Hojas de Té - TOLERANCIA

11
ISSN 0719-4323 Distribución gratuíta · edición 4 · diciembre 2014 · tolerancia

description

Presentamos la edición 4 de Hojas de Té centrado en el concepto de 'tolerancia'.

Transcript of Hojas de Té - TOLERANCIA

Page 1: Hojas de Té - TOLERANCIA

ISSN 0719-4323

Distribución gratuíta · edición 4 · diciembre 2014 · tolerancia

Page 2: Hojas de Té - TOLERANCIA

3

directora de contenidos: Débora Sobreviela

diseño gráfico: Vicente Espinoza · Paulette Filla

ilustraciones: Katherine supnem | facebook.com/supnem

colaboradores: Gabriela Álvarez · Francisco Coloane · Alejandro Díaz · Eduardo Fuentes · Álvaro Ruiz

Katherine Fernández · Carlos Yrisarry · Loreto Fernández Leiva · Ignacio Bórquez · Karen Tapia

Pamela Espinoza · Sebastián Ortiz · Elena Stephens · Rodrigo Soto

¿Te Gustaría Participar?Envíanos tus cuentos, sugerencias y poemas escribiendo a: [email protected]

Miraflores 610 | www.leerte.cl | facebook/TeteríaLeerté | @Comunidadleerte | [email protected]

Si alguien le pregunta si usted es tolerante, ¿qué respondería? La respuesta inmediata y casi sin pensar de la mayoría, sería:

“obvio, cómo no”. Sería quedar en evidencia decir lo contrario. Pero, ¿por qué? Acaso sabemos definir qué es tolerar. Piénselo por unos instantes. Seguramente la respuesta sea referente a aspectos positivos como el respeto hacia otrxs, a la diversidad, a lo diferen-te, etc. Pero, ¿es eso realmente la tolerancia?, ¿no nos estaremos confundiendo?En esta edición nos hemos detenido en profundi-dad en este concepto utilizado tan superficialmente y les presen-tamos una reflexión con hartas aristas sobre su conceptualización.

Entre algunas de las razones por las que decidimos abordar este tema está la actualidad del barrio, donde convergen a menudo diferencia de opiniones (¡menos mal!). Véase la reac-tivación del debate sobre la Feria de las Pulgas del Parque Forestal, la paralización del proyecto que declaraba Zona de Interés Turístico al Barrio Lastarria-Bellas Artes, los constan-tes impedimentos al uso de espacios públicos, etc. En cada

Años atrás, a comienzos de la gestión del Alcalde Zalaquett, los vecinos del

barrio Bellas Artes pudimos ver cómo sis-temáticamente la feria de las pulgas era exterminada por la persecución que do-mingo a domingo se le hacía en el sector 1 del parque. En un primer momento, al-gunos vecinos reaccionábamos apoyando a los pulgueros pero, pasado un tiempo y sabiendo que no podíamos hacer mucho, comenzamos a tolerar el atropello hacia la gente. En ese entonces los pulgueros no eran más de una cincuentena. Esa “to-lerancia” a la acción administrativa fue de la mano con tratar de entender la racio-nalidad que había detrás.  De pronto, prefería salir fuera de San-tiago los domingos para no tener que vulnerar la racionalidad administrativa que la autoridad tomaba. Como vecino se hizo cómodo abandonar nuestra ética ciudadana y abordar desde la tolerancia a ese accionar burocrático. Esto fue hace ya seis años. Hoy, la situación no dista mucho. Se asume una lógica administra-tiva que homogeneiza la concepción de espacio público y vulnera el accionar del ciudadano en el espacio público. Esta racionalidad administrativa “es siempre el indicio de una neutralidad axiológica, lo que quiere decir emancipación con relación a las dependencias tradiciona-les o con relación a las prácticas ritua-les puramente locales. Hay racionalidad

Deconstruyendo la tolerancia

caso aparecen varios actores: pulguerxs, vecinxs, locatarixs, paseantes, instituciones y municipalidad inclusive. Todxs con una opinión diferente. Espacios y situaciones a los que se apela al diálogo y la argumentación para poder llegar a acuerdos. Espacios donde la palabra tolerancia es usada.

La tolerancia, como muchas de las palabras, son herramientas para quien las usa. El engranaje de un lenguaje, de un mensaje que siempre disfraza. ¿Es acaso escudo de gobiernos e institu-ciones para operar sin más obteniendo el apoyo de quienes la escuchan?, ¿o el escudo de muchos para no pensar? Tolerar no es aceptar. Tolerar es respetar desde el conocimiento y la fundamentación. Y, por lo general, aceptamos sin conocer ni argumentar. Les invitamos a dejarse llevar entre las siguientes páginas y a tomarse el tiempo para definirse a si mismxs qué es la tolerancia y, puede que así, la próxima vez que le pregunten si es tolerante, la respuesta sea algo más extensa y contunden-te. ¡Bienvenidxs a la cuarta edición de Hojas de Té!

por Alejandro Díaz

La no-tolerancia: celebración de la diferencia

cuando una función es susceptible de una universalización debida a su eficacia verificable, ahí es también el fundamen-to de legitimación.”[i]  La incomodidad de esta racionalidad es que justamente cuando no es suscepti-ble de universalización (prohibición del comercio en la vía pública, vulnerando la tradición que subyace en la feria y, ade-más, no demostrando la eficacia de la medida) pierde parte de su racionalidad y se convierte en un espacio de subje-tividad burocrática que empaña la dis-cusión pública. Así, vecinos y visitantes del barrio comenzamos a tolerar en la medida que la racionalidad no subvierte nuestros parámetros de lo razonable.

Pero, qué sucede cuando el fundamen-to de legitimación abandona la razón. Parcialmente nos sentimos obligados a tolerar y dicha racionalidad es el abuso impuesto en nuestras conciencias. La to-lerancia es la herramienta con  que la dis-cusión pública nos obliga a pensar desde el centro discursivo homogeneizado por la lógica administrativa de lo razonable, lo legal, lo permitido o ‘civilizado’.  Poco a poco nos invitan a ‘entender’ sus razo-nes aunque sean clasistas, primitivas  o discriminatorias. Y en definitiva, nos obligan a entender que la tolerancia no es más que el límite de nuestras concien-cias como negación de nuestra libertad. 

En mi caso, la Feria de las Pulgas es un espacio soberano de convergencia, fuera de las líneas formales del mercado, una construcción primitiva de los primeros intercambios que constituyen y crea comunidad y, en definitiva, ciudad. Un respiro de la vorágine del mercado, una salida parcial hacia el margen de una so-ciedad que se extiende en demasía hacia la regulación de los espacios públicos. Así, mi postura hacia la no-tolerancia es la afirmación política de ‘abrir la raciona-lidad’ y demostrar que su postura no se sostiene en la legitimidad. Los ciudada-nos necesitamos reafirmar activamente nuestra autonomía. Sostener que el mer-cado no nos define y que en nosotros prima la autodeterminación. Tolerar sig-nifica tomar como propia una racionali-dad que violenta y olvida la tradición que nos constituye. La no-tolerancia debe ser la celebración de la diferencia como dis-curso que mantiene la identidad  que es capaz de dialogar hacia la construcción de fronteras compatibles con intereses disímiles. En definitiva,  la no-tolerancia es la celebración de la solidaridad com-pleta y diferenciada, el espacio para construir la  otredad  como subjetividad no fragmentada.

[i] Henaff, Marcel. La Ciudad que viene, 2014.LOM. P. 42.

editorial opinión

Page 3: Hojas de Té - TOLERANCIA

4 5

El vello y la bestia El Genocidio Palestino: ¿Tolerancia o complicidad de la

Comunidad Internacional?por Francisco Coloane

por Carlos Yrisarry

La intolerancia me golpeó por primera vez en la historia muy personal de Nirmal. Casa-da en matrimonio concertado a la usanza de la India, asume su nueva condición, sin el

conocimiento mutuo de los cuerpos desnudos. Al levantar por primera vez su sari, Ranvir el esposo, divisa una suerte de inmenso velo negro que se desplaza a la altura del pubis. El flamante marido decide ese mismo día separarse y le confiesa al padre que, “no era como las mujeres del Playboy”. Al contarle este episodio, Julia revela así su propia experiencia.

Cuando se camina por las calles de la medina de la ciudad sagrada de

Hebrón, uno se pregunta hasta dónde llega la tolerancia. Al subir la vista unos metros hacia arriba, podemos percatar-nos de las redes que han colocado los ha-bitantes palestinos entre las paredes de las casas que configuran las calles para protegerse de todo tipo de objetos que lanzan los colonos judíos desde las casas que han ido ocupando de manera ilegal, las cuales, a su vez, cuentan con la pro-tección de soldados israelitas. Piedras, escobillas de wáter, trapos sucios, trozos de madera, ladrillos, cañerías rotas, entre muchas otras cosas, se pueden encon-trar atrapadas entre las cuerdas. Por el contrario, sí la traspasan los líquidos que lanzan, como residuos fecales y de orina, restos de comida en mal estado, aceite, agua sucia, etc., que terminan en las ca-bezas de los transeúntes sin que puedan hacer nada al respecto.

Otras calles están divididas por un muro de pequeña altura por el que se separan a los palestinos de los judíos. No pueden caminar juntos. El extranjero a su vez, no sabe por que lado caminar. Zonas comerciales del centro de la ciudad han sido clausuradas por el ejército Israelí. Soldados, armas, vehículos del ejército y controles militares son ya las caracterís-ticas más comunes del paisaje urbano de la ciudad, como de las muchas otras de Cisjordania. Entre las principales diver-

y agrega: “una clienta se depila semanal-mente ocultándole al novio su fábrica de vellos”. En la posición ginecológica situada en el vacío observo la tira oscura de cera exhibiéndola como un trofeo. “Esa era us-ted”, me dice. Mi íntima alfombra, mi pri-mer secreto del pudor, ya no estaban.

escena 4Domingo, rabioso, al final de una larga relación, dice un día: “No me gustan las mujeres velludas. No tolero el vello en las axilas y no me excita un pubis de araña. No es femenino”. Lo dice como si fuera tan evidente como el día y la noche. Qué es lo femenino…

La “intolerada” resiente el rechazo en el es-pejo y paga por la amputación de una na-turaleza que ya no le pertenece. La vellosi-dad natural de la mujer no forma parte del debate sobre la diversidad. Cierta estética femenina se ancló en las cremas nórdicas y los éteres de los glaciales, por una orden comercial que pesa en la condición huma-na. Es la tiranía de bestias neofascistas que dominando lo comercial, también detestan lo natural, revelando una faceta de dere-chos humanos restringidos para que las mujeres sean aceptadas como son.

siones de los jóvenes judíos que viven en Hebrón está el lanzar vino tinto a las mu-jeres palestinas, gesto a que permane-cen indiferentes los soldados israelitas. El visitante considera que la situación es intolerable y se pregunta cómo se han llegado a niveles de tan poco respeto y degradación del ser humano. Los habi-tantes palestinos viven angustiados ante tanta agresión. Apenas existen familias libres de humillaciones o con algún miembro asesinado, preso o torturado.

Hebrón no es más que un ejemplo de lo que ocurre en Palestina. La situación en Gaza es todavía más angustiosa y desesperante. La estricta vigilancia, los ataques masivos, la falta de víveres y de bienes de primera necesidad, y la práctica imposibilidad de salir del te-rritorio hace insostenible el poder vivir. Gaza está, además, sobrepoblada. No quedan espacios vírgenes y resulta muy complicado encontrar nuevos lugares que habitar. La presión demográfica se hace, a su vez, insostenible. Además, las autoridades políticas de Al-Fatah no han logrado solventar esta tragedia y por esta razón en los últimos años el pueblo palestino ha estado buscando con ansiedad soluciones rápidas y radi-cales que pongan término a su rabia y a su resignación. La fuerza que ha sido capaz de hacerlo es Hamás. Sus críticas a la corrupción de la autoridad palestina así como su dedicación en ayudar direc-

tamente a las familias más necesitadas son dos razones por las cuales han logrado abrirse un importante espacio público. Su discurso logra canalizar la furia de los palestinos contra Israel por los constantes atropellos sufridos. Y si bien es cierto que no ayuda a establecer un entendimiento ni negociaciones de paz, al menos fortalece la integridad y la entereza de los palestinos, quienes, des-pués de más de 66 años de constante retrocesos de sus derechos y pérdida de sus territorios, estiman que Israel jamás tendrá la más mínima intencionalidad real de buscar una convivencia horizon-tal entre ambas culturas.

En cada ocasión que Israel reanuda sus bombardeos en Gaza, las principales po-tencias de la comunidad internacional continúan permaneciendo indiferentes ante los crímenes cometidos. Las únicas condenas proceden de países de segun-do y tercer orden, que poca influencia tienen en la región, y cuya acción no puede ser mucho más que el retiro de embajadores, expulsión de representan-tes del Estado de Israel o boicot a sus productos. Cabe preguntarse cómo Occi-dente puede ser tan tolerante con el sio-nismo. Y también, si esa actitud se debe en realidad a una complicidad mayor, por los intereses económicos que hay, como siempre, detrás del conflicto, asunto que nos daría para continuar escribiendo unas cuantas páginas más.

escena 1Pelusas que cubren mi pubis de niña con vergüenza. El calzón oculta mi almohadi-lla vasta y ensortijada guardiana de jar-dines todavía secretos, creciendo como el musgo en un cojín redondo y oscuro. Ya más grande, los tirabuzones asoman inquietantes por los bordes del calzón de baño y me miran porque soy peluda. Me asusto.

escena 2Estoy desnuda, sus dedos se hunden en mi negro y tibio almohadón, ahora de rizos largos y tercos tirabuzones que se estiran y cual porfiados resortes al rato vuelven a su manifiesto de redondez ori-ginal desatando humedades libertarias, me sentí fantasiosa, crecía y me apodera-ba de mi ser velludo y feliz.

escena 3Cuando era adolescente, pensé que todo era así y nada más. Después, una y otra vez, vi que apenas se acercaban, se ale-jaban cuando palpaban mi manto abdo-minal. Nunca imaginé que el dolor de la cera caliente entre las piernas y el tirón sin aviso conducía a una extraña libertad. “Hay que arrancarlos de raíz” dice Mariela,

opinión opinión

Page 4: Hojas de Té - TOLERANCIA

6 7

La tolerancia: esa oscura necesidad

por Eduardo Fuentes Caro

Goethe, representando el ideal ilustrado, escribió que «tolerar significa insultar». Si bien no concuerdo con él, sí creo que

logró captar algo esencial al concepto mismo de la tolerancia: su negatividad. Siguiendo una definición estándar en la literatura de filosofía política (ver (Newey 1999), (McKinnon 2006), (Fuentes próximamente)), podemos dar la siguiente caracterización básica del concepto de tolerancia: Yo tolero la práctica p si y sólo si a) yo objeto a p, b) tengo razones para interferir con p, c) tengo razones para no interferir con p, d) tengo el poder de interferir con p, y finalmente e) no interfiero con p. Por ejemplo, yo puedo tolerar opiniones políticas sólo si las objeto (las desapruebo de alguna forma) y tengo el poder de interferir con ellas. Luego, to-lerar algo implica desaprobarlo.

¿Pero quién quiere ser desaprobado? ¿No sería mejor dejar de tener opiniones negativas sobre la gente y sus prácticas? Esto ha motivado a varias personas (como (Galeotti 2002) y (Creppell 2008)) a sostener que este concepto de tolerancia debe dar paso a uno más positivo, mediante el cual las diferencias puedan ser re-conocidas, aceptadas, y no meramente toleradas. Políticamente, implicaría reemplazar las políticas de tolerancia estatal por unas de reconocimiento. El estado ya no toleraría distintos credos, por ejemplo, sino que los reconocería como igualmente valiosos.

A pesar de lo atractiva que resulta esa propuesta (¿quién no quiere ser reconocido como igualmente valioso?) pienso que debe ser rechazada. Necesitamos del concepto tradicional de la tolerancia, con toda su negatividad. Deshacernos de él tiene consecuencias políticamente indeseables, como mostraré a con-tinuación. La necesidad de la tolerancia nos recuerda que la vida política no puede dejar de lado el oscuro lado del desacuerdo intrínseco a nuestras sociedades.

Ofreceré tres razones en favor del concepto tradicional (para otra defensa ver (Horton 2011)). La primera es esta. No es plausible su-poner que nuestros desacuerdos profundos desaparecerán alguna vez. Hay una imagen, muy presente en ciertas corrientes liberales, en la cual todas las personas se toman de la mano y viven en casi perfecta armonía. Los desacuerdos son como distintos sabores de helado, que no hacen sino enriquecer la heladería que es la socie-dad. Y todas las personas saben eso. Mas no todas las diferencias son reducibles a consideraciones “estéticas”, no todas son meras “visiones de cómo vivir bien”. Nuestras sociedades dan lugar a des-acuerdos reales, con modos de vida (que incluyen concepciones de lo que es justo) que pueden llegar a ser incompatibles (Waldron 2003). Nada en el desarrollo de ellas parece apuntar a ese estado de homogeneidad. Porque, no nos dejemos engañar, es homoge-

neidad cuando se busca que consideremos nuestras opiniones sobre la sociedad como un asunto meramente personal. Abando-nar el concepto tradicional de tolerancia porque es demasiado negativo implica creer que llegará el momento en el cual no sea necesario lidiar con estos desacuerdos reales. Pero, ¿por qué creer tal cosa?

La segunda razón está relacionada con la anterior. Alguien podría reclamar que qui-zás nunca lleguemos a ese estado de con-cordia, pero que no es necesario. Lo único que se requeriría es que se lograse algún tipo de consenso en la esfera pública, que regulase nuestras interacciones como ciu-dadanas y el tipo de juicio que el estado puede hacer de nuestras prácticas – (Rawls 1993) es un ejemplo famoso –. Usted po-dría seguir con sus juicios negativos sobre mis prácticas en su vida privada, pero cuan-do discutimos políticamente esos juicios no tienen lugar. Basados en esto autores como (Heyd 2008) han sostenido que la tolerancia ha sido (o debe ser) desplazada por la neutralidad como práctica política .

En las últimas décadas se han planteado muchas críticas a esta tesis liberal, pero yo sólo quiero detenerme un una. A saber, la restricción del debate político a ciertas razones supuestamente neutrales impide la real deliberación pública. Esto por dos motivos principales. Primero, como bien señala (Waldron 1993), esta restricción impide que razones nuevas puedan ser in-troducidas en el debate. Por ejemplo, si se ha determinado que el estado sea neutral entre las razones de un rango R, entonces las razones fuera de ese rango no podrán ingresar al debate. Piénsese en el caso de que el consenso diga que cierta práctica religiosa no es igualmente valiosa porque, según las razones pertenecientes a R, viola un derecho fundamental. Las personas de esa religión no podrían defender su prác-tica apelando a una razón nueva, no con-siderada anteriormente, porque no estaría

dentro del rango R previamente aceptado. Esto es particularmente importante en casos de inmigrantes, porque ellos y sus razones han “llegado tarde” al debate.

El segundo motivo es más fundamental. Muy pocas veces se logra un acuerdo en la sociedad que sea solamente el resultado de la deliberación racional. Generalmente el poder tiene mucho que decir. No solamen-te el poder económico, sino el social. Hay grupos que controlan los medios de comu-nicación, hacen lobby, dominan la industria artística, etcétera; ellos tienen mayor con-trol sobre qué se termina entendiendo por “sentido común”. Dicha influencia no es patrimonio exclusivo de un grupo político. Ejemplos de ella se pueden encontrar tan-to en la derecha como la izquierda. Por lo tanto, los mismos consensos son bastante menos reales de lo que parecieran. ¿Cuán-tos tenemos el poder de escribir teleseries que defiendan ciertos modos de vida, de financiar periódicos? La aspiración a lograr un consenso en el cual no haya espacio para la desaprobación esconde necesariamente el uso del poder para acallar a quienes se levantan contra él. Cambiar la tolerancia por el reconocimiento nos priva de la capa-cidad de enfrentarnos a lo que objetamos de frente. Un mundo donde sólo hay reco-nocimiento y aceptación es un mundo en el cual aquellas posturas divergentes son des-preciadas bajo el mote de “irrazonables”.

Finalmente, mi tercera razón es que el es-fuerzo por desterrar la negatividad de la tolerancia descansa en parte importante en una concepción errada de la vida políti-ca. Rawls famosamente desechó el modus vivendi como forma política por ser “políti-co en el sentido errado”. Gran parte de la teoría liberal contemporánea lo ha seguido en creer que debemos buscar las maneras de reducir el conflicto en la sociedad. El conflicto es de suyo perjudicial, y una con-cepción tradicional de la tolerancia no haría sino permitirlo. Lo que es cierto. Si dejamos

de lado nuestras objeciones a las prácticas de los demás, entonces tenderemos hacia la concordia. Vive y deja vivir, ¿no?

Mas el conflicto es vital para la vida polí-tica. Obras como (Newey 2001) muestran el carácter esencialmente conflictivo de la política, para el espanto de la ortodoxia liberal. Por otro lado, la tradición republi-cana ha insistido en que el conflicto puede ser una de las mayores fuentes de libertad en una sociedad. El conflicto nos permi-te enfrentarnos realmente en la esfera pública, desarrollando un espacio común donde nos encontramos tal cual somos. La concordia forzada, y toda lo es en nuestra situación, impone un pensamiento único que nos hace esclavas de nuestra propia corrección política. El punto es contener el conflicto dentro de los márgenes adecua-dos, para que no termine destruyéndonos.

En esa tarea el concepto tradicional de la tolerancia es irreemplazable.

bibliografíaAudier, S. Machiavel, conflit et liberté. Vrin, 2005.Creppell, I. “Toleration, Politics and the Role of Mutua-lity”. Toleration and Its Limits, Williams, M y J. Waldron (eds.), New York University Press, 2008. 315-359.Fuentes, E. “La tolerancia arbitral y la descripción de los conflictos políticos”, Ideas y Valores (próximamente).Galeotti, A. Toleration as Recognition. Cambridge: Cam-bridge University Press, 2002.Heyd, D. “Is Toleration a Political Virtue?”. Toleration and Its Limits, Williams, M y J. Waldron (eds.), New York Uni-versity Press, 2008. 171-194.Horton, J. (2011) “Why the traditional conception of to-leration still matters”, Critical Review of International Social and Political Philosophy 14:3 (2011): 289-305.McKinnon, C. Toleration: A Critical Introduction. Rout-ledge, 2006.Newey, G. After Politics. Palgrave, 2001.Newey, G. “Is Democratic Toleration a Rubber Duck?”, Res Publica 7 (2001): 315-336.Newey, G. Virtue, Reason and Toleration. Edinburgh Uni-versity Press, .Rawls, J. Political liberalism. Columbia University Press, 1993.Waldron, J.. “Religious contributions in public delibera-tion.” San Diego L. Rev. 30 (1993): 817.Waldron, J. “Toleration and reasonableness.” The culture of toleration in diverse societies: reasonable tolerance, McKinnon, K. y Castiglione, D. (eds.), Manchester Univer-sity Press, 2003. 13-38.

en profundidad en profundidad

Page 5: Hojas de Té - TOLERANCIA

8 9

contra respuesta a todo esto, aunque sean solamente decorati-vos. Pero lo importante, creo, es el momento en que se pinta el mural y la gente te ve pintar. Ese momento es clave. Está fuera de lo común ver a una persona pintar algo en un espacio públi-co, es una mini revolución de lo cotidiano.

muchas veces pintas sabiendo que puede desaparecer en cualquier momento, que en realidad es efímero... aún así sigues haciéndolo, ¿forma parte del arte mural?Sí, es parte. Me duele cuando rayan un mural que he pintado o lo tapan definitivamente. Pero hay que desprenderse de “la obra”. Quizás un mural cumple su propósito específico para el contexto y ya después pasa a ser una pieza de museo, que no es necesariamente lo que se busca en un mural, sino otras. La calle es así, la muerte es parte de la vida, no se puede pretender que todo sea eterno. Pero el que te borra y anda en tu mismo movimiento, a veces puede llegar a ser un descriteriao’.

¿tienes alguna temática que te tire más?, ¿hay denun-cia en tus pinturas?Como hago muralismo me tira mucho el tema social, a veces político. Pero no me olvido de cultivar la imaginación. Me gusta mucho trabajar con la fantasía, crear personajes, inventar histo-rias fantásticas para los muros, pero los mezclo o me inspiro en la realidad que nos toca combatir.

¿se puede vivir del muralismo?... tú, ¿cómo lo haces, lo compaginas con otras labores?Sí, claro que se vive de él, es un impulsor de vitalidad. Aunque sí, el muralismo es un medio, una herramienta, no el fin. Hay que retratar la vida con el muralismo. Si hablo de trabajo… Igual de todos modos, pero ganar plata con el muralismo no es algo que me interese, prefiero ganarla haciendo otras cosas (diseños o ilustraciones). Y, obvio que, si me sale un trabajo pintando un mural, lo haré, pero dependiendo del cliente veré si acepto o no.

¿qué obstáculos y oportunidades te ha dado tu dedi-cación al muralismo?Más que el muralismo es el hecho de pintar en la calle. Me ha dado la oportunidad de conocer a mucha gente buena y talentosa, en los encuentros de graffiti u otros tipos de encuentro. Es lo que hablaba de estar en la calle, se te acerca mucha gente y se te amplia la mente. Obstáculos: ninguno. Solo el de la gente que no le gusta este tipo de expresión, pero esos me los he pasado por ahí mismo.

¿qué es lo que más disfrutas de hacer esto?Conocer la realidad. Estando encerrado nunca la sabría, hay que embarrarse los pies, más que leer un montón de libros. Por más

SOFRENIA: “Está fuera de lo común ver a una persona

pintar algo en un espacio público, es una mini revolución de lo cotidiano”

por Débora Sobreviela

Mario Moreno es SOFRENIA en las calles de Santiago. Seguro lo han visto tras alguna esquina en Yungay o también en el Museo a Cielo Abierto de la Pincoya entre otros

muchos rincones de la ciudad. Basta con pasear, observar y abrir bien los ojos, la mente y el alma. Explosión de color y creatividad a cada paso, en cada respiración,

en cada movimiento y pulsión.

Así como revivió el muralismo en el Renacimiento, con murales sobre los relatos bíblicos para aquellas personas que no sabían leer, hoy relatamos en los muros nuestras vivencias, identidades, denuncias y compromisos sociales con imágenes y consignas.

¿qué te mueve a salir a la calle a pintar con la tensión que supone, en lugar de hacerlo en casa o a través de cuadros, exposiciones, etc.?Exacto, en la casa estaría más tranquilo, pero no es tanto lo que espero. Me gusta embarrarme las patas y quemarme con el sol. Estar en la calle te permite hablar con la gente, conocer realidades... No tendría tantas experiencias si no fuera porque pinto en la calle. Y claro, puede a veces ponerse peligroso, pero eso es casi nunca, hay que saber imponerse y formar carácter. Resumiendo: me encanta pintar en la calle, hablar con la gente y compartir su cerveza, o vino o lo que haya.

¿qué aporta el muralismo a la urbe?, ¿y las ciuda-des?... ¿y a ti?Es posiblemente un respiro, un espacio para una reflexión o una sonrisa. Es verdad que las ciudades son grises, contaminadas y sucias. La publicidad nos satura con bellos mensajes que nos incitan a comprar el último artículo de moda. El mural es una

¿cuándo fue la primera vez que viste un mural? ¿fue en la calle?Los murales siempre han estado presentes en mi vida, de chico que he visto a personajes pintados en la ciudad. Eran referente de los lugares donde pasaba.

¿cómo comenzó tu interés por el muralismo, el dibujo o las artes plásticas?He dibujado siempre, es la forma en que me expreso y la que más he pulido. El interés del muralismo como tal nace después de haber pintado mucho en la calle entre graffiteros y artistas callejeros. Comprendí que al pintar en la calle tengo un pequeño poder comunicacional público: que llega a muchas personas. Es allí que me interesó el muralismo, sobre todo como herramienta gráfica de contenidos de expresión social y personal.

¿qué es para ti el muralismo?El muralismo para mí es un medio de expresión y comunicación visual que se retrata en los muros de las ciudades. Es un arte público que se comunica e intenta generar un diálogo con el tran-seúnte que lo observa. Es social. Lo comparo con la ilustración, ya que el término ilustración viene de la palabra ilustrar, llenar de conocimientos a aquel que lo observa a través de una imagen.

que te lo cuenten, tienes que estar allí pintando en la calle y escuchando, con los dos ojos bien abiertos… Después eso lo retratas en un buen mural.

¿de tus trabajos cuál ha sido la experiencia como mu-ralista qué más has disfrutado?Ha sido en este último tiempo donde he pintado cosas realmente importantes y que me han llenado. El mural que pinte en memoria a Víctor Jara, a los 40 años de su asesinato en el lugar exacto donde lo encontraron muerto. Hace poco también pinté en Fuerte Apache, una población o villa emblemática de Argentina, estuve una semana. Creo que las experiencias donde pinto un mural y me lleno de la historia de la humanidad son los trabajos que más me han llenado.

¿alguien a quien admires en este rubro ya sea en chile o fuera?Me gusta mucho el argentino Jorge Cuello, que vive en Córdoba. Tiene un trabajo de muralismo muy comprometido con su en-torno social. También me gusta mucho BLU, ha innovado en el arte callejero. Me gusta mucho su austeridad y mensaje social que deja en cada muro que pinta. Estéticamente me gusta mu-cho Aryz, Roa, y del resto no me acuerdo los nombres... Tam-bién tengo que mencionar a Inti, gran valor local.

tu firma es sofrenia, ¿a qué se debe?No alcanza a ser una Esqui-Sofrenia.

el creador de novelas gráficas de sofrenia

SOFRENIA fue el ganador concurso mural de leerté 2014

la conversa la conversa

Page 6: Hojas de Té - TOLERANCIA

10 11

Elicura Chihuailaf Nahuelpán, su nombre también escrito como Elikura, es uno de los poetas mapuches más reconocidos en

nuestro país y en el exterior. Sus publicaciones bilingües han re-flejado el asombro ante una expresiva naturaleza y, sobre todo, una cosmovisión que pertenece a un pueblo en constante lucha por el reconocimiento. No es casual entonces que hoy revisitemos un libro que contiene la mirada necesaria para entender qué es integración y coexistencia en la diversidad. Contemplar los avan-ces y nuestros paradigmas aparentemente estancados en años de historia de negación del otro, esta conversación no es para situar-nos ante un escritor connotado, sino para pensar en un país que no resuelve su autoimagen. Porque este poeta entrega una visión donde el azul es un color de origen y destino, y donde lo simple nutre nuestra tierra y su gente como río en un paisaje seco.

Hace pocos meses Elicura Chihuailaf presentó un nuevo libro, pero esto parece no importarle si no es porque se lo pregunta-mos. “Ruegos y nubes en el Azul” se llama el poemario editado por la Universidad de Talca. “La verdad no me siento cómodo en esos eventos, pero la Editorial que publicó mi libro con bellas ilus-traciones de Tatiana Álamos, decidió esa actividad con mucho ca-riño”, cuenta. Así se muestra Elicura, humilde como si su obra no fuera tema. Sin embargo, si es para opinar sobre esta época y las falsedades que esconden los eufemismos del progreso, Chihuai-laf se expresa desde una posición firme. “Vivimos el desarrollo conforme con nuestra visión de mundo, el que debiera ejercerse

ELICURA CHIHUAILAF:“La tolerancia debiera ser un diálogo

igualitario entre diversos”por Gabriela Álvarez

No ataca pero señala las injusticias. De voz calma y potente, el escritor mapuche ha desarrollado un mensaje necesario para reivindicar el hábito de una visión real de

país. Lo entrevistamos a 15 años de la publicación de una carta, un ensayo llamado Recado Confidencial a los Chilenos, desde el cual nos confía una opinión sobre

nuestra identidad y diferencias.

con la naturaleza y no contra la naturaleza como lo promueve el sistema chileno”, dice y allí la vigencia de su “Recado confidencial” pareciera que está más vivo que nunca. ¿en qué estabas cuando escribiste recado confiden-cial a los chilenos y cómo ves este mensaje hoy?Estaba la bella tarea de cuidar y colaborar en las siembras y cosechas de cereales en el campo, junto a mi primera mujer. Y luego, en la siempre azarosa ocupación de entregar los produc-tos a los abusivos dueños de las bodegas. Escribiendo también, de vez en cuando poesía y, más frecuentemente, columnas para publicaciones como la ya desaparecida “Rocinante”, revista de la cual fui miembro del comité editorial y en cuyas páginas apa-reció lo que sería el inicio de mi werkv, recado en formato de “carta confidencial”.

Viendo este mensaje en perspectiva, los mapuche nunca hemos sido ganadores frente al Estado chileno porque no hemos vivido la bullada “democracia chilena”. Nuestros votos no representan el derecho a la autonomía cultural. Quiero decir con ello que, como hoy, en esos años estaba escuchando las conversaciones cotidianas y también las noticias. Se hablaba de la represión, la tala y quema de bosques de araucarias, de la intervención de los caudales de los ríos con represas cuyo único fin es producir más energía para mover las industrias de los perpetuos privilegiados, los dueños del poder.

En la actualidad, independiente de nuestras nacionalidades, los seres humanos estamos siendo remecidos constantemente por los medios de comunicación, lo que obliga a una reafirmación o búsqueda de elementos que permitan la denominada identidad o “almidad”. Chile está aún lejos de sumar, reconocer y asumir su hermosa morenidad, lo que seguirá siendo un grave proble-ma para el amplio, urgente y necesario diálogo intercultural. Creo que los pueblos nativos tenemos ventaja, pues tenemos resplan-deciente nuestro árbol de la identidad, con sus cuatro ramas fun-damentales: el conocimiento del    territorio histórico, el idioma (mapuzugún), nuestra historia y nuestro modo de ser, el Azul de nuestra visión de mundo (Az Mapu). Aferrados a una o más de esas ramas, nuestros niños, niñas y jóvenes se afirman y reafirman con creciente seguridad, tanto en la ruralidad como en la ciudad. Me parece que algo semejante, aunque con un árbol más preca-rio, sucede con los jóvenes del denominado “pueblo” chileno.

¿cómo se enseña a ser tolerantes? No me gusta mucho la palabra “tolerante” porque si bien  significa respeto por las ideas, creencias o prácticas de los demás, también implica “sobrellevar”, que en la realidad es a regañadientes más que con paciencia y deseos de conocimiento. Mi distancia con di-cha palabra tal vez se deba a que los Estados nacionales suelen de-clararse “tolerantes”, lo que está lejos de ser verdadero. Prefiero la idea de aceptación de la diversidad cultural como constatación de una realidad de la que puedo aprender y tomar elementos para ampliar mi propia visión de mundo. En todo caso, para ser toleran-tes se necesita pertenecer a una sociedad que se ha asumido en todo lo que es, una sociedad que respeta y ama lo que le ha toca-do. La tolerancia debiera ser un diálogo igualitario entre diversos.

¿crees que hoy existe más conciencia del poder del len-guaje como una posibilidad de transformar la realidad? No estoy seguro. Diría que hay sectores que han expresado y ejer-cido esa conciencia. Los estudiantes, los pobladores. Me parece que, en ese sentido, ya ni siquiera los escritores creen en esa po-sibilidad. Tengo la impresión, errónea ojalá, que las palabras se utilizan como artilugio para alcanzar notoriedad o éxito en cargos públicos, privados, académicos, pero no como reflexión profunda, crítica y constante que puede modificar la realidad porque surge de su sueño.  Las palabras nos las regala la naturaleza y cuando las pronunciamos, nombrando, ponemos en movimiento la ley de la reciprocidad que nos modifica mutuamente y nos permite así continuar siendo parte activa del tejido universal. Si cada indivi-duo, cada cultura, es una flor, el aguaque es la Palabra, nos salva de la desaparición. El agua que es la Palabra que de tanto fluir, poéticamente, modifica la realidad, porque transparenta y revela su sueño, su inconmensurable poder. *Elicura Chihuailaf, Premio Nacional de Poesía Jorge Teillier 2014

la conversa la conversa

Page 7: Hojas de Té - TOLERANCIA

12 13

@comunidadleerte

Pu-erh, el trabajo del tiempoPor Álvaro Ruiz Barrios

El Pu-erh o té rojo se ha instalado en Chile como un gran favorito dentro de la elección de los chilenos. Gran parte del

boom que ha experimentado esta variedad de té tiene que ver con el fuerte marketing que se ha hecho respecto a la capacidad adelgazante bajo el eslogan de “quema-grasa”

Pero, ¿qué es el té Pu-erh realmente? De hecho, Pu-erh es el nombre de un pueblo ubicado en la provincia de Yunnan en China. Era punto de partida para muchas de las caravanas que llevaban té de esta provincia a apartados lugares como Laos, Birmania y Tibet entre otros destinos. El té era trasladado en caballo y mulas que lo llevaban en bloques compactados para facilitar su carga. Los viajes eran largos y los comerciantes se dieron cuenta que el té era mejor tras el viaje. Concluyeron que se producía una maduración en el traslado que mejoraba la calidad. Es así que decidieron de-sarrollar el proceso de forma controlada. Este conocimiento muy bien guardado, es según el cual se produce té Pu-erh.

Hoy existen dos tipos de proceso para la producción de Pu-erh: crudo y cocinado. El primero es el proceso tradicional que lleva un tiempo de producción mayor, llegando en algunos casos a demorar hasta 60 años. El segundo es un proceso acelerado que mediante estricto control de las condiciones de maduración logra resultados similares.

Ambos procesos se inician con la deshidratación de hojas de Camelia Sinensis al aire libre en canastas de bambú. Luego se inhibe la fermentación mediante Pan-Fried o aplicación de calor directo en woks metálicos bajando la humedad de la hoja y concentrando los aceites propios de la hoja. Luego se realiza un proceso de enrollado manual para activar un proceso de fermentación suave, se seca al sol y se almacena en grandes bolsas durante un mes, el resultado es un té Maocha. En ambos procesos el Maocha es humedecido y almacenado como hebras o compactado en formas diversas, siendo las más populares las formas de disco, bloque, hongo y nido.

calidad de las hojasLa variedad de Camelia Sinensis que se utiliza en el Pu-erh es As-samica, con una hoja de mayor tamaño. Es altamente valorado que el origen sea de arboles ancestrales, 500 años o más. Se considera que estos árboles no han sido tratados con fertilizan-tes ni pesticidas y sus profundas raíces extraen lo mejor de los ricos suelos de la provincia de Yunnan.

Luego vendrá un largo camino de ir degustando y reconociendo la variedad de notas que se pueden observar en un buen Pu-erh, una alternativa de té empática a quienes prefieren tés fuertes e incluso café.

la hebra cultural

Es difícil hablar sobre arte diciendo la palabra así, a secas, como si por sí misma se refiriera nada más a sólo un campo de defini-

ciones. La palabra “arte”, desde su pronunciamiento, se ha conver-tido en un sonido que desata muchos ecos, reverberación que nos recuerda las paradigmáticas discusiones sobre lo que el arte “es” y “no es”. Y claro, cómo no sentirse tentado a escucharlas si han sido punto coyuntural en la historia del arte, escindiendo estilos y delineando el desarrollo de las diferentes disciplinas artísticas.

Bueno, para la desesperanza de alguno, no es que aquí se vaya a dar respuesta al asunto (cuya matriz se ha perdido en sus múlti-ples ramificaciones), ya que, si somos del todo honestos, no nos interesa arreglarlo tampoco, más bien quisiéramos ocuparnos de una de las problemáticas que suscita y que afecta directamente a algo que nos compete en demasía, el diálogo de arte. Es en este sentido que un concepto como la “tolerancia” aparece como una interesante faceta para analizar.

Si aceptamos que un concepto como la tolerancia se aplique al ámbito artístico, desde la praxis al menos, ¿a qué área de lo artístico se debiera aplicar? o, de haber algo para ejercer tole-rancia, ¿qué es lo que se toleraría en el arte?. Pues, podríamos

partir pensando la tolerancia como una “cualidad necesaria” al momento de compartir apreciaciones sobre una obra, en un marco de respeto, requisito básico del “buen intelectual”. Sin embargo, algo más inmediato aún es esa tolerancia que aparece en la interacción del receptor con la obra artística, ese momento de intimidad en que el objeto estético es “sufrido”.

Porque si tolerar se trata de soportar, llevar algo con pacien-cia o resistirlo, son los límites de un espectador frente a una obra los que mermarían su sufrimiento con ella. ¿Qué límite necesitaría superar el espectador para dialogar con una obra y no simplemente, tolerarla? Me da por pensar que muy pocas veces nos “encontramos” con una obra fuera de la discusión estética del gusto. Como si lo único que se pudiera decir vi-niera de la víscera (lo que le produjo sensorialmente) o de la estructura lógica (lo que le hizo pensar, lo que se pudo enten-der). Las obras de arte encarnan un cúmulo de significados, dispuestos en su corporeidad para que los reconozcamos y re-construyamos. La posibilidad de percibir este entramado es la que nos libera de un sufrimiento tan servil. El arte no necesita esa tolerancia más que para estancarse en las mismas discusio-nes que lo mantienen alienado de sus audiencias.

Sufrir el artePor Katherine Fernández

Page 8: Hojas de Té - TOLERANCIA

14 15

El primogénitopor Ignacio Bórquez

¿Cómo podía ser? Julián se levantaba de la cama. Mareado y con pasos

indecisos caminó hasta su espejo. Abrien-do los ojos, ojeras tremendas y moradas inundaban su rostro. Tomó su bata, cuida-dosamente se la puso y la amarró firme-mente. Algo de esa pieza le incomodaba. Muriel, aun acostada, vio aquella espalda algo curvada. ¿Cómo podía ser?, se pre-guntó en silencio; y en silencio dejó que su esposo saliera a la terraza.

Ya fuera, el aire frío chocaba contra Julián. Sus pelos en punta rogaban un descanso. Mas su cuerpo al fin encontraba un balan-ce, igualdad en aquella inconformidad. El ruido, los autos de un lado a otro. Todo el mundo circulando, sin saber a dónde va quien va al lado. ¿Cómo podía ser? Que entre todo ese enrollo fuese posible. Si antes le hubiesen preguntado lo que veía todas las mañanas, no habría dudado y daría la respuesta primera y última: Todo funcionando. La máquina engrasada, bien planeada, suavemente vigilada y manteni-da a raya. Todo en orden, cumpliendo día a día la función que nunca se supo cuándo fue asignada. Pero nada de eso ahora. Nada de eso se podía encontrar en aquel lugar. De todas partes soplaba un viento congelado. Su cuerpo ya había perdido las esperanzas de sobrevivir a tan fragmen-tado ser. Por delante, por detrás, arriba y abajo. ¡¿Por dónde más podría llegar aquel

viento feroz?! Por ahí, por el lugar del que nunca se pudo imaginar. ¿Qué era ese lugar? Tan nuevo era ese viento, tanto más helado que los otros. Viento entumecedor, logró que todo su cuerpo volviera a tiritar (¿Acaso había comenzado?). ¿Cómo podía ser que golpeara por ese punto? Vulnera-do, quebrantado por la sorpresa, Julián se volvió para enfrentarlo. Rápidamente se vio superado por la fuerza imponente de aquél novedoso ser. ¿Cómo podía ser? Se siguió preguntando, sin poder eliminar ese ventarrón.

Ya cansado y hastiado, su cuerpo golpeó firme en voz de reclamo. Que se moviera, que hiciera algo con ellos. Por favor, que se decidiera. Que pudiera ser capaz de afirmar aquello que ya sabía. Motivado por esos golpes constantes del nuevo viento, Julián, el misionero, caminó hacia su respuesta. Enfrentándolo mientras veía a los autos doblar para cualquier parte, bocinas gritando hasta reventar, luces sin patrón alguno; tantos seres discordes y descoordinados. Lentamente se acercaba y el viento se volvía más claro. Caminó por dentro del departamento y vio una puerta abierta y las cortinas de la pieza violentamente moviéndose. Vacío era lo que encontró, ¿cómo podía ser? Miraba de un lado a otro, esperando que, mila-grosamente, llegase la respuesta; aquella que lo obligase a aceptarla, aquella que le

impusiera un nuevo orden. Sabía, a pesar de su intenso deseo de poder volver y callar la pregunta, que no había tal res-puesta; nunca debió haber habido pregun-ta. Y ante estas penosas instancias, logró ver un cuadro tirado en un apuro lejano en el tiempo. Recordó que era suyo, y de él. El viento lo dejó tranquilo por un instante. Lo suficiente para que Julián recordara. Era de él, antes de que él se fuese. No, esa no era la respuesta. ¿Cómo podía ser? ¿Él? ¿El primogénito? ¿Y su apellido? ¡¿Y su apellido?! Su legado, su todo, su hijo, ¡su hijo! ¡¿Cómo podía ser su hijo?! ¿Cómo podía ser su hijo quien rompiera con todo, quien dejara entrar ese viento tan letal y molestoso. ¿Cómo podía ser su hijo que en aquella noche (¿Cuál noche?) le confesara con horror y vergüenza en su cara que todas aquellas órdenes que debía cumplir por ser, él no podría ser capaz de? ¿Cómo podía ser que su hijo le contara aquel secreto tan oscuro, tan lejano y que ahora le chocaba en lo más profundo? Mas, sobre todo: ¡¿Cómo pudo él, Julián, gritarle, rebajar-lo, patearlo, dejándole la opción única y necesaria de correr, correr del lugar que jamás debió haber sido suyo, el lugar que estaba reservado para un él que tendría que venir en el futuro?! Con esos pensa-mientos, Julián logró librarse del viento. Aquellos pensamientos, lamentablemen-te, aun buscan respuesta.

Mi trarilonco

Mi nombre es Malen, significa niña en mapudungun, hoy es un día especial, estoy de visita en casa de mis primos en

Santiago. Su casa es parecida a las viviendas de Temuco, solo cambia el escenario, hay más locales comerciales, galerías de arte, transporte público y el metro.

Traje mi vestido preferido por si había una ocasión especial y mi trarilonco, es un cintillo de plata mapuche,fue un regalo de mi abuelita. Mi prima Valentina dice que es mejor que no lo use acá en Santiago, ella tiene 18 años y más experiencia, piensa que algunas personas no entenderán la joya que llevo en mi cabeza. A mí me gusta, es muy hermoso, es la ocasión ideal para lucirlo y enseñarle a la gente parte de la cultura de mis ancestros. En la tarde salimos de paseo a conocer el Museo de Arte Contem-poráneo, el metro Bellas Artes y fuimos a una cafetería muy

bella, tomamos tecito y torta vegana de lúcuma. Había libros por todas partes, la gente era amable y respetuosa.

Cuando salimos de la cafetería caminamos por calle Miraflores en busca de un supermercado. En la esquina una niña tiró de la mano a su padre y exclamó: “¡Una niña disfrazada de india!, ¿qué lleva en su cabeza? Se ve muy ridícula”. Mi primito pequeño quiso alcanzar a la niña, pero Valentina lo tomó. Él comenzó a llorar, yo me escondí detrás de un árbol. En ese instante Valentina le habló a mi primito sobre la tolerancia, la aceptación de la diversidad social, cultural, étnica y que debíamos ser tolerantes también con la niña que se había burlado de mí, seguro que ella no ha tenido la oportunidad de leer sobre otras culturas. Pasaron unos minutos y la niña se acercó de la mano de su padre, me ofreció disculpas y dijo que mi trarilonco era muy bello.

por Loreto Fernández Leiva

@comunidadleerte @comunidadleerte

Page 9: Hojas de Té - TOLERANCIA

16 17

Cartas para reinas de otras primaveras

Por Pamela Espinoza

Es movido por sensaciones que van más allá de lo que piensa o cree. O tal vez, sólo ha sido el miedo- respondió con una voz nostálgica.

- ¿Podemos leer una? – dijo dulcemente el pequeño.

El viejo abrió la primera carta y leyó un fragmento:- “Aunque estés a años sombra de distancia te amo de repente a las tres de la tarde, la hora en que los locos sueñan con ser espantapájaros vesti-

dos de marineros espantando nubes en los trigales”.

Ese es un poema que incluí en la carta, nunca me consideré un gran escritor, por lo que siempre acudía a poetas que me ayudaran a embellecer mis torpes palabras.

A lo que el niño agregó:- Está bien, me gustó, yo le pido ayuda a

Se quedó detenido mirando los camio-nes verde olivo a través de la ventana.

Mientras, sonaba una canción de Jimmy Smith en el tocadiscos. Era un panorama que se repetía todos los días, hace 7 años, y las posibilidades de modificarlo eran cada vez menores. Se sirvió un poco de licor para disminuir su ansiedad y moti-varse a comenzar el gran proyecto que te-nía en mente: contar y clasificar todas las cartas de amor que había escrito durante estos años y que nunca había enviado, para cuando se acabara el actual estado de caos, ubicar a sus musas inspiradoras para enviárselas. Muchas de ellas, proba-blemente, estarían muertas, lejos del país o ya no presentarían esa presencia radian-te que lo cautivó. Pero tenía una secreta motivación en esa tarea. Esas noches de encierro lo habían llevado a una profunda reflexión de lo que había o no realizado durante su juventud y adultez.

De todas formas, a pesar de sus 81 años, un pequeño miedo lo inundaba cada vez

mi papá para escribir mis tareas. Pero de mi casa se llevaron todas las cosas que él escribía, hasta mis cuadernos de historia. No entiendo cuando dicen en la radio que estamos en una guerra civil.

- Y no lo entenderás, ni hay que creerles, porque esto nunca ha sido una guerra – comentó el anciano.

En ese momento se escucharon fuertes gritos y golpes afuera de la casa. Que-braron una ventana y en cosa de segun-dos ya se encontraba adentro un grupo de 4 militares.

- ¡Ya viejo culiao! Muéstranos qué tienes ahí. ¿Cartas de amor? No te creo, esas son las típicas que escriben en clave pa’ sus compañeros que andan por allá afue-ra. De un día pa’ otro todos los hueones en este país se creyeron poetas. Así no vamos pa’ ni un lado. ¡Así que vos te vas de paseo con nosotros! El niño se queda acá o te llevamos a un hogar por ahí con otros amigos como tú.

que despertaba. Tampoco tenía dónde ir y ya había decidido que bajo ninguna circuns-tancia iba a abandonar su casa, mientras no fuera por razones de fuerza mayor.

Esa noche, en el momento en que se dis-ponía a tomar la primera carta, sintió unos fuertes golpes en la puerta de entrada. Era un niño de aproximadamente 12 años. El anciano abrió la puerta y preguntó:- ¿Qué haces por acá, a esta hora?, ¿no

deberías estar en tu casa?- No puedo estar ahí, a mis padres se los

llevaron y la casa fue atacada por los militares. Salí corriendo y esta fue la primera casa en encontrar luz- respon-dió el niño.

El viejo pensó por unos segundos en que hubiese sido mejor tener las luces apaga-das, nunca le habían gustado mucho los niños y menos encontrarse con uno así, en estas circunstancias. Sentía que se es-taba metiendo en problemas. Aun así, lo hizo pasar, ya era tarde y no era segu-

El niño prefirió quedarse, el viejo no opuso resistencia. Lo subieron brusca-mente al camión donde iban unos 15 más. Una vez arriba, se dio cuenta que llevaba empuñada la carta que no habían termi-nado de leer. Pasaron unos 15 minutos y un pequeño halo de luz que entraba por la cubierta del camión le permitió seguir leyendo la carta:

“Si caigo preso por ebriedad o toque de quedahazme señas de sol con tu espejo de manofrente al cual te empolvascomo mis compañeras de tiempo de Liceo”.“Aprende a portarte bienen un país donde la delación será una virtud”.

Levantó el rostro y vio aquel estadio que tantas veces visitó y disfrutó junto a sus compañeras, reinas de otras pri-maveras.

ro para ese niño estar afuera. Al otro día pensaría en una alternativa para él.

Al entrar, el niño quedó fascinado con la cantidad de cartas que el viejo tenía sobre la alfombra del living. Era un cerro casi de su tamaño. Obviamente era una atracción irrenunciable para un niño el tirarse un pi-quero sobre ellas. Así lo hizo y el anciano no lo miró con muy buenos ojos.

- ¿Qué haces con todas estos papeles?- le preguntó el niño.

- Son cartas que nunca envié.- ¿Por qué nunca las enviaste?

Hubo un silencio, él nunca se había pre-guntado el por qué no había enviado esas cartas. Quizás por vergüenza, por timidez o por el simple hecho de no querer hacer-lo. O, porque él disfrutaba sólo el hecho de escribirlas.

- Niño, a veces las cosas no tienen una razón. Uno sólo las hace o no las hace.

@comunidadleerte @comunidadleerte

Page 10: Hojas de Té - TOLERANCIA

18 19

FINAL Sobre navegantes y tributosPor Karen Tapia Tropa Por Sebastián Ortiz Martinez

Me bebo tus lágrimas como me bebí otras cosas de tu cuer-po: tu sudor cayendo frío por la espalda, tu saliva dulce

amarga tras beber algún borgoña en algún bar de mala muerte. Bebo y saboreo con gusto para sentir en verdad esta variedad de sabores y experiencias que ningún otro me regaló antes. Te estás muriendo por dentro y lo sé. Lo siento en las pocas fuerzas de tu cuerpo, en la carne débil y dulzona, que sabe a calambres y a sangre que se agota de circular, que se agolpa de pronto en tu rostro y que desaparece de otros lugares donde se supone debería estar. Lo siento en la ausencia de energías y en tu cons-tante abandonarme cuando más te quiero aquí.

Te mueres sí y ya te estoy matando: te beso una y otra vez y espero con esto darte al menos un penúltimo respiro de paz. Acabar todas tus fuerzas y extinguir por fin el calor de tu cuerpo, hacerlo mío, tan mío que desaparezcas, eso quiero. Me bebo lo que puedo y trago y muerdo hasta sentir que provoco por fin en ti un dolor que no provenga de tu propia aflicción. Te atrapo y por fin me convierto yo en aquello; ahora soy

Hoy todos somos piratas, se navega todo el día, se saquean emoticons y se disparan whatsap. El barco se hunde todos

los días y dormimos flotando entre tablas. Llega el alba, nada ocurrió y despertamos afirmados del timón touch. Formamos relaciones diplomáticas con cientos de barcos donde se nos pide firmar el tratado facebook. El tratado es tan antiguo que ya na-die lo lee, solo se usa. Se paga un tributo secreto, donde nadie lo cuenta pero todos lo saben. Se paga con monedas de tiempo si eres un pirata experimentado, pero si eres un principiante, ter-

yo tu enfermedad, eso que te quita las fuerzas, que ahora se expande como un virus por los recovecos de tu ser.

Pero no eres sólo tú quien muere aquí. Hoy nos hemos muerto los dos. Tú y la enfermedad permanecerán unidos para siempre como un par de amantes que airosos se reirán a mis espaldas de su unión casi perfecta y violenta, hasta que la muerte los separe .

Te has muerto ya y no hay más rastro de dolor sobre tu ros-tro. La carne se congela pronto y no es solo tu carne la que se enfría ahora. Pronto me congelo también por dentro y presien-to la ausencia de futuros años recordando lo que soportara por años y, que ahora, no es más que un simple concepto, una mancha borrosa sobre las sábanas o simplemente lo que fue otra manera de contar los meses, los años...

Me muero ahora por dentro y lo sabes, siempre lo supiste , mu-cho antes de comenzar a enfermar.

minas pagando adicionalmente con sonidos de plata, sonrisas de seda y paciencia de cristal. En cada barco de madera se crían aves mensajeras, a las cuales se ata un mensaje idéntico. Este mensaje no tiene destino. Son aves kamikaze sin rumbo, vue-lan hasta que encuentran otro barco. Ocasionalmente algunos piratas las alimentan y las dejan volar con el mensaje hacia un incierto nuevo destino. Pero otras veces las hermosas aves no encuentran refugio y mueren en el olvido. Sin embargo, a los piratas nos encanta enviar aves sin destino.

@comunidadleerte @comunidadleerte

Page 11: Hojas de Té - TOLERANCIA

puntos de distribución

“El barrio que queremos”:Vecinos/as de Lastarria - Parque Forestal y Bellas Artes preocupados/as por su futuropor Elena Stephens y Rodrigo Soto

Preocupados/as por la inminente declara-ción de los barrios Lastarria-Bellas Artes como Zona de Interés Turístico (ZOIT), pro-ceso en el cual la comunidad no había sido considerada adecuadamente, los/as vecinos/as del sector se han organizado e informado.

El primer paso formal consistió en una Reu-nión Extraordinaria de la Junta de Vecinos Nº1 “Parque Forestal” sobre la ZOIT realiza-da el 18 de agosto en el Centro Cultural Ga-briela Mistral (GAM). Cerca de 50 vecin@s de los barrios involucrados asistieron a la reunión. Este interés contrasta con la acti-tud de la Subsecretaría de Turismo que se declaró satisfecha con una encuesta on-line respondida por sólo ocho personas.

En este encuentro contamos con las ex-posiciones de representantes del GAM, de la Subsecretaría de Turismo y de la Muni-cipalidad de Santiago. Ahí se informó de la génesis de la ZOIT Lastarria-Bellas Artes y del Plan de Acción aprobado por la Subse-cretaría. Se aclaró que la ZOIT aún está en proceso de postulación, el que se puede re-trotraer o modificar a petición de las juntas de vecinos. Los vecin@s dieron a conocer su opinión sobre la propuesta de ZOIT, es-tando en su mayoría preocupados por cómo afectaría a la identidad barrial, a su calidad

de vida y que podría significar la pérdida de vida de barrio. Para continuar, acordamos realizar una reunión de trabajo entre vecinos, no limitado solamente al tema ZOIT.

Así el domingo 24 de agosto tuvimos el primer encuentro sobre “El Barrio que que-remos” con la participación de 26 vecin@s. Reunidos en la Sala Radicales, buscábamos saber cómo queremos que sea el barrio en los próximos años. Para ello, dividid@s en grupos de trabajo, los asistentes conversaron sobre su visión y experiencia en los barrios. Este trabajo se reflejó en una serie de pro-puestas de acción bajo la visión común: “los vecinos y vecinas queremos vivir en un barrio a escala humana, con identidad propia, que equilibre los ámbitos residencial, comercial, turístico y cultural, potenciando el residen-cial, mediante la participación vecinal”.

Identificamos las siguientes áreas de acción:· Vida de barrio y calidad de vida· Patrimonio· Vida cultural y espacios públicos· Comercio y turismo· Organización vecinalLas propuestas fueron ratificadas en la reunión de septiembre de la Junta de Ve-cinos Nº1, que incluyó a vecinos de la Junta de Vecinos Nº 2 Bellas Artes.

Entusiasmad@s por lo conseguido, el sá-bado 27 de septiembre, con la participación de 40 vecin@s, se realizó el II encuentro “El Barrio que queremos”, esta vez en el GAM. Iniciamos con la presentación de Ro-sario Carvajal, presidenta de la Asociación Chilena de Barrios y Zonas Patrimoniales. Nos contó sobre su trabajo y visión sobre al Patrimonio Cultural, con una mirada desde la ciudadanía y los vecinos, además de rea-lizar una clara distinción entre Patrimonio y Turismo. Luego, los asistentes trabajaron en grupos priorizando las propuestas de acción generadas en el primer encuentro. Finalmente, se pusieron en común las pro-puestas a ser trabajadas en el trimestre oc-tubre-diciembre de 2014, así como nuevas ideas surgidas de la conversación.

¿Qué viene ahora? Las propuestas de ac-ción se van a compilar y enviar a los veci-nos de ambos barrios para que las discu-tan en sus respectivas Juntas de Vecinos, aprobando, cambiando y sumando accio-nes para comenzar desde ya a construir el barrio que queremos.

* Vecin@s del Barrio Parque Forestal. /jvparqueforestal /jjvvbellasartes

¿sabías que...?