I TODOS LOS ar o esDice mi hermano Ramón que coger es "diez veces más rico qué una chaqueta"....

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I I I TODOS LOS ar o es Por DavId Manín del Campo ce . o. o.. o Mayo,1966. Respiro hondamente hasta llenar mis pulmones. He apren- dido a nadar y ya me sale una oscurecida peluza que anuncia el bigote. Hace mucho calor. Estoy en la orilla de la alberca y llevo un visor en la cabeza listo para bucear. Afortunadamente Fermín no viene hoy al Club. El otro día durante la comida soltó su burrada: "Miguel se la pasa fisgoneando con su visor atrás de las señoras" . " La puta que te parió" , pensé para mis adentros , atragan- tándome con la sopa. "¿Es cierto, Miguel? ", preguntó mamá. Antes que me animara a responder, papá metió su cuchara. " Déjalos, son cosas de niños", dijo sin prestar demasiada atención. Cosas de niños. En un aspecto , sí. " Unas cuantas gotas" , decía aquella vez el gordo Urquidi. Unas cuantas, pero de agotadoras puñetas que apelmazan de espermatozoides todo: papeles higiénicos , calzones, revistas, sábanas. Los bigotes no vinieron solos, llegaron acompañados por las masturbaciones. Cómo extraño al pirómano Carlos. Desde que lo expulsaron del instituto casi no lo veo. Dicen que tiene una colección completa de revistas suecas. También di un estirón. Casi alcanzo a papá. Volví a quedar escuálido, como cuando me dio la tifoidea . Allá está la mamá de Sonia. Casi nunca se mete en la alberca; lleva un traje de baño distinto al de ayer. Nunca se pone bikinis. Además no sería capaz de fisgonearla, como dice mi herm ano Fermín , en el agua. Faltaba más. En cambio allá está la señora Ortu ño , Ésa sí, y como solamente sabe nadar de rana voy husmeándole las piernas que se disparan abriéndose. Me pone calientísimo. Tanto que van dos veces que me hace venir en seco sin si- quiera tocármela. Dice mi hermano Ramón que coger es "diez veces más rico qué una chaqueta". Para morirse. Aunque creo que es más lengua que nada. Anda de novio con " la hermana de Ignacio y ni siquiera se cogen de la mano. "Coger ", qué peligrosa se ha vuelto esa palabra. Ahora sólo tomo, agarro o t iento , pero nada "coj o" . Por cierto que Nacho es cada vez más tarado. Le preguntó Ruiz en la escuela: "A ver, ¿de qué color son los mecos?", y el inocente respondió que "rosas". Se ve que todavía no le salen pelícanos en la playa. Se acaba de dar la vuelta la señora Ortu ño. Sólo de mirarle desde aquí las nalgas ya se me paró. Al rato, cuando se harte del sol, se echará en el agua y entonces sí, a bucear se ha dicho. Fragmento de la novela que próximamente publicará Editorial Grijalbo. Sonia está j unto a su mamá. Vino de Boston hablando como gringa. Menos mal que no emputeció por allá, pero parece tabla. Yol anda mi hermana no, ya tiene sus peritas. Cómo cambia uno con el tiempo. Hace un año me hubiera muerto por besar a Sonia. Ahora solam ent e pien so en chichis y nalgas. Nalgas de ninguna y todas, chichis de la señora Ortu ño y de la tía Doris. Mi récord son cinco puñetas por día, aunque dice Ruiz que él se ha hecho hasta nueve. A ese paso cualquier día de estos se volverá loco. La sirvienta se fue de la casa, yo creo que porque Ramón la molestaba. Ahora tenemos a una medio india que ba de la sierra. T ambié n cambiamos de coche. Antes teníamos un Buick 1959 , pero papá lo cambi ó por un Ford del año. Mamá está aprendiendo apenas a conducir en él. Por cierto que no se Fotografías de Pablo Labastida

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TODOS LOS~

ar o esPor DavId Manín del Campo

ce • . o. o.. • o • •

Mayo,1966.

Respiro hondamente hasta llenar mis pulmones. He apren­dido a nadar y ya me sale una oscurecida peluza que anunciael bigote. Hace mucho calo r . Estoy en la orilla de la alberca yllevo un visor en la cabeza listo para bucear. AfortunadamenteFermín no viene hoy al Club.

El otro día durante la comida soltó su bur rada: " Miguel sela pasa fisgoneando con su visor atrás de las señoras" .

" La puta que te parió" , pensé para mis adentros, atragan-tándome con la sopa.

"¿Es cierto, Miguel?", preguntó mamá.Antes que me animara a responder, papá metió su cuchara." Déjalos, son cosas de niños" , dijo sin prestar demasiada

atención.Cosas de niños . En un aspecto , sí. " Unas cuantas gotas" ,

decía aquella vez el gordo Urquidi. Unas cuantas, pero deagotadoras puñetas que apelmazan de espermatozoides todo:papeles higiénicos , calzones, revistas, sábanas. Los bigotes novinieron solos, llegaron acompañados por las masturbaciones.

Cómo extraño al pirómano Carlos . Desde que lo expulsarondel instituto casi no lo veo . Dicen que tiene una coleccióncompleta de re vistas suecas.

También di un estirón. Casi alcanzo a papá. Volví a quedarescuálido, como cuando me dio la tifoidea . Allá está la mamáde Sonia. Casi nunca se mete en la alberca; lleva un traje debaño distinto al de ayer . Nunca se pone bikinis. Además nosería capaz de fisgonearla, como dice mi hermano Fermín, enel agua. Faltaba más. En cambio allá está la señora Ortuño ,

Ésa sí, y como solamente sabe nadar de rana voy husmeándolelas piernas que se disparan abriéndose. Me pone calientísimo.Tanto que van dos veces que me hace venir en seco sin si­quiera tocármela.

Dice mi hermano Ramón que coger es "diez veces más ricoqué una chaqueta". Para morirse. Aunque creo que es máslengua que nada. Anda de novio con "la hermana de Ignacio yni siquiera se cogen de la mano. "Coger" , qué peligrosa se havuelto esa palabra. Ahora sólo tomo, agarro o tiento, peronada "cojo".

Por cierto que Nacho es cada vez más tarado . Le preguntóRuiz en la escuela: "A ver , ¿de qué color son los mecos?" , y elinocente respondió que " rosas". Se ve que todavía no le salenpelícanos en la playa.

Se acaba de dar la vuelta la señora Ortu ño. Sólo de mirarledesde aquí las nalgas ya se me paró. Al rato , cuando se hartedel sol, se echará en el agua y entonces sí, a bucear se hadicho.

Fragmento de la novela que próximamente publicará Editoria l Grija lbo.

Sonia está j unto a su mamá. Vino de Boston hablando comogrin ga. Menos mal que no emputec ió por allá, pero parecetabla . Yolanda mi hermana no , ya tiene sus peritas . Cómocambia uno con el tiemp o. Hace un año me hubiera muertopor besar a Sonia. Ahora solam ent e pien so en chichis y nalgas.Nalgas de ninguna y tod as, chichis de la señora Ortuño y de latía Dori s. Mi récord son cinco puñetas por día , aunque diceRuiz qu e él se ha hecho hasta nu eve. A ese paso cualquier díade estos se volverá loco.

La sirvienta se fue de la casa , yo creo que porque Ramón lamolestaba. Ahora tenemos a un a medi o ind ia que bajó de lasierra . T ambién camb iamos de coche. Ant es tenía mos unBuick 1959, pero papá lo cambi ó por un Ford de l año. Mamáestá aprendiendo apenas a cond ucir en él. Por cierto que no se

Fotografías de Pablo Labastida

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divorciaron y parece que cada vez nos irá mejor. Papá es agró­nom o y acaba de ser ascendido en la oficina de recursos fores­tales. donde trabaja. Todo se arregló a partir de que la tíaDoris regresó a Los Angeles. Ayer le escribí una carta en la

que le cuento muchas de las cosas que han pasado por acá yalgunas ideas que se me ocurren; pero no que me la chaqueteoimagi nando sus chichis. Faltaba más.

Desde que pasé a la sec~ndaria del instituto mejoraron algu­nas cosas: ahora no es obligatorio asistir a las misas de losvier­nes prim eros. el vampiro Godínez se quedó como prefecto depri ma ria. salimos más temprano de clases. y desde el tercerpiso se alcanza a ver el patio trasero de una tortillería en elque se juntan a descansar las mujeres que allí trabajan. A vecesse lavan sofocadas por el calor. Allí volví a ver un pubis conpelos. Por andar pensando esto se me volvió a parar. Seríaterrible que Sonia se quedara plana como está. Así no ' podríaamarla.

Acaba de chiflar el silbato de la caldera. Debe ser la 'una de[a tarde . Poco a poco se comenzarán a retirar los bañistas.

Algunos se re frescan con un últiino chapuzón. La señora Or­tuño se ha quedado dormida bajo el sol. Desde aquí le mirosus nalgas inmóviles. A las tres me esperan en casa para co­mer. ¡Caraja!. el salvavidas saltó al agua salpicándome. Mojótambién la toalla en la que estoy recostado esperando que laseñora Ortuño se dé la vuelta y se acomode el chichero antesde meterse al agua. y yo la siga distraídamente con mi visor dehombre-ran a. De adoles cente-sapo, de ajolote-fisgón. .

Por fin se despertó.Ya estaba pensando en irme. Se ha enderezado y enciende

un cigarrillo. Fuma con lent itud , como alargando su presenciabajo el caliente sol, y se monta unas gafas oscuras. El salvavi­das también la mira . sin disimulo como yo, después de nadartres tanques.

"¿Nadamos un rato?", acaba de preguntarme Sonia ; llegósin darme cuenta.

Le he dicho que no, tirado sobre la toalla , tratando de ocul­tar mi erección. Ella me ha llamado "sangren" y se ha lanzadoa la alberca .

La señora Ortuño sigue fumando. ahora con una piernaflexionada en cuya rod illa descansan las mano s enlazadas.¿Qué mirará detrás de esas gafas? ¿En qu é estará pensando?

Ya fumo menos que antes. Sobre todo después de que mu­rió la abuela de cáncer en la garganta. Los únicos que lloraronfueron Ramón y papá. Yo me aguanté, aunque después mearrepentí. Por cierto que esta toalla es una de sus herencias.Qué cosas.

Sonia acaba de salir en la orilla contraria. rumbo a los vestí­dores de mujeres. Su mamá se ha zambullido para alcanzarladespués. Me desespero. ¿Hasta cuándo se decidirá la señoraOrtuño a meterse al agua?

Cada día me dan mayor razón las cosas. Soy ateo. Pero decualquier modo siento que eso no es suficiente. En última ins­tancia , creo que la gente se mueve por un ideal personalizado.Así. la abuela vino a ser la tolerancia. Papá el trabajo. Fermínla debilidad. Mamá la seguridad. El gordo Carlos la rebeldía.Sonia la superioridad: Ignacio el miedo. La señora Ortuño lalujuria. ¿Y yo?

El profesor de Biología dijo que existen dos teorías para. explicar la vida. Una que es "deísta". y otra "evolucionista" .

Yo soy eso . existencialista-evolucionista, y también un puñe­tero marca diablo.

¡Se acaba de acomodar el chichero del bikini!Me zambullo en el agua , listo para espiarla. No tardará en

meterse y dar unas vueltecitas antes de salir a los vestidores.Coloco el visor en mi cara y comienzo a bucear como dis­traído.

Llena' de aire mis pulmones . aguanto bajo el agua . Seré loque sea. pero es insuficiente. Hay algo, mucho más que elmundo tras un escaparate. que intuyo sin comprender toda vía.Ésa es mi esperanza. el " todavía". y también que la señoraOrtuño se decida a entrar en el agua.

Respiro hondo. La mamá de Sonia descansa en la grada su­mergida de la poza de clavados. Atravieso bajo la superficie laparte honda, y la miro. ¡Me ahogo! ¡Ha puesto su mano sobrela verga del salvavidas a su lado!

Salgo en la orilla más próxima tosiendo el sabor del aguac1orinada. La madre de Sonia ha comenzado a nadar otra vezcomo si nada.

Sonia, pienso en ti.Estoy como loco que se descubre cuerdo. No aguanto esta

sensación punzante. Salgo de la alberca hacia los vestidores.La señora Ortuño ha desaparecido. El salvavidas sube son­riente a su torreta de metal. Camino como tonto. con el pitoduro. Miro el agua de la alberca. la superficie refleja ndo re ­pentinas gaviotas de luz, mostrando distorsionadas las aristasdel cubo de azulejos .

La caldera chifla nuevamente. es la una y media. Me cha­queteo en secreto como energúmeno enfebrecido. Salpiqué se­men en mi antebrazo y no hay papel higiénico en el gabinetedel excusado.

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Mayo,1967.

Me estoy convirtiendo en la oveja negra de la familia. Deesto solamente nos damos cuenta mamá y yo. Ella lo llama"precocidad" , pero no es más que una gran confusión res­pecto a todos . Hasta he dejado de fumar.

Fue aqu í mismo, en el bosque de eucaliptos del Club Cam­pestre , donde conocí a Sonia. Ayer la vi. Mi hermana Yolandaiba con ella a recortar una de esas revistitas musicales. Cadadía se pone más boni ta , y está llenando sus formas. Me ima­gino besándola, llevándola de la mano por veredas sombrea­das, riendo siempre. Sin embargo ella me toma por un pa­riente, alguien a quien se le puede confiar algún secreto, peronunca la intimidad. Me llama "primo Miguel". Es una manerade protegerse; deben resultar insoportables mis oj os suplican­tes de borrego a medio morir.

A diferencia de Sonia , cuando imagino a la tía Doris mepongo caliente. Recuerdo sus tetas libres bajo la blusa . Lospezones sugeridos en la redondez apretada de la tela. Nos se­guimos escribiendo. He perdido la cuenta de las masturbacio­nes que me ha inspirado. " Me ha inspirado", soy un degene­rado, que ya imaginarme cogiendo con la hermana menor demamá es cosa gra ve.

He aflojado mucho en los estudios. Tanto que no sería raroque reprobara el curso . Todo comenzó el año pasado allá ade ­lante , en la alberca. Eso que vi, por andar de fisgón, me abrióuna puerta que mantenía clausurada por comodidad. Es lapuerta de la moral. Y cómo fastidia.

Para los creyentes es un problema superado. Ya tienen esta­blecidas de antemano las normas. Pero para nosotros los exis­tencialistas , ¡chinas petras! Todo es tan relativo, tan sin límites .Equiparo todo en una mescolanza de sensaciones y razones sinpeso. Estoy confundido, eso es lo que pasa. Por cierto quetengo prohibido ir a la alberca. Todo fue idea del gordo Ur­quidi . Le había platicado de mis incursiones de hombre-rana,r se auto-invitó a nadar al Club . Una noche antes tuvimos unaidea. Agarramos unas gafas oscurísimas de soldador que teníaguardadas la abuela qu ién sabe para qué. Carlos les agregóunos cablecitos rojos y dejó a la vista un par de pilas que pare­cían conectadas al aparato. Además le pegamos un letrero visi­ble que decía " X-Ray", en inglés para que pareciera de impor­tación . Ya en la alberca nos pusimos a ver las mujeres quepasaban . La mayoría de ellas sonreían por la broma o nos ig­noraban a pesar de la cara de menso que ponía el gordo apunto de dejar caer la baba. Otras se ruborizaban y hubo dosque se cubrieron con las manos, imaginando que las mirába­mos desnudas y no en los huesos, como debía de ser. El gordoUrquidi me pasó el invento cuando pasaba la señor Ortuño.

Ella se detuvo y yo hubiera querido quitarme ese apara to,pero con Carlos junto a mí , cómo . La mujer se acercó y co­menzó a darme de chanclazos. " ¡Muchacho degenerado, yame tienes harta; todo el día re visándome! ¡Estás mal de la ca­bezal"

Desde entonces que no regreso a la alberca . T al vez tengara zón la señora Ortuño,

Ahora me gustaría creer en algo. En la anarquía, como elgordo Car los, o en Dios, como mi hermano Fermín. Me sientoigual que una pompa de jabón que se desp rende de una masade espuma. Y sé que no estallaré en mucho tiempo.

Algo semejante sucede con algunos compañeros del insti­tuto. Es una revoltura de misticismo, rebe ldía, prisa y sexuali­dad . No creer en la familia pero soña r con Raqu el Welch. Norezar pe ro ser religiosamente borracho . No aceptar el tratocon las putas pero acecharlas en la zona roja.

Sentirse incomprendido.O ser como los otros. Obedientes, prometedores, mesura­

dos, racionales, y sobre todo po sitivos. No, no , no ¡y no! Ca­rajo , por un momento adquirí va lor para abandonar la casa.

La semana pasada fui con Carlos a cazar lagartijas en labarda de la estación del Ferrocarril. Llevamos el rifle de muni­ciones de mi hermano Ramón. Hab íamo s matado varias ya,cuando de pronto descubrimos una rata asomando en su agu­jero, cerca del llano de pirule s. Le disparé al hocico y vimossaltar un triangulito blanco al tiempo que el ani mal lanzaba unchillido terrible que se llevó para adentro de su madriguera.El postazo le había roto uno de sus largos incisivos. Nos fuimosde allí cargando el chillido en la con ciencia. Prometimos novolver a cazar ningún animal. "Pobres bichos" , lamentó elgordo Urquidi , y aventó a un basu re ro las tres lagartijas muer­tas que sostenía por la cola.

Para la humanidad, o " la sociedad de hombres" como diceCarlos, las ratas y demás "socieda des animales" son competi­doras "y por lo tanto enemigas" . Así, las hormigas, ratas , za­nates, avispas, moscas y piojos son enemigos del hombre. Peroeso es relativo porque, ¿qué es má s cr uel? ¿El tigre que se ali­menta con hombres, o el hombre qu e se alimenta con vacas, ola vaca que se alimenta quitando vida a los pastizales? Todo esrelativo. ¿Q ué es menos moral? ¿Mi pad re que se va de putas,como lo descubrió Ramón; yo que me mastu rbo pensando enla tía Doris; la madre de Sonia que sigue de buscona con elsalvavidas del Club? Todo es rel ativ o. ¿Qué es más injusto?¿Que la sirvienta Engracia no pu eda convivir con su novio encasa, que yo curse la secundaria mientras o~ro millón de mexi­canos de mi edad tengan que abandonar los estudios, que So­nia se cultive y embellezca gracias a que su pad re explota a lostrabajadores de la mad ere ra? Todo es relat ivo.

Care zco de valores . No me decido por nada. Vivo confun- .dido.

Carlos regresó al instituto. Su familia hizo algún arreglopara que lo volvieran a admitir. Esos dos años que pasó enescuelas oficiales lo llenaron de malicia.

"Hay que joderles su mundito" , es la frase que trae siempreen la boca .

Sigue igual de gordo , dejó de ser existencialista, y es máspirómano que antes. Ahora se dice "anarquista" , y habla de lalucha de clases y del proletariado . " Hay que acabar con elEstado burgués" , dice. Tiene, o tenemos más bien dicho, elplan de incendiar el local de las Damas Guadalupanas Duran­guenses, donde cada sábad o reparten entre los pordioserosasistentes sopas aguadas, tamales y pantalones usados a cambiode escuchar las charlas evangélicas que dicta el obispo, o unode sus ayudantes que le hace agua la canoa.

El único problema, dice el gordo, es que los muros son deadobe. La mamá de Sonia es una de las organizadoras de laasociación .

Sonia . Antes soñaba con morir llevándome su amor. Es ridí­culo , pero cierto. Ahora no sé. Ha y una parte de ella que re­chazo , pero otra de la que jamás me desprenderé: la niña quefraternizó conmigo aquella vez cuando el ventarrón tumbó eu­caliptos en este bosque .

Cuando ella se entere de que me he ido de casa, ¿que pen-

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sará? Lo siento por mamá, que será la más preocupada. ¿Adónde ir? A Fresnillo, a Santiago Papasquiaro, a Mazatlán. ASombrerete. A Torreón. Lo que más me molesta es el re­torno. Las burlas que me harán Ramón, en la casa, y el gordoUrquidi . ¿Querrá acompañarme?

Por eso dejé de fumar. Por la confusión.Es terrible eso del insomnio. Creía que yo era el único, pero

no. Ano che estaba así, buscándole sombras a las aristas delcuarto, ar rullándome con los pedorreos de Ramón, serían lasdo s de la madrugada, cuando la puerta se entreabrió. Eramam á.

" ¿No puedes dormir?", susurró desde el pasillo.Fui con ella en la cocina . Me preparó un sandwich de queso

fresco y lechuga. Calentó una taza de café con leche para ella.

Me di cuenta que tampoco podía dormir. Sin salir de su ensi­mismamiento me preguntó si tenía algún problema. Le dijeque me preocupaba reprobar el curso y no que planeo fu­garme de casa. También le dije que ya no fumo .

Callamos por un minuto. Se veía hermosa en su camisón,bajo la luz amarillenta del techo. Escuchamos lejano el ron­quido cavernoso de papá . Debía dormir a pierna suelta. Lanoche anterior había llegado casi con el sol, tan borracho quese vomitó en la escalera. Era viernes y como todos los viernes"día social" , aunque Ramón dice que lo encontró en un bur­del de la zona roja; y que se hicieron mutuamente los disimu­lados.

" No te preocupes y trata de salvar el año . Si lo repruebas,el siguiente sí lo pasarás ", me dijo de pronto al enredar sumano en mis cabellos y mecerme la cabeza. Sonreí sintiendoese tibio arrullo que contagian sus caricias. Sorpresivamentedijo , avergonzada y sin mirarme, que si algún día " iba con lasmujeres de Progreso" me protegiera, porque la mayoría estánenfermas. Se refería a las casas de citas en la colonia ProgresoNacional.

Guardé silencio , asumiendo su consejo, incómodo por sudescarada complicidad. Volvimos a escuchar los ronquidos depapá , como tubo de órgano.

Me contó después la historia de las dos capeaditas, unas ve­cinas que tenía cuando era niña en su casa de Escuinapa . Re­sulta que eran dos hermanas gordas, presumidas y tragonas,hijas de un rico comerciante del pueblo. Una mañana tuvieronque ir juntas al excusado, porque a las dos les ganaba la nece­sidad. Desaparecieron ese día y no fue sino hasta la noche quealguien las escuchó pidiendo auxilio en el fondo del foso sép­tico. Estaban tan gordas que la tabla del retrete no resistió eldoble peso, y a partir de aquel día las comenzaron a llamar" las capeaditas" .

Reímos mucho y largamente. Ya me la había contado ante s."¿Qué hacen aquí a estas horas?" , preguntó Paloma al aso­

marse a la cocina , despertada por nuestras carcajadas. Arras­traba su muñeca de trapo.

" Nada" , sonrió mamá al llamarla a su lado."¡Cómo nada! ¿Qué, están locos?", preguntó mi hermana." Yo sí", dije."Yo también", musitó mamá.Se llevó luego a Paloma y me jaló a mi cuarto. Antes de

apagar la luz alcancé a ver que me guiñaba un ojo.Y aquí estoy, todo desvelado , en el bosque del Club Cam­

pestre.Esta mañana le escribí una carta a la tía Doris. En ella le

cuento mi turbación y la fuga que pienso realizar. Si Soniatuviera la pimienta de la tía Doris, sería formidable. Pero estocarece de sentido. Si mi abuelita tuviera ruedas, dice papá ,sería locomotora.

El amor no lo es todo, yeso es lo que me pasa con Sonia.Quiero totalizarlo todo alrededor de ella , o del sexo, o delexistencialismo. Ese es mi problema, que busco entenderlotodo simultáneamente y obrar en consecuencia. Me niego aseguir aprendiendo. Y esto que pienso, ya es una manera detotalizar mi confusión. ¡Carajo, Miguel!

Un tufo de hojas quemadas de eucalipto viene del llano.¿Será el gordo Carlos incendiando la maderera del señorGarza? "Joderles su mundito", dice él. A ese paso no sé cómovaya a acabar. Ni yo mismo.

¿A dónde ir?0

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