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, ICON OS REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES

No. 29, septiembre 2007 ISSN I 390-1249

COD 300.5 I CDU 3 I LC H8 .58 F53 Vol I I, Issue 3, September; 2007

Quito - Ecuador

FLACSO ECUADOR

Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales Sede Ecuador

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FLACSOECLJ.ADOR

íCONOS. Revista de Ciencias SocialesNúmero 29, septiembre 2007Quito-Ecuador

ISSN: 1390-1249 I CDD: 300.5 I CDU: 3 I LC: H8 .S8 F53(Vol. 11, Issue 3, Seprember 2007)

Íconos, Revista de Ciencias Sociales es una publicación de Flacso-Ecuador. Fue fundada en 1997 con el fin de estimular una re­flexión crítica desde las ciencias sociales sobre temas de debate social, político, cultural y económico del país, la región andina y elmundo en general. La revista está dirigida a la comunidad científica y a quienes se interesen por conocer, ampliar y profundizar,desde perspectivas académicas, estos temas. Íconos se publica cuatrimestralmente en los meses de enero, mayo y septiembre.

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Diseño y diagramación: Antonio MenaImpresión: Rispergraf

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CDD 300.5 I CDU 3 I LC: H8 .S8 F53leonos: revista de ciencias sociales.-Quito: Flacso-Ecuador, 1997­

v. : il. ; 28 cm.Ene-Abr. 1997-Cuatrimestral- enero-mayo-septiembrelSSN: 1390-1249

1. Ciencias Sociales. 2. Ciencias Sociales-Ecuador. 1. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Ecuador)

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íCONOSREVISTA DE CIENCIAS SOCIALES

No. 29,septiembre 2007ISSN I390-1249

CDD 300.5 / eDU 3 / Le H8 58 F53Vol I 1, Issue 3,Septernber;2007

Quito - Ecuador

Sumario

Dossier

El mundo rural en los Andes .Presentación del dossierLiíso North y Luciono Mortínez

Estándares de trabajo e iniciativas no estatalesen las industrias f1orícolas de Colombia y EcuadorTonyo Korovkin y Oigo Sonmlguel

13-14

15-30

Resumen

Este artículo examina las relaciones de trabajo y las iniciativas no estatales en las industrias exportadoras de flores en

Colombia y Ecuador. Se argumenta que la mano de obra barata y los bajos estándares de trabajo son factores impor­

tantes, aunque no los únicos, que causaron la reubicación de la producción florícola hacia algunos países andinos.

Palabras clave: Estándares de trabajo. sindicalizacián, industria florícola, mujeres trabajadoras, condiciones laborares,

neoliberalisma, Colombia, Ecuador.

Algunas reflexiones de estudios rurales .Cristóbol Koy

31-50

Resumen

En este ensayo se analizan algunos de los principales temas de investigación en los estudios rurales sobre América

Latina durante las últimas dos a tres décadas. Aborda las transformaciones en la economía y sociedad rural provoca­

das por e! proceso de la globalización neoliberal y las protestas socio-políticas de campesinos, indígenas y mujeres con­

tra la discriminación y las políticas neoliberales impregnan los estudios rurales.

Palabras clave: campesinado, indígenas, nueva ruralidad, cambio agrario, movimientos campesinos, sociología rural,

neoliberalismo, América Latina.

¿Puede la pobreza rural ser abordadaa partir de lo local? .Luciono Mortínez

51-61

Resumen

Este artículo analiza e! crecimiento de la pobreza rural en e! contexto de un proceso de desestructuración de la socie­

dad rural. Una reflexión seria a partir de lo local podría ayudar a recuperar un nuevo rol de los productores para no

continuar con políticas de "goteo" que no apuntan a una real valorización de! trabajo en e! medio rural.

Palabras clave: pobreza rural, pluriactiuidad, asalariados rurales, proyectos DRJ, desarrollo local Ecuador.

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La diversificación de los ingresos rurales en Bolivia .

Elizobeth Jimenez

63-76

Resumen

Contra lo que generalmente se asume, este artículo demuestra que los ingresos de las unidades productivas familiares

en el área rural de Bolivia se encuentran altamente diversificados. Este estudio demuestra que resolver la "cuestión agra­

ria" en Bolivia ha dejado de ser un problema exclusivamente agropecuario.

Palabras clave: ingreso, diversificación del ingreso, empleo, migración, ruralidad, Bolivia.

¿Un nuevo modelo rural en Ecuador?Cambios y permanencias en los espacios ruralesen la era de la globalización , , , , .

FranCISCO Gorcío77-93

Resumen

El artículo problematiza el alcance del término "nueva ruralidad" a partir de un análisis demográfico de la población

rural, y en base a los datos de los censos nacionales. Se pregunta si este concepto, tal como se viene utilizando en el

contexto europeo, es pertinente para el análisis de una sociedad rural altamente heterogénea como la ecuatoriana.

Palabras clave: nueva ruralidad, población, Ecuador.

A vueltas con el neo-indigenismo etnófago:La experiencia PRODEPINE o los límitesdel multiculturalismo neoliberal , , , , , .. ,

Víctor Bretón95-104

Resumen

Este artículo explora algunos de los nuevos modelos de intervención sobre la sociedad rural ensayados a partir de la

consolidación del Post-Consenso de Washington. Se interroga sobre la viabilidad y la aplicación que el aparato del

desarrollo hace de la noción de capitalsocial. Como estudio de caso, presenta el análisis del Proyecto de Desarrollo delosPueblos Indígenas y Negros del Ecuador(PRODEPINE).

Palabras clave: capitalsocial, desarrollo rural. pueblosindígenas, organizaciones internacionales, neoliberalismo, Ecuador.

Ensayo gráfico

Ferias campesinas .

Alonso Azocor(fotos) y Luciono Mortínez (investlgoción)

Temas

Museos, memoria e identidad afroecuatoriana

John Antón

106-120

123-131

Resumen

Este ensayo analiza las representaciones de los museos del Ecuador sobre los afroecuarorianos. Estudiando el caso de

los museos del Banco Central del Ecuador, se demuestra cómo la identidad afroecuatoriana es deliberadamente ex­

cluida de los espacios museográficos que expresan la memoria oficial de la nación.

Palabras clave: museo, afroecuatorianos, identidad, memoria, culturaafrodescendiente, Ecuador.

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Reseñas

Sydney Mintz: Worker in the Cane - Carlota McAllister 135

Florencia Mallan: Campesinado y nación.

La construcción de México y Perú postcoloniales - Santiago Ortiz 138

Milagros Aguirre: La utopía de los pumas - María Eugenia Rodríguez 140

Teodoro Bustamanre, Cristina Jarrín y Osear Zapata:

Detrás de la cortina de humo, dinámicas sociales

y petróleo en el Ecuador - Patricio Crespo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143

Alicia Lindón, Miguel Ángel Aguilar, Daniel Hiernaux, coordinadores:

Lugares e imaginarios en la metrópolis - Maria Mujica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145

Flavia Freidenberg: La tentación populista:

una vía de acceso al poder en América Latina - Margarita Batlle

Lois Wacquant: Las cárceles de la miseria - María Augusta Espín

149

152

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Algunas reflexiones sobre los estudios rurales en América LatinaSome Reflections on Rural Studies in Latin America

Cristóbal KayInstitute of Social Studies, La Haya

Email: [email protected]

Fecha de recepción: febrero de 2007Fecha de aceptación final: julio de 2007

ResumenEn este ensayo se analizan algunos de los principales temas de investigación en los estudios ru-rales sobre América Latina durante las últimas dos a tres décadas. Las transformaciones en laeconomía y sociedad rural provocadas por el proceso de la globalización neoliberal y las pro-testas socio-políticas de campesinos, indígenas y mujeres contra la discriminación y las políti-cas neoliberales impregnan los estudios rurales. La perspectiva de análisis de la “nueva rurali-dad” es vista por muchos investigadores como la mejor forma de captar los cambios y para di-señar políticas públicas pro-campesinas. También se examina la diferenciación campesina, labrecha entre la economía campesina y la empresarial, la feminización y precarización del tra-bajo rural, las relaciones rural-urbanas, el movimiento campesino e indígena, la reforma agra-ria y la pobreza rural.

Palabras clave: Campesinado, indígenas, nueva ruralidad, cambio agrario, movimientoscampesinos, sociología rural, neoliberalismo, América Latina.

AbstractThis essay analyses some of the principal research themes of rural studies on Latin America dur-ing the last two to three decades. The transformations in the rural economy and society en-gendered by the process of neoliberal globalization and the sociopolitical protests of peasants,indigenous peoples and women against discrimination and neoliberal policies infuse rural stud-ies. The analytical perspective of the “new rurality” is seen by many researchers as the best ap-proach for capturing these changes and designing pro-peasant public policies. Other themesexamined here are peasant differentiation, the gap between peasant and capitalist farming, thefeminization and flexibilization of rural labour, urban-rural relations, peasant and indigenousmovements, agrarian reform and rural poverty.

Keywords: Peasantry, Indigenous Peoples, New Rurality, Agrarian Change, Peasant Movements,Rural Sociology, Neoliberalism, Latin America.

Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 29, Quito, septiembre 2007, pp. 31-50© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.

ISSN: 1390-1249

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El propósito de este artículo es presen-tar una reflexión sobre los estudios ru-rales en América Latina desde el giro

neoliberal y a partir de la década de losochenta del siglo pasado. No se pretendehacer un balance ya que ello requeriría un ar-tículo de mayor envergadura y profundidad.Para tal efecto se puede consultar las excelen-tes compilaciones editadas por Pi ñ e i ro(2000), Bendini et al. (2003) y Ramírez yRubio (2006) así como también los trabajosde Gómez (1992), Murmis (1994a, 1994b),Plaza (1998), Kay (2001), Bengoa (2003),Brass (2003) y Brumer y Piñeiro (2005). Elobjetivo de este ensayo es más bien analizaralgunos de los temas principales de investiga-ción y enfoques que se han desarrollado en lasúltimas décadas sobre la cuestión agraria en laregión. Sin duda, mi visión es parcial y otrosautores tendrán diferentes énfasis e interpre-taciones sobre los estudios rurales. Pero tam-bién se pretende estimular el debate para asíreforzar las reflexiones sobre la temática.

Con la creciente aplicación de políticasneoliberales y el fin de la guerra fría, las gran-des teorías y abstracciones pierden influencia.Los polémicos e interminables debates sobrelos modos de producción y las formacionessociales se desvanecen y surgen estudios másespecíficos sobre una gran diversidad detemas. Por cierto que dichos cambios a nivelteórico y de las temáticas de investigación dealguna manera reflejan ciertas transformacio-nes de la realidad tanto a nivel nacional comoglobal. La creciente presencia del movimien-to de las mujeres y de las movilizaciones delos pueblos indígenas se refleja en la explosiónde los estudios sobre género e indígenas. Lacrisis del socialismo real con el colapso de lossistemas de planificación centralizada y la ex-tensión de las relaciones capitalistas por todoslos rincones del mundo y su profundización araíz de la globalización neoliberal dificultancualquier alternativa al sistema capitalista.Así, la influencia de la teoría marxista en los

estudios rurales disminuye y surgen diversasinterpretaciones nuevas entre las cuales figurael postmodernismo con su visión relativista,culturalista e individualista. Los análisis es-tructuralistas y totalizadores son criticadoscomo dogmáticos o tautológicos y son des-plazados por los nuevos estudios que enfati-zan la agencia y las capacidades de los sujetospara crear sus propias estrategias de vida y através de sus múltiples intervenciones trans-formar su entorno y quizás el más allá.

Neoliberalismoy nueva ruralidad

Las políticas económicas neoliberales acelera-ron procesos de transformación ya en marchay a su vez produjeron nuevos cambios. Un as-pecto central del giro neoliberal y de la glo-balización es la liberalización de los mercadosque significa tanto extender como profundi-zar las relaciones mercantiles en todos los ám-bitos posibles. Para captar dichos fenómenossurgen una serie de estudios desde los 1990sque se pueden englobar bajo el término de la“nueva ruralidad” y que ha adquirido ciertapopularidad en los estudios rurales (Llambí1994, Arias 2006). El énfasis principal en di-chas investigaciones está en ampliar la visióndel campo de lo agrario a lo rural, en enfati-zar la multifuncionalidad de los espacios ru-rales debido a la creciente importancia de lasactividades no agrarias y de la más fluida e in-tensa interrelación entre lo rural y lo urbanoy lo local con lo global, y en remarcar los sig-nificativos cambios en los patrones culturalesy de vida rurales (Llambí 2004). Aunque nose podría decir que estos estudios representanun cambio paradigmático, ya que en generalno pretenden generar una nueva teoría, perosí indican un cambio de visión que se sinteti-za en el concepto de la “nueva ruralidad”(Giarracca 2001, Pérez et al. 2001, Clemens yRuben 2001, Pérez y Farah 2004).

32ÍCONOS 29, 2007, pp. 31-50

Cristóbal Kay

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Los nuevos ruralistas llaman la atención ala pluriactividad de los hogares campesinosque están involucrándose cada vez más enuna variedad de actividades no agrícolas pro-ductivas y de servicios en el ámbito rural,tales como artesanías, pequeños talleres y mi-croempresas manufactureras, comercio y tu-rismo. Algunos miembros de los hogares fa-miliares trabajan también como jornaleros enempresas agroindustriales, obras de construc-ción de caminos y viviendas, granjas capita-listas y otras actividades. Cada vez más muje-res participan en el mercado de trabajo asala-riado, especialmente en las nuevas exporta-ciones de productos agrícolas no tradicionalesfrutihortícolas y florícolas, aunque muy a me-nudo en forma precaria y con salarios míni-mos (ver artículo de Korovkin y Sanmiguelen este número).

Sin embargo, algunos autores cuestionanla trascendencia de la nueva ruralidad, argu-mentando que los fenómenos descritos sonmás bien una expresión de viejos rasgos en elcontexto de la globalización y no re p re s e n t a nnecesariamente nuevos elementos (Riella yRo m e ro 2003, Bendini 2006). Según Se r g i oGó m ez (2002), la mayoría de los aspectos dela así denominada “n u e va ru r a l i d a d” estabanya presentes con anterioridad al neolibera-l i s m o.

A mi juicio, existe cierta ambigüedadentre los nuevos ruralistas en cuanto al diseñode las políticas públicas. Algunos autores cri-tican a los gobiernos y a las organizaciones nogubernamentales (ONGs) por seguir priori-zando las actividades productivas agropecua-rias en sus proyectos de desarrollo rural (en lamedida que todavía existen en el contexto ne-oliberal), en vez de fomentar las nuevas acti-vidades no agropecuarias que ofrecen mayo-res perspectivas de empleo y de generación deingresos. Dicha posición me parece paradóji-ca en el sentido que para la mayoría de loscampesinos su creciente participación en acti-vidades no-agropecuarias obedece a su crisis

de reproducción y tales actividades sólo lespermiten la sobrevivencia y por tanto no esuna política de desarrollo. Sólo una minoríade campesinos, aquellos con suficiente accesoa recursos productivos, pueden a través de di-chas actividades no agropecuarias lograr me-jorar sus niveles y calidad de vida (Martínez2000). En cierto modo, la nueva ruralidad esel resultado del neoliberalismo y promover lapluriactividad sin cambiar el contexto es re-producir el neoliberalismo y con ello la ex-plotación y el despojo campesino.

Hay otra vertiente en los estudios sobre lanueva ruralidad que elaboran alternativas conun cuestionamiento más explícito de las polí-ticas neoliberales y con el afán de alentar unproceso de desarrollo centrado en la agricul-tura campesina. O sea plantean una visión“campesinista” que, sin desconocer el méritode las actividades no agropecuarias, enfatizala producción de alimentos de mejor calidad,la agricultura orgánica, la promoción de losconocimientos y habilidades productivas, lacreación de nuevos mercados nicho, entreotras propuestas (Barkin 2001). El propósitoes fortalecer la economía campesina dentrode un modelo alternativo en el cual se apoyanlas iniciativas locales y se propugna el desa-rrollo endógeno para lograr una mayor parti-cipación social, control local y autogestiónsobre el territorio por parte de la comunidadcampesina (North y Cameron 2003).

Se puede observar cierta influencia en estavisión de la literatura sobre descentralizacióny desarrollo territorial rural y en especial delas propuestas del movimiento zapatista enChiapas. Pero para que tal visión campesinis-ta de la nueva ruralidad se logre materializary para que beneficie a todos los campesinos esnecesario una nueva reforma agraria quetransfiera no sólo tierra a los sin o con insufi-ciente tierra sino también recursos financie-ros y tecnológicos. También es necesaria unainserción más equitativa de los campesinos enlos mercados tanto de productos como de los

33ÍCONOS 29, 2007, pp. 31-50

Algunas reflexiones sobre los estudios rurales en América Latina

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factores productivos que sólo se puede logrardesarrollando sus organizaciones. Sólo con elempoderamiento de los campesinos, en alian-za con otros sectores sociales progresistas, esposible que ellos negocien mejores condicio-nes en sus relaciones tanto con el mercadocomo con el Estado.

La diferenciación campesina

Las políticas neoliberales han dado un nuevoimpulso a la diferenciación campesina. Lacreciente pauperización de los campesinosdebido a su cada vez menor acceso a los re-cursos productivos, especialmente la tierra,los obliga a buscar otras oportunidades deempleo e ingresos. Generalmente sólo logranasalariarse en condiciones muy precarias, esdecir en empleos temporales mal remunera-dos. Por tanto la pluriactividad es sólo un me-canismo de sobrevivencia para los campesinospobres. En cambio aquellos hogares campesi-nos con mayores recursos productivos y conmejores niveles de educación logran insertar-se en otras actividades productivas más renta-bles que la agropecuaria a través de sus activi-dades micro e m p resariales y comerc i a l e s(Dirven 2004a). En caso de asalariarse logranacceso a empleo de mayor calidad y producti-vidad, que requiere mayores niveles de califi-cación y, por tanto, redunda en mayores sala-rios que los obtenidos por los campesinosmás pobres (Reardon et al. 2001).

Por lo tanto, para los campesinos ricos lapluriactividad es una oportunidad para laacumulación de capital y para su ascenso eco-nómico y social. Debido a que son una mi-noría y a la luz de la gran desigualdad en ladistribución de la tierra, esta oportunidad deacumular capital es insuficiente para generarun proceso de desarrollo capitalista en el agrodesde abajo. O sea, la vía campesina al capi-talismo agrario sigue subordinada, inclusocada vez más, a la vía capitalista desde arriba

de los grandes granjeros, muchos de ellos deorigen latifundista (Kay 1988).

En la búsqueda del sustento de vida, unnúmero creciente de pobladores rurales em-prenden migraciones temporales o a máslargo plazo a otras áreas rurales o hacia áreasurbanas. También las migraciones a otros pa-íses, donde la mayoría trabaja como asalaria-dos, son cada vez más frecuentes. Aquellosque emigran, envían remesas a los miembrosde sus familias campesinas. De este modo, lasactividades y fuentes de ingresos de los hoga-res campesinos se han dive r s i f i c a d os i g n i f i c a t i vamente. Para muchos hogare scampesinos los ingresos no agropecuarios yasuperan los ingresos provenientes de las acti-vidades agropecuarias del predio. Entre losingresos extra-parcelarios predominan cadavez más los ingresos provenientes de activida-des asalariadas y las remesas de los emigrantes(Reardon et al. 2001). Los pocos estudios queexisten sobre el uso de las remesas indicanque generalmente son destinadas a la comprade bienes de consumo y al mejoramiento delas viviendas en vez de invertirse en activida-des productivas. Se crea así una dependenciade los hogares campesinos de las remesas.Algo similar ocurre a nivel nacional. En va-rios países las remesas ya constituyen la se-gunda fuente de ingresos de divisas del paíssuperando en algunos casos el valor de las ex-portaciones agropecuarias. Los gobiernos sehan percatado tardíamente de esta situación ypor lo general todavía no se han diseñado po-líticas públicas para proveer incentivos para eluso productivo de tales remesas.

La brecha entre la economía empresarial y la economía campesina

Las políticas neoliberales han profundizadolas desigualdades entre las granjas capitalistasy las parcelas campesinas (Rubio 2003). Lapromesa de los neoliberales era que la libera-

34ÍCONOS 29, 2007, pp. 31-50

Cristóbal Kay

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lización de los mercados beneficiaría al sectoragrícola, que según ellos sufrió discrimina-ción durante el período de industrializaciónpor sustitución de importaciones (ISI), por-que se reforzarían las ventajas comparativasdel sector agropecuario. Con ello se dinami-zaría la agricultura y en especial sus exporta-ciones que también beneficiaría a los campe-sinos tanto a través del crecimiento de sus ex-portaciones en su calidad de productorescomo por las mayores oportunidades de em-pleo y aumento en los salarios en su calidadde asalariados. Sin embargo, el desempeñodel sector agropecuario en cuanto a creci-miento económico y creación de empleos hasido inferior en el período neoliberal compa-rado con el período del desarrollo hacia aden-tro o de la ISI (David 2001).

Es cierto que las exportaciones agropecua-rias no tradicionales, tales como las frutas,hortalizas, flores y la soya han prosperado enlas últimas décadas y en algunos casos inclu-so han superado el valor de las exportacionestradicionales tales como el azúcar, café y ba-nano. Pero los beneficiarios fueron los pro-d u c t o res capitalistas y los conglomeradosagroindustriales transnacionales. Sólo en al-gunas instancias puntuales algunos producto-res campesinos lograron captar parte de losbeneficios.

La soya ha tenido un crecimiento explosi-vo, siendo los productores principales Brazil yArgentina quienes dominan el mercado mun-dial, habiendo desplazado a los EstadosUnidos (EEUU). Bolivia, Paraguay y Uru-guay también son exportadores importantesdel producto. El cultivo de la soya favorece lagran agricultura por la existencia de econo-mías de escala y por ser un cultivo extensivoy por la mecanización, se crean muy pocosempleos por hectárea cultivada. Además, lasconsecuencias ecológicas son preocupantes,ya que su expansión ha ampliado la fronteraagrícola destrozando bosques y por el domi-nio de la soya transgénica cuyos efectos am-

bientales aún son inciertos. La soya tambiénha desplazado otros cultivos, tales como eltrigo que es el ingrediente básico para los pro-ductos alimenticios basados en la harina. Lagran demanda por tierra de la soya tambiénha provocado el desplazamiento de cientos demiles de productores campesinos, ya sea porla venta de sus tierras o por otros medios depresión, que no siempre son legítimos. Todoesto ha afectado la seguridad alimentaria endichos países y ha creado inseguridad en laszonas rurales (Teubal et al. 2005).

En el caso de la fruticultura la situacióntambién favorece a los productores con capi-tal, pero a través de los contratos con laagroindustria frutícola existen ciertas posibili-dades para la economía campesina. Sin em-bargo, en la mayoría de los casos dichos con-tratos favorecen a la agroindustria y los ries-gos son generalmente asumidos por los cam-pesinos. La evidencia indica que son pocoslos campesinos capaces de insertarse en la fru-ticultura y aquellos que logran hacerlo a tra-vés de los años entran en quiebra por las deu-das acumuladas o revierten a sus cultivos tra-dicionales (Murray y Silva 2004).

En los cultivos hortícolas la economíacampesina tiene mejores posibilidades com-petitivas, pero éstas se manifiestan más en laproducción para el mercado doméstico. Elmercado de exportación es más exigente entérminos de calidad, controles fitosanitarios,acceso a los compradores tales como las gran-des cadenas de supermercados, etc. Todosestos requerimientos favorecen a la agroin-dustria que tiene los capitales y conocimien-tos, realiza el procesamiento y otras etapas dela cadena productiva donde captura la mayorparte del valor agregado y de las ganancias.Cuando contrata la producción prefiere ha-cerlo con los grandes productores. Aquellospequeños productores que entran en una re-lación con la agroindustria están expuestos asus abusos. Las relaciones de poder de nego-ciación son muy desiguales y el Estado gene-

35ÍCONOS 29, 2007, pp. 31-50

Algunas reflexiones sobre los estudios rurales en América Latina

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ralmente no se interesa en reglamentar loscontratos o es incapaz de hacerlo.

La otra cara de la liberalización es que hafacilitado la importación de alimentos. Es re-conocido que los altos subsidios recibidos porlos productores en los países desarrolladoscrean una competencia desleal con los de lospaíses subdesarrollados. La creciente importa-ción de alimentos baratos, especialmente delos EEUU y la Unión Europea (UE), ha lle-vado a la ruina a muchísimos productorescampesinos e incluso ha provocado dificulta-des para los productores capitalistas. Pero losgranjeros capitalistas han tenido más posibili-dades de responder frente al reto de las im-portaciones baratas ya que tienen los medioseconómicos para incrementar la eficienciaproductiva o reconvertir su producción haciap roductos más re m u n e r a t i vos como, porejemplo, cambiar del cultivo de cereales alcultivo de los productos de agroexportaciónno tradicionales.

En breve, los productores campesinos sonasediados en el mercado doméstico tanto porlas importaciones de alimentos baratos comopor los productores capitalistas internos quelogran ser más competitivos que los campesi-nos a través de la biotecnología y otras inno-vaciones tecnológicas que requieren de unaserie de recursos de difícil acceso para loscampesinos. A su vez las nuevas oportunida-des abiertas a las exportaciones agropecuariasno tradicionales son de difícil acceso directopara los campesinos. En caso de lograr su in-serción en dicho mercado es a través de laagroindustria que capta la mayor parte de losposibles beneficios. La participación campesi-na en dichas exportaciones es principalmentecomo asalariados de las empresas productorasy procesadoras de dichos productos. Po rtodas estas razones la globalización neoliberalestá generando una “agricultura a dos veloci-dades” aumentando así la brecha entre losproductores capitalistas y los campesinos.

La feminización del trabajo asalariado rural

El surgimiento del movimiento feminista haestimulado una serie de estudios sobre lamujer rural y ha presionado a los gobiernos aintroducir legislación a favor de la equidad degénero. Destacan los trabajos sobre las histo-rias de vida, tanto de líderes campesinas e in-dígenas como de otras mujeres en sus variosquehaceres, los análisis sobre su creciente par-ticipación en el mercado laboral, las relacio-nes domésticas, la violencia contra la mujer,su discriminación en cuanto al acceso a los re-cursos productivos, su doble jornada de tra-bajo, entre otros aspectos de sus vidas. Lasagencias internacionales de cooperación y lasinstituciones nacionales ofrecen más recursospara la investigación sobre las relaciones degénero y también para proyectos de desarro-llo enfocados a aumentar las capacidades delas mujeres en sus varios contextos tanto pro-ductivos como sociales y políticos. Muchospaíses introducen legislación para eliminar ladiscriminación contra la mujer y facilitar suempoderamiento. Así, por ejemplo, en losproyectos de registro, saneamiento y titula-ción de tierras que se han introducido en lamayoría de los países latinoamericanos en lasúltimas décadas, se ha estimulado la titula-ción conjunta o mancomunada del predio anombre de la pareja y en caso de los hogaresdirigidos por mujeres reforzar sus derechossobre la propiedad (Deere 2001, Deere yLeón 2001, Lastarria et al. 2003).

La feminización de la agricultura se debe ala crisis de la economía campesina causadatanto por la creciente escasez de tierra a sudisposición como por la política neoliberalque no la favorece. Ello ha forzado a losmiembros del hogar a ampliar sus opcionesde ingreso lo que ha tenido varios efectossobre las mujeres. Con los ajustes estructura-les de los 1980s, los gobiernos trataron de es-timular las agroexportaciones para lograr ma-

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yores ingresos en divisas para el pago de ladeuda externa. Con el arranque de las agroex-portaciones no tradicionales, que tienden aser intensivas en el uso de mano de obra, seabrieron nuevas posibilidades de trabajo asa-lariado para la mujer, aunque muchas vecessólo temporalmente. Muchos hombres sed e s p l a z a ron geográficamente emigrando aotras regiones o a otros países en busca de em-pleo con lo cual la jefatura del hogar campe-sino fue asumida por la mujer quien general-mente se hizo cargo de las actividades agrope-cuarias en la finca campesina.

Con el despegue de las agroexportacionesno tradicionales, la participación de la mujeren la horticultura, floricultura y fruticulturaes especialmente evidente y particularmenteen la agroindustria de empaque y procesado-ra. Se estima que las mujeres proporcionan al-rededor de la mitad de la mano de obra en lasactividades agrícolas y la gran mayoría de lamano de obra en las actividades agroindus-triales de estos cultivos (Deere 2006). Losempleadores favorecen el empleo de las muje-res por su mayor disposición a trabajar tem-poralmente, su mejor rendimiento en el tra-bajo, manipulación más cuidadosa de los pro-ductos perecederos como las flores, su perci-bida mayor docilidad y menor presión pororganizarse en sindicatos y porque sus salariostienden a ser más bajos que los percibidos porlos hombres. Las condiciones de empleo sonmuy precarias. Los contratos, si es que exis-ten, favorecen al empleador y dan poca pro-tección laboral. Los pocos empleos perma-nentes tienden a ser reservados para los hom-bres (Barrientos et al. 1999, Korovkin 2003,y Korovkin y Sanmiguel en este número deIconos).

La legislación social en cuanto a salariomínimo, maternidad, accidentes de trabajo,jubilación, seguro social, derecho a sindicali-zación y a la huelga, etc. es muy deficiente. ElEstado por lo general no asume una actituda c t i va en cuanto a la defensa de los dere c h o s

laborales. Ello ha llevado a muchos abusospor parte de los empleadores que se han apro-vechado de la mano obra barata para mejorarsu competitividad en el mercado y aumentarsus ganancias. Sin embargo, muchas mujere svaloran su participación en el mercado laboralya que les da una fuente de ingreso propia conla cual pueden negociar mejores re l a c i o n e scon los hombres y les da un espacio de acciónfuera de la dominación patriarcal en el hogar.

Es difícil saber en qué medida ha mejora-do la situación de la mujer rural y si las re l a-ciones de género se han vuelto más equitati-vas. Sin duda que la mujer tiene hoy en díauna mayor presencia en los estudios y en la so-ciedad y es probable que algunos pro g resos ensu condición se hayan materializados( Hamilton 1998). O sea, lo nuevo reside enque la participación de la mujer en el trabajose ha hecho notoriamente más visible al ocu-par una posición tan clave en el sector más di-námico de la agro e x p o rtación comparado consu invisibilidad o subvaloración de su trabajono remunerado tanto en los quehaceres delhogar como en las actividades en el pre d i o.Sin embargo, se ha observado que en muchoscasos la mayor incorporación de la mujer en elm e rcado laboral ha significado una mayor in-tensidad de su trabajo y una jornada más larga-“la doble jornada”- ya que el hombre gene-ralmente no ha aumentado significativa m e n t esu participación en las actividades del hogar.

La precarización del trabajo rural

La precarización y flexibilización del mercadolaboral es una característica notoria de la glo-balización neoliberal que afecta a todos loss e c t o res pro d u c t i vos y a ambos género s(Rubio et al. 2002). Con la transformaciónde la hacienda tradicional en empresa capita-lista, que está expuesta a la competencia delmercado global y que ha perdido muchos delos privilegios económicos, sociales y políticos

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de los antiguos latifundistas, se han modifica-do profundamente las relaciones de trabajoen la agricultura. La cesión de un pedazo detierra a los campesinos de la hacienda (lláme-se inquilino, pongo, peón acasillado, colono,etc.) para su usufructo, como forma de pagopor sus servicios de trabajo para el patrón, yla mediería casi han desaparecido. Las relacio-nes de servidumbre, a pesar de su carácterabusivo, proporcionaban a la familia campe-sina un medio de subsistencia y cierta estabi-lidad. La expulsión de los trabajadores conderechos de usufructo a la tierra y su trans-formación en asalariados los ha expuesto a losvaivenes y caprichos del mercado. Las políti-cas neoliberales incluso han modificado la le-gislación laboral quitando derechos ya adqui-ridos por los trabajadores para facilitar su ex-plotación, aumentar las ganancias, estimularla inversión y con ello el crecimiento.

Algunos autores han caracterizados estan u e va agricultura como “p o s f o rd i s t a”, que estáintegrada al mercado mundial, pro d u c i e n d ouna variedad de nuevos productos para losm e rcados cada vez diversificados, cambiantesy sofisticados, especialmente en los países de-s a r rollados (Lara 1999, Phillips 2006). Se tra-taría de una agricultura sometida a las cadenasp ro d u c t i vas controladas por los conglomera-dos agroindustriales, en la cual diversos esla-bones del proceso pro d u c t i vo están localiza-dos en los lugares más competitivos delm u n d o. La re volución en el transporte, re f r i-geración y distribución (con el creciente con-t rol de los supermercados) junto a los cambiosen los hábitos de consumo exigen una mayo rflexibilización, coordinación e integración delos varios eslabones de la cadena pro d u c t i va .Ello ha conducido a la modificación de las re-laciones laborales haciéndolas más flexible,p recarias y temporales (Lara 1998).

Con el desarrollo de las cadenas producti-vas, el trabajo en el predio asume menor im-portancia y se abren posibilidades de trabajofuera del predio que parcialmente están loca-

lizadas en el sector rural. Ello ha atraído nosolamente a las mujeres al mercado laboral,sino también a trabajadores urbanos, ya quemuchas veces los pobladores de bajos ingresosviven en la periferia de los centros urbanos yen ciudades intermedias, y son a veces mi-grantes recientes del campo a la ciudad y -porla falta de oportunidad de empleo en la ciu-dad- trabajan temporalmente en el campocompitiendo con la mano de obra rural. Elloha llevado a la proliferación de los contratis-tas que se especializan en buscar trabajadorespara las empresas.

A veces el empleador o contratista tiendena desarrollar relaciones clientelares con el tra-bajador, para disciplinarlos e incentivarloscon el fin de asegurarse una oferta de manode obra segura y de buena calidad. En tales si-tuaciones es posible hablar de “trabajo tem-poral permanente” que, por cierto, es muyventajosa para el empresario ya que no nece-sita cargar con los costos de mano de obra du-rante el tiempo muerto, evita o evade los cos-tos de seguro social, maternidad, indemniza-ción, jubilación, entre otros, y le facilita elcontrol social sobre los trabajadores.

Debido al excedente de mano de obra, lasituación de los trabajadores es muy vulnera-ble y por ello se ven obligados a someterse alas condiciones más precarias y flexibles delmercado neoliberal. Las empresas buscan lamayor flexibilidad ya que con la globalizaciónla competencia internacional es más intensa,por la estacionalidad de la producción agríco-la, por las fluctuaciones las cosechas y en lademanda y por el carácter más perecible delas agroexportaciones no tradicionales. Conello las empresas buscan minimizar los riesgosy lograr una mayor capacidad de reacciónfrente a las situaciones cambiantes con el ob-jetivo de siempre de maximizar sus ganancias.Los mercados laborales se han vuelto más seg-mentados con la segregación ocupacional porsexo que permite el empleo de mujeres encondiciones más desfavorables que el empleo

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de hombres. También se ha vuelto máscomún la remuneración a destajo o por tarea,lo que tiende a intensificar el ritmo de traba-jo y/o a alargar la jornada de trabajo con elconsiguiente mayor desgaste físico de la per-sona. No sorprende por tanto que algunosautores denominen esta situación de “flexibi-lización primitiva o salvaje” ya que el costo dela globalización neoliberal lo asumen los tra-bajadores y las ganancias las empresas, repro-duciéndose así la ya muy desigual distribu-ción del ingreso (Lara 1995).

Las nuevas relaciones rurales-urbanas

La dualidad rural-urbano tan notoria en elpasado, aunque todavía no se desvanece, síadquiere nuevas características por la mayorinterrelación y fluidez rural-urbana, la forma-ción de los nuevos espacios periurbanos y lac reciente pluriactividad (Neimann yCraviotti 2005). Con las altas tasas de migra-ción rural-urbanas durante el último mediosiglo, ya hace tres décadas atrás Bryan Roberts(1978) hablaba de las ciudades de campesi-nos. Por cierto que los recientes inmigrantes alas ciudades vivían en condiciones miserablesen la periferia de las ciudades.

Con el desarrollo de la infraestructura detransporte y las transformaciones del merca-do laboral descritas anteriormente, se intensi-fica el movimiento de personas entre la ciu-dad y el campo y ya no sólo en una direcciónsino en ambas. También el capital adquiereuna nueva movilidad y origen ya que no sólopenetran nuevos capitales extranjeros sinoque también fluyen nuevos capitales urbanosnacionales al sector rural, en especial relacio-nado con la agroindustria. Surgen nuevosempresarios en el campo que son de origenurbano y su capital proviene de actividades fi-nancieras, comerciales e industriales.

La mayor difusión de los tradicionales me-dios de comunicación como la radio y la tele-

visión y la explosión de los nuevos medios decomunicación tales como los teléfonos móvi-les o celulares y el internet intensifican la in-fluencia de la cultura urbana y global en elmedio rural. Pero, a su vez, el campo tambiénlogra una mayor difusión en las ciudades.Varios programas de gobierno también tratande comunicar una nueva imagen del campo,por ejemplo, a través de los programas educa-tivos e interculturales. El desarrollo del turis-mo rural y ecológico es otra fuente de comu-nicación rural-urbana. También crecen y sur-gen nuevas ciudades intermedias con el con-tinuo crecimiento demográfico y con la trans-formación de la hacienda en empresa capita-lista. Los trabajadores permanentes, los cualeseran parcialmente remunerados con acceso auna vivienda, a un pedazo de tierra y/o pastosde la hacienda y por tanto residían dentro dela hacienda, son expulsados. Algunos de ellosse trasladan a dichas ciudades intermedias o apequeños centros urbanos porque quedanmás cercanos a sus lugares de trabajo, inclusotrabajando para el antiguo patrón, pero ahoraen condición de asalariado temporal o enotras actividades rurales y urbanas.

La creciente cercanía de lo rural y urbanocon la formación de espacios “ru ru r b a n o s”también ha resultado en una serie de accionesc o l e c t i vas entre los pobladores rurales y urba-nos (Giarracca y Teubal 2005). Esta mayor in-t e r relación rural-urbana lleva a algunos cientí-ficos sociales a pronosticar el fin de la sociolo-gía rural. Pe ro estas transformaciones puedendar un nuevo impulso a los estudios rurales re-quiriendo quizás una redefinición del campoteórico y práctico de la sociología ru r a l .

El surgimiento del movimiento campesino e indígena

Uno de los grandes temas que ha irrumpidoen los estudios rurales es la emergencia delmovimiento indígena desde los años ochenta

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del siglo pasado. El resurgimiento de los mo-vimientos sociales en el campo tales como elmovimiento zapatista liderado por el EjércitoZapatista de Liberación Nacional (EZLN) enChiapas, el Movimento dos Tra b a l h a d o re sRurais Sem Terra (MST) en Brasil y el movi-miento indígena en Ecuador, Bolivia y enotros países, ha inspirado a muchos investiga-dores sociales y vigorizado a los estudios rura-les (Zamosc 1994, Veltmeyer 1997, Harvey1998, Petras y Veltmeyer 2001, Bretón yGarcía 2003, Giarracca y Levy 2004, ALAS-RU 2005). El interés por investigar a los pue-blos indígenas ya no se limita a los antropó-logos sino que abarca también a otras cienciassociales y a los historiadores. Se revaloriza lacultura indígena, su tecnología y conocimien-tos ancestrales, su sentido comunitario y eco-lógico, entre otros aspectos de la vida indíge-na. Las acciones colectivas de los campesinos,indígenas y las mujeres rurales, junto con lasn u e vas experiencias migratorias, provo c a nuna serie de estudios sobre la identidad y lacultura (León y otros 1999, Piñeiro 2004).Las corrientes de pensamiento postmodernis-tas que ponen el énfasis sobre lo étnico, cul-tural y la identidad logran mayor influenciaen los estudios rurales y se establecen nuevasrevistas especializadas sobre la temática.Algunos de estos escritos dentro de esta co-rriente postmodernista asumen posicionesdemasiado idealizadas o utópicas (Burbach1994, Brass 2000). Sin embargo, el vuelcosobre la temática indígena ha enriquecido losestudios rurales (Lee Van Cott 1995, Assies etal. 2000, Bengoa 2000, Yashar 2005, Assies etal. 2005).

Son varios los posibles factores que expli-can el reforzamiento de la identidad indígenapor sobre la identidad campesina de la pobla-ción indígena rural. Las políticas neoliberalescon su política de privatizaciones y de libera-lización de los mercados han sido percibidaspor parte de la población indígena como unasalto a su modo de vida y a las bases de su

subsistencia. Dichas políticas junto con elajuste estructural tuvieron repercusiones ne-gativas sobre los niveles de vida de la pobla-ción indígena y campesina. La pobreza ruralaumenta notoriamente durante la década delos ochenta. En varios países también se in-troducen nuevas legislaciones que ponen fin ala reforma agraria e incluso revierten tierrasdel sector reformado a los antiguos dueños olas venden a nuevos capitalistas. Los jóvenesindígenas y campesinos ya no logran visuali-zar un futuro mejor en el campo.

La represión al movimiento campesino yde los partidos políticos que los representa-ban durante el periodo de las dictaduras enmuchos países del continente, junto el pa-quete de las medidas neoliberales con susleyes antisindicales y la transformación delmercado de trabajo, debilitan e incluso des-mantelan a las organizaciones campesinas y asus aliados del movimiento obrero. Ello hadebilitado enormemente al movimiento cam-pesino tradicional. A su vez, la opción socia-lista pierde credibilidad con el derrumbe delsocialismo real en los países de Eu ro p aOriental. En general, los movimientos popu-lares pierden el apoyo que recibían del Estadopopulista y desarrollista con su transforma-ción en un Estado tecnocrático y neoliberal.

Frente a tal cercamiento, el campesino in-dígena rescata su identidad indígena con susorganizaciones comunitarias, lo que les per-mite una mayor protección y autonomía deacción para enfrentar los nuevos desafíos de laglobalización neoliberal. El indígena, con lareforma agraria y la sindicalización campesinaen la época del Estado desarrollista y los go-biernos populistas, se transformó en campesi-no, proceso que se podría denominar la“campesinización” del indígena, adquiriendocon ello ciertos derechos ciudadanos. Perofrente al vuelco neoliberal se transforma nue-vamente en indígena. Pero esta vez su vueltaa lo indígena, o sea, su “descampesinización”o “re-indigenización”, no es por la acción pa-

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ternalista del Estado, sino que proviene de suspropias bases, alimentado por su nueva con-ciencia, sus propias organizaciones y unanueva intelectualidad indígena que ha pasadogeneralmente por una experiencia urbana(Bengoa 2003). Sin embargo, tal énfasis enlas demandas exclusivamente étnicas tiene suslimitaciones a la larga, tal como se ha visto enel caso ecuatoriano (Bretón 2005).

Se puede observar, en base de la contribu-ción de Victor Bretón a este número deIconos, que con el viraje de la demanda portierra y de apoyo a la producción campesinahacia la demanda indígenas con énfasis prin-cipalmente en lo étnico como la plurinacio-nalidad y la autodeterminación, el movi-miento indígena no logra mantener la alianzacon los sectores campesinos mestizos y popu-lares en las ciudades, perdiendo así su centra-lidad en los acontecimientos políticos recien-tes. Al triunfar el etnicismo, el movimientoperdió de vista el problema de la tierra y de laproducción campesina que siguen siendo losprincipales problemas en el campo (Martínez2006a).

Por cierto que las luchas de clase y deidentidad indígena del movimiento campesi-no indígena no se pueden separar, pero a suvez el justo equilibrio entre ambos tampocoasegura el éxito de sus demandas ya que ellodepende de varios otros factores. Esto sepuede ejemplificar a través de las luchas delmovimiento zapatista en Chiapas que, ade-más de las demandas étnicas y de mayor au-tonomía, plantea demandas que van más alláde lo étnico con su programa de democrati-zación de la sociedad mexicana y de apoyo ala economía popular tanto rural como urba-na. El movimiento zapatista, que nació en1994 en contra de la política económica neo-liberal, logró al principio el apoyo de vastossectores de la sociedad mexicana y una ampliasolidaridad internacional, sin embargo, hoydía está lejos de conseguir sus objetivos prin-cipales (Bartra y Otero 2006).

El caso boliviano se presenta por el mo-mento más optimista. El movimiento de loscampesinos cocaleros formó la base de apoyode su líder Evo Morales, quien logró formarun partido, el Movimiento al Socialismo(MAS), que aglutina tanto a indígenas comoa mestizos y forja alianzas con otras organiza-ciones sociales. A través de movilizaciones li-deradas principalmente por el MAS logró querenuncie el Presidente Carlos Mesa en 2005 yen las elecciones posteriores ganó por mayo-ría absoluta la presidencia, la cual asume a co-mienzos de 2006. Gran parte de su apoyo sedebe a su programa de nacionalización del gasy petróleo, su promesa de refundar el país conuna nueva constitución a través de una asam-blea constituyente que termine con la discri-minación contra los pueblos indígenas y de-sarrolle su plena ciudadanía, y su intenciónde renovar y acelerar la reforma agraria en lastierras bajas del oriente del país. O sea, suprograma es nacionalista y popular y no se li-mita exclusivamente a lo étnico (Urioste yKay 2005).

El MST en Brasil es el movimiento cam-pesino más grande de América Latina. Surgióa mediados de los 1980 en el sur del país perorápidamente logró establecerse en casi todaslas regiones. Tal como su nombre lo indica, sulucha principal es por la tierra a través de unareforma agraria (Aznárez y Arjona 2002). Sutáctica principal ha sido la ocupación de tie-rra para movilizar a sus bases a la acción y asípresionar al gobierno a que expropie la tierray la distribuya a los campesinos necesitados(Branford y Rocha 2002). Es fundamental-mente un movimiento clasista, con unamembresía variada; incorpora a trabajadoresasalariados rurales, minifundistas empobreci-dos con insuficiente tierra, aparceros o me-dieros, ocupantes individuales ilegales de tie-rra, residentes de las poblaciones periféricasurbanas, desempleados y personas en buscade un sustento de vida, entre otros sectoressociales. Actualmente tiene casi dos millones

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de miembros y el movimiento organizó másde 1.500 invasiones de tierras no trabajadas omal explotadas por los latifundistas. A travésde sus acciones logró el establecimiento demás de 1.300 asentamientos, un logro muynotable (Me s z a ros 2000, Na va r ro 2000,Stédile 2002).

Un aspecto importante del éxito del MSTse debe a su estrategia de establecer alianzascon organizaciones obreras, aunque estas aveces se han resquebrajado por diferenciaspolíticas y tácticas. También ha logrado obte-ner y mantener el apoyo de vastos sectores ur-banos a través de sus campañas. Incluso elMST apoyó la fundación en 1992 del movi-miento internacional de campesinos y granje-ros Vía Campesina, y ha sido un activo parti-cipante de este movimiento logrando así unaproyección y soporte internacional. Aunqueel MST apoyó la candidatura presidencial deLuiz Inácio Lula da Silva, se crearon tensionesporque la esperanza era grande a la expectati-va que su gobierno acelere la reforma agraria(al principio sucedió todo lo contrario, con laconsiguiente frustración de aquellos que to-davía están luchando por un pedazo de tie-rra). Tal situación llevó a nuevas movilizacio-nes, presionando al gobierno a aumentar elritmo de la distribución de tierra. Ello selogró pero se está todavía lejos de satisfacer lademanda por tierra (Leite 2006, Deere yMadeiros 2007). El MST ha tenido bastanteéxito en mediar entre sus asociados y el go-bierno y en crear un sentido de comunidadentre sus miembros (Wolford 2003). Sin em-bargo, con el tiempo también se están crean-do algunas divisiones al interior del movi-miento por la diversidad de intereses de susmiembros, especialmente entre aquellos queya lograron el acceso a la tierra y aquellos quetodavía luchan por obtenerla (Wright yWolford 2003).

La vigencia de la reforma agraria

El gran auge de los estudios sobre la estructu-ra y la reforma agraria ocurrió durante el pe-ríodo inmediatamente antes y especialmentedurante el período de la implementación delas reformas agrarias en la mayoría de los paí-ses de América Latina, desde los 1960s a los1970s. El legado de las reformas agrarias fuemixto. Aunque la promesa a los campesinosde acceso a la tierra sólo se cumplió muy par-cialmente, las reformas agrarias señalaron elcomienzo del fin del latifundio y tuvieron elefecto de acelerar la transformación capitalis-ta en el agro (Baumeister 2001, Kay 2002a,Alegrett 2003 y Teubal 2003).

Con el ajuste estructural, las reformasagrarias desaparecieron de la agenda políticaen la década de los 1980s y parte de los1990s. Al contrario, se puso fin a la reformaagraria en varios países e incluso hubo proce-sos parciales de contra reforma agraria.

A mediados de la década de los noventa,estudiosos y políticos pusieron nuevamente eltema de la reforma agraria en la agenda polí-tica, influenciados por la creciente preocupa-ción pública sobre la pobreza y también porla renovada movilización de los campesinossin tierra y los pueblos indígenas que, entreotros derechos, también reclamaban tierras.En la era actual de la globalización neoliberal,el clima político para una reforma agraria ra-dical es desfavorable debido a que el papel yel poder del Estado están más limitados,mientras que es mayor el alcance y el poderde las fuerzas del mercado. Es por ello que eneste nuevo contexto neoliberal se están pro-poniendo reformas más amigables con elmercado.

El Banco Mundial ha reconocido la im-portancia del acceso a la tierra y sus ventajaspara reducir los conflictos sociales y la pobre-za rural, de manera que ha propuesto políti-cas de reforma agraria “asistidas por el merca-do” o “negociadas” (Deininger 2003). Ya an-

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teriormente habían propuesto un conjuntode medidas de registro y titulación de tierrasdentro de una perspectiva neoliberal de afian-zar los derechos sobre la propiedad privada ypara estimular al mercado de tierras. Dichaspolíticas crearían un “campo de juego más ni-velado”, reducirían los costos de la transac-ción, evitarían sobreprecios y facilitarían elacceso a la tierra, vía compra o arrendamien-to, a un segmento más amplio de campesinos,a la vez que alentaría la inversión, productivi-dad, producción y los ingresos de los peque-ños productores (de Janvry et al. 2001, Carter2006). La realidad ha resultado ser diferente.Numerosos estudios indican que la experien-cia de las reformas agrarias asistidas por elmercado en Brasil, Colombia, Guatemala yotros países ha sido más bien limitada, si noes que decepcionante (Borras Jr., 2003,Rosset 2006, Sauer y Mendes 2006). Sin em-bargo, todas estas posibilidades alternativaspara ampliar el acceso a la tierra deberían serexploradas. Pero, debido al contexto de mer-cado de estas políticas, es absolutamente ne-cesario para el Estado aplicar una variedad deinnovaciones institucionales que protejan losderechos adquiridos de campesinos y comu-nidades indígenas, así como proporcionar losrecursos y los estímulos económicos para ase-gurar que tal proceso de ensanchamiento delacceso a la tierra adquiera el ímpetu suficien-te para llegar a ser posible, sostenible e irre-vocable.

Debido a las limitaciones de las reformasagraria de mercado y la persistente demandapor tierra de los campesinos es necesario re-plantearse la reforma agraria conducida por elEstado, pero aprendiendo las lecciones delpasado y asegurando esta vez una mayor par-ticipación campesina en su diseño y ejecución(Chonchol 2006, Eguren 2006, Borras et al.2007). A mi juicio, hay tres temas clave a serconsiderados hoy con respecto a las reformasagrarias. Primero, hay que situarla en un con-texto que vaya más allá de lo económico y

socio-político para abrazar las dimensionesétnicas, de género, ecológicas y culturales asícomo la multifuncionalidad del territorio.Segundo, la solución de la cuestión agraria,entendida en términos de lograr un nivel devida digno para los pobres rurales, requiereuna nueva estrategia de desarrollo que supereel patrón de desarrollo excluyente y desigualdel modelo neoliberal actual. Finalmente, nose puede obtener una solución sostenible alproblema de la tierra y de la desigualdad den-tro de los confines del Estado-nación por laglobalización y, por tanto, se necesita refor-mar el sistema mundial para establecer rela-ciones más justas y equitativas entre el Nortey el Sur.

Conclusiones

Como se puede apreciar del análisis realizadoen este ensayo, los estudios rurales enAmérica Latina están realizando un aporteimportante al conocimiento de la realidad delmundo rural de la región. Aunque algunas re-vistas pioneras como Estudios Ru ra l e sLatinoamericanos, que en su primer númeroen 1976 publicó el artículo pionero deEduardo Archetti “Una visión general de losestudios sobre el campesinado”, y losCuadernos Agrarios (Nueva Época) han desa-p a recido, otras revistas sobre la temáticarural, tales como la Revista ALASRU NuevaÉpoca: Análisis Latinoamericano del MedioRu ra l, han surgido. El VII Congre s oLatinoamericano de Sociología Rural efectua-do del 20 al 25 de noviembre de 2006 enQuito (en la sede de FLACSO Ecuador) reci-bió 920 propuestas y resúmenes, reunió a másde 600 investigadores y se presentaron más de500 ponencias en 30 Grupos de Trabajo,Mesas Redondas y Conferencias Magistrales.Ello indica el gran interés que hay por los es-tudios rurales hoy en día a pesar de la cre-ciente urbanización del continente.

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Hay otras temáticas que han sido aborda-das por los estudiosos de la realidad rural queno he analizado en absoluto o sólo parcial-mente. Son temas también de importanciapero que por razones de espacio no he logra-do abordarlos en el presente ensayo. La pro-blemática de la pobreza rural con sus diferen-tes enfoques analíticos la he estudiado am-pliamente en un ensayo reciente, ver Kay(2006). En cuanto a los estudios sobre la glo-balización y sus varios impactos sobre la eco-nomía y sociedad rural, ver, por ejemplo,Teubal (1995), Valdivia de Ortega (1998),Edelman (1999), Renard y Espinosa (1999),Sánchez y Niño (2002), Teubal y Rodríguez(2002), Barbosa y Neiman (2005) y Bonanno(2006). Un aspecto muy debatido son los tra-tados de libre comercio (TLCs), especialmen-te por su impacto negativo sobre los campesi-nos y la seguridad alimentaria (Rubio 1999,Pérez 2003, Llambí 2005 y Martínez 2006b).

Otra de las cuestiones que han sido anali-zadas por los estudiosos del mundo rural es latemática de los territorios y se relaciona tam-bién con el asunto de la globalización. Se exa-minan las relaciones entre lo local y lo globalincluso creándose el término “g l o c a l i z a c i ó n”para indicar la estrecha relación que se estable-ce en algunas regiones entre ambos. Se pre s e n-tan propuestas de desarrollo local, muchasveces con énfasis en lo endógeno, y de desa-r rollo territorial rural dentro del ámbito nacio-nal con el fin de buscar su complementación.La literatura sobre la temática del desarrollo te-rritorial rural es muy amplia y se puede con-sultar a Llambí y Du a rte (2006), Schejtman yBe rdegué (2003), Bendini y St e i m b re g e r(2003), Se p ú l veda et al. (2003), Gi a r r a c c a(2003) y Manzanal et al. (2006), entre otras.

La problemática ecológica sigue presenteen los estudios rurales y también en las otrasdisciplinas. Preocupa en especial la deforesta-ción, el asunto del agua y la continua erosiónde los suelos. Con la penetración de la bio-tecnología y las semillas transgénicas se está

erosionando aún más la biodiversidad. La in-dustrialización de la agricultura empresarial,cuya punta de lanza son los conglomeradosa g roindustriales transnacionales, aumentanaún más la fragilidad de los ecosistemas de laregión y son una amenaza para los campesi-nos y las comunidades rurales (Bartra 2006).

Otra temática que requiere a mi juiciomayor atención son las políticas públicas.Aunque existe un buen número de estudios esnecesario seguir trabajando esta temática paraseguir rescatando el rol del Estado en los pro-cesos de desarrollo rural (Quintana et al.2003 y Assies 2003). Se requieren nuevas for-mas de interacción entre los campesinos y elEstado y otros actores claves con el propósitode aumentar las capacidades campesinas, de-sarrollar sus potencialidades, democratizar lasprácticas sociales y crear relaciones más pro-vechosas con el sistema mundial para que secorrespondan a los intereses de la mayoría dela población rural y del país.

Una de las grandes deficiencias para los es-tudios rurales es la falta de estadísticas. Elaparato público todavía no genera suficientesy buenas estadísticas que permitan fortalecerel sustento empírico de las investigaciones.En varios países de América Latina no se rea-lizan censos agropecuarios desde ya hace dé-cadas y muchos de los que existen adolecende ciertas deficiencias o no se ejecutan con lafrecuencia necesaria como para poder captarlos rápidos cambios que se están generando araíz de la mundialización. A pesar de la im-portancia que ha adquirido la temática de gé-n e ro gracias al movimiento feminista,Carmen Diana Deere (2006) llama la aten-ción sobre la persistente falta de datos sobrelos múltiples aspectos de las relaciones de gé-nero en el mundo rural. Algo similar ocurreen otras áreas de la vida rural. Una base em-pírica sólida es una de las condiciones necesa-rias para seguir avanzando en los estudios ru-rales y para mejorar el diseño y la implemen-tación de políticas públicas.

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Cristóbal Kay

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