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hoja dominical Arzobispado de Tarragona www.arqtgn.cat n. 3.639 Carta Dominical U n empo mariano por excelencia es el Adviento y la Navidad. Junto a Cristo, con toda la ternura, encontramos a su Madre, María. La Iglesia angua ya expresaba el carácter mariano de la Navi- dad con esta pregunta admirava: «¡Qué mejor fiesta de la Madre que el nacimien- to del Hijo!» La Virgen vivió mejor que nadie la espera del Mesías, le dio a luz y lo presentó a los pastores y a los magos de Oriente. La primera gran fiesta mariana que encon- tramos dentro del empo de Adviento es la Inmaculada Concepción, que celebra- mos hoy, día 8 de diciembre. Celebramos lo que San Pablo VI llamaba «la prepara- ción radical» de María y el «sí» de Dios a la humanidad. Dios, «por su benévola decisión» (Ef 1), y preparando la llegada de su Hijo, «preservó la Virgen María de toda mácula de pecado original, a fin de preparar en ella, enriquecida con la plenitud de la gracia, una madre digna de su Hijo». Así lo afirma el Prefacio de la misa de hoy. Pero esta fiesta también puede verse como la fiesta de toda la Iglesia y, incluso, de la humanidad. Porque la pleni- tud de gracia de María es como el preludio de la plenitud de nuestra vida con Dios. «Por vuestra bendición es bendecida toda criatura», decía San Anselmo. María es como el símbolo y representación de toda la Iglesia. Por ello, en el clima del Adviento, esta fiesta nos llena de ale- gría y nos prepara también a nosotros a celebrar con plenitud la venida del Salvador. Más adelante, a parr del día 17 de di- ciembre, se acentúa en la liturgia el re- cuerdo de la Virgen, que «esperó llena de amor» la venida de Jesús, como reza el segundo Prefacio de Adviento. Además, el cuarto domingo de Adviento es una verdadera fiesta mariana. Sus lecturas y oraciones son como un resumen del mis- terio de la Virgen en la inminencia de la Navidad. Después, desde el 25 de diciembre, cele- brando la manifestación de Cristo como Salvador, contemplamos también la proximidad de María: como madre que le dio a luz, como presentadora de su Hijo a los pastores y a los Magos, y como esposa y madre en la fiesta de la Sagrada Familia, el domingo después de Navidad. Pero aún hay otra fiesta mariana. Es el primero de enero, en el que celebramos la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Celebrar la ma- ternidad de María es celebrar lo más ínmo y caracterísco de su personalidad en el interior del plan de Dios. Esta fiesta, la más angua dedicada a la Virgen del calendario romano, ilumina los doce meses del año con su tono de esperanza y de paz. Recordando su maternidad, celebramos que por ella nos han venido todos los bienes de la salvación y, a parr de ese momento, empieza también a ser madre para todos nosotros. Porque María es Madre de Cristo y, al mismo empo, Madre de la Iglesia, como nos recordó el Concilio Vacano II. 8 de diciembre de 2019 II Domingo de Adviento María es Madre de Cristo y, al mismo empo, Madre de la Iglesia, como nos recordó el Concilio Vacano II María en el Adviento y Navidad † Joan Planellas i Barnosell Arzobispo metropolitano de Tarragona y primado Enfoca el código QR y accede al video de la Carta dominical Rero arciprestal de Adviento en Reus El próximo sábado día 14 de diciembre, a las 17.00 h, en la parroquia de Crist Rei de Reus, tendrá lugar el rero arciprestal de Adviento a cargo de Mn. Rafael Serra, rector de dicha parroquia y de la Inmaculada Concepción de Reus.

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Carta Dominical

Un tiempo mariano por excelencia es el Adviento y la Navidad. Junto a

Cristo, con toda la ternura, encontramos a su Madre, María. La Iglesia antigua ya expresaba el carácter mariano de la Navi-dad con esta pregunta admirativa: «¡Qué mejor fiesta de la Madre que el nacimien-to del Hijo!» La Virgen vivió mejor que nadie la espera del Mesías, le dio a luz y lo presentó a los pastores y a los magos de Oriente.

La primera gran fiesta mariana que encon-tramos dentro del tiempo de Adviento es la Inmaculada Concepción, que celebra-mos hoy, día 8 de diciembre. Celebramos lo que San Pablo VI llamaba «la prepara-ción radical» de María y el «sí» de Dios a la humanidad. Dios, «por su benévola decisión» (Ef 1), y preparando la llegada de su Hijo, «preservó la Virgen María de toda mácula de pecado original, a fin de preparar en ella, enriquecida con la plenitud de la gracia, una madre digna de su Hijo». Así lo afirma el Prefacio de la misa de hoy. Pero esta fiesta también puede verse como la fiesta de toda la Iglesia y, incluso, de la humanidad. Porque la pleni-tud de gracia de María es como el preludio de la plenitud de nuestra vida con Dios. «Por vuestra bendición es bendecida toda criatura», decía San Anselmo.

María es como el símbolo y representación de toda la Iglesia. Por ello, en el clima del Adviento, esta fiesta nos llena de ale-gría y nos prepara también a nosotros a celebrar con plenitud la venida del Salvador.

Más adelante, a partir del día 17 de di-ciembre, se acentúa en la liturgia el re-cuerdo de la Virgen, que «esperó llena de amor» la venida de Jesús, como reza el segundo Prefacio de Adviento. Además, el cuarto domingo de Adviento es una verdadera fiesta mariana. Sus lecturas y oraciones son como un resumen del mis-terio de la Virgen en la inminencia de la Navidad.

Después, desde el 25 de diciembre, cele-brando la manifestación de Cristo como Salvador, contemplamos también la proximidad de María: como madre que le dio a luz, como presentadora de su Hijo a los pastores y a los Magos, y como esposa y madre en la fiesta de la Sagrada Familia, el domingo después de Navidad.

Pero aún hay otra fiesta mariana. Es el primero de enero, en el que celebramos

la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Celebrar la ma-ternidad de María es celebrar lo más íntimo y característico de su personalidad en el interior del plan de Dios. Esta fiesta, la más antigua dedicada a la Virgen del calendario romano, ilumina los doce meses del año con su tono de esperanza y de paz. Recordando su maternidad, celebramos que por ella nos han venido todos los bienes de la salvación y, a partir de ese momento, empieza también a ser madre para todos nosotros. Porque María es Madre de Cristo y, al mismo tiempo, Madre de la Iglesia, como nos recordó el Concilio Vaticano II.

8 de diciembre de 2019 II Domingo de Adviento

María es Madre de Cristo y, al mismo tiempo, Madre de la Iglesia, como nos recordó el Concilio Vaticano II‘

María en el Adviento y Navidad

† Joan Planellas i BarnosellArzobispo metropolitano de Tarragona y primado

Enfoca el código QRy accede al video de la Carta dominical

Retiro arciprestal de Adviento en ReusEl próximo sábado día 14 de diciembre, a las 17.00 h, en la parroquia de Crist Rei de Reus, tendrá lugar el retiro

arciprestal de Adviento a cargo de Mn. Rafael Serra, rector de dicha parroquia y de la Inmaculada Concepción de Reus.

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Edita: Arzobispado de Tarragona · Redacción y administración: Pla de Palau, 2 - 43003 Tarragona Directora: Anna Robert · Consejo de redacción: Mn. Joaquim Fortuny, Mn. Francisco Giménez y Santi Grimau Secretaría: Roser Fornell · Teléfono: 977 233 412 · Web: www.arqtgn.cat · E-mail: [email protected] Imprime: Torrell S.A. · D.L.: T-519-01

Ciclo ALiturgia de las Horas: Semana IIII Semana de Adviento

Domingo, 8 de diciembre: Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María (Sol) [Gén 3,9-15.20; Salmo 97,1.2-3ab.3c-4; Rom 15,4-9; Lc 1,26-38 (LE/LH propias)]

Lunes, 9: [Is 35,1-10; Salmo 84,9ab-10.11-12.13-14; Lc, 517-26] San Juan Diego Cuauhtlatoatzin (ML)

Martes, 10: [Is 40,1-11; Salmo 95,1-2.3 y 10ac.11-12.13; Mt 18,12-14] Santa Eulalia de Mérida, virgen y mártir (ML)

Miércoles, 11: [Is 40,25-31; Salmo 102,1-2.3-4.8 i 10; Mt 11,28-30] San Dámaso I, papa (ML)

Jueves, 12: [Is 41,13-20; Salmo 144, 1 y 9.10-11.12-13ab; Mt 11,11-15] Bienaventurada Virgen María de Guadalupe (ML)

Viernes, 13: Santa Lucía, virgen y mártir (MO) [Is 48,17-19; Salmo 1,1-2.3-4 y 6; Mt 11,16-19]

Sábado, 14: San Juan de la Cruz, presbítero y doctor de la Iglesia (MO) [Eclo 48,1-4.9-11; Salmo 79,2ac y 3b.15-16.18-19; Mt 17,10-13]

Domingo, 15: III Domingo de Adviento [Is 35,1-6a.10; Salmo 145, 7.8-9a.9bc-10; Sant 5,7-10; Mt 11,2-11 (LE/LH propias)]

LecturasII Domingo de Adviento

Lectura del libro del Génesis (3, 9-15.20)

El Señor Dios llamó a Adán y le dijo: «¿Dónde estás?». Él contestó: «Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, por-que estaba desnudo, y me escondí». El Señor Dios le replicó: «¿Quién te infor-mó de que estabas desnudo?, ¿es que has comido del árbol del que te prohi-bí comer?». Adán respondió: «La mu-jer que me diste como compañera me ofreció del fruto y comí». El Señor Dios dijo a la mujer: «¿Qué has hecho?». La mujer respondió: «La serpiente me sedujo y comí». El Señor Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho eso, mal-dita tú entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; pongo hostilidad entre ti y la mujer, en-tre tu descendencia y su descendencia; esta te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón». Adán llamó a su mu-jer Eva, por ser la madre de todos los que viven.

Salmo responsorial [97, 1.2-3ab.3c-4 (R.: 1a)]

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.

R. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas.

El Señor da a conocer su salvación, revela a las naciones su justicia. Se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R.

Liturgia de la semana

Los confines de la tierra han contempladola victoria de nuestro DiosAclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. R.

Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos (15,4-9)

Hermanos: Todo lo que se escribió en el pasado, se escribió para enseñanza nuestra, a fin de que a través de nues-tra paciencia y del consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza. Que el Dios de la paciencia y del con-suelo os conceda tener entre vosotros los mismos sentimientos, según Cristo Jesús; de este modo, unánimes, a una voz, glorificaréis al Dios y Padre de nu-estro Señor Jesucristo. Por eso, acoge-os mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de Dios: Es decir, Cristo se hizo servidor de la circuncisión en aten-ción a la fidelidad de Dios, para llevar a cumplimiento las promesas hechas a los patriarcas y, en cuanto a los gentiles, para que glorifiquen a Dios por su mi-sericordia; como está escrito: «Por esto te alabaré entre los gentiles y cantaré para tu nombre».

Lectura del santo evangelio según San Lucas (1,26-38)

En el mes sexto, el ángel Gabriel fue en-viado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen despo-sada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la vir-gen era María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel.

Celebramos hoy que la virgen María fue concebida sin pecado original para que así el Hijo de Dios, al hacerse hombre en su seno, encontrara una digna morada. Y fue preservada de todo pecado, en previsión de la muerte del Hijo (orac. colecta). Ella es comienzo e imagen de la Iglesia, la segunda Eva, Esposa e imagen de Cristo, el nuevo Adán. En ella se cumple la profecía hecha a la serpiente en el paraíso: la estirpe de Eva «te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón» (1a lect.). Por todo esto la saludamos como la llena de gracia, con quien está el Señor.

El ángel le dijo: «No temas, María, por-que has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísi-mo, el Señor Dios le dará el trono de Da-vid, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no ten-drá fin». Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco varón?». El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible». María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel se retiró.