Homileticas2

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Homileticas por Pastor David Cox (c) 2007 e-Sword: e-Sword Clickbook : Homileticas (L) homileticas (P) (este libro es grande, y necesita engargolarlo) Folletos: Sermones: “El arte de explicar la Palabra de Dios” La congregación típica no reconocería buena predicación aun si la escuchará.Predicación es de entender la Voluntad de Dios por las Sagradas Escrituras, y luego de comunicarla, hacer a otros a entenderla, y convencer al público de obedecerla.” Nuestras iglesias son ahogados en palabras, pero tienen sed por entendimiento." Este libro se puede ser fotocopiado libremente pero no se puede usarlo con fines lucrativos . Tabla de Contenido Prefacio e Introducción I. Estudio sobre la Predicación. A. La presentación de la Palabra. B. La explicación de la Palabra. C. La exhortación de la Palabra. II. La Naturaleza de predicar un sermón A. Requisitos para el predicador B. El Predicador como Heraldo. C. El Predicador como administrador D. El Predicador como padre. E. El Predicador como Ministro. F. El Predicador como Estudiante G. El Predicador como Creyente

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Homileticaspor Pastor David Cox(c) 2007

e-Sword: e-SwordClickbook: Homileticas (L) homileticas (P) (este libro es grande, y necesita engargolarlo)Folletos: Sermones:

“El arte de explicar la Palabra de Dios”

“La congregación típica no reconocería buena predicación aun si la escuchará.”

“Predicación es de entender la Voluntad de Dios por las Sagradas Escrituras, y luego de comunicarla, hacer a otros a entenderla,  y convencer al público de obedecerla.”

Nuestras iglesias son ahogados en palabras,pero tienen sed por entendimiento."

Este libro se puede ser fotocopiado libremente  pero no se puede usarlo con fines lucrativos.

 

Tabla de Contenido

Prefacio e Introducción

I. Estudio sobre la Predicación.     A. La presentación de la Palabra.     B. La explicación de la Palabra.     C. La exhortación de la Palabra.

II. La Naturaleza de predicar un sermón    A. Requisitos para el predicador    B. El Predicador como Heraldo.    C. El Predicador como administrador    D. El Predicador como padre.    E. El Predicador como Ministro.    F. El Predicador como Estudiante    G. El Predicador como Creyente    H. El Predicador como Ejemplo Personal    I. El Predicador como Profeta    J. El Predicador como Pastor

III. Tipos y Objetivos de Sermones    A. El Sermón Textual    B. El Sermón Expositivo

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    C. El Sermón Temático    D. El Sermón de un Personaje    E. El Sermón de un Tipo    F. Series de Sermones    G. Sermón para Ocasión Especial        i. Bodas        ii. Funerales

IV. Planeando tus Sermones    A. El Aparato de Planear    B. Material de Prioridad    C. Material de Ocasión    D. Recolectando material        i. Usando Material Ajena        ii. Problemas de Derechos de Autor        iii. Problemas del plagio

V. La Construcción del Sermón    A. Sobrevista e introducción de hacer un sermón    B. Ayudas Generales en construir un Sermón    C. Encontrando el Tema y Bosquejo    D. La Preparación Preliminar    F. Organización de Material    G. Formando la Introducción    H. Formando la Conclusión    I. Uso de textos bíblicos    J. Uso de ilustraciones    K. Apuntes en el púlpito    L. El predicador, su sermón, y una computadora

VI. Problemas en el Sermón

VII. Presentación del Sermón    A. Preparación Espiritual    B. Entendiendo al público    C. Presentación personal    D. Control del Servicio    E. Actualmente Predicándolo    F. Presentación de Ideas    G. Usando Multimedia    H. Excelencia en Predicar    I. Problemas comunes.

Prefacio e IntroducciónDe escribir un manual es de pretender ser un experto en tal área. Es con una admisión mía que no soy nada de experto en la predicación. Aun que unos les gustan mis sermones, no son ejemplos de como debe ser un sermón. Este de la homilética o de presentar en

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predicaciones o enseñanzas la Palabra de Dios es algo que es bastante difícil. Empiezo con una aclaración. Aun que sabemos en teoría lo que debemos hacer, no es siempre fácil o lo que mueve el Espíritu de hacer en un momento dado. Yo hago este libro más bien en que son mis metas en como pienso que yo debo predicar que consejos de cómo siempre lo hago. Tengo muchos errores en mis predicaciones y sermones, y esto es una colección de que yo he hecho mal, y qué trato de hacer para corregirlo con la ayuda de Dios.

Esta obra dedico a los predicadores jóvenes que están empezando. Quiero aclarar también que en cualquier profesión, hay principios que nos guía a la orden y excelencia. En general, un profesional siempre sigue estos principios, y son guías de su profesión. Pero de vez en cuando, él hace cosas que no sigan las reglas. Un artista que sabe bien las reglas de color, profundidad, y otras cosas sobre el pintar, “rompe las reglas” y  aunque lo hace, le sale una obra maestra. Así es lo mismo con la predicación.

El predicador también debe siempre poner mucha importancia sobre el punto atrás del sermón, comunicación. A veces dejamos de seguir las reglas porque la congregación no entiende, o porque alguien hace algo, o pasa algo como alguien que desmaya en el servicio. Estos son las excepciones. Generalmente todas las reglas o principios que te presento son para tener excelencia en la predicación y en el ministerio. Si uno es joven o sin experiencia, será más sabio de seguirlos sin hacer excepciones. Si uno tiene mucha experiencia o que el Espíritu Santo te mueve tu corazón bastante en una ocasión, entonces tal vez “rompes una regla” de vez en cuando. Unos predicadores tienen un estilo muy desarrollado que le funciona pero rompe muchas de las reglas y principios que presento aquí. No juzgo estos, sino admito que Dios da dones diferentes a diferentes personas. Igualmente pido que los que son inmaduros no deben usar este manual para regañar a sus pastores, predicadores, etcétera. Los novatos e inexpertos no deben usar este libro de juzgar a predicadores maestros que a veces “rompen las reglas.” Este manual es para quien que predica, para ayudarle a predicar mejor y no es una base de juzgar al mundo. No es un palo para atacar a predicadores que conoces. Recomiendo que el predicador joven estudie este manual, y lo que le sirve, úsalo, y lo que no le parece, considéralo. Las fuentes de este manual son observaciones de equivocación que yo he hecho (a veces sigo haciendo), observaciones de lo que yo considero que otros predicadores han hecho mal, y de muchos libros y artículos sobre la predicación que he leído para reducirlos todos a este manual.

Homiléticas

Principios de cómo crear un sermón, y como presentarlo públicamente.

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Por David R. Cox

v1.1 © 2006

Hay muchas personas críticas de la predicación hoy en día. No les gusta la forma de predicar vigorosamente la Palabra de Dios aplicándola a nuestras vidas en una forma que no se suelta de sus conclusiones y obligaciones morales. Al fondo de esto es una rebelión intensa en contra de Dios y de Su derecho moral de dictar en nuestras vidas, y en contra de la autoridad de Su Palabra de obligarnos de formas de conducta, pensar, actitudes, u opiniones.

“Por ejemplo, Robert Bratcher, quien era uno que tradujo la versión “Dios habla hoy” dijo, “solamente ignorancia voluntaria o deshonestidad intelectual puede explicar la declaración que la Biblia es inerrante y infalible. Ninguno que ama la verdad, o respecta a Dios, ni un creyente que honra a Cristo puede ser encontrado de tal herejía.”[1] O sea, alguien responsable por traducir la Biblia ha tomado la posición que es imposible y moralmente deshonesto que cualquier cristiano se cae delante del Dios omnipotente a sujetarse a su autoridad y poder. Dr. W. A. Criswell igualmente caracteriza los teólogos errantes hoy en día como personas que quiere dar disculpas para la Biblia”[2].

Todo esto sirve de demostrarnos que el mundo moderno de cristianidad hay sido engañado a una posición de atacar y destruir la Biblia en lugar de estudiar, defender, y exponer la Biblia según la voluntad de Dios. El mundo moderno de cristianidad ha aceptado con gozo la posición teológica del liberalismo[3]. El liberalismo tiene su propósito muy bien definido como un ataque a la autoridad de Dios, que Dios no puede mandarnos o no debemos dejarle controlar nuestras vidas.

El problema grave con el liberalismo es que se presenta en vestidos de “hombres de Dios”, santos y piadosos, pero en realidad son blasfemias y los meros hombres que más promueven esto son lobos rapaces. Parte de no cae en su error es de entender que creen, y donde atacan la buena doctrina, y poner extra defensa allí. En este caso, el liberalismo ataca la Palabra de Dios (como representación de la voluntad divina, que es obligatorio de escuchar y obedecer), y igualmente la predicación (clara declaración y explicación) de la Palabra de Dios.

Para el cristiano obediente, y mucho más para el ministro o predicador obediente, no podemos caer ni en el error de ignorar o menospreciar la autoridad de Dios de dictarnos la vida, ni de rechazar el derecho de Dios de manda y ordenar en nuestras vidas. Aunque Dios ha dicho mucho respeto de esto en Su Palabra, no sirve de nada si nadie sabe ni lee (anuncia) Su Palabra. Esto es donde entra el trabajo del predicador.

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Desde los tiempos del principio del Antiguo Testamento cuando Enoc, el séptimo de Adán (Judas 1:14) predicó y hasta Noé (2 Pedro 2:5), “agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación” (1 Corintios. 1:21).

Marcos 13:10  Y es necesario que el evangelio sea predicado antes a todas las naciones.

Jesús nos presentó la urgencia en predicar la Palabra de Dios al mundo. Vemos la urgencia de Pablo en Romanos 1:15 de predicar el evangelio a los de Roma. Pedro hablando a su grupo dijo “siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.” (1° Pedro 1:23) expresando la importancia de la Palabra de Dios en la salvación. Luego les dijo que “el evangelio os ha sido

anunciada” (1:25).

Debemos hacer claro que Jesús no empezó escuelas, institutos, ni seminarios en su ministerio terrenal. Entonces no tenemos ningún precedente para hacer esto en nuestro día, y menos de confiar en escuelas como el vehiculo principal para entrenar nuestra gente y especialmente nuestros pastores y predicadores.

Dios ha mandado un sistema para que los fieles hagan Su obra, y es tan importante de hacer la obra de Dios en la forma que Dios indica que la hacemos. O sea, en el pensar de Dios, Dios planeó que su pueblo aprende mejor con sermones en el pulpito que en una escuela formal. Nosotros hoy en día menospreciamos lo que Dios instituya, pero debemos entender que la predicación en un servicio de una iglesia es realmente suprema en las formas de aprender doctrina, establecer la vida cristiana, y edificar la iglesia. Aunque pensamos que es mejor una presentación organizada en el contexto de una escuela con reglas, Dios no dijo esto. Dijo entre un contexto de hermanos que demuestran tangiblemente su amor divino y afecto filial uno para el otro, y sermones.

En los sermones en la Biblia vemos una forma distinta de ellos. Primero son para los que son presentes, y no es en un bosquejo de una clase. O sea, cada sermón es individual. Generalmente uno puede entrar en un sermón sin haber oído nada de este predicador antes, y todo hace sentido. Hay repetición planeado para enseñar y reesforzar lo que han oído antes. También vemos que cada sermón tuvo una tarea, un trabajo espiritual y moral de hacer en sí.

Clases en general son del estilo o propósito de informar, educar, o causar entendimiento. Hay un estilo de predicación que es “enseñar” (Efesios 4:11 “pastor y maestro”). Pero por todos modos el problema es demasiado fácil y es un problema muy común de caer en informar solamente. Enseñanza bíblica tiene un cambio moral, del carácter del estudiante en vista siempre. Lo que debemos hacer es un trabajo espiritual, de causar a nuestro público de seguir a Cristo y dejar el pecado. Nunca podamos separar la conducta y alma del estudiante de lo que hacemos en el ministerio.

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El problema general con el mundo no es falta de saber algo de Cristo (educación), sino es su orgullo que le estorba llegar a Cristo (enfrentamiento moral que es predicación). 1 Corintos 8:1 dice que “el conocimiento envanece, pero el amor edifica.” Es muy común que las personas con un poco de estudios y títulos, llegan a ser orgullosos de sí mismo, arriba y soberbios.

Isaías 5:21¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos!

Romanos 12:16 Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión.

Dios ha mandado que nuestra “educación espiritual” debe suceder en el contexto de una iglesia, donde hay predicaciones que son el vehiculo principal de donde las personas aprender de la Biblia. El pastor a fuerzas tiene que ser tierno, humilde, manso, demostrando amor personal e individual a cada oveja, como Dios. Este es la voluntad de Dios.

Ahora no vamos a decir que toda escuela está en contra de Dios. Dejo que cada uno hace opiniones sobre esto por sí mismo. Pero voy a decir que es sumamente en contra del plan de Dios que los pastores y predicadores en iglesias tratan sus propios sermones como algo de poca importancia, como algo que no merece mucha atención, labor, trabajo, o esfuerzo. El hombre de Dios quien predica en la iglesia debe ver que su esfuerzo en el pulpito es la forma principal que Dios enseña a su pueblo.

Óseas 4:6 Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos.

Dios condenó y castigo al pueblo y especialmente sus ministros por que tomaron ligeramente su cargo de ubicar el pueblo espiritualmente. Hoy en día hay un muy mal actitud entre unas iglesias que apoyan y tienen en mente de enviar a todos sus jóvenes a escuelas cristianas, que actualmente ellos hacen poco en la iglesia local, y ponen todas sus esperanzas sobre la escuela o instituto cristiano para realmente enseñar y discipular a su gente. Debe ser que todos pueden aprender mejor en una iglesia local con un pastor que afuera. ¡Qué lastima que los pastores no toman su cargo divino así para cumple con los deseos de Dios! Esto es por que nuestro mundo es tan horriblemente lejos de Dios como está.

Aun que parece que Dios siempre ha tenido hombres de Dios que predicaron Su palabra, no tenemos una definición y descripción formalmente de estos hombres de Dios haciéndolo bien hasta Nehemías 8:1-8 cuando Esdras y sus escribas definieron por nosotros que es la predicación.

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Nehemías 8:8  Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura.

Con ellos, tenemos un enfoque muy específico. Su trabajo era de tres partes: (1) de repetir en voz alta las meras Palabras de Dios, (2) luego de explicar las meras palabras de Dios, y (3) luego de explicarlas para que entendiesen las palabras, en su conjunto como una lectura. Habla de lectura como más que leer un pasaje.

La palabra “lectura” aquí [ar'q.mi] significa convocación, asamblea sagrada. Habla de la convocación del pueblo de Israel para el propósito expresado de comunicar la Palabra de Dios al pueblo. Allí empezamos a definir lo que es un sermón, un servicio, una convocación en una iglesia. Este propósito es de juntar el pueblo de Dios, repetir o leer las meras Palabras de Dios (la Biblia), y explicarlas para que ellos entiendan su sentido. El ministerio de predicador gira alrededor de la declaración del mensaje de Dios, su explicación, y el causar entendimiento de la Palabra de Dios.

“Entender” en hebreo significa que ellos causaron el pueblo de entender la Palabra de Dios tal como que pudieron utilizar la información para su provecho espiritual. Uso y práctica era altamente importante en lo que hicieron.

Entonces los tres elementos en “predicación” como lo define en el Antiguo Testamento son: (1) presentación de la Palabra, (2) explicación de la Palabra, y (3) exhortación de la Palabra.

2° Timoteo 4:2 que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.

Pablo exhortó a Timoteo como un joven predicador, predicar la Palabra de Dios siempre. Es su vocación como ministro del evangelio, como predicador. Usando la Palabra de Dios, el ministerio de Timoteo gira alrededor de corregir falsa entendimiento (redarguye), de reprender rebelión, y de exhortar (animar a cumplir algo o dejar de hacer algo).

El Nuevo Testamento usa la palabra “heraldo” describiendo el trabajo del predicador. Debemos entender bien que su trabajo no es de crear el mensaje, sino de repetir o hacer claro el mensaje tal como ya le es dado por Dios en nuestra autoridad (la Biblia). Es válida la crítica de unos predicadores que “toman sus textos de la Biblia, pero toman sus sermones del periódico.” De entrar en el púlpito, este sagrado escritorio de Dios, donde expone lo que Dios ha dicho, es a la misma vez dejar a un lado nuestras opiniones personales, causas, y prioridades que no tienen su base claramente en la Palabra de Dios. Para el cristiano, nada es más importante o de más alta prioridad que la Voluntad de Dios, y el predicador es el ejemplo vivo de esto, en su vida personal y ejemplar, y igualmente en su mensaje.

Jonás 3:2 Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y proclama en ella el mensaje que yo te diré.

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Jonás tuvo una causa (promover el judaísmo, y ver las demás naciones ir al infierno). En su causa, no cabía el arrepentimiento de los gentiles, y se enojó con Dios por que se arrepintieron, y el juicio de Dios no cayó sobre ellos. El tema de Jonás es de no promover nuestras causas, sino aceptar la obra de Dios como Dios propone que se hace, y las metas que Dios nos da por ella.

Dios nos usa en su obra, pero nuestra parte no es de juzgar la sabiduría o propiedad del mensaje, sino de comunicarlo fielmente. El trabajo del predicador es como el maestro que toma un dado con impresión en ello e impresiona a una pieza de barro para hacer una impresión. Quien que hizo el dado es quien que tuvo el diseño, no el alfarero.

El trabajo del predicador no es de criticar, cambiar, o alterar la Palabra de Dios. El predicador toma lo que le es dado de Dios, y le impresiona en las vidas de los que le oyen para dejar las impresiones que quiso Dios.

Toda predicación debe ser altamente exacta y fiel a la Palabra de Dios, en letra y en espíritu, y debe comunicar exactamente y fielmente lo que quiso Dios comunicar. La vocación del predicador es de tomar lo que encuentra en las Escrituras por sus estudios tal como lo encuentra y de impresionarlo en el entendimiento, corazón, alma, y conciencia de su congregación. Si no lo hace así, no es la obra de Dios. Es un mal sermón, un fracaso en la vista de Dios. Es con un propósito claro y distinto que usan el dado para impresionar metal para hacer monedas. La fuerza es usada porque lo más duro que es el metal, lo más difícil es de impresionarlo. El dado siempre tiene que ser más duro que el metal que trata de impresionar. Así es la Palabra de Dios para nosotros. Golpeo tras golpeo, formándonos y trasformándonos. Siempre con confianza podemos usar la Palabra de Dios para impresionar las vidas confiando que su carácter aguanta en sí es tal que fielmente trasforma las vidas a lo que quiere Dios. Siempre va a salir bien si  usamos la Palabra de Dios para moldear las vidas de nuestra gente.

Isaías 28:10 Porque mandamiento tras mandamiento,  mandato sobre mandato,  renglón tras renglón,  línea sobre línea,  un poquito allí,  otro poquito allá.

Regla 1.    El trabajo del predicador es solamente de demostrar al público lo que ha dicho Dios en la Biblia, de explicarlo para que lo entiendan, y motivarles de obedecerlo.

Debemos entender desde el principio que el predicador es un ministro quien tiene enfrente de él el trabajo, la comisión, el mandamiento de Dios de cumplir con la obra y propósitos de Dios. Definimos bíblicamente la obra de Dios como ir al mundo y presentar el evangelio a los inconversos donde se encuentran, y de los convertidos (los que aceptan esta buena noticia), organizarles en iglesias locales, donde se discipulan a ellos, con el propósito y meta que ellos cumplan con el ministerio. Dios usa el ejemplo secular de un

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pastor con su rebaño para describir el trabajo del ministro. Dios altamente quiere sus convertidos congregados, bajo cuidado espiritual, y creciendo y cumpliendo con la Voluntad de Dios, productivos y reproduciéndose. El ministro es quien que tiene que desempeñar todo lo necesario para que llega a ser esta obra de Dios. Hablando prácticamente, todo lo que hace el ministro, lo hace por hablar la Palabra de Dios a personas. Esto es el ministerio. La mayor parte de esto es hecho en servicios o asambleas públicas que Dios ha diseñado como EL INSTRUMENTO, método, o forma de hacer la obra de Dios. Así nos ha mandado Dios. La meta del predicador entonces es de hacer discípulos de Cristo de su público.

Regla 2.    La meta del predicador es de hacer discípulos a Cristo de su público.

Un predicador una vez dijo, “Amo el predicar, pero aborrezco el preparar sermones.” El trabajo de pastor en el púlpito es simplemente el trabajo de preparar varios tesis cada semana, y presentarlos para que son claros, interesantes, y conmovedores. Esto puede causar muchos problemas para la mayoría de las personas, pero no tiene que ser. Debemos recordar que todo que vale en esta vida cueste. Aun lo regalo,  alguien tuvo que conseguirlo antes de que te lo diera. Este libro es para ayudar el predicador con la preparación de sermones, y su entrego.

La palabra “homilética” viene del griego “homilía” que es conversación (en Latín es sermo, de donde sacamos la palabra “sermón”). Origen (185-254 d.C.) y Juan Chrysostom (347-407 d.C.) son dos muy importantes predicadores en la historia. Origen identificó elementos no literales en el texto bíblico que expuso para “dar vida a la predicación”, y Chrysostom elevó el sermón por imponer explicaciones de la historia, gramática, y explicaciones profundas en sus sermones. Pero vemos un lento desvío de Dios cuando salieron del simple leer y explicar la Palabra de Dios. Esta desviación produjo la iglesia Católica, y con este desarrollo, la importancia de explicar el texto bien, o aun leer o tener un texto fue apagado. La autoridad cambió de la Palabra de Dios al predicador y la organización de la iglesia. Luego en la Reformación, regresaron a exposición de la mera Palabra de Dios, y igualmente vemos en los años después de la Reformación la misma desviación en la misma forma hasta que muchos hoy en día son comediantes religiosos quienes ni pretenden de explicar un texto de la Biblia.

Debemos decir que hoy en día, la mera actividad de predicar ha sido atacada como algo que estorba el cristianismo. Hay personas que ven y tratan la Iglesia misma como un gran estorbo al cristianismo, siempre atacando y menospreciando la Iglesia y siempre ofreciendo alternativas a su estructura y esencia como la Biblia nos presenta. En lugar de iglesias como en el Nuevo Testamento tenemos institutos bíblicos, campamientos, y ministerios que obran adentro de universidades, entre iglesias, etcétera. Iglesias han cambiado su carácter, quitando asientos para aprender para poner mesas y servir

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café y pan mientras que hay una drama “religiosa” presentado a ellos. Todo esto revela un profundo rechazo a la forma divina que Dios nos dio en la Iglesia. La Iglesia es el genio de Dios y si las personas envueltas en la iglesia local sigan las instrucciones, mandamientos, y ejemplos que vemos en el Nuevo Testamento, esta estructura que Dios impuso funcionará con el poder milagroso de Dios. Pero muchos rechazan esto sin razón, y proponen que ellos tienen otra cosa mejor que el plan de Dios. Como siervos obedientes a Dios, no seguimos modas cristianas, sino la Palabra de Dios.

Igualmente la predicación ha sido rechazada sin razón, y hay muchos quienes fabrican alternativas a la predicación. Vamos a definir la predicación como un hombre que sube al púlpito, y con el llamamiento y la autoridad de Dios abre la Biblia, la lee, y luego explica lo que leyó. Su punto es de enfrentar el pecado en la vida del público, y de enfrentarlo con las meras palabras de Dios (su texto). El punto principal del predicador es de cambiar por el poder espiritual de la Palabra de Dios, para que las personas reconozcan su error y corrigen sus vidas. Su instrumento para lograr esto es las meras Palabras de Dios, que se encuentran solamente y únicamente en las Escrituras.

La psicología, modas, y muchas influenzas atacan este cuadro de la predicación. Hoy en día tenemos que regresar a lo que encontremos en la Biblia, y en el Nuevo Testamento especialmente, que es la predicación bíblica. Esto es la obra de Dios, y los que oponen a ello, oponen a Dios. No hay substituto para la predicación. Nada más va a cambiar las vidas de las personas como la predicación. El hombre que siente la carga de predicar, debe sentir esta obra de cambiar vidas por medio de explicar o expositar la Palabra de Dios. Toda predicación es una actividad entre Dios (por medio de Su Palabra y Su Espíritu Santo) y el individuo. Cada predicador debe sentir un llamamiento directo de Dios para esta actividad.

I.               Estudio sobre la Predicación.El Nuevo Testamento usa estas palabras griegas para “predicar” λεγειν, αποfθεγγεσθαι, αγγελλειν, αναγγελλειν, y καταγγελλειν entre otras.  Pero hay dos palabras principales que usan, y el primero es euaggelizomai, euaggelizomai. Esta palabra es compuesta de la base “ángel” (la forma verbal de ángel), y el prefijo “bien” o “bueno”. Un ángel es un mensajero, y esta palabra significa el anunciar las buenas noticias, o el buen mensaje de Dios. Entre los griegos, esta palabra fue utilizada después de una batalla, para avisar su rey, amigos, familia, paisanos, y otros del resultado de la batalla cuando era victoriosa o no. Pablo refleja un poco este sentido en Romanos 10:15 (¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!). Esta palabra no es nada más hablando, chismeando, o charlando sobre los resultados de la batalla, sino tiene la idea de la autoridad del capitán encargado de la batalla en anuncia oficialmente

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y con su autoridad el resultado oficial. Dios representa la predicación del evangelio como un anuncio con autoridad, oficial, por alguien representando a Dios.

1° Pedro 2:9 Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;

El cristiano tiene un propósito en el mundo, y esto es de anunciar el evangelio de Dios al mundo inconverso.

La otra palabra muy importante aquí es khrussw, kerusso, la cual significa de proclamar como heraldo. Esta palabra significa de representar una persona real (del corte, o del rey), y de publicar o anunciar sus palabras, dichos, dictamen, mandamientos, etcétera. Su trabajo nunca es de crear discusiones o platicas (charlas de intercambio de ideas), sino de estudiar lo que la persona real le da de decir, y de explicarlo o anunciarlo. Habla en lugar de su empleador, su emperador.

Muchos en años recientes han tratado de robar la autoridad de la Palabra de Dios, y la predicación es donde han atacado la autoridad de Dios. La palabra favorita es “dialogar”. La idea es que somos dos personas, cada uno con una posición igual valida, y vamos a examinar y discutir sobre cual es lo más razonable. La actitud atrás de esto “dialogar” es siempre de que vamos a dejar los demás la validez de sus opiniones y posiciones, y por medio de la astucia y inteligencia mía, voy a convencerles de cambiarse a mi posición. Simplemente la autoridad es en el talento del orador, y no en las Palabras de Dios. No podamos ofrecer compromisos de nuestra posición si somos mensajeros del Rey de los reyes. Tal como Dios nos presenta, tenemos que exigir. Igualmente, si no tenemos autoridad de decir algo, ni opinamos porque es de incorrectamente representar nuestro Rey.

Podemos enfocar esto en que el heraldo anuncia la llegada de la persona real, y nosotros anunciamos la venida del Rey Jesucristo. Hay preparaciones que son obligatorios en los ciudadanos de este Rey, y esto es lo que anunciamos, cómo prepararse por su venida. Cómo evitar de caer bajo su enojo cuando venga y se enfrenta el juicio de Dios por su rebelión, o peor, por su falta de interés o importancia en el Rey.

<![endif]-->Vimos antes que los tres elementos en “predicación” en el Antiguo Testamento son: (1) presentación de la Palabra, (2) explicación de la Palabra, y (3) exhortación de la Palabra. Igualmente vemos lo mismo en el Nuevo Testamento. 

Regla 3.    Predicación bíblica es compuesta de tres partes: presentación de la Palabra de Dios, explicación o exposición de la Palabra de Dios, y exhortación de la Palabra de Dios.

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En Lucas 4:11-19, Jesús leyó las Escrituras, luego las explicó, y finalmente hizo una exhortación de ellos.

Lucas 24:27 Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.

Aquí vemos que Jesús presentó el texto, luego explicó el texto sacando los principios, y luego aplicó los principios. Su conclusión era que Él es el Mesías del Antiguo Testamento, y debemos creerle, y adorarle tal como es, Dios el Mesías. Esto tiene que ser nuestra definición bíblica de predicar. Igual Pedro en su sermón en Hechos 2:14-36 representó la mera Palabra de Dios, la explicó (exposición), y luego aplicó los principios que sacó del texto a su público. Esteban en Hechos 7 hizo lo mismo. Felipe hizo lo mismo con el eunuco en Hechos 8:26-35.

1° Timoteo 4:13 Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza.

Pablo demostró los mismos tres elementos en su exhortación pastoral a Timoteo. “Predicar” significa realmente exhortar o rogar que aceptara. Enseñar es exposición. Los tres elementos quedan.

Debemos también aclarar que esto es un proceso de causar entendimiento en la persona. Cada predicador tiene que ver su público, y “leerlos”. Quiere decir que si hay expresiones de falta de entendimiento, o confusión (peor durmiendo), entonces el plan que hizo para presentar ideas se pone a un lado, y trata de explicar lo que no entienden. Esto es peligroso (porque uno debe quedarse a lo que ha preparado), pero es muy necesario si no hay comunicación.

Regla 4.    Sin comunicación, no hay nada. Mejor callarse y sentarse.

En este proceso, el predicador toma diferentes tácticas con diferentes personas por que son diferentes. Siempre empieza donde están el público (donde están en su entendimiento). Un grupo puede ser muy avanzado en su entendimiento y otro muy a lo básico solamente. Primero sobre todo es la salvación. Sin la salvación, la persona no puede entender puntos más profundos. Luego hay elementos básicos en la salvación de la autoridad de la Palabra de Dios, identificación con Cristo (bautismo) y con los redimidos (membresía en una buena iglesia). Luego hay servicio. En unos casos las personas llegan a entrar formalmente al ministerio. Pero con cada persona, el predicador tiene que discernir y empezar de donde están ellos, y llevarles lo que pueden adelante.

Entonces la predicación para un grupo va a obligarnos a testificarles del evangelio primero. Pero con otros ya salvos, va a ser algo más avanzado. Para grupos de personas maduras, es todavía otro grupo.

Hay “escuelas de pensamiento” que enseñan que lo mejor de la predicación es siempre en una forma. Lo más famoso de estos son por ejemplo, los seguidores de Jack Hyles quienes predican casi exclusivamente la salvación. No hay crecimiento para los ya salvos.

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Los presbiterianos y Calvinistas tienen tendencia de jactarse de su inteligencia y su posición arriba de los demás (son elegidos), entonces ignoran la presentación del evangelio a inconversos entre la congregación y concentran en enseñanzas muy difíciles de entender para la persona principiante o no muy madura.

Es importante de siempre fijar que hay alta probabilidad de que a lo menos unos inconversos en cada congregación. El punto es balance y variación. O sea, alternamos los sermones para que en una semana sea una buena presentación de salvación, otra semana algo para los nuevos en Cristo, y otra semana algo para los ya maduros.

Igualmente debe decir que es muy buena meta como predicador de tratar de varear su propia forma o estilo de predicar para darles variación. Por ejemplo, a veces predicar un sermón temático, y otra vez uno que es de un solo pasaje, y otra vez de predicar versículo por versículo por un libro. Toma una persona de la Biblia y estudiar su vida marcando lo que aprendemos de su vida. Luego toma una doctrina como la salvación o el Espíritu Santo, o lo porvenir, y haz un estudio de ello. Como en la comida, variación es lo que da gusto.

A.   La presentación de la Palabra.

Esto es el simple leer la Palabra de Dios. Tenemos que limitar nuestros sermones a temas de la Biblia, usando el texto actual de la Biblia, y no salir a temas de filosofía, o eventos del hoy, u otras cosas. O sea, la autoridad y esencia de lo que decimos en un sermón viene de textos de las Escrituras, y no de otras fuentes, aunque podamos usar otras fuentes a veces como material de ilustración, introducción, o conclusión. Es correcto de usar material ajena de la Biblia de demostrar la extrema que vaga el ser humano. Pero es incorrecto de usar un estudio de ciencia, psicología, etcétera como autoridad o exhortación dejando Dios y Su Palabra afuera. La autoridad (y poder) de cambiar viene de Dios, no otras fuentes.

B.   La explicación de la Palabra.

Hay dos fuentes principales de donde sacamos explicación de la Palabra de Dios para entenderla. La primera y más importante es de otros textos relacionados de la misma Biblia que dan luz a nuestro texto. Una concordancia o libro como Tesoro de Conocimiento Bíblico (Treasury of Scripture Knowledge)[4] es muy útil aquí.

La otra fuente principal es por investigación en libros de referencia. Estos son del idioma original, gramática, geografía, cultural del día del pasaje, información sobre naciones, razas, historia, y cultura, y cualquier otro libro de información confiable que habla o da luz sobre un aspecto de algo en tu texto.

C.   La exhortación de la Palabra.

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De hacer un sermón es como preparar una comida. Una vez que decides la receta, te vas al mercado para comprar todo lo necesario. Buscas calidad sobre todo en los ingredientes. Pero después que lo llevas a tu cocina, y pones todo en la mesa, ya no has terminado tu comida. No exiges que tus invitados agarren unas verduras y una olla y empiezan a pelear papa para hacer su sopa. Muchos sermones terminan en este punto. El predicador hace los ingredientes básicos para un buen sermón, pero deja de hacer la exhortación que lleva el punto al corazón de su público. Los ingredientes son buenos, pero ¡venimos para comer, no para cocinar!

A veces tiene miedo de hacer la exhortación o aplicación porque esto es donde muchas se ofenden. Es una cosa seguro y sin controversia de enseñar claramente que nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo, pero es otra cosa más “peligrosa” de luego aplicarlo y decir que no debemos hacer pecados contra nuestros cuerpos como el fumar, la pornografía, las drogas, el sexo, etcétera. Como unos han dicho, “El predicador ha dejado de predicar y empezó a entremeterse.”

Vamos a decir claramente que la predicación de la Palabra de Dios es muy peligrosa. De enfrente tu gente con sus pecados, y un plan de cambiar sus vidas es generalmente rechazada por todos. “¿Quién eres tu para decirme esto?” dirán. El asunto queda en primero que eres llamado de Dios para tomar parte de esto, y segundo que tu tienes tu vida en orden para demostrarles como deben vivir sus vidas. Por todos modos muchos te atacarán no porque eres tan malo o porque tu mensaje es herejía, sino por que ellos no aceptan lo que Dios les dicen de cambiar. Muchos aceptan muy bien de no tener más que una esposa, pero los mismos tienen mucho problema con diezmar o sacrificar para la obra de Dios o cuidar su lengua. La lucha no es entre el predicador y su público, sino entre ellos y Dios. Dejarlo allí. No entras personalmente a esto, excepto de ser el instrumento por lo cual Dios va a trabajar. No expresas tus opiniones personales (no son vivientes ni bien recibidos generalmente). Haz todo lo posible de ser amable, demostrar cortesía, amor, y servir a la congregación para que no usan tu falta de respeto y interés en ellos como la razón porque ellos pueden rechazar tu mensaje. Nuestra reputación y relación con la congregación es lo que nos da validez y acepción entre ellos para hablarles de sus almas. Nunca olvida este punto.

Regla 5.    Nuestra reputación y relación con la congregación es lo que nos da validez y acepción entre ellos para hablarles de sus almas.

Regresando al ejemplo de una comida, un sermón tiene muchos elementos que en su conjunto hace un buen o un mal sermón. Una buena comida tiene algo de abrir el apetito (introducción), luego el guisado principal (cuerpo del sermón), y luego el postre (la conclusión). Hay elementos en comer no muy claros para definir que son muy importantes como el ambiente, que selección de comida en que tiempo del año. Suficiente comida pero no demasiado. También hay choques en la comida que buenos cocineros evitan. No haces

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unas combinaciones como poner vinagre en dulces. Los elementos en sí no son malos, sino la combinación es lo que hace asqueroso la comida.

Debemos tener mucho cuidado con la aplicación de nuestros sermones. Debemos extraer del texto principios espirituales que se pueden aplicar en las vidas de nuestra gente hoy en día. Estos principios deben ser muy claros, y debemos tener mucho cuidado como lo proponemos estos principios. Tenemos que ser muy exacta con el texto, de manejarlo lícitamente y con reverencia. Luego hay una tentación de aplicarlo a situaciones especificas sin ponerlo en principios generales primero. El problema con esto es que muchos no van a tomar la aplicación a sus vidas por que no entienden el principio general. Por ejemplo, cuando predicamos sobre la mujer siendo sujeta a su esposo, y el esposo amando a su mujer, muchos solteros no toman mucho en cuenta esto. Hay viudas igualmente que no ven mucha aplicación personal en el sermón. Una vez que el predicador establece el principio (por ejemplo, hay autoridades en nuestras vidas que debemos obedecer y sujetarnos), debe buscar aplicaciones específicos para ayudarles de aplicarlo a sus vidas. Por ejemplo en el ejemplo arriba, Efesios 5 lo hace esta relación paralela con nuestra relación con Cristo. Debemos sujetarnos primero a Cristo, y amar más a Cristo, sacrificando más por Él por que su amor es profundo para nosotros, y nuestra rebelión constante.

Regla 6.    No debemos faltar de aplicar prácticamente los principios que extraemos de la Palabra de Dios.

Aquí notamos que muchos predicadores que son muy buenos en exposición que se paran antes que deben. Piensan que con la exposición de la Palabra, la aplicación es obvia. Pero no siempre todos ven la aplicación, y por todos modos, el sermón debe ser aplicado a las vidas del público en una forma de demostrar compasión y pasión, simpatía y empatía con el público. Mientras la exposición revela la mente del predicador, la aplicación o exhortación demuestra su corazón hacia sus hermanos en Cristo.

La aplicación es una sugerencia (entre muchas que pueden hacer de un principio) de como podamos vivir diferente si seguimos este principio de tu sermón. Cada sermón debe tener una tesis, una propuesta de que debemos vivir o creer diferente para obedecer a Dios. Esto de ser bien formado en el tema, y bien reflejado en el título y defendido por cada punto del sermón. El problema grave con muchos sermones es que el mismo predicador nunca definió en su mente que es el punto de su sermón, entonces nada más habla por un rato hasta que se aburren su público, y termina en una oración.

II.            La Naturaleza de predicar un sermón.

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La predicación de un sermón no es lo mismo de cualquier otro tipo de oratorio verbal. Es algo muy especial. Hoy en día hemos llegado a ser una cultura que es de plano rebelde. Cuando hablamos de cualquier cosa, la respuesta es “¿Y qué tiene que ver esto conmigo? ¿Por qué debo hacerte caso? ¿Quién te dio derecho de decirme a mí qué hago o no hago?” Este problema concentra en el asunto de autoridad.

Cuando las autoridades se multiplican contradiciéndose, nadie hace caso de nadie.

La respuesta a esto es simplemente no usar formas que no tienen la autoridad de Dios. El propósito de predicar es de comunicar un mensaje de Dios. Esto quiere decir, Dios tiene algo de decir sobre tu vida. Usa la Biblia, concéntrate en las Escrituras, y deja material de ilustraciones, bromas, cuentos, y otras cosas afuera, o a lo menos limita estos a un mínimo.

“¿Quién dice?”: El predicar tiene altamente de ver con autoridad. Las personas que quieren persuadir a otros tienen que hacerlo empezando con las autoridades, la tuya, la de ellos, y la que ellos deben tener como autoridad, y por qué tienen que tomar esta autoridad. En Hechos 17:22-25, Pablo habló delante de filósofos incrédulos. Empezó con Dios quien nos creó (Creador), y por esto, Dios tiene un derecho sobre nosotros como nuestro Creador de mandarnos. Aunque en muchos casos esta rebelión de nuestro día no se presenta con argumentos o algo muy visible, muchos simplemente cierren sus mentes, o empiezan a pensar en otras cosas durante el sermón, pero por todos modos no te hacen caso como predicador, como mensajero. La predicación no se trata de calentar asientos en un auditorio, sino de cambiar vidas. Muchas iglesias yerran en nuestro día por pensar que han logrado algo de juntar las masas en sus auditorios. Cada buen predicador tiene que tener una profunda creencia en la autoridad de Dios para mandar en nuestras vidas. El predicador es el instrumento de Dios en cambiar espiritualmente las vidas de las personas. Tiene que ver su misión es de  ser el instrumento de Dios para cambiar sus vidas y traerles a conformidad con la voluntad de Dios.

Regla 7.    El objetivo de la predicación es de cambiar vidas, para que obedezcan la voluntad de Dios, y para que dejen el pecado.

“¿Qué dice?”: Unos de los problemas más graves en la predicación de la mayoría de los ministros e iglesias es esto, no predican la Palabra de Dios. O sea, si predican de la Biblia, pero nunca han entendido que es el punto atrás de una enseñanza, o lo tienen muy oscuro y mal entendido por el parte del predicador. Es como un telegrama. Si el papel que la persona da al operador del telegrama no es legible, entonces el operador no lo entiende, no puede transmitirlo correctamente y fielmente. Parte de nuestro trabajo como predicador es de ser un excelente estudiante de la Palabra de Dios. Nada sirve si no tu como predicador tienes el mensaje correctamente y claramente

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el mensaje que estás dando. Aparte de entenderlo, tienes que comunicarlo fielmente.

Por esto es igual (o más) de importante de interpretar correctamente las Escrituras. (Este presente libro de Homiléticas tiene su libro I, Hermenéuticas que se puede bajar gratuitamente del Internet de http://www.davidcox.com.mx/libros).

Regla 8.    El predicador tiene la autoridad de Dios para enseñar, predicar, y exponer solamente lo que es la voluntad de Dios expresada claramente en la Palabra de Dios.

“¿Cómo lo dice?”: Aparte de qué dices, tienes que pensar en cómo lo dices. Hay varias diferentes formas de decir algo, pero el predicador está interesado en cómo decir lo que tiene que decir en la forma que hace más eficaz el trabajo. El predicador tiene que entender como un buen maestro que diferentes personas son diferentes en entender un tema. Unos lo agarran rápido y otros tardan mucho. Por esto es mejor que el predicador pon las cosas lo más simple y claro que puede. Aquí enfocamos en que el objetivo es de hacer interno la verdad que quiere presentar. Un conocimiento ligero no es suficiente sino que la persona tiene que entenderlo, y luego vivirlo, cambiando como actúa en la vida para incorporar esta verdad en sus vidas. Esto es nuestro propósito, que nuestra gente vive las verdades de Dios como parte íntegro de su vida. De un lado el predicador no puede parar con la simple presentación de versículos. El sermón tiene que tener un formato que va a causar entendimiento, y luego motivarles a asimilar la verdad a sus vidas diarias. Muchos jóvenes empiezan predicando con una lista de abarrotes. Son listas de versículos que no tienen mucho de ver entre sí, y si tuvieron algo de relación, nunca vas a verlo por lo que explica y predica el predicador. Hay un precioso balance entre presentar muchos versículos, y presentar menos versículos y explicar mejor estos que tocas.

Regla 9.    Predicación es la facilitación del entender y obedecer (hacer interno en actitudes y prácticas) la Palabra de Dios.

Además debemos ser muy claros que somos representantes de Dios en entregar un mensaje de Dios. Dios pone mucha importancia sobre las calificaciones del hombre de Dios. O sea, no cualquier puede subir al púlpito para predicar, ni tampoco podamos decir que no son importantes nuestras vidas y testimonios como predicadores. Un predicador debe tener doble de precaución de un cristiano normal en cosas dudosas o de posible mal testimonio. Hay unos predicadores que toman la idea de la ofensa del evangelio, y ellos tratan de provocar ofensa en su público. Con conciencia, tratan de decir las cosas en una forma que causa un estilo de rechazo o infama simplemente por su manera de descortés y su actitud en decir las cosas. Debemos ser francos y directos, pero no debemos maltratar o abusar ni el mensaje ni el rebaño del Señor.

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Regla 10.                    Siendo mensajero, el predicador tiene que presentar el mensaje sin causar antagonismo o rechazo antemano por su forma de actuar o su actitud en predicar.

En hablar del testimonio del predicador y su forma de portarse, debemos aclarar que el sarcasmo o de ser sarcástico no tiene lugar ni en el púlpito ni tampoco en la vida de un predicador. Es de mal gusto, y no es digno para un representante de Dios.

El sarcasmo es una forma de burlar o mofarse de otro. Es un insulto de una forma. El predicador no se baja de ser representante de Dios para entrar en estos asuntos. Se cuida de sí mismo.

El sarcasmo es algo de critica indebida hacia a otros, que a la verdad no les ayuda. Es mucha falta de amor de tu parte si eres sarcástico con ellos. El pastor es como un doctor, no sirve si no puedes compartir fácilmente las cosas más íntimas. Nadie comparte necesidades secretas y dolorosas a alguien que va a burlar a ellos, o peor burlar de sus problemas en público, o hacer chismes y bromas a tu gasto personal.

Regla 11.                    Sarcasmo no tiene lugar en el púlpito ni afuera.

A.   Requisitos para el predicador.

Debemos empezar esta sección con un buen entendimiento sobre quien es que debe estar predicando. Según lo que dijo Pablo en 1ª Timoteo 2:11-15 y 1ª Corintios 14:34-35, el predicador es siempre un hombre. Vemos que hubo desorden en la iglesia de Corintios en sus cultos. Pablo escribió capítulo 14 para corregir esto, y unos de sus puntos es que cuando hablamos de predicar y enseñar en la iglesia, la mujer está excluida de esto en cultos públicos (donde hay hombres presentes o que puede entrar un hombre de la calle). Podamos decir que la mujer puede enseñar y predicar si no hay hombres en el servicio, pero si hay un solo hombre, o sea, no es una reunión de puras mujeres, la mujer no debe tomar dominio, oficiar, dirigir, predicar, ni enseñar. Esto (de reuniones de puras mujeres) es la única excepción que podemos permitir en esto. En 1ª Timoteo 3 Pablo nos dio los requisitos para los que participen en la obra como pastor y predicador. En la sección inmediatamente antes de esto (2:11-15), descalificó toda mujer de estos trabajos (cuidar la iglesia como gobierno, o de alimentar la iglesia como maestro o predicador).

A veces hay iglesias y hermanos que toman la opinión que todos los hermanos deben tomar un turno en el púlpito y no deben tener un pastor o un predicador central. Sus conceptos no se base en la Biblia sino en un deseo de echar sobre otros la obra de Dios en una forma no bíblica, y a veces el asunto es que no quieren sacrificar económicamente para pagar el salario de un pastor.

Explico muy bien esto en otro libro que escribir sobre el pastor. Puedes bajarlo gratuitamente de mi sitio http://www.davidcox.com.mx/cox/index.htm.

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Debemos ver que el pararse delante de un grupo oficialmente es algo que dice mucho sobre el grupo. ¿A qué tipo de persona ellos permiten representarles? ¿Qué son sus normas, doctrinas, prácticas, convicciones, y prioridades? Los ejemplares en su pensar es quien que les dirijan, quienes que les dan la instrucción. Gálatas 6:1 habla de los que son espirituales deben corregir a los que son sorprendidos en pecado. Siempre es el ejemplar (de sus normas y morales) quien que este enfrente, hablándoles de la Palabra.

No todos los hermanos deben entrar en el púlpito de predicar. Esto no es decir que solamente el pastor debe hacerlo, pero debemos tener en mente que es una estima de la persona cuando el pastor le deja subir al púlpito de predicar o enseñar. Igualmente no es de decir que no es correcto que de vez en cuando que otros hermanos en la congregación también suben a predicar un sermón.

Según 1 Pedro 3:15, cada cristiano debe siempre estar listo para dar razón por la esperanza que queda en él. Pero esto no es decir que es lo mismo que cada persona o cada hombre debe “predicar”. De usar la palabra “predicar” como sinónimo con el “evangelizar” es de bajar en nuestra vista la predicación a hacerla común y ordinaria. La predicación del evangelio lleva en sí una representación (como embajador o heraldo) que en sí tiene una media de ser “oficial”. Estos que admitimos que son predicadores oficiales de Dios son personas con un llamamiento especial a este ministerio, y tienen requisitos expuestos en 1 Timoteo 3 y Tito 1. Esta autoridad va con el ministerio de cuidado espiritual (el pastor), y hay estima, respeto, y sumisión por lo demás de la Iglesia al pastor y los líderes de la iglesia, que no es necesariamente debido a todo quien sube a predicar o enseñar de vez en cuando.

Debemos hablar del don de predicar. Tal vez la Biblia no usa esto como un don exactamente, pero hay ministros que tienen mucho talento en predicar. Debemos dejar tal ministro de ejercer su don.

Regla 12.                    El predicador tiene que buscar diligentemente y sin vergüenza de interpretar correctamente la Palabra de Dios.

2° Timoteo 2:15 Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.

Tal vez el punto más importante para cualquier predicador es de correctamente usar la Palabra de Dios. Sin esto nada más es importante. O sea, si el predicador falla en correctamente discernir el mensaje de Dios en el texto, de nada sirve lo de más de los puntos de este libro. La palabra en este versículo “usa bien” es [ovrqotome,w] que significa de cortar recto, de proceder en caminos rectos, y curso derecho, que es equivalente de proceder en el curso correcto. Significa también de manejar correctamente, suavemente (el opuesto de manejar bruscamente y sin conciencia al daño o violencia que uno hace a algo).

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Fíjate que la forma de correctamente usar o interpretar la Palabra de Dios es con extrema diligencia de proseguir esta meta para presentar a uno “aprobado” delante de Dios. Como obrero, hacer las cosas en una forma que no le va a avergonzarse luego. O sea, de aplicarse diligentemente en estudiar y trabajar tal que uno no tendrá vergüenza en el día de juicio.

Es importante que el predicador entiende y respeta la Biblia, sus divisiones, y como Dios ha impuesto las cosas en la Biblia.

B.   El Predicador como Heraldo.

Definición de “heraldo”: “Heraldo” es un concepto relacionado con reyes y sus cortes. La idea es que en tiempos antiguos, no parecía digno de que un rey está gritando cuando hable a un grupo grande. Por lo mismo es muy problemático que el rey habla y las personas atrás de un salón grande no le escucha. Entonces implementaron el ministerio de heraldos. Un heraldo se pare cerca del rey (un lugar de alto honor) para repetir las meras palabras del rey para que todos presente escuchen bien lo que ha dicho el rey. El punto aquí es que desempeña su ministerio para que la gente escuche y entienda las meras palabras del rey.

Hay requisitos para un heraldo: (1) Primero sobre todo es fidelidad. El heraldo puede perder su vida por hacer la grave infracción de cambiar o modificar o dejar caer las palabras del rey. Simplemente, el rey escucha todo, y si se equivoca, no es de nada más quitarle su ministerio, pero muchas veces era de quitarle su vida. Luego el heraldo iba al pueblo para leer estas palabras en forma de un anuncio oficial del rey. El rey tiene que tener la confianza de que no aumenta, no quita, y no cambia las meras palabras y sentidos del rey. Como predicador, tenemos que ser muy reservado a interpretar y poner nuestras propias ideas en el mensaje. Tenemos que dejar que el mensaje y las ideas vienen de Dios (las Escrituras), y no esforzamos el texto para decir lo que queremos que diga.

(2) El segundo requisito para un heraldo es que tiene que ser oído y entendido bien. De hablar claro y fuerte eran requisitos para heraldos. Aquí hablamos de hablar con las palabras que el pueblo puede entender. Si el rey inicia o usa palabras peculiares a un tema, el heraldo tiene que usar estas meras palabras, pero se vale de explicar lo que quiso decir el rey. Allí es donde entra la interpretación de textos. Debemos aclarar aquí un momento. El heraldo es presente en muchas de las discusiones sobre temas que hace el rey con los otros ministros y personas. O sea, se entera de información que no es necesariamente para todo el pueblo. Por su conocimiento general de estos asuntos, tuvo mayor entendimiento de estas cosas, y pudo hablar y hacer comentarios y explicaciones. Hasta el heraldo a veces pudo indagar de un tema con el rey en privado para que él entienda bien y puede explicarlo a los demás.

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Regla 13.                    Predica exactamente lo que es la Palabra de Dios, no quites partes, no aumentas partes, y no cambias nada.

Apocalipsis 22:18-19 Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.

Lo más importante de tu vida como predicador es el mensaje que comunicas. Vamos a decir simplemente que fidelidad al mensaje de Dios es lo que hace un predicador honroso y bueno, y otro despreciable y reprobado. Debes preparar, y es mejor de tener menos material, pero de tenerlo todo bien verificado y confiable, que tener más material, y tener dudas de unas partes de ello. Cuando hablamos de predicadores y sermones, casi nadie va a culparte por terminar temprano, sino todos se fastidian por pasar la hora. No nos cuesta mucho en actualmente abrir nuestra Biblia con el bosquejo final en mano y verificar las citas y tomar un momento a ver si de veras dice lo que estamos diciendo que dice.

Regla 14.                    El buen predicador tiene llamamiento por Dios a comunicar el mensaje de Dios, y representar a Dios delante de un grupo.

Debemos entender que el hombre de Dios que se atreva hablar por parte de Dios debe llevar en sí unas cosas bien plantadas en su corazón. Unas de estas cosas es un llamamiento por Dios. En este llamamiento, el predicador debe entender la necesidad de este trabajo espiritual, y debe sujetarse a los requisitos de un hombre de Dios, y debe seguir en obediencia lo que Dios nos manda, siendo un ejemplo para los hermanos de qué es un hombre de Dios. Aparte de esto, debe sentir en su alma que Dios está llamándole para que cumpla con este ministerio. La necesidad es grande, y debemos orar al Señor de la mies que mande obreros, pero nosotros debemos ser dispuestos de ir primero antes de nada. Nadie representa el Rey sin quien que el Rey le llama. Los que faltan en su testimonio personal deben arreglar esto primero (quedándose afuera del ministerio hasta que puede decir que es ejemplar en su vida personal), o decidir de quedarse afuera permanentemente si tiene pecado tan grave que siempre va a manchar su testimonio para siempre. ¡Dios exige instrumentos limpios!

El problema de “manchas” en su testimonio es muy difícil. Si la congregación no pueden decir, “Quiero ser como mi pastor, o mi maestro de Escuela Dominical”, entonces no debes entrar ni seguir en ello. Todos fuimos inconversos en un tiempo, pero unos pecados nos sigan toda la vida (como divorcio, homicida, homosexualidad, etcétera).

Regla 15.                    El buen predicador mantiene una autoridad mientras que habla por Dios.

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Cuando un hombre de Dios sube al púlpito a hablar, debemos entender primero que somos nada, ministros sin importancia en nosotros mismos, pero en comunicar el mensaje de Dios, no hay nada más importante que nuestro mensaje y trabajo. Por respeto al oficio de anunciar el mensaje de Dios, cada creyente debe tener una medida de respeto al quien que predica.

Si el ministro no sabe con certeza lo que va a decir es realmente correcto en la luz de la Biblia, no debe predicarlo. El punto de estudiar la Palabra de Dios es de verificar nuestro mensaje que consta con la verdad, las Escrituras. Si no puedes con toda certeza en tu corazón decir que es así, mejor que no digas nada, o limitar a lo que dices a solamente lo que estás seguro. Un embajador que habla de dudas, o de su opinión personal haciendo la distinción que a lo mejor su autoridad lo toma diferente, o peor que declara “oficialmente” (de su autoridad) una cosa para encontrar que no es cierto es simplemente un pecado, y peor es de enojar Dios en contra de nosotros.

O sea, el predicador nunca debe hacer disculpas o tener una actitud de disculparse en el púlpito por su mensaje. Si ha hecho algo malo o ha dicho algo que no es bíblico, debe admitirlo y pedir disculpas por ello, pero aun esto debe ser raro la vez. Es por falta de preparación que este pasa, o muchas veces es por no predicar lo que tenga estudiado y escrito en sus apuntes. El predicador sube al púlpito para quitar dudas en las mentes de las personas, y no para aumentar aun más. Habla de lo que sabes con certeza que es la verdad de Dios. No entras en “pastos” dudosos. No entras en temas o áreas que causa dudas y destrucción, división y contención por su ambigüedad bíblica, sino concéntrate en cosas que causan edificación espiritual de las personas. Entras en cosas que el público delante de ti necesita, y cosas en que Dios claramente ha hablado para ellos.

Nuestra carga y trabajo es de representar con autoridad, y de aclarar asuntos con el público. Cualquier otra cosa es de despreciar la autoridad que representamos. Hay predicadores que tienen vergüenza de algo que la Biblia dice. Por ejemplo, cuando habla de Dios mandando a Israel a destruir a otros pueblos, o aun del castigo eterno en el infierno, toman una actitud de vergüenza hacia ello, como Dios está mal en lo que dice o hace. No es adentro del poder de un embajador de hacer política, sino de exponerlo su ministerio de mensajero y representante. Como siervos de Dios, igualmente, no tenemos el lujo de juzgar o asignar valor de bien o mal sobre lo que decide Dios. Todo es bien para nosotros simplemente por que viene de Dios. Todo lo que Dios hace es bien. Nada es malo. No actuamos con vergüenza sobre lo que ha hecho Dios. Si unos no les gusta, es por que no entienden que Dios es el Dueño de todo, y es adentro de Su disposición de hacer lo que quiere con lo Suyo. Si Dios quiere mostrar misericordia o brutalidad, es adentro del derecho de Dios como Creador de hacerlo.

Regla 16.                    El buen predicador tiene un elemento de urgencia y persuasión en su forma de comunicar.

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2 Corintios 5:20 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.

El predicador es el intercesor entre la persona bajo el castigo de Dios sobre el pecador y Dios. En esta posición le urge de comunicar los avisos de Dios y la situación espiritual de la humanidad y de convencer su público de la necesidad de cambiar su vida de muerte a vida. Siempre esta urgencia y persuasión sale fuertemente en su predicación. Es una carga que no puede vivir sin descargar su alma de esta responsabilidad.

“De amar a predicar es una cosa, pero de amar a quienes que predicamos es otra cosa.” Richard Cecil.

Estamos hablando aquí sobre pasión en predicar, y compasión por la gente a quien predicamos. Son dos diferentes cosas. Muchos predicadores tienen mucha pasión a predicar, pero toman poca piedad sobre quien que se siente bajo su ministerio. Sobre todo debemos tener compasión a nuestras ovejas. Sin la Palabra de Dios, no tienen remedio por el pecado en sus vidas, y sufren y van a sufrir más.

Regla 17.                    El buen predicador siempre se porta con seriedad.

Parte de mantener la autoridad de Dios es de limpiar tus presentaciones de elementos de frivolidad, ligereza, o de elementos indignos de un embajador de Dios. La impresión que hacemos representando a Dios depende en lo que dices y como te comportas. El predicador debe portarse con toda dignidad. Esto significa que no va divulgando siempre una imagen de sí mismo como bobo, tonto, o infantil. Dejamos estas cosas a un lado cuando levantamos la Biblia para representar a Dios. El hombre de Dios es como un doctor dando medicina a un paciente que está muriendo. No hay lugar en este escenario para ligereza, bromas, o indiscreciones. Sin la medicina, su paciente muere sufriendo. Con la medicina puede tener buena vida, pero aun en dárselo, no debe uno tomar ligero lo que está pasando enfrente de él, ni de tomar ligeramente su parte en este proceso de cambiar las vidas de muerte a vida. Si por una sola palabra de broma, ligereza, o indigna de su trabajo, una persona rechaza lo que necesita espiritualmente, o aun tarde un momento más en aceptarlo, es una tragedia evitable si solamente tomamos las cosas de nuestra vocación con seriedad.

Imagínate un doctor haciendo bromas de mal gusto cuando está dando instrucciones de medicina a un paciente a punto de morir. Se cae mal ni modo como lo ves.

Regla 18.                    El buen predicador saca su mensaje de la Palabra de Dios, y no fabrica su mensaje de otras fuentes o de sí mismo.

Debemos entender que como heraldo, tenemos que buscar siempre el mensaje que predicamos de la Palabra de Dios. Hay siempre la posibilidad de sacar una frase o versículo, y torcerlo a significar a lo

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que queremos que diga, pero esto será de invalidar nuestra comisión como heraldo. Debemos entender que si nosotros (predicadores) no entendemos bien el mensaje de Dios, no podamos comunicar nada bien a nuestra gente. Estudio, duro estudio, es lo más importante para comunicar bien el mensaje. Uno debe estudiar todo que tenga a la mano, pero después debe meditar en su corazón sobre su mensaje para ver si realmente concuerda con el todo de la Palabra de Dios.

Tal vez el elemento que decide más si escojas buenas temas o no para predicar, es tu entendimiento sobre la naturaleza humana, y tus conocimientos sobre tus propios ovejas. Por esto el trabajo de predicador y el ministerio de visitar en casas y diagnosticar, recetar, y remediar es siempre la misma persona. Cuando una iglesia separa los consejos a una persona, y los pastores y maestros a otros, no entienden los que predican los problemas actuales de las ovejas. Temas para sermones muchas veces salen de platicas con tu gente que te revelan mal entendimientos sobre conceptos y temas necesarios en la vida cristiana. No divulgamos confianzas, pero muchas veces un problema es repetido en muchos de los miembros, y se vale de predicarlo discretamente.

El fiel predicador estudia las Escrituras para ver las condenaciones y mandamientos de Dios, y estudia su gente para ver qué necesita tratar, y cual es lo más alta prioridad.

Regla 19.                    El predicador tiene que comunicar fielmente el mensaje que Dios nos ha dado.

Esta regla va con la regla arriba. No es suficiente de ser legalista con la predicación. No podamos entrar en tonterías y bobadas sobre qué predicamos y cómo predicamos. Tenemos que ser fiel a Dios, no a una sistema legalista. Aquí debemos entender que la forma en que uno presenta la Palabra de Dios puede cambiar el mensaje. La regla anterior dice que no hay cambios, ni aumentos, ni partes removidos, pero esta regla dice que no podamos presentarlo en una forma que no es como Dios quiere. Las prioridades, énfasis, puntos de vista, entendimientos y motivos tienen que alinearse igualmente con los propósitos que Dios ha puesto, igual como el mensaje que Dios ha dado.

Hay personas que predican mal sobre el infierno y castigo que como el judío del Antiguo Testamento se ve su gozo en condenar y encerrar la gente bajo el castigo de Dios. No presentan el castigo tal como la Biblia, que sí, hay castigo pero hay también misericordia y compasión de Dios donde podemos acudirnos para evitar este castigo. Hay balance entre los dos que es muy necesario este balance. Igualmente hay gente que agarran el amor y compasión de Dios (como el universalismo que dice que todos los seres humanos ni modo van al cielo), y casi por poco ignoran la dureza y castigo de Dios. De este tipo de persona salen gente como Charles Russell Taze (fundador de los Testigos de Jehová) que fabricó la doctrina de aniquilación, porque

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vio muy hostil la doctrina del castigo del infierno, y últimamente rechazó esta doctrina bíblica a favor de su propia doctrina no bíblico.

Regla 20.                    El predicador tiene que ser entendido y oído bien.

Parte de ser un predicador que agrada a Dios es simplemente estudiar mucho. Por familiaridad con los textos bíblicos, como Dios obra, como es Dios, un predicador tiene grande ventaja sobre los demás en la iglesia. Empieza a tener un “sexto sentido” de lo que probablemente es, y lo que probablemente no es la voluntad de Dios. En la hermenéutica, esto es necesario para ver que toda enseñanza es en armonía con toda la Biblia. Este sentido general de las cosas de Dios no es inspirado pero es de gran ayuda.

El punto aquí es muy importante que ningún predicador vaya a tener este sentido general de la Biblia si no se dedica grandes cantidades de tiempo y esfuerzo para aprender para sí mismo la Biblia. Esto no va a suceder si trabaja un trabajo secular, o no se dedica la grande parte de su semana en estudiar la Biblia. Igualmente hay predicadores flojos que compran un libro de sermones ya hechos, y predican de allí en lugar de estudiar por sí mismo para que entiendan.

Aun así tarda años en que un predicador que estudie diligentemente realmente agarra el sentido de la Biblia bien. Unos predicadores parecen que nunca lo harán. Hay predicadores flojos, perezosos que toman la actitud de que el estudiar duramente es algo que ellos no quieren hacer realmente. Resultan de ser gente que roban[5] sermones de otros sin entenderlos, y sin modificarlos para su situación particular. También hay predicadores orgullosos que tampoco no estudian porque ya con una media hora de preparación pueden predicar 2 horas (pero normalmente 2 horas de basura). El orgullo es el enemigo de Dios. El ministro que no es humilde, no debe ministrar, menos subirse al púlpito para decir a otros cómo deben vivir sus vidas.

Escuelas y institutos bíblicos – Debemos aclarar unas cosas sobre escuelas y institutos bíblicos. Es de ayuda de dedicar unos años intensivos para estudiar la Biblia y prepararse en esta forma. La escuela particular tiene mucho de ver con la utilidad que saca uno de este tiempo. Hay escuelas que son mejores que otras. Pero ninguna escuela va a hacer todo por ti. Estos lugares son simplemente un lugar de aprender como usar las herramientas de la profesión, no de darte una vida de sermones ya hechos. Es como un carpintero. Puede estudiar como usar las herramientas, pero esto tiene poco de ayuda o de ver con un carpintero incapaz y sin imaginación. Igualmente, un carpintero sin estas herramientas puede aprender todo esto (más lento) en el simple trabajar en carpintería.

A la verdad, los mejores carpinteros son los que no han ido a escuelas sino que se han dedicados a su vocación y siempre están aprendiendo nuevas cosas, técnicas, y siempre buscan nuevas herramientas, y más talento en manejar lo que ya sabe. Si uno regresa a la historia de la carpintería a unos 500 años, encuentran

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algo muy interesante. Cada carpintero era un ayudante (aprendiz) de un carpintero maestro. Estos jóvenes tuvieron que empezar bajo la autoridad de alguien que estaba haciendo el trabajo como experto. Luego ellos entraron en su taller para ser su ayudante. Este trabajo empezó con barrer el piso y otras cosas sin importancia. Pero entró en el ambiente del carpintero. Poco a poco empezó a hacer trabajos de carpintería cuando se establece que es obediente y tiene ganas y disposición de aprender.

La idea de una escuela es fallada porque Dios nos puso el ejemplo de como deben entrar ministros en su obra, la iglesia local. Siempre en el Nuevo Testamento vemos hermanos en una iglesia ministrando poco a poco, aprendiendo bajo gente actualmente haciendo la predicación y enseñanza. No hubo escuelas, sino cada iglesia era una escuela para enseñar a su propia gente.

Hubo un gran reto entre aprendiz y ser carpintero, su caja de herramientas. Cada carpintero tuvo que actualmente hacer sus propias herramientas de su profesión. En estos años de aprendiz, usaba las herramientas de su maestro, y aprende como él utiliza sus herramientas, siempre fijando cómo y porqué usó una y no otra. Él no pudo salir de aprendiz hasta que él mismo terminó de hacer su propia caja de herramientas de carpintería y de aprender todo de su maestro.

Cuando hablamos de la predicación, el mejor lugar de aprender es bajo un buen predicador, donde uno entra como aprendiz, ve como lo hace, y luego empieza de hacer lo mismo con el buen ojo del maestro guiándole en sus propios esfuerzos.

Regla 21.                    El predicador tiene que refrenar de expresar su opinión emocional, y limitarse a conclusiones que él sacó de textos bíblicos, y de su estudio bíblico.

El ministro es un heraldo y debe comunicar el mensaje de Dios. Si nuestra misión es de causar entendimiento y obediencia del parte de los cristianos, es un pecado de comentar e insertar sus opiniones personales. Igualmente es un pecado de no decir nada. Es una línea fina y difícil de encontrar a veces donde algo que dices es opinión y no debe ser expresada, y donde es la Palabra de Dios. Uno tiene que exponer lo que Dios ha dicho, y a veces refrenar de opinión personal si va más allá que su deber. Es difícil esto pero cada predicador tiene que limitarse y refrenarse a lo que sabe del texto bíblico. Especulaciones no tiene lugar en una comunicación oficial. Diplomáticos y embajadores no entran en especulaciones de parte de su país cuando habla públicamente representando su país. Hay razón por esto. No es correcto. Se trata de hechos, y dichos, y lo demás de suposiciones y especulaciones deja a uno lado. Actualmente, comunicados de países a otros países es normalmente escrito (por el presidente) y leído por el embajador para que no haya equivocación.

Regla 22.                    Si hay un versículo que afirma un concepto, expone el versículo, no presenta el concepto como tu opinión personal.

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Nuestra autoridad viene de Dios. Pero es incorrecto de presentar algo como nuestro discernimiento cuando es claramente dicho por Dios. O sea, usa la autoridad de Dios de establecer lo que dices. Si no puedes establecer donde Dios lo ha mandado algo, refrena de comentar sobre ello, o sé muy breve y cortante en decir lo mínimo para aclarar el asunto. Por ejemplo ¿quién era Melquisedec? Comentarios y afirmaciones en este asunto no son necesarios, y uno tiene que ser breve y al punto necesario para la explicación, y no entra en especulaciones envueltos sobre el asunto.

C.   El Predicador como administrador.

1° Corintios 4:1 Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios. 2 Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel.

El predicador tiene que tratar con su congregación, pero debe tener mucho cuidado cómo lo hace. Primero si no tratamos bien a nuestra congregación, la eficacia de nuestro ministerio se reduce. Segundo, si nos llevamos buenísimo con nuestra congregación pero andamos mal con Dios porque no estamos cumpliendo los propósitos y deseos de Dios con nuestra congregación, entonces entramos bajo la condenación y castigo de Dios. Unos pastores son muy populares por que nunca predican algo que regaña a su gente. Con ellos anda bien, pero con Dios anda mal. Si somos administradores de la palabra de Dios (los misterios de Dios), entonces tenemos que ser fieles en el desempeño de este trabajo de comunicar las verdades de Dios a nuestra gente. Esto quiere decir que debemos decir lo que Dios quiere que dijéramos.

El predicador tiene su responsabilidad principal en alimentar al pueblo de Dios. La idea de administrador es alguien que administra reservas de comida por el invierno. Si suelta demasiado producto no hay para luego, y si no suelta suficiente, entonces el dueño se enoja con uno. En lo de la Biblia, el predicador tiene que dar lo que Dios quiere que esta congregación reciba, y no debe sucumbir a demandas populares de las personas nada más por sí. El predicador quiere llevar una buena relación con su público, pero también hay balance con que no ignora que Dios dice que es más importante para ello.

D.   El Predicador como padre.

1° Corintios 4:15  Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio.

Parte de ser un buen predicador es de ser responsable hacia las verdaderas necesidades de los demás bajo su cuidado. También un buen predicador tiene simpatía para con su público. A veces un padre

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tiene que hablar fuerte y directo a su hijo, y otras veces prefiere no hacer nada o algo ligera por la situación.

El ser buen predicador está muy envuelto con ser un buen pastor que cuida a sus ovejas. Si uno nada más predica sin fijar en las necesidades de su público, entonces el predicador llega a ser muy lejano, distante, y superficial en su predicación.

Regla 23.                    El buen predicador siempre tiene el objetivo de transformar su público en la imagen de Cristo.

Filipenses 2:5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,

Siempre atrás de cada sermón es este deseo, que su público se transforma a ser como Cristo. Es el deseo principal atrás de su ministerio a este grupo, de bendecirles en la forma que sean salvos y como Cristo. Disciplina y compasión son envueltos en el corazón del verdadero predicador bueno, como un buen padre. El amor por ellos es lo que motiva y controla todo lo que uno hace delante de ellos y a ellos.

E.   El Predicador como Ministro.

El Hombre de Dios: Debemos conceder que Dios tiene estructurada la situación como Él quiere. Para ministrar en una iglesia uno debe ser un “hombre de Dios.” Esto quiere decir que su carácter y su conducta son de acuerdo como Dios requiere. Como iglesia, debemos exigir de nuestros ministros que se porten en una forma distinta, o que renunciar (y si no se bajan voluntariamente bajo presión, debemos cambiarnos de iglesia), y  dejamos de apoyar iglesias que no levanta, exalta, y exige las normas de Dios.

Su Comisión para ser Predicador: Cada ministro debe tener un llamamiento de Dios a lo que está haciendo. 1 Timoteo 3:1 dice que la persona que anhela ser obispado desea buena obra. Empezamos con el deseo para estar en el ministerio. Creo que parte de esto es de ser un buen cristiano con corazón bueno, y de sentir la necesidad espiritual en otros. “A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos, Rogad pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.” Mateo 9:37. Dios nos da otro buen versículo, “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente” 1 Pedro 5:1. El ministro de Dios debe entrar al ministerio por que en su propio corazón quiere hacerlo. Es campo de guerra, y de los que entran, pueden ser heridos. No entres si no aceptas el riesgo y las dificultades envueltas.

Requisitos para ser ministro: 1 Timoteo 3:1-7 y Tito 1:5-9 explican los requisitos espirituales para ser ministro. Anotamos que lo simple de esto es que debe ser un buen cristiano, y un “hombre de Dios” (que pertenece a Dios o alguien dedicado a Dios). Este pasaje explica

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que es esto o como aparece tal hombre. Aunque el contexto se trata con los requisitos para el ministro, entendemos de 1 Pedro 5:3 que los líderes y los que ofician en la iglesia son ejemplares para la iglesia de imitar. Esta es la estructura que Dios nos ha impuesto.

Estilo de Liderazgo: Cuando hablamos de autoridad en la iglesia, muchos en el ministerio erróneamente piensan que la iglesia es como un gobierno, un ejército, o una impresa. Piensan que hay una cadena de mando, y ellos como pastor están sentados arriba de todos. Sus ideas corren desde un general de un ejército chico, hasta el dueño de IBM, hasta un dictador de un país pequeño. Pero 1 Pedro 5:3 dice que no es así en la iglesia. No hay cadena de mando como en otras cosas, sino que el líder de una iglesia es un ejemplo, y que no toma o impone un “señorío sobre los que están a vuestro cuidado”. Quiere decir esto que el pastor y líder hace lo correcto, y por esto, Dios manda a los demás de seguir el ejemplo de este hombre de Dios entre ellos.

Es muy importante de entender como esto funciona. Hebreos 13:7 “Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe.” Hebreos 13:17 “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.” Ahora el asunto aquí es que los demás en la iglesia son mandados de poner la vista en los hombres de Dios entre ellos, y considerar qué es el resultado de su conducta y fe (o creencias). Mateo 7:15 nos avisa que hay falsos profetas entre el pueblo, y por sus frutos (conducta y fe) los conoceréis (7:16, 20). El estilo de liderazgo en la iglesia es de imitar a los que de veras son hombres de Dios. No aceptamos a todos que dicen que trabajan en el nombre del Señor. Mateo 7:21 enseña que no todos que claman de servir al Señor, ministrar por Él, o hasta hacer milagros son aun salvos, menos verdaderamente ministros de Dios.

El asunto aquí es que no ordenamos a las personas por nuestra autoridad, sino esperamos que nos sigan nuestro ejemplo. Predicamos la Palabra de Dios, pero esto no es una materia que podamos predicar en la mañana y olvidarlo saliendo del salón. Nuestra predicación es lo mismo de lo que vivimos diariamente. Así es como Dios ha diseñado esta situación.

Hay un punto de validez, que les dices como predicador que la norma de Dios es tal cosa. Si tu personalmente no tiene el habito de tu vida ya establecido con esta norma, te toman correctamente por hipócrita. Entonces cada predicador debe predicar de lo que él mismo ha aprendido de la Palabra, siempre él siendo un ejemplo de ello.

Tengo un libro sobre el Pastor Bíblico donde explico más ampliamente estos asuntos de requisitos y conducta del Pastor. Se puede bajarlo

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del Internet gratuitamente. http://www.davidcox.com.mx/cox/index.htm.

F.    El Predicador como Estudiante.

 “Ningún sermón verdadero puede ser predicado sin preparación, y sin vivirlo personalmente primero.”

Los sermones son 100% un producto de los estudios del predicador. Aquí quiero atacar la práctica de unos predicadores de buscar un libro de sermones y predicar de allí. Esto no es el trabajo de predicar, de pastor. Debe crear sermones aparte de predicarlos. No hay nada mal que de vez en cuando uno toma un sermón de otro, pero debe hacerlo suyo por modificarlo. El trabajo de pastor es de crear sermón tras sermón. La flojera no tiene lugar en el ministerio.

Si podamos calificar que bien el predicador es estudiante, su ministerio y sermones no van a superar este nivel. Si el predicador es muy pobre estudiante, va a ser muy pobre predicador. Normalmente predicadores que tienen poca preparación, y no se mejoran, toman un estilo de predicar que es muy fuerte en afirmar cosas (sin explicar con detalles de donde lo sacaron ni tampoco nos dice porque debemos aceptar lo que ellos están diciendo menos por sí), y son muy ruidosos. Esto es porque tienen que enfocar sus sermones en algo aparte de una buena exposición de la Palabra de Dios. Esto es porque no pueden exponer la Palabra de Dios.

Debo hacer unos comentarios sobre el ser ruidoso. Simplemente hay dos cosas aquí. De gritar es de llamar la atención. La razón atrás de esta llamar la atención es lo que es importante. Si uno explica un punto de la Palabra de Dios, y luego quiere llamar la atención a ello, qué bien. Si hay personas perdiendo la atención, y uno grita para regresar su atención al sermón, no es lo mejor, pero pasa. Pero si uno no tiene contenido espiritual, y grita por que no tiene argumentos bíblicos o explicaciones lícitas por ellas, qué mal. Peor de todo es un sermón donde el predicador grita desde el principio hasta el fin. Todo gritando quita el impacto de levantar la voz. El uso mejor de levantarse la voz es de hacer contraste con una voz baja. El buen predicador sabe bien como usar la mayor parte de su sermón en un tono normal, y igual como un marcador amarillo para subrayar en papel, usar el levantar la voz para subrayar las palabras más importantes que la congregación capta. Hay técnica de va de puntos menos importantes a una conclusión, donde igualmente el predicador va aumentando su voz para hablar fuerte en la parte más importante.

Regla 24.                    La base para ser un buen estudiante es de ser un buen cristiano, obediente, y buscando la voluntad de Dios.

Para muchos predicadores es frustrante por que no han tenido preparación formal en una escuela o muy buena iglesia que enseña estos puntos de hermenéutica o homilética. El punto aquí es que la educación formal le ayuda mucho de ser un estudiante, pero a fin de

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cuentas no le da buenos sermones. Tal vez te capacita para que puedas crear un buen sermón, pero aun con esta preparación muchas nunca predican bien aunque tienen altos estudios. Mencionamos que por siglos y siglos, no hubo escuelas de preparación para pastores y predicadores, y Jesús nunca instituyó nada parecida, pero demostró el ejemplo de aprender por hacer bajo alguien que lo hace bien.

No vemos en la Biblia ni tampoco en mucha de la historia de la Iglesia Cristiana que hubo seminarios y escuelas para capacitación de predicadores. Todos ellos aprendieron como asistentes de aprendiz por sentarse bajo hombres de Dios, y por que ellos mismos buscaban de mejorarse. Sus maestros nunca fueron en escuelas de paga, sino en la vida normal y el ministerio normal. Lo más importante en todo esto es de tener la mente de un estudiante siempre hasta que uno muere. Este es un actitud de entender como son las cosas. Esto quiere decir que la mente del predicador está siempre buscando como cosas funciona. Siempre tratando de entender falsas religiones, el pecado y error de la gente, y como debe funcionar según Dios y la Biblia.

Parte de ser un buen estudiante es de hacer preguntas y buscar respuestas. Muchas veces la mayoría de estas preguntas van sin respuesta, pero está, el hecho de formular preguntas, es de analizar la situación para enfocar en causar y consecuencia.

Debemos como estudiantes poder entender porque grupos y individuos actúan como actúan. Por ejemplo, los Testigos de Jehová no creen en un infierno aun que la Biblia claramente presenta esta idea y palabra. ¿Por qué toman esta posición? Respuesta: Por que Miller, su fundador, escuchó sermones como joven sobre el infierno y le espantaron. Su respuesta era de negar esta enseñanza. Dejó el movimiento de santidad (Metodista) en este tiempo cuando usaban este espanto del infierno para motivar las personas a la santidad. Falló con él.

Otro punto aquí. ¿Por qué los católicos usan el nombre “padre” para sus sacerdotes cuando Jesús prohibió este concepto o nombre en conexión con la iglesia y contextos religiosos? Simplemente por que ellos quieren tomar la autoridad máxima sobre sus miembros, aun que Dios no nos permite esto.

Otro elemento para ser un buen predicador es de ser un muy agudo observador. Este quiere decir que uno se fija en detalles. Lo que la gente dice, y lo que no dice. Como lo dice y porque lo dice así. Muchas veces para entender alguien (posición o religión) uno necesita leer sus propias obras y escritos (la explicación de los herejes). Aquí un buen estudiante tiene que ser firme en sus propias convicciones o esto de leer tras sectas y otros grupos causará el predicador a caer de su correcta posición. A la misma vez, un buen predicador tiene que ser suficiente honesto de dejar una posición no bíblica cuando se da cuenta de ello. Cada vez que alguien cambia de posición teológica es una marca hacia su propia inestabilidad y falta de investigación y

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entendimiento en los primeros estudios. Entonces no debe suceder muy frecuentemente, pero es una marca en contra del predicador que si no se cambia cuando debe, o se porta arrogante después sobre su cambio. A fin de cuentas es importante de tomar una mano muy ligera sobre todas las doctrinas y poco a poco usar el púlpito de explorar por los estudios de uno mismo las doctrinas básicas de la fe, y estudiarlas profundamente antes de predicarlas, y luego asegurarse en ellos para edificar un entendimiento firme y fuerte.

Aquí noto que muchas veces una posición o religión interpreta versículos en una forma distinta para llegar a las conclusiones que llegan. Es importante que el predicador sea un experto en hermenéuticas (interpretación de las Escrituras) para reconocer problemas antes de pisar y caer en ellos. Muchas veces después de estudio en escritos originales del grupo, uno ve donde mal interpretaron un solo punto, y esto fue su salida de la ortodoxia y muchas otras enseñanzas salieron de este solo punto equivocado (como el papa con los Católicos). Para defenderse su doctrina querida, fabrican muchas cosas dañinas y falsas.

Por ejemplo, los Adventistas rastran sus creencias diferentes de los demás a su fundador, William Miller, quien trató de predecir la fecha del regreso de Jesucristo en contra de la prohibición de hacerlo (Mat 24:36). Con una fecha en 1844, y con el detalle que Jesús no regresó, tuvieron que confesar su error o encubrir su error (y sus conclusiones y afirmaciones falladas). Así salió los adventistas. Igualmente los Testigos de Jehová comparten la misma historia de William Miller, y luego en 1870 Charles Russell llevó un grupo de separar de los adventistas a eventualmente llegar de ser los Testigos de Jehová. Su rechazo del castigo de Dios como se representa en el concepto del infierno es donde vino muchas de sus doctrinas particulares. Miller era parte del movimiento de adventistas quienes promovían un enfoque indebido sobre el regreso del Señor. Se alocaron sobre Su regreso, pero no se prepararon sus vidas espiritualmente, sino hicieron una actividad frenética. Aunque Miller separó de los adventistas con tiempo, llevó consigo mucho de este énfasis sobre la actividad frenética para ser un buen cristiano o salvo. El relato de Jesús a Marta y María pone un poco de balance sobre esto, porque la preparación es a la vez actividad, pero también adoración o cambio interno, en tu espíritu y alma.

Lo más importante aquí es de entender sus errores sin “consumir” personalmente. O sea, uno lea y entiende lo que ellos pensaron sin actualmente caer a creer lo mismo. Uno tiene que ser suficiente rígido en sus propias creencias que no le afecta, y suficiente flexible en sus pensamientos de por un momento ponerse en su lugar para entender como pensaron ellos. Es de mucho provecho de estudiar error. En el error a veces ves puntos importantes que la vez mal interpretaron, pero a la vez en una forma son válidos, como la importancia del regreso del Señor sobre nuestra actitud y vida diaria.

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Regla 25.                    Siempre planea tiempo sin interrumpíos para estudiar y crear tu sermón.

Siendo un buen estudiante es muchas veces arreglando los elementos afuera del estudiar. Un escritorio (mueble) que tiene buena luz, mucho espacio, teniendo un pizarrón al lado para poner ideas y verlos visualmente, cambiándolos como es necesario. Lápices, plumas, plumones, papel, tarjetas de varios tamaños, y otras cosas nos ayudan a organizar nuestros pensamientos. El elemento más importante para producir buenos sermones es un tiempo largo para trabajar sin distracciones. Uno tiene que trabajar en el estudiar, y para hacer esto necesita dejar la casa, la familia, la esposa, los niños, y las demás cosas de la iglesia a un lado para concentrar en lo que es el mensaje de Dios por este momento. Muchos pastores estudiar en sus casas. Aunque esto es algo que cuando ocurre, es por que no hay otro lugar, el pastor tiene que buscar tiempo y forma de estudiar sin distracciones. Muy de la mañana o muy de la noche son opciones en estudiar sin interrupciones.  Es muy bueno de esforzar los hijos a dormir temprano para que puedas estudiar después que van a dormir. Disciplina en muchas áreas de la vida es necesaria si vas a lograr ser un buen predicador.

Regla 26.                    El buen predicador abre su mente para entender el por qué y cómo que otros piensan, pero es suficiente restringido en su mente para no aceptar algo que no es bíblico.

Aquí debo ser muy claro. Es muy peligroso de leer explicaciones y defensas de sectas y falsas religiones. Pero la vocación de predicador es algo que uno tiene que ser muy firme en lo que uno mismo cree, y tiene que entender lo que dice los demás (de otras creencias y posiciones de nosotros). En unos casos, uno mismo ha caído en una creencia no bíblica, y debe corregir esto. El problema es que con algunos, cada vez que leen una explicación de algo, la crea. Habla con los Testigos de Jehová un rato, y es Testigo. Luego encuentra un Mormón, y es Mormón. Este tipo de persona así no es un buen predicador. No es estable, y muchos en nuestras iglesias son exactamente así. Para ayudarles tenemos que entender las doctrinas y prácticas de estos grupos y convencer nuestros miembros en contra de ellos.

El buen predicador debe ser suficiente diligente y fuerte (y aguantador) que lee todo que dicen las sectas, pero no se cambie de su posición en estos puntos. Parte de esta fuerza es de no ser satisfecho con explicaciones que son más bien comentarios y opiniones de autores, sino de hacer exposición personal de la Palabra de Dios para saber por uno mismo. Esto implica mucho tiempo y esfuerzo. Cada predicador debe tener bien firme sus posiciones sobre doctrina, práctica, la salvación, el ministerio, etcétera. Estas cosas uno va aclarando con los años, pero lo que sabe, sabe. O sea, se edifica sobre lo que ya sabe, y no va destruyendo el edificio para construir nuevo del nada cada rato.

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El estudiante debe ser suficiente cuidadoso y eficaz en sus estudios que en lo general, después que estudia un tema, ya tiene la Palabra de Dios, el verídico de Dios, y no se equivocó en lo que ha sacado de la Biblia. Si no llega a conclusión fuerte, estudie más. Otros argumentos de personas de otras posiciones no le afecta, no le convence. Parte de esto es de ser extremista en pegarse a lo que dice la Biblia y no pasar lo que es dicho para hacer conclusiones o comentarios más de lo que dice la Biblia. Nos limitamos a solamente y únicamente lo que dice la Biblia, lo que es bíblico. El punto aquí es cuando seguimos construyendo más allá de este punto (la Biblia ha parado de hacer más comentario sobre el tema) entonces andamos en peligro.

Un ejemplo de esto es el Calvinismo y el Arminianismo. Dios es en control absolutamente. Pero Dios también hace cada hombre responsable por las decisiones que él hace en la vida, especialmente tocando la decisión de obedecer a Dios en la salvación o no. Más allá de esto es peligroso. El Calvinismo dice que Dios condenó unos al infierno sin remedio antes de la creación del mundo. En esta vida ninguno de estos condenados puede aceptar al Salvador aun si quisiera. El Arminianismo toma el otro extremo de que Dios no es en control realmente, y todo puede cambiar drásticamente con la voluntad del ser humano. Se inclinan a la posición que la salvación depende de uno y no de Dios.

Los problemas entran cuando pasa más allá de lo que ha dicho Dios en la Biblia. Los dos sistemas andan con graves errores doctrinales por que rehúsan de quedarse adentro de los límites de lo que ha dicho Dios. Comentarios y opiniones son inútiles en este punto, porque simplemente Dios no nos ha explicado estas cosas con profundidad para que realmente entendiéramos esto. Déjalo entonces. Lo que Dios ha dicho claramente es que la salvación es totalmente la obra de Dios, y cada hombre es individualmente responsable por su propia aceptar la salvación o rechazarla. No hay nadie en el infierno que no ha ido allí por su propia culpa, y Dios es libre de culpa, y todos en el cielo son allí solamente por la obra de Dios.

G.  El Predicador como Creyente.

En nuestro día cualquier persona y problema puede suceder. Cuando hablamos de un hombre de Dios que explica la Biblia a otros, necesitamos exigir respecto y reverencia hacia la Palabra de Dios. Sobre todo, el hombre tiene que entender qué es que está manejando. Los sermones se tratan de la salvación y la vida cristiana. Equivocaciones salen muy caras en esta cosa. Error en doctrina no es algo ligero, sino que vidas son destruidas por errores en el juicio de un predicador. Sectas de falsa religiones han surgidos que sigan por generaciones dañando y jalando más personas al error todo porque una persona decidió lo que quiso en desobediencia de la clara

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enseñanza de la Palabra de Dios. Muy pocas veces podemos decir que esto sucede por “ignorancia”. El trabajo de predicador es de estudiar y aprender, entonces si no aprende, es culpa por todos modos.

Es la vocación de un predicador de asegurar lo que enseña a otros. Se trata de su propia salvación y vida cristiana, y se trata de los bajo su influencia. Es una vocación seria, que nadie debe “jugar” con la cosa como si ni fuera de consecuencia ni de importancia. Satanás usa personas con este pensar ligera para destruir la obra de Dios y detener personas de ser salvos. Su meta es la destrucción de nuestras almas.

Regla 27.                    “Yo no hago las reglas aquí, solamente las revelo.”

Como predicadores debemos tener una actitud neutral hacia la Palabra de Dios. No juzgamos el valor del contenido, asignando bueno y malo. No fabricamos estas enseñanzas, sino revelamos lo que Dios ya lo ha dicho. No cambiamos los partes que a nosotros “no nos parece.” Es Dios quien lo ha dicho, entonces dilo exactamente como Dios ha dicho.

El buen predicador entiende (y deja así) el conflicto entre Dios y sus miembros. Él es purista para apoyar a sus miembros, pero a la misma vez él es del lado de Dios. No echa sal en la heridas, y no cierre la boca de no decir las Palabras de Dios que tal vez son ofensivos o que duelen a sus miembros. Pero siempre es controlado por la mano de Dios, no por sus propios pensamientos o emociones.

Regla 28.                    Buena predicación es un espejo del alma del predicador.

El problema con este punto es que el valor de un sermón gira completamente alrededor la actitud del predicador hacia Dios, Su Palabra, y la obediencia o rebelión que lleva quien que lo predica en su corazón. Este implica que para producir buenos sermones, el predicador debe empezar con un corazón y actitud humilde, manso, y sujeto a Dios. La mente y vida espiritual del predicador decide a fin de cuentas el valor y la utilidad para Dios de su sermón.

Debemos entender que la humildad que tiene el predicador es porque él anda en la presencia de algo mayor que él. Él reconoce su posición pequeña al lado de un Dios tan grande, poderoso, y santo. Nunca puede imponerse, por que se trata con Dios Todopoderoso. Esto produce un profundo respeto y reverencia hacia la Palabra de Dios, que también en sí, produce un trato de ella que es especial. No hay forma de esconder algo de Dios, y tenemos como predicadores de no presumir lo que Dios quiere o dice.

Por la importancia de lo que hace el predicador, y de ser envuelto con el mero mensaje del Dios de los cielos, el predicador tiene que reflejar estas cosas en su forma de trabajar. De entender lo que Dios está diciendo necesita tiempo, y mucho tiempo. Esto no es un pasatiempo, sino una dedicación de toda la vida. Unos tienen que trabajar en algo secular para sostenerse, pero a la verdad, cuando una iglesia y un

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predicador entienden la gravedad de lo que se trata, tienen que elevar estos asuntos y poner prioridad y esfuerzo atrás de ellos. La iglesia tiene que sacrificar económicamente para que el pastor puede dedicar su vida a su vocación, y el pastor tiene que sacrificar sus deseos de desempeñar una vocación secular por la obra de Dios.

La condenación más pesada para el predicador es que “habla antes que escucha”. El predicador tiene que recibir el mensaje de Dios, y luego comunicarlo a su congregación.

H.   El Predicador como Ejemplo Personal.

1° Pedro 5:2-3  Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto;  3 no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.

Hebreos 13:7  Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe.

1° Tesalonicenses 5:12 Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; 13 y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra. Tened paz entre vosotros.

Regla 29.                    El buen predicador comparte de su vida y alma.

Tal vez el parte más importante del predicador y el sermón es de entender que el sermón es un reflejo del alma del predicador. Este quiere decir que si uno ve problemas en la vida espiritual de predicador, en que tiene que admitir que no es ejemplar, cualquier predicación o sermón que sale de este hombre es contaminado, y no va a tener beneficio sino prejuicio y complicación al final. Tal vez uno u otro sermón parece muy bien, pero en lo largo, su hipocresía y pecado personal va a contaminar a los cristianos que le oyen.

Regla 30.                    El buen predicador es ejemplar de un hombre de Dios.

Por esto necesitamos poner mucha atención, energía, y esfuerzo en corregir nuestras vidas para que no andemos en pecado abierto y conocido. (Todos tenemos pecado que poco a poco Dios está revelando a nosotros para que corrijamos.) Dios hace Su obra por medio de hacer la verdad viva por las vidas de personas. Predicamos lo que es nuestra convicción. Nuestra predicación es un resumen o defensa de cómo vivimos nuestras vidas. Doctrina causa conducta. La mala conducta refleja sobre problemas en doctrina o entendimiento que buena exposición de textos de la Biblia puede remediar. Mala doctrina siempre va a provocar problemas en conducta con tiempo.

I.       El Predicador como Profeta.

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Regla 31.                    El buen predicador tiene que enfrentar los pecados que tenga el público a donde él ministra.

El trabajo de Dios para el predicador es de corregir el camino de la congregación o público donde Dios abre camino que él ministra. Debemos entender que hay un balance delicado en esto. El predicador debe discernir los problemas espirituales de su pueblo, y dirigir sus predicaciones hacia estos problemas primero de todo. A la misma vez, nadie aguanta 100% regaños. Pero el asunto aquí es que la mayor parte de sus predicaciones son dirigidas hacia los pecados de entre los que le escuchan.

Es una mala maña hoy en día de predicar muchas cosas que a la verdad no son malos, pero tampoco el público delante del predicador no tiene problemas con estas cosas. Por ejemplo, si el público tiene problemas con el alcohol, pero nada de problemas con la fornicación, entonces es cobardía de predicar siempre en otras cosas como la fornicación, y de dejar afuera de la predicación el tema más difícil y en que ellos fallan más comúnmente.

El predicador es el representante de Dios para este público en particular. El buen predicador siempre pregunta a sí mismo, “¿Exactamente qué es que Dios quiere que este grupo escucha o aprenda?” Este es lo que predica. Esto siempre tiene que ser tomado en cuenta con la Palabra de Dios. O sea, no es lo que yo puedo decir sobre el punto sino ¿qué ha revelado Dios sobre este punto, y en qué cosa ellos están tropezando? ¿Cómo yo por mi predicación puedo ayudarles de no pecar pero de andar en caminos de justicia? Por esto el predicador siempre cuida su relación con la iglesia con cortesia y amor sobre manera, por que luego la predicación del mensaje de Dios va a causar ofensas en sí, y si el predicador ya tiene ofensas y mala relación, puede ser problemas graves.

Predicando por toda la Biblia – Hay un pensar en muchos seminarios que exhorta a los estudiantes de no enfrentar los problemas de la congregación sino de “predicar por toda la Biblia”. Uno debe predicar por toda la Biblia, pero la proposición de estos es que la única forma de predicar bíblicamente es por exposición de todo un libro de la Biblia. Pero aun que nos dicen esto, no tenemos ni un ejemplo de Jesús ni los apóstoles ni nadie que dio una exposición versículo por versículo por todo un libro, ni un capítulo (sección larga). Solamente hubo explicaciones de secciones pequeños (como unos versículos) y esto era brincando de textos en diferentes libros. Esto es el ejemplo bíblico, sermones sobre temas que necesitaban la gente, y no necesariamente una exposición versículo por versículo, por todo un libro. Digo que esto es nuestro ejemplo bíblico si quieres presionar el asunto, y realmente creo que no está mal de predicar por todo un libro, pero no es la única forma de sermón bueno, menos es la única que podamos y seguir el ejemplo de la Biblia.

J.    El Predicador como Pastor.

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Otro concepto que debemos mantener con lo del predicador es esto de pastor. La Biblia propone que el Pastor es quien que alimenta a la Iglesia de Dios. En esto es el pastor que predica y enseña a las ovejas, dándoles lo que necesitan. En este concepto, debemos entender que el pastor también incluye un concepto de visitación pastoral. Esto no es necesariamente una visita en casa por un pastor, sino es una inspección personal e íntima de la vida de la persona por la persona que le cuida espiritualmente. Yo tengo otro libro[6] que explica esto más al fondo en mi sitio web.

Hebreos 13:17  Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.

Hechos 20:28 Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.

Por esto no queremos decir que la predicación es limitado a solamente el pastor, pero todos que predican deben tener el bien del rebaño en su mente, y deben entender que su predicación es para consumo espiritual de las ovejas, y deben andar de acuerdo con el espíritu de cuidado espiritual de ellos. Quiere decir que ni maltrata ni abusa a las ovejas, ni tampoco pierde la oportunidad o habla de cosas sin provecho para ellos.

Regla 32.                    Buena predicación es dirigida a las necesidades espirituales del público en este momento.

El punto aquí es que el pastor es quien que le da o le hace cualquier cosa que le falta a la oveja. A veces la oveja está espantada y necesita consolación y compasión (función del paracleto-pastor). A veces es rebelde y obstinado, y necesita duro regaño (función de profeta). Otras veces necesita las simples necesidades de la vida. El pastor tiene que poder discernir cual sea la situación de su oveja (cada uno en particular) y saber en divina sabiduría que es la solución, y aplicársela.

Esto es el trabajo del predicador. De discernir las necesidades espirituales de su grupo en este momento, y de aplicar pasajes y textos bíblicos, con explicaciones bíblicas a las necesidades que él mismo discierne entre ellos. Es un trabajo espiritual, que no se puede calificar o limitar por medio de libros y reglas. En cada grupo, y aun en diferentes tiempos en el mismo grupo, las necesidades espirituales son muy diferentes. Después de un escándalo de un hermano cayendo en pecado, la congregación está herida y desanimada. No es el tiempo de regañar los que no anduvieron en pecado (pero sí deben tratar el asunto del pecado y la disciplina bíblica). Igualmente no es posible de ignorar lo que pasó, sin dirigir unas enseñanzas en contra de esto. Disciplina de la iglesia hacia los que andan en pecado es una absoluta necesidad. Predicación sobre perdón y la misericordia de

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Dios es en su lugar allí especialmente si los que anduvieron en pecado se arrepienten. Todo esto tiene que ver con la vida de la Iglesia al momento cuando el predicador prepara y da su sermón.

Regla 33.                    Buena predicación no esquiva de temas difíciles o controversiales cuando es necesario tratarlos.

Hay una clase de predicadores modernos quienes son muy peligrosos. Ellos son expertos en entretener el público, pero son cobardes a enfrentar lo necesitado en la congregación. Apocalipsis 21:8 identifica que ningún cobarde va a estar en el cielo. Se junta a los cobardes con los incrédulos. Así es como Dios lo ve el asunto. Ellos toman la posición de dar “buena predicación” pero no enfrentan el pecado que está a mano en las ovejas. Prefieren que Dios use un milagro para corregir a las ovejas, pero ellos mismos y su púlpito o iglesia no van a ser el instrumento de Dios en corregirles o cambiarles. Esto es este espíritu de cobardía que indica que ni siquiera son salvos. Oponen la obra de Dios por dejar las ovejas andan en pecado si dirigir atención necesaria a ellos.

Tito 1:12-13  Uno de ellos, su propio profeta, dijo: Los cretenses, siempre mentirosos, malas bestias, glotones ociosos.  13 Este testimonio es verdadero; por tanto, repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe,

Pablo discernió un problema espiritual entre el pueblo donde ministraba Tito, y Pablo exhortó a Tito de dirigir tiempo y predicación hacia ello. El punto aquí es que Pablo no tuvo ningún problema con regañar “duramente” personas para corregir sus problemas espirituales. Esto es el corazón de la obra de Dios, y es el corazón de la predicación.

Tal vez debe ser una agenda en atacar estas cosas, o sea, no atacar todo en un solo sermón. A veces hay puntos que un predicador tiene que establecer antes de atacar problemas. En muchos casos, problemas de matrimonio donde uno no perdona al otro se resuelva por predicar sobre el perdón que Dios nos ha dado. En esto, Dios propone que  nosotros no somos perdonados por Dios si no tenemos la actitud de perdonar a los que nos ofenden (Marcos 11:25). Esta enseñanza es una base sobre la cual uno puede resolver problemas entre matrimonio, y normalmente es mejor de tratarlo o echarlo como base en un sermón antes de tratar sobre el asunto en el contexto del matrimonio. Los casados que no se perdonan, lo aceptarían esta enseñanza bien afuera del contexto del matrimonio, y una vez que es establecido allí (generalmente), luego se puede aplicarlo adentro del matrimonio sin tanta oposición.

Isaías 28:10  Porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá;

Entonces usamos escalas (predicación principio sobre principio edificando un entendimiento) o agendas (esto planeado sobre varias semanas) donde poco a poco armamos mayor o más profundo

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entendimiento entre nuestro público. No es cobardía de detener una enseñanza mientras que echas las bases para entenderla. Esto es sabiduría. De nunca tratarlo fuertemente (duramente) es cobardía.

Regla 34.                    Buena predicación es planeado.

Cada pastor (personas que predican regularmente para una congregación) debe mantener un estilo de archivos de ideas y temas. En este repositorio, deben poner temas para sermones que Dios les indica de las necesidades de su congregación. Además de temas de su observación (necesidades de sus ovejas) deben incluir temas que generalmente es necesario que cristianos (en todos lados) tienen en mente. Aquí conceptos como qué hace uno cuando peca, disciplina de la iglesia sobre un miembro errante, la seguridad de la salvación (no se pierda), como testificar su fe a otros, porque debemos servir a Dios, doctrinas principales (fundamentales), etcétera.

III.          Tipos y Objetivos de SermonesAntes de ver los diferentes tipos de sermones que están a nuestra disposición, vamos a hablar un poco sobre la necesidad de usar diferentes tipos de sermones en tu ministerio. Aquí reconozco que hay predicadores que leen este libro que predican dos o tres veces a la semana y otros que predican una vez cada dos meses. Estos consejos son para los que tienen carga de predicar varias veces cada semana. Predicando de vez en cuando no son necesarios estos consejos.

Simplemente debemos decir que debes aprender de varear el estilo o tipo de sermón sobre tu ministerio. En el principio de tu ministerio, es más importante de aprender un estilo bien. De dominarlo para que puedes realmente ser una bendición para tu gente. Pero una vez que dominas la preparación y la presentación de sermones, con el tiempo algo va a pasar. Simplemente aun que la congregación les gustan tus predicaciones, llegan a aburrirse algo en ello. Sacan buena comida de ellos pero llegan a fastidiarse en una forma. Esto viene porque el contenido es diferente de sermón a sermón, pero no varea la estructura en que esta puesto este contenido.

Piénsalo en esta forma. En cualquier familia que comen en casa, siempre usan los mismos platos y vasos, la misma mesa, etcétera. Se aburren algo aunque la comida es buena. Entonces ¿qué hace una buena ama de casa? Cambia los platos de vez en cuando. Se van a comer afuera en un restaurante, en un parque, etc. para cambiar y dar un poco de variación. Así es necesario a veces con la predicación.

Variación en la forma de servir la comida espiritual ayuda para los que se aburran con todo lo mismo. Debemos entender que igualmente hay un elemento de estabilidad y consuelo en que todo lo mismo. Cambios así deben ser con medida, y no constantemente cambiando.

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Mi recomendación como pastor y predicador por más de 20 años es de analizar tus propios sermones y talento, y tratar de quedarse en el estilo (o estilos) de sermones que haces mejor, peor siempre insertando unos sermones de otros estilos de vez en cuando. No lo haces un pesar esto, sino es como un carpintero. Tiene martillo, desarmador, etc. y usa uno o el otro, pero no tanto por gusto de uno sobre el otro, sino porque uno es más útil en un trabajo que otro.

O sea, una vez que puedes predicar buenos sermones en varios de estos estos abajo, discierne cual es lo mejor para el tema y objetivo que tienes a la mano. No debe ser que cada primero de mes voy a predicar x estilo. Debe ser que este tema cabe mejor con una presentación de x estilo de sermón. Prediques sobre la vida de David, es mejor un estilo temático, pero prediques sobre protección de la fornicación, y quieres usar David y su caída en pecado con Bet-sabé, entonces es mejor textual. El punto aquí es que los diferentes estilos de sermones no deben restringirte sino darte todavía más libertad.

Regla 35.                    Usa los diferentes estilos de sermones para más libertad en tus presentaciones, y no seas restringido por deseo de varear entre ellos.

 

A.   El Sermón Textual

El sermón textual es un sermón construido alrededor de un texto, un pasaje, o un grupo de pasajes de la Biblia (pero normalmente es limitado a un solo pasaje). Los partes más importantes de un sermón textual son:

      el trasfondo del texto

      las meras palabras

      el contexto inmediato

      el entendimiento de las personas que primeramente recibieron el texto, y

      la aplicación para nosotros (principios eternos que se tratan)

En este sermón uno queda principalmente en un pasaje y busca sentido y estructura de ello. Pasajes muchas veces llevan en sí un buen bosquejo. El primer paso es de encontrar el texto, y en esto es importante de discernir donde el autor cambió de un tema a otro, y limitar el sermón a un solo tema o sección. No hay mejor preparación aquí que simplemente leer vez tras vez el texto y el contexto. Esto es donde el predicador se hace familiar con el texto.

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Debe limitar los puntos a tres o máximo 5 puntos, y debe uno sacar la estructura del sermón de puntos salientes del pasaje.

En este tipo de sermón, el problema más obvio es de introducir demasiada información de otros textos. La concentración debe ser en el pasaje y versículos que dan el trasfondo. Es mejer de limitar referencias a otros pasajes al mínimo.

Para los predicadores jóvenes, la falta de preparación y entendimiento del pasaje siempre se ve por largas listas de versículos que leen rápidamente sin relacionar cada versículo al tema. Aquí se ve en el sermón textual lo mismo.

B.   El Sermón Expositivo

El sermón expositivo tiene como su punto de construcción la exposición de un texto de Escritura. Mientras el sermón textual concentra en los conceptos en un pasaje, el sermón expositivo concentra en explicar las meras palabras principalmente. Aparte de esto, este estilo de sermón toma casi la misma forma del textual.

El problema grave con sermones expositivos y textuales es que muchas veces el predicador concentra tanto en los detalles que nunca llega a aplicar o hace sentido del texto para su público. Se ve mucha material, mucha información, pero no hay nada allí tangible para cambiar las vidas de la congregación en muchos de estos sermones.

La información es algo que convence muy bien, pero sin una estructura que une toda esta información para cambiar nuestras almas, es relleno, y no sirve. Es importante que especialmente en estos sermones, que hay un tema clara que controla la información. He oído de predicadores que toman Juan 3:16 y predican por meses de domingos sobre ello. Sin duda se puede, pero surge la pregunta ¿Por qué quiero hacer esto? O sea, en este versículo hay la posibilidad de tanta información, pero probablemente no hay tantos asuntos importantes en este pasaje de tratar después de los primeros sermones. Una vez que tratas con la media docena o más puntos obvios, vas a tratar con asuntos muy dudosamente explicados allí. Normalmente gente que hace esto, no se queda en el pasaje, sino van a otros pasajes.

Por ejemplo la Trinidad se ve en este versículo en una forma. Pero la pregunta saliente aquí es, si la trinidad se presenta más claro en otros pasajes, ¿Por qué usas un texto donde se ve menor la idea cuando hay tantos pasajes donde se ve más claro (mayor)? Es por el orgullo de predicar unos 3 o 4 meses de Juan 3:16. O sea, no tiene sentido realmente. Tal vez mencionas esto en la exposición, pero ¿por qué quieres restringirte en solamente Juan 3:16?

Con sermones textuales y expositorios uno necesita tener mucho cuidado (como los demás aquí) que se trata la información en una

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forma de provecho espiritual para las ovejas. No podamos parar sin hacer aplicación.

C.   El Sermón Temático

El sermón temático es un sermón construido alrededor de un tema general. Esto es diferente que el tema del sermón normalmente, aunque puede ser lo mismo.

“Tengo ocho hombres fieles que me enseñaron todo lo que sé. Sus nombres son ¿Qué? ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Quién? ¿Dónde? ¿Cuándo? Y ¿Después de esto entonces qué? “¿Qué importa esto?”

Regla 36.                    Es importante de quedarse enfocado en el tema, y no salir del tema.

El sermón temático empieza con el tema que va a guiar el público por todo el sermón. En todo tipo de sermones este sugerencia sale muy importante. Tal vez el error más frecuente de predicadores jóvenes que arruina su sermón para que nadie saque nada de provecho es de salir del tema del sermón, de no tener un tema, de no comunicar el tema claramente a la congregación (antes, durante, y después de la predicación).

A la verdad, el tema debe ser el verdugo del sermón. Lo que no apoya claramente, fuertemente, y sin duda el tema, debe ser cortado del sermón totalmente. A lo mejor puedes poner este material cortado a otro sermón, pero en este sermón no cabe, no se menciona.

¿Es correcto de predicar sermones temáticos? El problema entra en unos predicadores que han predicado puros sermones temáticos, pero no se tratan con asuntos de salvación, doctrina, u otros asuntos de necesidad entre la congregación. Hay un movimiento entre unos predicadores que son buena gente en sí pero ellos quieren echar  el sermón temático a la ventana para concentrar siempre y solamente en exposición de libros (exposición textual). No hay pecado en predicar por un libro. Es una buena cosa de hacer. Pero también debemos entender que nuestro patrón o modelo es la Biblia, y si queremos ser muy exigentes, no hay ni un ejemplo que demuestra un predicador en la Biblia predicando por un libro de Escritura. Ni una vez vemos Jesús predicando palabra por palabra por un pasaje largo del Antiguo Testamento. Todos los sermones bíblicos que podamos usar como ejemplo son temáticos.

Aun entre estos que estiman tener lo mejor en sus exposiciones de libros, tampoco ellos tocan todos los temas difíciles en sus exposiciones. (Hay asuntos en los pasajes que ellos están tratando que estos predicadores simplemente esquivan comentario por que son cobardes.) Entonces el asunto es de ser balanceado, y de hacer dos cosas a la misma vez. Tenemos que tratar con los problemas espirituales que nuestra congregación tenga, y tenemos que tratar

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suficiente los temas principales que Dios ha puesto énfasis en Su Palabra que son los principales preocupaciones de Dios. Debemos ser sabios, y si un formato de sermón de exposición logra su objetivo, usamos un sermón expositivo. Si un sermón temático nos sirve mejor, entonces lo usamos. Es buen meta de tener cada año uno o más libros de la Biblia que tratamos en una forma formal, de todo el libro.

D.   El Sermón de un Personaje.

El punto principal en este tipo de sermón es de correctamente identificar el carácter de la persona. Uno ve los eventos principales en su vida, sus caídas y derrotas, y sus victorias espirituales. Desde allí uno discierne el carácter de la persona. El punto con este tipo de sermón es de revelar su carácter correctamente y hacer aplicaciones para hoy, lo que debemos hacer como hizo esta persona, o lo que debemos aprender de él y evitar en nuestras propias vidas.

Debemos ser muy restringidos en interpretar demasiado de la vida del carácter bíblico. Leí en un libro para mujeres una vez, una explicación sobre Vashti, la reina en el libro de Ester. Este libro tuvo un capítulo sobre ella, como una buena mujer virtuosa.

Mi objeción aquí es que primero Ester no es sobre Vashti, ni tampoco se trata de la “caída de gracia” de Vashti en los ojos de rey Asuero. Este parte es de menor importancia, y es simplemente para poner el contexto. Entonces de sacar todo un capítulo de como las esposas no deben obedecer a sus esposos cuando les mandan de hacer algo incorrecto es muy lejos de lo que el texto actualmente dice. La verdad es que la Biblia nunca propone esto, y aun en este historia en Ester 1, dice que era según la ley, que no hubo compulsión sino según la voluntad de cada uno. No era una orgía. Entonces la respuesta de Vashti no era un asunto de no entrar en el pecado de ellos, sino de rebelión de parte de Vashti. La proposición es muy difícil, por que en el caso de Sara y Abraham, Sara consintió a la mentira de Abraham que era su prima y no revelar que era tambén su esposa. Esto tiene un regaño feo del Rey Abimelech, y otra vez del Faraón a Abraham por su decepción. Entonces Abraham claramente hizo mal. Pero Pedro presenta Sara en 1 Pedro 3 como una mujer de imitar para las mujeres.

El punto aquí es que es muy fácil de interpretar eventos en un narrativo para torcerlos a decir lo que uno quiere que digan.  Estudios sobre las vidas de los personajes de la Biblia es muy bueno y válido como tema, pero uno necesita refrenar de hacer mucho de eventos si no hay principios muy claramente declarados tocando a ellos. El asunto de Vashti es que ella no siguió el principio de Génesis 3:16, “y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti”. No podamos aceptar la enseñanza de este libro que leí que promueve Vashti como una mujer piadosa, y las mujeres no deben obedecer a sus esposos si no les caen bien al momento (esto es lo que hizo Vashti, una mujer inconversa de lo que sabemos). Esto es el lío en la

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cual que Vashti echó su esposo el rey. Memucán explicó la importancia de lo que hizo Vashti en Ester 1:16 “No solamente contra el rey ha pecado la reina Vashti, sino contra todos los príncipes, y contra todos los pueblos que hay en todas las provincias del rey Asuero.” Ahora el punto puede quedar en discusión y duda, excepto que Ester claramente es el enfoque del libro de Ester, y su conducta era de veras de una mujer creyente y piadosa. ¿Qué hizo Ester? Entró en la presencia del Rey aun que era en sus fiestas y todo lo mismo que Vashti rehusó. Su actitud era sumisión, humildad, y respeto delante del rey, y su esposo, y esto es la enseñanza de la Biblia.

En un sermón de un carácter bíblico, siempre debes tratar ligeramente con estas aplicaciones y conclusiones en contra o en favor de ellos o sus acciones hasta que encuentras comentarios bíblicos sobre ello.

Otro ejemplo aquí es David. Unos ponen David en el mismo cuadro de Saúl, pero son muy diferentes. Pero estudiando bien la vida de David, tenemos un comentario por Dios sí mismo en Hechos 13:22, que dice “He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero.” Con este comentario por Dios, es muy difícil de pintar David a ser un malvado en los ojos de Dios. Otros, como Acaz o Balaam, por ejemplo, claramente son malvados en los ojos de Dios.

A Saúl no tenemos buenas cosas de él, y terminó su vida en rebelión a Dios. David no era así. Vemos hasta Noé y Lot quienes se cayeron en pecados muy feos, pero terminaron sus vidas sirviendo a Dios, aunque estaban bajo castigo por un tiempo probablemente.

Aunque no se ve tan difícil, un sermón de un carácter bíblico es muy difícil por que tienes que interpretar eventos y sucesos en su vida cuando es difícil de saber con certeza de tomarlos mal o bien. En unos casos otros pasajes nos ayuda aclarar la situación, pero muchas veces es simplemente abierto a interpretación personal que queremos evitar (2 Pedro 1:20). Siempre es mejor de ser conservador a hacer conclusiones extremistas en estos casos hasta que encuentras elementos en la misma historia o comentarios en otros pasajes que te ponen la idea general por ti.

También es importante de entender y expresar en tus sermones sobre caracteres bíblicos que aun los mejores cristianos que hay, a veces pueden caer en pecado, pero Dios es amplio en perdonar si uno viene a Él en arrepentimiento. Las mañas negras del corazón es lo que Dios condena. Solamente una obra hecha por Dios nos presentará igual las cáidas que las victorias espirituales de estos personajes bíblicos.

E.   El Sermón de un Tipo.

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Un tipo en la Biblia es alguien o algo que representa otra cosa (ante tipo) luego en el plan divino de Dios. Hebreos 8:5 habla de “a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales”. Se identifican estos pasajes con las palabras “como” y “así” como en Mateo 12:40. Los tipos (más obvios) quedan en la vida, eventos, y personalidad de personas principales en la Biblia. Vemos en una forma que Moisés, los jueces, José, David, y otros eran “salvadores” del pueblo de Israel. Dios usó a ellos para rescatar a su pueblo de un peligro transitorio.

Debemos conceder que la identificación correcta de un tipo es algo muy difícil de hacer. Esto simplemente es muy difícil de extraer bien de las Escrituras. Se presta a mucho abuso por predicadores que predican de su propia alma, y no bajo la dirección de Dios. Cuando la Biblia lo declara que algo es un tipo, es un tipo. Pero muchas personas usan el concepto de tipos y su forma de predicar e interpretar las Escrituras tiene tendencia a usar alegorías, en que sus conclusiones son únicas, y otros que estudian el mismo pasaje nunca llegan a las mismas conclusiones que ellos tienen.

Jeremías 14:14  Me dijo entonces Jehová: Falsamente profetizan los profetas en mi nombre; no los envié, ni les mandé, ni les hablé; visión mentirosa, adivinación, vanidad y engaño de su corazón os profetizan.

Buscamos autoridad de la Palabra de Dios para guiar las vidas de los demás. Si nuestro sermón es edificado alrededor de elementos que imponemos nosotros en el texto, la mayoría de los demás predicadores no pueden sacar lo mismo de ellos. Simplemente es un invento de nosotros. Cada uno saca algo diferente (de su corazón). Si no hay evidencias de indicar que esto y solamente esto es la correcta interpretación de este pasaje, entonces entramos en el principio de una secta, edificado sobre interpretaciones privadas.

Simplemente puesto la única conclusión sólida sobre un tipo es solamente cuando la misma Biblia declara y ilumina la analogía para nosotros. Por ejemplo, Agar y Sara son una alegoría según Gálatas 4. Entonces aceptamos esto claramente.

Creo que lo más importante de agarrar en exponer un sermón de un tipo es que hay dos cosas parecidas en la vida, uno es el tipo que es una sombra (oscuro y no bien visto tanto), y el otro es la realidad (ante tipo). Hay punto de paralelismo entre los dos, y estos puntos similares es solamente lo que podemos tratar bien. El Espíritu Santo tiene su simbolismo en una paloma. ¿Qué es el punto en común? La paloma no tiene ni defensas ni armas de ataque. Es manso, humilde, y sin amenaza. Es suave en su relación con los demás seres. Esto debe ser el punto principal en la analogía. Que vuela no es el asunto, aunque podamos decir que los dos vuelen. No es lo principal del tipo.

Es mejor de no salirse lejos, a extremos, con las interpretaciones sobre tipos. Que existen, sí existen. Que podamos usarlos para hacer largos discursos con detalles sobre un montón de asuntos, es muy dudoso que es lo mejor.

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Debemos anotar que a veces un simbolismo o tipo es un buen aparato para la estructura de un sermón que luego toma sus puntos fuertes de otros textos. Es muy difícil y peligroso de hacer esto, pero es posible. Uno necesita ser refrenado de brincar a declaraciones nada más por que uno ve el punto. Necesita ver apoyo en la forma de declaraciones de las Escrituras.

F.    Series de Sermones.

El problema con extender un sermón a varias oportunidades de predicar es que el público puede cambiar entre un tiempo de predicar al otro, unos faltan y otros nuevos entran. También es difícil que las personas recuerden la mayoría de un sermón de un domingo al otro. Esto depende del tema actualmente, pero si el entendimiento se edifica sobre sí mismo, para que uno necesite a fuerzas entender y recordar lo anterior, entonces una seria de sermones es muy difícil de predicar. Uno tiene que va recordando y repasando en el principio de cada sermón.

Entonces sermones en series deben ser más bien varios sermones independientes con un tema que les une. O sea, si alguien entra en medio de una serie de sermones, no debe ser que siempre se pierde. Si hay algo en un sermón anterior, hay repaso breve de estos puntos.

Es mejor cuando uno tiene un ministerio de poner los sermones en cintas, o que imprimir los apuntes de los sermones anteriores para que se puedan ubicarse los que faltaron un sermón anterior. Unas congregaciones se encantan con series, otras odian este tipo de cosa.

La atención de nuestras congregaciones es muy corta, y siempre debemos medir este tipo de cosa con lo que aguanta nuestra gente. Otro problema es personas que siempre lleguen a la mitad del sermón. No entienden nada, pero el predicador debe tenerles en mente por todos modos.

G.  Sermón para Ocasión Especial.

                                                   i.     Bodas

El punto principal en predicar en una boda es de hacer la ocasión seria. O sea, las personas que se casan deben tomar sus hechos en esta ceremonia seriamente por lo demás de sus vidas. De una forma es su boda, y debemos respectar sus deseos, pero a la misma vez tenemos preocupaciones espirituales para que su matrimonio empiece bien.

Es una buena costumbre entre unos de predicarles un sermón para la pareja en la ceremonia. Personalmente creo que la mayor parte de la preparación de la pareja debe hacer uno antes en tiempos de consejo con la pareja. Es importante de hacer serio e importante este tiempo para la pareja. El mensaje de salvación y otras cosas probablemente

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no es correcto de tocar profundamente en este tiempo. Concentra sobre la pareja, la familia que está formando. Si la pareja quiere un mensaje de salvación para familia o parientes inconversas que van a estar presentes, esto está bien.

                                                 ii.     Funerales

El punto principal en predicar en un funeral es de dar consuelo a la familia que quedó atrás. Hay dos diferentes tipos de funerales. Debemos entender que el difunto no va a escucharnos, entonces el funeral es para los que se quedan atrás, no para regañar al muerto. Creo que cada funeral debe enfocar en la resurrección de los inconversos a juicio y lago de fuego, y los redimidos para el cielo. Cuando el difunto es cristiano, entonces es una ocasión de gozo, y para los cristianos, vamos a ver al difunto de nuevo en el cielo. Para los inconversos, nunca jamás van a verle si no aceptan ellos al Señor como su Salvador. Esto es el punto de evangelizarles por medio de ofrecerles el evangelio.

El otro tipo de funeral es cuando el difunto es inconverso y en el infierno sufriendo, o simplemente no sabemos su estado espiritual. Como predicador, es mejor de no lastimar la familia más que ya están lastimadas. Personalmente como pastor, no veo posible de estar “gloriándome” en su perdición, hablando jactanciosamente de que está en el infierno y que “yo no me voy a sufrir donde él está en este momento sufriendo.” Es necio y nada más pide que Dios te castigue.

A la misma vez como hombre de Dios no podamos ofrecerles esperanzas falsas a la familia, predicando un perverso inconverso al cielo. No hay salida de donde el difunto está sufriendo. A fin de cuentas, los creyentes presentes sentirían lastima por esta persona, pero ellos deben entender que no es por nuestra voluntad que no aceptó al Señor, sino por su propio corazón duro. Igual como él está en el infierno por esta dureza de corazón, todos nosotros estamos a peligro igualmente si no aceptamos a Jesucristo. Como dije, por todos modos no lastimas los presentes con palabras crueles y sin compasión. Estamos para consuelo y ayuda.

Pero para los inconversos presentes es también una oportunidad de oír el evangelio, y posiblemente ser salvo. Es mejor de reconocer el estado inconverso del difunto (si lo sabes bien y confiablemente) y no mencionar más (o lo mínimo necesario) de él y su sufrimiento en el infierno. Si no sabes su estado eterno, habla con la familia para indagar sobre ello. Debemos siempre presentamos los dos lugares y destinos, y como es que uno va al uno y no al otro. Termina con una exhortación para que los inconversos presente acepten al Señor. Siempre saludas la familia al llegar, y al terminar. Demuestra profundo lastima sobre la muerte de la persona, y trata de buscar algo bueno de decir, por ejemplo como una persona que sufrió por una enfermedad por años ya no está bajo esto ahora. Nunca hace bromas en un funeral. Alguien lo tomaría mal.

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IV.         Planeando tus Sermones.Regla 37.                    Los mejores sermones son productos de meditación. Dios

bendice preparación.

El predicador es una persona que personalmente estudia la Biblia diaria para él mismo. Es un huerto donde él mismo trabaja, come, y consume, y cuando encuentra buenas cosas allí, comparte con otros (un sermón). El sermón es un producto de la vida espiritual del mismo predicador. Por eso es muy malo de seguir las enseñanzas de un predicador que espiritualmente no es ejemplar en su propia vida. Su consumo propio de las cosas de Dios es en error y deficiente.

Hebreos 13:7 Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe.

La Biblia presenta que el principal predicador en una iglesia es el pastor. La imagen es que el pastor les da espiritualmente de comer. Igualmente la Biblia presenta que es el ejemplo personal del pastor que da validez al pastor en su ministro. Por su ejemplo, lo que él es, esto nos debe llamar la atención para hacerle caso a lo que dice (predica).

Entonces el predicador tiene que ser un hombre de Dios que tiene trato íntimo con Dios. Tiene que ser un hombre de Dios (espiritualmente lo que Dios quiere que seamos), y tiene que ser una persona de disciplina personal, que está constantemente mejorándose en el área moral y espiritual. Es de alto peligro de ver conducta inmoral en la vida de un predicador, por que de allí va a dar en sus sermones una vista errónea, o torcida. El que es fornicario no va a predicar en contra de la fornicación. Si no lo hace, es faltante su mensaje. Si lo hace, es hipócrita, y es burla de Dios. Cuando vemos pastores quienes que son muy dados a lucre, al control y poder de las vidas de los hermanos, quienes que son claros ejemplos de soberbios, arrogantes, y orgullosos, debemos correr de ellos a otra iglesia. Es falsa profeta o hipócrita, y es mejor de buscar otra iglesia antes que aprendimos e imitamos a este.

El predicador debe ser un hombre de oración. La oración es la demuestra de su relación para con Dios. La obra del ministerio es 90% oración, y 10% otras cosas. Hacemos lo que hacemos por que abrimos puertas y nos fortalecemos por medio de nuestra vida devocional para con Dios. El predicador debe estudiar y prepararse, pero su mente está clara en que la obra de Dios, Dios lo hace. Uno pide que Dios le use, y Dios no tiene que concederte esta petición, entonces con más fuerza y insistencia lo pides, y lo pides siempre. Es tu vida, pedir por ti mismo, tu carga, tu ministerio.

El predicador también debe ser alguien que piensa sanamente, lógicamente, y quien puede representar sus pensamientos claramente y en una forma que no ofende. Es ridículo de pensar que

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cualquier persona normal va a seguir los pensamientos de un predicador ilógico o irrazonable. Así es como empieza sectas que terminan en la muerte.

La carga de pararse cada semana para dar varios sermones es grande. Muchos predicadores nunca manejan esto bien. Un buen predicador siempre va a usar todo lo legítimo a su disposición para avanzar la obra de Dios en su ministerio.

“ “Ningún verdadero sermón puede ser predicado sin preparación” Dr. Pentecost.Hay el concepto entre unos predicadores (y estoy muy generoso en usar el término “predicadores” con ellos) que dicen que la preparación impide la obra del Espíritu Santo en un sermón. Esto es una excusa para ser flojo y tener descuidado en su ministerio. Necesitamos admitir que la preparación del predicador y del sermón es muy necesaria, y Dios usa una persona preparada. Pero Dios puede mover el predicador en su oficina, en las horas de preparación igual como cuando está parado en el púlpito.

Regla 38.                    “Prepara tu sermón como todo dependía de ti, y predícalo como todo dependía de Dios.” (Anónimo).

La preparación de un sermón es hecho antes de la predicación de ello, que con tiempo, con meditación, y con el lujo de verificar y checar cada versículo y concepto para ver si son bíblicos. Además de verificar que es bíblico, debemos orar para que Dios nos indique si es el mensaje para esta ocasión. Puede ser bíblico, pero ¿es lo que Dios quiere que yo les dé ahora?

Es de muy mal gusto de pensar que las personas vienen de escucharte charlar sobre el clima. Es un sobreestimación extrema de sí mismo, es la soberbia. No vienen por escucharte habla de lo que sea, sino por escuchar lo que es el mensaje de Dios para hoy. Si uno hace esta preparación, y la hace bien, entonces uno debe decir en su sermón lo que tiene preparado, y casi nunca vagar de sus apuntes. La norma o práctica del predicador debe ser de prepararse bien, y de dar lo que preparó.

Regla 39.                    Siempre planea tu trabajo (apuntes), y siempre trabaja el plan.

En mi estudio, yo puedo discriminar lo correcto y bíblico, pesar lo que es más adecuado para el momento, y pensar en como presentarlo. Al aventón, no hay tiempo para nada de esto. En general observo que los predicadores que promueven el predicar sino preparación son personas que quieren mucha respuesta de acuerdo (“amén”) mientras que está predicando. Me hace pensar que la aprobación para lo que dicen no es la Palabra de Dios, sino la congregación. Si la congregación no les gusta su sermón, es muy critico para ellos. Es sorprendente entonces cuando ellos predican en una forma siempre “de ofensa.” O sea, siempre buscan de tener un elemento de choque con su congregación, pero normalmente no es en contra de sus pecados, sin es un asunto de orgullo. “Nosotros somos los únicos que hacen (o creen) esto. Los que no hacen esto, levántense y salgan

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ahora.” La idea es de refugiarse en que ellos son los únicos fieles al Señor en la tierra. Su predicación es más bien una burla de lo que los demás piensan y practican que una afirmación de lo que Dios dice. Además, por no prepararse bien, sus posiciones son muy débilmente apoyadas. Es no es lo que la Biblia presenta como es la predicación de la Palabra de Dios. Lea las cartas de Pablo, Romanos por ejemplo, y encuentras una profunda explicación de doctrina, bien pensada, bien planeada, bien presentada.

De predicar sin respecto a la preparación es de pensar que uno mismo es casi otro Cristo, que es Dios con su propia opinión puede dictar doctrina. Estos ven que el mensaje viene de cómo caen las cosas al predicador, y no tenemos que restringirnos a lo que Dios manda.

Vamos a decir que cada buen predicador a veces cambia partes de su sermón al momento de predicarlo, cortando material, explicando material diferente que tiene en el bosquejo, o aumentando material al momento de vez en cuando. Normalmente esto es en respuesta a la reacción de su auditorio, que parecen que unos no entendieron lo que tu habías dicho, y necesitan mayor explicación, o al momento de leerlo y antes de entrar en decirlo, el Espíritu Santo le mueve a no decirlo, o decirlo diferente. Este movimiento del Espíritu Santo es una parte muy importante de cada sermón, y es de ser sensible al momento al Espíritu Santo en la predicación. Aumentamos que esto muchas veces indica que el predicador no oró o no meditó suficiente antes de subir al púlpito. La verdad es que a veces uno entra al púlpito sin toda la preparación necesaria por las demandas de la vida sobre uno. La vida de un predicador a veces tiene traumas, crisis, y problemas que detienen su correcta preparación. Ni modo, listo o no, el pastor tiene que subirse al púlpito cada domingo a predicador.

No queremos decir que no tenemos que ser sensitivo a Dios en decir que uno debe predicar lo que tiene escrito. Lo que referimos es de irse al público con poca o nada de preparación como costumbre, y nada más hablar sobre un tema de lo que le cae al momento. Personalmente he conocido predicadores y pastores que así lo hace. Uno que se encierre en su oficina durante el Escuela Dominical para preparar su sermón para la próxima hora. Sus apuntes son una docena de palabras, a veces un solo texto. Personalmente, para mí, veo a los predicadores son como cocineros, y estos traen siempre un medio sándwich de mortadela y nada más. La gente quiere un banquete, esto ni sostiene una vida en buena salud, ni realmente causa uno de sentirse lleno o satisfecho o feliz.

En esta sección, vamos a tratar de dar unas instrucciones sobre como manejar esta carga. Parte de esto es una estrategia en como desempeñarlo.

A.   El Aparato de Planear.

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El Calendario: Simplemente cualquier cosa que es útil para indicar las oportunidades es donde empezamos. Un calendario, o aun un papel con las fechas y ocasiones de predicar son útiles. Empieza con marcar las fechas de predicación para los próximos 4-6 meses. Un espacio para cada ocasión. Es mejor que lo escribas con lápiz para cambiarlo luego si quieras, porque esto va a suceder. No piensas que apenas voy semana por semana y no puedo hacer más preparación. La idea es de tener un plan, y manejar el plan. Debes balancear tus predicaciones con doctrina, cosas prácticas, exposición de libros y pasajes, y predicar en contra del error en general, y los pecados de tus miembros en específico. Esto no sucede sin un plan general, y este calendario es donde planeas lo que piensas necesario, y para que veas lo que has predicado para analizar lo que no estás tocando bien.

Si nada más el tema general es todo lo que tienes cuando empiezas una semana, está bien. Empieza por poner temas para sermones en las fechas. No tienes que llenar todo, ni poner nada si no quieres. La idea aquí es de poner fecha con tema si puedes. Muchas veces estos temas van moviéndose cuando ves que es necesario. El punto más importante aquí es de poder preparar poco a poco un sermón en el futuro, y juntar detalles sobre lo que piensas que es necesario.

Las Ideas: Aparte de tu calendario, necesitas una caja o libro de ideas para sermones (gérmenes de los sermones). Este puede ser una carpeta, o un archivero con tarjetas, o cualquier cosa. Esto es un repositorio para ideas de sermones, y no para sermones trabajados (en el proceso de construcción). Debemos tener otra cosa para guardar sermones en el proceso de construcción, pero esto son ideas para sermones que vamos a desarrollar. Es importante de ver que a veces todo el chiste en un buen sermón es en la presentación, la idea principal del sermón. Un concepto novedoso, una palabra, una frase, o un pensamiento sobre un pasaje que pega es muy buen germen. Debemos también decir que por lo general, muchos de estos gérmenes nunca llegan a ser un sermón.

Yo he tenido una idea de “Los desnudos en el cielo.” La idea es que estamos haciendo nuestra ropa celestial ahora en la tierra, y para la mayor parte de nuestra iglesia, la gente no está haciendo nada. Creo que sí llegarán al cielo, pero no será para gloriar de ellos mismos sino para su propia vergüenza. Aun que me suena bien, dudo que lo voy a predicarlo por el elemento de “desnudo”. (Lo cambié a tangas en el cielo pero tampoco me sale. A fin de cuentas, no creo que pueda presentarlo así sin ser blasfemia o irreverencia a Dios.

Unos buenos ejemplos:

1.    El hombre que vino a casa, comió lo que su mujer puso en frente de él, y murió. (Adán y Eva en el huerto).

2.    Los árboles de Dios crecen lentamente.

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3.    Dios ha hecho dulce fruta alrededor de la semilla de reproducción (evangelismo y el buen carácter del ganador de almas).

4.    Pensamientos para jóvenes cristianos.

5.    Jesús, amigo a los pecadores.

6.    Sembrando, Creciendo, y Conociendo la Cizaña.

7.    El Hombre es la morada de Dios

8.    La Raíz de la Santidad.

9.    Miopía entre el pueblo de Dios (no viendo lo celestial, solamente lo terrenal).

10.Tendrás que ser renacido, o morirás dos veces.

11.Perdonado como perdonamos.

12.Quedándose en el Camino Angosto.

13.Mi Tesoro está en el cielo.

14.Somos el escorio del mundo, pero el tesoro de Dios.

La ayuda mejor en esto es de ver sermones de otros pastores y pesarlos a ver si piensas que será bueno uso el titulo o tema de uno. También es muy necesario de leer mucho de la Biblia para sacar estas ideas. Debo aclarar que personalmente estoy en contra el predicador sermones ajenos. Todos usan lo que han hechos otros en estudiar un tema, los versículos y explicaciones que tienen, etcétera. Un comentario es esencialmente esto, los estudios y meditaciones de otro predicador. Pero mi consejo es de nunca predicar tal como lo encuentras un sermón ajeno. Usa parte, pero escríbalo de nuevo para que sea tuyo. Aumenta versículos y conceptos, y quita otros. Cambia el bosquejo para que seas más cómodo personalmente con ello. Ponlo en tus propias palabras.

En el libro de ideas gérmenes, cada línea o tarjeta va a tener la idea, el tema, o el texto. Manejamos temas, que son ideas, pero también en tus estudios, hay versículos que a veces captan exactamente un tema, y desde allí conecta el versículo con el tema. Estos deben tener un orden. Lo que es más listo o más importante es lo que debes predicar próximamente. No debes pensar que cada idea que uno tiene va a resultar en un sermón. Si la mayoría o la mitad salen, ¡qué bien! Esto es un lugar de guardar ideas para ver si puedes hacerlos sermones. Unos salen, y otros quedan tratando de hacerse un buen

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principio de sermón, y unos nunca van a ver la luz del día (llegar a ser un sermón).

Típicamente estas ideas son uno de lo siguiente:

(1) Un texto de Escritura donde vas a explicar lo que significa.

(2) Un pasaje que presenta una verdad de Dios.

(3) Un tema que vale la pena un sermón sobre ella.

(4) La aplicación de un principio o verdad de Dios.

La Batidora: Uso el ejemplo de batidora aquí como en el cocinar. Para hacer pan, donde pones una taza grande y empiezas a aumentar ingredientes. Sermones en esta fase son sermones donde empiezas a recolectar material para ellos. Actualmente puedes usar fólderes o archivos, o sobres, o un papel doblado con cinta, o lo que sea. El asunto aquí es poder aumentar material lo más fácil posible. Aquí necesitas una tarjeta o página de control donde pones el tema, y los puntos que apoyan el tema. En este ponlo que puede servir, y luego quita o aumenta más. No preocupes de ordenarlo al momento. El punto aquí es de leer lo que tienes, y aumentar a ello. De desarrollar lo que tienes allí, para cuando llegue el tiempo de construir este sermón, ya hay trabajo ya hecho.

Debemos aclarar que el único principio que tienes que vigilar mucho es de mantener material parecido junto. O sea, no haces 5 temas muy diferentes en un solo sobre o archivo. Haz 5 archivos. Trata de pensar en un tema en cada archivo con solamente un sermón que será sobre este tema. Debemos recordarles que un sermón se trata de un tema, y debe ser libre de vagar de tema a tema. El tema es lo que da criterio si material es incluido o excluido. Si no apoya directamente y claramente el tema, va para afuera.

Como un campesino que cuida y deja crecer una semilla para producir una buena cosecha en su tiempo debido, el buen predicador nutre y desarrolle esta semilla de un sermón hasta que es su tiempo máximo de predicarlo. Material en esta fase debe ser revisado cada rato. Trabaja aunque sea media hora en lo que te antoja de estos gérmenes creciendo. Cuando llegas a la fase de actualmente preparar el sermón, lo revisaras todo esto en serio, y empezarás de analizarlo y aumentarlo, revisarlo, organizarlo, etcétera. El punto es de invertir tiempo antemano (especialmente antes de la semana que vas a predicarlo) para poner el sermón sobre un tema sólido que si hay material por ello.

Este es hecho mejor poco a poco sobre 2 o 3 meses que esforzado la semana que preparas y que tienes que predicarlo. Debemos reconocer que hay una parte de la mente bajo la conciencia donde uno sale con ideas. Refrescándose con las ideas y conceptos de un sermón sobre tiempo a veces causa salir a la mente cosas que por

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otra forma no salen. Meditando sobre el tema por tiempo va a resultar en una mejor cosecha al final. Debe ser tu práctica de gastar cada semana unos minutos sobre el tema, meditándola, y luego en el momento que le ocurre de aumentar a este semilla de sermón es lo que queremos aquí. Muchas veces yo me levantó media noche y escribo algo de un tema o pensamiento para un sermón en un papelito por que me ocurrió.

B.   Material de Prioridad.

Cuando decimos que planeas tus sermones, hay temas y asuntos que cada pastor de iglesia debe tratar ni modo donde está su iglesia o como está su situación. Esta material de prioridad es decidida por tú, el pastor. Debe estar en una lista, y debes insertarla de vez en cuando en los sermones que vienen. Además hay material que simplemente es muy importante, y uno debe regresar a predicar sobre ello vez tras vez.

Por ejemplo, la salvación, el llamamiento al ministerio, evangelismo, los misiones, enfrentar el pecado en tu vida personal, servicio para el Señor, la autoridad de las Escrituras, la obra de Jesús en la cruz y su impacto en nuestras vidas, problemas de familia, buscar una pareja para los solteros, problemas entre pareja, problemas con niños, etc. Estos temas deben ser lo que predicas regularmente por todos los años. Debes tener una lista de ellos y irse apuntando cuando fue la última vez que predicaste sobre tal tema. Puede ser que hay muchos textos que uno puede usar para predicar estos temas, y serán sermones totalmente diferentes pero con temas muy parecidos.

También debemos tomar mucho tiempo de reflejar sobre quién está en nuestra congregación o público, y qué son sus necesidades y problemas, dónde están en su vida espiritual, y donde deben estar. Es malo de solamente predicar el plan de salvación o temas para cristianos bebes. Igualmente es malo de predicar siempre para teólogos que conocen griego y hebreo. Debemos tener variedad en el curso de los sermones en nuestro púlpito, siempre tocando temas y presentando en formas que son mejores para unos y luego otros. Es importante que el pastor de las ovejas anda con sus ovejas para saber lo que ellos necesitan, y que este te guía en tus temas.

Es también de mucha ayuda de reconocer que diferentes ministros tienen diferentes dones espirituales. Unos son buenazos en enseñar, otros en hacer simple los puntos esenciales (discipular), otros buenazos en regañar el pecado (el verdadero oficio bíblico de profeta), y otros buenazos en enfrente pecado o sectas o herejías. Mientras unos hacen bien la exposición o enseñanza, otros hacen muy bien la aplicación práctica. Es mucho de pedir de un solo ministro de varear su estilo a 3 o 5 diferentes estilos. Por esto es bueno de tener otros hombres de Dios en la Iglesia que tienen otros estilos de predicar del pastor que también entran en el ministerio del púlpito. Uno no debe tener vergüenza de ejercer su don, pero

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también es sabio que la iglesia usa lo que Dios la ha dado en las vidas y ministerios de otros ministros.

Otro beneficio para el pastor es que dejando a otros predicar desarrolla estos predicadores mientras que da un tiempo de descanso para el pastor. Cuando digo descanso, no hablo de vacaciones o pasa tiempos, sino descanso de tener un sermón cada semana, en que el pastor va a planear y estudiar para cosas más allá que este domingo.

Debemos entender que el pastor va aprendiendo más doctrina y conocimiento sobre la Biblia día por día, domingo por domingo, y año por año. En esto, el predicador debe planear sus sermones conciente de lo que a él le gusta y lo que ha faltado de estudiar hasta este punto en su vida. Queremos decir que es bueno de hacer más amplio y profundo los conocimientos del predicador por medio de los sermones que él prepara. Hay una mente entre unos predicadores que estudian 3 o 4 años, y luego repiten los mismos sermones para que nunca tenga de preparar sermones nuevos. ¡Qué flojera y descuido del ministerio! Usa la oportunidad de profundizarte en más doctrinas y áreas, predicando cada año sobre libros de la Biblia que no has estudiado profundamente antes. Aunque no es un pecado o mal de predicar sermones de nuevo, pero uno debe usar el tiempo extra por hacerlo para estudiar y prepararse mejor en nuevas áreas.

Es una vergüenza un predicador que siempre busca usar sus sermones viejos o sermones de libros de sermones o de otras personas. El trabajo de pastor es de hacer algo especial para este grupo en esta ocasión. No tomas ligeramente tu vocación y llamamiento. Servimos al Rey de reyes, y al Señor de señores.

C.   Material de Ocasión.

Aparte de estos temas, el pastor tiene que tratar con lo que Dios le ha entregado como congregación. Aquí el pastor necesita tratar con los problemas espirituales de su gente. En un país católico, el catolicismo será un tema de su situación particular. Las creencias de las religiones de donde vinieron tus miembros son temas aceptables y necesarios. También si hay eventos bruscos entre tu gente como la muerte de un niño, es necesario que uno dirige sermones hacia esto. Cuando derribaron los torres gemelas en Nuevo York, muchos pastores trataron del asunto en sus sermones. En esto a veces un sermón de prioridad que está planeado para el futuro llega a ser predicado inmediatamente.

Debemos anotar que a veces hay temas pegados con un día festivo que deben ser tratados, como día de madre o padre, San Valentín, Día de los Muertos, Día de la Virgen, Pascua, Día de la Independencia, Navidad, etc. Aun que personalmente no me gusta el comercialismo de los días festivos, y veo problemas espirituales con unos de ellos, es la ocasión de predicar sobre ello de una forma u otra.

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D.   Recolectando material.

Es incorrecto de pensar que todo lo que predica un predicador es propio con él. Esto es en sí opuesto de lo que es la predicación. Damos lo que Dios nos ha dado. Debemos ver que los santos del Nuevo Testamento usaron material del Antiguo Testamento libremente. Pablo y Pedro usaron material del Antiguo Testamento. Jesús mismo citó los profetas del Antiguo Testamento. Todos los famosos predicadores de días más recientes han usado material en la forma de libros y sermones de otros predicadores y estudiantes de las Escrituras.

Predicadores son como los pájaros que amontan cosas que brillan aunque no saben si van a usarlas o no. Un buen predicador siempre tiene su libretita para apuntar ideas cuando le ocurren o escucha algo de otro predicador. No es vergonzoso de usar esta material, excepto cuando uno cita casi palabra por palabra todo su sermón de otra persona sin darle el crédito por su trabajo. Esto entre en la ética deshonesta.

                                                   i.     Usando Material Ajena.

Entonces debemos entender de presentar interpretaciones y explicaciones que son completamente nuevas es casi siempre va a terminar en herejía. Entonces el predicador no debe tener miedo de estudiar lo que ha escrito otros, siempre cuando está en la defensiva para filtrar lo malo o no bíblico de ello.

Uno debe citar la referencia cuando es algo particular a un solo autor, o cuando un solo hombre creyó la idea y empezó a promoverlo (como José Smith con las ideas de los mormones). Si la misma material se encuentra en varias diferentes fuentes entonces es en el dominio público y no hay necesidad de hacer referencia. Esto es cuando todas las referencias no están citando de un solo fuente original. En lo de comentarios, generalmente es entendido que un predicador hace investigación en muchos otros comentarios aunque no va a citarlos. Si lees algo palabra por palabra que es significante en tamaño (como un parágrafo) entonces es correcto de citarlo dando la fuente. Para cualquier cita o referencia, si lo pones generalmente en tus propias palabras entonces no es necesaria una anotación de fuente. Siempre es aceptable de citar tus fuentes, pero es también una distracción y mejor de no hacerlo nada más si es una cita exacta y larga, o muy famosa.

                                                 ii.     Problemas de Derechos de Autor.

Cuando alguien hace una obra original, esta persona tiene derecho de autor sobre la obra. Quiere decir que él tiene el derecho de negar a otros el usar su material, si es que el autor quiere restringirlo. (También puede proporcionarlo gratis o por cobro si quiere.) El

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principio envuelto en esto es ganancia económica o ventaja por la otra persona. Cualquier predicador que recibe salario, una ofrenda, o aun estima entre un grupo de personas recibe ventaja.

El derecho de autor es muy difícil de entender, pero la protección es sobre creación original. En lo de la predicación, cada predicador tiene que tener cuidado de no infringir sobre los derechos de autor de otros. De copiar y predicar un sermón (o un libro) en su totalidad es de infringir en el derecho de autor (si el autor original no te da permiso de usarlo). Ahora las obras salen afuera de derecho de autor en 100 años después de la muerte del autor en los Estados Unidos, por ejemplo. Igualmente no es necesario de pedir permiso si uno toma una cita o anotación de palabras exactas o de conceptos, y esta cita es breve o no es la mayoría de la obra total. (Uno tiene que checar las leyes en su país.) Siempre ha sido permitido de citar otras obras sin permiso en cuestiones de crítica o educación (mientras que no es mayor de cantidad de material que cita). Si los conceptos que presentas son distintos a una obra o un autor, uno debe notar el autor y fuente. Si los conceptos existen en más de 3-4 libros de diferentes autores, entonces la idea entra en el dominio público (que es un concepto común entre muchas personas y no es necesario de notar de donde uno lo vio). En comentarios sobre la Biblia, hay miles de ellos y la mayor parte tienen mucho igual entonces las ideas y conceptos que presentan no necesitan comentario de derecho de autor en lo general. De hecho, casi la mayoría de los comentarios son compilaciones de otros comentarios todavía más viejos.

Aun así, es correcto si uno lee las palabras exactas de un comentario y esta extracción es más que 1-2 líneas, de anotar de donde uno lo sacó. Este será cortesía aun que hay un argumento que dice que es una distracción, y si un sermón es una compilación de muchas fuentes, entonces es como un libro, una nueva creación. Por lo tal solamente ideas y conceptos, generalmente citas de palabras exactas, que necesitan anotación. Siempre es correcto de anotar fuentes aun que generalmente no es ilegal si uno no lo hace.

Cuando el predicador presenta el fruto de sus estudios, todos entienden que él consultó con muchos libros. Debe ser que la mayor parte es primeramente consultada de libros, y luego puesto en sus propias palabras. Cuando él encuentra algo que pone las frases y palabras en una forma excelente, entonces da razón de citarlo exactamente como lo encontró. (Esto necesita referencia al autor y libro original.) No es necesario de anotar palabras, nombres, y frases (no pueden entrar en derecho de autor), excepto si es un lema o algo especialmente atribuido a este autor.

                                              iii.     Problemas del plagio.

Las exigencias por anotación de fuentes es lo más suave en sermones predicados en iglesias. Podemos decir que casi nada en un sermón es necesario de anotar o dar crédito a la fuente donde uno lo saca. Un

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sermón es una presentación del mensaje de Dios, y viene de la Biblia (supuestamente). Pero debemos ser claro aquí. Cuando uno construye un sermón, estudia, tomando partes de una fuente y otra, arreglando todo adentro de tu propio sermón, y en hacerlo así, solamente citas de las exactas palabras que son pasajes largas deben ser atribuidas públicamente. Pero igualmente se entiende que es plagio si el predicador usa el mayor parte de un bosquejo de otra persona sin darle crédito en una forma. O sea, sí se puede hacerlo, pero debe anotar que el bosquejo vino de tal persona o libro. Cuando se hace modificaciones a ello, empieza a ser tu nueva creación y luego sin necesidad de notar tus fuentes. La estructura debe venir de uno mismo, aun que partes o ideas o frases vienen de otras fuentes. O vis a versa la estructura general de otro, y el relleno de ti. Uno puede usar los 3-4 puntos principales de otro sermón y organizar lo demás como uno vea, y igualmente es algo nuevo (no hay necesidad de anotar la fuente). El punto es cuando uno usa parte y modifica o aumenta lo demás, entonces es nueva creación.

Es mejor de leer el texto bíblico y sacar los puntos principales de ello antes de consultar otros libros de referencia sobre el sermón. Creando su sermón en esta forma, entonces ni moda si los puntos principales son iguales a sermones de otros del mismo, es nueva creación tuya y no necesita anotación. (Lo que sacas de la Biblia legalmente no necesita anotación, aunque es buena práctica de citar las referencias y versículos.)

Muchos predicadores usan material en el dominio público que no necesita anotación. Pero por cortesía da de donde lo sacó. Por ejemplo, dices que tal cosa vino de Spurgeon, no es necesario porque es afuera de derecho de autor, pero por cortesía a Spurgeon lo dices.

V.            La Construcción del Sermón.

A.   Sobrevista e introducción de hacer un sermón.

Hay muchos propósitos en los sermones, y van mano en mano con el tipo de sermón que es. Los propósitos pueden ser para aclarar puntos, para causar entendimiento, para anunciar, para llamar a conducta o creencia, para proclamar, para enseñar, para exponer, o para razonar. Puede estimular a adoración de Dios entre otros.

Hay en general 2 caracteres para los sermones: profético y didáctico. El sermón profético es un sermón como el profeta Natán hizo con el Rey David. Termina con “Tú eres el hombre,” un regaño o llamamiento a arrepentirse de un pecado. Por “profético” no quiero decir que estamos recibiendo nueva revelación de Dios sino que es profético en el sentido que tiene carácter que regaña el pecado del público a quien es dirigido. En el sermón profético, el predicador

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empieza con puntos a veces que no revelan su objetivo inmediatamente. En este tipo de sermón es mejor de esconder a donde vas hasta que llegues allí. Un elemento importante es la sorpresa al final.

El sermón didáctico es como la mayoría de las enseñanzas de Jesús o Pablo. Empieza con un punto (tema) y lo amplifica por explicaciones. Aun en esto, es difícil de ver a primera vista subdivisiones en ello (aunque sí existen y se pueden ver con meditación y estudio).

Un sermón didáctico (que enseña) empieza con el tema, y desarrolla el tema amplificándolo, dando luz a ello. Toda la información tiene que ver con el tema dado en la introducción. Un sermón profético (que redarguye) tiene su enfoque en la conclusión que rara la vez es revelada hasta el final cuando hace la exhortación de cambiarse la vida. Toda la información va reduciendo y restringiendo los pensamientos hasta llegar a la conclusión, en que a fuerzas el público tiene que ver la conclusión es bíblico y obligatorio para ellos.

Cuando enseñamos una doctrina, le damos la información antemano. Pero en un sermón profético que exhorta la congregación de ser salvo, de cambiar un tipo de conducta, etcétera, tal vez la congregación no sabrá exactamente a donde va el predicador con su sermón hasta la mitad, o casi al final. Personalmente creo que hay predicadores o mejor dicho estilos de predicación que se presta fácilmente a la enseñanza, y otros hacia exhortación y regañar. Igualmente hay tendencias entre predicadores a uno estilo o al otro. El primero es el don de enseñanza, y el segundo es el don de profeta. Raro es el predicador que puede hacer los dos bien, aun que este debe ser nuestra meta.

Los diferentes tipos de sermones que vamos a examinar ahora son sermones donde identificamos el “tipo de construcción” del sermón. Antes de examinar a ellos vamos a hablar primero de la construcción en general de un sermón.

La construcción de un sermón: Sermones necesitan estructura para ayudar al público en seguir y entender el mensaje que les presenta. No es siempre necesario que la estructura de un sermón sea muy visible, pero sí siempre debe existir.

Regla 40.                    Planeas a donde vas a llevarles, luego diles a donde vas a llevarles, diles adonde están, y después diles a donde han pasado. Lo más visible la estructura, lo mejor.

De ver los puntos de la estructura pasar uno por uno da paciencia y calma al público que el sermón va según un orden, un buen plan, y va a terminar con la buena presentación de las ideas. Entonces nuestra regla debe ser, lo más visible la estructura del sermón lo mejor. Sermones proféticos normalmente no son así, sino se revela la estructura al momento de darlo, y siempre con un buen final que es fuerte y a veces chocante. 

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A veces la construcción o estructura del sermón roba el mensaje del sermón pero es raro esto. O sea, si haces un sermón de 7 puntos donde cada uno empieza con una letra específica del alfabeto, entonces la estructura de este sermón empieza de robar el enfoque en lugar de comunicar y apoyar el tema. En este caso la estructura ya domino y distrae del mensaje del sermón y llega a estorbar en lugar de ayudar.

Regla 41.                    Un buen sermón debe tener estructura y siempre debe fluir o marcar progresión o demostrar proceso o avance en predicarlo.

Es mejor que los predicadores usan la estructura de un sermón para guiarles a ellos, y de ayudar a la congregación de marcar progresión. Por esto, queremos decir que el público siente que el sermón está progresando. Por ejemplo, cuando un joven predicador sube al púlpito y dice, “Mi sermón tiene un solo punto.” (Todos piensan que esto va a ser muy breve.) “Pero tengo 48 sub puntos bajo este punto.” Empieza su sermón y en sub punto 2, empieza a leer 100 versículos. Al público normal, esto se frustra horriblemente. Su reacción es que nunca va a terminar esta cosa y cierran sus mentes para “aguantar.”

Un buen sermón fluye, o sea, siente que está movimiento hacia un fin, una conclusión, algo donde el predicador hace su punto y se calle y se siente. Cualquier palabra o indicación que no es así, causa una trauma en la audiencia que es desesperante. “Somos atrapados con un lunático soberbio que nada más le gusta oír su propia voz.” Es muy importante que los predicadores siempre observen cortesías con su público, porque si hacen cosas de descortesías, la gente no regresará, o forman defensas mentales y espirituales de no hacer caso ni realmente escucharle. Esto es tu fama, y muchos predicadores causan su propia destrucción en el ministerio.

Aquí aumentamos que cortesía es de nunca dar vergüenza a individuos en la congregación con lo que dices, especialmente a tu propia esposa o familia. Si usas ejemplos e ilustraciones de carácter personal, debes perder permiso con la persona en privado antes de incluirlo.

B.   Ayudas Generales en construir un Sermón.

Para los que ya predican cada domingo varias veces, tal vez esto no es tanta ayuda, pero son cosas que novatos en construir sermones necesitan oír una vez.

Primero vamos a decir que hay fases en la construcción de un sermón. No piensas ni por un momento que vas a escribir tu sermón final en la primera pieza de papel que empiezas de tomar apuntes. En estas fases, uno primero pone sus ideas y conceptos, luego busca una estructura para presentar sus ideas a la congregación, luego estudia para rellenar los puntos con versículos, lógica, ilustraciones, ejemplos,

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y explicaciones, y luego tiene más o menos el sermón final. De este punto copia todo del borrador a una hoja en limpio, y empieza a estudiar lo que tenga para la presentación. Es bueno de apartarse a un closet o lugar quieto para actualmente predicar el sermón a lo menos una vez. Actualmente diciendo las palabras en voz alta, uno identifica puntos no claros, puntos que no son bíblicos, y puntos que faltan mucho trabajo todavía. Es también buena práctica de dejarlo un día y revisarlo de nuevo antes de predicarlo, aunque muchos predicadores encuentra este casi imposible porque trabajan al día (en la semana anterior) sus sermones.

El proceso actual de construir el sermón – En el proceso de estudiar, organizar, y juntar material, es muy útil de usar tu oficina al máximo. Por ejemplo, uno puede comprar pizarrón blanco o cartulina y poner la organización de su sermón en ello en letras grandes.

Haciendo supremo el tema – Es bueno de tener siempre tener un tema que domina el sermón. Debes poner a la vista el tema y el bosquejo. A veces el tema del sermón te da los puntos. Leyendo los puntos vez tras vez, uno pregunta a sí mismo, ¿qué es la pregunta lógica aquí? ¿Qué sigue? Habiendo dicho lo anterior, ahora, ¿Qué será la reacción normal o pregunta o pensamiento más obvio del público?

Escribe en el pizarrón preguntas sobre tu tema antes de empezar a estudiar. En el proceso de estudiar y organizar, regresa frecuentemente a leer estas preguntas que has hecho. ¿Tu sermón no contesta ninguna? A lo mejor tú tema o titulo necesita cambiarse un poco para reflejar actualmente que se trata el sermón.

Recomiendo yo el uso de muchos papeles y plumas de color. Cada predicador necesita tener su sermón en un formato que él mismo puede seguir en el púlpito. Para los que falla de vista, la letra debe ser grande. Es una distracción que el predicador se para por segundos leyendo su sermón y tratando de entender lo que había escrito antes. Es mejor que el formato sea simple, entendible, y de preferencia, frases cortas que se puede leer y entender rápido sin mucho tiempo de descifrarlo. Es bueno de usar plumones y lápices de diferentes colores y gruesos para distinguir entre un punto y otro, y para resaltar lo esencial e importante y dejar lo que no es importante a mención si hay tiempo. Aquí también es bueno que escribas todo o la mayoría de tu sermón para aclarar tus pensamientos, pero en el pulpito, papales con muchos parágrafos largos estorban la presentación del sermón. Es mejor de escribirlo, y luego hacer una copia con solamente lo esencia. Si citas algo palabra por palabra, inclúyelo en los apuntes del pulpito.

Un ejemplo de un bosquejo para el púlpito – A la derecha es un ejemplo de un bosquejo del púlpito, hecho a mano. Aun que no es muy visible en esta hoja, en su tamaño normal, se puede ver los puntos principales muy distintas de los puntos menores. Igualmente se puede leer las citas de versículos muy claramente y la información

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va a menos visible como va a menos importancia. Es muy bueno de reducir todo el sermón a una sola hoja si puedes.

Un problema común entre predicadores novatos es de equivocarse de la cita y versículo. Esto soluciona por tomar tu sermón y abrir tu Biblia y verificar cada cita con una Biblia. De predicar tu sermón en closet, actualmente leyendo todas las citas y diciendo en voz baja todo como fueras en el pulpito es la forma mejor de prepararse para la predicación. Otra forma de evitar este problema es de tener excesiva cantidad de precaución cuando entras un versículo en tus apuntes. Si usas un programa de la computadora, cópialo completo. Si lo copias de una Biblia, verifique la cita con mucho cuidado.

Regla 42.                    Generalmente, limita tu material de presentación al mínimo posible, y todavía hacer el punto.

Probablemente el error más común a los predicadores empezando es esto, que hacen una lista de abarrotes (que es larga y sin mucha relación entre sí) de sus sermones. Primero vamos a decir que cualquier persona puede ir a libros de referencia y encontrar listas de versículos sobre un tema. No hay chiste en ello. Tampoco no hay chiste de leer listas de referencias sobre un tema como si fueras leyendo una larga lista de abarrotes que vas a comprar en el comercial.

El predicador es como restaurante. Su trabajo es de encontrar buena comida, sabrosa y saludable, y de prepararla, y luego presentarla en una forma que es una delicia de verla y consumirla.

Aquí recordamos lo que todos hemos hecho con nuestros niños. No comen sus verduras, entonces hacemos un plato para ellos con brócoli como árboles, y otras verduras como animales o cosas que se antoja de comerlo. Buenos cocineros saben que este es el arte en su cocina. Les hace famoso y ricos porque la gente regresan a su restaurante por el gusto de comer allí. Aun que la comida realmente no es mejor, pero el público regresa y paga más por que le dan gusto.

Nuestro trabajo es de hacer todo para las ovejas respeto de presentar en una buena forma la comida espiritual. El sermón debe ser como un buen platillo, todo bien escogido, sabroso, de buena calidad, bien preparado, y sobre todo bien presentado. La experiencia total es lo que cuenta.

Cuando uno está preparando el sermón, el punto principal es que sea la palabra de Dios, no un invento o fabricación de nosotros. Nos da confianza que nuestro sermón es bíblico cuando tenemos el montón de versículos bien interpretados que apoyan lo que es nuestro punto principal. Pero como cualquier buen cocinero, puede tener 20 años de práctica para preparar un solo ingrediente, pero no tiene que saber esto el cliente. Se ve por el sabor y gusto en comerlo, no en los años de experiencia o las clases de cómo cocinar que ha tomado.

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En preparar el sermón, el predicador necesita tener la confianza de lo que está predicando es la Palabra de Dios. Todos estos versículos sirvan para esto, pero realmente es una distracción en el púlpito. O sea, buenos restaurantes no ponen más que dos o tres salsas en la mesa, y a veces con una buena salsa sabrosa basta. El predicador tiene que estudiar todos los versículos que él puede juntar sobre un punto, y luego escoger lo mejor que demuestra claramente, y con fuerza espiritual, su punto. Si quieres dar un montón de versículos para el público de analizar, imprímelos en un papel, fotocópialo, y regálaselo después del servicio. No lo lees como parte del sermón.

Regla 43.                    Corta bruscamente cada referencia, cita, versículo, o ilustración que no apoya (1) el tema del sermón, y (2) el punto que es sobre ello.

Debemos ser sin misericordia de cortar material del sermón que no tiene que ver directamente con el tema. Si es buena material, ponlo en otro sermón. Si es material mediocre, ¿Por qué lo pones en tu sermón? Material afuera del tema, o que no apoya directamente el punto (o punto subordinado) solamente distrae a ti y la congregación de tu mensaje principal.

También cada versículo leído debe tener un trato o una explicación, o debe ser tan claro que apoya fuertemente con el simple leerlo. Normalmente necesitamos explicar los versículos para relacionarlos con el tema y estructura del sermón.

Regla 44.                    Generalmente limite el apoyo de versículos a lo mejor uno por punto, pero no más que 3 por punto.

Pasando más que 3 versículos en un solo punto, empieza a confundir al público. Si los versículos son iguales de fuerza, entonces dos o tres buenos bastan, y si son diferentes, necesitan separarlos a puntos diferentes. La idea es que un público normal no puede contender con docenas y docenas de versículos en un solo sermón. La estructura bien planteada es lo que permite la introducción de más versículos, pero generalmente sin ver la estructura, sobre abundancia de versículos llega a confundir y no aclarar. Pasando 12 o 15, empieza a causar confusión y no claridad. La habilidad del predicador de explicarlos claramente es también en vista aquí. Unos predicadores no pueden explicar más que media docena de versículos en un solo sermón, y esto está bien. Sus explicaciones normalmente son más profundas. Un predicador que explica más, normalmente pone prioridad sobre los principales, meditando por horas en como explicar un versículo, y luego, llevando luz al entendimiento.

El predicador debe encontrar este balance delicado entre leer versículos y explicar versículos. Demasiado de uno o el otro se echa a perder el sermón. Si lee demasiados versículos sin explicaciones, dejas al público de buscar su sentido e importancia a tu sermón y tema. Está bien, pero esto toma más tiempo para ellos que si tú nada más lo explicas por ellos. Debes decidir en cada versículo si quieres el público de buscarlo en su Biblia. Si quieres que ellos vayan allí,

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entonces dales tiempo para que lo encuentren. Si no quieres que ellos se desvíen el pensar con buscar un versículo en un libro difícil de encontrar en el Antiguo Testamento, entonces no das la cita hasta después de que has leído el versículo.

Si explicas lo que es obvio en el versículo sin introducir nuevas vistas y entendimientos sobre el versículo, aburras el público. Si explicas demasiado sin usar versículos, quitas el poder y autoridad de Dios de lo que dices. Claro que un sermón que es nada más una exposición de un pasaje va a tener otra forma. Aquí la autoridad de Dios viene más bien en explicar lo que cada palabra o frase significa, relacionándola con otros pasajes o puntos.

Regla 45.                    Repetición ayuda con entender.

Una de los lemas en educación es esto, “Diles lo que vas a decirles, diles, y luego diles lo que les has dicho.” La idea de este lema es que repetición es necesaria para buen entendimiento. Las palabras necesitan tiempo para que el público capte lo que significan.

Aquí también debemos aclarar que un buen predicador usa pausas en su sermón para darles tiempo que las palabras se entienden y captan el significado de ellos. Hay pausas que estorban, y hay pausas que son muy útiles en ayudarnos de entender. Es como un tiempo de respirar un poco antes de progresar. Si todo el punto de predicar es de hacer el público entender la palabra de Dios y aplicarla a sus vidas, entonces esto es lo que pasa en las buenas pausas que son insertados en puntos críticos después de conclusiones o ilustraciones o resúmenes para que la congregación refleje sobre lo que has dicho.

Anatomía de un Sermón.

Empezamos con la introducción. Este sirve de introducir el tema principal del sermón. Esto debe suceder adentro de los primeros minutos del sermón. No debe alargarse demasiado. De tu introducción, debemos saber de lo que se trata el sermón, y esto debe ser el tema. Una vez que introduzcas el tema, todo lo que dices debe relacionarse con el tema, y no vagar de ello.

Debe ser una transición entre la introducción y los puntos. En este debes revelar la estructura de tu sermón. Otra vez esta da confianza y paciencia al público que sabes a donde vas a llevarles, y sigues un plan que es preparado y bueno. Es de mucha recomendación que entre introducción y los puntos, que les dices los puntos principales, y el tema muy claramente. Aun que no es necesario estar diciéndoles punto 1, punto 2, punto A, punto b minúscula, etcétera, es importante de dirigir sus pensamientos en una dirección general, y tus tres o cuatro puntos principales deben hacer esto. Aquí debemos aclarar que en esta estructura, debe ser extremadamente lógica y visible la relación entre los puntos principales de tu sermón, y su incorporación íntegra e íntima con el tema. Uno puede juzgar un sermón bueno o malo por esta relación entre los puntos y el tema.

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Es difícil de manejar muchos puntos principales. No puedes cuidarlos todos en la mente de la congregación. Tres es la norma en sermones, pero con cuatro es posible con dificultad. Cinco y más llegan a ser casi imposible de guardarlos en la mente del público.

Con la conclusión, uno repasa lo que has dicho en el sermón, y lo aplicas a sus vidas, y tratas de dar una exhortación final antes de cerrar. Es importante de cerrar el sermón con enfatizar la unión del sermón por el tema. Esto es lo que hace el sermón quedar en la memoria.

Regla 46.                    Busca sobre todo claridad de ideas.

Otro problema común con predicadores novatos (y muchos no novatos) es el problema de no presentar sus ideas claramente. Muchas veces tienen excelentes ideas y conceptos, pero necesitan pelear en como decirlo. En este punto es bueno de tener alguien (como la esposa) de a quien decirlo, y si ella no te entiende, nadie más va a entenderte probablemente. Aun que ella puede entenderlo, ella puede decirte si es sobre las cabezas de la congregación. Debemos tratar de presentar nuestros sermones a un nivel muy bajo de entendimiento, por ejemplo, para que un niño en la segundaria pueda entenderlo bien. No presumes que por ser adultos van a entenderte. Muchos adultos no agarran ideas y conceptos complejos. Aquí no estamos tratando con solamente educación, sino con torpeza espiritual que años en el pecado ha hecho bastante duro y casi invencible.

El asunto no es de demostrarles que tan inteligentes que somos, o que desarrollado es nuestro vocabulario, sino de comunicarles el mensaje de Dios. Comunicación demande palabras que los dos entienden. Palabras teológicas como justificación, propiciación, etcétera deben ser usadas, pero deben ser constantemente definidas para el público. Siempre hay nuevas personas que entran y no estaban cuando las definiste antes.

C.   Encontrando el Tema y Bosquejo.

Regla 47.                    Un buen sermón siempre tiene un tema que domina y dirige la estructura y presentación de ideas del sermón.

Muchas veces el texto del sermón es como el himno nacional antes de un partido deportivo. Lo tocan para empezar, pero después jamás regresas a ello. Sermones deben siempre tener un tema que es el asunto que se trata. El trabajo del predicador es de recibir este tema de Dios por medio de meditar y orar, de estudiar y leer las Escrituras, y luego desarrollar el tema para demostrarlo al público. El parte más difícil es de llegar a tener el tema, y expresarlo correctamente. A veces de llegar al tema es fácil (como la salvación) pero es muy difícil de ponerlo en la frase deseada y adecuada. (¿Qué aspecto de la salvación vas a tratar?)

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Aun en la construcción del sermón, a veces el predicador tiene que regresar a su tema y modificarlo para que sea representativo del material que ha recogido y de acuerdo con la estructura que está tomando forma. Aquí debemos entender que la norma para construir un sermón es de primero decidir el tema, luego estudiar y recoger material que apoya este tema, y luego organizar el material, quitar mucho que no es necesario o al punto, y tal vez aumentar más. O sea, la norma es de dejar el tema dirigir lo demás del trabajo y de reinar supremo sobre la presentación del sermón y la inclusión o exclusión de material.

El tema debe ser visto claramente en cada elemento del sermón, desde su introducción y titulo, sus puntos e ilustraciones, sus textos, y su conclusión. El tema es el verdugo que quita cualquier material del sermón si no apoya totalmente el tema.

Pero en ocasión, el material que encuentra uno toma un carácter que el predicador quiere seguir, y prefiere modificar un poco el tema que ignorar la buena material que ha juntado. Guarda su tema original para otro día y sermón y sigue con lo que tiene a la mano. Esto normalmente es una excepción, no la norma.

Debemos también decir que un buen predicador siempre va a usar recursos de otros libros, comentarios, y libros de referencia, para preparar su sermón. Pero debemos limitar estos estudios hasta después que Dios nos ha dado el tema. O sea, si predicas sobre un pasaje o texto, no consultas con los comentarios hasta después que lo entiendes muy bien el pasaje, y tienes los puntos principales de tu sermón ya establecido. A veces tenemos que estudiar para entender el pasaje antes de nada, pero los recursos del pastor entran después que tiene una buena idea a donde va a ir en su sermón.

Igualmente debemos decir que es muy mala práctica y habito de crear sermones sin consultar fuentes de referencia (idiomas originales, comentarios, enciclopedias y diccionarios bíblicos, etcétera). ¿Por qué? Por que uno debe saber bien la doctrina y enseñanzas de la Biblia, pero no debemos presumir de saberlo todo. Estas referencias por otros hombres de Dios que tienen altos estudios en la Biblia son importantes de comprobar que sí tenemos la verdad de Dios.

Oraciones para Encontrar el Texto

Señor, inspíranos a leer tus Escrituras y meditar sobre ellos día y nocheTe rogamos que nos das entendimiento real de qué necesitamos,

para que en turno podamos poner Tus preceptos en práctica,Pero también entendemos que entendimiento y buenas intenciones son

inútilessi no están basados en Tu amor y gracia,

Entonces pedimos que las Palabras de las Escrituras seanno como marcas en una página

sino medios de comunicar Tu gracia a nuestros corazones.

Origen circa 185-254 d.C. HCBoP p. 281

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Dame Mi Señoresta pureza de conciencia que solamente puede concederme tus

inspiracionesMis oídos son engrosados, para que no oiga tu voz

Mis ojos son cerrados para que no veo la evidencia de tu presenciay solamente Tu puedes avivar mis oídos y sanar mis ojos

y limpiar y renovar mi corazón.Enséñame de sentar a Tus pies

y de oír tu palabra.

John Henry Newman (1801-1890)

Alguien dijo que el texto correcto viene de repente en tus estudios. Va a calentar tu alma. Es algo que se puede dividir en puntos principales de un sermón. Crece mientras que tú laboras a ello. Y finalmente, arde en tu alma hasta que lo predicas y descargas tu alma a la congregación.

Regla 48.                    Un buen tema siempre es específico, enfocando la atención a algo angosto que se puede tratar en el tiempo dado.

Un buen tema no es un montón de palabras que no son unidos, claramente comunicando un punto principal y enfocado en algo específico. Es completo como una unidad de pensar. Es claro, y entendible la primera vez que lo oye. Podamos decir que hay muchos textos en la Biblia que no son buenos textos para un sermón porque no son claros lo que presentan. Más bien son más ocultos que obvios.

1° Crónicas 26:18 En la cámara de los utensilios al occidente, cuatro al camino, y dos en la cámara.

Debemos ver el tema como algo que controla el sermón. Lo que no apoya el tema debe ser quitado del sermón sin excepción y sin misericordia. Cada punto del sermón debe ser enfocado en el tema. O sea, después de cada punto del sermón, un resumen del punto debe relacionar con el tema.

Regla 49.                    Un buen tema es suficiente largo para dar al predicador buena carne para su sermón, pero es suficiente corto para cubrirlo todo en un solo sermón.

Siempre hay un problema con el cambio de un servicio al otro de personas. Si hacemos sermones que la mitad es en un servicio y la otra mitad en otro, perdimos unas personas que no van a sacar provecho porque faltaron la otra mitad, y hay otras personas que vienen y faltaron la primera parte. El sermón ideal debe ser exacto para el tiempo dado y el público presente. Mucho de esto tiene que ver con el predicador y los temas que él escoja para predicar. El predicador debe dedicar mucho tiempo, esfuerzo, y pensar en escoger un buen tema. A veces el tema que escoja el predicador está mal por ser demasiado ancha o demasiado angosta. A veces con modificarlo uno puede llegar a tener algo excelente.

Regla 50.                    Un buen sermón siempre sigue su tema, quedándose adentro de los límites propuestos por el tema, enfocando y

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explicando el tema dada para convencer al público de la verdad que contiene.

El tema de un sermón es lo que le da limitaciones y estructura. Por tener y anunciar el tema, quiere decir que no vamos a afuera de lo que es el tema que nosotros claramente anunciamos, y de este tema vamos a sacar la estructura (algo que congenia con el tema, y revela y define el tema). El predicador decide el tema, pero una vez decidido y declarado, es fraudulenta y traicionadota de salirse de este tema. De no tener o no declarar el tema es de decir que no lo sabes, no lo tienes, que no quieres limitar tus palabras sino que vamos a oír a lo que te ocurre al momento.

Regla 51.                    Un buen sermón viene de Dios, y el predicador saca el mensaje de Dios de la Palabra de Dios para comunicar esta carga al pueblo de Dios. No buscamos novedades sino fidelidad al mensaje de Dios.

Isaías 8:20   ¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido.

Debemos siempre recordar que los sermones no son obras de arte de nosotros mismos sino son mensajes espirituales de Dios, y por esto, es lo que Dios quiso comunicar a esta gente en esta ocasión en particular. Para un predicador de salir con novedades realmente no es algo bueno. Tal vez en la forma que explicamos la Palabra de Dios es permitida de usar métodos originales, explicaciones originales, ilustraciones nuevas, etcétera. Pero el contenido de nuestro mensaje nunca debe ser original. El mensaje de Dios es lo mismo que Dios dio hace miles de años, y de vagar de ello es pecado, no originalidad que buscamos, sino fidelidad.

No debemos pelear con Dios sobre lo que predicamos, sino sujetarnos a lo que Dios quiere y que Dios claramente ha dicho en la Palabra de Dios. Si es así, entonces Dios ya tiene el mensaje por cada grupo y cada ocasión, tenemos que nada más encontrarlo por meditar sobre nuestro público, la Palabra de Dios, y buscar la voluntad de Dios. El predicador no predica lo que quiere oír el público (el predicar lo popular) pero si considera los vicios y problemas de su público en decidir sus temas.

Cuando encontramos el tema o el texto de un sermón, debemos simplemente dejar que Dios le habla a nuestra gente. O sea, el mensaje viene del texto. El texto determina lo que es el mensaje, y no es que el mensaje causa una interpretación esforzada de los pasajes que se usan. Si alguien leyendo sin prejuicios el texto o los textos que tienes en tu sermón y no fácilmente llega a la misma conclusión que sacas de ellos, mucho cuidado. Probablemente estás esforzando los textos a significar algo que no significan, y el mensaje de Dios ya ha perdido en esto tu creación, tu novedad.

El predicador debe cultivar un ambiente y habito de crear sermones en que él piensa por sí mismo. O sea, el pastor tiene que ser perceptivo en sus observaciones del pueblo de Dios delante de él y de

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la Palabra de Dios. Aquí entramos en el punto de ser sobrios que es un requisito para el pastor según 1 Timoteo 3:2. Sobrio significa sano en la mente, o en las formas en que uno piensa. De ser sobrio es también de prestar mucha atención a detalles. De ser muy atento, vigilante, siempre dedicando esfuerzo y atención a lo que está pasando. De no dejar ningún detalle pasar su inspección y revisión, sino encima de todo.

Regla 52.                    Lo que importante para Dios y lo que es Su mensaje para todos, Dios ya lo ha dicho en Su Palabra.

Apocalipsis 22:18-19 Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. 19 Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.

Deuteronomio 12:32 Cuidarás de hacer todo lo que yo te mando; no añadirás a ello, ni de ello quitarás.

Deuteronomio 4:2 No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordene.

Lo que quiere decir esto es que todo lo importante que quiso Dios comunicarnos, ya lo ha incluido en la Palabra de Dios. Lo que no se encuentra allí, es por que “no es bíblico”, o sea, no está en el mensaje de Dios (la Biblia), no toma parte de este “importante.” Por lo mismo, no podamos tocar ello y morar sobre estas cosas en sermones. Dejamos lo escondido, lo oculto, lo no provechoso a un lado para predicar lo que ha dicho Dios. El problema grave aquí es cuando el predicador estudia temas que no son claros u obvios en la Biblia, y por lo tanto, no son bíblicos realmente. Pero aun el predicador persigue estos temas para concentrar en ellos, y en su soberbia presenta sus imaginaciones como fueran la Palabra de Dios.

Debemos entender también que los sermones igual como el ministerio entero de un hombre de Dios es una consecuencia o fruto de su vida personal con el Señor. Un mal árbol no va a producir buen fruto. En respuesta a la cuestión de “¿Dónde viene el tema por mi sermón?” la fuente mejor para los sermones es de lo que el predicador vive y tiene como experiencia en su propia vida espiritual. O sea, no puedes comunicar algo que no entiendes, o algo que no has vivido personalmente. Igualmente comunicas mejor lo que has vivido personalmente.

HABLANDO PRACTICAMENTE: Predicadores deben ver la preparación de sus sermones como la vocación principal de su vida. Deben dedicar mucho tiempo y esfuerzo a este trabajo. Parte de esto de predicar es siempre parte diaria de vida. O sea, el buen predicador siempre tiene papelitos en su bolsa con ideas que le ocurre cuando anda afuera, y tiene algo en su escritorio para organizar estas ideas para sermones. Siempre analiza todo en su experiencia, en los relatos

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y conversaciones de otras personas, para ver si existe una falsedad, algo inmoral que tal vez él necesita tocar en un sermón. Los mejores sermones normalmente son sermones (1) que tiene un gran y buen tema (que son pocos temas así), o (2) que son muy elaborados por estudio y meditación.

Regla 53.                    Un buen sermón viene de la vida espiritual de quien lo crea y lo predica.

Lucas 6:45  El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.

Muchos predicadores tienen mucho problema con encontrar sermones para predicar. A la verdad, la Biblia presenta que nuestras palabras son resultados de la actividad espiritual de nuestro corazón. Con el predicador esto es especialmente la verdad. El predicador tiene que relacionar su propia vida espiritual con su ministerio en el púlpito. De uno sale el otro.

Regla 54.                    No es la cantidad de material que hace un sermón excelente, sino la fidelidad del mensaje, la claridad de su presentación, y la convicción con que está presentado.

La situación mejor para un predicador es de estar trabajando en muchos sermones poco a poco, dando mucho tiempo a cada uno, pero su tiempo distribuido por ratos cada semana, más a lo que viene este fin de semana. Cuando llega a su tiempo de actualmente predicarlo, ya ha meditado sobre el mensaje una docena de veces, igualmente haciendo modificaciones a su estructura, buscando ilustraciones, explicaciones, versículos pertinentes, exposición de versículos, etcétera.

Regla 55.                    El tema o el punto principal del sermón es lo más importante de todo.

De fallar en tener un buen tema, o de no tenerlo bien dicho es de fracasar en todo el sermón. El tema sirve en dos aspectos: (1) de enfocar en lo que se trata el sermón, y (2) de comunicar todo el sermón en un frase sencillo. El tema enfoca el sermón y elimina material (que puede ser muy bueno en otro contexto) del sermón porque no sirve el propósito del sermón como el tema lo presenta. Tenemos que entender muy bien y ser cruel con nuestra propia material que material que no apoya exactamente y fuertemente el tema es una distracción y causa el fracaso del sermón. Se excluye este material sin misericordia. Sé cruel con tu propio sermón para excluir sin piedad material ajeno (aunque sea buena o excelente en sí) cuando no es directamente relacionado (esencial) a tu tema. Lo que no aclara y apoya directamente, distrae y vaga los pensamientos, y aun que es bíblico y bueno, en esta ocasión es enemigo de tu mensaje y sermón.

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Regla 56.                    Nunca permitas un desenfoque o una distracción en la presentación de ideas.

Un desenfoque en la presentación de ideas aun por un medio minuto por el predicador causa el público de seguir pensando en la distracción y no regresa a lo que el predicador está presentando a veces por 5, 10, o 15 minutos después, a veces nunca regresa a realmente escuchar a lo que el predicador está diciendo. Por esto, un buen sermón y un buen predicador agarran el enfoque desde la introducción y no lo deja que su presentación de ideas sea quebrantada jamás.

Regla 57.                    Un buen sermón debe ser interesante para el público.

¡Debemos confesar que sermones aburridos son aburridos! No debemos echar la culpa al evangelio, la Biblia, y menos a Dios. Las cosas que Dios se trata con nosotros son muy interesantes e importantes para nuestras vidas. Proveen la felicidad, paz, y tranquilidad que el mundo no tiene. ¿Por qué los sermones son aburridos? Por que desde luego el predicador es aburrido. Los temas y las formas de tratar con ellos son aburridos. No debemos decir que todo que es excitante e interesante es un buen tema tampoco, pero la mayoría de los sermones (realmente todos) puede ser renovada para ser presentada en una forma interesante. Normalmente los sermones son aburridos porque el predicador (1) no toma el tiempo de hacerlos interesantes, (2) no sabe como, o (3) no es su meta en la preparación. Hay predicadores que predican pero no para convencer y animar que la congregación cree como él, y con gozo y animo obedece a Dios. Esto va a lo espiritual del predicador, y esto es muy malo.

Regla 58.                    Un buen sermón es práctico.

Un buen sermón es algo que toca la vida del público que lo oye, y expone, explique, y aplica esta verdad de Dios a sus vidas individuales. Esto debe ser la prioridad más importante en todo sermón. Satanás anda en muchas oficinas de pastores ayudándoles hacer sus sermones. La marca de esta ayuda de Satanás es siempre que la congregación sienta bien que han aprendido algo de la Biblia, pero no les cambia la vida espiritualmente en nada. Esto es bueno para Satanás. ¿Por qué? Porque el sermón no era práctico. Oí un sermón de un famoso predicador una vez de Isaías, como cada uno de los 66 capítulos de Isaías corresponde al libro correspondiente de la Biblia. Su propósito era interesante, pero no creo que nadie salió cambiado en su vida espiritual de este sermón. Era en una universidad cristiana, y hubo fácilmente 10,000 personas presentes (estudiantes, facultad, padres, y predicadores). Predicaciones no prácticas nada más “llenan el hueco” para que pienses que tienes algo sin remediar los problemas. Es como dulce de algodón. Se ve bonita y sustancioso, pero al final desaparece en tu boca dejándote con las ganas de comer algo bueno.

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D.   La Preparación Preliminar.

Esta sección probablemente se trata la semana antes que tienes que predicar el sermón. Esta semana es cuando lo preparas o es nunca.

1. Lea el texto vez tras vez.

2. Asegúrate que entiendes realmente que es el sentido o interpretación actual del texto o el tema.

Aquí debemos decir que es una ley que nunca abres comentarios antes que ya tienes tus propios pensamientos escritos de que es la organización, interpretación, y puntos principios de un texto. Después que ya tienes esto, empiezas a usar comentarios y otro material.

3. Medita sobre las aplicaciones del texto a tu congregación.

Sobre todo buscamos de dar el mensaje que Dios quiere a este grupo de personas en esta ocasión. Buscamos de ser práctico, aplicando principios espirituales a sus vidas para que salgan del pecado a la voluntad de Dios, para que no sufran el castigo de Dios, sin que gocen la bendición de Dios. ¿Cómo lo hago esto? ¿En qué consiste esto?

4. Ora que Dios te guía a la verdad del texto, como presentarlo, y como aplicarlo.

Oración y una vida íntima con Dios es lo más esencial en ser un buen predicador. Das de la abundancia de tu corazón. Si allí hay poco, darás casi nada, o nada.

5. Decídete en el tema del texto o sermón.

Aquí el tema debe ser específico y angosto, pero no tan angosto que el texto no puede apoyarlo. Un sermón debe tener un solo tema, y no debe andar afuera de este tema. Todos los elementos y puntos menores deben tener que ver con el tema en una forma de apoyar directamente, claramente, y fuertemente al tema. Lo que no apoya, distrae, y es un enemigo a la buena presentación del tema, y causa el derroto de tu propósito. El tema debe ser expresado en una sola oración corta, clara, y al punto.

6. Busca material.

Empieza con un bosquejo aun desorganizado o flojo, ideas en papel, poco a poco elimina unos, aumenta otros, organízalos, y marca los más fuertes y mejores, desecha los que no van con este tema, etcétera. Llega a ser un experto en visualizar ideas. Usa un pizarrón, papel, o cualquier instrumento que te sirve para apuntar lo importante, lo útil, lo fuerte.

7. Ordenar tu material, eliminando lo débil o inútil.

Como predicador, debes ser muy cruel y brusco con tu material. Lo que no es claro, fuerte y al punto, deséchalo. Lo que es claro y fuerte,

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pero no va (apoya) tu tema, guárdalo para otro sermón sobre ello, pero no deja que entra en este presente sermón. Aquí también debemos reducir el material al limite de tiempo disponible, o regresar a punto 6 para aumentar más material para que alcance.

Primero formamos los puntos principales que apoyan el tema. Luego buscamos puntos menores que reesfuerzan los puntos principales y tema. Buscamos puntos que no son buenos en sí, sino buenos puntos que apoyan directamente, fuertemente, y claramente el tema.

8. Busca como iluminar los puntos principales.

Aquí vamos a tener el sermón casi listo cuando vamos buscando ilustraciones o explicaciones que puede iluminar todavía más los puntos. Este es el punto de buscar ilustraciones para puntos principales. Puntos menores normalmente no necesitan ilustración tanto como los puntos principales.

9. Haz la introducción y conclusión.

La introducción enfoca la atención adonde vas a llevar al público en este sermón, y la conclusión repite al público donde se fueron en este sermón. La conclusión muchas veces es un resumen del sermón (puntos principales). Una conclusión también es el lugar de aplicar y exhortar el tema, y llamar para una decisión.

Lo que puedes hacer, y lo que es imposible de hacer.

Creo que un problema grave en predicadores jóvenes cuando empiezan de predicar es la falta de ser realista en la presentación de su material. Por esto quiero decir que no calculan bien ni la cantidad de material que necesitan ni la presentación correcta (en el aspecto de tiempo) de esta material. Simplemente son flojos, porque de actualmente predicar el sermón en su casa en el proceso de preparación les diría cuanto tiempo es necesario. Si lo prediques en casa y necesitas 2 horas para cumplirlo, no vas a cubrir este material en un tiempo de 30 minutos. Igualmente el hecho de actualmente predicarlo, muchas veces el mismo predicador dice a sí mismo, “Esto no hace sentido”, o peor, “Esto realmente no es correcto”. De grabarlo en esta preeliminaría predicación de preparación y escucharlo con calmo les ayuda grandemente a predicadores jóvenes. No hay substituto para el principiante de practicar o ensayar su sermón antemano en su oficina u hogar.

Vamos a ser realista. Ningún punto puede ser hecho instantáneamente. Hay siempre dos partes para hacer un punto: (1) declararlo, y (2) explicarlo. En declararlo, un buen punto necesita tener una forma que se queda en la mente. Una buena regla de mano es que para cada buen punto, lo más que meditas en cómo declararlo y cómo explicarlo, lo mejor harías el punto y más que la congregación recordaría. Este es el componente básico de tu sermón, y la mayoría de tu preparación de ser gastado en investigar y meditar profundamente sobre cada punto.

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Cada predicador sabe o pone más o menos el largo de su sermón. Hay ocasiones en que uno tiene que predicar 10 minutos, otros 20, otros media hora, y hay ocasiones raras en que un predicar tiene una hora. Voy a decir que generalmente es muy difícil de llevar la atención de un grupo por más que 35-40 minutos, especialmente por los que están empezando a predicar. (Hay otros pastores que predican una hora, pero en sí es muy, muy difícil de llevar la atención por tanto tiempo.) Se pierden ellos, se aburren, quieren irse a casa, piensan en comer, etcétera. Los mejores sermones generalmente son de 40 minutos para abajo. Un pastor tiene que entrenar a su congregación de escuchar por más que 40 minutos, y mucho depende sobre su personalidad en el púlpito y la composición y presentación de sus sermones.

Para predicadores empezando, es mejor de limitar sus sermones a 30-40 minutos máximos hasta que tienen mucha experiencia y la congregación acepta su estilo si es más largo. Es la tendencia de principiantes de tomar más tiempo que piensa de explicar algo, y si explica bien, se fija que la congregación está gustando la explicación, no avance al próximo punto (que es un error). Te quedas en un punto solamente si la congregación NO entiende el punto, nada más. Un breve explicación más, un ejemplo o ilustración tal vez, y sigues con el sermón. En casos extremos, te quedas lo demás de tu sermón en este punto importante y terminas allí.

Vamos a usar el limite de 40 minutos (el número no es importante aquí, es solamente un número lo que vas a usar para calcular).

Ahora vamos a suponer que un sermón típico tiene 3 puntos y 3 subpuntos debajo de cada punto principal. Debe tener una introducción y conclusión, y a lo menos unos ilustraciones (vas a decir una para cada punto principal tal vez).

Si la unidad básica del sermón es una declaración y una explicación (usando a lo menos un o dos versículos por lo general, aunque es válido en un sermón de tener puntos del bosquejo sin un versículo), entonces vamos a calcular cuanto tiempo hay para presentar una declaración y explicarlo.

1.    Introducción

2.    I.

3.    A.

4.    B.

5.    C.

6.    Ilustración o aplicación

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7.    II.

8.    A.

9.    B.

10. C.

11. Ilustración o aplicación

12. III.

13. A.

14. B.

15. C.

16. Ilustración o aplicación

17. Conclusión

Si hay 17 elementos básicos en este sermón típico, y tienes 40 minutos, entonces tienes que lograr un promedio de declarar y explicar cada uno  en 2 minutos y pico. Es muy acelerado el sermón de hacer esto en este límite de tiempo en cada punto. Será de limitar cada sub punto a un solo versículo, léalo (30 segundos) y un minuto y medio de explicarlo. No hay tiempo extra para ilustraciones. Normalmente hay puntos más importantes que llevan 5 o 8 minutos en declararlos y explicarlos. Es adentro de la norma de tener un punto que necesita 10 a 12 minutos para cumplir. No está mal o afuera del común. Pero está muy mal un sermón con 6-8 puntos que cada uno necesita 12 minutos (1 hora 36 minutos más introducción y conclusión). Mi punto aquí es de hacerte ver que es mejor de reducir algo los puntos y poner más calidad y material en ellos. O sea, tres puntos principales es normal y bueno (yo creo), pero aun 3 sub puntos bajo cada uno no es necesario. Mejor unos 3, otros 2. Lo mejor es de tener muy bien presentado un punto con dos versículos, bien obvios lo que enseñan, y al punto, para que no necesiten mucha explicación. De apretarlo en unos puntos, te deja de ser más flojo en otros.

Debes siempre llevar en tu mente, que ni modo como lo ves, nunca hay el tiempo que uno quiere para hacer todo lo que uno quiere. No abusas de tu congregación, sino tratas de darles lo mejor calidad posible, sin fastidiarles. A fin de cuentas unos siempre llegan a la mitad, y otros salen cuando ellos piensan que debe terminar el sermón ni modo si está terminado o no. Pero como representante de Dios, hombre de Dios, no queremos abusar de nuestro oficio.

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Personalmente yo predico una hora o más domingos en la mañana. Si veo personas durmiendo (afuera de los que siempre duermen), corto el sermón en tiempo. Este depende en el tema, la condición de las personas, etcétera. En nuestro ministerio, la mayoría no regresan en domingo en la noche, y pocos vienen entre semana. Entonces yo tomo un poco más tiempo en la mañana por esto. Es su única oportunidad de aprender algo de la Biblia. Aun así he tenido miembros que llegan en la oración al final.

El punto aquí es que cuando planeamos el sermón, es mejor de quitar cosas chafas que nos distraen y quedarse solamente y únicamente con la crema, la carne más fuerte, y dejar más tiempo para explicar bien esto importante.

Regla 59.                    El sermón excelente tendrá puntos bien declarados y explicados.

A fin de cuentas, el predicador puede tener un sermón de dos puntos principales, o menos que tres en cada subpunto. En esto no hay reglas sino que el predicador hace su estudio del material, y después que tiene tal vez 15 puntos, va quitando todos para quedarse con unos o dos. O sea, la preparación de un buen sermón SIEMPRE SIN EXCEPCIÓN es de juntar mucho material y luego reducir o amplificar lo que estima lo más importante, claro, o conmovedor. El problema con principiantes es que todo es “su bebe”, y nunca quiere echar afuera nada lo que ha creado. Aquí es más importante de dividir y dejar muy buenos puntos para otros sermones de tratar de esforzar toda la Biblia y doctrinas en la Biblia a entrar en un solo sermón.

E.   Formando el Cuerpo.

Regla 60.                    Un buen sermón siempre tiene una presentación y progreso de ideas que son claras, sucesivas, y lógicas.

La estructura de un sermón siempre debe ser lógica. De brinca de un punto a otro punto y regresarse causa confusión, entonces debe ser una transición que a la verdad conecta los puntos y demuestra a donde vas con esta secuencia de ideas. El orden de los puntos debe ser lógico y claro. Debe ser un estilo de transición entre un punto al otro.

Claridad es un problema mayor entre la mayoría de los predicadores. La congregación se pierde en tratar de entender lo que realmente el predicador está diciendo. Se puede mejor el sermón si gasta suficiente tiempo entre la preparación antes de la predicación del sermón.

O sea, después que uno tiene el bosquejo final en su mano, desde allí empezar a “predicarlo” en voz baja (o alta) desde el principio hasta el final, leyendo todos los versículos y diciendo todos los puntos, ilustraciones, etcétera. Lo que pasa es que con el actualmente oír uno mismo explicarlo, uno mismo se da cuenta de puntos que no son lógicos, de ilustraciones que confunden en lugar de aclaran, y

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tonterías que uno no debe decir. Igualmente uno puede ver el tiempo necesario de predicarlo. Muchos predicadores llevan demasiado material al púlpito que nunca pueden terminar en el tiempo dado. A fijarse en esto, uno regresa a su escritorio para cortar lo no esencia. Es mejor de quitar material del sermón para otro sermón que dejarlo y no terminar todo lo que uno tiene preparado, o de pasar tan rápido sobre el material bueno que nadie agarra nada.

Regla 61.                    La estructura interna del sermón viene de la presentación del material y tema.

Cada sermón es único. Tiene vida en sí, y debe ser tratado como algo especial. No debemos esforzar todos nuestros sermones de seguir un formato forzado. La norma generalmente es que el cuerpo tiene tres puntos. La razón por esto es que dos puntos son muy poco material de presentar. Con un sermón de dos puntos, casi necesita 3-4 puntos bajo cada punto principal. Con otros sermones, pasando 4, llega a ser demasiado poco y limitado cada punto. Sermones de 4 y 5 puntos principales casi no tienen puntos secundarios porque de tener aun 2 puntos secundarios bajo cada punto principal llega a ser demasiado material de tratar.

Hay flexibilidad en el formato y los puntos de un sermón. Debemos usar esta flexibilidad para hacer la presentación mejor posible. Que adaptamos la estructura al material y tema que escogimos. Siempre el predicador joven yerra en hacer demasiado material. El problema con esto es que no termina de presentar toda esta material, o no presenta su material claramente con calma. Va corriendo por los puntos, y aun así no termina muchas veces. Es mejor de limitarse a menos material y tratarlo bien, dando un tiempo para explicar y aplicar puntos importantes.

La estructura del sermón debe ayudarnos de entender el sermón, el tema, y la enseñanza principal. Cuando hablamos de estructura, siempre la idea es que apoya y sirve el bien del sermón. La estructura debe ser nuestro servio, no nosotros esclavos a ello. Edificios y cuerpos humanos tienen estructura para ayudarles y apoyarlos en lo que hacen ellos. La estructura del sermón es igual. Debemos observar en el material que tengamos que es la estructura natural. Un sermón de la Trinidad puede tener tres puntos uno por cada persona de la Trinidad. Un sermón sobre el sembrador puede tiene un punto por cada tipo de suelo que hubo (4). La estructura debe fluir desde tu material, siempre recordando que la ley rígida es de tratar adecuadamente la material que uno desea presentar en el tiempo que tenga. No caímos en el problema de morder más que podamos masticar.

Yo tengo 20 años predicando cada semana, y es normal para mí de empezar de estudiar para este sermón, pero el material que voy juntando llega a ser demasiado para una sola predicación, entonces voy dividiendo este sermón a tres o cuatro y hago una serie o predico luego parte del material que tengo. Esto es normal, y ayuda de

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extender el material que uno tenga para que haya más tiempo de tratarlo bien.

F.    Organización de Material.

Regla 62.                    Siempre use los mejores, más fuertes, y más claros argumentos y pasajes que hay.

En muchos puntos de la Biblia, hay literalmente docenas de versículos que uno puede usar para apoyar un punto de un sermón. La tentación es de demostrar al público todos los que has encontrados. Esto es un error. Estudie todos los textos disponibles. De todos escoges uno o dos, máximo tres textos que demuestran muy claramente tu punto. En puntos menores en un sermón, uno o dos versículos de apoyo son suficientes para demostrar una verdad. Hablando de explicarlos, es difícil de quedarse en el tiempo dado si vas con 5-6 versículos bajo cada sub punto. Siempre usa lo más claro, lo más fácil de explicar, y lo más fuerte. Deja el punto con un o dos textos convincentes. Normalmente no hay razón de seguir demostrando texto tras texto. Escríbelos en una hoja, fotocopiarlo, y dejarlos para los que interesan en ver todos.

Regla 63.                    Limite el material a lo más conciso, más claro y lo que más convence, y no usas demasiado para frustrar y confutar al público.

Unos pocos puntos muy bien basados en textos bíblicos y bien explicados, ilustrados, y aplicados es siempre mejor que un diluvio de textos donde dan la impresión que tu sermón nunca va a terminar, y causan confusión. Versículos deben apoyar uno al otro bajo el mismo sub punto. Cuando uno ve dos o máximo tres versículos que bien dice lo que propones, el cristiano obediente no necesita más. El rebelde nunca va a aceptar aun que le explicas 100 versículos sobre el punto.

Regla 64.                    No tratas de imponer el plan de salvación en cada sermón.

Hay sermones que presentan el evangelio. Es casi un requisito (muy buena recomendación) que como ministros de Dios que presentamos regularmente el evangelio aun a nuestros miembros que supuestamente ya son salvos. Pero es un mal maniobra de esforzar un punto que el sermón y los textos realmente no presentan. Si el sermón presenta el evangelio, ofréceles la oportunidad de expresar su decisión de ser salvo. Pero si no es en lo que presentaste, es difícil de ver el seguimiento a una decisión para ser salvo de este sermón. Es mejor de no ligarlo y nada más ofrecer la oportunidad de venir adelante los que quieren ser salvos.

Personalmente creo que es un error de usar el servicio de domingo en la mañana para siempre presentar el evangelio. Presentamos el evangelio a lo menos cada mes o dos meses, pero la responsabilidad del pastor es de alimentar a las ovejas, no evangelizar en la iglesia. El concepto de evangelizar en la Biblia es en la calle donde se encuentra

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a los inconversos. De voltear cada servicio a algo de evangelizar excluye la posibilidad de dar a tus miembros maduros comida para su crecimiento espiritual.

¿Cómo es la estructura de un sermón típico? A veces hay jóvenes predicadores empezando que necesitan más guía e instrucción. Entonces para ellos voy a dar un ejemplo que debe ser la norma para todos sus sermones.

Titulo

Introducción –

I. Punto uno

          A. Subpunto

Aplicación

          B. Subpunto

Transición -

II. Punto dos

          A. Subpunto

Ilustración

          B. Subpunto

Transición -

III. Punto tres

          A. Subpunto

          B. Subpunto

Transición -

Conclusión

Más o menos esto es el formato que la mayoría de los predicadores usan para organizar sus sermones. Menos de tres puntos principales es poca material, y debes aumentar los subpuntos a tres o cuatro. Más que tres puntos principales no puedes desarrollar bien en el tiempo de un sermón normal. Igualmente muchos subpuntos causan más confusión que nada. Cada subpunto debe ser limitado a 3

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versículos de apoyo máximo. Debe ser no más que 3 o 4 ilustraciones en todo el sermón.

Poniendo esto como lo ideal, cada predicador joven debe exigirse a seguir este formato, y como va pasando los años predicando, gradualmente uno tiene más libertad en varear de este formato. Aun predicadores viejos con años de experiencia andan en problemas por que abandonaron este simple formato.

G.  Formando la Introducción.

“Es lo mismo con burros y hombres, los que quieren moverles tiene que agarrarles bien por las orejas.” Proverbio

ruso

Anotamos que normalmente es mejor de hacer la introducción y conclusión a final en el proceso de construir un sermón.

Regla 65.                    Introduce el tema adentro del primer minuto o dos del sermón.

Es una distracción de escuchar a un sermón por varios minutos sin saber de lo que se trata. La idea principal, o sea, el tema, debe ser introducido casi inmediatamente. Una vez introducido, el predicador debe relacionar todo en su sermón al tema cada rato.

Regla 66.                    Agarra la atención del público con las primeras palabras de la introducción y no dejas que ellos se pierden la atención después.

La introducción contesta las preguntas, ¿Por qué debo escuchar a tu sermón? ¿Qué es lo importante para mí en este platica? Hay un dicho que dice que las primeras impresiones son las que quedan. Por esto, tu introducción puede ser el parte más importante para un sermón delante de un público que no te conocen. Enfoca sus pensamientos en lo que vas a presentarles. Preséntate como alguien interesante, que tiene confianza, y que tiene una carga para descargar con ellos. Alguien que está convencido de lo que está presentando.

No dejas tu introducción matar tu sermón. Invierte tiempo y esfuerzo en introducir exactamente tu tema para crear interés en el púlpito que con este interés les llevará por todo el sermón.

“Siempre agarra el público por la garganta en el primer parágrafo, corta el aliento en el segundo, y presiónale al muro hasta el final.” Ley de O’Niel

Regla 67.                    La introducción establece el ambiente y la relación entre el predicador y el público, por lo malo o por lo bueno.

Los primeros minutos del sermón son muy importantes por que en ellos, el predicador edifica muros en contra de sí mismo, o gana la confianza de su público. El predicador se presenta en los primeros minutos como alguien antagonista hacia el público, que es soberbio y arrogante, o alguien que es inexperto, que no sabe lo que está

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haciendo, y por lo mismo el público no debe confiar en su presentación. Cuando el predicador empieza de dar excusas demostrando que él no puede dominar el arte de preparar o dar un sermón, es novato, inexperto, y no alguien de confiar, o se establece como alguien que puede traerles algo de provecho, con la autoridad de Dios es un grave error. Esto es el punto de la introducción. Nos comunica el carácter del predicador, y nos ayuda decir si vamos a escucharle y hacerle caso, o si no le tomas ni el predicador ni su mensaje en serio. Para el pastor que ya tiene esta relación bien establecida con su propia iglesia, no es tan importante, pero es muy importante cuando uno habla a un grupo nuevo que no te conoce.

Igualmente la introducción nos sirve para introducir el tema del sermón. De que se trata. ¿A dónde vamos a ir hoy? El predicador tiene unos poquitos momentos preciosos en el principio de su sermón de interesar su público en lo que tiene de compartir, y si no logra esto en estos minutos, probablemente va a perder su público para todo el sermón, o hasta muy después cuando dice algo otra vez de interesar al público. Pero si logra de recuperar su interés, por todos modos es nada más por parte del sermón, y muchos de los argumentos e información ya se echaron a perder porque no se interesó el público desde el principio, o que no pudiste retener su atención.

H.   Formando la Conclusión.

Regla 68.                    La conclusión debe cerrar los pensamientos del sermón, y llevar la atención a la aplicación práctica que debemos llevar de este sermón.

Muchos sermones son muy buenos pero que terminan horribles. El punto aquí es que no es un plan ejecutado, sino que el predicador sale a hablar por un rato andando adonde le ocurre en el momento y luego termina cuando quiera y se sienta. El sermón debe ser un argumento que lleva el público de un punto de empezar a un punto de terminar. La conclusión sirve para resumir y dar una exhortación final al sermón para aplicarlo al público. La conclusión debe llamar la atención a los puntos más importantes del sermón. Debe ser la exhortación de cambiarse como se presentó en el sermón.

Regla 69.                    Un sermón no debe tener conclusiones falsas.

Este problema es por que el predicador usa frases reservados por la conclusión mucho antes de la conclusión. Por ejemplo, “en conclusión”, o “terminando”. Estas palabras son reservadas para la conclusión del sermón. Si las usamos antes de la conclusión el público piensa que ya estamos terminando y se frustra en ver que sigues y sigues.

Cuando hablamos del flujo del sermón, debe ser un ambiente muy específico de sobrevista e introducción en la introducción, explicación y movimiento de punto a punto en el cuerpo, y resumir y terminar en la conclusión. El sermón no debe terminar sin concluir, resumir la

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enseñanza que quiere dar, y hacer aplicación personal a nuestras vidas. Cuando terminas bruscamente sin conclusión no es correcto. De anunciar 9 puntos y pasar 3 es mal planeación. Un buen sermón anticipa su límite de tiempo y quita material del cuerpo o la introducción para hacer lugar para una breve conclusión.

Otro problema aquí es de concluir y luego seguir hablando 20 minutos. Una conclusión es la señal de que va a concluir el sermón. La conclusión debe ser unos minutos máxima. Más de esto empiezas a fastidiar la congregación. Ellos están listos de irse cuando terminas la conclusión y de extender el servicio otra media hora por que no puedes concluir o parar de hablar es muy frustrante para ellos. Además uno no debe regresar a explicar e introducir nueva material y explicaciones en la conclusión.

I.       Uso de textos bíblicos.

Regla 70.                    El poder de Dios está en la explicación de la Palabra de Dios, no en la astucia o talento del orador.

2° Pedro 1:16 Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad.

1° Corintios 2:1 Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría.

Debe ser un pensar siempre en el fondo de la mente de cada buen predicador que no tenemos nada de nosotros de decir a esta gente que les pueden beneficiar en lo mínimo. Todo que tenemos es basura, y sin valor espiritual. Debemos empezar con la meza limpia, que de nosotros, nada sirve.

Desde allí, entendemos que es solamente lo que Dios ha dicho por su Palabra que sirve, que nos da beneficio. Entonces debemos poner suprema importancia sobre apoyar todo que decimos con textos bíblicos, bien interpretados. Debemos insistir con urgencia estas cosas, no porque yo lo digo, sino por que Dios nos obliga así de hacer.

No es por la astucia o sabiduría del predicador que la obra de Dios es hecho en los corazones de nuestra gente, sino por el poder de Dios atrás del mensaje que predicamos. Nuestra vista hacia la inspiración y autoridad tanta el poder eterno y espiritual de la Palabra de Dios se ve en como usamos las Escrituras en nuestros sermones, y que es el argumento que cierre toda discusión y debate. “Así ha dicho el Señor.”

 

 

Regla 71.                    Verifique que todas tus citas son correctas. Si encuentras una equivocación de cita en medio de predicar el sermón, déjalo y

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sigue con el siguiente punto. Nunca pide al público de buscar un pasaje que no sabes donde se encuentra.

Antes de actualmente predicar el sermón, toma el tiempo de examinar todos tus textos de apoyo con meditación. Primero checa que la cita es correcta. A veces uno escriba una cita faltando o cambiando el versículo o capítulo. Es muy vergonzoso de subir al púlpito y citar un texto para luego decir que esto no es. Si esto pasa, diles rápido una disculpa, y sigue con tu sermón. ¡Nunca pides al público de estar buscando un texto por que te equivocaste! Quien que hace el trabajo de estudiar debe ser el predicador en su oficina, no la congregación. Normalmente cuando esta situación se presenta, (1) el predicador se pierde en la equivocación y difícilmente sigue con la presentación de ideas. (2) La mayoría de la congregación piensan que en este punto son más astutos que el predicador o que van a “ayudar al predicador”, y van buscando en su Biblia este texto y pierden lo demás del sermón. Es mucho más preferible de que nunca pasa esto por siempre verificar cada cita que tienes en los días antes que actualmente prediques el sermón.

De punto de estudiante, es mejor de siempre anotar con una marca de interrogación citas que no estás 100% seguro de la referencia. Estos puedes verificar en varios puntos de la preparación del sermón para asegurar que estás bien. A veces un predicador tiene en la mente que hay un versículo que dice tal cosa. Por ejemplo, “Dios ayudará a quien que ayuda a sí mismo.” Este concepto no es bíblico, y de basar todo un sermón en ello para encontrar sábado en la noche que el texto es en la Biblia es muy frustrante. Verifica textos antes que inviertes mucho tiempo en lo demás.

Regla 72.                    No usas textos bíblicos afuera de su contexto y sentido correcto.

Lea un poco del contexto para ver si de veras este texto enseña lo que tú estás diciendo que enseña. Falsa doctrina casi siempre sale de textos mal interpretados. Simplemente leyendo el contexto, se ve este error, y no quieres que tu público lee tu apoyo doctrinal en la Biblia para luego interrumpir el servicio diciendo que el versículo antes o después aclara que tu enseñanza no lo es que dijiste que era.

Regla 73.                    De preferencia siempre usas las meras palabras actuales de la Biblia para apoyar un punto.

Vamos a decir que es mal procedimiento de primero decidir que posición o asunto que vas a decir, y luego buscar versículos para apoyarte. En general el predicador decide el tema por que Dios lo pone uno en su corazón. Esto normalmente es un resultado de haber hablado con alguien con tal problema o por que el mismo predicador ha leído algo en la Biblia y Dios le impresionó con tal asunto.

Pero el trabajo de predicador es primero sobre todo uno de estudiante de las Escrituras, donde tú aprendes por medio de tus propios estudios. Los mejores predicadores son los mejores estudiantes.

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Predicadores descuidados sobre textos bíblicos o lo que dicen son principiantes de sectas, herejes esperando a formarse.

Pero uno tiene que ser honesto con Dios y consigo mismo, y uno tiene que tener mucho cuidado con presumir que algo está mal sin entender o ver claramente los principios en un versículo de la Biblia. Es una marca de un falso profeta de torcer la Biblia. Debemos dejar que la Biblia habla por sí mismo. Podemos hacer grandes cosas para Dios si nada más nos callamos y le dejamos que Dios habla. Parte de esto es de no imponer nuestras opiniones y preferencias en nuestros sermones sino de buscar el énfasis y enfoque de la misma palabra de Dios. O sea, no debemos buscar pleitos con la congregación, sino debemos buscar lo que importa a Dios, Su forma de hacer las cosas, y Sus preocupaciones, que es Su obra y como debemos hacerlo, y tomar estos como lo más importante para nosotros.

Regla 74.                    Busque un balance entre suficiente apoyo bíblico en textos de las Escrituras, y limitar estos a los mejores (y más fuertes) y pocos para que tengas tiempo de explicarlos bien.

Hay un balance preciso en un sermón entre demasiados textos que llegan a un punto de distraer o confundir la congregación en un momento por ser tantos, y de no tener suficiente apoyo bíblico.

Es mejor como estudiante de apuntar todos los versículos que apoyan un punto en tu sermón. De estos versículos, escojan uno, dos, o tres de los más fuertes, y no mencionar más. Si quieren más apoyo, que te preguntan después del sermón, o puedes hacer una copia del sermón en hojas y fotocopiarlos. Si haces una copia del sermón para la congregación, es mejor de no darles esta copia hasta después. Si lo des antes, van leyendo el papel y no te hacen caso. Siempre se adelantan, y no hay punto que estás hablando si nadie está escuchándote.

Cada sermón y cada punto de un sermón son diferentes, particulares. Pero en general es importante de tener un versículo muy claro que demuestra el punto de tu sermón casi sin que uno tiene que explicarlo. Esto es lo mejor. Siempre hay versículos o pasajes donde los explicas y alumbras el entendimiento de la congregación sobre su sentido, pero en general una explicación de Escritura a Escritura es lo más fuerte argumento que puedes hacer.

Uses muchos versículos, pero siempre hagas el punto claro y fuerte con a lo menos un pasaje o texto antes de ir al siguiente punto, y una vez que has hecho el punto claro y apoyado con Escritura, no sigues haciendo el punto. No es necesario, y distrae de lo demás del sermón si sobre manera manejas un punto que ya has hecho.

J.    Uso de ilustraciones.

Regla 75.                    Un buen sermón usa ilustraciones que exactamente comunica el punto espiritual del sermón que quiere enseñar o demostrar.

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¿Por qué usar ilustraciones? Nuestro Señor Jesucristo usó ilustraciones que abrieron el entendimiento espiritual a los que le oyeron. Ilustraciones nos ayudan de no aburrirse, pero de prestar atención y tener interés siguiendo el sermón. Sobre todo, una buena ilustración puede dar entendimiento en menos tiempo, mejor, y para que se quede más permanente la enseñanza que no usar nada más explicaciones.

Regla 76.                    No usamos ilustraciones personales para glorificarnos.

El error de muchos predicadores es que usan demasiado ilustraciones de su vida personal. Uno debe pedir permiso antes de decir cosas de la familia públicamente. El punto de la ilustración es de ilustrar para que el público entienda el punto espiritual de tu sermón. Muchos predicadores usan ilustraciones para ganar el público a ellos, y esto no es ni el lugar ni forma de ganar confianza con el público. Muchos relatan asuntos personales para jactarse, de hacerse el héroe, o enfocar en su propia vida (fama) de mostrar cómo son de espirituales, etcétera, y tampoco es correcto. Debemos entender que es un pecado de “estirar” los hechos más que son (mentir) ni modo si uno lo hace del púlpito u otro lugar.

Si no encuentras una buena ilustración que exactamente comunica el punto (o sub punto), no usas nada. Es mejor nada más una explicación del texto que introduces ilustraciones que distraen del tema. Busca primero por otros textos bíblicos que ilustran el punto.

Regla 77.                    Usa una ilustración si es necesario para iluminar un punto oscuro, y si no es necesario, evita su uso.

Ilustraciones son muy útiles si uno las usa bien, y puedes encontrar la ilustración exacta para el punto que tengas. Pero también pueden ser una grande distracción al sermón si no las usas bien. Unos predicadores hacen sus sermones alrededor de sus ilustraciones o bromas. El punto aquí es que el sermón falta explicación y lucidez sin ilustraciones. Si es igual con o sin la ilustración, es mejor de quitarla en lugar de usar. Debemos evitar sermones que son más ilustraciones que explicación de textos bíblicos o versículos.

Regla 78.                    La ilustración buena tiene que captar exactamente el punto del texto que ilustra.

Si en toda la material que se junta el predicador, todo va examinada por su relación con el tema, y lo que es lo mejor (crema) es dejado y lo demás es cortado, entonces este principio es mucho más importante con ilustraciones. Hay ilustraciones que son muy bonitas, lindas, o de afecto personal para el predicador, pero no va con el punto en tu bosquejo que supuestamente ilumina, o no va con ningún punto en el sermón. Esto es material chafa y nunca debe “ver la luz del día” (ser incluida en un sermón).

Regla 79.                    No edificas el sermón alrededor de una buena ilustración, sino haz la ilustración sirviente al sermón.

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Es muy fácil de encontrar una buena ilustración y de ella hacer un sermón. Resiste la tentación. La base de un sermón es la autoridad de la Palabra de Dios, no lo que podamos predicar para conmover al público por medio de emociones o bromas.

Regla 80.                    Restringe una buena ilustración a un solo punto (su punto que ilumina), y no usas la misma ilustración en diferentes puntos, contextos, etcétera.

Si una ilustración ilumina un punto, no es posible que la misma ilustración pueda ser usada en 3 diferentes sermones para ilustrar 3 diferentes puntos. Piensa en una buena ilustración como una sola bala, o flecha. Una vez que lo usas, ya se fue para no regresar a verlo jamás. Esto no es decir que nunca jamás puedes mencionarla, porque muchas veces repetimos enseñanzas y principios que hemos enseñado antes (repaso). De repetir la ilustración en esta ocasión (de un estilo de repaso doctrinal) lo hace todavía más firme la enseñanza de la ilustración. Esto es bueno y deseado. El predicador debe tener mucho cuidado de siempre estar mencionando su familia o esposa, o lo “suyo”. Las ilustraciones personales deben ser muy esparzas.

Regla 81.                    Siempre verifica los hechos o detalles para no presentar cosas que no son verídicas.

Cuando uno habla del púlpito, es algo que va exactamente en contra del ministerio de predicar de presentar cosas falsas. Por hablar del pulpito, en una forma habla con la autoridad de Dios. Aunque por lo general, los predicadores no buscan a engañar ni de presentar asuntos falsos, pero en ilustraciones y comentarios, a veces dicen cosas que no han verificado en fuentes de información confiable (diccionario, enciclopedia, o información de prensa como periódico u otra cosa similar).

Regla 82.                    No revelas información que debe ser guardada secreta.

A veces el predicador por dar consejos o por la confianza de otras personas (especialmente de su esposa e hijos) tiene conocimiento de hechos y asuntos que a la verdad deben ser guardados secretos. No caes en la tentación de usar esta información en tu sermón cuando estás revelando información que alguien confió en ti. Si a fuerzas piensas que es necesario, habla con las personas envueltas y pídeles permiso antes de hacerlo. Recuerdas que el mundo es muy pequeño, y aunque sabes de algo en otra ciudad, a veces personas presente en tu servicio que pueden conocer a las personas y situaciones de que hablas. Nunca dices algo que luego puede ser vergonzoso para ti si estas personas llegan a oírlo que vino de ti.

Regla 83.                    Un buen predicador no usa bromas para entretener su público.

2° Timoteo 4:3  Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias,

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Pablo nos avisó de estos predicadores quienes les gustan entretener al público, y el público les va a buscar. La iglesia no es un club nocturno, entonces es afuera de su lugar cuando predicadores tratan de proveer diversión o entretener la congregación con bromas o chistes.

Debemos entender que la iglesia y el sermón se tratan de cosas serias, y todo tipo de broma para “calentar el público” es cosa que hacen en clubes nocturnos, no en iglesias. Están afuera de su lugar de introducir estas cosas a la casa de Dios.

K.   Apuntes en el púlpito.

Uno de los más importantes partes de tu sermón es esto de los apuntes. Apuntes necesitan ser tal como pueden entenderlos y leerlos cuando uno está predicando. Me gusta usar color para diferenciar puntos importantes y principales de otras partes. Si uno tiene computadora y un programa de la Biblia, entonces se puede insertar los versículos textualmente en tu sermón. Esto ayuda bastante el movimiento del sermón, porque tú puedes concentrar en la presentación y no en dar vueltas con las páginas de tu Biblia. Puedes hablar sin distracción mientras la congregación busca en su Biblia el pasaje.

Leyendo versículos: Si lees tus versículos textualmente, decide si la congregación va a leer contigo, o vas a leerlos por ellos. Si quieres que ellos buscan en su Biblia, entonces déjeles tiempo para encontrarlo, especialmente textos en el Antiguo Testamento. Si no quieres que lo busquen, di nada más el libro antes, y luego después de leerlo toda la cita.

L.    El predicador, su sermón, y una computadora.

Tal vez una de las ayudas más importantes en la preparación de sermones es la computadora. Igualmente una de las distracciones más fuertes puede ser la computadora. Vale la pena de conseguir una computadora y aprender como usarla en tus estudios. Debemos tener cuidado que no dejamos que la computadora llegar a ser un “juguete” que absorba todo nuestro tiempo o nos distrae cuando una parte del sermón no sale a la mente. A veces he tenido juegos en mi computadora, pero generalmente los borro y no quiero la tentación de hacer otras cosas en lugar de estudiar. Igualmente visitar sitios en el Internet, escuchar música, o leer noticias pueden ser útiles en una forma, pero es una perdida de tiempo y distrae uno del asunto principal de estudiar y preparar el sermón.

Probablemente lo más importante y principal para dominar muy bien es un programa de procesador de palabras y un programa de la Biblia. El hecho que puedes copiar y pegar es sin duda una bendición

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tremenda. Igualmente un programa de la Biblia donde uno puede buscar cada ocurrencia de una palabra en tu Biblia, y copiar pasajes y versículos individuales de este a tu sermón es de gran valor.

Otras ayudas son un programa de base de datos que tienen ilustraciones para sermones. Otras son un diccionario o enciclopedia computerizada. Recomiendo el programa de e-Sword en www.e-sword.net. Aun que el menú es en inglés, por todos modos es muy útil.

El Internet y el Predicador: Debemos ser honestos que el Internet puede ser una gran ayuda o puede ser la destrucción del predicador. Debemos reconocer los peligros que existen allí. El Internet es como cualquier biblioteca grande, tiene de todo, y si uno quiere buscar algo mal, siempre lo va a encontrar. He visto recomendaciones de poner la computadora (con el Internet) en un lugar visible donde cualquier persona de la familia puede entrar y ver lo que hay en la pantalla. Esto es para “hacer uno honesto”. Siempre uno debe recordar que con los avances de la tecnología es posible que otros estén viendo lo que uno vea (cuando tú ves cosas indebidas), y igualmente hay virus que puede borrar todo lo que tienes, entonces respaldos son importantes.

Organización en tu Disco Duro: Una de los problemas para todo predicador es sus archivos viejos. Todo este material es útil para el futuro, pero todas las horas de trabajo que has puesto en estudiar un tema es de balde si lo pierdes luego. Yo encuentro que es mejor de poner un fólder llamado “estudios”, y fólderes debajo de esto según el tema, Dios, salvación, familia, etc. Aparte de esto tengo un fólder llamado “sermones,” y allí tengo ordenado por año cada sermón. Me gusta usar el formato ANO-MES-DIA-TITULO.DOC. Por ejemplo, 2007-12-31 Meditaciones para año nuevo.doc.

Un buen consejo aquí será de copiar regularmente todos tus archivos a un CD-R o a otro disco duro en tu maquina para siempre tener una copia. Vamos a ser muy franca aquí, no confías en ningún sistema de computadora. Hay formas de hacer respaldos de tus archivos y debes hacerlo, pero a fin de cuentas, siempre mantienes un sistema de papel y tinta aparte.

VI.         Problemas en el Sermón.Regla 84.                    Un buen sermón anticipa objeciones y ataques en contra

de su propósito (tema), y presenta la respuesta bíblica y lógica.

A veces hay temas y doctrinas que van a ser rechazados muy pronto o casi inmediatamente por la congregación. Un buen predicador siempre anticipa las objeciones que va a encontrar para tratarlos en el mismo sermón. Anticipamos el enemigo y quitamos sus armas y contra ataques antes que puede lanzarlos. Mucho tiene que ver con la

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actitud y presentación del sermón si un tema difícil es rechazado antes de empezar, o es considerado de base de lo que dices.

Regla 85.                    Lo que muchos predicadores piensan es doctrina profunda es simplemente confusión oscura.

Muchas veces predicadores son muy orgullosos. Estudian toda la semana la Biblia y libros de teología, y piensan que saben bastante. Luego quieren exaltar esta “sabiduría” sobre otros (comúnmente cuando los demás no le hacen caso). Esto es cuando introducen sermones bastante complicados, enredados, y difícil de entender, usando términos teológicos y de poco uso. Esto es un grave problema que cada predicador debe evitar. Si no es para consumir por las ovejas común y corriente en tu audiencia, ten mucho cuidado en este tipo de sermón. Está bien de enseñarles palabras teológicas, pero siempre presume que alguien nuevo está en la congregación y defínelas por ellas cada vez que vas a usarlas.

Regla 86.                    No dejas tus sermones a ser de un solo estilo a la exclusión de variedad.

Muchas veces es tan difícil de crear buenos sermones en un tiempo corto que cuando encontramos un estilo que podemos hacer, no salimos de este estilo. Pero es de mucha importancia de que el predicador va regularmente cambiando a lo menos unos de sus sermones para dar variedad a su congregación. Aquí quiero decir por ejemplo que uno predica siempre versículo por versículo por un libro, o siempre temas, o siempre en contra de falsas religiones y sectas, o siempre lo que es popular, etcétera. No hay problema de gustar y usar un estilo de sermones, pero la variedad en lo que tiene el pastor ayudará que su congregación no se aburre y sigan aprendiendo.

Regla 87.                    Un buen sermón tiene su tiempo dividido bien entre cada parte del sermón.

Un sermón es muy mal ejecutado o muy mal planeado si tarda la mayor parte de su tiempo en el primero punto, y al final corre por los demás puntos en 5 minutos. Cada punto debe recibir casi la misma cantidad de tiempo. Igualmente es muy mal señal si queda media hora en la introducción, o la conclusión. Si haces un sermón que piensas que durará 40 minutos, y estás en la conclusión en 20 minutos, termínalo. Cuando uno habla sin material bien planeado y preparado, esto es cuando andan en problemas, no porque terminó temprano una vez en su vida.

Por ejemplo, un sermón de 45 minutos debe tener 3-7 minutos en la introducción y conclusión, y luego de tres puntos principales, cada uno 10-12 minutos. Que el primer punto tiene 25 minutos y el segundo y tercero solamente 3 minutos significa que el predicador perdió control del sermón y alargó al primer punto cuando debería haber cortado. Este sucede a veces por falta de preparación, o falta de predicar en práctica el sermón antes de darlo a otros. Se enreda el predicador en sacar sus pensamientos sobre punto 1, entonces trata de explicarlo porque no salió bien, y se acaba el tiempo.

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Voy a ser franco aquí. Creo que mi experiencia es común entre todos los que predican. Muchas veces uno no puede fijar en algo cuando está preparándolo. Si tuviéremos el tiempo de hacerlo todo bien como debe, tal vez será diferente, pero a veces uno no se fija que algo está mal (no bíblico) o es confuso hasta que trata de leer y expresar lo que puso en sus apuntes. Allí entraría en graves problemas doctrinalmente o en la presentación del sermón.

En tales casos, creo que es mejor de parar el sermón y pensar un poquito aunque causa una situación rara en el pulpito. Mejor de brincarlo, o no decir nada que decir algo sobre lo cual tienes dudas. Si es confuso, trata de leer rápido y entender lo que escribiste. También creo que es mejor de no decir nada sobre esto a la congregación. Arréglalo en tu mente pero no divulgas nada a la congregación.

Regla 88.                    Predicadores deben respetar límites de tiempo, y predicadores jóvenes deben evitar pasando la hora designada.

El predicador debe ser muy atento a la hora cuando está predicando. Hay mucha diferencia en lo que hace un pastor en su iglesia, y otro predicador que está predicando en un lugar donde le invitaron. Cada grupo es diferente, y aun adentro de un grupo es muy distinta una circunstancia que otra. Por ejemplo, es normal que domingo en la mañana después de una hora de Escuela Dominical, la gente tiene hambre y que quiere comer. De pasar la hora en que normalmente terminan por una hora más es de hacer pesado el sermón a ellos. En el mismo grupo uno puede pasar la hora 15 o 20 minutos si es domingo en la noche y no lleva tanto impacto. Si tienen una comida en la iglesia sábado y predicación después, entonces de pasar la hora por 20 minutos es muy suave.

La congregación se entrena respeto al tiempo. Uno debe siempre fijar en lo que están acostumbrados y observarlo.

Regla 89.                    El predicador debe reaccionar a su público para que no les pierda.

Otro factor aquí es la atención del público mientras que uno está predicando. Siempre debes ver y observar las caras de las personas cuando estás predicando. Refleja si has dicho algo malo, o confuso, o dejaste algo sin una buena explicación si ves duda o conflicto en las caras de las personas. Si ves muchos durmiendo tal vez no hablas suficiente fuerte o hablas en monótono. Sueño y distracción debe causarte de hablar más fuerte sobre algo, cambiar el tono de tu voz, mover las manos, o moverse de lado a lado para despertarles.

VII.      Presentación del Sermón.

A.   Preparación Espiritual

Regla 90.                    Prepara tu sermón como si todo depende de ti, y predícalo como si todo depende en Dios.

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A fin de cuentas Dios usa la inteligencia y entendimiento del predicador para comunicar sus verdades al público. La preparación espiritual es muy importante en esto de predicar. De entrar en el púlpito con prisa, corriendo, y no con un espíritu calmado y tranquilo es difícil. Un tiempo de orar antes del servicio es importante. De no pelear con la esposa o con los niños es algo que nos ayuda de presentar bien la Palabra de Dios. Sobre todo es el espíritu y actitud que uno mismo anda delante de Dios que decide si el sermón tiene poder espiritual y autoridad de Dios, o es un bonito fracaso.

B.   Entendiendo al público.

Parte de un buen sermón es una adaptación del sermón y su entrego al público a quien lo escucha. A veces hay sermones que tienen tendencia de ser más general (exhortación o explicación de cómo ser salvo, o de arrepentirse del pecado), pero aun en ellos, el predicador debe ser atento de hacer cambios dependiendo a quien está escuchándole.

Regla 91.                    No usas palabras o conceptos envueltos sin explicarlos bien, y inmediatamente.

No debemos eliminar de nuestro vocabulario palabras teológicas o complicadas, pero en usarlos, siempre defínelas con el primer uso, y usa una definición clara y concisa. Si vas a errar, siempre errar al lado de explicar más que es necesario. Muchos ya lo saben, pero para los nuevos que han entrados recientemente repítalo siempre.

C.   Presentación personal.

Regla 92.                    Preséntate lo mejor que puedes.

Parte de ser representante de Dios es tu presentación personal. Es importante que un embajador se presente como es digno a quien que está representando. Por esto es mejor que el predicador tiene corbata y traje cuando predique. A veces hay situaciones como en un campamiento de jóvenes en que se presta para usar algo menos que un traje, pero por lo general queremos presentarnos con la dignidad que merece un heraldo de Dios.

Pelo es un problema con unos. De tener el pelo demasiado largo es algo que detrae de la autoridad que el hombre de Dios quiere presentar. No hay excusa por el pelo largo.

1° Corintios 11:14   La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello?

Si es deshonroso, el predicador no debe dejar que esto sea un problema en su vida personal, y menos en su ministerio público. El punto aquí es de tener su apariencia decente y en orden. Cuando sube al púlpito, debe tener sus uñas cortas, su ropa limpia y planchada, sus zapatos bólidos. Aun que no queremos hacer algo aquí

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como un requisito para detener alguien de predicar, pero cada uno debe usar lo mejor que tenga cuando sube al público (pues igualmente debe usar lo mejor que tenga cuando nada más viene a la casa de Dios por cualquier razón). Es una vergüenza y escándalo cuando un hombre sube a predicar con ropa casual, y lunes pone un buen traje para ir a trabajar. Uno debe usar lo mejor que tenga para Dios, y debe ser lo más limpio y presentable que puede hacerlo.

Igualmente el predicador debe tener cuidado de su aliento. Mentas o algo son buenos para quitar el mal aliento, y después de los servicios, siempre gente habla con uno.

Aquí también podemos decir que es mejor de refrenarse de usar modismos en general. No referimos a Dios como “el viejo arriba”. Este tipo de cosa causa una falta de respeto y pone el sermón en un ambiente causal, como no es importante que el público responda o hace caso a ello.

Regla 93.                    Sonríe y sé agradable.

Tal vez la cosa más fácil para lograr un buen sermón es el simple sonreírse y ser agradable en tu manera de hablar con el público. No tomas una mala actitud contigo al púlpito. Nadie le gusta, y nadie te hace caso si te portas así. La gente viene para una bendición de Dios, no para tener una experiencia desagradable. Nunca gritas o te enojas con alguien en el servicio. Es indigno para la casa de Dios, y para un representante de Dios. Toma al público como tu amigo, alguien que viene a escucharte porque quieren saber lo que tú has estudiado.

D.   Control del Servicio

Empezamos esta sección con una aclaración. El predicador no está presentando sus opiniones personales. A nadie le importa que piense o prefiere. Lo que causa a cristianos de juntarse en un servicio es por que el predicador ha estudiado la Palabra de Dios y tiene algo con autoridad de presentarles. Si es así el asunto, elementos de la presentación que roban la apariencia de la autoridad de Dios obran en contra de los propósitos de Dios.

Aquí vamos a decir que es tanto el predicador que el público que destruyen a veces buenos sermones. Primero el predicador. Muchas veces es por falta de preparación, por mal entender un asunto, o pero falta de precaución que el predicador dice algo incorrecto. El asunto es que si tienes duda, no vas allí. Investígalo, espera para luego, y no predicas sobre temas que no entiendes o no tienes certeza de las Escrituras. No mencionas el asunto, no digas nada. Déjalo a un lado hasta que ya entiendes bien el asunto.

Uno de los más difíciles tratados es de contestar preguntas del público. Un predicador sabe normalmente deja para otra ocasión las preguntas o asuntos que no está preparado de contestar bien. Igual en un sermón, el sabio predicador no empieza a decir cosas cuando

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no esté seguro de lo que enseña la Biblia sobre ello. Estudie, estudie bien, profundamente, y luego dirige un sermón a ello. Si nunca te aclara el asunto, nunca prediques sobre ello.

Debemos también decir que todo lo que dice el predicador debe ser con certeza. Por ejemplo, recuerda un versículo que dice más o menos tal cosa. Piensa que está en Isaías, pero tal vez Jeremías. No mencionas la cita directamente. Déjalo así, “en el Antiguo Testamento dice…” o no mencionas ni la referencia. Sobre todo, no preguntas al público donde se encuentra tal versículo, y menos usando las concordancias de su Biblia para buscarlo. Es una distracción del servicio, y desde allí en adelante el público te marca como alguien que no tiene autoridad por que no haces tus preparaciones y tarea bien. Tu trabajo es de presentarles a ellos el fruto de tus estudios. Nunca pides que el público te ayude con sus conocimientos porque no hiciste la preparación necesaria o eres incapaz. Si esto es problema, mejor que no predicas hasta que estás listo.

Regla 94.                    No pierdes control del servicio.

A veces hay personas que quieren interrumpir a un servicio o distraer los demás del sermón. El predicador tiene que contener con esta situación a veces, y es importante de siempre ser cordial, humilde, y seguir el ejemplo de Cristo es estas ocasiones. Pero a la misma vez, los demás (probable la mayoría) de las personas presentes vinieron para escuchar al predicador, no alguien que interrumpir y distraer atención del predicador.  Por ellos, el predicador debe mantener control del servicio. Pide los hombres presentes de ayudar a alguien necesitado, pero no pierdes el control. Para las personas que atacan al predicador directamente delante de todos, el predicador tiene que siempre recordar que en el momento que sube al púlpito, deja de ser un individuo normal y empieza a ser el mensajero de Dios. El ataque no es en contra de ti, sino en contra de Dios y el hombre de Dios oficiando el servicio, el predicador que está presentando la Palabra de Dios. Si el predicador está enseñando algo mal, o portándose mal, debe arrepentirse en el momento y pedir perdón del grupo por su conducta.

Regla 95.                    Nunca haces preguntas del público donde les esperas que te contestan.

De hacer una pregunta al público y espera que te contestan es de perder el control del servicio. Es aceptable de hacer una pregunta retórica, pero esto es algo que deben contestar en sus mentes y no vocalmente. Si el predicador hace preguntas retóricas, rápidamente sigue hablando para que alguien no empiece a hablar. Es posible que si dejes la palabra a alguien o abierta, no te regrese control del servicio por mucho tiempo, y el predicador tiene que actuar en una forma no cordial para regresar a tener control. Mejor de nunca perder el control si puedes.

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Regla 96.                    Buscas de quitar distracciones y estorbos a la congregación.

Muchas veces las mismas iglesias son nuestros peores enemigos. Si el auditorio es demasiado frió o caliente, las personas no pueden concentrar bien. Muchas personas vienen con insuficiencia de dormir o comer. Estas cosas están distrayéndoles del mensaje de Dios. Igualmente Satanás causa peleas entre parejas, problemas entre padres e hijos, y todo tipo de problema semejante para quitar la bendición de los que llegan. Muchos llegan tarde por que Satanás sabe muy bien que llegando tarde, nunca llegan a entender el sermón. O sea, su entendimiento siempre es un problema por que no sigue todo el sermón, nada más cachos.

Regla 97.                    Si te pierdes tu lugar en tu bosquejo, o te confundes, sigue adelante y no regresas.

Parte de la preparación de un sermón es de tener lógica de punto a punto en la estructura. La preparación antes de predicar es de entender lo que vas a presentar para que sea suave de punto a punto. Si por una razón te pierdes en la presentación, entonces sigues con el próximo punto, y no regresas al punto anterior. Es muy importante de revisar tus apuntes la noche antes para ver que todo está en orden correcto e incluido. Me ha dado dolor de cabeza de imprimir mi sermón y sin fijar, la orden de las páginas está mal, y en ocho páginas, cuarto frente, y cuatro atrás, la numeración era 1, 8, 3, 6, 5, 4, 7, y 2. Todo está allí pero es una pesada presentación de seguir mi confusión. Mejor revisarlo sábado en la noche para imprimirlo de nuevo. También siempre imprimir tu sermón antes de domingo en la mañana. Nadie sabe cuando amanezca sin luz.

Si tienes una cita y cuando abres a esta cita, no lo es, déjalo y sigue con la siguiente. Si es absolutamente esencial en tu presentación, dé lo una paráfrasis el versículo en tus propias palabras a lo mejor que recuerdas. En un sermón es aceptable de brincar (no mencionar) versículos por falta de tiempo. Si puedes buscarlo antes de anunciar la cita, brinca al siguiente y nadie va a saber lo que pasó. Menos que lo pones en un reproyector.

Es una distracción que normalmente tarda lo demás del sermón de recuperarse si anuncias una cita y no lo es, y abres a tu público, que dice el versículo pero no tienes la cita bien. Empiezan a buscar la cita e ignoran lo demás de lo que dices.

Regla 98.                    Lees el texto inmediatamente después que el público llega allí, pero espérales si quieres que ellos ven en su Biblia el versículo.

Primero debemos aclarar que el predicador necesita decidir si quiere el público de estar buscando en su Biblia en cuanto de cada versículo que lee o hace referencia a ello. Si quieres que el público lo busque y lo lee, entonces decide antemano y anúncialo varias veces para que se encuentren el pasaje. Normalmente personas captan el libro y tal vez el capítulo cuando lo anuncies la primera vez. En llegar allí están

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esperando que repitas la cita antes de actualmente leerla para que ellos puedan ubicarse también.

Si no quieres que están buscando en su Biblia, entonces lee el versículo sin anunciar la cita hasta después que has leído el texto. Si anuncias la cita, y entras en mucha explicación antes de actualmente leerlo, el público va a empezar a leer la cita y dejar de oír lo que estás diciendo.

E.   Actualmente Predicándolo.

Regla 99.                    Mantiene contacto visual con el público durante todo el sermón (ojo a ojo).

El sentido de oír una persona que no quiere verte en los ojos es que tiene algo de esconder, o que es tímido, o incapaz. Si hay pecado, confiésalo, y si es grave no predicas. Renúnciate del ministerio. Si eres tímido, recuerdas que representas el Rey y Creador de la tierra, y siendo su representante en este momento, no puedes tener vergüenza de Él cuando estés en Su servicio. Si eres incapaz, debes estudiar más para que seas capaz.

Regla 100.                No dices, “Estoy seguro que todos saben esto…” (versículo o doctrina).

A la verdad muchos cristianos saben mucho de la Biblia y no hacen nada con ello. El arte de predicar es de hacer vivo lo que es muerto para ellos. Ni modo si saben o no, diles como este conocimiento debe afectar sus vidas espiritualmente. Esto es lo importante. Para los que no lo saben, es una novedad aun que han oído docenas de veces, estás haciendo algo nuevo para ellos, o explicando por que es importante o de prioridad. Para los que ya lo saben, deben ser cristianos maduros y te aguantarán. Buenos cristianos les gusta repetición de los principios de la Biblia simplemente para esforzar su fe cristiana. Todo el punto de cantar himnos que contienen buena doctrina es de estar recordando estas doctrinas vez tras vez. Ten mucho cuidado con “cristianos” que no tienen paciencia y te cortan rápido por que “ya lo sé esto.” Normalmente son muy inmaduros, o son rebeldes. No quieren oírlo de nuevo por que nunca aceptaron la primera vez la doctrina y andan en rebelión en contra de Dios. Entonces esto es exactamente que necesitan oír y nada más.

Regla 101.                No usas costumbres, hábitos, o palabras repetidas que distraen al público del sermón.

Es muy aburrido de ver un poste que no se mueve por una hora, y igualmente es mucha distracción de ver un ping-pong moviéndose de lado a lado tanto que se marea uno. Es correcto de moverse de tiempo a tiempo, siempre sin causar un caos o distracción de la presentación de ideas. Una señal que es tiempo de moverse o mover sus manos es cuando ves personas durmiendo o dormitando.

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Regla 102.                Siempre repite las citas bíblicas más que una vez para que sepan bien de donde estás citando o leyendo.

Cuando un predicador predica, cita la Biblia. Cuando cita la Biblia, el predicador debe tener ya decidido antemano si “vamos a leer…” o “yo leo….” O sea, si toda la congregación va a ir a un texto para leerlo juntamente, entonces repita la cita varias veces y espera hasta que la mayoría de la congregación ha llegado al texto (que dejan de dar vueltas de páginas en su Biblia). Si hay muchos nuevos cristianos (y esto es lo que debe ser en cualquier buena iglesia) entonces no van a saber donde se encuentra muchos libros de la Biblia. Es bueno poner los libros del Antiguo y Nuevo Testamentos en un letrero y colgarlo en el frente de la iglesia o hacer separados para la Biblia con los libros de la Biblia. Cuando dejan de ver el letrero y ven abajo o ven al predicador, ya sabes que puedes empezar a leer el texto. Otro método bueno es de decir “en el libro de Isaías…” y leer el versículo, y después dar el capítulo y versículo bien. Esto les ayuda de escuchar lo que estás diciendo en lugar de dar vuelta a páginas en su Biblia sin realmente escucharte.

Regla 103.                Siempre de preferencia a palabras que comunican sentido y sabor.

El punto de preparar un sermón antemano es hacer bien su presentación para que sea lo más claro y lo más fuerte posible. Esto incluye de buscar las palabras más exactas de comunicar realmente que queremos comunicar. Debe ser el hábito de cada predicador de usar bien su diccionario. Busca lo que realmente significa las palabras en español, y un tesauro que te dan palabras alternativas es muy bueno también. Estos deben permanecer en tu escritorio. Es bueno de tener un diccionario español que es gigantesco para ver definiciones a lo más detallado posible.

Regla 104.                No les dé excusas por tu inexperiencia, tu falta de conocimiento, u otras cosas parecidas.

Regla 105.                Balancea la predicación entre rapidez y pausas.

Humildad es de no jactarse (aun que sea la verdad) de tus conocimientos y logros. De descreditarse a uno mismo con el público no es humildad. Mensajeros son personas sin mucha importancia. El mensaje es lo importante porque viene de alguien de importancia. De dar excusas por Dios es incorrecto para un representante de Dios. Debemos mantener una alta dignidad al oficio de predicador y lo que pasa en el púlpito.

El tiempo siempre es menos que quiere uno. Hay una tendencia entre unos de hablar rápido (demasiado material por el tiempo dado). Esto no es un punto fuerte, sino una distracción. Es necesario tiempo, aunque sea segundos, para que el público entienda los conceptos e ideas que uno le presenta. Crea el hábito de inyectar pausas siempre después de decir algo profundo. El punto principal es de comunicar ideas para que el público entienda. La falta de hacer pausas lucha en contra de este propósito central del sermón.

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La Pausa: La pausa es algo importante en leer la Biblia o en predicar.  Si somos expertos en el libro de la Biblia, entonces se ve que tanto has leído este libro por como está fácil y familiar cuando lo lees. Hay palabras difíciles de pronunciar en la Biblia, pero no debe practicar leyendo estos versículos para que salgan suavemente cuando lo lees.

Cuando pausas, debe ser porque quieres que la congregación tomar un momento de reflexionar sobre lo que acabas de decir. A veces es bueno de decir algo complicado rápido, luego hacer una pausa, y luego repetirlo más lento para que mediten profundamente sobre lo que has dicho.

Regla 106.                Predica de apuntes (un texto escrito) ya preparado antemano, sin vagar de ello.

El punto principal aquí es que el Espíritu de Dios puede guiar igualmente en tu estudio u oficina que en el púlpito. Pero la diferencia es que en tu estudio, puedes corregir lo que es herejía antes que otra persona lo escucha, y en el púlpito, una vez dicho, es un problema.

Siempre apunta todas tus ideas, explicaciones, y conceptos en papel. Antes de la predicación, estudies tus apuntes muy bien. Es recomendado (especialmente para los que están apenas empezando de predicar) de apartarse a un lugar asoleado, y actualmente predicar el sermón a solo antes de predicarlo delante de un público. En vocear las ideas en palabras, muchas veces sueña horrible o se reconoce que mal es la idea. Igualmente se cae unos conceptos muy conmovedores que vas a querer enfatizar mucho más que pensaste antes porque “pegan” fácilmente. Casi siempre los problemas más serios que se enreden a un predicador en su sermón vienen por vagar de su texto.

Igualmente es bueno que predicadores empezando de grabar a sus sermones y luego entre semana de escucharlos de nuevo. El hecho de sentarte en el asiento para escuchar tu propio sermón revela muchas veces tus debilidades. Pocos son los predicadores que toman tan en serio el ministerio que actualmente lo hacen esto, pero es de muy útil en mejorar tus predicaciones. Apúntalos y trabaje en quitar los puntos malos y confusos, y aumentar los puntos buenos.

Regla 107.                Prepara tu sermón con anticipación antes de la ocasión, estúdialo, y no haces cambios bruscos 24 horas antes de predicarlo.

La preparación de un sermón toma tiempo. El predicador debe estar trabajando con mucha anticipación antes de la ocasión que tiene que predicarlo. Pero es una buena regla que tenemos la forma final un día antes de actualmente predicarlo. No es de decir de aumentar un versículo que mejor presenta un concepto, o una ilustración o algo así. Pero cambios bruscos no deben entrar a la última hora.

F.    Presentación de Ideas.

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Regla 108.                Uses un buen balance entre explicar y exhortar.

Estilos de presentación: Hay dos estilos de presentación que debemos mezclar. Primero uno puede presentar las ideas como hechos de la Biblia. Segundo uno puede presentar las ideas como exhortaciones para hacer. Si en un sermón nos inclinamos demasiado a la presentación de hechos, el sermón tiene tendencia de ser seco, y no es fácilmente aplicable por los oyentes. La pregunta, “¿Y cómo me afecta mi vida estas verdades?” queda sin tratamiento.

Si nos inclinamos demasiado a la presentación de exhortaciones, el sermón tiene tendencia de ser personal del predicador y no de Dios. La reacción de la congregación es “Esto es tu opinión y no es necesariamente bíblico, entonces no me obligas a seguir o estar de acuerdo con opiniones privadas.” Una mezcla de los dos es necesario para (1) demostrar que el punto o tema del sermón es de verdad bíblica y de Dios, y (2) de aplicar el punto a las vidas de todos, demostrando cómo o qué es la aplicación. (¿Cómo vivo diferente después de entender este sermón?)

Regla 109.                Busques y dediques mucho tiempo a encontrar frases penetrantes, animadoras, e ilustrativas, que comunican conceptos con precisión, concisamente, y que pueden ser recordados fácilmente. Uses palabras que conmueven, animan, y motivan al público.

Por ejemplo, en un sermón sobre porque debemos congregarnos, una frase que salió en este sermón es la siguiente:

Debemos congregarnos en la casa de Dios, en el día que Dios designó, con el pueblo de Dios, para cumplir con los propósitos de Dios.

Hay fuerza en una frase que queda en la mente y claramente presenta la idea bíblica.

Regla 110.                Si te pierdes tu lugar en un punto, déjalo, y sigue con el siguiente.

Una parte del sermón es las explicaciones, “así significa el texto…” Otros partes son exhortaciones, “Debemos cambiar nuestras vidas así…” Un buen sermón lleva un balance entre los dos, conectándolos uno al otro. Si el sermón tiene demasiado explicaciones entonces no hay aplicación a nuestras vidas. Si tiene demasiada exhortación, entonces no hay la autoridad que la explicación de la Palabra de Dios da. Cuando el predicador usa “yo” o “nosotros” se identifica con el público como uno de ellos, bajo la misma necesidad de ellos. Cuando usa “usted” o “ustedes” se identifica como el heraldo de Dios, compartiendo la Palabra de Dios con ellos.

Regla 111.                Busque de hacer tus puntos claros, y de hacer transición suave entre ellos.

Un buen sermón se marca por tener puntos claros, que son muy bien explicados y con fuerte evidencia bíblica (versículos de apoyo bien

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explicados), y con transición entre ellos. Un punto claro debe ser corto, que se puede captar fácilmente las palabras. Debe ser algo que ilumina tu punto y presentación. Debe ser algo que capta la imaginación del público, en que suena memorable. El punto debe captar la enseñanza que le sigue, y debe ser fuertemente demarcado de lo demás del sermón. Por ejemplo, puedes decir, “Ahora punto 2 de nuestros tres puntos principales es…” Esto ayuda al público de marcar que vas de punto uno al punto dos. Esto es el propósito de la estructura (el bosquejo), de marca progresión o desarrollo del tema.

G.  Usando Multimedia.

Regla 112.                Usa multimedia para aumentar tu ministerio, no para distraer al público.

Hoy en día, muchas iglesias usan reproyectores o sistemas de proyección de una computadora. Es muy tentadora, pero el predicador debe desencantarse con multimedia. La mayoría de ella es una distracción del sermón, y absorbe mucho de su precioso tiempo de preparación.

El punto importante aquí no es que está mal, sino que uno lo deja que llega a ser un mal. El buen uso de multimedia es de limitar su uso para que aumente el ministerio del predicador no que echa una sombra sobre ello. O sea, es como un pizarrón. Puede ser muy útil para el público recuerda o escribe puntos y citas bíblicas, pero si uno ha tenido un maestro en la escuela con muy mal letra que no se entiende su defecto, y luego de pilón no habla claro ni fuerte, ya sabe que el pizarrón es su enemigo no su amigo. En lugar de fijar en comunicación, deja la comunicación al pizarrón que tampoco comunica.

Regla 113.                No da demasiado prevista a tus puntos y citas antes de actualmente presentarlos.

El problema con imprimir tu sermón y entregar una copia a cada persona entrando al servicio es que no te escuchan sino empiezan a adelantarse leyendo versículos. Falta la presentación verbal, y cuando lo presentas verbalmente, ya son aburridos.

Por esto, es mejor siempre darles copias del sermón (que en sí es muy buen costumbre) después del sermón y no antes. Además si uno usa reproyector, siempre debe limitar lo que el público vea en cualquier momento a lo que está tratando, o lo que ya ha sido tratado. Debo aclarar también que el hábito de siempre entregarles tu sermón después tiene el defecto que confían en esto, y no escuchan o toma apuntes, que tampoco es provechoso.

Un punto de clarificación es necesario aquí. Es correcto y bueno que el predicador preavisa al público adónde se van a ir hoy en el sermón. Por ejemplo, de anunciar con el tema los tres o cuatro puntos principales es muy beneficial que el público entiende de qué se trata el sermón. Esto es muy bueno en cuidar sus pensamientos enfocados

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en el camino que preparaste por ellos. En unos sermones, esta revelación de los puntos antemano quitará el poder y fuerza de los puntos en su presentación y debe ser muy poco que revelas. Entonces de informarles es buen método de seguir en general, pero hay sermones en que es el opuesto de que el predicador quiere hacer.

H.   Excelencia en Predicar.

Cada predicador quiere ser excelente en su vocación de predicar. (A lo menos queremos ser reconocidos como excelentes aun que somos o no.) Muchos no quieren pagar el precio de tanta preparación y trabajo, pero quieren ser reconocidos por sus sermones.

Las marcas de un excelente sermón y un excelente predicador son diferentes entre sí, y son diferentes entre grupos de personas, iglesias, y predicadores. Esta presentación es según mi idea personal de excelencia.

Debemos enfocar la atención en algo que tocamos en el principio de este libro, el propósito de pararse en el púlpito para hablar. Primero sobre todo estamos predicando para comunicar un mensaje de Dios, para aclarar, explicar, y convencer a la congregación para un cambio espiritual. Este propósito es el único importante cuando hablamos sobre excelencia en predicar.

No cumples con este propósito si la congregación no entendió tus explicaciones, si se aburrieron con tu sermón hasta dormir, o si tuviste distracciones en tu sermón para que la parte más reconocida y llevada a sus casas sea el mensaje de Dios. Hay muchos predicadores quienes son comediantes quienes nada más entretienen la congregación. Pero cuando llegan a su casa, recuerdan nada más los chistes y bromas, y nada del mensaje de Dios.

Hay otros predicadores quienes son muy inteligentes, y quienes presentan mucha información, pero otra vez, el fin de su sermón es más inteligencia, y no el cambio del carácter de las personas.

Excelencia y Poder en predicar

Hay algo muy difícil de definir que los cristianos reconocen en buena predicación, y esto es poder. Predicadores jóvenes a veces preguntan, “¿Cómo puedo tener poder en mi predicación?” Parte de la repuesta queda en este presente libro, de fijar, buscar, y perseguir la buena predicación, y evitar mala predicación.

1° Corintios 2:4-5  y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder,  5 para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.

Pablo habló aquí de buena predicación que es en demostración del Espíritu Santo y de poder. La clave que Pablo nos da aquí es que no

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es en la sabiduría de los hombres sino en el poder de Dios. Este poder de Dios podamos decir es a la disposición de Dios, o sea, cuando Dios quiere dárselo, entonces aparecerá. Pero también hay condiciones que Dios quiere antes de que se lo dé. Una de estas condiciones es que se base la predicación en Dios, y no en la sabiduría del hombre.

Aquí tenemos que ser muy convencidos que el poder de convencer que llevamos como predicadores realmente no produce un resultado espiritual deseado ni duradero. Es solamente cuando confiamos en el poder de la Palabra de Dios y el Espíritu de Dios, y usamos Su Palabra como el contenido y método de hacer la obra de Dios. Seguimos la receta hecho por Dios. En hacer esto por que lo creemos con harta convicción, entonces tenemos este poder de Dios.

Entonces el secreto de poder espiritual en la predicación es de bien usar las Escrituras para que ellos cumplan su propósito divino. Yo como predicador estoy afuera de esto excepto como el instrumento de introduccir esta Palabra de Dios a ellos. Soy el vaso que contiene esta solución para sus vidas. Lo que digo y lo que vivo como ejemplo en mi vida es la Palabra de Dios, y esto puede ayudar a otros si hacen caso.

Regla 114.                Siempre el buen predicador lleva a su público al juicio de Dios.

Por esto queremos decir que no importa las preferencias y opiniones ni del predicador, ni del público, sino lo que piensa y ha mandado Dios sobre el asunto. El discernimiento de Dios es lo que llevamos como autoridad, y por sujetarnos a Dios en esta punto y forma, Dios nos brinda poder espiritual en el púlpito.

Regla 115.                El buen predicador es un excelente expositor de la Palabra de Dios.

El predicador se califica bueno o se descalifica en su vocación por medio de su talento y habilidad de explicar correctamente la Palabra de Dios. Esto presume correctamente que hay una sola interpretación clara de cada pasaje. A veces Dios ha hablado en una forma que no hay una interpretación clara, y aun esto es importante de reconocer cuando sucede, y como vocero de Dios, quedarse quieto sobre el asunto. Simplemente Dios no ha hecho claro Su voluntad o un comentario sobre ello.

De ser un excelente expositor implica unas cosas en la vida del predicador. Primero que es un excelente estudiante que puede tomar el material a la mano y dominarlo. O sea, por medio de su esfuerzo en estudiar, él llega a entender lo que Dios quiso decir. Nadie está solo en esta tarea, porque Dios nos ha dado la bendición de muchos fieles cristianos quienes han escrito libros sin fin sobre diferentes aspectos de la Biblia.

Cada excelente predicador por eso tiene su propia biblioteca religiosa que guarda celosamente, constantemente creciéndola como da oportunidad sus finanzas y oportunidades de comprar o conseguir

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más. Aquí debemos notar que los mejores predicadores son estudiantes que disciernen con mucha sabiduría la calidad y utilidad de sus fuentes (sus libros, comentarios, textos de referencia, etcétera) en su biblioteca. Igualmente como hay tesoros en estos libros, hay basura en muchos libros. La calidad de sus sermones gira alrededor de su propio espíritu, vida espiritual, relación con el Señor, y sus herramientas en producir sermones.

1° Tesalonicenses 1:5  pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre, como bien sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros.

Hablamos de cosas no espirituales (libros). Ahora hablamos de cosas espirituales. Hay mucho de importancia en el espíritu del hombre en el púlpito. O sea, el sermón es una expresión de sus propias creencias, convicciones, hábitos, vida espiritual, y relación con Dios. Si esto no es lo que debe ser, nunca encontrará excelencia en predicar. O sí puede ser un gran orador, pero nunca encontrará esta “poder” de que Pablo habló. También podamos aumentar que el buen sermón es una expresión del amor en el corazón del predicador hacia su público. Aquí debemos notar que la persona que predica más es el pastor. Tiene que tener el corazón del pastor que constantemente analiza el estado de las ovejas y los peligrosos que hay para atacar los problemas que se presentan y asegurar el bienestar espiritual de su cargo.

No hay lugar en el púlpito por hombres sin compasión por almas. No debemos aceptar hombres que quieren maltratar a las ovejas, abusar de ellos. Hay predicadores que piensan nada más en sí mismo, exigiendo altos salarios y beneficios por sus sermones, y no quieren sacrificar personalmente por su cargo. Que hay una iglesia que quiere dar a este hombre algo extra, que bien. Pero que un predicador que pretende de ser un hombre de Dios quien exige esto, es realmente descalificado del ministerio. El corazón de un buen hombre de Dios es siempre las ovejas primero. Nunca causa daños a las ovejas. Podamos decir que él disciplina a las ovejas cuando es necesario, porque esto es por su bien espiritual a fin de cuentas, pero nunca abusa de su cargo.

Regla 116.                Excelencia en predicar un balancea entre luz y calor.

El predicador que predica excelentes sermones ha aprendido que parte del secreto de un excelente sermón es en su preparación intelectual, y parte es en su preparación y presentación espiritual. Buena predicación es teología ardiente. Esto solamente puede ser cuando el asunto de la predicación ha tocado personalmente la vida y entendimiento del predicador, y le ha convencido tan fuertemente que el predicador lleva este ardor al púlpito a hacer con fuerza y convicción, con poder y talento, su punto.

Regla 117.                Excelente sermones son productos de estudio, disciplina, oración, y especialmente la unción del Espíritu Santo.

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Aparte de todo lo demás en este libro, buena predicación es de Dios. El predicador tiene que siempre buscar y mantener la unción del Espíritu Santo sobre su vida y ministerio.

El Evento del Sermón

Debemos mencionar también el evento del sermón. Aparte del sermón que preparaste, y tú como predicador, hay el evento del sermón. Para ilustrar esto, es como cuando tú preparas un buen sermón, y vas a tu púlpito y lo predicas, y después tú mismo disciernes que salió bien. Tu congregación hace comentarios de que era una bendición y que salió bien.

Ahora vas a predicar en otra iglesia, y decides de llevar este sermón allá para predicarlo allá también. Cuando lo haces, es un desastre. Predicas la misma cosa pero todo sale mal. La reacción es horrible, y hasta que tú mismo antes de terminar ves el fracaso del sermón. ¿Por qué este sucede?

Es por el evento del sermón. Aparte de tu preparación en tu vida, en el tema del sermón, y en tu presentación de la Palabra de Dios, el público o congregación que te escucha y su ambiente espiritual tienen mucho de ver con el éxito o fracaso de tu sermón. El verdadero predicar tiene que ver con una situación, personas presentes y un lugar. Yo creo que Dios castiga unas iglesias por lo que ha sucedido en ellas. O sea, Dios ha escrito “icabod” (1 Samuel 4:21; 14:3) sobre ellas, y aunque nosotros no lo sabemos, es difícil que Dios bendiga cualquier cosa en aquel lugar aun que quien que les predique es bueno, y el sermón es bueno. Dios responde a nuestras oraciones, pero es la relación que aquellas personas tienen o han tenido con Dios que cambia el evento del sermón.

No debemos desenfocar del punto principal en esto, y esto es que Dios se trata con personas, no ladrillo y cemento. La presencia de personas santas en el servicio, o de personas hipócritas que Dios odia pueden cambiar la reacción, recepción, poder, y utilidad de un sermón. O sea, parte del poder que experimentamos en predicar un buen sermón viene de la congregación presente, su testimonio y dedicación al Señor, y esto viene de ellos y fluye por el predicador en su sermón.

Marcas de un excelente sermón

Regla 118.                Un excelente sermón tiene un propósito espiritual para cumplir.

Debemos odiar y rechazar la idea de simplemente “llenar el púlpito” o nada más hacer algo para que la gente sientan que han tenido un sermón.  Predicación se trata sobre el hacer la obra de Dios en las vidas de las ovejas. La idea que algunos tienen de que cualquier sermón es igual, y los sermones que no causan escándalo, ofensa, o problemas siempre son los mejores es algo que ignora la carga de Dios al predicador a cuidar Su rebaño. Un hombre de Dios no busca de ofender, o causar escándalo, o siempre de dejar al público

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doliendo, pero tampoco es necesario tener miedo de ellos. El predicador es como un doctor cirujano. Cuando se puede evitar la cirugía, lo hace con medicina u otras cosas no tan drásticas. Pero si es necesario él es la persona que va a tomar el cuchillo y abrirte sin miedo.

El punto de predicar es de comunicar el mensaje de Dios al público. Debemos entender que el mensaje de Dios es normalmente de cambiarnos o de confirmarnos que estamos haciendo bien algo. Pero normalmente el predicador se trata de pecado o de algo que debemos hacer que no hacemos. En esto es ofensivo de enfrentar la gente en su pecado pero es exactamente el concepto de predicación que necesitamos tener.

Regla 119.                Un excelente sermón tiene flujo de ideas, donde el público siente que haya movimiento hacia una conclusión.

Una sopa de todo que hubo a la mano cuando fue cocido, todo revuelto tres veces sin mucha relación, sin que una cosa sigue de otra cosa, sin estructura alguna entre sí, son indicadores de que el sermón faltó preparación.

La marca de un buen sermón siempre tiene que ser una buena presentación de ideas que siguen uno al otro, y que son lógicamente tomados de los textos bíblicos que presenta el predicador.

Debe ser un sentido de movimiento. Un progreso de ideas, desde introducción hasta conclusión siguiendo la estructura del sermón, punto por punto, y luego llegar al final en la conclusión en su debido tiempo y sin cortar partes importantes. O sea, empieza, progresa, y termina. El sentir este es por que hay estructura de una cosa a otra. Cuando el predicador anuncia tres puntos, y cada tercer parte del tiempo llega al siguiente punto entonces hay el sentido de progreso. Cuando el predicador anuncia 10 puntos, y llega al final del tiempo del sermón y apenas está en punto 2, no hay progreso y se frustra y se aburre el público con el sermón. El público siente que el diseño o ejecución era mal. El punto aquí es que tu como predicador debe entrar en el pulpito con la preparación por el tiempo que tengas. De no medir el sermón y su presentación adecuadamente con el tiempo que tengas, es una falla en ti como predicador. Si vas a romper el sermón sobre tres servicios, dínoslo antes de empezar, y no nos traumas con 14 puntos.

Igualmente la lectura de listas de versículos sin que relacionar estos versículos uno por uno con un asunto claramente, explicando la importancia y como relaciona cada referencia al punto y al tema, no hay progreso.

Regla 120.                Un excelente sermón es viva, lleno de color, claro, verdad a la vida que todos observamos, y fiel a las Escrituras.

Parte del trabajo del predicador es de explicar las profundidades de la Palabra de Dios. Por eso, un buen sermón debe siempre ser lleno con explicaciones que dan claridad al asunto, con ilustraciones y

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analogías que iluminan las tinieblas con la luz de la Palabra de Dios para que entendamos y obedezcamos lo que es realmente la Palabra de Dios. Un buen sermón debe animarnos a obedecer las verdades de Dios y dejar el pecado.

Regla 121.                Un excelente sermón está lleno de entusiasmo.

De ser aburrido y sin energía es una marca de un predicador que no tiene el interés adecuado para el ministerio o que no está llamado por Dios a esto. Si se trata de dar vida espiritual a las personas que le escuchan, y si él es el medico que arregla los problemas de sus vidas, entonces, ¿Cómo es que no tiene interés, energía, y fuerza para convencer con animo? ¿No es importante lo que estás haciendo? Es falta de entender su propio oficio que tratamos aquí.

Celos y ánimo son contagiosos. Si el predicador demuestra celos en lo que hace, su congregación va a tener la misma actitud hacia sus temas y el ministerio en general (y su vida espiritual). Es una vergüenza que el predicador no está animado y altamente interesado en lo que está haciendo. Dios nos salva de predicadores que pone medio corazón a su ministerio, que no les importa el estado eterno de las almas, o que toman con ligereza el estado espiritual de su gente.

Sobre todo, el buen predicador está envuelto en su sermón. Alguien que da una lectura no tiene que ser envuelto en su lectura. Lo lee y es suficiente. Pero el buen predicador es alguien que tiene algo de comunicar espiritualmente, y él no se conforma con leerlo solamente, y si su público quiere, lo entiende, y si no, el buen predicador arde en su corazón a buscar formar de comunicarlo a ellos. El buen predicador es alguien que tiene una pasión en comunicar verdades espirituales a personas que las necesitan.

Los mejores predicadores proyectan un sentido de que ellos son testigos de ojo de lo que están comunicando. Ellos fueron presentes y aprendieron estas lecciones, y les urge a comunicar lo mismo a su público.  Nada más es tan importante en la vida menos que descargarse de su carga espiritual. De comunicar una verdad espiritual a su público.

Romanos 1:11  Porque deseo veros, para comunicaros algún don espiritual, a fin de que seáis confirmados;

Vemos en el ejemplo del Apóstol Pablo que ministró con lágrimas por su público. Su corazón y alma fue destrozado por comunicar o no comunicar verdades espirituales para el establecimiento de su público.

Hechos 20:31  Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno.

2° Corintios 2:4  Porque por la mucha tribulación y angustia del corazón os escribí con muchas lágrimas, no para que fueseis contristados, sino para que supieseis cuán grande es el amor que os tengo

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Regla 122.                Un excelente sermón tiene evidencia abundante para apoyar su propósito.

El punto tiene que ser hecho muy fuerte aquí que el propósito del sermón, o lo que se trata de cambiar en nuestras vidas siempre debe ser basado en evidencia sacada de las Escrituras. O sea, el punto de convencer se cae siempre sobre abundantes ejemplos de exposiciones de la Palabra de Dios. No es la opinión del predicador que realmente cambiar las vidas del público para la eterna. Es lo que Dios ha dicho que lo hace. El trabajo del predicador es solamente de revelar este mensaje de Dios, y en dejar Dios presentar Su voluntad y Su opinión santa sobre cualquier asunto, resulta en un mensaje que tiene bastante poder y hace bastante cosa espiritualmente hablando. El público debe demandar evidencia en forma de exposición de la mera palabra de Dios de todo lo que dice el predicador, y especialmente sobre asuntos de la salvación, asuntos importantes, o la doctrina. Aun en la Biblia vemos que los hombres de Dios del Nuevo Testamento siempre citaban el Antiguo Testamento (su autoridad) para convencer su público de asuntos espirituales.

Regla 123.                Buena predicación tiene una dependencia en y saturación con la Biblia.

La única diferencia entre predicación y una opinión común y corriente es el elemento de la Biblia que uno tiene y normalmente el otro no lo tiene. Buena predicación tiene el elemento de “comunicar el mensaje de Dios” que lleva consigo el elemento de la autoridad de la Palabra de Dios. Buena predicación no tiene la vista de ser un dialogo entre Dios y el hombre, donde cada uno pone sus ideas en la mesa, y cada uno tiene que sacrificar sus ideas un poco para que el otro quede en la mesa hablando. Dios nos manda. No podemos negociar con Dios. Su reglas y mandamientos son inviolables. Es de aceptar lo que dice Dios o estar bajo el castigo de Dios.

Entonces se marca un buen sermón con la autoridad de Dios, que constantemente, frecuentemente, y firmemente cita las Escrituras. Las explicaciones de estos versículos son razonables, exactamente explicados como debe ser, en su contexto lo que verdaderamente significa. El predicador no tuerce las Escrituras de su significado para comunicar el mensaje de Dios. Al opuesto, hay rigidez en quedarse en lo que Dios ha dicho, sin manipular ilegitimamente la Palabra de Dios.

Regla 124.                Un excelente sermón es algo que toca temas cerca del corazón del público, les convence fuertemente que su propósito es de Dios, y lo hace sin ofender, y sin dejar el público rechazar el mensaje por ser ofendido en su presentación.

El mensaje de Dios muchas veces lleva en sí un regaño al ser humano porque Dios no acepta el pecado del hombre, y por eso usa el predicador a enfrentar el pecado del público para cambiarles. Este cambio es por el poder de Dios, que Dios ha impuesto en Su palabra. En sí, buena predicación lleva algo de ofensa por que se trata de que Dios nos corrige nuestras vidas pecaminosas.

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Pero habiendo dicho esto, debemos reconocer que muchas veces hay predicadores que toman como su plan el propósito de ofender al público. Ellos quieren presentar cosas para ofender al público pensando que hay algo de gloria en tener un público ofendido por sus predicaciones. O sea que esto es buena predicación. El buen predicador no busca de ofender por sus dichos o acciones, su actitud o conducta, sino que deja que Dios lo hace por el mensaje de Dios si es necesario. Él nada más predica lo que Dios ha puesto en la Biblia, y si ofende, busca la forma en presentarlo para que el público lo acepte aun que es ofensa. El punto no es de causar ofensa sino de corregir conducta, actitudes, y creencias.

También el buen predicador no ofende nuevos, visitas, o personas con problemas especiales. Siempre busca de ser la puente entre estos y Dios para que él sea el instrumento por lo cual ellos llegan a la salvación y andan en la voluntad de Dios.

Regla 125.                Un excelente sermón siempre tiene una aplicación personal, un llamamiento a acción o cambio.

Sermones que son simplemente información sin que afecta la vida de los oyentes no tiene la calidad de excelencia. Aunque el tema, la estructura, la exposición, y lo demás pueden hacerlo un muy buen sermón, si no hace una aplicación a la vida del público, no sirve los propósitos de Dios. Debe ser una aplicación a la vida personal. Siempre hay alguien que ya está obedeciendo a Dios en el punto principal de tu sermón, pero siempre debe ser una aplicación adentro del sermón por en caso que si hay gente que no están conformes con la voluntad de Dios. Unos predicadores insisten que cada sermón tiene una invitación o llamamiento al final. Su pensar es exactamente este punto que cada sermón bueno o excelente debe tener aplicación espiritual, y el llamamiento es la oportunidad de responder. Yo no sé que es más fimre una decisión hecho enfrente de la iglesia que en su asiento, porque a fin de cuentas, nuestro trato espiritual es con Dios no tan con el público. Pero un elemento o consecuencia constante en buena predicación es el entrego del corazón errante del público a la voluntad de Dios.

Regla 126.                Un buen sermón siempre va a promover un odio al pecado, y animar una delicia en Dios. Produce piedad en sí mismo, compasión hacia a otros, y ternura hacia Dios.

Regla 127.                Un buen sermón va a tener avisos y amenazas espirituales. Popularidad no es una consideración en la vista de Dios.

Los propósitos de Dios no pueden ser servidos si no hay cambio de la vida pecaminosa que es al meta de Dios (la voluntad de Dios). Esto se efectúa solamente por medio de amenazas y avisos con autoridad divina para guiar el oyente del error a la verdad de Dios.

Lucas 6:26 ¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas.

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La popularidad del mundo, aun del mundo cristiano o el supuesto pueblo de Dios, no es la meta de un buen predicador, sino que él busca la aprobación de Dios. Muchas veces el pastor toma una posición solo, y tiene que insistir y defender esta posición en contra del fuerte corriente del popularismo ni modo las consecuencias porque simplemente es la voluntad de Dios. Como un soldado con órdenes de defender hasta la muerte, el predicador no deja las opiniones de la mayoría o de sus amigos de afectar su trabajo dado a él por Dios.

2° Timoteo 2:15 Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.

Regla 128.                Un buen sermón siempre produce luz a la mente y ardor en el corazón y alma.

Emociones que no provienen de una mente iluminada con la verdad no son válidas. El motivo de buenas obras siempre debe tener su origen en obedecer la voluntad de Dios para agradar a Dios. Actuamos por que entendemos, no porque sentimos. El sentir debe venir porque sabemos y cumplimos con la voluntad de Dios.

Un buen sermón también entiende como funciona el pecado en el corazón del hombre, y usa la Palabra de Dios de ubicar este pecado, identificarlo, picarlo, atacarlo, y sacarlo dando victoria por el método que Dios indica. Se ve el pecado como un mal que el sermón quita.

Regla 129.                Un buen sermón es dado con energía y ardor espiritual.

No es suficiente de leer muy seco palabras sin poner el corazón en lo que está haciendo y diciendo. Un buen sermón se ve en el predicador, como él lo ve de importancia y el ardor de su corazón en hablar del asunto, y su pasión de comunicar su carga al público. Este ardor y pasión proviene de la realidad que se da cuenta el predicador del asunto de qué habla.

Regla 130.                Un excelente sermón es un producto del predicador y su relación con el Espíritu Santo.

Sermones vienen y sermones salen, pero solamente los excelentes sermones son los que cambian las vidas. Para encontrar como predicar excelente sermones uno tiene que entender que el sermón es un producto de la relación del predicador con su Dios. Oración es crítica en la preparación y entrego de un buen sermón. El desarrollo y preparación del sermón debe ser específicamente saturado en oración.

La relación entre el predicador y Dios es muy importante. Es mejor tener poco de decir de un corazón puro y sincero, que tener mucha material en supuestamente “excelente forma” de la vida de un mugroso en el púlpito. El púlpito tiene que ser un lugar sagrado en el pensar del pastor. Pecado es algo que interfiere en el entrego de sermones. El buen predicador busca de no tener nada que estorba su vida para con Dios, y esto resulta con buenas cosas de su

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predicación. El impacto de un sermón puede ser mayor o menor más de lo que dice y hace el predicador entre semana de lo que dice domingo en el púlpito.

No hay sustituto para la profunda convicción en el corazón del predicador que lo que presenta es 100% de Dios. Esto viene de estudiar, y de sujetarse a lo que encuentra en la Biblia. Es bueno que el pastor tiene muchas Escrituras para apoyar cada punto de su sermón, pero debe resguardar la mayoría de los versículos para sí mismo como demuestra entre uno y Dios que si está predicando lo bíblico. Solamente 2 o 3 citas bajo cada punto es todo necesario para el público.

Marcas de un excelente predicador.

Podamos definir un excelente predicador como alguien que hace uno o los dos; prepara muy buena material, o presenta muy bien el material que tenga. De hacer los dos es alguien muy especial.

Regla 131.                Un excelente predicador es alguien que es estudioso, paciente, extensivo, intensivo, y un cuidadoso estudiante.

Regla 132.                Un excelente predicador es alguien que puede relacionarse socialmente con otros en un plano espiritual.

Comunicación es el intercambio de ideas. Un buen predicador es un experto en comunicar espiritualmente con otros. Expresa bien sus propias ideas, y es paciente de escuchar y entender las ideas de otros. Tiene simpatía, entendimiento, compasión para con otros. Se ve en su paciencia y compasión de ayudar a otros con sus problemas y vidas.

I.       Problemas comunes.

Regla 133.                No convence por algo que no sea la clara exposición de la Palabra de Dios. Nunca llega a usar el gritar, causar emociones fuertes, o por otras cosas escándalosas.

Es una mala costumbre de unos predicadores que la fuerza de su sermón se cae sobre su personalidad. No son buenos estudiantes de la Palabra, y por esto, no tienen buenas presentaciones de la Verdad de Dios. Para retener su congregación, utilizan formas muy sutiles para convencer a la congregación que tienen algo “bueno”. Típicamente estos predicadores utilizan la técnica de gritar fuerte o pegar el púlpito si no tienen base bíblica por lo que están diciendo, o de usar ilustraciones, ejemplos personales, bromas y chistes, o elementos muy emocionales para convencer las personas casi causándoles de llorar.

Muchos predicadores también entrenen a sus congregaciones de decir “Amen” y de hacer respuesta a todo lo que ellos están diciendo del púlpito. El punto con esto no es que suele del alma de quien que escucha, sino que el predicador busca que la congregación

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comprueba y da validez a su mensaje. Es como si fuera más bíblico si hay personas gritando “Amen” cada rato. (No lo es).

Igualmente estos predicadores buscan formas y novedades para que su público les recuerde. Muchas veces bucan actuacciones teatricos para dar novedad a sus mensajes. El asunto no es que dan buena predicación, sino que ellos quieren ser reconocidos y recordados. Ellos causan el sermón y el pulpito de ser un show de Hollywood donde el público está entretenido con ¿qué viene ahora? Es como un restaurante que tiene horrible comida, cara, dessabrida, y echa a perder, pero el ambiente es tan bonito que todos hablan de ello. El ambiente llega a llamar la atención en lugar de la calidad de la comida. Es interesante que estos son como un teatro, repitiendo el mismo sermón vez tras vez solamente cambiando el escándolo.

Este también es visto en la forma de poner énfasis en como pronuncian las palabras (rara) o del ritmo de cómo hablan.

Regla 134.                Predica material con que se puede conmover el público en lugar de ser muy bíblico.

Hay un estilo de predicar que cambia el explicar la Biblia a ser un entretenimiento del público. Muchos predicadores no brillan muy bien en estudiar y entender la Biblia, y por esto no pueden explicarla bien tampoco. Entre estos predicadores es costumbre de buscar otra cosa de llamar la atención. Sus sermones son muy notables, memorables. Pero los puntos de recordar y de notar no son las explicaciones de la Biblia sino de sus formas de conmover el público. No hay nada mal con conmover al público. Pero la cosa con qué uno conmueve es el punto  aquí. De explicar la muerte y resurrección de Jesús en la cruz, debe ser conmovedora. Pero ellos usan típicamente cosas que no son muy obvios de los versículos que ellos predican.

O sea, es como tipos de alegorías. Si no fuera que ellos lo digan el asunto, nunca uno va a sacar el mismo punto del versículo por simplemente leerlo o estudiarlo.

Conclusión

Sobre todo, mi estimado amigo, prediques la Palabra de Dios con la pasión de tu corazón, con la inteligencia de tu mente, y con la guía y dirección de Dios.

 

[1]             “Inerrancy: Clearing Away Confusión” Christianity Today,  25/10 (mayo 29, 1981), página 12.

[2]             W.A. Criswell, “The Infallible Word of God”, in A Passion for Preaching, David Oxford, Ed. (Nashville: Thomas Nelson Publishers, 1989), página 38.

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[3]             “Liberalismo” no es de ser liberal o generoso en este caso, sino de ser generoso o muy suave en aceptar siempre las dudas, ataques, y acusaciones en contra de la autoridad de la Biblia.

[4]             Hablando de recursos para predicadores, en mi sitio, www.davidcox.com.mx, tengo vínculos a un programa de la Biblia (e-Sword) que es gratis, que puede bajar y usar en una computadora. Hay docenas de recursos en e-Sword que tengo allí, todos gratis por nada más bajarlos.

[5]             Todos los predicadores cristianos hoy en día usan libros y ayudas de cristianos de los siglos pasados. Aquí no estamos hablando de usar lo que hay para entender y presentar claramente y fuertemente. Hablamos de personas que usan sermones u otras referencias para que ellos personalmente no tienen que estudiar. El predicador flojo es un peligro a todos que le oyen. Hay predicadores que han gastado arto tiempo en el estudio de la Palabra de Dios, y por estos estudios ya tienen una base de entendimiento bien amplia, y de allí (sus estudios previos) pueden componer un sermón en un corto tiempo. Esto es válido, pero el simple copiar y predicar un sermón de otro sin estudiar la materia, sin entenderlo, sin hacerlo tuyo es inválido.

[6]             http://www.davidcox.com.mx/cox/index.htm, busque El Pastor Bíblico.