HOTELES PARA SOÑAR PATAGONIA (ARGENTINA) Dormir · el glaciar Perito Moreno, en el extremo sur de...

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Dormir [06] HOTELES PARA SOÑAR PATAGONIA (ARGENTINA) EL COLOSO DE HIELO. El glaciar Perito Moreno, patrimonio de la humanidad, es una impresionante masa de hielo que avanza constantemente.

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Dormir [06] HOTELES PARA SOÑAR � PATAGONIA (ARGENTINA)

EL COLOSODE HIELO.El glaciar PeritoMoreno, patrimoniode la humanidad, esuna impresionantemasa de hielo que avanza constantemente.

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frente al glaciar

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Ruge como un trueno cuando sus paredes se desploman. El glaciar Perito Moreno, unade las reservas de agua dulce del planeta, en la Patagonia argentina, es un paisaje úni-co y admirarlo desde la terraza del hotel resulta toda una experiencia. Fotografía de Tuca Reinés.

Por Francesc Relea

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l glaciar me recibiócon un estruendo similar al de un trueno.Lucía un sol espléndido y no había indi-cios de tormenta. El camino atravesaba unbosque de ñires, guindos y lengas –árbolespropios de la región austral–, y una am-plia gama de flores, entre las que abunda-ban los notros, de intenso color rojo. Eltrueno que no era trueno retumbó de nue-vo entre las montañas, esta vez más inten-so. Detrás de una curva apareció, majes-tuosa, la gigantesca masa de hielo varadaen el lago, que en su parte frontal sobre-pasa los 60 metros sobre el agua en su al-tura máxima. El ruido que empecé a escu-char a kilómetros de distancia era provo-cado por los trozos de hielo de distintostamaños que, constantemente, se despren-den de la pared del glaciar.

Recorrí las pasarelas construidas so-bre el lago hasta detenerme en el BalcónNorte, el mejor mirador para contemplaren toda su magnitud aquella maravilla dela naturaleza. Fue el primer contacto conel glaciar Perito Moreno, en el extremosur de la Patagonia argentina, en la fron-tera con Chile. En realidad, el Perito Mo-reno nace del campo de hielo continentalque comparten los dos países de la Améri-ca austral. Desde que me fui a vivir a Bue-nos Aires, éste era el viaje de mis sueños.Tardé dos años en realizarlo. Millones deargentinos no lo han visitado nunca, aun-que todos hablan con orgullo del glaciar.Tienen motivos para hacerlo, y así lo re-conoció la Unesco cuando en 1981 declaróel Perito Moreno patrimonio de la huma-nidad.

Aterricé en Río Gallegos, después desobrevolar 3.000 kilómetros desde BuenosAires. Poco hay que ver en la capital deSanta Cruz, una provincia gigantesca es-casamente poblada, con amplias estanciasque albergan millones de ovejas. Enfilé lacarretera hacia El Calafate, a 320 kilóme-tros, en la margen sur del lago Argentino.Esta localidad de 15.000 personas es el úl-timo lugar habitado antes del ingreso al

parque nacional Los Glaciares, creado elaño 1937, con una superficie de 450.000 Phectáreas. De la masa de hielo continentaldescienden 13 glaciares, entre los que des-tacan el Upsala (595 kilómetros cuadra-dos), el Viedma (575 kilómetros cuadrados)y el Perito Moreno, que tiene una superfi-cie de 257 kilómetros cuadrados y una lon-gitud de 30 kilómetros. Todo el territoriogeográfico de la ciudad de Buenos Airescabría dentro del glaciar. Hay ademásunos 190 glaciares menores que no supe-ran los tres kilómetros cuadrados de su-perficie, no vinculados a la masa de hielocontinental.

Como paso obligado hacia uno de losdestinos turísticos más solicitados, El Ca-lafate cuenta con una variada oferta hote-lera que se ha ampliado en los últimosaños. En sus orígenes era un parador decarretera, cuando la única actividad eco-nómica en aquella zona remota era la críade ganado ovino para la producción delana. Los precios internacionales del tex-til cayeron y El Calafate entró en deca-dencia, hasta que el turismo fue la tabla

de salvación y se convirtió en la nuevafuente de ingresos de sus habitantes. Lle-garon oleadas de turistas de todo el mun-do, y la fisonomía de la localidad cambiódrásticamente con la proliferación de ho-teles, albergues, cabañas, cámpings, res-taurantes, casas de té y establecimientosturísticos.

Cuando viajé a los glaciares, el peque-ño aeropuerto de El Calafate apenas re-cibía vuelos privados. Actualmente ya ate-rrizan aviones comerciales, lo que permi-te evitar las cuatro horas de carreteradesde Río Gallegos. Recuerdo que el díaque me marchaba de El Calafate aterrizóun jet privado en el que viajaba el enton-ces presidente de Repsol, Alfonso Cortina,al frente de un grupo de altos ejecutivosque tenían previsto refugiarse en la paz dela naturaleza para debatir asuntos de laempresa. Habían elegido la hostería LosNotros, el único hotel que existe en el in-terior del parque nacional Los Glaciares.

El recorrido entre El Calafate y el Pe-rito Moreno es de 85 kilómetros. La pri-mera parte discurre junto al lago Argenti-no –el mayor de toda la República, con unasuperficie de 60 por 20 kilómetros– y la es-tepa patagónica. Después de pasar por elcerro de los Elefantes llegué a la entrada

del parque nacional, justo a medio camino.A partir de aquí empecé a bordear por laizquierda el Brazo Rico del lago. La pro-fundidad de las aguas varía entre 35 y 1.000metros. A la derecha comienzan los bos-ques de árboles autóctonos, como lengas,cipreses, ciruelillos y alerces. Es posiblever algún ejemplar de zorro gris, de arma-dillo o de guanaco. La fauna del lugar in-cluye también pumas y zorros colorados.

Llegamos a la hostería Los Notros des-pués de haber visto por el camino las flo-res del mismo nombre. El hotel se levantaen medio del bosque, en un lugar privile-giado frente al glaciar. Me pregunto cómoconsiguió el propietario el permiso paraconstruir el único hotel del parque nacio-nal. Por su condición de pieza única, lahostería Los Notros tiene, probablemente,la mejor o una de las mejores ubicacionesde cualquier hotel en toda América Lati-na. Desde cada una de las 32 habitacionesse contempla la vista espectacular, limpia,sin obstáculos de ninguna clase, del gla-ciar Perito Moreno. Nada más llegar alhotel es irresistible la tentación de aco-modarse en una de las tumbonas de la

gran terraza a la entrada y dejar que tra-baje la vista, vuele la imaginación y se re-laje el cuerpo.

En Los Notros hay paz e intimidad.Cada habitación es distinta, con sus colo-res, su personalidad y su propia visión delPerito Moreno. El paisaje puede contem-plarse tomando café junto a los grandesventanales, desde la cama o desde la bañe-ra llena de espuma. El mobiliario y laspinturas fueron adquiridos por el dueñoen subastas y anticuarios. Las alfombrasfueron tejidas por indios mapuches, los po-bladores originarios de aquella región pa-tagónica.

Ignoro si al frente de los fogones si-gue un francés que cocina como los dioses.Compartimos cordero patagónico y tru-cha, los dos platos típicos de la zona. A lahora de la cena tuve el primer contactocon otros huéspedes, de nacionalidades va-riadas. Bastantes europeos y pocos argen-tinos. Los precios del único hotel del par-que nacional Los Glaciares eran prohibi-tivos para el mercado local cuando estabaen vigor la ley de convertibilidad entre elpeso y el dólar, conocida popularmentecomo el uno a uno. Nadie podía entender-lo, pero la moneda argentina valía lo mis-

La gran masa de hielo varada enel lago sobresale más de 60 metros

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ENTRE GLACIARES.La hostería Los Notroses el único hotelen el parque nacionalde Los Glaciares.Entre ñires, guindosy lengas (árbolesde la región austral)se asoma al espejode hielo del glaciar.

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MARES DE HIELO. El Perito Moreno, desde la terraza del hotel, es una vista espectacular. El 14 de marzo de2004 se produjo el último gran derrumbamiento de la pared central del glaciar. Un espectáculo impresionante.

El desmoronamiento de paredesde hielo tarda años en producirse

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mo que la estadounidense. Parecía una fic-ción, porque en ningún mercado de divi-sas internacionales se cotizaba el peso ar-gentino. Pero no era ninguna ficción cuan-do llegaba la hora de pagar la factura deun restaurante, un hotel o el alquiler de lavivienda, porque el importe en pesos eraequivalente en dólares.

Tarde o temprano, este sistema teníaque llegar al colapso, a pesar de la resis-tencia del ministro de Economía, Domin-go Cavallo, padre de la convertibilidad. Ycolapsó, después de amplias protestas po-pulares y saqueos de comercios, y se llevópor delante al Gobierno de Fernando de laRúa cuando le quedaban dos años de man-dato. La devaluación del peso abarató elcoste de vida en Argentina para quienesllegaban con dólares. Pero no para los ar-gentinos, que cobran y pagan en pesos.

El hotel ofrece un programa en el queestá todo incluido: el traslado desde elaeropuerto, todas las comidas y una am-plia variedad de excursiones al glaciar;recorridos por el lago en barca, y por elparque nacional a pie, a caballo, en moun-tain bike o en vehículo todoterreno, asícomo el descenso en rafting por aguasbravas. Antes de la cena, uno de los guíasque trabajaban en Los Notros explicó lasactividades programadas para el día si-guiente. El gran protagonista de la charlafue el glaciar, del que aprendí un montónde cosas en aquella clase improvisada. Elprofesor era un joven que trabaja en el par-que de los glaciares durante la temporadade verano y da clases de esquí en la esta-ción de Bariloche durante la época de in-vierno. El glaciar debe su nombre al peri-to Francisco Pascasio Moreno (1852-1919),fundador de la Sociedad Científica Ar-gentina y activo explorador de los territo-rios australes de su país. Encabezó la co-misión argentina para la discusión de lí-mites con Chile.

El Perito Moreno es una de las reser-vas de agua dulce más importantes del pla-neta y uno de los pocos glaciares que con-tinúan en avance permanente: unos dosmetros por día; es decir, más de 700 metrospor año. El proceso para la formación delhielo glaciario, una masa cristalina azula-da, se produce por acumulación de neva-das a través de los siglos, produciendo laliberación del aire interior con su propiopeso. El hielo continental patagónico cons-tituye la tercera masa de hielo más gran-de del mundo, después de la Antártida yGroenlandia. La particularidad de los gla-ciares de la provincia de Santa Cruz es quese originan a menor altitud, unos 1.500 me-tros sobre el nivel del mar, y desciendenhasta los 200 metros, lo que facilita el ac-ceso y la observación. El deshielo de estagran masa origina los lagos Argentino y

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MARAVILLADE LA NATURALEZA.Desde cualquierhabitación de LosNotros, el hielodel glaciar es elprotagonista. Lossenderos para aden-trarse en el parquenatural están perfec-tamente señalizados.

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EPS 71* Más información, en la página ‘web’www.losnotros.com.

Viedma, que vierten sus aguas al océanoAtlántico después de cruzar toda la pro-vincia a través del río Santa Cruz.

Con la lección bien aprendida meacosté, no sin antes despedirme del glaciardesde la ventana de la habitación. Dejé lascortinas abiertas a propósito para desper-tarme con la luz del amanecer y ver el Pe-rito Moreno desde la cama. Todo un lujo.Salimos de buena mañana, con viandaspara el almuerzo que habían preparado enel hotel. En el puerto de la bahía Bajo LasSombras embarcamos para cruzar el Bra-zo Rico del lago Argentino y alcanzar laorilla opuesta de la península de Magalla-nes. Durante la navegación vimos grandesbloques de hielo flotando en las aguas.“¡Un iceberg!”, gritó María, mi hija. Aque-llos témpanos eran realmente icebergs apequeña escala que se habían desprendidode las paredes del glaciar. Más tarde pudever de cerca el fenómeno que produce elruido del trueno del que hablaba al co-mienzo de esta historia.

Desembarcamos en la otra orilla y co-menzamos a caminar por una senda cos-

tera que se adentró en un bosque de len-gas. El paisaje fantasmagórico nos dejó sinaliento. Caminábamos sobre una alfombrade troncos y ramas de árboles muertos.¿Qué había pasado en aquel bosque? ¿Unanube nuclear, tal vez? “El año 1947, el gla-ciar rompió con fuerza y arrasó el bosque.El nivel de las aguas del lago Argentinoaumentó hasta 20 metros”, explicó el guía.Una lección más sobre glaciares.

Llegamos a la margen sur del PeritoMoreno, y allí empezaba la aventura deldía: un trekking sobre las montañas dehielo. Desde lejos, el glaciar provoca fasci-nación, encantamiento; de cerca, impre-siona. Nunca había visto tal cantidad dehielo junto. El sol lucía generoso, pero niel anorak ni los guantes estaban de más.La temperatura media anual es de 7,5 gra-dos. Y estábamos en el verano austral.

Para caminar por el hielo del glaciarhay que colocar unos crampones metáli-cos encima de las botas, que evitan cual-quier deslizamiento inoportuno. Todo es-taba perfectamente organizado. No hayque olvidar que nos encontrábamos en lajoya más preciada de la industria turísti-ca argentina. Tal vez las cataratas de Igua-zú sean el otro fenómeno de la naturalezaque puede rivalizar con el glaciar. Para mí

no hay duda. No he visto nada igual comoel Perito Moreno.

Con el calzado idóneo comienza la as-censión, en fila india, siguiendo los pasosdel guía, que de vez en cuando hace una pa-rada para llamar la atención sobre las dis-tintas formaciones del glaciar –sumideros,grietas– y las distintas tonalidades, entreazul y violeta, del hielo. Debajo de las hen-diduras profundas en el hielo discurrenríos sumergidos en el interior del glaciar.El trekking es un subir y bajar constantepor desfiladeros puntiagudos, a los que seagarran los crampones como ventosas. Enel descenso, antes de llegar a la base delglaciar, los guías tienen preparada una pe-queña sorpresa. En una pequeña explana-da espera una mesa con botellas de whiskyy vasos, rodeada de todo el hielo del mun-do para preparar los cubitos. Buenos tiposlos guías. Jóvenes, atractivos, educados,bien entrenados y con la reconocida labiaargentina. Hacen bien su trabajo. Tengouna amiga sueca que visitó Argentina y sefue al Perito Moreno. No quería irse deninguna manera y a punto estuvo de pedirla residencia en la Patagonia.

En la navegación de regreso, la barcase acerca hasta la base de la pared frontaldel glaciar para presenciar el espectáculoindescriptible del desprendimiento de lostémpanos que quedan a la deriva en lasaguas del lago Argentino. La caída de gran-des trozos del glaciar se produce de mane-ra constante, pero el desmoronamiento deparedes enteras de hielo es un fenómenopoco común que a veces tarda años en ocu-rrir. El último gran desprendimiento acae-ció el pasado 14 de marzo de 2004 (el mis-mo día de las elecciones en España).

El Perito Moreno rompe como com-secuencia de la presión que el agua dellago ejerce sobre un dique natural que elglaciar forma en su lento avance hacia lacosta rocosa de la península de Magalla-nes. El rompimiento provoca el creci-miento del nivel de las aguas provenientesdel lago Argentino, que da lugar a desni-veles que llegan a los 30 metros de altura.

Quienes lo han presenciado describenel espectáculo como conmovedor y únicoen el mundo. Ese 14 de marzo, las pasare-las frente al glaciar estaban abarrotadasde visitantes. Había algunos turistas y mu-cha gente de El Calafate, que sabía quedesde hacía cuatro días se estaban produ-

ciendo grandes fisuras en las paredes delglaciar. Después de 16 años de permaneceren silencio llegaba el derrumbe de la pa-red central. Sólo unos 7.000 privilegiadospudieron presenciar la formación de unpuente de hielo natural que acabó desmo-ronándose al cabo de unas horas. Para elloacamparon a la intemperie en sacos dedormir, a la espera del gran momento.Hubo aplausos, gritos y llantos de emo-ción, según contaron los cronistas.

De regreso al hotel, un descanso enlas tumbonas para contemplar el paisajees una excelente culminación de la jorna-da. Para los días siguientes esperan nue-vas opciones, que pueden tener más dosisde aventura, como un trekking de todo undía o la escalada al monte Fitz Roy, o tran-quilas, como la pesca deportiva, navega-ción en catamarán por los lagos cercanosa los glaciares Spegazzini y Upsala, vueloen globo aerostático o una visita a una es-tancia patagónica para presenciar la es-quila de ovejas.

Optamos por una jornada relajada ynos fuimos hacia una bella estancia que

colinda con el lago Roca. Hicimos un pa-seo a caballo a través de la estepa patagó-nica y nos preparamos para dar buenacuenta de un delicioso cordero a la parri-lla. No estaban nuestros cuerpos para so-portar cinco horas de pista y asfalto hastaRío Gallegos, y encontramos la manera deembarcarnos en un pequeño avión quenos llevó desde El Calafate hasta la capitalde Santa Cruz. No fue el mejor vuelo de mivida. A los 10 minutos de despegar, el cie-lo se hizo gris y se acabó la posibilidad dever la Patagonia desde el aire. Nos aden-tramos en una inmensa nube, de la que nosalimos hasta aterrizar en Río Gallegos, laciudad natal del presidente argentino,Néstor Kirchner, que se ha propuesto di-fundir al mundo la belleza de su tierra.Cuando llega un visitante ilustre a Argen-tina, el presidente procura reservar un es-pacio de la agenda para llevar a su hués-ped a la provincia de Santa Cruz y al gla-ciar Perito Moreno. La parada en LosNotros suele ser obligada. Los reyes de Es-paña; el presidente de Brasil, Luiz InácioLula da Silva, y el chileno Ricardo Lagos,entre otros, se han fotografiado junto aKirchner con el glaciar al fondo. ●

De lejos, el glaciar provoca fascina-ción absoluta; de cerca, impresiona