Hojas al aire, No.3

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Polvo trascendido Elías Nandino nació en Cocula, Jalisco, provincia del mariachi. Llegó con el siglo xx, en 1900, un día cuando el Ausente le dio vida. Ejerció de médico cirujano como profesión, en consecuencia afrontó el dolor humano y el latido de la muerte. Hojas al aire, a la deriva, con vocación y convicción, quiere cosechar y sembrar, reclamar un espacio para la literatura que se encuentra al margen del canon institucional y de las modas. Cosechar con la recuperación de la literatura desperdigada en los puestos de las calles, en las librerías de viejo, y sembrar con nuevos textos de escritores ya olvidados, aún vivos. Un esfuerzo más por difundir una semilla pequeña de literatura, pero rebosante de nuevos bríos. Se hizo poeta por vocación, ante el llamado del destino: la muerte de su hermana, los colgados de la revolución, el abrazo de su madre, originaron sus primeros versos. La poesía de Nandino estremece y expresa un espíritu al borde de lo indescifrable, angustiado y vitalista. A veces, conceptual y muy directo, otras, de lo mejor a mi gusto, sabio y bello, verdad consumada, como una flor que surge de la mismas raíces de la experiencia. Al hallar el fondo encontraba la forma, en la tesitura exacta de la inteligencia y la emoción, como él quería. Para Nandino, la poesía significaba lo mejor de sí: querer ser bueno cada día, el impulso por ser y querer entender el misterio de nacer para morir. La cultura -como se entiende vulgarmente-, el ser cultísimo, no hace a la poesía, sino la experiencia amada y bien sentida y lo bien sentido pensado; Nandino vivió como poeta-médico y trascendió su experiencia en poesía. (continúa, p.2) Haiku ¡Nada es tan mío como lo es el mar cuando lo miro! Elías Nandino

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Una semilla de literatura rebosante de nuevos brios.

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Page 1: Hojas al aire, No.3

Polvo trascendido

Elías Nandino nació en Cocula, Jalisco, provincia del mariachi. Llegó con el siglo xx, en 1900, un día cuando el Ausente le dio vida. Ejerció de médico cirujano c o m o p r o f e s i ó n , e n consecuencia afrontó el dolor humano y el latido de la muerte.

Hojas al aire, a la deriva, con vocación y convicción, quiere cosechar y sembrar, reclamar un espacio para la literatura que se encuentra al margen del canon institucional y de las modas. Cosechar con la r e c u p e r a c i ó n d e l a literatura desperdigada en los puestos de las calles, en las librerías de viejo, y sembrar con nuevos textos de escritores ya olvidados, aún vivos. Un esfuerzo más por difundir una semilla pequeña de literatura, pero rebosante de nuevos bríos.

Se hizo poeta por vocación, ante el llamado del destino: la muerte de su hermana, los colgados de la revolución, el abrazo de su madre, originaron sus primeros versos. La poesía de Nandino estremece y expresa un espíritu al borde de lo indescifrable, angustiado y vitalista. A veces, conceptual y muy directo, otras, de lo mejor a mi gusto, sabio y bello, verdad consumada, como una flor que surge de la mismas raíces de la experiencia. Al hallar el fondo encontraba la forma, en la tesitura exacta de la inteligencia y la emoción, como él quería. Para Nandino, la poesía significaba lo mejor de sí: querer ser bueno cada día, el impulso por ser y querer entender el misterio de nacer para morir. La cultura -como se entiende vulgarmente-, el ser cultísimo, no hace a la poesía, sino la experiencia amada y bien sentida y lo bien sentido pensado; Nandino vivió como poeta-médico y trascendió su experiencia en poesía.(continúa, p.2)

Haiku¡Nada es tan míocomo lo es el marcuando lo miro!

Elías Nandino

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(viene de la portada) Elias Nandino murió a los 93 años, intuyó la verdad del universo, en su prisión de polvo intravenoso. Murió para trascender en flor y fundir su ser con el universo.

Hoja al aire. No. 3

[email protected]

<http://www.hojaalaire.blogspot.com>

Editores: Leonardo Carabel

Abraham Peralta Vélez

Diseño: Abraham Peralta Vélez

Ilustraciones: Papel Cometa

Azules y negros

<www.azulesynegros.blogspot.com>

Tierra Húmeda

<www.tierraumeda.blogspot.com>

Septiembre, 2012

México D.F. Hoja Mesual de literatura

MAR¿Cuántas gotas de llanto de han reunidopara darte apariencia de infinito?¿Cuánta amargura del dolor humanofue necesaria para hacerte amargo?

¿Cuánta luz de esperanza se ha mezcladopara encender el verde que aprisionas?¿Cuántos sueños en ti se han desteñidopara volver azul tu lejanía?

¿Cuánta ilusión deshecha se ha fundidoel líquido abismo de tu entrañapara formar tu eterno movimiento?

¿Cuánta angustia ha podido sepultarseen la malla invisible de tus siglospara engendrar tus negras tempestades?

Yo creo en Dios, mas el cerebro duda,porque falta el impulso de la idea,al imponerse la febril tareade darle forma a la verdad desnuda.

En vano acecha y el silencio anudael espasmo de luz que merodea,porque el semblante que su afán moldeaungido en sombras su contorno escuda.

Una crisis de llanto detenidose coagula en mis ojos, y decidomatar impulsos y volverme ciego,

pero en el fondo de mi propia vida,por dentro, con mi voz enmudecida,converso a solas con el Dios que niego.

Dos sonetos de Elías Nandino

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De las librerías de viejoSALVADOR ALCOCER Y KIRYA SHULAMITHEl amanecer en un mundo crucificadoLa historia de este libro, más que compra en una librería, fue un rapto: lo adquirí disimuladamente en una reunión, ante el olvido de su dueño. Sin embargo, por la plática sabía del origen callejero del libro, y llegó a mí como despreciado por su contenido tachado de sentimental.

Su defecto me pareció el acierto. Nunca había hallado un libro de poesía donde el tema central fuera el temor por alguien que venía al mundo, la angustia, como de padre o madre, de si hacía lo correcto por traer a alguien a este crucificado y bello mundo.

Místico azar, el hallazgo de Kyria Shulamith, de Salvador Alcocer, de la imprenta queretana llegó a mí. Porque el autor residió allá, no sé desde cuándo, aunque nació en el distrito federal. El diseño del libro ya expresa frescura, sencillez, dice en la contraportada: “Mientras caé la Gota de Agua Editorial ABRA PALABRA del Estado de México (1974)”.

Diríase que vienen los poemas de alguna montaña del oriente, donde se nace. El título, al traducirlo, orienta: Señora Sulamita, aquella de los versos salomónicos. El libro contiene versos libres, con una gramática particular, donde a veces desacierta por un afán de innovación literaria, como quitar mayúsculas al principio ¿para qué?

Con un estilo directo pierde el artificio a primera vista, deja las emociones y las ideas desnudas. Una voz perdida, un yo solitario, e íntimo:

hoy,el sol cae sobre la cabeza de los hombres.

yo estoy cerca.en unas horas vas a nacer.

tengo miedo, mucho miedo de que no te guste el mundo.Así comienza el libro, con un asolado mundo y una nueva criatura por venir.

El ser humano, responsable de aquello por venir, tiene “miedo”, porque de la ausencia en paz, viene Kyria Shulamith a ser parte de la transida historia humana. Luego, vienen las raíces del flor y del canto:

cantan los caminos.las ciudades se construyen cantando.

me arranco la cara del futuristay doblo la espalda para la cosecha.

3Salvador Alcocer, creía en la poesía, como una “entrega existencial”, y en este libro se corrobora dicha preocupación de y por la existencia humana.

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El volado

Caí como tabla. Abrí los ojos pero no alcancé a ver nada, tampoco pude moverme. Al parecer, me habían amarrado de pies y manos a una silla, tenía la boca amordazada. Mi corazón se aceleró y comencé a sudar. Supe de pronto, como en un sueño, todo el contexto: no había logrado escapar, me habían traído con ellos y ahora me matarían.

Escuché a alguien llorar muy cerca de mí. Se encendió la luz, pude verlo, era un joven que también estaba amarrado. Nunca lo había visto pero sabía que nos habían atrapado a los dos juntos. Estábamos en una bodega pequeña, había algunas cajas apiladas en los rincones que alcanzaba a ver. Dos hombres de pie nos miraban fijamente, sonriendo. Sentí pánico, supe que había llegado la hora. Aunque no podía recordarlo, estaba seguro de que el interrogatorio había pasado.-¿Con cuál empiezas? –escuché decir a uno de los hombres, pero no vi hablar a ninguno, sólo escuché la voz. -Con aquél, el llorón –tampoco pude ver quién había contestado, la voz parecía retumbar sólo en mi cabeza.

LOS SIMIOSLeonardo Carabel

4(continúa, p.5)

Uno de los hombres se acercó al joven lentamente. Mientras caminaba, la cara se le iba transformando: comenzó a crecer y se le fue llenando de pelo. Cuando llegó al joven ya tenía cara de simio. No es posible, debo estar soñando, me dije, pero no pude evitar sentir pánico. ¿Dónde me encontraba? ¿Qué estaba pasando? El hombre se había convertido en simio y, con sus manos negras y peludas, había arrancado la cabeza del joven y la devoraba como si se tratara de fruta. Cuando limpió el cráneo empezó a morder la carne de los brazos, luego lo arrancó de la silla

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y lo devoró por completo, sólo escupió la ropa masticada y los huesos. -Es tu turno –escuché en mi cabeza. Me retorcí en la silla. Sentí que me

desmayaba, quise vomitar. Deseé que todo fuera un sueño, debía serlo, los hombres no se convierten en monos, pensé, pero el dolor en mis brazos y piernas a causa de las cuerdas y la sensación de asfixia por la mordaza me decían que no se trataba de un sueño. Era tan real.

En eso, el otro hombre, sonriendo, caminó hacia mí. Traté de soltarme, jalé de mis brazos e intenté patear con todas mis fuerzas, pero todo fue inútil. El hombre se había convertido en simio y ya estaba enfrente de mí. Tomó mi cabeza con sus manos negras. Cerré los ojos. Cuando jaló de mis cabellos sucedió algo. El dolor de las cuerdas desapareció, dejé de sentir sus manos de simio que me sujetaban la cabeza. Abrí los ojos y vi su cara, estaba espantado. Detrás de él pude ver mi habitación, mi póster de Pink Floyd, mi ventana, mi pared azul. Había despertado, ya no estaba en la bodega del sueño sino acostado en mi cama. Sin embargo, los dos simios seguían estando ahí, junto con los huesos y las ropas masticadas del joven. Al parecer, todos habíamos despertado juntos, al mismo tiempo, y todos nos encontrábamos en mi habitación. Los dos simios estaban petrificados. Sentí otra vez que me desmayaba. Comencé a llorar de puro pánico, cerré los ojos y cuando los abrí de nuevo ya no vi a los simios. Estaba de nuevo en la bodega, pero ahora me encontraba solo. Ya no estaban ni los simios ni los restos del joven. Algo estaba mal, todos despertaron menos yo. Los simios estarían en mi habitación, aterrados, quizá tratando de huir. Yo seguía amarrado a la silla, llorando, esperando que alguien me rescatara.

Existen ciertos jolgorios que implican poderío. El día de la nación, de la fiesta patria, conlleva un festejo por la soberanía y la historia consumada, aunque en el fondo, anhele legitimar la hegemonía de los hasta ahora vencedores a fuerza de mezquindades. Como las fiestas de XV años, donde los padres, los tíos y demás colaborades, se sacrifican por varios meses, por un instante de suntuosa impresión. ¿Para qué? ¿Qué se intenta simular con ello? Quizá el patio trasero del castillo, donde se encuentra el estercolero: un lastre de traiciones, de asesinatos y de fraudes.

La persona de los anillos diamantinos, como la quinceañera -o aquellos que la obligaron-, oculta un ser inferior, un narcisismo inseguro, un placer de no sé qué alturas. Las fiestas de XV años son como los festejos patrios: impresión de suntuosa riqueza, felicidad y bienestar. ¿Quién se los cree, si antes del festejo, todo era ignominia? (continúa, p.6)

LA FIESTAS PATRIAS, COMO DE XV AÑOSAbraham Peralta Vélez

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Hasta un perro perdedizo podría olfatear el engaño: quien se encuentra bien, quien mantiene una relación justa y honesta, no tiene la excesiva necesidad de demostrarlo. Pregúnten, si quieren, al perro hechado bajo el sol, si gusta ir a la fiesta.

De lo contrario, necesita cegar su desdicha detrás las luces. Como las fiestas patrias, que quieren tapar la noche, densa, muy densa, con los cuetes. Hasta que no se erradique por completo la miseria, situación idílica, una borrachera no basta para hacer patria y creer en el bienestar de la quinceañera. Para qué los cuetes, diría un feliz ermitaño, y el perro correría asustado.

Los nuevos olvidadosAlonso Vidal (Hermosillo, Sonora, 1942-2006)

VOLVER A SER NIÑOqué misterio,qué congoja me invadeal recordarlo.

Sóloa tientas descubroel ajetreo pasadoque se vuelve dentrode mí como un vasoquebrado.

Amar,volver a amarcomo hube amado,es señal de respiropara morir encadenado.

SI PARA AMARes necesario arder,pongamos el solsobre la mesa:lo demás correrápor nuestra cuenta.

ES FÁCIL LLEGAR A CASAy encender la luz,darse cuenta que la mesa,el sillón, el espejoestán en su mismo sitio,intactos con su cansancio predilectoy uno en el fondo se horrorizade pensarque durante tanto tiempo,no han siquiera tocádose las manosni emitido para sí o entre ellosla menor blasfemiao la más tierna palabra. Lo olvido.

Arrojo sobre la mesa lo que me queda de nostalgia, toco el sillón y me acerco al espejo y me sobresalto al oírle:

¿Crees en el amor, no?

¡Qué bueno!

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¿Qué es la poesía? Para mí es una luz en el tiempo, una luz salvadora. Si la poesía aparece, si la poesía está, yo estoy y soy y la vida es auténtica. Puedo ver y tocar, oler y gustar y, al mismo tiempo, sobrepasar las barreras de los sentidos y entrar en el reíno de lo metafísico a la vez que me embriago de lo físico esencial. Pero cuando la poesía me abandona, aunque parece que vivo y logro, incluso, refugiarme en el sarcasmo, siento que no estoy ni soy y, la vida, me parece una farsa, un sin sentido, un absurdo y resisto, tan sólo, porque mantengo mi fe en la poesía, en que Ella retornará, como un amante invariable, a devolverme la belleza, y la altura que me permitan integrarme a la verdad del Universo. La poesía es la suprema verdad. Sí, eso es la poesía, y, ay, de aquellos, que pasan por este mundo sin haberla conocido. De ellos se

LA POESÍAJuan Cervera Sanchís

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DÍA PERFECTOFabián López Jiménez -El poeta de Tepito-

Mientras escucho el murmullo... Sentado en este umbral derecuerdos, encuentro tu mirada Hermosa,mirándome transformando a lainversa mis miedos invitándome a caminar en la dulzura de tu vozy tú sentada en este umbral derecuerdos (sin saberlo) quemas mi almay arrebatas mi aliento. Una vez más me volví airey tu nombre la melodía tatuada en mis labios.

puede decir que nunca vivieron, puesto que vivieron en la mentira y, la mentira, es todo lo contrario de la vida. Sólo se vive en la verdad, es decir: en la poesía, en el momento poético que nos ofrece el milagro de la iluminación cósmica. Es por eso que pido a los Dioses que nunca permitan que la poesía me abandone, y mucho menos en mitad de las miserias de este mundo y este tiempo que me ha tocado habitar y vivir.

Texto extraído de El Caracol Marino, Marzo-Abril 1989, Volumen xi, núm. 132, revista a cargo del también poeta Librado Basilio, grande en su tiempo en la Universidad de Veracruz, Xalapa.

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La poesía es uno de los más exquisitos vinos, sino es que el único vino verdadero. Lo que creíamos tomar como vino era en realidad poesía escondida en las botellas, en las reuniones, en el desgarrado canto de los borrachos, de pronto amigos, hermanos. Creíamos tomar el vino cuando lo escuchábamos en la música, en las voces, en las conversaciones con amigos. La poesía es así el mejor vino para el hombre porque todo hacemos con ella: la vemos, la sentimos, la oímos, la olemos, la saboreamos.

Embriagaos

Siempre hay que estar ebrio. Eso es todo: tal es la única cuestión.Para no sentir el horrible fardo del Tiempo, que os quebranta loshombros y os doblega hacia el polvo, es menester que os embriaguéissin tregua.¿De qué? De vino, de poesía o de virtud, a vuestro antojo.Pero embriagaos.Y sí alguna vez, en las gradas de un palacio, sobre la verde hierbade un barranco, en la sombría soledad de vuestro aposento,os despertáis, con vuestra embriaguez ya desvanecida o disminuida,preguntad al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo loque huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta,a todo lo que habla, preguntad qué hora es; y el viento, la ola,la estrella, el pájaro, el reloj, os responderán: “¡Es hora de embriagarse!”Para no ser los esclavos martirizados del Tiempo, embriagaos; ¡sin cesarembriagaos! De vino, de poesía o de virtud, a vuestro antojo.

Charles Baudelaire

Un clásico cierre

La mujer guarda en sus trabajos, en su ternura, en su sensualidad... el saber de la entrega de Dios: el aire de una madreselva, en su entrega constante por salvar la vida.

Fuegos Si quieres colaborar:Se reciben cualquier tipo de textos, poesía, ensayo, narrativa, diálogos... que puedan caber en estas Hojas al aire, es decir, no más de dos cuartillas, Times New Roman, núm. 12. Con nombre del autor, fecha de nacimiento y lugar de procedencia.E-mail: <[email protected]>Si quieres, lector o colaborador, imprimir estas páginas en casa y regalarlas a quien gustes, serás aire de esta literatura. El propósito es crear una red cada vez más amplia, con los recursos posibles.