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37 IDENTIDAD MINERA, SUBCONTRATACIÓN Y NUEVAS ESTRATEGIAS SINDICALES: EL CASO DE LA HUELGA DE LOS TRABAJADORES CONTRATISTAS DE CODELCO (2007) PALABRAS CLAVE: Identidad, subcontratación, tradición minera, dirigentes sindicales, repertorios de acción, movimiento sindical, CODELCO Autoras: Constanza Araya Fernández Rocío Guajardo Quiñones Universidad de Santiago de Chile [email protected] / [email protected] 52268825 / 79308950

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IDENTIDAD MINERA, SUBCONTRATACIÓN Y NUEVAS

ESTRATEGIAS

SINDICALES: EL CASO DE LA HUELGA DE LOS TRABAJADORES

CONTRATISTAS DE CODELCO (2007)

PALABRAS CLAVE: Identidad, subcontratación, tradición minera, dirigentes

sindicales, repertorios de acción, movimiento sindical, CODELCO

Autoras: Constanza Araya Fernández

Rocío Guajardo Quiñones

Universidad de Santiago de Chile

[email protected] / [email protected]

52268825 / 79308950

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En memoria de Nelson Quichillao,

trabajador contratista recientemente asesinado

bajo el gobierno de Michelle Bachelet.

Hablar de sindicalismo en el Chile actual

Luego de cruentas y prolongadas dictaduras militares que marcaron la historia de

América Latina durante la década de los setenta y ochenta, los actores y procesos que

fueron aniquilados e interrumpidos comenzaron una lenta fase de reconstitución

durante las últimas décadas del siglo recién pasado. En Chile estos fueron los años de la

transición democrática, llevada adelante por la Concertación de Partidos por la

Democracia. Así, las distintas fuerzas que compusieron el movimiento popular del corto

siglo XX vuelven a aparecer lenta y tímidamente en la esfera pública, intentando

recuperar el protagonismo que alguna vez tuvieron. En ese esfuerzo y en ese conjunto

encontramos a quienes forman parte de la historia de nuestro fragmentado y golpeado

país: los y las trabajadores y el movimiento sindical chileno.

En este contexto -comienzos del siglo XXI- el sindicalismo a nivel latinoamericano se

encuentra en una fase de exclusión (Zapata, 2003), vinculado a la transnacionalización

de las economías periféricas, donde se margina al movimiento sindical de las

estructuras de poder y se pone en marcha una nueva estrategia de encuadre

institucional. No obstante, durante las últimas décadas hemos sido testigos de un

incipiente proceso de rearticulación del sindicalismo en distintos ámbitos, motivo por el

cual es necesario dar cuenta tanto a nivel político como a nivel teórico de dichas

dinámicas y transformaciones en el mundo del trabajo.

De esta manera, intelectuales de distintas disciplinas han abierto el debate en torno a la

trayectoria del sindicalismo en nuestro país. Por un lado existen autores que plantean

que el sindicalismo de hoy en día es una continuidad del tronco histórico, el cual fue

fraccionado por la dictadura cívico-militar de Pinochet, pero que en la actualidad ha

recuperado su fuerza de antaño y se está posicionado nuevamente como grupo de

presión (Aravena y Núñez, 2009, Álvarez 2009). Mientras que por el contrario, otras

voces plantean que el sindicalismo sufrió un gran quiebre durante los veinte años de

dictadura, pero que éste terminó por profundizarse con la vuelta a la democracia y otros

veinte años más de una política de acuerdos entre las dirigencias, el gobierno y los

grupos empresariales. Por lo tanto no existe continuidad entre el sindicalismo pre-

dictadura y el sindicalismo de la transición, al contrario, se produce una ruptura tan

aguda en el movimiento sindical una vez vuelto a la legalidad, adoptando prácticas y

dinámicas propias de la política de acuerdos inaugurada con los gobiernos de la

Concertación. De esta manera, gran parte de las “explosiones” de protesta social en el

mundo del trabajo que hemos visto de un tiempo a esta parte y que se diferencian de

este sindicalismo conciliador han sido consideradas y teorizadas como parte de un

“Nuevo Sindicalismo” (Julián, 2009; Lara, 2008; Villalobos, 2009),donde su principal

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característica es que vuelve a primar el conflicto por sobre el consenso entre los

actores. En este sentido, el elemento clave hoy en día es la irrupción de una “nueva”

fuerza laboral que aparece con la expansión y profundización del régimen de

subcontratación en el país, otorgándole una impronta distinta al movimiento.

Al respecto, consideramos que no es posible establecer que hoy en el sindicalismo exista

innovación pura o una politización acabada de los conflictos sindicales. Sin embargo,

tampoco nos parece posible plantear que exista una línea de continuidad, puesto que

identificamos claramente un quiebre entre el sindicalismo tradicional y la dictadura

militar con la instauración del Plan Laboral, lo cual se profundiza con la transición

democrática y la política de acuerdos expresada en la creación de los “Acuerdos Marco”,

que son pequeñas modificaciones a la legislación laboral pactadas entre el gobierno de

la transición, la CUT representando a los trabajadores y la CPC en nombre del

empresariado. Por lo tanto, lo que aquí, y de momento, nos parece más pertinente

afirmar es que existe un encuentro entre la tradición de lucha del sindicalismo chileno

antes de la dictadura, el intento de superación de la política del consenso que prima en

la década de los 90’s y la instalación de innovadoras prácticas sindicales relacionadas

con el sujeto-trabajador contratista.

Dicho esto, este artículo se centrará en la huelga de los trabajadores contratistas de

CODELCO entre los meses de junio y julio del 2007, cuyas implicancias tuvieron un alto

impacto a nivel nacional y, lo que consideramos, la puesta en marcha de nuevas

estrategias sindicales que le otorgaron un impulso al movimiento sindical chileno. Pero,

¿cuáles fueron estas nuevas estrategias sindicales? ¿Qué factores o elementos tiene la

huelga del 2007 que la hacen efectiva y genera tanto impacto en la agenda política y la

opinión pública? ¿Qué repercusiones en el corto y largo plazo tendrá para el

movimiento sindical chileno? Estas son las preguntas que nos hacemos y que buscamos

responder a continuación, bajo el imperativo de que este artículo se convierta en un

insumo para la discusión desde la historiografía respecto a las transformaciones que ha

vivido el mundo del trabajo durante las últimas décadas. A modo de hipótesis

sostenemos que la efectividad de dicha huelga radicó en torno a la existencia de dos

factores claves. El primero es el rol que cumplieron los dirigentes sindicales en términos

organizativos, y el segundo, los repertorios de acción colectiva utilizados por los

trabajadores contratistas de CODELCO, entre los cuales se combinan elementos de la

tradición sindical de los trabajadores del cobre junto a las innovadoras formas de lucha

que aporta la identidad preeminentemente subcontratista de sus trabajadores. En ese

sentido, el objetivo principal de este artículo busca analizar las transformaciones que

experimentaron las dirigencias sindicales, y del mismo modo, los cambios e

innovaciones en cuanto a los repertorios de acción colectiva utilizados por los

trabajadores movilizados de CODELCO. Para esto resulta necesario primero caracterizar

el contexto político, económico y social en el cual se inserta la huelga, y mediante la

reconstrucción del proceso huelguístico, explicar el rol que cumplieron los dirigentes

sindicales y reconocer los repertorios de acción utilizados.

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Esta investigación incorpora herramientas de la Sociología respecto a la noción de

“acción colectiva” como apoyo teórico para la investigación historiográfica. En este

sentido, nos basamos en los aportes de autores como Sidney Tarrow, Charles Tilly y

Alberto Melucci para un trabajo historiográfico centrado en las acciones de sujetos que

persiguen determinados fines en un espacio y tiempo determinado. En cuanto a aportes

sociológicos fundamentales para nuestro trabajo, utilizaremos dos categorías de

análisis: repertorios de acción colectiva y dirigencias. El concepto de repertorios de

acción colectiva se entenderá como las formas de lucha utilizadas tradicionalmente por

un grupo, condicionado histórica y culturalmente, aunque con capacidad de innovación

dentro de los márgenes del repertorio existente. Nuestra segunda categoría de análisis,

denominada como dirigencias, la entenderemos como un liderazgo que tiene una

función creativa a la hora de seleccionar las formas de acción colectiva, inventando,

adaptando o combinando distintas formas de acción colectiva para estimular el apoyo

de gente que, en caso contrario, podría abstenerse de participar de una movilización.

Asimismo reconocemos en el dirigente la capacidad de mediación entre el movimiento y

su contraparte.

La metodología de esta investigación se basa principalmente en la revisión bibliográfica

de la literatura pertinente al tema, junto con el análisis de fuentes primarias, esto es,

documentos oficiales de la CTC. A esto le sumamos la revisión de fuentes periodísticas

realizada entre los meses de junio, julio y agosto del año 2007 de los periódicos La

Tercera y El Siglo. El análisis de discurso mediante la revisión de prensa nos permitió

identificar a los principales actores en conflicto y realizar una radiografía del impacto

que tuvo la movilización. En lo que respecta a la revisión bibliográfica se recurrió

principalmente a los aportes provenientes de la Teoría de los Movimientos Sociales,

desde donde extraemos nuestras categorías de análisis. En segundo lugar, ahondamos

en el recorrido del sindicalismo en Chile, esencialmente en la minería del cobre y en las

estrategias sindicales del subcontratado del mismo rubro. Finalmente, cabe destacar

que esta investigación se adscribe a la línea de la Historia del Tiempo Presente, por lo

tanto nuestro interés está puesto en el acontecimiento como tal –la huelga- pero

enmarcándolo en un contexto general amplio. En ese sentido la historia del tiempo

presente es una historia que se interpreta y escribe en modo inverso a la cronología. Se

inicia en la inmediatez; esta inmediatez se inscribe en una determinada coyuntura y esta

su vez dentro de una larga duración, es decir, un proceso (Fazio, 1998:55), lo cual nos

permite rescatar tanto la experiencia de los sujetos como el proceso ascendente de

movilización. Así, la apuesta por este enfoque necesariamente plantea la oportunidad, y

también el desafío, de dialogar con otras disciplinas en el intento por comprender y

explicar dicho conflicto.

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Contexto económico: transformaciones en el capitalismo mundial

Durante los años de la transición democrática en Chile a partir de 1990, el movimiento

sindical chileno debilitado comienza una fase de reincorporación a la agenda política

dentro de los marcos institucionales que dejó la dictadura cívico-militar, en un contexto

macroeconómico de instauración del neoliberalismo a nivel mundial y local, proceso

que para el caso chileno será denominado como la contrarrevolución neoliberal

(Agacino, 2003).La instalación de este modelo conlleva una serie de cambios en el

mundo del trabajo, generándose profundas transformaciones laborales en las

economías centralizadas e industriales y consecuentes procesos de readaptación y

reestructuración el mundo del trabajo para las sociedades capitalistas periféricas del

resto del mundo (Julián, 2013).

La consolidación y expansión de este modelo político-económico trajo consigo

importantes consecuencias, siendo una de ellas el debilitamiento del trabajador(a)

como sujeto político. En cuanto a las transformaciones económicas, políticas y sociales

generadas en América Latina, identificamos tres ejes centrales: el proceso de

reestructuración y modernización productiva; la instalación de un régimen social de

acumulación disciplinario y la inserción dentro de la matriz neoliberal y trasnacional de

acumulación (Julián, 2013:408). En este sentido, tenemos la expansión de modalidades

de contrato “atípicas”, tales como los empleos temporales, de tiempo parcial, la

subcontratación, entre otros, con una menor o nula protección de seguridad social. Esto

es lo que conocemos hoy en día como flexibilización laboral. Es posible así, identificar

un proceso de cambio y metamorfosis en las relaciones sociales, con un proceso

dialéctico de emergencia/descomposición de nuevas subjetividades e identidad(es) en

el mundo del trabajo (Julián, 2013:408).

Es en este proceso donde se va configurando una división en la fuerza laboral del país

entre trabajadores de primera y segunda categoría: aquellos de planta y subcontratados

respectivamente, en tanto se “institucionaliza” la subcontratación (es decir, se vuelve

política de Estado) y por lo tanto, se legaliza la precariedad en todos sus términos. La

precariedad o precarización del trabajo, según Bourdieu, se inscribe como un modo de

dominación de nuevo cuño, basado en la institución de un estado generalizado y

permanente de inseguridad que tiende a obligar a los trabajadores a la sumisión, a la

aceptación de la explotación (Bourdieu,1999:125-126). En este sentido, el trabajador no

sólo pierde todo tipo de certezas respecto a su situación laboral y su futuro económico,

sino que además se pierden todos los derechos sociales que el movimiento obrero a lo

largo de décadas de lucha había logrado conseguir (educación, salud, vivienda,

organización, entre otros).

De esta “fragmentación” de la clase trabajadora, el subcontratista irá paulatinamente

construyendo su identidad en tanto se reconoce en oposición/negación al otro (el de

planta). Una identidad que combina la tradición histórica minera y la experiencia de

vivir el subcontrato como un régimen de doble explotación. Las precarias condiciones

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laborales a las que están sometido los trabajadores contratistas (bajos salarios por el

mismo trabajo, imposibilidad de organizarse y de negociar con la Estatal, el no

reconocimiento de la labor de su trabajo, entre otras) le darán una impronta distintiva

al movimiento sindical que veremos surgir en la década del 2000.

La subcontratación y CODELCO: ¿Cómo, cuándo y por qué?

La subcontratación o el trabajo en régimen de subcontratación es, según la definición de

la Dirección del Trabajo, “aquel realizado, en virtud de un contrato de trabajo, por un

trabajador para un empleador, denominado contratista o subcontratista, quien en razón

de un acuerdo contractual, ejecuta obras o servicios por cuenta y riesgo propio y con

trabajadores bajo su dependencia, para una tercera persona natural o jurídica dueña de

la obra, empresa o faena, denominada la empresa principal, en la que se desarrollan los

servicios o ejecutan las obras contratadas”4.En términos simples, se produce una relación

contractual tripartita (entre tres partes) entre una “empresa mandante”, la “empresa

contratista” y el “trabajador”.

En el caso de CODELCO este régimen no es nuevo, sino que por el contrario tiene larga

data. Se produce en mayor o menor medida desde los años 30’, pero en aquel entonces

se trataba de un proceso de especialización y limitado en el tiempo (Aguilera y

Villalobos,2008). Sin embargo, desde 1973 en adelante comienza una paulatina

disminución de los trabajadores de planta. Entonces la subcontratación ya no fue más

entendida como un proceso de especialización de la producción sino que más bien como

una técnica para abaratar costos y disminuir los riesgos de producción. Por lo tanto este

régimen laboral se estaba presentando a lo largo de todo el proceso productivo del

mineral, convirtiéndose en un fenómeno generalizado y no marginal. Con el Plan

Laboral de Piñera lo que ocurre es que el decreto 16.757 permite ampliar las funciones

de los subcontratistas a las del giro principal de las empresas, regularizando dicha

práctica.

Ésta y otras modificaciones del Plan Laboral van a tener gran impacto en el mundo

sindical. En términos estructurales se está ante una progresiva privatización de las

empresas estatales, reorganizando su funcionamiento interno y una serie de

procedimientos relativos a sus modalidades de contratación de personal. Así, creemos

que dicha política responde tanto a criterio técnicos, pero también y sobre todo a un

criterio político claro: quitarle fuerza al movimiento sindical y desarticular

definitivamente a este importante actor. (Zapata, 2003). En términos específicos para el

caso de CODELCO se produce el “problema del doble mando”(Villalobos, 2009:6),es

decir, el des perfilamiento de la figura del empleador tradicional. ¿Qué sucede con la

relación contractual? Frente a cualquier tipo de demanda por parte de los trabajadores

de una empresa contratista hacia sus empleadores éstos se puede excusar en falta de

recursos u otros motivos para negar los reclamos legítimos de sus trabajadores. En 4 Revisado en http://www.dt.gob.cl/1601/w3-article-

93827.html#i__w3_ar_ArticuloCompleto_1_93827_C2BFQuC3A920es20la20subcontrataciC3B3n3F

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tanto, la empresa mandante no tiene ningún tipo de responsabilidad frente a los

trabajadores que se desempeñan en sus faenas, como es el caso de la minera estatal. Por

lo tanto, el trabajador se encuentra en una nebulosa en tanto no sabe a quién reclamarle

mejoras en sus condiciones laborales.

De estos cambios y transformaciones esbozados recientemente al interior de la

estructura de CODELCO es posible reconocer la explosión de este nuevo actor en juego:

el trabajador subcontratado de la minera. No porque antes no existiera, sino que porque

son otras las condiciones en las cuales se desarrolla el trabajo en la minería y se

desenvuelve el sujeto, madurando una identidad y una cultura propia de su calidad

como subcontratado. De esta manera surge y se desarrolla esta fuerza laboral como

actor político y colectivo en disputa, quienes a partir del año 2000 inician una serie

intermitente de huelgas en ascenso hasta el año 2007, cuando se produce una de las

movilizaciones más significativas de la GMC dentro de las últimas décadas con este actor

emergente como protagonista.

Para efectos de este artículo, reconstruiremos el proceso huelguístico en conjunto con el

desarrollo de nuestra hipótesis, es decir, el análisis de la importancia de los repertorios

de acción y las dirigencias sindicales. Pero primero, se hace necesario caracterizar el

contexto político en el cual se desarrolla este conflicto, el cual a nuestro juicio facilita un

escenario propicio para la movilización sindical.

Elecciones presidenciales y coyuntura de movilización

El sindicalismo chileno, durante los años de la restauración democrática en Chile en la

década de 1990, estuvo marcado por la estabilización de los marcos institucionales

prefijados durante la dictadura militar y la consolidación del modelo económico

neoliberal, subordinando reivindicaciones a los requerimientos de la estabilidad política

y social que demandaba el renacido régimen democrático, y más aún, la legislación

heredada de la dictadura deriva en la fragmentación productiva, la flexibilidad laboral y

la categorización de funciones y condiciones laborales. Por tanto, si bien es cierto, la

vuelta a la democracia significó una apertura del radio de acción de los trabajadores, la

fragilidad de las relaciones laborales y las protecciones legales, le darán un carácter de

inestabilidad permanente (Aguilera, 2011:18).

El proceso huelguístico de los trabajadores contratistas de Codelco se sitúa en una

coyuntura política que se abre en el contexto de la segunda vuelta de las elecciones

presidenciales del año 2006, en la cual se enfrentan Michelle Bachelet y Sebastián

Piñera (Aravena y Núñez, 2009:76). A partir de ese momento la temática laboral

comienza a cobrar relevancia y se instala en el debate. De este modo, más tarde, durante

la administración de Bachelet se impulsó un conjunto de reformas laborales. No

obstante lo anterior, muchos trabajadores subcontratados no vieron mejoras evidentes

en sus condiciones de trabajo, y por cierto, tampoco mejoraron sus salarios. Fueron sin

duda las insuficiencias de la Ley de Subcontratación las que motivaron movimientos

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sindicales por mejoras salariales y laborales(López, 2008:27)abriendo camino a la

movilización y al despliegue de nuevas estrategias sindicales.

El caso de los trabajadores subcontratistas de Codelco, cuenta con condiciones que se

potencian debido a la apertura política en torno al mundo del trabajo, ya que a

mediados de la década del 2000 los subcontratados superan en número a los

contratados (Aguilera, 2011:3), expresándose con fuerza las desprotección laboral y

social y las desigualdades en las remuneraciones percibidas entre los trabajadores

subcontratistas y sus pares de planta (Leiva, 2010:114).

Esta fragilidad de los marcos legales y sociales que en teoría protegen a los trabajadores

contratistas, y que suponen la atomización de los trabajadores, de manera paradójica

los orienta a buscar medidas que se encuentran fuera de los marcos jurídicos como la

acción directa y la presión (Aguilera, 2011:3). En este sentido, los trabajadores del cobre

en general, poseen una condición fundamental, que le permite ejercer gran presión, a

pesar de las transformaciones y limitaciones del movimiento sindical pos dictadura: la

importancia estratégica de la actividad cuprífera en la economía nacional, y en conjunto

con ello, tenemos la precarización laboral y la desigualdad respecto de sus pares de

planta.

La sumatoria de estas condiciones, genera el terreno apropiado para el despliegue de

nuevas estrategias sindicales, que se nutren de transformaciones a nivel dirigencial y

expansión de los repertorios de acción colectiva en los cuales se combinan elementos de

la tradición sindical de los trabajadores del cobre y las formas de lucha que aporta la

juventud de este movimiento. Junto con ello, cabe destacar que en este conflicto los

trabajadores decidieron que el interlocutor para la negociación no sería el empleador

directo –la empresa subcontratista– sino CODELCO(Leiva, 2010:114).

La huelga de los 37 días y nuevas experiencias sindicales: repertorios de acción

colectiva

Durante la madrugada del 25 de junio de 2007, se da inicio a uno de los procesos

huelguísticos más importantes de los últimos años en la Gran Minería del Cobre: la

huelga de los trabajadores contratistas de Codelco. Conflicto respecto del cual

enfatizaremos su desarrollo por etapas cuyos efectos formaron parte de la creación de

un escenario, que a través de los repertorios de acción utilizados, permitió lograr una

negociación que parecía compleja debido a su ilegalidad.

En un comienzo, se generaron acciones que hicieron visible el conflicto, como tomas y

ocupaciones de caminos, llegando en algunos casos, como en la comuna de El Salvador a

bloquear el acceso a la división paralizando la producción (Aravena y Núñez, 2009). En

El Teniente se quemaron ocho buses y se instalaron barricadas en la carretera del cobre,

dejando varios detenidos, lo que provocó un alto impacto mediático, siendo calificado el

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movimiento por los medios de comunicación como “violentista5”. En este sentido,

pudimos dar cuenta de que las acciones de los contratistas generaron tensiones y

divisiones al interior del gobierno que estaba siendo presionado desde diferentes

direcciones. Por su parte, el empresariado chileno temía que ante una eventual

negociación de los contratistas con la estatal, se hiciera habitual que subcontratados de

otros sectores buscaran negociaciones con las empresas mandantes, procesos que

serían ilegales.

Por su parte, los trabajadores no obtienen una respuesta satisfactoria a sus demandas,

por lo que se les hace imperioso intensificar la movilización, iniciando una segunda

etapa, en la cual se traslada el escenario del conflicto a las ciudades: Los Andes,

Rancagua, Calama y El Salvador. En El Teniente los trabajadores protestan a través de

una marcha masiva por las principales calles de Rancagua. En ella participan los

contratistas y sus familias, más otros grupos organizados de la comuna, como

estudiantes secundarios, deudores habitacionales y una amplia gama de sindicatos del

comercio y servicios, apropiándose de una antigua tradición de la cultura minera

involucrando a sus familias en la movilización dando cuenta qué es lo que hay detrás de

la precarización, lo cual contribuyó a la sensibilización de las comunidades locales

(Aravena y Núñez, 2009).

El lunes 23 de julio, Codelco afirma haber llegado a un acuerdo mayoritario de

sindicatos que han decidido poner fin al conflicto. Acuerdo que era falso, ya que había

sido firmado con sindicatos no movilizados. El efecto de esto, no fue más que la

radicalización de las movilizaciones, dando paso a la última etapa del conflicto, que

conlleva un giro táctico que devuelve el conflicto hacia los centros productivos y sus

vías de acceso, logrando paralizar completamente la producción en la división El

Teniente durante cuatro días. Asimismo, se generaron acciones de sabotaje y se

fortalecen los bloqueos de las minas. A lo que se apuesta, es a generar una situación de

ingobernabilidad, gestionando con habilidad, alianzas con otros sectores sociales y

políticos, para aislar a los ejecutivos de Codelco y poner a la opinión pública en su

contra. En este punto, interviene la Iglesia Católica, que resulta facilitadora de la

solución al conflicto, que junto a la presión del gobierno hacia el presidente ejecutivo de

Codelco, logran que se llegue a un acuerdo pactado, donde dirigentes y Codelco se

sientan a negociar y firman el histórico Acuerdo Marco del año 2007.

De acuerdo a lo anterior, podemos dar cuenta de que las acciones que emprendieron los

trabajadores entremezclan lo violento y lo pacífico. Se observa que las acciones

violentas se vuelven hacia la faena, logrando generar presión hacia su contraparte,

mientras que las acciones pacíficas se desarrollan hacia la comunidad, lo que implicó un

aporte a la comprensión de la acción colectiva. Dicha estrategia en total es nueva, pero

5Codelco pierde US$ 8 millones por sabotaje en conflicto con trabajadores contratistas”, La Tercera, 26 de

junio de 2007.

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podemos observar que combina distintos elementos de la tradición de lucha de los

mineros del cobre, como la acción directa y la participación de sus familias, dando paso

a una nueva forma de acción sindical que contribuyó a acelerar las posibilidades de

lograr una negociación con la empresa mandante: Codelco.

Transformaciones y aprendizajes: el rol de los dirigentes sindicales

Para el año 2007 los pronósticos sobre la producción y exportación de cobre eran

prometedores. Según un artículo publicado en La Tercera a mediados de ese año “las

fuertes alzas del cobre están generando altos beneficios a las mineras. Es muy probable

que este año Codelco supere los excedentes por US$ 9.215 millones que anoto en 2006”6.

Ante este promisorio escenario se vuelve aún más relevante estudiar este proceso

huelguístico, para lograr comprender por qué estalla una movilización tan significativa

en dicho contexto. Para reafirmar lo anterior debemos considerar además que, hasta la

histórica huelga del 2007, se habían desarrollado en la GMC una serie de conflictos

laborales entre trabajadores y empresas de distinta índole –sean estatales o privadas,

de trabajadores de planta o contratistas-, pero que no tuvieron mayores repercusiones.

Entre estos podemos mencionar dos acontecimientos que marcaron la antesala para la

movilización del 2007: la huelga de contratistas de CODELCO en enero de 2006 (Zapata,

2010) y a la movilización llevada adelante por los trabajadores de planta de la minera

La Escondida en agosto del mismo año (Caputo y Galarce, 2006).

De esta manera, uno de los factores que relevamos para el éxito de esta movilización es

el rol que cumplieron las dirigencias sindicales que actuaron en el conflicto, quienes

fueron capaces de sentarse a negociar con CODELCO y a la vez politizar a sus bases, de

tal manera que éstas se mantuvieran firmes ante las presiones de la Estatal. Por lo tanto,

es necesario analizar las dinámicas y transformaciones que sufrieron las dirigencias

sindicales dentro de la GMC posdictadura hasta la década del 2000, con el fin de dar

cuenta cómo se va configurando un “nuevo tipo de dirigente” que responde a las

necesidades del contexto, produciéndose un distanciamiento del dirigente formado en

el sindicalismo clásico, aquel que identificamos con el patrón de acumulación

desarrollista que predomina durante todo el siglo XX chileno(Agacino, 2007).En este

caso, las dirigencias del movimiento de contratistas de CODELCO también innovan en

distintos aspectos, cuestión que se ha extendido a variadas movilizaciones del

subcontrato.

En primer lugar, un aspecto importante que cabe mencionar respecto a las

transformaciones que han debido experimentar las dirigencias sindicales de la GMC

desde los 90’ hasta la actualidad –más bien lo han tenido que aprender a la fuerza- es el

carácter confrontacional con el que se deben enfrentar a sus contrapartes: empresa

contratista, CODELCO, Gran Empresariado y Estado. Este aspecto es sumamente

6“Cobre llega a promedio record y excedentes fiscales superaran los USS 12 mil millones”, La Tercera,

Santiago, 21 de junio de 2007.

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innovador si tenemos en cuenta que, durante el período de transición democrática y

bajo los gobiernos de la Concertación, las dirigencias dentro de CODELCO -que

correspondían a los trabajadores de planta únicamente- se caracterizaron por sostener

una política corporativista y de cooperación con la gerencia de la empresa y el gobierno

(Aguilera, 2011), tendencia que será quebrantada por la CTC, cuando inician una

relación conflictiva tanto con el gobierno como con las distintas empresas mandantes.

Sin embargo no debemos perder de vista que esto corresponde a una ventaja y

particularidad de los contratistas del cobre, fundamentalmente por su posición

estratégica en la economía nacional, la cual les permite paralizar y poner en jaque a

otros actores y de paso al país entero.

De lo anterior se desprende que el dirigente de un movimiento contratista debe dejar

atrás la política del consenso y apostar más bien al conflicto con el(los) empleador(es),

para poder superar las prácticas del antiguo sindicalismo y volver a convocar/encantar

gente con la movilización. Tampoco se trata de sobreponerse sencilla y únicamente a

décadas de sindicalismo de “paz social” con el Estado, sino que además se deben

recuperar y reapropiar las estrategias históricas de movilización de masas de los

mineros, y sobre todo, apostar a la paralización generalizada de la producción (Aguilera,

2011).

En segundo lugar, el dirigente de un movimiento de trabajadores subcontratados

requiere un nivel de manejo técnico muy amplio, lo que ha significado una

transformación de la “vieja escuela” de sindicalistas a un perfil técnico de dirigente que

tiene conocimientos en distintas áreas y que además utiliza asesores profesionales para

la negociación colectiva con el empleador. Esto lo denominamos como un proceso de

“tecnocratización” de la política sindical (Quiroga, 2014) y que para el caso de los

trabajadores contratistas en generales de suma relevancia, dado las enormes trabas

legales y/o técnicas a las que se ven enfrentados al momento de levantar una

movilización, ya sea iniciar una huelga, llegar a la negociación colectiva o el simple acto

de conformar un sindicato. Por lo mismo los dirigentes requieren necesariamente de

una profunda preparación técnica y un manejo legal acabado para poder enfrentar el

“monstruo” que significa el subcontrato en el presente.

Importante mencionar también como un elemento transversal que puede dar cuenta de

los cambios ocurridos en las dirigencias sindicales del sector cuprífero tiene que ver con

un aspecto generacional. Con esto nos referimos a la juventud de los dirigentes que

encabezaron dicha huelga y la CTC en general (como Cristian Cuevas, Manuel Ahumada

y Jorge Peña). De esta manera se produce un “relevo generacional” que le da nuevos

aires y perspectivas a la movilización, considerando que la mayoría de los dirigentes son

menores de 40 años y tienen una trayectoria sindical reciente que en muchos casos no

supera los diez años (Aguilera, 2010). Por otro lado, y no es menor, hay que tener en

consideración que los últimos dirigentes han sido militantes del Partido Comunista, lo

cual forma parte de una larga tradición sindicalista chilena: el estrecho vínculo entre

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partidos políticos y sindicatos. Sin embargo, creemos que en este caso se produce una

relación mucho más tensionada ya que estos dirigentes debieron responder tanto a su

partido como a sus bases.

Consideraciones finales

Este proceso huelguístico fue de gran importancia para el movimiento sindical dado que

se logra re articular después de décadas de pasividad y subordinación post dictadura, el

cual, a través de sus mecanismos de presión logró sobrepasar los débiles marcos legales

que amparan a los trabajadores contratistas -abriendo la posibilidad de negociar con la

estatal- y mediante sus estrategas de movilización, fueron capaces de crear las

condiciones de un escenario favorable al movimiento. En función de lo expuesto

anteriormente, podemos concluir que la trascendencia de la huelga de los trabajadores

contratistas de CODELCO del año 2007 se debe a una mezcla de factores que

entrecruzan el escenario favorable a dicho proceso, junto con las estrategias de

movilización de los trabajadores, en donde dirigentes y las bases adquieren un

protagonismo nunca antes visto.

En primer lugar, el contexto político en el cual se desarrolla este conflicto, implica un

escenario favorable a la movilización sindical. Tenemos por un lado el alza en los

precios del cobre para el año 2007. Según La Tercera, Codelco estimaba superar sus

excedentes por US$ 9.215 millones más el año anterior. Por otro lado, durante el 2006

ocurrieron una serie de procesos huelguísticos recientes junto con la movilización de

los pingüinos, que por tanto daba cuenta de cierto clima de agitación. A ello se suma la

aprobación de la Ley de Subcontratación, que tiene efectos en dos dimensiones

distintas: por un lado, significa la vigencia de la problemática laboral, y por el otro, es

síntoma de que dicha legislación fue insuficiente. Además, es necesario considerar la

importancia estratégica de la actividad cuprífera tanto a nivel empresarial-estatal como

a nivel subjetivo, en tanto los trabajadores de este sector comprenden la importancia de

su trabajo para la economía chilena. Por ello, están conscientes de que sus

movilizaciones pueden generar grandes pérdidas para el “sueldo de Chile”. La

conjunción de estos elementos presionó al gobierno de turno y obligó a diferentes

actores sociales y políticos a posicionarse respecto a las demandas de los trabajadores,

aumentando sus posibilidades de acción y negociación al involucrarse distintos

intereses.

Según los elementos que nos entrega la reconstrucción de la huelga en lo concerniente

esencialmente a la organización sindical, tenemos la importancia que tuvieron los

dirigentes sindicales en la huelga, quienes lograron abordar el conflicto de tal manera

que fueron capaces de negociar a la par con el gobierno y CODELCO. Además, se

configura un nuevo tipo de dirigentes sindicales, pertenecientes a una generación joven,

que mezclan lo tradicional del sindicalismo minero con los requerimientos y exigencias

del contexto neoliberal, por ello, son confrontacionales y especializados, lo que les

permite ir obteniendo un conocimiento técnico que se combina con su rol político.

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En lo que respecta a los repertorios de acción colectiva desplegados durante este

proceso, podemos afirmar que jugaron un rol fundamental en su impacto y

trascendencia. La utilización de diferentes escenarios de protesta resultó ser un vuelco

favorable de la opinión pública hacia la movilización, diseminándose hasta cierto punto

el carácter puramente “violentista” del movimiento, pero a la vez, a través de la acción

directa se logra ejercer presión hacia su contraparte. Se comprende además que no son

sólo demandas del trabajador, sino de toda una familia afectada bajo el régimen de

subcontratación, lo cual le da vigencia y legitimidad a la protesta. A nuestro juicio, lo

anterior permite el giro táctico posterior que finalmente lleva al Acuerdo Marco.

De acuerdo a lo anterior consideramos que esta huelga tiene un gran impacto a nivel

nacional, tomando en cuenta que la negociación entre los trabajadores contratistas y la

empresa mandante es ilegal, desfavoreciendo en parte la posición del empresariado. Es

posible establecer entonces que estos hechos significaron un precedente para el

desarrollo de movilizaciones posteriores, ya que dejó abierta la posibilidad de repetir

este tipo de negociación en otros sectores. Por otro lado, la constitución de la nueva CTC

junto con el estallido de la huelga en el 2007 son dos importantes hitos que vinieron a

consolidar al trabajador contratista de CODELCO como un nuevo actor sindical de

importancia, con una identidad y una impronta propia que nace y se configura a partir

de la tradición histórica minera y de vivir la experiencia del subcontrato como un

régimen de doble explotación, inaugurando así una etapa llena de aprendizajes, errores

y sobre todo desafíos para el sindicalismo de la Gran Minería del Cobre.

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