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1 Coyuntura nuestroamericana, misión social del estado y trabajo societal : Autor: César A. Barrantes A. I. Coyuntura nuestroamericana Algo viene cambiando acelerada y violentamente en el mundo: para unos, se trata de una nue- va crisis coyuntural o cíclica de mediano plazo; para otros, se trata de una época de cambios transformadores conducentes a un capitalismo neomodernizado y humanoide, y para algunos, estamos asistiendo a un cambio epocal, a un cambio de época. Las pos-neo-modernidades que encarnan la opresión, la explotación, la dominación, el estadocentrismo sociofóbico, el socio- centrismo estadofóbico, la globalización neoconservadora y el imperialismo global humanofó- bico están cuasiderrumbándose por sus propias quimeras, entelequias y fantoches. Evocando a Marx y Engels hoy podemos decir que un fantasma está comenzando a recorrer nuevamente el mundo capitalista: el socialismo de siglo veintiuno, uno de cuyos imaginarios es el rechazo intelectual y militante, cada vez más multitudinario y radical, a una globalización imperial depredadora que persiste en poner en peligro la vida humana, animal, mineral y el destino mismo de nuestra Pachamama, nuestra Madre Patria Tierra. Imaginario que está sien- do simbolizado y encarnado por el pensamiento y la acción operativa y estratégica de pueblos, naciones, clases, etnias y multitudes antes excluidas, explotadas y marginadas de todo el mun- do, hoy incipientemente asumiéndose, al menos en nuestra América como sujetos de derecho, de justicia, de paz y de democracia participativa y protagónica. : Ponencia presentada en la mesa redonda “Coyuntura Latinoamericana, Estado, Política Social y Trabajo So- cial”, realizada dentro del marco del XIX Seminario de la Asociación Latinoamericana de Enseñanza e Inves- tigación en Trabajo Social. Guayaquil, 4-8 de octubre de 2009. Trabajador social con estudios de especialización en política social, maestría en planificación social y doctora- do en estudios del desarrollo. Actualmente doctorando en sicoanálisis y ciencia social. Autor de tres libros so- bre economía popular, microempresas y oenegés en Venezuela; asimismo, de una media centena de artículos publicados en revistas académicas de España, México, Costa Rica, Colombia, Venezuela, Brasil, Uruguay, Argentina y Chile, y de una veintena inédita. Profesor investigador asociado a la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Investigador III del Programa de Promoción al Investigador del Ministerio de Ciencia y la Tecnología. Presidente de la Red Latinoiberoamericana y Caribeña de Trabajadores Sociales (RELATS). Coordinador General de la Comisión Organizadora de la I Conferencia Latinoiberoame- ricana y Caribeña de Trabajadores Sociales y Trabajadoras Sociales que se realizará en la caribeña ciudad de Coro, Patrimonio Cultural de la Humanidad, capital del estado Falcón, en octubre de 2010. http://reconceptualizacion.googlepages.com/cesaraugustobarrantesalvarado ; [email protected] ; http://listas.reacciun.ve/mailman/listinfo/relats-l ; www.relats-academica.org ; [email protected] ;

Transcript of I. Coyuntura nuestroamericana - ts.ucr.ac.cr · se trata de la construcción multitudinaria de un...

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Coyuntura nuestroamericana, misión social del estado y trabajo societal ♣

Autor: César A. Barrantes A. ♥

I. Coyuntura nuestroamericana

Algo viene cambiando acelerada y violentamente en el mundo: para unos, se trata de una nue-

va crisis coyuntural o cíclica de mediano plazo; para otros, se trata de una época de cambios

transformadores conducentes a un capitalismo neomodernizado y humanoide, y para algunos,

estamos asistiendo a un cambio epocal, a un cambio de época. Las pos-neo-modernidades que

encarnan la opresión, la explotación, la dominación, el estadocentrismo sociofóbico, el socio-

centrismo estadofóbico, la globalización neoconservadora y el imperialismo global humanofó-

bico están cuasiderrumbándose por sus propias quimeras, entelequias y fantoches.

Evocando a Marx y Engels hoy podemos decir que un fantasma está comenzando a recorrer

nuevamente el mundo capitalista: el socialismo de siglo veintiuno, uno de cuyos imaginarios

es el rechazo intelectual y militante, cada vez más multitudinario y radical, a una globalización

imperial depredadora que persiste en poner en peligro la vida humana, animal, mineral y el

destino mismo de nuestra Pachamama, nuestra Madre Patria Tierra. Imaginario que está sien-

do simbolizado y encarnado por el pensamiento y la acción operativa y estratégica de pueblos,

naciones, clases, etnias y multitudes antes excluidas, explotadas y marginadas de todo el mun-

do, hoy incipientemente asumiéndose, al menos en nuestra América como sujetos de derecho,

de justicia, de paz y de democracia participativa y protagónica.

♣ Ponencia presentada en la mesa redonda “Coyuntura Latinoamericana, Estado, Política Social y Trabajo So-

cial”, realizada dentro del marco del XIX Seminario de la Asociación Latinoamericana de Enseñanza e Inves-tigación en Trabajo Social. Guayaquil, 4-8 de octubre de 2009.

♥ Trabajador social con estudios de especialización en política social, maestría en planificación social y doctora-do en estudios del desarrollo. Actualmente doctorando en sicoanálisis y ciencia social. Autor de tres libros so-bre economía popular, microempresas y oenegés en Venezuela; asimismo, de una media centena de artículos publicados en revistas académicas de España, México, Costa Rica, Colombia, Venezuela, Brasil, Uruguay, Argentina y Chile, y de una veintena inédita. Profesor investigador asociado a la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Investigador III del Programa de Promoción al Investigador del Ministerio de Ciencia y la Tecnología. Presidente de la Red Latinoiberoamericana y Caribeña de Trabajadores Sociales (RELATS). Coordinador General de la Comisión Organizadora de la I Conferencia Latinoiberoame-ricana y Caribeña de Trabajadores Sociales y Trabajadoras Sociales que se realizará en la caribeña ciudad de Coro, Patrimonio Cultural de la Humanidad, capital del estado Falcón, en octubre de 2010. http://reconceptualizacion.googlepages.com/cesaraugustobarrantesalvarado; [email protected]; http://listas.reacciun.ve/mailman/listinfo/relats-l; www.relats-academica.org; [email protected];

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No obstante lo anterior, algo sigue caotizándose, entropizándose a propósito del maremoto

económico-financiero que está estremeciendo los cimientos del capitalismo imperial, pero

fundamentalmente, por la estrategia del divide y vencerás, de fragmentación, destrucción e

imposición de modelos políticos, culturales, económicos y civilizatorios occidentalizantes que

se yerguen sobre las ruinas de las diferencias orientalistas, sureñistas y africanistas, hoy en

proceso de hermeno-onto-epistemologización diferencial.

En nuestra América los espectros de Marx, Engels, Descartes, Espinoza, pero también de ilu-

ministas, socialistas utópicos y científicos y tantos otros excelentes eurocéntricos de los siglos

XVIII, XIX y XX, embargan los testimonios de vida de próceres, héroes y heroínas de los

procesos independentistas, autonomistas, soberanistas y liberacionistas de ayer y de hoy, desde

el sur del Río Grande hasta la Patagonia pasando por Centroamérica y el Caribe anglo-

francófono.

No fue casual que Bolívar en 1826 dijera que los Estados Unidos parecieran estar destinados

para plagar de miseria a nuestra América en nombre de la libertad; tampoco que el general

pernambucano bolivariano, José Inácio de Abreu e Lima, escribiera en 1855, a pocos años de

haber sido publicado el Manifiesto Comunista, un libro hoy desconocido: O Socialismo, en

donde escribió: “Somos, en verdad, socialistas, pero entiéndase bien, discordamos en gran par-

te de los maestros de esas doctrinas y sólo aceptamos de ellas lo que sea aplicable a nuestra

presente situación” (MPPCI-RBV, 2005).

A ya casi ciento sesenta años de esta publicación, la compleja realidad del mundo actual se

explica ya no al estilo de la sociología clásica por factores sociales, sino por fuerzas y entele-

quias impersonales y demonológicas como el miedo colectivo, la inseguridad, la delincuencia,

el fundamentalismo, el terrorismo, la opinión pública, el público hipermediamediatizado, las

muchedumbres solitarias encapsuladas en burbujas financieras y mediáticas, la balcanización

de vastas regiones del planeta, el narcotráfico, la parapolítica, los narcoestados (como Colom-

bia y los Estados Unidos) y las guerras cada vez más misohumanas, que convierten en agreso-

res y terroristas de lesa humanidad a poblaciones civiles indefensas que luchan contra el inva-

sor, y a los agresores e invasores en libertadores democráticos.

Este escenario mundial terrorífico da cuenta de que ninguna instancia política mundial tiene

capacidad reconocida ni fuerza moral suficiente para poner fin, por ejemplo, al conflicto ára-

be-israelí que ha convertido a Palestina y al Líbano en una ruina genocida. Somos testigos im-

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potentes de la desolación de un sinnúmero de víctimas inocentes, de millones de refugiados y

a la irracional destrucción de toda la infraestructura de países como Iraq, Afganistán, Líbano y

Palestina, para sólo citar unos pocos ejemplos inefables.

Es el brutal e inhumano terrorismo narcoimperial. Y digo narcoimperial porque en Afganistán

la producción de drogas se ha incrementado con motivo de la invasión yanqui, y en Colombia

la producción de cocaína se ha exponenciado con el Plan Colombia al mismo tiempo que Es-

tados Unidos se ha convertido en el mayor productor de marihuana transgénica del mundo: se-

gún datos del mismo Departamento de Estado de los Estados Unidos sólo California produce

alrededor de $35.000.000.000 anuales, por encima de cualquier producción de alimentos y

bienes básicos para la salud colectiva.

El narcoeje Estados Unidos-Colombia no es ingenuo en modo alguno: la lucha contra las

FARC ha sido funcionalizada por el narcoestado colombiano necesitado del sexagenario esta-

do de guerra interna que hoy también necesita regionalizar e internacionalizar. Asimismo, la

lucha contra el narcotráfico significa lo contrario: asegurar a los cuarenta millones de drogo-

dependientes estadounidenses la droga que necesitan, pues en el supuesto –negado por el De-

partamento de Estado de los Estados Unidos- de que esos cuarenta millones de humanos no

tuvieran acceso a su droga, los trastornos de conducta individual y colectiva tendrían conse-

cuencias sociopolíticas insospechadas para el dominio internacional imperial.

Un mundo así fundado sobre la corrupción social y la degradación del ser humano, sólo puede

llevarnos a la destrucción planetaria, a la desocialización desintegradora de todo vínculo

humano y a la guerra compulsiva, como adicción, es decir, sin fin.

Pero además de todos estos factores críticos, el imperio ha agotado sus propias fuentes petrole-

ras y acuíferas y, por lo tanto, necesita apropiarse de los recursos de otros países como Iraq,

eurasia, Irán y cualquier país del mundo.

Ahora bien, surge la pregunta de por qué irse tan largo si tienen a Venezuela tan cerca. Porque

la doctrina del patio trasero les aseguran por definición esos recursos, pero el imperio necesita,

además, otras fuentes y no depender de una sola por más segura que sea, como la droga co-

lombiana y el petróleo venezolano. Por ello inventaron los argumentos justificadores de las in-

vasiones a Irak y a Afganistán: dos de los mayores productores, el primero, de petróleo y, el

segundo conjuntamente con Colombia, de drogas del mundo.

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Entonces petróleo, gas, agua y drogas son el leitmotiv de la sobrevivencia del imperio encuén-

tresen donde se encuentren estos insumos. Y donde se encuentren allí hay que ir por ellos, sin

importar cuántas vidas humanas se pierdan ni cuánta destrucción se produzca.

A la luz de la variable contextual arriba esbozada, desde hace un decenio el imperio yanqui-

céntrico ha venido desatando, sin declaración oficial alguna, una guerra, denominada de cuarta

generación por los altos mandos imperiales, contra el mundo y, específicamente, contra la Re-

pública Bolivariana de Venezuela, Ecuador y Brasil en lo que significan la mayor reserva bio-

diversa de la humanidad: la amazonia, pero también contra Argentina, Paraguay y Brasil en

donde confluye la mayor reserva acuífera del mundo. Pero además, ha arremetido contra los

países que se han constituido en la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América

(ALBA) y en la Unión de Naciones de los Pueblos del Sur (UNASUR) y sus Consejos de De-

fensa, Social y Económico, pero también contra instrumentos promisorios como Petrocaribe,

Petrosur, el Banco Interestatal del Sur, la humanitaria Misión Milagro internacional, Telesur,

el periódico "Correo del Orinoco Internacional" y otros proyectos en marcha.

Por sus reservas de hidrocarburos, minerales, agua dulce, biodiversidad y su posición geopolí-

tica, Venezuela -y con ella Brasil, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Argentina (Colombia, Perú,

y Honduras posgolpe de estado contra Zelaya, ya están obsenamente entregados, controlados y

funcionalizados a la política imperial, y, con matices diferentes no menos indignos, Chile, Pa-

namá, Costa Rica, México)- es el más codiciable objetivo estratégico imperial en América del

Sur y la clave para la recuperación de su dominación relativamente perdida en los últimos

quinquenios, de su patio trasero.

Hoy está más claro que nunca que la polémica modernidad-posmodernidad, que transversalizó

la academia del último medio del siglo veinte y cuyos coletazos en el primer decenio del tercer

milenio tienen una definición crucial, cual es que el prefijo pos del término modernidad se ha

decantado de manera tal que ya no hay duda de que la semiótica del lo lineal y progresivo, es

decir, del después que le sigue de la modernidad, dejó perplejos a muchos universitarios e in-

telectuales al ceder su etapismo teleologista, evolutivo y positivista, al sentido del rebasamien-

to de una modernidad que, llegada a sus propios límites, no podía más que desbordarse o salir-

se de madre por sus propias obras, dando lugar, por ello, ya no a simples variantes de lo ya da-

do, sino fundamentalmente a algo cualitativamente nuevo. Hoy el pos de la modernidad perdió

el significado de sus prácticas inefables. De lo que realmente se trata no es de un salto históri-

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co cualitativo lineal ni ascendente, sino de un drástico corrimiento de plataformas que no pue-

den ser medidos ni ubicados en la desespiritualizada y desexuada cuadrícula cartesiana, en fin,

se trata de la construcción multitudinaria de un inédito punto de partida, a mi modo de ver,

evocativamente espinoziano y, por lo tanto, humanista de los procesos independentistas de

ayer y de siempre, y del socialismo de siglo veintiuno.

Es así que podemos afirmar que el legado del proceso independentista bolivariano, sanmarti-

niano, artiguiano, abreudelimaniano está signado por la concreción insipiente de la Patria

Grande, si bien de innegable origen latino-ibérico, fundamentalmente indo-afro-caribeño así

como por nuevos modos estatal-nacionales de resolución de carencias y potenciación de aspi-

raciones singular-colectivas que, hoy en el siglo XXI, han adquirido un carácter societal, civi-

lizatorio.

Es la razón por la que problemáticas o cuestiones cruciales como el posdesarrollo, la neomo-

dernización, el neocapitalismo, el neoliberalismo como ideología legitimadora de la globaliza-

ción imperial y sus variantes como las denominadas sociedades del conocimiento, de la infor-

mación, de la imagen, del riesgo, del espectáculo y otras, así como el evocativamente waller-

teiniano sistema-mundo imperial, no se pueden separar de las relaciones de poder neocolonial,

de la neocolonialidad del poder, de la diferencia neocolonial ni, mucho menos, del paradigma

ontoepistémico-hermenéutico euroangloyanquicéntrico y su modo tecnoburocrático de organi-

zación societal, todo lo cual está siendo transversalizado, en el aquí y ahora, al menos por las

siguientes temáticas:

• La refundación insipiente del estadocratismo desarrollista, bienestarista, populista y asis-

tencialista, en estados sociocéntricos de derecho, de justicia y de democracia participativa

y protagónica.

• La construcción de nuevos e incipientes modos de relacionamiento de los estados consigo

mismos y con la sociedad a la que pertenecen.

• La resemantización de todos y cada uno de los momentos co-constitutivos de la sociedad

considerada en su conjunto más inclusivo1.

1 Todos los momentos co-constitutivos de la sociedad son a su vez mediaciones que, por ser modos de relacio-

namiento determinante, condicionante, funcional, antagónico, contradictorio son posibles de ser modelizados, formalizados, matematizados. Las mediaciones son variables contextuales (no son variables intervinientes ni independientes al estilo de los modelos funcionalistas y positivistas) o procesos estructural-sistémicos que permiten relacionar causalmente (no necesariamente de manera funcional) las categorías teórico-críticas y los

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• La constitución de nuevos sujetos-agentes-actores sociales dentro de los cuales se encuen-

tran las multitudes étnico-populares, que han construido registros imaginarios, simbólicos

y reales distintos a los del siglo pasado.

• La construcción de nuevos ámbitos constituyentes de nuevas subjetividades, sensibilidades

y nuevas formas de inserción en el sistema mundo imperial y en todos los momentos co-

constitutivos de las sociedades nuestroamericanas, que han venido siendo ocupados multi-

tudinariamente como escenarios concretos de convivencialidad y organización democráti-

ca protagónica y de forja cotidiana de nuevas formas de pensar, sentir y hacer geopolítica,

geojusticia, geoeconomía, geocultura, geociencia…y, por ende, de geotrabajo societal.

• La invención de lenguajes que están apuntando más a una práctica de la ruptura con el pa-

sado, que a una con el presente y respecto del cual nos hacemos responsables.

Se trata de desafíos inéditos que están no sólo estremeciendo los cimientos oligárquicos de di-

versos países, sino planteándole a los dispositivos tecno-burocráticamente organizados que -

como “la” universidad, “la” ciencia, “la” tecnología, “la” humanística y “el” trabajo social re-

ducido a experiencias pilotos y academicistas- forman parte del patrón epistemológico euro-

niveles, espesores y dimensiones de las apariencias involucradas en la investigación teórico-empírica. Otros modos no menos complejos son los definidos como procesos que determinan el terreno, el campo o las arenas movedizas en donde se realizan las batallas, los juegos de los poderes y se dirimen intereses (tecnoburocráti-cos estatales, mercadistas, militares…) en y a través de los cuales operan otras mediaciones tales como la li-mitación estructural, la selección, la contradictoria reproducción/no reproducción y la transformación (Wright Olin, Erik 1983). Dentro del conjunto de las relaciones societales, momentos co-constitutivos que son media-ciones en sí mismas son el estado, la nación y la sociedad (así a secas o adjetivada de civil); entre otras me-diaciones se encuentran el régimen político, económico, social y jurídico y sus instituciones, el sistema políti-co, el sistema de partidos, los grupos de presión y el escenario electoral, el aparataje gubernamental y los po-deres de la república; asimismo, los organismos corporativos (empresariales, sindicales) que, siendo en teoría pertenecientes a la sociedad civil, en la realidad operante de algunos países aún se encuentran más articulados al sistema estatal estadobienestarista, neoliberal u oligárquico según sea el caso. Además de estas últimas, es-tán otras mediaciones: las organizaciones mal llamadas privadas tales como las iglesias, los clubes, las logias; asimismo, las organizaciones étnico-populares o de base, tales como las asociaciones barrial-vecinales, los movimientos sociales, el movimiento popular, los consejos comunales, las comunas; las denominadas, más por persistencia que por pertinencia, organizaciones no gubernamentales u oenegés, las organizaciones que representan a pequeñas, medianas y microempresas y organizaciones productoras de cultura étnico-popular, etc. Estas últimas mediaciones o momentos co-constitutivos de la sociedad considerada en su conjunto más inclusivo encarnan prácticas y discursos que se dan en ámbitos, dimensiones, espesores y espacios de produc-ción de sentidos cuyos significados, direccionalidades, intencionalidades no siempre trascienden a la opinión pública (la que se publica en los medios de difusión masiva), no siempre adquieren presencia en las agendas de las discusiones políticas y no siempre logran incidencia en los niveles macrosociales y macropolíticos. Otras no menos importantes mediaciones son las esferas del mercado, de la economía o de lo económico; de lo comunal-vecinal, de lo doméstico, de la intimidad (la subjetividad, la individualidad, cuyas potencialidades promisorias no tienen necesidad de desbordar el fuero interno y las decisiones privadas o personales que están “más allá” del ámbito doméstico). Otras mediaciones están constituidas por los campos ideológico, simbólico, espiritual y cultural, las formas de conocimiento, pensamiento, sentimiento y acción.

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anglo-yanquicéntrico que se ha venido constituyendo como racionalidad instrumental, a la que

son reducidas las relaciones con el mundo que nos ha tocado vivir.

Desafíos que, desde hace varios lustros, nos están retando a transitar los caminos de la refun-

damentación del trabajo social (ojo: no estoy proponiendo en modo alguno una segunda ni ter-

cera reconceptualización, sino la construcción de nuevos puntos de partida no lineal ni ascen-

dente) y de la búsqueda de estrategias de ruptura con la racionalidad euroangloyanquicéntrica

que permitan deconstruir la arrogante hegemonía de la ciencia moderna, las tecnologías de la

información y comunicación y la universidad; y sin perder la promesa que ellas generan y

frustran al mismo tiempo, comenzar a abrir sin reparos, miedos, prejuicios, hegemonismos ni

dogmas, las preguntas que deberán ser trabajadas, como materia prima, por los trabajadores

sociales y las trabajadoras sociales que quieran aceptar el desafío de dar rienda suelta a sus

poderes creadores recíprocamente alimentados con los poderes creadores de los pueblos y na-

ciones de nuestra América.

Es así que el segundo decenio del siglo veintiuno seguramente podrá estar caracterizado por

mayores y más intensas políticas de estado apoyadas en movilizaciones multitudinarias, signi-

ficando con ello variables contexuales cualitativas de participación protagónica singular-

colectiva en los asuntos que, hasta el pasado reciente, eran reputados como objetos de respon-

sabilidad exclusiva de las élites gubernamentales, empresariales, eclesiales y oenegeistas, y

que hoy, cada vez más, parecieran estar siendo apropiados por las multitudes antes excluidas.

Claro está que el imperio y sus oligarquías y burguesías proconsulares, no serán testigos de

piedra –como no lo están siendo ni lo han sido nunca- sino que seguirán injerenciando, de ma-

nera manifiesta o velada, en cada uno de nuestros países; ello en aras de recuperar y consolidar

las posiciones relativamente perdidas en los años anteriores: así lo demuestran los golpes de

estado contra Aristide (2004), pero también contra Chávez y Zelaya -para sólo mencionar al-

gunos de los más recientes- pero sin olvidar la invasión militar a Panamá, la ocupación militar

de Haití en 2004, el intento de golpe de estado contra Lugo, el asedio en marcha que el régi-

men de Washington mantiene contra Venezuela desde Colombia, así como la reciente instala-

ción de sendas bases militares en Aruba y Curaçao y la inminente instalación de siete bases

militares –además de las tres que ya existen- en Colombia...

Definitivamente, el imperio nunca duerme.

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Pero también podemos afirmar que si el imperio nunca duerme, hoy la revolución socialista

nuestroamericana está más despierta que nunca.

Es lo que está revolucionando a la globalización neoliberal en su fase imperial, que está siendo

defragmentada y resituada en una perspectiva que no enfoca punto final teleológico alguno,

pues los pueblos y naciones de nuestra América no están tratando de llegar a ningún lugar. Só-

lo –me parece- quieren construir, significar, encarnar una nueva forma de aproximación al co-

nocimiento y a la apropiación de lo real, a la construcción de sistemas políticos anunciadores

de una tendencia definida a que los estados estadocéntricos y las sociedades estadofóbicas den

paso a estados sociocéntricos, es decir societalmente centrados y, como reverso de la misma

moneda, sociedades sociocéntricas de estado, es decir, sociedades integrales e inclusivas dis-

puestas a apropiarse del estado, el mercado, el escenario electoral y internacional y la historia

presente, pasada y futura que les pertenece.

Y esta característica está apuntando a la discusión éticogeobiopolítica –todo un desafío para

trabajadores sociales, trabajadoras sociales, cientistas y tecnólogos sociales y humanísticos-

sobre los estados éticos, sociales de derecho y de justicia cuyo sujeto ya no es el sujeto cosifi-

cado de la carencia, sino el sujeto de derecho, el sujeto de dignidad, el sujeto de reconocimien-

to en el otro y por el otro, el sujeto de aspiración, el sujeto singular-colectivo que quiere in-

claudicablemente autoafirmar su condición humano-social, su libre voluntad de compromiso

con la realización plena de su deber ser (Barrantes 2005).

Ahora bien, si al inicio de esta comunicación evoqué el Manifiesto Comunista, hoy la disyun-

tiva, dramáticamente planteada por Rosa Luxemburgo a mediados del primer veintenio del si-

glo veinte: socialismo o barbarie, ha tomado cuerpo en países que, como la República Boliva-

riana de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, han optado constitucional y multitudina-

riamente por una insipiente y asediada transición al socialismo denominado del siglo veintiuno

y, con diversos matices unionistas, integracionistas e indoafroamericanistas pero esencialmen-

te antimperialistas, acompañados por países como Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay, el

Salvador de Funes, la Honduras de Manuel Zelaya, la Guatemala de Colom y la gran mayoría

de países anglófonos y francófonos del Caribe, y Cuba.

A contrapelo de esta tendencia, un grupo de países ha optado por aferrarse a la vía capitalista

bajo el auspicio de la ideología legitimadora del capitalismo: el neoliberalismo: Chile, Colom-

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bia2, México, Panamá y otros a los que se han sumado países con gobiernos socialdemócratas

neoliberalizados, conservadores y de derecha, como Perú y Costa Rica. Todos estos ostentando

potentes movimientos de resistencia y pensamiento crítico antineoliberal.

El caso de la República Bolivariana de Venezuela,

Dejo de lado este campo de visión panorámica para delinear muy esquemáticamente algo de la

historia venezolana reciente. Decimos, por lo tanto, que el siglo veinte venezolano es el más

corto de su historia: se inició en enero de 1936, a raíz de la muerte del general Juan Vicente

Gómez, quien fue dictador inmisericorde durante veintiocho años como prolongación del ré-

gimen colonial antimoderno, y concluyó en diciembre de 1998 cuando Hugo Chávez ganó ma-

sivamente las elecciones presidenciales, dando inicio al proceso constituyente en marcha.

En febrero de 1936 se dictó la constitución política que significó un proyecto político nacional

basado en un régimen político de partidos y organizaciones de masas y la construcción de un

estado de bienestar eurocéntrico, signado por una fuerte política social adecuada a los recursos

presupuestarios y fiscales de la época.

En 1945 se produjo un golpe de estado cívico-militar liderado por inicialmente comunista, ga-

ribaldino y luego socialdemócrata y posteriormente agente de la CIA, Rómulo Betancourt, que

truncó el proceso democratizador liderado por militares demócratas y progresistas, interesados

en generar procesos populares, reforma agraria y control estatal del petróleo, y en 1948 otro

golpe militar que instauró la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez hasta que, en enero

de 1958, éste fue derrocado por militares revolucionarios y un movimiento social de masas. A

partir de esta fecha, se instauró el régimen político bipartidista socialdemócratacristiano –de

origen betancourista- que durante cuarenta años propugnó el modelo de clase media antipopu-

lar y de estado cepalino desarrollista, bienestarista y asistencialista, finalmente neoliberalizado

a partir de 1989. 2 Colombia es el tercer país del mundo que recibe más ayuda militar de los Estados Unidos de Norteamérica

después de Israel y Egipto. Su ejército alcanza a más de 400.000 efectivos que, no obstante su poder de apertrechamiento, no han podido derrotar a la guerrilla de unos veinte mil militantes en sesenta años. En 2009 el gobierno de Uribe ha autorizado al gobierno de los Estados Unidos a instalar en territorio colom-biano siete bases militares más so pretexto de eficientizar la lucha contra el narcotráfico y la guerrilla. El Imperio, mayor consumidor de drogas y mayor productor de marihuana del mundo y Colombia, el mayor productor de drogas del mundo y con una trayectoria de más de cincuenta años de narcoguerrilla, parapo-lítica, narcoestado, paramilitares,... negociando entre sí los destinos de nuestra América...

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Fue así que entre 1958 y 1998 se constituyó un modo estatal (anclado al caudillismo y al po-

pulismo realizados por medios modernos) de resolución de problemas y satisfacción de nece-

sidades sociales y sistémicas, cuyo producto final generalizado fue la cooptación de la con-

ciencia política, la masificación global del consumismo, el conformismo y el enrarecimiento

de la responsabilidad individual.

Como consecuencia, la democracia en tanto poder del pueblo, con el pueblo, por el pueblo y

para el pueblo, fue vaciada de su contenido ciudadano, o, mejor dicho éste fue diluido en la

práctica del consentimiento inducido de las masas con el proyecto modernizador que las inte-

graba por la vía de la redistribución del excedente petrolero y el consumismo; asimismo, aqué-

lla quedó olvidada de la necesidad de problematización de lo dado, que es condición de liber-

tad.

Varios reduccionismos adquirieron sentido en Venezuela a propósito del proyecto moderniza-

dor: aparte de que la figura mítica del Libertador fue elevada a lo sagrado, la noción esencia-

lista del estado territorialmente débil, quedó reducida al simple gobierno centralista, éste al

poder infraestructural del ejecutivo nacional y sus adláteres posicionados del aparataje de la

administración pública, el sistema político a los partidos mayoritarios y éstos a sus maquina-

rias electorales, el escenario electoral a los convites quinquenales organizados por las élites;

asimismo, la gelatinosa y prevendaria sociedad civil fue reducida a las organizaciones corpora-

tivas privadas: empresariales, partidarias, sindicales y vecinales constituidas en exclusivos ór-

ganos de representación política y social, y, muy distantes hacia abajo de la escala del presti-

gio u honor social, un conjunto heterogéneo y descoordinado de agentes y actores populares

que consumían, demandaban e intercambiaban satisfactores imaginarios, simbólicos y reales -

líderes barriales, vecinales y parroquiales mediante- con partidos y gobiernos.

En esencia, la racionalidad total fue atrapada por la contingencia y, por lo tanto, reducida a la

razón instrumental, es decir, al mundo real concreto de la literalidad, la denotación y la media-

tización de los fines por los medios, para las cuales todo esfuerzo de abstracción y resignifica-

ción, por más reales que se reputaran, resultaban ser banales.

Contrariando, a nuestro juicio, la doctrina democrática, los sujetos políticos predominantes se

transformaron en grandes organizaciones corporativas o tecnoestructuras empresariales, sin-

dicales y partidarias involucradas en la práctica de los poderes de clase y de estado y en la ex-

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clusión y cooptación de los movimientos populares, especialmente aquellos con potencialida-

des contestatarias o alternativas.

En consecuencia, los intereses individuales, singulares y particulares (equiparados al poder del

privilegio, la corrupción y la impunidad, de honda raigambre en la historia venezolana) se im-

pusieron sobre el interés general que se pudiera expresar en la constitución de una autonomía

y capacidad de autogobierno de la sociedad civil como condición de ejercicio del derecho a

participar no sólo activamente, sino, ejercer control ciudadano (vecinal, barrial, municipal, re-

gional y nacional) sobre los centros de decisión en los diversos ámbitos de la economía, la po-

lítica y la cultura del estado, la nación y la sociedad venezolana.

El ensayo democrático representativo bipartidista del proyecto modernizador venezolano a

partir de 1958, no logró desarrollar una organización que recubriera el cuerpo entero de la so-

ciedad venezolana, irrigara sus más recónditos intersticios y le diera vigencia cotidiana a nues-

tras leyes, costumbres, deberes, derechos, e instituciones.

Por el contrario, el desencanto producido por las promesas no cumplidas del proyecto moder-

nizador y la moderna democracia representativa venezolana, se tradujo finalmente en pérdida

de credibilidad, escepticismo y apatía generalizada por haber suscitado ilusiones de certidum-

bre, homogeneidad, bonanza y armonía sobre la base del modo, políticamente no problemati-

zado, de resolver a realazos petrodolarizados, los problemas de la convivencia social.

Estas son algunas de las pequeñas grandes insuficiencias que marcaron los alcances y límites

de la democracia representativa venezolana. Fueron las razones por las que su crisis terminal y

sus estertores marcaron la voluntad de millones de venezolanos por la búsqueda de un futuro

que nunca ya más tendría punto de retorno a pasados ni a futuros virtuales algunos.

Chávez fue y sigue siendo producto de esta ruptura simbólica, imaginaria y real –no lineal ni

progresiva, es decir no cartesiana- de las multitudes venezolanas. Su inserción en el sentimien-

to étnicopopular sigue siendo la argamasa de su liderazgo y del amor que el pueblo en proceso

de organización éticogeobiopolítica le continúa profesando en aras del cumplimiento de sus

promesas electorales, gubernamentales y constituyentistas, todas y más hoy en marcha.

La nueva época de la venezolanidad, el bolivarianismo, la indoafroamericanidad, en fin, la su-

reñidad3, vienen significando una multiplicidad de procesos –insólitos, inefables, banales,

3 El sur también existe, nuestro norte es el sur, pero también nuestro norte es el sur que vive en el norte y des-

de dentro ha quebrado la homogeneidad de éste.

12

promisorios- en todos los ámbitos, dimensiones y espesores de la vida nacional; entre estos los

siguientes:

1. Reconstitución radical de las relaciones de poder entre las fuerzas políticas.

2. Resignificación de los poderes imaginarios, simbólicos y reales de los actores sociales, po-

líticos, económicos, militares, eclesiales, culturales, estudiantiles, obreros, partidistas, étni-

cos y populares sobre la base ética del protagonismo democrático de todos los venezola-

nos.

3. Reconfiguración de las identidades y diferencias, contradicciones y antagonismos, disen-

sos y consensos, carencias y aspiraciones sociales.

4. Agudización de un enconado, difícil y doloroso reacomodo de los estilos y modos de vida,

cuya base de sustentación también está siendo objeto de modificaciones estructurales: el

mercado que, paradójicamente desde hace décadas viene siendo sometido a procesos de

concentración y segmentación por los mismos capitalistas como estrategia de incremento

compulsivo del consumo y de la tasa de ganancia, pero también de relegitimación política

frente a la masiva receptividad que viene ostentando el discurso de la construcción del so-

cialismo del siglo veintiuno.

5. Construcción de nuevas representaciones sociales singular-colectivas sobre la nacionali-

dad, la estatalidad, la socialidad, la culturalidad, la politicidad, la etnicidad, la economici-

dad, la colectividad, la cotidianidad, la interregionalidad, la internacionalidad, la mundiali-

dad.

6. Fragua y revaloración larga y difícil del nuevo estado venezolano, cuya integralidad e in-

clusividad (unidad en la diversidad) en marcha sigue pasando, por un lado, por el refacul-

tamiento y habilitación exitosa de las instancias formales e informales de la sociedad ve-

nezolana (diversidad en la unidad); y, por otro lado, por el cambio del modo de relaciona-

miento del estado consigo mismo y con las instituciones y organizaciones civiles y, por lo

tanto, del modo de resolución de los problemas propios de la convivencia en sociedad y los

del ecosistema terráqueo.

Dicha forja sigue transitando por una fase -esperamos más de mediano que de largo plazo-

de recentramiento político y estatal sobre bases distintas a las de los años noventa. Sin em-

13

bargo, se trata de un definido cambio de timón ante los efectos desintegradores provocados

por los puntos siguientes:

a) La crisis terminal del régimen puntofijista que, nacido a partir de 1958, implosionó en 1989

con el tristemente célebre Caracazo y murió jurídica y políticamente a finales de 1998 con

el masivo triunfo electoral de Hugo Chávez.

b) El descuartizamiento territorial, económico, cultural, social y político a que venía siendo

sometida la república en aras de preservar los intereses de la oligarquía y el imperio.

c) La tardía reforma formal de la materialidad del estado venezolano, tal como se intentó prac-

ticar con más contramarchas que marchas durante el último decenio del siglo pasado.

d) Las inestabilidades, incertidumbres y antagonismos propios del reacomodo de los poderes

de clase y de estado, provocados a propósito del proceso humano-social, político y econó-

mico-cultural en marcha.

Mucha agua ha corrido bajo el puente desde 1998 y 2009 y el balance histórico es innegable-

mente positivo en la construcción multitudinaria de un nuevo punto de partida no lineal y no

progresivo, es decir, de una nueva plataforma que marca una ruptura radical sistémica en la

historia venezolana y fundamentalmente con la racionalidad y, más precisamente con la epis-

temología, ontología y hermenéutica angloeuroyanquicéntrica.

Pero once años no nos facultan sino para afirmar que la República Bolivariana de Venezuela

no puede considerarse más que en incipiente, ambivalente y frágil (aunque cada vez más pare-

ce ser menos incipiente, menos ambivalente y mucho menos frágil y, por lo tanto, cada vez

más fuerte, consistente y potente) proceso de instauración, consolidación y, utopía mediante,

de redespliegue humanizador del país nacional, definido en la Constitución como un estado

social de derecho, de justicia y de democracia participativa y protagónica.

Se trata de un proceso revolucionario –pletórico de errancias, omisiones y esperanzas- de ca-

rácter políticosocial, económico-cultural, ético-estético y moral que contiene en sí mismo la

posibilidad contradictoria de la fuga a algún pasado u origen mítico o a cualquier futuro vir-

tual, ya sea con signos derrotistas u optimistas, en especial si consideramos que las salidas a

las crisis capitalistas y las innovaciones socialistas (es decir democráticas, igualitarias, auto-

nómicas y soberanistas) están determinadas no sólo por los propios términos que las suscitan

14

(su geometría del poder en términos del proyecto nacional venezolano en marcha, o su propia

gramática en términos gramscianos), sino, también porque estamos atados sicoanalíticamente

a la repetición –repetición que por lo demás, a pesar de Freud y Lacan, no es ineluctable en

modo alguno- de nuestras formas de pensar, oír, hacer, sentir y soñar, que son las mismas que

condujeron a las situaciones respecto de las cuales deseamos producir procesos de ruptura.

No es casual que el Marx del Dieciocho Brumario haya escrito que “Los hombres hacen su

propia historia (aunque no sepan qué historia es la que hacen, C. B.), pero no la hacen a su li-

bre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo (aquellas) en que se en-

cuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado”, y, condición impres-

cindible para la concreción de lo real, en vinculación orgánica con la conciencia y voluntad

social, el estado de la producción de conocimientos y saberes y las cambiantes correlaciones

de fuerza política, social, económica y cultural. Tampoco es casual que Oscar Wilde dijera en

alguna de sus obras que "Los remedios de los hombres están contaminados por las propias do-

lencias que pretenden curar".

Venezuela como toda nuestra América está luchando contra el viejo sistema oligárquico pro-

consular que, evocando la metáfora gramsciana, se resiste a morir y, por ello, continúa dando

coletazos cada vez más desesperados, violentos y fragmentados pero muy bien financiados por el

régimen de Washington; y esto seguirá sucediendo y alentándose, hasta que el nuevo sistema de

relaciones societales socialistas se consolide y desarrolle multitudinaria y protagónicamente en

pos del sueño de Bolívar: hacer de Venezuela y de la Patria Grande una sociedad de naciones

Reina de Naciones, en la que el gobierno hecho estado y el estado hecho gobierno asegure a

todos sus ciudadanos la mayor suma de democracia, justicia, seguridad social y felicidad, so-

bre la base de la actuación de la ciudadanía organizada en poder popular para ejercer el dere-

cho al control sobre las políticas públicas y a exigir de sus representantes el rendimiento de

cuentas públicas, transparentes y periódicas de acuerdo con el programa previamente presen-

tado y aprobado colectivamente, al inicio de la gestión al nivel de que se trate..

Mientras el itinerario de esa larga y laboriosa transición va marcando los hitos de su propia

historia, veamos esquemáticamente las siete directrices generales que orientan el proyecto po-

lítico nacional de desarrollo socioeconómico 2007-2013 (http://www.gobiernoenlinea.ve/):

15

1) Nueva ética socialista: propone la refundación de la nación venezolana, la cual hunde sus

raíces en la fusión de los valores y principios más avanzados de las corrientes humanistas

del socialismo y de la herencia histórica del pensamiento antimperialista de Simón Bolívar.

2) La suprema felicidad social: A partir de la construcción de una estructura social incluyente,

un nuevo modelo social, productivo, humanista y endógeno, se persigue con el afán de que

todos vivamos en similares condiciones, rumbo a lo que decía El Libertador: la suprema

felicidad social.

3) Democracia protagónica revolucionaria: para esta nueva fase se consolidará la organización

social en aras de redesplegar la independencia, la libertad y la fuerza singular-colectiva del

poder originario.

4) Modelo productivo socialista: Con el fin de lograr trabajo significante, se buscará la elimi-

nación de su división social, de su estructura jerárquica y de la disyuntiva entre la satisfac-

ción de las necesidades humanas y la producción de riqueza subordinada a la reproducción

del capital.

5) Nueva geopolítica nacional: La modificación de la estructura socio-territorial persigue la ar-

ticulación interna del modelo productivo, a través de un desarrollo territorial descentraliza-

do y desconcentrado, definido por ejes integradores, regiones-programa, un sistema de

ciudades interconectadas y un habitat sustentable.

6) Venezuela: potencia energética mundial: El acervo energético del país posibilita una estra-

tegia que combina el uso soberano del recurso con la integración regional y mundial; el pe-

tróleo continuará siendo decisivo para la captación de recursos del exterior, la generación

de inversiones productivas internas, la satisfacción de las propias necesidades de energía y

la consolidación del modelo productivo socialista.

7) Nueva geopolítica internacional: La construcción de un mundo multipolar implica la crea-

ción de nuevos polos de poder que representen el quiebre de la hegemonía unipolar, en la

búsqueda de la justicia social, la solidaridad y las garantías de paz, bajo la profundización

del diálogo fraterno entre los pueblos, su autodeterminación y el respeto de las libertades

de pensamiento.

16

Veamos también dos indicadores de los que se desprenden otros tantos, pero que sólo enume-

raremos sin pretensiones de exhaustividad:

1) De acuerdo con el índice de Gini4, América Latina es el continente más desigual del mun-

do. Dentro de los países más desiguales están Brasil, Chile y Argentina en donde la dife-

rencia entre el 10% más rico y el 10% más pobres es, hoy, no menor al 30 a 1 en contraste

cuando esa diferencia en los tiempos de sus dictaduras más sangrientas era de menos del

20 a 1 (Argentina: 13 a 1; Chile: 19 a 1; Brasil: +20 a 1). En contraste con estos y todos los

países en donde el neoliberalismo causó estragos en la democracia, la economía y la redis-

tribución del ingreso, estragos que siguen siendo un pesado fardo en el tiempo histórico de

esos países, Venezuela hoy aparece como el país más igualitario en la distribución de la ri-

queza de nuestra América, pues pasó de 0,48 en el año 1998 a 0,40 en 2009, ubicándose

con el coeficiente más bajo de desigualdad al sur del Río Grande.

2) De acuerdo con el Índice de Desarrollo Humano del PNUD, que permite medir el grado de

adelanto de los países en lo que concierne a las capacidades básicas que permiten a la po-

blación obtener una larga vida socialmente útil, saludable y con acceso permanente a la

educación. Para medirlo se reúnen tres dimensiones: salud o esperanza de vida, logro edu-

cativo, e ingreso. De acuerdo con estimaciones del Instituto Nacional de Estadística (INE),

el desarrollo humano de los venezolanos ha mejorado sostenidamente, en especial desde el

año 2004, cuando se ubicó en el rango alto del índice, que va de 0,80 a 1, y que es el más

deseable para el PNUD, para ubicarse en 2008 en un índice de desarrollo humano de

0,8277, cada vez más próximo a uno.

Lo anterior debido a la misión asignada al nuevo estado venezolano, como ya quedó dicho, a

partir del inicio del proceso constituyente aún en marcha sostenida y cuyo proyecto político

nacional es la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, proceso que ha permiti-

do, entre muchas cuestiones cruciales que sería muy largo enumerar aquí, una pocas siguien-

tes:

a) Equiparar el salario mínimo rural al urbano y elevar el salario mínimo venezolano de $185

en 1998 a $636 mensuales en setiembre de 2009.

4 Se trata de un coeficiente que cuando tiende a cero se traduce en menos desigualdad, en tanto que significa total

desequilibrio en la distribución del ingreso cuando se aproxima a uno.

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b) Indexar las pensiones y jubilaciones al incremento sostenido del salario mínimo.

c) Masificar las transferencias monetarias directas como becas y facilidades de estudios gra-

tuitos en todos los niveles del sistema educativo, desde el prescolar, la primaria, la secun-

daria hasta la universitaria de grado y posgrado.

d) Universalización de la jornada escolar de cuatro a ocho horas en las escuelas fundadas en

las comunidades escolares integradas por los padres y representantes en conjunto con los

consejos comunales y comunas de que se trate.

e) Universalización de la Misión Alimentación que amplió la cobertura de 225.000 en 1998 a

4.000.000 en 2009 (faltan aún 2.000.000 de niños).

f) Incremento de la población con acceso al agua potable del 82% en 1998 al 94% en 2009.

g) Reconocimiento salarial al trabajo doméstico de las madres de familia.

h) Estimular la intermediación bancaria privada y estatal de apoyo financiero y tecnológico a

favor de expansión para empresas formales con menos de cinco empleados, unidades co-

operativas de producción de valores tangibles e intangibles de cambio y de uso, y el énfa-

sis en la creación de empresas estatales de producción social, y socialistas agrícolas, indus-

triales y de servicios, y medianas y grandes empresas privadas y colectivas.

i) Lucha frontal contra el latifundio, la pesca de arrastre marítima y fluvial, y la industria ex-

tractiva de todo tipo antiecológica.

j) Socialización de toda la cadena productiva que va desde el proceso de producción y en la

producción, hasta la distribución masiva y pasando por la distribución y eliminación la co-

rrupción, especulación y el acaparamiento de las élites comerciales e intermediarias.

k) Nacionalización de empresas básicas y de servicios, hoy en poder de comunidades organi-

zadas en comunas socialistas que vienen eficientizando la economía e incrementando la

generación de empleo de calidad y el control comunal del proceso en la producción, lo

cual redujo el desempleo desde el 15% en 1999 a 7.5% en el primer trimestre de 2009 y,

como producto de la crisis mundial actual, al 8.5% en este segundo semestre (en España el

desempleo es del 20%, en Estados Unidos es del 10%, en Chile es del 10,8%, todos estos

países con tendencia a su incremento y a la desaceleración económica que alcanzan a diez

puntos como México, mientras que en Venezuela la caída de la economía es de tan sólo

1% en los primeros seis meses de 2009).

18

l) Reducir el promedio inflacionario al 21%, notablemente inferior al 96%” alcanzado duran-

te el decenio de los noventa del siglo pasado. Si bien en Venezuela la inflación tiene un al-

to componente especulativo, acaparador y manipulador, también es oportuno señalar que

la inflación acumulada para julio de 2009 es de 13,1%, mientras que en el mismo periodo

del año pasado fue de 17,3%.

Y si el plan de contingencia del estado venezolano ante la crisis del capitalismo, que sigue pri-

vilegiando la inversión masiva socialmente rentable5, resulta, como lo está siendo: exitoso,

Venezuela cerrará el año 2009 como el año número seis de crecimiento económico sostenido.

Desafío al Trabajo Social: Innovación o Repetición La crítica al capitalismo y a la racionalidad euroangloyanquicéntrica en Venezuela ha venido

permitiendo la construcción y amplificación de habitáculos para el reconocimiento, la valida-

ción y el redespliegue de los saberes étnico-populares (urbanos, campesinos, indígenas, afro-

decendientes6), secularmente subalternizados por la lógica imperial del capital.

5 El término rentabilidad social, mejor dicho societal, es un término relacional que significa que la inversión en re-

cursos humanos, naturales, físicos, financieros, políticos, jurídicos y simbólico-culturales (religiosidad, espiri-tualidad, eticidad, moralidad, imaginarios…), si bien debe obedecer a los criterios de rendimiento de cuentas públicas y productividad –eficiencia, eficacia, efectividad- económica, fundamentalmente debe producir impac-tos multiplicadores en lo siguiente: * La creación, consolidación y desarrollo de infraestructura intangible y tangible: física, social, política, económica, ética, institucional, jurídica, cultural, científica, tecnológica, cívica. * La generación de mayores y mejores niveles de organización de la sociedad civil, en especial de las clases ét-nico-populares urbanas y rurales. * El redespliegue ampliado de las relaciones de cooperación, asociación, fra-ternidad y solidaridad entre los niveles barrial, comunal, parroquial, municipal, estadal, regional y nacional. En tanto relacional, este término está íntimamente articulado a otros dos términos, también relacionales como todo término, concepto o categoría producida socialmente: centralidad social, mejor dicho societal, del estado vene-zolano, término que indica que la intencionalidad, significado y direccionalidad de la política del gobierno ve-nezolano hecho estado procura la transformación socialista y el desarrollo endógeno autosustentable de todos y cada uno de los momentos co-constitutivos de la sociedad venezolana considerada en su conjunto más inclusi-vo: el estado, el sistema político, el régimen jurídico-político, los escenarios electoral e internacional, la socie-dad civil, el mercado, y la nación y sus identidades tanto heredadas por la tradición como de las que están en construcción de cara al presente que se está futurizando, todo ello con el afán de que el nuevo punto de partida no lineal y no ascendente que se viene construyendo sea –como viene siéndolo- sentido, vivenciado, experien-ciado, creído y repotenciado por los sujetos-agentes-actores societales en su vida cotidiana. Los dos términos anteriores se relacionan, configurando una triada societal, con la gerencia social, mejor dicho, societal, que im-plica un nuevo modo de gestión estatal gubernamental, civil y étnico-popular, caracterizado por su compromiso misionero con lo siguiente: * La socialización del estado, la economía, la cultura y la política. * La innovación y óptima aplicación de la ciencia-técnica social a la solución de problemas en el marco del desarrollo socialista nacional. * La inducción de prácticas gubernamentales y civiles que privilegien iniciativas de corresponsabili-dad, rentabilidad e interés sociales. * La dotación de capacidades ético-geo-bio-políticas estratégicas y operati-vas del estado y la sociedad venezolana a la que aquél pertenece, para la eficiente, efectiva y eficaz toma de de-cisiones a los efectos de manejar en tiempo real el cambio situacional nacional e internacional y la incertidum-bre organizacional interna, en los ámbitos estatal, público y civil.

6 Si bien los centroeuropeos, anglosajones y, más recientemente, los asiáticodescendientes, indúesdecendien-tes, árabedescendientes, judeodescendientes, servodescendientes, croatasdescendientes, … forman parte de la gran patria que soñó Bolívar y todos los próceres, héroes y heroínas de los procesos independentis-

19

Es así que en Venezuela está planteado el encuentro dialógico y recíprocamente enriquecedor

de conocimientos y saberes en la praxis societal misma y no exclusiva ni reductivamente en

los claustros universitarios: ámbitos privilegiados de la ciencia tecnoburocráticamente organi-

zada y del trabajo social tradicionalizado, profesionistizado, pragmatizado y laigtizado.

Entre los variados referentes empíricos y conceptuales, verdaderos campos de lucha ideológica

en marcha, del mencionado encuentro dialógico de saberes étnicopopulares y conocimientos

científicos, encontramos, al menos, los siguientes:

• Nuevos y profundos cambios que se vienen produciendo en la cartografía política, social,

cultural y económica venezolana, encarnados por densos conglomerados humanos que es-

tán construyendo y redesplegando nuevas subjetividades, ilusiones, aspiraciones y espiri-

tualidades, nuevos imaginarios, mitos, sueños y absolutos siempre relativos.

• Configuración de nuevas formas de interpelación política, social, cultural, científica, reli-

giosa e ideológica; asimismo, de nuevas articulaciones del estado, el sistema político, el

mercado y la sociedad civil (que no se puede reducir a las oenegés dependientes del finan-

ciamiento extranjero y multinacional) ahora fundadas sobre lo micro y comunitario, lo nu-

clear y lo multitudinario.

• Construcción incipiente de un nuevo modo estatal-societal de alimentación multidimen-

sional de satisfacción de carencias y potenciamiento de aspiraciones societales con el desi-

derato humanizador de la sociedad venezolana consigo misma y con la Madre-Patria Tie-

rra.

• Nuevos espacios y tiempos de alimentación multidimensional del modo incipiente de de-

mandas de servicios, antes considerados asistenciales, compensatorios y, hoy, problemati-

zados políticamente como derechos constitucionales, que han rebasado el campo tradicio-

nalmente cientifizante, profesionalizante y tecnificante del trabajo social y demás ciencias-

técnicas sociales y humanísticas.

• Nuevos y profundos cambios en la relación de la universidad (fuertemente metodologicis-

ta, cientificista, pragmatista y esencialmente reproductora de la modernidad neocolonial e

imperial) con la sociedad a la que esta pertenece. Específicamente en la relación de las es-

tas, la verdad es que estos grupos humanos forman parte de estatutos sociales, políticos y culturales de cierto privilegio y hasta elitismo que contrastan con las condiciones de vida de las etnias originarias y mayoritarias a lo largo y ancho de nuestra América. Pero aún y no sólo a pesar sino a propósito de este hecho histórico, la contribución de dichas culturas al proceso de constitución de la Patria Grande son in-negables.

20

cuelas de trabajo social, fuertemente signadas por el asistencialismo y tradicionalismo, a

veces a ultranza) con el trabajo social operativo-gerencial estatal y civil (fuertemente ad-

ministrativista, practicista, operativista y asistencialista).

Se trata, en fin, de referentes empíricos que están interpelando lo siguiente:

1) La inventiva de nuevos modos de actuación de los trabajadores sociales y las trabajadoras

sociales que, al igual que amplios grupos de agentes de la pedagogía, educación, sicología,

promoción, gestión, terapia sociales así como técnicos superiores y licenciados de otras

áreas del saber, están implicados en la satisfacción de carencias y el potenciamiento de as-

piraciones singular colectivas, proceso multidimensional que no es propiedad de ciencia o

tecnología, disciplina o profesión, arte o artesanía, oficio o vocación, técnica o gestoría so-

cial o humana alguna.

2) El reconocimiento de la fragua de un trabajo societal que viene siendo realizado por otros

medios no academicistas ni tecnoburocráticamente organizados; se trata de un trabajo so-

cietal práctico-empírico muy incipientemente en proceso de sistematización, que –con ca-

rácter eticogeobiopolítico- está siendo realizado por amplios colectivos de artesanos y ar-

tesanas, constructores y constructoras, luchadores y luchadoras, líderes y liderezas, em-

prendedores y emprendedoras sociales, productores y productoras de procesos económi-

cos, familiares, políticos y culturales especialmente comunitarios, cuyo particular tipo de

razonamiento lógicosocial o socio-lógico, articulado a la singularidad de sus inserciones en

la trama societal –vgr., mediante mesas técnicas, comités de salud, comités de agua, asam-

bleas de barrio, consejos comunales, parlamentarismo de calle, etc.- pareciera estarles po-

tenciando un modo de toma de decisiones singular-colectivas sustentadas en el diálogo fra-

ternamente crítico-autocrítico, en la deliberación sensiblemente razonada y racionalmente

sensible, a partir de una multiplicidad de posicionalidades y miradas.

Se trata de todo un reto al discurso de la universidad para el que eso que llamamos La Ciencia

produce un conocimiento experto, especializado que sólo le pertenece a los más esclarecidos,

esto es, a los sabios ilustrados. Todo un desafío para los trabajadores sociales y las trabajado-

ras sociales que VIVEN, por un lado, subsumidos en las urgencias del día a día y han hecho del

lamento su modo de comunicación quejumbroso, y, por otro lado, obnubilados por el discurso

del capitalismo tratando de hacer –con éxito nada despreciable- del trabajo social una práctica

light (Barrantes 2005), reproductora de la modernidad neoconservadora, de la libre iniciativa

21

privada y del imperio. Pero también es un reto para los trabajadores sociales y las trabajadoras

sociales que han optado por la vía socialista de siglo veintiuno, pues esta vía está plagada de

estalinismo, partidismo, voluntarismo, burocratismo…

En fin, se trata de un reto para quienes se encuentran en incipiente proceso de búsqueda de es-

trategias de articulación de la sabiduría étnico-popular con el carácter segregante y elitista de

la ciencia y la universidad, fundamento de un incipiente modo de producción, circulación y

consumo de conocimientos y saberes prácticos, esclarecidos, prudentes y sabios que den senti-

do, direccionalidad y significado a un nuevo modo de ser, pensar y decir en el mundo que nos

ha tocado vivir.

No obstante que la formación y práctica del trabajo social en Venezuela, al igual que en

diversos países, lleva la marca del asistencialismo bienestarista-desarrollista, es posible pensar

que los esfuerzos por producir conocimientos nos puedan abrir caminos a la refundamentación

del campo problemático del trabajo social mismo, a la constitución de éste en una práctica

societal liberadora, emancipadora, descolonizadora; asimismo, a la construcción de los funda-

mentos de una epistemología del indicio y del acompañamiento a los sujetos singular-colecti-

vos en los lugares en donde intentan realizar sus proyectos de reproducción; ello a fin de ir en-

carnando, cotidianizando, socializando un proyecto ético-estético-geo-biopolítico de produc-

ción, circulación y consumo de conocimientos y saberes en el proceso mismo de creación,

traducción y satisfacción de necesidades (carencias y aspiraciones) societales y ecosistémicas,

que, como quedó ya dicho, no es propiedad privada de disciplina científica, ingenieril, tecno-

lógica o gestoral alguna.

Los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales venezolanos, para no citar a los de otros

países, desde hace más de cinco décadas tenemos una deuda societal, no sólo con el trabajo

social como disciplina académica, sino, con los sujetos sociales en el nombre de los cuales se

legitimó, institucionalizó y reconceptualizó –dentro de la razón moderna- el trabajo social. Pe-

ro nuestro reto no es darle continuidad a lo que quedó pendiente y tampoco hacer realidad hoy,

lo que pudo haber sido y no fue de las tendencias reconceptualizadoras, sino que, dentro del

proyecto continental que nuestros pueblos y naciones han puesto en marcha de cara al siglo

veintiuno, nuestro desafío es refundar, resignificar, resemantizar el campo problemático que es

el trabajo social mismo, y si logramos trabajar el punto que nos separa y divide de las propues-

tas societales de innegable sentido étnico-popular y civilizatorio, que están estremeciendo los

22

cimientos oligárquicos, modernos y hasta posmodernos de gran parte de nuestros países, esta-

remos colocándonos en situación de poder comenzar deconstruir la arrogante hegemonía de la

ciencia moderna pero sin hacerle perder a ésta la promesa que ella genera y frustra al mismo

tiempo; asimismo, estaremos en condiciones de comenzar a configurar un nuevo modo de

producción, circulación y consumo de conocimientos y saberes que, siendo prácticos no dejen

de ser esclarecidos y siendo sabios no dejen de estar socialmente producidos, pero fundamen-

talmente democráticamente distribuidos (Santos, 1996; Morin, 1994) en el proceso mismo de

creación, traducción y satisfacción de necesidades (carencias y aspiraciones) sociales (indivi-

duales y colectivas) y sistémicas (la sociedad considerada en su conjunto más inclusivo).

Es el fundamento del nuevo TRABAJO SOCIAL, MEJOR DICHO, DEL TRABAJO SOCIETAL DE LA LI-

BERACIÓN, DE LA DESCOLONIZACIÓN, DE LA EMACIPACIÓN SIN FRONTERAS QUE ESTÁ POR

HACERSE en vinculación orgánica con los proyectos de vida y de inmortalidad que los pueblos

y naciones de nuestra América están, muchos, añorando, otros intentando y, algunos, poniendo

efectivamente en marcha.

Quedo a disposición de quienes tengan a bien alimentar mi esfuerzo reflexivo. Sin cartabones.

Sin paradigmas, pero no sin principios.

Espero verlos a todos y a todas en la ciudad caribeña de Coro, Patrimonio Cultural de la Humani-

dad, en donde RELATS y la Asociación Nacional de Trabajadores Sociales de Venezuela, reali-

zaremos la Primera Conferencia Latinoiberamericana y Caribeña de Trabajadores Sociales.

Muchas gracias.

Bibliografía

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