Hume - Tratado de la naturaleza humana I

426
CEHT 10  D E C O P I A D O D E H U M A M » » CÁTEDRA  j á s 7 . / ¿ j 'r ^lC í . k í f j ^ DI GO.'^ 0 ) DES CRIP CIÓ N , j ¡;. AUTORH o&é, /h U f /) ' ; j LI BRO / % ? ¿ A . $ O k &4S>4 C AP Í TU LO S V ' - ' COPX áS^fH- ; - M d l O l . ?íúlt * Original revisado y aprobado por el docente;...,. ........ C^rgo ........  . Quien fir ma en conformid ad con el e$ta¿ original Copy r ig ht 1977¿? F él ix. D u q u e Editcrti Nacional, Madrid (España) ISBN: 84-276-0414-9 ' “Depósito legal: M. 40.732- 1977 , ' Prinsá in Spaia Impr es o su Closas- Orcoy en, S. L . Martínez Paje, 5. Madnd- 29 BIBLIOTECA DE LA LITERATURA  Y E L PE N S A M IE N T O ’UNI\ rÉR S A L ES

Transcript of Hume - Tratado de la naturaleza humana I

 
C E H T 1 0   D E C O P I A D O D E H U M A M » »
C Á T E D R A  j á s 7 . / ¿ j 'r ^ lC í.k íf j^
C ÓD IG O .'^ 0 )
DESCRIPCIÓN , j ¡;.
LIBRO /%? ¿A .$ O k &4S>4
CAPÍTULOS V ' - '
. ?íúlt *
Original revisado y aprobado por el docente;...,.........
C^rgo ........ .  Quien firma en co nfo rm idad con el e$ta¿
original
ISBN: 84-276-0414-9 ' “Depósito legal: M . 40.732- 1977 ,
' P r in s á in Spaia
Impres o su Closas- Orcoyen, S. L . Martínez Paje, 5. Madnd- 29
 
í .a, f-¡ í  \ V k <
Í j &
FELIX DUQUE
EDITORA NACIONAL
 
David Hume murió el 25 de agosto de 1776, Se  han cumplido, pues, los 200 años de su muerte. Desde  entonces, pero muy especialmente desde buce un siglo , su figura no ha hecho mas que agigantarse: Y el mejor  tributo que un autor puede tener es que sus obras se  lean. Por ello, mi deseo es que esta edición española  — según mis noticias, primera íntegra y dolada de 
: aparato c r it ic o c o ntr ib uy a al mejor conocimiento del-  filósofo de. Edimburgo entre el público' de lengua cas tellana. En su codicilo testamentario, Hume dejó dis puesto que en su epitafio sólo constaran su nombre _  y los años entre los que corrió su vida, «dejando a la~  'posteridad añadir el resto». Me siento feliz porque  a mi se me haya permitido añadir algo .
'"Esta- traducción se ha hecho sobre la base de la  reimpresión — editada por Selby- Bigge— de la edición - :original.  Además, se han tenido en cuenta las edicio ne s de Creen y Grose, y la de Everyman s Librar y.  Por lo que respecta a versiones, algunos pasajes han  sido contrastados .con la francesa de Leroy , y también  con la española de Vicente V i que ir a (1923),  *digna 
 
. -- - .
dos' centros de cultura. T odas esas ediciones son ci tadas mas por extenso en la  Bibliografía,
Mi mayor cuidado se ha centrado en la fijación de  la terminología; mi mayor peligro, la «transición fácil»   (en expresión del propio Hume) a expresiones filosó ficas' que sólo en nuestros días han adquirido carta  de naturaleza. He preferido en todo caso el rigor a  la elegancia. Por ello, pido disculpas de antemano por   la dureza de algunos pasajes, dureza que debía ser  conservada para ser fiel al pensamiento del escocés.  Una innovación — pequeña pero útil, espero— ha  consistido en señalar, al margen, la paginación de  la edición de Selby- Bigge, por la cual se cita, casi. umversalmente, el  Tratado. En nuestras notas he mos citado la obra señalando en números romanos , ^rimero el libro, y después la parte, seguida por la   sección, en números árabes. Cuando la cita debía ser  mas precisa, se ha hecho acompañar el número del   volumen  v página de la presente edición. Así, I, I I I , 14; I, pág. 295, debe leerse  «Tratado. Libro I. Par te III. Sección 14; volumen I, página 295.» En algu nas ocasiones, y a fin de respetar la paginación original   en el  Apéndice, sobre todo, se ha hecho constar  ésta, pero con las cifras en cursiva, o seguida por las   siglas  S,- B. (Selby-Bigge). Así,-  «véase- pág.-87 S.  -B-- (194)» debe leerse: «consultar página 87 de la edi ción original, correspondiente a.la pág,- 194 de esta  versión»: Por lo demás, las notas del propio Hume   van siempre señaladas :con asterisco, mientras las mías   aparecen numeradas por libros. Se ha intentado que  el texto refleje en todo lo posible el original (espacia dos, cursivas, notas, etc.).
Nada me agradaría "más : que' -:el que la : presente  edición quedase «abierta»: .que pudiera recibir correc ciones, enmiendas y /nuevas notas críticas. De este  modo, si la opinión del público, que tanto estimaba  Hume, hiciera posible nuevas ediciones , éstas experi mentarían un proceso de enriquecimiento. con lo que  al'final éxistiría "una base digna para la investigación
10
 
española actual, en la medida en que el conocimiento   .. del gran filósofo pueda impulsarla.  _ _
Como me ha parecido que quien mejor podía hablar  de Hume era él mismo; y en este caso poseemos el 
: valioso documento que es la  Autobiografía, se ha  hecho preceder al  Tratado esta breve y apasionante  'confesión.
Deseo hacer constar mi viva gratitud a tres perso nas: a Nea, que no sólo ha tolerado — más o menos  estoicamente— un año increíble, sino que también  me ha. ayudado en el- borrador, tndices} y demás tor-   turas ideadas por los' «académicos», A Jaime de Salas,  'gran conocedor de Hume, que ha tenido la paciencia  'y el valor de leer y corregir iodo el manuscrito. Y,  /po r fin, a Quintín Racionero, que ha traducido límpi
damente, y localizado, las [citas clásicas. Por ellos , por  la Editorial que acoge la aventura, por mí, y- sobre  .todo/ por Hume, deseo"- fervientemente que esta vez  el Tratado no salga muerto de las prensas.
Félix Duque
, ; Madrid, 1976
 
 
 
L O r i g e n    y    ü e s t i n o   d e l
« T R A T A D O D E L A N A T U R A L E Z A H U M A N A »
E n '1734^ un joven escocés, devorador de literatura clásica, frustrado aprendiz- de comerciante, y xc.su el la mente decidido a desobedecer la consigua familiar de dedicarse a la abogacía, pasaba a Francia, en un gesto que tenía mucho de peregrinación y reto \ En efecto, el retiro escogido es La Fleche, locus  cartesiano por excelencia. Es allí donde se ekbor a^'~ T 7 ^ 2o de la  naUirdeza htmiana^^una obra en la que se proponía nada menos que «un sistema completo ce las ciencias,
.edificado sobre ujjiulidamento c_asi_enteramente nue- vo7 r e í"único sobre el__que las ciencias pueden basarse con™'seguridad»2. La obra apareció sin nombre de autor,' y," seguramente, no por timidez, sino por arro gancia, Se tenía la pretensión de que valiera por sí misma, sin que el nombre de su creador influyera en nada (extraña pretensión, en un. novel). El desengaño no pudo ser más cruel. No sólo no se vendía la obra,
5 I, I I I , 9 (I , pág. 224): «La idea vivaz de los lugares pasa por una fácil transición a Jos hechos que se supone están relacionados con ellos por contigüidad, con lo que aumenta la creencia al aumentar la vivacidad de la concep ción.» (Las citas del Tratado  se hacen directamente, sin se ñalar el nombre de la obra.)
2 Ir,ir.  ( I, pág . 81). •
 
sino que ni siquiera .provocaba murmullos entre los fanáticos. Su destino parecía ser la mas completa indiferencia, El .odio del_ autor, ansioso de fama lite raria, contra su propia producción, fue creciendo en intensidad’Híásta alcanzar el climax   al final de su vida, en 1776,'Tanto en la Autobiograf ía  como en la A dver tencia  que precede a la última compilación que Hume hizo de sus obras filosóficas (que, naturalmente, no incluía el Tratado),  David Hume confiesa-, por pri mera vez en público; su paternidad, pero sólo para renegar cle.su producción, de «esa obra juvenil,, que nunca reconoció su autor. ... A partir de ahora, el amor desea que los trabajos siguientes puedan ser considerados los únicos que contienen su concepcio nes y principios filosóficos» ' ’... V ' " .'
Felizmente, los deseos de 'Hume no se han cum plido en absoluto. Para criticarla o enaltecerla, la obra básico a que se han dirigido los estudiosos de la filosofía humeística ha sido el Tratado.  Sin embargo., cabe preguntarse por las ..razones, que motivaron el repudio. La primera es, sin duda, de orden literario. E l Tratado  es un libro realmente mal escrito.  Lejos de la clásica serenidad del filósofo, encontramos súbi tos y cambiantes estados de ánimo, que pasan de la arrogancia extrema al más extremo de los pesimismos/ El yo. del autor ..irrumpe casi a cada página, impi diéndonos seguir la progresión de las argumentaciones, o, al menos, dificultando su comprensión4. La falta de coherencia, las contradicciones, incluso, son reco nocidas a veces hasta por el propio autor P. Esta negli-
^ En Phít. Works  (ed. Green  y G r ose), III, págs. 35-6, “ A pesar de la ev idente malevolencia, hay que reconocer
Q u e el desconocido recensor de la obra en la Hisiory of ihe   W orks of toe L eamed  (1739) tiene razón cuando afirma:
«Esta obra se halla absolutamente calmada de egotismos-   D m c ’imeme habría seguido el autor con mayor frecuencia ese modo de hablar si hubiera escrito sus propias memorias» (ctt.  en M o s s x e r : Líre oí D,  H., Ox rord, 19702 pág. 121),
 
gencia, este cúmulo de doctrinas 'difícilmente con ciliables entre sí/ha n llevado o Seiby- Bigge a afirmar que «sus páginas, especialmente las clel Tratado, están tan llenas de contenido; dice raneas cosas diferentes
•de tantas maneras diferentes y en conexiones di te ren tes, y con tanta indiferencia hacia lo que ha dicho antes, que es muy difícil decir con certeza si enseñó, o no  enseñó, esta o aquella doctrina en particular.  A plica los mismos principes a tal variedad de ternas, que no es sorprendente que en sus afirmaciones pue dan encontrarse muchas inconsistencias verbales, y algunas reales. En lugar de ser prudente, está de seando decir la misma cosa de distintas formas, y, a la vez, es a menudo negligente y muestra indiferencia hacia sus propias palabras y formulaciones. Esto hace que sea fácil encontrar en Hume todas las mosorías,
'o bien, oponiendo una afirmación contra otra, nin guna filosofía en absoluto» El Tratado  es un ver dadero acertijo, del que es difícil, sí posible, encon trar la"'fórmula mágica que entregue' el sencido último del sistema/ Algunas palabras diremos sobre ello más adelante. Ahora es interesante señalar que, si muy pocos entendieron el significado de las abstrusas fór mulas de la filosofía humeana, algunos sí captaron en seguida sus implicaciones en el campo de la reli gión y la moral. El «murmullo 'entre ios fanáticos» iría creciendo progresivamente hasta convertirse en un clamor bien audible. En 1756 se llegó a pedir da •' ex comunión para Hume A”Háblamos"™de'“ ello‘" erf ~la" nota  29 de”'\ S~~Aüfobíografía.  Pero quizá sea adecuado reseñar aquí el texto íntegro de la moción:
«La asamblea general, juzgando su deber el hacer cuanto esté en su mano por prevenir el crecimiento y progreso de la infidelidad, y con- -
siderando que, aunque los escritos contra la fe
señalar las diversas dineuitaces e incoherencias entre las m u i- . , tiples concepciones del Tratado.)
 
han comenzado, a publicarse durante los últL . mos años en esta nación, hasta ahora ha testi
ficado contra ellos solamente en general, desea llamar la atención sobre una persona que se firma David Hume, Esq.,  y que ha llegado a tal grado de temeridad que ha confesado públi camente ' ser autor de libros que contienen los ataques más rudos y francos contra el glorioso Evangelio de Cristo, así como  principios evi dentemente' subversivos incluso de la religión' natural y Jos fundamentos de la moralidad, si es que no establece.un directo ateísmo. Por todo ello, la asamblea pide a las personas que a con-
tinuación se nombran, que formen un comité para investigar en los escritos de dicho auior,  y que pidan a éste se presente ante ellas; pre parando además el expediente nota ser elevado a la próx ima asamblea general - . .
La moción no prosperó, pero revela bien clara mente el clima de hostilidad con que Huine .se-. en contró a lo largo de su vida por parte de estamentos religiosos y académicos (sus dos intentos por ocupar cargos docentes fueron fallidos; vid. notas- A l  y 25 de la  A utobiograf ía).  Sin embargo> Hume no temía estos ataques- Puede decirse- que incluso los buscaba abiertamente5. Pero el rencor contra el Tratado  se fue plasmando progresivamente según el filósofo &á-.  ve r tnr r q^^ oue había hecho de laoEril^EFaos E nqniries  y el ensavo On íhe   Vas si oTíT)71bs ci'í tieoT lF ”cebaban en Ta obra Juvenil - lIFT ndlgnación subió de. punto cuando, no ya clérigos
1 La referencia de la «conf es ión» -'debe ser a" lá'. 1Mestiza-   ciórt sobre ei e¡ :iexdhmenío humanó  (1748). no 'al •Traído.  (La 1 ?;vesii£¿ic:ón  será cunda en acidan re como Ejwtnrx.)
8 Aparecida en Scots Magxzine  de 1756. pág/ 2S1. Reco gida en Heixemann: Dtwid'.Hume.  París, 1940j págs, 19-20.
 
5r moralistas, sino un pensador .de peso,z Xhomas -FLeidL- centró sus _crífica- s contra 'H ume v a liéndos e del Tratado,  en la Inauirv biia-JiLe Human Mind  (1704,). Pero aúñ tuvo más importancia la entrada en escena de lames Beattie. mediocre seguidor de Reíd, con el Essay on the  Nature an¿ hnmutability   of Truth in bpposuion to ^ophistry and'S'cepHcism  (iT /üy r E l título es bien significativo. Y más lo fue
Iel éxito espectacular que alcanzó 10. El libro fue rá bidamente traducido a l' alemán, ~Y és irónico consta tar oue'K ant conoció las ^doctrinaspropias de T T r^
, laclo  a través de esta traducción. Fue Kant quizá el i único que, leyendo entre lineas, supo; ex traeF^e~ las críticas (burdas, por lo general) de Beattie el sentido de la filosofía humeana ~~^que conocía también por la tradücoáñlT7x>7GF^ d el filósofo ha venido soportandoT iasta nuestros”‘días. Dado, pues, que las críticas ;se centraban en el Tra tado,  no es extraño' que . esta "obra fuera repudiada, ni tampoco lo es qus lsi Advsrienciá  citada fuera acompañada de una nota si':editor, en la que Hume
.decía de su repudio::.''«Es i una cumplida respuesta al Dr. Reíd y a ese tipo necio y fanático de Beattie» n.
En nuestros días,-'es' evidente que' la vieja polémi ca: Tratado  o Enquiñes,  tápenas tiene sentido. Es claro que el estudioso de Hume tiene que leer las tres obras (más ios Diálogos sobre la religión natural).  También lo es que quien desee estar informado, en general, de su filosofía podrá dirigirse con provecho a la Investigación sobre el entendimiento l¿.  Pero
E El doctor Samuel T ohnsoü, : en carta a Bost eH [1112),  decía: «Cada día que pasa s e ; acoge el libro de Beattie con mayor fav or: por lo menos, a : mí me s usia más cuanto más profundizo en él» (ci¿.  en K emp S m i t h : The Pkilos, of D. H.  Londres, 1941. pág. ó. num. 3).
u Leíters.  II, 501. 12 Una cosa es decir ésto y :otra inv er tir1 enteramente la
relación y decir que hay que «considerar el Tratado como el libro de notas afortunadamente conservado en el que se
19
 
quien desee ver cómo se filosofa in vía,  cómo se lucha con ios problemas, cómo se vence y cómo, en fin, en otras ocasiones no queda sino retirarse derrotado,
. quien desee todo ello, decimos, debe dirigirse ai Tratado,  Son precisamente los defectos de exposición  y tono atecrivo, antes señalados, ios que hacen que la lectura resulte casi apasionante. Estamos ante el «laboratorio» de Hume: ninguna dificultad, fracaso o incoherencia- se- ocultan a nuestra vista, Si es cierto que filo- sotar es plantear 'problemas, no aportar, so-
' Iliciones, entonces el Tratado  resulta una obra maes tra, y su intrínseca diricuítad debe constituir más un acicate que una excusa para dirigirnos a sus escritos más, diríamos, exotéricos- .- Y a no- se trata cíe la fama literaria que Hume quería ganar, sino del puesto que debe ceupar su pensamiento en la- historia de la filosofía.  Y este puesco, a mi entender, es muy ele vado, y se debe fundamentalmente a la denostada obra juvenil.
II . I n f l u e n c ia s
Desde los tiempos de Reid y Beattie se ha hec popular la idea, cuasi- hegéliana, de un Hume ‘que sigue y culmina el empirismo -inglés .de Locke y
. Berkeley, formando así esa- insular trinity   de que irónicamente habla F le w 1J. Además, este «Hume »,
reg istran las primeras inves tigaciones filosóficas de Hume, y la Investigación como la primera expresión pública de su filosofía madura» (Ax F lev t: Hume.  En D, J . O ’Co nnor , compilador: tiist. cñi. de is filos, occidental.  Vers, de Nés-
, tor Mígnez. Buenos A ires , i>oS , IV , pág. 179). Cu también  w A . Humes. Philos, or Belíef. Á Study of bis first  j ’lnquir- /.  Lx>ndres. 1961 Mi opinión es que el Tratado,  a
pesar ce ser de lectura más difícil, es más denso, profundo  y   completo que la Enquiry.  Es cierto que falta el estudio de
...Jos milagros y la hipótesis religiosa (estudio desgajado de ia obra primitiva; véase noca 6 del libro I), pero, por lo demás, no puede dejar de pensarse en 1a Enquiry   como obra de alta
fii- ínnA rnmnar a con el Tratado.
 
al ser más radical que sus antecesores, y negar las «reliquias» vergonzan semen te metafísicas de éstos, acaba reduciendo al absurdo ei movimiento empíris- ta mismoy lo que «prueba» que hay que .aceptar la «sana metafísica», para que la razón no desvaríe u.   Y ,  cié ia misma manera que se mira ai pasado para ex plicar el «caso Hume,», inevitablemente se -acude a Kant, ya que, como tocios sabemos, Hume le des pertó del. sueño dogmático. No cíe i a de ser lamen cable esta simplista.reducd¿a_del Hlósofo..escocés al oficio ¿fe despsrtúdor.  Pero ya .hablaremos cíe esto más adelante. Nos interesa ahora conocer ios autores que inf luyeron en k redacción del Tratado.  Volvien
do a esa «trinidad insular», es indudable que Locke '.influyó' prohindamente en'T lume (y no siempre'para bien, me atrevería a sugerir}. La pane I dei T rata-  :d o~ T7 orT”u5H iTdTvai o mía ni en/ í~ lo^ev unfT laFa-
menee. Pero qüe 'be: Rete y tuviera una influencia de cisiva es mas que endoso, hs cierto: que ei trata* nTieTrnT^ j?ene rales» (T T l. 7) y deFespaao^  y £f tiempo como conjuntos de puntos sánaos y colo- re a dos (I, IX, -2) tiene un indudable sabor faerkeleva- noT Pero ex isten también claras__ muestras de que ia lectuHT HIeHg li^^ se,r_bíen superticiai (véase' nota  53 -de 7>.,-1-  hay ocasiones en que uno se inclinaría- a pensar que el conocimiento que Hume tenía de Berkeiey era sólo indirecto, y que no fue hasta 1740, momentos antes de escribir el  Apéndice,  cuando . empezó a leerlo). En todo caso, el distancia- miento del Obispo de Cloyne es patente (véase notas 104 y 124 del libro 1),
 
•' Por otra parte, .se tiende; a olvidar algo que es casi una perogrullada: Hume escogió  retirarse a Fran cia, y en este país estuvo por espacio de tres años, escribiendo su obra. ¿Cómo pueden decirse, enton ces, cosas como: «que viviera durante tres años en Francia fue un accidente que no dejó huellas, ni en el tono ni en el contenido? » Esto es indudable mente falso: la influencia, de escépticos rranceses  como ¿Montaigne  y, s o br e H ^ü^F Bayle, rue'lle-
liella .b£ r- keieyana", l o s a r frumen tos" huméanos "^obrT T i^aturale za y T ímT tiaones de l;T lmitei^^ pasados funda-
méritaftrnBT^^ parte de las alusiones históncas~ ^H~T 7¿?F¿?¿/Q (esoec. en el li bro III) están tomadas de autores franceses, corno KHIhT~v bt. Evremond (vease nota  S7 de T r . .III).  "'"T ero, sobre todo, es Nicolás de'- Maiebrancng quien
ejerce una decisiva influencia s 'bre Hume (conrrón- tese J,. L a i r d : Uwfit's Pbilmo^ jy'roi Hinnmj jyat¡¿re?  Hamden,. 1967", II, x:  «The Histoncal Situation»), Doctrinas tan fundamentales como la del «juicio.na tural» (I, III, 9; I, pág. 221), la negación de la evi dencia /de'comunicación del movimiento y de. la '.'en cienda, de la voluntad humana, y aun la teoría denlas pasiones y la moral (la distinción entre pasiones apa cibles y viojemas corresponde — aparte de una posi ción semejante en Hutchesan — a la división male- b r a n ch i a qíl. d e J j n cl i n a t i o n s / p a s s 1o n s! ). tiene la ciara impr onta. del ocasión a lista. Y ; del conocimiento de Ja !l.losofíá~TraEicionaI¡_gue Hume recibe (v acepta sin crítica) de Malehranche v Bavle. La influencia de Descartes, por lo demás, sea direc- ta'~nrl3~ T ~ T ^ es también notoria. Las bases metodoló| ieaT ^H «principio atomista» (lo
l* T- H. Grose: hufr.  a los Éssays (P hilos. Works",  IIL"40). lo Hay un pasaje (I. I. 1; I. pág. 93), el del matiz de
 
son claramente /cartesianas; todo lo oue ouéde conce-, birse existe posiblemente. T ambién lo es la definición
"de sustancia que Hume, implícitamente, acepta para sus percepciones (I, IV , 5; I, pág, 376; y la corres pondiente nota  147}, V 
||| 'Por lo que respecta a otras influencias, la de los mentimeniahstas  (especialmente H utcheson) es deci siva en la moral humearía; Hoy sabemos, gracias a los esfuerzos de N.- Kemp Smith, uno de los mejores comentaristas de Hume, que incluso la Teoría de im presiones e ideas, hasta ahora feudo lockeano in~ discutido, muestra una- clara influencia hutchesonia- na 1¡- De ejifL iiis niQ autor se derivan las teorías del moral sense.  de la benevolencia altruista y el utilita rismo. '
Por último, no podemos dejar de_rgfer^rnoq,..,a_jjna influencia seguramente''indirecta1S: la de Sir Isaac
'Newcon.. Va en el mismo /subtítulo del i retado  apa-, rece darameirt T eT T Í^^ el «New- toiT ÍFlar IHiaá lñQFále- s v- coiT iQ lo denomina Pas- smore, en frase afortunada* y Hume debió tomar 'corítáao^ conH as d oc t n n a ^n e w t o ni an a s a través de sus profesores de Edimburgo (James Gregorv, sobre todo; no se conoce con certeza si llegó a recibir clases
:de- Colín Maclaurin, el- - mejor discípulo . de. Newton,. que se encargó de la cátedra de matemáticas en 1725). En cualquier caso, la metodología del Tratado  aspira a seguir las huellas de los Principia máthem&tica,  y 
17 K  e m p   S m i t h : op. cit.;  págs. 23-51.-'Cí. también R. D. B r o i l e s : T he ni oro! P hilos, o j D. H.  La Haya. 1969-; II. 3.
n  « Dudo que H ume tuviese - la formación maiernánca s ufi ciente para leer los Principia,  si leer’ implica seguir las demostraciones matemáticas» (James Ngxg.V: evolución  de la filosofía de Hume.  Irac i. de C, 'S oiís . 'RcvV de -Occi dente. Madrid, 1974, pág. 78 ), Es ta obra ofrece uiV extenso  y detallado estudio de las /relaciones del pensamiento de Newton y Hume (véanse panes II y III passiw).
13 Hunie’s Inlentions.  Cambridge, 1952, pág. 43. Cf. tam bién A. Flew, op. cií.,  pág, IS.-
23
 
está presente casi en todas partes: desde la compa ración de los principios de asociación con la atrac ción;  comparación seguida de una clara perífrasis del hypoiheses non fingo  (í n i r I, pág, 83), a las «Re glas para juzgar de causas y efectos» (I, III, 14), claro de las Regidas Phüosophandi  clei Sistema del Mundo  {Principia,  III), También tienen una clara impronta newtoniana los numerosos «experimentos» en confir mación de hipótesis (cf. por ejemplo, II, II; 2, :pas~  sim).  El llamado- principi o a tomista,  antes- citado’ (I, L 7; I,"pág. lOS py da c or r e s po ndie nt e s ^ 23) supone una transposición al mundo'psíquico.: (a ; través, ..cu- .. liosamente, de una- metodología cartesiana) del -'ato-;.. mismo de Newton En resumen, y dicho' de- uri ' m o jo, algo s implista: podemos afirmar- queV cuanto _ de mecanicismo asociativo  ha-v en Hume seiHgrpa . (com,razon --Q,.,.sin ella:. .¿si^w£s iairrLi,cu . ciencia; ríewtoniánac - mientras V'ciúe.v ú ¿:sérkimehl'alismb- - ¡ o nm a n ua r io y u t i l it a r is t a   •;- nríg¡ rmffo.t_f»n..
son. Y ’~15ueHe’*Tiecirse - también- .que la causa;principal.^ de que el'"T raíalo resulte - una;-obra rmah- equilibrada se debe a los intentos de armonizar y .complementar-. ambas corrientes (esto se ve. claramente en T’/u- 27, y muy especialmente en el estudio de las pasiones in- directas). El punco álgido; e inconciliable, 'de:choque'"- se encuentra, según creo, en el problema del  yo; como' veremos posteriormente. ,
.Quizá sea interesante señalar ahora que el (parcial) , abandono de Newton' en la Enquiry y   obras poste riores; el implícito reconocimiento del fracaso del espíritu de sistema,  y, en definitiva, la relegación del método experimental en favor del meramente des-  criptivo  e histórico, marcan la evolución de lo que
 
Hume entiende por investigación filosófica. Los fra casos y dificultades en la elaboración’ de una ciencia  del hombre  (compárense los ambiciosos propósitos de la Introducción  coa la amarga confesión de impo tencia de 7 y del  Apéndice),  harán acercarse progresivamente a H um e . al ideal del philosophe  ilustrado, especie cié «intermediario» entre el mundo académico y la vida cotidiana 2V En ei fondo, Hume no hace sino despojarse de unos ropajes,  artificíales (los ropajes ocultan el cuerpo, .y hasta pueden difi cultar los.movimientos). Desconocedor de las mate máticas, y autor- de unas críticas a esta ciencia (crí
pticas'tomadas, da. otros), que él mismo tuvo el buen sentido de suprimir en sus obras posteriores (cf, no ta  46 del libro I), ios engorrosos mecanismos asocia tivos, privados de un simbolismo adecuado; no hacían' sino dif icultar la comprensión de doctrinasaprotundas
: y originales,- cuya mejor apariencia estaba en su des nudez a Y es que, como dice Nox oni «es obvio que lo ..que sabía dei- lanaturaleza humana -lo había apren dido- --por -su propiaobs erv ación y los Hatos de la historia, y no' -por psicología ex perimental» H
zí   «En. este sentido,. ...no puedo sino tenerme por una suerte de representante o’.embalador- dei r eino del saber ea el de la conversación;, y. ..considero mí deber el fomentar las cordiales relaciones enere ambos estados, que tanto dependen el uno del otro. Así, informaré a los sabios de cuanto pase en socie dad, y procuraré aportar a ésta los bienes de mi país natal (a pesar de todo,'Hume sigue, considerándose filósofo; F. D,) que puedan serle de utilidad y servirle de entretenimiento» (On Essay Wriíing. PbtL Works,  II, 367; ex. también En-   quiry,  I, í).
22 Por ‘ello, ei verdadero fundador de la psicología asocia- cíonista es David Kartiey (Observaíions on Mant  1749), que prepara cuidadosos experimentos, cuantiíicables, y que «con su detallada, cuidadosa y cuasi fisiológica teoría llegó a con vertirse en la autor idad en la problemática asociad o rusta durante ochenta años, hasta que James Mili propuso el mo delo a seguir en ei siglo xix» (R. J. Herrnstein y E. G. Bo~ RING, eds.;-  A Source Baok in ¿he Hls iory of Psyc.ocdogy,  Cambridge, Mass., 1965, pág. 349).
23 Op. cu.,  págs. 185-6.
 
I I I . ¿ Q u é   s e   PiiP£nKÍA_R- HAlment e H u m e  
c o n   s u « T r a t a d o » ?
Inmediatamente procede corregir lo " parentemen- re fatuo de este epígrafe: no se trata O í absoluto de ofrecer por extenso una Interpretación de lo que Hume quería-   decir, criticando de paso a: los que piensan que quería decir algo distinto, y basta criti cando al propio Hume por: no seguir siempre y sumi samente la línea trazada de antemano por nosotros. No sé si esto sería adecuado en el caso de un "estudio monográfico. A quí, supondría .. un intento de coac ción al lector para que «leyera» en una determinada dirección.
Con las palabras del epígrafe; nos queremos referir a .un cierto «estado de la cuestión»:.- una breve pano rámica sobré cómo . valoran algunos, investigadores" ia filosofea :humeana? y, muy en especial) la expuesta,; en el f i l iada.  ;Ko podrá: evitarse, ;claro está,;.alguna- ^ sugerencia propia; que: deberá ser tornada cum grano  . salís,  dado el carácter expositivo'- de este -Estudio.
Quizá sea' John, Passmore quien haya tomado más en serio la af irmación de Selby- Bigge a antes - citada (en nota  ó), sobre la pluralidad de. filosofías: .en
.Hume^En' su obra Hu;^e:s Tníeníiovs,dúos}:muestra corno nuestro autor puede ,ser tildado a la vez de «crítico, de la lógica formal», «metodólogo», «positi- . vista»', «fenpmenalista», :«.asdciacionísta» y «escépti co» (en un sano intento" por desconcertar a los aman tes de fáciles v cómodas «etiquetas»). La conclusión ce este pluralismo;es/que,..según Passmore,:«s-er bu- ’ meano es, precisamente, no tomar- ningún sistema
"como decisivo, no tener naca por definitivo saivo i»ei espinru oe investigación:
Todo ello es muy correcto, pero me temo que in suficiente. A pesar de las inconsecuencias del Tra tado,  es indudable: que su obra no es solamente  una
'' Op. cit.,  pág. 159. ...
 
mezcolanza d e ; temas y métodos: si apreciamos las Incoherencias es, precisamente, porque nos parece que se apartan de una cierta i dea- eje (todo lo flex ible que se quiera), de un l^ezífaden  que corre tortuosa* mente- a través de los tres
Ja génesis -y el centro de 1aHIos Qf ia líum'eina? .
 Adviértase que nos preg untamos qué se proponía Hume, no qué podemos sacar actualmente de su fi losofía/ Por ello, es enteramente inaceptable la posi ción de Green, en su introducción a .la edición del
'Tratado'én las Phil. Works.  Según Green, esta obra no sería, en el mejor de ios casos, sino un borrador de la futura filosofía kantiana: y hegeüana (sólo te-
.'niendo en mente el meaídéalismo' inglés mohecen tista;; puede entenderse la facturación de K ant v Hegély en un mismo- «paquete»). Y , en- el peor, un ejemplo de la cortedad de miras de Hume, que no cayó en la cuenta de sus errores*.«Hume.'termina una época», dice Green. Y , tras los palmetazos, al..escocés, que se 'empecina en no ser idealistá concluve: «Esta fatigosa. : labor ('se refiere a su propia .estudio;* E/ D,) nÓ: habrá . sido realizada en vano -si- nuestro: ¿objeto' se; zado de algún modo, de forma que la atención de los.
ingleses ’de menos de veinticinco años5 (alusión a la edad en que Hume empezó a escribir el Tratado;  F. D.) deje de estudiar los anacrónicos sisternas pre dominantes entre nosotros ;y:>se 'dedique ' al estudio - de Kant y Hegei 2i Este es un claro ejemplo de;cómo no  se debe interpretar a u ñ.autor.- Frente a esta po sición, no cabe sino recordar la aguada ironía de Broi- les: «no es extraño que .ñt- T ratado.saliese muerto de
das prensas: Kant no estabá allí paraieerlo»^.
Otra  cosa muy distinta es decir que, en la entraña de la filosofía humeana, está implicada necesariamente una estructura apriórica,  entendida como un cierto
25 Pbüos. Works  ( X S S 2)T lhtr.}  II, pág. 71. 26 R. D. B r o ile s , ap. cií.,  pág. 1.
27:
 
innadsmo naturalista, y que ejerce funciones seme  jantes  a la reflexión trascendental en Kant. Como dice John Laúd; «La conclusión apropiada de Hume po dría haber sido, pues, alguna doctrina de ideas inna tas; esto es, podría haber mantenido que los hombres están equipados con un cierto instinto de «razón», previo a la experiencia, de igual modo que los pá  jaros están"equipados- cón un instinto de construc ción de sus nidos»2i. La interpretación de Láird; pa ralelismo entre la naturaleza humana y la Naturaleza en general, parece más adecuada. 'Deshecho/puede
:decirse que, con múltiples Variaciones, es- la sostenida.: por ia mayoría de los" intérpretes......   "V v 4 .
Sin duda, el defensor a. ultranza de un naturalismo  , 'humeano-es Norman- - Kemo S mith"s. Smkh- mantiene- — para decirlo en pocas- palabras—i que-'-;eIpoEieíivp... central, de Hume consiste ';::en . mostrarHa"''luE rdma- ción de la razón a las pasiones; L a oosiciór¿ eje- del Trabado  vendría dada por la famosa frase: «La razón es.-y sólo debe ser, esclava deüJ~ ñasiones. y no nnede -'pré'teaHeiLoliQ rofíclovane. eí-de -sei k s iM : Q Q ^c e r - lasv L La razón - actúa- al servicio del sentimiento'-' (feeiing)  y ei instinto...'Para apoyar esta tesis,- Smith afirma, que las — por- él Uamadas—*•creenciasv natu- . rales (natural {beltefs); esto "-es,'ia creencia -envía., eau-, - salicad y en un- mundo- ex terno,-continuo eyindepen- diente de nuestras percepciones, se -tienen '-gracias a un sentimiento pasiondj  . diferente en objeto, pero no en esencia, al experimentado cuando aprobamos o censuramos una acción. Seguramente quien ha ex presado con mayor precisión y radicalidad este natu ralismo ha sido Tavlor, seguidor dé la interpretación smithiana. Para Taylor. dicho naturalismo «consiste en la adaptación consciente^ continua^delorgamsmo IrümanoTmsTs^^
27 Op. di.,  pág. 144. '  V3 Primero en The Naturdism of Hume,  «Mind», 14 (1905),
 
en una rnanera de comportarse (tanto en la actividad Tísica como mental) más bien que en un modo de intuición mteIecf uII^\ ~ Hpid^
"aceptaría esta sugerente radicaiización de su tesis,  y que'convierte a Hume en una . suerte de evolucio nista pre- darwiniano. Pero Smith pretiere enfocar el naturalismo humeano desde la problemática moral. De hecho, es la m o r a l  — dice— quien constituye la
Ijene s jF ^ i s vino potenciada por la poderosa, influencia de H u t> cKeson~soore~ T i^^ (como ya sabemosj. . L m u I E S es.que Hume muestre,:..a mi
'entender, un claro naturalismo,  y otra, bien distinta, es que dicha concepción.. le viniera dada por una .< '.originaria 'inquietud por la temática - moral,..Posible mente, el mejor crítico d e : Smith al respecto ~ sea Jan Wilbanks (Rume’s Theory of jmagtnaiior,.  La
"Haya, 1968). Para Wilbanks, el. objeto de la rüosona del entendimiento^ humano:en Hume (pues sólo esta parcela es ex aminada) es «el. establecimiento de un escepticismo moderado y mitigadp» 'L  Y , eñ efecto, basta leer el Tratado  (a pesar del retórico final del li bro I)  y, sobre todo, k ; Enquiry,  para retutar por completo la banal hipótesis del /enomenalista- a- uliran- za- que- nQ- pueds sdir- ds- la- cárceLde- sus- percapciones,  y dei escépticQ- radicai- que e- aíáQdesíruye- y- cQniradice- á-   sí- mísmo.  Hume, como Kant, ha tenido que «supri mir el saber, para dar lugar a la creencia» 34. Y aunque
30 H a r o l d T a y l or : Hume’s Theory of Imaginaiion  «Uni- versity of Taranto Quaríerly», 1.2 (1943), 180-190 (pág. 184).
31 Op. c i i págs. 12-14, '' 22 A parte de la específica — y decisiva, según creo— crí
tica de Glathe ai denominado siave passage,  con la distinción que este comentarista hace entre uso  y referencia  del término «razón» en este contexto. Cf. su Theory of the Passions and  Moráis . Berkeiey, 1950, págs. 1-26. Cf. también mi nota 98 del libro I I . -
33 W ilbank s sostiene su tesis, fundamentalmente, en las páginas 90-105 de su obra,
 
creencia  no nene el mismo sentido ni alcance en am bos pensadores, sí posee una función semejante, y fundamental: dar sentido a la propia vida. Vjvir en la
«*......  - ..........................................  i -i- i j ,, ...........mi -
creencia es moverse en el rrmngo con una seguridad probable, a*Ta_ medidar8 eT l3 ^B re7 sin necesidadJBe «anclarla» en un' universo supráempírico. ..
Pero hemos de decir, como en el caso de Smith, ' que. si es cierto que esx&iescepticismo miiigado^mm-  
tituye una posición fundamental del Tratado,  no pue de considerarse como fin u objetivo ult imo,; El escepticismo (al menos,- en Hume) nO es un punto ' de partida ni de llegada, sino un medio  buscado como- solución de algo', y para  conseguir algo.
 
«Hablando én general, los errores en matarla 1_7 de relig ión son peligrosos; los dT T aiilos ox ía, •; . **3..  .. — ^ 7 —- - . .......... .  ? ' s o la iñ^ ter mícülos »
Sus ataques a la relig ión católica son realmente ^/ú k Y * duros y sarcásticos (véase mí nota 7 9 del libro I), pero . estimo que sólo la presión- social le impidió exten derlos abiertamente a toda  religión. Tampoco debe olvidarse que los ensayos sobre los- milagros y la providencia (secs, X v X I de la Ettquiry)  formaban originalmente parte del Tratado  (sobre la historia de . su «mutilación», cf. «ota .6-"del. .libro I).
Según creo, teólogos, clérigos y escolásticos han sido más agudos a la hora- de medir los propósitos y alcance de la obra de Hume V queV:muchos de sus comentaristas. Siendo -este•".pensador realmente .- un. ? hombre «afincado en el mundo», y contaFBSéó de vivir eñtrFTus conciudadanos (recuérdese la autodes--'
.' c r i ^i o H * l f o m ( r T 3 o ^ ^ 1a  Á u Lo-._
bhg ff iíaJ T ño  esTéxtrano- .qué,'láil- conyulsiones igligio-  ; s as d e s u é p o c a , q u e d e g e n e r a r o n e n g u e r r a s v m a t a n -
: i c i e r a n p r e g u n t a r s e d o  r l a :-d o  s ib l 1i dacL.de establecer -raymmhlemente.  nn espíritu. de toleranciay   Íoamido^así esa- rara- temyorurn felicitas  que abre ios libros I y II y que, según entiendo, era más un "oeseb queima realidad. Sólo que Hume,no quiere reiugiarse en las- 'faruasías3e una edad de oro  soñada por los poetas JS} ni inventar un estado- perfecto al estilo .del de ;. Platón  o Hobhes 29,  sino llegar a conocer la- efectiva -' naturaleza humana,' para, -sabiendo cómo  , piensan :y actúan realmente  los hombres, adecuar las institucio nes sociales a ese conocimiento real, en lugar de in tentar que las acciones humanas encajen en el lecho  de Procusto  de una aérea teoría. Sugiero que es aquí -
f I,  IV , 7 (I, pág, 425). 27 Cf. su alusión al Complot de  /¿? Pólvora  y la l'loche de 
San Bartolomé,  en I. III, 9 (I, pág. 229/30). Cf. .también mis notas  86 v 87 del libro I. •
 
íntimamente presente, y que nuestra conciencia nos proporciona una concepción tan viva de nuestra pro pia persona que es imposible imaginar que haya nada más evidente a este - respecto» Por si fuera poco, Hume habla del «yo o persona indiv idual» 46. T ambién dice que cada pasoHpor alcanzar’ un oSje to distante hace que sirva «cada instante como recordatorio .de
i *' 47nosotros mismos y de nuestra situación presente» .  Y esto implica claramente la ex istencia de un sujeto de inhesión (cf. n o t a   110 del'libro .II,.- y también las n o t a s   7 y 19 de dicho libro}.
¿ A   qué seguir? Y ,'s in embargo, ¿cómo compaginar entonces una v i v a   concepción de nuestra identidad, si antes se'ha afirmado que ésta es falaz? .Este es un gran fallo en Hume, decimos -escandalizados. Mi stige-,- renda es que/ lejos de ello, es un gran - a c ie r ta ,  "para Hume, De lo que se trata es;de aprender a .vivir, 'aun a riesgo de caer en la falacia:; «Nuestro último recurso .está en admitir el prejuicio mismo, sosteniendo.audaz mente que los diferentes objetos relacionados' son de hecho lavmisrna .cosa» Esta "af irmación ,i esi- válidai: tanto para los objetos externos como para, el'yOi. Hay..: aquí dos principios opuestos'entre sí (en terminología'
.smitiiiana, la., razón .v la n a t u r a l _ b e l i e f ) ^   y es .la natu* . raleza quien nos salva, Pero lo que no .admite'Hume es la componenda entre ambos principios.- . que subrep- '. 'ticiamente intentan hacer los'- «filósofos»,(engendrando; ese m o n s t r u o s o   product«~que- Hume..llama p h i l o s o p b iv ..
c a l s y s t e m ) .   No hay que ocultar el d e l i r i o   filosófico:,- hav que saber vivir a pesar de'.éH9, Cuando, en el-,.
tiene sentido 'alg uno sin la admisión de una fisiologni mentalt  esto, es, de la actividad da' la menee (cf. también. J an W il- ba.vks, oí. cil.,  nágs. 60- 71).” 5 I I , I, 11 ( I I , Dág. 4%),
.« « •II , I 5 ( I I , pág. 45S). ^ I I , l i l , 7 ( I I pág. 654). ? I , IV , 6 (I, pág, 402). ^ No es, ex traño que un oensador como G r u . E S   D e l euze,
en un vahóse estudio sobre Hume {Empirismo ei subjecJiviíé,  París, 197y3j, haya insistido en este carácter de lucha fratri cida que Hume describe tan vigorosamente ( I, IV , 7; I, pá-
34
 
 Apéndice de 1740, vuelve Hume al problema del yo, afirma que «hay dos principios que no puedo hacer compatibles,,, que todas nuestras percepciones distin tas son existencias distintas, y que la mente no percibe   jamás conex ión r e d alguna e;?íre existencias distin-   ; tas» 50, La- frase'puede-mover a engaño, Los. princí- : píos señalados no son incompatibles entre sí;  antes bien, el segundo se sigue del primero (lo que es abso- luto es; en efecto, ab- soluio:  no admite relación.....al guna). Con lo que no sqn compatibles es con el .prin cipio reseñado por Hume en el mismo pasaje, líneas ._ atrás; «el pensamiento... descubre la identidad perso- . nal cuando, al reflexionar sobre la serie de percep ciones pasadas que componen una mente, las ideas de esas.percepciones son sentidas- como mutamente co nectadas» ah .
La' distinción es fundamental: el e x a directo  de lo dado nos dice- .que (tanto en. las-cosas como en ei  yo) no-..-existen sino'..- percepcionesdiscontinuas : v ó perecederas. -Pero la reflex ión (debida.: a la -imagina-'  xión) sobre lo;:dado'.:háCe tó;‘gz>--e/:,-j£,w/íWo de un.rnun-  do: (cf. -mh nota-  12.1 deLlibro.;--!).; En ultima instancia, la imaginación asume en. Hume el;.valór.:..-de-;;:ún,.pnn .;,,:,.  cipío trascendental de posibilidad de -la- - experiencia^ Tiene, "pues, una función- semejante (aunque mincho ’ menos elaborada, y tratada"- .mediante un "psicológico atomista); a la - asignada, por- Kant,/.La- "diferencia (e; otras muchas) consiste en que Hume no quiere reb tx\ el papeLde la razón, sino qp. \ o‘"opone  a "la imagina-'- -, ción. Esta última fundamenta la creencia (belief).  Aquélla, la razón, socava'esta creencia. Sólo la natura- ,, leza, con las necesidades vitales, nos hace- olvidar- 'esta labor de zapa, Pero, ¿para qué es necesaria,-- entonces- - - esta labor negativa de la razón?™TuñdamZn^Kienter
gina 421. Cf. mi nota  135 del libro I). Sin embargo, creo que Deieuze radicaliza la posición de Hume: no se trata de vivir en el delirio,  sino a pesar de él.
50 A pénd.  (II, pág. 887). 51 Ibid.
35 ' - - '
para recordarnos incesantemente la Imposibilidad de todo dogmatismo5r
^ ^ sTTidñTas'' bales ultimas del filosofar humeano: el e s p ír it u de t o l e r a r t c i a ^ T a l ñ a Z J ^ ^ o á ^ c í o z n ta iis m o',
una opo- sición' entre los dos principios de la mente, y aun entre las g o s n a t u r a l b e í i e f s   ( í a creencia en la causa lidad postula un mundo discontinuo; un atomismo asociacionista; la creencia en el mundo externo, objetos continuos e independientes,- tanto- entre' sí como en ; relación con la mente), "Adviértase que, con ' esto, Hume no desemboca, en un escepticismo radical;no
'dice que, puesto que -nada es seguro, no debemos hacer conclusiones en absoluto, Lo que dice es .-que ' ésta es una'- «suficiente’.r a z ó n .p a r a 'aventurar todas...' mis,.conclusiones con desconnanza- y modestia»;'53. Hay,:.: principios- -...más --seguros /.que-' otrosj/i- sínia.. V'óz/-'de--la/ razón' no nos sirve- de '/guía.••'en"'él /mundo f a jir me - j  c r e e n c i a   de las p r u e h a s ^v '' p r o b a b i l i d a d e s ^ ; ''estable- L cidas^por la mamnulación- ; que- - la.. imag inaaón TEiace ; deTa experiencia, engendrando l I T i a B I^ . ( vi da humanaT v^ -- sobre todo, una. convivencia) razonÍHfe~y duradera. '
:;A iiora caBSíquIzávoiv er- el problema contra, los inte- dectualistas,' y preguntarles a qué -se ¿debe" s u'empeño.
53 También- sobre la base de' una imaginación trascenden tal cabe el riesgo de/, escl ero tizar una doctr ina (la tabla cate* goriai kantiana es buena p ueo^. de ello).
53 A péná.  ( I I , pág. 8 8 cj \ , más explícitamente, en la Letter ftam a Gerítleman  (1745): «Modestia y humildad, en relación con las operaciones de nuestras facultades., son el resultado del escepticismo;  no una dada universal, que para cualquier hombre es imposible de soportar.» (ed. de Mossner  y Pnc e. Edimburg o, 1967, pag. 19).
54 La razón, sensu strido,  se Limita a comparar percepciones  ya establecidas (relaciones filosóficas):  «cuando razonamos de->
bemos estar va en posesión de ideas claras que puedan ser objeto de nuestro razonamiento. La concepción precede siem-
„pre ai entendimiento» (I , I I I , 14; I , pág. 30G). Sólo la ima ginación  puede formar ideas (concepción) y unirlas y separarlas estableciendo relaciones naturales.
 
por adquirir una certeza absoluta en nuestros conocí* mí en tos, y si .ese ideal de certeza no ha servido en
1 muchas ocas ioneF^^prete x to para mas burdas posi- ,¡\ clones i d e o lóg ia ^T li n ic r h ^^
medio de opresión y'^dnmm,r T l^oT ^ en tonces ai sentido literal de'lsT filosofía,  de tensión de saber? ¿Por qué no vivir, no en la duda, pero sí en la creencia y: la probabilidad? En primer lugar — creo que argüiría Hume— ello se adecuaría mejor 'con 'el estado real  de nuestro conocimiento, dados sus. lími~;i
...tes y validez. ;En segundo lugar, todo dogmatismo, quedaría asi a l . descubierto, mostrando descarnada- ' menté- sus'intereses bastardos. ; -’ :
La autoridad cayó; pero para sostener la vieja es- . tructura ideológica se acudio'"al fantasma de una razón,
rígida e inimitable, trasunto de la divina.- Derribemos también esa .-pretendida-; razón;., quedémonos con la creencia,  -pues ella es suficientemente, fuerte para ga-, rantizar la vida y la convivencia entre ios hombres, pero demasiado débil para per mitir que en.'ella .se.
- apoye el fanatismo,- . Creo haber mostrado claramente que también el
problema del yo y su colisión con el principio de sim patía está basado en el objeto originario,del filosofar humeano: el principio de tolerancia.  Escogí el proble ma, primero, por ser capital en Hume; y, segundo, porque no volvió a aparecer en las obras posteriores.  A sí, se muestra que Hume no derivó  hacia cuestiones sociales rv políticas, sino  que éstas kieton  desde el comienzo la raíz de sus investigaciones.  A pesar de que el Tratado  suscita todavía múltiples
 y graves problemas, que ex igirían un comentario, estimo <que el presente Estudio preliminar ha cumplido con creces sus fines. Dejemos hablar al propio Hume.
 
L o que dice es,- casi *siempre,, interesante; muchas  veces, apasionante; y- algunas veces, hasta llega a  convencer por completo. Pocos dan tanto. Y pocos  filósofos se han preocupado •tan vivamente del hom bre, con minúscula, pero vivo  y real.  Es Hume quien  nos ha enseñado, a obedecer la voz de la naturaleza:
«Que se satisfaga tu pasión por la ciencia,  pero que tu e is nd^ sea humana y tal que ting a  inmediata referencia a la acción y a la sociedad;,.
Sé filósofo; pero, en medio de toda,tu filosofía,  sé hombre» 5V 
s‘ Enquiry.  I (ed. esp. cit.,  pág. 41).
38
 
O B R A S D E D A V I D H U M E
 A T rtaftse of Hum a n Na tur e: Being A n A jtempi to in troduce the experimental Method. of Kéasoning hito Mo ral Subjects. Book:I. Of the Understanding ." Book IL   Of j b e yPañ'ións,  (Tratado de la Naturaleza Humana. Intento de introducción del método experimental de
>a2Ónamientó en los - asuntos morales. L ibr o I. Del entendimiento; .Li%(> ; II. De las pasiones.)
;Á T reaiis é.,. B ook 111. O f Mor áis.  (Tratado. Libro .III. De la moral.) "
’ Á n/Á hs tr a ci of a Book lately P ublished; Entituled, ...A. Treatise of Human Nature, etc. Whcrsin The Chief    A sgtnr.sni of tba í Book is far ihe r J llus lraie d and Ex-   plained.  (Resumen de un libro,recientemente publica
do, y titulado Tratado de la Naturaleza Humana, etc. En donde se dan más ilustraciones y explicación del argumento ' fundame nta l de ese' libro.) ~
Essays: Moral and Pclitical.  (Ensayos sobre moral y po lítica.)
 A Letter from c Genileman to his fr iend at Edtnburg h:  coniaining sorne Observaiions on a Spsdrnen of the  Principies concerning Religión and Moraliiy, said to  be maintain d in á Book lately publishsd, tniííuled,   A T reatise of Human Nature, etc.  (Carta de un caba llero a su amigo de Edimburgo; conteniendo algunas observaciones acerca /de un espécimen de ios princi pios relativos a la Religión y la Moralidad, que, según se dice, mantiene un libro recientemente publicado, e intitulado Tratado ae la Naturaleza Humana, etc.)
39
 
1748 Ph'dosophical Essays concerning Human Unde r stand-   ing.  (Ensayos filosóficos sobre el entendimiento hu mano.) (Desda la 5/ ed., 1758;  Á n Enquiry concern-  ing Huma n U nders tandmg,  Investigación sobre el en rendimiento humano .)
1751  Á n E nquir y eonce míng the Principies oí Moráis.  (In vestigación sobre ios principios de la moral.)
1752 Politicd Disconrses: Of the Populousness of ÁntiérJ   Naiions. Of the Protestar,? Succession. Of the Balance
"of Power. O f Some Remar kable Cusioms- . Idea of a  Psrfect Commonwealth. Of Cotnmerce. Of Luxury ,. Of Money. Of ¡nterest.. Of the Balance of Trade.  Of Taxes. 'Qf Public Credit.  (Discursos políticos:-.So-  bre la población de las naciones antiguas. De la suce sión protestante. Del equilibrio de poder, :De.:algunas-':' cos tumbres notables. Idea de. un •estado;. .perfecto; .Del comercio," De l lujo. Del dinero. Del interés,- De- J a'
. . balanza de. pagos... DeMos .impuestos. Del crédltü;;:..p'ú- blico..)
1754 His tory of G r ea t B r itáinf;V ol..: l.C on ¿ a iníng _:ihe~ Rsigns óf pames 1 and ; Charles.  í:.- (HÍstorÍa- ‘;de:;:Grari: Bretaña, V ol. I. Los reinados de Ja ca bo..! y- ..Carlos'L)- .
1156. T he Histor y of Great Br itain, V ol . I I .
1757 Pour Dissertations: Natural History of Religión . Of the  Passions. Of tragedy. Of the Standard of Taste,  (Cua- , tro disertaciones; Historia natural de ’ la "re ligión, ,De las pasiones. De la .tragedia, De l - cr iterio d d :; gusto.).
1759 : History of E ng land under the Ho me of Pudor,  (His toria de Ing later ra bajo k Casa de T udar .) v \
1762 The History of England ¡rom the Invassian of julius Caesar to the Accession of Henry V IL   (Historia de
' Ingla terra, De la .invasión de J ulio. César al adve.ni- ' ..miento de Enrique V IL )
1766 Exposé succincí de la contestaron qui s’est élévée  entre M. Hume et M. Rousseau, avec les piéces fus* ticatives.  (Poco después apareció la versión inglesa, coa el titulo:  A Concise and G enuine A ccount of the  Dispute between Air. Hume and Mr. Rousseau; with  the Letíers of the Hon. Mr. Walpole, and Mr. D*Aíe?n~  bert, Relaiive to This Extraordinary Áffatr.)
1777 The Life of David Hume: Written by Himself (My   . own Life).  (La vida de David Hume, contada por €
mismo: Autobiografía.) (Ed. por Ádaxn Smith.)
/ i  ÁC\
'1777 Dialogues concertting Natural Religión.  (Diálogos so bre la religión natural.) (Escritos antes de 1752.)
1777 T wo Essays: Of the Immor tality oí. the Saúl. Of   Suicide.  (Dos ensayos: De la- iamorcaUdad del alma. Del suicidio.) (Edición anónima y no autorizada. La edición de 1783, con nombre de amor, añadía:  W ith  Remarks, intended as an Antidote to the Poison con-  
.teined.in ihese. Performances. By the editor.  [ Con ob- -ser-vaciones del editor, para que sirvan de antídoto
contra el veneno que . escás obras condenen.] )
 
B IB L IO G R A F IA 1
L OBRAS DE HU ME
The Philosophical Works of Da v id Har nea eált^d  by Thomas KII1 Green and Thomas -Hodge Grose. In 4 voluntes. (Re- prirít of the new edition London 1SS2.) Scienda Veríag.  A alen, 1964. '
*: A Treaiise of: Human T\ ature: B éing -en tA tternpf; io - Introduce  ¡ beExperimental:Method oj K eds oning inío Moral Subjects. 
:-:-y::Rejprintéd- from- the- .- .original. editióojyin- r/tnre'e.':.:;volúmes.'': and editec!... by L . Á , "Selhy- Bigge.'•••Ox ford ai the Giareneíon Press- 1SS8' (repr., 1967).-.--"V‘ v-. : r;.
 A 'Treaiise' of- Hum an,Naiur e .  íntro ductíon ;by L ord L indsay \.oí'-: Bírker,.- 2 vols. J / M, De nt and Sons- L ondre s,^ 1911 ./.(Everyman's L ibran', núms. 5-48-9), ' •;/
 A n A bstracl of Huiñan Nature, 1740: ' A T &mphlet hithe r lo . únknówn by David Hume,  repr ínted; /wíth an J .ntroduction "by ;J . M.-: K.eynes, and P. ,Srᣣa.'- Cambr idge, 1 9 3 S .;', : ;:  A Letter from a Gcnúer nan io bis E r ie ndin Edinbur g h.  Edited
by E. C. Mossner and J . V i  Pnce. Univ. Press, Edimbur go, 1967 C * - - -;-. —- .. . 'w ,
Enquiries concsrmng the Human XJnderslanáing and Concern-  ing tos Principies oj Miarais,  edited by L. Á. Selby-Bigge. Oxford at the Glarendon Prééá, 19022,
The heiters of David Hume,  edked by J, Y. T. Greig. 2 vols,' Ox for d, 1932, ; , r
 
Neto Letters of David Hume,  edlted by R. KHbansky and E. C. Mossner. Oxford, 1954.
T he His tory of Grea t Britain frorn the inva sión of j ulitis  Caesar to the Kevolution ir, 1688. A neta edición with the 
. A uthor ’s ¡ así Correct ions and Improv ements.  T. Cadell. •Londres, 1786 (4 vols.: ej. disponible en la Biblioteca de Filosofía de la Universidad Complutense, Madrid. Hay edi
ción posterior, a careo de R. Yíorthingíon. Nueva York, . '1880).
2. T R A D U C C I O N E S
T ratado -de la naturaleza humana,  Trad. de Vicente Viqueira. ..' 3 vols.- Caipe. Madrid, 1923.
T raite de la natür e" hüma ine... Traductíon, prérace 'ef" notes de Ándré Letoy, 2 vols, Aubíer, éd. Montaigne. París,- 1946'. A 
Investigación •sobre el entendimiento humano;  Estudio preli minar de Francisco Romero- sobre «Hume y el problema de
da causalidad», Trad, por Juan Adolfo Vázquez, Losada. Buenos Aires, 1945"2. , , . . . . . . , . . ' -- .
' Historia natural de ia religión, Diálogos sobre 'la religión na-  turaL_Prólogo de Javier Sádaba a la edición, castellana,. Tra ductores: A. J . Ca ppelle td; H... López- y V M. A . .'Quíntamlia. -,- Sígueme. Salamanca, 1974. (De lds.:.-Dm/í>gos. hay- un a :.ante- '.. ... rior trad. de E dm undo 0 ,Gormañ- :'.cón prolog ó "dé" E dua r do"' Nicol. Edk. El Colegio de México, México, 1942.) . .
Ensayos económicos.  V er sión - castellana de - Antonio Zozaya. Sociedad Española de. L ibrer ía, Madr id, 1928. ;
Ensayos políticos.  T rad. de Enr ique T ierno Calv an. Edit. Ins- . tiruto de Estudios Políticos. Madrid, 1955.-
'Del Conocimiento.  Selección. Trad. Juan Segura. Aguíkr, Bue-... . nos A ires , 19695. s
Selecciones.  Compilación de Charles W . He ndel. T rad. de Má~* rio H. Calidrio. Edit. Agora, Buenos Aires, 1959,
Selección de textos.  Precedidos por un estudio de L. Levy- B ruhL ír a c E y notas de León Dujov ne. Sudamericana,
'B uenos Aires, 1939,' : Historia de Inglaterra, desde ia invasión de Julio César hasta
el fin del reinado de Jacabo II.   Trad. por Eugenio de Ochoa. Irap. y Ed. Francisco Olivar, Madrid, 1842-1844
(5 tomos en 4 vols.). . . . . . . .
3, ESTUDIOS DIS P O NIB L E EN CASTELLANO
 
S e r g i o   R a b a d e : Hume y el fenomenismo moderno.  Credos, Madrid, 1975.
J o s é   L u is   A r ce:  A lg unas consideraciones sobre la causalidad  en Hume.  «Cr isis», 66- 67 (1970) 277- 2BL
- M a r g a r it a C o s t a : de ¡ a "impor tancia histórica de Hume.  «Rev ista de Filos ofía» { La- 'Piara), 19 (19 67 ) 84- 94.
 A ng e l Ig les ias :  A lg unas notas a proposito de la critica de  la causalidad en David Hume.  «C ris is» ,- 66- 67 (19 70 ) 273- 276.
B l a n c a L u c a d e . T e n a : Teoría del conocimiento, causalidad,  'escepticismo.  «Crisis», 66-67 (1970) 263-265.
K ai N i e l s e n : Hume v la teoría emotiva, «Foi. H u m a n . » , 8 9 .. (1970) 415- 430. ' . J o s é M a r í a Q u e r o M a r t ín : Sobre la causalidad en Hume.
- «Crisis» , 66- 67 (1970) 266- 268.; S e r g i o   R a b a d e   R o m e o : La nación de ex periencia en el em~
)- pirismo inglés: Hume.  «Diálogos» (Rev. Depco. Filos. Uaivv. Puerto Rico), IX , 24, págs. 33-51.
S e r g i o   R a b a d e - R o m e o : 'Fenomenismo y yo personal en "Hume.  «A nales del Seminario de Reeafísica» (Fac. F ilo s .,. Üniv,
-. . C o m piucense), V I I I (197 3) 7- 36, ’ A r t u r o R o dr íg ue z A l v a r e z :  Alg unas consideraciones deri- - - vades de la teoría de la relación de serneianza y de la c&usa-  . dlida d.  «Cris is»/- 66- 67 (1970) 269- 272. ' ' . J a i m e   d e ' S a l a s " O r t u e t a : De la 'vivacidad y de su importancia 
en el tratamiento que hace Hume de la causalidad.  «Crisis», 66- 67 (1 9 70) 282- 286. ' ;
J a i m e   d e   S a l a s   Q r t u e t á : Teoría del conocimiento y acción - - - en--la «Enquiry- cancerning the human Undersíanding- » de
- Hume.  «Anales del Seminario de Metafísica» (Fac. Filos,,, Univ . Complutense ),- V IH (1973) 37- 51. H
. ' 4. ' OTROS ESTUDIOS '
P X l l S. Á r d ál : Passion and Valué in Hume’s Treaíise,  Edim burgo, 1966,
 A . H , Bassg n: David Hume . 'Harx non'dsworth, - 1958. G il l e s Deleuze : Empirisme et subjeciívité. Es sai sur la na-  ^t u r e humaine selon Hume.  París, 19 53 (19732).
.A n t ho n y F le w : H ume s Philosophy of Belief. A Study of  bis firsi ’lnquiry’,  Londres, 1961 (19693). (Un resumen, con .. variaciones, de esta obra-, en D, J , O ’Connor, compil., His toria crítica de la filosofía occidental. TV: Hume.  Versión castellana de Néstor Míguez, Paidós, Buenos Aires, 1968, páginas 173-251.)
 Á  l f r e b   B . G l a t k e ; Hume’s Theory of the Passions and  of Moráis. A Study of Books II and III of the Treaiise'.   Berkeiey, Cal., 1950.
45
 
N o r m a n   K  e m p   S m i t h : 'The Philosophy of David Hume.  A Cnt ical S tuáy of iís origins and central doctrines.  Lon
dres, 1941 (repr. Nueva York, 1966). B. M. Laing: David Hume . Londres, 1932. . J o h n ' L a i r d : Hume's Philosophy of Hum an N ature.  Londres,
1932 (Haradem, Conn., 1967, repr.). Heníu Lavener : Hume und Kant, Sysiematische Gegenüher -
stellung einiger Hauptpunkte ihrer Lehren.  Berna y Munich, 1969.
D. G. C. MacNább: David Hume.  Londres, 1951. E. G. M o s s n e r : The Life of David Hume.  Londres, 1954'
(repr., Oxford, 1970). J o h n   P a s s m g r e : Hume’s Intentians,  Cambridgey 1952 (edi
ción revisada: Londres, 1968). H, H. Pr ice: Hume’s Theory of the Exiernal World,  Oxford,
1940. . ; . :  Á lex ander Sesonske y Noel Fleming , ed$,,‘ Human 'Unde'rstand-  
ing: - Siudies 'in ths Philosophy of ':DavidTH'úMsT - 'Séhxióñtí   California, 1965 (valiosa colección de artículos que, con las . obras de MacNabb y Passmoire, constituyen segurarnepiey.: la rnejor iniciación a Hum^). ; : . , 7. .
Ta n   W  i l b a n k s : Hume's Theory of Imaginación.  La Haya, 196Sv  F a r k a n g Z a b e e : Hume precursor of Modern Empiricism.   A n Analysis of bis opinions on Meaning, Melaphysics, Logic  and Mathemaíics. La Haya, 1960.
46
-- ÁUTOBIOGIIAFIA 1
1 E i manuscrito de A l? own Ufe  se encuentra- en la* Roy al  Society   de Edimburgo. ( IX , 23). Fue publicado pos cu mam en te por Adam -Smith en 1777, El texto original puede encontrarse al comienzo del primer volumen de The Leiters of David Hume,  ed. T. Y . T . Greig , Ox fo rd, 1932, 2 vols,: (cit., Leiters);  en ios Essays, moral> political and liierary ,  ed. T. H. Green y T . H, Grose. L ondres , 1889, 2 vols. ( I, págs. 1- S), y,, como  A péndice A ,  en The Life of David Hume, ¿z  £, C. M o s s n t .r . 
Ox for d, 1970 (19 541), págs. 611- 615, Biografías disponibles (aparte de las clásicas — y superadas — -de R i t c h i e , 1S07,  y   B u r t o n , 1846): J. Y. T. G r e i g : David Hume.  Oxford, 1931; F. H. HeinEíMANN: David Hume, The man and bis Science of   man.  París, 1940, y la obra, difícilmente superable, de Moss ner, ya citada. Gran parte de las notas siguientes están apo  yadas en su autor idad.
47
 
; A u n Hombrejle resulta difícil hablar largo, rato ele ;r;/'sí mismo sin envanecerse; perianto, seré breve. Quizá  V se/píense- , -que la :pretensión misma -de hablar; de mí  -vida sea'ya.'un ejemplo de vanidad: sin embargo..-estas-:-
.-páginas '.contendrán: poco/ínás :que ;la his toria -de"; mis ; escritos.- - Y} de"hechocasi.;- toda' mi vida ha trancutrido '; entre'investigaciones y ocupaciones1 literaHas. Por lo :
—. demás, el éx ito primero que;;:tuvieron'la';;;may ona de - .- mis escritos no lúe- tan grande como "'para'constituir;- .
.-objeto, de; v a n i d a d . -.
' Nací' .'el-'26 '.de 'abril "-de-; -1711 ,'.al viejo estilo2, en " ; Edimburgo.- Era dé buena- familia, tanto por vía pa
terna como'materna.- - La familia "de mi madre consti tuye una rama del Conde de Home? o Hume J, y mis antepasados han sido dueños, de las propiedades, que
2  Esto es, en el propio hogar paterno: una heredad situada al sur dei Lawnmarket, en Edimburgo. La familia, sin em bargo, tenia su fundo en Nineweüs, Chirnside, en el Berwicks- hite. - . .
3 En realidad, el padre se llamaba Joseph Home. Sin  em bargo, la pronunciación escocesa hace de Home  o Hume  tér minos sinónimos. De hecho, el hermano mayor de David, John,  y su pr imo, del mismo nombre (que llegó a ser lamoso dr a maturgo), conserv aron la grafía Home en su apellido. -
49
 
mí hermano posee al presente, durante varias genera ciones \ Mi madre Lera hija de Sir David Faiconer, Presidente del Colegio de Justicia, y el tirulo de Lord Halkerton correspondió, por vía sucesoria, a mi tío materno 5.
Sin embargo, mí familia no era rica, y como yo era el hermano menor, mí patrimonio — según la costum* bre de mi país— fue desde luegq muy ex iguo. Mi pa dre, que era' tenido por hombre de grandes prendas personales, falleció cuando yo era niño', dejándome;  junto con mi hermano mayor y mi hermana, al cuidado de nuestra madre, mujer de mérito singular, y que, a pesar de ser joven y bonita, se dedicó por entero a nuestra crianza y educación. Realicécon éxito los'esm- •
'"dios- normales de mi edad, y ya desde muy pronro ’ poseí una..gran pasión por- la literatura, que;há- sido,.
: ÍEpasión.'; dominante de mí vida y nf L g rán’fuéxité de ' alegrías5. Mi disposición para, el estudio, mi sobriedad
,y.:. mi laboriosidad,: infundieron en mi familia la . idea -. : de que la carrera, de Leyes sería una .adecuada profe
sión para", m í9... Sin;.é'mBargo,; y ó sentía una insuperable -'aversión hacia todo lo que no fueran investigaciones
de- filosofía y "de instrucción 'general; de .'modo que
4 C£. TV., I I , I, 9; I I , pág; 4S4:; « H e podido observar .íre- v; cuentemente que, quienes se jactan de '' ia'.antig üedad de su familia, se alegran cuando pueden añadir ?, esto la; círcunscanaa de que sus antepasados hayan sido,; durante, .- .muchas genera ciones propietarios del mismo terreno,»  ‘ . :
5 K atheñne Faiconer, hermanastra- de Joseph Home . Sin em bargo, no hubo impedimento alguno para su matrimonio.
6 Puede encontrarse el árbol genealógico, que se remonta a 1424, como sep¿r¿!a  en las guardas de la obra.de Mossner. El escudo de armas familiar lleva como lema algo particular mente adecuado para nuestro filósofo: true t 0 t h e end («Constante hasta el fin»).
'E n 1713, a los treinta años. Dav id tenía tan sólo dos anos de edad. Su madre, «joven y bonita», veintiséis.
8 Parece tratarse, más bien, de «pasión por alcanzar fama literaria».- 'Véase el último párrafo de la  A utobiog rafía  (cf, TV., II, I, 11: «Del ansia de fama»}.
 
mientras mi familia se figuraba que estaba escudri ñando ios escritos de Voe.t y V innio, eran Cicerón y    V irgilio los autores que, en secreto, devoraba.
Mi muy exigua fortuna, sin embargo, no podía sos tener este tipo de vida; y como mi salud se quebrantó  un tanto, dada mi ardiente aplicación* intenté — o, más  bien, se me obligó—- realizar un débil ensayo por  entrar en una vida más activa En 1734 me fui a  Bristol5- ,con algunas recomendaciones para prestigio*  sos comerciantes n, Pero al cabo de unos pocos meses
10 Hume dirigió, poco antes de salir para Francia, una carta de: agradecimiento a su médico (posiblemente, el doctor George
vírCbeyne}, donde, aparte de dar cuenta de su enfermedad (ago- támiémo físico y nervioso por el intenso.esíúdia) y del régimen .seguido- (una pinta- inglesa — m e diólit r o/a pr ox im ada me nte — diaria de vino clarete, y un paseo a caballo de ocho a diez.
millas escocesas), se refiere a que, a los dieciocho años p a r e c ió abrírseme 11 n.a-jm¿£3ia perspectiva para .mis pensamientos (a new  P] Tkoup.kt.}  ni.ig_.j3is rransoor.to-roas ..aua--de : toda me-
dida.». (Letters , . I , pág. 16). No p ü ^ iu'z. deHT T ó^C^^ \ :
:--Sí el puirtxTlile"' vo cons tmHdo \ por - problemas morales o por la aplicación- ;; del método experi- \ ' mental a los problemas humanos, quizá no se sepa nunca con '
exactitud. K  e m p   S m i t h   cree lo primer o:(T he Ph'úosopby o j . 'Dav id Hurtis.' Londres, 1941,  págs. 14-20). Ls segunda postura,
(quizá más- convincente} es defendida por , A , B. G l a t h e : Hume's Theory of the Passions and  A íorms,  Berkeiey, Cali fornia, 1950, y por D. R. B r o i l e s : The moral Pbüosophy of  
..' David Hume.  La Hay a, 19692, • n Poco después de que Hume labandonára C hir r is ide ,una T
tal Agnes Galbraith, de mala nota (había confesado ya tres for nicaciones), acusó al joven de haberla'dejado encinta. Es im posible saber si esto era cierto, y si fue la causa de que se le obligara  a marcharse a Bristol. Esto parece poco compatible con el carácter que el propio Hume se ¿tribuye (estudio, so briedad y laboriosidad). La acusación nó prosperó, quizá por esto, y quizá también porque David era hermano del Laird  (cacique, sin tener necesariamente matiz peyorativo) de Nine-  welis, y ex iste un viejo refrán escocés («con mas de una aplicación», dice maliciosamente M o s s n e r   en op. cit.,  pág, 83), que reza: «Guárdate de meterte con el diablo y con ios hijos dei laird» (Beware to attack the Devil and ihe laird’s bairns). La corta estancia entre comerciantes no debió ser del todo improductiva para Hume: seguramente aprendió allí rudimen tos del cálculo de probabilidades (esencial en el comercio ma-
51
 
me di cuenta de que esa vida no era en ^absoluto  para mí. Pasé a Francia, con la intención de proseguir mis estudios en un retiro campestre 1¿, Y fue allí donde :me propuse esa forma de vida que he seguido constan-
' temenie desde entonces, y con gran satisfacción por. - mi parte. Decidí que una extrema frugalidad suplie
ra mi falta ele fortuna, a fin de mantener inalterable m í-independencia u . -Y me propuse también consi*  derar despreciable todo' objeto que no sirviera para mejorar mí capacidad en ei campo de las letras.
Fue durante mpjretir o en Francia — primero en i K >hrrr rn5ero^nnHpaImeT uF^ñ~ ^^ —
I1 cuaSo~ ~ compusF ^m U T r a ^J o ^F T a .Naturaleza Hu~ \ tnañ7r iJ€souér'cfelp1ísar líf ii~ 1 ^^ tn: \  eTte^a!s711egué~a Londres en'1737.  A lm e F ae T ? 3 9 H ) publiqué -mi me  j  fui., a- v m /Y or T m i madre y mi hermano, que vivían i en su casa de campo. Mi hermano - se había .dedicado
 j   a mejorar su fortuna de modo .muy' juicioso/ y con
\.  éxito.
rítimo). De hecho, el ejemplo del Tratado  (veinte barcos sa liendo, y regresando sota diecinueve; I, I I I , 12: I. pág. 254 ' sugiere, f u e r cemente este periodo. - ..
1:2 La analogía del pereg rinar de Hume y el de Descartes es patente, así como la elección de La Fleche  para redactar e l’Tratado.  Es dif ícil creer oue se tratara de. un hggfao, casua l Fue en La !TeBTe~^S ña c lT um c   dlsr^ ^
i trá? ! trrvmir~ ^T un3é's prendas»:.,su ensayo sobre ios muas.ros,  ar f iünT * co l ief t7 5 7 5 ^ (como Sec. X ) t?rl^F?r£f?Ttm?cfá7rT&i^   (citaremos: £n ^r ~ Q 7 T X l 7 r /r a 7 ñ^^ L ibro I.
RecucrdoT'lüubbiograFiqos (gent lemán "pobre que oculta su falta de fortuna entre ex tranjeros) se encuentran clarísúna- mente en Tr.t II, l ,   H;. II. P^gs. 502  y   sigsT
H El editor de I r . ,  I y II fue John Noon, que entregó en concepto de derechos de autor 50 libras (cantidad realmente crecida para un novel; oor lo damas, dada la acogida de la obra, no es ex traño que el libro I I I fuera editado por otra persona, T homas L ong n t ~ acias a la recomendación de Hutches on). En realida< ’>» dos primeros libros vier on la luz en noviembre- diciembre de 1739; el tercero, en 1740.  Acerca del deseo de presentar el Tratado  a Butíer, y 1a con siguiente «mutilación», véase nuestra nota 6 al libro L
0
 
Jamás intento literario alguno fue más desgraciado que mi Tratado de la Naturaleza Humana . Ya salió muerto de las prensas,  sin alcanzar siquiera la disrin- cidn de orovocar murmü116s~e ñ ere los £anaHc^^ como soy de natural  jov iai  y pietórico,'~ muy pronto me recuperé dei revés, y proseguí en el campo mis estudios ..con gran ardor. En 1742 se imprimió en Edimburgo la primera parte de mis Ensayos  10; la obra
15 Esta célebre frase está seguramente influida por ios versos ’de Pope; .
. «T odo, iodo ex cepto'la verdad,' nace muer to de las [ prensas,
: como la últ ima gaceta, o la última proclama.» t t ,1 .. , ; . . - E pd. Sat., U r 226-2ZJ .r  /
La acogida (ai menos, por parte de la crítica) no fue reai- ; ríiente -tan mala. Y a en el mismo 1739, J a Bihliothéque raison- '\inés des ouvrages de sa- úais df'T Europe  mencionaba la obra,
'da ñS T Y ina H S r e ^^ «Quienes exigen n lo •nuev cT 'es T Srair in^^ El autor razona ; .;soS reHmlT liin^^ tos v traza '' bng lmT j r Y S T e n M o s s ne r ; op-. cit., pág.. LW).- £>in embargo, no rodas fueron así. La primera re- ]
í( c e n s i ó n j m u i ^ ^  j  ¡ i - d ^T n V ^T k s Neue- Zeitungen von gelehrten 'Sachen. de
^L eT pIIg T T 3S oIierY iFY íe^^ ha j Dubiu:ado~ Ia™ oora, que t rat a- de las características de i enten-
- - tíuntento.,^T Iüeg Q4Í~ lui~ ele ctos, concluy e, s i n l i i I Í r " <LSs~ malas m l i ñ a o f ^ ^ té'" en "el "subtítulo gF1I~1)Díí7~T^ t e m p o r u m f e lic ita j^jtk i  sefflirgi~¿fuae~T&T^^ dtc^flS'TeTSTTMbss> ^ :
.1'To c T ^l  X ^ ^ s o "'^'q iie ^o no 7! ^! ! " ''Hume - iue una recenslonTsm,'- firma, en la. inglesa n is i o f f "of"ths- W ork s of the- L earned.  Tras... una aparente cordialidad paternalista, él recensor se burla can-
. tinuamente del autor del Tratado,,  caricaturizando, deformando (y, desde luego, no entendiendo) su pensamiento. Posiblemente,
uno de los factores del fracaso da la obra (aunque no el de cisivo, que fue sin duda su dificultad y aridez para eí lector medio,, y aun ilustr ado) f ue que la obra apareció s in nombre de autor, pues Hume pretendía—con' una curiosa mezcla de orgullo e ing enuidad™ que la obra valiese por sí sola, y, ade más, siempre fue muy celoso de su reputación. El resumen que escribió en 1740, también anónimo y escrito en tercera persona (basta 1938, gracias a Keynes y Straffa, no ha podido conocerse con entera certeza la paternidad del  A bs tract),  corrió la misma o peor suerte.
 
fue recibida favorablemente, lo que pronto me hizo  olvidar por completo mi fracaso anterior. Seguí vi viendo con mi madre y mí hermano eri el campo,   y por esa época actualicé mis conocimientos de la  lengua griega, que había descuidado en demasía du rante los años de mi primera juventud.
En 1745 recibí una carta del Marqués de Annan-   dale, invitándome a ir a vivir con él en Inglaterra 17;  allí me encontré también con que los amigos y fami liares del joven noble estaban deseando;: ponerle bajo  mis cuidados y dirección, dado que su salud y el estado  de su mente así lo exigían. Pasé con él doce meses,   y el cargo que tuve durante ese tiempo hizo incre
anónima) en 1741 (15 ensayos);- ' Hume :•muestra’unacar- aa ins tica falta de memoria paraHa fecha r e sus publicaciones. C o pensar que su ansia cíe rama literaria n o iba dirigida.:,desde. luego, a la aceptación del gran público, sino a j a del mundo ilustr ado. En 1742, apareció una seg unda edición, en- ía que., se incluy ó también la segunda parte (otros 12. ensayos). ,
 
mentar considerablemente' -mi pequeña fortuna. Poco  después, el general St. Clair me invitó a que le acom pañara como secretario ;en su expedición, dirigida en  principio contra el Canadá, pero que acabó con una