña y Juan la de la vid y los sarmientos, en la quiere expresar que en Cristo se da la comunión y que vivimos en la medida en que estemos unidos a El, el tronco. Es una interpretación de la conexión con el Misterio de Cristo.

Edificación . Como casa, familia, templo. Apoc 21: La Iglesia es identificada con la ciudad santa que desciende del cielo engalanada como una novia para su esposo. A los de Corinto les dice San Pablo: “vosotros sois edificación de Dios”, pero es sobre todo en Ef 2,19 donde se encuentra el mayor desarrollo de esta idea: “Así pues, ya no sois extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios, edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, siendo la piedra angular Cristo mismo, en quien toda edificación bien trabada se eleva hasta formar un templo santo en el Señor...”. En 1Pe 2,5 la Iglesia es un edificio espiritual hecho de piedras vivas, donde se ejerce un sacerdocio Santo y se celebran sacrificios espirituales. Sois conciudadanos de los santos y familia de Dios. De esta manera nos encontramos muy cerca de la idea de pueblo de Dios.

Vida de familia . Apoc 21 también se refiere a la Iglesia como novia, esposa inmaculada del cordero inmaculado, la Jerusalén celestial que desciende del cielo. San Pablo también la llama la “Jerusalén de

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arriba”. En Ef 15,22-23 San Pablo alude a la Iglesia como Esposa, imagen que subraya una peculiar unión de amor entre Cristo y la Iglesia.

9.2 La Iglesia, Nuevo Pueblo de Dios

Es “nuevo” no tanto por su diferencia de los demás pueblos, sino porque Cristo vive en él. No es una concepción socio–política.

9.2.1 Terminología

En el griego del NT se reserva para designar al pueblo de Dios la palabra laos, y ethné para designar a los otros pueblos. Otro término empleado con frecuencia es ekklesía, compuesta por las voces ek (con) y klesis (vocación), que se traduce al latín como con–vocatio o convocación, es decir, la vocación de muchos.

9.2.2 La realidad del Nuevo Pueblo de Dios en los testimonios del NT

Textos principales: Hch 15,13-14: con ocasión del Concilio de Jerusalén se especifica “cómo Dios ya al principio

intervino para procurarse entre los gentiles un pueblo para su nombre”; Rom 9,24-26: cita a Oseas: “somos hijos del Dios vivo”; 2Cor 6,16-18: “somos templo de Dios vivo”; Tito 2,14: dimensión cristológica del pueblo de Dios; la purificación de un pueblo que es merecido y

rescatado por el amor de Cristo; 1Pe 2,9-10: “Vosotros sois linaje escogido. Los que antes erais no pueblo, ahora sois pueblo de Dios”.

Consideración de conjunto del Nuevo Pueblo de Dios en el NT. El término ekklesía está en consonancia con el qahal Yhwh del AT (asamblea convocada para dar

gloria, culto a Dios). Hay grandes diferencias: los autores que tradujeron el qahal, lo hicieron por ekklesía, pero es notorio

que al llegar al NT se observe una connotación distinta que radica en la comunión permanente y definitiva de los hombres con Dios aquí en la tierra, una asamblea reunida permanentemente para dar gloria a Dios; allí donde esté el pueblo de Dios estará la Iglesia de Dios, la única Iglesia, en la que está siempre el Señor.

Todas las epístolas de San Pablo atestiguan la tesis de que la Iglesia tiene conciencia de ser pueblo de Dios, aunque la palabra pueblo no aparece en sus escritos con excesiva frecuencia (casi nunca utiliza el término laos, sino ekklesía). Se habla de apertura ante la intención judaizante de los israelitas convertidos: la obra de Cristo es

espiritual y no carnal, ya no se es pueblo de Dios por la circuncisión sino por la fe. Quienes viven de la fe, y sólo ellos, son los verdaderos hijos de Abraham (Gal 3,7), son el nuevo

pueblo, la verdadera descendencia en la que Cristo está siempre presente, la Iglesia de Dios. Este pueblo lo forma no la carne sino el espíritu. El contenido del nuevo pueblo de Dios es la

Iglesia. San Pablo no dice que el nuevo pueblo de Dios exista sólo en el ámbito de lo invisible; aparece

visiblemente en el ámbito de la historia como realidad obrada por el Espíritu y llena de Él. La Iglesia es en San Pablo, el nuevo Pueblo de Dios con quien Él ha constituido una alianza

definitiva. Aquí es donde se contrasta la aceptación de Cristo por quienes han creído en Él con aquellos que le han rechazado, en concreto, los judíos.

Primera parte: números 9-12n 9. Pueblo mesiánico (gobernar); nn 10-11. Pueblo sacerdotal (santificar); n. 12. Pueblo profético

(predicar). Segunda parte: números 13-17

n 13. Enlace: “unidad católica” y unidad en la variedad; n 14. Compuesta de diversos tipos de personas según su proximidad a Cristo; n 15. Otros cristianos; n 16. No cristianos; n 17. Misión universal de la Iglesia

LG 9 habla de la Nueva Alianza instituida por Cristo según un grupo de creyentes judíos y gentiles. Menciona su jefe, su ley y su fin. Es un pueblo mesiánico que es unidad, germen de salvación. Ahora el

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qahal Yhwh es el nuevo Pueblo de Dios. Tiene una estructura social que la manifiesta al mundo, una comunión de vida, caridad y verdad. Por la obra de Cristo en el Espíritu Santo tiene la plenitud de aquella comunión con Dios que le fue prometida a Israel.

10.0 REVELACION DEL MISTERIO DE CRISTO EN LA ESCRITURA (II): LA IGLESIA, CUERPO MISTICO DE CRISTO

10.1 Introducción

La pregunta por cuestión de la Iglesia como “Cuerpo Místico” de Cristo, refiriéndose a su propia naturaleza, surge a raíz de la aparición del Señor a San Pablo camino de Damasco (“Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” Hch 9,1-18; 22,4-16; 26,12-18): Dios pone de manifiesto que quien persigue a sus discípulos le persigue a Él. En adelante toda la predicación paulina sobre lo que significa ser apóstol versará sobre este hecho. Se dan aquí dos intuiciones muy importantes: Jesús vive, ha resucitado, pues se ha manifestado vivo y San Pablo es testigo de este hecho. Jesús vive en los cristianos, son una misma cosa, por tanto perseguirlos es perseguir a Cristo.

1Cor 12,27: “Vosotros sois el Cuerpo de Cristo”. Es lo que San Pablo ha experimentado y reflexionado personalmente y ahora presenta por medio de esta imagen.

LG 7 desarrolla la imagen de “Cuerpo de Cristo” (ya Pío XII había desarrollado esta misma imagen en la Mystici Corporis). Ambas realidades son inseparables: la Iglesia es pueblo de Dios porque es Cuerpo de Cristo. LG remite a las cartas de San Pablo (Rom, 1Cor y las epístolas de la cautividad).

10.2 Doctrina de San Pablo en 1 Corintios y Romanos10.2.1 1Cor 6,12-19

“¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?” San Pablo combate una falsa concepción de la libertad cristiana, buscando dar razón teológica de por qué los cristianos deben huir de la fornicación: los cristianos son Cuerpo de Cristo y por eso la fornicación es incompatible con su ser cristiano. “Cuerpo” en San Pablo significa “persona”. La unión que hay entre Cristo y cada miembro se muestra con una metáfora (la unión sexual: los dos serán una sola carne) citando al Génesis; esta unión de los cristianos con Cristo, no es una unión biológica o carnal, sino espiritual (el que se une con Cristo es un Espíritu con Él). Cada cristiano se une a Cristo, formando un pneuma espiritual.

10.2.2 1Cor 10,14-22

“El cáliz que bendecimos es la comunión de la Sangre de Cristo” El cáliz y el pan que bendecimos y del que participamos, nos hace ser Cuerpo de Cristo, por eso los cristianos no deben participar en sacrificios idolátricos. La unión con Cristo es la unión de los cristianos entre sí, en un cuerpo, el Cuerpo de Cristo, este Cuerpo es la Iglesia. El Cuerpo de Cristo dado en la Eucaristía es la causa de la unión de los cristianos en el Cuerpo Místico.

10.2.3 1Cor 12,12-30 y Rom 12,3-8

1Cor desarrolla el concepto Cuerpo de Cristo a partir de los dones del Espíritu. “El Cuerpo de Cristo es uno sólo, aunque tiene muchos miembros”. “Sois el Cuerpo de Cristo y cada uno sus miembros” (se intenta discurrir el papel de los carismas en la Iglesia). La Iglesia no es “como un cuerpo”, sino que “es un Cuerpo”, pero no es un “cuerpo humano”, sino que es “como un cuerpo humano”. Hay una unidad entre Cristo y los cristianos, es el Espíritu el que causa tal unidad. Por el bautismo formamos un solo Cuerpo, el de Cristo. No solamente formamos un cuerpo con Cristo, sino que formamos el Cuerpo de Cristo: “vosotros sois Cuerpo de Cristo”, no sólo por el bautismo sino también por la Eucaristía. Los dones del Espíritu Santo hacen que esa misteriosa unidad que forman los cristianos sea unidad en Cristo.

Rom 12 está estrechamente relacionado con el texto anterior. Usa la imagen del cuerpo para hacer intuitiva la unidad de los cristianos: los que somos muchos, somos un solo cuerpo en Cristo. Significa que el Cuerpo que forman los cristianos está caracterizado por vivir en el campo de acción de Cristo; estar totalmente configurado por Él. Los cristianos son Cuerpo en Cristo. La realidad del Cuerpo que formamos es pneumática, espiritual. Ese cuerpo es de Cristo (es el mismo cuerpo glorioso de Cristo).

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Ese cuerpo es de modo explícito la Iglesia local, y de modo implícito la Iglesia universal.

10.3 Doctrina de las cartas a los Efesios y a los Colosenses: Cristo, Cabeza de la Iglesia; la Iglesia, Cuerpo de Cristo

No se trata de unos textos concretos, sino del movimiento general de las cartas. El tema general que tratan es el Misterio de Cristo al cual Pablo le llama “el Misterio Escondido”.

Ef 1,9-10. Pablo tiene como misión predicar el Misterio de Cristo, el Evangelio, para el cual ha sido constituido. El Misterio de Cristo es el misterio de la Voluntad del Padre, según el benévolo designio que en Cristo se propuso de antemano para realizarlo en la plenitud de los tiempos; el Misterio de Cristo es el misterio de su capitalidad: que Cristo sea cabeza de todo, también de la Iglesia. La cabeza comunica su plenitud al cuerpo; cuerpo y cabeza llenan de toda gracia al resto de la creación.

Col 1,18ss. Cristo es la cabeza del Cuerpo de la Iglesia. Dios tuvo a bien hacer residir en Él toda la plenitud, de tal manera que se puede considerar que: Cristo es la cabeza de la Iglesia y la Iglesia es el Cuerpo del que Cristo es cabeza.

Col 2,9. En Cristo reside la plenitud de Dios, corporalmente, por tanto, también en la Iglesia que es Cuerpo de Cristo. El Cuerpo de Cristo está en crecimiento a partir de la plenitud de Cristo en el momento de la redención hasta la plenitud definitiva del cuerpo (cabeza y miembros) al final de los tiempos cuando Cristo sea todo en todos. Cristo, Cabeza: Cristo es el Señor de la Iglesia (Ef 5,22-23) por ser su Humanidad la primera criatura

glorificada, también por sus méritos. Cristo es el principio vital de la plenitud del cuerpo (Ef 1,18; 4,10).

La Iglesia, Cuerpo de Cristo: Por ser Cristo la cabeza de su cuerpo, es Él el que incorpora a los creyentes a su cuerpo mediante los Sacramentos. La Iglesia es también cuerpo de los miembros de Cristo, manifestación y presencia visible de Cristo en la historia de los hombres; de la misma manera que en Palestina Cristo tenía un cuerpo físico numéricamente uno, ahora tiene un cuerpo eclesial: corporalmente Cristo está en la Iglesia, visiblemente. Este cuerpo no sólo tiene una naturaleza corporal, sino también espiritual, es pneumatológico; todo lo que es la Iglesia es causado por la donación del Espíritu Santo, es el Espíritu el que causa la unidad de la Iglesia.

Ef 4,3. “Esforzaos en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo Cuerpo y un solo Espíritu”.

10.4 La Iglesia, Esposa de Cristo

A la imagen de la IglesiaCuerpo de Cristo está íntimamente unida la imagen de la Iglesiaesposa de Cristo. Por su palabra de vida y el bautismo Cristo se adquirió la Iglesia como esposa pura y sin mancha (Ef 5,27). La Iglesia es la expresión plenificada y plenificadora del Cuerpo individual de Cristo. Los dos forman el Cristo total, pero no llegan a confundirse, pues la Iglesia está unida a Cristo pero subordinada a Él.

Ef 5,21ss presenta un contexto inmediato: el momento del matrimonio cristiano, cuya imagen toma del AT. El hombre es signo de Cristo, la mujer signo de la Iglesia, el hombre es la cabeza a la cual la esposa es sumisa. La actitud de la Iglesia–esposa es de entrega, amor y sumisión a su esposo Cristo. La relación entre ambos es de amor: Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella. Visto desde Cristo es un amor creador, redentor, visto desde la Iglesia es una amor sumiso pero activo. Los dos son una sola carne, un solo cuerpo, como el esposo y la esposa. Cristo al amar a la Iglesia se ama a sí, a su Cuerpo.

El amor y la unión esponsal es signo del amor y la unión de Cristo y la Iglesia . 2 Corintios afirmará que los desposorios definitivos entre Cristo y la Iglesia se darán en la Parusía.

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11.0 INVESTIGACION TEOLOGICA SOBRE LA NATURALEZA DE LA IGLESIA (I): LA IGLESIA, PUEBLO DE DIOS Y CUERPO DE CRISTO

11.1 La mutua coherencia y unión entre las nociones de Pueblo de Dios y Cuerpo de Cristo

11.1.1 Modo en que la noción Cuerpo de Cristo ayuda a profundizar en el misterio de la Iglesia

Destaca la unión indisoluble entre Cristo y la Iglesia. Cristo entra en el concepto de la Iglesia. De modo analógico podemos decir que esta unión es tan indisoluble como la hipostática.

Destaca la unión vital entre Cristo y la Iglesia, de tal manera que la Iglesia existe como un misterio de comunión con Cristo.

Apunta al carácter mistérico o sobrenatural de la Iglesia: misterio sobrenatural y espiritual, no espiritualista.

Esta imagen nos habla de una relación entre los sacramentos y la comunidad de gracia. La Iglesia tiene una estructura sacramental, visible e invisible, material y espiritual, de tal manera que dentro de los sacramentos hay uno que, según Santo Tomás, es el que hace a la Iglesia: la Eucaristía.

Hay una implicación de los servicios o ministerios que se dan en la Iglesia y que la presentan como un organismo.

En este cuerpo el principio vital o de unidad es el Espíritu Santo (es como el alma).

12.2 La esencia íntima de la Iglesia

La Iglesia es el misterio de la comunión de los hombres con Dios y entre sí por el Hijo en el Espíritu Santo. Es la comunión humana del agápe divino. Haciéndonos Cuerpo de Cristo llegamos a la comunión con Dios y los hombres. Esto es posible por el Espíritu que mora en nosotros.

Apoyos escriturísticos: Jn 17,21: “para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti”. 1 Jn 1,2-3: “la Vida eterna que estaba con el Padre se nos manifestó… para que también vosotros

estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo, Jesucristo”.

12.3 Exposición sistemática de esa esencia íntima

Este misterio de comunión se cumple de modo distinto en cada una de las fases o etapas de la Iglesia:

12.3.1 Comunión de los hombres con Dios y entre sí

Comunión, communio, es el misterio de la Iglesia, es esa unidad misteriosa de los hombres con Dios y entre sí. No es posible que las personas que están profundamente unidas a Dios estén separadas entre sí. A pesar de la unidad, se mantiene la identidad propia de cada persona, de cada hombre; además, Dios sigue siendo distinto de los hombres.

La comunión no es sólo una conciencia psicológica o un sentimiento, sino que implica unas relaciones ontológicas entre las personas; lo primario en esa realidad ontológica son las relaciones que constituyen a las Personas Trinitarias.

Esa comunión se da primero con Dios, derivadamente se da de los hombres entre sí; ésta comunión se realiza por las misiones divinas.

12.3.2 Comunión por el Hijo (función de Cristo en esa comunión)

Lo exacto es decir “por Cristo” para indicar que es a través del Hijo de Dios hecho hombre como llegamos a la comunión (no sólo por el hecho de la Encarnación, sino también por los méritos de Cristo).

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En Cristo habita la plenitud de la divinidad corporalmente; Dios quiso que fuera así para divinizar a los hombres sin que dejasen de ser hombres.

Santo Tomás (II-II, q.8): Cristo actúa o es Cabeza de la Iglesia de cuatro formas: por razón de su excelencia: es el primogénito de entre todas las criaturas; por razón de semejanza: Cristo quiso compartir nuestra naturaleza para que nosotros pudiéramos

tomar la suya; por razón de su plenitud: la Iglesia es plenificada, llenada de todos los dones, por la Cabeza; por razón de su influjo: Cristo derramó en su Iglesia su poder y eficacia; de Cristo Cabeza deriva

toda la luz en la que los creyentes son iluminados y toda la gracia con la que son santificados. La gracia capital de Cristo es causa eficiente de la Iglesia (sin Cristo, la Cabeza, no existiría el cuerpo),

es causa formal de la Iglesia (hace que exista la Iglesia como Cuerpo de Cristo) y es causa ejemplar de la Iglesia (hace que el Cuerpo crezca a imagen de su Cabeza).

El Cuerpo de Cristo es una “comunión de verdad, de amor y de vida” (LG 9). Estos bienes están en la Cabeza y de ahí pasan a los miembros.

13.3.3 Las relaciones que se dan en el seno de esta comunión

Relaciones en el seno de la Iglesia que peregrina. Se vuelve a hablar aquí del aspecto subjetivo. Los Santos Padres pusieron muy de relieve estas relaciones, de las que deriva el hecho de que nos intercambiemos los bienes de la salvación a través de nuestra propia vocación y los dones del Espíritu Santo. Mystici corporis: «todo lo bueno y justo que cada uno realiza (oraciones, sacrificios, etc.) redunda, por

la communio sanctorum, en beneficio de todos». Los que están en estado de gracia pueden dar y colaborar; los que están en estado de pecado se encuentran en la posición de recibir. No obstante, incluso los pecadores pueden colaborar cuando realizan con sinceridad actos buenos.

Relaciones entre la Iglesia terrena y la Iglesia purgante. En el Purgatorio las almas no pueden merecer en sentido estricto, pero pueden recibir el auxilio de los santos y de aquellos que aún están en la tierra. Permanece aún teológicamente abierta la cuestión acerca de si pueden o no las almas del Purgatorio interceder en favor de los fieles de la Iglesia terrena.

Relaciones entre la Iglesia terrena y la Iglesia celestial. Los santos del Cielo llevan adelante la misión de la Iglesia terrena, formando parte de ésta, por medio de su intercesión y su rezo. He ahí la razón eclesiológica de la intercesión de los santos. La función que tienen los santos del Cielo respecto a nosotros es doble: a) ser modelos, b) ser intercesores. Esto se ve especialmente en la Liturgia, en la cual celebramos en unión con la Iglesia del Cielo. LG 49: al celebrar el sacrificio eucarístico es cuando mejor nos unimos con la Iglesia celeste.

14.0 LA SANTISIMA VIRGEN MARIA, MADRE DE DIOS, EN EL MISTERIO DE CRISTO Y DE LA IGLESIA

14.1 La Virgen María, “tipo” de la Iglesia

María es tipo de la Iglesia porque en Ella se ha realizado de manera anticipada la perfecta comunión en el Dios Trino a la que la Iglesia aspira. La Madre de Dios es ya el cumplimiento escatológico de la Iglesia (LG 65).

La Virgen no es sólo modelo de la Iglesia, sino también signo de esperanza. LG 68: “La Madre de Jesús, de la misma manera que ya glorificada en los cielos en cuerpo y alma es

la imagen y principio de la Iglesia que ha de ser consumada en el futuro siglo, así en esta tierra … antecede con su luz al Pueblo de Dios peregrinante como signo de esperanza y de consuelo”.

En el AT se habla de tipos y anticipos: en el tipo se da en modo pleno lo que se da primeramente de modo imperfecto en el anticipo. Con María se invierte el orden lógico: en ella está ya toda la perfección que la Iglesia tendrá. No se trata de un mero adelanto parcial sino de un adelanto perfecto y completo. Por eso algunos teólogos prefieren hablar de la Virgen como arquetipo. Esta afirmación ha sido insinuada en LG

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63: “María es modelo de virgen y madre; por su fe y obediencia dio a luz a Cristo, al que Dios constituyó el mayor de muchos hermanos”.

María no es un modelo exterior, sino que está presente en nuestra Iglesia como Madre, por eso la tipificación y la maternidad no se pueden separar, pues son dos aspectos de una misma realidad. LG 64: “La Iglesia, contemplando [en María] su arcana santidad e imitando su caridad, y cumpliendo

fielmente la voluntad del Padre, también ella es hecha Madre por la palabra de Dios fielmente recibida: … por la predicación y el bautismo engendra para la vida nueva e inmortal a los hijos concebidos por el Espíritu Santo y nacidos de Dios. Y también ella es virgen que custodia pura e íntegramente la fe prometida al Esposo, e imitando a la Madre de su Señor, por la virtud del Espíritu Santo conserva virginalmente la fe íntegra, la sólida esperanza, la sincera caridad”.

14.2 La Virgen María, Madre de la Iglesia

La relación de la Virgen con la Iglesia no es la del tipo con el anticipo sino que es tan íntima que María es verdadera Madre de la Iglesia. LG 61: “Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo en el templo al Padre,

padeciendo con su Hijo mientras Él moría en la Cruz, cooperó en forma del todo singular, por la obediencia, la fe, la esperanza y la encendida caridad en la restauración de la vida sobrenatural de las almas. Por tal motivo es nuestra Madre en el orden de la gracia”.

María es Madre de la Iglesia no sólo en virtud de la Encarnación del Verbo, sino también por su santidad y correspondencia al designio divino a lo largo de toda su vida, por su plena y completa identificación con Cristo.

Razones por las que María es Madre de la Iglesia: Por elección divina, reafirmada libremente por Ella. María por la inefable elección del mismo Padre,

dio la vida humana al Hijo de Dios. Porque su Hijo quiso extender la maternidad de María estando al pie de la Cruz, constituyéndola

Madre de la Iglesia en el momento cuando estaba naciendo la Iglesia (“la Iglesia nace del costado abierto de Cristo”).

Por estar presente al inicio de la peregrinación de la Iglesia el día de Pentecostés. Por su eminente cooperación en la obra de la Redención; por ser Corredentora del género humano.

La maternidad de María, en este sentido, no es una maternidad cronológica, sino que Ella sigue engendrando la Iglesia en su útero espiritual.

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