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AJUNTAMENT DE GANDIA Quien nos lee? HUYGENS Boletín Oficial de la Agrupación Astronómica de la Safor Número 105 (Bimestral) noviembre - diciembre 2013 AÑO XIX Eclipse? El radio de la Tierra Anaxágoras

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Boletin oficial de la Agrupación Astronómica de la Safor

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AJUNTAMENT DE GANDIA

Quien nos lee?

HUYGENSBoletín Oficial de la Agrupación Astronómica de la Safor

Número 105 (Bimestral)noviembre - diciembre 2013AÑO XIX

Eclipse?

El radio de la Tierra

Anaxágoras

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SOCIOS NUEVOSSocio nº 157 Carlos LilienthalSocio nº 158 Alvaro Peyró EscriváSocio nº 159 Borja Ribes Piris

Huygens nº105 noviembre - diciembre- 2013 Página

Eclipse 2013Un eclipse de Sol es un fenómeno único en todo el sistema solar. Las tomas fueron realizadas por Joanma Bullón. Las tomas se han hecho en H-alfa, Calcio y luz integral. desde el observatorio La Cambra en Aras de los Olmos) con la cámara Canon 600D a foco directo de un telescopio 160 X 800. Los ajustes fueron 10” de TE a ISO 12800

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Huygens 105noviembre - diciembre 2013

21 Fichas de Objetos interesantes: Casiopea por Joanma Bullon Fichas de objetos interesantes en diversas constelaciones. Encuadernables, mediante la separación

de las páginas centrales

3 Editorial

5 La estrella que nunca existió por Josep Emili AriasNo hubo Estrella de Belén, ni Magos, ni la Matanza de inocentes. Todo fue un propósito para satisfacer una

exigencia mesiánica ya profetizada en el AT. Los evangelistas Mateo y Lucas, muy condicionados por esta profecía de Miqueas, novelaron tramas muy distintas con el único fin de situar el nacimiento del Mesías en Belén de Judá, la que era conocida como patria del rey David.

42 Asteroides por Josep Julià

39 El cielo que veremos por www.heavens-above.com

40 Efemérides por Francisco M. EscrihuelaLos sucesos mas destacables y la situación de los planetas en el bimestre

38 Actividades sociales por Marcelino Alvarez

36 Heliofísica por Joanma Bullón Resumen mensual de observación solar

29 Galería fotográfica por Angel Requena

Pues ya tenemos entre nosotros al gran cometa del año (y veremos si del siglo), el ISON. Aunque en estos momentos apenas si es distinguible al amanecer con la ayuda del telescopio, conforme se vaya acercando a su perihelio (28 de Noviembre) éste comenzará a ganar en brillo y a hacerse más visible hasta el punto de que se espera que sea visible a simple vista a principios de Noviembre.

15 Anaxágoras de Clazómenas por Jesús Salvador

En la primera parte de este artículo (Huygens, número 98, septiembre-octubre de 2012), vimos las nociones primitivas que las antiguas culturas poseían acerca de los astros. Vimos, asimismo, cómo el mundo griego inauguró una concepción racional en la comprensión de los mismos, y cómo nuestro personaje, Anaxágoras de Clazómenas, ya dio muestras de heterodoxia y de disensión en el ámbito de las ideas puras. En esta segunda y última parte describiremos sus ideas astronómicas y las consecuencias que las mismas tuvieron para su propia vida.

25 El radio de la Tierra... por Paco Pavía

La alineación del horizonte marino, con algún accidente geográfico permite calcular el radio de la tierra.

Lo extraño del hecho, es que esta circunstancia no se haya utilizado desde la antigüedad para determinarlo dado que ya se poseía el concepto, los conocimientos y los datos necesarios para realizarlo.

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VALENCIANOS POR EL MUNDO

Todos (o casi todos), hemos visto alguna vez , aunque sólo sea parcialmente, alguno de esos progra-mas que comentan las andanzas de los “españoles por el mundo”.

Normalmente narran las aventuras, casi siempre felices, de una persona, o familia en países más o menos lejanos. Y digo “felices”, aunque quizás debiera decir “de éxito”, ya que tener un buen nivel de vida a nivel material, no siempre da la felicidad.

También las televisiones autonómicas, (como no podían ser menos), tienen sus programas similares. En concreto Canal 9 emite “Valencians pel mon”, donde narran también las andanzas de diferentes valencianos que han triunfado en mayor o menor grado en su quehacer diario, en lejanas tierras.

Pero tanto en la televisión pública estatal como en la autonómica, no han entrevistado a nadie que fuera un trabajador científico, o investigador, a pesar de que hay mucho joven (y alguno no tan joven) que ocupan un lugar privilegiado en la investigación científica mundial.

Quizás el trabajo científico es callado, constante, no gusta de la publicidad, sino que prefiere la acti-vidad seria de los laboratorios y centros de investigación, y por eso no aparecen en los medios. Pero no estaría de mas darlos a conocer (siempre con su permiso), para que sirvieran de ejemplo a nuestros jóvenes estudiantes universitarios, ya que su ejemplo es un acicate para ayudarles en los estudios. Y para darles confianza en que el futuro puede ser interesantísimo, con trabajo asegurado, y sobre todo con investigación continuada, aunque sea fuera de España. No estaría de más poder tener una pequeña sección dedicada a estos valencianos ejemplares. ¿Alguien se anima a llevarla?

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Resumen

No hubo Estrella de Belén, ni Magos, ni la Matanza

de inocentes. Todo fue un propósito para satisfacer una

exigencia mesiánica ya profetizada en el AT. Los evan-

gelistas Mateo y Lucas, muy condicionados por esta

profecía de Miqueas, novelaron tramas muy distintas

con el único fin de situar el nacimiento del Mesías en

Belén de Judá, la que era conocida como patria del rey

David. En el suntuoso relato mateano ninguna hipótesis

astronómica resuelve satisfactoriamente la inverosímil

movilidad de una estrella que sólo vislumbran unos

magos de oriente: «…, y la estrella, que habían visto

en Oriente, iba delante de ellos, hasta que fue a posarse

sobre el lugar donde estaba el niño» (Mt 2, 9).

Excesivo intrusismo científico

Cierto es, que estos dos capítulos evangélicos de

Mateo y Lucas, únicos Evangelios canónicos que narran

la Natividad e infancia de Jesús, no superan el método

histórico-crítico. Ya que como todos los textos bíblicos

son narraciones con la única intencionalidad de adoc-

trinar al creyente, donde el rigor histórico y temporal

(incluso geográfico) resulta marginal y en ocasiones

errado y anacrónico. Tal es la exigua datación temporal

que ni siquiera el año de mayor solemnidad e identi-

dad para el cristianismo -año de la crucifixión y de la

(supuesta) resurrección de Jesús-, en ningún documento

neotestamentario se tuvo la deferencia de referenciar-se,

ni en la cronología del calendario siriaco, ni sobre el

computo romano AUC (Ad urbe condita).

El astrónomo Johannes Kepler, en 1614, fue el pri-

mero en buscar una respuesta metodológica sobre cuál

sería el objeto cósmico que cautivó y guió a estos magos

de oriente en el relato de la Natividad de Mateo. Para

Kepler hubo pocas dudas, fue la triple conjunción de

Júpiter-Saturno (en Piscis) del año 7 a.C. También, en

nuestro reciente s. XX, muchos reputados astrofísicos

y divulgadores dieron su propia respuesta lógica y

racional con la que identificar al mayor mito celeste,

la Estrella de Belén y sus magos de Oriente. Nombres

como David Hughes, Michael R. Molnar, Roger Sinnott,

Mark Kidger, Isaac Asimov y Carl Sagan, todos ellos

partieron dando premisa de veracidad a la narración de

Mateo, creando un sinfín de hipótesis astronómicas.

Desde conjunciones planetarias, supernovas y hasta

movimientos retrógrados de planetas. Siempre obli-

gados a justificar un fenómeno cósmico natural. Sólo

Asimov, entre sus nueve alternativas expuestas, llegó a

considerar a esta Estrella celeste de «señal milagrosa y

divina», que no material, dentro de su obra La estrella

de Belén y otros ensayos científicos (1983). Razón no le

faltaba, puesto que si bien se le concedía veracidad al

relato grandilocuente de Mateo, entonces, por qué no

hacer otro acto de fe y considerar a esta Estrella como

una entidad sobrenatural, divina y milagrosa, y no de

naturaleza cósmica.

la estrella que nunca existiÓ.una exigencia profÉtica forzÓ a situar el

nacimiento del mesÍas en belÉn de judÁ

Josep Emili Arias

[email protected]

No hubo Estrella de Belén, ni Magos, ni la Matanza de inocentes. Todo fue un propósito para satisfacer una exi-gencia mesiánica ya profetizada en el AT. Los evangelistas Mateo y Lucas, muy condicionados por esta profecía de Miqueas, novelaron tramas muy distintas con el único fin de situar el nacimiento del Mesías en Belén de Judá, la que era conocida como patria del rey David.

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Es un error partir con el planteamiento de, ¿qué pudo

ser esa Estrella que vieron esos magos de oriente?, pues

estamos otorgando veracidad histórica a todo el relato

de Mateo «La adoración de los Magos» ya que, aquí,

Estrella y Magos son conceptos inseparables (Mt 2, 2):

«Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos

a adorarle».

Desde la condición agnos-escéptica de la ciencia

resulta muy difícil entender ese obsesivo celo por resol-

ver -desde la lógica y la razón- la más memorable señal

celeste bíblica. Pero, una vez más, los credos no atien-

den a cuestiones de razón.

Otro intrusismo científico muy similar fue el seudo-

documental llamado El Éxodo Descodificado (2006),

realizado por S. Jacobovici y James Cameron. Aquí, con

un elenco de científicos y arqueólogos se tuvo la osadía

de dar una explicación racional a cada una de las diez

plagas bíblicas infringidas al pueblo egipcio, con el pro-

pósito de otorgar visos de historicidad al relato bíblico

del Éxodo judío. Pero olvidamos que los «milagros» o

«designios divinos» son un recurso literario doctrinal,

más competencia de la teología que de la razón.

Había que satisfacer una exigencia profética del

AT

Aquí se expone otra muy distinta línea de investi-

gación donde toda esta narración de la grandilocuente

Estrella de Belén queda desestimada como suceso real,

episodio sólo narrado por el evangelista Mateo1.

Como hipótesis más simple y económica, todo res-

pondería al imaginario creativo y literario del propio

Mateo bajo la necesidad de enfatizar que Jesús era el

auténtico Mesías que esperaba el pueblo de Israel ya que

cumplía con aquel requisito mesiánico -tan profetizado

en el Antiguo Testamento (AT)-, donde la profecía de

Miqueas vaticina que el Mesías tenía que nacer en la

ciudad davídica de Belén de Judá.

Pero ya a finales del s. XVIII, fueron los Enciclopedista

de la Ilustración francesa los primeros en cuestionar el

lugar del nacimiento de Jesús, el llamado Jesucristo.

Para poner luz a esta incógnita que tanto se remonta

en el tiempo muchos estudiosos de la cristología consi-

deran primordial que en la lectura de los textos neotes-

tamentarios disociemos el ente o persona de Jesús, la

del Jesús divino, teológico, simbólico y litúrgico, y la

de aquél Jesús histórico que como persona física vivió

entre humanos.

El método histórico-crítico no conoce dogmas prees-

tablecidos, ¿por qué al relato tan grandilocuente de la

Natividad de Mateo hay que otorgarle premisa de vera-

cidad?. Cuando Mateo nos narra (Mt 2, 2-3): «“Porque

hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorar-

le”. Al oír esto el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén

con él», en estos versículos advertimos que toda la ciu-

dad de Jerusalén quedó aturdida y asombrada y, luego,

transcurren ocho décadas sin que se acredite ninguna

otra referencia de tal asombroso hecho, hasta que un

publicano recaudador de impuestos (Mateo) es el único

capaz de recordar aquel extraordinario acontecimiento e

inmortalizar-lo en su Evangelio. Algo no cuadra en esta

redacción evangélica de Mateo. Evangelio que según la

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mayoría de especialistas contemporáneos fue compues-

to entre los años 80 y 90 del s. I. (Imagen 1)

La Matanza de los inocentes

El 2º capítulo de Mateo es todo un auténtico thriller,

arranca con una solemne estrella que sólo vislumbran

unos magos, luego las argucias palaciegas del rey

Herodes, el suspense en la batida y persecución al bebé

Mesías, la angustia por la Matanza de inocentes y la

apremiante escapada a Egipto de la sagrada familia.

La valoración histórica de este 2º capítulo de Mateo

es exigua e inconsistente. Esta supuesta Matanza de

los inocentes (bebés varones) sólo es enunciada en

el Evangelio de Mateo y en el Protoevangelio de

Santiago1, un apócrifo tardío de finales s. II. ¿Por qué

este hecho tan execrable no transcendió en ninguna cró-

nica extrabíblica de la época?. El historiador y cronista

judío Flavio Josefo (37-101), un cuasi coetáneo de Jesús

de Nazaret, fue un versado biógrafo de la vida del rey

Herodes el Grande y su dinastía. En su compendio de

Antigüedades judías narró todas las tropelías cometidas

por este sádico rey de Judea, tanto las infringidas en su

propia familia como a su plebe. En Antigüedades judías

(XVIII, v, 2) Flavio Josefo nos narra el encarcelamiento

y la ejecución de Juan el Bautista por orden de Herodes

Antipas, muy acorde a como también lo narran los tres

Evangelios sinópticos, entonces ¿por qué el cronista F.

Josefo (contemporáneo de Mateo) no recopiló también

la tal infame Matanza de bebés inocentes?.

Lucas desconoce todo esto. En los versículos de Lc

23, 8-10, cuando -el ya inculpado- Jesús es presentado

e interrogado por el tetrarca Antipas (hijo de Herodes

el Grande) «que en aquellos días estaba en Jerusalén»,

vemos que Antipas y todo su séquito sólo conocen a

Jesús de Nazaret por las referencias de ser una persona

admirada por sus milagros y sanaciones, «porque había

oído hablar de él y esperaba verle hacer algún mila-

gro». Nadie en este interrogatorio es capaz de advertir

en la persona de Jesús aquél bebé Mesías a quien el

rey Herodes (su padre), poco tiempo antes de fallecer,

mandó matar. Ni siquiera, aquí, Herodes Antipas es

capaz de recordar aquella supuesta Matanza de inocen-

tes ordenada por su padre, unos pocos años antes de

adquirir la tetrarquía de Galilea y Perea.

Imprescindible su genealogía davídica y su

Natividad en Belén

En consideración de Raymond Edward Brown, el gran

exégeta bíblico especialista en la infancia de Jesús, en

la Introducción de su libro El nacimiento del Mesías2,

ya advierte en Mateo y Lucas una evidente necesidad

intrínseca de legitimar la mesianidad de Jesús acredi-

tando su nacimiento en Belén de Judá, expone: «Más

plausible resulta la sugerencia de que el relato del naci-

miento de Jesús en Belén pretendía ser una respuesta

[dar complacencia] al judaísmo, que no creía en un

Mesías procedente de Galilea (Jn 7, 41-42. 52). Si el

judaísmo comenzaba ya a acusar a Jesús de ilegitimidad

[mesiánica] …» (Brown, 1982: 23).

Para el judaísmo de la época era inaceptable que el

esperado Mesías naciese en la comarca de Galilea, en

la conocida como «la tierra de los gentiles», de gran

influencia pagana y politeístas. Algo capital motivó a

Mateo y Lucas a introducir en sus respectivos evan-

gelios los dos capítulos concernientes a la genealogía

de Jesús y a su Nacimiento (o Natividad) en Belén.

También a Brown le suscita esta cuestión: «…, ¿por

qué Mateo y Lucas sintieron la necesidad de poner un

prologo al bautismo [al Ministerio público de Jesús] con

dos capítulos relativos a la infancia?» (Ídem).

Para el evangelista Mateo, al igual que Lucas, el pro-

pósito de introducir en sus evangelios los pasajes de

la Natividad e infancia de Jesús fue para demostrar al

judaísmo ortodoxo que Jesús era el auténtico Mesías,

aquél que anunciaron los clarividentes profetas de la

Sagradas Escrituras (AT), como «el verdadero Hijo de

Dios», el «Ungido Mesías» que esperaba el pueblo de

Israel.

En el entorno del s. I y II el pueblo judío estuvo muy

ofuscado en dos inminentes venidas, ésta del Ungido

Mesías y otra siguiente e inminente predicha como la

«segunda venida del Hijo del hombre», referenciada

como la del Juicio Final (Mt 24, 34) y que también

queda muy descrita en el libro del Apocalipsis.

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Ya en siglos anteriores, VIII a.C., los oráculos pro-

féticos de las Sagradas Escrituras dejaron inscritos dos

requisitos dogmáticos que debía cumplir el Ungido-

Mesías. El primer requisito era que el Mesías tenía que

ser descendiente de la estirpe de David, como bien lo

expresó Yahvé por boca del profeta Natán en el Libro

2do de Samuel 7, 4-16, donde Dios promete al rey

David que el reino de Jerusalén siempre estará goberna-

do por descendencia suya. Bien que lo recalca Lucas (Lc

2, 4): «…, por ser él [su padre José] de la casa y fami-

lia de David». El segundo requisito para reconocer al

verdadero Mesías era que éste tenía que nacer en Belén

de Judá, la ciudad de rey David, satisfaciendo así la

archiconocida profecía del profeta Miqueas (Miq 5, 1):

«”Y tú, Belén, tierra de Judá, /…/, porque de ti saldrá un

caudillo que regirá a mi pueblo Israel”».

Pero estas dos premisas mesiánicas son recusadas y

denegadas en la persona de Jesús (Jesucristo) por los

propios judíos, según nos narra el evangelista Juan en

su pasaje -Nueva discusión sobre el origen de Cristo-,

donde los judíos discrepan de la autenticidad y origen

mesiánico de Jesús (Jn 7, 41-42): «Y otros decían: “Este

es el Cristo”. Otros, por el contrario replicaban: “¿Acaso

va a venir de Galilea el Cristo?, ¿No dice la Escritura

que el Cristo vendrá de la estirpe de David y de Belén,

el pueblo donde nació el rey David?”». Al final del

capítulo unos fariseos interpelan a su líder Nicodemo

(Jn 7, 52): «“Investiga [en las Escrituras] y verás que

de Galilea no sale ningún profeta”». Indiscutiblemente,

el pueblo judío daba por hecho (nadie se lo desmiente)

de que Jesús, «el hijo de María y de José el artesano»,

era nacido en Galilea, en la aldea de Nazaret, y no en la

ciudad davídica de Belén de Judea.

De ahí, que estos relatos de la Natividad e infancia de

Jesús narrados por Mateo y Lucas responderían a piado-

sas interpolaciones añadidas para complacer a la orto-

doxa feligresía judía. Puesto que para el judaísmo de la

época era una provocación y un escándalo que el Mesías

hubiese nacido en esa denostada alquería de Nazaret.

Como bien lo describe Natanael cuando alude a Jesús,

en Jn 1, 46: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?».

Sólo los evangelistas Mateo y Lucas mencionan estos

relatos de la Natividad y su infancia en Belén, todos los

demás textos neotestamentarios ignoran y desconocen

tales relatos, como los Evangelios de Marcos y de Juan,

Hechos, todas las Cartas de san Pablo y el Apocalipsis.

Es más, resulta curioso que cuando el evangelista Lucas

redacta su segundo y más tardío tratado neotestamenta-

rio bajo el nombre de Hechos de los Apostoles3, aquí,

Lucas ya no apostilla ni argumenta aquel obligado y

necesario origen betlemita de Jesús, omitiendo toda

referencia a su infancia.

Marcos y Juan ignoran todos estos relatos del

Nacimiento e infancia de Jesús, arrancan sus evan-

gelios en un mismo tiempo y espacio, en el entorno

del río Jordán, en el encuentro bautismal de Juan el

Bautista con Jesús. Enclave geográfico donde todos

los Evangelios canónicos vienen a situar el inicio del

Ministerio público de Jesús, como bien nos dice Marcos

en su 1er capítulo (Mc 1, 9): «Y sucedió en aquellos

días que vino Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bau-

tizado por Juan en el Jordán».

Los evangelistas Marcos y Juan no sienten ninguna

necesidad -ni razón- en validar la genealogía davídica de

Jesús y menos el tal supuesto origen betlemita, ya que

sus evangelios van destinados a entornos extramuros

del judaísmo. Por su léxico y la tipología de términos

podemos decir que el Evangelio de Marcos va desti-

nado a captar paganos, a los nuevos cristianos venidos

del paganismo -no a los judeocristianos-, y también

a muchos gentiles de influencia helenistas, para nada

familiarizados con el arameo ni el hebreo. También el

evangelista Juan compone y dirige su Evangelio -escrito

en koiné una variante de lengua griega- a comunidades

ya cristianas y a iniciadas comunidades catecúmenas;

sin embargo, muchas de estas comunidades de influen-

cia helenista eran también conocedoras de la cultura y

tradiciones judías. Juan acentúa mucho las festividades

judías.

Por el contrario, Mateo y Lucas redactan y destinan

sus evangelios a adoctrinar y predicar a los potenciales

cristianos venidos del judaísmo ortodoxo (fariseos, sadu-

ceos, esenios, zelotas) muy observantes de las Escrituras

Sagradas (AT) y estrictos practicantes de la tradición

judía, de ahí, que a Mateo y Lucas les era imperati-

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vo legitimar que Jesús era el auténtico y profetizado

Mesías que esperaba el pueblo de Israel y, para ello,

introdujeron en los primeros capítulos de sus evangelios

la genealogía davídica de Jesús y la escenificación de

la Natividad en Belén. Y, así, satisfacían estas dos exi-

gencias mesiánicas tan profetizadas por el judaísmo.

Era una forma de reclutar y conquistar a nuevos judíos

y de acrecentar la fe en los judíos ya cristianizados. El

judaísmo siempre hizo una exaltada y fanática custodia

de las Sagradas Escrituras y de sus revelaciones proféti-

cas. Estos cristianos procedentes del judaísmo no iban a

tolerar un Mesías nacido fuera de Belén de Judá.

Los textos evangélicos de su vida pública sitúan su

origen en Nazaret

Los cuatro Evangelios canónicos -narrando la vida

pública de Jesús- son unánimes y concluyentes en mani-

festar que el pueblo judío tenía bien asumido que Jesús

era nacido en Nazaret de Galilea.

El Evangelio de Juan (no sinóptico) es considerado el

más independiente y singular -el menos contaminado

de otras fuentes-, aquí se nos narra como los judíos no

quieren reconocer a Jesús como el auténtico Cristo-

Mesías porque era vox populi que había nacido en la

estigmatizada aldea de Nazaret, en la provincia de

Galilea «esa tierra de gentiles y paganos», y esto pro-

vocaba escándalo y controversia dentro del judaísmo e

incertidumbre en los nuevos judíos cristianizados.

En los versículos de Jn 1, 45-46 sitúan, de manera irre-

futable, su origen en Nazaret, cuando dice: «“Hemos

encontrado a aquel de quien escribió Moisés en la Ley y

los Profetas: es Jesús de Nazaret, el hijo de José”. Y le

respondió Natanael: “De Nazaret, ¿de allí, puede salir

algo bueno?”».

Más adelante, en el 7º capítulo, -Nueva discusión

sobre el origen de Cristo-, en un diálogo crispado entre

judíos, el evangelista Juan vuelve a enfatizar que Jesús

era natural y oriundo de la provincia de Galilea (Jn

7, 41-43, 52): «Otros decían: “Este es el Cristo”. En

cambio, otros replicaban: “¿Acaso viene de Galilea

el Cristo?. ¿No dice la Escritura que el Cristo vendrá

de la estirpe de David y de Belén, el pueblo de donde

era David?” /…/. Ellos le respondieron [a Nicodemo]:

“Estudia [las Escrituras] y verás que de Galilea no sale

ningún profeta”». Las gentes coetáneas y cercanas a

Jesús siempre manifestaron el convencimiento de que su

origen era galileo, de la aldea de Nazaret.

Para el evangelista Marcos desde sus primeros versícu-

los da a entender que la procedencia de Jesús es de Nazaret

(Mc 1, 9): «Y sucedió que por aquellos días vino Jesús

desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan [el

Bautista] en el Jordán». Aquí, Marcos al inicio de su evan-

gelio no dice otra ciudad de origen que no fuera Nazaret.

Mucha atención a lo que narra el evangelista Mateo

al final de su 13º capítulo bajo el epígrafe, -Jesús recha-

zado en Nazaret-, (idénticos versículos en Mc 6, 1-6)

donde el mismo Jesús sitúa su origen en Nazaret (Mt

13, 53-57): «Y sucedió que, cuando acabó Jesús estas

parábolas, partió de allí. Viniendo a su patria [Nazaret],

les enseñaba… //. Y se escandalizaban de él. Mas Jesús

les dijo: “Un profeta sólo es despreciado en su patria y

en su casa”». Aquí Mateo, ya ha olvidado aquel nece-

sario origen betlemita de Jesús. El uso de este vocablo

«patria», viene del griego patris, que significa la tierra

o pueblo natal.

Además, que en todos los pasajes neotestamentarios

todo el mundo lo conoce y lo llama con el apelativo de

Jesús “de Nazaret” o por el gentilicio Jesús “Nazareno”

(que no nazareo de la secta judía). En toda la Biblia

cuando después del nombre se menciona una población

ésta siempre identifica su lugar de nacimiento. En el NT

se habla de Pablo de Tarso, José de Arimatea, Lázaro de

Betania. Pero jamás en ningún texto neotestamentario

Jesús es nombrado como Jesús “el Betlemita”, Jesús “de

Belén”, ni tan siquiera Jesús “de Judá” (Judea). Si bien,

en los textos veterotestamentarios sí fue utilizado el tal

gentilicio toponímico de “Betlemita” y bien lo vemos

en 1er Libro de Samuel a lo largo de los capítulos 16º y

17º, donde al padre del rey David se le llama Isaí “(el)

Betlemita”, por ser natural de Belén.

Es más, aunque Mateo y Lucas por exigencia profé-

tica situaron el Nacimiento en la legendaria y davídica

ciudad de Belén, cuando éstos presentan a Jesús en su

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Huygens nº 105 noviembre - diciembre 2013 Página 10

vida pública cambian el sermón de una forma radical

y al nombre de Jesús también le añaden el apelativo

“de Nazaret” o su gentilicio “Nazareno”, y también

lo citan con el otro gentilicio de, Jesús “el Galileo”.

Así de contundente es Mateo en su pasaje de la -

Entrada triunfal de Jesús en Jerusalén-, donde nos narra

como toda la vox populi de Jerusalén es unánime en

señalar -sin desmentido alguno- el lugar de origen de

Jesús (Mt 21, 11): «…, toda la ciudad se conmovió y

decían: “¿Quién es éste?”. Y las multitudes respondían:

“Este es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea”». Por

tanto, si hubiese nacido en Belén, a tan sólo 9 Km de

Jerusalén, ¿por qué nadie lo recuerda, lo reconoce y lo

proclama como Jesús “el profeta de Belén de Judá”, o

bien, Jesús “el profeta de la ciudad del rey David”?.

Hasta la misma autoridad romana reconoce que Jesús

era de origen galileo, como vemos en Lucas 23, 6-7:

«Al oír esto, Pilato preguntó si aquél hombre era galileo;

y al asegurarse de que era de la jurisdicción de Herodes,

se lo envió a éste, porque Herodes estaba también en

Jerusalén por aquellos días». Estos versículos aluden al

tetrarca Herodes Antipas. ¡¡Vaya!!, aquí a Lucas ya se le

ha olvidado que Jesús era natural de Belén de Judea.

También Mateo, en la -Triple negación de Pedro-

enfatiza su origen galileo, que no de Judea, (Mt 26, 69):

«Se le acercó una criada y le dijo: “Tú también estabas

con Jesús, el Galileo”».

Por último el mismo Jesucristo, ya resucitado, tam-

bién (él) se reconoce como oriundo de Nazaret al

manifestar-se le a Pablo de Tarso, cuando en Hechos de

los Apóstoles (Hch 22, 8), dice Pablo: «¿Quién eres,

Señor?. Y él me contestó: “Yo soy Jesús de Nazaret, a

quien tú persigues”».

Teoría de las dos fuentes

Para la gran mayoría de expertos bíblicos resulta

evidente que Mateo y Lucas compusieron sus textos

evangélicos utilizando -ambos- dos fuentes comunes,

el Evangelio de Marcos como primer evangelio consti-

tuido (60-70 d.C.) y la llamada fuente “Q” 4que debió

contener un hipotético compendio de dichos y citas de

Jesús que arrancan desde su vida adulta o pública. Pero

ni la fuente “Q” ni el Evangelio de Marcos no mencio-

nan ningún aspecto del Nacimiento ni de la infancia de

Jesús. Tal información es inexistente.

Por tanto, Mateo y Lucas obligados a asentir con

el dogma profético de situar el Nacimiento en Belén

amañaron, cada uno por su cuenta, dos tramas muy

distintas. Todo ello lleva a deducir que ambos capítulos

de la Natividad e infancia de Jesús fueron fruto de la

creatividad y del imaginario de sus propios redactores,

e incorporados a sus respectivos evangelios como inter-

polaciones piadosas.

La versión mateana y la lucana divergen

Validando la teoría de las dos fuentes, conviene

dejar claro que Mateo y Lucas no mantuvieron ningún

conocimiento recíproco de sus evangelios. Además, es

notorio que en estas dos versiones sobre los relatos de

la infancia de Jesús ambos autores divergen mucho entre

sí, e incluso resultan contradictorios. Sólo convergen

en un fin común e ineludible, situar el alumbramiento

del Mesías/Jesús en Belén de Judá. Mateo nos presenta

el nacimiento de Jesús en Belén porque los cónyuges

(María y José) tenían allí su residencia habitual, (Mt 2,

11): «Y entrando en la casa vieron al niño con María, su

madre, y postrándose le adoraron; /…/, y le ofrecieron

oro, incienso y mirra».

Por el contrario Lucas desplaza hacia Belén a José y

María, ambos residentes en Nazaret, con la coartada de

cumplimentar el censo padrón ejecutado por Quirino

quien era gobernador de la provincia de Siria (Antigua

Palestina), puesto que José era oriundo de Belén. Aquí,

Lucas tuvo que buscar de forma apremiante una coar-

tada, despreciando el rigor histórico (V. infra), con el

único propósito de trasladar a José y María -en avanzado

estado de gestación- desde Nazaret a Belén, un viaje de

150 Km.

Al contrario que Mateo, la Natividad que nos presenta

Lucas no es para nada ostentosa ni grandilocuente, aquí

no hay Estrella, ni magos, ni oro, ni incienso, ni mirra.

Lucas nos presenta un Nacimiento sobre un pesebre,

donde denota desnudez, penuria y desdicha (Lc 2, 7):

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Huygens nº 105 noviembre - diciembre 2013 Página 11

«…, y dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en

pañales y lo reclinó en un pesebre, porque no había

lugar para ellos en la posada». (Imagen 2)

Nació en los últimos años del reinado de Herodes

La datación de la muerte del rey Herodes el Grande

todos los estudios histórico-bíblicos la sitúan en el año

4 a.C., su equivalente en la cronología romana es el año

750 AUC, y que según su principal biógrafo F. Josefo

aconteció entre finales de marzo y principios de abril,

después de un episodio de eclipse de luna bien reseñado

por Josefo.

Mateo y Lucas sitúan el nacimiento de Jesús con un

desfase temporal de cómo mínimo unos 10 años. Para

Mateo el Nacimiento tiene lugar viviendo aún el rey

Herodes el Grande quien murió en la primavera del año

4 a.C. Si a esto añadimos el mandato del enfurecido

Herodes de matar a todos los niños «de dos años para

abajo», nos podemos ir al año 6 a.C. Por el contrario,

Lucas sitúa el Nacimiento con la ejecución de un censo

de empadronamiento general (Lc 2, 3): «Y todos fue-

ron a inscribirse, cada uno a su ciudad», ejecutado por

Sulpicio Quirino siendo gobernador de Siria.

Pero el tal censo histórico descrito por Lucas fue

más tardío, tuvo lugar en el año 6 d.C.5 (F. Josefo,

Antigüedades judías, XVII) y siempre después de que

Cesar Augusto hubo destituido al etnarca Herodes

Arquelao como rey de Judea. Es más, no hubo otro

censo siendo Sulpicio Quirino gobernador de la pro-

vincia de Siria (Antigua Palestina). Todo apunta a una

coartada anacrónica montada por el propio Lucas, el

más erudito entre los evangelistas, con el pretexto de

justificar el viaje de José y María a Belén, de donde sí

era natural José.

Pero haciendo prevalecer el criterio del testimonio

múltiple, Mateo y Lucas sí son coincidentes en reseñar

un dato histórico de gran relevancia en el momento de

nacer Jesús. Tanto Mateo como Lucas sitúan el naci-

miento de Jesús reinando aún el rey Herodes el Grande,

esto bien lo vemos en Mt 2, 1 y en Lc 1, 5: «Hubo en

tiempos del rey Herodes, rey de Judea, …». Además,

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Huygens nº 105 noviembre - diciembre 2013 Página 12

que como bien recalca Mateo (Mt 2, 19), el alumbra-

miento de Jesús tuvo lugar en unos años muy próximos

a la muerte de Herodes el Grande. Todo ello es muy

congruente con otros datos cronológicos en la vida

de Jesús. Hay bastante evidencia bíblica de que Jesús

nació cuando el rey Herodes el Grande estaba dando

sus últimos coletazos, siempre antes del año 4 a.C.

La cuestión de Nazareno y Nazîreo

El gentilicio “nazareno” en la persona de Jesús de

Nazaret procede exclusivamente de su topónimo nata-

licio. Los doctores de la teología pusieron empeño en

buscarle otras alternativas, atribuyendo la existencia

-en tiempos de Jesús- de una secta judía precristiana,

la secta integrista de los nazîraios (heb), consagrada al

voto del Nazareato (Nm 6, 1-12). Entre sus muchos pre-

ceptos estaba el de nunca beber vino, ni licores ni otra

bebida fermentada. Fueron nazareos (nazîreos) los per-

sonajes bíblicos de Sansón, Samuel y Juan el Bautista

(primo de Jesús). Aquí, nuestra RAE adopta para este

vocablo bíblico los términos de “nazir” o “nazareo”

(Nm 6, 13). Pero tales derivaciones léxicas hebreas de

nâzîr, nazîreo, nazôraio, nazîraeno, no mantienen rela-

ción etimológica con las raíces toponímicas arameas de

Nazarat, Nazarath y la griega Nazará.

Dejando aparte la interpretación de estos epíte-

tos, los textos evangélicos son concluyentes en afir-

mar que Jesús nunca comulgó con ninguna secta

judía, y menos con esta de los nazareos (o nazi-

reos), como bien lo expone Lucas en Lc 7, 33, 34;

como tampoco comulgó con los nacionalistas zelotas.

Los cuatro Evangelios canónicos nos muestran a un

Jesús como un buen judío practicante, para nada inte-

grista ni radical. Era un hombre cercano, de pensamien-

to abierto y que detestaba los fanatismos y los radicalis-

mos, «come con los publicanos y pecadores» (Mc 2, 16);

conversaba con paganos, militares romanos, gentiles,

prostitutas y samaritanos/as. Es más, Jesús condenó la

hipocresía de la ley del Sabbat, anteponiendo el hombre

al precepto (Mc 2, 27). Y su primer milagro fue trans-

formar seis grandes tinajas de agua en vino (Jn 2, 6-9).

Cómo iba hacer esta conversión alcohólica un nazir o

nazareo.

¿Existía Nazaret en el s. I?

Indudablemente, sí. Es cierto que Nazaret era una

localización ignota, minúscula y de mala fama (Jn 1,

46). Algunos autores han llegado a considerar si tal

aldea o alquería pudo estar asociada a un cementerio.

Lo cierto, es que no es mencionada ni una sola vez en

el AT. Ni siquiera dentro del Libro de Josué (Jos 19, 10-

16) del capítulo -Reparto de la tierra entre las tribus de

Israel-, en lo que pretende ser el proceso de estableci-

miento de la tribu de Zabulón, en esa área de Galilea, se

enumeran doce poblaciones y seis aldeas, pero se omite

a Nazaret. En el Talmud cuando enumera una lista de

63 poblaciones galileas, Nazaret queda ausente. El gran

cronista e historiador del s. I., Flavio Josefo, en su com-

pendio La guerra de los judíos menciona 54 ciudades

galileas, ignorando a Nazaret. A todo esto, añadamos

que las pruebas arqueológicas de tal asentamiento son

casi inexistentes.

A pesar de todo ello, el emplazamiento de Nazaret -ya

fuese aldea, caserío o alquería- debió de existir en el s.

I. Pues cuán inconcebible resulta que, en la 2ª mitad del

s. I, los tres Evangelios sinópticos junto al más singular

e independiente Evangelio de Juan y resto de fuentes

orales y escritas, planificasen -todos- la creación de

un nuevo y virtual emplazamiento al que llamarían

Nazaret. Resulta más lógico validar el criterio del testi-

monio múltiple.

La profecía fingida e incoherente

Mateo al final de su 2º capítulo -Regreso a Nazaret- se

ve obligado a justificar y resolver el motivo del gentili-

cio “Nazareno” tan arraigado al nombre de Jesús. Mateo

era bien conocedor que la tradición oral y escrita expre-

saba -indiscutiblemente- que Jesús era de origen galileo,

que no de Judea. Para el exégeta Raymond E. Brown no

existe duda, expone: «De hecho, Mateo no tenía otra

alternativa al describir adónde tenía que ir José [con

su familia tras su salida de Egipto], ya que conocía la

tradición indiscutible de que Jesús era galileo» (Íbidem,

221, anot. 12).

Para ello Mateo concluye su 2º capitulo amañando y

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Huygens nº 105 noviembre - diciembre 2013 Página 13

fingiendo una profecía (Mt 2, 23): «Y fue a vivir a una

ciudad llamada Nazaret, para que se cumpliera lo anun-

ciado por los profetas: “Será llamado Nazareno”». Pero

en ningún texto del AT existe tal enunciado profético,

es más, en el AT jamás se menciona el topónimo de

Nazaret y menos su gentilicio “nazareno”. Y de preten-

der atribuírselo a la profecía de Isaías (Is. 11,1), aquí no

se expresa nada que se le parezca a lo de “Será llamado

Nazareno”. Otra cosa es la enfermiza elucubración de

algunos teólogos.

Para mayor colmo, la post-introducción tardía de los

sintéticos epígrafes bíblicos titularon el final del relato

mateano de la infancia de Jesús rotulándolo como, -

Regreso a Nazaret-. Tal titular resulta muy coherente

para el relato lucano, pero crea un gran desconcierto y

perplejidad en el relato mateano. Como si se pretendiese

rectificar al mismo evangelista Mateo, sugiriendo que

José y María sí residían con anterioridad en Nazaret,

antes del parto en Belén.

Más llamativo es el argumento que emplea Mateo al

final de su 2do capítulo para resolver a qué lugar han de

ir a instalarse José y su familia tras su salida de Egipto,

un pretexto bastante incoherente e irreflexivo (Mt 2, 22):

«Pero al oír que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de

su padre Herodes, temió ir allá; y avisado en sueños, se

retiró a la región de Galilea».

Poco prudentes eran estos “sueños” que asesoraron

a José, puesto que no le advirtieron que en Galilea

gobernaba el otro infame tirano, su hermano el tetrar-

ca Herodes Antipas. A quien el mismo Mateo, más

adelante, señala como ejecutor del decapitamiento de

Juan el Bautista (Mt 14, 10). Pero Mateo no tenía otra

alternativa, ahora había que situar a Jesús en Nazaret de

Galilea.

Epílogo

Bajo la hipótesis de satisfacer dos ineludibles requisitos

mesiánicos -bien profetizados en el AT- es por lo que

Mateo y Lucas se vieron obligados a cumplimentar con

tal coyuntura dogmática, introduciendo la genealogía

davídica de Jesús y su Natividad en Belén de Judá; con

el propósito de convencer al integrismo judaico de que

Jesús era el legítimo Mesías que esperaba el pueblo de

Israel. Todo ello nos lleva a desmitificar, desestimar

y desmontar como posibles -hechos reales- todos los

manejos de Mateo en la Natividad en Belén, con su

Estrella y sus magos; y hasta ese inconexo y anacrónico

censo del gobernador Quirino expuesto por Lucas (Lc

2,2). Por tanto, todo este relato tan novelado y grandilo-

cuente que nos narra Mateo sobre la Natividad e infancia

de Jesús -en especial su Estrella y sus magos- responde,

según la mayoría de estudiosos paleocristianos, a una

invención piadosa del propio Mateo. Como una ficción

literaria, tal vez inspirada, en reminiscentes relatos de

analogía veterotestamentaria.

La propia lectura de muchos de los pasajes neotestamen-

tarios nos invita a discernir -sin prejuicios preestableci-

dos- la existencia de una dualidad cristológica, la del

solemne Jesús teológico/litúrgico y la de aquel modesto

Jesús histórico y humano, nacido en una insignificante

alquería de Galilea, llamada Nazaret.

También la WIKIPEDIA, en su extensa página dedicada

a Jesús de Nazaret desarrolla todo un capítulo mostrando

su condición más humana y su origen natalicio, bajo el

epígrafe: El hombre: (expone) «Según la opinión, hoy

mayoritaria entre los estudiosos, su lugar de nacimiento

fue la aldea galilea de Nazaret,…».

Un Jesús que siempre mostró su mensaje evangélico

desde la virtud de la humildad. Quien escogió mon-

tarse sobre un borriquillo en su aclamada «Entrada

en Jerusalén». Tal vez, la coherencia divina quiso

situar su origen en la aldea más ignota de Galilea.

A este Jesús histórico por mucho que el celo dog-

mático y teológico pretenda situar su nacimiento en la

ciudad davídica de Belén, nadie podrá poner en duda lo

qué expresaron el mismo Jesús y la voz de pueblo judío

manifestada en los cuatro Evangelios canónicos, esos

conciudadanos que coexistieron en tiempo y espacio

con aquel judío galileo, hijo de artesano, rabino y sana-

dor al cual llamaron bajo el nombre de Jesús de Nazaret

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Huygens nº 105 noviembre - diciembre 2013 Página 14

y Jesús el Galileo. Un personaje histórico, transgresor

y carismático, y que a pesar de las poquísimas e insus-

tanciales referencias extrabíblicas tanto ha marcado el

devenir del pensamiento y la espiritualidad del hombre.

Notas y bibliografía1 La supuesta Estrella de Belén también fue descrita de

forma mucho más suntuosa y superlativa en el cap. XXI

-Visita de los magos- del Protoevangelio de Santiago,

un evangelio apócrifo tardío de la 2ª mitad del s. II.

Es muy probable que Santiago utilizara como fuente

el Evangelio de Mateo, puesto que los capítulos XXI

-Visita de los magos- y XXII -Furor de Herodes-, man-

tienen bastante similitud en la estructura narrativa.

Con la excepción de que el capítulo XXII no relata

la “Huida a Egipto” de la sagrada familia.

2 Brown, Raymond E. El nacimiento del Mesías,

-Comentario a los relatos de la infancia- (The birth

of the Messiah, N.Y. 1979). Madrid, Ed. Ediciones

cristiandad, 1982.

3 La evidencia de que es la misma autoria, la del

Evangelio de Lucas y la de Hechos de los Apóstoles

queda bien manifiesta comparando sus versículos

iniciales, Lc 1, 1,4 y Hch 1, 1. Donde el autor

expresa, en Hechos 1, 1, que retoma la continuación

de su primer libro o tratado evangélico.

4 La fuente “Q”, o Evangelio “Q”, es un hipotético

compendio sobre textos antiguos basados en la

tradición oral de la Iglesia Primitiva que contendría

dichos y citas de Jesús. La hipótesis de la fuen-

te “Q” fue formulada en 1900. Más tarde, B. H.

Streeter reformuló una visión más amplia y acep-

tada de “Q”, concluyendo que debió ser un docu-

mento escrito (no una tradición oral) y redactado

en griego, que prácticamente todo su contenido aparece

en Mateo y en Lucas, y que Lucas fidelizaría con mayor

frecuencia y exactitud el orden original del texto “Q”,

que lo hace Mateo.

5 Tras la destitución y destierro del etnarca Arquelao el

año 6 d.C., Judea perdió su status quo judío y quedó

bajo la completa jurisdicción romana, siendo llamada

provincia romana de Judea tras fusionarse con Samaria

e Idumea. Fue en ese año, donde: «por aquellos días, se

promulgó un edicto de César Augusto para que se empa-

dronase todo el mundo. Este primer censo fue hecho

siendo Quirino gobernador de Siria» (Lc 2, 1-2).

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Huygens nº 105 noviembre - diciembre 2013 Página 15

Como decíamos en la primera parte, si las meras

afirmaciones filosóficas importunaron a grandes

pensadores ulteriores a Anaxágoras, como Platón y

Aristóteles por igual, sus tesis astronómicas y

cosmológicas aún iban a producirles una indignación

mayor. Como los textos propios de aquel acerca de

estos temas son bastante escasos, para conocerlos cabe

acudir a la doxografía —esto es, los textos de escritores

posteriores que recogieron las opiniones de filósofos

más antiguos, como en este caso Simplicio, Hipólito,

Teofrasto y Diógenes Laercio, entre otros.

Recordemos, como punto de partida, que en las

concepciones míticas las grandes fuerzas de la naturaleza

se identificaban con dioses: así, por ejemplo, el Sol era

uno de los más poderosos, dada su facultad de generar

luz y proporcionar energía, permitiendo el crecimiento

de las plantas y la maduración de alimentos.

Nadie dudaba (ni en Grecia ni en ningún otra cultura

similar, por aquel entonces) que el Sol era un dios; sin

embargo, Anaxágoras tenía una visión completamente

distinta: para él, el Sol era, meramente, una roca

ardiendo, un enorme globo de fuego en la distancia.

Nada de divinidades celestiales a las que rendir tributo;

nada de entelequias humanas para dotar de familiaridad

al cosmos; nada de complejas relaciones entre dioses, ni

de personificaciones vanas: el Sol era sólo una piedra al

rojo vivo, que brillaba con luz propia por su gran calor.

La naturaleza solar era, pues, material, no divina.

Anaxágoras se atrevió, incluso, a conjeturar las

dimensiones de nuestra estrella (es difícil imaginar

el impacto en su época de algo así: tratar de medir

cuán grande era lo que hasta entonces se consideraba

una divinidad...): dedujo que debía ser mayor que

la península del Peloponeso, un tamaño considerable

—tenía más de doscientos kilómetros en su segmento

mayor durante la época del clazomenio—, aunque no

mencionó ningún cálculo concreto1. Como en los casos

de Tales y Anaximandro mencionados en la primer parte

del artículo, lo que conviene destacar no es la corrección

del dato, sino la revolución conceptual que suponía

reemplazar el carácter mítico y divino de nuestra estrella

en una simple sustancia material, así como su declaración

de que poseía un tamaño similar a la distancia usualmente

recorrida a caballo en dos días.

Si el Sol era, para Anaxágoras, sólo una roca caliente,

la Luna debía ser, dado que no producía tanta luz como

la estrella, una roca más fría. Más fría y opaca, además,

ya que, al contrario que el Sol, su luz no podía ser propia;

su luminosidad debía ser resultado del reflejo de la luz

emanada por la estrella (para afirmar esto quizá percibió

que la parte iluminada del satélite estaba siempre de

frente al Sol), y que rebotaba desde su superficie hasta

la Tierra, desde donde podíamos contemplarla. Tal

superficie lunar, continuaba Anaxágoras, debía estar

hecha de tierra, como nuestro mundo, y en ella habría

planicies y simas. Hoy nos parece lógico hablar de

“superficie lunar”, pero en tiempos del filósofo jonio

la idea de que la Luna fuese tan sólo un cuerpo celeste

propio, con sus accidentes singulares, montañas y valles,

careciendo de cualquier tipo de esencia divina, era muy

provocadora.

anaxÁgoras de clazÓmenas.un pionero de las estrellas (2º parte)

Jesús Salvador Giner

[email protected]

En la primera parte de este artículo (Huygens, número 98, septiembre-octubre de 2012), vimos las nociones primitivas que las antiguas culturas poseían acerca de los astros. Vimos, asimismo, cómo el mundo griego inauguró una concepción racional en la comprensión de los mismos, y cómo nuestro personaje, Anaxágoras de Clazómenas, ya dio muestras de heterodoxia y de disensión en el ámbito de las ideas puras. En esta segunda y última parte describiremos sus ideas astronómicas y las consecuencias que las mismas tuvieron para su propia vida.

Page 16: Huygens 105

Huygens nº 105 noviembre - diciembre 2013 Página 16

Persiste cierta inseguridad acerca de si, después de

todo, Anaxágoras fue o no el primero en afirmar el

carácter de la Luna como astro sin luz propia. Esto se

debe a que en un fragmento conservado de Parménides

puede leerse: “Fulgor de la noche en torno a la tierra,

errante luz ajena”. Con “errante luz ajena” parece ser

que Parménides se refería a la Luna y que trataba de

señalar, si bien algo crípticamente, como solía ser

habitual en él, que nuestro satélite carecía de luz propia,

y que era el Sol el que la iluminaba. También hay otra

referencia muy similar de Empédocles (483-424 antes

de Cristo): “Redonda, gira en torno de la tierra, luz

ajena” (fragmento 39). Pero como Empédocles fue

coetáneo de Anaxágoras no sabemos muy bien quién

sostuvo primero la idea.

En cualquier caso, “la astronomía de Anaxágoras

es, sin duda, mucho más racional que la de la mayoría

de sus predecesores, sobre todo en lo referente a

su opinión de que el sol, la luna y las estrellas son

enormes piedras incandescentes2”. Lo que motivó a

Anaxágoras a sostener nociones tan novedosas en el

siglo V antes de Cristo fue, posiblemente, la caída de

un meteorito en Egospótamos, cerca de donde vivía

antes de trasladarse a Atenas. Aunque la insinuación

hecha por la tradición y recogida por Diógenes Laercio

de que Anaxágoras fue capaz de predecir tal caída es

a todas luces incorrecta, resulta más probable suponer

que dicha caída sí le indujo a considerar la naturaleza

y posición de los cuerpos celestes. Estos, siguiendo su

propia noción del caso lunar, estarían compuestos por

material pétreo, constituyendo rocas desprendidas de

la propia Tierra, que arderían como focos inflamados a

causa de la alta velocidad de su movimiento alrededor

de nuestro planeta. Tal celeridad solía mantenerles en

lo alto de ordinario, pero en ocasiones serían lanzados

en dirección a la Tierra por su tendencia natural, como

objetos pesados, a aproximársele y caer hacia ella,

dando origen entonces a estrellas fugaces (meteoros) o

meteoritos, caso de alcanzar la superficie.

En otro orden de cosas,

recordemos que Tales de

Mileto, como dijimos en la

primera parte del artículo,

pronosticó eclipses solares y

los entendió como un fenó-

meno debido sólo a los movi-

mientos de los astros. Esto

constituyó un gran avance,

pero fue Anaxágoras el pri-

mero que los explicó clara y

concisamente, como recoge

Hipólito con estas palabras:

“La Luna está debajo del Sol

y más próxima a nosotros. [...]

Los eclipses de Luna se deben

a que la oculta la Tierra o, a veces, los cuerpos que están

debajo de aquella; los eclipses solares se deben a que

lo oculta la Luna en sus novilunios”. En otras palabras,

que los primeros se deben a la interposición de nuestro

planeta entre el Sol y la Luna, que transita entonces en

el cono de sombra de la Tierra y el Sol, mientras los

segundos ocurren por la interposición de la Luna entre

la Tierra y el Sol.

Anaxágoras advirtió que como el Sol, pero no la Luna,

brindaba luz y calor, cabía concluir que no todos los astros

eran iguales, aunque todos fueran astros, sosteniendo

igualmente que si no sentíamos su calor (excepto el del

Sol, desde luego) era a causa de que estaban a enormes

distancias de nosotros y porque ocupaban además

una región del espacio más fría. Por lo tanto cabía

considerar al Sol, la Luna y las estrellas como un mismo

Figura 2: El Sol asoma por encima de la Tierra, con la Luna en primer plano. Anaxágoras tuvo la audacia (aunque erró en la forma de nuestro mundo, pues lo creyó plano) de concebir a los astros como cuerpos materiales desprovistos de cualidades divinas.

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Huygens nº 105 noviembre - diciembre 2013 Página 17

tipo de cuerpos (nunca

reiteraremos bastante la

importancia de definirlos

así, como cuerpos, y no

como dioses...), aunque

sus características físicas

u orbitales pudieran ser

muy distintas.

Esta innovadora apre-

ciación del Sol, la Luna y

las estrellas como piedras

incandescentes, como

sustancias materiales des-

provistas de fundamentos

míticos o divinos, supo-

nía, asimismo, un nuevo

juicio acerca de las mismas: porque si se trataba, en

efecto, de astros que se elevaban y caían a nuestro

mundo, ¿no podían ser ellos, pues, otros mundos? Si la

Luna presentaba sus fases y, como la Tierra, poseía acci-

dentes geográficos, ¿por qué considerar como mundo

únicamente a ésta?

También aquí persiste cierta incertidumbre respecto

a si Anaxágoras creyó o no en una pluralidad de mun-

dos (es lo que tiene buscar sentido a escritos con una

antigüedad de dos mil quinientos años...). Un texto de

Simplicio recoge dos interpretaciones distintas: o bien

que se refiera, en efecto, a mundos lejanos allende la

Tierra, o bien, por el contrario, que su intención fuera la

de especular con otras civilizaciones y pueblos desco-

nocidos aún pero que se hallaban en aquella. Simplicio

defiende la primera de las interpretaciones, pero recono-

ce sin embargo que la cuestión no está cerrada (tampoco

lo está hoy, todavía).

No obstante, si seguimos la interpretación de

Simplicio favorable a una multitud de mundos existen-

tes, de este último fragmento (el número 4) se deriva,

igualmente, otra notable afirmación: que

tales mundos pueden estar habitados,

poseer vida, animales y seres inteligen-

tes —otros “hombres”, puede que dijera

Anaxágoras...—, y que son semejantes

a nosotros en cuanto poseen facultades

similares y tratan de subsistir en su pro-

pio planeta. Postula Anaxágoras, pues,

que no estamos solos en el universo,

que, como en la Tierra, deben existir

los seres pensantes, las ideas, y la con-

ciencia en los desconocidos mundos del

espacio. Así nos habla el clazomenio:

“(Suponemos que) los hombres y los

demás animales que tienen vida han

sido formados como nosotros, y que los

Figura 3: esquema con la explicación de los eclipses solares y lunares, explicación que Anaxágoras, hace 2.500 años, ya dio en los mismos términos.

Figura 4: si cierta interpretación de sus palabras es correcta, la pluralidad de los mundos habitados ya fue imaginada por Anaxágoras como una posibilidad en el siglo V antes de Cristo

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Huygens nº 105 noviembre - diciembre 2013 Página 18

hombres tienen ciudades habitadas y campos cultiva-

dos como entre nosotros; que tienen sol, luna y todo lo

demás como nosotros; y que la tierra les produce toda

clase de variados productos, de los cuales se llevan a

sus casas lo mejor y de ellos se sirven”. En febrero de

1600, unos dos mil años después, Giordano Bruno será

quemado vivo en la hoguera por sostener ideas similares

(y, también, por sus conflictivas nociones teológicas), y

hasta el siglo pasado no fue considerada tal idea como

plausible dentro de la comunidad científica. Esto señala

(siempre que su intención en el fragmento 4 fuese la que

sugiere Simplicio) la originalidad del planteamiento de

Anaxágoras, capaz de imaginar la presencia, no de enti-

dades divinas identificables con los astros, sino de seres

semejantes a la especie humana, habitantes de planetas

distantes que se interrogan acerca del cosmos y de sí

mismos. Y recordemos que el clazomenio vivió en el

siglo V antes de Cristo...

Anaxágoras también trató de explicar racionalmente

la razón de que veamos la Vía Láctea, nuestra galaxia.

Para la mitología griega la Vía Láctea era la leche que

Hera, diosa del firmamento y esposa de Zeus, había

derramado de sus pechos accidentalmente mientras

daba de mamar a unos de sus hijos. Según Anaxágoras,

sin embargo, y dado que el Sol era un astro de dimen-

siones inferiores a las de la Tierra, cuando la estrella se

ocultaba por debajo de nuestro planeta, provocando la

oscuridad nocturna, la Tierra generaba una sombra que

se desplegaba sobre el fondo del firmamento, alcanzado

una respetable extensión. Según esto, la Vía Láctea sería

la “huella” de dicha sombra, una especie de fantasma

del cuerpo terrestre que obstruye la luz solar y permite

la contemplación de los astros que hay hacia esa direc-

ción del espacio. Una propuesta sin duda imaginativa y

sugerente pero, como sabemos ahora, completamente

equivocada.

En la actualidad todos admiraríamos a quienes tratasen

de ampliar el horizonte intelectual de nuestra ciudad, que

intentaran promocionar la investigación, la exploración,

el interés por la cultura, y que tendiera puentes entre el

cosmos y nosotros. Ello también sucedió en la Jonia,

de donde procedía Anaxágoras, y en la propia Atenas

durante un tiempo, pero sus innovaciones radicales,

los cambios en la instrucción y orientación educativa

que el propio Anaxágoras reclamaba, el paso de una

mentalidad religiosa a una filosófica en tan poco tiempo,

era demasiado difícil de aceptar para los grandes

poderes de la polis.

Pericles gobernaba Atenas con esta visión de futuro,

e iba ganando enemigos poco a poco. Anaxágoras, que,

recordemos, era su maestro, había hecho una serie de

Figura 5: el cráter lunar que lleva por nombre Anaxágoras, en una imagen de alta resolución obtenida por la sonda japonesa Selene-1 (Kayuga), en 2009 (JAXA/NHK/SELENE)

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Huygens nº 105 noviembre - diciembre 2013 Página 19

afirmaciones de carácter excesivamente materialista,

alejando los dioses del panorama de la ciudad y de la

explicación del universo. Aunque en Atenas había aún

libertad y tolerancia religiosas, los detractores de Pericles

vieron en la figura del clazomenio la oportunidad de

atacarle, de difamarle, y de hacerle perder el favor de la

ciudadanía, ya que directamente no podían imputarle a

aquel nada en su contra. Cuando Pericles envejeció, sus

enemigos empezaron a censurar a todo el que recibía la

simpatía del gobernante, a criticar aquellas opiniones

y posturas que iban en contra de las costumbres y

tradiciones de la polis, de modo que aprovecharon lo

afirmado por Anaxágoras para acusarle de impiedad

y ateísmo por enseñar que el Sol era sólo una piedra

caliente y la Luna una aglomeración de tierra.

Según informa Diógenes

Laercio, hay varias versiones

de su proceso: unos cuentan

que fue Cleón quien le acusó

de impío y le condenó a pagar

cinco talentos, además de ser

desterrado; otros afirman que

fue Tucídides, quien elaboró

una campaña política contra

Pericles, el que acusó además a

Anaxágoras de partidismo persa

—es decir, traición—, por lo

que fue condenado a muerte. En

todo caso, una vez sancionado

por la asamblea fue arrestado y

encarcelado, pero gracias a las

mediaciones de Pericles pudo

salir de la prisión y huir poste-

riormente de Atenas.

Anaxágoras puso rumbo

entonces a su tierra, Jonia,

donde fundó en Lámpsaco, una

colonia milesia, su propia escue-

la de enseñanza, libre ya de los

prejuicios y dogmas religiosos

y sociales y de las hostilidades

políticas a que fue tan adverso.

Allí siguió el clazomenio dando

clases hasta que murió, en el

año 428 antes de Cristo, y siempre fue estimado y respe-

tado por sus paisanos. Fue enterrado con todos los hono-

res y, como deseo explícito de Anaxágoras, los niños de

su escuela tuvieron fiesta en el día del aniversario de

su muerte. Los habitantes de Lámpsaco, nos sigue con-

tando Diógenes Laercio, rubricaron en su sepulcro este

epitafio para despedir a su distinguido conciudadano:

“aquí yace Anaxágoras ilustre,

que junto al fin de su vital carrera,

entendió plenamente los arcanos,

que en sí contiene la celeste esfera”.

Ciertamente no hubo otro presocrático tan capaz

de comprender qué eran el Sol, la Luna y los puntos

Figura 6: Anaxágoras de Clazómenas, según una singular representación de José de Ribera.

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Huygens nº 105 noviembre - diciembre 2013 Página 20

luminosos que colmaban el cielo nocturno. La visión

del universo de este pionero fue el soporte en el que

descansaría parte de la astronomía y cosmología griega

posterior (exceptuando la figura plana de la Tierra), y el

punto de partida de las concepciones modernas acerca

de los astros que pueblan el cosmos.

- Bibliografía:

- ABBAGNANO, N., Historia de la filosofía, Vol. 1 y 2,

Editorial Hora, Barcelona, 1994.

- GRIBBIN, J., Diccionario del Cosmos, Crítica,

Barcelona, 1996.

- KIRK, C. S., y RAVEN, J. E., Los filósofos presocrá-

ticos, Gredos, Madrid, 1969.

- MOSTERÍN, J., El pensamiento arcaico, Alianza

Editorial, Madrid, 2006.

- La Hélade, Alianza Editorial, Madrid, 2006.

- NORTH, J., Historia Fontana de la Astronomía y la

Cosmología, FCE, México, 2001.

(Notas al pie)1 John Gribbin, no obstante, afirma (Diccionario del

Cosmos, Crítica, Barcelona, 1996) que partiendo de

la suposición de que la Tierra era plana (Pitágoras

había sugerido la esfericidad del planeta un tiempo

antes del nacimiento de Anaxágoras, pero como lo

hizo basándose en motivos místicos y geométricos éste

acabó por rechazarla), éste calculó la altura del Sol —es

decir, la distancia entre el Sol y la Tierra— en 6.400

kilómetros, y, a partir de tal dato, halló igualmente que

el diámetro del Sol era de unos 56 kilómetros. Pero no

parece que eso sea lo que se menciona en los fragmentos

conservados escritos por Anaxágoras ni en la doxografía

posterior (y, si así fuera, el tamaño asignado al Sol

sería incoherente con que la estrella era mayor que el

Peloponeso).2 Kirk, C. S., y Raven, J. E., Los filósofos presocráticos,

Gredos, Madrid, 1969.

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Hace algunos días me encontraba plácidamente senta-

do en el jardín de mi casa, cuando de súbito me percaté

de un pequeño detalle: Una curiosa coincidencia visual

se cumplía desde mi posición privilegiada, el horizonte

marino se alineaba con el vértice de un pequeño pro-

montorio que posee el Peñón de Ifac en su extremo

SE, conocido con el topónimo de “Punta del Carallot”.

(Fotografía 1)

Además esta alineación era muy sensible a pequeños

desplazamientos en vertical; en la terraza del primer

el cÁlculo del radio de la tierra desde mi jardÍn

Francisco Pavía Alemany

[email protected]

La alineación del horizonte marino, con algún accidente geográfico permite calcular el radio de la tierra..Lo extraño del hecho, es que esta circunstancia no se haya utilizado desde la antigüedad para determinarlo dado que

ya se poseía el concepto, los conocimientos y los datos necesarios para realizarlo.

Fotografía 1.- La foto tomada desde el lugar correcto. Puede verse perfectamente la alineación entre la “Punta del Carallot”, y el horizonte marino.

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Huygens nº 105 noviembre - diciembre 2013 Página 26

piso, unos escasos 3 m encima, la alineación se perdía.

(Fotografía 2)

Al poco tiempo percibí que este detalle se podía utili-

zar para determinar el Radio de la Tierra y así lo hice.

La circunstancia descrita no es una rareza, este tipo de

alineamiento en que desde nuestra posición observamos

que la cumbre de una isla o cualquier otro detalle geo-

gráfico se alinea con el horizonte marino se produce con

frecuencia, especialmente una vez alertados y estando

pendiente del detalle, e incluso lo podemos buscar y

forzar.

Lo extraño del hecho, es que esta circunstancia no se

haya utilizado desde la antigüedad para determinar el

radio de la Tierra, dado que ya se poseía el concepto, los

conocimientos y los datos necesarios para realizarlo.

-El concepto de una Tierra esférica no se generalizó

hasta la demostración directa mediante la circunnave-

gación de la Tierra por Juan Sebastian Elcano (1519-

1522).

Pero desde el siglo VI a.C. en que surgió la idea de la

esfericidad de la Tierra en la filosofía griega, parece

ser que Pitágoras (580-495 a.C.) fue su precursor, siem-

pre ha habido pensadores defensores de este concepto.

-Los conocimientos necesarios para la determinación

del Radio de la Tierra por este método, se reducen a la

aplicación de dos veces del Teorema de Pitágoras y a

la resolución de un sistema de dos ecuaciones con dos

incógnitas.

-Los datos necesarios se limitan a conocer:

La altura de la isla o punto que se alinea con el

horizonte.

La altura del acantilado o punto en que nos encon-

tramos.

La distancia entre estos dos puntos.

A pesar de tener los geómetras las posibilidades para

utilizar este método desde la antigüedad, lo que hubiese

podido aportar una buena estimación del Radio de la

Tierra mediante una aplicación reiterada, no me consta

Fotografía 2.- A unos escasos 3 metros de altura del punto anterior, puede verse cómo la alineación desaparece.

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Huygens nº 105 noviembre - diciembre 2013 Página 27

que se realizara.

El primer cálculo de la circunferencia de la

Tierra.

Se atribuye a Eratóstenes (276-194 a.C.) la primera

estimación del valor de la circunferencia de la Tierra.

Eratóstenes disponía del mayor tesoro que pudiera

anhelar en sus tiempos un amante del conocimiento, los

miles y miles de pergaminos y papiros que albergaba la

biblioteca de Alejandría, que él dirigía.

En uno de estos documentos, un día leyó una peque-

ña curiosidad que ocurría en Siena (actual Asuán): El

día del solsticio de verano, a mediodía, el Sol se veía

reflejado en el fondo de los pozos.

Este especial y pequeño detalle, puso en funcio-

namiento su mente inquieta que supo aprovecharlo,

proporcionándole el concepto mediante el cual podría

determinar por primera vez, la longitud de la circunfe-

rencia de la Tierra.

En el siguiente solsticio de verano, mediante un

gnomon en posición vertical que había preparado en

Alejandría, pudo verificar que a mediodía éste si pro-

ducía sombra.

En su época no se utilizaban los grados para medir

ángulos; Estos se medían como fracciones del círculo.

Por ejemplo un ángulo de 45 grados era definido enton-

ces como 1/8 de círculo.

A partir de esta sombra, Eratóstenes pudo concluir

que ambas ciudades estaban situadas con una diferencia

de latitud equivalente a un ángulo de 1/50 de circunfe-

rencia, (7º 12´)

A partir de la inmensa información que disponía en

su biblioteca, pudo determinar que la distancia entre

dichas ciudades era de 5000 estadios egipcios (un esta-

dio media 300 codos de 52,35 cm).

Solamente necesitaba multiplicar este valor por 50

para obtener el valor buscado, 250 000 estadios (39

262,5 Km.), obteniendo una buena aproximación a los

40 000 Km. que hoy le asignamos.

Posteriormente otros repitieron las mediciones, pero

obtuvieron valores erróneos y muy inferiores a los de

Eratóstenes, empequeñeciendo nuestro planeta.

Almagesto “El más grande”.

Ptolomeo Claudio (87-170 d.C.) astrónomo, geógra-

fo y matemático, recopiló todo el conocimiento que

se tenía sobre los astros en trece volúmenes, que titulo

Mathematike syntaxis. Los árabes la tradujeron con el

titulo al-Majisti (El más grande)

Entre los datos recopilados figuraba el valor de la

circunferencia de la Tierra, pero no el que había obte-

nido Eratóstenes, sino el de uno de sus seguidores, que

estimó esta cifra próxima a los 25 000 Km.

Con la conquista de Toledo en 1085, se tradujo el gran

acervo allí existente al latín y a partir de este momento,

por toda Europa, las ideas que Ptolomeo había plasma-

do se convierten en una especie de Biblia. No cabía su

modificación ni siquiera la simple duda.

El descubrimiento de América

Colón, en su intención de llegar a las Indias nave-

gando hacia el Oeste, seguramente se dejó influir por

estas fuentes de información erróneas sobre el tamaño

de la circunferencia de la Tierra, que suponían el equi-

valente al de unos 25 000Km. actuales, trasmitidas por

el Almagesto; de conocer la verdadera distancia que

le separaba de la India, lo más probable es que no se

hubiera propuesto realizar el famoso y fructífero viaje.

Por ello también podemos decir que America la

descubrió Colón, gracias a que los geómetras no tuvie-

sen en aquellos tiempos, “la feliz idea” de aplicar dos

veces el teorema de Pitágoras y resolver un sistema

de dos ecuaciones como veremos a continuación para

determinar la circunferencia aproximada de la Tierra.

Dado que si en vez de los 25.000 Km estimados este

valor hubiese sido mas próximo a los 40.000 Km

probablemente Colon no hubiese tenido la osadía de

emprender la travesía.

DISTANCIA DESDE UNA DETERMINADA

ALTURA AL HORIZONTE MARINO

Supongamos que nos encontramos en la cumbre de

una isla con una altura sobre el mar “h”, y deseamos

averiguar la distancia del horizonte marino “d”, en

función del Radio de la Tierra “R”.

Tenemos:

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Huygens nº 105 noviembre - diciembre 2013 Página 28

de donde despejando d y simplificando, queda

y nos será útil la notación

Supongamos que ahora nos encontramos sobre un

acantilado con una altura sobre el mar “H” y da la

casualidad que desde allí observamos que la altura de

la isla “h” coincide con el horizonte marino.

De forma similar tendremos:

,

Con lo anterior tenemos un sistema de dos ecuacio-

nes con dos incógnitas.

conocemos “h”, “H” y “D”

y las incógnitas son: “d” y “R”

Sustituyendo 2R por el valor anterior obtenemos la

ecuación de segundo grado:

Y obtenemos primero

Y posteriormente

En mi caso he conseguido los valores “h”, “H” y “D”

a partir de la topografía del lugar y he obtenido unos

valores muy aproximados para la circunferencia de la

Tierra.

En concreto, con el método descrito, y las medidas siguientes:

h = 0.0612 Km. H = 0.083 Km. D = 4.59 Km.Obtuve un R = 6.356 Km. (El radio medio de la Tierra son 6.371 Km)

En la antigüedad no se disponía de este tipo de pla-

nos pero tenían suficientes recursos para determinar dos

alturas y una distancia en el caso de que se hubiesen

percatado de las posibilidades de este método.

FIGURA Nº 2 Segunda ecuación

FIGURA Nº 1 Primera ecuación

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Huygens nº 105 noviembre - diciembre 2013 Página 29

Pues ya tenemos entre nosotros al gran cometa del año (y veremos si del siglo), el ISON. Aunque en estos momentos apenas si es distinguible al amanecer con la ayuda del telescopio, conforme se vaya acercando a su perihelio (28 de Noviembre) éste comenzará a ganar en brillo y a hacerse más visible hasta el punto de que se espera que sea visible a simple vista a principios de Noviembre. Id preparando pues los telescopios y las cámaras por si al final nos diera una agradable sorpresa. Y recordad que con los cometas cualquier cosa puede ocurrir y si tenemos suerte tal vez volvamos a rememorar los magníficos momentos astronómicos que nos regalaron los grandes cometas del siglo pasado (Hyakutake, Hale-Bopp o Halley).

Coordinado por Ángel [email protected]

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Huygens nº 105 noviembre - diciembre 2013 Página 30

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Huygens nº 105 noviembre - diciembre 2013 Página 33

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Huygens nº 105 noviembre - diciembre 2013 Página 34

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Notas importantes: 1. Es posible que se incluyan actos especiales, con colegios, público en general, o conferencias durante este año.

Se anunciarán oportunamente, y se comunicarán por medio de la lista de correos.2. Pueden haber cambios importantes. Confirmar siempre con la página web.3. Esposible que se reinicie el curso de Linux que quedó pendiente. Se avisará mediante la lista de correo

[email protected]

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15 - noviembre - 2013

22:00 Hora Local

15 -diciembre - 2013

22: Hora local

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Para NOVIEMBRE & DICIEMBRE 2013Por Francisco M. Escrihuela

[email protected]

LOS SUCESOS MÁS DESTACABLES DEL BIMESTRE

1 de noviembre: Mercurio en conjunción superior.1 de noviembre: Máxima elongación vespertina de Venus E.(47º) a las 03:40 (mag. -4.41). 10 de noviembre: Eclipse de Sol anular-total-central.

Inicio a las 08:08.Medio a las 08:44.Fin a las 09:18.

3 de noviembre: Lluvia de meteoros Táuridas.17 de noviembre: Máxima elongación matutina de Mercurio W.(19º) a las 22:11 (mag. -0.46). 17 de noviembre: Lluvia de meteoros Leónidas.13 de diciembre: Lluvia de meteoros Gemínidas.21 de diciembre: Solsticio de invierno.29 de diciembre: Saturno en conjunción superior a las 02:26.

Planetas visibles: Mercurio, al amanecer. Venus, en los atardeceres. Marte después de la medianoche. Júpiter durante toda la noche. Saturno, antes de amanecer. Urano, Neptuno antes de medianoche. Plutón, al principio de la noche.

LOS PLANETAS EN EL CIELO

Mercurio, en Virgo, estará localizable en los días próximos al momento de su máxima elongación, es dedir, a mediados de noviembre, cuando lo podremos observar durante el crepúsculo matutino sobre el horizonte Este-Sureste. El 26 de noviembre se encontrará muy cerca de saturno.

Venus, entre Libra y Sagitario, estará visibles en los atardeceres de este bimestre, resplandeciendo sobre el hori-zonte Suroeste.

Marte, en Virgo, estará localizable a principios de noviembre a partir de las tres de la madrugada y a finales de diciembre una hora antes, emergiendo sobre el horizonte Este-Sureste. Cabe destacar que su magnitud aumentará de la 1.5 a la 0.8.

Júpiter, en Géminis, estará visible prácticamente durante toda la noche si bien a principios de noviembre emergerá sobre el horizonte Este-Noreste poco antes de la mediano-che.

Saturno, en Libra, emergerá sobre el horizonte Este-Sureste unas dos horas antes de amanecer a finales de diciembre, por lo que no deberemos preocuparnos de él antes de estas fechas.

Urano, en Piscis, estará localizable a principios de bimes-tre durante casi toda la noche, es decir, hasta unas dos horas antes de amanecer. A finales de diciembre sólo lo podremos localizar hasta poco después de la medianoche.

Neptuno, en Acuario, estará localizable a principios de noviembre hasta pasada la medianoche, si bien a finales de diciembre lo estará unas dos horas después del crepús-culo vespertino, cuando se oculte tras el horizonte Oeste-Suroeste.

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Plutón, en Sagitario, sólo lo podremos localizar a principios de noviembre y poco después del crepúsculo ves-pertino pues en menos de dos horas desaparecerá tras el horizonte Oeste-Suroeste.

Entramos en el invierno.El 21 de diciembre, a las 13:10 se producirá el Solsticio de Invierno, momento en el cual el Sol se encontrará en

la posición más baja (-23,5º de declinación), al mediodía, de todo el año. Por ello, el día poseerá la menor duración, empezando a partir de esa fecha a ser cada día más largo. La distancia entre el Sol y la Tierra será de 147.161.200 Km. El tamaño angular del Sol será de 32’31’’.)

DATOS PLANETARIOS DE INTERÉS(El 31 de julio o en el momento de mejor visibilidad para Mercurio y Venus)

Mercurio Venus Marte Júpiter Saturno Urano Neptuno PlutónMagnitud -0.34 -4.54 1.21 -2.44 0.85 5.78 7.90 14.20Tamaño angular 7.1’’ 38’’ 5.7’’ 45’’ 15’’ 3.6’’ 2.3’’ 0.096’’Iluminación 52% 29% 91% 99% 99% 99% 99% 99%Distancia (ua.) 0.952 0.435 1.643 4.370 10.767 19.559 30.103 33.037Constelación Virgo Sagit. Virgo Gémin. Libra Piscis Acuario Sagit.

Lluvias de MeteorosEn este bimestre tendremos tres lluvias de meteoros: las lluvias Táuridas, las Leónidas y las Gemínidas.Las primeras desarrollarán su actividad entre el 20 de octubre y el 30 de noviembre, siendo el día de mayor inten-

sidad el 3 de noviembre. La radiante se situará a 3h 44m de ascensión recta y a +22 grados de declinación. Para la noche del máximo, el meridiano pasará a las 20:55 TU y a 73º de altitud. En el momento del máximo, la Luna tendrá iluminada el 0% de su cara visible. Esta lluvia está relacionada con el cometa Encke.

Las Leónidas desarrollarán su actividad entre el 15 y el 20 de noviembre, siendo el día de mayor intensidad el 17. La radiante se situará a 10h 8m de ascensión recta y a +22grados de declinación. Para la noche del máximo, el meridiano pasará a las 02:23 TU y a 73º de altitud. En el momento del máximo, la Luna tendrá iluminada el 100% de su cara visible. Esta lluvia está relacionada con el cometa Temple-Tuttle.

Finalmente, las Gemínidas desarrollarán su actividad entre el 7 y el 16 de diciembre, siendo el día de mayor intensidad el 13 de diciembre. La radiante se situará a 7h 28m de ascensión recta y a +32 grados de declinación. Para la noche del máximo, el meridiano pasará a las 22:01 TU y a 83º de altitud. En el momento del máximo, la Luna tendrá iluminada el 83% de su cara visible. Esta lluvia está relacionada con el asteroide 3200 Phaethon.

BibliografíaPara la confección de estas efemérides y la determinación de los sucesos y fases lunares se han utilizado los

programas informáticos Starry Night Pro y RedShift y un calendario convencional.

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NOVIEMBRE/DICIEMBRE 2013por Josep Julià

APROXIMACIONES A LA TIERRA

Objeto Nombre Fecha Dist. UA Arco Órbita

2008 HC38 2013 Nov. 1.54 0.07348 1-opposition, arc = 8 days 2012 VZ19 2013 Nov. 4.91 0.145214 1-opposition, arc = 2 days 2013 TE6 2013 Nov. 7.10 0.137785 1-opposition, arc = 13 days 2013 RM43 2013 Nov. 7.70 0.079489 1-opposition, arc = 37 days 2012 UV136 2013 Nov. 8.51 0.047707 2 oppositions, 2012-2013 2013 RV9 2013 Nov. 8.58 0.068877 1-opposition, arc = 35 days 2007 TC66 2013 Nov. 8.87 0.181634 3 oppositions, 2007-2013 2013 TN69 2013 Nov. 9.33 0.083512 1-opposition, arc = 4 days (138095) 2000 DK79 2013 Nov. 10.23 0.126036 7 oppositions, 2000-2012 (138852) 2000 WN10 2013 Nov. 11.38 0.127311 12 oppositions, 2000-2011 (6063) Jason 2013 Nov. 11.55 0.079033 13 oppositions, 1960-2012 1997 WQ23 2013 Nov. 11.92 0.078789 2 oppositions, 1997-2013 2011 JY1 2013 Nov. 13.72 0.02232 1-opposition, arc = 7 days 2008 GD110 2013 Nov. 15.07 0.06930 1-opposition, arc = 10 days 2011 CA4 2013 Nov. 16.60 0.04166 1-opposition, arc = 5 days 2013 TK69 2013 Nov. 17.08 0.083940 1-opposition, arc = 6 days 2009 WN6 2013 Nov. 17.27 0.09258 1-opposition, arc = 28 days 2001 AV43 2013 Nov. 18.90 0.007600 2 oppositions, 2000-2013 (85774) 1998 UT18 2013 Nov. 21.67 0.1724 4 oppositions, 1989-2004 1997 YM9 2013 Nov. 22.13 0.1859 2 oppositions, 1997-2006 2000 KA 2013 Nov. 24.41 0.01902 1-opposition, arc = 24 days 2010 WE1 2013 Nov. 24.64 0.07307 1-opposition, arc = 0 days 2001 WW1 2013 Nov. 25.42 0.1250 2 oppositions, 2001-2005 2012 XJ16 2013 Nov. 25.53 0.188900 1-opposition, arc = 9 days 2010 CL19 2013 Nov. 25.66 0.096603 4 oppositions, 2010-2013 2001 UD18 2013 Nov. 25.81 0.096080 1-opposition, arc = 1 days 2013 NJ 2013 Nov. 26.13 0.006335 1-opposition, arc = 103 days 2009 LD 2013 Nov. 27.31 0.08249 1-opposition, arc = 3 days 2009 HD82 2013 Dec. 2.09 0.08539 1-opposition, arc = 31 days 2010 TK7 2013 Dec. 5.67 0.196655 3 oppositions, 2010-2012 2008 TQ2 2013 Dec. 14.49 0.153466 3 oppositions, 2008-2013 2009 XP2 2013 Dec. 14.51 0.05712 1-opposition, arc = 31 days 2012 CL19 2013 Dec. 20.72 0.097610 2 oppositions, 2012-2013 2012 XL16 2013 Dec. 21.28 0.128983 1-opposition, arc = 11 days 2011 YD29 2013 Dec. 27.80 0.01630 1-opposition, arc = 3 days 2011 BT15 2013 Dec. 28.65 0.032226 3 oppositions, 2007-2013 1998 VD32 2013 Dec. 28.78 0.1631 1-opposition, arc = 12 days 2010 XZ67 2013 Dec. 29.99 0.063861 2 oppositions, 2010-2013 2009 XZ1 2013 Dec. 30.85 0.050782 3 oppositions, 2001-2012 2000 WG63 2013 Dec. 31.48 0.1937 1-opposition, arc = 16 days

Fuente: MPCDatos actualizados a 05/11/13

La mayoría de éstos asteroides suelen tener pocas observaciones, lo que se traduce en órbitas con un elevado grado de incertidumbre. Por ello, es recomendable obtener las efemérides actualizadas en:

http://www.minorplanetcenter.net/iau/MPEph/MPEph.html

ASTEROIDES BRILLANTES

Efemérides de los asteroides más brillantes (mag. ≤ 11; elongación ≤ 90) obtenidas para el día 15 de cada mes a las 00:00h TU.

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SERVICIOS MENSAJERÍA

URGENTE LOCAL PROVINCIAL REGIONAL NACIONAL

INTERNACIONAL

NOVIEMBRE

NOMBRE MAG. COORDENADAS CONST.

(7) Iris 9.4 21h40m06.07s -07 03’ 40.8” Aqr (10) Hygiea 10.6 02h03m03.66s +17 33’ 09.3” Ari (18) Melpomene 10.6 08h56m10.45s +08 28’ 21.6” Cnc (20) Massalia 9.2 02h11m35.54s +12 52’ 08.8” Ari (42) Isis 10.6 01h36m10.96s -01 50’ 29.7” Cet (44) Nysa 10.7 00h16m27.06s -03 44’ 02.7” Psc (89) Julia 10.2 23h10m15.39s +19 24’ 54.5” Peg (216) Kleopatra 9.6 03h36m12.29s +11 23’ 12.6” Tau (324) Bamberga 9.7 23h03m33.49s +09 38’ 42.9” Peg (354) Eleonora 10.6 03h23m44.52s -10 10’ 54.2” Eri (511) Davida 10.1 04h51m13.85s +05 05’ 51.3” Ori (532) Herculina 10.3 06h38m06.98s +13 57’ 14.9” Gem

DICIEMBRE

NOMBRE MAG. COORDENADAS CONST.

(2) Pallas 8.3 10h01m06.44s -21 36’ 14.3” Hya (11) Parthenope 10.7 07h52m18.14s +18 24’ 28.4” Gem (18) Melpomene 10.1 09h06m40.14s +07 39’ 25.0” Cnc (19) Fortuna 10.4 07h37m53.43s +19 02’ 00.4” Gem (20) Massalia 9.9 01h58m08.64s +11 33’ 14.5” Ari (51) Nemausa 10.8 07h02m48.48s +06 16’ 22.4” Mon (64) Angelina 10.8 04h39m11.58s +23 53’ 38.9” Tau (89) Julia 10.7 23h38m11.31s +19 00’ 42.7” Peg (216) Kleopatra 10.2 03h18m03.07s +07 09’ 12.2” Cet (324) Bamberga 10.4 23h44m30.24s +12 57’ 31.3” Psc (354) Eleonora 10.9 03h02m02.17s -09 30’ 32.0” Eri (505) Cava 11.0 04h32m14.42s +16 52’ 44.5” Tau (511) Davida 10.0 04h25m26.49s +06 38’ 26.2” Tau (532) Herculina 9.6 06h19m07.78s +15 41’ 38.7” Ori

Contraportada-Doble cúmulo de PerseoSi la contra del bimestre pasado os mostramos un objeto archiconocido para la mayoria (nuestro Sol), en esta ocasión presentamos otro que seguro que hemos visto todos algu-na vez, el Doble Cúmulo de Perseo. Visualmente la mejor forma de verlo es con la ayuda de unos prismáticos potentes pero éstos nunca nos van a poder ofrecer la profundidad y el contraste de colores que nos ofrece la fotografía. La toma fue realizada por Jesús Peláez el 5 de Octubre de 2013 desde el observatorio de Padilla (Burgos) usando una cáma-ra Canon EOS 350D acoplada al telescopio William Optics FLT 110 mm. La toma final es el resultado de la combiación de 11 tomas de 300” c.u. (0.9 horas de tiempo de integración) a ISO1600 con darks (15), flats (15) y bias (15).

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