Iglesia en Córdoba, n. 387

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Nuevo Delegado de Apostolado Seglar La Natividad de la Virgen en la Diócesis Jornada de oración y ayuno por la paz en Siria Carta del Obispo para el nuevo curso pastoral SEMANARIO DIOCESANO DE INFORMACIÓN Y FORMACIÓN CRISTIANA • Nº 387 • 15 de septiembre de 2013 DONATIVO 0,20 EUROS

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Semanario diocesano de información y formación cristiana.

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Nuevo Delegado de Apostolado

Seglar

La Natividad de la Virgen en la

Diócesis

Jornada de oración y ayuno

por la paz en Siria

Carta del Obispo para el nuevo curso pastoral

SEMANARIO DIOCESANO DE INFORMACIÓN Y FORMACIÓN CRISTIANA • Nº 387 • 15 de septiembre de 2013

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SUMARIO

agenda

•Lunes 16: San Cornelio y San Cipriano • Claustro Académico a las 11:00h, en el Seminario Mayor San Pelagio, presidido por el Obispo.

•Miércoles 18: San José de Cupertino • Don Demetrio Fernández preside la Euca-ristía de inicio de curso con la Curia Diocesana a las 9:30h. en la Catedral.

•Viernes 20: Beato Francis-

co de Posadas, presbítero • Acto de inicio de curso de la Delegación de Misiones presidido por el Obispo, a las 20:15 h. en su sede. • Comienzan las Jornadas Nacionales de Pastoral Gi-tana hasta el día 22.

•Sábado 21: San Mateo, apóstol y evangelista • Consejo Diocesano de Lai-cos en la Casa de Espiri-tualidad San Antonio. • Se inician las Jornadas de

Actualización de los miem-bros de la Escuela de Cur-sillos de Córdoba hasta el día siguiente.

•Domingo 22: San Flo-rencio • Concierto de la Asociación Cultural Coro Ziryat en la parroquia de San Agustín a las 20:00h. • Misa dominical en la Cate-dral presidida por el Obis-po, a la que asistirán los feligreses del Arciprestazgo del Centro.

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Tel.: 957 761 041 • Fax: 957 761 223e-mail: [email protected]

Calendario de matriculaciónPlazo de matriculaciónabierto hasta el 10 de octubre.

Horario de SecretaríaDe lunes a juevesde 18:00 a 21:00 h.

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secciones

La cuenta bancaria creada por la Diócesis de Córdoba para colaborar con la misión diocesana en Picota (Moyobamba, Perú) es la siguiente:

CajaSur0237 0210

30 9166881062

Para resolver cualquier duda pueden contactar con el Delegado Diocesano de Misiones, Antonio Evans.

MISIÓN PICOTA

la voz del pastor 3

iglesia diocesana 4-9

el día del señor 10-11

ad gentes 12

iglesia diocesana

Ttradicionalmente en septiembre, el Obispo firma una carta dirigida a todos los fieles con los princi-pales acentos para el nuevo curso pastoral.

NUEVO DELEGADO DE APOS-TOLADO SEGLARSalvador Ruiz ha sido nombrado por el Obispo para esta tarea. En nuestras páginas, recogemos algunas declara-ciones del nuevo delegado.

LA NATIVIDAD DE LA VIRGEN EN LA DIÓCESISEl 8 de septiembre, Natividad de Santa María se sucedieron por toda la geo-grafía cordobesa actos en honor de la Virgen Santísima.

JORNADA DE ORACIÓN Y AYUNO POR LA PAZ EN SIRIATras la llamada del Papa, iglesias y pa-rroquias de toda la Diócesis abrieron sus puertas para acoger los distintos actos de oración por el don de la paz.

SEMANARIO DIOCESANO DE INFORMACIÓN Y FORMACIÓN

CRISTIANA

Director:Pablo Jesús Garzón García

Redactoras:Raquel Moyano CejudoGloria Alcaide Salazar

Maquetación:Blas Fco. Benítez Murillo

Colaboradores:Rafael Lucena VillarrealEleuterio Ortega Ortega

Edita:OBISPADO DE CÓRDOBA

ISSN 1699-2806Depósito Legal: CO-1752/04

Imprime: IMPRESIONES GUADAJOZTirada: 12.000 ejemplares

DONATIVO 0,20 EUROS

Redacción:Torrijos 12 • 14003 CÓRDOBA

Tel.: 957 498 065 • Fax: 957 498 066

E-mail:[email protected]

Página web:www.diocesisdecordoba.com

Página de Facebook:www.facebook.com/diocesisdecordoba

Agradecemos la especial colaboración de:

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VOZ DEL PASTOR

UERIDOSHERMANOSY HERMANAS:

El 14 de septiembre cele-bramos la fiesta de la Exal-tación de la Santa Cruz. La Cruz gloriosa de mayo, la Cruz que ha florecido en la resurrección, la Cruz que se ha convertido en la señal del cristiano, porque en ella Jesucristo ha muer-to para redimir a todos los hombres. Es una fiesta que marca el comienzo del cur-so pastoral: En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo… (con la se-ñal de la santa Cruz).

Y este año la fiesta re-viste especial importancia, porque el mundo cofrade celebra una expresión so-lemne de la fe cristiana con un Viacrucis Magno, en el que confluyen 18 pasos de nuestra semana santa cor-dobesa. Realmente es un acontecimiento extraordi-nario y esperamos que sea una magna expresión de fe, que a su vez alimente la fe de los participantes. El cortejo procesional, que comienza con la Rei-na de los Mártires, termi-na en la Santa Iglesia Ca-tedral, templo principal de la comunidad católica de Córdoba, donde todos adoraremos a Jesús Sacra-mentado, vivo y glorioso en la Hostia, después de haberlo acompañado en sus imágenes de pasión ca-mino de la cruz (viacrucis): Huerto, Rescatado, Penas, Redención, Sentencia, Co-ronación de Espinas, Pa-sión, Caído, Encuentro/Verónica, Humildad y Pa-ciencia, Amor, Expiración, Ánimas, Descendimiento,

Angustias, Santo Sepulcro, Resucitado.

Fue el beato Álvaro de Córdoba, patrono de la Agrupación de Cofradías de la ciudad, quien intro-dujo esta práctica del Via-crucis en occidente. A la vuelta de su viaje a Tierra Santa en 1419, construyó las catorce estaciones en torno al convento domi-nico de Escalaceli en Cór-doba, para contemplar ese camino de la pasión que culmina en la cruz del calvario. Santo Do-mingo, su fundador, había inventado y difundido el rezo del rosario, para con-templar los misterios de la vida de Jesús. El beato Álvaro inventó el ejerci-cio del viacrucis, como lo había visto en la vía dolo-rosa de Jerusalén. Así, de manera gráfica y sensible podía hacerse este reco-rrido, acompañando con los propios sentimientos los sentimientos de Cris-to, que “me amó y se en-tregó por mí” (Gal 2,20), generando una empatía de Cristo al creyente y del creyente devoto a Cristo. El viacrucis, por tanto, tiene mucho de cordo-bés. De aquí, se extendió a todo occidente.

La piedad popular, y más en Andalucía, tiene su propio mundo, es como un universo en el que se mez-clan el aspecto sensible, sentimientos profundos, costumbres y formas, imá-genes y ritos, solemnidad y cercanía. Es un mundo que ha brotado de la fe, que se vive de padres a hijos. Y a veces es el sentimiento re-ligioso más profundo que sostiene la esperanza de

una persona, sobre todo en momentos decisivos. La piedad popular, como todo, tiene sus riesgos, pero tiene sus grandes valores. Nunca debe perder el norte de que ha nacido en la fe y debe vivirse en clima de fe. Cuando se queda en lo su-perficial o se reduce a mero acontecimiento cultural, corre el riesgo de desapa-recer. La piedad popular es la fe de los sencillos, pero no debe confundirse con una fe sin raíces. No debe perder la conciencia de que

ha nacido en la Iglesia ca-tólica y a ella pertenece, y esa pertenencia salvaguar-da de interferencias cultu-rales y políticas de turno. El mundo cofrade es ges-tionado por seglares, y por cierto muy capaces, pero necesita del sacerdote para garantizar la formación y la comunión eclesial, e inser-tarse en la vida ordinaria de la parroquia.

El mundo cofrade, como la misma vida, necesita renovación continua. Y esa renovación le viene de dentro, es decir, del fervor con que se vive la fe y la pertenencia a la cofradía y la decisión de arrimar el hombro cuando haga fal-ta (nunca mejor dicho). El

mundo cofrade no es para personas deseosas de pro-tagonismo o personalismo, que no han podido encon-trarlo en otros ámbitos de la vida. Cuando esto es así, la cofradía es un problema continuo. En el mundo co-frade, como en toda la vida cristiana, vale quien sirve, y no vale quien quiere ser-virse de la cofradía para sus intereses.

He expresado en varias ocasiones mi aprecio por la piedad popular vivida en el mundo cofrade. Esta es una ocasión propicia para agradecer a tantas personas las horas que gastan en pre-parar y sacar a la calle sus sagrados titulares, los ensa-yos de costaleros y las ban-das de música. Cuando sale a la calle una procesión de éstas, se remueve y se con-mueve toda la sociedad. Que este movimiento abra rendijas por las que pueda entrar la luz de la fe en tan-tos corazones, para que ex-perimenten ese amor más grande que sólo Dios y su Madre bendita son capaces de dar. Vivamos con mucha fe este Viacrucis Magno.

Recibid mi afecto y mi bendición:

QViacrucis Magno, en la Santa Cruz

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La piedad popular es la fe de los sencillos, pero no debe confun-dirse con una fe sin raíces. No debe per-der la conciencia de que ha nacido en la Iglesia católica y a ella pertenece.

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SECRETARIADO DIOCESANO DE PEREGRINACIONESC/ Torrijos, 12 • 14003 CÓRDOBA • Tel.: 957 496 474 - Ext. 415

toda la Diócesis. Ese mismo día, las campanas de todas las iglesias repi-caron a las 12 de la mañana, invo-cando a la oración del Ángelus para suplicar la paz y la concordia por intercesión de María Santísima.

Del mismo modo, cientos de fe-ligreses acudieron a la Catedral el sábado para celebrar una Eucaristía por la paz, presidida por el Obispo. Pero fueron los jóvenes los que en-

cabezaron esta cadena de oración por la paz el pasado jueves, 5 de agosto, en el Adoremus. Cerca de 200 fieles se reunieron en la parroquia de La Compañía junto al pastor de la Dió-cesis quien en su homilía, resaltó el valor inmenso de la paz e instó a los presentes a orar con confianza, recor-dando que el origen de la violencia y de la guerra “se encuentra en el peca-do y en la injusticia”.

JORNADA DE AYUNO Y ORACIÓN POR LA PAZ

Súplica por la paz junto al Papa Francisco

Adoremus con los jóvenes, Expo-sición del Santísimo en las parro-quias, y celebración de la Eucaris-tía en la Catedral han sido los actos principales.

El Papa Francisco convocó a toda la Iglesia, el pasado 7 de septiembre, a una jornada de oración y ayuno por la paz en Siria, Oriente Medio, y el mundo entero. Una jornada que ha tenido una gran acogida en

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ADOREMUS DEL PASADO JUEVES EN LA PARROQUIA DE LA COMPAÑÍA.

TOQUE DE ÁNGELUS EN LA PARROQUIA DE SANTIAGO DE MONTILLA.

ADORACIÓN EN LA PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA ESPERANZA.

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Diversas funciones religiosas con-memoraron el pasado día 8 la Na-tividad de la Virgen bajo sus dis-tintas advocaciones. En Córdoba, la Virgen de la Fuensanta salió por tercer año en una procesión presidi-da por el Obispo y acompañada por las Hermandades y Cofradías de la ciudad. Tras la misma, tuvo lugar la Misa en el Santuario donde Don Demetrio Fernández recordó en su homilía la fiesta de la Virgen de la Fuensanta, y subrayó la convocato-ria del Santo Padre a orar por la paz, asegurando que “debemos tener siempre presente que la guerra y la violencia no arreglan nada”. En este sentido, instó a los presentes a orar por la paz, la justicia y los derechos fundamentales de las personas.

EN DISTINTAS LOCALIDADESMuchos pueblos celebraron la Natividad de la Virgen María. Fue el caso, entre otros, de Ca-bra, donde la Virgen de la Sierra recorrió las calles de la localidad, tras salir de la iglesia parroquial de la Asunción y Ángeles. Palma del Río también vivió uno de sus días grandes con motivo de la fes-tividad de su patrona, la Virgen de Belén Coronada. Por otro lado, con una procesión en su localidad de origen despidió el pueblo de Villaviciosa a la imagen original de la Virgen de Villaviciosa. En Villa del Río tuvo lugar la tradi-cional procesión de la Virgen de la Estrella, cuyas fiestas se prolon-garon hasta el martes. La Virgen de los Remedios también recorrió las calles de Villafranca, en una procesión en la que el alcalde le renovó el título de Alcaldesa Per-petua. Y en otras tantas localida-des como Posadas, Cañete de las Torres, Lucena, Montilla, Ada-muz, Belalcázar o Baena, rindie-ron homenaje a nuestra Madre del Cielo.

FIESTA DE LA NATIVIDAD DE LA VIRGEN

¡Cuánto amor a nuestra Madre del Cielo!La celebración de la Natividad de la Virgen hizo que en buena parte de la Diócesis se viviera un día grande en el que el fervor y la devoción inundó las calles de numerosos pueblos.

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IMAGEN DE LA VIRGEN DE BELÉN CORONADA DE PALMA DEL RÍO.

EL OBISPO ACOMPAÑA A LA IMAGEN DE LA FUENSANTA DURANTE LA PROCESIÓN.

LA VIRGEN DE LA SALUD DE POSADAS.

LA VIRGEN DE LA SIERRA EN SU RECORRIDO POR CABRA.

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La parroquia de la Asunción de Castro del Río, la pro-hermandad del Evangelista san Marcos, y la peña caballista Nuestra Señora de la Salud están ultimando los detalles de esta peregrinación que cubrirá la ruta Castro del Río-Montilla.

Además, algunas peñas de Espejo y Montilla se suma-rán a esta original iniciativa. Según informa el párroco de Castro, Ignacio Sierra, “se realizarán catequesis avi-listas durante las ‘parás’ y un acto mariano en la fuente del Pez, a la entrada desde el antiguo camino de Castro, y al llegar participaremos de la misa del peregrino”.

Comienza de nuevo la Visita Pastoral en la que el Obispo de Córdoba se acerca a las distintas parroquias para conocer a sus pá-rrocos, a los feligreses, así como las necesidades de la Iglesia en particular.

En este caso, Don Demetrio Fernández dedicará el primer tri-mestre del curso a visitar el arci-prestazgo de Aguilar de la Fron-tera-Puente Genil. El próximo 29 de septiembre, tendrá lugar la inauguración con una Eucaristía a las 18:00 h. en la parroquia de la Purificación de Puente Genil, pero será Aguilar de la Frontera la primera localidad que visitará el pastor de la Diócesis. A continua-ción visitará Moriles, Monturque y finalmente, Puente Genil.

ARCIPRESTAZGO DE AGUILAR DE LA FRONTERA-PUENTE GENIL

Primer destino de la Visita PastoralDurante los meses de octubre, noviembre y diciembre, el Obispo recorrerá las distintas localidades de este Ar-ciprestazgo alentando a los párrocos y feligreses.

AÑO JUBILAR DE SAN JUAN DE ÁVILA

Peregrinación a caballo desde Castro del RíoEl próximo sábado día 21, más de 40 caballistas, una docena de enganches y algunas carriolas peregrinarán al sepulcro de san Juan de Ávila.

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ENCUENTRO CON NIÑOS DURANTE LA VISITA PASTORAL A BUJALANCE, EL AÑO PASADO.

LA PARROQUIA DE CASTRO YA PEREGRINÓ A PIE HACE UNOS MESES.

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El Relicario itinerante de San Juan de Ávila ha finalizado su andadu-ra por el arciprestazgo de Baena-Castro del Río el sábado, 14 de septiembre, donde ha estado desde el día 1 recorriendo las distintas pa-rroquias y llevando las gracias de este Año Jubilar.

Tras su paso por las localidades de Nueva Carteya, Doña Mencía, Zuheros y Luque, el corazón de

San Juan de Ávila recorrió las lo-calidades de Espejo, Baena, Valen-zuela y Albendín donde además de visitar las parroquias se acercó a los conventos de clausura y a las resi-dencias de ancianos.

VISITAS AL SANTUARIOComienzan a llegar los grupos de peregrinos al inicio del curso. En este caso, peregrinaron un grupo

de feligreses de la localidad y los seminaristas y formadores de los seminarios de Castilla y León.

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Son ya dieciocho años los que se lleva organizando la Peregrinación a Guadalupe. Una cita considera-da, según el Delegado de Juventud, Antonio Gama, el pistoletazo de

PEREGRINACIÓN DE JÓVENES A GUADALUPE 2013

«Vamos al lío...»salida para la pastoral juvenil en el nuevo curso.

La fecha prevista para este año es del 25 al 27 de octubre y el lema escogido está inspirado en la lla-mada del Papa a los jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud en Brasil. Por ello, el cartel refle-jará un “supuesto tweet” del Papa a la Delegación de Juventud titu-lado “Vamos al lío...”.

Las etapas previstas seguirán siendo las mismas que en edicio-nes anteriores: Puerto de San Vi-cente, Alía y Guadalupe. Podrán participar jóvenes a partir de 16 años y el precio de la peregrina-ción es 40 euros. Toda la informa-ción y las inscripciones podrán consultarse próximamente en la web de la Delegación de Juventud www.lawedeladele.com.

Con este lema, se ha dado a co-nocer la próxima peregrinación de jóvenes a Guadalupe. Los días previstos son 25, 26 y 27 de octubre.

RELICARIO ITINERANTE DE SAN JUAN DE ÁVILA

El Santo Maestro culmina su recorrido por Baena-Castro del RíoDurante la segunda semana de septiembre el corazón del nuevo Doctor de la Iglesia recorrió las localidades de Espejo, Baena, Valenzuela y Albendín.

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RELICARIO EN ESPEJO.

RELICARIO EN LUQUE.

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El Via Crucis de la Feal trasluz

ANTONIO GILPárroco de San Lorenzo

El Via Crucis Magno de la Fe, –14 de septiembre, en Córdoba–, cons-tituye, sin duda, un eslabón esplen-doroso para conmemorar y unirnos a los acontecimientos celebrados con motivo del Año de la Fe. Las imágenes en sus pasos, el espirítu cofradiero, las miradas anhelantes, el deseo de celebrar y vivir intensa-mente, ya en su recta final, el Año de la fe, constituyen el hilo conduc-tor de este paisaje inédito, multitu-dinario, en torno a la cruz y a los crucificados, para vivir este tiempo de gracia y redescubrir la alegría de creer.

El Año de la Fe fue presentado como “una peregrinación a los desiertos del mundo contempo-ráneo, llevando consigo solamen-te lo que es esencial: ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni dos túnicas, como dice el Señor a los apóstoles al enviarlos a la mi-sión, sino el Evangelio y la fe de la Iglesia, de los que el Concilio Vaticano II y el Catecismo de la Iglesia católica son una luminosa expresión”.

El Via Crucis de Córdoba quie-re ser interrogante y respuesta a la dramática situación del hombre contemporáneo: «pobres de amor, sedientos de verdad y justicia, mendigos de Dios», en palabras del Papa Francisco. Ante tanta ce-guera, sólo cabe «la luz grande de la fe». Y la «Exaltación de la cruz», que el poeta Pedro José Araiza, plasmó en estos versos, con aire de plegaria encendida:

“Me duele tu dolormás que el fracaso triste de mi

vida.Mi alma está afligidapor tu pena, Señor.Necesito salirme de mí mismo;huir la tentación–desesperanza negra del abismo–y en ese Corazónque tanto ha perdonado a mi

egoísmohallar definitiva salvación”.

IeC: Te llama el Obispo para este cargo ¿y qué pasa por tu cabeza?SR: Pues de todo (risas). Pasa sobre-todo responsabilidad, pasa ponerlo en oración y pasa consultarlo con la dirección espiritual, y pasa aceptar. Llegar al Obispo y decirle, como la Virgen, “hágase en mí” y que sea lo que Dios quiera. Y quizás el vértigo de enfrentarse a algo para lo que sa-bemos que no estamos capacitados… pero el Señor capacita. IeC: Hay muchos logros en el mun-do laical, pero ¿qué le hace falta?SR: Logros hay muchísimos. La constitución del Consejo Diocesano de Laicos es un paso muy importan-te en la Diócesis, y su incorporación también en el Consejo Diocesano de Pastoral ha supuesto que la mayoría de los miembros de este consejo sean laicos, y esto también hace que se oiga la voz de los laicos en la Iglesia diocesana. Saber siempre que los lai-cos junto con el apostolado jerárqui-co tiran del mismo carro.

Yo creo que en lo que tenemos que trabajar es en vías de comunión. Nuestro gran problema, no sólo de los laicos sino de toda la Iglesia, es que trabajamos un poco como fran-cotiradores, cada uno a su campo y a su terreno. Y tenemos que tener conciencia de cuál es el camino, y el camino es el camino que marca el Obispo, que marca la Iglesia para trabajar. Trabajar todos en el mismo campo como nos decía Juan Pablo II en la Christi fideles laici. El ir to-dos a la viña, todos los de todas las horas, los de antes, los de ahora, y los de la última hora. Acompañados y guiados por nuestros pastores, y saber que todos trabajamos para lo mismo que es para la santificación de todos, para la salvación de todos en esa misión de la Iglesia.

Trabajar en comunión es crear ám-bitos de encuentro, conocernos... no nos conocemos, hay muchas realida-des pero unas no se conocen a otras. Yo creo que el camino está por ahí.

ENTREVISTA AL NUEVO DELEGADO DE APOSTOLADO SEGLAR

Salvador Ruiz, «tenemos que trabajar en vías de comunión»El pasado día 6, el Obispo daba a conocer el nombre del nuevo Delegado de Apostolado Seglar: Salvador Ruiz. Este montillano tiene 30 años y es profesor en la Facultad de Derecho de la Universidad de Córdoba. Muy ligado al Movimiento de Cursillos, a la Acción Católica, al mundo cofrade de su pueblo, a la Delegación de Juventud y a Cáritas, este joven seglar toma las riendas de una de las delegaciones diocesanas. Hace unos días concedía una entrevista al Espejo de la Iglesia de la Cadena Cope de la cual hemos extraído algunos momentos.

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SALVADOR RUIZ REALIZANDO EL JURAMENTO DE FIDELIDAD Y PROFESIÓN DE FE, AL ASUMIR SU NUEVO CARGO.

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MEDJUGORJE, 1-6 DE AGOSTO, CORDOBESES EN EL 24º ENCUENTRO INTERNACIONAL DE ORACIÓN DE JÓVENES EN MEDJUGORJE.

VILLANUEVA DE CÓRDOBA, 15 DE AGOSTO, CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA EN LA MAGNA PROCESIÓN

MARIANA CON MOTIVO DEL AÑO DE LA FE.

LOURDES, 7 DE SEPTIEMBRE, SEMINARISTAS DE CÓRDOBA VOLUNTARIOS

EN LOURDES DURANTE DOS SEMANAS.SANTIAGO DE COMPOSTELA, 23-30 DE AGOSTO, PEREGRINACIÓN

ORGANIZADA POR EL CENTRO DE ORIENTACIÓN FAMILIAR DE LUCENA.

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el día del señor

V/. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. R/. Amén.V/. El Señor esté con vosotros. R/. Y con tu espíritu.

ORACIÓN COLECTAOh Dios, creador y dueño de todas las cosas, míranos, y para que sintamos el efecto de tu amor, concédenos servirte de todo corazón.Por nuestro Señor Jesucristo.

Palabra de DiosR/. Te alabamos, Señor

SALMO RESPONSORIAL Sal 50R/. Me pondré en camino adonde está mi padre.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu in-mensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R/.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. R/.

Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza. Mi sacrificio es un espíritu quebranta-do; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias. R/.

2ª LECTURAPablo confiesa que el Señor derrochó su gracia en Cristo para salvar a la humanidad.

Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a TIMOTEO 1Tim 1, 12-17

Querido hermano: Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me hizo capaz, se fió de mí

y me confió este ministerio. Eso que yo antes era un blasfemo, un perseguidor y un insolente. Pero Dios tuvo compasión de mí, porque yo no era creyente y no sabía lo que hacía. El Señor derrochó su gracia en mí, dándome la fe y el amor en Cristo Jesús. Podéis fiaros y aceptar sin reserva lo que os digo: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el primero. Y por eso se compadeció de mí: para que en mí, el primero, mostrara Cristo Jesús toda su paciencia, y pudiera ser modelo de todos los que creerán en él y tendrán vida eterna. Al Rey de

LITURGIA DE LA PALABRA

1ª LECTURADios, rico en misericordia, hace brillar su amor compasivo por encima de la justicia.

Lectura del libro del ÉXODO Ex 32, 7-11. 13-14

En aquellos días, el Señor dijo a Moisés: “Anda, baja del monte, que se ha pervertido tu pueblo,

el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un novillo de metal, se postran ante él, le ofrecen sa-crificios y proclaman: «Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto»”. Y el Señor añadió a Moisés: “Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo”.Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios: “¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto con gran poder y mano robusta? Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo, diciendo: «Multiplica-ré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre»”. Y el Señor se arrepintió de la amenaza que había pronun-ciado contra su pueblo.

Cuando los medios de comunicación nos están dando noticias de enfrentamientos fratricidas y de muerte, la Liturgia de hoy nos ofrece las hermosas parábolas de Jesús, que hablan de perdón y de misericordia. El Pastor que busca la oveja perdida y no la recibe a palos para llevarla al redil,

sino perdonada, la lleva sobre sus hombros, gozoso. El hijo pródigo que marchó del hogar de mala manera, con un portazo de orgullo y descortesía para con su anciano padre, cuando la miseria le llevó a su ruina, vuelve a su casa y se encuentra a un padre que sale a recibirlo sin reproches ni amenazas sino con abrazos y besos. Nosotros, los cristianos, tenemos la misión de ser luz del mundo y sal de la tierra. Nuestro más expresivo saludo es “la paz”. No siempre esta-mos a tono. De nuestro corazón brota también la violencia y la venganza. Parece que no creemos en la fuerza regenera-dora del perdón y de la misericordia. Uno de los grandes frutos del sacramento de la Confesión, cuando se hace bien, es el gozo y la paz. Si queremos paz, perdón, acogida, confesemos a menudo; experimentemos la gracia del perdón y nos encantará darlo y ofrecerlo. Es verdad que somos llamados a la guerra, pero, ¿contra quién? Contra nosotros mismos… contra nuestro egoísmo, ambición, deseos de venganza y otros muchos que anidan en el corazón humano, como con-secuencia del pecado original. Hacernos violencia en este campo sí es necesario. “Véncete a ti mismo”, dicen los clási-cos; y Jesús: “niégate a ti mismo, toma tu cruz y sígueme”. Programa tenemos, pero ¿tenemos voluntad de seguirlo?

ORARGASPAR BUSTOS

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XXIV DOMINGO DEL T. O. DIOS MISERICORDIOSO

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el día del señor

penetre en nuestro cuerpo y nuestro espíritu, para que sea su fuerza, no nuestro sentimiento, quien mueva nuestra vida.Por Jesucristo nuestro señor.

RITO DE CONCLUSIÓNV/. El Señor esté con vosotros.R/. Y con tu espíritu.V/. La bendición de Dios todopoderoso,Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.R/. Amén.V/. En el nombre del Señor, podéis ir en paz.R/. Demos gracias a Dios.

LITURGIA EUCARÍSTICA

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDASSé propicio a nuestras súplicas, Señor,y recibe con bondad las ofrendas de tus siervos, para que la oblación que ofrece cada unoen honor de tu nombresirva para la salvación de todos.Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓNLa acción de este sacramento, Señor,

los siglos, inmortal, invisible, único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de DiosR/. Te alabamos, Señor

EVANGELIOJesús en las parábolas subraya la misericordia divina y la alegría por la recuperación de los perdido.

Lectura del Santo Evangelio según San LUCAS Lc 15, 1-32

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publi-canos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y

los escribas murmuraban entre ellos: “Ése acoge a los pecadores y come con ellos”.Jesús les dijo esta parábola: “Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: «¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido». Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nue-ve justos que no necesitan convertirse. Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las ami-gas y a las vecinas para decirles: «¡Felicitadme!, he en-contrado la moneda que se me había perdido». Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta”.También les dijo: “Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: «Padre, dame la parte que me toca de la fortuna». El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estó-

mago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba comer. Recapacitando entonces, se dijo: «Cuán-tos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he peca-do contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros».Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó cuello y se puso a besar-lo. Su hijo le dijo: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo». Pero el padre dijo a sus criados: «Sacad en seguida el mejor tra-je y vestidlo; ponedle un anillo en mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebramos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado». Y empezaron el banquete.Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le con-testó: «Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud». Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: «Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tu bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado». El padre le dijo: «Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo es-taba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado»”.

Palabra del SeñorR/. Gloria a ti Señor, Jesús.

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Con frecuencia la obra de evangeli-zación encuentra obstáculos no sólo fuera, sino también dentro de la mis-ma comunidad eclesial. En ocasio-nes son débiles el fervor, la alegría, la valentía, la esperanza en el anuncio a todos del Mensaje de Cristo y en la ayuda a los hombres de nuestro tiempo para encontrarlo. En ocasio-nes, se piensa aún que llevar la verdad del Evangelio es violentar la libertad. Pablo VI tiene palabras iluminado-ras al respecto: “Sería… un error im-poner cualquier cosa a la conciencia de nuestros hermanos. Pero proponer a esa conciencia la verdad evangélica y la salvación ofrecida por Jesucristo, con plena claridad y con absoluto res-peto hacia las opciones libres que lue-go pueda hacer… es un homenaje a esta libertad” (EN, 80).

Debemos tener siempre la valentía y la alegría de proponer, con respeto, el encuentro con Cristo, de hacernos portadores del Evangelio. Jesús ha venido entre nosotros para indicar la vida de la salvación, y nos ha confia-do también a nosotros la misión de darla a conocer a todos.

Con frecuencia vemos que son la violencia, la mentira, el error los que se destacan y se proponen. Es ur-gente hacer resplandecer en nuestro tiempo la vida buena del Evangelio con el anuncio y el testimonio, y esto desde dentro mismo de la Iglesia. En esta perspectiva, es importante no ol-vidar jamás un principio fundamen-tal: no se puede anunciar a Cristo sin la Iglesia.

Evangelizar no es jamás un acto aislado, individual, privado, sino siempre eclesial. No actúa “por una misión que él se atribuye o por inspi-ración personal, sino en unión con la misión de la Iglesia y en su nombre”

(EN 60). Y esto da fuerza a la mi-sión y hace sentir a cada misionero y evangelizador que nunca está solo, sino que es parte de un único Cuer-po animado por el Espíritu Santo.

URGE EVANGELIZAR, ILUMINAR, LLEVAR ESPERANZAEn nuestra época, la extendida movi-lidad y la facilidad de comunicación han mezclado entre sí a los pueblos, los conocimientos y las experiencias. Por motivos de trabajo, familias en-teras se desplazan de un continente a otro; los intercambios profesionales y culturales, el turismo y fenómenos análogos, llevan a un amplio movi-miento de personas.

Además, en zonas cada vez más amplias de las regiones tradicional-mente cristianas crece el número de quienes son extraños a la fe, indi-ferentes a la dimensión religiosa, o animados por otras creencias. No es infrecuente que algunos bautizados hagan elecciones de vida que les llevan lejos de la fe, haciéndolos así necesita-dos de una “Nueva Evan-gelización”.

A todo esto se añade el hecho de que una parte am-plia de la humanidad no ha sido todavía alcanzada por la buena noticia de Jesucristo.

Vivimos en un momento de crisis que afecta a varios sectores de la existencia, no sólo el de la economía, las finanzas, la seguri-dad alimentaria, el ambiente, sino también el del sentido profundo de la vida y los valores fundamen-tales que la animan. La convivencia humana también está marcada por tensiones y conflictos que provocan

inseguridad, y cuesta encontrar el ca-mino de una paz estable.

En esta compleja situación, en la que el horizonte del presente y del futuro parecen recorridos por nubes amenazadoras, se vuelve aún más ur-gente el llevar a cada realidad con va-lentía el Evangelio de Cristo, que es anuncio de esperanza, de reconcilia-ción, de comunión, anuncio de cerca-nía de Dios, de su misericordia, de su salvación, anuncio de que la potencia del amor de Dios es capaz de vencer las tinieblas del mal y guiar en el ca-mino del bien.

El hombre de nuestro tiempo tiene necesidad de una luz segura que acla-re su camino y que sólo el encuentro con Cristo puede dar. ¡Llevemos a este mundo, con nuestro testimo-nio, con amor, la esperanza que da la fe! La misión de la Iglesia no es proselitismo, sino testimonio de vida que ilumina el camino, que lleva esperanza y amor. La Iglesia no es una organización asistencial, una empresa, una ONG, sino una comunidad de personas, animadas por la acción del Espíritu Santo, que han vivido y viven el estu-por del encuentro con Jesucristo y desean compartir esta riqueza con profunda alegría, compartir el Mensaje de salvación que el Señor nos ha traído. Es el Espíritu Santo quien guía a la Iglesia en este camino.

Campaña del Domund, la evangelización requiere valentíaAntonio Evans, Delegado de Misiones de la Diócesis, nos ofrece esta se-gunda reflexión, continuación de la publicada la semana pasada, basada igualmente en el Mensaje del Papa Francisco para el Domund 2013.

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«Como el Padre me en-vió, así os envío yo a vosotros… Recibid el

Espíritu Santo” (Jn 20,21). Misión significa envío. Dios Padre envía a su Hijo único, como fruto de su amor al mundo. Y Jesús envía a sus Apóstoles y a toda la Iglesia para ser testigos de la Buena nueva de la salvación y rea-lizar esa redención. En esa corriente vital y vivificante para el mundo se inserta la misión de la Iglesia.

1. Córdoba: una diócesis en estado de misión

La Iglesia es misionera por naturale-za, y no puede dedicarse a mantener simplemente lo que tiene, porque lo perdería. La Iglesia crece en la medida de su fidelidad al mandato misionero de Jesús: “Id y haced dis-cípulos…” (Mt 28,19). Este manda-to mantiene todo su vigor hoy. “La Iglesia lo sabe… Evangelizar consti-tuye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda” (EN 14). La Iglesia ha de salir a las calles, a las plazas, entrar en las casas, etc. para anunciar la victoria de Cristo resucitado y hacer partíci-pes a todos de los dones de la Casa de Dios. “¡Ay de mí si no evangeli-zare!” (1Co 9,16). La Iglesia debe afanarse en buscar los puntos de en-cuentro con los hombres de nuestro tiempo para llevarles el Evangelio de la salvación. La Iglesia debe salir a los cruces de los caminos para invitar a

todos al Banquete del Reino (cf Mt 22,9). La Iglesia debe ir a las periferias materiales y existenciales1, donde el hombre vive situaciones límite, en las que puede abrirse a la salvación si tie-ne quien le acompañe en ese camino de marginación y sufrimiento, hasta llegar a la dignidad de hijo de Dios. El Papa Francisco es un excelente pre-gonero de este talante misionero para la Iglesia de nuestros días.

El dinamismo misionero es una dimensión interna de nuestra propia fe. “No sería inútil que cada cristia-no y cada evangelizador examinasen en profundidad, a través de la ora-ción, este pensamiento: los hombres podrán salvarse por otros caminos, gracias a la misericordia de Dios, si nosotros no les anunciamos el Evan-gelio; pero ¿podremos nosotros sal-varnos si por negligencia, por miedo, por vergüenza –lo que San Pablo lla-maba avergonzarse del Evangelio–, o por ideas falsas omitimos anunciar-lo?” (Evangelii nuntiandi, 74).

Eso. ¿Podremos salvarnos noso-tros si no anunciamos el Evangelio? Los que hemos recibido gratuita-mente la luz, ¿podemos guardarla debajo del celemín? (cf Mt 5,15). En una escena del drama “El padre hu-

1 Papa Francisco ha popularizado estas ex-presiones. Para él, “salir a las periferias” significa descentrarse de sí mismo (las per-sonas, los grupos, la misma Iglesia, etc.), para centrarse en Cristo y salir al encuentro de los que sufren, reconociendo en ellos a Cristo y tratándolos con misericordia.

millado” de P. Claudel2, una mucha-cha judía, hermosísima pero ciega, aludiendo al doble significado de la luz, pregunta a su amigo cristiano: “Vosotros que veis, ¿qué uso habéis hecho de la luz?”.

Y en todo caso ¿no es una desgracia que tantos hermanos nuestros carez-can de los sacramentos, de la Palabra, de la vida de la Iglesia? Somos espe-cialmente sensibles hoy a que tantos hermanos nuestros no tengan trabajo, no tengan para comer, y mueran de hambre. ¿Por qué no somos sensibles a tantísimos hermanos nuestros que carecen de los medios ordinarios para alimentar su vida espiritual? Cuando, además, muchísimos de ellos no los han rechazado, y sin culpa suya no les ha llegado la Buena Nueva. Y en nuestros ambientes de vieja cristian-dad, hay tantos que pasan de los sa-cramentos y no los ven necesarios para su vida, porque no les han sido presentados con suficiente atractivo personal y comunitario.

La diócesis de Córdoba ha de po-nerse en estado de misión, como en estado de alerta permanente, que le impulse a llevar el Evangelio a todos, especialmente a los que sufren. Cada persona, cada parroquia, cada grupo o comunidad debe ponerse en acti-tud misionera y militante para llevar a

2 Este celebre literato francés (1868-1955) cuenta que, apartado de Dios en su ado-lescencia, a los 18 años experimentó una conversión repentina, cuando escuchaba el canto de vísperas del día de Navidad en la Catedral de Notre Dame de París.

Córdoba: una diócesisen estado de misiónEn el año de Osio,confesor de la fey obispo de Córdobacarta pastoral deMons. Demetrio Fernández González, Obispo de Córdoba,al comienzo del curso 2013-2014

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carta pastoral

nuestros contemporáneos el anuncio del Evangelio hoy. El Papa Francisco nos alienta en esta dirección. Y sólo una actitud misionera y martirial es capaz de generar nuevo entusiasmo en los jóvenes y en los adultos. El en-cuentro con Cristo, nos lleva a vivir la comunión eclesial para lanzarnos a la misión de llevar a Cristo a todos los hombres.

2. El Año de la fe, un año de gracia

El Año de la Fe, abierto el 11 de oc-tubre de 2012, a los 50 años del Con-cilio Vaticano II, es clausurado el 24 de noviembre de 2013, en la fiesta de Cristo Rey del Universo.

Fue como un preludio del mismo la Causa de los mártires Juan-Elias Medina y 131 compañeros, clausura-da en su fase diocesana el 15 de sep-tiembre de 2012 en la S.I. Catedral de Córdoba, pasando a Roma todo el trasunto, que sigue su curso con buen paso. Y constituye como un broche de oro la beatificación de 522 márti-res en Tarragona el 13 de octubre de 2013, entre los cuales diez carmelitas (4 de Montoro y 6 de Hinojosa del Duque). “La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos”3. La Iglesia celebra en ellos no la crueldad de los verdugos, sino la heroicidad de un amor más grande, el amor a Cristo hasta el derramamiento de la propia sangre, perdonando a sus enemigos. Un amor más fuerte que la muerte, más fuerte que el odio. Celebrar a estos mártires es un estímulo para el amor y la reconciliación. Es una ra-zón para la esperanza, porque el bien triunfa sobre el mal.

La procesión después de casi 70 años de la imagen del arcángel San Rafael, custodio de la ciudad de Cór-doba, hasta la Catedral en el día de su fiesta, el 24 de octubre de 2012 para el inicio del Año de la fe y el Viacrucis Magno que tiene lugar en la ciudad el 14 de septiembre de 2013, en el Año de la Fe, son expresiones extraordi-narias de fe que convocan la piedad popular, baluarte de fe en nuestro suelo católico. No faltan quienes

3 Tertuliano, Apol., 50, 13: CCL 1,171.

miran estas expresiones como sim-ple manifestación cultural o folclore popular. Sin embargo, cuando una procesión sale a la calle, y más aún cuando llegan estas señaladas ocasio-nes, además de la Semana Santa, ta-les manifestaciones son expresión de una fe profunda, que a su vez alimen-ta la fe de un pueblo que es creyente en sus raíces. Nadie ignora el fuerte movimiento social y económico (la ocupación hotelera, el movimiento turístico, etc.) que generan estas ma-nifestaciones de la piedad popular, y del que nos alegramos, pero no por eso estos acontecimientos pueden reducirse a una cuenta de resultados en términos turísticos o económicos. Es la fe de un pueblo que se pone en marcha y es capaz de convocar a quienes sintonizan con esta fe, que son la inmensa mayoría de nuestros conciudadanos. Nuestro pueblo an-daluz es un pueblo creyente, aunque se pretenda contradecirlo de tantas maneras. Basta vivir la Semana Santa en cada una de sus ciudades y en tan-tos pueblos, o las fiestas patronales, para concluir que Dios está arraigado en lo más profundo de la conciencia de este pueblo que vibra con sus pro-cesiones religiosas.

El Año de la Fe ha servido para que esa fe aflore y pueda empapar cada vez más el tejido social de este pueblo creyente, a pesar de sus grandes con-trastes. No todo está perdido, ni mu-cho menos. En ese rescoldo de fe, en el que podemos animar el fuego del amor, puede producirse un incendio que lleve el fuego de Cristo a todos los corazones. Estos acontecimientos son un signo de esperanza para seguir evangelizando.

La Carta Encíclica Lumen Fidei, “escrita a cuatro manos”4, queda-

4 Expresión del Papa Francisco en conver-sación con los miembros del XIII Conse-jo Ordinario de la Secretaría general del Sínodo de los Obispos, el 13 de junio de 2013. “Estas consideraciones sobre la fe, en línea con todo lo que el Magisterio de la Iglesia ha declarado sobre esta virtud teo-logal, pretenden sumarse a lo que el Papa Benedicto XVI ha escrito en las Cartas encíclicas sobre la caridad y la esperanza. Él ya había completado prácticamente una primera redacción de esta Carta encíclica sobre la fe. Se lo agradezco de corazón y,

rá como una referencia preciosa de este Año de la fe. Para leerla y medi-tarla. Como son para leer y meditar los discursos del Papa Francisco en su viaje a Brasil, todo un programa de su pontificado, particularmente los discursos a los Obispos de Bra-sil, a los Obispos del CELAM y la entrevista con los periodistas en el viaje de vuelta.

3. San Juan de Ávila, una lluvia de gracias

El 7 de octubre de 2012 el Papa Be-nedicto XVI declaró a San Juan de Ávila Doctor de la Iglesia univer-sal, en la apertura del Sínodo para la Nueva Evangelización, presentando al Doctor del Amor divino y del sa-cerdocio como paradigma de la nue-va evangelización de nuestro tiempo. La diócesis de Córdoba se goza con un gozo extraordinario por la glori-ficación de este clericus cordubensis. Y a la declaración pontificia le ha se-guido el Año jubilar de San Juan de Ávila, que nos ha permitido acoger a miles y miles de peregrinos y dar-lo a conocer al mundo entero, para que “todos sepan que nuestro Dios es amor”5. La cantidad de peregri-nos que acuden hasta su sepulcro en Montilla denota que el nuevo Doctor de la Iglesia atrae al hombre de nues-tro tiempo por su santidad, por su doctrina, por su estilo de vida. Que Dios nos conceda saber presentarlo y difundirlo por todo el mundo, para que conociendo a este testigo de la fe, seamos estimulados en el amor a Dios y al prójimo. El Centro Dioce-sano y la Basílica han desplegado una actividad misionera asombrosa, y es de agradecer especialmente a los sa-cerdotes que lo atienden y a los segla-res que trabajan allí. La procesión del relicario itinerante con el corazón,

en la fraternidad de Cristo, asumo su pre-cioso trabajo, añadiendo al texto algunas aportaciones. El Sucesor de Pedro, ayer, hoy y siempre, está llamado a «confirmar a sus hermanos» en el inconmensurable te-soro de la fe, que Dios da como luz sobre el camino de todo hombre”: Lumen fidei, 7.5 San Juan de Ávila, Tratado del Amor de Dios, 7.

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que está recorriendo todas las dióce-sis de España, constituye una misión permanente, que suscita la devoción al Santo Maestro y acerca a las perso-nas a Dios.

Montilla ha sido un lugar de en-cuentro con Dios por la mediación de San Juan de Ávila a lo largo de este año y lo será ya en adelante. Montilla ha quedado consagrado como lugar santo. Las múltiples peregrinacio-nes han tenido su momento culmen en la peregrinación de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episco-pal Española, actora de la Causa de canonización y doctorado, hasta el sepulcro del Maestro Ávila el pasado 23 de noviembre de 2012. Cardenales y obispos, sacerdotes y seminarios enteros de toda España, familias, jó-venes, colegios, etc. Todos a Montilla. Y el Santo Maestro nos ha dejado a todos el mensaje del amor divino. San Juan de Ávila sigue haciendo el bien, especialmente a los sacerdotes dioce-sanos seculares, que lo tenemos por especial patrono.

El trabajo realizado por los pro-fesores de religión en los colegios públicos y en la escuela católica so-bre San Juan de Ávila ha constituido una siembra, que producirá fruto a su tiempo. Las múltiples homilías y ca-tequesis impartidas en las parroquias y grupos de formación han llevado a los fieles a un conocimiento y trato más cercano con el nuevo Doctor. Las jornadas vividas en peregrinación a su sepulcro por parte de todos los arciprestazgos de la diócesis o ante el relicario itinerante de su corazón por tantos lugares de la diócesis y de España han constituido momentos de fervor y crecimiento en la fe para mucha gente. Las marchas a pie de jó-venes procedentes de tantos lugares, la ruta ciclista avilista desde Alcalá de Henares hasta Montilla, y tantas otras iniciativas que hacen de Monti-lla lugar de peregrinación, continua-rán enriqueciendo la fe de nuestros fieles que encuentran en san Juan de Ávila un referente para su vida.

El Congreso Internacional “San Juan de Ávila doctor de la Iglesia”, celebrado en Córdoba/Montilla y cuyas Actas están ya publicadas, ha supuesto un evento de alto nivel

cultural y de profundización en la figura del nuevo Doctor. En la tarde del 18 de octubre somos convoca-dos en Montilla para la clausura del Año jubilar, pero no queda cerra-da la puerta de la gracia para todos los que quieran peregrinar hasta su sepulcro. Sigamos peregrinando a Montilla, acudamos con fe al sepul-cro del Maestro Ávila. Él ha sido y continúa siendo Maestro de Santos.

4. “Tú eres Pedro… Confirma a tus hermanos” (Mt 16, 18; Lc 22, 32)

En este Año de la fe a nivel de Igle-sia universal, hemos vivido el gesto sin precedentes de la renuncia del Papa Benedicto XVI al ministerio de Sucesor de Pedro, el 28 de febre-ro de 2013, dando a toda la Iglesia y a la entera humanidad un testimonio elocuente de humildad, de despren-dimiento voluntario y en suma de amor a la Iglesia, la Esposa de Cristo. Cuánto bien nos ha hecho y seguirá haciéndonos el magisterio de Bene-dicto XVI, y cuánta riqueza encierra una vida oculta en la oración y la en-trega hasta la muerte. Corresponda-mos con nuestra oración por él como expresión de nuestro inmenso cariño al que entrega su vida por la Iglesia.

Y el Señor ha bendecido a su Iglesia con la elección del Papa Francisco, el l3 de marzo de 2013, una grata sor-presa por la rapidez de la elección, por la persona elegida y por el nom-bre del nuevo Papa, con el que quiere definir todo su pontificado. Quien se siente hijo fiel de la Iglesia no se si-túa en el plano de juzgar al Papa, si nos gusta o no. Por el contrario, antes de nada, damos gracias a Dios por el elegido y por su generosa aceptación de tan grave ministerio y expresamos desde el primer momento nuestro deseo de secundar sus orientaciones. “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia…” (Mt 16,18). Nuestra plena comunión afectiva y efectiva con el Sucesor de Pedro es la mejor garantía de nuestra pertenencia a la Iglesia del Señor. No hemos de esperar a ver qué hace o a ver qué dice para prestarle nuestro asentimiento, si nos gusta. Cuente con nuestra ple-

na adhesión en la fe y en la comunión eclesial a su persona y a su magisterio desde el primer momento, y estamos atentos para colaborar con él a fin de que la Iglesia de nuestro tiempo sea “como un sacramento de la unidad del hombre con Dios y con todo el género humano” (LG 1).

En los distintos gestos con que se expresa y en las enseñanzas que nos va dando, percibimos una provo-cación continua a vivir la sencillez evangélica de san Francisco de Asís, como una transparencia de Cristo, único salvador de todos los hom-bres. Dios nos conceda por esta pro-vocación continua del Papa Francis-co vivir una Iglesia pobre y para los pobres, es decir, una Iglesia transpa-rencia de su Maestro y Señor para el servicio del hombre de hoy, espe-cialmente de los pobres y de todos aquellos que viven en las periferias existenciales. Y Dios nos conceda a todos, jóvenes y mayores, ese talante misionero con el que ha invitado a los jóvenes de la JMJ de Río de Janei-ro a salir, a “montar lío” en las dióce-sis, a no quedarnos instalados en lo de siempre, ya que tenemos mucho que aportar desde el Evangelio a esta nuestra generación. “La fe es revo-lucionaria, y solo entrando en esta órbita de revolución de la fe, la vida tendrá sentido y será fecunda”6.

También en este Año de la fe he-mos vivido momentos muy gozosos cuando el 7 de abril, domingo de la divina misericordia, fue beatificado en la S. I. Catedral el Padre Cristóbal de Santa Catalina, Fundador de las Franciscanas Hospitalarias de Jesús Nazareno. La diócesis de Córdoba y especialmente la familia de Ntro. Pa-dre Jesús Nazareno (Hermanas, co-legiales, antiguos alumnos, ancianos residentes, cofrades, etc.) dan gracias a Dios por este ejemplo de santidad, forjada en una vida de intensa ora-ción y penitencia en el desierto de El Bañuelo y desbordada en caridad para con los pobres de la ciudad de su tiempo en el hospital y cofradía de Jesús Nazareno y prolongada por su

6 Papa Francisco, Alocución a los jóvenes en la inauguración de la JMJ de Río de Ja-neiro (25.07.2013)

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carta pastoral

familia religiosa hasta nuestros días.En fin, la ordenación presbiteral de

cinco nuevos sacerdotes diocesanos, tres en junio y dos en la clausura del Año de la fe, es un regalo especial del Señor a esta parcela de su Iglesia, que continua orando al Dueño de la mies que mande trabajadores a su mies.

5. Un obispo misionero: Osio, confesor de la fe, obispo de Córdoba (256-357)

Osio fue un obispo misionero. Desde Córdoba se traslada a la corte impe-rial y catequiza al emperador Cons-tantino hasta su plena conversión al cristianismo. Dentro de la Iglesia, lucha y lucha por la verdad de la fe, proclamando a Cristo homoousios (consubstancial) al Padre, y sufrien-do por ello persecuciones, destierro, calumnias. El título de “confesor de la fe” es dado a Osio de Córdoba con mucha frecuencia durante su vida y después de su muerte. Según la docu-mentación recientemente publicada7, la confesión de fe de Osio tuvo lugar especialmente en la persecución de Diocleciano (c. 304), durante la cual también alcanzaron el martirio san Acisclo y santa Victoria, patronos de Córdoba. Pero esta confesión de fe se prolonga a lo largo de su vida y adquiere su máxima expresión en el concilio de Nicea (a. 325), que él mis-mo preside, y en la lucha posterior contra los arrianos hasta su muerte. Las intrigas de la curia imperial y de la Iglesia de su tiempo no le impidie-ron, sino que le llevaron a dar un tes-timonio de fidelidad hasta el final.

Osio aparece en los calendarios orientales como santo: “En este mis-mo día [27 de agosto] se celebra la me-moria de nuestro padre Osio, obispo de Córdoba de Hispania, que está entre los santos. Este bienaventurado que se distinguió primeramente en la ascesis y estuvo adornado en toda clase de virtudes fue promovido a la cátedra del episcopado de Córdoba, tenía celo divino por la fe ortodoxa y

7 J. J. Ayan y otros, Osio de Córdoba. Un siglo de la historia del cristianismo, BAC, Madrid 2013.

estuvo presente en el gran Concilio [de Nicea], refutando y rechazando la furia arriana. Promovió el conci-lio de Sárdica y fue presidente de los que se reunieron. Cuando muchos otros obispos y padres, portadores de Dios, fueron apartados de sus sedes por Constancio porque no acepta-ban la deposición del gran Atanasio, o mejor dicho, porque no mantenían comunión con la falsa opinión de los arrianos, fue enviado al exilio y des-pués de soportar muchas penalidades en el destierro, murió”.

La excelente obra de J.J. Ayán y otros, Osio de Córdoba. Un siglo de la historia del cristianismo, BAC Madrid 2013, 930 p. representa un hito en el estudio de esta importan-te figura de la historia de la Iglesia, que extiende el nombre de Córdo-ba por todo el mundo a lo largo de los siglos. No están del todo claras las razones que llevaron a quitar de los dípticos litúrgicos el nombre de Osio en la liturgia de occidente. Los testimonios más cercanos a su figura son testimonios interesados, y por tanto viciados, e incluso hay contra-dicción entre ellos. Nos gustaría que la investigación histórica hiciera jus-ticia a esta insigne figura de la Igle-sia en el siglo IV y que la Santa Sede extendiera el culto público universal, que tuvo en su momento y le fue re-tirado en el siglo VII.

No me corresponde emitir aquí un juicio definitivo sobre la figura de Osio. A nivel científico e histórico, se encargarán de ello los investigado-res, y a nivel de culto es competencia de la autoridad suprema de la Iglesia, de la Santa Sede. Para eso, hemos convocado un Congreso Internacio-nal “El siglo de Osio de Córdoba”, que del 28 al 31 de octubre de 2013 reúne a investigadores de primera fila expertos en el tema, y hemos ele-vado preces a la Santa Sede para que, si lo considera oportuno, extienda su culto litúrgico a la Iglesia universal, como no ha dejado de tenerlo hasta el día de hoy en los ritos orientales. Las más recientes investigaciones apuntan a que no firmó aquella con-fesión herética de la que se le acusa y por la que fuera suprimido de los dípticos litúrgicos y si lo hiciera fue

por violencia irresistible para un an-ciano a la edad de ciento un años.

En cualquier caso, la figura de Osio merece atención por ser una de las figuras más importantes de su época y una de las que lleva el nom-bre de Córdoba por todo el mundo. Córdoba no sólo resplandece en la época musulmana, sino que es mu-cha Córdoba ya en tiempos de Osio, capital de la Bética. No lo olvidemos. Enaltecer la figura de Osio tiene también este objetivo, el de hacer ver a las generaciones presentes la gran solera cristiana que hay en nuestro suelo, antes y después de la ocupa-ción musulmana.

6. La Visita pastoral a la diócesis, una actividad misionera

“Nos pareció atrevido este progra-ma, porque pensamos que no sería capaz de continuarlo”, me decía sincera y cariñosamente un párro-co cuando hacía la Visita pastoral a su parroquia durante este curso pasado, en el que he visitado los arciprestazgos de Priego, Levante (Ciudad) y Alto Guadalquivir.

Sí, es un programa atrevido. Y debo confesaros que es fatigoso y, en algunos momentos, incluso ago-tador. Le doy gracias a Dios que me concede continuarlo, hasta donde me lleguen las fuerzas. Y os confie-so sinceramente que es un programa ampliamente satisfactorio para el obispo que lo realiza. Me apropio la frase del papa Francisco al volver de Río de Janeiro: “Mi alegría es más grande que mi cansancio”. La vida es para gastarla, no para guardarla. Y me siento grandemente satisfecho de poder hacer esta Visita pastoral a todas las parroquias de la diócesis, una por una, de manera sosegada y entrando en relación directa con los fieles en reuniones de distintos grupos, celebraciones, visitas a los colegios e institutos, visita a algu-nos enfermos en sus domicilios, sin que falte el saludo a las autoridades competentes y la visita a algunos lugares de trabajo en cada pueblo, etc. Para mí supone una disciplina, para vosotros es un trabajo no pe-

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queño. Para todos es un momento de gracia: que el obispo se acerque a su pueblo y que el pueblo de Dios conozca de cerca a su obispo, para estímulo de la fe de todos.

De los cinco años del programa, empiezo el cuarto durante este curso, en el que con la ayuda de Dios, visi-taré los arciprestazgos de Aguilar de la Frontera/Puente Genil, Noroeste (Ciudad) e Hinojosa del Duque.

Aprovecho para agradecer la bue-na colaboración de todos los párro-cos. Primero, preparando el informe parroquial, en el que se detalla la si-tuación de la parroquia a todos los niveles. Eso permite tener una rela-ción actualizada de la situación pas-toral de cada parroquia y renovar el inventario y el censo catastral de todo el patrimonio inmueble de la dióce-sis, actualizándolo después de varias décadas. Y permite contar con un inventario de bienes muebles actuali-zado. El Archivo diocesano agrade-ce este trabajo de los párrocos, que se han esmerado en hacer un buen informe de la parroquia. La memo-ria de nuestra diócesis está fresca y actualizada a raíz de la Visita pas-toral. E igualmente, agradezco a los arciprestes la crónica de la Visita, una vez realizada, y que pasa también al Archivo diocesano.

Fundamentalmente, lo que veo está bien y constato incluso cosas muy buenas. En el diálogo perso-nal con el párroco salen aspectos más concretos, y si llega el caso de alguna corrección. A mí me sirve para dar pautas generales a toda la diócesis, sin entrar en detalles más particulares. La Visita me da a co-nocer cada parroquia y, al habla con el párroco, aliento y subrayo aquello que me parece que hay que impulsar. En conjunto, debo decir que me admira el trabajo que los párrocos están realizando y la can-tidad de seglares que colaboran. Nuestra diócesis no está sobrada de clero, aunque gracias a Dios no le falta, y veo a cada párroco sobre-cargado de trabajo. Os animo, que-ridos párrocos, a que os rodeéis de buenos seglares, que los hay, para que la misión evangelizadora de la Iglesia pueda cumplirse en vuestras

parroquias, a través de catequistas bien formados, colaboradores de Cáritas dispuestos, mantenimiento del templo y tantas otras activida-des, sin olvidar el trabajo que las Juntas directivas de cada Cofradía, en comunión estrecha con el párro-co, llevan adelante para mantener el culto a sus sagrados titulares, cele-brar intensamente la Semana Santa en cada parroquia o las fiestas de gloria y romerías. Además, la pre-sencia de religiosas o personas con-sagradas, cuando las hay, son una bendición para la parroquia.

En resumen, quiero continuar con esta tarea de la Visita pastoral, que consume mis mejores energías en la entrega a la diócesis. Me alegra constatar que el Papa Francisco, en continuidad con los anteriores Pon-tífices, nos alienta en esta dirección: salir al encuentro, ir a donde está la gente, no esperar a que vengan, adoptar una actitud misionera y evangelizadora para llevar al mundo la belleza de la vida cristiana:

“Los Obispos han de ser Pastores, cercanos a la gente, padres y herma-nos, con mucha mansedumbre; pa-cientes y misericordiosos. Hombres que amen la pobreza, sea la pobreza interior como libertad ante el Señor, sea la pobreza exterior como simpli-cidad y austeridad de vida. Hombres que no tengan “psicología de prínci-pes”. Hombres que no sean ambicio-sos y que sean esposos de una Igle-sia sin estar a la expectativa de otra. Hombres capaces de estar velando sobre el rebaño que les ha sido con-fiado y cuidando todo aquello que lo mantiene unido: vigilar sobre su pueblo con atención sobre los even-tuales peligros que lo amenacen, pero sobre todo para cuidar la esperanza: que haya sol y luz en los corazones. Hombres capaces de sostener con amor y paciencia los pasos de Dios en su pueblo. Y el sitio del Obispo para estar con su pueblo es triple: o delante para indicar el camino, o en medio para mantenerlo unido y neu-tralizar los desbandes, o detrás para evitar que alguno se quede rezagado, pero también, y fundamentalmente, porque el rebaño mismo también tiene su olfato para encontrar nuevos

caminos”8. Pedidle al Señor que yo sea así para vosotros.

7. En el 50 aniversario del Concilio Vaticano II. “Lumen Gentium”

Durante estos cuatro años, de 2012 a 2015, hacemos especial me-moria del gran acontecimiento del Concilio Vaticano II, para recibirlo cada vez mejor y beneficiarnos de su linfa vital.

Si el curso pasado os indicaba una lectura o estudio de los gran-des temas de Dei Verbum (sobre la divina revelación), este año os propongo la lectura y estudio de Lumen Gentium (sobre el misterio de la Iglesia). Quizá este haya sido el documento más emblemático del Concilio, no para hacer una Iglesia autorreferencial, que se constituya a sí misma como centro de la evan-gelización o de la vida cristiana, sino para hacerla signo más trans-parente de Cristo en el mundo, “como un sacramento de la unidad de los hombres con Dios y de los hombres entre sí” (LG 1). La Igle-sia es como la luna que refleja la luz de Otro, que es Cristo.

La continuidad con el Vaticano I es evidente, pero hay novedades en esta constitución Lumen Gentium del Vaticano II, cuyas virtualidades hemos de seguir extrayendo para bien de nuestro pueblo cristiano. La Iglesia como icono del misterio trinitario, y por tanto ella misma un misterio, que no puede ser afronta-do sólo por las ciencias humanas, por la sociología, la sicología, la historiografía, la arqueología, etc. Bienvenidas todas las ciencias que nos ayuden a conocer y vivir me-jor el misterio de la Iglesia, pero no olvidemos nunca eso, que la Iglesia es un misterio, que sólo puede ser entendida desde la fe. Es la comu-nidad reunida por la unidad del Pa-dre, del Hijo y del Espíritu Santo… casi nada. Es el nuevo Pueblo de Dios, donde todos sus miembros

8 Papa Francisco, Discurso a los Obispos miembros del CELAM, Río de Janeiro (28.07.2013).

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gozamos de una igualdad funda-mental, que procede de nuestro ser hijos de Dios. Es la Esposa de Cris-to, articulada jerárquicamente por su Esposo, representado especial-mente en los Pastores: el Papa, el Obispo, los presbíteros y diáconos.

Es la comunidad de los santos, puesto que todos están llamados a la santidad, aún siendo pecado-res. Es la comunidad donde los laicos tienen su lugar propio, no porque se lo otorgue la jerarquía, sino en virtud del bautismo reci-bido, y están llamados a ejercer una corresponsabilidad en la vida de esta comunidad. Es la comuni-dad que cuenta con un abundante número de personas consagradas, que hacen visible los valores defi-nitivos del Reino en la obediencia, la virginidad/castidad y la pobre-za. Es la comunidad que no tiene final en la historia humana, sino en el más allá, dotando de este impulso a toda realidad terrena y remitiéndola a la eternidad. No hay paraísos terrenales, sólo exis-te el cielo como patria hacia la que encaminamos nuestros pasos, y a donde hemos de llegar plenamente purificados y con una crecida ca-pacidad de amar. Pero lo más im-portante de esa dimensión escato-lógica es que cada uno de nuestros actos tiene eco en la eternidad, y eso nos da una esperanza que ni la muerte puede destruir.

Y en el capítulo octavo, María, la que durante el Concilio fue decla-rada Madre de la Iglesia, en la que todo cristiano ve realizado lo que Dios nos ha prometido a todos y en ella ya se ha realizado plenamente. Ella es “vida, dulzura y esperanza nuestra”. Ella es la madre.

Una lectura detenida de Lumen Gentium nos hará percibir la belle-za de la Iglesia, su papel humani-zador en nuestro tiempo, su capa-cidad de reunirnos en una misma familia y hacernos partícipes de los dones de Dios, su papel integrador de las riquezas culturales. En una época en la que tantas veces sólo recibimos bofetones y ataques a la Iglesia, sacando enseguida a relucir sus trapos sucios, los que ella va la-

vando de sus hijos pecadores con la sangre de Cristo, su Señor. Es momento de alimentar en los fieles el amor a la Iglesia, nuestra Santa Madre la Iglesia.

No hay institución humana con un historial tan glorioso a lo largo de los siglos, en la que nunca han faltado los santos. No hay institu-ción humana que tanto bien haya hecho a la humanidad, a pesar de los fallos de sus hijos. No hay ins-titución humana que cuente con tantos miembros dedicados por entero a hacer el bien a los demás sin afán de lucro. No hay institu-ción humana que tanto haya hu-manizado a las personas y a las culturas, repartiendo esperanza, incluso cuando ya no hay ningu-na otra esperanza. No hay insti-tución humana que a día de hoy sea tan perseguida como lo es la Iglesia católica, “columna y fun-damento de la verdad” (1Tm 3,15) que salva, y nos cabe la satisfac-ción de constatar que hoy día hay cristianos por el mundo entero que entregan su vida en el marti-rio como testimonio supremo de la fe. Una institución así merece la pena ser amada. Y en una insti-tución así merece la pena trabajar por su expansión y por hacernos cada día más dignos de pertene-cer a ella. Pertenecer a la Iglesia es una gracia muy grande.

Pero esta institución, la Iglesia Esposa, no se mira para compla-cerse en sí misma. Su referencia es Cristo Esposo, a quien ella prolon-ga a lo largo de la historia. La Igle-sia existe para evangelizar. Y al mi-rarse con la luz de Cristo, constata las imperfecciones y los pecados de sus hijos, por los que hace peniten-cia y la estimulan a una constante conversión y reforma. De todos es-tos hijos, por la acción continua del Espíritu Santo, va sacando nuevos santos, hombres y mujeres que em-bellecen su rostro. Una reflexión atenta sobre la Iglesia nos condu-cirá a poner en práctica el mandato misionero: “Id y haced discípulos a todos los pueblos” (Mt 28,19), y el diálogo de salvación con todos los hombres.

8. En el 20 aniversario del Catecismo de la Iglesia Católica. Los sacramentos

No me canso de repetir que el Ca-tecismo de la Iglesia Católica es uno de los tesoros más hermosos de la Iglesia de nuestro tiempo. Más aún, es uno de los tesoros de la Iglesia en su dilatada historia de salvación en veinte siglos. El Catecismo de la Iglesia Católica es un precioso e imprescindible instrumento para la evangelización.

En un solo volumen, trenzado de Palabra de Dios, Magisterio y Tradi-ción viva de la Iglesia y testimonio de los Santos, se nos presentan las ver-dades que hemos de creer (Credo), los sacramentos que nos vivifican con la vida de Cristo (Sacramen-tos), los mandamientos y la nueva vida moral que brota del bautismo (Mandamientos) y la oración propia del cristiano, que se atreve a llamar a Dios Padre (Oración). En estas cua-tro partes del Catecismo de la Iglesia Católica tenemos un precioso resu-men de la vida cristiana en todos sus aspectos: fe profesada, fe celebrada, fe vivida, fe orada. El Compendio del Catecismo pone a nuestro alcance de manera resumida todo este rico contenido. Y el Youcat es un instru-mento valioso para el acercamiento del Catecismo al mundo de los jó-venes. Procuremos que el Catecismo sea libro de lectura y referencia para catequistas, para personas que siguen una formación permanente en la pa-rroquia, para jóvenes y adultos que no quieren permanecer en el analfa-betismo religioso.

Este año podíamos fijarnos en la segunda parte, los sacramentos. Y te-ner ocasión de explicar su contenido en los grupos de formación. Por una parte, los sacramentos de la inicia-ción cristiana: Bautismo, Confirma-ción y Eucaristía. ¿Cómo se hace un cristiano? ¿Cómo se inicia un cristia-no en la experiencia de la vida cristia-na, hasta llegar a la adultez cristiana?

Encontramos en este campo no po-cas dificultades, pero hemos de cui-dar sobre todo la acogida, aprovechar para formar a los que se acercan a ta-les sacramentos y examinar los casos

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que se nos presentan, cada vez más complicados. Cuando la familia, la parroquia y la escuela van en sintonía, todo se hace más fácil9. Pero cuando esto no es así, las cosas se complican. No se puede vivir la vida cristiana, si no es en comunidad. Cuando alguien se acerca a la Iglesia, incluso después de haberla dejado durante años, debe encontrar una acogida comunitaria donde vivir su fe. Eso es la parroquia, el grupo, la comunidad. Por eso, es tan necesario tener la referencia del Directorio diocesano y atenernos a él. No es que el Directorio resuelva todo, pero basta que uno se lo salte a su gusto, para complicar la vida de los demás que quieren atenerse a la nor-ma, porque vivimos en una comuni-dad de referencia, que es la diócesis. No somos reinos de taifas.

Examinemos las condiciones para el Bautismo, la situación de los padres, las condiciones para ser padrino. Aprovechemos la circuns-tancia del bautismo para acercar a Dios a todos los participantes, es-pecialmente a los padres.

Y lo mismo en torno a la Eucaristía, sacramento central de la vida cristia-na. He constatado en todas las parro-quias preparación esmerada para la primera comunión, pero terminado ese acto, muchos ya no vuelven has-ta la confirmación. ¿No podríamos pensar algo para la postcomunión? Solemos resolver la pregunta recu-rriendo a los padres, y es verdad que si los padres no se interesan los niños dejan de venir. Pero, ¿no hemos pen-sado que la parroquia debiera hacer algo más por estos niños? ¿Pueden encontrar los niños una comunidad a la que incorporarse, un grupo de ami-gos, una referencia para ir creciendo? La pedagogía en la que se mueven es-tos niños es muy interactiva. Venir a escuchar durante una hora se les hace insoportable. Hemos de imaginar formas para que interactúen, y en ese clima reciban la formación catequé-tica. Convivencias, salidas al campo, campamentos, etc. son formas de en-

9 Conferencia Episcopal Española, Orien-taciones pastorales para la coordinación de la familia, la parroquia y la escuela en la transmisión de la fe (25.02.2013).

gancharse a la parroquia como matriz que va formando un cristiano. Y para eso, se necesitan monitores jóvenes y menos jóvenes. He aquí otro punto clave: la ausencia de jóvenes en nues-tras parroquias.

Con los jóvenes sucede parecido. Un joven se implica en la parroquia, si ve que tiene alguna actividad, algu-na responsabilidad. Hoy, ni los jó-venes ni los niños vienen a escuchar una charla pasivamente, o en muy contadas ocasiones. Una comuni-dad parroquial viva hace a los unos responsables de los otros, a los más mayores de los más jóvenes, y éstos de los niños. Si esa cadena se rompe, la comunidad parroquial pierde vita-lidad, porque entonces nos limitamos a unas charlas para la preparación del sacramento inmediato, y, cumplido éste, se van, porque la comunidad no les ha resultado viva, no ha sido para ellos hogar. Los jóvenes son capaces de entusiasmarse con causas nobles. Los jóvenes se sienten atraídos por Jesucristo, y eso es lo que hemos de ofrecerles. Pero necesitan vivir la Igle-sia, crear grupo y comunidad, sentir-se protagonistas. Para eso, hemos de hacerles un lugar, darles responsabili-dades. La JMJ2013 en Río de Janeiro ha vuelto a poner ante la vista de to-dos que Jesucristo y la Iglesia no son un residuo del pasado, sino que son el futuro de la humanidad. La JPJ2013 en El Rocío ha convocado una mu-chedumbre de jóvenes andaluces, que rubrica en nuestra tierra esa misma certeza. Cuidemos la pastoral juvenil, y llevemos a los jóvenes a Jesucristo, sin entretenerles en otras cosas.

En conjunto, la Misa dominical es cuidada en todas las parroquias, pero los jóvenes están ausentes. ¿Qué podríamos hacer para que los jóvenes no se queden sin la Misa dominical? En distintos lugares, se opta por la Misa del sábado en la tarde para jóvenes, en la que desem-bocan las actividades con jóvenes, incluida la catequesis, a lo largo de la tarde. Los jóvenes, en la noche, salen y vuelven muy tarde. No van a la Misa parroquial de la mañana del domingo. Salgamos a su encuen-tro buscando otro momento, o el sábado en la tarde o el domingo en

la tarde. E insistamos a todos en la obligación de participar en la Misa dominical. Si se pierde la Misa do-minical, se pierde el alimento básico de la vida cristiana, la relación con Jesucristo, la experiencia comunita-ria de Iglesia.

En relación con la Confirmación, hay todo un movimiento de acerca-miento a este sacramento por parte de los adultos. Y esto es bueno. Aho-ra bien, nos debe hacer reflexionar. Algo no ha funcionado cuando tan-tos adultos han dejado el sacramento, y ahora son repescados por distintos motivos. Y hemos de pensar en el fu-turo para que no siga sucediendo lo mismo en adelante. En el Directorio de la iniciación cristiana que publica-remos los Obispos del Sur en fecha próxima, la edad de la confirmación quedará liberalizada, es decir, no ha-brá edad preceptiva. En su momento reflexionaremos en lo que esto su-pone y tomaremos las medidas que sean necesarias en nuestra diócesis. En cualquier caso, se pretende que la catequesis no sea sólo para el sacra-mento inmediato, sino todo un pro-ceso de formación continua, donde se insertan los sacramentos.

Por eso, cada vez veo más necesaria la institución del Catecumenado de niños y de adultos, no sólo para los que pidan el bautismo, terminada la infancia (7 años), sino como proceso de profundización en la fe por parte de los niños y por parte de los jóve-nes y los adultos. Todos necesitan profundizar en la fe y alimentarla con la reflexión, además de los sacramen-tos y el testimonio de vida. Debemos establecer en la diócesis un proceso catequético y litúrgico, con unas eta-pas y unos pasos, por donde han de pasar todos los que quieran formarse como cristianos. Es lo que establece el RICA (Ritual para la Iniciación Cristiana de Adultos)10. El Camino Neocatecumenal, “un itinerario de formación católica, válido para la so-ciedad y para los tiempos actuales”11, toma muy en serio este proceso, pero

10 78ª Conferencia Episcopal Española, Orientaciones pastorales para el Catecu-menado (1.03.2002).11 Estatuto del Camino neocatecumenal, art. 1.

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no todos están llamados a seguir esa modalidad. Otros grupos de aposto-lado seglar también lo cuidan, pero la inmensa mayoría de nuestros fie-les no pertenecen a ningún grupo. Y además, ha de ser la parroquia y la diócesis la que ofrezca este cauce para todos, antes que cualquier for-ma concreta de realizarlo en los dis-tintos modos carismáticos que hay en la Iglesia. Todos deben seguir alguna forma de Catecumenado. Instituya-mos en nuestra diócesis el Catecu-menado, tomando lo bueno que hay en otras diócesis y en la experiencia multisecular de la Iglesia, como una propuesta continua que va desde la primera comunión hasta los adultos.

Y junto a los sacramentos de ini-ciación, están los sacramentos de cu-ración: la penitencia y la unción de enfermos. Tanto uno como el otro plantean cuestiones en su vivencia pastoral.

El sacramento de la Penitencia es el cauce habitual para experimentar la misericordia de Dios y es una pie-za fundamental en el proceso for-mativo de la conciencia de nuestros fieles. Para eso, es muy importante que se establezcan horarios de con-fesión en todas las parroquias, en los colegios, en las comunidades. Faci-litemos todo lo posible el acerca-miento a este sacramento. Y el con-fesor procure estar bien formado en la doctrina y en la moral católica, ya que no predica ni enseña su propio parecer, sino lo que enseña la Iglesia como madre y maestra.

De ahí, la importancia de la for-mación permanente del sacerdote. Restauremos en la reunión de los miércoles y del arciprestazgo el “caso de moral”, que ayuda a actualizar y poner en práctica lo que hemos estu-diado y lo que la Iglesia como madre y maestra nos enseña. Si uno habi-tualmente despacha al penitente por la vía rápida, ha perdido una ocasión preciosa de formación de la concien-cia. No todo vale, ni todo el mundo es bueno, ni aquí nos salvamos todos. El Evangelio es luz y es sal, luz para orientar y sal para sanar, y la gente sufre enormemente, porque carece de esto. Cuántos pobres penitentes se acercan en busca de consuelo, de luz,

de gracia. Estemos disponibles para administrar la misericordia de Dios en este sacramento, ofreciendo la orientación que demanda la concien-cia y situando a cada uno en la verdad que salva.

Y en el sacramento de la Unción de enfermos, cuidemos que no se administre a granel, aunque pueda ser comunitario. En este sacramen-to, Jesucristo se acerca al que sufre para aliviar su sufrimiento y hacer-lo redentor. Cuidemos uno a uno a nuestros enfermos. Es una pastoral poco brillante en su realización y en sus resultados, pero es la que más se parece a la de Jesucristo, que en cada una de los pueblos por donde pasa-ba, le sacaban a los enfermos para que los bendijera y los sanara. La Iglesia prolonga esta acción sanadora y consoladora para las personas que sufren, con el bálsamo de la unción de enfermos, que va acompañada de una pastoral de cuidado, cercanía, compartiendo tales sufrimientos y alentando a los enfermos y a las per-sonas que los cuidan. No debemos abusar de las celebraciones comuni-tarias de la Unción. Una vez al año, para concienciar a toda la comunidad parroquial de este sacramento y de la acción pastoral que lo rodea, pero cuidar quiénes se acercan a recibirlo y evitar su repetición indiscrimina-da. Es un sacramento para enfermos graves y para ancianos avanzados. Y hemos de preparar bien cada una de estas celebraciones, confesando pre-viamente a los que lo reciben.

Por último, los sacramentos al servicio de la comunidad eclesial, es decir, aquellos que generan la comu-nidad cristiana: el matrimonio y el orden sacerdotal.

La preparación para el sacramento del Matrimonio se ha generalizado en todas las parroquias. Cada vez vemos más la necesidad de que estos jóvenes, muchas veces alejados de la vida de la Iglesia y de la práctica sacramental, se preparen bien para el matrimo-nio. Muchos de ellos ya conviven, otros no tienen fe o la tienen muy apagadita, no faltan quienes vienen a cumplir un expediente presionados socialmente. Pero, ¡vienen a casarse por la Iglesia! No les echemos fuera.

Sea cual sea la actitud de los novios, hemos de acogerlos con amor. Para ellos es clave esta actitud del párro-co, que no debe delegarla en nadie, y hemos de aprovechar la ocasión para presentarles la belleza de casarse en el Señor, con todas sus consecuencias.

No se trata de hacerles una “reba-ja” para que acojan mejor el paquete. Se trata de presentarles lo que la Igle-sia les había guardado para esta oca-sión: un sacramento que consagra el amor de los novios para toda la vida, una visión cristiana de la sexualidad humana al servicio de la unión de los esposos y la transmisión de la vida, una invitación a acercarse a Dios con motivo de este acontecimiento fun-damental de sus vidas. La prepara-ción para el matrimonio es ocasión para muchos de acercarse a Dios y vivir su boda con sentido cristiano. Y en las parroquias es ocasión para que matrimonios jóvenes constituyan grupos en los que vivir su vida cris-tiana. Cuánto ayuda a los esposos y a los padres vivir en grupo/comunidad su vida cristiana.

Me preocupan los contenidos de los cursos de preparación para el matrimonio. Para eso, hay un ma-terial preparado conjuntamente por las diócesis de Córdoba y Málaga, que hay que actualizar y ofrecer a todos: libro del catequista y libro de los novios. La doctrina de la iglesia, contenida en la encíclica Humanae vitae, en la exhortación Familia-ris consortio y en las Catequesis de Juan Pablo II sobre el amor huma-no, siguen siendo pauta firme para iluminar la realidad del matrimonio. En pocas charlas, hemos de ser muy explícitos, presentando la visión cristiana del matrimonio y de la sexualidad humana, que tanto cho-ca con el espíritu del mundo y con lo que ellos quizá vienen viviendo hace tiempo. No tengamos miedo en proponer el Evangelio y sus con-secuencias. Los cursos de prepara-ción al matrimonio son una ocasión especial para ello. Con todo amor presentemos la verdad que salva.

En torno al matrimonio, se pre-sentan tantas situaciones irregulares, que impiden el acercamiento a los sa-cramentos, y son cada vez más estas

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personas que la Iglesia ha de acoger con amor maternal. Me refiero a los que están casados sólo civilmente o conviven de hecho, y no pueden, por tanto, participar de los sacramentos de la Iglesia. Todo el que convive ma-trimonialmente y no está casado por la Iglesia no puede acercarse a recibir el sacramento del perdón ni puede re-cibir la comunión eucarística, a no ser en peligro de muerte, ni puede con-firmarse.

¿Qué hacemos con todas estas personas, cada vez más numerosas? Se trata de acogerlas, manteniendo con fidelidad la disciplina de la Igle-sia, que tiene su sentido. Padres que piden el bautismo para sus hijos, o que quisieran comulgar cuando sus hijos comulgan, o que quieren con-firmarse y no pueden, o que quieren ser padrinos desde esa situación irre-gular que se lo impide. Cómo expre-sarles la acogida maternal de la Igle-sia sin que se sientan rechazados por no poder acceder a los sacramentos. Creo que este constituye hoy uno de los temas más acuciantes en la vida pastoral de la Iglesia. Nos hace sufrir a todos. Y no se resuelve cerrando los ojos o haciendo la vista gorda. La disciplina de la Iglesia no es un ca-pricho, y en cosas tan serias hemos de ser serios todos, porque basta con que uno haga lo que le parezca para que comprometamos a toda la Iglesia en esa mala acción.

Y en relación con el sacramento del Orden, todos tenemos la grave tarea de garantizar la sucesión apos-tólica en el ministerio ordenado para nuestra diócesis de Córdoba y darle a la Iglesia universal muchos y san-tos sacerdotes, según el Corazón de Cristo. Nuestros Seminarios reciben nuevas vocaciones y van madurando en cada uno la respuesta a esa voca-ción hasta la ordenación presbiteral. Cada vocación al sacerdocio es un milagro de Dios, que hemos de aco-ger con actitud de adoración al Dios único y verdadero, que en nuestra diócesis está grande con nosotros. El Seminario Mayor San Pelagio tie-ne este año siete alumnos en primer curso. El Seminario Menor recibe otros diez jóvenes que quieren ser sacerdotes. Y el Seminario Misione-

ro Redemptoris Mater (del Camino Neocatecumenal) continúa su cami-no de formación.

En la tarea vocacional es impres-cindible el papel de los párrocos y de los sacerdotes, como también el de las familias y los grupos juveniles. Una vocación no surge por generación es-pontánea, sino que brota en un clima de vida cristiana fervorosa. El Papa Francisco nos anima, queridos sacer-dotes, a ser discípulos enamorados del Señor y ardorosos misioneros, a que recobremos el valor y la audacia apostólica, a ser servidores llenos de misericordia particularmente con los pobres, cuya opción preferencial debe atravesar todas nuestras estructuras y prioridades pastorales, a defendernos de la herrumbre de la mundanidad espiritual, a ser pastores de pueblo y no clérigos de Estado12. Una vida de entusiasmo sacerdotal, y hay muchos motivos para vivirla así, suscita a su alrededor niños y jóvenes que quie-ren vivir así. Cuidemos nuestra vida sacerdotal y cuidemos las vocaciones que surgen en nuestro entorno. Hay sacerdotes que tienen especial gracia para detectarlas, pero todos tenemos la tarea de cuidarlas.

9. Sacerdotes, consagrados y seglares: todos a la misión

Es muy importante que cuidemos, queridos sacerdotes, la gracia recibi-da por la imposición de manos y que cultivemos nuestro sacerdocio. He-mos de estar siempre alerta, para no dejarnos llevar por la mediocridad, de la “herrumbre espiritual” dice el Papa. Cuidar nuestra vida espiritual, con ejercicios espirituales cada año, retiros frecuentes, la oración de cada día en la Liturgia de la Horas y la ce-lebración de la Santa Misa cotidiana, además del sacramento frecuente de la Penitencia, y el rezo del Rosario como expresión de devoción maria-na. Afrontar una pastoral misionera,

12 Papa Francisco, Homilía Misa Crismal (28.03.2013), Homilía Ordenaciones pres-biterales (21.04.2013), Homilía en santa Marta (26.06.2013), Encuentro con los sa-cerdotes de Roma (16.09.2013), etc.

que busca buenos colaboradores en los/las consagrados y en los seglares. Ir a las periferias existenciales, como le gusta decir al Papa Francisco, es en-trar sin miedo en la situaciones donde los hombres sufren, porque carecen de tantas cosas e incluso de Dios. Ir, no esperar a que vengan. Atender a los que vienen como podamos, pero salir al encuentro de los que no vie-nen para invitarles a disfrutar de los dones de la Casa de Dios. Como pas-tores hemos de cuidar las ovejas, pero no sólo la oveja descarriada, una de las cien, sino las noventa y nueva que no están en el redil, porque sólo ha quedado una. Y siempre “reaviva el don de Dios que hay en ti por la im-posición de manos” (2Tm 1,6), “No descuides el don que hay en ti, que te fue dado por intervención profé-tica con la imposición de manos del presbiterio” (1Tm 4,14). Procuremos acoger el nuevo Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros, y hacerlo pauta de nuestras vidas13.

Los consagrados llegan casi a un millar en nuestra diócesis de Córdo-ba. No sólo el número, sino la calidad y las obras que llevan a cabo hacen que su aportación a la Iglesia parti-cular de Córdoba sea muy notable, muy valiosa y muy apreciada. En el campo de la enseñanza, en el campo de la atención caritativa y social, en el campo de la evangelización directa, tenemos abundantes consagrados/as, que suponen un reclamo de san-tidad para todos los fieles. La obra de la evangelización encuentra en la diócesis de Córdoba un fuerte apoyo en tantos y tales carismas, que hacen a la Iglesia más hermosa. Apreciemos cada vez más la vida consagrada, no de solterones/as, sino de personas que dan la vida cada día.

El documento de la CEE, Iglesia particular y vida consagrada (19 abril 2013) nos servirá a todos para consi-derar esa necesaria relación de la vida

13 Congregación para el Clero, Directorio para el ministerio y la vida de los presbíte-ros (11.02.2013), que actualiza el publicado anteriormente (31.01.1994), como fruto de Pastores dabo vobis (25.03.1992). El nuevo Directorio incorpora textos de Juan Pablo II en torno al jubileo 2000 y de Benedicto XVI en el Año sacerdotal (2009/2010).

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consagrada y su inserción en la vida de la diócesis. Si a nadie nos está per-mitido ir por libre en la Iglesia, me-nos aún a los religiosos, que con su testimonio han de recordar a todos que la comunión eclesial pasa por el servicio a la diócesis, el cumplimiento de las orientaciones del obispo para los asuntos pastorales (p.e., la edad de la primera comunión) y todo lo relacionado con los fieles diocesanos, dejando a su régimen interno lo refe-rente al carisma y funcionamiento de las comunidades.

Los seglares abundan en cada una de las parroquias. Me sorpren-de gratamente la cantidad de fieles laicos que giran en torno a cada pa-rroquia para las tareas de formación permanente, catequesis de niños y jóvenes, mantenimiento del templo, Cáritas, Manos Unidas, Misiones y demás iniciativas en favor de los de-más. Además del abundante número de seglares en la Acción Católica, el Camino Neocatecumenal, Cursillos de Cristiandad y otros movimien-tos con implantación diocesana. Y son incontables los miembros de las distintas Cofradías y Hermandades de la diócesis, cuyos directivos están muy presentes normalmente en la vida de la parroquia. Notable es la cantidad de jóvenes que se adhieren a las Hermandades, y a los que hemos de darles la mejor acogida.

La Delegación diocesana de Apos-tolado seglar, renovada en estos días, está llamada a servir en esta comunión diocesana, tanto para dar eclesialidad a cada grupo como para congregar en la unidad todas las fuerzas para la evangelización de nuestra diócesis. La Vigilia de Pentecostés, este año el 7 de junio, es una cita obligada para todos los laicos de la diócesis en tor-no al Obispo. El Consejo Diocesano de Laicos va articulando toda esta ri-queza en su primera fase de mutuo conocimiento, para poder afrontar en un segundo momento una Asam-blea Diocesana de Laicos, que nos haga percibir la inmensa riqueza del mundo seglar para la evangelización de nuestra diócesis. Un puesto pri-vilegiado debe adquirir la Acción Católica General, como señalo más adelante.

10. Una Iglesia pobre y para los pobres

Se ha convertido en una frase feliz del Papa Francisco al comienzo de su pontificado14. La frase está toma-da de los años del Concilio Vaticano II, cuando se hablaba de una “Iglesia para los pobres”. De hecho, en esta lí-nea el Papa Pablo VI tuvo aquel gesto tan llamativo de regalar a los pobres su tiara pontificia15. Creo que se des-tinó a los pobres de Madre Teresa en Calcuta. Luego en el Sínodo de 1985 se introdujo la frase completa: “Una Iglesia pobre y para los pobres”.

Los pobres del Evangelio no son los de Marx. Los pobres del Evange-lio (anawin) son los que confían en Dios, los humildes, los que se reco-nocen pecadores e indignos del amor de Dios, pero se sienten profunda-mente amados por él y son capaces de instaurar en el mundo la civiliza-ción del amor. Los pobres de Marx, sin embargo, son una clase consti-tuida, según la concepción dialéctica de la historia (Hegel), para la lucha contra los ricos, una lucha de clases atizada por el odio, en la que Dios es un estorbo, en la que la caridad es un impedimento para la revolu-ción. Unos y otros se enfrentan ante la realidad cruda de los pobres de la tierra, donde el 80% de los bienes de la tierra está en manos del 20% de la población, y la postura ante el pro-blema es en muchos casos antípoda.

Hablar de pobres, por tanto, no puede hacerse sin la explicación pre-via de los términos (explicatio termi-norum, decían los clásicos), de ma-nera que no nos den gato por liebre. Hablar de pobres no puede hacerse sin saber qué objetivo pretendemos y desde qué óptica nos situamos16. La

14 “Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres”, Francisco, Discurso a los periodistas (16.03.2013)15 El 13 de noviembre de 1964, en la tercera sesión conciliar, Pablo VI, se quitó la tiara pontificia y la regaló a los pobres. El cardenal Spellman de Washington la adquirió por un millón de dólares, que fueron directamente a los pobres.16 Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción Libertatis nuntius (06.08.1984), IX, 10: Las «teologías de la liberación», que tienen el mérito de haber

causa de los pobres desde el Evan-gelio lleva a compartir esa situación en el despojamiento personal volun-tario, al estilo de Cristo, que siendo rico se hizo pobre por nosotros: “Mi-rad la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, por noso-tros se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza” (2Co 8,9). Son miles y miles los hombres y mujeres del mundo entero que viven en esta clave de testimonio evangélico. Baste citar a la beata Teresa de Calcuta, que se ha convertido en un símbolo de la acti-tud cristiana ante los pobres, y tantas otras, como por ejemplo las Herma-nas de la Cruz, con su fundadora al frente, la sevillana Santa Ángela de la Cruz. Esta actitud de Cristo conduce a dar la vida: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos (y por sus enemigos)” (Jn 15), siguiendo a Cristo pobre.

La causa marxista de los pobres, sin embargo, es una lucha antisiste-ma por principio, en la que el suje-to de la lucha no aspira a parecerse a Jesús, sino a lo sumo aspira a que los bienes de la tierra estén mejor repartidos, sin pretender el despo-jamiento personal. El marxismo vive azuzado por el odio hacia los que tienen y la envidia de no tener aquello por lo que se lucha. La ins-tauración histórica de este sistema ha sido dictatorial e implacable contra Dios y la religión y ha pro-ducido mártires sin número en el siglo XX. Para ellos, la fe en Dios es una rémora, porque la identifi-can con la clase capitalista que hay que eliminar. Los resultados de este sistema implantado históricamente durante setenta años han sido un fracaso rotundo. Baste recordar las

valorado los grandes textos de los Profe-tas y del Evangelio sobre la defensa de los pobres, conducen a un amalgama ruinosa entre el pobre de la Escritura y el proleta-riado de Marx. Por ello el sentido cristiano del pobre se pervierte y el combate por los derechos de los pobres se transforma en combate de clase en la perspectiva ideo-lógica de la lucha de clases. La Iglesia de los pobres significa así una Iglesia de clase, que ha tomado conciencia de las necesida-des de la lucha revolucionaria como etapa hacia la liberación y que celebra esta libe-ración en su liturgia”

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imágenes de la caída del muro de Berlín (1989), para constatar que la Alemania del Este (bajo el régimen comunista) vivía cincuenta años de retraso económico y social con res-pecto a la Alemania del Oeste (bajo el libre mercado).

Unos y otros emplean el término “pobres”, pero ni en el concepto, ni en el objetivo, ni en la estrategia coinciden mínimamente. A esto hay que añadir que en los años ´60 y ´70, en los estertores del marxismo como sistema político (mayo ´68 francés), se intenta (y se consigue) infiltrar entre los cristianos el convenci-miento de que en el campo social se hace imprescindible la adopción del sistema marxista como único medio de análisis científico para instau-rar la justicia social al mundo. Bajo esta concepción surge “Cristianos por el socialismo”, que prende es-pecialmente en las filas de los mo-vimientos especializados de Acción Católica del momento, sobre todo en España. Más tarde, por caminos coincidentes surge cierta “Teología de la liberación”, elaborada en Eu-ropa e implantada en Latinoaméri-ca, en donde la lucha por la justicia social es más apremiante17.

A estas ideologías de izquierdas, se unen otras de derechas, que asu-men el capitalismo como principio y como meta. Tener más y más, movi-dos por la codicia y la avaricia, “que es una idolatría” (Col 3,5), aunque otros muchos estén muriendo de hambre. Buscar solamente la solu-ción de los problemas económicos, como si la persona fuera solamente un medio de producción, que vale mientras produce y se tira cuando ya no vale. Buscar la rentabilidad económica por encima de todo, sin tener en cuenta a la persona en todas sus dimensiones, no sólo la econó-mica. Esta postura genera cada vez más pobres, de manera que la dis-tancia entre ricos y pobres no se va atenuando, sino que se va acentuan-

17 Congregación para la Doctrina de la Fe, Intrucción Libertatis nuntius sobre algu-nos aspectos de la teología de la liberación (06.08.1984); ID., Instrucción Libertatis conscientia sobre libertad cristiana y libe-ración (22.03.1986).

do cada vez más18. Las sociedades del bienestar se han olvidado de los pue-blos en vías de desarrollo. Y es pre-ciso romper este círculo vicioso, con todas sus estructuras de pecado19. La opción preferencial por los pobres es una actitud asumida por la Iglesia en su doctrina, y es siempre un camino abierto para su puesta en práctica.

“Tanto el capitalismo como el marxismo prometieron encontrar el camino para la creación de estructu-ras justas y afirmaron que éstas, una vez establecidas, funcionarían por sí mismas; afirmaron que no sólo no habrían tenido necesidad de una pre-cedente moralidad individual, sino que ellas fomentarían la moralidad común. Y esta promesa ideológica se ha demostrado que es falsa. Los he-chos lo ponen de manifiesto. El sis-tema marxista, donde ha gobernado, no sólo ha dejado una triste herencia de destrucciones económicas y eco-lógicas, sino también una dolorosa destrucción del espíritu. Y lo mismo vemos también en occidente, donde crece constantemente la distancia en-tre pobres y ricos y se produce una inquietante degradación de la digni-dad personal con la droga, el alcohol y los sutiles espejismos de felicidad… Donde Dios está ausente –el Dios del rostro humano de Jesucristo– es-tos valores no se muestran con toda su fuerza, ni se produce un consenso sobre ellos” (Benedicto Xvi, Discur-so a la Conferencia de Aparecida, 13 mayo 2007).

“Los pobres los tendréis siempre con vosotros” (Jn 12,8) es un grito permanente a vivir como vivió Je-sús. Ante las desigualdades sociales, ante las graves injusticias presentes no sólo en el tercer mundo, sino a la puerta de casa, en nuestro barrio, en nuestra ciudad al otro lado del puen-te, el cristiano no puede permanecer indiferente. Recordemos la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro (Lc 16,19-31), o la terrible sentencia

18 “La persistencia y a veces el alargamien-to del abismo entre las áreas del llamado Norte desarrollado y la del Sur en vías de desarrollo”: Juan Pablo II, Encíclica Solli-citudo rei socialis, 14 (30.11.1987).19 Juan Pablo II, Encíclica Sollicitudo rei socialis (30.12.1987), 37

del juicio final, donde seremos exa-minados del amor a los pobres (Mt 25,31-46). Una Iglesia pobre y para los pobres significa, a mi entender, una Iglesia que no se instala en el po-der, en el tener, en el prestigio. Es una Iglesia que refleja a Jesús, buscando la oveja perdida y cuando la encuentra la carga sobre sus hombros (Lc 15,6). Es una Iglesia samaritana, que se aba-ja para atender a los marginados en la cuneta de la vida, a los que otros han tirado y ella como madre acoge, acompaña, alienta (Lc 10,25 ss). Es una Iglesia que no tiene oro ni plata, sino a Jesucristo (Hech 3,6), y esto es lo único que puede ofrecer al hombre de hoy (y de siempre). Es una Iglesia que vive a nivel de la gente sencilla, donde los pobres no se sienten extra-ños. Más aún, es una Iglesia que sale en busca de los pobres para compar-tir con ellos las riquezas que ella lleva en su seno, como son la misericordia de Dios, el amor fraterno, la vida sa-cramental, en definitiva, para dar a Dios como la mayor necesidad del corazón humano.

Una Iglesia pobre y para los po-bres es una Iglesia que no calcula su eficacia por los recursos que tiene, sino que se apoya continuamente en la fuerza y el poder del Espíritu, que vive de la Providencia de Dios, que es para los hombres de hoy la casa de la acogida y la comunión. Una Iglesia pobre y para los pobres es una Iglesia que invita a compartir, despojándo-se uno de sí mismo y de tantas cosas superfluas e incluso necesarias para la vida. Es una Iglesia que promueve la civilización del amor, donde todos somos hermanos, hijos del mismo Padre del cielo. Es una Iglesia que promueve el amor a todos los nive-les, nunca el odio ni la envidia ni la avaricia.

Cuando el Papa Francisco habla de una Iglesia pobre y para los pobres está hablándonos de la Esposa del Cordero, bellísima en su etapa ce-leste (que de alguna manera anticipa la liturgia), la que desciende del cielo engalanada como una novia para su Esposo (Ap 21,2), pero humillada en su peregrinación por la tierra con la esperanza de la gloria, despojada. Y con esta humanidad despojada

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ha querido Cristo desposarse en la Cruz, para llevarla a la gloria. Esta es la esperanza del Evangelio, que nadie podrá arrancarnos porque se fundamenta en la victoria de Cris-to sobre la muerte, sobre el pecado y sobre Satanás. Se fundamenta en Cristo resucitado. Una Iglesia pobre y para los pobres es una Iglesia mi-sionera, que sale por los caminos del mundo para anunciar la Buena noti-cia de la salvación en Jesucristo, “sin alforja, ni bastón, ni sandalias, ni di-nero para el camino” (Mt 10,10; Lc 10,4), para que se vea que una gracia tan grande procede de Dios y no de nosotros (cf 2Co 4,7).

La expresión “Una Iglesia pobre y para los pobres”, por tanto, se presta a ciertos malentendidos y a mucha poesía, pero el Papa Francisco quiere ponernos delante la realidad concreta que vivimos en tantos lugares de la tierra, también entre nosotros, y qué papel tiene la Iglesia ante esta realidad concreta. Entiendo que esta expre-sión nos pondrá en camino para salir al encuentro de tantas personas que sufren a nuestro alrededor, compar-tiendo su situación, poniéndonos en su lugar, asumiendo sus sufrimientos y cargando con ellos. Nos hará más cercanos a todos los que sufren, mo-vidos por el amor de Cristo. Nos irá desinstalando de nuestras comodida-des, privilegios, modus vivendi, para hacernos más disponibles, más servi-ciales, más humildes, más cercanos a la gente sencilla. “Es la hora de una nueva «imaginación de la caridad» que promueva no tanto y sólo la efi-cacia de las ayudas prestadas, sino la capacidad de hacerse cercanos y soli-darios con quien sufre”20.

En este sentido es ingente la labor de Cáritas (parroquiales y diocesana) y otras instituciones de Iglesia, que se ocupan de los pobres en nuestra diócesis. En todas las parroquias, se va dando un movimiento de caridad, que algunas personas bajo la guía del párroco organizan a favor de los más necesitados. Existen comedores de caridad en Cabra, Lucena, Mon-tilla, Córdoba (Trinitarios), y otros.

20 Juan Pablo II, Carta Apostólica Novo mi-llennio ineunte, 50 (06.01.2001).

Existen muchas obras asistenciales de Iglesia con ancianos, mujeres margi-nadas, presos, UVI social, familias, drogodependientes, alcohólicos, etc. El testimonio y la acción de tantas Congregaciones religiosas es admi-rable en este campo. La Guía de Ac-ción social de la Iglesia en Andalucía es una buena muestra21. También las Cofradías y Hermandades han am-pliado su obra social. A nivel dioce-sano, Cáritas cuenta con el albergue de transeúntes “Madre del Reden-tor”, que ha ampliado casi al doble su capacidad de acogida por la demanda existente, la residencia “San Pablo” para ancianos en exclusión social, y otras muchas iniciativas y programas de atención a la mujer, ayuda al des-empleo, economato social, etc. Las aportaciones a Cáritas han crecido exponencialmente, lo que significa que hay sensibilidad social y que la gente se fía de Caritas. Continuemos en esta línea, y salgamos al encuentro de los necesitados, poniendo la ima-ginación al servicio de la caridad.

El amor de Cristo nos apremia (2Co 5,14). La Iglesia no es una ONG cualquiera, que podría hacer lo mismo sin ninguna referencia a su Señor. La caridad cristiana es una provocación al encuentro con el Se-ñor, porque lo que hicisteis a uno de estos mis humildes hermanos, “a mí me lo hicisteis” (Mt 25,40). Y el en-cuentro con el Señor se verifica cuan-do salimos al encuentro de nuestros hermanos necesitados, empezando por los que tenemos más cerca.

11. La Iglesia y sus instituciones de enseñanza, piezas clave de la misión

Los vientos que corren, sobre todo en Andalucía, no son nada favora-bles a la presencia de la religión en la escuela y a la escuela católica. La postura ha sido claramente y públi-camente expresada por una escuela pública y laica, donde la religión no cabe. Se ha llegado incluso a decir

21 Guía de Acción social de la Iglesia en An-dalucía: http://www.guiasocialiglesiaan-dalucia.es/.

que la escuela concertada es subsi-diaria. En esta perspectiva, se han retirado los conciertos de algunas unidades y se niega la concertación a la educación diferenciada, por la que abogan buenos expertos en pedago-gía. Y eso que una plaza concertada le cuesta a la Administración la mi-tad que en la escuela pública, lo cual constituye una flagrante injusticia. Se trata de un planteamiento contrario al art. 27 de la Constitución Espa-ñola, donde se establece que son los padres los que tienen derecho a elegir el tipo de educación que quieren para sus hijos. Y en esta perspectiva cons-titucional, es el Estado el que tiene una función subsidiaria, y debe apo-yar las iniciativas sociales que surgen para la educación de los ciudadanos. Los hijos son de los padres, no del Estado. Curiosamente, muchos de los que públicamente defienden estas posturas, llevan a sus hijos a la escue-la concertada, porque la consideran de mejor calidad.

En este contexto y en nuestra dió-cesis de Córdoba, los trescientos profesores de religión en la escuela pública, que atienden a más de 62.000 alumnos, con la missio canónica del Obispo, se abren camino como pue-den. La Iglesia (el obispo, los padres, etc.) les agradece su dedicación y en-trega en una situación nada favorable, que es sometida cada año a referén-dum, con un resultado altamente po-sitivo, a pesar de todas las trabas que se ponen. En la Visita pastoral cons-tato su gran labor para hacer presente a Dios en la escuela pública, donde por otra parte encuentran el apoyo de la inmensa mayoría de los profeso-res del claustro. Es muy llamativa la disfunción existente entre la realidad constatada y la postura ideologizada de la Administración, contraria a la religión en la escuela.

23.000 alumnos en la escuela ca-tólica, gestionada por el Obispado y por las distintas Congregaciones religiosas en nuestra diócesis cons-tituyen un contingente elevado y un gran servicio de la Iglesia a esta socie-dad. No se trata de un negocio, por-que los conciertos están a la baja y el costo de alumno en la escuela con-certada es la mitad que el costo en la

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escuela pública. Se trata de un servi-cio sacrificado que la Iglesia presta a la sociedad, a todo tipo de personas y especialmente a las más desfavore-cidas. El dinero que los centros con-certados reciben para este servicio no es dinero que el Estado da a la Iglesia, sino dinero de las arcas públicas para atender un derecho fundamental a la educación, que tiene todo ciudada-no. Lo mismo que unos padres pre-fieren la escuela pública, otros pre-fieren la escuela católica. A unos y a otros el Estado tiene que pagarles la educación de sus hijos, en una socie-dad que ha establecido la enseñanza gratuita y obligatoria para infantil, primaria y secundaria.

Presentar la escuela católica como un privilegio, como un elitismo, como una dotación económica a la Iglesia en cantidades astronómicas, es intoxicar la opinión pública para ponerla en contra de la Iglesia, que en este como en tantos campos está al servicio de la sociedad. No apreciar el esfuerzo de tantos religiosos y re-ligiosas que gastan su vida sin sueldo en el campo de la educación, es una ignorancia culpable. Querer excluir la enseñanza de la religión católica de la escuela, que es solicitada por la inmensa mayoría de los alumnos y sus padres, es una postura que no tiene en cuenta a la persona en su to-talidad. Recortar el aspecto religioso de la persona es recortar a la persona, es privarla de una de sus dimensiones más importantes.

12. La Iglesia y la cultura van de la mano

No me estoy refiriendo a las Es-cuelas Catedrales del Medioevo o a la propagación de la cultura, que durante y siglos y siglos –durante toda la Edad Media y hasta la época Moderna– ha realizado casi exclu-sivamente la Iglesia, antes de que existieran las modernas institucio-nes culturales. La Iglesia tiene una larga historia de relación con la cul-tura, que brota de su misma entra-ña. “Una fe que no se hace cultura es una fe no plenamente acogida, no totalmente pensada, no fielmente

vivida” (Juan Pablo II). La fe vivida se ha hecho cultura continuamente a lo largo de los siglos.

La diócesis de Córdoba tiene una gran vitalidad cultural reflejada en múltiples instituciones. Además de la escuela católica en sus niveles de infantil, primaria y secundaria, para la que se ha instituido la Fundación Diocesana de Enseñanza “Santos Mártires de Córdoba”, cuenta en la actualidad con instituciones univer-sitarias de prestigio, como el Estudio Teológico “San Pelagio” para la for-mación de los aspirantes al sacerdo-cio, el Instituto Superior de Ciencias Religiosas “Victoria Díez” para todo tipo de alumnos universitarios de teología, ambos afiliados a la Univer-sidad de San Dámaso de Madrid, con capacidad de impartir Grado. Centro de Magisterio “Sagrado Corazón” con más de 800 alumnos universi-tarios. Además del Instituto “Re-demptor hominis” para el estudio de la Doctrina Social de la Iglesia y del Centro Diocesano “San Juan de Ávi-la” para estudio del Maestro Doctor de la Iglesia.

Archivo Diocesano, Archivo Capi-tular y Biblioteca Diocesana son ins-tituciones con gran potencial en sus fondos y puestos al día con modernas tecnologías para su investigación, que hacen accesible su uso universal pre-sencial y online. La Iglesia es amiga de la cultura y pone sus instituciones y su rico patrimonio al servicio de la sociedad de forma desinteresada, in-virtiendo en ello recursos humanos y económicos, con escaso apoyo por parte de la Administración. El apoyo al patrimonio cultural de la Iglesia, que disfrutan todos los ciudadanos que lo desean, es mínimo en el últi-mo trienio. A pesar de todo, vamos afrontando progresivamente el man-tenimiento y la restauración de nues-tros templos, ermitas, imágenes, ro-pas litúrgicas, etc. Y mantenemos el servicio a los investigadores sin costo adicional para ellos. No nos detene-mos en las partidas presupuestarias que cada parroquia, con sus fieles, y con la ayuda del Obispado emplean en el mantenimiento y restauración de sus templos, ermitas, imágenes, ropas litúrgicas, etc., todo ello pa-

trimonio cultural al servicio de la fe. La iglesia no posee todo este acerbo para su propio negocio, sino para el fin propio del culto y para mostrarlo a todo el que nos visita en un servicio a la cultura.

Capítulo aparte merece la Santa Iglesia Catedral (antigua mezqui-ta) de Córdoba, uno de los destinos más apetecidos por el turismo cul-tural del planeta y que constituye un motor fundamental en la ciudad. Desde la Catedral, que tiene acceso a una preciosa y completa visita vir-tual a través de su página web22, se cuida el culto diario y festivo, par-ticularmente la Misa dominical, que normalmente preside el Obispo y es transmitida por TV, además de las grandes celebraciones diocesanas y ser cada vez más lugar de encuentro de los fieles cristianos con su Obis-po. La liturgia bien celebrada con la música apropiada es ya una muestra del misterio para los que se acercan. La Catedral de Córdoba tiene una fuerte vocación de animar la cultura con iniciativas diversas y presentar el cristianismo desde sus naves y co-lumnas de siglos al hombre de hoy. La Catedral es un lugar privilegiado para el “atrio de los gentiles”23, es decir, para convertirla cada vez más en un nuevo areópago de evangeliza-ción a través del culto y del arte.

El Congreso Internacional “San Juan de Ávila doctor de la Iglesia” (abril 2013) ha constituido un acon-tecimiento de primer orden en la vida cultural de nuestra diócesis, con re-percusión universal. El Congreso “El siglo de Osio de Córdoba” (octubre 2013) se convierte en otro encuentro

22 http://www.catedraldecordoba.es/visita/index.html23 Benedicto XVI, Discurso a la Curia Ro-mana (21.12.2009): “Pienso que la Iglesia debería abrir también hoy una especie de “atrio de los gentiles”, donde los hombres puedan de algún modo engancharse con Dios, sin conocerle y antes de que hayan encontrado el acceso a su misterio, a cuyo servicio se encuentra la vida interior de la Iglesia. Al diálogo con las religiones hay que añadir hoy sobre todo el diálogo con aquellos para quienes la religión es algo extraño, para quienes Dios es desconocido y que, sin embargo, no querrían quedarse simplemente sin Dios, sino acercarse a él al menos como Desconocido”.

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de alto nivel cultural, que contribui-rá a la rehabilitación del obispo más ilustre de Córdoba.

Pero además, la diócesis de Cór-doba trabaja en poner al alcance de sus visitantes una lectura de sus obras de arte en clave cristiana, poniendo el patrimonio cultural al servicio de la evangelización, evangelizando a través del arte. Una experiencia muy positiva es “El Alma del Córdoba” que bajo la dirección del Cabildo Ca-tedral tiene cada vez más demanda, y sus visitantes ponderan la belleza y el acierto de su exposición. Se ha comenzado en el Palacio Episcopal el Aula cultural “Una Ciudad con Án-gel. Eres parte de tu ciudad y de su historia”, que tiene como especiales destinatarios a los escolares que nos visitan y también a los adultos. Ini-ciativas como ésta pueden ponerse en marcha para presentar el rico pa-trimonio cultural de nuestras parro-quias y nuestra diócesis a los escola-res, a los jóvenes, a todo el mundo. Son nuevos areópagos para la nueva evangelización.

13. Iniciar y potenciar la Acción Católica General en las parroquias

Una de las constataciones más fre-cuentes en mi Visita pastoral es la de encontrar un alto número de seglares en todas las parroquias de la diócesis. Gracias a ellos, los sacerdotes en-cuentran múltiples colaboraciones en todos los campos: la catequesis, la ca-ridad, la liturgia, las actividades varias de una parroquia. Además del núme-ro ingente de cofrades presentes en todas la Cofradías, jóvenes y adultos.

La función del obispo es la de reu-nir en la comunión eclesial todo este potencial de vida cristiana y encau-zarla para la misión. Por eso, vamos dando pasos con el Consejo Diocesa-no de Laicos, cuyo primer objetivo es articular el laicado de la diócesis para que se conozcan, se relacionen, se potencien, y de esta manera “nuestro gozo sea completo” (1Jn 1,4). Este Consejo Diocesano de Laicos garan-tiza la presencia de los seglares en el Consejo Diocesano de Pastoral, or-ganismo que integra a toda la diócesis

para tomar el pulso de la situación y lanzarnos a la misión compartida.

Pero esto no es suficiente, por-que la inmensa mayoría de seglares comprometidos en nuestra diócesis permanece inarticulado. Estamos abiertos con gratitud al Señor a todos los carismas que el Espíritu va sus-citando en su Iglesia, pero no pode-mos permanecer pasivos, perdiendo energías ante los nuevos retos de la evangelización. Hemos de pasar a la acción, hemos de impulsar la Acción Católica General (ACG) en todas las parroquias, con sus pasos de inicia-ción, con sus planes comunes de for-mación, con sus objetivos de acción conjunta a nivel parroquial y dioce-sano. La ACG está llamada a crear en cada parroquia clima de comunidad siempre en comunión con los pasto-res, con el párroco su pastor inmedia-to. La ACG es una organización en la que los seglares tienen el protagonis-mo que les corresponde como laicos en la Iglesia y en el mundo. La ACG promueve una espiritualidad laical. La ACG, que incluye los tres nive-les de adultos, jóvenes y niños es lo más natural de la parroquia, son esos seglares que están ya y que hay que articular, formar y poner en actitud misionera. Por otra parte, esta forma de militancia seglar incluye toda la fa-milia: niños, jóvenes y adultos. Y tie-ne, por tanto, múltiples conexiones con la Pastoral familiar específica. Y la Acción Católica Especializada que siga su camino.

Recordemos las palabras de Juan Pablo II: “Quisiera deciros que la Iglesia no puede prescindir de la Ac-ción católica. La Iglesia necesita un grupo de laicos que, fieles a su vo-cación y congregados en torno a los legítimos pastores, estén dispuestos a compartir, junto con ellos, la labor diaria de la evangelización en todos los ambientes”24. La segunda Asam-

24 Juan Pablo II, “Duc in altum, Acción Ca-tólica! Ten la valentía del futuro” (2004): “La Iglesia necesita la Acción católica, porque necesita laicos dispuestos a dedi-car su existencia al apostolado y a entablar, sobre todo con la comunidad diocesana, un vínculo que deje una huella profunda en su vida y en su camino espiritual. Nece-sita laicos cuya experiencia manifieste, de

blea General de ACG celebrada en Madrid del 1 al 4 de agosto de 2013 ha puesto de nuevo en evidencia la necesidad de asumir en todas las pa-rroquias este movimiento de los se-glares de la diócesis. Daremos pasos eficaces en esta dirección25.

14. Los jóvenes nos sorprenden, también son misioneros

Hemos vivido jornadas llenas de ju-ventud con la JPJ El Rocío 2013 en el Santuario de la Virgen del Rocío en Almonte (Huelva). Se trataba de vivir en comunión, y en conexión directa a través de los medios, con la JMJ2013 de Río de Janeiro (Brasil), a la que han asistido varios cientos de jóvenes de nuestra diócesis (más de trescientos a Brasil, más de qui-nientos al Rocío). La realidad ha su-perado con creces todas las expecta-tivas, no sólo en Río de Janeiro, sino también en El Rocío. Aquí, más de 6.000 jóvenes andaluces desde cada una de sus diócesis, han confluido en un ambiente de sana conviven-cia del 25 al 28 de julio pasado. Han sido jornadas intensas de peregrina-ción a pie, confesiones individuales, rosario comunitario, vigilias de ado-ración eucarística por turnos duran-te toda la noche, catequesis y misa de cada obispo con sus diocesanos, talleres de temas interesantes para los jóvenes, feria de carismas y pre-sencia de la vida consagrada, etc. El

manera concreta y diaria, la grandeza y la alegría de la vida cristiana; laicos que sepan ver en el bautismo la raíz de su dignidad, en la comunidad cristiana a su familia, con la cual han de compartir la fe, y en el pastor al padre que guía y sostiene el camino de los hermanos; laicos que no reduzcan la fe a un hecho privado, y no duden en llevar la levadura del Evangelio al entramado de las relaciones humanas y a las instituciones, al territorio y a los nuevos lugares de la glo-balización, para construir la civilización del amor”.25 Juan Pablo II, Christifideles laici (1988) n. 31; CEAS, La Acción Católica española hoy. Nueva configuración (1990); Confe-rencia Episcopal Española, Los cristianos laicos, Iglesia en el mundo. “Id también vosotros a mi viña (Mt 20,4)” (1991) n.126; ID, Nuevos Estatutos de la Acción Católica General (2009).

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Rocío rebosaba juventud y los jóve-nes “han hecho del Rocío un lugar de evangelización”, en expresión del obispo de Huelva.

Debemos acompañar a todos es-tos jóvenes en la pastoral cotidia-na, ayudarles a crecer en la fe. Hay que agradecer a los voluntarios su dedicación y sacrificio, a los orga-nizadores sus desvelos, a todos su entusiasmo. Como decía el Papa Francisco, “las JMJs no son fuegos artificiales”26. Dejan poso y orien-tación en el corazón de muchos. Y se ha demostrado que constituyen un cauce precioso de evangeliza-ción, si se preparan, si se celebran bien y si hay un seguimiento poste-rior. Los obispos de Andalucía es-tamos muy contentos de la JPJ del Rocío. Han sido días muy religio-sos, muy juveniles, muy profun-dos, muy austeros y muy alegres y gozosos. Participando en jornadas como éstas a un joven le dan ga-nas de ser cristiano, de ser mejor cristiano, al sentirse arropado por otros muchos jóvenes que rompen el muro de la indiferencia o del pa-sotismo. En estas jornadas, muchos encuentran su vocación, el plan de Dios para cada uno, en la vida ma-trimonial, religiosa o sacerdotal. Esta es la Iglesia y para eso sirve la Iglesia. Pero no idolatremos a los jóvenes, pues los jóvenes existen gracias a los mayores. Pongámo-nos en camino de preparar la JMJ Cracovia 2016, bajo la luz y la guía del gran Papa santo, Juan Pablo II, y de su mensaje tan actual sobre la Divina misericordia.

Por eso, la Delegación diocesana de jóvenes tiene por delante una preciosa tarea en íntima comunión con la Delegación de apostolado seglar, la de coordinar todos los ambientes de jóvenes en la Iglesia particular: parroquias, grupos y movimientos, colegios e institutos, cofradías, y ponerles a todos en es-tado de misión permanente, que les haga crecer en la conciencia de per-tenencia a la Iglesia en la diócesis de Córdoba. Los jóvenes no sólo son capaces de encuentros como las

26 Papa Francisco, Angelus (04.08.2013).

JMJs o las peregrinaciones, donde disfrutan, conocen a otros, se for-man y se sienten alentados, sino que son capaces de dar parte de su tiempo saliendo al encuentro de los necesitados. Los jóvenes han de ser los evangelizadores de sus propios coetáneos, de los demás jóvenes, y de esta manera experimentarán que la “fe se fortalece dándola” (RM 2). El mandato misionero se ha di-rigido a los jóvenes especialmente en esta última JMJ de Río. Vale la pena releer los mensajes del Papa y ponerlos en común en reflexiones conjuntas.

Es frecuente en muchos lugares que grupos de jóvenes programen su tiempo de vacaciones para gastar-lo en la evangelización de otros jó-venes o en la ayuda a adolescentes y niños: campamentos, ayuda escolar, convivencias, etc. A veces se buscan experiencias exóticas, cuanto más lejos mejor. Pero otras veces, pue-den hacerse esas mismas experien-cias en nuestro entorno, ahorrando energías y recursos. ¿Por qué no puede un grupo de jóvenes afrontar la misión de evangelizar un pueblo concreto de nuestra diócesis de Cór-doba, coordinados con el párroco y quizá con la ayuda de otros adultos? Jóvenes de distintos grupos, y así se intercomunican unos con otros, enriqueciéndose. También los se-minaristas, jóvenes como los demás con una vocación específica para la evangelización, pueden colaborar en estas acciones. Todos unidos en la misión

¿Por qué no pedir a jóvenes uni-versitarios que empleen algo de su tiempo libre para atender a niños que se van quedando atrás por múl-tiples razones en su proceso forma-tivo? También los jóvenes tienen que salir de su circulito de amigos y salir a las “periferias geográficas y existenciales”, para encontrarse en directo con los pobres y los nece-sitados (niños, ancianos, excluidos, etc.). El encuentro con los pobres en directo es muy formativo y despier-ta capacidades que estaban ador-mecidas. Y estas periferias no están sólo a miles de kilómetros, se en-cuentran también en nuestro entor-

no, en nuestra ciudad, en nuestros pueblos. A eso nos invita el Papa en este momento histórico concreto. Cuánto me gustaría que nuestros jóvenes se implicaran en esto.

La Delegación diocesana de jóve-nes tiene a la vista la peregrinación a Guadalupe en su 18ª edición (25 al 27 de octubre de 2013), la Vigi-lia de la Inmaculada (7 diciembre), la Misión juvenil (26 al 29 diciem-bre), el Encuentro de jóvenes con-firmandos (21/22 marzo), quizá un Encuentro juvenil en Montilla. Y todas las actividades de tiempo libre que se organizan a distintos niveles: campamentos, convivencias, volun-tariado para eventos, etc. Crear una red capilar de contactos en toda la diócesis, de manera que sea fácil la comunicación de las actividades de la Delegación, y canalizar las propuestas a través de los jóvenes representantes en el Consejo Dio-cesano de Laicos y en el Consejo Diocesano de Pastoral.

En estrecha relación está el Se-cretariado de Pastoral Universita-ria en su dimensión de alumnos, que coinciden con los de la Delega-ción de Jóvenes. Pastoral que tiene un campo privilegiado en el Cen-tro de Magisterio “Sagrado Cora-zón” (Escuela de Magisterio de la Iglesia) y en los Colegios mayores, y ojalá podamos habilitar desde la diócesis y las parroquias pequeñas residencias para tantos jóvenes uni-versitarios que vienen a la ciudad y demandan este servicio.

Han de coordinarse los cape-llanes de la escuela católica para programar acciones conjuntas y ayudarse en iniciativas que puedan desarrollarse en cada centro. Y es muy importante la coordinación de la Delegación de juventud y la Delegación de Enseñanza con los profesores de religión en la escuela pública, sobre todo en Secundaria y Bachiller, para alguna iniciativa común, anunciar a sus alumnos los encuentros programados y contar con la colaboración de todos. No deben quedarse al margen los co-legios de religiosos/as, ya que sus alumnos son fieles de la diócesis de Córdoba y la relación con sus

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carta pastoral

coetáneos servirá siempre de en-riquecimiento mutuo, aportando ellos lo que tienen en sus respec-tivos ámbitos y recibiendo de los demás esa comunión más amplia en la diócesis.

Atención especial a los jóvenes que se enganchan mediante las Cofradías y Hermandades: bandas de música, costaleros, cofrades, etc. También es-tos jóvenes tienen un lugar en la Igle-sia y buscan al Señor. También ellos quieren conectarse con todos los de-más jóvenes de la diócesis, y han de ser invitados: “id también vosotros a mi viña”. Hay trabajo para todos. Y sobre todo, hay jornal de gloria para los que acudan.

15. Rogad al dueño de la mies que envíe trabajadores a su mies

Dejo para el final este capítulo, el más importante para mí en el traba-jo pastoral de toda la diócesis. Ne-cesitamos sacerdotes, necesitamos más sacerdotes, necesitamos mu-chos y santos sacerdotes. El sacer-dote no agota la misión de la Iglesia, pero es un pilar fundamental en el ser, en la constitución de la misma y en su actividad evangelizadora. Sin sacerdotes, no hay Eucaristía. Sin sacerdotes, la Iglesia se muere. Sin sacerdotes, no hay evangeli-zación. Por todos los lugares que recorro en la Visita pastoral, esa es la petición más frecuente: mánde-nos más sacerdotes. El pueblo cris-tiano sabe por experiencia que un buen sacerdote es una garantía de cercanía de Dios, sólo con buenos sacerdotes se puede emprender la misión evangelizadora que estamos necesitando.

Estoy convencido de que esta es una necesidad primaria, la primera de todas. Y no porque quiera “cle-ricalizar” la Iglesia, sino porque Cristo ha fundado su Iglesia sobre el fundamento de los Apóstoles, cuyos sucesores los Obispos tienen como colaboradores a los presbíte-ros para servir al Pueblo de Dios. No hemos de decaer en la oración constante por las vocaciones sa-cerdotales: “Rogad al Señor de la mies que mande trabajadores a su

mies” (Mt 9,38). Si en el campo de la acción pastoral, la diócesis de Córdoba ha de ponerse en estado de misión, en este punto de las vo-caciones sacerdotales la diócesis ha de ponerse en estado de oración permanente. Porque estamos con-vencidos de que Dios quiere dar pastores a su pueblo (pastores dabo vobis), pastores según su corazón. Y Dios no es tacaño en sus dones.

La oración no nos excusa, sino que nos compromete a trabajar con todas nuestras energías en la pasto-ral vocacional. La familia es el pri-mer seminario. Si los padres respon-den a su vocación matrimonial, irán comunicando a sus hijos un amor que los haga capaces de descubrir su propia vocación. Muchas familias han pedido con insistencia al Señor: “Concédenos un sacerdote en nues-tra familia”. Y si Dios llama a alguno a la vida consagrada o a la vida sa-cerdotal, apoyadle entre todos para que responda a esa llamada. A veces los padres piensan que “pierden” a su hijo si le dejan hacerse sacerdote. La experiencia demuestra que no es así. Unos padres generosos encon-trarán en su día la generosidad de Dios para con ellos.

La parroquia es un ámbito privi-legiado para descubrir y alimentar toda vocación cristiana, también la vocación sacerdotal. En torno al cura de la parroquia, un niño percibe lo que es ser cura: “Yo quiero ser cura como don N.”. Eso lo han sentido muchos niños de nuestras parro-quias. Los monaguillos, los niños de catequesis, si encuentran un buen cura, les será más fácil reconocer su vocación sacerdotal. Hay sacerdotes admirables en este campo, que tienen un don especial para atraer vocacio-nes sacerdotales. El cuidado lleno de amor y de respeto por estas vocacio-nes, ya desde la edad infantil, es un precioso caldo de cultivo.

La pastoral juvenil y universitaria es el campo propio donde surgen to-das las vocaciones cristianas. ¿Qué quiero hacer con mi vida? ¿Qué plan tiene Dios preparado para mí? ¿Qué puedo hacer por los demás? Estas y otras preguntas vocaciona-les se plantean en la adolescencia y

en la juventud, y en esta época de la vida encuentran respuesta adecuada. Hemos de proponer abiertamente la vocación sacerdotal o religiosa a es-tos jóvenes. Dios llamará a quienes él quiera. Nosotros sirvamos de altavo-ces y acompañemos a los que sienten inquietud por esta vocación.

El futuro de la evangelización de-pende de tales vocaciones. Preocu-parnos por la pastoral vocacional, es preocuparnos por el futuro de la Iglesia. Nuestros Seminarios diocesanos mayor y menor gozan de buena salud. Necesitamos más sacerdotes para nuestra diócesis y para la Iglesia universal. No nos cansemos de pedirlas a Dios y de trabajar todo lo que podamos en favor de esta causa santa.

ConClusión

A María Santísima, Madre de la Igle-sia, con tantas advocaciones en la dió-cesis encomendamos nuestros traba-jos a lo largo de este año pastoral. Ella ha recibido la Palabra con corazón puro, y lo ha hecho carne en su seno virginal. Ella ha sido misionera, lle-vando a Jesús a casa de su prima Isabel y llenando de alegría aquella casa con la presencia del Salvador del mundo. Ella ha estado junto a la Cruz, y ahí Jesús nos la ha dado como Madre. Ella acompaña a la Iglesia peregrina, adelantándonos en la consumación de lo que Dios tiene preparado para cada uno de nosotros y para toda la humanidad, la gloria del cielo, inclu-so en nuestro cuerpo.

Os bendigo en el nombre del Pa-dre, y del Hijo y del Espíritu Santo.

+ Demetrio Fernández González,obispo de Córdoba

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