Hugo Cores - El 68 Uruguayo

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El 68 uruguayo - Hugo Cores http://memoriaviva5.blogspot.com/2009/01/el-68-uruguayo-hugo- cores.html Inicialmente este trabajo se propuso abordar las relaciones del movimiento obrero con la crisis política entre los años 1968 y 1973. Con ese contenido se editaron, en San Pablo (1984), en forma bastante rudimentaria alrededor de 500 ejemplares. Ese material primario destinado a los compañeros que impulsaban la reorganización del movimiento obrero después de la dictadura, formaba parte de un proyecto más amplio que intentaba abarcar los aspectos más significativos de la historia del movimiento obrero desde los inicios de la Guerra Fría en 1947 hasta el final de la dictadura en 1984. De este plan hasta ahora sólo se logró cumplir el primer tramo: “La lucha de los gremios solidarios 1947-1952″. Trabajando en el país, hemos reunido documentación sobre el curso del Sindicalismo en los años siguientes En función de los debates planteados más recientemente decidimos separar el tratamiento del año 1968 del resto de esos años críticos Lo hicimos así en el entendido de que los cambios producidos en el gobierno semi-dictatorial de Pacheco constituían un corte profundo en la historia del Estado y de la sociedad uruguaya y marcaban

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El 68 uruguayo - Hugo Cores

http://memoriaviva5.blogspot.com/2009/01/el-68-uruguayo-hugo-cores.html

Inicialmente este trabajo se propuso abordar las relaciones del movimiento obrero con la crisis política entre los años 1968 y 1973. Con ese contenido se editaron, en San Pablo (1984), en forma bastante rudimentaria alrededor de 500 ejemplares.

Ese material primario destinado a los compañeros que impulsaban la reorganización del movimiento obrero después de la dictadura, formaba parte de un proyecto más amplio que intentaba abarcar los aspectos más significativos de la historia del movimiento obrero desde los inicios de la Guerra Fría en 1947 hasta el final de la dictadura en 1984.

De este plan hasta ahora sólo se logró cumplir el primer tramo: “La lucha de los gremios solidarios 1947-1952″.

Trabajando en el país, hemos reunido documentación sobre el curso del Sindicalismo en los años siguientes En función de los debates planteados más recientemente decidimos separar el tratamiento del año 1968 del resto de esos años críticos

Lo hicimos así en el entendido de que los cambios producidos en el gobierno semi-dictatorial de Pacheco constituían un corte profundo en la historia del Estado y de la sociedad uruguaya y marcaban definitivamente el fin de una época caracterizada por determinados equilibrios y contradicciones.

En estas páginas, junto a los documentos de la época daremos nuestra Opinión sobre las orientaciones políticas y sindicales que prevalecieron en el movimiento

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obrero y sobre aquellas no tan influyentes, que estuvieron presentes contribuyendo a componer el intrincado haz de acontecimientos y problemas que se sucedieron vertiginosamente.

Entendemos que las luchas sindicales y políticas que se desarrollaron en esos años, contuvieron elementos que deben ser valorados no solo como aciertos o errores “prácticos”, sino que esas decisiones existían puntos de referencia teóricos, de concepción política, que es interesante examinar.

La encrucijada de los años 60, como todo acontecimiento histórico, es irrepetible en su contingencia, en su singularidad.

Sin embargo, examinar aquellos errores puede contribuir a pensar la realidad actual deslastrados de algunas concepciones que la experiencia de las luchas obreras y socialista ha puesto en evidencia: las simplificaciones estrategistas, el foquismo, la aversión a la política, la retórica que, con el peso aplastante de palabras prestigiosas, que gratifican más por el aire familiar, ya oído, de su verbalización que por su contenido como guía para la acción, actúa como una especie de cáscara protectora que obstaculiza pensar lo nuevo, registrar los matices y discutir francamente.

Examinar también los bloqueamientos y derrotas a que conduce la adopción de conductas adaptativas, noveleras o conciliadoras, disfrazadas de “realismo” ante relaciones fuerza desfavorables, atajos de derecha tales como exagerar el carácter nacional y hasta asignarle vocación antiimperialista a alguna fracción de la burguesía o “descubrir” la existencia de aliados en los mandos de las Fuerzas Armadas del sistema.

En cuanto a la izquierda, en aquellos años se produjo una cambio fundamental: de un modo u otro la mayor parte de las organizaciones y no sólo el MLN entendieron que había que prepararse para la violencia revolucionaria. Tal como surge, no ya de “confesiones” (post facto) sino de la prensa de la época, tal como se verá en este trabajo, no sólo los partidos sino también una parte considerable de la intelectualidad, incluyendo a las iglesias, creyeron en la necesidad y la viabilidad de una estrategia de conquista del poder a través de la lucha armada.

Visto desde 1997 uno puede aquilatar la desmesura de esa “intención revolucionaria”. También es preciso analizar esto con honestidad intelectual, disposición bien distinta a la de muchos “arrepentidos” que hoy critican el “izquierdísmo” del 68 procurando blanquear un pasado que los llevó a predicar la lucha armada si no antes por lo menos en la misma época que empezaron a hacerlo las organizaciones que posteriormente se comprometieron con esa línea de acción. Si el lector tiene paciencia suficiente para transitar estas páginas quizás se sorprenda de la flamígera prosa que en los 60 exhibían algunos de los actuales intelectuales orgánicos de la derecha. Seguramente ninguno de ellos celebrará esta memoria.

Nuestro trabajo tiene como campo de investigación principal, aunque no único, lo que ocurre en el movimiento sindical.

Como se verá, la importancia adquirida por los sindicatos en ese período, los

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convierte en protagonistas fundamentales no solo de las luchas sociales sino de las grandes confrontaciones políticas. Eso explica también los debates internos y la pugna entre las varias organizaciones o tendencias políticas que procuran gravitar en su conducción.

Al mismo tiempo, el cambio de actitud de las clases dominantes con relación al movimiento sindical, es una característica del período. El reajuste conservador de la economía y de la sociedad, la brusca redistribución del ingreso en favor de los capitalistas exigieron. y así se hizo, una verdadera reestructura del Estado orientada a excluir, neutralizar o reprimir al movimiento obrero.

En la medida que en el trabajo se aborda también la crisis del sistema político, hemos incorporado el examen no solo de las líneas de acción política de las organizaciones partidarias, incluyendo a los partidos tradicionales, sino también indicios acerca del estado de ánimo de distintas capas sociales expresados a través de algunas de sus manifestaciones culturales.

Dada su vinculación con todas las formas que asumió la lucha popular, inclusive la acción armada, pareció interesante rastrear la evolución de la Iglesia uruguaya que conoce lo que entonces se llamó una “inesperada primavera”.

Para todo este recorrido resultaron imprescindibles las páginas de “Marcha”, que recogió con amplitud y agudeza lo principal del pensamiento y el acontecer político de esos años,

En cuanto a otras fuentes, el lector notará que en muchos temas que resultaban (y resultan) polémicos hemos registrado no sólo las posiciones de los protagonistas de izquierda sino también de quienes no participaban de esa visión o de quienes comulgando con ella entonces, a veces hasta en forma radicalizada, hoy aportan su concurso a los partidos en el gobierno.

Casi treinta años después de los acontecimientos todavía no se ha terminado de disipar “la polvareda” que ensombrece siempre la visión de un pasado demasiado reciente. No obstante, las expresiones de creatividad heroísmo, sacrificio y tenacidad evidenciadas por la clase obrera y el pueblo uruguayo a lo largo de ese período merecen algo más que el olvido o la caricatura.

Además deben tenerse en cuenta, para recobrar o desechar como componente imprescindible para pensar nuestro presente, las formas cómo se reflexionó en aquellas circunstancias, los conceptos, los sustentos teóricos de las estrategias ensayadas y que siguieron orientando las acciones de la izquierda durante los años siguientes Ese será el objeto de otro trabajo que abarcará el período que va de 1969 a 1973.

El año 68 mostró dos aristas de un movimiento histórico; por un lado, la resistencia ante el crecimiento del autoritarismo y a la vez instaló el debate acerca de las posibilidades, desde esa resistencia, de una revolución socialista en el Uruguay tal como muestra el texto de Carlos Quijano del 10 de mayo de 1968 que transcribimos a continuación:

“Creemos por otra parte, y asimismo lo hemos repetido hasta el cansancio, que la

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verdadera “salida” exige, sin duda, un cambio del sistema. El “sistema “, como tal, sólo puede lograr soluciones parciales que nos permitan sobrevivir con resguardo de ciertas libertades esenciales. No ignoramos que éste es el punto crucial de ciertos debates; pero tenemos el convencimiento de que hoy aquí para repetir la manida consigna, Uruguay no puede realizar un cambio de sistema, no puede, solo, débil, circundado por enemigos alertas, y todavía poderosos, intentar una experiencia socialista cabal, cumplir una revolución socialista.

Pudo la URSS con 23 millones de kilómetros cuadrados en condiciones históricas muy particulares, realizar a través de ingentes sacrificios, y dos guerras, una revolución de ese tipo. Pudo Cuba, en una coyuntura histórica también especial, lanzarse a la gran experiencia en la cual está inmersa. La situación de Uruguay no es la de Rusia, pero tampoco es la de Cuba y creemos que incurren en un grave error, error de visión y perspectiva, aquellos que consideran que la historia puede repetirse. No ignoramos las críticas y hasta las burlas, que convencimiento semejante provoca en algunos sacudidos por generosas impaciencias y en otros, ebrios de retórica que se descubren, entre el alba y el crepúsculo de un día, una vocación de revolucionarios y se niegan a comprender que nos espera una larga y sufrida marcha; que la historia no se hace en una noche; que el salto exige preparación y oportunidad; que nos ha sido atribuida, por ahora la noble, limpia, y humilde tarea de ir armando a los cuadros y las gentes, en el combate diario y por la elaboración de la teoría, para las batallas decisivas y que tenemos el deber, el muy difícil deber, de no perder nunca de vista el objetivo, cualesquiera sean los confusos vapores que emanen de los hechos y los naturales desfallecimientos y errores. Siempre el mismo rumbo. Siempre el mismo propósito. Siempre la misma voluntad. Y cada vez más ricos de experiencia. Conocimiento constante de la realidad; interpretación proba y sin pausa afinada, de la misma para transformarla. El tiempo, sin la ayuda del cual todo corre peligro de abortar; trabaja a favor de esa transformación; pero hay que ayudar al tiempo”.

(”Esta angustia colectiva”, Marcha, 10/5/68. Los subrayados son nuestros).

Este libro fue publicado por Banda Oriental en setiembre de 1997.

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PRIMERA PARTE

CAPITULO 1Antes y después de junio de 1968

El año 68 constituye un hito importante en el ciclo de instauración en el Uruguay de un régimen autoritario y una nueva relación de fuerzas entre las clases, en perjuicio de los trabajadores. Este proceso culminó entre 1973 y 1985. Tuvo como eje una reestructura del sector financiero y la concentración del poder y de la riqueza.

El ciclo autoritario produjo cambios profundos y duraderos en el país, en el estado y en la sociedad: en la vida cotidiana de la familia trabajadora y en los anhelos y las esperanzas de los jóvenes, en la confianza o no en los destinos del país, en la educación pública y en la cultura popular, en la administración de justicia, en las formas de actuación policial y en los medios de comunicación. Nada quedó al margen de los cambios.

Empobrecimiento y emigraciónPara tomar uno de los aspectos económico-sociales - el de la distribución del ingreso - de la nueva situación generada a partir del gobierno de Pacheco, como dicen los autores de “El Proceso Económico del Uruguay”, dirigidos por el Cdor. Samuel Lichtensztejn, “El decreto del 28 de junio de 1968, por el que congelaron salarios y precios, instauró una nueva etapa en el proceso político y económico nacional, generando un verdadero cambio cualitativo en las formas sociales de relación y en las luchas entre clases y grupos sociales”.(Pág. 409).

Investigaciones relativamente recientes (marzo de 1991) del CLAEH (‘Indicadores básicos del Uruguay”. Tomo 2. Economía) confirman las conclusiones de estos autores y permiten visualizar que el año 1968 constituyó un punto de inflexión en el proceso de caída del salario real.

Efectivamente, tomando como base 100 el promedio anual de salarios de 1957, el promedio del año 1967 se encontraba en 86.0 (es decir, había perdido 14 puntos en 10 años). En el curso de 1968 el promedio anual del salario real (públicos y

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privados) cae al 73.2.

Vale decir, cae, en el curso del año 68, 12.8 % . Expresado de otro modo: en un año casi tanto como en diez. Si es que la evolución del salario real interesa un poco para conocer la historia de una sociedad hay que admitir que estas cifras aportadas por el CLAEH dicen algo.

Se iniciaba así un ciclo en el que se incrementa aceleradamente el despojo salarial alcanzando, al final de la dictadura, su punto más bajo: un 40.4% en relación a 1957. (CLAEH. Ob. cit. pág.171).

No se dispone, para ese período, de estudios serios sobre la evolución de otros indicadores de la realidad social como ser tasas de mortalidad, alimentación, condiciones habitacionales, jornada de trabajo, rendimiento escolar, etc.

Una línea interesante para la investigación de la pobreza podría ensayarse siguiendo la evolución del otorgamiento del “carnet de pobre”. A modo de “noticia” anotemos que los días 11 y 12 de enero de 1968 la prensa montevideana se ocupa de los incidentes producidos en una oficina estatal de la calle Mercedes y Gaboto donde se había producido una aglomeración en la entrega de los carnets. Según El Popular del 11 de enero (pág. 7) el número de los carnets entregados había pasado de 25 mil (no especifica el año) a 106 mil. Se estimaba que para la obtención del boleto urbano rebajado ese año la cifra alcanzaría los 200 mil.

La hondura de la política antipopular llevada adelante durante ese período afectará la propia cohesión nacional al iniciarse un profundo corte demográfico. Este es un tema sobre el que hay documentación y estudios publicados.

Hacia fines de 1967 un editorial del diario “El País” mostraba preocupación acerca de la emigración uruguaya, manejando la cifra aproximada de 2.000 personas ese año.

Según Israel Wonsewer (”La emigración uruguaya 1963-1975″. CINVE-1985), manejando sin duda datos más precisos, la cifra para 1967 es de 2.602, constituyendo el 1.19 % del total de emigrados entre 1963 y 1975. En 1968 la cifra de uruguayos emigrados salta a 8.020, multiplica por 3 los números de 1967, constituyendo el 3.67°/ del total. Se inicia así un crecimiento vertiginoso en la salida de compatriotas que alcanza en el correr del año 1974 a 64.646. Entre ese año y el siguiente se irán del país más de 121.000 personas, casi duplicando el número de crecimiento vegetativo de la población (págs.74 a 77).

Por su parte, César Aguiar agrega: “entre 1965 y 1975 el país había perdido más población que toda la inmigración que atrajo en el siglo XX”. (”Uruguay: país de emigración”. Ediciones de la Banda Oriental. 1982, pág.44).

Un proceso gradual

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Con el respaldo mayoritario de los dirigentes de los Partidos Tradicionales y de las cámaras empresariales se fueron creando las condiciones para que este proceso avanzara y así el cuño dictatorial se fue imponiendo desde el Poder Ejecutivo, sin renunciar al mantenimiento de la continuidad formal de la Constitución.

El proceso autoritario fue creciendo desde dentro de las estructuras institucionales y administrativas del Estado. La represión sindical y política se hizo en nombre de las mayorías, apelando a la legitimidad formal del estado de derecho, a la paz social, para “defender la democracia” y, con ese discurso, contó, con excepción de algunos enfrentamientos episódicos, con la aquiescencia de la mayoría del Parlamento.

Para los militantes sindicales y de izquierda saber ante qué se estaba, caracterizar adecuadamente la naturaleza política del régimen fue objeto de no pocos debates. Si para algunos ya desde 1964-65 se trataba de una tiranía que colocaba en el orden del día la lucha armada, para otros, en el régimen de Pacheco todavía subsistían garantías como para confiar en el “acceso del pueblo al poder” a través de las elecciones previstas en la Constitución para noviembre de 1971 y sobre esa certidumbre basaron no solo su acción política sino también su estrategia sindical.

Para la FAU-ROE el régimen inaugurado en 1968 era una “dictadura constitucional” El Concepto se mostró suficientemente adecuado para mostrar el carácter real de un régimen que sin mengua del cepo duro del autoritarismo no desdeñó en ningún momento cubrirse con las formas exteriores del Estado de Derecho y el discurso democrático.

La violencia represiva desatada en 1968 generé el estallido de diversas formas de resistencia desde el campo popular, incluyendo la lucha armada.

Centrando su discurso en la práctica de esta, el MLN construye una identidad y un protagonismo propios a partir de agosto de 1968, ya no solo como expresión de resistencia callejera sino como estrategia global, como desarrollo de una línea revolucionaria.

En lo Político, el ciclo se inició con la clausura de algunos periódicos y la disolución de algunos partidos (el 12 de diciembre de 1967) y culminó con el golpe de estado del 27 de junio de 1973.

A la manera de Hobsbawn se podría decir que hubo un 68 largo (iniciado con las ilegalizaciones de Géstido) que se prolonga y se extrema luego con el gobierno de Bordaberry. En medio de ese período hay un significativo paréntesis: la política económica y social de 1971, preparatoria de las elecciones de ese año: aumento de salarios y jubilaciones, retraso cambiario - el llamado “dólar electoral” y como consecuencia enlentecimiento de la inflación, etc.

Nuevas Interrogantes para la izquierdaHubo una cierta continuidad legal y constitucional entre los gobierno de Pacheco y de Bordaberry: las Medidas Prontas de Seguridad de 1968, toleradas por la mayoría del Parlamento, y el golpe del 27 de junio de 1973, expresión del crecimiento

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gradual del autoritarismo de Estado que, como un chaleco de fuerza, se fue ciñendo sobre la Sociedad, cancelando la vigencia de los derechos individuales y colectivos, las libertades políticas y Sindicales.

Tal como se verá en este trabajo el proceso mostró la debilidad de las fracciones liberal-democráticas de los Partidos Tradicionales y también la voluntad de la mayoría de las direcciones políticas, empresariales y de la administración estatal de respaldar la torción autoritaria. También la dirección de los grandes diarios, las principales radios y todos los canales de TV.

Es importante registrar, además, que la violencia estatal (policial primero y militar después) contra los gremios y luego contra toda forma de oposición, operó sobre una sociedad en la que durante más de medio siglo el ejercicio de la dominación burguesa se había realizado, a diferencia de otros países de la región, en forma predominantemente pacífica

¿Cuánto subsistía del viejo sistema de equilibrios sociales y políticos del Uruguay liberal? ¿Hasta qué punto el país se había “latinoamericanizado” y no había otro camino que el de la revolución?

Como se verá en este trabajo, una parte considerable de la izquierda, de la intelectualidad y de la Iglesia se inclinó por esta opción. Desde este denominador común se pensaron y se ensayaron distintas estrategias.

En la mayoría de los intentos sin la elaboración de un pensamiento consistente, con “marcado atraso teórico en relación a la riqueza de las luchas que se venían desarrollando” dirá por entonces Raúl Cariboni.

Para las corrientes “marxista leninistas” (pro-soviéticas, maoístas, etc.) la “teoría científica” ya existía, pre-existía. Se trataba de “conocerla” y aplicarla “correctamente”. Cabe aquí la descripción formulada por Pablo González Casanova para los “pioneros del marxismo-leninismo en América Latina”: “(…) influyeron las categorías de una antigua y renovada cultura acostumbrada a pensar en forma de credo, a creer en forma de dogma, a interpretar la realidad con juicios de autoridad.” (”Imperialismo y liberación en América Latina”. Ed. Siglo XXI. 1978, pág.118).

Lo “teórico” consistía en estar al tanto de lo ya pensado en otro tiempo y otros países. La validez del argumento nacía de la autoridad del citado, más que de la adecuación al debate específico.

Para las corrientes que surgieron (o resurgieron muy cambiadas) en la década del 60, el énfasis se ponía en “los hechos”, desdeñando “la teoría” a la que a menudo se aludía como un pasatiempo inconducente.

Hemos puesto énfasis en analizar las visiones que se tenían desde el Partido Comunista, el Partido Socialista, el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, la Resistencia Obrero Estudiantil y la Federación Anarquista Uruguaya.

Le damos importancia al examen del PCU porque ninguna otra fuerza política de izquierda tuvo el grado de elaboración de propuestas, de conducción política, de

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unidad interna y presencia militante que, en ese período, tuvo el PC.

De hecho, y pese a la represión de que fue objeto durante la dictadura, se puede afirmar que entre 1955 y 1990 creció ininterrumpidamente, constituyéndose en una fuerza respetada, a la que era imprescindible tener en cuenta para cualquier proyecto sindical o político de signo popular y antiimperialista.

El Uruguay estancadoCon altibajos, durante la primera mitad de este siglo, por lo menos hasta 1955, la inserción del capitalismo uruguayo en el mercado mundial había sido menos desfavorable que para otras regiones de América Latina. Habilitó cierto desarrollo económico y, con “impulsos y frenos”, políticas de protección y fomento a la producción en la industria y en la agricultura.

En lo social, el bloque en el poder promovió po1iticas de “conciliación” a través de un Estado que, junto con su función específica de reproducción del “orden” capitalista era capaz de cumplir una tarea “de distribución y redistribución social de los recursos”[4]. i

En lo político, cuando en la mayoría de los países de la región (de arraigado predominio oligárquico) se alternaban regímenes militares, en Uruguay, una sociedad más integrada y, en cierto modo, más “igualitaria”, sobrevivía un núcleo dirigente heredero de las tradiciones de la burguesía liberal y democrática laica y civilista de principios de siglo. Y un Estado acorde con las políticas sociales de “compromiso”, teñido, si no de un fuerte espíritu nacionalista por lo menos de cierta confianza en cuanto a la viabilidad del país.

Hasta la década del 50, el sector hegemónico de las clases dominantes había impulsado una política de desarrollo económico y particularmente de su sector industrial, dentro de los marcos de una economía dependiente, en la órbita económica, militar e ideológica de los EE.UU.

Hacia mediados de la década los límites de ese desarrollo fueron alcanzados.

La burguesía industrial uruguaya, y más en general el núcleo político dirigente, de acuerdo a su tradición y a la mentalidad predominante entre sus líderes, no se dispuso, en esa época, a asumir políticas de carácter antiimperialista o aun de tibio nacionalismo.

A diferencia de lo que había pasado en otros países de América Latina, predominaba en la clase dirigente uruguaya una cierta identificación con los objetivos históricos de las grandes potencias atlánticas, como EE.UU e Inglaterra.

El Uruguay no había vivido, por lo menos desde 1852, ni el despojo territorial (como México, Colombia, Cuba) ni las invasiones (como Haití, Nicaragua Santo Domingo). Ni siquiera la intensidad de la expoliación de grande empresas como la United Fruit en Centro América, las petroleras en Venezuela o la minería en la región andina, que mostraran la presencia directa de la expansión imperialista norteamericana.

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Cuando en los prolegómenos y durante la Segunda Guerra Mundial surgieron en América Latina algunos gobernantes o líderes (como los influyentes sectores nacionalistas y militares neutralistas en Argentina, como Lázaro Cárdenas en México, o Getulio Vargas en Brasil), que buscaron contrapesar la influencia norteamericana con gestos o insinuaciones diplomáticas o económicas con las potencias centrales, particularmente Alemania, en Uruguay la pertenencia al bando de los Aliados era incuestionable[5].

Terminada la guerra, gran parte de la elite empresarial y política uruguaya apuesta a mantenerse aferrada a la “locomotora del progreso” de la economía de los EE.UU. y hasta se alzan voces criticando el Plan Marshall y la poca atención que merecía el fortalecimiento de la economía uruguaya, la de una nación insospechablemente democrática, que nunca había coqueteado con los regímenes totalitarios y con tantas afinidades con los EE.UU. Se convoca al “panamericanismo económico” y a una visión “hemisférica” de los problemas mundiales[6].

“Empates” y compromisos.Hasta 1958 el país había estado conducido por un bloque en el poder integrado, básicamente, por la burguesía industrial, con aliados importantes en otras fracciones burguesas, que logró, como vimos, a través del control del Estado, un importante “consenso”, estabilidad social e integración nacional.

Las contradicciones de este bloque con las clases altas rurales fueron de carácter secundario y se fueron resolviendo en tanto ambos se oponían a cualquier alteración profunda del orden social existente.

Por lo demás, como bien señala Octavio Rodríguez “la atención de los intereses de la industria no implica que los intereses conectados con la producción agropecuaria sean sometidos por completo a aquellos o que sufran una total postergación, entre otras cosas porque la fracción de la clase terrateniente en la cual se concentra la riqueza y el poder económico, pronto establece lazos con segmentos también poderosos de la burguesía industrial, directamente o a través del sistema bancario“. (Octavio Rodríguez: CINVE, págs. 81 y 82).

Durante el largo período que precedió a los sacudimientos de los años 60, el bloque burgués dominante contó con el apoyo de la plana mayor de la burocracia civil y de los mandos militares, y, durante un largo período, de la mayoría de los profesionales liberales y de la intelectualidad, del mediano y pequeño comercio y de gran parte de los funcionarios públicos, docentes, municipales, etc.

Simultáneamente las fracciones burguesas dominantes procuraron captar el respaldo electoral, “reglamentar” las relaciones de trabajo y absorber la resistencia de los trabajadores, en especial de la clase obrera industrial, mediante un sistema de “compromisos”. Lanzaro llega al extremo de sostener la existencia de una “alianza entre la burguesía industrial y la clase obrera“, plasmado en una legislación laboral que amparaba e institucionalizaba algunas demandas sociales.

Jorge Lan ha examinado en qué medida estas conquistas eran a la vez mecanismos apropiados para mejorar las condiciones de reproducción del capital: “El capital en

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su forma mercantil privada no asegura nunca la reproducción integral de la fuerza de trabajo y el Estado tiene que asumir a su cargo la parte que no es asumida por el capital(…)”. (”Desarrollo del capitalismo y formas de reproducción de la fuerza de trabajo en el Uruguay, 1930-1968″, Universidad Metropolitana Iztapalapa, Méjico 1980. Tomo 1, pág.47).

En ese período en nuestro país “Se trata de un sistema marcado por la diversidad y por la descentralización, que corresponde bien a la descentralización y la heterogeneidad del capital que prevalece en la etapa y que políticamente tiene consecuencias muy precisas: obstaculiza la organización y la acción unitaria de los trabajadores, consolida el “efecto de separación” que tienen en genera las estructuras sociales capitalistas, y dificulta el pasaje de la acción corporativa a la acción “general” (política) (…). Estos elementos se presentan en términos muy marcados en el régimen de Consejos de Salarios implantado a partir de 1943″. (Ob. Cit. Tomo 2, págs.32 y 33).

“El aparato de gestión pública de la reproducción de la fuerza de trabajo constituye una forma de la relación entre el capital, la clase obrera y el estado, que establece un vínculo orgánico entre estado y sindicatos un puente entre la organización política (Pública) general y la organización privada corporativa“. (Ob.cit Tomo 3, Pág.8).

(…) Los órganos que ejercen la disciplina del salario y administran los servicios de seguridad social (…), configuran una malla institucional a través de la cual se teje una relación política productiva, organizada en forma estatal pública. Ese aparato constituye la sede en que se traba la lucha de clases en torno a una cuestión nodal de la estrategia de desarrollo capitalista como es la regulación del precio de la fuerza de trabajo”. (Ob. Cit. Tomo 3, pág. 9).

Desvirtuación de la democracia: clientelismo, burocratización, ausencia de instancias participativas.“Una realidad dígase en forma breve, que es una olla podrida de estatismo capitalismo especulativo, de dirigismo e intervencionismo esporádicos y promesas, muchas promesas de una planificación futura”.Real de Azúa. 1964.

El “clientelismo” (largamente estudiado en trabajos pasados y recientes, entre ellos el de Francisco Panizza), las leyes electorales que habilitaban todo tipo de “conglomerados”, la ausencia de funcionamiento de organismos partidarios (convenciones, congresos) capaces de orientar y controlar la gestión de los dirigentes políticos en cuyas manos quedaba el gobierno eran realidades que, aunque muchas veces protestadas, a veces por los propios responsables, seguían y siguieron formando parte espesa del país real.

A los partidos o líderes que no participan en la red jerárquica construida desde el Estado se les empieza a hacer cada vez más difícil desarrollar alternativas políticas.

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Crece la dependencia de las organizaciones políticas al aparato del Estado. Tal “estatización” de los partidos que coparticipan en la administración va a tener consecuencias duraderas al ir perdiendo estos contenidos programáticos y capacidad para conformar corrientes de opinión y cuadros políticos insertos en la sociedad.

A la vez, en el aparato estatal, la autonomía, constitucional y de hecho, que tenían los Entes Autónomos permitía el desarrollo de áreas de poder administrativo, relativamente descentralizadas, movidas por la lógica del favor inmediato, poco propicias a la aceptación del planeamiento económico (que empieza a ponerse en boga a principios de los 60) del ahorro del gasto público y desburocratización que comenzaban a exigir los organismos internacionales y las necesidades de racionalización económica que percibían los sectores más lúcidos de las clases dominantes.

A diferencia del primer batllismo, el bloque en el poder no se propuso llevar adelante un proyecto de desarrollo económico nacional independiente. Por el contrario, se desenvolvió adaptándose estrictamente a los condicionamientos externos, presentados como una fatalidad o como “un hecho de la naturaleza”[7].

La expresión político partidaria de este bloque de fuerzas había sido el batllismo liderado por Luis Batlle Berres y algunos sectores del P. Nacional.

Aunque buscó y obtuvo apoyo electoral en los trabajadores, el bloque en el poder enfrentó, y a veces lo hizo con dureza, a la clase obrera. Por ejemplo, durante las Medidas Prontas de Seguridad de 1951 y 1952.

En el período de proteccionismo industrial la acción de las organizaciones sindicales y los intereses políticos e ideológicos de la burguesía, la concepción “intervencionista” y “dirigista” de los representantes políticos del bloque en el poder, dieron lugar al desarrollo de una extendida legislación social de protección a los trabajadores y un nuevo crecimiento del área estatal de la economía.

Como veremos, los sectores industrialistas, partidarios del rol protector del Estado, que podrían englobarse en el discutido concepto de “burguesía nacional”, no fueron capaces de desplegar un proyecto alternativo a la subordinación económica que fueron imponiendo, cada vez con más rigor, los organismos internacionales y el capital transnacional

La acción de la izquierda y el mantenimiento de la independencia de los sindicatosPara abordar los acontecimientos de los años 60 es importante registrar, aunque sea someramente, características de la historia del movimiento obrero uruguayo que le marcaron decisivamente y algunos rasgos que bajo una forma u otra reaparecen en las confrontaciones del período que nos ocupa[8].

En nuestro país, el sindicalismo tuvo un desarrollo temprano, como lo muestran abundantes investigaciones. Fue creciendo, a medida que se extendió la

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industrialización y inmigración obrera procedente de Europa.

A través de mutuales, asociaciones o “sociedades de resistencia” el movimiento obrero impulsó el logro de conquistas para los trabajadores y contribuyó al desarrollo de un entretejido social y cultural que impulsó el progreso social y el desgaste del estado liberal-oligárquico, expresión política de la alianza del capital inglés y la burguesía agro-exportadora prevaleciente a finales del siglo pasado.

A diferencia de lo que ocurrió en otros países de América Latina, el anarquismo y el anarco-sindicalismo no fueron concepciones totalmente aisladas en la sociedad. Las propias características del país y del momento, bien estudiadas por José P. Barrán, B. Nahum, Carlos Real de Azúa, Carlos Martínez Moreno, entre otros, habilitaron no solo el desarrollo de esas corrientes sino también abrieron puertas para que su influencia tiñera algunos aspectos de la vida cultural y hasta de la legislación civil, sobre todo en la primeras décadas de gobiernos batllistas.

El impulso modernizador y los cambios sociales y políticos desarrollados en las primeras décadas del siglo son impensables sin la existencia de estas organizaciones obreras, minoritarias pero activas y tenaces.

Su campo de acción no era solo el de las reivindicaciones inmediatas, sino también las cuestiones éticas y culturales, que enfrentaban al autoritarismo de la sociedad oligárquica y patriarcal, al clericalismo conservador y respondían a una concepción ideológica sustentada en valores de solidaridad de dignidad del trabajador y la mujer, de libertad y justicia social.

La idea del sindicato como instrumento “finalista” en la lucha por la emancipación de los trabajadores, le incorporaba a la acción de los anarco-sindicalistas no solo la independencia orgánica, con relación al Estado y los partidos del sistema, sino también los desafíos de ir creando una contracultura, una ética, una educación en torno a los valore morales que, según su concepción, sustituirían a los de la sociedad autoritaria y egoísta vigente.

Esta visión del mundo se construía en la vida cotidiana de la organización por medio de la prensa, de las conferencias y debates, de la solidaridad con los presos (como Simón Radowisky) o con las luchas de otros pueblos (manifestaciones de repudio al asesinato en Barcelona del maestro Francisco Ferrer y Guarda en 1909, de celebración del 1º de Mayo, en solidaridad con Sacco y Vanzetti entre 1920 y el 23 de agosto 1927, fecha de su ejecución, de defensa de la República, durante la guerra civil española, la lucha antifascista en Italia, etc.

A esto se sumaba las actividades culturales propias (bibliotecas, conferencias científicas), de los conjuntos teatrales (llamados “filo-dramáticos”) que ensayaban y actuaban en la propia sede sindical y finalmente en la práctica de discusión en asambleas, instancia máxima de decisión en toda organización anarquista.

Su rechazo al “estatal-capitalismo” llevó a la mayoría (porque hubo excepciones, como los llamados anarco-batllistas) a no involucrarse e incluso condenar el avance de la legislación social que, bajo el influjo del batllismo, se desarrollaba.

Hasta la década del 60, los sindicatos de “acción directa” no participaban en los

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Consejos de Salarios, establecidos por ley en 1943, ni en el desarrollo de la legislación laboral: el estado era tan temible como el capital.

Esta concepción antiestatista tenía como corolario la independencia frente a los partidos en la medida que, para los anarco-sindicalistas, la propia organización sindical, a través de la acción directa, era el verdadero instrumento para la liberación de los trabajadores y la construcción de una nueva sociedad.

El desarrollo industrial y la modernización del estado capitalista abrieron otros campos para la acción reivindicativa de la clase obrera en rápido crecimiento, por lo que el anarco-sindicalismo tendió a perder fuerza a partir de los años veinte, época en que surgieron nuevos nucleamientos sindicales impulsados por otras tendencias.

A partir de esos años, la diversidad de tendencias en el movimiento sindical condujo a la existencia de más de una Central Obrera, según las concepciones predominantes en cada sindicato o federación. El antagonismo entre marxistas y anarquistas y luego entre comunistas, anarquistas y socialistas originó divisiones profundas y duraderas.

No obstante su debilitamiento, algunas de las ideas y formas de acción que formaban parte de la doctrina anarquista y anarco-sindicalista siguieron presentes en el movimiento, en la memoria colectiva o a través de periódicos (”Solidaridad”, “Voluntad” que se editaron hasta la década del 60) y de militantes individuales o pequeños grupos.

Las confrontaciones de los años 60 contendrán elementos de esa tradición, tanto en las consignas, como en los métodos (asambleas de base, funcionamiento no burocrático) y el estilo de acción (empleo de la violencia).

Independencia de clase en el período de “desarrollo industrial acelerado”.A diferencia de lo que ocurrió en otros países de A. Latina, en nuestro país los sindicatos consiguieron mantener su independencia frente al Estado y los partidos de la burguesía también en el período de industrialización que se abre a partir de 1930.

Según J.Millot y C.y L. Silva “los establecimientos en la industria manufacturera pasan de 6.570 en 1930 a 21.102 en 1955 y los asalariados de 54.158 a l61.879 (…) En ese período la industria manufacturera creció a una tasa acumulativa anual del 5%”. (págs.21 y ss.).

Otros países de A. Latina conocieron períodos de rápido aumento de la mano de obra empleada en la industria. Pero, mientras que el peronismo en Argentina, el varguismo en Brasil, el cardenismo en Méjico, el APRA en Perú, Acción Democrática en Venezuela desplazaban a las corrientes de la izquierda clasista y subordinaban la organización sindical a los nuevos estados populistas, en nuestro país la izquierda, aunque debilitada por la división, pudo mantener su influencia en el movimiento obrero aun en el período de crecimiento industrial, conquistas sociales y mejora del salario.

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En la década del 40, con la fundación de la UGT, al amparo de la polarización mundial suscitada por la Guerra contra el fascismo, con el auge del “browderismo”[9] en el movimiento comunista internacional, los sindicatos controlados por el P. Comunista generaron movimientos de “unidad nacional” con los gobiernos colorados de la época (Gral. A. Baldomir, Dr. J. J. de Amézaga).

En ese cuadro se extiende la legislación laboral a la que hicimos referencia más arriba.

No obstante esta “desviación de derecha” y “seguidismo de la burguesía” (así definida posteriormente por el propio PCU), por diversas razones, no canceló la vigencia de la autonomía orgánica del movimiento frente al Estado y al batllismo más “obrerista”.

Ni el PC renunciaba totalmente a su identidad marxista leninista, ni al mismo tiempo estaba en condiciones de controlar al conjunto del movimiento obrero, donde el “autonomismo” sindical era fuerte y otras tendencias disputaban el terreno.

Estos elementos constituyeron una particularidad del país y tienen que ver con las modalidades específicas en que se desarrollaba la lucha de clases y la ideología dominante, apegada a la tradición de la democracia representativa más próxima a los modelos liberales y social-democráticos europeos que a las variantes del populismo latinoamericano.

El neo-batllismo no se propuso, a diferencia de otros movimientos de masas latinoamericanos, dotarse de una base sindical propia, encuadrada en el partido de gobierno y el estado.

Los esfuerzos por romper la unidad de clase fueron impulsados desde afuera, sin apoyo significativo del gobierno: la CSU, nacida en enero de 1951, proclamó desde sus inicios su vocación divisionista y anti-comunista.

En el momento de su fundación sus apoyos no fueron desdeñables, pero su composición era muy heterogénea y si bien algunos dirigentes se corrompieron, en la mayoría de los gremios que la componían, la CSU nunca tuvo mucha influencia en las bases del movimiento.

Después de 15 años de desgajamientos y disputas, a veces muy duras, con los sindicatos clasistas, se autodisolvió en junio de 1966[10].

Notas

[1] Este libro fue publicado por Banda Oriental en setiembre de 1997. En momentos que se están

realizando debates en oportunidad de cumplirse 40 años del mayo francés, nos pareció importante

empezar a poner a disposición de los lectores, este libro. El hecho de que el mismo se encuentre

agotado y sobre todo por su absoluta vigencia, nos llevado a que semanalmente con la renovación

de nuestro sitio web, vayamos integrando capitulos de los 16 que integran esta obra. 

[4] Real de Azúa: “El impulso y su freno”, 1964. Este esquema se sustentaba en lo fundamental en

el excedente generado por la exportación agropecuaria. Parte de ese excedente era transferido al

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estado y a la protección de la industria. 

[5] Es justamente a partir de la poca propensión de las clases dirigentes para llevar adelante una

reversión de la dependencia económica que son compartibles las expresiones de Samuel

Lichtensztejn cuando luego de examinar otras propuestas se inclina por lo que llama “la solución

interna al problema de la dependencia (…), es decir a resolver (…) frontalmente las

contradicciones que esa misma dependencia presenta, (se trata) de resolver la contradicción de la

dependencia, quebrando las bases que internamente sustentan tanto la concentración del poder

económico y político en determinados grupos, como el mal uso o desaprovechamiento de los

recursos sociales Esta es la posición que aborda la lucha contra la dependencia como una lucha en

favor de una nueva estructuración u organización socio-económica de nuestro país”. (”Uruguay en

la conciencia de la crisis” Pág. 186). 

[6] “En lugar del bello “Mundo Unido” tenemos al menos tres grandes mundos (…) 1- la Rusia

comunista y sus satélites esclavizados o semi-esclavizados; 2- Inglaterra, Francia e Italia

socialistas; 3. Este hemisferio occidental que aún sostiene la bandera de la libertad “. (J.Kemper,

Presidente del Consejo Interamericano de Comercio y Producción. (CICYP) Montevideo, octubre

1947). Uruguay se encontraba naturalmente como un país lleno de promesas en el “hemisferio de

la libertad”.

[7] Sobre este tema hay un trabajo valioso del economista Gonzalo Pereira: “El viraje de la 15. Del

dirigismo económico al neo-liberalismo“. Ed. Gandhi. 1988.

[8] Sobre la rica historia de luchas del movimiento sindical uruguayo, se han producido

invalorables contribuciones por parte de Héctor Rodríguez, Germán D’Elía, Wladimir Turiansky,

José Bottaro, Enrique Rodríguez, Francisco Pintos, Lucía Sala y Jorge Landinelli, Pedro Alfonso,

Carlos Zubillaga. Y. González Sierra, U. Rodríguez Díaz, F. López D’Alessandro.

[9] Earl Browder fue Secretario General del Partido Comunista norteamericano. Nació en 1891.

“Los partidos coministas influidos por Browder que había llegado a sostener el fin del imperialismo

norteamericano y el inició de una política de los Estados Unidos favorable a la paz, la democracia

la industrialización y la liberación de las colonias, los partidos comunistas latinoamericanos (en

esos años) no encabezaron ya ningún movimiento antiimperialista” (Pablo González Casanova Ob.

cit. pág. 199).

[10] En la fundación de la CSU participaron 17 organizaciones: Sindicato de Vendedores de Diarios

y Revistas. Federación de Obreros y Empleados de la Bebida. AEBU, Federación Ferroviaria.

Sindicato Autónomo de la Industria de la Construcción. Asociación de la Prensa Uruguaya. O.

Obreros y Empleados del Omnibus Interdepartamental, Asociación de Empleados de Amdet, Soc.

Empleados de Peluquerías, Sindicato de Artes Gráficas, Sindicato de Ladrilleros, SUA, Federación

Obrera del Vidrio, Organización O. Textil Cotton, Asociación Nacional de Funcionarios Públicos.

Unión Nacional de Trabajadores del Aceite y Pinturas y Sindicato Metalúrgico “El Acero”. (”El Sol”,

9 de enero de 1951).

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CAPÍTULO 2. Dependencia económica y mayor injerencia norteamericana

“Un capitalismo que, como el de todos los países marginales, parece destinado a la putrefacción antes de haberse acercada -ni de lejos- a madurez y forma “.“Ahora, (estamos) sometidos a los vaivenes de una política capitalista, que a título de libertad económica ha permitido el ingreso del imperialismo en el país, no ha defendido la economía nacional (…)”Luis Hierro Gambardella, Prólogo a K. Didizián, “Julio César Grauert, discípulo de Batlle”, 1968, p. 22.

A comienzos de la década del 60 se había iniciado el predominio del capital financiero gestado por las nuevas condiciones generadas a partir de los cambios producidos en el campo internacional Esto coincidió con la política exterior norteamericana, empeñada en frenar el impacto que en A. Latina generaba la revolución cubana.

El reajuste conservador avanzó con lentitud y no siempre consiguió sus objetivos, ante las resistencias obreras y populares, de algunos sectores empresariales de la industria amenazada por la política de apertura y también de ciertas capas de la administración y de las empresas públicas marcadas todavía con la impronta batllista Resistencias, en fin, del entretejido social y político formado durante decenios al amparo del paternalismo estatal.

Con el advenimiento del bloque en el poder liderado por el sector financiero, concentrado y extranjerizado, dentro de los partidos tradicionales primero y luego dentro del aparato del Estado, creció la influencia de los sectores de derecha y de extrema derecha, ligados al incremento de la presencia norteamericana en las FF.AA. y la policía, especialmente en los servicios de inteligencia.

En el campo internacional esos años coinciden con la intensificación de la acción norteamericana en América Latina.

Es el momento en que la intensificación de la guerra en Vietnam abre una profunda brecha en la sociedad norteamericana Es el fracaso de las propuestas de Johnson de “gran sociedad”, es el año del nacimiento de los grandes movimientos culturales de oposición al tradicional “american way of life”, y del nacimiento de los “beatnik”,‘ de las campañas contra la discriminación racial, de la violencia urbana, Panteras Negras, Poder Negro y de los asesinatos políticos (Martin Luther King. Robert Kennedy). El período, en fin, en que el número de soldados americanos trasladados al escenario de la guerra alcanza su cifra más alta.Para América Latina fue un período de incremento de la presencia militar-policial norteamericana preocupada por el crecimiento de las acciones guerrilleras y la eventualidad de enfrentar un nuevo estallido revolucionario simultáneo a la confrontación que se desarrollaba en el sudeste asiático.

El aumento de la presencia norteamericana en Uruguay, tanto en las FF.AA., la policía como en la sociedad civil (sindicatos, comunidades, etc.) está documentado

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en numerosas fuentes (Veneroni, Wilson Fernández, Alain Rouquié, etc.).

Penetración en la culturaTomemos a título de ejemplo un episodio de ese período: el 22 de junio de 1966 la prensa informa del pedido de informes formulado por el PDC en el Consejo Directivo de la Universidad sobre el financiamiento de la llamada “Encuesta 503″, consistente en 94 preguntas a realizar a 450 universitarios organizada por la “Special Operation Research Office” (SORO) vinculada al gobierno de los EE.UU. La misma contenía una suerte de indagatoria exhaustiva que exhalaba un aire que para muchos era más policial que científico. -La encuesta - se señala - tiene analogías con el proyecto “Camelot”, “estudio realizado por los sociólogos de la muy poco civil American Universiry de Washington”. (A. Rouquié. “El Estado militar en América Latina”. S. XXI Ediciones, México, pág. 163).

Según Mario Wschebor, “los objetivos del proyecto Camelot (1964) eran definidos como los de un estudio para ser posible la previsión de cambios sociales. Esto incluiría procedimientos programados para evaluar el potencial capaz de generar guerras internas”.

El programa se desarrolló a partir de una carta de reclutamiento enviada a intelectuales en distintos países. La misma agregaba que “el ejército norteamericano tiene una misión importante en (…) la construcción nacional de los países subdesarrollados, así como una gran responsabilidad en dar asistencia a los gobiernos amigos en el tratamiento de los problemas de la insurrección nativa”. Estas actividades del ejército de los EE.UU. eran descritas como “profilaxis de la insurrección“. (Luis Horowitz, “Vida y muerte del proyecto Camelot”).

Wschebor cita también expresiones de Robert Kennedy a propósito del plan Camelot: “El verano pasado se nos dio a entender que entre 40 y 50 de estos estudios en países extranjeros eran financiados por los departamentos militares”. (Ob. cit., págs. 18 y 19).

En los años que precedieron al advenimiento de Pacheco, desde el gobierno y la diplomacia norteamericana se alentó la organización de entidades civiles como la ORPADE (Organización de Padres Demócratas), liderada por el Dr. Stajano, que ejercía una suerte de “patrullaje ideológico” en la enseñanza pública; el lUDES (Instituto Uruguayo de Educación Sindical), que actuó en el campo gremial y sobre el que hablaremos más adelante; la “Legión Artiguista”, encabezada por el Cnel. Victoriano Domínguez, etc.

A fines de la década del 60, la mayoría de los dirigentes blancos y un amplio sector de los colorados, con el apoyo de las cámaras empresariales, impulsan políticas económicas cada vez más resistidas por el movimiento sindical.

Para doblegar estas resistencias la represión fue haciéndose cada vez más dura. El recurso a las Medidas Prontas de Seguridad se hizo más frecuente, se aplicaron sanciones a los gremios, se destituyeron huelguistas y se encarcelaron dirigentes

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sindicales. La represión fue “leve” si se la compara con el despotismo de Pacheco y sus sucesores, pero contrastaba con el período anterior, el ya vivido, de mayores entendimientos sociales y formas más tolerantes y democráticas de accionar político.

A través de su prensa y de sus partidos, la burguesía aboga con insistencia por un Ejecutivo fuerte, la planificación centralizada del gasto público y un mayor control sobre la emisión y el crédito. A eso apuntó, en 1966, la reforma constitucional presidencialista.

Se fue acuñando la idea de que el país precisaba un “hombre fuerte” y para ese fin se diseñó la imagen del Gral. Oscar Gestido. La Ley de Lemas y el 21.3% de los votos lo hicieron Presidente de la República.

Cuando, al poco tiempo de asumir la Presidencia, murió, el cargo y los poderes conferidos por la nueva Constitución los heredó una figura hasta entonces poco conocida: Jorge Pacheco Areco.

La inflexión autoritaria de la que Pacheco es figura expresiva, responde a las necesidades impuestas por la ejecución de un vasto proyecto de remodelación económico-social del país.

CAPÍTULO 3. La resistencia obrera y la crisis del neo batllismo

“La burguesía industrial utilizó las condiciones favorables del proteccionismo pero no tuvo un proyecto nacional de desarrollo que implicara la eliminación de los grupos de su misma clase que impedían el crecimiento autosostenido de la economía.Simplemente aprovechó las condiciones de mayor rentabilidad de inversiones industriales protegidas por el Estado y aceptó un esquema de poder político populista, de distribución parcial de ingresos a los sectores productivos asalariados, que asegurara un mercado para la producción destinada únicamente al consumo interno.Tampoco existió en las burocracias de los partidos tradicionales ni un provecto ni una imagen de país a construir”.Germán Rama: “El club político”. Arca. 1971, pág. 10.

Producidos los reacomodamientos de la economía mundial de mediados de la década del 50 (reconstrucción de Europa, nuevo impulso de la expansión norteamericana hacia América Latina), los equilibrios y compromisos del neo-

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batllismo se alteraron.

En el país se acentuó el estancamiento productivo, se instaló una crisis duradera y, finalmente, el sistema de derechos sociales y políticos fue agredido y modificado hasta sus raíces, desde el poder político y económico.

Debilitado por el estancamiento del proyecto “dirigista” e “industrialista”, Luis Batlle Berres fue desplazado en las elecciones de noviembre de 1958 por la fracción ganadera y fondo monetarista que detentaba la hegemonía dentro del P. Nacional.

Un punto de inflexión, según S.Lichtensztejn y otros lo constituye la Ley de Reforma Cambiaria y Monetaria aprobada en la primera etapa del primer gobierno blanco (diciembre de 1959).

A partir de ese momento, la situación socio-económica del país, en un proceso complejo que no excluye áreas y breves períodos de recuperación, tiende a deteriorarse y no solo para la clase obrera. Se inicia un largo ciclo de estancamiento, empobrecimiento, resistencia y represión.

Como bien decía Lichtensztejn: “La Reforma Monetaria y Cambiaria con que se inauguró la década de los 60 señala el punto de inflexión de nuestra curva de dependencia. Si hasta ese momento la dependencia económica está sujeta a coordenadas básicamente comerciales, en las que el Estado juega un papel orientador; la Reforma Monetaria y cambiaria culmino una apertura de la economía a la influencia financiera externa, y el Estado desecha expresamente la intervención en las corrientes comerciales”. (”El Uruguay en la conciencia de la crisis”. Pág.177).“(…) Por último la incorporación del Uruguay al concierto dependiente de esta época se sella con la alineación programática a las directivas del organismo financiero del imperio: el FMI”. (Ob.cit., pág.178).“La dependencia financiera se gesta por las nuevas condiciones generadas a partir de los cambios producidos en el orden capitalista mundial; pero también prospera por la adecuación de los intereses de grupos sociales internos a las nuevas relaciones”. (Pág.179).

Como tendencia general del período, que en lo político-institucional tiene un punto de inflexión en junio de 1968, se puede afirmar que sectores cada vez más poderosos de la burguesía, liderados por el sector financiero, apuestan a otro modelo de país (aceptación de la dependencia impuesta por las nuevas condiciones económicas internacionales, primacía de lo financiero sobre lo productivo, subestimación del mercado interno, redistribución del ingreso en favor del capital, disminución del gasto público destinado a políticas sociales, resignación de soberanía hacia los organismos internacionales, etc).

El mismo autor agrega: “En general se afirma que el capitalismo financiero desarrollado es exportador de capitales y se apropia de las ganancias que de aquella exporta se deduce.“Esta apropiación queda ampliamente demostrada cuando se indica que cada dólar que penetra en América Latina extrae en el transcurso del tiempo entre 2 y 3 dólares de utilidades.“Este proceso no resultará extraño pues él constituye un fruto del desigual desarrollo en el mundo capitalista. Tampoco debe extrañarnos el alto monto de

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retorno de utilidades.“Lo que sí resulta extraordinario es que ese proceso de retorno de utilidades y remesas en general no se realice en muchos casos disponiendo de un capital propio; sino aplicando los capitales disponibles en los países subdesarrollados. El Uruguay es un caso típico. Entre 1962 y 1966 hay una fuga de capitales del orden de los 246 millones de dólares. Esta es la cifra oficial; pero se estima que ese monto está por debajo de la realidad.“Pues bien, frente a esa suma de fuga de capitales, el monto de préstamos externos recibidos por el país es, en el mismo período, de 184 millones de dólares. En resumen, Uruguay es un exportador de capitales (…) En buen romance, esto significa que las empresas estadounidenses que funcionan en la región latinoamericana financian su capital de trabajo y su capital de reposición no con los fondos originarios de sus países sino con los ahorros locales”. (Ob. cit., págs.181 y 182).

Una política contra los trabajadoresEl modelo que se fue construyendo a partir de esta situación de dependencia implica inevitablemente terminar con las conquistas arrancadas por los trabajadores a lo largo de muchos años de lucha.Implicaba además una tendencia -que avanzó con lentitud - a disminuir las bases de apoyo popular al sistema, al generar malestar y frustración en amplios sectores de las capas medias.

En una palabra, alterar el sistema de alianzas de clases y fracciones sociales sobre las que reposaba “el consenso” y como contrapartida acrecentar la “coerción”. Tal ecuación, aplicada a una sociedad fuertemente politizada, condujo a restringir la vigencia de las garantías y derechos democráticos que habían caracterizado la vida del país hasta ese momento.

A partir de 1959 la utilización de la fuerza estatal para obstaculizar la acción de las organizaciones sindicales, se fue haciendo cada vez más frecuente.

En setiembre de 1959, a pocos meses de asumido el gobierno por el P. Nacional, se decretaron Medidas Prontas de Seguridad contra los trabajadores de UTE. En marzo de 1961, al realizarse el cambio en la Presidencia del Consejo Nacional de Gobierno, se anuncia que ese año será el de la reglamentación sindical. En febrero de 1963 se aplican nuevamente Medidas Prontas de Seguridad contra los trabajadores de UTE.Se repetirán luego, en 1965, en dos oportunidades, cuando el gobierno nacionalista recurre al mismo arbitrio, en octubre y diciembre, particularmente agravado con la detención, previa al decreto, de cientos de sindicalistas.

Ante el desafío planteado, la unidad sindical se fue abriendo camino. Poco a poco, la disgregación orgánica tiende a superarse. La lucha de tendencias toma cada vez más la forma de debates sobre táctica o estrategia sindicales que no impiden la unidad de acción ante algunos acontecimientos sentidos por toda la clase trabajadora.

Algunos hechos del contexto latinoamericano, particularmente la revolución cubana, contribuyen a mirar la realidad nacional en el marco de otras

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polarizaciones (el antiimperialismo; las luchas contra las dictaduras militares en Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay; la solidaridad latinoamericana) que contribuyen al acercamiento de distintas corrientes en el movimiento sindical.

1964: Amenazas de golpe y nacimiento de la Convención Nacional de TrabajadoresEn un período en que la búsqueda de las coincidencias políticas se hacía cada vez más frecuente, de ampliación de la sindicalización y de crecientes enfrentamientos con el gobierno, el año 1964 marcó una etapa.

En el plano latinoamericano se intensifica el cerco contra Cuba, no sólo en el plano militar y económico sino a través de campañas políticas de fuerte tonalidad “macarthista” dentro de las sociedades latinoamericanas procurando revertir las simpatías surgidas ante las primeras realizaciones del gobierno revolucionario.El golpe militar en Brasil sacude al continente y algunos militares uruguayos se sienten convocados a una misión similar.

Atento al conjunto de estas realidades en el movimiento sindical uruguayo los acontecimientos se desarrollaron hasta culminar en la convocatoria a una convención nacional de trabajadores.En abril del 64 había llegado a Montevideo, rodeada de la solidaridad, de los sindicatos más combativos, de los sectores más informados e inquietos del movimiento estudiantil, y de un amplio sector de la opinión pública, una nueva marcha cañera.

Se vivía un período de enfrentamiento a la política conservadora impuesta por el segundo gobierno blanco.Después de participar en la celebración unitaria del 1° de Mayo, los cañeros de UTAA instalan su campamento en un terreno baldío en la calle Cuñapirú, no muy lejos de la Facultad de Medicina y la de Química.

El campamento se convierte en un centro de solidaridad, donde diariamente llegan delegaciones de los gremios más movilizados. El 14 de mayo del 64 la policía atacó con gases, balas y sables el campamento cañero.

De inmediato, el Congreso Obrero Textil, el Sindicato de Artes Gráficas, la UOES de FUNSA, entre otras organizaciones, buscan el acuerdo de los dirigentes de la CTU (en cuyo seno gravitaban fundamentalmente los militantes del PC), para la convocatoria a una Convención Nacional de Trabajadores.

Mientras tanto, la situación política del país se hace más tensa. Trasciende el nombre del General Mario Aguerrondo alentando una conspiración de la derecha militar. Para enfrentarla, se realizan cientos de asambleas y el conjunto del movimiento obrero decreta un paro general que se llevará a cabo el 17 de junio.

Es en ese momento que se adopta por primera vez la decisión de decretar la huelga general por tiempo indeterminado en caso de golpe de Estado. Confirmada en los Congresos I y II de la CNT se pondrá en práctica a partir del 27 de junio de 1973 enfrentando el golpe de Bordaberry y los mandos militares.

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El sábado 27 y el domingo 28 de junio de 1964 se realizan las primeras convenciones de trabajadores con tres puntos en el orden del día: “Programa para la acción conjunta, coordinación permanente y sus formas y planes de lucha”.

Gerardo Gatti que, como delegado del Sindicato de Artes Gráficas, tuvo participación en las instancias de coordinación general sindical, escribió sobre este período lo siguiente:

“La marcha por la tierra, la insuficiente solidaridad o en algún caso el claro sabotaje con recurrencia a los peores métodos de UGT, la represión policial que se había cebado con la gente de UTAA mereciendo respuesta sólo de los propios «peludos» y de escasas organizaciones solidarias, la polémica que todo esto provocó, las amenazas de cercamiento de las libertades sindicales y públicas, el agravamiento de la situación económica de los trabajadores, son factores que inciden en las discusiones sobre la necesidad de la convención. Las discusiones son extensas, o por momentos hay graves enfrentamientos.Se suceden reuniones sindicales de distinto nivel, los sindicatos de General Electric, FUNSA, textiles, gráficos y la CTU presentaban bases de acuerdo.En setiembre de 1964, sobre la base de la autonomía de cada sindicato y el compromiso mutuo de cumplir los acuerdos logrados con un mecanismo de coordinación, con garantías para todas las organizaciones y con representación en los cargos permanentes de todas las tendencias y actividades sindicales, por decisión de un plenario nacional, queda constituida la Convención Nacional de Trabajadores”. (Gerardo Gatti. “Apuntes para una historia del movimiento obrero”. (Inédito).

La fundación de la CNTJunto con los sindicatos orientados por militantes comunistas, sindicalistas de otras orientaciones que militaban en gráficos, FUNSA, cañeros, contribuyeron a incorporar, en el proceso de unificación, algunos de los rasgos más positivos de la CNT, que le permitirán convertirse en poco tiempo en la central obrera más amplia y gravitante de la historia del país.

Esos gremios, muchos de los cuales provenían de la tradición autónoma, aportaron su espíritu combativo, su permanente presencia solidaria y el prestigio de su trayectoria.

Contribuyeron a fortalecer también un estilo de trabajo sindical contrario al burocratismo y a la utilización político-partidaria del quehacer gremial.

Una tradición que hacía hincapié en el funcionamiento democrático de los sindicatos y en la participación protagónica de la mayor cantidad posible de trabajadores en la discusión y adopción de decisiones por parte del gremio.

En la discusión de los estatutos de la CNT, algunos de los sindicatos influidos por la “tendencia” (como la Unión de Obreros y Empleados y Supervisores de FUNSA), junto con otros que compartían estos criterios por su propia concepción sindicalista y “autonomista” (prácticamente la mayoría de las organizaciones no controladas por el PC), situaron sus aportes en tres puntos: primero, para prevenir el

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surgimiento de desviaciones burocráticas, la Convención no tendría dirigentes rentados.

Segundo, para evitar lo que se entendía había sido la utilización por parte de partidos políticos de las representaciones sindicales, se establecía la incompatibilidad entre los cargos de dirección sindical y el desempeño o candidatura para cargos políticos electivos.

Tercero, en tiempos de aguda confrontación, para marcar se independencia de todo centro hegemónico a nivel mundial, la nueva organización unitaria de los trabajadores uruguayos, la CNT, no se afiliaría a ninguna central internacional.

Al mismo tiempo, la propia denominación de “convención” apunta a señalar el carácter abierto, de discusión y consulta permanente con los trabajadores.

La inflación acelerada tiende a disminuir los salarios reales, particularmente de los trabajadores del sector público. A lo largo de la década, se produce un crecimiento importante de la sindicalización tanto en la Administración Central como, fundamentalmente, en los Entes Autónomos, donde se destacan los cambios producidos en la Federación ANCAP y en la Agrupación UTE, protagonista ésta de movilizaciones que conmovieron al país y pusieron a los trabajadores en el camino de una agremiación más estrecha, más apuntada a la confluencia con otros sectores sindicales.

La naciente CNT se va a nutrir de este proceso, incorporando a sus filas amplios contingentes de trabajadores del sector público, si bien con escasa experiencia gremial anterior; amplía la convocatoria del movimiento obrero en lo que constituye uno de los acontecimientos significativos del período.

La sindicalización erosionó por dentro la manipulación clientelística de las empresas estatales. Al mismo tiempo incorporó en la agenda de los sindicatos estatales los problemas estructurales y de gestión del área nacionalizada de la economía incorporando un protagonista esencial en el debate sobre las reformas necesarias para incorporarlas a una estrategia de desarrollo económico de carácter nacional y popular.

A esto hay que agregar el proceso de extensión del sindicalismo a las áreas rurales, particularmente a los sectores azucarero, remolachero, arrocero y de peones de tambo que van a protagonizar diversas luchas y movilizaciones.

El Plan de lucha del 65A principios de 1965 la CNT elaboró un plan de movilizaciones que será luego un punto de referencia constante para los sectores más radicales del movimiento y que culminó el 6 de abril con un paro general y un acto central en el que hizo uso de la palabra, a nombre del secretariado de la CNT, Gerardo Gatti.

Como señalan Jorge Rodríguez López y Claudio Trobo: “El plan de lucha fijado en enero de 1965 para un semestre, se basó en la disposición de las organizaciones de pasar a ofensiva, de no esperar -para actuar - a ser golpeadas una por una; de no

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jugar al contragolpe frente al gobierno y patronales y, por el contrario, actuar de conjunto escalonando progresivamente las luchas según un plan previamente elaborado”. (”Construcción. Historia de un sindicato”. (Ed. Proyección, 1989).

La propuesta de un “plan de lucha” fue aprobada por todas las tendencias y todas las organizaciones que componían la CNT.

Contenía acuerdos sobre algunos criterios, como la idea de “pasar a la ofensiva y no actuar de contragolpe” y aplicar un plan, previamente elaborado, en el que participara el conjunto de las fuerzas del movimiento obrero.

La idea será retomada permanentemente luego por distintas organizaciones y aparecerá como propuesta en distintos congresos y asambleas, sobre todo a partir de 1968.

La crisis bancaria de 1965 dará un nuevo empuje al proceso inflacionario, que como señalan Lichtensztejn y Couriel: “forma parte de los medios que apuntalan la redistribución en favor de determinados grupos capitalistas y en contra de quienes únicamente cuentan con la fuerza de su trabajo”. (”El FMI y la crisis económica nacional”. Fundación de Cultura Universitaria. Pág. 170).

Este concepto es de importancia, pues sitúa el análisis de la inflación en términos de intereses, de lucha de clases y no como fatalidad económica. Desde el punto de vista de su elaboración se profundiza en la obra colectiva del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas, “El proceso económico del Uruguay”.

Auge de la actividad especulativa y crisis bancariaUna vez más son válidas las apreciaciones del Cdor. S. Lichtensztejn: “Urugua asiste, en el transcurso de los últimos años a un intenso proceso especulativo. Este proceso especulativo no es comercial sino básicamente financiero, desde que las ganancias esperadas surgen de los cambios de la cotización de la moneda extranjera.

“Este proceso especulativo acrecienta la dependencia financiera del Uruguay (…) Sabido es que la crisis del año 1965 constituye una culminación de este proceso especulativo; una primera instancia culminante, ya que en el trienio siguiente continuaron las presiones especulativas sobre el mercado.“De todos modos, esa crisis bancaria de 1965 pone al descubierto varios aspectos. Por una parte, demuestra el alto nivel de endeudamiento al que accede la banca cuando procura hacerse de mayores recursos.“Además, demuestra el mayor entrelazamiento de intereses entre grupos internos y extranjeros. Por fin, informa del enorme interés con que la plaza uruguaya cuenta como centro de actividades financieras, para ciertos bancos extranjeros.“Ese interés se afirma en la libertad y el papel estratégico que caracteriza a Uruguay en materia financiera. Pero responde al fenómeno de expansión que EE. UU. adopta desde fines de la Segunda Guerra Mundial.“En efecto, desde 1955 hasta 1967, las instituciones bancarias estadounidenses crecen de 111 dependencias a 298 en los países subdesarrollados. En igual período,

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el número de dependencias bancarias de los EE. UU. en América Latina asciende de 56 a 134″.(S.Lichtensztejn. Ob. cit., págs. 180 y 181).

Un capítulo de trascendencia lo constituyó el estallido de la crisis bancaria y la forma como AEBU (Asociación de Empleados Bancarios del Uruguay) y los trabajadores se colocaron frente a las evidencias de fragilidad que mostraba la bancarrota del Banco Transatlántico del Uruguay (BTU).

Como ha señalado José J. Martínez en “La telaraña bancaria en el Uruguay”, la crisis de 1965, que amenazó al sistema bancario privado en su conjunto, fue la expresión de un conflicto muy fuerte que puso al Banco Transatlántico del Uruguay enfrentado al resto del sistema financiero.

La crisis se hizo evidente a comienzos de 1965 y, en función del desarrollo que había alcanzado el BTU (había dispuesto de sucursales itinerantes, a través de un sistema de ómnibus que recorría la zona de pequeños y medianos propietarios de Montevideo y Canelones), llevó a que cundiera el pánico entre los casi 200.000 pequeños ahorristas que conformaban su cartera.

El BTU se encontraba en ese momento segundo en el “ranking” nacional de bancos. En pleno proceso inflacionario como modalidad especulativa apostó a la inversión en tierras, mientras el resto de la banca apostaba a la compra de moneda extranjera.

Después de un largo forcejeo, el sector financiero liderado por el Banco Comercial consiguió someter al BTU, abriendo una brecha en el sistema bancario del país. Un feriado bancario, entre el 21 de abril y el 17 de mayo, la amenaza de una “corrida” bancaria, la suspensión de actividades y la intervención por parte del Banco de la República del BTU, colocan al país ante la eventualidad del derrumbe de todo el sistema financiero privado.

Los trabajadores frente a la crisis bancariaEn ese marco, la actitud de los trabajadores bancarios organizados en AEBU significó tina muestra de fuerza y disciplina gremial para actuar ante tan compleja y singular coyuntura.

El gremio se declaró en huelga, denunció los negociados y fraudes impulsados por el gran capital financiero y reclamó, en asambleas masivas, la nacionalización total de la banca privada.

Reclamó la prohibición de instalar nuevos bancos, la eliminación de las sociedades financieras, la creación del Banco Central con participación en su Directorio de los trabajadores y una reestructura de la banca de acuerdo a las necesidades del país.

Al mismo tiempo, se buscó la defensa de los ahorristas perjudicados así como el

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mantenimiento de la fuente de trabajo de más de 1.500 trabajadores que quedaban en la calle por el cierre definitivo del BTU.Apenas iniciada la huelga bancaria contó con el apoyo de la CNT, de la CTU, del Congreso Obrero Textil, portuarios, gráficos, de UTE, de ANCAP, cañeros, etc.

La demanda de nacionalización de la banca tenía un perfil programático coincidente con la elaboración que, en ese terreno, venía realizando el conjunto del movimiento sindical, a través de la Central de Trabajadores del Uruguay (CTU) como parte de una respuesta obrera y popular a la crisis del sistema.

Eso facilitó el acercamiento en el plano programático de AEBU con el resto de las organizaciones clasistas.

Desde otro punto de vista, la crisis bancaria fue importante también para la evolución interna de AEBU. En los primeros meses del año 65, miles de trabajadores bancarios sintieron por primera vez la amenaza de la pérdida del empleo, amenaza inherente a todo asalariado y a la que hasta entonces habían estado virtualmente al margen.

Fue una “sacudida” que contribuyó a despejar la idea que subsistía en algunos sectores de considerar a los bancarios como una gran “familia”, casi como una profesión al margen de la lucha de clases, como un estamento superior y privilegiado en relación al resto de los trabajadores.

La inteligencia y la solidaridad con que operó el resto de los sindicatos contribuyó para afianzar este sentimiento de pertenencia a la clase asalariada y facilitó el acercamiento que luego se volvió de estrecha unificación con el resto de los trabajadores agrupados en la CNT.

La crisis bancaria del 65, al tiempo que ponía a la luz pública las grietas que debilitaban al Uruguay tradicional, o por lo menos su sistema financiero, facilitó el acercamiento de decenas de miles de trabajadores a la idea de un programa que fuera más allá de las reivindicaciones laborales inmediatas, un verdadero programa nacional y popular para responder a la crisis.

Simultáneamente se desenvolvía una de las experiencias de acción sindical conjunta más significativa de todos esos años: el Plan de lucha aprobado por la CNT.

Congreso del PuebloLa actividad de las organizaciones sindicales tendrá un punto alto en la convocatoria al Congreso del Pueblo en el que una serie heterogénea de aspiraciones programáticas encontró un cauce de discusión conjunto, permitiendo alzar la mira y echar las bases de lo que sería ya no sólo una plataforma inmediata sino un programa nacional de signo popular, democrático y antiimperialista.

Los días 16 y 17 de agosto de 1965, 1.376 delegados, representando a 707 organizaciones sindicales, cooperativas, profesionales, estudiantiles, campesinas y de jubilados, se reunieron para elaborar una propuesta programática común sobre

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un conjunto de grandes problemas nacionales.

Según señala Héctor Rodríguez en “Marcha” del 27 de agosto de 1965, “el programa aprobado (…) configura una estrategia para todo un período de tiempo, determina objetivos y alinea fuerzas para obtenerlos mediante acción conjunta (…) El acuerdo sobre la necesidad de la acción conjunta incorpora de por sí un elemento táctico y abre el camino para la elaboración de una táctica común “.

En ese marco la CNT programó una jornada de lucha para el 7 de octubre a la que el gobierno respondió estableciendo Medidas Prontas de Seguridad. Hubo más de 500 detenidos, clausura de locales sindicales y medios de prensa.

Levantadas las Medidas Prontas de Seguridad, se realiza el 13 de octubre un nuevo paro general.

Los enfrentamientos con el gobierno blanco se acentúan y el 25 de noviembre se realiza un nuevo paro general. Nuevamente se implantan las Medidas Prontas de Seguridad.

Lucha sindical y lucha política: un debateHéctor Rodríguez advierte “contra los que exhortan al Congreso del Pueblo a superarse en la acción política o lo llaman, redondamente y sin retraso, a la actividad electoral”.

Advierte también que “forzar la politización del movimiento puede resultar paralizante para éste a la vez que esa definición resultaría reductora dado que sólo podrían participar en el movimiento (…) los que aceptaran determinada fórmula electoral”.

Rodríguez critica también el reduccionismo que implica pensar que los únicos me todos de lucha son la simple emisión del voto, “cuya importancia no desestimamos pero cuyo carácter decisivo es harto discutible en medio de las trampas del actual sistema electoral”.

Las expectativas abiertas por el Plan de lucha de la CNT de 1965, la huelga bancaria y el Congreso del Pueblo se van a empantanar por las divergencias surgidas en el ámbito sindical en torno a la propuesta del P.Comunista de impulsar una reforma de la Constitución que condensara las demandas y reivindicaciones populares, tal como estas se habían venido expresando a través de la lucha sindical y en el propio Congreso del Pueblo.

De todos modos, a lo largo de la década el movimiento sindical uruguayo dio los pasos más importantes para superar las tendencias siempre latentes en el sindicalismo, a la dispersión, al economicismo, al encare parcial o puramente profesional de los conflictos.

En ese sentido, el Congreso del Pueblo cumplió un papel importante. La práctica solidaria, la profundización de las luchas, el avance en cohesión orgánica y la definición de objetivos de carácter nacional a través de un programa discutido y

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aprobado en común, así como la búsqueda de puntos de coincidencia con otros sectores populares, jubilados, cooperativistas y el movimiento estudiantil, permitieron contrapesar la tensión disgregadora y corporativista que amenaza siempre al movimiento y a forjar una fuerza de gran peso y convocatoria creciente en el plano nacional.

Las grandes luchas de 1968, incluyendo la rebelión estudiantil, la radicalización de la intelectualidad y el surgimiento de la lucha armada son impensables sin este proceso de acumulación, toma de conciencia y capacidad de iniciativa política del cual el movimiento sindical, básicamente la CNT, fue protagonista decisivo.

Atrás del Plan de lucha de 1965, las grandes huelgas y el Congreso del Pueblo, medio borroso para la mirada desatenta de quien se detiene solo en el acontecimiento y en los primeros planos, irrigando la estructura capilar del campo popular, decenas de miles de trabajadores, completamente uruguayos, leían, discutían, cotizaban, participaban en debates, asambleas y manifestaciones. Construían así, en las tareas cotidianas de organización, los soportes de fuerza que enfrentarían al autoritarismo desatado por las clases dominantes.

Diseminados en cientos de realizaciones diarias estos hechos de la historia popular pasan a menudo inadvertidos para ciertas corrientes historiográficas, no obstante constituir la vida real de miles de trabajadores que construían otra “cultura”, otra visión con valores distintos y alternativos al del modelo burgués hegemónico:

a) la realización de asambleas democráticas con informes y propuestas cada vez mejor elaborados, donde debatían las distintas orientaciones que convivían dentro de la misma estructura orgánica de la CNT;b) la elección periódica (en algunos sindicatos más frecuente que en otros) de los consejos o comisiones directivas y de la juntas o congresos de delegados;c) la existencia de agrupaciones permanentes en los gremios que emitían sus propias publicaciones, donde junto con los problemas específicos del sector se abordaban temas nacionales y latinoamericanos, así como la realización de jornadas de solidaridad, campamentos y ollas populares hacia donde se orientaba el apoyo a los gremios en conflicto;d) la existencia de una estructura financiera de cotización mano a mano en la mayoría de los gremios, con el esfuerzo que entraña y el sentido de pertenencia que genera;e) la presencia estable de periódicos y revistas (Estudios, Epoca, El Popular, Marcha, El Sol, Voluntad, Lucha Libertaria, Frente Obrero, etc.);f) el seguimiento a través de publicaciones y debates de las luchas de los trabajadores, de otros países latinoamericanos especialmente Argentina, Brasil, Bolivia y muy especialmente en esos años de avance de la izquierda, el proceso chileno, etc.;g) la conmemoración, con artículos, conferencias y mitines, de acontecimientos importantes de la historia del movimiento obrero internacional o de las revoluciones populares latinoamericanas. La solidaridad con la revolución cubana, la información constan te sobre su desarrollo y los debates que generaba.

Por supuesto que de estas prácticas no participaban los 500 mil trabajadores que la CNT convocaba en un paro general, como el del 6 de abril de 1965 o el del 2 de julio de 1968 -para tomar dos fechas importantes en medio de las cuales hubo decenas

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de paro de 24 horas - pero sí un número significativo y creciente de gente que ingresaba a las preocupaciones políticas como trabajadores o como estudiantes (muchos de los cuales reunían simultáneamente las dos condiciones).

Este proceso, que lleva a las confrontaciones de 1968, fue paulatino, jalonado de luchas, pues, como vimos, la clase obrera había mantenido la independencia de sus organizaciones y la lucha por sus reivindicaciones económicas y derechos sindicales.

No obstante, a lo largo de la década del 60, sectores importantes de trabajadores acompañaron electoralmente a los partidos tradicionales, incluso cuando ya la política aperturista y conservadora había generado crecientes tensiones sociales.

El desfasaje entre el crecimiento de la convocatoria de los sindicatos, su propia visión nacional y el mantenimiento de la supremacía electoral de los partidos burgueses, ya visible en otros comicios, se muestra en toda su magnitud en las elecciones de 1966.

En ese momento, la izquierda, que orientaba a la CNT - y desde ella era capaz de convocar a paros generales en los que participaban cientos de miles de trabajadores -, representada electoralmente por P. Socialista y el F.I.D.E.L. obtuvo un 6.5% de los votos, unos 80 mil, menos que el 7.4% que socialistas y comunistas juntos habían obtenido 20 años antes, en noviembre de 1946.

Lo magro de los resultados electorales amplió el debate en la izquierda acerca de las distorsiones de la “democracia” tal como se ejercía en el país en ese momento y se sumó (o enredó, según se mire) a los debates acerca de “las vías” de la revolución en los términos que la experiencia cubana y las conferencias de la Tricontinental y la OLAS de 1966 y 1967 ponían en la agenda de toda la izquierda latinoamericana.El movimiento obrero y la izquierda (también la Iglesia y la intelectualidad) habían evolucionado hacia una visión más latinoamericana y más nacional de sus tareas.

Juan José Real. La revolución al revés“Los que creemos, casi con desesperación, en la posibilidad de salvar el orden democrático, mediante reformas progresistas y el desarrollo, debemos procurar el establecimiento de medios justos de solución de los conflictos del trabajo en la esfera pública, que hagan innecesario el recurso a la violencia, por ninguna de las partes. Y, por encima de todo, aspiramos a que exista seguridad gubernativa, coherencia de rumbos y justicia, en el tratamiento de los humildes y poderosos, que se restablezca la confianza de las masas en los líderes políticos para aceptar sacrificios impuestos por la coyuntura económica. El pueblo los aceptaría si tuviera la seguridad de que el reparto de males y de bienes se haría sin mantener y agravar los injustos privilegios, los mercados negros, agios, contrabandos, etc., que son el telón de fondo de la inflación corruptora y degradante que padecemos.Se explica que los grupos organizados se aferren a sus niveles de vida, relativamente confortables, ante el espectáculo de la REVOLUCION AL REVES que desde 1959 viene consumando el gobierno federal nacionalista, enriqueciendo cada vez más a los más ricos con sus medidas monetarias y cambiarias, mientras se

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hunde la clase media y el proletariado padece desocupación y miseria.Esto no se arregla con medidas prontas de seguridad ni con promesas de planes utópicos “.Dr. Juan José Real, oct. 1965.

Si bien en el plano electoral no se formalizaba la unidad, el pensamiento tendió a aproximarse a una visión común del país, de los obstáculos que imponían la dependencia y el latifundio.

Por un camino o por otro, partiendo de presupuestos teóricos y experiencias diferentes, los principales dirigentes y teóricos de la izquierda (Vivián Trías, Rodney Arismendi, Carlos Quijano, Héctor Rodríguez, Raúl Sendic, Julio Castro, Arturo Ardao, Carlos Ma ría Gutiérrez, Raúl Cariboni, Gerardo Gatti, entre otros) tendían a compartir una propuesta popular, antiimperialista y democrática.

Subsistían diferencias sobre el modelo y la política externa de la URSS. Pero se actualizaban los puntos de debate, se vinculaban más a la experiencia latinoamericana y, sobre todo, a las circunstancias de la lucha que se desarrollaba en nuestro propio país.

Las fracciones predominantes de la burguesía buscan ante todo aumentar sus ganancias abatiendo los salarios, revirtiendo todos los factores de redistribución de la riqueza que caracterizaron al modelo neo-batllista, así como eliminar los obstáculos a una mayor concentración monopólica, fortalecer el sector exportador, en menoscabo del mercado interno, facilitar la penetración del capital extranjero y reestructurar la banca, debilitan do al sector público.

Para la burguesía es imprescindible terminar con algunas conquistas obreras, su presencia organizada dentro de las fábricas y lugares de trabajo, aumentando la productividad (por esos días dirá el New York Times, en una crónica sobre nuestro país: “El problema fundamental del Uruguay es la disminución de la productividad”, 24 de mayo de 1968) y abatiendo los salarios reales.

Y para eso precisaba doblegar la capacidad de resistencia de los trabajadores, amansando y regimentando a los sindicatos. No renunciaron totalmente -y eso es lo que diferencia al régimen de Pacheco de sus “colegas” regionales (los generales Onganía en Argentina y Garrastazú en Brasil) - a la legitimidad republicana, arraigada en las tradiciones nacionales de democracia representativa, estado de derecho, separación de poderes, etc.

El desplazamiento de los sectores productivos y el desarrollo de un modelo de acumulación del capital cada vez más centrado en la especulación financiera, estimulan el endeudamiento externo y la fuga de capitales, en lo que Fernando Caloia y otros caracterizan como “el llamado círculo vicioso de la dependencia financiera: especulación, fuga de capitales, endeudamiento”. (”La deuda externa y la crisis uruguaya”. CIEDUR, Ediciones de la Banda Oriental, 1984. Págs 18 y 19).

Durante los años 1967 y 1968 los destinatarios principales de las medidas autoritarias del gobierno fueron el movimiento obrero y el movimiento estudiantil.

No se corresponde con los hechos la afirmación, difundida por la derecha, de que

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las medidas y el avasallamiento de las libertades fueron la respuesta estatal al accionar de las organizaciones guerrilleras. Este factor influyó, pero con posterioridad a un período de auge del movimiento de masas y de la adopción por parte del gobierno, de medidas represivas sin antecedentes en el país.

El rápido crecimiento de las mismas, en particular del MLN, fue, en gran medida, la canalización de la protesta que el autoritarismo impedía expresar reprimiendo a la prensa independiente, a las organizaciones obreras y estudiantiles y a gran parte de la izquierda.

Ni en los considerandos que preceden al decreto de medidas de seguridad de octubre del 67 adoptadas por el Gral. Oscar Gestido, ni en las de Pacheco del 13 de junio de 1968 se hace referencia a la guerrilla. Como ha señalado Álvaro Rico, en ninguno de los discursos presidenciales de los años 67 y 68 el sujeto a reprimir es la insurgencia armada.

El “enemigo interno” está situado en el movimiento de masas. Así lo visualiza también el diagnóstico de la Escuela Superior de Guerra del Brasil.

Ante la profundidad de la ofensiva política, económica e ideológica de las clases dominantes y en el contexto de las nuevas realidades políticas de América Latina: el ejemplo del Che, las guerrillas en Perú, Venezuela, Guatemala y Bolivia y otros intentos guerrilleros menos duraderos (Argentina, Brasil), surgieron dentro de la izquierda dos corrientes de opinión, cuyo punto culminante fueron los debates de la OLAS.

También hubo diferencias en las actitudes a asumir en los conflictos gremiales, en la vida interna de los sindicatos y en los lineamientos táctico-estratégicos a impulsar en la CNT, en las relaciones con el gobierno (episodio de la integración obrera a la COPRIN) y frente a las diversas formas de violencia con que se procuraba sofocar al movimiento popular.

CAPÍTULO 4. Los cambios en la izquierda

Toda nuestra concepción reposa sobre el papel de vanguardia del Partido, en el papel de vanguardia de la clase obrera, que es el problema cardinal de la revolución uruguaya”.“Estudios”, 1966, págs. 47 y 48.

El Partido Comunista“Excluir negar; rechazar a priori a todo aquel que desde el principio no se apellide comunista es un acto de dogmatismo y de sectarismo incalificable”.Fidel Castro. 26 de julio de 1966. “Granma” 27.7.

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El Partido Comunista ha tenido una influencia muy importante en la historia del movimiento obrero uruguayo. En sus orígenes y durante la década del 20 canalizó el prestigio y las esperanzas revolucionarias nacidas en la clase obrera después de la revolución bolchevique de 1917.Después de 1955, el Partido Comunista adquiere una mayor influencia e implantación en el movimiento sindical y popular. Junto con los sindicatos autónomos y de tendencia, sus militantes sindicales contribuyeron al fortalecimiento de la CNT.En la década del 60 y hasta comienzos de los 90 sus orientaciones tienden a prevalecer en la dirección del movimiento sindical y adquieren un peso significativo en la Universidad, el movimiento estudiantil y amplios sectores de la cultura popular.Será también artífice decisivo en la gestación, surgimiento y desarrollo del Frente Amplio.Por el conjunto de su accionar y su larga trayectoria, el Partido Comunista, en tanto protagonista de una práctica política densa, con organicidad, coherencia e implantación indudable en la clase obrera, debe ser analizado atentamente.Bien o mal resueltas, el PC planteó entre los trabajadores una serie de propuestas a las que eran ajenas el pensamiento y la práctica de las corrientes anarquistas y sindicalistas de los años 20, 30 y 40 (propuestas que el Partido Socialista también defendió, aunque en esos años influido por las concepciones reformistas de los partidos socialdemócratas europeos): la necesidad de un partido de clase obrera para la revolución socialista, las preocupaciones programáticas, de las alianzas y del papel político “nacional” -y no solo gremial o sectorial - de la lucha de los trabajadores, etc.Esto al tiempo que sus militantes participaban tenazmente en la organización y la lucha reivindicativa cotidiana de los trabajadores.Junto con las corrientes anarquistas y socialistas, el PC promovió en la clase obrera los valores del internacionalismo proletario (el contenido clasista del 1° de Mayo, campañas por Sacco y Vanzetti, la defensa de la revolución bolchevique y la solidaridad con el pueblo español en la lucha antifascista, etc,).En tanto tradición, el PC contiene por su origen y desde los primeros años de su trayectoria un componente revolucionario. La forma por la cual de aquel revolucionarismo inicial se pasó a posiciones que hacia los 60 definíamos como reformistas es larga y compleja y se relaciona no solo con la evolución social y económica de nuestro país, sino también con el proceso cumplido en la Unión Soviética, sobre todo a partir de la entronización de Stalin a finales de los años 20.El stalinismo, como ocurrió en todas partes, marcó profundamente al PC uruguayo, generando virajes inexplicables y prácticas sectarias que lo aislaron y debilitaron su influencia entre algunos de los sectores más combativos del proletariado, como la actitud asumida contra la huelga de los trabajadores de la carne en el año 1943.En el XVI Congreso de 1955, el PC hizo una autocrítica, fueron desplazados algunos de sus principales dirigentes (Eugenio Gómez y E. Gómez Chiribao), haciéndose cargo de la dirección el núcleo que lo orientará los treinta y cinco años siguientes.Contrariamente a lo que han sostenido los historiadores del P. Comunista, el XVI Congreso no supuso una ruptura clara con el stalinismo, bajo cuyas admoniciones están a menudo sustentadas, a texto expreso, muchas de las resoluciones principales adoptadas en 1955.El proceso de desestalinización fue lento. Todavía en noviembre de 1957 Stalin es utilizado como fuente de autoridad teórica marxista (Revista “Estudios” N° 7, pág.

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53. “Teoría y Práctica de una política de paz”).En esos años (1956 a 1959) el énfasis está puesto en las posibilidades que, para la transición al socialismo, abriría “la emulación pacífica” entre los dos sistemas (el capitalista y el socialista), por lo cual “el mantenimiento de la paz se vuelve prioridad esencial”.En el XVII Congreso, celebrado entre el 15 y 17 de agosto de 1958, se establecen definiciones sobre un tópico que será luego motivo de debate a nivel latinoamericano: el referido a la “burguesía nacional”.Se expresa allí que: “La contradicción principal de la estructura económico-social del Uruguay es la contradicción entre las fuerzas productivas que pugnan por desarrollarse y las relaciones de producción, basadas en la dependencia del imperialismo y el monopolio de la tierra que frenan ese desarrollo. Ella se expresa también en la contradicción entre el imperialismo, los latifundistas y los grandes capitalistas anti-nacionales, y todo el pueblo uruguayo, los obreros, agricultores y ganaderos pequeños y medios, los intelectuales y los estudiantes, los empleados del Estado y privados, los jubilados y pensionistas, los artesanos y pequeños comerciantes, y la burguesía nacional, constituida, en lo fundamental, por la burguesía media”. (“Estudios”. Setiembre 1958, pág.99).

La derrota, ese mismo año, de la fracción industrialista y proteccionista de la burguesía, liderada por Luis Batlle, y los acontecimientos latinoamericanos precipitados por el triunfo de la revolución cubana el año siguiente, llevarán al PC a planteos más afinados e “izquierdistas” en este punto.El XVII Congreso dará aprobación a otro documento, el “Estatuto del Partido Comunista”, que revela un aspecto de sus concepciones teóricas, bastante perturbador de las relaciones de los comunistas con las demás fuerzas políticas populares y de izquierda.Por el Artículo 1° se estable que: “El P Comunista es el Partido político de la clase obrera, su vanguardia, su forma superior de organización, que defiende sus intereses y los de toda la nación”. (“Estudios”. Ob. cit., pág. 112).Ocho años después, en 1966, en oportunidad del XIX Congreso de agosto de ese año, en un informe sobre la reforma de los estatutos se reafirma esta concepción: “Su artículo 1° que define el carácter y los objetivos del Partido recoge concentradamente los principios leninistas que fundamentan el Partido de nuevo tipo, partido de la clase obrera, su vanguardia política y su forma superior de organización “.El concepto del P. Comunista como vanguardia -sólidamente arraigado por lo menos hasta 1990 - conllevaba también una relación conflictiva y llena de obstáculos para el proceso de discusión y elaboración teórica y política: las opiniones solo tendrán vigencia y legitimidad si provienen del seno de la propia organización de vanguardia, es decir el P. Comunista o los “partidos hermanos” alineados en las posiciones del PCUS.Como expresa José Cademártori en controversia con la revista de izquierda norteamericana “Monthly Review”: “Aceptar una u otra tesis de Marx, Engels o Lenin no autoriza a nadie a proclamarse marxista. Los marxistas leninistas conciben toda su doctrina como una unidad ensamblada y que además no puede estar desligada de la acción política organizada. Ser marxista leninista implica reconocer la consistencia lógica de la teoría, en todas sus partes y la identidad de la teoría con la práctica. Significa, además, reconocer filas en la vanguardia de la clase obrera y ser un militante disciplinado de dicha organización”. (“Estudios” N° 28, marzo de 1964, pág.67)

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El PCU y la violencia revolucionariaEn el curso de los años 60, al tiempo que su influencia se acrecentaba, la solidaridad y el acercamiento a las posiciones del P. Comunista de Cuba influyeron fuertemente en el viejo Partido, renovando algunas de sus propuestas y radicalizando su discurso.El PC irá afinando su posición con relación a los métodos y las vías de la revolución uruguaya. En marzo de 1964 dice “Estudios”: “Es indudable que, a la violencia desatada de la reacción, el pueblo deberá responder con todas las armas, inclusive con las formas varias de la violencia popular”. (Ob. cit., pág.7).En julio - agosto de ese año, ya con presiones militares de la extrema derecha sobre el gobierno, que imponen como Ministro de Defensa al General Hugo Moratorio, el P.C. examina detalladamente la pertinencia de la lucha armada, “de enfrentar al enemigo con las armas en la mano“. (Estudios,pág 7, señalando que “la elección de los métodos de lucha siguen estando subordinados a la situación política, en particular al estado de ánimo de las masas”.“La práctica de tales métodos pasa, pues, a depender en gran medida de la existencia previa de una preparación adecuada, de la existencia de cuadros, y de la aptitud de la vanguardia revolucionaria capaz de arrastrar tras sí a la mayoría de la clase obrera y el pueblo “. (id.)“Y combatividad, iniciativa y preparación de la clase obrera y el pueblo, se funden en un plano superior cuando la vanguardia encuentra los medios políticos y técnicos para ponerse al frente de las masas en la hora en que el enemigo hiere las más sentidas convicciones populares y coloca las definiciones en el terreno de las armas”. (Id., pág. 8).El razonamiento se sigue profundizando en los meses siguientes. En setiembre-octubre dice R. Arismendi en “Estudios”: “del mismo modo que sería un sacrificio heroico pero una insensatez irreparable, exponer a la vanguardia aislada, al fuego del enemigo para que la calcine y extermine sus mejores cuadros, debe pensarse que supone una capitulación sin atenuantes el retroceso y la entrega de posiciones, por falta de iniciativas combativas y ausencia de una adecuada preparación”.

Como surge de estos textos, en la década del 60, el PC uruguayo desarrolló sobre la lucha armada una respuesta teórica propia y bastante elaborada y una línea de acción política que lo diferenció, por izquierda, de la mayoría de los partidos comunistas de América Latina.El P. Comunista, que se consideraba como el “partido de la clase obrera” y su táctica “fundada en las concepciones científicas del marxismo-leninismo” tendió a desconocer existencia de otras tendencias que disputaban su hegemonía particularmente cuando estas actuaban en el movimiento sindical .A diferencia de los partidos comunistas de Bolivia (que niega su apoyo a la guerrilla del Che) o de Venezuela. cuya fractura en torno a este tema tuvo resonancia continental, (criticado por Fidel en la conferencia de las OLAS) o de Brasil (en que la alternativa guerrillera provocó una crisis interna y la escisión de Marighella y otros integrantes del Comité Central), etc., el PC uruguayo pudo mantener una gran ambigüedad en torno al tema, a través de una “pareja dialéctica” que condenaba por igual “a la desviación de izquierda guerrillerista” y a la desviación de derecha “confiante en la vía pacífica al socialismo”.En la elaboración de este discurso tiene un papel destacado Rodney Arismendi, en especial su obra “Lenin, la Revolución y América Latina”, escrita entre los años

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1968 y principios de 1970.Este texto que declaraba explícitamente el apoyo -bajo ciertas condiciones - del PC a la lucha armada fue publicado, por capítulos, en la revista “Estudios”, en medio del auge de las confrontaciones y los debates de ese período.Un ángulo nuevo se abre con estas definiciones del PC que ingresa a los tópicos conocidos de una línea insurreccional: legitimación de la violencia popular, necesidad de preparación previa, búsqueda de los medios políticos y técnicos.Al mismo tiempo, en el campo de la acción política de masas, se intensifica la controversia interna con otros sectores tanto en el movimiento obrero como en el estudiantil.Visto con cierta perspectiva llama la atención cierto bloqueamiento para el diálogo con otras organizaciones con las que el PC tenía, a partir de estas definiciones, coincidencias estratégicas importantes. ¿Sectarismo de unos y otros? ¿Falta de credibilidad ante lo que aparecía como contradictorio (línea sindical “reformista” y perspectiva insurreccional)?Quizás, ciertos textos muy posteriores, como el de Jaime Pérez (“El ocaso y la esperanza”. 1996), arrojen luz sobre cómo el resto de la izquierda veía el compromiso del PC con una práctica revolucionaria.

El Partido Socialista en la década del 60A lo largo de la década del 60 el P. Socialista vivió un complejo proceso de debates internos y definiciones teóricas. También aquí se registró la influencia de la revolución cubana y la nueva situación latinoamericana.Inicialmente convivían dentro del P. Socialista distintas inflexiones: la tradicional (originalmente muy vinculada a las concepciones social-democráticas de origen europeo), liderada por el Dr. Emilio Frugoni, que tendía a debilitarse ante la nueva situación latinoamericana y mundial; la mayoritaria del Prof. Vivián Trías, encabezando un proceso de renovación teórica, en ese momento con fuerte influencia maoísta (“el PC. chino solidario con las orillas sublevadas del mundo”, dirá en abril de 1963) y la de Luján Molins (Secretario General de las Juventudes Socialistas, en 1964) y Julio Louis, que daría posteriormente nacimiento al MUSP.Al mismo tiempo, Raúl Sendic, como militante socialista, con fuerte respaldo del partido y de su prensa, desarrollaba una militancia intensa, asesor legal, primero, de trabajadores arroceros y remolacheros y, luego, organizador y líder de la lucha de los cañeros de UTAA.En junio de 1962 Raúl Sendic es procesado y encarcelado por algunas semanas en la Penitenciaría de Miguelete, junto con otros 36 militantes de UTAA después de un fuerte enfrentamiento con burócratas de la amarilla CSU.En el episodio había resultado herida mortalmente de un disparo, una señora ajena al incidente. Si bien inicialmente se pretendió incriminar a UTAA, el análisis técnico de mostró que la responsabilidad era de la gente de la CSU.Unos diez días después fueron liberados los cañeros, pero Sendic permaneció un tiempo más acusado de “asonada” y “daños”, por las roturas de vidrios producidas durante el incidente.En 1962, el XIX Congreso Extraordinario (29 y 30 de junio) define el proyecto de “unión nacional y popular”. Es con estos lineamientos que el P. Socialista participará de la experiencia de la Unión Popular liderada por Enrique Erro con la que intervendrá, con malos resultados, en las elecciones de noviembre de ese año.El XXXIV Congreso Ordinario, del 28, 29 y 30 de junio de 1963, retoma y amplía las

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formulaciones de 1962 definiendo “una estrategia de revolución nacional y popular, definido como un proceso único, sin etapas, al socialismo”.Es un momento de agudas polémicas públicas, tanto con Enrique Erro (por las decisiones adoptadas en relación a una banca parlamentaria) como con Emilio Frugoni.El 20 de febrero de 1964 se inicia, con fuerte apoyo del P.S., otra marcha cañera.“Conductor sí, culto a la personalidad no”, editorializa, refiriéndose a Sendic, por esos días Vivián Trías, que se basa en un folleto sobre el tema publicado por José Díaz y Julio Louis.En agosto, el balance de la Marcha Cañera dará cuenta de distintos incidentes con el P. Comunista a lo largo de la movilización.Cuando en diciembre de 1964 Sendic es detenido en Monte Caseros por la policía Argentina, 4 de las 8 hojas del Semanario “El Sol” están dedicadas a reclamar por su libertad y solidarizarse con su lucha.El desarrollo de esta línea se sigue profundizando en 1965, cuando se define como consigna central “la unidad para la acción: devolver a la reacción golpe por golpe” (José Pedro Cardoso, “El Sol”, 8 de mayo 1965).En el XXXV Congreso celebrado en setiembre de 1965 profundiza en esa orientación. Remitiéndose a ese Congreso editorializa “El Sol”: “Nosotros creemos, dijo Fidel, que en este continente, en todos o en casi todos los pueblos, la lucha asumirá las formas más violentas. Y cuando se sabe eso lo único correcto es prepararse para cuando esa lucha llegue. ¡Prepararse! El P Socialista Uruguayo a través del examen hecho de la realidad nacional e internacional, tiene conciencia lúcida de que la batalla contra el imperialismo la oligarquía nacional, deberá liberarse necesariamente en todos los frentes e inevitablemente en este país semi-colonial donde la oligarquía recurre a la violencia (…) será imposible acceder al poder expropiar el latifundio, la banca v los monopolios imperialistas sin una lucha violenta y sin cuartel“. Y agregaba más adelante “Pero la obligación de las fuerzas revolucionarias, es prepararse para todo tipo de lucha”. (21 de enero 1966).

En el XXI Congreso Extraordinario del P. Socialista, en el que discutió, sobre todo, la problemática electoral planteada para ese año, en la resolución principal se dice: “2º- Que en la lucha electoral la oligarquía tiene en sus manos todos los resortes del manejo de la opinión pública (prensa, radio, TV, medios financieros, recursos de enganche electoral como empleos, jubilaciones, etc.), por lo que difícilmente la izquierda pueda ganar la batalla en ese terreno y aunque la ganara los ricos no renunciarían pacíficamente a sus privilegios, de lo que resulta fundamental la tarea de preparación y organización revolucionaria del Partido”. (18 de marzo de 1966).

En esos días “El Sol”, con R. Gargano como director, editorializaba: “Como aspecto esencial de nuestro quehacer hemos sido los únicos que, a escala nacional, hemos sostenido y empezado a concretar la impostergable necesidad, subrayada por el compañero Fidel Castro en el discurso de clausura de la Tricontinental, de la preparación y organización revolucionaria, superando el rutinarismo conservador del economicismo sindical y el parlamentarismo político, practicado por otras corrientes, con permanencia digna de mejor suerte”.En el XXII Congreso Extraordinario, celebrado en junio de 1966, el Secretario General del Partido, José Díaz, expresa: “El PS en este Congreso afirmó su disposición de lucha revolucionaria, (…) afirmó su disposición de concurrir con estos criterios socialistas, marxistas y revolucionarios a las elecciones. Y, estén seguros quienes nos escuchan, que ese trabajo de ninguna manera debilitará el esencial

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que tiene el Partido, como organización revolucionaria, que es organizarse y prepararse para cualquier tipo de lucha “. (3 de junio de 1966).Anotamos, para el período que nos interesa, los años 67 y 68, el acercamiento del P. Socialista y la Juventud Socialista a posiciones y formas de acción conjunta con la Federación Anarquista Uruguaya, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, el Movimiento Oriental Revolucionario.En el XXXVI Congreso ordinario, de fines de noviembre de 1967, se reafirma una vez más la opción revolucionaria, ahora en el marco político latinoamericano creado por la Tricontinental y la OLAS: los puntos 6 y 7 de la resolución final del congreso socialista expresan:“6 -La realidad nacional ysu última evolución no han hecho sino confirmar la línea general del Partido, avalada además, por las resoluciones de OLAS, verdadero espaldarazo ideológico al Socialismo Uruguayo. Ya es línea del vasto movimiento revolucionario latinoamericano la concepción de nuestra revolución como proceso único, nacional liberador que deviene en Socialista, concepción que surge de una correcta aplicación del Socialismo científico a la Realidad Nacional y Latínoamericana.7 - Dicha concepción determina los objetivos estratégicos afirmados en los últimos Congresos partidarios y destacados vigorosamente por la referida Conferencia de la OLAS: la conquista del poder mediante la lucha armada, forma de lucha fundamental y única vía para el cumplimiento de dicho objetivo; y la unidad revolucionaria de las clases populares, imbuidos de la ideología del proletariados entendiendo por tales clases, la clase obrera, las clases medias empobrecidas de la ciudad y el campo y los asalariados rurales”. (“El Sol”, 1° de diciembre de 1967).El proceso de confluencia de los socialistas con los sectores más radicales de la izquierda prosiguió a lo largo del año 67, se plasmó en el apoyo a las posiciones defendidas por el P. Comunista Cubano en la Conferencia de las OLAS y se materializó luego en un acuerdo político para impulsar en el Uruguay la línea revolucionaria aprobada en aquella conferencia.Fundamentando la validez de la línea adoptada por la OLAS el Dr. José Pedro Cardoso, después de analizar los hechos que han tenido lugar en el país, expresa en “Izquierda” semanario que sustituye a “El Sol”, clausurado el 12 de diciembre de 1967,) del 9 de febrero de 1968: “es la conclusión obligada de tal realidad? No puede ser otra que esta: los movimientos que levantan las banderas de las transformaciones sociales de fondo -de signo socialista - se verán obligados a enfrentar la fuerza y la violencia de la única manera que es posible enfrentarlas, es decir ejerciendo el legítimo derecho a la insurrección“.“El apoyo a las resoluciones de la OLAS y la solidaridad con las guerrillas dirá más adelante, coincide con una conclusión fundamental adoptada desde hace años por los Congresos del P Socialista (…)A lo largo de 1967 y 1968 en el ámbito sindical los socialistas se incorporan a las agrupaciones de “tendencia” que polemizan desde la izquierda con la línea mayoritaria en la dirección de la CNT.Cuando, a finales de 1968, el parlamento aprueba la ley creando la COPRIN (Comisión de Productividad, Precios e Ingresos) destinada a convertirse en el órgano regulador de la baja del salario real, las posiciones de los socialistas coinciden con la de los militantes de la ROE en cuanto a oponerse a la participación de delegados obreros, opción impulsada por el P. Comunista y largamente discutida en el movimiento sindical.El 27 de diciembre de 1968 un editorial de Oscar Zunino publicado en el semanario “Izquierda” N° 45, del 27 de diciembre de 1968, expresa: “Cualquiera sea la

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posición que se adopte, en cuanto a la integración de un representante obrero, es imprescindible tener en cuenta que la COPRJN intenta atar de pies y manos a las organizaciones sindicales del país. La CNT deberá, entonces, aprender a gesticular de acuerdo con los nuevos tiempos; de lo contrario, la incipiente hemiplejia que hoy se palpa, puede transformarse a corto plazo en una parálisis general, de la que no habrá recuperación posible“.En el curso del año 68, el Partido Socialista impulsó una línea de acción de masas expresamente inspirada en el marxismo y en las ideas de Lenin (contenidas en sus obras del período más izquierdista).Desde su implantación en algunos gremios (textiles, FUS, Federación Autónoma de la Carne, Bancarios, Asociación de la Prensa, Magisterio, Judiciales, Profesores, Empleados del Comercio y la Industria, plenarios sindicales del interior del país, etc.) polemiza en forma sistemática con el Partido Comunista acerca de la táctica sindical.Esta polémica se sustancia en torno a la conducción general del movimiento, en torno a la marcha de los distintos conflictos, a la participación o no en la COPRIN (Comisión de Productividad, Precios e Ingresos) y más en general en torno al papel a cumplir por el movimiento sindical en una estrategia que nunca se vaciló en definir como revolucionaria y socialista.

Las organizaciones revolucionarias y los grupos de acción directaLa acción de las organizaciones revolucionarias es inseparable del desarrollo de las luchas obreras y estudiantiles de los años 68 y siguientes.La movilización popular masiva tuvo momentos de ascenso, de extensión y de radicalización y también períodos de decaimiento, de desconfianza en sus propias fuerzas, desconcierto o en los que prevalecía el temor a la pérdida del empleo, al sable, la bala o la cárcel. Miedo por demás comprensible en una sociedad en la que en décadas habían predominado las formas pacíficas, opacas, de la dominación de clase.Las indecisiones de algunos círculos dirigentes (“vacilantes de todo tipo”, los llamará Cariboni) alimentarán, una y otra vez, la ilusión de que los conflictos sociales se irían solucionando de una manera casi espontánea, volviéndose a los compromisos y empates del Uruguay tradicional.En estos momentos de reflujo del movimiento sindical y cuando la omisión y la complicidad eran predominantes en el parlamento, los grupos de acción directa y, en particular el MLN, fueron capaces de alentar esperanzas y generar en su entorno una ancha área de simpatía.También de denunciar ante amplias corrientes de la opinión pública los delitos y la entrega de algunos sectores de la burguesía.El accionar del MLN (T) tuvo a lo largo del período extendida repercusión en distintos sectores populares, particularmente en la juventud estudiantil, en algunos sectores movilizados de la clase obrera, en un amplio espectro de la intelectualidad y, también, de la Iglesia ya preparados por los cambios doctrinarios que se venían sucediendo desde principios de los 60.Esta repercusión bajo la forma de un área de simpatía no se expresó organizativamente hasta después de la fundación y los primeros actos de masas del Frente Amplio, con la creación del Movimiento Independiente 26 de Marzo en 1971.Tal como veremos, la estrategia impulsada por los grupos revolucionarios de acción directa fracasó. Las raíces teóricas de este desenlace se encuentran bastante

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explicitadas en la documentación producida por esas organizaciones en aquellos años.El foquismo (ver más abajo el desarrollo de ese pensamiento, basado en gran parte en la obra de Regis Debray), la aversión a la política (de raíz anarquista), y el practicísmo, impidieron el desarrollo de un pensamiento político global capaz de abarcar la realidad de las relaciones de fuerzas, de la sociedad y del Estado en su totalidad compleja y cambiante.En ese sentido, no se planteaba con claridad una política de alianzas o de acumulación de fuerzas. Es más, las organizaciones revolucionarias mostraron escasa disposición para unificar posiciones no ya con otros sectores de la izquierda sino entre sí; en una incapacidad para desarrollar una propuesta alternativa que incorporara a otros sectores sociales y a otras corrientes de opinión, es decir construir una verdadera hegemonía. Tales carencias fueron determinantes en este fracaso.A la vez todo parece indicar que no se midió adecuadamente el efecto que la intensificación de las luchas producía en los sectores populares que no participaban de ellas, ese “partido del miedo” perfectamente explicable en un país con fuertes tradiciones de dominación pacífica, que luego constituiría la base social del pachequismo y que tenía una composición social muy heterogénea que no excluía a sectores popu1ares como lo demostrará luego la elección de 1971.Si podría decir, en cierto sentido, que las organizaciones revolucionarias terminaron “convocando al aquelarre sin saber muy bien quiénes eran y qué se podría hacer con la mayor parte de las brujas”. (Gerardo Gatti, ¿1967?).

El Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros).“Los izquierdistas que no hayan optado por La lucha armada quedan marginados del verdadero foco de la lucha de clases”. MLN Documento 3. Mayo 1968.

En su obra “Historia de los Tupamaros” Eleuterio Fernández Huidobro relata los orígenes del movimiento revolucionario liderado por Raúl Sendic, estrechamente vinculado a la experiencia de la Revolución Cubana y a las luchas de los trabajadores azucare de Artigas agrupados en UTAA.Según este trabajo los años 1962 y 1963 son importantes en la conformación del núcleo inicial, constituido a partir de militantes procedentes de distintos grupos o partidos de izquierda.Dice Fernández Huidobro: “Cuando los analistas de afuera o de adentro dicen que el MLN nace rompiendo con la izquierda y siendo una expresión política de ese rompimiento que parece ser denominador común en América Latina por esos años, tal vez se corte un poco grueso. Porque la afirmación no deja de tener cierto tono peyorativo para con la izquierda tradicional en bloque. Y porque, además, no fue exactamente así. Al fin de cuentas, formábamos parte de la izquierda uruguaya y compartíamos sus penas y alegrías, sus aciertos y sus errores:Lo que sí cabe afirmar es que rompimos con ciertos vicios arraigados en algunas partes de esa izquierda (…) La izquierda tradicional, rompió con nosotros. Tomó la iniciativa. Nos rompieron “. (Pág.45).En realidad las relaciones entre el resto de la izquierda y la naciente organiza fueron más complejas, ambiguas y cambiantes. De ambas partes. Pero el centro de trabajo no es tanto lo ocurrido en los 4 ó 5 años transcurridos entre los orígenes del MLN y 1968, sino más bien examinar como se incorporó ese plano de la acción

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popular, lucha armada, al intrincado curso de las contradicciones desatadas en el país ante la arremetida autoritaria y conservadora.“A mediados de 1968 —dice E. Fernández Huidobro— el poder operativo era muy escaso. Apenas de sobrevivencia”. Recién en diciembre de 1967 se había difundido el primer documento público firmado como MLN.En ese documento, en el que se evidencian algunas de las aristas más erróneas del proyecto, se señala entre otras cosas:“La única vía para la liberación nacional y la revolución socialista será la lucha armada (…) La lucha armada en nuestro país es no sólo posible en el Uruguay, sino imprescindible: única forma de hacer la revolución “.Citando a Regis Debray dice: “En Uruguay también el acento principal debe ponerse en la guerra de guerrillas (…) El trabajo insurreccional es hoy, el trabajo político número uno (…). Lo decisivo para el futuro es la apertura de focos militares y no políticos. Se va de un foco militar al movimiento político “. (Tomo 3. p 132).Más adelante agrega el documento, citando a R. Debray: “La lucha armada de masas contra el imperialismo es capaz de crear a largo plazo, ella sola, una vanguardia apta para llevar a los pueblos al socialismo (…) Regular el paso de su, acción sobre la base de la inacción de los reformistas es no solamente perder el tiempo, es paralizar lo decisivo en nombre de lo secundario. Más aun, el mejor medio de acabar con las vacilaciones es pasar a un ataque frontal al imperialismo y sus capataces, allí donde las condiciones están dadas. De esta forma el problema se invierte. Corresponderá a los que concilien, definirse con relación a los revolucionarios y no la inversa”. (Pág. 143).En mayo de 1968, el MLN (T) emitió un comunicado que reafirmó los andariveles y los límites en los que se proponía desarrollar su acción revolucionaria. Este comunicado conocido como “Documento N° 3” fue una explicitación política y teórica de cuál era la concepción estratégica foquista tal como la desarrollaba el MLN.

En lo medular se sostiene:“Nuestra estrategia implica la instalación de la lucha armada sistemática, apenas estemos preparados para sostenerla y haya condiciones para ello.(…) Dicha estrategia consiste esquemáticamente en lo siguiente: un grupo armado como para sostener la lucha prolongadas es decir preparado como para no ser destruido de inmediato inicia las acciones. Ante el hecho consumado, el resto de la izquierda y el pueblo se ven ante estas alternativas: o sumarse a la lucha armada o permanecer indiferente a la misma, o servir de “soldado tranquilo” de la contrarrevolución.(…) Y aunque en menor grado que en diciembre de 1966 (porque los servicios de inteligencia se han afirmado) frente a un brote de lucha armada también se dará el golpe ciego a todo el que ha hablado de la lucha armada.Quiere decir que se dará la secuencia clásica de todos los lugares donde se ha aplicado la estrategia: el grupo armado golpea a un sector extenso de la izquierda, si no a toda la izquierda.(…) Esto transforma en muy incómoda la posición de los izquierdistas que no hayan optado por apoyar la lucha armada o unirse a ella. Quedan marginados del verdadero foco de la lucha de clases y (pero) sufriendo las consecuencias del mismo. Políticamente, la historia va no pasa por ellos. No es ya su declaración pública, su acto de repudio, su discurso admonitorio, lo que concita la atención del pueblo desconforme en aquellos momentos en que medidas más eficaces para

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destruir el régimen están ya en marcha.La alternativa para estos izquierdistas es unirse al convoy de la Revolución, aunque sea como furgón de cola, o perder definitivamente el tren.Trabajemos pues para iniciar acciones que van a crear este panorama.Nuestra acción presente debe tender a facilitar nuestra acción futura, no a entorpecerla.No debemos organizarnos gremial o políticamente en forma pública aunque hacer política o gremialismo hoy sea lícito y no sancionable penalmente. En el futuro no va a ser así y de no tenerlo en cuenta estaremos facilitando ya el trabajo a nuestros enemigos.(…) Hoy sería cómodo y más fácil no organizar a los gremialistas en células clandestinas sino públicas: pero es comernos el futuro.Y también implica comernos el futuro, ceder a la tentación de participar en la eterna polémica menuda de nuestra izquierda como lo ha hecho tradicionalmente toda organización que haya tenido más de una hora de vida.Esto no significa que no tengamos grandes discrepancias con muchas organizaciones políticas y gremiales de la izquierda, sino simplemente que no creemos en la polémica como medio para superarlas.Inútil discutir si es conveniente o no hacer movilizaciones de tipo de una “marcha de peones rurales” por reclamo de tierras para trabajar. Hay que hacerla y la misma conmoción pública que crea, obligará a los sectores con quienes discutimos en vano a seguirla de atrás.Inútil discutir si hay que lanzar o no la lucha armada.Hay que lanzarla y que se atrevan a discutirla entonces. La polémica, sobre todo cuando ocupa el 80% de nuestras energías revolucionarias, no hace más que volver más recalcitrantes a los sectarios.(…) Y volviendo a los términos militares, no nos interesa una batalla general en el campo de la polémica verbal, porque no es en ese terreno donde se va a definir la vanguardia revolucionaria ni la revolución, pero sí nos puede interesar una escaramusa en el lugar donde tenemos fuerza, con el fin de sacar una posición de lucha concreta. No perder de vista la estrategia general que nos permite resolver una serie de problemas que se dan en la lucha de masas diaria.Por ejemplo: si nosotros sabemos que al desatarse la lucha armada, las direcciones sindicales pueden verse obligadas a ocultarse y ser detenidas por la represión, entonces no debemos darle tanta importancia a la gravitación negativa que tienen actualmente muchas de esas direcciones.Su reinado absoluto termina con el status que hay entre las clases; cuando la lucha pasa a la etapa violenta, esas direcciones pierden el control de las masas y muchas veces hasta el contacto con ellas, pues el aparato sindical actualmente en nuestro país, no está preparado para funcionar indefinidamente en formas clandestinas.(…) Doscientos cañeros actuando como foco de repudio activo a la embajada de los EE.UU., obligó a una manifestación de miles de trabajadores el 1° de Mayo a enfrentarse a la policía cuando los planes de los, al parecer omnipotentes dirigentes de la CNT eran muy otros. Incluso obligaron a estos dirigentes a refrendar al otro día todo, lo que trastocó sus planes hasta decretar un paro general para la jornada siguiente. Es a esto a lo que llamábamos “furgón de cola, para no perder definitivamente el tren”.(…) En conclusión: nuestra estrategia determina una serie de pautas generales para la acción en el frente de masas a las cuales debemos ajustarnos estrictamente.El hecho de que no entremos en polémicas con otras fuerzas de izquierda, no quiere decir que trancemos con sus métodos.

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No discutimos, pero demostramos en la práctica que los nuestros son mejores. La teoría del reconocimiento marxista exige que cada hipótesis de trabajo sea cotejada con la práctica para comprobar su validez.Nosotros debemos hacer lo propio.Ver - a la luz de la práctica - los resultados de nuestros métodos de trabajo.Para poner un ejemplo en el campo gremial: la acción de UTAA frente a la acción de otros activos grupos minoritarios como trotskistas o muspianos.(MUSP: Movimiento de Unificación Socialista Proletario).La práctica demuestra que a igual esfuerzo un movimiento se expande, en tanto otros se enquistan y aíslan.Y esa es la mejor demostración de la corrección de una línea gremial”.No obstante los errores - claramente explicitados en su propia documentación - que se le pueden señalar a los grupos de acción directa, parece claro que su accionar fue visto, por lo menos durante los primeros años, con simpatía por sectores decepcionados con la situación de creciente deterioro económico y social y con la falta de respuestas por parte del sistema político. Su emergencia alentó esperanzas, avivó emociones y reveló (o desató) aristas de la realidad del país hasta ese momento desconocidas.

FAU: acción directa de todo el puebloHacia mediados de la década del 50 parece haber un cierto renacimiento de las ideas anarquistas, particularmente en los ámbitos culturales. Surgen algunas publicaciones como “Construir” y se amplían otras que se venían editando desde 1938 (“Voluntad”). Se forman núcleos militantes o afines en algunos centros estudiantiles.Como culminación de un largo proceso de relacionamiento e intercambios entre distintos grupos de afinidad (esfuerzo organizativo en el que cumple un papel destacado Gerardo Gatti, integrante del grupo editor de “Voluntad”), en mayo de 1956 se realiza el Pleno Nacional Anarquista y en octubre se realiza el Congreso Constituyente de la Federación Anarquista Uruguaya.En ambas instancias los libertarios uruguayos alcanzan acuerdos amplios y en cierto sentido bastante innovadores en relación al pensamiento anarquista ortodoxo predominante en Europa y los EE.UU., que por cierto seguía siendo la referencia doctrinaria fundamental.Estos acuerdos revelaban la existencia de distintas inflexiones y proyectos dentro de una visión bastante general de la lucha con el llamado “estatal-capitalismo”. En ese aspecto tenía vigencia el carácter federativo de la organización que fundaban los anarquistas.Como todas las organizaciones de izquierda, la FAU fue atravesada por los debates surgidos en toda latinoamérica a raíz del triunfo de la revolución cubana y las primeras realizaciones del gobierno encabezado por Fidel Castro, Ernesto “Che” Guevara y Camilo Cienfuegos.En 1961 se abre una primera e importante polémica pública entre José Jorge Martínez (dirigente estudiantil de arquitectura y de la FEUU) y la profesora Luce Fabri. intelectual italiana de una excepcional cultura humanista y libertaria.El debate se prolongó durante varios años y escapa, en sus detalles, al marco cronológico de este libro. Lo que nos interesa sí es retomar la evolución de ese pensamiento a través de un documento editado en ocasión del décimo aniversario de la fundación de la FAU. Se trata de una conferencia de Gerardo Gatti publicada

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con el título de: “Izquierda, reformismo y acción directa”.En la misma, Gatti toma partido por la revolución cubana, dirigida por Fidel. el Che y Camilo, y “por la heroica revolución china”. El planteo es claramente antíimperialista y tercermundista. Critica, desde posiciones de izquierda al reformismo impulsado desde la URSS, cuyo modelo rechaza; se pronuncia contra el electoralismo y el parlamentarismo y rescata la acción directa del pueblo como concepción de la acción revolucionaria cuyo objetivo es el socialismo y la libertad.Desde una posición de defensa de la lucha armada, en los términos que por entonces se debatía en América Latina, Gatti expresa que la FAU “está organizada como partido, corno tendencia”. Y agrega: “Concebimos la acción de la FAU como un factor de dinamización y orientación de la acción popular. Actuando dentro de las masas, como parte de ellas. Como destacadamente preparada para asumir las máximas responsabilidades, (…) Actuando como un elemento de propulsión y orientación popular, no como golosos de poder, no como una minoría dispuesta a treparse sobre las espaldas del pueblo a través de los mecanismos del poder estatal.En la perspectiva de las luchas de transformación FA U no reclama ni desea para sí ningún privilegio de exclusividad.A lo largo del país hay grupos y compañeros distintos que también trabajan con esa intención. Con ellos existen grados más o menos grandes de acuerdo que habilitan una acción confluyente y coordinada. Creemos que la unidad de acción entre todas estas fuerzas debe irse ahora desarrollando, hasta la creación de un centro político capaz de gravitar de modo determinante en el país a través de una estrategia consecuentemente revolucionaria”. (Ob. cit., pág. 25).En diciembre de 1968 la revista “Rojo y negro”, dirigida por Gerardo Gatti, Secretario General de la “disuelta” Federación Anarquista Uruguaya, publicación que -de hecho - constituía la expresión pública de la organización, decía:“Está claro que en el Uruguay la fórmula mejor para la reacción y el imperialismo no es, en esta etapa, la dictadura gorila de tipo clásico, sino la dictadura constitucional habilitada por el texto vigente. Esto provee un Ejecutivo «fuerte» y un Parlamento jurídicamente subordinado que además ha demostrado ser en los hechos presionable y complaciente.(…) La represión se centró, en forma selectiva y progresivamente (militarizaciones, descuentos, suspensiones, cárcel, destituciones), buscando aislar y derrotar por separado a los sectores claves o más radicalizados dentro de Entes autónomos; bancarios, ANCAP UTE fueron centro de esa represión selectiva de tipo gremial. La persistente carencia de un plan de lucha global por parte del movimiento popular, dejado prácticamente sin dirección central por la defección; la perplejidad y las vacilaciones de las dirigencias reformistas, facilitó esta política.(…) La reglamentación estatal de los sindicatos y de las elecciones de la Universidad, es el saldo «institucional» que con las medidas de seguridad pretende dejar como forma represiva permanente. Lo que en la constitución «naranja» todavía no se habían animado a incluir, es ahora cuando lo instauran. Se busca someter a dos focos fundamentales de la resistencia y, de paso, chantajear a los vacilantes de todo tipo. Con la reglamentación sindical (incluida en la COPRIN) se trata de concretar una vieja aspiración, reiteradamente frustrada, de la reacción: meter mano a los sindicatos, controlar las, transformándolas en apéndices del estado.(…) Esquemáticamente, para los sindicatos se reserva la función de un dócil elemento ordenador disciplinador de la mano de obra, con el cual se puede negociar responsablemente sin que plantee conflictos. En los momentos de

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dificultades, la burguesía no se niega a dialogar con un interlocutor suficientemente complaciente; siempre comprensivo de «las necesidades del país» interpretadas según los intereses de la burguesía, desde luego.Y más adelante agrega: “Lo fundamental es el desgaste de las fuerzas del enemigo y la acumulación de fuerzas propias. En el plano sindical organizativo, como en cualquier plano en que se plantee el enfrentamiento, de acuerdo con los niveles que este haya adquirido. Dado que la lucha ha de ser previsiblemente dura y prolongada, se debe actuar intensamente desde ahora. Y actuar durando más que el enemigo.La oposición que importa, la oposición que hace la resistencia, la oposición que crea condiciones de cambio, es una oposición extraparlamentaria, una oposición popular, una oposición que tiene como método la acción directa.

El camino de la acción directa es, también, nuestro camino. Acción directa de todo el pueblo, que así adquiere real medida de su poder, se hace cada día más fuerte, forja su conciencia política su organización. Acción directa de los destacamentos de vanguardia, actuando dentro del pueblo, el procesamiento de hechos sociales, librando la batalla ideológica, dinamizando. El gran motor de la lucha de todo el pueblo, el pequeño motor de sus destacamentos de vanguardia, aspectos inseparables de un mismo cambio para crear las condiciones de la libertad y el socialismo en el Uruguay”.

Los cambios en la izquierda y el desarrollo de la tendencia en el movimiento popularEn ese marco de renovación y radicalización de la izquierda, la tendencia constituyo un fenómeno nuevo en el movimiento popular. Más que alianza de grupos o expresión partidaria fue, un “movimiento” que, en forma espontánea desarrolló un accionar de límites imprecisos, descentralizado, expansivo y evolucionó por fuera de la izquierda tradicional, formal, parlamentaria.En un período relativamente breve apareció con influencia en el movimiento popular existiendo agrupaciones que coordinaban su accionar en los principales gremios de obreros y empleados (gráficos, caucho, ferroviarios, radioelectricidad, frigoríficos, textiles, bancarios, obras públicas, medicamento, profesores UTE, ANCAP, vialidad, periodistas, salud, bebida, OSE. azucareros, etc.).El movimiento de la tendencia fue importante entre los estudiantes universitarios y de Secundaria, UTU, Magisterio y en los Plenarios Intersindicales del Interior.En actos, ollas populares o festivales de solidaridad con la lucha de algún gremio, exponentes del canto popular como Daniel Viglietti, Los Olimareños, Carlos Molina, el Sabalero, Numa Moraes y otros contribuyeron al estro emocional contestatario y radical que caracterizaba al movimiento.Su presencia constituyó un factor de animación de las luchas, de los debates en asambleas y congresos y actuó impulsando gran parte de las expresiones de resistencia del período, desde las huelgas a los enfrentamientos, desde las ocupaciones de fábricas a las barricadas: en todas las formas de lucha que se desarrollaron en el período del 68-73.Se expresó así una actitud distinta en cuanto al papel del movimiento popular, sobre todo de sus métodos y estilo de trabajo.Frente a una línea sindical en la que pesaban fuertemente actitudes apaciguadoras y reformistas, caracterizada por el encauzamiento de todo el accionar hacia

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gestiones ante el Parlamento u otros organismos oficiales cada vez más insensibles a los reclamos populares, se impulsó una metodología de lucha y agitación callejera y se alentó la protesta activa contra los atropellos.Enfrentó a las patronales y al gobierno y, para sacar adelante sus conflictos, no vaciló, empleando los métodos tradicionales de la acción directa.Como surge de los acontecimientos protagonizados por la tendencia, esta no fue un fenómeno marginal al movimiento obrero ni una incrustación ajena, digitada desde afuera de las organizaciones populares.Resulta simplista definir, como se ha hecho, a este movimiento como inflexión extremista, ultra.Lo que ese momento de radicalización de las luchas mostró, fueron los viejos sentimientos de dignidad clasista de los trabajadores uruguayos, sus tradiciones de combatividad.Fue también expresión de profundos sentimientos libertarios y democráticos de las masas populares, de su rechazo al autoritarismo y a la prepotencia, de su espíritu de rebeldía. Fue en los conflictos de ese período impulsados por nuevas tendencias donde más se hizo carne la vieja consigna de: “Los orientales no se dejan arrear”.En la etapa que se abrió en junio del 68, en las estructuras orgánicas del movimiento sindical y estudiantil en que actuaba, la tendencia bregó por un plan de lucha para defender los derechos sindicales y las libertades democráticas amenazadas. En las grandes huelgas del año 69, esos sectores se pusieron en la primera línea de enfrentamiento a la militarización de los gremios.En el año 72, las tendencias radicales estuvieron más activas y vigorosas que nunca en medio de la represión, denunciando la tortura y la escalada militarista. Fue en aquel año que miles y miles de trabajadores de la bebida, textiles, de la salud, el caucho, bancarios, medicamento, metalúrgicos, de radioelectricidad, ferroviarios, impulsados por la tendencia, ganaron la calle, ocupando fábricas y establecimientos, realizando huelgas, para denunciar la situación de los presos políticos y la violación a los derechos humanos.Todas estas consideraciones acerca de lo que comportó como nuevo y auténtico la tendencia no pueden ser analizadas por separado de los aspectos negativos y carencias que examinaremos más adelante.

Organizaciones y militantes independientesEn el desarrollo de las tendencias combativas incidieron las distintas propuestas políticas de izquierda que actuaban en nuestro país buscando un camino revolucionario. Organizaciones que en otra oportunidad hemos llamado de “intención revolucionaria” y que aparecían en el plano de la lucha ideológica en disputa con las corrientes reformistas: el Partido Socialista hasta 1971, el Movimiento Revolucionario Oriental, los GAU (Grupos de Acción Unificadora), el MIR (luego Partido Comunista Revolucionario), la FAU- ROE (luego Partido por la Victoria del Pueblo) y desde 1971 el Movimiento 26 de Marzo (expresión pública por entonces del MLN Tupamaros)Se sumaron también militantes de otras vertientes ideológicas: cristianos, marxistas independientes, trostkistas, nacionalistas revolucionarios inspirados en la conducta política de Enrique Erro, etc.Un grupo considerable del activismo de la tendencia lo constituían militantes sin definición político-partidaria que se sentían atraídos por el carácter informal, no

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burocrático e innovador de la tendencia.El desarrollo de ésta es inseparable del clima de renovación y efervescencia provoca do en el país por el accionar de las organizaciones guerrilleras y, en particular por el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, la OPR (Organización Popular Revolucionaria 33) y las FARO (Fuerzas Armadas Revolucionarias Orientales).Estas organizaciones más que como orientadoras políticas se situaron como referencias un poco simbólicas para el movimiento de masas, de un modo u otro tuvieron su política para la tendencia y también la tomaron como ámbito de reclutamiento.La tendencia apuntaba a definiciones de tipo político-sindical. Pero no pretendía sustituir ni a los sindicatos (en cuyo seno convivía con las otras orientaciones adhiriendo a lo que los sindicatos resolvían) ni a los partidos, cuyas propuestas situadas a otro nivel, se suponía eran más abarcativas que los perfiles de definición de la tendencia, situados fundamentalmente en el campo de los métodos de lucha y la táctica sindical o estudiantil.

Cambios organizativosNo obstante su carácter fluido, propio de un movimiento y no de un sindicato o partido, la tendencia se condensó en algunos aportes específicos, propios del nivel en que actuaba: fueron las “agrupaciones” o “listas” que empezaron a desarrollar una actividad permanente en los gremios.Estas formas organizativas nuevas - que en algunos gremios existían desde la década del 50 - maduraron en los años 60, constituyendo un factor de animación de la vida sindical y de participación democrática de los gremios.Agrupaciones como la “19’ y la “1955” de AEBU, la “1” de FUNSA, la “3” de gráficos, la “30” de la prensa, la “69” de profesores, “Dignidad Obrera” en ferroviarios, etc., tendieron a transformarse en instancias de trabajo permanente y no sólo en época de elecciones sindicales.En su seno se discutían los problemas del gremio y del conjunto del movimiento obrero y se marcaban los lineamientos que los representantes de las agrupaciones debían sostener en la comisión directiva. Estas prácticas constituyeron formas de participación democrática por parte de un número creciente de trabajadores, al mantener un constante control sobre las direcciones sindicales.La tendencia impulsó, además, el funcionamiento de instancias de discusión y decisión intermedia, como los Congresos o las Juntas de Delegados y las asambleas de sección. Entre los estudiantes, las asambleas de clase.Asambleas de clase. Dicho así parece solo una “institución” en las innovaciones organizativas. El historiador de las mentalidades quizás aborde algún día lo que esta formación significó en el 68 uruguayo. Registrarlo deberá cuando el estado de los conocimientos permita ( ¿lo permitirá?) conocer este hecho, social-generacional, sin la escoria de las seudo crónicas (que hoy predominan) de los que se niegan a sí mismos, ex- rebeldes hoy empresarios promisorios o pequeños apostatas incentivados.Las asambleas de clase reunieron a muchachos y muchachas de catorce a diez y nueve o veinte años en liceos, preparatorios, nocturnos y escuelas de la Universidad del Trabajo. Esto se desarrolló prácticamente en todos los liceos públicos de Montevideo y en algunos del interior. Hasta donde recuerdo, fueron intensas en el Miranda, el Rodó, el liceo de Malvín, el “14”, Maroñas, el Cerro, la

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Escuela de la Construcción (y en casi toda la UTU) y especialmente en el IAVA.Si, para nuestra historia, el concepto generación tiene algún significado (y vaya si el 68 marcó) se debe consignar esta práctica, de democracia directa y de base, de arrojo intelectual y físico ( ¿Cuántos heridos?, ¿cuántos de entre ellos fueron luego largos años presos? ¿Cuántos están hoy desaparecidos?).Las asambleas de clase fueron un hecho nuevo, de consecuencias duraderas, protagonizado por los jóvenes (o una parte considerable de ellos), en las que por primera vez, en muchos decenios, discutían, a su manera, cuestiones públicas, remitiéndose a hechos y a teorías, comprometiéndose con la protesta y la solidaridad.Estas formas de organización de base, que significaron una profundización de la democracia tanto estudiantil como sindical, ampliaron el activo militante, permitieron una participación más amplia del conjunto del gremio y dieron mayor capacidad de movilización a los sindicatos, como quedó comprobado después.A nivel general, la tendencia combativa no llegó a cristalizar en una estructura orgánica estable.Hubo un impulso hacia la unidad y éste se llegó a concretar en algunos momentos (como en los Congresos de la CNT, en algunos conflictos de los años 68 y 69 y las acciones de defensa de las libertades y contra la tortura del 72) en que se acentuaban los debates y la polarización dentro del movimiento popular.De todos modos, las posibilidades de sustanciar una estructura orgánica “interagrupacional”, por lo menos una coordinación estable, dependía en gran medida de las organizaciones políticas que actuaban en su seno.La tarea se planteó más de una vez, después de 1967, pero no se alcanzó a resolver.Una coordinación estable requería definiciones acerca de cómo desarrollar un política de acumulación de fuerzas a nivel de masas (Y no sólo de aparato) frente al reformismo y definiciones que fueran más allá de las cuestiones episódicas o de métodos de lucha, definiciones que no todas las organizaciones políticas que participaban en la tendencia estaban dispuestas a asumir.La ausencia de una coordinación estable entre las organizaciones de “intención revolucionaria” es algo que trasciende los marcos de su expresión sindical para constituirse en uno de los problemas no resueltos que atañen al conjunto de esas organizaciones.Sus consecuencias negativas serán más evidentes en el momento en que se incremente la tensión política y el enemigo golpee con todas sus fuerzas.

El proceso político posteriorIlegalizadas por decreto el 12 de diciembre de 1967, las organizaciones firmantes del “Acuerdo de Época” no lograron sustanciar una alianza de los distintos grupos y partidos de intención revolucionaria.Algunas coincidencias y la búsqueda de acuerdo continuaron durante largos períodos. A fines de 1968, a través de “Las Cartas” de FAU se decía:“A un año del decreto de clausura, seguimos sustentando la convicción, que sabemos compartida por gente de diversas extracciones, de que es necesario procesar la estructuración de un centro político que esté en condiciones, por su entidad, de gravitar realmente en la vida del país. Sabemos que esa necesidad es sentida no sólo por militantes del movimiento sindical y popular, sino que ella se va abriendo camino rápidamente, a nivel de masas, en los sectores más combativos”.

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“Nos consta que el surgimiento de una coordinación de fuerzas con las orientaciones y objetivos que precisaba el acuerdo de «Época» precipitaría con su sola presencia, una polarización de voluntades que produciría, a breve plazo, un vuelco decisivo en el ámbito de la izquierda”.“El problema fundamental para una política revolucionaria, en el momento actual, no radica en la carencia de fuerzas para impulsarla sino en la dispersión de esas fuerzas”.“La demora en superar los obstáculos objetivos que se oponen a la aglutinación de aquella constituye, junto a las posiciones claudicantes del reformismo, las mejores ayudas das que está recibiendo la escalada reaccionaria en curso”.“Hoy ya no queda lugar para las dudas, para las perplejidades que hace un año todavía complicaban y confundían perspectivas. Hoy’ todo está bien claro. Por eso es asumir una grave responsabilidad insistir en la postulación de caminos y métodos tradicionales de comprobada ineficacia. Es empeñarse contra las enseñanzas más obvias de una vasta experiencia el transitar la vía muerta del electoralismo”.“El camino a recorrer no es la amplia y apacible avenida de la política legal tradicional, sino el angosto y áspero sendero de la lucha revolucionaria que presupone, desde luego, la integración de un trabajo con las masas “.“ (…) Seguimos creyendo en la posibilidad de una acción conjunta de todas las organizaciones políticas, de todos los militantes que, en los hechos, demuestren día a día su consecuencia con una orientación revolucionaria claramente definida (…). Por eso no hemos escatimado esfuerzos para dar coherencia y consistencia a la lucha de todos. Para superar el espontaneísmo y la dispersión, que han impedido alcanzar más eficazmente la decisión de resistir la ofensiva reaccionaria “.“(…) Nos consta que fuera de nuestra organización hay mucha gente que lucha honesta y valerosamente. Que hay quizás muchos más que se incorporarían al combate si vislumbraran una perspectiva menos oscurecida por la multiplicidad de orientaciones y organizaciones “.

Algo más de un año después el periódico “Lucha popular” de los GAU, del 9 de marzo de 1970, expresaba:“Para evaluar la capacidad de lucha y de respuesta demostrada y latente en el movimiento de masas, debemos ver diversos factores:- El deterioro sufrido por algunos sectores importantes del movimiento de masas, como consecuencia de las duras batallas vividas y de la orientación errónea de la dirección mayoritaria de la CNT- Los avances que se hayan producido en la construcción de una tendencia capaz de convertirse en una dirección real, con un plan de lucha en ofensiva por el programa de la CNT.Sobre el primer aspecto, partiendo del reconocimiento de un deterioro real, sobre todo en aquellos sectores que sufrieron los enfrentamientos más duros, existen a pesar de ello claras posibilidades de rehabilitación.En cuanto a lo segundo -creación de una tendencia - es comprobable un avance de nuestras posibilidades y algunos recientes índices mostrarían la posibilidad, aún mayor en las posiciones fundamentales de todos los militantes que han criticado, desde la izquierda, a la dirección sindical.Pero estas posiciones no han pasado, en la mayoría de los casos, de ser definiciones que carecen todavía de la constancia y de la consecuencia política necesaria para disputarle las direcciones (…) a la mayoría orientada según los criterios

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electoralistas que sobresalen en la dirección del P Comunista. Esta crítica nos cabe también a nosotros”.

Por su parte, el MRO, al adherir al Frente Amplio, en diciembre del 70, lo hace:“Manifestando su decisión de continuar la tarea ya iniciada por la unidad de los revolucionarios en un Frente de Liberación Nacional capaz de conducir al pueblo a la toma del poder para las trabajadores (…)”.A su vez, el Comité Ejecutivo Nacional del Partido Socialista, en noviembre de 1970 expresa:“I) Que la política dictatorial característica de este régimen ha incluido distensiones cuya existencia transitoria no debe ocultar la línea general en esta fase de gorilización del país “.II) Que, a nuestro entender, la lucha librada a nivel obrero popular, ha sido la forma principal, ha tenido carácter político y ha contribuido como ninguna otra al desarrollo de una nueva conciencia y a la organización de nuestro pueblo, posibilitando el surgimiento de nuevos métodos cuya importancia nadie puede negar”.III) Que, paralelamente las luchas parlamentarias y electorales han perdido la importancia de otras épocas constituyéndose en formas secundarias, aunque no desestimables a priori, de la lucha popular.IV) Que, en las actuales circunstancias, consideramos prioritario e impostergable unir en un polo o eje revolucionario permanente a las fuerzas y militantes de la izquierda combativa, unificadas en la lucha de clases en su conjunto, con una definida línea socialista y nacional (…) La consolidación de un polo revolucionario, aunque tiene motivaciones y trascendentes objetivos intrínsecos, significará un ingrediente fundamental para formas de unidad popular más amplias”.

Las carencias.Como vimos, la intensificación de las confrontaciones de clase, la radicalización y los nuevos realineamientos políticos y el surgimiento de formas de lucha armada generaron en el movimiento de masas una corriente de opinión político sindical, identificada en la jerga cotidiana de la época como “la tendencia”.Este movimiento, en tanto confluían en él diversas organizaciones políticas, fue el campo en el que se expresaron las carencias, las diferencias y las dificultades para aunar esfuerzos de tales organizacionesPara empezar, un fenómeno como la tendencia no hubiera sido posible sin la existencia de organizaciones sindicales y asociaciones de estudiantes estables y fogueadas como las que componían la CNT y la FEUU.Y tampoco sin la existencia real de partidos y organizaciones de izquierda. Justamente como experiencia de lucha se sitúa en la confusa intersección de las organizaciones sociales y gremiales y los partidos o movimientos.En ese sentido, la tendencia como tal fue una respuesta de la sociedad, básicamente espontánea que disputó un espacio en el movimiento popular. Lo hizo con insuficiencias organizativas inclusive para la utilización de sus propios esfuerzos. Por su propia naturaleza (espontaneísta, reactiva) mostró una gran incapacidad para trazarse una política de mediano plazo.Con una fuerte impregnación anarquista o anarco-sindicalista, no siempre reconocida como tal, el movimiento se impregnó de “aversión a la política” lo que,

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en líneas generales obstaculizó una perspectiva de largo aliento para enfrentar la estrategia del gobierno y registrar las realidades cambiantes de la táctica de las posiciones liberales y reformistas.Fue un movimiento que actuó de contragolpe, sin fijación de prioridades ni visión de conjunto. No se dieron más que mínimos pasos en un ensamble mayor de fuerzas y en planes de fortalecimiento interno. Todo esto llevó muchas veces a despilfarrar el caudal de energías que convocaba.Estas carencias estaban en las organizaciones políticas que estaban más o menos próximas a la tendencia, las organizaciones de “intención revolucionaria” cuyo atraso teórico, su debilidad en materia de pensamiento propio, se sustanció en una subestimación del papel de la organización política, del partido, como centro político.Para analizar este movimiento tienen cierta validez algunas consideraciones de Pablo González Casanova:“Aunque el anarquismo fue entrando en decadencia, quedó como cultura de la «acción inmediata» en un proceso histórico largo. Dejó muchos elementos profundamente arraigados y difusamente extendidos, como la cultura del gesto (…), de la declaración, del acto provocador desmedido (…). Todo ello alejó la posibilidad de pensar y, actuar para prosperar a una clase obrera dirigente dentro de un proceso revolucionario largo, con naturales explosiones de masas cuyo encauzamiento se basara en una lógica revolucionaria de lo posible y lo necesario. Impidió profundizar en el terreno de la filosofía y de la historia, ahondar en los problemas del estado, de la política y de la revolución, como problemas intrínsecamente relacionados entre sí. También frenó la posibilidad de extender la educación y la organización de las masas”. (Ob. cit., pág. 119).A través de la “Cartas de FAU” redactadas habitualmente por Raúl Cariboni y que circularon desde junio de 1968 hasta la aparición de “Compañero” en mayo de 1971, se procuró orientar el potencial combativo que se expresaba en el movimiento obrero y estudiantil.Si ese esfuerzo no alcanzó los resultados esperados es por las indefiniciones que subsistían en relación a la tradición anarquista de subestimación de la política, en una sociedad con una cultura de fuerte vigencia de las prácticas político-electorales, en un movimiento popular en que - como se demostró después - las prácticas “violentas” no aparecían como contrapuestas a ensayar la confrontación electoral, más allá de lo que esto de “todas las vías” conlleve como ambigüedad, error o falta de rigor teórico.En reacción a lo que se consideraba un exceso de doctrinarismo por parte de la izquierda en general y también en la revolucionaria, los dirigentes de la tendencia, no obstante su heterogeneidad, tendieron a caer en el extremo de proclamar que “sólo los hechos enseñan”.A eso apuntaba una frase bastante difundida en aquella época: “Los hechos nos unen, las palabras nos separan”, expresión de una vocación de lucha y de compromiso pero portadora de un desdén por la elaboración de un pensamiento político propio que, a la larga, sería funesto.Por parte del MLN, su propuesta de acumulación se situaba exclusivamente en el campo del aparato militar, hasta el surgimiento del Movimiento 26 de Marzo, en 1971.El desarrollo de éste, desborda el marco cronológico que nos hemos propuesto en este libro.En lo que hace a la experiencia de la FAU y de la ROE, caben, en primer lugar, las críticas que nosotros mismos hemos señalado en 1978 en el libro “Análisis y

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Propuestas”.Señalamos allí cómo padecimos de rudimentarismo teórico y políticos lo que nos llevó a menudo a una visión parcial, incompleta, de la escena y del accionar político.Y agregábamos:“Nuestro avance político se enfrentaba a un tope que no sólo provenía de la influencia del contexto histórico uruguayo y regional sino de la sobrevivencia más o menos explícita de diversos resabios de inspiración anarquista o anarco sindicalista “.Más que como expresión político la ROE había nacido como una instancia de discusión y coordinación de agrupaciones sindicales que buscaba puntos de coincidencia en los debates internos del movimiento sindical. Entre los estudiantes las coincidencias no se situaron tanto en relación a la estructura de la FEUU o de la CESU, sino a la definición de métodos y objetivos.La debilidad teórica de la ROE y el peso de una herencia anarquista y anarco-sindicalista con la que nunca se terminaba de deslindar, nos llevó también a una participación bastante pobre en la elaboración de posiciones po1íticas, en el seguimiento de los problemas de los trabajadores con una visión, no sólo de clase sino también nacional. No sólo sindica1 sino también política. No sólo sobre los métodos de lucha sino también sobre los programas y los aliados posibles.La lucha ideológica remitía con demasiada frecuencia a los tópicos generales del debate latinoamericano cayendo en la generalidad o en la retórica.En cierto sentido se desarrolló una visión limitada de la realidad socio-política. El mundo quedaba reducido al antagonismo entre revolucionarios y reformistas: fuera de él no existían ni otros sectores sociales ni otras corrientes de opinión ni otras acechanzas o amenazas. Como dice P. González Casanova hablando de la izquierda marxista boliviana: “En el terreno práctico (…) formulaban un programa de presiones con demandas laborales y amenazas de ocupar las minas. Y no establecían relación alguna entre ese tipo de acciones, y el largo proceso de «la revolución permanente». No planeaban para nada la cuestión del poder, como cuestión del Estado, ni la revolución y la contrarrevolución como hechos reales y posibles”. (Ob. cit., pág. 228).Y más adelante agrega: “Hicieron de la revolución una retórica que enfrentaron a la del reformismo, sin la menor voluntad de poder (…). Carentes de una teoría mínima del partido y del estado dejaron a la clase obrera en los límites de su cultura inmediata: de sus fábricas, huelgas, «tomas», tumultos. Nada le dieron que tuviera que ver con un plan político en relación al estado y partido (…), nada que precisara las distintas etapas y programas (…). (Ob. cit. p. 230).

NOTAS

(1) En la revista “Estudios” N° 43, 1967, pág.31 se habla de “tendencias ajenas al proletariado

(anarquistas, MUSP, MIR) que no obstante responder a grupos minúsculos, sin ninguna

significación de masas, con planteamientos supuestamente radicales pretenden confundir a los

trabajadores, mellar su fe en la organización, impulsarlos a medidas aventureras que sólo

conducen al fracaso y la dispersión de fuerzas; cerrar el paso a la acción provocadora del

trorskismo resulta, por supuesto, una tarea ineludible “.

(2) El 20 de enero de 1967 se realiza, en el salón del Semanario “Marcha”, en la calle Rincón, un

acto del llamado Coordinador Juvenil Unitario Antiimperialista, en que hacen uso de la palabra,

además del periodista Carlos María Gutiérrez, representantes de las distintas organizaciones

nombradas. La semana siguiente en un breve editorial “Marcha” saluda la realización del acto y

dice que sus “organizadores están llevando adelante un combate honroso de honda significación

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continental”.

(3) Para una explicación más ajustada de lo que se denominaba “Tendencia”, véase págs. 57 y ss.

(4) El practicísmo no era obstáculo para que, al mismo tiempo, se desarrollaran los doctrinarismos

más esperpénticos y sectarios como lo muestra esta declaración del MUSP de julio de 1966: “El

golpe gorila argentino, agravado por la inexistencia en ese país de un partido revolucionario

proletario, aísla a la democracia burguesa del Uruguay entre dos poderosas tiranías gorilas, e

indudablemente acelera las condiciones para una tiranía del mismo tipo aquí”.

CAPÍTULO 5. Malestar y efervescencia intelectual

“La realidad americana, claro está, ofrece al escritor un verdadero festín de razones para ser un insumiso y vivir descontento. Sociedades donde la injusticia es ley; paraísos de ignorancia, de explotación, de desigualdades cegadoras, de miseria, de alienación económica, cultural y moral, nuestras tierras tumultuosas nos suministran materiales suntuosos, ejemplares, para mostrar en ficciones, de manera directa o indirecta, a través de hechos, sueños, testimonios, alegorías, pesadillas o visiones, que la realidad está mal hecha, que la vida debe cambiar Pero dentro de diez, veinte o cincuenta años habrá llegado, como ahora a Cuba, a todos nuestros países la hora de la justicia social y América Latina entera se habrá emancipado del imperio que la saquea, de las castas que la explotan, de las fuerzas que hoy la ofenden y reprimen. Yo quiero que esa hora llegue cuanto antes y que América Latina ingrese de una vez por todas en la dignidad y en la vida moderna, que el socialismo nos libere de nuestro anacronismo y nuestro horror”.Mario Vargas Llosa, agosto 1967.

¿En qué clima intelectual se gestaron las grandes luchas del año 68? ¿Cómo se preparó en el terreno de las ideas y de los sentimientos de aquel período de represión y rebeldía?Por lo menos desde medio siglo atrás en Uruguay, a diferencia de la mayoría de las repúblicas de América Latina, de un modo u otro, todo habitante se sentía ciudadano, sujeto no sólo de derechos civiles y políticos sino también sociales, se definía como colorado o blanco, socialista o comunista, cristiano o anarquista.Ahora bien, a partir de las nuevas relaciones de fuerza y la nueva inserción en el campo internacional, el sistema político bajo su forma tradicional gestó instrumentos de coerción estatal más fuertes para imponerle a la sociedad la reestructura que procuraba el sector financiero hegemónico.La decadencia del llamado “Estado de compromiso” había instalado en el país la preocupación por la búsqueda de alternativas políticas, de nuevas propuestas y transformaciones de fondo.Los resultados electorales, si los tomamos como indicadores del estado de ánimo popular, muestran que en las cuatro elecciones de 1954 a 1966, triunfaron los partidos o fracciones que se presentaban como “opositores”.En veinte años, todas las representaciones políticas de las distintas fracciones de la

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burguesía rotaron en el gobierno. En vísperas de cada elección, cada una de esas fracciones se presentaba como la “alternativa real” que anunciaba la inminente llegada de un “nuevo tiempo”, de un “nuevo Uruguay”, etc.Durante esos veinte años hubo algunos intentos, inspirados en el batllismo primero y luego en las ideas “desarrollistas” de la CEPAL, en boga por entonces en América Latina (el Plan Agropecuario impulsado por Wilson Ferreira en 1961, que naufragó en el Parlamento por la falta de apoyo de su propio partido, la reforma educativa iniciada con el Plan Piloto en 1963, el Informe y las Recomendaciones de la CIDE, etc.). No obstante estas iniciativas, poco o nada duradero se logró para modificar las estructuras básicas que mantenían al país en el estancamiento económico y la dependencia.A principios de la década del 60, al tiempo que crecía y se unificaba el movimiento obrero, que sus luchas se hacían más profundas y combativas, en nuestro país empezó a cuestionarse el espíritu conformista, la autoindulgencia que tanto favorecía a los defensores del orden conservador. Estos a su vez se fueron alejando cada vez más de las invocaciones democráticas que se hacían desde el país oficial.Un número creciente de intelectuales, dirigentes políticos y militantes sindicales comenzó a cuestionar, con más rigor y con más coraje, los fundamentos y la viabilidad del estado paternalista y “benefactor” del “Uruguay batllista”.A comienzos de la década del 60, junto con la extensión de los teatros independientes, los cines clubes y otras formas artísticas populares, se va conformando un público bastante amplio para los escritores uruguayos. A partir de entonces se incrementarán las ediciones.En 1966 se publicaron 430 nuevos títulos con 2.022.690 ejemplares. En 1967 son 647 títulos y alrededor de 3 millones de ejemplares (”El País”, 2 de enero, 1968). No era poco para un país económicamente en crisis y con poco más de 2 millones y medio de habitantes.Simultáneamente al gran debate latinoamericano de los primeros años de la revolución cubana (proceso que desde el Uruguay se vivió y con el que se simpatizó, como quizás desde ningún otro lugar de América Latina), el país tranquilo, donde “nunca pasaba nada”, comenzó a inquietarse.En ese período hay un gran desarrollo de las obras de tipo ensayístico o histórico que tienden a hurgar en la realidad nacional tratando de ver más allá de la fraseología del Uruguay conformista.Lucía Sala, Julio Rodríguez y Nelson de la Torre abordan con criterios marxistas la significación social de la revolución artiguista, en los primeros años del siglo pasado. La dimensión de nuestra principal figura histórica se vuelve comprensible; la concepción socialmente avanzada de su pensamiento, más vigente.José Pedro Barrán y Benjamín Nahum inician su monumental obra sobre la evolución económica del campo uruguayo que se continuará luego en una mirada desmistificadora a las guerras civiles y luego de un profundo análisis del nacionalismo reformista impulsada por Batlle en las primeras décadas del siglo XX.En literatura, por ejemplo, las obras más significativas, con independencia de su valor literario, de aquella época, como “El Paredón” de Carlos Martínez Moreno, empiezan a reflejar una visión crítica de la realidad moral del país cuyos habitantes se describen con los tonos grises de la mediocridad y la falta de coraje.La mayor parte de la narrativa del período está interesada por situaciones o personajes de un modo u otro ligados a la crisis de conciencia y al compromiso político.La obra más editada y leída del período, un ensayo de Mario Benedetti, “El país de la cola de paja” (8 ediciones en 10 años, más de 50.000 ejemplares vendidos), es

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también una requisitoria moral al “modo de ser” de los uruguayos, particularmente en su influyente pequeña burguesía que daba, en cierto sentido, el tono nacional.

Maggi quiere un “hombre nuevo”, pero “antes deben doler los huesos del alma”.Carlos Maggi, en una obra también muy leída (4 ediciones entre 1963 y 1968), “El Uruguay y su gente” (Editorial Alfa), es un fiscal implacable del estilo moral prevaleciente en el país: “el uruguayo es subsidiario de una ética de facilidad, conformista, cómplice de la mediocridad y de las mentiras ajenas “.Dice allí: “La sociedad está postrada, envejecida. En el Uruguay no hay lugar para lo nuevo. Los viejos infectan el país con su retraso. No hay lugar para los jóvenes a quienes los viejos solo les ofrecen emporcarse como ellos”.Maggi cita a Vaz Ferreira: “La humanidad se humaniza, por excitación y el progreso se hace castigando a la especie”.Reclama para el país “una regeneración necesaria durante la cual se sentirán doler los huesos del alma “. “Y de ese ejercicio “, agrega, “saldrá un hombre nuevo “.Significativas resultan también las expresiones del senador Luis Hierro Gambardella en la edición del libro de Kurken Didizian, “Julio Cesar Grauert, discípulo de Batlle”. (Diciembre de 1967. pág 15).Hierro Gambardella destaca de Grauert: ” (…) Batlle fue el más grande realizador socialista de América (…). Desde que Batlle careció de poder en el gobierno - decía en 1930 - aquella obra se detuvo. El problema social subsiste sin solución, y así permanecerá mientras no se ataque a fondo la estructura misma de orden económico existente (…). La riqueza es el resultado exclusivo del trabajo humano, en el que está incluido el del propio capitalista, pero éste retiene para sí, en el reparto, una porción infinitamente mayor de la correspondiente a su trabajo, por alto que éste aprecie (…). Al servicio de la total destrucción de la injusticia que encierra esa verdad, ha estado siempre el esfuerzo del Partido, y nosotros queremos mantenerlo en ese empeño, inflexiblemente” (”Avanzar”, N° 1, 12 de julio de 1930).Más adelante dice el entonces senador del partido en el gobierno, refiriéndose a un titular de primera plana del diario “Avanzar”: “Batlle figura eje del proletariado americano”: “Lo estoy viendo digo porque fue uno de los acicates intelectuales y emocionales de mi adolescencia, de mi primera juventud. Véase cómo veía Grauert a Batlle como yo deseo que se vea a Batlle: como el gran inductor de las grandes revoluciones que tiene que hacer la juventud uruguaya “. (Pág. 24).En febrero del 68, José Manuel Quijano entrevista a Juan García Elorrio, argentino, director de la revista “Cristianismo y Revolución” que se define como “camilista” o “cristiano revolucionario”. Preguntado sobre “¿Cual es la posición de ustedes, como cristianos, con respecto a OLAS?”, contesta: “Hay dos estrategias en juego en América Latina: una, la del Pentágono, la OEA, la de las fronteras ideológicas de Onganía y Costa e Silva. Otra, orientada por el marxismo, la que surgió de la conferencia de la OLAS “.“En el seno de la misma se reflejaron dos líneas: la castrista y la de los PC latinoamericanos, partidarios de la coexistencia pacífica. En las resoluciones predominó la primera línea y nosotros adherimos a la misma interpretándola como un reto a los revolucionarios de cada país para que elaboren un plan de lucha a partir de la realidad nacional. Nada debe ser copiado. La revolución es también una obra de creación ” (1).

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La Iglesia Católica“Los jóvenes se adelantan a emplear la palabra revolución y a explicar su sentido: cambio profundo de las estructuras mentales y materiales. Preguntados sobre si la oligarquía les cerrara el paso por la fuerza, ¿aceptarían la revolución violenta? Responden: «Sí. Si no hubiera otro recurso”.César Aguiar y Raúl Bava, “Epoca”, 3 de agosto de 1963.

Paralelamente, hay otro fenómeno interesante: la evolución de la Iglesia Católica. Esta “que a diferencia del protestantismo - estrechamente unido a la revolución industrial - se había quedado más anclada en las sociedades agrarias, había reaccionado a la secularización de las sociedades industriales con dogmas y prohibiciones.A la muerte de Pío XII, en 1958, el Papa Juan XXIII (1958-1963) y Pablo VI (1963-1978) iniciaron una reforma que supuso un cambio en el papel de la Iglesia. Para ello entraron las discusiones en las reformas internas, en la responsabilidad social de la Iglesia, sobre todo en el Tercer Mundo, subrayada en diversas encíclicas y en un nuevo debate abierto con el comunismo”. (”El Siglo XXI”, Wolfgang Benz y Hermann Graml, I’ Siglo XXI, págs. 345 y 346).El Concilio Vaticano II(1962-65) provocó la división entre tradicionalistas y progresistas. Estos, según los historiadores Dreyfus y Livet, “tendieron a hacer de Karl Marx un quinto evangelista”. (Ob. cit., págs. 345 y 346).A partir de entonces en nuestro país se abrió lo que Héctor Borrat denominara en los “Cuadernos de Marcha” (diciembre de 1967) la “inesperada primavera” de la Iglesia: “Como no admirarse, en efecto, cuando una insólita, novísima dinámica de cambios gana a un grupo social habitualmente tan cerrado y estático como aparecía el catolicismo uruguayo, precisamente ahora, cuando los otros cambios que el país reclama parecen detenidos o pospuestos, ahora cuando el Uruguay no sólo se encuentra estancado sino en franco proceso de involución” (2).En ese período se editan, las nuevas revistas católicas “Víspera” y “Cuadernos para el diálogo” (Julio Barreiro, Eduardo Payssé González, Alberto Methol Ferré, César Aguiar, etc.).En “Víspera” N° 4, de enero de 68, Alberto Methol Ferré escribe: “(…)Deseamos que Guevara no sea inmolado en la demasía del llanto, en la retórica, y que convoque lo suyo, lealtades severas (…)”. Más adelante dice: “Guevara empuña una dignidad sobre-cogedora en su vocación latinoamericana rechazando de sí las mecánicas consabidas, pero fatalmente condicionado por ellas (…)”. Finalmente expresa: “En fin, todo esto no es más que un conjunto de ideas a tomar en cuenta, a propósito de la muerte del Che Guevara, ni político ni pensador sino el más aguerrido soldado revolucionario latinoamericano. Y para nosotros, un gran legado y responsabilidad: su hermandad de sangre con Camilo, deja abierto horizontes de los grandes encuentros. Y deja también la dimensión exacta de ese horizonte: fue reconocido el “primer ciudadano latinoamericano (…)”.“La inesperada primavera” había empezado a florecer ya desde mayo de 1961 cuando se conoció por estas tierras la encíclica “Mater e Magistra” (Madre y Maestra).Aquí Juan XXIII pone en el orden del día lo que él llamaba el mayor problema de la época moderna: “las relaciones entre las comunidades políticas económicamente desarrolladas y las comunidades políticas en vías de desarrollo económico. Las

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primeras consiguientemente con alto nivel de vida; las segundas, en condiciones de escasez y de miseria”.Esta encíclica fue seguida por otras cada vez más explícitas en lo relativo a los problemas sociales que afligen al mundo contemporáneo.El 11 de abril de 1963 se difunde otro documento importante, la encíclica “Pacem in Terris (Paz en la tierra), seguida (7 de diciembre de 1965) por “Gaudium et Spes” (Constitución Pastoral de la Iglesia), que definen nuevos conceptos en torno a la misma problemática.Las deliberaciones del Concilio Vaticano II provocaron un enorme impacto en la jerarquía eclesiástica latinoamericana. También en los laicos que la acompañaban. Como decía César Aguiar, “de nada sirve una iglesia libre en una sociedad de muertos”, celebrando los textos de los nuevos obispos como “primicias de un nuevo tiempo”. (”Cuadernos de Marcha”, enero 1968. pág. 5).Las figuras de Hélder Cámara, arzobispo de Recife (Brasil) y de Antonio Fragoso, obispo de Crateus-Ceará, encuentran eco en las deliberaciones de la 10º asamblea extraordinaria de la CELAM (Conferencia Episcopal Latinoamericana), desarrollada en Mar del Plata en octubre de 1966.En ese contexto se difunde también el mensaje de los obispos del Tercer Mundo, la carta de 300 sacerdotes brasileños a sus obispos.La recepción de estos documentos por las clases dominantes latinoamericanas, se podría sintetizar en las expresiones del Cardenal Cardjin: “Si el Papa fuera a América del Sur lo detendrían por comunista” (3). O como dice Monseñor Cámara: “el problema número uno de América Latina no es la falta de sacerdotes sino el subdesarrollo”.La dramática evolución de la Iglesia latinoamericana se va a encarnar en las decisiones adoptadas por el sacerdote colombiano Camilo Torres, quien, en carta dirigida a sus superiores en la jerarquía eclesiástica, a principios de 1966, pide ser relevado de sus obligaciones sacerdotales para incorporarse a la guerrilla, pasando a integrar las filas del Ejército de Liberación Nacional.Un salto en calidad en el proceso de definiciones del episcopado latinoamericano está constituido por la Conferencia de Medellín.Como dice Héctor Borrat, Director de “Víspera”, Un servicio para América Latina del Movimiento Internacional de Estudiantes Católicos: “si las palabras claves de la CELAM de 1966 habían sido «desarrollo e integración», la palabra clave de Medellín será «liberación», que implica una situación de servidumbre que hay que romper, un enemigo contra el cual combatir, una lucha, una acción política en procura de cambios rápidos y profundos. Para decirlo en una palabra: una revolución (…). Del lenguaje de los desarrollistas pasamos así, al lenguaje de los revolucionarios “. (Cuadernos de Marcha, N° 17, Pág.4).En nuestro país el proceso es acompañado con elaboraciones propias de la Teología de la Liberación (particularmente de Juan Luis Segundo, S.J.) y pronunciamientos oficiales como la “Carta Pastoral de Adviento”, del 1° de diciembre de 1967, firmada por la mayoría del obispado uruguayo.A partir de entonces, pronunciamientos muy claros del Arzobispo Coadjutor de Montevideo. Monseñor Carlos Partelli, y de Haroldo Ponce de León, Arnaldo Spadachino y Uberfil Monzón, entre otros, van a marcar los lineamientos de una Iglesia Católica, o por menos una parte considerable de su jerarquía, comprometida con la lucha popular, atenta al acontecer obrero y estudiantil que emite opinión sobre los grandes problemas y se hace presente en circunstancias de fuerte conmoción popular. Nunca como en ese período la actividad de la Iglesia uruguaya tuvo tanta resonancia. Si bien en su seno subsistían las corrientes tradicionalistas,

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el liderazgo, en esos años, mantuvieron los obispos de concepciones políticas más avanzadas.Esto explica también el compromiso que después adoptaran con la lucha obrera y popular curas y seminaristas católicos incorporándose algunos - incluso - a la acción guerrillera.En julio de 1968, ya bajo la vigencia de las Medidas de Prontas Seguridad, el Presbítero Juan Carlos Zaffaroni, en una entrevista en TV había defendido la legitimidad de la violencia revolucionaria. Días después sostenía en “Marcha”: “el prejuicio de los cristianos contra la violencia es (…) en la mayoría de los casos, un prejuicio social, un prejuicio de clase. Es evidente que si el mensaje de Cristo hubiera estado presente y encarnado auténticamente en las clases humildes los cristianos del mundo no dudarían en levantarse en armas en estos momentos para combatir la esclavitud económica cultural a que lo someten el imperialismo y las oligarquías. Sucede, por el contrario, que la mayoría de los cristianos están tan lejos de sentirse proletarios que en muchos casos forman parte de esa misma oligarquía explotadora “.Y más adelante agrega: “Tomar la cruz de Cristo puede ser muy bien lo mismo que tomar la metralleta para luchar. Camilo (Torres) muerto en las montañas de Colombia es una nueva imagen de Cristo crucificado.El cristiano que no comprendo esta nueva forma de amor al prójimo que guarde al menos respetuoso silencio frente al inmenso sacrificio de amor que están realizando tantos hombres honestos en el mundo.Que no obstaculicen con sus monsergas a los que luchan, ni oculten su cobardía con parloteos. Dejar hacer es también una forma de hacer Tal vez sea ésta la única manera de que algunos cristianos puedan ser revolucionarios “.En el campo sindical también hay un proceso de radicalización en el sindicalismo cristiano. Por ejemplo, un dirigente de la CLASC (Confederación Latino Americana de Sindicalistas Cristianos), Miguel Cardozo, le dirá al periodista de “Marcha” Raúl Iván Acuña: “(…)queremos un cambio revolucionario. No queremos una promoción para fortalecer al régimen capitalista, ni menos una integración en el actual régimen económico, social, político y cultural, porque esto provocaría la consolidación definitiva de una sociedad que se basa en el privilegio y el poder de una minoría “.Como decíamos, en la década del 60 irrumpe una nueva generación de médicos, economistas, cientistas sociales, historiadores, arquitectos, etc., con vocación de poner sus conocimientos y aptitudes al servicio del conjunto de la sociedad. De ahí surgirán renovaciones de los planes de estudio universitario, los trabajo académicos (cursos, investigaciones, seminarios, ediciones) que muestran desde un ángulo nuevo la realidad económica y social del país y así como la labor de asesoramiento a las organizaciones sociales y sindicales, la CNT, el Congreso del Pueblo, etc.Cuando a fines de la década del 60 el fenómeno de la guerrilla comienza a desarrollarse una parte considerable de la intelectualidad lo ve con simpatía.También desde el escenario político habrá aliento a la rebeldía: en octubre del 68, después de casi cuatro meses de duros enfrentamientos entre estudiantes y policías que habían costado la vida a Líber Arce, Susana Pintos y Hugo de los Santos, el senador blanco Juan Carlos Furest, dirá en el Parlamento: “Desde esta banca del Partido Nacional no aconsejo a los jóvenes mesura. Al contrario, que sean jóvenes, que no se vuelvan viejos y prudentes. Hay demasiados lomos agachados ante los dominadores “.

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Artistas y escritores.“Nuestra vocación ha hecho de nosotros, los escritores, los profesionales del descontento, los perturbadores conscientes o inconscientes de la sociedad, los rebeldes con causa, los insurrectos irredentos del mundo, los insoportables abogados del diablo. Pero entonces, a medida que comience a hacerse justicia al escritor latinoamericano, o más bien, a medida que comience a rectificarse la injusticia que ha pesado sobre él, una amenaza puede surgir, un peligro endiabladamente sutil. Las mismas sociedades que exiliaron y rechazaron al escritor pueden pensar ahora que conviene asimilarlo, integrarlo, conferirle una especie de estatuto oficial. Es preciso, por eso, recordar a nuestras sociedades lo que les espera. Advertirles que la literatura es fuego; que ella significa inconformismo y rebelión, que la razón de ser del escritor es la protesta, la contradicción y la crítica.Explicarles que no hay término medio: que la sociedad suprime para siempre esa facultad huana que es la creación artística y elimina de una vez por todas a ese perturbador social que es el escritor, o admite la literatura en su seno y en ese caso no tiene más remedio que aceptar un perpetuo torrente de agresiones, de ironías, de sátiras que irán de lo objetivo a lo esencial, de lo pasajero a lo permanente, del vértice a la base de la pirámide social. Las cosas son así y no hay escapatoria: el escritor ha sido, es y seguirá siendo un descontento. Nadie que esté satisfecho es capaz de escribir, nadie que esté de acuerdo, reconciliado con la realidad, cometería el ambicioso desatino de inventar realidades verbales. La vocación literaria nace del desacuerdo de un hombre con el mundo, de la intuición de deficiencias, vacíos y escorias a su alrededor La literatura es una forma de insurrección permanente y ella no admite camisas de fuerza. Todas las tentativas destinadas a doblegar su naturaleza airada, díscola, fracasarán. La literatura puede morir pero no será nunca conformista “.Mario Vargas Llosa, agosto de 1967.

En 1969, la ganadora del “Premio de los jóvenes 1968″, Cristina Peri Rossi, dedica su libro, “Los museos abandonados” (Arca 1969): “A los guerrilleros. A sus héroes innominados. A sus mártires. A sus muertos. Al hombre nuevo que nace de ellos. Aunque este sea, en definitiva, el más torpe homenaje que se les puede hacer”.La obra de teatro más exitosa del año, la que tuvo más público, la que fue más aplaudida fue “Fuenteovejuna”. Como es sabido, la obra de Lope de Vega es de por sí bastante “subversiva” (se trata del ajusticiamiento a manos del pueblo de un torturador).Los que pusieron en escena la obra en Uruguay, hicieron aun más explícito el mensaje de Lope de Vega, agregándole estas líneas:“Que basta que un hombre entienda/que para seguir viviendoy seguir un hombre siendo/es fatal que se defienda.Que es triste pero es preciso/tener un arma en la manopara ser su soberano/y no un esclavo sumiso “.Si en vísperas de la Nochebuena del 70, el Arzobispo de Montevideo, Monseñor Partelli, preguntado por un periodista acerca de “si la vía armada no sería el único camino para evitar una violencia mayor”, responde: “Tengo dudas. Puede que sí puede que no, puede que quién sabe”. Más significativas resultan las declaraciones de Juan C. Onetti publicadas en “Marcha” en el primer aniversario de la muerte del “Che”: “Pero la porfía del Che, profetizamos, es inmortal. Trepando, desembarazándose de tanta literatura, lágrimas y sentimentalismo arrojada encima

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de su pecho asesinado, Che Guevara está hoy otra vez - v van tantas - de pie, repartiendo rostros ymetralletas entre ansiosos resueltos checitos nacidos de su muerte y resurrección.

Atravesando palabras inútiles y diagnósticos torcidos Che Guevara va viniendo, va llegando”. (11 de octubre de 1968).

Se podrían seguir acumulando las citas, los editoriales, los poemas, las canciones de protesta y los “cuplés” y despedidas de las murgas, para mostrar hasta qué punto hacia finales de los años 60 se extendía en amplios sectores del país un clima de rebeldía y profundos anhelos de cambio.

Y también hasta qué punto aparecían bloqueados los mecanismos políticos capaces de impulsar una renovación y de llevar a cabo los cambios que se veían como imprescindibles para sacar al país del estancamiento, de la desigualdad social creciente y del autoritarismo.

NOTAS

(1) Insólitamente, Juan García Elorrio fue secuestrado a la salida de “Marcha” el 17 de marzo de

1968, y trasladado a la Argentina por los funcionarios de Coordinación Federal de ese país. En

Buenos Aires fue puesto en libertad a las pocas horas. Un tiempo después murió en un accidente

de tránsito muy confuso no descartándose que se tratara de un asesinato político.

(2) El compromiso de la Iglesia con las causas populares dio lugar a uno de los libros más

cuidadosos y coherentemente reaccionarios de esos tiempos: “Izquierdismo en la Iglesia”, editado

por la Sociedad uruguaya de defensa de la Tradición, Familia y Propiedad. 1976.

(3) León Joseph Cardjin, prelado belga (1882-1967), Vicario en una parroquia obrera en Bruselas,

funda en 1925 la Juventud Obrera Católica (JOC). 

CAPÍTULO 6. La rebelión estudiantil

Antecedentes. La unidad obrero-estudiantil.El movimiento estudiantil uruguayo, particularmente el universitario, tenía una tradición de organización y compromiso político y social. En parte, esta actitud se volcaba hacia el interior de la vida universitaria en el desarrollo temprano de un pensamiento propio ante el país y sus problemas. En parte también expresando sus puntos de vista y su militancia ante acontecimientos internacionales (la guerra, las agresiones norteamericanas hacia América Latina) y la solidaridad con los movimientos sociales, especialmente el movimiento obrero.

La continuidad de este compromiso político y social de los sectores más activos del estudiantado, entre los años 40 y 60, con períodos de auge y de reflujo, es característica de la evolución del movimiento popular uruguayo.

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Hitos en ese proceso lo constituyó la posición asumida ante la Segunda Guerra (que enfrentó a la FEUU con el gobierno del Gral. A. Baldomir y al P. Comunista al mismo tiempo), el “tercerismo” durante la guerra fría en los años 50 y la lucha estudiantil contra el tratado militar con los EE.UU. en 1953-54.

Estas posiciones elaboradas con incidencias de distintos sesgos ideológicos (marxistas independientes, cristianos, anarquistas, trotskistas, nacionalistas influidos por las ideas de Carlos Quijano), conllevan siempre definiciones en favor de la unidad obrero-estudiantil y de solidaridad con los sectores más desamparados de la población.

La conformación de esta línea tuvo un punto muy alto en las movilizaciones de octubre de 1958, junto a los sindicatos, que culminaron con la conquista de una nueva Ley orgánica para la Universidad después de gigantescas manifestaciones obrero-estudiantiles, expresión de una masividad sin precedentes, de la que surgió la consigna, tantas veces reiterada, de “obreros y estudiantes, unidos y adelante”.

El “tercerismo” de izquierda de la FEUU que se definía como una toma de distancia d capitalismo (encarnado en los EE.UU.) y del stalinismo (hegemónico en la URSS), es una de las vertientes del pensamiento universitario que alimenta el estallido de rebeldía juvenil del 68.

Estas concepciones se plasmaban en una presencia estable en las instancias de coordinación de los sindicatos, en acciones solidarias con los gremios en lucha y en la organización hacia los “rancheríos” del interior del país de las llamadas “misiones socio-pedagógicas”.

Estas experiencias contribuyeron a conformar una actitud de solidaridad que impregno a gran parte de los militantes de ese período, tanto en el terreno sindical y político como en el ejercicio de la profesión y en la composición del personal docente universitario.

Cuando, en la década del 60, se produce el crecimiento rápido de la matrícula, tanto en la enseñanza media como en la universitaria, esta tradición de compromiso con las luchas populares se va a ensanchar también de manera muy rápida.

Como, a su vez, junto con el crecimiento de las luchas sociales, el propio sistema de la enseñanza pública (ahora con la incorporación amplia de jóvenes provenientes de hogares medios y de trabajadores) entró en crisis, la confluencia con la acción de los sindicatos fue inevitable.

La tradición liberal y democrática del pensamiento universitario predominante gestó una participación de toda la corporación y no sólo de los estudiantes. Es significativo, en ese sentido, el compromiso de los docentes y de las máximas autoridades de la enseñanza superior en la condena y el enfrentamiento a la represión que se desencadena en 1968 (1).

La irrupción de los más jóvenes“Jamás sobre generación alguna cayó tanto infortunio”.

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Senador J. C. Furest. P.N. Octubre de 1968.

La presencia estudiantil en las luchas de ese período tuvo un elemento nuevo, en cierto sentido inesperado: la irrupción masiva de decenas de miles de estudiantes de secundaria y UTU en las movilizaciones, ocupaciones de locales, contracursos y enfrentamientos con la policía.

Veamos cómo analizaba esta situación un docente calificado y prestigioso, el Profesor Arturo Rodríguez Zorrilla:

“Reflexionando sobre estas responsabilidades yo me estremezco. ¿Quiénes se sientan hoy en los bancos de nuestras aulas liceales? Una generación de jóvenes angustiada, que protesta y se rebelo movida por el deseo ansioso e impaciente de obtener un Uruguay de justicia, de libertad, de solidaridad social, de bienestar de devoción a los más altos ideales de la cultura.Y es una generación juvenil que es para nosotros un desafío; una generación juvenil que ha pagado con la vida de tres jóvenes - tres vidas tronchadas - su rebeldía, su ansiosa impaciencia de justicia, de libertad, de solidaridad, de un mejor destino para la comunidad nacional. Nosotros tenemos que ser dignos de este desafío. De nosotros debe venir la respuesta: un Uruguay que recibimos de nuestros padres se desmorona y se derrumba; el modelo del Uruguay en que nosotros nacimos está destruido y muerto.Esta generación que se sienta hoy en los bancos liceales tendrá que dejarle a sus hijos, a nuestros nietos ese Uruguay de libertad, de justicia, de bienestar; de solidaridad humana por la que se inquieta y se apasiona. La posibilidad de que lo pueda realizar depende del acierto con que nosotros custodiemos sus ansias y las encaucemos y las impulsemos por el camino del conocimiento, por las sendas del saber y en todos los planos de la cultura”. (“Marcha”, 22 de noviembre de 1968).

Para contemplar adecuadamente el incremento de la población estudiantil se requerían más recursos y adecuación del, sistema educativo a las nuevas realidades: no los hubo.

En pleno período de restricciones al gasto social, la educación pública fue postergada. Desde el poder, el malestar y la movilización estudiantil eran vistos como “una ola sovietista” a la que más que renovación y otorgamiento de recursos había que “poner en vereda” con la represión abierta.

Hacia finales de los años 60 las funciones de “calificación y sometimiento” (Poulantzas), que caracterizan al aparato educativo en una democracia capitalista, no se podían cumplir pues toda la estructura institucional de la enseñanza pública era escenario de una dura lucha entre lo nuevo (plan de 1963, liceos pilotos, desarrollo de los institutos de formación docente, democratización) y lo caduco, clientelístico, autoritario y conservador.

La protesta estudiantil se relaciona también con el empobrecimiento a que van siendo empujados los sectores de capas medias y obreros cuyos hijos - esto es nuevo - se van incorporando al sistema educativo.La importancia que adquiere, inicialmente, la lucha contra el aumento del boleto muestra la importancia de este aspecto. La amplitud de masas con que se inicia la rebelión estudiantil, sobre todo en Secundaria y UTU, marca la importancia del

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aspecto social de la movilización. No es el único, pero conviene no subestimarlo.

Cómo fue vista la insurgenciaEmpecemos por el punto de vista de un Senador del Partido Nacional, Juan Carlos Furest. expresado en octubre de 1968 en la interpelación al Ministro del Interior: “Por encima de la hojarasca y también de la frivolidad, que la hay en dosis seguramente excesiva, yo formulo esta pregunta: ¿existen o no existen motivos para que nuestra juventud proteste, para que sea rebelde con causa? Nuestros gobernantes no se dan cuenta de que en el Uruguay, digámoslo con orgullo patriótico, a palos, los obreros no trabajan; a palos, los estudiantes no estudian. Por eso el país está paralizado. Esto tenemos que entenderlo todos. Hay que enseñar con el ejemplo. Y el ejemplo que viene de las alturas, con las famosas infidencias y todo lo demás, no puede ser peor. Jamás sobre generación alguna cayó tanto infortunio.Felicitémonos, señor presidente, de que nuestros jóvenes sean capaces de lucha, porque con ello nos demuestran que en este país no está todo perdido. No veamos en las legítimas reacciones juveniles otras culpas que las nuestras.Yo he escuchado con asombro los diagnósticos y las recetas del Ministro de Cultura que en comunicados oficiales que debían tener otra mesura, atribuye a activistas extranjeros la insurgencia juvenil.¡No, señor ministro! La hombredad es también atributo nacional. En materia de rebeldías los orientales no tenemos nada que importar del extranjero. No somos alumnos; en esta materia somos profesores. Incluso tratándose de las aborrecidas guerrillas, levantamos al tope la memoria heroica y mártir de Aparicio Saravia. Antes de que el Che Guevara tomara la primera comunión, nosotros habíamos hecho ya 45 guerras civiles, contando la de Basilio Muñoz el año 35.Desde esta banca del Partido Nacional no aconsejo a los jóvenes mesura. Al contrario, que sean jóvenes, que no se vuelvan viejos y prudentes. Hay demasiados lomos agachados ante los dominadores”.

Las formas violentas que asume la protesta estudiantil son inexplicables si no se tiene en cuenta el grado extremo de violencia policial empleado para reprimir manifestaciones inicialmente pacíficas. Ya desde inicios de los 60 se venían denunciando, en la prensa y el parlamento, las prácticas violentas asumidas por la policía en relación a los detenidos, particularmente en Montevideo y Canelones.

A la vez, la insurgencia estudiantil es impensable sin una quiebra profunda del prestigio de algunas figuras, ideas e instituciones del Uruguay tradicional, como los dirigentes batllistas implicados en las estafas desde el Ministerio de Trabajo (Guzmán Acosta y Lara) o en el publicitado escándalo financiero de la infidencia (Jorge Batlle).

En octubre del 68, entrevistado por Carlos Bañales y Enrique Jara, el Dr. José Pedro Galeano, titular de la cátedra de Psicología de la Facultad de Humanidades y Ciencias, expresa: “No debe olvidarse que hace cinco o diez años no se hablaba de un Ministro que firmaba los recibos de coima o de dirigentes políticos que manejan las decisiones monetarias para hacer ganar millones de pesos a sus amigos “. (“La rebelión estudiantil”, Arca, págs. 17 y 18).

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La tendencia entre los estudiantes(2)Aunque la presencia de militantes juveniles del P. Comunista era grande y bien organizada, los sectores radicales crecieron rápidamente en el movimiento estudiantil.

“La tendencia se hizo en parte con recién llegados a la militancia y en parte por la absorción de corrientes radicales e independientes ya presentes con anterioridad. No era totalmente homogénea. Dará lugar a distintas posiciones y organizaciones (la más importante numéricamente sería luego el sector estudiantil del Movimiento 26 de marzo) que en los años siguientes llegarían a controlar a la mayoría de escuelas y facultades. Pero en la Universidad debía compartir el poder con otras corrientes (socialistas y comunistas, especialmente) y ocuparse tanto de los nuevos asuntos como de los antiguos, o sea, del resguardo de la autonomía y de la participación en el gobierno universitario. En cambio, en la Enseñanza Secundaria se dio en estado puro, sin encontrar muchos centros contendientes ni responsabilidades de administración que canalizaran su expansión “.(Gonzalo Varela, Ob. cit., pág. 56)..

El bloqueamiento político, la ausencia de horizontes laborales y hasta de vida, el rechazo ante un clima de indiferencia y permisividad hacia las dirigencias políticas del sistema, las denuncias no investigadas de la corrupción que permanecía impune terminó constituyendo parte significativa de la sensibilidad y de los valores de toda una generación.

Octavio Paz, refiriéndose al 68 en los EE.UU., ha dicho: “La novedad de la rebelión no fue intelectual sino moral; los jóvenes no descubrieron otras ideas: vivieron con pasión las que habían heredado”. (“Tiemponublado”, pág. 15).

En el caso de nuestro país la situación no fue exactamente esa. Había un elemento nuevo que provenía de la situación latinoamericana y del impacto de la revolución cubana y la gesta del “Che” Guevara, así como los otros factores detonantes específicamente uruguayos a los que hemos hecho referencia. Por eso la incorporación estudiantil a la protesta social no fue efímera como en Francia u otros países centrales sino que se prolongó durante los cinco o seis años siguientes, asumiendo unas u otras características.La irrupción juvenil del año 68 generó múltiples interpretaciones. Algunas de ellas, como las de Bañales y Jara, ya citados, ponen el acento en la fractura generacional y recogiendo testimonios de protagonistas de distintos centros estudiantiles señalan la “falta de cauces para la nueva generación y de su actitud de rechazo hacia las generaciones anteriores”.

Equivocadamente concluyen: “Detrás de cada gasero (lanza gases) de la Metropolitana, de cada vidriera apedreada, estos jóvenes vieron a sus padres, a sus dirigentes gremiales, a los líderes políticos, a todos los que de una forma u otra consideraron sus opresores (…). El precio del boleto sólo había sido la espoleta que, al saltar, detonó un explosivo amasado durante mucho tiempo, hecho de repudios y frustraciones, de rencores personales y odios sistemáticos”. (Págs. 64 y 65).

El punto de vista de Roberto Copelmayer y Diego Díaz incorpora otros elementos aunque no descarta la incidencia de lo generacional. En la protesta por el aumento del boleto “una plataforma reivindicativa inmediata, las que reaccionan más

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rápidamente son las ramas de la Enseñanza ligadas a sectores más pauperizados de la población. El factor económico como causa efectiva de la movilización, debe considerarse seriamente. Es la reacción de los sectores medios, ampliamente mayoritarios en esos niveles y permanentemente comprimidos por la política económica del gobierno a través de su expresión más combativa y descomprometida: los estudiantes “.(Pág. 79).

Estos autores señalan que “el elemento de mayor trascendencia de la movilización es, sin duda, la búsqueda de nuevas formas de organización gremial que permitan una representatividad mayor y una participación más activa del estudiantado (…). La tendencia crítica a la organización tradicional, que existía ante el conflicto, pudo entonces sumarse a la corriente espontánea, encauzándola hacia nuevas formas que colmaran esas necesidades (…). Surge, entonces, una organización basada en las asambleas de clase y en las Asambleas o Juntas de Delegados de clase que supone una gran confianza democrática (…) una confianza que es proporcional a la desconfianza que tienen por los dirigentes, aunque sean ellos mismos“. (Págs. 85 y 86).

En cuanto a la incidencia del movimiento estudiantil en la política nacional señalan que los estudiantes “carecen de una estrategia intermedia que les permita adaptar sus ideas a las condiciones cambiantes de la realidad política. O, si se quiere, una de sus ideas es, justamente, no transitar los caminos de una estrategia política que les obligaría a tomar en cuenta todos los elementos en juego, mezclándose con ellos y arriesgando contagiarse de la politiquería y la corrupción que contiene (…). De todo lo expuesto surge que su conducta tiene una indudable esencia moral; moral propia, no heredada (…). La militancia política parece entonces como más que otra cosa un imperativo ético. El desinterés, el arrojo, la audacia, se valoran antes que nada (…). «Hay que estar en la lucha que es la única forma conocida de hacer la revolución». La palabra lucha aparece en boca de todos, una y otra vez, hasta adquirir autonomía, hasta transformarse casi en un fin en sí misma. La lucha significa acción y agitación permanentes; (…) el hecho evidente es que no tienen caminos políticos propios. No encuentran cauce para su ímpetu transformador (…). Sienten que la izquierda, en casi todas sus formas, está participando de un orden que rechazan en su conjunto (…) se sienten aislados y la aspereza de sus críticas crece proporcionalmente con la soledad”. (Págs. 88 a 91).

Concluyen: “se compartan o no sus métodos, estos están demostrando la tremenda vitalidad de una generación atrapada dentro de las estructuras esclerosadas de nuestra sociedad (…) Antes que una actitud política, es la suya una actitud vital “. (Pág. 96).

Notas:

(1) Las figuras del Dr. Juan José Crottogini, Ing. Oscar Maggiolo, Dr. Hermógenes Alvarez, Arq.

Carlos Reverditto, Dr. Mario Cassinoni, Ing. Julio Ricaldoni, Dr. Fernando Oliú, Dr. Rodolfo Tálice,

Arq. Aurelio Luchini, Prof. Spencer Díaz, Dr. Adolfo Aguirre González, deben mencionarse entre

otros calificados maestros que actuaron con decisión y valentía comprometiéndose con las luchas

tanto de los estudiantes como de los docentes universitarios.

(2) “En 1968, en el curso de la movilización, se perfiló en ella una tendencia estudiantil que, a falta

de otro nombre, fue identificada sencillamente como «la tendencia» o «la línea dura». Privilegiaba

las manifestaciones de masas y el enfrentamiento violento a la policía como medio de «crear

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conciencia»; atacaba al “freno burocrático” de las corrientes más moderadas y no se preocupaba

por las definiciones ideológicas precisas, aunque se pronunciaba a favor del socialismo y de la

clase obrera, sin dejar de criticar a la izquierda tradicional y al colectivismo burocrático de Europa

Oriental”. (Gonzalo Varela, “De la República liberal al estado militar. Uruguay 1968-1973”.

Ediciones del Nuevo Mundo, 1988. Montevideo, pág.55).

El 68 uruguayo. Segunda Parte. Capítulo 1. El Uruguay en un mundo bipolar y convulsionado.

LAS PUGNAS SE AGUDIZAN“Este Tercer Mundo del que somos parte, esta Latinoamérica en la que representamos un pequeño sumando, este Uruguay de hoy estancado, desorientado, desalentado, empobrecido, metódicamente envilecido, merece tener entre sus fuerzas de promoción y liberación un socialismo ágil, remozado, joven. Las últimas disidencias lo desembarazaron de esa aberración europeizante y anacrónica que hubiera representado seguir siendo una minúscula sucursal de esas grandes estructuras de poder de las metrópolis capitalistas. Enflaquecido pero aligerado, con una nueva perspectiva y una nueva postura va a echarse a andar de nuevo; las elecciones no lo son todo, ni siquiera lo más importante, pero importan un esfuerzo y una congregación para la presencia y el recuento.¿Qué tarea más valiosa que alumbrar una fuerza semejante se ofrece a la participación de la ciudadanía: independiente, a la de quienes no van a negociar su voto por alguna menguada ventaja individual, a la de todos aquellos que rehúsan preferir - por pálpito, capricho, ilusión o complicidad - a cualquiera de los carceleros disponibles (lo quieran ellos o no, lo piensen ahora o no) entre los que el país deberá escoger?Carlos Real de Azúa, “Marcha”, 25 de noviembre de 1966.

CAPITULO 1

El Uruguay en un mundo bipolar y convulsionadoHoy nadie duda de que el insigne filósofo británico Bertrand Russell constituye una de las grandes referencias morales de este siglo. Su pensamiento y su acción en defensa de los derechos humanos y de los pueblos le han generado un enorme reconocimiento en todas partes del mundo,Significativos de cómo veía Russell ese momento son estos fragmentos tomados de su “Mensaje a los Pueblos del Tercer Mundo”, enviado a “Marcha”, a solicitud de esta, el 18 de noviembre de 1966:“Los pueblos de América Latina, Asia y Africa no deben forjarse ilusiones sobre la política de los Estados Unidos. El cúmulo de pruebas es tan grande que me veo obligado a concluir que es necesario prepararse contra despiadadas guerras de exterminio. El gobierno de Estados Unidos está decidido a mantener sin alimentos al pueblo hambriento y sin medicinas a los enfermos, lo cual es una consecuencia necesaria de su política. Cuando surgen movimientos que procuran cambiar el

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orden social, con vistas a la eliminación del hambre y la enfermedad, Estados Unidos responde a esos movimientos con la fuerza brutal. El gobierno norteamericano no tiene otra alternativa, ya que de no recurrir a esos procedimientos la riqueza de los pueblos del Tercer Mundo escaparía del control de los capitalistas estadounidenses.Debe extraerse una lección fundamental del heroísmo vietnamita. Espero que su ejemplo será emulado. Dondequiera que sea posible resistir al imperialismo norteamericano como lo han hecho los vietnamitas, es necesario hacerlo. Es éste el único modo practico de ayudar al pueblo vietnamita y de hacer avanzar los ideales por los que éste se ha sacrificado tanto. La lección de la lucha de Vietnam es aplicable en muchos lados: desde Angola, Guinea «Portuguesa» y Sudáfrica hasta Guatemala, Perú y Bolivia, sólo la lucha militante y la resistencia acabarán con el dominio de los rapaces capitalistas que controlan Washington. El desarrollo de esta resistencia en el Tercer Mundo permitirá que el pueblo norteamericano, a su debido tiempo, ajuste cuentas con los capitalistas que degradan a su país.En Perú se han usado el napalm y los productos químicos desarrollados en Corea y Viet Nam. En Irak, ese mismo napalm, esos mismos gases se emplean actualmente contra los kurdos. El gobierno de Estados Unidos, es de una evidencia absoluta, considera la revolución vietnamita como parte de una revolución mundial contra el hambre y la .enfermedad, por el socialismo y el bienestar humano. Los gobernantes norteamericanos comprenden que no se pueden encarar las luchas en términos nacionales. Los pueblos de América Latina, Asia y Africa pueden tener éxito, y lo lograrán, si tratan cada lucha aislada como parte de una resistencia global, y si las luchas populares en Vietnam o Angola son consideradas tan nuestras como si los padecimientos y la resistencia tuvieran lugar en nuestro propio suelo.La violencia existente en el mundo es fundamentalmente la violencia del explotador; que primero impone el hambre y la miseria y hace chocar a los pueblos entre sí, y luego procura suprimir el descontento que la víctima siente por el opresor Esta línea de conducta es seguida inexorablemente, por lo que si la violencia inunda al planeta, la culpa recae en el capitalismo norteamericano, que la impone. A las víctimas de explotación no se les ofrece más alternativa que la resistencia.La respuesta efectiva al imperialismo norteamericano es un Vietnam en cada continente. Sólo entonces el último soldado norteamericano retornará a su patria y el pueblo de los Estados Unidos se volverá contra los gobernantes que lo utilizan tan inmoralmente.He convocado a un Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra, que funcionará como comisión investigadora, para establecer la evidencia de las acciones norteamericanas en Vietnam. Este tribunal internacional no dispone de ejércitos ni de fuerza estatal alguna. Su aspiración es reflejar las opiniones e intereses de los pueblos oprimidos. Considero ese tribunal como parte de la lucha para superar la opresión y la crueldad en el mundo. El tribunal necesita vuestra solidaridad y apoyo. Pido a todos que firmen declaraciones solidarias con el tribunal y que realicen actos contra los crímenes de guerra en Vietnam. La justicia que surge de los derechos del pueblo oprimido será más duradera que las estratagemas de todos los tribunales que recurren a argucias legales para perseguir a los revolucionarios y a los defensores del pueblo. El Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra desprecia la justicia de los fuertes. Es una réplica a quienes han ensalzado a la opresión y la injusticia en el mundo entero”.

La década del 60, en el campo internacional, será escenario de una intensificación

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de la lucha anticolonialista y antiimperialista. Simultáneamente se asiste a un fortalecimiento del campo “socialista” liderado por la Unión Soviética, al surgimiento de China Popular como potencia mundial y las divergencias del maoísmo con la línea predominante en la Unión Soviética y en el movimiento comunista internacional.Los puntos más salientes de la situación mundial desde el ángulo del Tercer Mundo son, a lo largo de la década, la lucha del pueblo vietnamita contra la intervención militar norteamericana, el desarrollo de las guerras anticolonialistas en África, la “revolución cultural” china y el surgimiento de movimientos contestatarios y de solidaridad con el Tercer Mundo en los Estados Unidos, Francia, Alemania y otros países centrales.En América Latina, las tesis maoístas encuentran un eco que va más allá de los P. Comunistas, en algunos de los cuales se producen escisiones importantes.Será sobre todo la profundización de la Revolución Cubana que adquiere resonancia popular. La solidaridad con ella frente al asedio norteamericano es particularmente intensa en nuestro país. Las ideas y las luchas del “Che” marcan, en el plano político e ideológico, los puntos más altos en este auge revolucionario de la década.Los sindicatos uruguayos, enfrentados durante todo el período a la defensa de sus salarios, sus derechos sindicales y sus fuentes de trabajo, no estarán ajenos a esta situación y tenderán a convertirse no sólo en instrumento de defensa de los intereses inmediatos de los trabajadores sino que participarán, de manera creciente, en la defensa de las libertades públicas, en la denuncia del imperialismo y en los primeros esbozos de un proyecto de país de signo popular, democrático y soberano.

El reajuste conservador exige cambios políticos“La acción política se presenta cada vez más interferida por los grupos directamente conectados al propósito de debilitar el poder del Estado obstando al cumplimiento de sus fines “.Diputado Julio María Sanguinetti.Asamblea General. 18 de agosto 1966.

Los esfuerzos por terminar en el Uruguay con la supervivencia del modelo neo batllista, forma particular de keynesianismo que vivió el Uruguay desde mediados de la Segunda Guerra Mundial a 1958, se habían iniciado tiempo atrás. Pero con Gestido y Pacheco la ofensiva tomó nuevos bríos.Ya, como vimos, el fracaso del proyecto neo-batllista y la derrota sufrida por la lista “15″ liderada por Luis Batlle Berres en las elecciones de noviembre de 1958, había abierto el camino para el acceso al gobierno de una fracción burguesa que respondía básicamente a los intereses conservadores de los grandes estancieros, el alto comercio y la banca privada.El bloque encabezado inicialmente por Benito Nardone y el herrerismo más conservador de Martín Echegoyen, encontró, no obstante, resistencias en el seno de los propios partidos tradicionales, donde las prácticas clientelistas, paternalistas y de compromiso, todavía condicionaban sus decisiones en materia económico-social y donde, junto a esto, subsistían en el pensamiento político algunas concepciones de tono liberal y democrático de un “Uruguay batllista” que no se resignaba a morir.Con forcejeos, marchas y contramarchas entre 1959 y 1967 los gobiernos del

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Partido Nacional habían ido erosionado aristas importantes del modelo neo batllista: disminución del gasto público en salarios, salud y educación, acatamiento a las imposiciones del Fondo Monetario Internacional, desplazamiento de ingresos hacia el sector ganadero en perjuicio de la industria, agudización de las confrontaciones con el movimiento obrero, permisividad y aliento a la extrema derecha, promoción a puestos claves de militares de extrema derecha (como el Gral. Oscar Mario Aguerrondo).La remodelación conservadora del Uruguay no marchaba al ritmo deseado por las clases dominantes. Los partidos tradicionales electoralmente recogían alrededor del 90% de los votos y contenían todavía en su seno incrustaciones de base popular que constituían un obstáculo a la unidad política necesaria para emprender un plan de reformas conservadoras tan profundas como se pretendían.Incrustaciones populares que, por lo demás, les eran absolutamente imprescindibles a la hora de medir fuerzas en las instancias electorales.A las dificultades de los partidos para llevar adelante el reajuste conservador habría que añadir las que imponía el orden constitucional vigente que establecía un sistema de Poder Ejecutivo Colegiado de 9 miembros, con rotación anual de la Presidencia.En el marco de una situación de prolongado estancamiento económico, de fuerte resistencia obrera y popular y falta de coherencia de los partidos, el régimen colegiado contribuía a quitarle capacidad operativa a la ofensiva de las fracciones burguesas dominantes que se proponían cambiar a fondo el país y por lo tanto a actuar con unidad y eficacia.El empuje inflacionario y la caída salarial, expresiones visibles del “reajuste conservador” que se desarrollaba en el país y la distancia entre el sistema de derechos y garantías, solidaridad social y protección que, en la letra, ofrecía el “estado de bienestar”, y una realidad cada vez más marcada por el empobrecimiento, la desocupación y el estancamiento productivo hicieron de los años 1966 y 1967, un período rico en experiencias y debates políticos y sindicales.

Mayor participación de los trabajadoresLa democracia interna en que funcionaba gran parte de los sindicatos, los debates internacionales nacidos de la radicalización de la Revolución Cubana, el incremento de la presión contrarrevolucionaria norteamericana, la controversia chino-soviética y las diferencias entre Fidel Castro y el P. Comunista de Cuba con la política de la URSS hacia Latinoamérica, alimentaron el debate interno y la existencia de más de una orientación en el movimiento obrero.A esto se sumaba el estado de efervescencia intelectual que inundaba las páginas de diarios y semanarios; las reuniones de los partidos y los nucleamientos estudiantiles. Todos estos elementos tuvieron un campo de desarrollo en una clase obrera, política e ideológicamente ávida que se enfrentaba al despojo salarial y a la ofensiva de la derecha contra sus organizaciones.Por estas razones será un período importante en el proceso de organización y desarrollo político del movimiento obrero. Particularmente en los sectores juveniles, estudiantes o egresados de la Universidad del Trabajo o en situación de inestabilidad laboral.Cada elección sindical da cuenta de la existencia de distintas orientaciones y estas rivalizan en su intento de atraer a las nuevas generaciones que se incorporan a la vida gremial.

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Enero de 1966: Asamblea Nacional de SindicatosEl 17 de enero la Mesa Representativa de la CNT “convoca a todas la organizaciones sindicales del país, estén o no agrupadas en la CNT a participar en una asamblea que tendrá lugar los días 28 y 29 de enero en la ciudad de Montevideo”.La convocatoria tuvo un éxito significativo: participaron 198 delegados del interior y 178 de Montevideo. Retomando los avances del Congreso del Pueblo fijó prioridades en torno a “una plataforma de acción inmediata” (salarios y carestía, seguridad social, salud pública y seguros por enfermedad, libertades públicas y sindicales y lucha contra la desocupación).La Asamblea Nacional de Sindicatos reiteró, por segunda vez en la historia del movimiento, “la decisión de mantener un estado de alerta permanente para oponerse a cualquier golpe de estado”.Resultó particularmente rica la discusión acerca de la necesidad de un plan de lucha común a todo el movimiento para el logro de esa plataforma. Una cosa quedó clara, comenta Héctor Rodríguez: “si todos los sindicatos actuamos sobre la misma realidad económica, política y social no podemos dar respuestas diversas a los problemas que esa realidad plantea (el programa tiene que ser común) ni podemos encarar por caminos encontrados la realización de ese programa el plan de lucha tiene que ser común “.La Asamblea aprobó un documento sobre plan de lucha en el que, junto con la realización de distintos eventos (incluyendo manifestaciones y un paro general, para el 16 de marzo), se establecen criterios que muestran el proceso de elaboración de un pensamiento sindical vigoroso y abarcativo, basado en su propia experiencia y en su voluntad de superar los errores derivados de la dispersión de las luchas.Así, por ejemplo, en el punto IV de la resolución sobre plan de lucha se establece: “en el caso particular de las reivindicaciones específicas [de cada gremio] las organizaciones se comprometen a evitar que los medios tácticos que crean conveniente aplicar interfieran negativamente con el plan de lucha aprobado”.La Asamblea dio pasos importantes, finalmente, para la culminación del proceso de unidad orgánica del movimiento que se materializará el 28 de setiembre con el llamado Congreso de Unificación Sindical.Con ese fin se crea una comisión en la que están presentes las principales organizaciones sindicales de masas del país: la Central de Trabajadores del Uruguay (con decenas de miles de afiliados), AEBU, AUTE, COFE, frigoríficos (todas con más de 10.000 trabajadores). Junto a ellas dos organizaciones numéricamente más pequeñas: el Sindicato de Artes Gráficas y el Sindicato de FUNSA, que agrupaba a los trabajadores de una fábrica.Esta composición demuestra la voluntad política de las organizaciones mayoritarias de elegir una conducción para el conjunto del movimiento, donde estuvieran representa todas las tendencias que actuaban en el movimiento obrero, con independencia de la amplitud numérica de sus organizaciones.

Proyectan reformar la ConstituciónYa desde los primeros meses de 1966, los sectores dominantes lanzan la iniciativa de una reforma constitucional destinada a dotar de medios más eficaces la acción

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del P. Ejecutivo y se dan pasos importantes para centralizar la gestión económica del Estado y ponerla cada vez más bajo el control de la Presidencia de la República, en perjuicio de la descentralización y la autonomía de los Entes y el papel jugado hasta entonces por los partidos y el Poder Legislativo.El estancamiento y sus consecuencias sociales y económicas, la obturación de los canales políticos para el encauzamiento legal y formal de las aspiraciones populares (el “vaciamiento del contenido democrático de las instituciones”, al decir de Zelmar Michelini), el reflejo represivo que desde las patronales, el estado y la presión norteamericana se cernía sobre las organizaciones sindicales y de izquierda fueron factores que precipitaron definiciones en el movimiento obrero.

El contexto regionalEn América latina se vivía un período de acentuada polarización. En Brasil los militares en el poder desde abril de 1964 asumían resueltamente su rol de gendarmes en el subcontinente. Obsérvese la agudeza de este diagnóstico:“(…) En Uruguay el comunismo no tiene posibilidades inmediatas de conquistar el poder por el voto, ni por las armas; en consecuencia, procura alcanzarlo, sobre todo, por la infiltración en los medios obreros, estudiantiles, intelectuales y del funcionariado, favorecido por las graves condiciones de la actual situación socioeconómica (…)”.” (…) El comunismo tiene actualmente mayores posibilidades de alcanzar el poder en Guatemala, Guayana, Chile y Uruguay; (…) el éxito del comunismo en cualquier país de América del Sur tendrá gran «efecto de resonancia» en el Brasil y significa amenaza a la seguridad de los EE. UU. y del Brasil (…)”. (Memorándum de la Escuela Superior de Guerra del Brasil. Noviembre de 1966).En ese período influyó significativamente la opinión del P. Comunista de Cuba en los debates que se desarrollaban en el movimiento comunista internacional.En julio decía Fidel Castro: “(…) gente que en pose de sensatos (…) predican el camino del electoralismo (…) siendo que los movimientos guerrilleros eran el único y verdadero camino revolucionario que la mayor parte de los pueblos de América Latina pueden tomar hoy”.Celebrando el décimo aniversario del Asalto al cuartel de Moncada decía Fidel Castro: “Cualquiera puede apellidarse «Aguila» y no tener una sola pluma sobre las espaldas. De la misma manera, hay quienes se apellidan comunistas y no tienen un pelo de comunistas. El movimiento comunista internacional, tal como lo concebimos nosotros, no es una iglesia, no es una secta religiosa o masónica que nos obligue a santificar cualquier desviación, que nos obligue a seguir una política de compadreo con todo tipo de reformistas y seudorrevolucionarios “. (Discurso del 26 de julio de 1966).En octubre del 66, en homenaje a la revolución rusa decía el diario Granma: “La cuestión de la insurrección como un método de lucha para la toma del poder no fue en Lenin la consigna pasajera de un día, sino una línea y una trayectoria que recorre toda la vida del genial luchador. La insurrección para Lenin constituyó un punto clave en el trabajo de los comunistas (…) En la mayoría de los países de América Latina donde existen condiciones para el desarrollo de la lucha armada, consideramos que los marxistas-leninistas verdaderos tienen que mantener en alto las banderas de la insurrección”.En la intersección de esos dos factores, uno, el básico, nacional y otro latinoamericano es donde nace “la tendencia”. (1)

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Empobrecimiento y represiónEn un contexto inflacionario acelerado el curso del año 66 estará jalonado por movilizaciones sindicales que procuran mantener el poder adquisitivo de los salarios. Es significativo en ese terreno que, hacia diciembre, las gremiales de la Administración Central y los entes autónomos estén reclamando un ajuste salarial que oscila entre el 70 y 90%.Con una inflación anual para 1966 del 49.4%, el salario real, tomando como base 100% 1957, va a caer a un 52.6 en el sector público, a un 94.5 en el privado y a un 73.8 considerado globalmente (todos los sectores). (”El Proceso Económico”. Págs. 314 y 369).Se denuncia también, sobre todo en el sector público, el atraso de los pagos de los sueldos en la Administración Central y en los organismos de enseñanza.En el caso de la coordinadora de la enseñanza pública, todavía en mayo de 1967, estarán movilizándose por la rendición de cuentas de 1965. (2)Los sindicatos tuvieron que enfrentar también las diversas formas que asumió la ofensiva norteamericana.Actúan en el país agencias financiadas desde los EE.UU., como el IUES (Instituto Uruguayo de Educación Sindical), con sede en la calle 19 de abril 3333, dirigido por un funcionario norteamericano, John Caldwell, en cuyas aulas se adiestraba para la formación de sindicatos anticomunistas y se otorgaba becas para “ampliar” la capacitación en el exterior.También opera en el país el Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre (IADSL) que, además de apoyar proyectos de educación laboral, dispone de fondos para “acción comunitaria”.Estas organizaciones aparecen ligadas internacionalmente a la CIOLS (Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres) y la ORJT (Organización Regional Interamericana de Trabajadores).El IUES no se limita a aportes educativos, apareciendo vinculado a una serie de acciones violentas. El Congreso Obrero Textil denuncia, en octubre, la agresión a balazos a trabajadores de Alpargatas, entre ellos el Secretario General del gremio, Ignacio Huguet.Agresiones similares se producen contra trabajadores de La Mundial y de Cuopar.Aunque los trabajadores hacen las denuncias ante la policía, señalando con nombre y apellido a los responsables de las agresiones armadas, estos permanecen impunes.Ante la situación que se vive, el sindicato de los textiles resuelve entonces “Reiterar la decisión del COT de recurrir en todos los terrenos a todas las formas de la legítima defensa para impedir que los asalariados del IUES perturben el ejercicio normal de los derechos sindicales “.Ni las becas internacionales ni las acciones de matonismo sindical, a la vista y paciencia de las autoridades policiales, consiguieron detener la rápida decadencia del sindicalismo amarillo en el país.A mediados de junio del 66, reconociendo su falta de representatividad, se autodisuelve la Confederación Sindical del Uruguay (la CSU, fundada en enero de 1951. constituyó el más largo intento de división orgánica del movimiento obrero en los últimos 40 años).Factor clave en el desfibramiento de la CSU fueron su connivencia con las patronales y las denuncias públicas del sindicalismo clasista acerca de los vínculos

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que los dirigentes de esa central mantenían con la Embajada y distintas agencias del Estado norteamericano.

Contra las libertades públicas“Debe terminarse de una vez por todas con el excesos de libertad que existen en el país y que han determinado la actual situación “.Ministro de Defensa Nacional, General Hugo Moratorio. Diciembre de 1966.

Los últimos meses del gobierno de Alberto “Titito” Heber se caracterizan por el endurecimiento y el empleo de la violencia contra el movimiento sindical.En ese momento, se retoman los esfuerzos del Gral. Mario Aguerrondo y del Gral. Ventura Rodríguez para modificar la Ley Orgánica para militarizar a la policía.

Incidentes en el puente del PantanosoEl 7 de octubre, al medio día, los trabajadores del Frigorífico Nacional, que enfrentaban desde tiempo atrás el desmantelamiento de la empresa, fuente de trabajo para alrededor de 4.500 obreros, ocuparon la Planta del Cerro y organizaron una manifestación pacífica hacia el puente del Pantanoso.Allí fueron violentamente detenidos por efectivos policiales y de la Metropolitana. Varios manifestantes fueron esposados a postes en los terrenos descampados de los alrededores del arroyo.Con el apoyo de gente del barrio, los trabajadores levantaron barricadas en el puente. Los incidentes se prolongaron, al decir de “El Diario”, cuyos fotógrafos registraron numerosas imágenes de los episodios que durante varias horas, se extendieron por Carlos M Ramírez, la Curva de Grecia y calles aledañas.Desde la jefatura de la Guardia Metropolitana, el Mayor Alberto Ballestrino (posteriormente como General será uno de los protagonistas militares del golpe del 73) acompañaba al Gral. Aguerrondo que dirigió personalmente la acción.Entre los trabajadores hubo 50 presos en la Seccional 24° y dos heridos de bala.Ese mismo día “El Diario” publica las fotos y se reúne el Consejo Nacional de gobierno donde Alberto Heber justifica la represión acusando a los trabajadores de “asonada”. Replicando, el Consejero Amilcar Vasconcellos denuncia la violencia policial exhibiendo las fotos del vespertino.Otro consejero colorado, Alberto Abdala, señala que “no podemos seguir aceptando lo permanente cantilena que son los dirigentes sindicales los que están provocando estos episodios “.El episodio, tres semanas antes de las elecciones nacionales, tuvo una honda repercusión No sólo en el Cerro, donde todavía el lunes 9 efectivos de la Metropolitana seguían patrullando, sino en todo el país.

Culmina la unificación sindical: estatuto y programaJunto con los conflictos parciales que libran los gremios el movimiento va consolidando su proceso de unificación.Entre el 6 de agosto y el 28 de setiembre finaliza la aprobación del estatuto y del programa de la Convención Nacional de Trabajadores (CNT).

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Este proceso de unificación. la culminación del otro de larga duración que repasamos someramente antes, es de una gran importancia para la historia popular, la historia del pueblo trabajador, regiones olvidadas en la historiografía reciente ya bajo los efectos directos o indirectos de ideología neoliberal.En un trabajo de Raúl Iván Acuña (”¿A Dónde va el sindicalismo uruguayo?”, Arca, marzo de 1967), el autor le pregunta a Gerardo Gatti: ¿Qué debe hacer el sindicalismo uruguayo para no caer en la vieja actitud de tendencias que tanto lo han dividido?Gatti: (…) “primero, nuestra realidad histórica muestra con claridad que un sindicato o central sindical etiquetado con una tendencia resulta ahora negativo. El sindicato, en nuestro país y en nuestro tiempo, debe ser un organismo abierto a todas las opiniones, a todos los obreros, a todas las creencias, ideologías, religiones, etc.Segundo: en el provecto de estatutos de la CNT que se elaboró para el Congreso de Unificación Sindical se estableció para la nueva etapa (…) que los sindicatos son independientes del estado y de los partidos políticos (…)”.Acuña: ¿El sindicalismo se puede autobastar?Gatti: “No soy creyente del sindicalismo como doctrina. El sindicalismo no es una doctrina. Es un movimiento, que es algo muy distinto. Lo fundamental es que dentro de cada sindicato operen las tendencias, aparezcan como tales y se definan como tales. El sindicalismo no se puede autobastar ideológicamente. Pero sí debe definir un programa de clase y los medios para lograrlo.El sindicato como organismo debe ser independiente. Pero para que resulte útil para el cambio social, para el tránsito hacia nuevas etapas sociales - justas, libres, imprescindibles - debe existir un juego intenso de tendencias definidas (en las bases del sindicato y en su dirección) operando abiertamente como tales) y respetándose mutuamente.(…) La nueva estructura sindical podrá posibilitar una forma de acción de abajo hacia arriba. Pero no la asegurará. Eso depende de otra cosa. Lo que va a determinar que las estructuras que creen - que pueden ser buenas - sean vivas como realidad, es que desde abajo - desde los talleres, las fábricas, las oficinas, las plantaciones - se opere activamente en la lucha ideológica y sindical, Y así definir una política de la clase obrera, que nada tiene que ver con ilusiones electorales o reformistas “.Acuña: Promover los cambios por qué medios?Gatti: “Mediante amplitud y lucha a fondo. La unidad no es algo en sí mismo. El hecho de haber dado forma a la CNT y de mejorarla hasta darle una consolidación orgánica como centro único de dirección o coordinación sindical, no representa de por sí el desiderátum. Ello posibilita una acción unida de toda nuestra clase contra un enemigo interior y exterior; para derrotarlo. Por eso es importante. Esa unidad, para «funcionar» depende de la lucha. De una concepción de lucha que se tenga. Y le afirmo, Acuña, que por la vía sindical y popular; por la unión directa de los sindicatos - que no pueden ser furgón de cola de nadie - se debe actuar. «Utilizar» esa unidad para lograr los cambios que el país necesita, teniendo a los sindicatos como promotores y a los trabajadores como protagonistas, es tarea realista que debe convocar el esfuerzo permanente”. (Ob. cit., pág. 13 y ss).En el curso del año 1966, el movimiento no tendrá sin embargo la pujanza demostrada en el plan de lucha de 1965. No obstante, el 15 de setiembre se organiza un paro general, con gran respaldo de los trabajadores contra el proyecto de reforma constitucional, papeleta “naranja”, impulsada por los sectores mayoritarios de los partidos tradicionales.

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El movimiento visto desde afueraCon divergencias internas el movimiento continuaba desarrollándose con fuerza. Es significativo en ese sentido que dos diarios conservadores europeos como el británico “The Economist” y el francés “Le Figaro” en su cobertura sobre los resultados electorales en los primeros días de diciembre del 66, se refieran especialmente al movimiento sindi cal.“The Economist” habla de que Uruguay vive una “agitación laboral prolongada y por momentos violenta”.Por su parte “Le Figaro” expresa: “en un año, el índice de alza del costo de la vida alcanzó más de un 80%. El país atraviesa una inflación galopante y estuvo al borde, hace poco, de una bancarrota bancaria. Por último, las huelgas continúan amplificándose y la inquietud social acaba de manifestarse en las últimas elecciones por el crecimiento importante de la extrema izquierda «fidelista». Sin embargo no hay el menor peligro de “subversión comunista” en este país”.En ese período uno de los principales diarios brasileños escribía: ” la verdad es que los acontecimientos del Uruguay amenazan colocarnos, de un momento a otro, delante de una situación perfectamente idéntica a la que, en 1851, obligó al Brasil a cruzar las fronteras del Sur para que la república Oriental no fuese absorbida e integrada en la Argentina de Rosas. Hoy, la historia parece querer repetirse, tales son las condiciones en que allí se procesa aceleradamente la revolución bolchevique. En los dos reportajes citados antes, nuestro enviado especial nos coloca delante de una coyuntura de la más excepcional gravedad, pues lo que relata en sus correspondencias no son ya los preparativos para la ocupación definitiva de la república por un gobierno comunista, sino la acción del comunismo en sí, determinando diariamente las tareas de sus adeptos. A tal punto han llegado las cosas que de esa maquinaria, y sólo de ella, depende que que la vida transcurra normalmente o que los servicios públicos sean paralizados, de acuerdo con los intereses dirigentes del Partido Comunista. Más explícitamente, el tránsito en las calles, los servicios de teléfonos y telégrafos, los frigoríficos, el comercio y de un modo general, la pequeña industria - que se esfuerza por sobrevivir en aquel ambiente terrible- funcionan o dejan de funcionar de un momento para otro, siempre de acuerdo al capricho de los sindicatos obreros que se hallan hoy, en una proporción del 98% en manos de los adeptos de Moscú o Pekín. Es dentro de ese desorden permanente que la cámara de Diputados legisla, siguiendo las determinaciones de los líderes de extrema izquierda. Así, la sociedad oriental vive sobre un inmenso pañol de explosivos, esperando que llegue desde Moscú la orden de arrimar la antorcha a la mecha. Tan lejos han ido las cosas que únicamente no ha sido proclamado allí un régimen idéntico al de Cuba solo porque en este momento es más interesante para Moscú y Pekín que la tierra de Artigas continúe siendo la sede de sus respectivos estados mayores con jurisdicción sobre toda América del Sur; y más particularmente sobre la Argentina y el Brasil, que precipitar los acontecimientos, porque éstos - y los dirigentes rusos y chinos lo saben muy bien - tendrían como inevitable epílogo una acción conjunta sobre tierra uruguaya de Brasilia y de Buenos Aires. En eso la estrategia moscovita es inteligente y moderará sus propósitos hasta que los preparativos de la insurrección general por los Brizola et caterva determine la conflagración del Continente “. (O Estado de Sáo Paulo, agosto de 1967).

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Divergencias ante la reforma constitucionalComo decíamos, en los meses que anteceden a las elecciones nacionales, se abre en el movimiento obrero un debate sobre la actitud a asumir en el campo electoral y particularmente si impulsar o no un proyecto de los sindicatos, en materia constitucional.Se hacen públicas, a través del semanario “Marcha”, distintas posiciones, como la de Héctor Rodríguez: ” Se ha lanzado la idea de enfrentar las reformas reaccionarias con una reforma popular Parece una manera de entrar en el juego diversionista (…) Los proyectos reformistas aíslan, confunden y dividen “.El 30 de marzo de este año, Jacinto Ferreira, a nombre de la Unión de Obreros, Empleados y Supervisores de FUNSA, comunica a “las organizaciones sindicales y populares” la posición de la Comisión Directiva, el Congreso de Delegados y la Asamblea General sobre estos temas.Refiriéndose a los proyectos constitucionales auspiciados desde el Partido Colorado, el Partido Nacional y el Partido Comunista decía: “Entrar en el juego de la lucha por uno u otro proyecto de reforma es confundir a los trabajadores; es entrar en el juego politiquero y divisionista de la burguesía.Estamos, entonces, opuestos a todas las reformas constitucionales no por un apoliticismo torpe y negativo (lastre que se ha arrastrado en el pasado pero que felizmente se ha superado hace mucho tiempo).Estamos contra dichas reformas porque no ayudan en el proceso de unificación, porque paralizan la lucha, porque, en última instancia, concuerdan y concilian con el capitalismo y el imperialismo.El Sindicato de FUNSA postula, en cambio, el correcto camino del plan de lucha de la CNT que deberemos llevar adelante con fervorosa decisión. Esta es nuestra posición”.A su vez, Gerardo Gatti, dirigente del Sindicato de Artes Gráficas, escribía en “Marcha”: “La dictadura del Poder Ejecutivo es una derivación natural del régimen democrático burgués en un período de crisis. Esa dictadura puede ejercerse post-golpe de estado, a través de un «gorila» o sin golpe, por un ejecutivo «democrático», dotado constitucionalmente de amplios poderes.Algo de esto último buscan los textos de la Reforma Constitucional (”naranja” y “gris”) de blancos y colorados. Mientras las intentonas golpistas tampoco pueden ser descartadas, los ideólogos de la «reforma popular» (amarrilla) frente a eso reivindican los fueros (…) del parlamento. Frente a la amenaza de ejecutivos fuertes y de hombres fuertes, es utópico plantear reformas para tener un imposible parlamento fuerte. Lo único posible y realista es consolidar, unir, nutrir sindicatos fuertes, combinando su lucha con las mil y una formas de acción, adecuadas a cada situación, de los demás organismos de poder popular”.

El Partido Comunista y la reforma propuesta por algunos sindicatosPor su parte, el Partido Comunista vio en su proyecto de Reforma Constitucional la utilización de un nuevo instrumento de lucha:“Es un instrumento que se ha dado a sí mismo el pueblo trabajador a través de 200 sindicatos para expresar por medio de él no sólo el repudio a los proyectos (de reforma constitucional) reaccionarios y al pacto reformista regresivo que en

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potencia ya existía en el ambiente nacional, sino también para expresar el programa positivo de la clase obrera, de la intelectualidad revolucionaria, de las capas medias del campesinado (…) el programa positivo que expresa además la protesta por todo lo que está pasando, por todo lo que está sufriendo el pueblo trabajador y el país.Es decir, tenemos expresado en un proyecto de reforma constitucional, el programa positivo que coincide en gran parte con el levantado por nuestro Frente Izquierda y que como plataforma política inmediata hemos postulado nosotros desde 1957.(…) La reforma popular permite (…) que la izquierda aparezca con su voto unido a una alternativa real, que podamos actuar aun en medio de la feroz polarización electoral, que la lucha por la reforma popular nos permita zafar del tenebroso «voto perdido», ese termino que en los días anteriores a las elecciones siempre nos resta miles de votos”. Enrique Rodríguez, Revista “Estudios”, N° 42. julio-octubre, 1966, págs. 76, 77 y 78).Por su parte. en su informe de balance al Comité Central, elevado al XIX Congreso del Partdo Comunista celebrado del 9 al 13 de agosto de 1966, Rodney Arismendi, expresa:“(…) La relación dialéctica entre períodos de acumulación y fases más altas de la lucha, se promueve también en cuanto a otras posibilidades por ejemplo, cuando 200 sindicatos lanzan la idea de una reforma popular también procuran, esta vez en el plano de la acción legal, encontrar un precipitador del curso político, o sea, promover, a partir de premisas objetivas ya maduras, un cambio en la conciencia política de los trabajadores”.Y más adelante polemizando con lo que él llama las “viejas ideas de anarquistas o semi anarquistas, sean o no planteadas por estos, expresa:“Esta batalla electoral no es una posibilidad de toma del poder por «vía pacífica», esto que, por otra parte, nadie maneja. Es, pues, absurdo, que tales grupos proclamen que «el camino de la revolución uruguaya no pasa por la reforma constitucional” como si alguien sostuviera que la Reforma Popular y la elección integran un plan táctico de tal alcance. No solo la toma del poder sino cualquier ley radical se logrará únicamente por la acción revolucionaria de las masas “.Como se ve, las divergencias no eran solo acerca de la reforma constitucional.Como surge de estos textos, el debate trascendía lo estrictamente sindical, concerniendo a opciones políticas globales en las que se enfrentaba la estrategia - evidentemente no solo más teorizada, sino también más afianzada como práctica global que lideraba el PC - con las posiciones de organizaciones más heterogéneas, con alguna inserción real en el movimiento, que de un modo u otro intentaban un camino revolucionario, pero poco estructuradas en lo teórico y con una implantación e influencia más diseminada e intermitente.Inspirados en el hálito de revolución que recorría América Latina y empujados por la aguda crisis social que sacudía al estado burgués-dependiente uruguayo, buscaban construir un camino propio para la transformación revolucionaria y socialista del Uruguay.Cierta perspectiva indicaría que las posiciones sustentadas en 1966 por León Duarte, Washington Pérez, Jacinto Ferreira y sus compañeros de la lista 1 en FUNSA, restringían la búsqueda de una alternativa revolucionaria, en tanto propuesta de acción inmediata, al campo de acción exclusivamente sindical.La visión político estratégica no estaba ausente - como veremos- pero en ese momento no pasaba de ciertas formulaciones demasiado generales poco aptas para orientar una línea política para la acción inmediata, terreno en el que notoriamente los aventajaba la acción más estructurada, tanto en lo nacional como en lo

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internacional, que desplegaba el Partido Comunista.Este, por lo demás, siguió acrecentando a paso firme su implantación en el movimiento obrero y, no obstante las posiciones a menudo “seguidistas” o “adaptativas” que le imprimía a su táctica, la constancia de su accionar le permitió cosechar simpatías e incorporar militantes no sólo de la clase obrera, sino también de los llamados “sectores medios”, de la intelectualidad y del movimiento estudiantil.

Lucha sindical y acción político electoralDespués del plebiscito, decía Héctor Rodríguez en “Marcha”:“Que la Reforma Popular no ha constituido la esperada «defensa frente a las maniobras de las clases dominantes” - de que habló «El Popular» - los hechos lo han probado el 27 de noviembre con los resultados del plebiscito que aprobó la reforma naranja; que los diversos movimientos pro-reforma sirvieron finalmente a la creación «de un gobierno constitucional más fuerte» surge también de las cifras: más de 250 mil ciudadanos firmaron la reforma popular; pero menos de 100 mil la votaron; más de 400 mil firmaron la reforma colorada y casi todos fueron transferidos, como votantes, a la reforma naranja.Si sólo se tratara de probar la inoperancia de la táctica de «reforma y contrarreforma» - que era lo que discutíamos con «El Popular» - este artículo podría terminar aquí, porque las cifras electorales han probado que las campañas de firmas no esclarecen conciencias si no van seguidas por luchas para lograr el programa a cuyo pie se firmó”.Más adelante agrega: “La aceptación como dilema, por parte de la izquierda, de las trampas constitucionales con las que se buscaba (y se consiguió) en vísperas electorales eludir el dilema real, tenía que desquiciar - y desquició - todo el planteo político de la izquierda y del país (…).Concebida en términos puramente electorales la acción política de la izquierda necesitaba apoyarse sobre un proyecto de reforma diferente a todos los demás, que la salvase de la polarización - también electoral - que podía producirse entre un proyecto colorado y un proyecto blanco, el día de las elecciones; pero ese proyecto diferente no resultó eficaz, fue absolutamente incapaz de salvar al país de un proyecto bipartidario (o intersectorial) que ahora será Constitución desde el 1° de marzo.Ocurre que la polarización política real - la que se da todos los días durante 4, ahora 5, años - no coincide siempre con la polarización electoral, y esto es algo que no se advierte bastante en la izquierda a pesar del entusiasmo con que se habla - con razón - contra la ley de lemas. Los «enemigos» más atacados durante la campaña electoral (o el año electoral) son los que disputan votos de la izquierda dentro o fuera de los partidos tradicionales; pero con esos «enemigos», aliados a ellos se votan leyes, se firman llamamientos, se condenan abusos policiales, etc. durante todo el período no electoral (y a veces durante éste también)” (..).Finalmente dice: ” (…) para la izquierda que no sabe o no puede expresarse electoralmente (pero que sabe luchar y quiere llevar al país hacia adelante); para la izquierda que está en los sindicatos, en los lugares de trabajo o de estudio, este no es el fin ni mucho menos: tal vez sólo la ocasión para un comienzo”.Hacia final del año entre varios sindicalistas que realizan un balance con R. I. Acuña en “Marcha”, G.Gatti señala: “el año 1966 (aparece) en alguna medida, como de conservación de posiciones. No ha habido un avance en la planificación de las

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luchas por parte de la clase trabajadora.“Este ha sido un año, si se me permite una expresión muy usada en boxeo, en que hubo un cierto medirse de fuerzas. Salvo en algunos casos (…) en que se ha debido enfrentar la penetración extranjera en los sindicatos, comparado con el 65, el 66 ha sida un año en el cual el balance de nuestras luchas no es de avance (…) como sindicatos y como movimiento obrero estamos formalmente enteros y hemos logrado formalmente la unificación, que antes existía en los hechos y ahora está plasmada en un organismo”.(…) En cuanto a las metas que nos hemos trazado en la Asamblea Nacional de Sindicatos de enero y en el programa de la CNT entendemos que no se ha dado este año una batalla planificada y programada en cuanto a su conquista. Lo que se ha hecho sí, es detener los intentos de liquidarnos por parte del enemigo de clase. He aquí lo de “conservación”.(…) Las insuficiencias registradas - que han sido en materia organizativa y fundamentalmente de orientación - y la existencia de factores internos disgregantes en el movimiento sindical (disgregantes en cuanto a la acción común), se vincula a la pregunta que hace Acuña (¿Existe una línea negociadora en los sindicatos?”].(…) Precisemos una cosa: hasta tanto la situación social se decida en un sentido o en otro, con el triunfo definitivo de una clase o el triunfo de la otra, todo conflicto termina en una negociación. Esa es una salida prácticamente forzosa. La negociación podrá ser más favorable o menos favorable a cada una de las partes, pero se termina negociando un acuerdo o, aun, una derrota.(…) Puntualizo que cualquier dirección sindical con la orientación o la situación objetiva que tenga, termina un conflicto o una lucha negociando. Salvo que se capitule totalmente con el triunfo de una clase, lo que no está planteado en este momento, es correcto la negociación.(…) Hay tendencias que priman en algunas direcciones sindicales que parecen creer que la solución de los problemas se puede lograr por la habilidad en los contactos en la cúspide. Así dejan como enseñanza a los trabajadores que por esa vía conciliadora el movimiento sindical debe transitar.Rehuyendo profundizar los métodos de lucha, que es la forma fundamental de crear conciencia, de dinamizar y dar sentido a la unidad.La pregunta de Acuña formulada en cuanto a si es cierto que en la mentalidad de los trabajadores existe la creencia en la majestad del Parlamento, cabe contestarla negativamente. Esa creencia existe si en dirigentes políticos que actúan en diferentes planos, y no en la mentalidad del común de la gente.(…) El Parlamento está desprestigiado en cuanto a su eficacia, en cuanto a su situación de corrupción - 383, autos baratos, etc.,- (…) Lo que la gente quiere es algo efectivo. La burguesía ha aprovechado eso, sosteniendo que para solucionar la crisis se precisa un gobierno fuerte, ejecutivo frene: la solución «naranja».Pero en el pueblo oriental el afán de libertad alienta y los sindicatos lo han tomado en su lucha, por eso han logrado libertades y han impedido retrocesos. Esta sí que es una «majestad» posible, potencial: es la posibilidad de otra cosa fuerte que es el pueblo fuerte organizado, directamente en los sindicatos y en las entidades que el propio pueblo se sepa dar No en un utópico Parlamento fuerte.(…) El éxito de una movilización no se mide por la habilidad de ningún parlamentario, ni por la sensibilidad del parlamento; el éxito de una movilización es la consecuencia de la lucha que en la calle hagan los trabajadores frente a la patronal, el Ejecutivo o el Parlamento.(…) Hubo un hecho primordial en la ola reformista: la trampa, el fraude político que implica el pretender volcar hacia la Constitución, hacia su texto escrito los

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problemas reales que el país tenía y tiene. Habilidosamente los dirigentes políticos comprometidos en la actual situación, y que no deseaban un cambio verdadero, referían a la Constitución lo que era realmente un problema de estructuras.De ahí que calificamos de cortina de humo al reformismo constitucional gris, naranja, amarillo, rosado.“Lo más grave de todo es que esa cortina de humo cuajó, y se confundió a la gente. El primer rubro autocrítico. No fuimos capaces de disipar el humo a través de un plan de lucha consecuente y profundo mostrando a la gente que sólo por la lucha, podíamos y podemos resolver los problemas. Y no por la vía de un cambio constitucional.“Además en medio del humo, como siempre ocurre cuando se largan bombas lacrimógenas se aprovecha para dar palos. Y en medio del humo, nos metieron la reforma naranja analizada adecuadamente por el movimiento sindical con los elementos negativos ya apuntados. De haber mediado un enfrentamiento unitario del movimiento obrero en lo político y sindical reivindicando todos, no otra reforma sino un plan de lucha a fondo, estamos seguros que la reforma naranja hubiera sido derrotada.(…) La política de la CNT ante el nuevo gobierno debe ser la misma que ante el viejo (…) delineada en 1965. Puede cambiar la envoltura del régimen, pero sigue vigente el contenido. Tampoco cambiamos nosotros. En la medida que el movimiento sindical - frente a este tema como frente a otros - en los hechos aplique su programa, será «el escudo de los débiles» y la fuerza que en torno a sí pueda nuclear vastos sectores del pueblo. Es la unidad para la lucha.El lema esencial en cuanto a salarios no está referido, paradojalmente, al salario. En un período de inflación y carestía, referir la acción sindical a una política de salarios puede ser una aparente habilidad de planteo. Nada más que eso.Se ha dicho que mientras suben en ascensor los precios, los salarios suben en escalera. En este caso podemos poner a la escalera peldaños más lustrosos, pero lo importante es tomar el ascensor e impedir que suba”. (3)Lo importante es que el movimiento sindical base o relacione su política de salarios con la lucha por la tierra, el desarrollo de la industria, la seguridad en el trabajo, la resistencia a la especulación, por medio de una lucha adecuada y profunda que posibilite la unificación de los trabajadores”.

Notas:

(1) Real de Azúa. “Uruguay hoy”, pág. 267. “ (…) la consigna de la revolución ahora que imanta a

los grupos más peculiares del conglomerado conocido comúnmente como «la tendencia»”.

(2) Con menos extensión, el atraso en los pagos también aparece en el sector empresarial privado.

En el caso del periódico “Clarín”, propiedad del Presidente del Consejo Nacional de Gobierno,

Alberto Heber, se llega a cuatro meses de atraso.

(3) “Tomar” debe entenderse aquí, de acuerdo al contexto, como apoderarse de los centros de

decisión que generan el alza de precios. (H.C.)

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El 68 Uruguayo. Segunda Parte. Capítulo 2. 1967: Año de definiciones en Latinoamérica.

‘La vía capitalista es en el plano internacional, agrade o no, la sujeción, la tutela y esta lenta agonía en la cual se debate desde antiguo el Tercer Mundo. Y si queremos -pero es menester quererlo-salvarnos no podemos oír ni aplicar las consignas, los consejos y las homilías de quienes son, al margen de todo juicio de responsabilidad, de toda calificación -que no interesan- nuestros naturales, inevitables e implacables adversarios.Dejemos pues que los tecnócratas y burócratas de! GATT y adyacencias disfruten de buenas vacaciones en Punta del Este.Dejemos que se entreguen a sus discusiones bizantinas (…) mas no les hagamos caso. Trabajan para nuestro enemigo. Son, aun que no lo digan y aunque algunos no estén convencidos de ello -acordémosles el beneficio de la duda- también nuestros enemigos”.Carlos Quijano. 20 de enero de 1967.

El año se ha iniciado con la preparación, por parte de un conjunto de organismos internacionales y los gobiernos de la región, de la “reunión cumbre de Presidentes”.A fines de marzo del 66, durante una reunión del CIES, Consejo Interamericano Económico y Social, la delegación argentina propuso y se acordó, la realización de una conferencia de los jefes de Estado de los países de la OEA a fin de “dar un impulso más eficaz hacia los objetivos de la Alianza para el Progreso”.Las consultas diplomáticas posteriores decidieron que la reunión se realizara en Punta del Este, a mediados de abril de 1967.La inminencia de la realización del evento provocó toda clase de manifestaciones y Montevideo se llenó de pintadas contra el Presidente Johnson y en solidaridad con Cuba y Vietnam.El “Uruguay movilizado”, como sintetiza Campliglia, mostró su preocupación latinoamericana, su concepción antiimperialista y su voluntad de protesta. También pronunciamientos contrarios que iban de organizaciones populares, como el Movimiento Coordinador del Magisterio de Montevideo, hasta declaraciones del Consejo Directivo Central de la Universidad de la República que “repudia la realización de la Conferencia” (14 de abril).El 13 de marzo, en La Habana, Fidel Castro ha criticado duramente a la dirección del Partido Comunista venezolano. Ya por entonces, el “Che” está peleando en Bolivia.Las divergencias entre el PC venezolano eran en cierto modo reveladoras de discrepancias que agitaban a todo el movimiento revolucionario latinoamericano.Detrás de la discusión pública sobre los episodios de Venezuela estaba la sombra proyectada de una vasta disputa teórica y política, que duraba ya años, en torno a la estrategia de la revolución latinoamericana.La discusión es bastante amplia y en ella intervienen también analistas de otros lugares. En Europa diversas publicaciones de los partidos comunistas reproducen el artículo del ensayista checo, Stanislav Budin, que critica los enfoques del “Che” y, por elevación, la línea revolucionaria cubana:“Mientras la mayor atracción del socialismo estriba precisamente en que la humanidad se va convenciendo que el socialismo significa la paz, Guevara quiere convencer que el socialismo significa la guerra (…)”.

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Agrega Budin: “esa concepción recuerda el romanticismo revolucionario de Bakunin” y que no tienen razón las críticas a los comunistas venezolanos que abandonando la guerrilla centran su actividad en el marco del sistema de burguesía democrática.Guevara afirma que la burguesía nacional en los países latinoamericanos ha perdido por completo cualquier capacidad de resistencia al imperialismo. Ni siquiera eso me parece correcto “.Dice más adelante Budin: “El esfuerzo de los regímenes burgueses en A. Latina por desarrollar las relaciones comerciales con los países socialistas, es un hecho antiimperialista y provoca las mayores intrigas en Washington.Desgraciadamente ni eso comprenden algunos revolucionarios románticos que critican a los gobiernos de los países socialistas por su comercio con los regímenes burgueses de A. Latina y no se dan cuenta de que el desarrollo de las relaciones económicas constituye un paso importante para romper la explotación monopolista del continente por los monopolios norteamericanos y que las relaciones comerciales constituyen el primer paso importante hacia el desarrollo de otro tipo de colaboración sobre todo política y pacífica, con el mundo socialista “.

La Conferencia de la OLASEn la reunión de la Tricontinental (Conferencia de organizaciones políticas de Asia, Africa y América Latina) en 1966, a propuesta del líder socialista chileno Salvador Allende se ha convocado para mediados del 67 una conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS).Las noticias provenientes de Cuba, “alborotaron el avispero” de la izquierda uruguaya. Durante meses llenan las páginas de los diarios y semanarios y son tema de discusión en los ambientes militantes obreros y estudiantiles de izquierda.Desde La Habana, y también desde otros países de Latinoamérica, los periodistas Juan Manuel Quijano, Carlos Núñez y Carlos Ma. Gutiérrez, entre otros, escriben para “Marcha” acerca de las divergencias entre el Partido Comunista uruguayo con las posiciones sustentadas por los comunistas cubanos y la mayoría de las delegaciones participantes en la Conferencia.La delegación uruguaya ante la OLAS, compuesta por el Frente Izquierda y todas las organizaciones que lo integran y el Partido Socialista se divide en la votación. El MRO y el PS votan con la mayoría de la OLAS. El P. Comunista y sus aliados lo hacen con la posición que resultará minoritaria en la Conferencia (1).A su regreso de La Habana, el 2 de setiembre, el entonces Secretario General del P. Socialista José E. Díaz dirá:“Los socialistas rechazamos el enfoque del discurso de Arismendi ( en la OLAS) (…) por no hacerse desde un ángulo uruguayo, por no abarcar la temática básica de la Conferencia y por no definir claramente posiciones en los puntos fundamentales, especialmente en materia de formas de lucha “.” (dentro de la delegación uruguaya] planteamos que se incluyera en el discurso un preciso pronunciamiento sobre formas de lucha, cosa que no se hizo (…).Y termina diciendo Díaz: “Los socialistas uruguayos cumpliremos con el programa de la OLAS que aprobamos conscientemente, a pesar de las amenazas de los aprendices de gorilas y del malabarismo teórico-práctico de los derrotados “.

Coinciden PS, FAU, MIR, MAPU, MRO e independientes

Es en el marco de posiciones políticas coincidentes en estos debates que una serie de organizaciones políticas de la izquierda uruguaya va a sustanciar el acuerdo que

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hizo posible la reaparición del diario “Época”,En el primer editorial de “Época”, el 7 de diciembre del 67 (al día siguiente del fallecimiento del Gral. Gestido) se dice: “Nuestro diario fue el motivo para que la FAU, el MAPU, el MIR, el MRO y el PS lograran crear un frente político. Ese frente de hecho es el único que hoy funciona en la izquierda con características realmente unitarias.No se compone de organizaciones ficticias ni está manejado por hegemonías indebidas, ni confunde su programa o su estilo con el de los partidos burgueses. Fue constituido a propósito de un diario, pero aspira a convenirse en el instrumento de más vastas realizaciones.Y está dotado de un arma ideológica que conecto esta actitud con el proceso general de A. Latina: ha nacida para aplicar en «Epoca» y en todas las acciones unitarias que lleve a cabo el programa de las OLAS”.

Para la FAU, “La medida represiva del gobierno (clausura de «Epoca», encarcelamiento de todos los integrantes de la dirección colectiva del mismo e ilegalización de las organizaciones que suscribían el acuerdo del 12 de diciembre de 1967) no quitaba vigencia a estas afirmaciones sino, por el contrario, las reafirmaba.En función de ello, y sin perjuicio del mantenimiento de la independencia de cada organización (en sus definiciones ideológicas y en otros niveles de actividad), la FAU propone la constitución de una alianza para la acción común entre militantes de los grupos firmantes del acuerdo de «Epoca» y otros acordes con esas definiciones, en el campo de masas, de la agitación y la propaganda “.El PS, el MAPU y el MIR, de un modo u otro no concuerdan con esa propuesta. La FAU y el MRO trabajarán activamente por la constitución de dicha alianza.Los hechos posteriores demostraron que este acuerdo no reposaba sobre bases suficientemente elaboradas y consistentes. Ni el proceso de análisis y discusión política ni la realización de iniciativas y experiencias de lucha en común le daban la madurez y las fuerzas para abarcar las ambiciosas tareas que se proponían en el acuerdo.

Notas:

(1) En Montevideo, el PC censuró el discurso de Fidel Castro. El discurso de Fidel cerrando la

conferencia fue publicado con cortes por “El Popular”. Se eliminaron las críticas a la política de la

URSS y otros países del Este: “Lo menos que podemos esperar de cualquier estado del campo

socialista es que no le preste ayuda financiera ni técnica a países latinoamericanos (que reprimen

a los movimientos revolucionarios), que son cómplices del bloqueo imperialista contra Cuba,

nosotros lo condenamos “. También fue eliminada la acusación, de “delatores de los

revolucionarios” a la dirección del P. Comunista de Venezuela.

Otra censura se ejerció sobre una referencia valorando la actitud revolucionaria del movimiento

negro en los EE.UU., quienes - dice Fidel - “no necesitaron apelar a ninguna filosofía ni mucho

menos a una filosofía revolucionaria para justificar la inacción”.

“No hay duda, agrega Castro, que con ese tipo revolucionario simpatizamos mucho más que con

superteorizantes, que son revolucionarios de palabra y burgueses de hecho (…). (Los negros

revolucionarios de EE.UU.) no se pusieron a lucubrar tesis, ni hablar de condiciones objetivas

primero para empuñar un arma y defender sus derechos”.

La censura también alcanza a las referencias que Fidel hace contra el grupo llamado de la “micro

fracción” (Aníbal Escalante y otros dirigentes) que estaba siendo criticado en los debates internos

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del PC de Cuba.

Su difusión integral estuvo a cargo de los grupos de izquierda que tienden en Montevideo a

coincidir en torno a los mismos enfoques sobre la situación nacional e internacional.

Segunda Parte. CAPITULO 3. Nueva Constitución y triunfo electoral del P. Colorado.

“De las etapas con más significación histórica de su corta vida como pueblo, el uruguayo tiene, al parecer; una representación edulcorada. Reverencia a Artigas por lo que éste no quiso y olvida cuán proceloso y aun revolucionario, fue el inicial y auténtico período batllista, el que se extiende de 1903 a 1917.La verdad, sin ánimo de establecer comparaciones, es que tanto Artigas como Batlle no trajeron la paz sino la guerra y rompieron o intentaron romper el orden existente”.Carlos Quijano. 3 de marzo de 1967.

La gestión del segundo gobierno blanco ha dejado un saldo negativo para los trabajadores: descenso del salario real en más de un 15% y del 25% para los trabajadores del Estado, inflación incontenible, desocupación de un 12%, estancamiento productivo, etc.

En enero del 67, analizando los resultados de las elecciones de noviembre de 1966, en el seno de la dirección de la CNT reaparecen las divergencias de años anteriores. La resolución se aprueba finalmente por mayoría, con el voto contrario de varias organizaciones sindicales.

El texto propuesto por los dirigentes del PC expresaba entre otras cosas: “El resultado electoral [triunfo de la fórmula Oscar Gestido-Jorge Pacheco Areco] ha determinado la derrota categórica de las fuerzas ligadas a los planes más agresivos del imperialismo y a su política de carestía, desocupación, represión, entrega de nuestra soberanía y de nuestra economía “.

En esos días “El Popular” sostiene que “como consecuencia de las elecciones se produjo una traslación de las clases en el poder” y reitera sus planteamientos sobre enfrentamientos entre el latifundio supuestamente semifeudal y la burguesía industrial “nacional” a la que se le atribuían importantes contradicciones con el imperialismo.

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La crisis del gobierno colorado bajo la presidencia de GestidoLos hechos demostraron que si bien el triunfo del partido colorado había creado una nueva situación política no se justificaba el triunfalismo con que esto era analizado por el PCU.

La reforma constitucional aprobada en 1966 fue un paso importante para dotar al Estado de los instrumentos necesarios para la remodelación conservadora al restablecen la figura del Presidente de la República, acrecentar las facultades del Poder Ejecutivo en relación al Parlamento y crear, a partir de eso, una estructura de poder más centralizada.

El contundente triunfo electoral del Partido Colorado le da al gobierno, por primera vez desde 1934, la posibilidad de ejercer no ya un gobierno de coalición o coparticipación, sino un gobierno de partido (el coloradismo tiene 50 diputados y 17 senadores).

Por supuesto que el P. Colorado tenía una gran heterogeneidad político-ideológica donde el conservadurismo de signo autoritario convivía con tesituras progresistas y con la variante uruguaya de una corriente de pensamiento económico y social que por entonces extendía su influencia doctrinaria en América latina: el desarrollismo. Algunos artículos de Pedro Seré en “Marcha” muestran la actitud con que gran parte de la izquierda juzgó a esta corriente.

“La experiencia Kennedy no fue nunca ni será viable mientras las corporaciones norteamericanas puedan lucrar con la dependencia de América Latina, no será el gobierno de los EE. UU. el que decrete nuestra liberación; mientras la clase dominante latinoamericana medre con la situación, no serán sus gobernantes quienes reformarán las estructuras.Si el fracaso de la Alianza para el Progreso despertara a Latinoamérica, si le hiciera comprender que sin liberación no hay progreso, y que ni una ni el otro nos caerán desde arriba o desde fuera, no sería poco el progreso que se habría obtenido con la Alianza. Los desarrollistas, sin embargo, atrincherados en su paraíso artificial, siguen entreteniendo la esperanza de un nuevo, mesiánico presidente de los EE. UU. que decretará nuestra libertad y desarrollo, con el cual colaborará la pléyade de gobernantes progresistas de los países del sur Quizás el ruido de la guerrilla americana los despierte de su sueño empecinado”. (27 de mayo de 1967).

La fragmentación política en una fuerza que conquista la mayoría absoluta en ambas cámaras llevó a que la crisis se instalara en el seno del propio Partido Colorado, donde por lo menos seis grupos con diferente liderazgo y concepciones políticas participarán del gobierno en medio de tensiones crecientes: la “15” de Jorge Batlle y J. Ma. Sanguinetti, Zelmar Michelini, Amilcar Vasconcellos, Alba Roballo, Augusto Legnani y Manuel Flores Mora (1).

Vescovi negó que hubiese participado en la elaboración del capítulo de bancos de la Ley de Emergencia, pero aceptó su relación con las empresas colaterales y los acreedores del BTU.

Según “Marcha”: “El debate puso de manifiesto la evidente situación de implicancia, lo insatisfactorio de la defensa del Ministro. Si bien (…) los oficialistas consiguieron salvarlo, la moción que aceptaba sus explicaciones se impuso por un

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margen muy estrecho”.(4 de julio).

La inestabilidad del primer gobierno“En definitiva el desarrollo capitalista exige tiempo, mucho tiempo, transcurrido el cual, en el mejor de los casos, América Latina, convertida a nivel continental en asalariada del empresario extranjero recibirá un buen salario. La oferta no parece tentadora; y los focos guerrilleros que van apareciendo expresan su repudio, hablan de la urgencia que exige el desarrollo americano, miden el tiempo que le resta a esta experienciade salvataje del capitalismo.(…)Guardianes de los intereses del imperio y de los intereses de las clases comprometidas con éste, los gobiernos latinoamericanos van acentuando su función de policía delegada por el gobierno federal para conservar la «pax norteamericana» “.Pedro Seré. 7 de abril de 1967.

“Fariseos del capitalismo, colaboracionistas con los EE. UU. (…) los desarrollistas siguen una pendiente de la historia que quizás, una vez más, sea sólo aparente”.Pedro Seré. 21 de abril de 1967.

En la constitución de los primeros gabinetes designados por Gestido existieron, en medio de una gran inestabilidad, inflexiones desarrollistas y anti-fondomonetaristas, encarnadas en algunos dirigentes colorados que representaban intereses más ligados a las tradiciones del Estado paternalista de impronta batllista.

Pero esos sectores fueron minoritarios en la dirección del P. Colorado y ya durante el propio gobierno de Gestido habrán de ser desplazados. Quizás con la excepción de la “15”. encabezada por Jorge Batlle y Julio Ma. Sanguinetti todas las tendencias se revelarían como inestables, con permanentes desgajamientos y reagrupaciones.

La toma de distancia con el FMI (Vasconcellos, Faroppa con el respaldo del Presidente Gestido), la búsqueda de un cierto diálogo social, la intención de aplicar ciertas tenues medidas tributarias sobre los sectores terratenientes (propuestas desde el Ministerio de Ganadería por Manuel Flores Mora), el intento de luchar contra el agio y la especulación (impulsado desde el Ministerio de Trabajo por Zelmar Michelini), chocarán con realidades y relaciones de fuerza adversas.

Sólo a partir del 13 de junio de 1968 con las Medidas Prontas de Seguridad impuestas por Pacheco, el panorama interno del Partido Colorado comienza a reordenarse y lo hará desplazando sectores que contaban con mayor respaldo popular (Michelini, Vasconcellos, Alba Roballo).

En los primeros meses hubo 23 cambios ministeriales. Las oscilaciones llevaban a decisiones antagónicas sin que existiera ningún espacio partidario para su dilucidación (son significativas y sin eco en ese sentido las apelaciones constantes de Zelmar Míchelini para lograr el funcionamiento orgánico a través de la Convención del Partido Colorado como ámbito para dirimir los debates y lograr la unidad del Partido).

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Alejamiento del Fondo MonetarioLa situación que afrontaba el gobierno colorado a mediados de 1967 fue descrita con agudeza por Carlos Quijano:

“Es ya un secreto a voces, dentro del gobierno dos eran las corrientes. Una aceptar la tesis y con ella las exigencias del FMI: devaluación muy alta; mantenimiento del cambio único, fluctuante y demás; congelación de precios y salarios; nuevos créditos extranjeros y, por supuesto, pago regular de las obligaciones con el exterior y en principio libertad de importación. La segunda: dos tipos de cambio —alguien llegó a hablar de tres—; uno destinado a las importaciones esenciales y el otro a las que no se consideran tales y a los demás servicios, pago de obligaciones con oro, limitación severa de las importaciones y cierre temporal de la mayoría de ellas; y rechazo por lo tanto de las directivas del FMI, lo que significará que no se firmará una nueva Carta de Intención y también que las posibilidades de nuevos créditos, en los mercados tradicionales, quedan cerradas o son muy remotas. Esta última, es la corriente que ha triunfado Pues bien, de lo que debe convencérsele es de que los hechos condenan irremisiblemente los sistemas hasta ahora empleados y de que está obligado, por imperio de esos mismos hechos, a lanzarse a la aventura difícil pero reconfortadora de abrir otro trillo “. (14 de julio 1967).

Es significativo que uno de los primeros pasos del gobierno colorado impulsado por el sector con más apego a la concepción nacional y popular de Luis Batlle Berres: Faropa, Vasconcellos, Michelini, Roballo, decidió, en julio del 67, romper con el Fondo Monetario Internacional. En esos días el BROU estableció una cuenta, la “18 de julio”, a la que la autoridades definen como “una forma de empréstito nacional para superar la crisis de divisas”.Según expresara el Ministro Vasconcellos “la cuenta «18 de julio» funcionaba con la garantía del oro propiedad del Banco República, (…) los depósitos se recibían en dólares a un plazo mínimo fijo de un año (…), se devolverán al vencimiento contra la presentación de certificados que el Banco emitirá al efecto (…) no pagarán impuesto alguno y percibirán el 8% anual, abonado semestralmente en dólares”.

La convocatoria tuvo poco eco en la plaza y encontró después escollos en el ámbito legislativo.En esos días el Presidente Gestido, en acuerdo con el Ministro de Hacienda, decreta: materia de importaciones, se acrecentarán los controles del Banco República para el otorgamiento de divisas y se prohíbe por 180 días la importación de mercaderías, artículos, productos y bienes; ese es el principio general aunque se admiten excepciones.

El Ministerio de Hacienda queda facultado para “importar mercancías destinadas a organismos públicos o necesarias para la actividad agropecuaria e industrial “.

También se estableció la intermediación oficial en la compra y venta de moneda extrajera, tratamientos diferenciales en comercio exterior y principios básicos de protección a la industria nacional.

Esto se hizo con la desaprobación pública de la lista “15” liderada por Jorge Batlle y de los sectores conservadores tradicionales del Partido Colorado, representados por Carlos Maninj Ríos, César Charlone y los diarios “La Mañana” y “El Diario”.

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El alejamiento del FMI, llevado adelante en esta primera etapa del gobierno de Gestido expresó una voluntad de independencia frente a las severas condiciones que este organismo internacional imponía al país en materia cambiaria y monetaria.

Sin embargo, tal como señaló Carlos Quijano en ese momento, la ruptura con el FMI. al no ser acompañada por otras decisiones de política económica se volvería, a corto plazo, ineficaz y “allá estará esperando el FMI para imponemos tranquilamente y con más crueldad toda su receta “.

Este pronóstico se cumplió, tres meses después, con Medidas Prontas de Seguridad, crisis política y nuevas negociaciones con el FMI.

La nueva política con el FMI al no estar -como advertía Quijano - acompañada de otras decisiones económicas no detuvo la inflación y, por lo tanto, la caída del salario real. De ahí el incremento de la movilización obrera, particularmente en el sector de los trabajadores del estado, que conduce a la implantación de las Medidas Prontas de Seguridad, en octubre.

Se intensifican las luchas populares. Conflicto gráficoJosé Manuel Quijano:

“Encuentra usted alguna similitud entre el conflicto de 1934 y el conflicto actual?”.

Gerardo Gatti:

“Sí hay similitud. En 1933 la patronal se llamaba Scheck, Manini Ríos, Rodríguez Larreta, Batlle. Hoy luchamos contra los hijos de la patronal del 34. Pero esos años no han pasado en vano. Los gremios han aprendido mucho”.

El 29 de junio los gráficos de “B.P. Color” preguntaron a la Coordinadora de los tres gremios si se debía publicar la opinión del personal de los diarios en conflicto. La Coordinadora respondió afirmativamente, pero con la condición de que la libertad de prensa fuera efectiva. En la asamblea de la Asociación de la Prensa, el periodista Gutemberg Charquero defendió el derecho de los trabajadores gráficos y periodistas a expresar sus opiniones en los órganos periodísticos. Por mayoría abrumadora se votó afirmativamente, sobre la base del criterio que “no basta con el reclamo meramente salarial (…) esta es una reivindicación fundamental “.

Como consecuencia del largo conflicto en la prensa, originado por el despido de más de 200 redactores y empleados administrativos, entre ellos D. Robledo, Elsa Altuna, D. Pérez y Helvecio Bonelli, todos integrantes de la Comisión Directiva de la Asociación de la Prensa, los principales diarios de la burguesía estuvieron más de tres meses sin aparecer. Sólo aparecerán “B.P.Color”, “Acción”, “Extra”, “Marcha” y “El Popular”.

A finales de setiembre una manifestación pacífica de trabajadores fue reprimida violentamente por la policía.

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Durante el conflicto los tres gremios de la prensa lanzaron a la calle un periódico, “La Verdad”, que junto con una amplia información general expresaba los puntos de vista de los trabajadores en lucha.

“Se habla de consolidación de deudas, supresión de gravámenes, de congelación de salarios (medida esta última que coincide con los planteos del Fondo Monetario internacional) y de despidos. Una vez más, en aras de la libertad de prensa el estado y los trabajadores de la prensa vendrían a ser las víctimas de la crisis periodística”. (José Manuel Quijano. 7 de julio de 1967).

Hay también paros y movilizaciones promovidos por la Mesa Sindical Coordinadora de Entes Autónomos y Servicios Descentralizados y el 20 de julio se realiza un paro general convocado por la CNT.

Durante esos meses el puerto de Montevideo es escenario de un largo conflicto donde los gremios (especialmente el SUANP) deben enfrentar los constantes desbordes y el autoritarismo del Gral. Juan P. Ribas, Presidente del Directorio del organismo.

Presupuesto universitario. Huelga de FEUUEn la madrugada del jueves 7 de setiembre la FEUU declaró la huelga general por tiempo indeterminado y paralizó toda la actividad universitaria.

El motivo de la huelga eran las restricciones presupuestales practicadas por el PE al presupuesto universitario. Frente a los 5.000 millones de pesos solicitados para el año 1968 se aprueban menos de 2.500 millones pesos.

Era la primera vez que en el país empezaba a aplicarse la norma de la Constitución aprobada en noviembre del 66, que disponía Presupuestos Por Programa (PPP), que los gremios estudiantiles ridiculizaban diciendo que para el caso de la Universidad había que hablar, más bien, de PPT (Presupuesto Por Tijera).

El 22, en una movilización ascendente la FEUU decide la ocupación de todas las facultades de Montevideo.Según apreciaciones de Daniel Waskman Schinca el nuevo presupuesto contenía además un “retroceso en la evolución autonómica de la Universidad (…), un paso hacia atrás más grave aun que muchos pesos hacia abajo” (“Marcha”. 29 de setiembre, p. 11).

La huelga se desarrolló con movilizaciones callejeras, algunas de las cuales fueron reprimidas por la violencia policial en un momento en que el desborde represivo se ensañó también con los trabajadores gráficos y, ante las expresiones de protesta de enfermos bacilares, con un insólito cerco policial a la Colonia Saint Bois, con el ingreso a los ppabellones de pacientes, con detenciones y posterior internación en el campo militar de Los Cerrillos. (28 de setiembre).

En este clima de tensión, desde agosto se discute la necesidad de un plan de lucha para los estatales. Pero hacia el 20 de agosto los sindicatos del sector público, controlados por militantes del P. Comunista, aceptan las fórmulas presupuestales

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preparadas por el gobierno.

Los ajustes en los sueldos no acompañan el aumento del costo de vida. Sin embargo, son presentados como victorias por la dirección sindical.

El conflicto en la banca oficialMientras tanto, en los bancos oficiales, el conflicto continúa. Los trabajadores enfrentan las medidas represivas llevadas adelante por el Presidente del Directorio del Bco. República, Santiago de Brum Carbajal, que intenta el procesamiento penal de jefes de sección, quienes, en cumplimiento de medidas gremiales, se negaron a realizar algunas tareas.

Se les intenta aplicar los artículos 143 inciso C. del Código Penal (“sedición”) o el 150 del mismo código de inspiración mussoliniana (“asociación para delinquir”).

Finalmente el fiscal Camaño Rosa pidió y obtuvo el procesamiento de 13 dirigentes y activistas bancarios por los delitos de “atentado con agravantes” y “omisión contumacial de los deberes del cargo” en función de las acciones gremiales desarrolladas antes del 9 de octubre.

9 integrantes del Consejo Directivo de AEBU y 4 militantes del gremio fueron encarcelados el lunes 6 de noviembre.

Según el abogado defensor Dr. R.Schurmann Pacheco, “el caso trasciende los 13 procesamientos para convertirse en un verdadero enjuiciamiento del derecho de huelga“. Este precedente, según la defensa, serviría para procesar a los responsables de nuevas huelgas futuras.

Para Schurmann no constituyen delito en atención de que las acciones de “compulsión” y “contumacia” integran el ejercicio del propio derecho de huelga.

Ante la acusación del fiscal Camaño (“los hechos imputados no constituyen una huelga por definición sino un bloqueo económico interno que estorbó indirectamente el libre ejercicio de una función ejecutiva concreta”), Schurmann sostiene que “los efectos de la huelga de índole nacional y pública, ya sea en el aspecto económico o institucional, no son directamente imputables a los procesados sino una realidad histórica representada por el resquebrajamiento de la política liberal y el empuje del dirigismo del Estado “.

Schurmann cita al Dr. Irureta Goyena:

“No puede existir lesión del derecho, contra el derecho (…) los agentes (los acusados) actuaron en ejercicio de un derecho constitucionalmente consagrado: el derecho gremial de huelga “. (24 de noviembre).

La acusación pesa también sobre otros 400 gremialistas que son convocados a la Jefatura de Policía para ser interrogados sobre los paros (principios de octubre). Sanciones y procedimientos de este tipo no tenían precedente en la historia gremial del país. En ese contexto, el gremio no está dispuesto a levantar las medidas de

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lucha que se siguen cumpliendo.

Notas:

(1) La heterogeneidad política del gabinete era profunda. Hasta los más “progresistas”

presentaban un cuadro confuso. En julio los diputados Uruguay Tourné, S. Giorello Abelenda y

Silveira Zavala, del P. Nacional, presentan un pedido de interpelación al Ministro de Trabajo y

Seguridad Social, Dr. Enrique Vescovi. Se votó con carácter de urgente y el Ministro fue acusado

de: “ser Síndico de los prestamistas norteamericanos de las sociedades colaterales del Banco

Transatlántico; haber propuesto y votado, en su situación personal respecto a los mismos; ser

síndico de varias colaterales del mencionado Banco, entre ellos Beco, Aída, Crematosa, Clem Rex,

Proba y otras”.

El 68 Uruguayo. Segunda parte. CAPITULO 4. La derecha se afirma en el poder

En todos estos episodios de inestabilidad política, luchas sindicales y represión se estaban manifestando tensiones decisivas para el porvenir del país. Ante el incremento de la movilización popular la derecha no cesó nunca de reagrupar fuerzas. (1)En octubre, el desplazamiento del gobierno del sector de base más popular, la implantación de Medidas Prontas de Seguridad para imponer restricciones en materia salarial y la capitulación incondicional frente al FMI y demás organismos internacionales, vino de la mano del advenimiento de César Charlone a la conducción económica y la refinanciación de la deuda externa. Estos fueron los primeros pasos en un camino que luego cobrarían mayor fuerza con la inesperada muerte de Gestido y el ascenso de Pacheco. La reacción conservadora fue quien tomó la iniciativa y poco a poco fue desbrozando el camino.En todo el año 1967, como en el 68, en los discursos presidenciales de Gestido y Pacheco, en el preámbulo de los decretos represivos, en las declaraciones a la prensa y los editoriales de los diarios que apoyaban al gobierno, en los pronunciamientos de las organizaciones patronales y los editoriales de los periódicos extranjeros, el factor perturbador lo constituye el movimiento obrero y la movilización estudiantil; en ambos las tendencias más combativas acrecientan su gravitación. Y así lo registra el gobierno. (2)Sobre este cuadro va a operar el poder económico y burocrático de las derechas, después de las primeras vacilaciones de Gestido: alejamiento del FMI, escarceos “desarrollistas”, y búsqueda del diálogo con las organizaciones sindicales, a partir de octubre; y con el advenimiento de Pacheco: reconciliación con el FMI, represión hacia las organizaciones sociales y cancelación de cualquier proyecto productivo a la manera de los desarrollistas.Las Medidas Prontas de Seguridad (con prisiones, confiscaciones de diarios, etc.), que Gestido implanta el 9 de octubre del 67, muestran cuál será el rasgo principal de la actuación del P. Colorado en el período.Se afirma en el gobierno la presencia de representantes de la derecha más conservadora como Carlos Manini Ríos, el Gral. Juan P. Ribas, Santiago de Brum Carbajal, Ulises Pereira Reverbel, y luego César Charlone en el Ministerio de

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Hacienda reanudando la negociación con el FMI.En los meses que siguieron, el grueso del P.Colorado y, en particular, del batllismo, que tradicionalmente había asumido la representación política de la burguesía industrial “nacional”, acompañó, liderado por Jorge Batlle, todo el proceso de remodelación conservadora impulsado desde el gobierno por Pacheco y su equipo.La lucha entre las distintas fracciones políticas dentro del batllismo fue saldada con decisiones en las cimas políticas que determinaron el alejamiento del gobierno de sectores de tinte más popular, más “desarrollistas” y adversos al acatamiento irrestricto al FMI. Con el desplazamiento de este sector termina el intento colorado de un proyecto de país inspirado en las propuestas neo-batilistas de Luis Batlle Berres y el equipo de “jóvenes turcos” que él había conformado.Reconquistado el control por los sectores más conservadores se endurece la política contra los gremios y una “nueva política económica”, trazada en concordancia con el FMI, acentúa los conflictos con los trabajadores.

Medidas de seguridad.“Es este sindicalismo el que está actuando en esta hora de la historia, como rueda de recambio de los partidos políticos, con relación al planteamiento, discusión y solución de los problemas para los cuales dichos partidos se han vuelto inoperantes. Todo ello, sin perjuicio de que estos partidos sigan su misión o misiones específicas, a las que se sustraen sin embargo, por la ceguera de los dirigentes que resisten la revisión de su estructura y su funcionamiento “.Carlos Quijano. “Un paréntesis cesarista”. “Marcha”, 14 de octubre.

El 9 de octubre el gobierno del General Gestido decreta las Medidas Prontas de Seguridad. Al día siguiente ya hay 268 sindicalistas presos. La cifra ascenderá a 442 en los días posteriores.El martes 11 de octubre fuerzas de seguridad del Estado ingresaron a la sede del Instituto de Profesores Artigas, donde, al parecer, las actividades se desarrollaban normalmente.No obstante, fueron detenidos todos los profesores que en ese momento se encontraban dictando clase, entre ellos el Prof. Germán Rama y el Dr. José Claudio Williman que compartieron así, 28 años antes de hacerse cargo de la dirección de la ANEP, una celda en la Jefatura de Policía de Montevideo, bajo un gobierno colorado.

Levantan paro en AEBUEl miércoles 11 se realiza un paro general contra las Medidas Prontas de Seguridad y en solidaridad con los gremios en lucha. En ese contexto, el 12 de octubre la dirección de AEBU levanta, sin consultar al gremio, las medidas de lucha y convoca a “normalizar la actividad bancaria”.Esta resolución suscita disconformidad en primer lugar en el gremio (malestar que se evidenciará en las elecciones de abril del año siguiente en que por primera vez gana la lista de la tendencia).También en la Mesa Representativa de la CNT donde la resolución unilateral adoptada por la mayoría de la dirección de AEBU es criticada por los representantes de varios sindicatos (textiles, Funsa).En estas reuniones de la Mesa Representativa de los sábados 14 y 21 de octubre, aparecen ya algunos temas centrales del período.

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Reconciliación con el FMI y ruptura con VasconcellosEl 23 de octubre, en un breve discurso, el Presidente Gestido anuncia su decisión de reanudar las relaciones con el FMI, el Banco Mundial y el Banco Interamericano: “La grave conmoción provocada por los conflictos gremiales (…) me forzaron a plantear (…) la necesidad de adoptar rápidas medidas de seguridad en defensa del orden público (…) La continuación de este estado de cosas solo hubiera llevado por el peligroso camino de nuestra destrucción política y social (…).(Presidente Oscar Gestido. 22 de octubre de 1967).

Esta medida provocó inmediatamente la salida del gabinete del sector más progresista y una intensificación de la crisis interna del Partido Colorado.El 27 de octubre del año 67, Amílcar Vasconcellos, que representaba junto a Michelini el liderazgo más activo y desafiante ante el coloradismo conservador, en el acto de homenaje a Julio César Grauert, en la “Casa Batllista de la calle Vázquez, critica al Presidente de la República. Dice que su desplazamiento del Ministerio de Economía “fue un agravio y una deslealtad de Gestido”. Responsabiliza al Presidente de “lesionar al Partido Colorado”.Le sale al cruce a expresiones del General Gestido, diciendo: “¿Dónde se vio que un Presidente, que es depositario de toda la fuerza pública y de la ley, diga que peligran todas las conquistas políticas del Uruguay? ¿Acaso nos quiere amenazar a nosotros (…) Nunca pensé que podría haber tanta deslealtad y dualidad”.“El amanuense que le escribe los discursos al Presidente debe ser de ánimo gorila “, siguió Vasconcellos (…) “Pero sepan que no pondremos la otra mejilla. Nos han echado encima una palada de barro, pero sepan que por cada golpe que nos den, devolveremos dos “, terminó en medio de grandes aplausos.

Las manifestaciones del ex Ministro de Economía contra el gobierno se prolongaron durante varios días. El 29 de octubre en un acto público dice que ha sido objeto de una “estúpida agresión política por parte del Presidente de la República “.Gestido y el Ministro de RR.EE. Dr. Héctor Luisi, reaccionaron también de forma violenta. En una breve nota el Presidente de la República anuncia al Parlamento que pide “licencia” y manda sus padrinos al senador Vasconcellos para dirimir la controversia en el terreno de las armas. La particular situación constitucional estaba a estudio de la perpleja Asamblea General Legislativa, cuando, el 3 de noviembre, un Tribunal de Honor decidió que no había lugar a duelo “al no haberse configurado una ofensa que afectara el honor del mandatario”.

Torturas en inteligencia y EnlaceEn esos meses de 1967 comienzan a formularse las primeras denuncias acerca de atropellos policiales en el área política: la Asociación de Estudiantes Magisteriales denuncia las torturas (golpes, picana eléctrica) impuestas a Gustavo Inzaurralde, dirigente del gremio, por parte del Comisario Alejandro Otero y el sub-Comisario Fontana. Pasado al juez correspondiente. Dr. Pereira Manelli, este decretó su libertad por “falta de fundamentos para su procesamiento”. (3)Había sido detenido el 13 de noviembre. También señalan que el Comisario Otero negó, en presencia del Jefe de Policía, hasta el hecho que se encontrara detenido.

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Junto con Inzaurralde fueron detenidos Yamandú González, Lilián Celiberti y Elena Quinteros.

Propuestas de la tendencia combativaEl 14 de noviembre la delegación de FUNSA propone la realización de un paro general de 48 horas contra las Medidas Prontas de Seguridad. El Congreso Obrero Textil plantea la necesidad de combinar acciones generales ordenadas de acuerdo a un plan. Esta moción es rechazada.El día 21, los sindicatos de la tendencia, retomando una propuesta que se había aprobada anteriormente, plantean la necesidad de un emplazamiento al gobierno para que levante las medidas prontas de seguridad. Esta moción es rechazada.Con posterioridad a estos episodios y haciendo un balance sobre lo realizado ante las medidas de seguridad el representante de los textiles ante CNT, Héctor Rodríguez, dirige a los sindicatos para su discusión un documento en el que, entre otras cosas, expresa:“Es en la acción donde se ven los resultados y vistas nuestras posibilidades de acción, esos resultados no son ni pueden considerarse satisfactorios (…) Cuando estos reclamos se producen, la dirección tiene que definirse acerca de su deber primordial, que es el de encabezar a los que quieren luchar y asegurarles respaldo para ello y que no es el de ayudar a retroceder en el mejor orden posible a los que no quieren luchar”.“(…) Si guardamos silencio, si no revisamos y corregimos lo actuado, pueden cundir el derrotismo y la desmoralización sin causa para ello (…) Sin embargo, hay compañeros que parecen satisfechos y que comparan el resultado final de esta lucha con las de 1965 (…). Es este conformismo el que puede quebrantar o anular al movimiento sindical tanto como la peor represión, el que puede transformarse en derrotismo “.“De esta reunión de la Mesa y del Plenario del día 3 tenemos que salir a rectificar decididamente una línea que nadie trazó, pero que ya en la práctica ha conducido al retroceso y a la claudicación (…)”.“Durante las medidas de seguridad en el seno de la Mesa Representativa de la CNT hemos coincidido en la búsqueda de este camino con compañeros de otros gremios que integran la Mesa, como Gerardo Gatti (grafico) Ricardo Vilaró (profesor) W Rodríguez Belleti (cañero), Washington Pérez (Funsa) y ocasionalmente con otros compañeros. Lamento que no se haya registrado unanimidad ni mayoría para el combate necesario, pero creo que debemos buscarla y lograrla para que la CNT sea lo que los trabajadores quieren que sea: una guía ejemplar de sus luchas “.

Los acuerdos salariales en el sector públicoPara los días 8 y 9 de noviembre de 1967 la CNT convocó un Plenario de Comisiones Directivas y comités de base de sus organizaciones filiales. Fue la oportunidad para que afloraran una serie de discrepancias con la conducción mayoritaria del movimiento: ausencia de un plan de lucha para enfrentar a las MPS, aceptación por parte del Departamento de Trabajadores del Estado de una propuesta salarial considerada insuficiente, aceptación, por parte del Departamento de Trabajadores

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del Estado (perteneciente a la (CNT) de dilatorias en el ajuste salarial, etc.Los socialistas desde las páginas sindicales de “El Sol” dirán, entre otras críticas: “La orientación que la CNT tiene en la actualidad, reflejada en la práctica de todo un año, da la razón a quienes sostenemos que la «conciliación» y el diálogo con la desmovilización deterioran la unidad en lugar de preservarla”. (10 de octubre de 1967, pág. 2).También en la industria privada se plantean los problemas salariales o de los despidos y el desconocimiento de los derechos sindicales. Los conflictos se suceden; algunos de ellos alcanzaron gravedad, como el de Ernesto Ghiringhelli SA (con ocupación de la planta por parte de los trabajadores y paros solidarios en FUNSA) y el de la prensa, lo que llevó a que varios sindicatos plantearan la necesidad de un plan de lucha.

Notas

(1) El 28 de marzo de 1968 se realiza en el P. Peñarol una Asamblea Ruralista, convocada por el

Movimiento Nacional de Entidades Agrarias, compuesto por 137 organizaciones. Con la presidencia

de Juan José Victorica y con las instalaciones del local colmadas, los participantes rechazan el

catastro preparado por el Ministerio de Ganadería. “Total rechazo a la gestión de Flores Mora”

titula al otro día “El País”.

En el cierre de la asamblea hace uso de la palabra el Dr. Eduardo J.Corso: “El gobierno impone el

comunismo desde arriba (…) Mucho tendrán que lamentarse de la quiebra de las instituciones “,

pronostica. “No es una amenaza sino una advertencia (…) no vamos a permitir que venga el caos”.

(“El Popular”, 29 de marzo).

(2) Véase en ese sentido el editorial de Julio M Sanguinetti en “Acción” del 5 de mayo del 68: “Las

autoridades gremiales si son tales, en efectividad, deben ofrecer lo mismo que el gobierno (en el

sentido de asumir actitudes comunes frente a todos los conflictos de la administración). No es

posible admitir que ante los mismos reclamos (salario, por ej.) se adopte una actitud razonable en

algunos organismos (sindicales) y notoriamente excesiva en otros, como está pasando en este

mismo instante en ANCAP donde (el sindicato) ha organizado un verdadero saboteo de la

producción”.

Es interesante también consignar las expresiones de discrepancia de Oscar Bruschera cuando

desde las páginas de “Marcha” critica lo que él llama “actitud inconveniente de los sectores

exaltados” que impiden la concreción de acuerdos entre la CNT y el gobierno.

(3) Gustavo Inzaurralde, integrante de la FAU. que más adelante será uno de los principales

dirigentes del PVP en la Argentina, era un militante reflexivo y estudioso. Ejercía bastante

influencia en el gremio y en cierto sentido contribuyó a la orientación de muchos jóvenes

estudiantes de magisterio por su estilo calmo y su formación política. Está desaparecido desde

marzo de 1977. 

El 68 uruguayo. Tercera parte. Capítulo 1. Hegemonía del sector financiero, extranjerización y autoritarismo.

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TERCERA PARTE1968: Donde todas las tensiones se anudan

“A partir de 1968 el derrumbe de las formas tradicionales del consenso dio lugar a una polarización en la cual la política se disolvió en cinismo por un lado e indignación moral por el otro”.(FE. Panizza, ob. cit., pág.124).

“Este gobernante que sale a escena en forma tan rotunda es, sin duda, el «Ejecutivo fuerte» que proclamó el propósito reformista de 1966 y que consagró el plebiscito constitucional del mismo año. Pero su presencia real causó una especie de asombro aun entre los que teorizaron en aquella reforma y aprobaron entusiastamente su entidad”.(Alfredo Lepro, “Refrescando la memoria”, pág.39. 1974).

“En Uruguay la situación tiene, como es obvio, algunas características propias, que cuentan poco para el mundo pero mucho para nosotros. Estamos hoy —no lo estaremos mañana— cercados por mandatarios del imperio. Y la situación hay que analizarla en todos sus aspectos, porque la revolución no es una aventura romántica ni un gesto de desesperación. «Sueña quien cree - decía Mao Tse-tung, que algo debe saber de estas cosas - que el socialismo es como coser y cantar”.Si la «revolución» no la harán las generaciones actuales, es deber de ellas prepararla. Difícil deber cumplido en el anonimato, en el sacrificio cotidiano, en la perseverancia capaz de vencer la lasitud, sofrenar las impaciencias y despreciar las calumnias.Es una larga marcha, la larga marcha a la cual tantas veces hemos aludido, una larga marcha con claros objetivos. Históricamente, creemos, cuidándonos de todo mesianismo, el enemigo está condenado. Nuestras contradicciones pueden ser superadas. Las de él, no. Quizá en el corto plazo gane nuestras batallas. En el largo plazo, no. Y aunque así no fuera, aunque nuestro análisis que debemos afinar todos los días estuviera errado, aunque nuestra fe no tuviera eco ni respuesta, siempre será mejor vivir y morir por las patrias libres, que por las enajenadas, siempre mejor combatir por la justicia que por la explotación. Una lucha así exalta y purifica. Exalta y purifica tener confianza en el hombre y su destino “.(Carlos Quijano, 25 de octubre de 1968).

CAPITULO 1

Hegemonía del sector financiero, extranjerización y autoritarismo“Las cifras resultan alarmantes, en 54 meses, es decir; desde diciembre de 1963 a junio de 1968 la banca extranjera pasó de una participación de menos del 10% a casi un 50%.Esto tiene que ser alarmante porque en el aspecto financiero esa banca extranjera va a manejar una masa inmensa de disponibilidad que tendrá consecuencias en cuanto a la orientación del crédito de esas organizaciones bancarias, en cuanto a

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las empresas a las que se prestará y al destino de esos créditos.Alarma por lo que implica en el aspecto económico el trasiego hacia e! extranjero de utilidades que han sido producidas en el país y que e! país necesita. Alarma por lo que implica para la República como pérdida de patrimonio nacional. Por consiguiente, de la disposición de su destino en definitiva, como pérdida de soberanía “.Hugo Batalla, Repartido de la Comisión Investigadora N° 491, citado por José Gutiérrez en “Frigoríficos: prontuario para su nacionalización”. EPU. 1971, págs 108 y 109.

Con el advenimiento de Pacheco la burguesía estuvo en condiciones de darse una estrategia desde el poder político para actuar con mano dura sobre la realidad social y económica.Pacheco puso fin a la inestabilidad del P.Colorado, evidenciada en la disgregación Interna, la ausencia de organismos partidarios de conducción, la incertidumbre de los apoyos parlamentarios y en el carácter mutante del elenco ministerial: en los primeros 14 meses del nuevo gobierno desfilaron 24 ministros (entre otros cambios, 3 en Hacienda. 4 en Trabajo, 3 en la Oficina de Planeamiento y Presupuesto). La última crisis ministerial importante se produce, justamente, el 13 de junio, con la implantación de las MPSApenas asumida la Presidencia, Pacheco dispuso la clausura del semanario “El Sol” y del diario independiente de izquierda “Epoca”, la disolución del P. Socialista, la Federación Anarquista, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, el Movimiento de Acción Popular y el Movimiento Revolucionario Oriental.El mismo 12 de diciembre de 1967 fueron encarcelados —presos “de conciencia” si los hubo— los integrantes del equipo de dirección del diario “Época”: Gerardo Gatti, Armando Cuervo, Pedro de Aurrecoechea, Carlos Machado, Pedro Seré, Julio Arizaga y Carlos Mª Gutiérrez.Comenta Carlos Quijano: “O es que, por temor o por odio, no se quiere comprender la amenaza que significa un Poder Ejecutivo que, por simple resolución, suprime partidos políticos, se apodera de bienes particulares clausura diarios, ordena la detención de los ciudadanos? ¿Es que no se quiere comprender que las medidas que hoy adoptan frente a desbordes verbales intrascendentes, mañana hecha la mano, pueden aplicarse también, respaldados por el antecedente, a todos los que ejerzan el sagrado y saludable «derecho a discrepar»; a todos los que reclamen cambios, reformas, transformaciones, a todos los que digan que no a los disparates, a los despilfarros, a la incompetencia, a la nziseria que más nos ahoga?”.(Marcha, 15 de diciembre de 1967).

Como dirá Amílcar Vasconcellos en junio de 1968: “Todo esto responde a una doctrina. El portavoz de esa doctrina es «Acción», que en un tiempo fuera diario batllista —es definitorio su editorial del 28 de junio titulado «En la hora de la opción»—, se afilia a la más violenta derecha gorilista formulando una enunciación doctrinaria que ni el sector más reaccionario se atreviera a hacer en la República”. (Semanario “Vanguardia”, junio de 1968).Atrincherado en su “bunker” policial-militar, con el respaldo de la plana mayor de la burocracia estatal, civil y militar, y con el respaldo no sólo de las viejas formaciones políticas conservadoras (el coloradismo anti-batllista, representado por Manini, Charlone, etc., y el sector herrerista liderado por Echegoyen), sino también de la lista 15 de Jorge Batile y Julio Ma.Sanguinetti, Pacheco tomó las decisiones de corto y mediano plazo de acuerdo a los intereses de los sectores dominantes.

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Como lo expresara por entonces Raúl Cariboni en la Revista “Rojo y Negro” fue una forma de “estado de excepción”, una “dictadura constitucional”, apuntada a doblegar las resistencias populares ante la reestructuración conservadora.La bancada parlamentaria de la lista “15” y el diario “Acción”, Manini y Eugenio Baroffio desde “El Diario”, los epígonos del “catorcismo” conservador de “El Día” (“la caverna” según sus adversarios del coloradismo) y el herrerismo encabezado por Echegoyen le dieron forma y expresión política a los intereses de los sectores sociales más conservadores y con más poder económico.Partiendo de la base de que el sistema había llegado a una suerte de bloqueamiento que lo hacía incapaz de adoptar las medidas necesarias para doblegar las resistencias sociales, se fue dotando al Presidente de la República de instrumentos apropiados para la aplicación de medidas drásticas.El restablecimiento del orden y la lucha contra la inflación fueron dos directivas fundamentales en la estructuración del discurso pachequista (1).El respaldo de las distintas fracciones burguesas y de la burocracia política y administrativa habilitaron para el jefe de estado la concentración y personalización del poder y hasta un cierto grado de “autonomía” para la acción política que le permitió, después de tres años de duras restricciones, las medidas “populistas” adoptadas en 1971, antes de las elecciones: enlentecimiento de la inflación, mantenimiento del dólar, con justeza llamado entonces “dólar electoral”, aumento de los salarios por encima de las demandas de la CNT (“salario electoral”) y el aumento de las pasividades: en 1971 el monto de la pasividad media fue un 61% superior al promedio de 1968.Más en general se podría decir que esta autonomía relativa de lo político que es inherente al estado de democracia capitalista, fue de suma importancia para viabilizar el proyecto remodelador. Sólo así se comprende la singularidad del período de gobierno de Pacheco (67—72) que aplicando una estrategia de abatimiento del salario y cancelando a través de decretos conquistas sociales de carácter popular operó, en lo táctico, de manera de obtener un fuerte apoyo electoral en noviembre de 1971.El entonces senador Alfredo Lepro, en su alegato pachequista, alude a que las acciones sindicales, estudiantiles y universitarias de resistencia al gobierno habían tenido, “como efecto político”. y cita para esto a su colega nacionalista Carlos Ma. Penadés “ la formación del Partido del Miedo, que buscaba amparo del gobierno creándole a este una alternativa de popularidad”. (Ob. cit., pág. 47).La situación objetiva de resistencia y desobediencia civil y como contrapartida la ausencia de una perspectiva política clara por parte de la oposición y el movimiento obrero, permitieron a los grupos hegemónicos a través del aparato del estado y el control de los medios de comunicación, presentar, ante un sector importante de la población, todas las acciones obreras y estudiantiles como sembradoras del caos que ponía en peligro las conquistas del Uruguay tradicional.Como bien señala Alvaro Rico: ”A través del binomio crisis-orden, (…) el discurso desde el Estado cierra el círculo de su enmascaramiento ideológico: no sólo aparece “neutral” frente al reajuste económico y político conservador; sino que aparece como “víctima” de la sociedad. El Estado es prisionero de la realidad conflictiva de los 60. El verdadero responsable de la crisis está fuera de él y de quienes lo dirigen. Está en la sociedad y dentro de ella, en sectores particularizados y estigmatizados por el propio discurso del poder como «enemigos» del orden institucional vigente: «minorías», «activistas», «fanáticos», subversivos”. (“1968: El liberalismo conservador”).Los pasos cumplidos en el plano político institucional, una verdadera “reforma del

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Estado” de signo autoritario, se correspondían, de manera coherente, con las medidas adoptadas en el plano económico y social.Dicen fundadamente Nelson Noya, Silvia Laens y otros: “Con el advenimiento de Jorge Pacheco Areco, las «distintas fracciones capitalistas», mostrando un claro “carácter suprapartidario”, formalizan su alianza por encima «de tradicionales asociaciones partidarias» y, dejando de lado «la mediación de políticos profesionales, asumen la representación directa en el nuevo gabinete ministerial».La composición del elenco gubernamental a partir de 1968 de «alguna manera es un indicador de la naturaleza del proyecto «que se buscaba implementar».La crítica situación económica y la gravedad de los «conflictos sociales» derivados de esta determinan la «necesidad de salvaguardar el funcionamiento del orden capitalista», para lo cual se estructura una estrategia tendiente a restablecer la rentabilidad de las distintas fracciones del capital (…)”.Estas fracciones intentan restablecer sus niveles de rentabilidad extraordinaria a costa del descenso de la participación salarial“. (“La Crisis uruguaya y el problema nacional”. CINVE 1984, págs.160 y Ss.).Todo indica que esta alianza de las distintas fracciones burguesas se hace bajo la hegemonía del sector financiero. En este campo se asiste a un vertiginoso proceso de concentración del capital, una verdadera “reestructura del sistema financiero”, empezando por la banca.Como apunta bien Jorge Notaro: “En 1968 comenzó a implementarse una política de concentración de instituciones bancarias (…) de las 52 instituciones que operaban a fines de 1967, quedaron 30 afines de 1971 ( 17 desaparecen entre 1968/69)”. (“.La política económica en Uruguay. 1968-1984”. Ediciones de la Banda Oriental. Pág. 17 y Ss).Por su parte, dice Néstor Campiglia: “Todo el giro impreso a la economía tendió a postergar a los productores y a favorecer a los intermediarios, a los banqueros, a los frigoríficos, ambos estrechamente ligados “. (“El Uruguay movilizado”, Editorial Girón. 1971, pág. 63 y ss.).

Salario, protesta y divergencias en el movimiento sindical“La estrategia adoptada en 1968 guarda cierta similitud con la que se puso en práctica en 1960 bajo el primer gobierno blanco (…). Con todo, la congelación salarial que impuso una nueva redistribución de la renta en 1968 no hubiese sido posible a comienzos de la década del sesenta cuando todavía seguía vigente el estilo batllista de gobierno. El enfrentamiento que se produjo con las organizaciones laborales carecía de precedentes en el Uruguay batllista (…) el promedio de los salarios reales bajó ese año, 1968, a 86.5 (base 100 en 1961)”.(Henry Finch: “Historia económica del Uruguay con temporáneo”. Ediciones de la Banda Oriental, 1980, pág.49).

En los convenios salariales de los primeros meses de 1968 la dirección mayoritaria en los sindicatos del sector público, en manos de militantes del P. Comunista, tiene una posición favorable a la concreción de acuerdos, gremio por gremio, con la Oficina de Planeamiento y Presupuesto.En la discusión acerca de lo acordado la mayoría sostiene que se trata de victorias que rompen con la línea fondomonetarista: “abrimos una brecha en la política de congelación del FMI”. ( El Popular’ 7 de junio)

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Sin embargo, para una parte considerable de los trabajadores los acuerdos salariales de 1968 constituyen una nueva rebaja salarial.Las reivindicaciones obtenidas por algunos gremios, referidas a categorizaciones, escalafones, etc., tienen una importancia menor ante la magnitud de la caída del salario real que implican globalmente los nuevos presupuestos.Las “conquistas” sectoriales además, por definición, tendían a la heterogeneidad de los objetivos y por tanto a la dispersión de la lucha. Por el contrario, las decisiones centrales en materia presupuestal impuestas por el gobierno abrían la posibilidad de encarar unificadamente el curso del conflicto.¿Los acuerdos salariales de 1968 eran “victorias que quebraban la línea del FMI”, como se decía? Las cifras que surgen examinando el conjunto del gasto, conocidas un tiempo después, nos permiten resolver esta interrogante.En 1969, el Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas, analizan la política económica del gobierno sometida a la presión del FMI, formulará estas conclusiones:“Los salarios reales descendieron en todas las ramas de la actividad, particularmenter en el sector público: tomando como base 100 para 1957, el promedio entre 1961 y 1966 había descendido a 75.5%. En el primer semestre de 1968 cayó a 47% y en el segundo a 34.7%”.“En conclusión, los gastos del gobierno en términos reales descendieron considerablemente en el primer semestre del 68 a costa de los pasivos y los funcionarios públicos; los mayores ingresos derivados de las devaluaciones y de la propia inflación del año anterior aumentaron la recaudación fiscal. Estos factores permitieron mantener financiado en términos de caja, al gobierno central, cumpliéndose por lo tanto, mejor de lo esperado, las metas acordadas por el FMI.“(…)El presupuesto monetario preveía una expansión de medios de pago de 1.599 millones de pesos al 30 de junio para financiar el déficit del sector público.Pero esta cantidad no sólo no fue necesario utilizarla, sino que, por el contrario, los depósitos superaron a los créditos en 3.500 millones de pesos “. (Pág. 394).Esta política económica se acentuará después del 13 de junio plasmándose el 28 de ese mes en el decreto de congelación de precios y salarios, y en el proyecto de creación de la COPRIN, aprobada por el Parlamento en diciembre de 1968 (en Diputados: ¡24 en 39!) Con esta ley se puso fin al sistema de Consejos de Salarios y Convenios Colectivos vigentes hasta ese momento y que habían significado una herramienta importante en la lucha de los trabajadores en defensa de sus ingresos.Situación en las FF.AA.Comentando el libro de Irving Horowitz “Los militares en América Latina”, escribía Real de Azúa el 29 de setiembre de 1967: “Horowirz, que dice muchas cosas veraces, se pone anacrónico cuando habla de los reflejos «nacionalistas» de los sectores castrenses latinoamericanos, en tanto es bien sabido que esos sectores representan hoy la fuerza de choque más incondicional, más sumisa a la presión exterior que nos regimenta. Un estudio falta en el volumen y es el examen del proceso de captura ideológica y funcional de una «elite» por un poder intromisivo y ajeno a nuestros intereses. Horowitz no se refiere en ningún pasaje (y es poco comprensible que no lo haya hecho) al período que hizo de un grupo social extremadamente ambiguo pero al que no le faltaron nunca ocasionales arrestos de sensibilidad nacional y popular (díganlo si no numerosos episodios del siglo XIX latinoamericano, el «tenientismo» brasileño y la década argentina que cierra el golpe reaccionario de 1955); al proceso, repito, que hizo de un grupo social ambiguo, fuerza monolítica de despiadada represión social, gerencia y tutela del «status» colonial. En un cuarto de siglo o poco menos y bajo el pretexto inicial de

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una coordinación impuesta por la defensa continental contra una eventual (y tan remota) agresión del Eje, se ha cumplido una tarea de soborno funcional, seducción personal, lavado de cerebro con una literatura «anticomunista» a nivel de primates, que ha hecho de cada oficial, de cada cadete (los nuestros si se portan bien pasan sus vacaciones en Panamá) un potencial, y vocacional enemigo de su pueblo.Toda esta labor se inició con el beneplácito de nuestros orondos demócratas de 1940, dispuestos a comerse crudo a cualquier totalitario y prosiguió entre la indiferencia de esos parlamentos que firman declaraciones de protesta cuando se consuman - caso de Santo Domingo - los atracos más clamorosos. Hoy los ejércitos nacionales (?) lo han tomado entre sus manos y poco se sabe afuera lo que se cocina para la entrega en el sub sistema militar Si se reflexiona sobre cuáles son, en puridad, los móviles del interés norteamericano por América Latina - me refiero, es claro, a los públicos, a los más urgentes, a los de índole política y estratégica o económica - si se atiende a ellos, no es difícil concluir que este contundente «achievement» bien podría cancelar el ejercicio de cualquier otro de esos medios tan publicados como poco concretos que innumerables «agencias» planifican. Al fin y al cabo, no debe existir ningún analista norteamericano avisado que no sepa que no hay sociedad política en el Tercer Mundo en la que sea innecesaria la violencia - abierta o larvada - para mantener una constelación de poder favorable a los Estados Unidos“.A lo largo de su mandato, el Presidente Pacheco irá dando los pasos necesarios para unificar y subordinar a sus propósitos la plana mayor de las FF.AA. En una institución de tradición conservadora y con una estructura que la ley y el reglamento establecen como estrictamente verticalista, la tarea apuntó a desplazar del mando a los oficiales superiores que por su trayectoria y prestigio constituían un obstáculo para convertir a las Fuerzas Armadas uruguayas en un soporte fundamental a la inflexión autoritaria que significaba el régimen pachequista.Este proceso se desarrolló en varias etapas. Ante el surgimiento de las primeras expresiones de la oposición política, Pacheco respondió con visitas a unidades militares ampliamente publicitadas por la prensa mayoritariamente oficialista.Al mismo tiempo comenzó el crecimiento acelerado del presupuesto de gastos en seguridad. Se incrementó el número y las retribuciones del personal militar y también del policial. Se daban los primeros pasos de la militarización del país, que culminaría con la dictadura cívico-militar instaurada en 1973.Como bien señala Zelmar Michelini: “En 1968 un maestro percibía $18.350; un sargento del Ejército $13.030 y un Sargento de Policía $13.000. En estas cifras como en las siguientes están incluidas todas las compensaciones según datos suministrados en la Comisión de Presupuesto del Senado por la Contaduría General de la Nación.En 1970 un maestro percibía $24.500; un Sargento del Ejército $26.080 y un Sargento de Policía $24.815.En 1971 las remuneraciones pasaron a ser $34.692; $39.348 y $37.830 respectivamente.Y en 1972 para el maestro $51.936, el Sargento del Ejército $74.102 y el Sargento de Policía $62.973.Llegamos a 1973, donde el proyecto del Poder Ejecutivo(…) consigna para el maestro $61.938, para el Sargento del Ejército $103.800 y para un Sargento de Policía $109.745.(…) Puede establecerse que el porcentaje de aumento, tomando como base el año 68 con respecto a 1973, es de un 237% para los maestros: de un 696% para el Sargento del Ejército y del 744% para el Sargento de Policía”. (Artículos

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periodísticos y ensayos. Edición de la Cámara de Senadores, 1991, pág 245).Desde la Presidencia de la República se llevan adelante ascensos meteóricos, como el del General Chiappe Pose (2).El día 4 de enero de 1968 se había reunido la Asamblea del Centro Militar a raíz de la iniciativa de un grupo de oficiales de derecha (los generales Oscar Aguerrondo, Ventura Rodríguez, Juan P. Ribas, su hijo, Capitán Julio César Ribas, el coronel Esteban Cristi y otros) (3) .El grupo promovía la realización en el Centro Militar de un homenaje a los soldados bolivianos muertos en 1967 en enfrentamientos con el destacamento guerrillero comandado por el “Che”.La asamblea fue registrada como la de más alta asistencia en la historia del Centro Militar (alrededor de 850 oficiales, de los cuales 764 participaron en la votación final de las mociones) y terminó con un revés para el sector de derecha: 543 se pronunciaron contra la realización del homenaje propuesto; 221 a favor.La mayoría de la Comisión Directiva, presidida por el Gral. Tiribochi, sostenía que la realización del evento era “incompatible con los estatutos del Centro”.A favor de esta tesitura hablaron también el entonces director del Instituto Militar de Estudios Superiores, Gral. Luis Toniolo, y el Gral. Dr. Arturo Baliñas. Este, en apoyo a la moción mayoritaria, sostuvo que “la guerrilla era un hecho político” y por tanto no correspondía un pronunciamiento de orden militar.Si ese era el estado de opinión de la mayoría de los mandos militares a principios de año, la acción del gobierno de Pacheco operará en favor del desplazamiento de los sectores “constitucionalistas” (entre ellos los Generales Líber Seregni, Hugo Licandro, Arturo Baliñas; los Coroneles Pedro Montañez, Pedro Aguerre, Carlos Zufriateguy; los Tenientes Coroneles, Mayores y Capitanes Guillermo Castelgrande, Juan A. Rodríguez, Jaime Igorra, Ariel Gerona, Edison Arrarte, Oscar Petrides, Brum Canet, entre otros), sustitu yéndolos por oficiales de derecha, golpistas o simplemente dóciles ante los desbordes del Poder Ejecutivo.Esta transformación de la cúpula militar tendrá gran importancia en los años siguientes cuando se extiende la militarización del país y se van preparando las condiciones del golpe cívico militar perpetrado por el continuador de la obra de J. Pacheco, el Sr. J. M. Bordaberry, en 1973.

La violencia estatal: la tortura corriente y la violencia contra las organizaciones populares“Los métodos de la policía, no solamente en Canelones, donde aparentemente se quiere centralizar el problema, sino en todo el país, dejan mucho que desear. Sabemos por experiencia profesional, directa, que, no toda la policía, pero sí gran parte de ella está totalmente corrompida. Puede decirse que muchos policías viven en el mundo del tielito, usufructuando de sus ventajas y delinquiendo ellos mismos. Es hora de que en esta Cámara se diga algo sobre eso.(…) esos métodos que en su gran mayoría está usando la policía en el mundo del delito, se están empleando también en el terreno político para conculcar conciencias, como elementos de mordaza. Prueba de ello son las torturas que se infligieron en diversas seccionales de Montevideo”. (Diputado Alberto Gutiérrez. P.Nacional. Herrerismo DSCR. 21 de mayo de 1968, pág. 526).

Desde tiempo atrás venía creciendo el número y la gravedad de las denuncias por torturas policiales. Las víctimas habían sido, habitualmente, gente de origen

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humilde acusada, con o sin fundamento, de delitos comunes.El problema se agrava en el curso del año 1968: el 31 de diciembre “El Popular” contabiliza 66 personas víctimas de torturas y 50 policías denunciados, 10 de ellos procesados.Los testimonios se acumulan, particularmente en Montevideo y Canelones. A finales de marzo muere en una comisaría de Las Piedras Hugo Walter Aguin. El 18 de abril el Jefe de Policía de Montevideo, Coronel Barlocco, reconoce que “ha habido castigos incalificables” a un adolescente detenido (“El Popular”).El día 25 el propio Ministro del Interior, Augusto Legnani, se ve obligado a reconocer la existencia de torturas policiales, renunciando el 5 de mayo. Una semana después lo hará también el Jefe de Policía de Montevideo, Cnel. Raúl Barlocco.La tortura a presos políticos, tal como ella empezó a aplicarse sistemáticamente después de abril de 1972, aparece con la detención de Jorge Marenales Sáens, Leonel Martínez Platero y Carlos Rodríguez Ducós, militantes del MLN (T) el 14 de octubre, y los hermanos Leo y Freddy Gerner militantes de la FAU el 19 de ese mismo mes bajo responsabilidad del Dr.Eduardo Jiménez de Aréchaga, Ministro del Interior, y del Cnel. Aguirre Gestido como Jefe de Policía. La tarea directa estuvo a cargo de la Dirección de Inteligencia y Enlace a cargo del Comisario Alejandro Otero y el sub-Comisario Fontana.

La represión violenta a manifestaciones pacíficasEn enero de 1968 la prensa informaba del apaleamiento a una marcha de trabajadores del Frigorífico Anglo, organizados en la Unión Obrera Río Negro, en defensa de sus fuentes de trabajo (“El Popular”).Sigue la situación conflictiva en el puerto por las actitudes prepotentes del Gral. Ribas.En febrero es ocupada la fábrica FUNSA por sus trabajadores en repudio a la acción divisionista que llevaba a cabo el IUES. El 9 se produce un violento incidente en las inmediaciones de la fábrica: efectivos de la Guardia Republicana enfrentan la movilización de los trabajadores.El 16 de marzo se registra una fuerte represión policial contra trabajadores de la General Electric en la planta de la calle Defensa. Los incidentes, con heridos, lesionados y presos, se prolongarán hasta el 29 de marzo.El 17 de abril, en una manifestación de la Asociación de Estudiantes de Magisterio, los participantes fueron apaleados en la intersección de 18 de Julio y Río Branco.

Otra forma de ataque al movimiento obrero, el amarillismo fomentado desde el gobiernoCon este apoyo, las siglas sindicales habían florecido. La mayoría no pasa de sellos y un pequeño grupo de individuos carentes de representatividad.En algunos gremios se logra, siempre por pequeños lapsos, atrapar algún incauto: así se habla de la Asociación Nacional de Funcionarios Públicos, de la FUDEBO (bancos oficiales), de la asociación nacional del transporte automotor (ANTADU), de la federación de empleados metalúrgicos del Uruguay (FEMU), de la asociación del personal de dirección de la industria metalúrgica (APDIM), la asociación nacional de trabajadores de la industria y el comercio (ANTIC), la unión sindical de los trabajadores de las industrias de la alimentación (USTIA), el sindicato de obreros y

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empleados de perfumerías (SOEP), etc.La existencia de estas “organizaciones” fue efímera. Su surgimiento fue posible por el respaldo del gobierno y el financiamiento otorgado por las agencias sindicales controladas desde los Estados Unidos, a las que ya hicimos referenciaEl 27 de abril, una interpelación de Wilson Ferreira pone en evidencia las actividades de tinte mafioso del Ministro de Trabajo, Guzmán Acosta, y Lara y del Presidente del Directorio del Banco Hipotecario, Juan Guillermo Silva.Tal como quedó demostrado en la interpelación al Ministro realizada en el Senado, éste, a través del diario “Primera Hora” extorsionaba a varios empresarios. Esta práctica ilegal del “periodismo” y del gobierno, primera pero no la última de las denunciadas en el período pachequista, le rendía importantes beneficios económicos. Denunciado por W. Ferreira renuncia al Ministerio y, pocos días después, a su banca de diputado.

NOTAS

(1) La política de congelación salarial se hará siempre invocando la contención del proceso

inflacionario y por tanto en nombre del “interés de la mayoría de la población”, pero como señalan

Couriel y Lichtensztejn “la lucha contra la inflación, el déficit fiscal y el desequilibrio del comercio

exterior, sólo significaban, en nuestro país, medios que apuntalaban la redistribución en favor de

determinados grupos capitalistas y en contra de quienes únicamente cuentan con la fuerza de su

trabajo. Estos serán los perjudicados: los que no puedan retener la lana, los que no tienen

máquinas y no pueden hacer «stocks» de materias primas, los que no pueden contar con grandes

ahorros en dólares como para lograr la ganancia que permite la devaluación, los que no dejan de

pagar los impuestos que vienen agregados en los productos, etc. En esta población mayoritaria

está el verdadero sacrificio, que no tendrá contrapartida”. (“El FMI y la crisis económica nacional”,

pág. 170).

(2) Hugo Chiappe Pose es uno de los más típico representantes del pachequismo: fue el Jefe de la

Casa Militar de Pacheco como Coronel (…) Pacheco enfrentó una evidente reacción militar para

ascenderlo a General por selección a pesar de ser casi el último de los legalmente posibles y,

sobre todo, por romper una tradición nacional nunca violada hasta entonces, que quería que, como

el Jefe de la Casa Militar era en principio el asesor directo del Presidente en cuestiones militares,

no se le ascendía por selección por razones de elemental elegancia. Cuando se le quería

seleccionar, previamente se le asignaba otro destino y recién .se le ascendía transcurrido cierto

tiempo. Pacheco lo propuso igual, directamente, y ello motivó que la venia para su ascenso fuera

largamente demorada en la Comisión de Defensa Nacional del Senado. Recién fue acordada por la

Comisión Permanente del Poder Legislativo, aprovechando el receso parlamentario“. (Wilson

Ferreira, texto inédito de comentarios a Edy Kauffman, catedrático de la Universidad de Jerusalén

a propósito de su libro sobre Uruguay. Pág. 43).

(3) “El Gral. Aguerrondo encabezó la línea dura y más .fascista de los militares golpistas (…) El

estar en retiro le había restado toda significación en el Ejército aunque seguía habiendo lo que se

llama «aguerrondismo». no porque se le siguiera u obedeciera sino para identificar una línea de

pensamiento. Por ahí andaban el Cnel. Ballestrino y otros fascistones similares. Pero fue quizás el

primer golpista declarado que hubo en el Uruguay“. (Wilson Ferreira. inédito, ob.cit, pág. 67).

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El 68 uruguayo. Tercera parte. CAPITULO 2. Devaluación, infidencia y crisis política

La inflación, fuertemente alentada por los especuladores, contribuyó, por un lado, al empobrecimiento de los que recibían asignaciones fijas: asalariados, jubilados, pensionistas, etc. Al mismo tiempo contribuyó a acentuar el malestar político. Es significativo, en ese sentido, el documento que trascribimos a continuación.

“Lamentablemente, en estas circunstancias, la conducción nacional, en lugar de alentar el reordenamiento se ha dedicado a desatar el caos. Un gobierno que tomó el poder con la consigna de gobernar con su divisa, pero que perdió el respaldo de su propio partido; un gobierno que, en 18 meses de actuación, hizo circular 36 ministros de todas la orientaciones y vocaciones, desde líderes políticos hasta personeros de grandes intereses financieros, delincuentes comunes.Un gobierno débil y desnorteado que generó el desconcierto y el caos a nivel nacional y al de cada actividad particular; un gobierno que, por su propia ineficacia, alentó o los más oscuros sucedáneos del poder de autoridad. Un gobierno coherente solo en su fidelidad a los intereses del grupo de Jorge Batlle, cuyo mando paralelo - ejercido por sus personeros financieros en el gabinete - orienta una política económica reaccionaria que conoce de infidencias y una política internacional que conoce de entregas”. Firman, entre otros: Alberto Volonté, José Claudio Williman (h.), León J. Morelli. (“Marcha”, 20 de julio de 1968).

Devaluación e infidenciaEl episodio de la “infidencia” constituyó un tópico que dio lugar a una investigación parlamentaria y después referencias en los debates, ampliamente difundido por la prensa, durante 1968 y los años siguientes, en particular por los órganos vinculados al P. Nacional (“El Debate”, herrerista, en primer término) y a la izquierda.

En la síntesis del episodio que realizamos a continuación no hemos incorporado elementos de esa infinita - y a veces hasta pintoresca - cobertura periodística. Nos hemos atenido exclusivamente a la investigación oficial realizada por el Senado de la República.

En la mañana del lunes 29 de abril, tras una semana de intensas presiones sobre el mercado cambiario, el P. Ejecutivo resolvió devaluar, llevando el precio del dólar de 200 a 250 pesos.

La convicción de que tras la devaluación del 29 de abril se consumaban maniobras especulativas llevó al Senado a la designación de una comisión investigadora

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“sobre el origen y proceso de la devaluación monetaria”. Fue integrada por los Senadores Wilson Ferreira, Juan C. Mastalli, Carlos J. Pereira, Juan L. Pintos, Francisco M. Ubillos, Agustín Caputi y Alfredo Lepro, que la presidió. En los trabajos de la comisión participaron también otros dirigentes del P. Colorado, como Zelmar Michelini y Amílcar Vasconcellos.La Comisión Investigadora se reunió diariamente entre el 23 de mayo y el 2 de julio. Las actas de sus debates y los testimonios que la Comisión recibió están contenidos, junto con la versión taquigráfica del plenario del Senado en que se examinó el tema, en 223 páginas del Tomo 263 del Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores.

Por amplia mayoría, la C. Investigadora primero y el Senado después, concluyeron: “fue ésta una devaluación impulsada por los sectores de la especulación, crearon deliberadamente las condiciones que les permitieron tener un aprovechamiento indebido, (…) fuerte presión compradora (…) fue la culminación de las actividades ilícitas realizadas por los especuladores, que empujaban al gobierno hacia la devaluación.Surge claramente, a través de las declaraciones de aquellos que no eran partidarios de la medida en virtud de sus consecuencias sobre los precios y por consiguiente como factor inflacionario, que pudo y debió organizarse la defensa de las reservas en divisas, adoptando las medidas del caso y combatiendo la especulación.“(…) De acuerdo a lo expuesto puede afirmarse que la devaluación decretada el 29 de abril, fue inoportuna, apresurada, inconveniente y dañosa para la economía nacional(…)Dañosa para la economía nacional, porque desalienta la inversión reproductiva, desestímula la producción nacional y trae la intranquilidad y el desasosiego a un país que necesita, ahora como nunca, estabilidad económico-financiera y paz social“. Sala de la Comisión. 24 de junio de 1968. Firman: Wilson Ferreira Aldunate, Juan C. Mastalli, Carlos J. Pereira, Juan L. Pintos, Francisco M. Ubillos. Discordes: Alfredo Lepro y Agustín C. Caputi.

Alto nivel. Alta GraciaSegún surge de los documentos del Senado, el proceso de decisión de la devaluación del 29 de abril tuvo varias irregularidades.

Uno de los Directores del Banco Central del Uruguay (BCU), el Sr. José Guntín García, expresa que la devaluación fue decidida, previa anuencia del P. Ejecutivo, en una reunión realizada en la casa del Presidente del BCU, Cdor. Enrique Iglesias, el día sábado 27 de abril. Los otros tres directores del BCU, que estaban en contra de la devaluación, no fueron convocados: Raúl Acosta y Lara, Daniel Rodríguez Larreta y el Vice Presidente Cdor. Juan Bracco.

Este último, que había venido ejerciendo la presidencia del Banco hasta pocos días antes, por viaje del Cdor. Iglesias,fue enviado sorpresivamente a una reunión de expertos en Alta Gracia.

Según Guntín además del director de la OPP, de él mismo y del Cdor. Buchelli, a partir de determinado momento ingresa a la reunión el Dr. Jorge Batile. Después se hizo presente el Cdor. Laffite, con quien se analizaron “diversas hipótesis de

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detracciones a distintos productos”.

Senador F.M. Ubillos: ¿“Relativas a la devaluación?”Director José Guntín: “Sí, claro”.Senador F.M. Ubillos: “ conversación se mantuvo en presencia del Dr. Jorge Batlle? “.Director José Guntín García: “Sí, él estuvo presente “. (pág.49).

Devaluación delictuosaEl 27 de mayo testimonia el Vicepresidente del BCU, Cdor. Juan M.Bracco.

Senador Z. Michelini: “(…)Ha trascendido que el Cdor Bracco habría concurrido a una reunión de su grupo político (la Unión Colorada y Batllista) que en la misma habría manifestado que esta devaluación era «delictuosa». ¿Es así?Cdor. Bracco: “Sí señor Senador; dije eso “.Senador Michelini: “ quiere decir exactamente eso de «devaluación delictuosa» ?Cdor. Bracco: “Puede haber delito - en el caso - cuando se hace una devaluación, comunicándosela, previamente, a determinadas personas para que compren y ganen la deferencia.Aquí habría una infidencia que configuraría, evidentemente, un delito, ya que produce una ganancia indebida.El término puede interpretarse, también, en el sentido que se llevó a cabo una devaluación, con precipitación, sin medir, como corresponde, las reales consecuencias; en este tono se está cometiendo un delito económico empobreciendo a la gente, según el porcentaje de devaluación determinado. Los trabajadores, por ejemplo, ven rebajados sueldos y, en definitiva, se está encendiendo una verdadera hoguera en el país. Ahí está, a la vista, para ejemplo, lo que ocurre con el remarque de precios.Lo único que sé es que, a las reuniones que tuvieron lugar con motivo de la devaluación, asistieron el Cdor Iglesias y el Sr Guntín. Los otros tres miembros del directorio del BCU estábamos en la ignorancia más absoluta de lo que se estaba tratando, circunstancia que estimo como una verdadera desconsideración(…)”. (Pág.77).Más adelante agrega el Cdor. J. Bracco: “(…) El Sr Guntín no estaba autorizado (para intervenir) en las conversaciones sobre devaluación como miembro del Directorio de BCU”.Posteriormente la Comisión Investigadora interroga al Sr.Raúl Acosta y Lara, Director del BCU:Ubillos: “(…) ¿Cuándo surgió la intranquilidad?”.Acosta y Lara: “(…) En lo que me es particular creo que fue con la noticia que dio «BP Color» el domingo”.Ubillos: “¿Ud. cree que esto tuvo alguna influencia?”.Acosta y Lara: “Para mí, decisiva “.Ubillos: “ que hubo infidencia?”Acosta y Lara: “El «BP Color» hablaba de cotización «oficial» y no sé si eso era causado por una noticia o una certeza. En lo que me es personal fue decisivo en el sentido que había que fijar nuevo tipo de cambio, pero que no se podía abrir el lunes con cambio de $ 200”.Wilson Ferreira Aldunate: “(…) ¿antes de aparecer la noticia, el Sr Director entiende

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que el tema era opinable y que la aparición de aquella hizo el punto irreversible? “.Acosta y Lara: “Sí, señor senador”. (Pág. 84).

“No soy un ciudadano cualquiera”El 28 de mayo, después de un intento que se frustra por un incidente (que se decide no registrar en la versión taquigráfica) comparece a su solicitud el Sr. Jorge Batlle, que en ese momento no ejercía ningún cargo oficial.

Sr.Batlle: “(…) Desde muy joven he estado vinculado a los problemas del Estado. Por la mesa de nuestra casa, mis hermanos y yo hemos visto desfilar personas y problemas por decenas y durante años y siempre hemos sabido defender y cuidar al Estado. Nunca, nadie, podrá haber dicho jamás de ninguno de nosotros, que circunstancialmente haya aprovechado en beneficio personal y mucho menos patrimonial, hechos de esta naturaleza”.

“Yo hablo en defensa de un apellido que llevo (…). No lo hago en calidad de testigo aquí no vengo como tal, pero tampoco soy un ciudadano cualquiera de la calle. Soy un dirigente político que vengo aquí por mi voluntad (…) Yo soy un líder político importante dentro del P Colorado. Pregunto ¿qué razón hubiera habido para que no me llamaran?

Senador Ubillos: “Lo que se admitió es que el Dr Jorge Batlle - aunque fuere en forma accidental - fue testigo presencial de una reunión en que se habló de devaluación.

Señor Batlle: “No, señor senador; no es cierto“.

Sr. Ubillos: “Figuran aquí las declaraciones (del Sr Guntín y Laffite). Puede traerse la versión taquigráfica”.Sr. Batlle: “No sé qué es lo que han declarado(…) Estando yo allí no se habló de devaluación “. (Pág. 96).La maniobra especulativa estuvo favorecida por la difusión pública, el domingo 28, de un titular del diario “BP Color”: “Desde mañana lunes el dólar oficial se cotizará a 250 pesos“. El director del matutino, Sr. César L. Aguiar, fue citado a declarar.

Senador Mastalli: “La publicación (BP Color) dice lo siguiente: «Información que fue recogida ayer por BP Color de altas fuentes de gobierno» (…). Quisiera que me explicara esto “.

Sr. Director de “BP Color”: “Eso es una licencia, diría poética. Confieso que ni me acordaba de la referencia”.

Senador Carlos Julio Pereira: “¿Lo de 250 pesos es también una licencia poética?”. (Pág. 118).

Aunque cuando se inició el debate algunos sectores colorados no lo aceptaran, finalmente el Senado aprobó por unanimidad el pasaje de todos los antecedentes a la justicia (“criminal” se mocionó inicialmente y luego se ajustó), “enviándolos a la justicia correspondiente”.

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En el debate en el Senado se produjo un clima de indignación cuando se fueron conociendo los detalles de las maniobras cometidas con la devaluación del 29 de abril.

El episodio de la infidencia, especie de símbolo de la capacidad de maniobra política del sector financiero especulativo, marcó un hito, una referencia ampliamente conocida e impune, en la formación de la opinión pública y en la descalificación de algunos dirigentes políticos. Aunque la Investigadora del Senado actuó con seriedad y transparencia, el desprestigio fue más allá de los vinculados o presuntamente vinculados a la devaluación “Inoportuna, apresurada, inconveniente y dañosa para la economía nacional” del 29 de abril.Este es uno de los acontecimientos en que unos años después montarán parte de su discurso los mandos militares y la derecha golpista en su escalada hacia el poder.

Pese a que en su momento el episodio fue centro de atención importante en la vida del país, la historiografía reciente suele omitirlo.

Julio Herrera Vargas, separado de sus funciones como director del Banco República, dictó una serie de conferencias explicando detalladamente cada uno de los pasos. Las salas repletas, en distintos locales universitarios, evidenciaron el interés que la denuncia produjo sobre todo entre la gente más joven.

El episodio estuvo en la primera plana de los diarios y semanarios durante varias semanas. Librerías “Ruben” realizó - o por lo menos así rezaban los anuncios - una “edición al costo” de la conferencia de Herrera Vargas en el Paraninfo. Aunque el texto ya se había publicado en varios diarios y semanarios, la edición, de 10.000 ejemplares se agotó en pocos días.

El 68 uruguayo. Tercera Parte. Capítulo 3. Se intensifican las movilizaciones populares.

En esos días, los cañeros de UTAA han llegado de nuevo a Montevideo en una nueva marcha “Por la tierra y con Sendic”.Su arribo estuvo precedido por numerosos incidentes policiales que se iniciaron desde la instalación misma del campamento cañero en Bella Unión.El día 14 de abril, a consecuencia de una infección tetánica había muerto una joven madre que participaba de la marcha, pese a su delicado estado de salud, María Lourdes Pintos.La caravana había recorrido todo el país con el apoyo, de distinta intensidad, de diversas fuerzas sociales, políticas y de la Iglesia. (1)

La situación en la Enseñanza SecundariaEn febrero los profesores efectivos e interinos de Enseñanza Secundaria eligieron

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tres de los siete miembros del Consejo Nacional de Enseñanza Secundaria. En la elección resultó triunfadora la lista encabezada por Washington Viñoles, un docente con trayectoria sindical y que, por primera vez en la historia de la enseñanza media, ingresaba a contienda electoral en el organismo con el respaldo sindical de la Federación Nacional de Profesores.Viñoles obtuvo 1.045 votos frente a la lista que tradicionalmente resultaba vencedora (“Hacia la reforma”) encabezada por el Prof. H. D’Elía que obtuvo 814 sufragios. La lista encabezada por el Prof. Praderi, de extrema derecha, obtuvo 140 votos. En total se emitieron 3.260 votos, la participación más alta registrada hasta entonces. (“El País”, 18 de marzo de 1968).De acuerdo a la Ley Orgánica vigente, el director general se elegía en el propio Consejo, integrado con los representantes de la Universidad de la República, la Universidad del Trabajo y Enseñanza Primaria.Normalmente la designación recaía en el primer titular de la lista más votada. Luego esta resolución era homologada por el Poder Ejecutivo quien solicitaba la venia correspondiente del Senado.Inmediatamente después del triunfo del Prof. W. Viñoles, el diario “El País” editorializa convocando a todos los demócratas de Enseñanza Secundaria para unirse contra él. (30 de marzo, pág. 3).A lo largo del año 68 los profesores de Enseñanza Secundaria vieron postergados, una y otra vez, el reconocimiento por parte del gobierno del director democráticamente elegido por los docentes, de acuerdo a las normas legales vigentes en el organismo.A mediados de abril el gremio anuncia que habrá huelga en Secundaria si no respetan la elección (“El Día”, 22 de abril). Posteriormente, surge la candidatura del Profesor Arturo Rodríguez Zorrilla, que cuenta con el respaldo del sindicato.En el Senado, la mayoría de la Comisión de Administración, que estudiaba el otorgamiento de la venia, cita al Prof. Rodríguez Zorrilla “a efectos de conocer su opinión acerca del sistema democrático-republicano “. El fundamento de esta pretensión lo dio el Senador blanco Dr. Penadés, al atribuir a Rodríguez Zorrilla que “en ciertos artículos publicados en «Epoca» atacaba a las instituciones democráticas“.El veto de las derechas al Prof. A. Rodríguez Zorrilla se mantendrá agravando la situación conflictiva. Los paros y la asambleas docentes serán frecuentes y también esto será un factor que alimentará la movilización estudiantil que, aunque centrada inicialmente en la reivindicación del boleto, tendrá como trasfondo, también, la movilización de los profesores contra la intolerancia de la mayoría de derecha que controlaba el gobierno y el Senado.Secundaria era también escenario de otras tensiones y conflictos: desconocimiento de los egresados del IPA en la provisión de los cargos docentes, nombramiento de adscriptos por designación directa, mala remuneración del profesorado agudizada por la irregularidad y el atraso continuo de los pagos. (2)Ya desde meses antes se vivían situaciones de violencia contra locales liceales, protagonizados por grupos que actuaban con tolerancia de la policía.Es en este cuadro de crisis general y movilización de docentes y funcionarios que es posible comprender una de las medidas más interesantes y a la vez más criticadas por la derecha: los contracursos.Estos se van a desarrollar tanto en Secundaria, como en la UTU y en la Universidad. Expresaban la vitalidad profunda de la resistencia que desde el área de la educación pública se levantaba contra el proyecto autoritario.El 26 de octubre La VII Asamblea Nacional de Profesores (prevista en el artículo 40

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del Estatuto, es decir, en la que participan obligatoriamente todos los docentes) “declara que: Los «contracursos» (o «cursos libres» o «cursos de capacitación social») constituyen una forma plausible de «contacto entre estudiantes y profesores», tendientes a “contribuir a elucidar y satisfacer necesidades de diversa índole, vivamente sentidas por los jóvenes educandos y que éstos, de hecho, no consideran pertinente o posible tratar en el marco de los cursos regulares, cuya realización estará garantizada en la medida que tengan plena vigencia los “principios de autonomía y libertad de cátedra” (“La Fuerzas Armadas al Pueblo Oriental. De la subversión”). Junta de Comandantes e.. Jefe, Tomo 1°, 1978. Pág. 634).

Incidentes el 1° de MayoEn este período las diferencias entre las distintas tendencias del movimiento obrero se tornan muy ásperas. El 1° de Mayo, una multitud se había congregado en el mitin de la CNT. Una poderosa columna donde se juntaban sindicatos, agrupaciones y militantes identificados con la tendencia combativa dinamizan la manifestación.Frente a la Embajada de los EE.UU., en la Avda. Agraciada (hoy Libertador), entre Mercedes y Uruguay, se producen incidentes entre manifestantes de algunos grupos de la tendencia, los cañeros de UTAA y acompañantes solidarios con su marcha enfrentados a grupos de seguridad del P.Comunista, alineados como contención, frente a la Embajada.Este incidente no fue primero ni único entre las distintas corrientes durante ese período y los años que siguieron, pero en 1968 fue uno de los más graves, sobre todo por el número de personas que directa o indirectamente se vieron involucradas, queriéndolo o no. Posteriormente la policía carga contra el mitin y lo disuelve, en medio de enfrentamientos.

Conflicto en la banca oficial“No hay alternativa. La fuerza no hará trabajar a quien no quiera trabajar”.C. Quijano. “Marcha”, 5 de julio, pág. 32.

“Los paros seguirán hasta que el deterioro del bolsillo comience a hacerse sentir; porque seguiremos aplicando sanciones de carácter económico. Cuando el presupuesto esté suficientemente deteriorado veremos quién sigue con deseos de hacer paros o, aun, de arriesgar la pérdida del empleo. El caso del Banco de Seguros es muy ilustrativo; se trata de un servicio importante pero no esencial. Si los funcionarios siguen haciendo paros deteriorarán las finanzas del Banco hasta que este se funda. Y cuando ello ocurra, se quedarán sin trabajo, mientras que el Estado no sufrirá un perjuicio fundamental”.Ministro del Interior Eduardo Jiménez de Aréchaga.

“Yo tengo soluciones para el conflicto de ANCAP de OSE, de UTE, y no recuerdo para cuál otro conflicto; pero con los bancarios nada, no doy un paso atrás y si tiene que morir un bancario, morirá “.Presidente Jorge Pacheco. Junio de 1968. Citado por Julio Herrera Vargas, Ob. cit., pág.36

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En abril, en la banca oficial ha triunfado la lista de la tendencia. El que esto escribe es elegido presidente del Consejo Directivo del Sector Banca Oficial de AEBU.A partir de mayo, la dirección, en una nueva mayoría, impulsa la movilización del sector, que agrupa alrededor de 8 mil trabajadores. Las asambleas se suceden cada vez con una participación más amplia. En ellas se rechaza la fórmula salarial propuesta por el gobierno, que consagra en los hechos una rebaja del salario real.Con el propósito de hacer recaer sobre AEBU las responsabilidades del conflicto el gobierno decide, en las primeras semanas de junio, el cierre de los Bancos Oficiales, pese a que, en ese momento, no se estaban llevando a cabo medidas gremiales.En las semanas siguientes fueron reiteradas las expresiones de intransigencia, tanto del Presidente de la República como del Ministro del Interior, Jiménez, en relación a encontrar soluciones para el conflicto en la Banca Oficial.

* * *

En mayo de 1968 nos mandó llamar Julio Herrera Vargas, integrante del directorio del Banco de la República.Unas semanas antes, nuestra agrupación sindical había ganado las elecciones en el sector de trabajadores de la banca oficial y nos correspondía la responsabilidad de ejercer la presidencia del Consejo Directivo.Allá fuimos.Existía una situación conflictiva en el gremio originada en la caída del salario real y en la intransigencia del gobierno en reparar esa situación. Como vimos, antes las movilizaciones habían determinado la destitución de compañeros, la declaración de medidas de seguridad y encarcelamiento de dirigentes sindicales.El gremio reivindicaba ajuste de acuerdo al aumento del índice de precios al consumo, jerarquizando la importancia de contemplar los sectores de más bajos ingresos, de manera que todos accedieran a un salario mínimo vital (lo que hoy se llamaría una canasta familiar básica).La distancia entre las demandas gremiales y la decisión del gobierno era grande, por lo que se esperaba una situación conflictiva.Herrera Vargas nos dijo: “Miren muchachos, aquí hay tres posiciones: la del gobierno, la del sindicato y la que ha elaborado la administración del BROU, con apoyo del Directorio que yo integro.Nuestra fórmula salarial no es igual a la de ustedes pero es mejor que la del gobierno. Al gremio le resultará mejor apoyar una propuesta del directorio del BROU que aparecer empecinados defendiendo su concepto de salario mínimo.Hay gente con mucho poder; en el gobierno y fuera de él, interesada en agravar este conflicto. Será el pretexto para nuevas medidas autoritarias y antipopulares cuyo alcance hoy es difícil de estimar”.Palabra más, palabra menos, en esos términos se expresaba Julio Herrera Vargas en mayo de 1968. Ese día registramos sus expresiones, pero no nos convenció.Por varias razones. En primer lugar no lo conocíamos suficientemente. Ese fue un error. No estábamos en condiciones de calibrar hasta qué punto eran serias las contradicciones existentes en el seno del gobierno colorado.En segundo lugar, la agrupación político sindical que representábamos, la lista “19”, encarnaba la expresión más radical de protesta surgida en el gremio y también la desconfianza de un sector de trabajadores a las “soluciones realistas”, que no eran tales, en las que luego las autoridades incumplían sus compromisos . (3)Para el 13 de junio estaba convocada la asamblea general del gremio. La dirección de tendencia llevaba la propuesta de “entroncar” (así se decía) el conflicto de la

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banca oficial con el que se gestaba hacia julio por el presupuesto para la Administración Central y la Enseñanza.Evitar el aislamiento, conjuntar conflictos, ir agrupando en la acción a los sectores más movilizados, ese era, aunque algo toscamente delineado, el rumbo estratégico.La propuesta de entroncar ambas movilizaciones, unificando la acción de los gremios, en la línea del tantas veces mentado “plan de lucha del 65”, respondía al hecho de estar enfrentando un enemigo común, a una decisión política de carácter general por parte del gobierno.

La asamblea fue interrumpida por el decreto de Medidas Prontas de Seguridad. El texto del mismo no deja dudas en cuanto a quién van dirigidas las medidas.

NOTAS

(1) Sobre la experiencia de UTAA y las marchas cañeras existen abundantes referencias de

memoria oral, en artículos periodísticos o evocaciones más o menos imprecisas. Un análisis

documentado del tema muestra la existencia de distintas visiones en cuanto al significado de su

presencia en Montevideo y su participación en las luchas que se desarrollaban en la capital.

La versión de Mauricio Rosencoff en su obra “La rebelión de los Cañeros” (Editorial Aportes. Mdeo

1969) pone el acento en la unidad por encima de cualquier diferencia de orientación (págs. 102 y

103). No se hace allí ninguna mención a debates ni a los incidentes durante la marcha,

particularmente los del 10 de mayo del 68.

Otra versión, de origen también MLN, es la contenida en el “Documento 3”: “Doscientos cañero

actuando como foco de repudio activo a la embajada de los EE.UU. obligó a una manifestación de

miles de trabajadores el 1 Mayo a enfrentarse a la policía cuando los planes de los, al parecer,

omnipotentes dirigentes de la CNT eran muy otros”.

Todo parece indicar que la versión oficial del MLN, contenida en este documento, expresa sólo

parcialmente la realidad de los hechos.

De todos modos el concepto de “foco” aparece también aquí, ahora operando en otro terreno, el

de la movilización sindical. Parece claro que este concepto no resulta el más adecuado para dirimir

las controversias entre las distintas corrientes del movimiento obrero.

(2) El atraso en los pagos era habitual para todos los organismos de la enseñanza pública,

motivando reiteradas denuncias por parte de la FUM (Federación Uruguaya del Magisterio).

(3) Apenas unos días después, Julio Herrera Vargas, en una actitud sin precedentes por parte del

Presidente de la República, fue separado de su cargo de director del BROU, por oponerse a las

medidas represivas contra el gremio adoptadas por el P. Ejecutivo. El día que salió de sede central

en la calle Cerrito, en un hecho también sin precedentes e indicador de los tiempos que corrían,

fue acompañado por cientos de trabajadores del BROU que lo saludaban y se solidarizaban con su

conducta.

Herrera Vargas denunció luego en el Paraninfo de la Universidad los entretelones de la devaluación

del 29 de abril de 1968, en el que aparecía involucrado el Dr. Jorge Batlle. Las denuncias de J.

Herrera Vargas causaron una gran conmoción.

Desde “Acción” se organizó una campaña de descalificación personal del denunciante, basándose

en que era propietario de un caballo de carrera. Julio Herrera Vargas pertenecía a la lista 99

liderada por Zelmar Michelini y en cuya representación ejercía su cargo de director en el BROU. 

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El 68 uruguayo. Tercera parte. CAPITULO 4. Del Partido del miedo al Estado del miedo

El 13 de junio fueron implantadas las Medidas Prontas de Seguridad. En esos días escribía el Dr Quijano: “nunca (…) las medidas prontas de seguridad han puesto en mayor peligro la estructura constitucional del país y la libertad de los ciudadanos (…). La escalada, de continuar, lleva a la dictadura, y la violencia engendrará la violencia”.Dr Carlos Quijano, 5 de julio de 1968.

“Se ha hecho habitual que las instituciones (…), su funcionamiento, sea alterado arbitrariamente por los empleados, o por los sindicatos. Se han introducido prácticas irregulares como el «trabajo a desgano» o «a reglamento». Se ha creado una fuerza de facto en una beligerancia disolvente del orden social, incompatible con las previsiones constitucionales”.Senador M. R. Echegoyen, Partido Nacional. 13 de junio.

“(…) La doctrina que enuncia «Acción» es una doctrina que lleva a la dictadura y quienes la enuncian saben que es así.Los hechos que se están procesando llevan al quebrantamiento cada vez mayor del orden institucional y legal y a la limitación mayor de las libertades ciudadanas y quienes lo están empujando lo saben”.Semanario “Vanguardia”, dirigido por Amilcar Vasconcellos. Julio de 1968.

Las MPS le permitieron a Pacheco:1— Reprimir al movimiento obrero y popular en especial a sus sectores más movilizados, persiguiendo a sus militantes, clausurando sus locales e ilegalizando temporariamente sus organizaciones (CNT, AEBU, entre otras).“La ideología de las medidas de seguridad fue en lo fundamental la defensa de la sociedad contra los asalariados, cuyas medidas gremiales la conmocionaban “. (Campiglia, Op. cit., pág. 136).Los lazos existentes entre el movimiento obrero y otros sectores populares, en particular los estudiantes y la Universidad, condujo a que, una vez iniciada, la represión asumiera el rasgo de una escalada cada vez más abarcativa proyectándose también en una fuerte represión contra los estudiantes, la Universidad, la prensa independiente, etc.De este modo, lo que se inició como una medida tendiente a “defender a la población de la acción minoritaria de grupos de sindicalistas radicalizados”, condujo al desborde constitucional, a la represión generalizada y al fortalecimiento del poder del Estado en perjuicio de todas las libertades ciudadanas.2— Concentrar el poder en el Ejecutivo, neutralizando al Parlamento y al Poder Judicial. Si bien la constitución del 66 propendía, inequívocamente, a ese predominio, el gobierno de J. Pacheco adoptó decisiones trascendentes por vía del decreto, desdeñando las instancias parlamentarias correspondientes,’ pasando, cada vez con más frecuencia, por encima del Poder Judicial, anulando la autonomía de los Entes, de la Universidad, etc.Con el gobierno de Pacheco tomó un nuevo impulso el proceso de descaecimiento de los partidos como instancias de debate, elaboración de opinión e inserción

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popular. La exaltación personalizada al líder, supuestamente dotado de atributos carismáticos de energía y firmeza, se hizo en menoscabo del prestigio del organismo partidario y de la labor de los cuadros medios, los “diputados” que construían las redes de apoyo electoral tradicional…”A partir de 1968 surgió algo totalmente nuevo y que se podría llamar el Uruguay Antibatllista “. (Campiglia. Ob. cit., pág. 47).En el plano institucional, la concentración de poder tiende a personalizarse en la figura de Pacheco. La decisión del sector mayoritario del P. Nacional (liderado por Martín R Echegoyen) de no concurrir a la Asamblea General Legislativa que era quien tenía en sus manos la vigencia o no de las MPS, tendió a minimizar el papel del Parlamento dejándole al P. Ejecutivo las manos libres para la clausura de periódicos y radios, la detención de personas, destitución de funcionarios, nombramiento, sin venia del Senado, de Directores Interventores en las empresas públicas, separación del cargo de los designados por la vía constitucional, etc.Así el 20 de julio son desplazados de sus cargos Julio Herrera Vargas (BROU), Artemio Correa, Alberto Roselli y Junio Segovia (UTE), Julio César Bustelo, Juan Carlos Elizeire y Elbio Pérez Tellechea (AFE) y Enrique Martínez Moreno (BHU).La existencia de un número creciente de ciudadanos detenidos después de haber sido liberados por los jueces y el desborde callejero de los cuerpos policiales tendió a descaecer los fueros y competencias del Poder Judicial, cuyo rol en el equilibrio institucional del país tiende a ser cada vez menor.3— La concentración de poder le permitió al gobierno realizar un corte tajante en la distribución del ingreso en favor de los capitalistas, que bien anticipadamente se apresuraron a reconocerlo, tal como veremos inmediatamente.4- Las MPS también dieron los instrumentos políticos para resolver en favor del sector conservador y autoritario la crisis interna del P. Colorado. Este, después de ocho años en la oposición a gobiernos del Partido Nacional de derecha o centro derecha (1959-1967) había desarrollado en su seno corrientes que retomaban aspectos del batllismo inicial, socialmente avanzado, de José Batlle, Domingo Arenas y Julio César Graúert, cuyas cabezas más visibles eran, en ese momento, Zelmar Michelini, Alba Roballo y E. Rodríguez Fabregat.5— Y finalmente las MPS abrieron el camino para cohesionar en torno al Presidente a la plana mayor de la administración y de las FF.AA. a través de destituciones o remociones de jerarcas “legalistas” y el ascenso y nombramiento de cuadros dóciles y a menudo entusiastas ejecutores del nuevo autoritarismo.

El poder económico apoya al gobierno“La orientación pachequista significó una clara ruptura con las formas anteriores de dirección económica ante la cual el sector privado respondió con inusual confianza “.Henry Finch. Ob. ciL, p.5O.

El corte autoritario impulsado por Pacheco contó con el apoyo expreso de las principales entidades empresariales del país.El mismo día 13 declaran: “Cuando en la mañana de ayer solicitamos esta audiencia (al Presidente de la República) lo hicimos con la honda inquietud que sentía la producción y el comercio por la situación imperante en el país e inspirados en el propósito de significar la necesidad de que el gobierno arbitrara con urgencia los medios para restablecer no sólo los servicios públicos paralizados sino el orden y

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la tranquilidad social gravemente perturbados. La presión gremial se había centrado contra el Estado. Con ese propósito se había logrado el deterioro y el paulatino menoscabo del sector público. Miles de funcionarios, invocando derechos inexistentes, dificultaban la actividad de servicios esenciales.Se pretendía imponer la supremacía del interés particular sobre el interés general. Se quería doblegar al gobierno para imponerle sus propias determinaciones. Asistíamos al desafío que los organismos sindicales le hacían al Estado. Felizmente, las MPS adoptadas horas más tarde por el Poder Ejecutivo, al restaurar la preeminencia del poder público sobre el sindical, constituyen una reafirmación de que está dispuesto a asumir en toda su plenitud las responsabilidades que le competen (…). No era posible encarar la realidad económica-financiera-monetaria y social del país en medio de desbordes, amenazas y disturbios. Expresamos entonces nuestra adhesión por las medidas adoptadas por el Sr. Presidente de la República “.Firman: Cámara Nacional de Comercio, Arturo Lerena Acevedo; Asociación Rural: Francisco Haedo Terra; Cámara Mercantil de Productos del País: Héctor Sarno Beramendi; Federación Rural: Juan José Jaso Anchorena; Asociación de Bancos del Uruguay, Bolsa de Valores. Entidades Comerciales e Industriales del Interior, etc.

El propósito inicial de las Medidas: sofocar la acción de los grupos radicalizadosAsí lo muestran las declaraciones que al renunciar a su cargo formula el Ministro de Trabajo Manuel Flores Mora:“Nunca agradeceré bastante la buena disposición, la seriedad de los dirigentes de la CNT y otros dirigentes sindicales.Pero mi buena voluntad y la de ellos ha sido burlada por la actitud de minúsculos grupos, cuyos propósitos ignoro, cuya acción disolvente ha hecho necesario este régimen extraordinario, en cumplimiento del deber que tiene el gobierno de guardar el orden y hacer respetar la Constitución “.Al día siguiente, el Ministro del Interior, Eduardo Jiménez de Aréchaga, dice: “De ninguna manera el gobierno interrumpió el diálogo con las distintas organizaciones gremiales (…). Las medidas están dirigidas a defender el orden público del clima de violencia que se ha desencadenado en las calles por quienes no representan los intereses auténticos de la clase trabajadora “. (14 de junio).

El 68 uruguayo. Tercera Parte. Capítulo 5. La resistencia popular día por día

La implantación de las medidas de seguridad incrementó la movilización sindical y la estudiantil. Las detenciones, allanamientos y clausuras de radios y periódicos no consiguen impedir las diferentes formas de lucha que desafían la “paz de los

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sepulcros” que busca imponer el P. Ejecutivo.Se desarrolló una compleja y a veces bastante enredada articulación entre lo espontáneo y lo organizado. Entre lo que surgía como respuesta de la sociedad ante hechos de prepotencia sin precedentes y la acción organizada de los sindicatos y partidos de izquierda.A esto se sumó la existencia de estrategias dispares entre las distintas fuerzas de izquierda. Estas divergencias tenían raíces en la historia inmediata anterior y también - como vimos - en los grandes debates latinoamericanos.Desde mayo se venía realizando una serie de movilizaciones estudiantiles contra el aumento del boleto de transporte. Se nota desde el comienzo una presencia numerosa de jóvenes de secundaria y universidad del trabajo. La amplitud de esta irrupción, recuerdo, fue un hecho que nos sorprendió a todos.El 15 de mayo están ocupados por sus estudiantes 10 liceos, 3 clausurados y 2 no funcionan por huelga estudiantil.Ese día comienza la huelga de docentes, funcionarios y alumnos de UTU en reclamo de una deuda del gobierno de 400 millones de pesos.El viernes 24 de mayo los estudiantes de Magisterio ocupan la sede del Instituto Normal reclamando nuevas becas, cursos nocturnos y comedor estudiantil. Inician contracursos.El 28 el Intendente de Montevideo, General Carlos Bartolomé Herrera, en cadena de radio y TV, insinúa que será inevitable el aumento del boleto estudiantil.Al día siguiente se realizan manifestaciones “relámpago”, resultando 30 detenidos.El jueves 30, contracursos en el Liceo 10 de Malvín. Dictan clase en la Rambla.El 31 una manifestación de alumnos de UTU tiene un choque violento con la policía. Queda lesionado de cierta consideración el estudiante Oscar BermilliónEl 1° de junio la agitación por el boleto se extiende a Las Piedras Esa noche es herido otro estudiante de la UTU: Christian Scham.El 5 de mayo paro de docentes y funcionarios de todas las ramas de la enseñanza. El jueves 6 de junio, luego de un acto en la explanada de la Universidad, una manifestación es detenida por fuerzas policiales en 18 de Julio y Minas. Son heridos de bala 5 estudiantes: Samuel Zelman Díaz sufre la extirpación del bazo, Fernando Romero es baleado en un muslo (tendrá después dificultades locomotivas), su hermano Gonzalo resulta herido de bala en un brazo. Es lesionado el Oficial Soto Sampayo. Se producen pedreas contra las oficinas de Pan American y General Electric. 8 detenidos.El 7 ocupan la Facultad de Agronomía, 10 centros de la UTU y varios liceos. Una manifestación de estudiantes de agronomía apedrea la sede de Pepsi Cola.Manifestación en la Universidad en repudio al baleamiento en la noche anterior. Dos horas de recios enfrentamientos en las zonas céntricas. Varios lesionados, alrededor de 100 detenidos.El 8 se levantan barricadas con neumáticos incendiados en varios puntos de Montevideo.El 9 procesan a 5 estudiantes por “asonada” y 3 policías por “lesiones graves”. En horas de la noche nuevos choques con 20 detenidos y 2 agentes lesionados.El 10 ocupan otros 8 liceos.El 11 de junio nuevas manifestaciones “relámpago”. (Organizadas violando el decreto de MPS, con iniciación puntual y dispersión, también puntual, acordada de antemano). Estudiantes del Cerro bloquean el puente del Pantanoso.Esa tarde se producen nuevas manifestaciones céntricas, con incidentes y detenidos.El 12 la Agrupación de Gobierno del P. Colorado designa una Comisión Pacificadora.

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El jueves 13, medidas de seguridad. Renuncian varios ministros. Cercada por la policía es disuelta una asamblea de trabajadores de la banca oficial que se desarrollaba en el Palacio Peñarol.Desde el mismo día 13, varios liceos permanecen ocupados por los estudiantes, desde donde se organizan manifestaciones y se reparten volantes contra la represión.El 15 una manifestación de estudiantes del Liceo 8 es dispersada por la brigada de gases. Ese mismo día son detenidos 13 estudiantes en Maldonado pertenecientes a la Escuela. de Silvicultura de la Universidad del Trabajo.Ese día son desocupados por los estudiantes locales de 5 escuelas industriales, pero permanece ocupado el edificio central. Simultáneamente la policía ingresa al edificio del Instituto Magisterial deteniendo a varios estudiantes.El 17, cientos de estudiantes levantan una barricada en la Avda. 18 de Julio, frente al edificio de la sede central de la Universidad. Fueron dispersados con gases lacrimógenos por la policía. En estas movilizaciones se aprecia una gran participación de estudiantes preparatorios del IAVA, uno de los centros más activos de la rebeldía estudiantil a lo largo del año. -Ese mismo día se realiza en la Ciudad Vieja una manifestación conjunta de bancarios oficiales y estudiantes para lo cual se concentran previamente frente a la escalinata de la Catedral Metropolitana. Al mismo tiempo se realiza un mitin relámpago en Andes y Colonia. con posterior manifestación.

La consigna central de todas estas movilizaciones es el levantamiento de las Medidas de Seguridad. En el curso de las mismas se producen con frecuencia detenciones y un gran número ciudadanos presos es internado luego en unidades militares.El 18 de junio se realiza, convocado por la CNT, el primer paro general contra las medidas de seguridad.El 21 es clausurada CX 30, Radio Nacional, por 24 horas. Una manifestación de estudiantes levanta barricadas en Eduardo Acevedo y Guayabo. La policía desaloja al personal del Banco Hipotecario. Ese día se realiza un paro dentro del edificio del Banco de Seguros. También son desalojados.

Militarización de bancarios oficialesEl 24 de junio de 1968 alrededor de 5 mil funcionarios del Banco Central y de la República son puestos bajo jurisdicción militar y comienzan a distribuirse las citaciones a distintos grupos para su traslado a unidades del ejército. Para los convocados rigen los códigos disciplinarios establecidos por la Ley Orgánica Militar. La medida, ordenada por un decreto del P. Ejecutivo, no tiene precedentes en la historia legal del país.Mientras en el resto de los bancos oficiales se siguen realizando medidas de lucha contra la decisión del gobierno, los primeros grupos de 100 a 125 trabajadores del Banco de la República son trasladados a distintos cuarteles.Ese día una asamblea de estudiantes de derecho, por 113 contra 68, declara el boicot a los profesores Jiménez de Aréchaga, J. Peirano Facio y Héctor Georgi, por su condición de ministros del P. Ejecutivo.El 27 los estudiantes de Medicina realizan una manifestación frente a su Facultad. Fueron dispersados por la policía y se reagruparon con los obreros de “Alpargatas”.

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Intervención en los Entes Autónomos: destituciones y nombramiento de Interventores por decreto.El 28 de junio, prosiguiendo con la escalada, el Consejo de Ministros resuelve la intervención de los Directorios de varios Entes Autónomos, con destitución de varios titulares y nuevos nombramientos.

Congelación de precios y salariosEl mismo 28, faltando tres días para los ajustes salariales del sector privado, devaluados por la inflación, se decreta la congelación de precios y salarios. Esta constituye la medida de mayores consecuencias sociales inmediatas y explica también el fuerte rechazo que tuvo entre los trabajadores.Se cerraba así el ciclo especulativo abierto con la devaluación del 29 de abril que aceleró la hiperinflación en mayo y junio.El 29 en la Escuela de Villa García son detenidos 51 trabajadores bancarios, militantes del gremio, a los que se les imputa “subversión” y “planes de agitación”. Al día siguiente, en medio de una gran campaña de los medios de difusión, son internados en una unidad militar del departamento de Colonia.A partir del 1° de julio la militarización se extiende a la UTE (Usinas y Teléfonos del Estado la más grande concentración de trabajadores del país, con alrededor de 14 mil obreros y empleados), a ANCAP (la segunda más grande empresa del país, con 11 mil trabajadores), la OSE y Telecomunicaciones.El sometimiento a la jurisdicción penal militar a personal civil de las Empresas Públicas, que alcanzó a 37.000 personas, constituyó un nuevo y grave paso en el proceso de represión a la movilización laboral. Generó simultáneamente comprensibles efectos de intimidación, pero también contribuyó a acrecentar la indignación y la rebeldía.El 2 de julio, en medio de una ola de detenciones a dirigentes sindicales de ANCAP, COFE. bancarios, UTE, se realiza el segundo paro general de la CNT en protesta contra la militarizaciones y por el levantamiento de las medidas de seguridad. En varios organismos del Estado se aplican sanciones de tres días a los que cumplen la medidas gremiales.Se produce un atentado del MLN contra la planta emisora de Radio Ariel, propiedad de Jorge Batlle. Es ocupada la textil de Juan Lacaze.El 3 de julio se realizan paros parciales en el Banco de Seguros. La policía ingresa al local y decenas de trabajadores son detenidos.Ante la detención de varios dirigentes del gremio textil, las principales fábricas de esa industria son ocupadas por los trabajadores.Ese día se realizaron detenciones de cientos de personas en UTE (centrales telefónicas, Palacio y Talleres Generales), ANCAP (en refinerías de La Teja), Banco República (Caja Nacional y Agencia Cordón), Administración Nacional de Puertos (terrestre, talleres y dragado) y en AMDET (transporte municipal).

Destituciones y comienzo de la instrucción militar

El 3 de julio recomienzan las destituciones entre el personal superior que ha realizado los paros decididos por AEBU: 17 jerarcas son despedidos en el Banco de la República.

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El 4 de julio empiezan a aplicarse las normas castrenses de instrucción militar a 125 funcionarios del Banco República.El 5 de julio, el diputado R. Arismendi denuncia que decenas de trabajadores, militarizados bajo la jurisdicción de la Marina, han sido rapados. El 8 son detenidos más de 580 trabajadores de ANCAP. La refinería permanece inactiva.El día 8, a las 16.30, paran los bancos oficiales. Se organiza una manifestación hacia el P. Legislativo que es dispersada por la policía. Se producen varias detenciones.

Unidad dé obreros y estudiantes: Medicina y Fábrica de AlpargatasEl 11 se producen choques entre estudiantes de Medicina y fuerzas policiales. Junto a los estudiantes participan del enfrentamiento obreros de “Alpargatas”. Cercados por la policía, permanecerán tres días dentro de la Facultad.Ese mismo día una comisión de mujeres de la CNT, integrada por madres y esposas de presos, realiza entrevistas con jerarcas del Ministerio del Interior. En los días siguientes convocarán a distintas manifestaciones de protesta.Se realizan paros parciales en la banca privada y en los bancos oficiales no militarizados (Seguros, Hipotecario, Caja Nacional de Ahorro Postal).El día 12 de julio, 70 delegados de la Agrupación UTE procuran una entrevista con el Directorio del organismo. A pedido del Directorio, fuerzas policiales y del ejército bloquean las puertas del Palacio de la Luz y los delegados y otros activistas son detenidos.En esta fecha estudiantes de medicina que se habían refugiado el día anterior en la facultad son rodeados por la policía.Los estudiantes se niegan a ser fichados.El 13 nueva manifestación de estudiantes de medicina. Se producen 64 detenciones. Empieza a escasear el combustible y se registra la absoluta paralización de los bancos oficiales. No se realizan negocios con el exterior y el caos en las gestiones ordinarias es él resultado de formas de resistencia pasiva que al gobierno se le hace difícil contrarrestar.

Rechazo a la escalada represivaEl 14 de julio se difunde un comunicado rechazando la militarización de funcionarios públicos, firmado, entre otros, por el Colegio de Abogados, la Asociación de Escribanos, el Consejo de la Facultad de Derecho, el Consejo Directivo Central de la Universidad de la República y el Sindicato Médico del Uruguay.El 17 se realiza un tercer paro general convocado por la CNT. Limitado sólo a los trabajadores de la actividad privada, el paro muestra las dificultades para profundizar las movilizaciones en el sector público, muy golpeado por la represión.

Restricciones a la prensaEse mismo día, el Jefe de Policía de Montevideo, Cnel. Alberto Aguirre Gestido, le hace saber a la prensa las condiciones de restricción informativa que se derivan del decreto 383 (implantación de las MPS). Se prohíbe: “la publicación de noticias,

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títulos, comentarios, avisos, convocatorias, o notas gráficas que tiendan a provocar agitación o conmoción pública y se relacionen con las interrupciones de servicios totales, parciales o bajo la forma de trabajo a reglamento o similares en la actividad pública o privada derivadas de la acción gremial, desórdenes, incidentes o intervenciones de la fuerza pública que tengan su origen o sean una consecuencia de la aplicación del régimen de MPS y finalmente con la ocupación de locales como medidas de resistencia o con declaraciones de los ocupantes“.La Federación Ferroviaria decide la realización de paros parciales. Los trenes se detienen donde están a la hora del paro. No corren los trenes de carga, se dificulta el traslado de ganado.

Ese mismo día son detenidos 68 trabajadores de UTE y otros 81 son enviados a unidades militares para cumplir el período de instrucción.El 20 de julio, los artistas plásticos, en protesta por las MPS resolvieron no concurrir con sus obras al “Salón Nacional de Artes Plásticas 1968”.Ese día los estudiantes de Notariado declaran que no reconocen como profesores ni como universitarios a Jiménez, Peirano, Giorgi, Ramón Díaz y Carlos Pirán.El 24 se denuncia en la Asamblea Nacional Legislativa que 6 trabajadores de UTE, de la División Teléfonos, han sido torturados por la policía.El 26 de julio, en la jurisdicción de la Seccional 20 se levanta una barricada en la que participan obreros y estudiantes de la zona. Posteriormente se suman estudiantes magisteriales. Hubo varias detenciones.El 29 de julio es herido de bala un estudiante de Arquitectura por un efectivo del Ejército.En esta fecha la policía prohíbe una conferencia en la Asociación de la Prensa en la que el orador era el Dr. Julio Herrera Vargas.10 de agosto, cuarto paro general. Destituyen 14 empleados del Banco de Seguros, 6 del Hipotecario y 24 de la Caja de Ahorro Postal.El 4 clausuran por 15 días al semanario “Izquierda”.El 5 de agosto el Colegio de Doctores en Ciencias Económicas y Contadores exhorta a sus colegas a no ocupar los cargos vacantes por la destitución de los titulares. Al día siguiente una actitud similar adoptará la Asociación de Escribanos del Uruguay.El mismo 5 el directorio del BSE suspende por 6 meses sin goce de sueldo a 32 funcionarios. Como respuesta el personal se retira del local central.El 6 se impide el ingreso al país de los diarios argentinos.El Ministerio del Interior formula una “observación” a los diarios “El País”, “La Mañana” y “El Diario” por publicar información referida a acciones gremiales.A su vez, el Jefe de Policía de Montevideo envía a la prensa un comunicado diciendo que “cuando ocurra una huelga o paro del personal de esa Empresa (…) y no permita la edición de ese órgano, debe abstenerse de hacer previamente toda referencia o anuncio que directa o indirectamente pueda advertir a los lectores sobre la huelga o paro a realizarse”. Ese día para por 24 horas toda la banca privada.

Secuestro de Pereira ReverbelEl 7 de agosto el MLN secuestra al Presidente del Directorio de UTE, Ulises Pereira Reverbel, allegado al Sr. Pacheco Areco y uno de los principales ejecutores de la política de represión en UTE.El 8 de agosto, forzando el portón de hierro de la entrada principal sobre la Avda.

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18 de Julio, la Guardia Metropolitana y Republicana, junto con otras fuerzas policiales, irrumpieron - sin aviso previo a las autoridades universitarias ni al Poder Judicial - en el edificio central de la Universidad.Simultáneamente lo hicieron en las Facultades de Arquitectura, Medicina, Agronomía y en la Escuela Nacional de Bellas Artes. El Director del IAVA clausuró el local del Instituto, ante el anuncio de su ocupación por parte de los estudiantes (1).El 9 de agosto masivas manifestaciones estudiantiles en defensa de la autonomía universitaria enfrentan a la policía. Hubo varios lesionados, entre ellos un estudiante, Mario Toyos, resultó gravemente herido en la cabeza por una granada de gases.El P. Ejecutivo pide al Senado la venia para destituir por causal de omisión a los miembros del Consejo Directivo Central de la Universidad. Se establece la censura de prensa previa para todos los comunicados de las autoridades universitarias.El 10 de agosto el Consejo Directivo Central de la Universidad plantea la incompatibilidad del ejercicio de la docencia con la calidad de miembro del actual Poder Ejecutivo. El Claustro General Universitario aprueba la declaración y respalda la actuación de las autoridades legítimas de la Universidad.El 11 de agosto, en buen estado de salud, es liberado el Presidente de UTE. Nuevos choques con la policía en diversos puntos de la ciudad. Participaron, junto a los estudiantes, obreros metalúrgicos y del Frigorífico Nacional, que ya se encontraban en pie de lucha en defensa de la fuente de trabajo.

14 de agosto: muerte de Líber ArceEl 13 es herido Líber Arce. Fallece el 14 produciendo un enorme impacto emocional en todo el país. El velatorio y sepelio se constituyeron en una expresión multitudinaria de dolor y protesta de amplísimos sectores populares.Al día siguiente, lo anotamos como un símbolo de los estados de opinión existentes, en el SODRE, antes de la presentación de un conjunto coral extranjero, organizada por las Juventudes Musicales del Uruguay, el Presidente de este Instituto, el maestro Hugo Balzo, solicitó al público un minuto de silencio en homenaje a Líber Arce.Al día siguiente en el Solís no se realizó el concierto de “Música Nueva” pues los intérpretes pusieron como condición para actuar que se expresara su homenaje a Líber Arce. Ante esto, el Centro Cultural de Música prefirió suspender el concierto.El 16 de agosto decenas de miles de obreros de la industria ocupan numerosas fábricas: metalúrgicos, textiles, radio-electricidad, química, calzado, FUNSA, dulce, barracas de lana, caucho. aguja y madera.El 21 de agosto clausuran “Marcha” por tres ediciones.El 29 los trabajadores ocupan el FRIGONAL. El P. Ejecutivo habilita el ingreso en el abasto de la capital de frigoríficos privados.El 31 de agosto Pacheco pone fin a la militarización de Telecomunicaciones, OSE y ANCAP.Desde que se implantaron las MPS fueron detenidos en unidades militares 2.300 bancarios y 550 en dependencias policiales. 77 funcionarios fueron destituidos y más de 40 fueron suspendidos y sumariados.En UTE fueron destituidos 13 funcionarios, sumariados 43, separados del cargo 6 y más de 400 detenidos. También en ANCAP hubo decenas de detenidos, destituidos y sumariados.El 10 de setiembre se producen 37 detenciones de trabajadores del Puerto. Algunos

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son acusados de violar las MPS al encontrarse pegando carteles en la zona céntrica.2 de setiembre: Discurso de Pacheco contra la CNT y el movimiento obrero: “‘por estos medios de presión e intimidación (huelgas, paros, manifestaciones, etc.), utilizados en forma cada vez más desembozada, se va adquiriendo el control de instituciones básicas en la vida del país, sometiéndolas a consignas extrañas, que contradicen principios fundamentales de nuestra nación (…). Un país puede perderse también por esta forma de penetración desde adentro”.Ese mismo día, es reprimida una manifestación contra las MPS en Maldonado.El 4 de setiembre nuevas manifestaciones estudiantiles en Montevideo son reprimidas con gases y armas de fuego.El 5, los estudiantes de la Escuela Industrial de la Construcción realizan una barricada. Otra levantan los muchachos del Liceo N° 19 en la zona de Maroñas. En ambas intervino violentamente la policía.El 6 paro general de todos los sectores en Primaria. Maestros, funcionarios administrativos y de servicio se concentran en la sede del Consejo de Enseñanza Primaria.El mismo día nuevos incidentes entre la policía y estudiantes de Medicina.

Obreros y estudiantes resisten en el CerroEl 7 de setiembre, finalizada una asamblea de trabajadores de la carne éstos se lanzan la calle junto con los estudiantes del Liceo del Cerro, dirigiéndose al Puente Pantanoso, donde bloquearon el tránsito. Según “Estudios” la policía fue recibida con una intensa pedrea. Lucharon durante una hora y media, participando efectivos de la Guardia Metropolitana, Brigada de Gases y Escuadrones de Seguridad. Resultaron varios heridos.Esa noche, estudiantes del Liceo N° 1, José Enrique Rodó, obstaculizaron el tránsito con una barricada. Intervino la policía. Horas después fueron detenidos más de 40 militantes gremiales que realizaban una pegatina de la CNT. Fueron liberados al día siguiente.El 8 de setiembre se producen varios choques con la policía por levantamiento de barricadas por parte de estudiantes en distintos puntos de Montevideo.El 11 de setiembre inician paros profesores de Secundaria.El 12, bombas contra casas bancarias. Ocupan la planta de TEM, en Camino Carrasco.El 13 ocupan nuevamente el FRIGONAL (desocupado unos días antes). El gobierno había violado los acuerdos. Nuevos incidentes en el Cerro. Un menor es herido de bala.Horas después, solidariamente, es ocupado el Liceo del Cerro.

Nuevas manifestaciones y enfrentamientos con la policía.Al cumplirse un mes de la muerte de Líber Arce las autoridades universitarias convocan a una “marcha del silencio” que parte del lugar donde fue herido Líber Arce hasta la Facultad de Odontología. Barricadas en Veterinaria.Ese día estudiantes de Medicina realizan manifestaciones en las que se queman cubiertas. Varias manifestaciones “relámpago” se realizan por 18 de Julio. Resultaron heridos varios jóvenes estudiantes. Hubo 4 detenidos.Los sindicatos de Enseñanza Primaria reclaman por la libertad de 12 maestros

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presos.El 15 se amplía la movilización estudiantil en el Cerro, en solidaridad con los trabajadores del Frigorífico Nacional; mientras el Liceo permanece ocupado, también es ocupada la Escuela Industrial.El 18 la Asociación de Ingenieros exhorta a sus colegas a no ocupar cargos de destituidos. Se producen detenciones en la ciudad de Paysandú.Ese día los estudiantes del Cerro se lanzan a la calle, interrumpiendo el tránsito en tres puntos. Participan también trabajadores de la zona.

Siguen los enfrentamientos: el gobierno dispara con nuevas armasEn la tarde del 18 gran número de trabajadores se congrega en el P. Legislativo, donde el Senado considera el proyecto de creación de la COPRIN. Se incorporan luego estudiantes de Medicina que se habían concentrado en las puertas de su Facultad.Se producen enfrentamientos durante más de 4 horas.En esta oportunidad la policía usa un nuevo tipo de armas: granadas de fragmentación y proyectiles con perdigones disparados con armas largas. Hay más de 50 heridos.Nuevos paros convocados por CNT para la actividad privada. Paro parcial en Salud Pública. Los trabajadores de la banca privada paran a las 16 hs. y se concentran solidariamente en locales de los bancos oficiales.El 19 nuevo paro general, convocado por CNT, que alcanza a toda la actividad privada. Estudiantes ocupan la sede central de la Universidad del Trabajo.El 20 nuevos enfrentamientos en el Cerro. Hay varios obreros heridos de bala. Ese mismo día, en el Parlamento surge una fórmula de solución para el conflicto en el Frigorífico Nacional.En la tarde nuevos incidentes en 18 de Julio frente a la Universidad. Hay alrededor de 40 heridos.

Otros dos estudiantes asesinados: caen Hugo de los Santos y Susana PintosEl 21 de setiembre nuevos enfrentamientos. Frente a la Universidad es herido de muerte el estudiante Hugo de los Santos. Cuando un grupo de estudiantes intenta auxiliarlo nuevas descargas de perdigones matan a la estudiante Susana Pintos.En medio de expresiones de dolor e indignación, decenas de miles de personas asisten al sepelio de los jóvenes estudiantes. Convocados por la CNT y las organizaciones sindicales, los gremios se hacen presentes en la expresión multitudinaria de dolor provocada por los nuevos mártires.La sociedad Uruguaya de Actores y la Federación Uruguaya de Teatros Independientes, como expresión de duelo, suspenden todos sus espectáculos.Trabajadores textiles ocupan “La Mundial” y Fibratex.En San José ocupan la planta de BAO.Clausuran la Universidad y sus locales quedan bajo custodia militar.

Censura previa para todos los diarios

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El 22 de setiembre el gobierno decide la clausura, hasta el 15 de octubre, de todos los locales de secundaria, UTU y universitarios. La custodia de los mismos estará a cargo de las FF.AA.Ese mismo día, el jefe de Policía Heleazar J. Agosto comunica que el contralor a los periódicos “se ejercerá en lo sucesivo y hasta nueva orden, con anterioridad a la salida de la edición a la calle”. Se establece a tal fin una Comisión de Control encargada de la censura y se notifica a los diarios que el espacio de los artículos censurados no podrá quedar en blanco.El 23 paros parciales de profesores de secundaria en el Interior, y de la banca privada. Ese día 200 empleados del Banco Italo-americano ocuparon el local de la empresa, colocando murales contra la represión.Más de 100 trabajadores irrumpen en el Banco Hipotecario entregando volantes contra las MPS.Convocados por AEBU, alrededor de 500 trabajadores manifiestan en la Plaza Constitución. Se realizan paros sorpresivos de 1 hora en las refinerías de ANCAP.Ese día, un decreto del P. Ejecutivo clausura los locales de la CNT y de AEBU.El 24 paro general total en todo el país en repudio al asesinato de Hugo de los Santos y Susana Pintos.El 25 el buque Villa Soriano de la Administración Nacional de Puertos es transferido a la órbita de la Marina para utilizársele como prisión flotante. También, se dice, se usaría para el transporte de presos políticos a la Isla de Flores.El 26 de setiembre militarizan a los funcionarios de AMDET.Al día siguiente, como represalia por la realización del paro, 60 trabajadores bancarios son enviados a unidades militares del Interior.El 28 son detenidos 30 trabajadores de la banca oficial en Artigas. También hay detenciones en Rosario, Mercedes y San José.

Pacheco amenaza al ParlamentoEl 1° de octubre, J. Pacheco amenaza con la disolución del Parlamento ante la posible censura del Senado en la interpelación al Ministro del Interior, realizada por Zelmar Michelini.El 2 de octubre, 120 funcionarios de UTE son internados para cumplir instrucción militar como represalia por la realización del paro del 24 de setiembre. La elección de los nombres de los sancionados es arbitraria.El 3 de octubre trabajadores textiles realizan manifestaciones “relámpago”. Ese día, en una forma de protesta y movilización que se repetirá varias veces en las semanas siguientes, es convocada una manifestación de mujeres de trabajadores que se encuentran internados en unidades militares, presos o destituidos.El 4 hay cortes del tránsito en la Ciudad Vieja. Manifestantes realizan pintadas contra las medidas de seguridad en vehículos del transporte colectivo. Acciones similares se realizan en otros puntos de la ciudad. Aunque posteriormente intervienen efectivos policiales, no se producen detenciones.Ese día la Unión de Artistas Plásticos del Uruguay y otros artistas no agremiados resolvieron no presentarse al Salón Municipal como protesta por la muerte de los tres Jóvenes estudiantes.El 5 de octubre, 300 manifestantes irrumpieron por la Avda. 8 de Octubre. Fueron dispersados por la policía. Ese día varios grupos de estudiantes pintan consignas contra las MPS en vehículos de transporte de pasajeros.El 9 de octubre frente al monumento a El Gaucho levantan una barricada

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interrumpiendo el tránsito. Nuevas tandas de funcionarios del Banco República y de UTE fueron enviados al interior para cumplir instrucción militar.El 10 AEBU denuncia malos tratos a los trabajadores que hacían “instrucción” militar en el Cuartel de Trinidad.El mismo día en Río Negro, 900 trabajadores del frigorífico Anglo de Fray Bentos, ocupan la planta en defensa de la fuente de trabajo. Prosigue en Montevideo la protesta callejera a través de leyendas pintadas en ómnibus.El 11 se realiza en La Teja una manifestación silenciosa de mujeres en homenaje a los mártires estudiantiles. Una medida similar se llevará a acabo el día 14 en el barrio del Reducto.El 13 gráficos y periodistas realizan un paro de 24 horas exigiendo aplicación del Convenio Colectivo. Denuncian además la intervención de la policía en sus asambleas,El 16 de octubre, a partir de una convocatoria realizada por la Federación Autónoma de la Carne, los trabajadores de los frigoríficos deciden medidas de solidaridad con los trabajadores presos, internados en cuarteles y destituidos suministrando carne a sus familias. Se inicia también, por parte de otros sindicatos, la recolección de fondos para medidas solidarias hacia los gremios más castigados.El 17 de octubre el Comando militar aumentó el período de “instrucción” para 70 funcionarios de UTE en Laguna del Sauce.Desafiando las prohibiciones policiales, se registraron nuevas manifestaciones en Avda. 18 de Julio. Los participantes portan cartelones de lado a lado de la avenida.El 18 de octubre el Colegio de Abogados expulsa a los Dres. Jiménez de Aréchaga, J. Peirano Facio, C. Frick Davie, C. Charlone, Giorgi y Pereira Reverbel por su condición de ministros o colaboradores directos del P. Ejecutivo.

“Legalizar” los desmanes protagonizados por estudiantesEl Senado, al no aprobar la venia, ha impedido que el Profesor Arturo Rodríguez Zorrilla ingrese al Consejo Nacional de Enseñanza Secundaria. Así y todo, la política de las autoridades de Secundaria no pudo evitar la profundización de la conmoción estudiantil.La situación era lo suficientemente compleja como para generar situaciones como la siguiente.El 26 de octubre “La VII Asamblea Nacional de Profesores (prevista en el artículo 40 del Estatuto, es decir en la que participan obligatoriamente todos los docentes) declara que: Los «contracursos» (o «cursos libres» o «cursos de capacitación social») constituyen una forma plausible de contacto entre estudiantes y profesores, tendientes a «contri buir a elucidar y satisfacer necesidades de diversa índole, vivamente sentidas por los jóvenes educandos y que estos, de hecho, no consideran pertinentes o posible tratar en el marco de los cursos regulares cuya realización estará garantizada en la medida que tengan plena vigencia los principios de autonomía y libertad de cátedra “. (“Las Fuerzas Armadas al Pueblo Oriental. De la subversión. Junta de Comandantes en Jefe, Tomo 1, 1978, pág. 634).En “Las Fuerzas Armadas al pueblo oriental”, la Junta de Comandantes en Jefe, en junio de 1976, evocará, con reprobación, esta decisión de las autoridades. (Tomo 1, pág. 633).

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Paros, barricadas, manifestaciones “relámpago”El 7 de noviembre los trabajadores del diario “EL Día” paralizan sus tareas ante el despido de una dirigente sindical.El 8 en distintos puntos de la capital se realizan barricadas por parte de trabajadores de la construcción.El 11 de noviembre es clausurado por tiempo indeterminado el vespertino “Extra”, editado por Federico Fasano.El 12 manifestaciones por 18 de Julio de trabajadores de la construcción. El 13 hay varios mítines “relámpago” organizados por textiles, metalúrgicos, trabajadores de Ancap, de la lana y de la construcción.El 19 se realizan paros en numerosas dependencias de la banca privada, en la zona de la Aguada (Comercial, Cobranzas, de Londres, Mercantil. Popular y UBUR).El 20 nuevos paros en la Banca Privada (zona Unión). Son detenidos 10 dirigentes de AEBU.El 22 de noviembre, los trabajadores de Refinerías no cumplen horas extras hasta que se regularice la situación de los trabajadores sancionados y destituidos.Son ocupadas ACSA y Strauch SA por sus trabajadores. Son desalojados por la policía.Se mantiene la movilización de la banca privada en Canelones, San José, Cerro Largo y Treinta y Tres y los barrios de La Teja, Paso Molino, Belvedere, Uruguayana y Cerro.También de los trabajadores de la construcción. En una manifestación de éstos, el día 27, los enfrentamientos con la policía dejan el saldo de un herido y varios detenidos.El 29 de noviembre paro por 48 hs. de todos los gremios de la prensa contra la clausura de “Extra” y por la reposición de Elsa Altuna a “El Día”.

Represión selectiva que procura dividir al movimientoLa represión desencadenada a partir del 13 de junio es, en gran medida, una represión selectiva, destinada a golpear a los sectores más combativos que obstaculizan las relaciones del gobierno con las organizaciones gremiales.La política económica ya es abiertamente fondomonetarista, pero la línea política al tiempo que reprime no deja por eso de alentar expectativas en alguna forma de conciliación. Tanto es así que, dos días después de declaradas las Medidas Prontas de Seguridad y ya con un buen número de sindicalistas presos, “el gobierno ratifica su propósito de proseguir el diálogo con los gremios para lograr acuerdos sobre la política salarial”.El Secretario de Industria y Comercio, Dr. Peirano Facio, y el Dr. Aquiles Lanza mantuvieron contacto con los dirigentes de la CNT J. D’Elía y E. Pastorino, asegurándoles que tales tratativas seguirían desarrollándose sin ningún inconveniente.Los representantes del gobierno ratificaron en la oportunidad que las limitaciones impuestas por el decreto del jueves 13 “no se dirigen a suprimir la actividad sindical, sino a evitar la acción dañina de los elementos perturbadores infiltrados en los gremios “.Y todavía el 20 de junio, el nuevo Ministro de Trabajo y Seguridad Social, Julio César Espínola (después Ministro de Justicia en la dictadura) se entrevista con el Presidente de la CNT, José D’Elía, “Manifestándose confiado en la prosecución de las conversaciones”. (“El Día”. 21 de junio).

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Los sectores políticos que respaldaron a Pacheco tenían sus propios intereses políticos e ideológicos. No estaban dispuestos a renunciar irreversiblemente a un discurso que diera cobertura democrática a las medidas represivas.

Defensa del “orden y del interés general”La acción represiva del gobierno se presentaba siempre como la preservación del orden hecha en defensa del interés general, con el apoyo de lo que aquí como en otros países se empezó a llamar la “mayoría silenciosa”. Las medidas de seguridad, dirá más adelante Eduardo Jiménez de Aréchaga, “no molestan a la gente decente”.

NOTAS

(1) En 1968 todavía todos los estudiantes de preparatorios (hoy 5° y 6°) de Montevideo se

concentraban en el IAVA. Vale decir, todos los jóvenes de entre 15 y 18 años de todo el sistema

educativo público asistían diariamente al mismo local. Normalmente no mide ese registro la

circunstancia geográfica de poder realizar asambleas de jóvenes en forma casi permanente y por

tanto la posibilidad de ir pensando y sintiendo como una “generación”, tanto los hechos (Cuba, la

gesta del Ché, la revolución cultural china, la revolución argelina), como los escritores y teóricos

que los influyeron (Mao, Isaac Deutschert, Trotski, Guevara, Fidel, el Abate Pierre y los documentos

de la Iglesia sobre la cuestión social después del Concilio Vaticano II, Quijano, Arismendi, Trías,

entre otros).

El 68 uruguayo. CAPITULO 6. Interrogantes y respuestas sobre la estrategia del movimiento popular

La línea reformista mayoritariaLa línea predominante en la dirección del movimiento popular que, en una caracterización algo imprecisa (emanada de los debates de la Tricontinental y de la OLAS) se calificaba de “reformista” se caracterizó por evitar los enfrentamientos decisivos con el gobierno.El estilo de acción que impulsaba tendía a circunscribirse a la realización de distinto tipo de medidas demostrativas, que incluían naturalmente no solo declaraciones sino también marchas callejeras, actos públicos, paros parciales y generales.

Sanciones. Repliegues tácticosDado que las acciones de este tipo también generaban sanciones por parte del gobierno (despidos de dirigentes sindicales, sanción sobre todo a los jerarcas de la Administración Pública que adherían a las organizaciones sindicales), la dirección mayoritaria de la CNT se veía constantemente tensionada por la necesidad

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planteada, en los gremios afectados, de responder profundizando las medidas de lucha.Dado que este incremento de las luchas y su desarrollo de acuerdo a un plan no encuadraba en la estrategia general prevista para el período, la preferencia de la dirección mayoritaria se inclinaba a la realización de “repliegues tácticos” cuyos efectos en el movimiento sindical eran complejos.Por un lado debilitaban la acción de los gremios en la medida que con sanciones y destituciones el gobierno salía, por lo menos provisoriamente, airoso de la confrontación. Al mismo tiempo desalentaba y confundía a los sectores más combativos que se mostraban dispuestos a medidas más profundas de movilización.Como veremos más adelante uno de los puntos de anudamiento del debate interno del movimiento sindical, a partir del 68, estuvo en torno a unificar o librar por separado los distintos conflictos. Durante ese período la tendencia mayoritaria consiguió encaminar las tensiones hacia ámbitos de negociación separados entre sí y eso condujo inevitablemente al debilitamiento de las fuerzas sindicales.

El papel del Parlamento“Terminé de escribir este libro en el verano de 1969. Los meses veraniegos siempre habían sido remansos en la vida política uruguaya; y el comienzo de aquel año permitió todavía algunos aflojamientos, aunque breves. Pero teníamos ya en la mente trágicas violencias, estudiantes desangrados, silenciosos cortejos multitudinarios, bancarios militarizados, secuestros y una Asamblea General sin número, donde nuestras protestas y denuncias eran registradas por los taquígrafos entre los círculos escaños vacíos de una solemnidad moribunda. La quiebra institucional, disfrazada apenas por nebulosas argumentaciones jurídicas en los considerandos de los decretos, precipitaba al país por una pendiente que conducía, de no ser detenida, a la catástrofe”.Juan Pablo Terra. Octubre 1985. “Mística, desarrollo y revolución”. (Prólogo a la cuarta edición).

Violencia callejera, utilización de las medidas de seguridad para alterar la composición de los Directorios de las empresas públicas, despidos masivos y militarización de trabajadores, clausura de periódicos y censura previa a la prensa, muestras ostensibles de afinidad con los gobiernos militares golpistas de Onganía en Argentina y Couto e Silva en Brasil: en el invierno del 68 el Poder Ejecutivo ha avasallado la Constitución y atentado contra las libertades democráticas.El Parlamento elegido en noviembre del 66 fue cómplice de Pacheco. Fue, como se denunciaba por entonces con una frase de los tiempos de Terra, “un soldado tranquilo de la dictadura” . (1)

Interpelación al Ministro del Interior, Eduardo Jiménez de AréchagaEn agosto del 68 había sido asesinado en las calles el joven estudiante Líber Arce. Antes y después numerosos estudiantes habían resultado heridos en enfrentamientos con la policía. Desde setiembre la policía de Montevideo ha empezado a usar un tipo de escopeta especial, denominada RIOT, que lanza perdigones y cuya utilización, se dice, es apropiada para contener disturbios.Su uso va a provocar en pocas semanas 93 heridos (cifra que se reconoció después.

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en 1970), así como la muerte de otros dos jóvenes estudiantes: Susana Pintos y Hugo de los Santos.Ante estos hechos, Zelmar Michelini promueve la interpelación en el Senado del Ministro del interior. La misma se realiza los días 24 y 25 de setiembre, participando en ella, además de Jiménez (Interior), los ministros Francese (Defensa Nacional) y García Capurro (Educación y Cultura).En el curso de la interpelación se exponen exhaustivamente los ejes del discurso autoritario del régimen. En apoyo a sus argumentos el Dr. Eduardo Jiménez da lectura a un largo informe del Jefe de Policía de Montevideo, pieza antológica de la “literatura policíaco-militar”, que para tragedia del país conoció en esos años un desarrollo marcado.El interpelante, Senador Michelini, al que se suman en sus críticas los Senadores Vasconcellos y Enrique Rodríguez, replica con fuerza lo que estima son falsedades del informe policial.Zelmar Michelini lee, en ese momento, un informe del Sindicato Médico del Uruguay y del Hospital de Clínicas donde se da cuenta detallada de las intervenciones médicas de urgencia realizadas durante los episodios y el contexto en el que fueron ultimados los estudiantes Hugo de los Santos y Susana Pintos.Pese a la gravedad de la situación y el cúmulo de argumentos que quedan sin responder, la sesión del Senado queda sin número para seguir sesionando y la censura al Ministro no llega a votarse.En esos días, 29 de setiembre, cuando se presume que se reanudará el debate, en medio de una gran expectativa ciudadana, el P. Ejecutivo expresa, a través de una nota a la Asamblea General, que la censura al Ministro sólo se tomará en cuenta en caso de que se realice a través de los mecanismos contenidos en los artículos 147 y 148 de la Constitución, a partir de lo cual el Ejecutivo pondría en juego las facultades que le otorga la Constitución, disolviendo las cámaras y convocando a nuevas elecciones.Hasta ese momento había 14 Senadores seguros para la censura (E. Rodríguez, Vasconcellos, Mastalli, Rodríguez Camusso, W. Beltrán, Vidal Zaglio, Zabalza, Gil, C.J. Pereira, Durán Rubio, Hierro Gambardella - enfrentado en este episodio a Jorge Batlle - y el interpelante Z. Michelini. Varios senadores estaban en duda, entre ellos, Wilson Ferreira, con fuertes indicios de que votarían la censura ante la gravedad de las afirmaciones del Ministro Jiménez.Vasconcellos replicó con dureza. La nota de Pacheco, dijo. “es subversiva, constituye una provocación para el Parlamento”, preguntándose finalmente si el Ejecutivo no pretendería también “militarizar a los legisladores”.No fue necesario. Después del anuncio presidencial, nuevamente la falta de quorum se instaló en el Senado. Y el Ministro continuó en el cargo.La omisión de la mayoría parlamentaria se explica, en unos, porque concuerdan con el giro autoritario adoptado por el gobierno; en otros, por no estar dispuestos a poner en juego sus bancas, obtenidas las más de las veces a través de los sinuosos mecanismos habilitados por la legislación electoral.La parsimonia con que entre 1968 y 1973 se transitó hacia la dictadura es una originalidad del proceso uruguayo. Lo que en Chile, Argentina, Brasil, Bolivia y otros países latinoamericanos se procesó con un cambio brusco de régimen, mediante golpes de estado militares, en nuestro país se fue cumpliendo en cámara lenta, a través de un período de cinco años en el marco de la “continuidad institucional” y sin renunciar a la fachada republicano democrática.El tránsito hacia el régimen despótico se hizo desde adentro del sistema político y con el apoyo ampliamente mayoritario de los partidos burgueses.

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La docilidad de la mayoría del Parlamento frente al desborde del Poder Ejecutivo mostró hasta qué punto los partidos tradicionales estaban ajenos a las aspiraciones democráticas de las masas populares, y eran bien sensibles a los requerimientos de las cámaras empresariales, hasta qué punto los partidos se habían “estatizado” y habían desarrollado una maquinaria clientelística y una legislación electoral que los volvía virtualmente incontrolables e impunes frente al sentir popular.El Parlamento contribuyó, de un modo y otro, durante un largo período a implementar políticas antipopulares y por eso se desprestigió más que por la prédica “antiparlamentarista” de las derechas de tradición autoritaria (2) .

En momentos en que se ahondaba la crisis del sistema político, y se extendía la movilización popular, la tendencia, más allá de sus limitaciones, se orienta en la dirección de los cambios profundos, radicales, potencialmente revolucionarios.Reclama más participación, confía preferentemente en la lucha sindical o callejera en menoscabo de la antesala y el tramiteo parlamentario, camino predilecto de la opción electoralista.Por lo demás, en lo que tiene que ver con reivindicaciones parciales de algunos gremios, los partidos tradicionales terminaron demostrando tener todavía capacidad para ‘atender” e incorporar a su discurso los reclamos particulares (que el reformismo acercaba hasta las antesalas parlamentarias).Habilitados por la legislación electoral cada uno de los partidos tradicionales tenía sus propias alas populares que rastrillaban para adentro del lema una buena proporción de adhesiones populares.Estos mecanismos se revelaron tan consistentes que actuaron en las propias elecciones de 1971 - después de las grandes tensiones de aquellos años - en las que, pese a todo, entre ambos partidos lograron más del 80% de los cargos electivos.

Interpelación a CharloneEn marzo de 1968 el gobierno de Pacheco, a través de su Ministro de Hacienda, Dr. César Charlone, lleva a cabo en los EE.UU. una serie de acuerdos de renegociación y nuevos préstamos con la Banca acreedora norteamericana.El texto de los compromisos asumidos por el país se mantuvo en secreto, hasta fines de setiembre, fecha en que el semanario “Marcha” difunde los pasajes más importantes.A partir de ese hecho dos legisladores del P. Nacional, Héctor Gutiérrez Ruiz y Walter Santoro, plantean el llamado a sala del Ministro. La interpelación recién se llevará a cabo el 13 de diciembre, sobre el final del período legislativo.Dirá entonces el joven diputado Santoro: “Ante esta afirmación, es de pensar que nuestro país está deteriorado, es de admitir que significamos poco en el exterior; y entonces, preguntamos: ¿dónde quedan las expresiones en el sentido de que nuestra economía y nuestras finanzas se recuperan, cuando vemos, como lo ha planteado con total claridad el diputado Gutiérrez Ruiz, que a los bancos particulares de nuestro país se les presta a un interés sensiblemente inferior y no se les exige garantía oro? Cotejo éste verdaderamente desgraciado, verdaderamente dramático en su comprensión y en sus resultados”. (DSCR, 13 de diciembre de 1968. Pág. 519).

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Repercusiones sobre el sistema político“No sé qué va a pasar; pero pasará algo. Quizás un tercer partido”.Zelmar Michelini. Octubre de 1968.

A partir del 13 de junio comienza una repolarización político-partidaria en el país que recién culminará a comienzos de 1971, con la creación del FA.Si, por un lado, Pacheco busca contacto con los blancos liderados por Echegoyen, los sectores desplazados del P. Colorado comenzarán a participar cada vez con mayor asiduidad en pronunciamientos o instancias de movilización en común con la izquierda tradicional y el movimiento popular.La intensidad de la ofensiva gubernamental contra las libertades y el salario de los trabajadores repercutió en el sistema político: en más de una oportunidad aparecen convocatorias para reuniones o mesas redondas en las que empieza a prefigurarse el sistema de alianza que después se condensará en el Frente Amplio (convocatorias en las que junto con los representantes políticos de la izquierda tradicional aparecen Zelmar Michelini, Alba Roballo, Sergio Previtali, Santos Giorello Abelenda (P.N.), Héctor Gutiérrez Ruiz (PN), Juan Pablo Terra (PDC), etc.En otro terreno, el Gral, Líber Seregni solicita, el 6 de noviembre, su pase a retiro. Su decisión se transformó no sólo en un hecho militar sino en un acontecimiento político.En esos días en una reunión de los altos mandos con el Ministro de Defensa Gral. Francese, queda en evidencia el malestar existente en el Ejército ante decisiones del P. Ejecutivo, sin consulta ni asesoramiento técnico por parte de los mandos.A raíz, según se dijo, de un comentario crítico a la actitud del gobierno, es sancionado, con 15 días de arresto, el Director del IMES (Instituto Militar de Estudios Superiores), Gral. Víctor Licandro, otro de los gestores, junto a Seregni, de la coalición de izquierda en 1970/71.La irrupción de la guerrilla en el escenario de una movilización popular fuertemente sofocada va a suscitar simpatía en sectores amplios del movimiento estudiantil, de la clase obrera y de la intelectualidad.Frente a cierto callejón sin salida al que conducía la estrategia reformista, la acción de la guerrilla parecía asumir la representación y la realización de los anhelos de respuesta que algunos sectores populares percibían como necesarios.Al mismo tiempo, su irrupción generó en algunos sectores populares un reflejo de retracción y temor hábilmente inducido por los grupos defensores del Uruguay conservador que detentaban la hegemonía en el aparato estatal y en los medios de comunicación.A las acciones de los grupos armados, generalmente poco cruentas, se sumaba en la percepción de sectores populares amplios, no organizados, de la ciudad y del interior del país, la sensación de inestabilidad provocada por los paros y huelgas, las manifestaciones, los “peajes” y los enfrentamientos con la represión que hemos enumerado anteriormente. Fueron factores que innegablemente contribuyeron a crear el “partido del miedo” a que hacían referencia los senadores Lepro y Penadés.Este alineamiento hacia la derecha de sectores populares numéricamente nada desdeñables se expresará luego en las elecciones de 1971 en el apoyo al reeleccionismo pachequista, a la candidatura de J. M. Bordaberry o a la tendencia conservadora del Partido Nacional, del Gral. Aguerrondo.

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Debate sobre la estrategia del movimientoComo ha escrito Pablo González Casanova: “(…) Surgió un gran movimiento revolucionario con nuevas características de organización y nuevas expresiones ideológicas. Entre las múltiples polémicas destacó una: la que los nuevos revolucionarios tuvieron con los antiguos partidos comunistas. Esta polémica fue muy rica, sin duda la más rica en la historia del pensamiento socialista latinoamericano “.Los acontecimientos de 1968 enriquecieron en el país el debate abierto en toda latinoamérica a partir de la revolución cubana. Tanto desde el campo intelectual como político y sindical se avanzó en el desarrollo de propuestas estratégicas de uno u otro signo.En el movimiento sindical, el debate fue intenso. Si bien la democracia interna no era idéntica en todos los gremios, el debate era alentado por la propia encrucijada en que se encontraba el movimiento popular.

Seis sindicatos con una misma orientaciónEn un documento enviado a la dirección de la CNT el 17 de julio de 1968, seis sindicatos formulaban algunas consideraciones que resultan bastante definitorias del debate entre la tendencia y la mayoría controlada por el PC.El documento firmado por la Unión Obrera del Bao, la Federación de Asociaciones Viales del Uruguay, el Sindicato Único de E. Ghiringhelli, la Federación Uruguaya de la Salud, el Sindicato Autónomo de TEM y la Unión de Obreros E. y S. de FUNSA señala, entre otras cosas, que “en esta situación social no existe margen para el diálogo, o sea para la conciliación y la blandura (…). No resulta posible, con seriedad, postular «retiradas tácticas» o sostener que hay que dejar de realizar medidas de lucha para producir una «desescalada de la represión»(…).En el Uruguay la oligarquía nacional y extranjera está aprovechando todos los mecanismos de la «reforma naranja» (Constitución de 1966) para instaurar una dictadura legal (…). El golpe de estado clásico no ha sido dado, pero se está dando el golpe de estado «legal» a través de una escalada contra los sindicatos, contra las libertades, él nivel de vida y la independencia del país.(…) Los sindicatos y la CNT tenemos, ahora más que nunca, una responsabilidad enorme. Somos plenamente conscientes que la situación no es sencilla y que la lucha puede ser dura y ha de ser larga. Por ello debemos librarla desde ahora. Por elemental solidaridad y a la vez por conveniencia de todos, no podemos permitimos dilaciones que hagan ir quedando solos a los gremios en combate “. Y se desarrolla luego la idea de la necesidad de un plan de lucha de conjunto para el movimiento obrero en esa encrucijada.También resulta de mucho interés el “manifiesto a la militancia federal” firmado por distintas agrupaciones estudiantiles de tendencia: Area 3 (Arquitectura), Grupo 38 (Medicina), Agrupación 26 (Humanidades), Agrupación Lista 11 (Ingeniería), Grupo AGU 68 (Ciencias Económicas), Grupo Universitario de Izquierda ( C. Económicas), Lista 68 (Notariado), Grupo Militante (Química).La dirección mayoritaria concebía la movilización sindical como un campo de trabajo importante pero, en última instancia, subordinado y subsidiario de una estrategia cuyo punto de condensación se esperaba alcanzar en el campo de la lucha electoral.En enero de 1970 (después de que la represión y el aislamiento habían llevado a la derrota a varios conflictos: UTE, bancarios, frigoríficos) el Senador comunista

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Enrique Rodríguez escribe en un trabajo titulado “Los resultados de la táctica electoral en el terreno político-electoral”:“Si esta táctica fue justa. si ella condujo, no a una confrontación total prematura sino a lograr el desgaste del enemigo, empujándolo a que se enrede en sus contradicciones inevitables, mientras el pueblo mantiene, en lo esencial, su presencia combativa, el resultado de esta táctica debe expresarse con cierta claridad ahora cuando se abre lo que llamaríamos la «salida política» “.“Dicho de otro modo, la táctica empleada ¿cumplió el papel de crear unas mejores condiciones para que el pueblo actúe en el período político que ahora se acerca? De alguna manera, ese era uno de los fundamentos de la conducta asumida ante las medidas de seguridad. Y bien, ¿puede dudarse que también en este terreno - el estrictamente político electoral - los resultados de la táctica rendirán sin falta frutos maduros? “.Esta concepción, predominantemente electoralista, será confirmada luego en el ler. Congreso de la CNT en mayo del 69. La persistencia de esta orientación aparece con más vigor en junio del 71, en ocasión del 2° Congreso de la CNT.En el informe que, por mayoría, llevó al Congreso la Mesa Representativa se expresa: “Se podría decir que la oligarquía fue por lana y volvió trasquilada, pues el resultado de estos tres años ha sido el logro de una nueva correlación de fuerzas a nivel nacional.(…) Las acciones que fuimos capaces de cumplir los triunfos que alcanzamos, la unidad lograda, han sido los factores que han permitido que hoy el pueblo se una a una expresión política antioligárquica y antiimperialista y que su acceso al poder será una alternativa concreta y próxima “.Y en la resolución final, aprobada también por mayoría dice:“De estas experiencias, de esta confrontación donde hemos participado en acciones y demostraciones por centenares de miles, donde hemos plebiscitado en favor de nuestras posiciones la opinión nacional, aflora una nueva conciencia, un cambio cualitativo en la correlación de fuerzas sociales de la República, posibilitando en el plano político una alternativa real de poder para la clase obrera y el pueblo.Esta es la confirmación práctica del fracaso de la política oligárquica y la confirmación de la certeza de la táctica aplicada por la CNT”.Los hechos posteriores demostraron hasta qué punto esas expresiones eran equivocadas y fue nocivo el sometimiento de la línea sindical a objetivos electorales. Los gremios golpeados en el 68-69 quedarán debilitados por un largo período, como se demostró posteriormente.En diciembre de 1968, también a modo de balance escribía Raúl Cariboni en “Rojo y Negro”, portavoz de la FAU: “La extensión adquirida por el proceso de agremiación que se ha estado produciendo en nuestro país, impulsado por la necesidad de defensa económica frente a la inflación, evidenció en esta oportunidad su valor potencial como factor de cambio. Sin embargo las fuerzas acumuladas no tuvieron oportunidad de expresarse plenamente, debido a criterios nocivos de trabajo, arraigados en épocas más fáciles y que constituyen la médula del estilo reformista de acción gremial. Se demostró un vez más que la necesidad de acumular fuerzas no es más que uno de los aspectos importantes de las tareas a realizar No menos importante que eso es, obviamente, saber para qué se quieren esas fuerzas y cómo se las debe emplear Esto implica delinear una estrategia que supere el empirismo y la improvisación.(…) La carencia fundamental ha sido la falta de una concepción estratégica de conjunto. La respuesta a las medidas de seguridad ha sido, en lo fundamental, espontánea. El reformismo, dueño de posiciones claves, no ha impulsado la lucha ni

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la ha coordinado. La inexistencia de un centro político revolucionario, con gravitación y fuerza para cumplir ese papel, determinó que el combate se desatara y sostuviera «gremio a gremio» sin una perspectiva de conjunto suficientemente coherente y previsora.(…) A la vez que sus aspectos positivos, en estos seis meses el movimiento popular ha evidenciado limitaciones y carencias. Para muchos eso crea escepticismo o pesimismo sobre las posibilidades de la acción sindical, como factor importante dentro de la lucha contra la política del gobierno. Así como tampoco se plantean ningún tipo de metodología de tipo revolucionario, a nivel del trabajo de masas o a otros niveles, ciertas corrientes que, mientras se siguen proclamando partidarias del Che, de Fidel y de la OLAS, de la situación vivida extraen conclusiones de derecha.Las insuficiencias reales del movimiento sindical y popular exigen esfuerzos por superarlas a través de la lucha, a través del procesamiento de hechos que crean conciencia, a través del insuperable trabajo ideológico y organizativo, lo que hará posible el fortalecimiento del movimiento popular y sus destacamentos de avanzada.Pero quienes de este proceso de seis meses sacan, desde la «izquierda» conclusiones de derecha, piensan otra cosa, tal vez lo que coherentemente siempre han pensado, y que, dado que la situación no estaba tan definida, hasta ahora se disimulaba.Una de esas conclusiones de derecha, que está en la raíz de otras, es la falta de fe en la gente, en el pueblo, en los sindicatos, en la lucha, en la acción directa. De ahí se deriva una práctica centrada en la gestión, la conciliación, la componenda, el diálogo. Menos diálogo y más lucha se concluye de esas tesis claudicantes “.En enero de 1969, analizando los hechos, escribía el Dr. Carlos Quijano: “No sabemos si alguien puede creer que la revolución se hará mañana. Nosotros (…), no lo creemos. La revolución inevitable, entendida como la transformación sustancial de las estructuras es, según la vemos, todavía una larga marcha “.Dice más adelante: “Nuestros países sólo saldrán del subdesarrollo por la vía del socialismo y la integración. En el mundo de hoy, ninguna de las naciones de habla hispana en América Latina tiene, aislada, posibilidades reales de viabilidad. Ello no supone la desaparición de las patrias. Exige, al contrario, la afirmación de las mismas. América integrada será la América de las patrias o no será. Hace ciento cincuenta años que Artigas lo vio así.Pero si no creemos en el modelo capitalista, tampoco creemos que las condiciones geopolíticas y económicas de una revolución estén dadas hoy en el Uruguay de 1969. Y es necesario, absolutamente necesario que sobre estos y otros puntos, cada uno de nosotros, aunque solo sea para evitar caer en verborragias infecundas, medite y se confiese. Cuando se emprende una marcha y se tiene un destino y la revolución es una marcha y un destino, hay que trazarse en lo posible, al margen de las sorpresas del camino y de la lucha cotidiana, con el itinerario un calendario: un mapa de la ruta y una tabla de fechas y etapas.Si de aquí a 1971 las posibilidades de revolución no existen (…), qué hacer entonces?”Y agrega más adelante: “Si se entiende que vale la pena luchar por una alternativa de oposición, por la alternativa de constituirse en la única fuerza de oposición auténtica y si se cree que asumir la responsabilidad de esa alternativa puede apresurar o facilitar la transformación y no degenerar, como ha ocurrido en otros casos, en una entrega, entonces la tarea está perfectamente señalada: organizar esa fuerza, una fuerza que no reduzca su labor a la puramente parlamentaria (…)

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(“Marcha”, 24 de enero de 1969).

En diciembre de 1993, Immanuell Wallerstein dijo en una conferencia: “Era pues la realización de antiguas esperanzas entre los años 1945-1968, esperanzas que llegaron a ser consideradas como falsamente realizadas, lo que subyace explica la revolución mundial de 1968. Esa revolución se dirigía ante todo contra el sistema histórico: contra EE.UU. como potencia hegemónica de ese sistema, contra las estructuras económicas y militares que constituían los pilares de ese sistema. Pero la revolución se dirigía igualmente, sino más, contra la vieja izquierda… “. (Después del neoliberalismo. Siglo XXI. Pág 260).¿Los sucesos de 1968 en Uruguay formaron parte de esa revolución mundial?Obviamente nuestro país no estaba aislado del mundo. El mayo francés fue conocido en Montevideo y algunas de sus consignas, afiches y estilos tuvieron cierta resonancia en las movilizaciones juveniles.También tuvieron eco en Uruguay las movilizaciones universitarias en los Estados Unidos, Alemania, Brasil y la masacre de Tlatelolco en ciudad de Méjico.No obstante, como hemos tratado de demostrar a lo largo de este libro, las raíces profundas de la confrontación del 68 están en la voluntad de las clases dirigentes de arrebatar autoritariamente las conquistas de los trabajadores logradas en los últimos cuarenta años. Y adecuar las estructuras políticas para alcanzar eficazmente esas metas.La izquierda actuó en ese período unida orgánicamente en el plano gremial aunque las divergencias entre el PCU y sus aliados y la tendencia en cuanto a la táctica sindical eran ya bastante evidentes y no harían sino profundizarse.La situación nacional y el clima que se vivía en toda Latinoamérica hizo que la izquierda creciera y acrecentara su protagonismo a nivel nacional, pero se mantuvo profundamente dividida en el plano de las estrategias políticas y de alguna manera esta división obstaculizó no solo actuar de manera conjunta sino pensar la situación del país y las relaciones de fuerza con suficiente racionalidad y coherencia. El dogmatismo y las dificultades para desarrollar adecuadamente un pensamiento propio tuvieron hondas consecuencias negativas.Todas las fuerzas desatadas en el 68 - tanto en el campo popular como en las clases conservadoras - continuarán creciendo en los cinco años siguientes, generando profundas transformaciones en el país.

NOTAS

(1) De acuerdo a la Constitución la “dueña” de las Medidas Prontas de Seguridad es la

Asamblea General, la que fue convocada 58 veces, sesionando sin quorum para decidir

sobre el posible levantamiento de las mismas. A lo largo de 1968 el diputado quincista

Julio María Sanguinetti no concurrió una sola vez las sesiones.

(2) En 1972, el nuevo parlamento elegido en las elecciones del 71 cumplirá, en lo

sustancial, el mismo papel. Ahí se alzarán las manos de los “representantes del

pueblo” para votar el Estado de Guerra Interno, la suspensión de las garantías

individuales y la Ley de Seguridad del Estado que instala la “justicia” militar para los

delitos políticos.

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