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Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015) Historias que vienen Revista de Estudiantes de Historia UDP Historias que vienen. Revista de Estudiantes de Historia UDP #6 : mayo 2015 Escuela de Historia- Centro de Estudiantes de Historia Universidad Diego Portales

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Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

Historias que vienen

Revista de

Estudiantes de Historia

UDP

Historias que vienen. Revista de Estudiantes de Historia UDP

#6 : mayo 2015

Escuela de Historia- Centro de Estudiantes de Historia

Universidad Diego Portales

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

La Revista Historias que vienen es una publicación electrónica dependiente de la Escuela de Historia de la

UDP que busca establecerse como un espacio de debate y difusión de investigaciones historiográficas realizadas por estudiantes y egresados de las distintas carreras de

historia. Si bien existen revistas y boletines especializados en publicar artículos disciplinares, estos no siempre se

abren a los trabajos de quienes están iniciándose en el oficio de historiar. Nos parece que, dados los altos

niveles de reflexión, sistematicidad y profundidad de muchos de estos estudios, era necesario llenar ese vacío.

Como todos los años, el sexto número de la Revista Historias que vienen está conformado por artículos que

surgieron de algunas de las ponencias que se presentaron en la VI Jornada de Estudiantes de Historia UDP, realizada en el mes de octubre de 2014.

Agradecemos a todos quienes hicieron posible ese evento y esta publicación. En primer lugar, a lo/as

organizadore/as, ponencistas y comentaristas de esa Jornada. También a quienes se dieron el trabajo de leer, analizar y seleccionar cuidadosamente los trabajos

que son publicados en este número. Por último, a lo/as autore/as, quienes siguieron trabajando sus escritos iniciales para mejorar sus propuestas.

Para comentarios o consultas escribir a:

[email protected]

[www.udp.cl/facultades_carreras/ciencias_sociales-

historia/esc_historia_revista.asp]

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Índice.

Juan Carlos Garrido. Diversidades en la transición:

Homofobia y el movimiento LGBT en Chile, 1990-2000.

Juana Hermosilla. ¿Canibalismo Mapuche?: Violencia y racismo en la historiografía chilena del siglo XIX.

Thomas Mareite. Proceso abolicionista y sociedad post-

esclavista en Chile. Dinámicas históricas y perspectivas de estudio (fines del siglo XVIII – comienzos del siglo XIX).

Jessabel Guaman. Pascua Lama y Ralco en la década de la emergencia indígena. Notas para una historia indígena comparada en Chile, 1990-2010.

Francisco Díaz González. Rescate de la historia marxista clásica como crítica a la concepción liberal de la historiografía en Chile.

Mario Azara. La temporalidad como mecanismo de

poder en la historiografía liberal y conservadora chilena: Repensando las construcciones

historiográficas de nación y ciudadanía en las primeras décadas del siglo XX en Chile.

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Diversidades en la transición: Homofobia y el movimiento LGBT en Chile, 1990-2000

Juan Carlos Garrido G.1 Resumen

El presente artículo tiene por objetivo, plantear una reflexión respecto a las violencias hacia personas LGBT y la relación con el Movih Histórico durante los años

’90. En ese sentido, se plantea esta problemática desde el contexto de la historia reciente en Chile, y las

paradojas que esta coyuntura significó para movimientos sociales como el caso de la diversidad sexual. Frente a lo anterior, nuestra metodología se

centra en una discusión bibliográfica, más una investigación previa realizada por el autor sobre testimonios de activista LGBT, esto con la finalidad de

explorar algunas tensiones que se generaron entre escenarios de violencia, negligencias estatales,

movimiento LGBT y la transición democrática en Chile. Conceptos claves: Movimiento LGBT, homo-lesbo-transfobia, historia reciente.

Introducción

La discriminación hacia la diversidad sexual, y

principalmente los crímenes de odio hacia personas

LGBT2, han sido temáticas que se han visibilizado con mayor claridad en los últimos años en Chile. Sin embargo, el 2 de Marzo del 2012, se transforma en un

hito clave para la historia del movimiento LGBT en el país, principalmente tras el fallecimiento de Daniel

Zamudio: joven homosexual de 25 años que fue víctima de agresiones físicas propinadas por una agrupación “neonazi”3. Tras esto, la necesidad de una ley de anti-

1 Licenciado en Historia y estudiante del Magíster en Historia de

América Latina, Universidad Diego Portales. Correo electrónico:

[email protected] 2 La sigla LGBT hace referencia a Lesbianas, Gay, Bisexuales y

Transexuales. 3 Hasta la actualidad, es muy cuestionado si efectivamente este

grupo fue “neonazi”. Aun así, fueron declarados culpables por el

delito de homicidio calificado en grado consumado. “Imputados del

caso Zamudio son condenados como autores de homicidio calificado”, La Tercera, Santiago, 17 de Octubre del 2013.

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discriminación se transformó en la principal demanda del Movilh –Movimiento de Integración y Liberación

Homosexual- como también de otras organizaciones LGBT tanto a nivel nacional como internacional, logrando de esta manera promulgar la primera ley que

establece una condena a las prácticas discriminatorias a través de un mecanismo judicial, denominada “Ley Zamudio”.

Sin embargo, la discriminación y violencia hacia la comunidad LGBT tiene aristas históricas que

provienen principalmente desde el siglo XIX, siglo en donde, tanto la Iglesia Católica como también las ciencias –y principalmente la medicina-, tienen

influencias en los discursos hegemónicos durante este periodo. Desde la institucionalidad eclesiástica, la utilización del concepto de sodomía reflejó un intento

por parte de la Iglesia por normar los cuerpos, identificando de esta manera lo “moral” e “inmoral,

gestándose así una moral eclesiástica que se basa en el relato bíblico de Sodoma y Gomorra: narración en donde las atrocidades “inmorales” y supuestas

perversiones sexuales, serían las causas de la destrucción total de esta ciudad tras un “castigo

divino”4. Basándose en este relato, la penalización de la sodomía sería una necesidad por parte de los estados latinoamericanos con la finalidad de castigar aquellas

prácticas y “crímenes” que atentaran contra la moral eclesiástica. La idea de homosexualidad en este contexto, se vincularía directamente con el hombre y

no con la mujer, ya que, bajo la influencia de la denominada Época Victoriana, no existiría la capacidad

de generar placer entre mujeres al no existir el “falo” dentro de estas relaciones5. Frente a esto, con la definición de la sodomía, se penalizó y condenó las

prácticas homosexuales entre la población masculina. Paralelo a los discursos eclesiásticos, desde las

ciencias también surgen elementos discursivos que

4 HOPMAN, Jan. “La sodomía en la historia de la moral eclesial”. En: OLAVARRÍA, José, PARRINI, Rodrigo (ed.). Masculinidad/es. Identidad, sexualidad y familia. Primer encuentro de estudios sobre

masculinidades. Santiago: FLACSO-Chile/Universidad Academia

de Humanismo Cristiano/ Red de Masculinidad, 2000. 5 FOUCAULT, Michel. Historia de la sexualidad, vol. I. México:

Siglo XXI, 2000.

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definen la sexualidad, patologizando aquellas prácticas u orientaciones sexuales que estuvieras fuera de las

normas heteronormativas. En ese sentido, la existencia de un “paradigma medicalizador” sobre la homosexualidad, generaría que en las ciencias, y

específicamente desde le medicina, se desarrollara una conceptualización de la homosexualidad con un impacto en los imaginarios sociales6. Influenciado de

ideas vinculadas a la higiene social y moral, la homosexualidad en los siglos XIX y XX se vería como

una enfermedad y comportamiento anormal, como también una perversión sexual, y por lo tanto, una “sexualidad desviada”7. En relación con los discursos

desde la Iglesia Católica, estos imaginarios desde la moral eclesiástica y las ciencias se insertaron en un contexto en donde, desde la institucionalidad, se buscó

controlar el sexo y la sexualidad. Frente a eso, para Michel Foucault, los programas de eugenesia, la

penalización de la sodomía, como también los intentos por organizar los matrimonios desde el Estado, serían “tecnologías del sexo” cuyo objetivo sería controlar la

sexualidad en siglos XVIII, XIX y XX8. Estos mismos elementos discursivos –la moral

eclesiástica y las ciencias- se mantendrían a lo largo del siglo XX, y principalmente en contextos de transiciones democráticas y el surgimiento de debates

asociados al género y la diversidad sexual, abriendo un espacio para la re-aparición de estos discursos con la finalidad de justificar leyes como la penalización de la

sodomía y el aborto. En el caso de Chile, los años ’90 resultó ser período paradojal: Por un lado, el inicio de

la transición democrática, luchas por los derechos humanos, y aparición de nuevos movimientos sociales –como por ejemplo indígenas y diversidad sexual-, pero

al mismo tiempo, un período en donde se mantuvo diversos discursos conservadores y patriarcales legados

de la dictadura militar. En este mismo contexto, se fundaría el Movilh Histórico –Movimiento de Liberación Homosexual- en 1992, cuyo principal objetivo era 6 CORNEJO, Juan Rolando. “Configuración de la homosexualidad medicalizada en Chile”. En: Sexualidad, Salud y Sociedad. Revista Latinoamericana, N°9, Diciembre 2011. 7 Ibíd. 8 FOUCAULT, Michel. op.cit.

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enfrentar la discriminación hacia la población LGBT, como al mismo tiempo denunciar las negligencias

estatales frente a este tema, sin embargo, las diversas caras de la homo-lesbo-transfobia, como también la presencia de discursos institucionales que justificaron

estas prácticas, resultaron ser obstáculos para abordar la lucha por los derechos LGBT en Chile. Frente a esto, ¿De qué manera, tanto prácticas como discursos homo-

lesbo-transfóbicos, se articularon en este contexto de la historia reciente de Chile? ¿Cuál fue el rol del Movilh

Histórico frente a las experiencias de discriminación? Con las preguntas de reflexión recién planteadas,

el presente artículo pretende explorar la homo-lesbo-

transfobia en el Chile de los ’90, y específicamente, plantear una reflexión sobre cómo pensar estas violencias, en relación con la historia reciente de Chile.

Frente a esto, el rol que asume el Movilh Histórico tras estas situaciones, respondería principalmente al

carácter conservador que asume la transición en los años ’90.

Transición democrática y la discriminación hacia la población LGBT

Las dictaduras militares en el Cono Sur, se

caracterizaron principalmente por el autoritarismo y

neoliberalismo durante los años ’70 y ’80. Con el apoyo de los Estados Unidos, estos regímenes se enmarcaron dentro de la denominada “Operación Cóndor” con la

finalidad de “eliminar” elementos subversivos en los países de América Latina9. Paralelo a esto, la existencia

de un discurso estatal influenciado por el modelo religioso y patriarcal, sería otra característica de los autoritarismos latinoamericanos. El carácter

conservador de las dictaduras militares, se reflejó no solamente en elementos discursivos, sino que también

en las políticas estatales que apuntaban a configurar y determinar los roles de género, evitando de esta manera, temática como el aborto, divorcio y equidad de

9 Sobre el estudio de las dictaduras militares en el Cono Sur desde

una perspectiva transnacional, revisar: MCSHERRY, J. Patrice. Estados depredadores: La Operación Cóndor y la guerra encubierta en América Latina. Santiago: LOM Ediciones, 2009.

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género10. Estas mismas dictaduras, defenderían la idea de familia heterosexual y patriarcal, justificándose de

esta manera la discriminación hacia personas LGBT tanto desde el Estado como de la sociedad civil11

Las transiciones democráticas en los casos del

Cono Sur, significó un nuevo contexto para el auge de nuevos debates y discusiones, principalmente tras los procesos de redemocratización. Sin embargo, estas

coyunturas mantuvieron discursos legados de las dictaduras militares, principalmente en materia de

género y sexualidades12. En el caso chileno, debates respecto a la derogación del artículo 365 del Código Penal que penalizaba la sodomía en los años ’90, abrió

un espacio para la discusión sobre la diversidad sexual a nivel político y también social. Desde el parlamento, partidos asociados al centro y derecha política13,

utilizaron argumentos homofóbicos que muchas veces se usaron para justificar la presencia de una ley que

penalizara la sodomía. Desde la idea de que su posible despenalización promovería la homosexualidad, como también el argumento de que la diversidad sexual no

sería parte de la “idiosincrasia chilena”, serían algunos planteamientos utilizados para mantener el artículo

365, siendo argumentos que apuntaban principalmente a defender la idea de la familia heterosexual, como también los supuestos valores sociales y morales que

debía existir en la “nación chilena”14.

10 Respecto al carácter conservador que asumen las dictaduras

militares y períodos de transición democrática en América Latina,

y específicamente de los casos de Chile, Argentina y Brasil: HTUN, Mala. Sexo y estado. Aborto, divorcio y familia bajo las dictaduras y democracias en América Latina. Santiago: Ed. Diego Portales,

2010. 11 BRITO, Eugenia. “Roles sexuales: Diversas escenas”. En: GRAU, Olga, DELSGING, Riet, BRITO, Eugenia y FARÍAS, Alejandra. Discursos, género y poder. Discursos públicos: Chile 1978-1993.

Santiago: Editorial LOM, 1997. 12 HTUN, Mala, op.cit. 13 Nos referimos específicamente a la Democracia Cristiana

(autodenominado de “centro”) y Renovación Nacional y la Unión Demócrata Independiente (ambas de la derecha política chilena). 14 Para revisar los principales argumentos que apoyaban la

penalización de la sodomía, como también planteamientos a favor

de la derogación de esta ley, revisar: ROBLES, Víctor Hugo. Bandera hueca: historia del movimiento homosexual en Chile. Santiago: Editorial ARCIS/Cuarto Propio, 2008, pp. 74-78.

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Las discusiones sobre la penalización de la sodomía en Chile, no solamente generó un espacio para

discusiones sobre la diversidad sexual en el país. La existencia de este artículo en el Código Penal, reflejó la criminalización por parte del Estado hacia la

comunidad LGBT, y principalmente hacia la población gay y transexuales. Esta ley junto con el artículo 367 –denominada Ley del Pudor, Moral y Buenas

Costumbres-, se aplicaron tanto en el período de la dictadura militar como en la transición democrática.

En el caso de la ley que penalizaba la sodomía, esta no resultaba ser muy aplicable ya que condenaba prácticas que se generan al interior de las vidas

privadas de las personas, y por lo tanto, en espacios en donde no habría posibilidades de fiscalización por parte del Estado15.

La existencia de esta ley produjo un miedo generalizado hacia la población homosexual, teniendo

como consecuencia que muchas de estas personas tuvieran una “doble vida” al separar su vida pública de la vida nocturna –vida nocturna que se desarrollaba

generalmente en las discoteques y bares gays de Santiago en los años ’80 y ’90-16. Situación similar

sucedió con las lesbianas de este período, quienes vivieron su sexualidad de manera clandestina tras el miedo a la violencia. Casos como el Mónica Briones en

1984, serían un ejemplo de los crímenes lesbofóbicos que se cometieron en estas décadas, y principalmente desde la institucionalidad estatal17. La violencia tanto

hacia la población gay como lesbiana, era el principal temor y causa de la clandestinidad homosexual tanto

en los años ’80 y ’90.

15 CONTARDO, Óscar. Raro. Una historia gay de Chile. Santiago:

Editorial Planeta. 16 Ibíd. 17 Mónica Briones fue una mujer lesbiana víctima de violencia

física y verbal propinados por un hombre “a lo militar” en el

período de la dictadura. A pesar de que la versión oficial respecto a

esta situación se focalizó en demostrar que su fallecimiento fue un “accidente”, existen relatos de sus amigas que narran este

episodio, como u episodio de violencia y crimen de odio. Véase:

MONTESINOS, Erika. “La verdadera historia de un crimen

lesbofóbico” (on line) <<http://www.rompiendoelsilencio.cl/la-

verdadera-historia-de-un-crimen-lesbofobico/>> [consultado el 6 de Marzo del 2015].

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A diferencia de la ley de penalización de sodomía, el artículo 367 que condenaba aquellas prácticas que

atentaran contra la moral y buenas costumbres, se aplicó principalmente a la población trans: la poca claridad de esta ley al momento de condenar el

atentado hacia el “pudor, moral y buenas costumbres”, generó que muchas veces carabineros le diera una libre interpretación a esta ley, justificando la persecución

hacia mujeres trans al ser vistas como sujetos que atentaban contra la moral18. La aplicación de este

artículo en el Código Penal, tuvo influencia en que las persecuciones y redadas hacia estas personas, se caracterizaran por la violencia y agresión física por

parte del aparataje policial, existiendo diversos testimonios de personas y trabajadores sexuales trans que vivieron estas experiencias, muchas veces

marcadas por el abuso y violencia policial19. El inicio de la democracia no implicó mayores

cambios respecto a las violencias cometidas en tiempos de la dictadura militar. En el mismo caso de las mujeres trans, las prácticas transfóbicas desde policías

sería recurrentes tras la continuidad de leyes que criminalizaban la homosexualidad, sin embargo, tras el

fin de los toques de queda y menor control policial en la vida nocturna, la sociedad civil tendría una mayor participación en estas violencias, siendo los años ’90,

un período en donde más bien se reformularon estas violencias, ya que no sólo participaron carabineros, sino que también civiles20. Situación parecida sería a

las violencias hacia la población gay y lesbiana, ya que al igual que los tiempos de la dictadura militar, esta

“doble vida” también se mantendría en los años ’90, sin embargo y a diferencia de los ’80, la existencia del

18 CONTARDO, Óscar, op.cit. 19 Un estudio sobre testimonios de víctimas de transfobia, tanto en

la dictadura militar como en la transición democrática, lo exploré

con mayor profundidad en mi tesis para optar al grado de

Licenciatura en Historia, principalmente en el segundo capítulo de este trabajo. GARRIDO, Juan Carlos. Narrativas de una transición. Discursos, homofobia y violencia de género en el Chile postdictatorial, 1990-2000. Tesis para optar al grado de Licenciado

en Historia. Profesora guía: Hillary Hiner. Santiago, Chile:

Universidad Diego Portales, Facultad de Ciencias Sociales e

Historia, Carrera de Licenciatura en Historia, 2015. 20 Ibíd.

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activismo LGBT a través del Movilh Histórico también sería un factor en donde diversos activistas sufrían

discriminación laboral y social tras participar en este movimiento social21. En ese sentido, la mayor visibilización de la homosexualidad –y por lo tanto, de

las prácticas que no se rigen a las normas de género tradicionales- sería un factor que se relacionaría con las acciones homo-lesbo-transfóbicas22.

La emergencia del Movilh Histórico

El surgimiento del Movilh Histórico se llevó a

cabo en 1991, dentro de un taller de Derechos Civiles

organizado por la Corporación Chilena de Prevención del Sida. Dentro de este movimiento, se gestarían los primeros debates ideológicos y políticos respecto a una

posible liberación homosexual en el país, creándose de esta manera la primera organización LGBT dentro del

espacio público. Con el lema “POR NUESTROS HERMANOS CAÍDOS, MOVIMIENTO DE LIBERACIÓN HOMOSEXUAL”, el Movilh Histórico tendría su primera

aparición pública en 1992 en la marcha que conmemoraba la entrega oficial del Informe Rettig23.

Esta agrupación, al igual que otros movimientos LGBT en América Latina, serían los primeros espacios en donde se gestó una identidad política basada en la

categoría de homosexual24. Temas como la homofobia y la ley que penalizaba la sodomía en el caso de Chile, eran las principales temáticas que se discutían al

interior del movimiento, logrando tener espacios en los

21 ROBLES, Víctor Hugo, op.cit. 22 Un estudio sobre la violencia hacia personas LGBT en la Ciudad

de México, señala que la visibilidad de la homosexualidad constituye un factor importante dentro de la violencia, ya que la

apariencia física se transforma en la base material para asignar un

estereotipo de género. ORTIZ, Luis, GRANADOS, Arturo José.

“Violencia hacia bisexuales, lesbianas y homosexuales en la Ciudad de México”. En: Revista Mexicana de Sociología, Vol. 65,

N°2, 2003. 23 ROBLES, Víctor Hugo, op.cit., p. 21. 24 FIGARI, Carlos. “El movimiento LGBT en América Latina:

Institucionalizaciones oblicuas”. En: MASSETTI, Astor,

VILLANUEVA, Ernesto y GÓMEZ, Marcelo (comp.). Movilizaciones,

protestas e identidades políticas en la Argentina del bicentenario. Buenos Aires: Nueva trilce, 2010.

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medios de comunicación con la finalidad de alcanzar una mayor visibilización25. Sin embargo, temáticas

como el VIH-Sida (que era una preocupación dentro de la comunidad LGBT), generó discusiones y debates internos que culminaron con la fragmentación del

Movilh Histórico en 1996. En ese sentido, en esta agrupación, surgirían discursos conservadores respecto a la diversidad sexual, liderados principalmente por

Rolando Jiménez –ex militante del Partido Comunista-, cuyo planteamiento se centraba en que, tras ser el VIH-

Sida una enfermedad que se asociaba a la población homosexual, tenía que ser un problema que se debía abordar desde la salud pública, y no dentro de la lucha

política del movimiento LGBT ya que podía estigmatizar a la comunidad26. Bajo esta justificación, se rechazó trabajar con la prevención de la enfermedad, como

también produjo la expulsión de las activistas trans como también personas seropositivas27. Frente a esto,

es clara la existencia de discursos higienizadores respecto a la homosexualidad en los ’90, tanto en la sociedad civil como al interior de organizaciones de la

diversidad sexual como el Movilh Histórico. Otras de las tensiones que se generaron al

interior del movimiento, fue su relación con las activistas lesbianas. Muchas de ellas, habían participado en agrupaciones lésbicas y feministas de

los años ’80, principalmente en Ayuquelén, casa de la mujer La Morada y Mujeres por la Vida, siendo un ejemplo de cómo el feminismo había gestado diálogos

con las activistas lesbianas tras discutir y generar conciencia respecto a la discriminación de la mujer –

independiente de su orientación sexual-28. En los años ’90 y tras la aparición del Movilh Histórico, muchas de

25 GUAJARDO, Gabriel. GUAJARDO, Gabriel. “Homosexualidad

masculina y opinión pública chilena en los noventa”. En: En:

OLAVARRÍA, José, PARRINI, Rodrigo (ed.). Masculinidad/es.

Identidad, sexualidad y familia. Primer encuentro de estudios

sobre masculinidades. Santiago: FLACSO-Chile/Universidad Academia de Humanismo Cristiano/ Red de Masculinidad, 2000. 26 CONTARDO, Óscar, op.cit., p. 387. 27 ROBLES, Víctor Hugo, op.cit., p. 67. 28 Para profundizar sobre la historia del feminismo chileno, como

también las memorias de feministas en la historia de Chile, se

puede revisar la publicación más reciente: LARGO, Eliana (comp.). Calles caminadas. Anverso y reverso. Santiago: DIBAM, 2014.

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estas feministas se vincularon al movimiento con la finalidad de plantear sus demandas como lesbianas y

feministas, sin embargo, uno de los principales problemas de la agrupación en relación con las activistas lesbianas, fue que se les daba menos

espacios de participación en comparación los activistas gay. Diversos testimonios de lesbianas que se involucraron con la organización, han planteado que el

machismo al interior del movimiento, fue el principal obstáculo para poder visibilizar el lesbianismo y la

lesbofobia, situación similar el caso de las activistas trans29.

Frente a la compleja relación entre las lesbianas

y el Movilh Histórico, muchas de estas activistas focalizaron sus actividades en organizaciones feministas como La Morada y Mujeres por la Vida,

como también en organizaciones exclusivamente lésbicas como la Coordinadora Lésbica, Trabajo y

Estudios Lésbicos (TEL) y Rompiendo el Silencio, y también en espacios radiales como “Cuando cae la noche” de radio Nuevo Mundo entre otros, siendo

espacios en donde se logró abordar temáticas lésbicas, como también temas asociados a la diversidad sexual30.

La exclusión de las temáticas sobre mujeres lesbianas al interior del Movilh Histórico, permitió que estas agrupaciones y programas radiales lésbicos, se

conformaran como espacios alternativos al movimiento homosexual.

Las exclusiones de las demandas por parte del

movimiento LGBT en Chile, no solamente se reflejó en discursos machistas y conservadores frente a temáticas

trans y lésbicas. La despenalización de la sodomía como principal objetivo de lucha, tardó seis años en concretarse y presentarse ante el Congreso, siendo un

período de constante debate sobre el artículo que castigaba la relación homosexual, pero también años

de debates internos y diferencias al interior de la agrupación31. La concentración en el tema de la

29 Respecto a las tensiones entre activistas lesbianas y el Movilh

Histórico, como también el problema del machismo al interior de

esta agrupación, se puede revisar en el tercer capítulo de mi tesis

de licenciatura. GARRIDO, Juan Carlos, op.cit. 30 ROBLES, Víctor Hugo, op.cit. 31 CONTARDO, Óscar, op.cit., pp. 389-390.

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sodomía, también simbolizó de alguna manera la distancia del Movilh Histórico con las activistas trans y

lesbianas. En primer lugar, porque en términos prácticos, el artículo sólo criminalizaba y castigaba a la población gay, y no lesbiana –ya que la idea de

“sodomía” no considera la posibilidad de penetración entre mujeres-, como también, fue una ley que se aplicaba en menor medida a la población trans, ya que

en la mayoría de los casos, a este sector de la población se les aplicaba la ley de ofensas al pudor, moral y

buenas costumbres32. De esta manera, el Movilh Histórico tuvo un discurso sobre la diversidad sexual que intentaba ganar espacios en un contexto

conservador y reticente hacia temas sobre sexualidad, sin embargo, en muchas situaciones, esta bandera de lucha se concentró más bien en problemáticas

asociadas a la población gay más que de lesbianas y mujeres transexuales.

Conclusiones: Diversidad, violencia y transición.

La clandestinidad homosexual, como también el miedo de la comunidad LGBT a episodios de violencia,

fue la principal característica de los años ’80 y ’90 en Chile. Con el surgimiento del Movilh Histórico en 1991, la discriminación hacia la diversidad sexual se planteó

como principal demanda. Aun así, las lecturas de esta agrupación hacia la violencia, se concentró principalmente en la homofobia, esto tras centrar sus

discusiones en temas como la despenalización de la sodomía, más que generar conciencia sobre la homo-

lesbo-transfobia en general. La diversidad sexual en ese sentido, no solamente se enfrentaba a una agrupación que asumía en diversas ocasiones una postura

conservadora, sino que en términos generales, se encontraba en un contexto de transición democrática

que asumía un carácter conservador y patriarcal hacia estos temas.

La violencia homo-lesbo-transfóbicas no

solamente se vinculó con prácticas desde aparatos

32 Esto también lo pude corroborar en mi investigación de tesis de

pregrado al analizar los casos de transfobia en los ’80 y ‘90. GARRIDO, Juan Carlos, op.cit.

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estatales o la sociedad civil, sino que también en las exclusiones al interior de agrupaciones como el Movilh

Histórico. Frente a esto, el conservadurismo que prevalecía en los años ’90 puede ser una posible respuesta sobre por qué el movimiento LGBT en Chile

asumía algunos discursos conservadores al momento de discutir y plantear problemáticas. Por otro lado, si pensamos estas violencias en el contexto de la historia

reciente de Chile, podemos ver que no existe una línea divisoria clara entre la dictadura militar y la transición

democrática, lo que nos permite pensar en las continuidades y rupturas que implicó la redemocratización en los ’90.

¿De qué manera continúan estas violencias en el presente? ¿Cómo entra –y no entra- las temáticas LGBT dentro de la idea de nación? Son preguntas que nos

obligan a pensar y estudiar la homo-lesbo-transfobia más allá de un período histórico. Aun así, pensar en la

década de los ’90, no sólo nos abre discusiones sobre el movimiento LGBT y su historia, sino que también reflexionar sobre la transición democrática y su

relación con diversos individuos o “minorías”. De todas maneras, pensar en estas temáticas en este contexto,

nos permiten apreciar las paradoras de esta coyuntura en Chile. Diversidades en la transición que tuvieron diversos obstáculos en los años ’90, pero que un así,

sus resistencias hacia el carácter patriarcal y conservadora de la sociedad chilena en este período, permitió –y ha permitido- que el movimiento LGBT gane

pequeños espacios en la esfera pública para plantear y visibilizar sus demandas.

Bibliografía

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Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

¿Canibalismo Mapuche?: Violencia y racismo en la

historiografía chilena del siglo XIX

Juana Hermosilla Osorio33

Resumen

Desde el siglo XVI, uno de los pueblos que impuso una fuerte resistencia a la invasión española fue el pueblo mapuche. Caracterizado por su bravura y valentía,

paradojalmente fue también considerado salvaje y caníbal, perpetuándose esta contradicción a lo largo del

tiempo. A partir de la segunda mitad del siglo XIX -e incluso antes- el pueblo mapuche se convirtió en un problema para el proyecto modernizador que llevaba a

cabo el Estado y algunos intereses particulares. Autores como Diego Barros Arana y Benjamín

Vicuña Mackenna establecieron en sus publicaciones una serie de premisas en torno a la figura del mapuche como un ser bárbaro y caníbal. Por ello, en esta

investigación se plantea que estos historiadores pertenecientes a la escuela liberal del siglo XIX reactualizaron y promovieron las representaciones

denigratorias de los mapuches haciendo referencia al canibalismo como un medio para justificar la

ocupación y apropiación de territorios de la Araucanía. En este trabajo se analizará la historiografía del siglo XIX, representada por autores como Diego Barros

Arana y Benjamín Vicuña Mackenna, así como las crónicas del siglo XVI, de modo de pesquisar la

trayectoria que tuvo el significado y uso del término caníbal, que se constituyó en un elemento clave para la negación y exclusión de los pueblos indígenas.

Palabras claves: canibalismo-mapuche-historiografía-otredad

33 Licenciada en Historia de la Universidad Diego Portales.

Estudiante de Magister en Historia de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.

correo electrónico: [email protected]

Este artículo corresponde en parte a la tesis de pregrado la cual

contó con el apoyo de ICIIS, Interdisciplinary Center for

Intercultural and Indigenous Studies, centro de investigación financiado por el programa FONDAP de Conicyt.

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Desde la conquista, uno de los pueblos que impuso una fuerte resistencia a la invasión española

fue el pueblo mapuche. Caracterizado por su bravura y valentía, paradojalmente fue también considerado salvaje y caníbal, perpetuándose esta contradicción a

lo largo del tiempo. Si bien, durante el proceso de independencia la imagen del mapuche fue enaltecida por su coraje y valor en un contexto de guerra contra

los españoles34, a partir de la segunda mitad del siglo XIX -e incluso antes- el pueblo mapuche se convirtió

en un problema para el proyecto modernizador que llevaba a cabo el Estado y algunos intereses particulares. La frontera establecida desde principios

del siglo XVII, que hasta ese entonces dividía a chilenos de mapuches, comenzó a ser cada vez más difusa debido al interés que el Estado y privados

mostraban por este territorio, quienes utilizaron un discurso basado en la violencia y exclusión del pueblo

mapuche para la apropiación de las tierras del sur del Bio Bio.

En la actualidad es posible apreciar la constante

discriminación y negación hacia el pueblo mapuche, ignorando sus demandas, silenciando su cultura y

ejerciendo una gran violencia tanto física como psicológica sobre las comunidades que luchan por recuperar las tierras que en algún momento les

pertenecieron. Un claro ejemplo de la violencia y discriminación hacia este pueblo son las muertes impunes de comuneros mapuches en la región de la

Araucanía que siguen teniendo lugar. Este trabajo surgió de la pregunta de por qué

hasta el día de hoy los mapuche siguen siendo discriminados y calificados como sujetos inferiores.

34 Al finalizar el proceso de independencia, se intentó incluir la

imagen del mapuche en la escena nacional. Es lo que expone Patricio Herrera, en La cuestión de Arauco. un problema de dignidad nacional durante el siglo XIX, cuando señala que

Bernardo O’Higgins dictó un decreto, en su calidad de director

supremo, en el cual se reconocía a los indígenas como legítimos ciudadanos con derechos y deberes. Asimismo, el primer escudo

de Chile, creado durante la Patria Vieja, incorporó la imagen de

dos indígenas, aludiendo al lazo de consanguinidad que existiría

con los nuevos ciudadanos chilenos y a la resistencia que ellos

opusieron a los españoles y que ahora se prolongaba con los patriotas.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

Una de las características más sorprendentes que le han sido adjudicadas, es la de caníbal, es decir, la

práctica de comer carne humana. ¿De dónde viene esta convicción? y ¿qué consecuencias tuvo?

Una de las imágenes que se ha perpetuado a lo

largo del tiempo y que aún aparece en algunos textos escolares o material de educación es la del toqui Lautaro comiendo el corazón del conquistador Pedro de

Valdivia.35 Esta investigación se propone rastrear los orígenes y trayectoria de este mito, así como la noción

de los mapuches como tribus barbáricas y caníbales. Para ello estudiaré cómo, tanto las crónicas del siglo XVI y la historiografía del siglo XIX, fueron

estableciendo estas imágenes como realidades incuestionables, remitiendo a los mapuches a una noción de salvajes.

La hipótesis que se plantea es que los historiadores pertenecientes a la escuela liberal del

siglo XIX reactualizaron y promovieron las representaciones denigratorias de los mapuches haciendo referencia al canibalismo como un medio para

justificar la ocupación y apropiación de territorios de la Araucanía. Basando sus postulados en el uso de las

crónicas del siglo XVI que consideraban al pueblo mapuche como salvaje, caníbal e incapaz de adaptarse a los parámetros de la modernidad, les permitió

referirlos como a un “otro” distinto, e inferior, y, así consecuentemente, excluirlos de su calidad de iguales. El uso del término caníbal entendido como un no-

humano fue fundamental para justificar la exclusión y, verdadero exterminio, del pueblo mapuche del

escenario nacional. Es esta última lectura la que nos lleva a considerar que quienes actuaron como verdaderos caníbales fueron el estado chileno y algunos

intereses privados, los que irrumpieron y devoraron, en términos metafóricos y literales, violentamente el sur de

35 En el año 2010 con motivo de la conmemoración del Bicentenario de Chile, el canal de televisión TVN estrenó un programa titulado Algo habrán hecho por la historia de Chile,

conducido por el actor Francisco Melo y el historiador Manuel

Vicuña. Uno de los episodios emitidos se centró en la conquista de

Chile y, en particular, en la muerte de Pedro de Valdivia a manos

del toqui Lautaro. En esta escena Lautaro abría el pecho del gobernador, extrayendo su corazón todavía palpitante.

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Chile, usurpando tierras, reprimiendo y asesinando brutalmente a sus habitantes. Para ello es fundamental

analizar la historiografía del siglo XIX, representada por autores tales como Diego Barros Arana y Benjamín Vicuña Mackenna, así como las crónicas del siglo XVI,

de modo de pesquisar la trayectoria que tuvo el significado y uso del término caníbal. Por ello, creo fundamental comprender el término caníbal como una

categoría de análisis que deriva en una otredad, la cual se inicia en el proceso de conquista del Nuevo Mundo y

se perpetúa hasta el día de hoy. En este sentido, Carlos Jáuregui, en su sugerente

libro Canibalia, plantea que “El caníbal hará su entrada

en las crónicas con la función ideológica complementaria de justificar la explotación del trabajo

y el apetito europeo por la mano de obra y las riquezas americanas.”36 Es decir, la creación, en el siglo XVI, y el posterior uso de la palabra caníbal, símbolo de barbarie

y bestialidad, fue la justificación para apropiarse de las nuevas tierras y someter a su población, legitimando

prácticas tales como el asesinar, denigrar y explotar a quienes se les atribuía el consumo de carne humana. El autor propone que caníbal no es más que una

deformación de una palabra indígena. Para el autor, “los caníbales fueron “descubiertos” mediante la (re) significación, en la lengua del imperio, de una palabra

aborigen que aparentemente significaba “guerrero bravo” o acaso “comedor de mandioca”.37 A esta

palabra el europeo le atribuyó todos sus temores provenientes del imaginario medieval que contenía relatos de Herodoto, Plinio, Marco Polo y los viajes de

Sir John Mandeville, yaciendo en el interior de este término los miedos occidentales más profundos. Ellos atribuyeron este concepto y sus características

malignas a todo aquel que se opusiera a la conquista europea, relegando de este modo, al indígena a una

condición de no-humano, lo que permitía justificar su exterminio sin culpa alguna. Barbarizar al indio permitía una irrupción legítima en nombre de la

36 JAUREGUI, Carlos. Canibalia, canibalismo, calibalismo, antropofagia cultural y consumo en América Latina. España:

Editorial Vervuert. 2008, p. 70 37 Ibid p, 50

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civilización. En palabras de Braulio Rojas, “hay una considerable mitificación y exageración de los hechos

narrados como una manera de legitimar y sobrevalorar la empresa de conquista.”38 En las crónicas se narraban escenas de consumo de carne humana como

ejemplos claros de la inhumanidad de los aborígenes. Este tipo de relatos estuvo presente en prácticamente todas las regiones de América, repitiéndose el mismo

patrón de conducta de los habitantes del Nuevo Mundo.

El canibalismo mapuche en las crónicas del siglo XVI

Durante el siglo XVI el militar español Pedro

Mariño de Lobera escribió su Crónica del Reino de Chile

en la cual describía los hechos bélicos acontecidos en el sur de Chile, centrando su obra principalmente en el

ámbito militar. La publicación de este documento se realizó recién en el año 1865 en la Colección de

historiadores de Chile y documentos relativos a la historia nacional, volumen VI39. En la obra es posible hallar diversas escenas de canibalismo, las cuales

relata detalladamente y juzga a su parecer. Así, durante los años 1550 y 1553, debido a los

constantes enfrentamientos entre españoles y

araucanos, la producción de la tierra se habría visto fuertemente afectada, según el relato del autor,

causando una hambruna que azotó el sur de Chile y desencadenó una serie de acontecimientos, entre ellos el consumo de carne humana entre los indígenas. Si

bien el autor señala que hacía 1554 las tierras habían empezado a producir, posibilitando nuevamente la cosecha de alimentos, los indios no habrían

abandonado la práctica de la antropofagia, la que, en sus palabras, era una de las más grandes

monstruosidades de la humanidad. Así, continúa su relato:

38 ROJAS, Braulio. La difícil otredad americana: la disputa por las

imágenes y el conflicto por los nombres. Cuyo vol 29, n° 1 Mendoza:

Enero/Junio 2012. p. 12 39 Véase en Memoria Chilena (http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-98072.html)

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… estaban los indios tan regustados a comer carne humana, que tenían carnicerías della y acudían a comprar cuartos de hombres, como se compra en los rastros los del carnero. y en muchas partes tenían los caciques indios metidos en jaula. engordándolos para comer dellos. y tenían ya los instrumentos necesarios para el oficio de carniceros40

El relato es elocuente. Para el cronista español, los indios consumían carne humana solo por placer, pues a pesar de haber superado el período de escasez

de alimentos, los mapuches habrían seguido con aquella práctica que según el autor no era más que un “espantoso” hábito.

Llegó la gula a tal extremo, que hallaron los nuestros a un indio comiendo con su mujer a un hijo suyo, en medio, de quien iban cortando pedazos y comiendo.41

La práctica de la antropofagia quedaba así establecida como una acción que deshumanizaba por

completo a los indígenas. De hecho, Mariño de Lobera da a entender que el indio por naturaleza era cruel y bárbaro, pues se devoraban entre ellos sin respeto

alguno. Esas prácticas no se efectuaban necesariamente contra enemigos ni había un trasfondo

ritual, por el contrario, era el cuerpo del hijo el que devoraban “con gran gusto”.

Otro de los autores que hace referencia a esta

práctica es Alonso González de Nájera, militar español autor de la crónica Desengaño y reparo de la guerra del Reino de Chile. La narración de González de Nájera se centra, específicamente, en hechos bélicos ocurridos en el sur de Chile después del denominado “desastre de

Curalaba. En la cuarta relación titulada Las crueldades de los indios de Chile, el autor relata escenas de

canibalismo que presenció durante el siglo XVII en Chile, entre otras, la que sigue:

Llega a tal extremo lo que aumentan su deleite sus mas excesivas crueldades, que a muchos les van comiendo a medio asar, a vista de sus ojos, los pedazos que les

40 MARIÑO DE LOBERA, Pedro. Crónica del Reino de Chile,

Santiago: Ed. Universitaria, 1970. p.80. 41 Ibíd. p, 81

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cortan de las carnes, sin reservar después las que les quedan en los difuntos cuerpos. Y en fin, es tan grande la rabiosa y insaciable sed que tienen de que no quede memoria de nosotros en vida ni en muerte, que hasta los huesos se beben quemados y hechos polvos mezclados en sus vinos. 42

Para el autor, los indios no eran más que seres salvajes y crueles que disfrutaban desmembrar y

devorar el cuerpo de los españoles en una especie de venganza y una demostración de superioridad respecto a un otro.

Una de las escenas más reconocidas de canibalismo en el pueblo mapuche y que ha perdurado

en el tiempo es la muerte de Pedro de Valdivia en el fuerte Tucapel en 1553 a manos del toqui Lautaro. Diversas crónicas relatan este hecho como un símbolo

de la violencia, barbarie y crueldad de los mapuche, lo que llevó a considerarlo un pueblo no sólo primitivo,

sino también salvaje y pagano. A continuación revisaremos las principales características y diferencias de diversas versiones que existen respecto a la muerte

del gobernador Pedro de Valdivia. En el cabildo convocado para el día 26 de Febrero

de 1556 se expuso una carta dirigida a la Real

Audiencia de Lima, dando noticia de la muerte del gobernador Pedro de Valdivia:

…después dende a tres días o cuatro días vinieron unos indios yanaconas que se hallaron ahí y lo contaron todo como pasó. Algunos de los cristianos no los acabaron de matar, y entre ellos al gobernador, al

cual tuvieron vivo tres días, comiéndole vivo a bocados, y lo mismo a los demás, que no mataron luego, hasta que espiraron. 43

Esta carta fue la notificación oficial emitida por el cabildo de Santiago a la Real Audiencia de Lima,

42 GONZALEZ DE NÁJERA, Alonso. Desengaño y reparo de la guerra del Reino de Chile. Santiago: Imp. Ercilla. 1889. p. 54 43 Carta del cabildo a la Real Audiencia de Lima, dándole noticia de la muerte de Pedro de Valdivia. En Documentos sobre la historia, la estadística y la geografía de Chile. {compilados`} por

Claudio Gay. Paris. (http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-98362.html) p. 161

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informando sobre los acontecimientos ocurridos en el fuerte Tucapel.

El militar español Jerónimo de Vivar, quien participó con Pedro de Valdivia en la campaña de conquista de Chile, narra, tiempo después, esta misma

escena en su Crónica y relación copiosa y verdadera de los reinos de Chile, escrita durante el siglo XVI, pero

publicada, siglos más tarde, en 1966, por el Fondo Histórico y Bibliográfico José Toribio Medina. Con todo, aunque la crónica estuvo desaparecida hasta mediados

del siglo XX, esta fue conocida y citada por otros cronistas, como el sacerdote jesuita Diego de Rosales.44

En su relato se lee:

Y esta sazón llegó un mal indio que se decía Teopolican, que era señor de la parte de aquel pueblo y dicho a los indios que hacían con el que por que no le mataban que: muerto ese que manda a los españoles, fácilmente mataremos a los que quedan y diole con una lanza de las que dicho tengo, y lo mató. Y así pereció y acabo el venturoso gobernador que hasta aquí cierto lo había sido en todo cuanto hasta este día emprendió y acometió. Y llevaron la cabeza a Tucapel y la pusieron en la puerta del señor principal en un palo45

En el relato de Vivar, el gobernador Pedro de

Valdivia habría muerto por mandato de Teopolican, sin la compañía de otros españoles y a causa de un ataque con lanza. A diferencia de otras narraciones, en este

relato no aparece ni la tortura, ni el desmembramiento del cuerpo, ni el consumo de sus extremidades. Otra versión del mismo hecho la plantea el militar

español Alonso de Góngora y Marmolejo, quien también participó en las huestes conquistadoras dirigidas por

Valdivia, en su crónica titulada Historia de todas las cosas que han acaecido en el reino de Chile y de los que han gobernado. Pese a haber vivido en el mismo tiempo

que Jerónimo de Vivar y de haber tenido, probablemente, las mismas noticias que éste respecto

de la muerte de Valdivia, Góngora y Marmolejo pone el

44 Véase en Memoria Chilena.

(http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-98077.html) 45 VIVAR, Jerónimo. Crónica y copiosa relación y verdadera de los reinos de Chile (1558). Berlín: Ed. Colliquin. 1971. p. 203

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acento, ya no sólo en el asesinato del conquistador, sino en las torturas a las que habría sido sometido,

asegurando, además, que junto a él habría estado un sacerdote católico quien intentó darle algo de calma para enfrentar los tormentos:

Viendo el padre Pozo que no aprovechaban amonestaciones con aquellos bárbaros, hizo de dos pajas que par de si halló una cruz, y persuadiéndole a bien morir, diciéndole muchas cosas de buen cristiano,

pidiendo a Dios misericordia de sus culpas. Mientras en esto estaban, hicieron los indios un fuego delante de él, y con una cáscara de almejas de la mar, que ellos llaman pello en su lengua, le cortaron los lagartos de los brazos desde el codo a la muñeca; teniendo espadas, dagas y cuchillos con que podello hacer, no quisieron por dalle mayor martirio, y los comieron asados en su presencia46

Esta información la obtuvo de un sujeto llamado Alonso quien servía de guardarropa de Valdivia y

afirmó haber estado presente en dicha batalla, logrando luego escapar. Sin embargo, pese a lo que señala el

cronista respecto a los hechos acontecidos en el fuerte Tucapel, no hay completa certeza de cómo sucedieron estos, pues existe una gran diversidad de versiones

sobre dicha batalla. Así, en la narración de Góngora y Marmolejo, el

gobernador Valdivia habría muerto acompañado del padre Pozo y el yanacona Agustinillo, después de atroces torturas, en las que los indígenas se habrían

ensañado procurando someterle a los máximos dolores y evitando darle cualquier tipo de sosiego y calma en el proceso. Según este autor el tormento habría

culminado con el consumo de su propia carne frente a sus ojos, finalizando con la exhibición de las cabezas de

los caídos. Sin embargo, el ya mencionado Pedro Mariño de Lobera en su Crónica del reino de Chile, también escrita

en el siglo XVI, plantea dos versiones respecto a la muerte de Pedro de Valdivia. En la primera, el

46 GÓNGORA Y MARMOLEJO, Alonso. Historia de todas las cosas que han acaecido en el Reino de Chile y de los que han gobernado.

Santiago: Ed. Universidad de Chile. 1990. p. 115-116

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gobernador habría muerto por un golpe en la cabeza, siendo posteriormente degollado, para exhibir luego su

cabeza clavada y elevada en una lanza, como símbolo de triunfo. En el relato se puede leer que:

Viendo esto un cacique llamado Pilmaiquén, (...) levantó una gran porra que tenía en las manos y la descargó con gran furia sobre el infelices Valdivia haciéndole pedazos la cabeza, a cuya imitación el indio Lautaro atravesó la lanza por el cuerpo de Agustín, el

interprete con quien andaba a malas. 47

La segunda versión es más dramática aún ya que expone que el gobernador Valdivia habría fallecido a

causa del consumo de oro hirviendo que lo obligaron a beber los indígenas.

Trajeron una olla de oro ardiendo y se la presentaron diciéndole: pues tan amigo eres de oro, hártate agora dél, y para que lo tengas mas guardado, abre la boca y bebe aqueste que viene fundido, y diciendo esto lo hicieron como lo dijeron, dándoselo a beber por fuerza, teniendo por fin de su muerte lo que tuvo por fin de su entrada en Chile.48

Una de las versiones más citadas respecto de la muerte de Pedro de Valdivia es la que narra el jesuita

español Diego de Rosales en su Historia general del reino de Chile, Flandes indiano, escrita hacia mediados

del siglo XVII, aunque luego desaparecida y recién publicada en el siglo XIX, por Benjamín Vicuña

Mackenna. Si bien retoma la versión planteada por Mariño de Lobera, respecto de que Valdivia habría muerto por

ingerir oro hirviendo, como escarmiento por explotar, denigrar y asesinar a tantos indígenas, para el jesuita esta teoría no sería la verdadera, pues asegura que

Valdivia habría muerto por un golpe de macana que le proporcionó un indio.

…un capitán que estaba apercibido con una maza, sin que lo viesse, le dio por detrás un fiero golpe en la cerviz, de que cayó de espaldas aturdido, y levantando

47 MARIÑO DE LOBERA, Pedro, op.cit., p. 75 48 Ibíd.

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todos los del cerco la vocería, y las lanzas, las tendieron sobre el cuerpo muerto, (...). En esto llegó uno y rompiéndole desde la garganta al pecho con un cuchillo, le metió la mano en él, y le sacó el corazón arrancándosele, y assi palpitando, como estaba, y chorreando sangre, se le mostró a todos, y untando con la sangre del corazón los toquis, y las flechas le hizo pedacitos muy menudos, que comieron todos los caciques. 49

Es interesante aquí un elemento nuevo, el haberle arrancado el corazón para luego ser consumido

por los caciques presentes, pues ha sido una de las narraciones más repetidas a lo largo del tiempo, siendo una constante en libros como Lautaro, joven libertador de Arauco de Fernando Alegría50 quien narra la vida de Lautaro y describe la muerte del gobernador Pedro de

Valdivia de forma bastante similar a la narrada por el padre Diego de Rosales. y en programas históricos como Algo habrán hecho por la historia de Chile.

Violencia y racismo en el siglo XIX

Si bien la mayoría de los estudios se ha centrado

en el siglo XVI, es importante revisar cómo esta imagen

no sólo perduró sino que se fue reinventando en los siglos posteriores y, particularmente, en el siglo XIX,

como mecanismo de legitimación de las ansias por ocupar las tierras indígenas bajo una lógica liberal. En palabras de Jorge Pinto Rodríguez51, el Estado chileno

irrumpió en el territorio que contempla las comarcas al sur del río Bío Bío, en Chile, justificando su accionar a partir del uso de la idea de soberanía nacional y la

necesidad de dominar todo el espacio impidiendo, de este modo, la apropiación extranjera por parte de

países vecinos. Tal y como lo exponen Luis Carlos Parentini y

Patricio Herrera, durante la segunda mitad del siglo

49 ROSALES, Diego. Historia general del reino de Chile, Flandes indiano. Santiago: Ed. Andrés Bello, Santiago. 1989, p 437 50 ALEGRÍA, Fernando, Lautaro, joven libertador de Arauco.

Santiago: Ed. Zigzag. 1943 51 PINTO, Jorge. Morir en la frontera…la Araucanía en tiempos de Balmaceda en ORTEGA, Luis. La guerra civil de 1891. Santiago:

Universidad de Santiago de Chile. 1991.

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XIX, la Araucanía se convirtió en motivo de interés tanto para el Estado chileno como para privados.

Factores como la crisis económica de 1857, el naciente interés de inversionistas extranjeros en esta zona y los levantamientos indígenas, justificaron la irrupción

estatal y de particulares. En palabras de Herrera “se trata de abrir un manantial inagotable de nuevos recursos en agricultura y minería; nuevos caminos

para el comercio en ríos navegables y pasos fácilmente accesibles.” 52

En atención a estos intereses expansionistas, el Estado y la burguesía chilena tendieron a bestializar y barbarizar al pueblo mapuche usando una serie de

calificativos despectivos tales como los de borracho y flojo, justificando así, el uso de la fuerza y la violencia contra las comunidades, de modo de excluirlo del

escenario nacional y comenzar la apropiación de sus tierras.

Uno de los más fervientes seguidores de este discurso de progreso y civilización fue Benjamín Vicuña Mackenna, político, historiador, intendente, diputado,

senador y uno de los precursores que con más vehemencia impulsó y defendió la ocupación de la

Araucanía, pues ansiaba un Chile civilizado, blanco y moderno, en donde los indígenas no podían tener lugar. Estos postulados pueden ser apreciados con claridad

en el discurso que presentó en la cámara de diputados en la sesión del 10 de Agosto de 1868.

Vicuña Mackenna no creía posible que el

mapuche fuera capaz de convertirse en un ser civilizado pues, por naturaleza era traidor, engañoso y

moralmente degradado. Tal como lo expone Alejandra Bottinelli, ni la educación ni la integración eran una posibilidad. La única opción realista para el intendente

era la reducción del indígena.53 El término no deja de

52 HERRERA, Patricio. La cuestión de Arauco. Un problema de dignidad nacional durante el siglo XIX. En LOYOLA, Manuel y

GREZ, Sergio (comps.), Los proyectos nacionales en el

pensamiento político y social chileno del siglo XIX. Santiago: Ed.

Universidad Católica Silva Henríquez, 2002, p, 85 53 BOTTINELLI, Alejandra. El oro y la sangre que vamos a prodigar. Benjamín Vicuña Mackenna, la ocupación de la Araucanía y la inscripción del imperativo civilizador en el discurso público chileno.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

ser sugerente, la “reducción” significaba, por una parte, la confinación de las comunidades a las tierras más

alejadas y menos productivas, pero por otra, daba cuenta del lugar que los indígenas tendrían dentro del imaginario de la nación; un lugar disminuido, casi

inexistente. Un punto fundamental que trata Vicuña

Mackenna en su discurso como argumento para

justificar la irrupción y posterior apropiación del territorio araucano, fue el canibalismo como la más

clara expresión de barbarie e incivilización del pueblo mapuche. A lo largo de su arenga, hace referencia a tres casos diferentes, acaecidos en los siglos XVII, XVIII

y XIX. Para el primer caso, utiliza una carta que le envía el padre jesuita Diego de Rosales al padre Luis de Valdivia.

Viera vuestra reverencia una carnicería terrible, unos a cortarle la cabeza, otros a sacarle el corazón, i otros a cortarle una pierna, para hacer de la canilla una flauta, descarnandola i abriendola los ahugeros en un momento. Andavan alrededor de la rueda desnudos, hasta la cintura. (…) Dividen el corazón entre todos los caciques, i capitanes i unos se lo comen corriendo sangre i palpitando, i otros untan con la sangre las flechas.54

Lo importante de este extracto de la crónica de

Rosales, es la presentación del mapuche como un “otro” salvaje, capaz de asesinar y devorar seres

humanos sin piedad, durante sus “diabólicas” fiestas. La intención de Vicuña Mackenna era clara. Su estrategia fue exponer la trayectoria del mapuche en

una especie de cronología estancada y no evolutiva, en la cual, a pesar de los años y la cercanía con el mundo

moderno, no se logró civilizar, continuando con estas prácticas antropofágicas en los siglos venideros. Así, continúa su relato señalando que:

En GAUNE, Rafael y LARA, Martín (ed), Historias de racismo y discriminación en Chile. Santiago: Uqbar eds, 2009. 54 VICUÑA MACKENNA, Benjamín, La conquista de Arauco.

Santiago: Imp. del Ferrocarril. 1868.

(http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0001277.pdf), p.15

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En un informe del obispo de Concepción Bermúdez, al presidente Manso que hemos tenido a la vista i que lleva la fecha de 1788, es decir, de un siglo después de escrito el fragmento anterior, se asegura que todavía a la muerte del español los indios descuartizan su cuerpo i haciendo flautas de las canillas, se brindan la chicha en el casco, i cortando una mano o sacando cualquiera hueso, lo envían por toda la tierra con el nombre de flecha, que según su usanza, es lo mismo que tocar cajas i clarines para la guerra.” 55

Utilizar el concepto caníbal era fundamental para

legitimar la irrupción militar en la Araucanía, tal como había sucedido en el siglo XVI. Sin embargo, el

argumento resultaba más convincente aún, ya que si los indígenas habían desarrollado este tipo de prácticas en los comienzos de la conquista, su persistencia en el

tiempo venía a confirmar la imposibilidad del cambio en sus conductas y creencias. Así, la constatación de la existencia del canibalismo descartaba las propuestas

de algunos de transformar a los indígenas en ciudadanos modernos y civilizados por medio de la

educación y la evangelización, como una mera quimera. Sigue afirmando Vicuña Mackenna en su discurso:

Otro soldado de la independencia, el capitán Verdugo, nos dice que en un combate sostenido por la misma época (1820) en la vecindad de Chillán, los indios que habían venido a dar un asalto a las poblaciones del Claro, dejaron en el vado del Ñuble, por el que se les perseguía, siete niñitos chiquitos degollados. 56

El enumerar casos de canibalismo a través de los

años permitía a Vicuña Mackenna dar a entender a la cámara de diputados, que el mapuche del siglo XIX seguía siendo el mismo salvaje y bárbaro del siglo XVI,

por lo tanto, si en trescientos años no fue capaz de civilizarse, ésta no sería la excepción.

Aunque Vicuña Mackenna reconoce que la

resistencia que ha puesto el pueblo Mapuche frente al conquistador está asociada a la defensa de su tierra,

desmorona el argumento por las características propias de su atraso. “Es cierto que el indio defiende su suelo;

55 Ibid, 56 Ibíd. p. 16.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

pero lo defiende porque odia la civilización, odia la ley, el sacerdocio, la enseñanza. La patria que él defiende es

la de su libre i sanguinaria holgazanería.”57 Durante el siglo XIX historiadores como

Benjamín Vicuña Mackenna, José Toribio Medina y

Diego Barros Arana, entre otros, se abocaron a la búsqueda, investigación y rescate de las obras del siglo XVI y XVII, como la crónica del jesuita Diego de Rosales

o la de Góngora y Marmolejo, para ser sumadas a la Colección de Historiadores de Chile y Documentos

relativos a la Historia Nacional, en un momento en que la consolidación del Estado-nación era uno de los principales objetivos del gobierno y de los grupos de

elite. De ahí la importancia de la Historia general de Chile, escrita entre 1884 y 1902 en dieciséis tomos, por

Diego Barros Arana. Allí narra toda la historia patria, desde antes de la conquista y, en la cual, basándose en los textos del padre Diego de Rosales, del militar Alonso

González de Nájera y de Pedro Mariño de Lobera, se refiere a los indios como bárbaros, salvajes y caníbales.

En este sentido, la existencia de las crónicas le daban credibilidad y veracidad a los argumentos del historiador.

Respecto de los hábitos de los indios, Barros Arana extrae relatos de González de Nájera y de Diego

de Rosales para establecer que las costumbres y prácticas de los indígenas eran propias de seres salvajes y bárbaros. Es lo que se desprende de los

siguientes párrafos: A estos horrores del canibalismo por hambre, común entre todos los pueblos bárbaros, hay que agregar los repugnantes banquetes de carne humana que se seguían a la victoria.58

Si su relato rememora a la narración que hiciera González de Nájera en su crónica, el detalle con que describe las prácticas caníbales, las vuelve más

atroces, caracterizando a los mapuche como sujetos crueles por naturaleza y amantes de las torturas físicas

hacia sus víctimas.

57 Ibíd. p. 07. 58 BARROS ARANA, Diego. Historia general de Chile. Santiago, Ed.

Universitaria, 2000. p. 69.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

Asaban ligeramente las carnes y las devoraban después de pasarlas muchas veces delante de los ojos y de la boca del infeliz cautivo. Esta operación era tanto más dolorosa cuanto que los indios no usaban otros cuchillos que conchas marinas, cuidadosamente afiladas, es cierto, pero siempre torpes y lentas para cortar. Los tormentos de la víctima se prolongaban largo rato, y cuando la pérdida de la sangre estaba a punto de causarle la muerte, le abrían el pecho, le

arrancaban el corazón y rociando el aire con la sangre que manaba de esta entraña, la pasaban de mano en mano entre los sacrificadores, mordiéndolo cada cual con la rabia más feroz.59

Tal y como lo había planteado Vicuña Mackenna, estas costumbres continuarían a lo largo del tiempo,

pues a los más jóvenes se les enseñaba cómo descuartizar y dar muerte a las víctimas.

Guardaban algunos indios como prendas de gran estimación, la piel del rostro de sus víctimas para usarla como máscaras en sus fiestas y borracheras (…) Para perpetuar en su raza estos feroces sentimientos, aquellos salvajes hacían que sus hijos aprendiesen desde niños a descuartizar los miembros de sus víctimas, a arrancarles las carnes y a atormentarlas en su agonía... 60

Así, no duda en ningún momento de los relatos de

los cronistas. Ello, a pesar que la mayoría no estuvo presente en estos actos, sino que los relató después de haberlos escuchado de otras personas. Respecto a la

muerte de Pedro de Valdivia, el autor toma como referencia los relatos de Góngora y Marmolejo y de

Pedro Mariño de Lobera, los cuales complementa entre sí y narra de la siguiente forma:

Una muerte rápida habría sido para ellos [los españoles] un beneficio; pero bárbaros acostumbraban gozarse en los sufrimientos de sus víctimas, y en ésta ocasión no descuidaron de satisfacer sus instintos más feroces. Valdivia fue martirizado de una manera cruel. Aunque los indios tenían las espadas y dagas que

59 Ibíd. p. 76. 60 Ibíd.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

habían quitado a los vencidos, prefirieron usar las conchas marinas que usaban como cuchillos. Con ellas, le cortaron los brazos, y después de asarlos ligeramente, los devoraron en su presencia.61

No cabe duda, para Barros Arana el indio era un salvaje capaz de realizar las más grandes atrocidades.

Para el historiador del siglo XIX los mapuches, además de su crueldad innata, habrían sido incapaces de civilizarse y, por lo tanto, producir en grandes

cantidades las tierras que comprendían el sur de Chile, en un contexto en que el Estado y privados comenzaban a mostrar gran interés por estos

territorios. La imagen del pueblo mapuche como caníbal

persistió principalmente a través del relato de la muerte del gobernador Pedro de Valdivia, el que se fundaba en las narraciones de los cronistas del período colonial,

que, a su vez, fueron reproducidas por la historiografía del siglo XIX y aun del XX.

Como consecuencia, los mapuches quedaron

estigmatizados por su supuesto atraso, primitivismo e incapacidad de evolución, ratificada por la persistencia

de sus prácticas salvajes, en particular la del canibalismo, lo que posibilitó denigrar y excluir al mapuche del escenario nacional. Evidentemente, este

no calzaba con los parámetros del proyecto modernizador tan anhelado por el Estado y la elite

chilena. En conclusión, es fundamental entender el

término caníbal más allá del consumo de carne

humana. Como hemos visto, la palabra caníbal surge con la llegada de los europeos a América y el traslado de todas sus concepciones medievales hacia una tierra

completamente desconocida. Una de las concepciones más aterradoras fue la de la antropofagia, que en el

Nuevo Continente se transformó en el caníbal, pues, para los conquistadores, el verdadero caníbal era aquel sujeto que no estaba dispuesto a someterse al poder

colonial. De allí que los europeos utilizaran este concepto como una forma de justificar el sometimiento

y la violencia usada contra estos indígenas. De algún

61 Ibíd. p. 334.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

modo, el terror que significaba la posibilidad de ser comidos por otros, legitimaba el uso de una violencia

tanto o más, aterradora. De allí que la existencia de caníbales servía para someter, violentar e irrumpir en territorios considerados “vírgenes”, justificando así su

accionar en una especie de cruzada por la civilización. Si durante el siglo XVI, en el proceso de

conquista del Nuevo Mundo, el indígena fue denigrado

y violentado por el poder colonial, durante la segunda mitad del siglo XIX el panorama no fue muy diferente,

pues se consideró al indio un salvaje, bárbaro, caníbal y un obstáculo para el proyecto modernizador que se intentaba realizar en Chile, justamente en un momento

en que grupos de interés buscaban expandir su control sobre los territorios que estaban en manos de las comunidades mapuche.

Se anhelaba una nación blanca y civilizada, que aspirara constantemente al progreso y en ella no

calzaba el pueblo mapuche, el cual fue denigrado y excluido a través de la historiografía del siglo XIX. La barbarización que atribuyó Benjamín Vicuña Mackenna

y Diego Barros Arana al mapuche, fue clave para irrumpir y legitimar la ocupación de la Araucanía,

tratando constantemente de salvaje e incivilizado al indígena. Sin embargo, un aspecto fundamental en esta denigración y exclusión fue el uso de referencias del

siglo XVI para despojar al mapuche de sus territorios y excluirlos del escenario nacional. Por lo tanto, es posible considerar al Estado chileno y privados como

los verdaderos caníbales, pues arrebataron y devoraron tierras mapuches justificando todo tipo de violencia y

discriminación. Las consecuencias de esta barbarización hacia el

pueblo mapuche, pueden ser apreciadas hasta la

actualidad, como el rechazo a sus demandas territoriales las cuales son respondidas con gran

violencia, la impunidad con la que son tratadas las muertes de comuneros mapuches, el desconocimiento de su cultura y la serie de calificativos que les son

asignados como "salvajes" y "terroristas", remitiéndolos a un estado de barbarie hasta el día de hoy.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

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Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

Proceso abolicionista y sociedad post-esclavista en Chile. Dinámicas históricas y perspectivas de

estudio (fines s. XVIII – comienzos s. XIX)62. Thomas Mareite63

Resumen Este artículo propone un análisis alternativo del proceso abolicionista chileno, subrayando en particular

las ambivalencias del liberalismo al respecto y el protagonismo activo de la participación africana y

afrodescendiente en esta dinámica. Explora también el periodo post-esclavista en cuanto ángulo muerto de la historiografía nacional sobre los africanos y

afrodescendientes en Chile.

Palabras clave: esclavitud, abolición, Ilustración, liberalismo, post-abolición.

Introducción. Este artículo presentará de manera sintética

algunos resultados de una investigación realizada en el

marco de mi tesis de magister64. Buscará proponer una reflexión alternativa acerca del largo proceso de

desgaste de la esclavitud en Chile desde mediados del siglo XVIII, y de su abolición definitiva (1823), junto con poner de relieve y compensar en parte el descuido

historiográfico relativo al tema de la población africana y afrodescendiente chilena en la primera mitad del siglo XIX.

62 Este artículo es una versión revisada de mi ponencia « Africanos

y afromestizos en Chile tardo colonial y en el periodo republicano

temprano. Propuestas acerca del declive de la esclavitud, y para una historia de la presencia negra en las primeras décadas del

Chile republicano (1750-1850)», presentada durante las “VI

Jornadas de Estudiantes de Historia” de la Universidad Diego

Portales el 30 de octubre de 2014. Agradezco mucho a Andrea

Alejandra Cotar Duran por haber muy amablemente presentado

mi texto este día. 63 Bachiller del Colegio Universitario de Sciences Po Paris (2010-

2013) con mención “Cum Laude”, Magister en Historia de la

Escuela Doctoral de Sciences Po Paris (2013-2015). Contacto:

[email protected] 64 MAREITE, Thomas. Africains et afrodescendants au Chili : esclavage, conflictualités, émancipations (1750-1850), Paris, Ecole

Doctorale de Sciences Po Paris, Mémoire de Master, 2015.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

La primera vertiente de este artículo abordará el tema de la desintegración de la estructura esclavista

chilena y, de forma ligada, relativizará la interpretación ortodoxa de la abolición de la esclavitud en Chile, de corte liberal, positivista, y personalista65. Demostrará

en paralelo las ambivalencias de la política y del pensamiento republicano al respecto, notablemente durante el movimiento independentista nacional. La

segunda vertiente de este artículo explorará la temática global de la inserción de la población africana y

afrodescendiente en una sociedad republicana en formación, hasta mediados del siglo XIX. Se examinará en particular la génesis de la representación cultural de

la supuesta insignificancia de la herencia africana en Chile, abriendo así nuevas perspectivas sobre la temática de la “invisibilización” cultural de la población

africana y afrodescendiente en la nueva república en formación. En paralelo, se expondrán brevemente los

resultados generales de una investigación prosopográfica realizada, desde una perspectiva local,

en torno a los africanos y a los afrodescendientes de la región de Coquimbo en el periodo republicano temprano. En el contexto de una transformación

profunda de las estructuras de la subalternidad chilena, se observará así la consolidación de su integración en un mundo popular multirracial, a través

de la continuación de tendencias matrimoniales exogámicas, de dinámicas complejas de

“blanqueamiento social”66, y su inserción en renovadas 65 Sobre la abolición de la esclavitud en América Latina: consultar notablemente: CLEMENTI, Hebe. La abolición de la esclavitud en América Latina, Buenos Aires, Ed. La Pléyade, 1974; ELTIS, David.

WALVIN, James. The abolition of the Atlantic slave trade, Madison,

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Albuquerque, University of New Mexico, Dialogos, 2011. 66 Para un análisis y un uso reciente del concepto de

“blanqueamiento social” en la historiografía dedicada a los

afrodescendientes en Chile, consultar CAMACHO BUITRAGO, Dina Magdiel. Bienes, practicas y civilidades: tácticas para el

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

formas de dependencias sociales y de subordinación profesional.

Desde los primeros representantes de la historiografía decimonónica hasta lecturas contemporáneas, pasando por la famosa obra de

Guillermo Feliu-Cruz sobre el tema, titulada La abolición de la esclavitud en Chile (su primera edición

es en 1942)67, se ha consolidado una lectura dominante del acto de abolición de la esclavitud en Chile que corresponde a lo que el historiador francés Olivier

Pétré-Grenouilleau describe como una “interpretación hagiográfica”68 de la abolición de la esclavitud. En

medio de un descuido casi generalizado de la historiografía clásica acerca del tema de la población de ascendencia africana en Chile, tanto desde corrientes

historiográficas conservadoras como progresistas, esta lectura dominante destaca por su énfasis en una concepción mono-causal (desde una variable

principalmente intelectual, abstracta y política), positivista (desde los “grandes” acontecimientos),

personalista (desde las “figuras ilustres”) del origen y de la concretización de la abolición de la esclavitud en Chile.

El énfasis de esta concepción ortodoxa es puesto en la valoración de la filantropía de los próceres

republicanos69 como precursores y promotores casi únicos (“unos espíritus generosos” en palabras de Diego Barros Arana70) de esta medida, dejando de lado

la participación propia de la población de origen blanqueamiento social de los africanos y afromestizos libres:

Santiago, siglo XVIII, Universidad de Chile, Facultad de Filosofía y

Humanidades, Departamento de Historia, Informe de Seminario para optar al grado de Licenciada en Historia, 2012. 67 FELIU-CRUZ, Guillermo. La abolición de la esclavitud en Chile,

Santiago, Universitaria, 1973. Ver en particular: Capitulo IX “El

triunfo de una idea de justicia social”, pp. 98-118. 68 PETRE-GRENOUILLEAU, Olivier. Les Traites négrières : essai d’histoire globale, Paris, Gallimard 2004, p. 290. 69 Para una ilustración de esta interpretación en relatos de viajeros extranjeros en Chile, véase por ejemplo: CALCOTT, Lady Maria. Journal of a residence in Chile during the year 1822, University of

Virginia Press, 2003, p. 275 (“there were in Chile few negro slaves,

and the decree for abolishing slavery, issued early in the

revolution, was a mere affectation of philanthropy”). 70 BARROS ARANA, Diego. Historia General de Chile, I-XVI, Santiago de Chile, Ed.Rafael Jover,‎ 1884-1902, tomo 14, p. 82.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

africano en el proceso abolicionista. De ahí que la abolición representa en esta perspectiva una concesión,

no una conquista. Esta interpretación linear y teleológica presenta la abolición como resultado natural y consensual (sin profundas complicaciones sociales o

políticas) de los progresos de la ilustración en Chile. Así, en esta lectura, una vanguardia ilustrada (liberal, y

necesariamente partidaria de un abolicionismo inmediatista) decidió condenar, en un gesto de ruptura radical, la esclavitud vista como un anacronismo

heredado de la dominación colonial hispánica, y extrañado solamente por una minoría de conservadores

atrasados y de propietarios esclavistas. Como ilustración de la función personalista y glorificador del relato dominante de la abolición de la esclavitud,

Alcibíades Roldan valora por ejemplo la figura de Manuel de Salas en cuanto promotor de la ley de

“libertad de vientres” de 1811, añadiendo, en relación a la abolición total de la esclavitud, que le corresponde “el honor de haber abierto, entre nosotros, una enerjica

campaña en este sentido”71. En esta “interpretación hagiográfica”, la insistencia de tendencia nacionalista en la precocidad histórica y la supuesta ejemplaridad

de la abolición chilena constituye el soporte de la pretendida excepcionalidad nacional en cuanto al tema

de la esclavitud. La abolición representa el reflejo evidente de la grandeza y de la solidez de las nuevas instituciones políticas de la Nación chilena en

formación, por su falta de desórdenes sociales y políticos, la ausencia de una controversia extensa, y el

hecho de asumir como natural la adhesión de la mayoría de la población a esta medida (o incluso en forma radical, de sugerir la existencia de una opinión

pública abolicionista, sin alguna comprobación empírica de esta aserción). Como pionero y síntesis ejemplar de esta interpretación, Diego Barros Arana

señala así que:

…la emancipación de los esclavos se hizo en Chile sin dificultades y sin perturbaciones industriales o

71 ROLDAN, Alcibiades. Las primeras asambleas nacionales: años de 1811 a 1814, Santiago de Chile, Impr. de Cervantes, 1890, p.

211.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

sociales, y aquella vergonzosa institución desapareció en medio de la satisfacción general, y sin ser sentida más que por unos cuantos individuos que, incapaces de apreciar el valor moral de ese acto de generosa humanidad, y el honor que él importaba a la patria chilena, deploraban que no se les hubiera pagado el precio de sus esclavos72.

El proceso abolicionista desde una perspectiva

alternativa. Ante el carácter hegemónico de esta

interpretación dominante acerca del acto de abolición

de la esclavitud en Chile, y en ruptura con esta, la primera propuesta transversal de este artículo consiste

en esbozar y delimitar el marco de una interpretación alternativa de éste último es decir, realizar una de-construcción de este relato dominante. La necesidad de

llevar a cabo esta tarea ya ha sido señalada anteriormente por algunos historiadores estudiosos de

la población africana y afrodescendiente chilena73. Esta renovada lectura tiene como fundamento principal la reubicación de la temática en un marco temporal más

largo, combinando un análisis del proceso de disolución de la esclavitud en Chile, desde mediados del siglo XVIII74, con el estudio a más corto plazo de la

medida propia de abolición de esta institución socioeconómica, mientras la interpretación ortodoxa

centra su perspectiva fáctica en un substrato meramente intelectual y político, y con el referente único del acto mismo de abolición de la esclavitud,

descuidando casi por completo sus antecedentes históricos. Por otra parte, se hacen necesarios tanto la

diversificación de los sujetos individuales y colectivos involucrados en este proceso (rompiendo así con una

72 BARROS ARANA, op.cit., p. 85. 73 Véase en concreto : SAN MARTIN AEDO, William. “Abolición de

la esclavitud: ser esclavo y ser libre en Chile tardo colonial”, Memoria chilena, 2008. 74 Para una perspectiva de este proceso desde litigios judiciales, a un nivel nacional : SAN MARTIN AEDO, William. Esclavitud, libertad y (des)integración afromestiza: representaciones y prácticas culturales a partir de litigios judiciales. Chile, 1755-1818, Pontificia

Universidad Católica de Chile, Tesis de Magister en Historia, 2011.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

lectura demasiado elitista de éste75 y una concepción del sujeto africano y afrodescendiente y de sus

familiares como “muertos sociales”76), como la multiplicación de las espacialidades regionales consideradas en el análisis del proceso de desgaste de

la esclavitud, permitiendo así una relativización del cuadro nacional en cuanto marco geográfico dominante de la historiografía chilena hegemónica77.

Una interpretación alternativa acerca de la abolición de la esclavitud en Chile necesita como

primera base un énfasis más procesual (en torno al declive de la esclavitud) que, de manera restringida, fáctica (acerca del evento de su erradicación legal).

Rastrear las antecedentes históricos de la abolición desde la segunda mitad del siglo XVIII, partiendo notablemente del incremento en la permeabilidad de la

estructura esclavista, o del recurso creciente a una serie de derechos consuetudinarios protectores de los

esclavos y sus familiares en litigios judiciales78, permite 75 Resaltar este protagonismo activo permite romper con lo que

Celia Cussen describe como una historia de los afrodescendientes « como objetos de las ideas de los otros y no actores históricos

autónomos » en CUSSEN, Celia. “El paso de los negros por la historia de Chile”, Cuadernos de Historia. 25. Departamento de

Ciencias Históricas Universidad de Chile, 2006, p. 51. 76 El concepto de “muerte social”, en relación a la figura del

esclavo, ha sido propuesto notablemente en PATTERSON, Orlando. Slavery and social death: a comparative study, Harvard University

Press, 1982. 77 En cuanto a la historiografía de la esclavitud con un enfoque regional en Chile, véase: ARRE MARFULL, Montserrat. Mulatillos y negritos en corregimiento de Coquimbo: circulación y utilización de

niños como servidumbre y mano de obra esclava en Chile (1690-1820), Universidad de Chile, Facultad de Filosofía y Humanidades,

Tesis para optar al grado de magister en Historia, 2012; ARRE

MARFULL, Montserrat. «Comercio de esclavos: mulatos criollos en

Coquimbo o circulación de esclavos de «reproducción» local, siglos XVIII-XIX. Una propuesta de investigación», Cuadernos de Historia,

35, Universidad de Chile, Dpto. de Ciencias Historias, 2011, pp.

61-91; CONTRERAS SEGURA, María Teresa. “Una ausencia aparente. Africanos y afromestizos en Valparaíso tardocolonial, 1770-1820”, Revista de Historia Social y de las Mentalidades,

17/2, Santiago de Chile, Universidad de Santiago de Chile, 2013,

pp.105-140. 78 Sobre el ablandamiento de la estructura esclavista en este periodo, consúltese principalmente: CARRERAS, Marta. Negros y mulatos: Agentes en el proceso de liberación. La participación del elemento negro en Chile (1750-1823), Santiago de Chile, Pontificia

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

salir del “enclave temporal” de corto plazo (un análisis centrado en el periodo independentista) que caracteriza

a la interpretación dominante. Así, un análisis alternativo del proceso de abolición de la esclavitud tiene que dar cuenta del alto grado de integración de la

población africana y afrodescendiente a la sociedad colonial chilena, de la variedad y de la precocidad histórica de los mecanismos usados por los actores de

origen africano en pos de su emancipación social, junto con el fenómeno más general de desgaste temprano de

la esclavitud79, lo cual se puede apreciar con el estudio de las fuentes primarias consultadas sobre esta temática80. Las Relaciones geográficas (redactadas en

1756) compiladas por Francisco de Solano reflejan esta inserción temprana de la población africana y

afrodescendiente en el tejido social local81. Emerge así, la potencia de las circulaciones e interrelaciones sociales y espaciales de la población africana y

afrodescendiente con sectores socioraciales diversos, la

Universidad Católica de Chile, Tesis para optar al grado de Licenciado en Historia, 2003; GONZALEZ UNDURRAGA, Carolina.

“Los usos del honor por esclavos y esclavas: del cuerpo injuriado al cuerpo liberado (Chile, 1750-1823)”. Nuevo Mundo Mundos Nuevos [Online], Workshops, 2012. En perspectiva comparada con

la región de Coquimbo, se puede consultar en particular, sobre el

uso del derecho consuetudinario por esclavos en la región

brasileña de Minas Gerais en el siglo XVIII: FRANCA PAIVA, Eduardo. «Revendications des droits coutumier et actions en justice des esclaves dans le Minas Gerais du XVIIIe siècle», Cahiers du Brésil Contemporain, 2003, n°53/54, pp. 11-29. 79 Véanse por ejemplo los datos de : Censo de 1813, Levantado por

don Juan Egaña, de orden de la junta de gobierno formada por los

señores Pérez, Infante y Eyzaguirre, Archivo Nacional, 1813. 80 Confirmando la demostración de GRUBESSICH, Arturo. “Esclavitud en Chile durante el siglo XVIII: el matrimonio como forma de integración social”, Revista de Historia, Año 2, vol. 2,

Concepcion, Universidad de Concepcion, pp. 115-128, se consultó

para la region de Coquimbo la documentación siguiente, para los

años 1795-1809: Archivo del Arzobispado de Santiago, Bautismos

La Serena, Parroquia Nuestra Señora de las Mercedes, 1795-1820, volumen 5 ; Archivo del Arzobispado de Santiago, Bautismos

Andacollo, Parroquia Nuestra Señora del Rosario, 1669-1812,

volumenes 1 et 2. 81 DE SOLANO, Francisco (ed.). Relaciones jeograficas del Reino de Chile, Santiago de Chile Editorial CSIC, CSIC Press, 1995.

Consultar por ejemplo la pagina 128 (y en adelante) sobre la integración africana y afrodescendiente en la región de Rancagua.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

importancia del grado de mestizaje y de exogamia matrimonial de esta población en el periodo tardo colonial (lo que, no obstante, no deja de ocasionar intensos conflictos con categorías sociales desclasadas, de origen racial “español”82).

En esta perspectiva, se hace necesario poner de relieve el aumento paulatino de la capacidad de acción

autónoma de los esclavos chilenos y de sus familiares desde mediados del siglo XVIII - por ejemplo en términos judiciales, con el crecimiento gradual de

litigios “autónomos” (el actor social como sujeto del litigio) por sobre litigios “heterónomos” (el actor social

como objeto del litigio)83-, la extensión de redes de solidaridad familiares y sociales, junto con la

consolidación de redes económicas y profesionales, confluyendo en la creación dinámica de sociabilidades de amistad y de apoyo interraciales. Estas dinámicas

tienden a desmentir la supuesta impotencia y “muerte social”, es decir el pretendido desarraigo del sujeto africano y afrodescendiente, concebido como pasivo en

la lectura ortodoxa de la abolición de la esclavitud. En cambio, las fuentes disponibles permiten apreciar la

consolidación y la ampliación progresiva de la capacidad de movilización de redes de apoyo, el conocimiento subalterno de los códigos y valores

dominantes de la sociedad colonial chilena, la multiplicidad de las estrategias retoricas (en conflictos judiciales) de los actores africanos y afrodescendientes

para conseguir o consolidar su emancipación social, incluso a través la movilización instrumental del ideario

ilustrado84.

82 Archivo Histórico Nacional, Capitania General, volumen 530, pieza 7, «Representación del maestro barbero Rafael Coré al

gobernador interino d. Tomas Álvarez de Acevedo. Querella por

altercaciones y golpes de palo» (1787); Archivo Histórico Nacional,

Capitanía General, volumen 87, pieza 1 «Matías Gonzales c. doña

Paula de la Fuente y su hermana Ana María. Desea evitar el

casamiento de su hijo Manuel con una mulata» (1815). 83 Esta distinctión entre “litigio autónomo” y “litigio heterónomo”

(como en casos de “redhibitoria” durante una venta de esclavos) es

personal, basada en SAN MARTIN AEDO, William, op.cit. 84 Véase por ejemplo: Archivo Histórico Nacional, Capitanía

General, volumen 165, pieza 3 « Juan Mulato, sobre su libertad » (1804).

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

Sin dejar totalmente de lado la variable política (principalmente la relevancia de los “eventos”85) en el

estudio crítico del declive de la esclavitud (ya que la crítica al enfoque excesivamente intelectual-político de la interpretación dominante no significa el abandono de

esta variable, sino su resignificación), un análisis alternativo recalca el proceso de politización paulatina de la problemática de la esclavitud en el escenario

publico chileno, por ejemplo mediante la implantación en el debate político de una fuerte analogía entre

esclavitud-individuo y esclavitud-Nación, como en palabras de Camilo Henríquez86, entre otros. Esta politización se realiza mediante una pérdida progresiva

de legitimidad ante la emergencia de nuevos imperativos de dignidad humana y de “seguridad

individual”87, el desarrollo de una sensibilidad nueva acerca del estatus del castigo físico88, y la radicalización de planteamientos contrarios a la

esclavitud como practica social y institución legal, poniendo en estrecha conexión idearios antiesclavistas

y retoricas republicanas, como en caso de Santiago Bueras. En 1817, en su correspondencia con José de San Martin, el militar relataba esta conexión en los

términos siguientes:

El honor e interés de mi patria me hace proponer a Vuestra Excelencia el justo reparo, y para el buen ciudadano no poco sensible, de ver en un pueblo libre como es Chile, cuyo sistema liberal se opone a aquello que tiene aun olor siquiera de esclavitud, se mantenga por desgracia la ley bárbara de hacer esclavo al

semejante89.

85 Para una conceptualización de la noción de “evento” en relación al relato histórico: RICOEUR, Paul. Temps et récit, tomo 1, Paris,

Le Seuil, 1983. 86 HENRIQUEZ, Camilo. «La proclama de Quirino Lemachez», pp. 45-49, in SILVA CASTRO, Raúl. Escritos políticos de Camilo Henríquez, Santiago, Universitaria, 1960. 87 Véase en particular: Archivo Historico Nacional, Real Audiencia, volumen 195, pieza 5, «Proceso por haber hecho azotar a una

esclava» (1812). 88 ARAYA ESPINOSA, Alejandra. «El castigo físico: el cuerpo como

representación de la persona, un capitulo en la historia de la occidentalización de América, siglos XVI-XVIII», Historia, n°39, v.2,

julio-diciembre 2006, pp.349-367. 89 Biblioteca Virtual, Archivo O’Higgins, tomo 23, p. 324.

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En este análisis alternativo, el estudio de la variable política y micro-política, en un sentido más

ancho, incluye formar conexiones entre la emergencia de controversias renovadas o propuestas ligadas a la “calidad” y a la “limpieza de sangre” en el Chile de

mediados de siglo XVIII - como la critica a la legitimidad de la matrilinearidad definiendo la condición legal de esclavo por el oidor de la Real

Audiencia Juan de Balmaceda Cenzano y Beltran en 1754 al respecto90-, y la transición lenta desde una

crítica de los abusos de la esclavitud hasta una denuncia de la esclavitud en sí en el caso chileno. En este proceso se nota el protagonismo desarrollado por

una serie de passeurs oficiales entre los africanos y afrodescendientes esclavos y libres del periodo y las

instancias judiciales, como el Procurador de pobres91, el Defensor general de menores (Real Audiencia) y el Procurador sindico de ciudad (Cabildo)92,

contribuyendo a una “publicitación” de la problemática del porvenir de la institución esclavista, en particular

durante el periodo independentista, en simbiosis con las acciones llevadas a cabo por la población africana y afrodescendiente para su emancipación. En este

contexto, la variable más directamente “política” de la abolición de la esclavitud no se reduce a las ideas y las políticas de las elites independentistas en torno al

tema, sino que se extiende hasta las categorías socioraciales más desfavorecidas de la “sociedad de

castas” chilena. Así, como ilustración de la

90 Archivo Histórico Nacional, Fondo Sergio Fernández Larrain,

volumen 16, pieza 14, «Dos informes, uno simple, y el otro firmado

por Juan Balmaceda al gobernador y Capitán General sobre la

calidad de los hijos de esclavos» (1754). 91 GONZALEZ UNDURRAGA, Carolina. «El abogado y el procurador

de pobres: la representación de esclavos y esclavas a fines de la Colonia y principios de la República», SudHistoria, Dossier:

Relaciones Lega-Letrado, n°5, Julio-Diciembre 2012. 92 Sobre el accionar de estos actores, consúltese entre otros:

Archivo Histórico Nacional, Capitania General, volumen 17, pîeza 42, “José de la Vega, Procurador de pobres, sobre castigos

infligidos a un negro esclavo” (1771); Archivo Histórico Nacional,

Capitanía General, volumen 319, pieza 15, “Maria Dominga Mena,

querella por maltrato” (1798); Archivo Histórico Nacional,

Capitania General, volumen 72, pieza 84, “Bartolomé Ureta y sus herederos, por su hija, solicitan su libertad” (1809).

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contribución propia de la población africana y afrodescendiente, junto con sus redes familiares y de

apoyo, al proceso de desgaste de la esclavitud, podemos hacer referencia por ejemplo a la presión peticionista ejercida en 1817 por estos actores para la

reinstauración de la ley de “libertad de vientres” en la Patria Nueva recién instaurada93. Además, mientras el relato dominante de la abolición de la esclavitud tiende

a relegar las divergencias de opinión dentro del bando republicano respecto al tema de la abolición al segundo

plano (con vistas a una concepción de un bando republicano unido y homogéneamente abolicionista94), un análisis alternativo resalta, en cambio, la potencia y

la relevancia de una tensión constante, dentro del mismo bando y dentro del corpus de ideas ilustradas

movilizado por los actores de la controversia, entre la defensa del “derecho sagrado de propiedad” (Ramón Freire) y la promoción de los derechos humanos, esto

es, una contradicción latente entre propiedad individual y protección individual en ningún caso

reducible a una dualidad rígida entre liberales y conservadores, tal como tiende a presentarla la “interpretación hagiográfica”. La controversia larga

entre los poderes Ejecutivo y Legislativo en el verano de 1823 acerca de la medida de abolición de la esclavitud promovida por José Miguel Infante (entre inmediatismo

y gradualismo), y en particular en torno a la temática de la legitimidad o no de una indemnización dirigida a

los propietarios de esclavos, ilustra localmente la ausencia de un discurso unificado, coherente, natural

por parte de la Ilustración en torno a la esclavitud95.

93 Archivo Histórico Nacional, Capitania General, volumen 55,

pieza 12, “Juan Farias, por su hijo Mateo Eustaquio, pide su

libertad por haberse proclamado la emancipacion de todos los esclavos de esta republica” (1817); Biblioteca Virtual, Archivo O’Higgins, tomo 23, pieza 133, “Representacion de un esclavo

huido de su amo” (1817); Biblioteca Virtual, Archivo O’Higgins,

tomo 23, pieza 148, “Confirmacion de la ley de libertad de vientres” (1817). 94 FELIU-CRUZ, Guillermo, op.cit. Véase en particular: Capítulo

VII «El conflicto entre el Ejecutivo y el Senado», pp. 70-88. 95 PETRE-GRENOUILLEAU, Olivier, op.cit. p. 262 ; DE

ALENCASTRO, Luis Felipe. «Le versant brésilien de l’Atlantique-Sud: 1550-1850», Annales. Histoire, Sciences Sociales, 2006/2, pp.

339-382.

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La polémica llevada a cabo por el periódico liberal El Tizón Republicano, apoyando al Director Supremo

Ramón Freire, el 23 de junio de 1823, en contra de la medida de abolición incondicional de la esclavitud adoptada el mismo día, aparece bastante ilustrativa al

respecto96. Detrás de las ambivalencias del liberalismo republicano chileno en torno a la esclavitud, no

solamente destaca la tensión antes mencionada, sino que también surge el continuo arraigamiento, incluso dentro de los sectores más progresistas de la nueva

Nación chilena, de una serie de estereotipos negativos en torno a los “negros”, “mulatos” y “zambos” chilenos97, como cuando, por ejemplo, en la retórica del

Director Supremo junto con su ministro Mariano Egaña, se asocia directamente la figura del esclavo

liberado con los riesgos del vicio, de la holgazanería, y de la prostitución98. Su preocupación por la “paz doméstica” esconde mal una visión de los africanos y

afrodescendientes como potencial amenaza social y política. La asimilación, realizada por El Tizón Republicano, de la figura del africano y afrodescendiente chileno a la del ocioso, vagabundo, malentendido99 es significativa, como cuando declara oponerse a que “una multitud de semejantes nuestros”

96 El Tizon republicano, “Libertad de esclavos”, n°15, 23 de junio de

1823 in FELIU-CRUZ, Guillermo. Colección de Antiguos Periódicos Chilenos, Santiago, Biblioteca Nacional, 1957-1965. 97 Se menciona por ejemplo la existencia de acusaciones, por parte

de los patriotas republicanos chilenos, hacia las sirvientes negras

de familias aristocráticas de haberse convertida en espías al

servicio político del gobernador español Francisco Antonio García Carrasco, entre 1808 y 1810 en PINTO VALLEJOS, Julio. VALDIVIA ORTIZ DE ZARATE, Verónica. ¿Chilenos todos? La construcción social de la nación (1810-1840), Santiago de Chile,

Lom Ediciones, 2009, p.27. 98 Sobre el tema de la estigmatización: GOMEZ, Alejandro E. «El

estigma africano en los mundos hispano-atlánticos (siglos XIV al XIX)», Revista de Historia, 153, 2°, 2005, pp. 139-179;

UNDURRAGA SCHULER, Verónica. “Españoles oscuros y mulatos

blancos: identidades múltiples y disfraces del color en el ocaso de

la Colonia chilena. 1778-1820”, en Rafael Gaune y Martín Lara (coord.), Historias de racismo y discriminación en Chile, Santiago,

Uq-Bar, 2010, pp. 345-373. 99 ARAYA ESPINOSA, Alejandra. Ociosos, vagabundos y malentretenidos en Chile colonial, Santiago, DIBAM, Centro de

Investigaciones Barros Arana, LOM Ediciones, 1999.

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sean liberados “de una esclavitud aparente para entregarlos a la verdadera de los vicios y la

mendicidad”100. Paralelamente, tiende a presentar bajo eufemismos la historia de la esclavitud en Chile, al sostener que « los esclavos en Chile son tratados

benignamente por sus amos, son alimentados, vestidos y educados, y cuando no les agrada mudan de dominio, que por su muy corto valor lo encuentran con

facilidad »101. Lo antes expuesto indica que no todo el bando liberal-republicano compartía esta repugnancia

supuestamente instintiva a la esclavitud como vestigio del orden colonial español, la cual es descrita como una evidencia por parte de la “interpretación hagiográfica”.

La controversia interna al liberalismo en torno a la esclavitud apunta, por otra parte, a la necesidad de reevaluar, sin exagerar tampoco su potencia, el nivel de

conflictividad acerca de la problemática de la esclavitud, en contra de una lectura “consensualista”,

que menciona el apego, hasta vehemente102 (tal como él de los conservadores realistas fray Melchor Martínez103 y Manuel Antonio Talavera104 en la independencia), al

sistema esclavista como una simple anomalía, un anacronismo extraño y casi irrelevante de una minoría

radical de conservadores. De forma ligada a la temática de las

ambivalencias del liberalismo, las fuentes disponibles

no permiten identificar un verdadero movimiento abolicionista chileno, o una opinión pública en mayoría opuesta a la esclavitud, como a veces se sugiere en la

lectura dominante. Lo antes mencionado explica en

100 El Tizon republicano, op.cit. 101 Ibid. 102 Véase en particular: CONCHA, Manuel. Crónica de La Serena: desde su fundación hasta nuestros días, 1549-1870: escrita según los datos arrojados por los Archivos de la Municipalidad, Intendencia i otros papeles particulares, La Serena, Impr. de la

Reforma, 1871, página 489. 103 MARTINEZ, Melchor. Memoria histórica sobre la revolución de Chile desde el cautiverio de Fernando VII hasta 1814: escrita por orden del rey por Fray Melchor Martínez, Santiago de Chile,

Ediciones de la Biblioteca Nacional, 1964. 104 TALAVERA, Manuel Antonio. Revoluciones de Chile: discurso histórico, diario Imparcial, de los sucesos memorables acaecidos en Santiago de Chile, desde el 25 de mayo de 1810 hasta el 20 de noviembre de 1811, Santiago de Chile, Ed. Condor, 1937.

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parte el carácter relativamente marginal de los debates políticos en torno a la esclavitud y a la problemática de

la igualdad racial en la conformación de la republica chilena, en comparación con otras regiones del continente, como en Nueva Granada por ejemplo105.

Destaca también la necesidad de reconocer a su justo valor el rol de la coyuntura bélica del periodo independentista en cuanto dinamizador principal de la

abolición, como ocurrió por ejemplo en Perú décadas después106. Cabe resaltar asimismo la voluntad de

posicionarse estratégicamente en el campo de la “civilización” por parte de los promotores de la abolición, más allá de posturas meramente

filantrópicas y humanistas. Promover internacionalmente la nueva Nación chilena (en particular, en relación con Gran Bretaña) en un espacio

diplomático en transformación a principios del siglo XIX funcionó como un factor decisivo en la abolición

chilena107. De ahí que la dimensión extranacional del proceso abolicionista en Chile necesita ser estudiada, en particular, a través de sus repercusiones en países

extranjeros, por ejemplo en Argentina. Beatriz Bragoni ya señaló el impacto de la ley de “libertad de vientres”

chilena en la provincia actual de Mendoza108. Otras fuentes primarias indican por otra parte la existencia de un marronaje mendocino en dirección de Chile

posteriormente al acta de abolición de la esclavitud en

105 Véase en concreto: LASSO, Marixa. «Un mito republicano de

armonía racial: raza y patriotismo en Colombia, 1810-1812»,

Revista de Estudios Sociales, 27, Bogotá, 2007, pp.32-45. 106 AGUIRRE, Carlos. Agentes de su propia libertad: los esclavos de Lima y la desintegración de la esclavitud, 1821-1854, Lima,

Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial, 1992. 107 Véase por ejemplo: Cartas de don Juan Egaña a su hijo Mariano: 1824-1828, Santiago de Chile, Sociedad de Bibliofilos

chilenos, 1946, página 42. Juan Egaña menciona en este

documento una entrevista con el cónsul británico en Chile, en la

cual estuvieron evocados los temas de la lucha militar contra las

fuerzas españolas que quedaban en el sur del país, la consolidación de la independencia política, junto con la abolición

de la esclavitud. 108 BRAGONI, Beatriz. « Esclavos, libertos y soldados: la cultura

política plebeya en Cuyo durante la revolución » in, FRADKIN, Raúl O. (ed.). ¿Y el pueblo donde ésta?: contribuciones para una historia popular de la revolución de independencia en el Rio de la Plata, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2008, pp. 107-151.

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1823109. Así, a partir un objeto historiográfico tratado hasta ahora como un “enclave” exclusivamente

nacional, tal como el de la abolición de la esclavitud en Chile, se pueden esbozar conexiones con historiografías extranjeras.

De forma ligada, una lectura alternativa del proceso de desgaste de la esclavitud en Chile tiene que combinar un enfoque nacional con unas escalas

geográficas más regionales y microregionales, generando así una aproximación de la multiplicidad de

las configuraciones socioeconómicas en las cuales estaban involucradas las poblaciones africanas y afrodescendientes del Chile tardo colonial. De esta

manera, el uso de esta variedad de escalas geográficas permite complejizar la lectura de esta proceso,

fomentando la formación de historias regionales de la esclavitud y de su declive en Chile, en complemento y afinamiento de una historiografía centrada en una

escala casi sistemáticamente nacional. María Teresa Contreras para Valparaíso y Montserrat Arre Marfull

para La Serena, antes mencionadas, ya empezaron a profundizar estos aspectos. En particular, se pueden apreciar las importancias numéricas variables de esta

población, la existencia de ritmos desincronizados y de lógicas diferenciales en torno al declive de la esclavitud (en particular en torno al grado de conflictividad

local110), la inercia o no de su arraigamiento local y de economías esclavistas locales relevantes, la emergencia

de modos de inserción diferenciados en los tejidos sociales locales, junto con el desarrollo más o menos

109 Sesiones de los cuerpos legislativos de la Republica de Chile, 1811 a 1843, Santiago de Chile, Imprenta Cervantes, 1887, tomo

9, página 277. 110 Por ejemplo, sobre las fugas de esclavos como modalidad, entre

otras, de resistencia dentro de la estructura esclavista chilena,

consúltense especialmente: Archivo Histórico Nacional, Capitania

General, volumen 277, pieza 54, “Bartolomé del Villar, corregidor

de Quillota, bando sobre el uso de esclavos fugados en el trabajo de minas” (1762); AHN–CG, volumen 810, pieza 321, “Garciliano

Lazo de la Vega, sobre una fuga de esclavos” (1792); AHN–CG,

volumen 80, pieza 38, “Josefa Rodriguez Zorrilla, informa de la

fuga de un esclavo mulato y de que se robo una mula de silla”

(1797); AHN–CG, volumen 189, pieza 151, “José M. Vigil, contra Marcos Barra, esclavo, solicita carta requisitoria” (1811).

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temprano de modalidades alternativas de trabajo (inquilinaje, peonaje, trabajo jornalero, asalariado).

Entre estigmatización, invisibilización e integración.

La segunda propuesta general de este artículo radica en la necesidad de romper con el vacío historiográfico en torno a la integración social y al

proceso de “etnoéxodo” 111 de la población africana y afrodescendiente en las primeras décadas de la

republica chilena, hasta mediados de siglo XIX112. El análisis privilegiado por parte de la historiografía nacional sobre la población africana y afrodescendiente

del periodo colonial tiene como contrapartida negativa la ausencia absoluta de estudios similares relacionados al periodo republicano, o por lo menos, a la transición

entre una “sociedad con esclavos” y una sociedad post-esclavista en las primeras décadas del siglo XIX. En un

contexto de transformación de las estructuras de la subalternidad y de las variables de jerarquización social en las primeras décadas del Chile republicano,

hacen falta estudios acerca de la “invisibilización” cultural de la población africana y afrodescendiente a

lo largo del siglo XIX, en un periodo de definición de las “fronteras”113 de la nueva comunidad nacional y de consolidación de una “ficción democrática”114. En el

111 Sobre el concepto de etnoéxodo : WIMMER, Andreas. Ethnic Boundary Making. Institutions, Power, Networks, Oxford, Oxford

University Press, 2013, p. 210. 112 Consúltense notablemente dos obras de referencia en el tema de la post-emancipación de los esclavos: COOPER, Frederick. HOLT, Thomas. SCOTT, Rebecca. Beyond Slavery: Explorations of Race, Labor, and Citizenship in Postemancipation Societies. Chapel

Hill: University of North Carolina Press, 2000; SCHMIEDER, Ulrike. ZEUSKE, Michael (y al.). The end of slavery in Africa and the Americas: a comparative approach, Berlin, Lit Verlag, col.

“Slavery and Postemancipation”, 2011. Para el caso argentino, una obra de referencia sobre la afrodescendencia en el periodo post-abolicionista es: REID ANDREWS, George. The afro-argentines of Buenos Aires, 1800-1900, Madison, Universitry of Wisconsin Press,

1980. 113 Empleo aquí el término de “fronteras” en el sentido sociológico

que le da: WIMMER, Andreas, op.cit. 114 Para un uso del concepto aplicado al México colonial y poscolonial: GUERRA, Francois-Xavier. Le Mexique de l’ancien

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periodo republicano temprano surge así la tensión entre un nuevo discurso político igualitarista y

unitarista por una parte, y la realidad de la exclusión práctica de los sectores populares como “vulgos” (africanos y afrodescendientes incluidos) por otra parte.

El análisis de una selección de las crónicas, y de los escritos periodísticos y políticos relevantes del periodo considerado apunta a la persistencia de la

marginalización de la herencia africana en la constitución de la sociedad chilena, contribuyendo a la

conformación progresiva del mito de la supuesta particularidad racial nacional. Las crónicas de viajeros extranjeros, como las de Alejandro Caldcleugh, William

Bennet Stevenson, Gilbert Mathison, o Max Radiguet115) también contribuyen a una omisión de la presencia de poblaciones de origen africano en el

territorio, cuando en cambio destacan ampliamente su existencia en otros espacios geográficos del continente.

En las primeras décadas del Chile republicano se observa la prolongación del legado “exclusionista” de la sociedad colonial acerca de los mestizos de color, la

instalación como lugar común de la supuesta insignificancia del aporte africano y afrodescendiente

en el periodo colonial (en términos demográficos, económicos, culturales)116 o, por ejemplo, la formación de una amnesia casi generalizada en torno a la

participación de esta población en las guerras de la independencia, con la excepción de las figuras del

régime à la révolution, Paris, L’Harmattan, Publications de la

Sorbonne, 2 vol., 1985. 115 CALDCLEUGH, Alexander. Travels in South America during the years 1819-20-21: containing an account of the present state of Brazil, Buenos Aires, and Chile, London, Ed. John Murray,

Albermarle Street, 1825; BENNET STEVENSON, William. A historical and descriptive narrative of 20 years’ residence in South America. London, Ed. Hurst Robinson and Co., 1825; MATHISON,

Gilbert. Narrative of a visit to Brazil, Chile, Peru and the Sandwich Islands during the years 1821 and 1822, London, Ed. Charles

Knight, 1825; RADIGUET, Max. Souvenirs de l’Amérique espagnole, Paris, Ed. Michel-Levy, 1856. 116 Para una lectura de este fenómeno desde la propia

historiografía decimonónica chilena, consultar: DEL RIO ORTIZ, Fernanda Andrea. El lado negro de la historia de Chile: el discurso historiográfico sobre los africanos y afrodescendientes durante el siglo XIX, Universidad de Chile, Facultad de Filosofía y

Humanidades, Tesis de Pregrado, 2009.

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negro “Falucho” (del Rio de la Plata) y de José Romero117. Se puede notar en paralelo la continuidad

del carácter degradante del trabajo manual y artesanal ejercido por las categorías sociales más bajas, en particular por africanos y afrodescendientes. En los

principales escritos de la época, la exclusión de la herencia afrodescendiente en el Chile republicano se hizo, de forma preferencial, por medio de la omisión.

Producto en parte del fomento de un ideal homogeneizador de la Patria como ente unificador

común, la negación tendencial de la contribución de la población de ascendencia africana en la construcción de la nación representa el daño colateral de la

cristalización de un relato idealizado de las orígenes raciales de la comunidad nacional chilena, y de la consolidación de un proyecto de ingeniería social y

política, liderado desde las élites118. En este último la figura estereotipada e infamante del africano y

afrodescendiente chileno, asociada al pasado colonial y esclavista, representa la antítesis del nuevo hombre concebido por (y para) el proyecto republicano, es decir

un individuo culto, racional, educado y virtuoso. En 1826, en las páginas del Telégrafo Mercantil y Político de

Valparaíso, el periodista liberal Pedro Felix Vicuña ilustraba este proceso, estigmatizando el carácter supuestamente conservador, religioso y traidor de los

individuos de origen africano en un texto polémico. En plena controversia entre “pipiolos” y “pelucones”, en

lucha para la definición del proyecto independentista dominante, Pedro Felix Vicuña expone la proposición siguiente:

… cuando oigo repetir tanto los epítetos de liberales y pelucones que se da a personas, (…) sin que hasta hoy me haya dicho nadie a quienes deben aplicarse más propiamente; quiero decir a V.V. mi opinión sobre esto,

117 Sobre José Romero, véase en particular: FELIU-CRUZ, Guillermo, op.cit., pp. 118-161. DIGGS, Irene. “Zambo-peluca”, Phylon, v.13, n°1, 1952, pp.43-47. MARIN DEL SOLAR, Mercedes.

Canto fúnebre a la memoria del ciudadano José Romero en el día de

sus exequias celebradas en el convento de Agustinos, Santiago,

Impr. del conservador, 1858. 118 Sobre esta temática: PINTO VALLEJOS, Julio. VALDIVIA ORTIZ DE ZARATE, Verónica, op.cit.

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o más claro, lo que he entendido y es que : pelucones por religión = los maestros barberos y de otros oficios de raza africana ; llamados zambos y mulatos : los sacristanes de iglesias, campaneros y perreros : los infatuados : los criados viejos que fueron esclavos : la ultima hes de los pueblos, los rateros y salteadores de caminos119.

Con la ausencia de un “modelo de identificación”120 ligado a una potencial identidad “parda”121, la invisibilización histórica de los africanos y

afrodescendientes chilenos se realizó a través de la reiteración del postulado de la supuesta homogeneidad racial de una nación chilena articulada en torno a un

mestizaje exclusivo español-mapuche. Francisco Solano Asta-Buruaga, en su Diccionario Geográfico de la República de Chile avanzaba por ejemplo la idea que en Chile, « no hai negros, i los que existían en tiempo de la colonia han desaparecido completamente porque el clima moderadamente frío parece no serles propicio. La

mayoría de los habitantes son blancos, de buen color, de fisonomía agradable, regular estatura, i robusta constitución, i se distinguen por su carácter

emprendedor, sus maneras corteses i el entusiasmo por su patria »122, mientras que, en 1853 el viajero francés Gabriel Lafond du Lurcy resaltaba que « los chilenos

forman en jeneral un hermoso pueblo; los de la clase elevada, sobre todo, distinguense por la belleza de sus

formas. Como el indio de Chile es más robusto que el del Peru i hai poca mezcla de sangre africana en el pueblo, resulta que la parte mezclada con los europeos

ha producido una bellísima raza; hombres y mujeres son altos, esbeltos, de agradables facciones aunque un

119 Telégrafo Mercantil y político, Valparaíso, Ed. del Comercio

(1826-1827), n°28, 5 de diciembre de 1826, p.90. 120 BERNAND, Carmen. «De lo étnico a lo popular: circulaciones, mezclas, rupturas», Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En línea],

Debates, Puesto en línea el 18 enero 2006. 121 El término «identidad» es utilizado aqui en el marco conceptual

propuesto en: BRUBAKER, Rogers. COOPER, Frederick. «Beyond «identity»», Theory and Society, 29, 2000, pp. 1-47. 122 SOLANO ASTA-BURUAGA y CIENFUEGOS, Francisco. Diccionario geográfico de la Republica de Chile, Santiago de Chile

(Leipzig, Impr. de F.A.Brockhaus), 1899 (1867), p. 110. Las cursivas son nuestras.

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poco gruesos »123. Se nota que, junto a esta invisibilizacion, prosiguen estereotipos124, una cierta

inercia del imaginario fenotípico colonial y de la estigmatización del sujeto africano y afrodescendiente (como en palabras de Pedro Felix Vicuña, como visto

anteriormente), especialmente de forma retrospectiva, es decir en lecturas decimonónicas del periodo colonial. Como ilustración de esta tendencia, en 1862, el

abogado Melchor Santiago Concha y Toro escribía en una memoria histórica sobre los años 1824-1828 que

en el momento de la independencia, «los esclavos habían de amargar constantemente el orden social; i al abolir la esclavitud, abandonaron a sus propios

instintos a una porción considerable de hombres mal educados para el gobierno de la libertad»125, a pesar de haber subrayado antes la inhumanidad y la

immoralidad de la esclavitud como practica social. Esta invisibilización cultural toma aún más

relevancia, además, cuando se observan de forma paralela - con cierta continuidad con las tendencias destacadas para el Chile tardo colonial - la persistencia

de una inserción africana y afrodescendiente en el tejido social local. Esta última se traduce por

dinámicas matrimoniales exogámicas126, la formación de lazos sociales y profesionales amplios, la consolidación de dinámicas de movilidad espacial

(incluso hacia otras provincias del país), y hasta el surgimiento de localizaciones geográficas y urbanas preferenciales, tal como revelado por un estudio

prosopográfico sumario, realizado en la región norteña

123 LAFOND DU LURCY, Gabriel. Viaje a Chile, Santiago de Chile,

Universitaria, 1911 (1853). Las cursivas son nuestras. 124 Por ejemplo, para una ilustración del arraigamiento del

imaginario colectivo acerca de la sirviente domestica negra, véase la litografía de: La negrita Doddy : nuevo libro de cocina, enseñanza completa de la cocina casera i parte de la gran cocina : con un apéndice de recetas utiles i de los deberes de una dueña de casa,

A.: Lawe, Santiago, Sociedad Imprensa e Litografía Universo, 1911. 125 CONCHA Y TORO, Melchor Santiago. Chile durante los años 1824 y 1828, Santiago, Nacional, 1862. 126 Para la región de Coquimbo, se revisó fundamentalmente lo

siguiente : Archivo del Arzobispado de Santiago, Matrimonios La

Serena, libro 3 (1819-1844) ; Archivo del Arzobispado de Santiago, Matrimonios Andacollo, libro 2 (1821-1845).

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de Coquimbo127 en las primeras décadas del Chile republicano128. A pesar de la complejidad del rastreo de

las trayectorias sociales de los actores africanos y afrodescendientes en la época republicana - por causa de la desaparición de las clasificaciones raciales del

periodo colonial en los documentos oficiales de la Republica chilena (como en Valparaíso a partir de 1820129) - se desprende de los documentos notariales,

judiciales, administrativos, y de los registros matrimoniales examinados una reconfiguración de la

situación social desfavorecida de la población africana y afrodescendiente a través de nuevas formas de dependencias sociales, de subordinación profesional, y

de modalidades laborales alternativas, mediante una integración al salariado, al peonaje, al inquilinaje, y al trabajo jornalero. Mientras tanto, una minoría se

insertó material y profesionalmente en sectores comerciantes y artesanales medios, logrando así

alcanzar cierta prosperidad económica y respetabilidad social. Esta porción lideró un proceso de blanqueamiento social de la población africana y

afrodescendiente a un nivel local. La documentación examinada (por ejemplo en torno a compras/ventas de

solares y de predios mineros o agrícolas, formaciones de compañías comerciales, poderes de representación notarial o judicial) ilustra la variedad de los soportes de

127 Véase en particular sobre la historiografía regional de

Coquimbo: ROJAS BONILLA, Damián, «Apuntes historiográficos para una nueva historia política y regional del Norte Chico durante el siglo XIX; trayectorias y perspectivas», Revista Norte Histórico,

n°1, junio 2014, pp.93-120. 128 En este estudio prosopografico, se rastrearon 460 individuos

clasificados como africanos y afrodescendientes (bajo los términos

de “negro”, “mulato” y “zambo”) en los registros bautismales de La Serena y Andacollo para el periodo mencionado anteriormente. Se

revisaron en particular los documentos siguientes: AHN-Notarios

de La Serena, volúmenes 76, 82, 84, 85, 86, 87, 90, 92, 95, 97,

98, 101, 102, 103; ANH-Judicial de La Serena, volúmenes 23, 66,

93, 141, 151, 206; AHN-Intendencia de Coquimbo, volúmenes 518

y 519 ; AHN-Dirección General de Estadísticas, volumen 3 (1832-1839), « Registro de predios rústicos, contiene planillas con datos

estadísticos de las provincias de Aconcagua y Coquimbo para el

impuesto del «catastro» que indican nombre del predio,

propietarios, cuadras de tierra, plantas de viña, ganado mayor y

menor, entre otras materias ». 129 CONTRERAS SEGURA, María Teresa, op.cit.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

participación africana y afrodescendiente en la sociedad republicana temprana a un nivel local.

Asimismo, permite esbozar aproximadamente su grado de prosperidad económica, a través de la descripción de sus posesiones materiales, e indicaciones sobre la

extensión (tanto social como geográfica) de sus redes sociales y económicas en la provincia, la cual se puede apreciar por ejemplo en la variedad socioracial de los

testigos movilizados por individuos de origen africano en litigios judiciales de este periodo.

Conclusión.

En este artículo se ha propuesto un análisis de

la degradación de la estructura esclavista chilena desde una perspectiva alternativa a la “interpretación hagiográfica” clásicamente movilizada, con el objetivo

de estudiar la abolición de la esclavitud en Chile. De esta forma, se ha llevado a cabo una crítica de una

línea historiográfica de naturaleza teleológica y nacionalista, formada desde Diego Barros Arana y centrada principalmente en la variable de la filantropía

humanista de los próceres antiesclavistas del período republicano temprano, apuntando en cambio a la

multiplicidad de los factores explicativos del proceso abolicionista chileno. En particular, se ha destacado la relevancia de la participación propia de la población

africana y afrodescendiente en este último. Se ha insistido también en la importancia de debates y conflictividades ligadas a la abolición (contra una

lectura excesivamente irénica), al evidenciar notablemente las diversas ambivalencias de la corriente

liberal-republicana en tiempos de independencia en torno a la problemática de la esclavitud y acerca del porvenir de la población africana y afrodescendiente en

la nueva república en formación, a principios del siglo XIX. Finalmente, tras explorar a grandes rasgos

dinámicas cruzadas de estigmatización, invisibilización e integración, se ha incitado a realizar futuras investigaciones acerca de la temática de la historia

post-esclavista de la población africana y afrodescendiente en las primeras décadas del periodo republicano temprano, tanto desde el punto de vista de

las representaciones culturales como desde la perspectiva de las prácticas sociales.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

Pascua Lamay Ralco en la década de la emergencia indígena. Notas para una historia indígena

comparada en Chile, 1990-2010

Jessabel Guamán Flores

Resumen

La presente investigación tiene como objetivos identificar y analizar desde la historia indígena a dos pueblos que durante la década de los 90´ y 2000,

mantuvieron disputas con empresas transnacionales que ingresaron y amenazaron las formas de vida de las comunidades en los territorios en cuestión: en el caso

mapuche-pewenche con la Central de Ralco (de Endesa, España) al oriente de los Ángeles, en el Alto

Bío Bío, y en el caso diaguita, el proyecto aurífero Pascua Lama, ubicado en el Valle del Huasco, región de Atacama. Las fuentes utilizadas en esta investigación

fueron: prensa regional, diario el Chañarcillo, el Atacama y Diario Austral, asimismo la utilización de

entrevistas como técnica de investigación.

Palabras claves: Pascua Lama, Ralco, emergencia

indígena, diaguita, pewenche, historia indígena comparada.

Introducción

La importancia de estudiar estos conflictos desde

la “emergencia indígena” como consigna José Bengoa, se debe a que en este contexto se vislumbran nuevos

actores sociales que construyen y cuestionan al Estado republicano. En este escenario los pueblos indígenas reivindican el derecho a construir su propia historia, lo

que ha promovido procesos de reetnificación, e interpelando a las grandes estructuras de poder que

antes eran “impermeables”, por medio de la denuncia y lucha constante a través de diversos canales de información (medios de comunicación oficial y no

oficiales). De esta forma, la hipótesis a trabajar en esta

Profesora de Estado en Historia y Geografía. Universidad de La Serena. Magister © Historia. Universidad de Chile. Becaria

CONICYT, miembro del grupo de trabajo Kuifike y Sociedad

latinoamericana de estudios interculturales, SOLEI. Email: [email protected]

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

investigación se basará en la afirmación: los pueblos indígenas (pewenche y diaguita), se han visibilizados a

través de procesos de etnogénesis, utilizando elementos culturales y de cosmovisión, para apropiarlos y combatir a las fuerzas externas que avizoran la

estructura social de las comunidades residentes, a partir de diversas propuestas de desarrollo que emanan desde el Estado.

Para elaborar la anterior afirmación, se identificarán los antecedentes históricos de cada

pueblo mencionado, los proyectos en cuestión-Central Ralco y Pascua Lama en relación a las disputas entre ambos actores y las trasnacionales, y por último, los

vínculos y diferencias entre estos actores étnicos desde una perspectiva de historia comparada.

Los pueblos indígenas, tanto del norte como en el

sur, desde la llegada del español a los territorios han mantenido un “conflicto” con este otro (español) por

proteger y preservar su territorio y cultura. Entre los siglos XX y XXI, esta lucha por los territorios y conservación de los recursos naturales frente a la

inserción de las transnacionales al territorio indígena, ha dado inicio a una serie de procesos históricos que

colindan con los proyectos de Estado-nación. El mundo pewenche identificados en el texto de

Malú Sierra, Mapuche Gente de la Tierra, como “gente

de frontera”, ubicándose geográficamente entre el río Maule y el volcán Lonquimay. Al momento de llegada y

posterior conquista de los españoles, la población pewenche, “estaba constituida por unas diez mil personas”130.

Entre tanto los diaguitas, pueblo que se ha ubicado entre los valles de Copiapó por el Norte y Choapa por el sur, actualmente se concentran en las

ciudades de La Serena, Coquimbo, Vicuña, con una concentración de sus integrantes en el valle del

Huasco, autodefiniéndose como diaguitas-huascoaltinos, en este grupo, nos detendremos, analizar a continuación. En el texto “El valle de los naturales una mirada histórica al pueblo diaguita huascoaltino”, identifica a los huascoaltinos, como un

130NAMUNCURA, Domingo, Ralco: ¿represa o pobreza? Santiago de

Chile, Ediciones Lom, 1999,p.241.

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pueblo de indios que se asentó durante la colonia hasta el periodo republicano, conocido como el “valle de los

naturales”, este se describe así:

…incorporándose el valle conocido como de el Carmen, incluyendo los poblados San Félix y el Alto, llegando así a la actual comuna de Alto del Carmen, que se constituye con los valles del Tránsito y el Carmen131.

Entre estos valles de la región de Atacama, es

donde nace la “reetnificación del mundo diaguita”.

Las preguntas de investigación que debemos plantearnos están desglosadas en dos grandes

cuestionamientos respecto del estado de la “emergencia indígena” estas son: ¿Qué consecuencias ha tenido la emergencia indígena para los pueblos pewenche y

diaguita? Y ¿Qué elementos como movimiento indígena comparten en común los pewenches y diaguitas en este

proceso de etnogénesis dentro de la modernidad? En este sentido, debemos remontarnos, el origen

de la “emergencia indígena”. Como “hito fundacional”

se considera a la Conferencia de Barbados, como el espacio donde los derechos indígenas se elaboraron en primera instancia tomando en cuenta las demandas de

los pueblos indígenas latinoamericanos. Lo propuesto en ese lugar sirvió para que en los 80´ se congregaran

en la confederación de Nacionalidades indígenas de Ecuador, donde el pueblo Mapuche participó.

En estos terrenos de confraternidad se

expusieron la realidad indígena y sus diversos contextos. Bengoa señala “una reinvención de la cuestión indígena”132 donde los dirigentes son aquellos

que integran nuevas discusiones, demandas, denuncias y derechos al Estado-nación.

Siguiendo con el mismo planteamiento, definamos el contexto histórico que surgió:

… la realidad indígena actual, al terminar el siglo, no

es el de las comunidades aisladas que estudió la

131CAMPUSANO, Rubén et.al, El Valle de los Naturales, Una

mirada Histórica al pueblo, Diaguita Huascoaltino, Vallenar, Fondo

Nacional de Cultura y Artes, 2006, p.5. 132

BENGOA, José, La emergencia indígena en América Latina,

Santiago de Chile, Fondo económico de Cultura, 2000, p.19.

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antropología tradicional hace décadas (“sociedades folk”), sino una combinación cada vez más compleja de relaciones urbanas y rurales, con contactos y comunicaciones internacionales y en una permanente confrontación entre lo tradicional etnocultural y la modernidad133.

Al ser un debate de la modernidad con tradiciones originarias posee ribetes coloniales que se

identifican con el “habitus” colonial y una “cultura de guerra” planteados por Bourdie y Gramsci134, donde la tensión civilización vs barbarie permea los discursos

del Estado nacional, en el espacio “nuestroamericano”, Deves en el prólogo “Intelectuales Indígenas, Ideas- conocimientos y espacios- Nuestroamericano”, hace

alusión a estos autores señalando.

Gramsci y Bourdieu tienen algo de razón en el marco de una cultura de la guerra en la cual se gana en la medida que se desplaza al otro y no en una cultura de la paz, en que se crece y se mejora en la medida que se colabora criteriosamente con los demás135.

En este desplazamiento entre culturas, la

“emergencia indígena” y el quehacer mismo la(s) construcción(es) discursivas entre las dos fuerzas han contribuido al origen de otro proceso conocido como

etnogénesis, que va en unión a la “emergencia”. Carmen Solís136, identifica este proceso como

“una contradicción” en sus agendas y principios,

debido a que dejan fuera a la mayoría migrante de las

133Ídem. 134

Ver GRAMSCI, Antonio. La Formación de los Intelectuales (1891-

1937).México, Grijalbo, 1967 y Guerra Manzo, Enrique “Las

teorías sociológicas de Pierre Bourdieu y Norbert Elias: los conceptos de campo social y habitus”. Estudios Sociológicos, vol.

XXVIII, núm. 83, mayo-agosto, 2010, pp. 383-409. 135DEVÉS, Eduardo, “Intelectuales Indígenas, Ideas- conocimientos y espacios- Nuestroamericano” en Claro de Luz Descolonización e “Intelectualidades Indígenas en Abya Yala, siglos

XX-XXI, Santiago, Centro de extensión Idea, 2014, p. 13. 136SOLIS, Carmen, “El otro rostro de América Latina en diálogo con la emergencia indígena en América Latina de José Bengoa”, Nueva sociedad, N°238, Buenos Aires, marzo-abril de 2012, p. 126

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ciudades137, no respetando los términos de autonomía y autogestión.

En el caso chileno, podemos hablar en el mundo andino, mapuche y de la patagonia, donde la migración de campo a ciudad ha impactado a estas sociedades,

como señala Marta Casaus: Estos “nuevos actores” y sus nuevas identidades étnicas, culturales y políticas se enfrentan con nuevos retos de buscar un reconocimiento paritario de su calidad de ciudadanos pluri o multiculturales. Exigen a la sociedad y al Estado el respeto de su diversidad cultural y el reconocimiento de sus diferencias étnicas y de género, a la vez proponen una modificación del papel que hasta entonces se les ha asignado en las sociedades latinoamericanas. En el fondo lo que ha entrado en crisis138.

Casaus, responde desde lo político a la primera pregunta que nos hacemos. Ahora cabe cuestionarse

¿Qué dimensión el proceso de etnogénesis llevado por pewenches y diaguitas repercute dentro de un estado de “crisis de una identidad nacional”?.

Bonfil139(1991) entrega una propuesta para entender este proceso, categorizando elementos de la

cultura en función del control cultural. Distingue elementos “propios y ajenos”. Señala como elementos “propios”: la autonomía y resistencia. En tanto los

“ajenos” el autor identifican la supresión y enajenación.

En estos elementos hay otro, la apropiación, que

se menciona como la relación de ambos grupos que se conectan entre sí, traspasando herramientas propias

como ajenas.

137

Solís menciona en su estudio a las ciudades como La Paz, el

Alto, Lima y Buenos Aires. 138CASAUS, Marta, “Repensar la Nación y la Reforma del Estado por las Elites intelectuales mayas: Del Estado homogéneo al Estado Plural en Guatemala” Claro de Luz, Descolonización e “Intelectualidades Indígenas” Abya Yala, siglos XX-XXI, Santiago,

Ediciones Idea- Usach, 2014 p. 79. 139BONFIL, Guillermo. “La teoría del control cultural en el estudio de procesos étnicos” Estudios sobre las Culturas Contemporáneas

[en línea] 1991, IV ( ) : [Fecha de consulta: 17 de abril de 2015] Disponible en:<http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=31641209

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El resultado de aquello se expresa en tradiciones y construcciones de las culturas y los discursos

políticos-sociales en movimiento que favorecen o desfavorecen a las proposiciones y “decisiones propias” de los pueblos.

Respecto a las problemáticas del pueblo pewenche y diaguita con las transnacionales, Canales140 inserta a los movimientos indígenas en la

década de los 90 en términos étnicos, identificando el periodo histórico desde una perspectiva colonizadora

con los procesos redemocratizadores y la profundización del modelo neoliberal en las economías nacionales, que repercutieron a escala local tanto en la

zona del alto Bio-Bio como en Huasco Alto. Desde otra perspectiva, Guillaume Boccara141

caracteriza la etnogénesis del pueblo mapuche entre

resistencia y restructuración en los siglos XVI-XVIII. Si observamos en profundidad, es una continuación

histórica, como Braudel llamó de “la larga duración” si hablamos desde la historiografía, en el sentido que este “proceso a través del cual se produce un doble cambio,

tanto al nivel objetivo de las estructuras materiales (económicas y políticas)”142, la consecuencia inmediata,

es el origen de un nuevo pueblo con otras estructuras tanto sociales como identitarias, que nacen de este cruce. El proceso etnogénesico en el caso diaguita fue

distinto, ya que en primer lugar se conoció en el ámbito público en el año 2006, por su integración a la ley 19.253, no desde un construcción de siglos, como

en el mundo pewenche-mapuche, ya que el pueblo diaguita, se desarticuló en el periodo colonial a través

de los pueblos de indios, por esta razón se puede explicar su “ausencia y extinción”.

Previamente, este proceso de los diaguitas era

invisibilizado, tanto en la historiografía como en la

140CANALES, Pedro, “Intelectualidad indígena en América Latina: Debates de descolonización, 1980-2010. Universum [en línea].

2014, vol.29, n.2, pp. 49-64. ISSN 0718-2376.

http://dx.doi.org/10.4067/S0718-23762014000200005. 141BOCCARA, Guillaume, “Etnogénesis mapuche: resistencia y

restructuración entre los indígenas del centro- sur de Chile (siglos XVI- XVIII” Hispanic American Historical Review, Durham, 1990,

p.426. 142 ídem

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arqueología, ramas del conocimiento que tenían sus “artefactos culturales” en vitrinas de museos, sin

movilidad y con descripciones, caracterizaciones en pasado.

Entonces, ¿de qué forma ayudó “este

reconocimiento público”? En primer lugar permitió valorar nuevas realidades indentitarias que son parte de los pueblos originarios de Chile; y en segundo lugar,

a revisar los estudios y trabajos emanados desde la historia y arqueología, como señala Luna (2014)143. La

asimilación y posterior pérdida de la identidad diaguita, ha abierto un nuevo debate en el mundo académico con respecto a su “existencia”, dando inicio

a nuevos estudios multidisciplinares que ayudan a comprender la cotidianidad identitaria y reivindicativa que se ha dado con fuerza en la zona del “valle de los

naturales”. El mismo autor menciona que se enmarca entre los tiempos diacrónico y sincrónico.

Es así como esta “metamorfosis” de los procesos etnohistóricos han permeado en el espectro público, en Chile desde los noventa y dos mil. Donde la población

asimila la relación con otro, estos otros, los pueblos indígenas y su existencia en el mismo espacio

geográfico. Conformando una “convergencia entre el interés

por la no- dominación y un acuerdo en torno a las

reglas fundamentales para la protección y la promoción de intereses en la sociedad”144, para el caso de los pueblos pewenches y diaguitas, estos, han

demandado una protección y consulta, sobre sus recursos y territorios frente a las políticas de Estado

ligadas a la economía globalizadora que va en desmedro de la multiculturalidad territorial, empujando una homogenización social de sujetos y sus

complejidades. Las nuevas formas de plantearse dentro del

proceso de emergencia y de etnogénesis de estos pueblos y otros, han sido acompañadas por acuerdos

143LUNA Penna, Galo, “Trayectoria crítica del concepto de entnogénesis”. Logos: Revista de Lingüística, Filosofía y Literatura,

N°2, vol, 24, La Serena, 2014, pp 67-179. 144MONSIVAÍS, Alejandro, La ciudadanía a Debate: Memoria, no- dominación y esfera pública, Santiago, Editorial Cuarto Propio,

2008, p.59.

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internacionales OIT, ONGS, cientistas sociales, religiosos, y redes sociales que han expandido las

informaciones que no se presentan en los medios de comunicaciones oficiales.

Proyecto Ralco y las comunidades Pewenches La contextualización histórica del pueblo

Pewenche la entrega Domingo Namuncura, el cual repasa lo que Antonio Marquéz en Los Mapuches, Héroes Olvidados expone sobre los pewenches, identificando a este pueblo, como uno más dentro del

territorio chileno donde se encontraban cohabitando con los promaucauces, puelches, trulos, tehuelches y chonos.145

En cuanto Martín Correa, y Raúl Molina se refieren al sentido etimológico de la palabra pewenche “significa en Mapudungun “Gente del Pehuén”

(araucaria), y su actual hábitat y territorio se extiende desde Trapa Trapa hasta la laguna Icalma,

comprendiendo los valles que riegan los ríos afluentes del Bío Bío. Según los autores este hábitat se caracteriza por una topografía de valles, cordones de

cerros y alta cumbres de volcanes Antuco, Copahue, Cllaqui, Lonquimay que rodean las áreas de

poblamiento indígena. Lo anterior lo señala Sergio Villalobos en Los pehuenches, en la Vida Fronteriza, describe la zona con barreras montañosas, clima

diverso de acuerdo a las estaciones del año, reflejando una disparidad en la temperatura (en el día templado,

por las noches, baja la temperatura a grado cero o más).

Namuncura señala que las características

geográficas poblacionales dieron inicio para que desde 1955 el Fundo Ralco, quedará en manos de la Comunidad Forestal Ralco, constituida por colonos a

principios de siglo XX, donde el pueblo pewenche desde 1948 ha reclamado al Ministerio de Tierras, el fundo

Ralco, como parte de su propiedad. El mismo autor señala que el conflicto por el

fundo Ralco, constituido por las hijuelas de Pangue

145

VILLALOBOS, Sergio, Los pehuenches, en la Vida Fronteriza,

Santiago, Ediciones Universidad Católica, 1989, pp. 352-354.

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(donde está emplazada a actual represa Pangue), San Pedro, Las Huellas y el Avellano llevó a que la empresa

forestal comenzara sus faenas de explotación durante 1964, construyendo los aserraderos en la Villa Ralco y Alto Bio-Bio, afectando a la comunidad pewenche. No

obstante este pueblo, enfrentó esta situación iniciando los conflictos enfocados a obtener la reivindicación del territorio, y sobre todo, del bosque nativo146.

A mediados de la década de los sesenta, el pueblo pewenche fue parte de la reforma agraria, sin embargo,

como señaló Mauricio Huenchulaf Cayuqueo, ex director de CONADI:

La reforma agraria siendo uno de los procesos más importantes en el área tendió a beneficiar a los ocupantes chilenos que a los propios indígenas” con respecto a Ralco afirma (…) “la situación actual puede caracterizarse en términos territoriales como un periodo de gran importancia, debido a que se encuentran en juego la integridad territorial de las comunidades, que se ven amenazadas por proyectos de desarrollo que no tienen relación directa con el etno-desarrollo.147

En las investigaciones de Namuncura, Cristián

Opaso y de Manuel Baquedano148, se señala que en los setenta las araucarias de la zona de Ralco fueron declaradas como Parque Nacional, así en 1980, la

Sociedad Ralco propietaria de la CORFO, fue traspasada a INDAP con una superficie de 36.419

hectáreas. Entre 1984 y 1985, la dirección de Asuntos Indígenas de INDAP, DASIN, y el Ministerio de Bienes Nacionales, dividieron en Lotes el fundo Ralco, una

parte quedó como Reserva Nacional (1241 hás) y 23.988 quedó a disposición de INDAP149 .

146NAMUNCURA, op.cit, p.262. 147CORREA, Martin, Molina,Raúl Territorio y Comunidades Pehuenches del Alto Bio- Bio, Temuco,Conadi,1996,p.8. 148 Ver las investigaciones de NAMUNCURA,Domingo: Ralco:¿represa o pobreza?Santiago,,ediciones Lom, OPASO,

Cristián, Bíobio Rebelde: De Ranquil a Ralco, Santiago, Ediciones

Ceibo, 2014 y BAQUEDANO, Manuel, La Batalla de Ralco, de la electricidad sucia a la electricidad verde. Santiago, Instituto de

Ecología Política, 2004. 149NAMUNCURA, op.cit, p. 263.

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En dictadura ocurrió un “momento histórico” para el pueblo pewenche, específicamente con

“beneficios” hacia los caciques del Alto Bío-Bío, firmando un Acta, conocida como Acta de Ralco, en el cual el Estado cedía autonomía en las decisiones de

conformarse como comunidades individuales o comunitarias con previa entrega de tierras. Los actores

involucrados, la Iglesia Católica, y las autoridades regionales, decidieron entregar las hijuelas por individuales150.

Esta decisión se hizo palpable en 1989 identificado en la investigación de Namuncura, traspasando 6180 hás. en Collucio, 479 hás. en Vegas

de Ralco y 17.344 en Quepuca- Ralco y Ralco-Lepoy151,provocando una reestructuración social de las

comunidades que tuvieron que repartirse en previos, donde el suelo no era cien por ciento apto para la agricultura y ganadería comenzando u declive cultural

y pugnas internas entre las comunidades y las formas impuestas por el Estado en ese entonces. La división

establecida por la dictadura, cesó en el gobierno de Aylwin, este término se puede explicar por la fuerza de los movimientos indígenas que se entablaban en el

espacio político originando en 1994 la creación de la CONADI.

¿Cuándo el conflicto se visualizó para una

institución estatal? En el año 1997, el director de la CONADI, Domingo Namuncura, decidió viajar hacia la

zona del Alto Bío-Bío para conocer empíricamente las localidades Quepuca Ralco y Ralco Lepoy y sus comunidades afectadas por el proyecto de la Central

Ralco de Endesa. En junio de 1997, específicamente en el mes de

junio, CONAMA aprueba el estudio de Impacto

Ambiental, y en febrero de 1998 “comienzan las primeras obras de la construcción de la central Ralco,

que consisten en la habilitación de los caminos interiores de la presa”- Ralco-. No obstante este proyecto fue detenido durante ocho años por las

150 Esto se explica en profundidad en el capítulo 1 “Las vueltas de la muerte” de la investigación de Cristián Opaso, Biobío Rebelde de Ranquil a Ralco, Santiago, Ceibo ediciones, 2014, pp.11-27. 151 ídem

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

hermanas Quintremán, pewenches, del Alto Bío Bío. Malú Sierra las señala en el capítulo 17 Kai Kai,La Serpiente de las Aguas, Agita el inconsciente indígena, el valor de pertenecer al pueblo mapuche expresado en las siguientes líneas por las hermanas Quintremán en

Chile y en el extranjero: “nosotras somos de aquí, de esta tierra que nos dejo nuestro papito. Aquí están enterrados nuestros abuelos: no nos moveremos; muertas tendrán que sacarnos”152. Como señala Malú

Sierra, estas mujeres se movilizaron y conglomeraron al pueblo Mapuche en una batalla que acaparó la atención nacional e internacional, considerando el

proyecto Ralco como genocida, debido al exterminio de una etnia en aras del progreso económico. Namuncura

explica el proceso de conquista y colonización de la zona así153:

El Alto Bio-Bio ha sido una zona de conquista permanente, primero, por los conquistadores españoles. Luego, por la avanzada militar argentina. Posteriormente, por la campaña militar chilena. Después por el Estado nacional y los privados no indígenas… Hoy, por el modelo económico y la modernidad154

Estas hermanas, Nicolasa y Berta Quintremán

“se transformaron en un símbolo y hasta el presidente de la República del año 2000, Ricardo Lagos, fue a verlas a su casa, en Ralco Lepoy”155 y Hilary Clinton en

una visita a Chile decide que debe viajar a Temuco para conocer a las dirigentes y su movimiento.

Mientras las hermanas lideraban el movimiento para detener las operaciones de la central Ralco, este proyecto estaba en marcha desde 1997, luego en 1999

y finalmente el 2004 da inicio, como lo expresa ENDESA:

152SIERRA, Malu, Un pueblo sin Estado mapuche. Gente de la tierra, Santiago, Editorial Catalonia, 2010, p. 233. 153 Ver el texto, OPASO, Cristián, Biobío Rebelde. De Ranquil a Ralco, Santiago, Ceibo Ediciones, 2012. 154NAMUNCURA, op.cit, p.265. 155 SIERRA, op.cit, p.233.

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Central Ralco, entró en funciones en septiembre del año 2004, es una respuesta de Endesa Chile al creciente aumento de energía. “Tres etapas fundamentales condensan la operación que Chile y el mundo han visto nacer como ejemplo de la suma equilibrada del esfuerzo humano y la más moderna tecnología de que la ingeniería dispone actualmente para materializar complejos industriales de gran calibre y potencialidad productiva156

El proyecto contempla un embalse central que

cubre una superficie de 3467 hectáreas y acumula un

volumen total de alrededor de 1200 metros cúbicos157. El conflicto Pascua Lama y los

Diaguitas/Huascoaltinos

En el texto Minería Responsable, Barrick Gold sostiene que:

(…)el primer registro de actividades de exploración minera en el sitio actualmente conocido como Pascua Lama se remonta el año 1977, cuando los geólogos de Compañía Minera San José (filial de St Joe Minerals) colectaron muestras de la superficie y llevaron a cabo mediciones en un área denominada Sector Nevada158

En este sentido el conocimiento de este mineral se dio entre las décadas del 1980 y 1990, conformado

el primer proyecto binacional mundial, conocido como Pascua Lama159.

Asimismo la llegada del proyecto -Pascua Lama-

de la minera Barrick Gold Company data desde finales de los años noventa y principios del año 2000. El proyecto en sí, como señala su estudio Pascua Lama, Minería Responsable: “Pascua Lama - tiene por objetivo explotar a rajo abierto reservas minerales de oro, plata 156ENDESA, Central Ralco: Un compromiso con el desarrollo de Chile. Santiago, 2007, p.53. 157 Ver Empresa Nacional de Electricidad S.A Endesa. Central Ralco Descripción del proyecto. [En línea]

<<http://documentos.dga.cl/PROY1636v19.pdf >> 158BARRICK. Pascua Lama. Minería Responsable. Compañía

Minera Nevada. Santiago, 2008, p. 8. 159 En el texto de Barrick Gold, el estudio se inicia desde el

“descubrimiento del mineral” hasta la importancia de la minería y de la empresa para el Valle del Huasco.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

(metal doré) y en menor medida concentrado de cobre y otros subproductos.”160 Expresamente:

Se ubica por el lado argentino en la naciente de la cuenca del Río Turbio, Provincia de San Juan, aproximadamente a 300 km. Al noroeste de la ciudad capital San Juan. Por el lado chileno se ubica en la cabecera de la cuenca del Río del Estrecho, en la provincia de Huasco, Región de Atacama, aproximadamente a 150 km. Al sureste de la ciudad de Vallenar.161

En Chile nace desde los dos afluentes de los ríos

de la zona que se alimentan con el derretimiento de las nieves de los glaciares Toro 1, Toro 2 y Esperanza, que

aportan cursos de agua a las comunidades de la zona, fortaleciendo la actividad agrícola y manteniendo el ecosistema.

Podemos preguntarnos ¿De qué forma impacta la inserción de esta compañía al medio ambiente? Como lo señala su propio estudio, Pascua Lama, Minería Responsable: “En la zona en que se ubica el proyecto Pascua Lama existen recursos hídricos en estado de

congelación”162. Con respecto a las consecuencias ambientales,

en el texto Glaciares Andinos Recursos Hídricos y Cambio Climático, el presidente de la Comunidad

Diaguita señala:

(…) la gran minería, localizada en regiones donde se encuentran glaciares y cuencas hídricas que sostienen ecosistemas y comunidades, viene a sinergizar los efectos del cambio climático, acelerando los procesos de degradación y generando impactos inesperados.163 Conllevando a una pérdida total de las actividades

de subsistencia del valle del Huasco.

160 BARRICK, op.cit., 2006, p.10. 161Ídem 162 Ídem 163CAMPUSANO, Sergio, “Destrucción de los glaciares y pueblos

originarios: El impacto de Barrick Gold sobre el pueblo Diaguita huascoaltino en la provincia de Huasco ” en Glaciares Andinos: Recursos hídricos y Cambio climático: Desafíos para la Justicia climática en el cono Sur. Programa Chile Sustentable y fundación

Heinrich Böll Stiftung. Cono Sur, Santiago, 2011, pp. 91-107.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

Ahora bien, este conflicto se presenta como “uno

de los más controversiales” desde 2003 debido a la implicancia que han tenido los grupos ecologistas y la Comunidad Agrícola diaguita, huascoaltinos, por medio

del conocimiento y aprobación del segundo estudio de impacto ambiental.

La opinión pública ha estado al tanto de las consecuencias de este proyecto para el ecosistema y la comunidad entre las visiones de los mismos

pobladores del valle del Huasco, observamos las siguientes opiniones:

- “Entrevistador:¿Cuáles son las demandas de los

Huascoaltinos frente al proyecto; o sea; que es lo que piden?

- Habitante: Ellos en estos momentos están cobrando servidumbre por lo que tengo entendido… les tienen que pagar unas buenas lucas por servidumbre, ellos más se interesan en las platas allí… Lo otro es el Proyecto Morro.

- Entrevistador: ¿ha escuchado eso usted?, ¿Cómo reaccionó este pueblo frente a la minera?

- Habitante: Legalmente muchos hasta hoy; ignoran esa parte po´, mucha gente no se acerca a la minera…. Si cuando vamos a reuniones, no sé po´… van a los Tambos y el pueblo de los Tambos tienen como 400 personas y hacen reunión e irán unas 50 personas o 60 personas… y allí debería estar todo el pueblo reunido.”164.

La situación del “Valle de los naturales,” es

compleja, hoy existen 22 comunidades divididas entre el Valle del Carmen, San Félix y Tránsito. Lo que expresa el habitante del sector Golpe hace más

comprensible la situación del valle, en la sección Crónica del diario el chañarcillo se publica lo siguiente:

Han pasado sólo semanas desde que Barrick anunció el inicio de Pascua Lama y el interés por integrarse al proyecto binacional ha sido explosivo: casi 15.000 personas han enviado sus antecedentes laborales a la compañía en el último mes – en promedio más de 400

164 Entrevista realizada como parte del proyecto de Post doctor Pedro Canales Tapia, titulado Muere el Valle, vamos a tener que morir” Memoria Huascoaltina – Diaguita y proyecto Pascua Lama Chile, 1994- 2010. Obra en proceso de edición.

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al día- elevando el total de interesados a mas de 135.000 postulantes, en especial, de la región de Atacama, en Chile, y de la provincia de San Juan, en Argentina- “Estamos muy agradecidos del alto interés que ha despertado Pascua Lama en la comunidad de la que formamos parte , y que nos demuestra que el esfuerzo que hemos puesto en informar a la población y en trabajar en conjunto para contribuir a su desarrollo les ha hecho sentido, y los ha motivado a sumarse a nuestro equipo”, dijo el vicepresidente de

asuntos corporativos de Barrick Sudamérica, Rodrigo Jiménez.165

Sergio Campusano, presidente del pueblo Diaguita,

me ha expresado en una entrevista, esta tensión y cambios en la forma de vida del Valle del Huasco por la inserción de la Minera Barrick Gold.

- “Entrevistador: ¿La llegada de Barrick a través de los

nuevos empleos, ustedes como comunidad, como enfrentan eso?

- Presidente Pueblo Diaguita: Aquí hay dos cosmovisiones. Una que acapara, muy materialista... y otra más espiritual…

- Entrevistador: Pero en el mundo más joven, ¿la cultura diaguita y en si lo del pueblo ¿ está con la gente, con el sentimiento de ser diaguita?

- Presidente del Pueblo Diaguita: El mundo más joven progresivamente no quiere destrucción... pero quiere ganar plata fácil... buen sueldo... No están educados cívicamente como seres conservacionistas...”166.

El boom de la postulación al proyecto Pascua Lama, se

interrelaciona con lo que Bonfil, identifica la asimilación entre culturas, para los diaguitas, no se ha

“abandonado” la valoración del ser indígena, ya que la tensión como ha manifestado en la entrevista el Presidente del Pueblo Diaguita, transita entre el

binomio, económico y cultural, de tener dinero sin dejar de valorar la procedencia étnica.

165 “Se inicia plan de seguridad vial para las zonas cercanas a Pascua Lama”, Diario el Chañarcillo, Región de Atacama, sábado 6

de junio de 2009, p.8. 166 Entrevista realizada al presidente Pueblo Diaguita. Sergio Campusano, lunes 11 de agosto de 2014.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

Historias y conflictos comparados

Ahora bien, ¿qué tienen en común el conflicto de estos dos pueblos con trasnacionales? Entre los factores a considerar mencionamos:

a) Ambas luchas son del tiempo presente, nacidas en pleno siglo XX; b) comparten un territorio en común c) estas luchas constituyen al proceso

denominado “emergencia indígena” que cuestiona al Estado republicano y sus políticas centralistas, como

menciona José Bengoa. La emergencia indígen es un “cuestionamiento a las Historias oficiales, al relato que estos Estados han tratado de construir.”167.Estas

luchas sociales tienen como característica una oposición de las comunidades de los territorios ocupados por estas grandes empresas; d)los líderes de

las comunidades son de ambos sexos, por ejemplo del pueblo pewenche las hermanas Berta y Nicolasa

Quintremán, y en la agrupación huascoaltino-diaguita, al presidente Sergio Campusano que han puesto en la palestra pública lo que está sucediendo en sus

territorios. Estas luchas fueron y son apoyadas por ONGS,

Organismos internacionales, ecologistas y algunos miembros de la iglesia católica y pentecostal. Sin ellos el camino hacia la justicia y el mantenimiento de las

tierras a favor de los pueblos indígenas ya serían parte del pasado, como consecuencia de estos movimientos hoy existe la consulta indígena.

La pregunta latente en esta tensión es: ¿Qué papel ha jugado el Estado en el conflicto indígena

contra transnacionales en la modernidad? La respuesta ya se ha mencionado con anterioridad, sin embargo tomaremos una afirmación hecha por el director de

CONADI en 23 de febrero de 1997, expone: Así y todos, los indígenas – en general- no se niegan al progreso y el bienestar. No son refractarios a la modernidad, pero estos hechos, sumados a situaciones contemporáneas, indican que la manera como se ha procedido con la etnia pehuenche y por añadidura, con las demás culturas originarias, en el marco de una

167BENGOA, op.cit, p.13.

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intensa expansión política, económica y militar, ha ido generando inevitables secuelas de desconfianza, no pocas veces actos de violencia o, lo que es igualmente negativo, una sensación de sentirse ajenos al país que progresa con cargo a su identidad.168

El rol del Estado en la modernidad frente al

denominado,-“conflicto”-es observado, con la aprobación de Pascua Lama:

…su estudio de Impacto ambiental (EIA) fue aprobado en Chile por la Comisión regional de Medio ambiente (COREMA) de Atacama de acuerdo a la Resolución N° 039, mientras que el Informe de Impacto Ambiental (IAA) en Argentina se encuentra actualmente en evaluación por parte de las autoridades competentes.169

Por su parte, el proyecto Ralco, fue ratificado por las autoridades regionales. El intendente de la Región declaró:

Nos hemos dado por satisfechos con los informes recibidos en lo relativo al impacto medio ambiental del proyecto en la zona. Salvo observaciones como la presencia de una escuela y una posta en el área de inundación correspondiente a nuestra área…. (…) Desde el punto de vista ecológico, repito, nos dimos por satisfechos en la Araucanía, donde no están comprometidos terrenos ni comunidades indígenas.170

Ambos proyectos, por tanto obedecen a una

lógica neoliberal y de sustentación en base a la

creación de empleos y de explotación de recursos naturales en contraposición al mantenimiento de los

pueblos originarios y sus formas de vida. Por tanto la preservación de los pueblos se superpone a las políticas económicas que benefician a un sector de la

población. En esta concepción el Estado chileno responde a

una lógica de población homogénea republicana

168NAMUNCURA, op.cit., p.265 169 “Explosivo aumento de postulantes a Pascua Lama” en Diario Atacama, Copiapó, 1 de octubre de 2006, p.8 170 Diario Austral, miércoles 11 de junio de 1997.

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decimonónica; invisibilizando, al sujeto indígena, como creador, formador y ciudadano del territorio.

Al encontrarse en nuevos contextos políticos- económicos y culturales, el mundo indígena también ha tenido desacuerdos que han fraccionado sus propios

proyectos en colectivo, por ejemplo, la migración campo- ciudad ha sido uno de los factores que ha desarticulado en ambas comunidades la permanencia

de población joven en estos territorios de sus ancestros, este traslado puede convertirse en un olvido

voluntario o involuntario de sus raíces identitarias y étnicas.

Comentarios finales

Las demandas de los pueblos pewenche y

diaguita se han expandido a través de un desarrollo comunicacional que ha traído la globalización en la

modernidad. En relación a la continuidad de estos procesos

etnogénesiscos, debemos mencionar, que el conflicto

pewenche se estancó en cierta medida por “falta de apoyo de abogados y otros miembros”, según la

denuncia que las hermanas Quintremán hicieron público.171 En cambio en el movimiento indígena diaguita- huascoaltino, se ha reconfigurado y

mantenido sus demandas a favor de la protección del

171 “Pero tras años de oposición y cuando sólo quedaban cinco

familias que persistían en su negativa a permutar sus tierras,

Nicolasa sorprendió a los grupos de apoyo e incluso a su propia

hermana Berta. El 12 de diciembre de 2002, la menor de las

Quintremán firmó con Endesa un compromiso, en el que junto con aceptar la entrega de sus tierras, también daría inicio al término

de su rol como dirigenta mapuche visible. El acuerdo contemplaba

la permuta de 3,7 hectáreas de su terreno en Alto Biobío por 77

hectáreas, en un predio que ella luego escogió en la comuna de

Santa Bárbara, distante a 120 kilómetros de su hogar original.

Además, Endesa le entregaría $ 200 millones, una vivienda, infraestructura productiva y asistencia técnica.” Ver [en línea]

http://diario.latercera.com/2014/01/04/01/contenido/reportajes

/25-154859-9-la-herencia-de-nicolasa-quintreman.shtml .

Nicolasa afirmó que el abogado Roberto Celedón la dejo sola en el

proceso.

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valle y la subsistencia del mismo y vida de sus habitantes.172

La asimilación cultural y colonial, como consecuencia, ha generado el uso de medios de comunicación de masas, como herramientas de lucha

y visibilización de problemas sociales, es así, como cada comunidad y líderes, han entregado declaraciones públicas en periódicos de corte nacional

e internacional. La lucha contra el mercado ha inspirado a otros movimientos sociales, que han visto a

los pueblos indígenas como baluarte de reivindicaciones gregarias.

Por su parte, los indígenas del norte y del sur, se

han apoyado en profesionales de las ciencias sociales para rebatir y contrastar, el poderío económico de las transnacionales. Las comunidades han luchado en el

Congreso Nacional, objetando las decisiones, incluso denunciando en la Corte Interamericana de Derechos

Humanos. En este “despertar de las sociedades”,como

titula una de sus obras, Mario Garcés, esta agrupación de individuos en colectivo, han luchado, instruidos, combatidos y sin dejarse amedrentar por un Estado-

Nación, debilitado en decisiones que contemplan la preservación, cuidado y protección hacia los pueblos indígenas y los recursos naturales como política

pública. En este nuevo renacer, podríamos augurar que

los pueblos estudiados en esta investigación, han creado otras formas de posicionarse en este escenario de desigualdad e inequidad neoliberal. Manteniendo

vivo los ethos históricos que los han diferenciado con otros, ya sabemos que el mestizaje es la consecuencia de ello, pero este resurgimiento ha creado conciencia

172 “ (…) Cabe recordar que el proyecto minero de Barrick

permanece detenido por órdenes de la justicia y el regulador

ambiental por no cumplir con el sistema de manejo de aguas que

estaba contemplado en su permiso ambiental. Esto derivó en una serie de retrasos al proyecto -cuya entrada en operación

inicialmente estaba prevista para 2014- y costos adicionales, que

originó que la directiva decidiera paralizar la construcción de la

iniciativa en octubre de 2013” ver [en línea]

http://www.economiaynegocios.cl/noticias/noticias.asp?id=136052 .

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

en cierta medida en la sociedad chilena que hace veinte años atrás no se cuestionaba, ni siquiera, la existencia

de los pueblos originarios, debido al silenciamiento y el raigambre de la historiografía decimonónica que los ha sepultó en el pasado, transmitiéndose hasta el día de

hoy, los “fueron” y no los “son”. Recordar que:

(…) hasta 1993, la sociedad chilena estaba poco preparada, para aceptar la presencia real mapuche como parte de su identidad nacional. Frases clichés, al estilo de “somos los ingleses de Sudamérica” intentaban y, aún lo hacen para destacar la “limpieza” europea de Chile con relación a sus vecinos173.

En el caso diaguita, recién en el año 2006, se incorpora la “etnia” a la ley 19.253, anteriormente, estaban “olvidados” por la historiografía. Ralco y

Pascua Lama provocaron un proceso de etnogénesis, fortaleciendo las tradiciones ancestrales que han

derribado, el mito en cierta medida, “sobre los ingleses de América” por las demandas que se conocen a nivel internacional más que nacional. Sus denuncias

lograron insertar las problemáticas étnicas al sector público, social y académico desde aristas revisionistas y con perspectivas multidisciplinares.

A partir de la emergencia indígena podemos identificar las realidades de los pueblos indígenas

latinoamericanos, sus discursos, disparidades, inclusiones y exclusiones ligadas a la descolonización o los cambios políticos existentes, que dibujan nuevas

formas de entender, comprender a los pueblos indígenas desde una alteridad enraizada en la

globalización y los procesos etnogenésiscos donde no se pueden desconocer asimilaciones y reconstrucciones de nuevos movimientos y discusiones, y si, realmente esta

emergencia permanecerá constante en el tiempo reestructurándose de acuerdo a las demandas de las comunidades, no solo en el espacio geográfico de

origen, sino en la urbanidad y nuevos espacios como hoy lo hacen la mayoría de los pueblos originarios de

Chile.

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Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

Rescate de la historia marxista clásica como crítica a la concepción liberal de la historiografía en Chile.

Francisco Díaz González

Resumen Esta ponencia tiene por objeto problematizar la opinión

consensuada en el seno de la historiografía chilena –desde 1980– sobre el aporte que tuvo la ‘historia marxista clásica’ y que puede tener para la producción

historiográfica actual. Para lo anterior, se contrastará las conclusiones presentes en las actas del “Seminario

sobre el estado actual de la Historia de Chile” (1985-86), especialmente las que sostuviera Gabriel Salazar, con la producción de la historiografía marxista clásica –

especialmente la de Hernán Ramírez Necochea y Julio César Jobet– en relación a ciertos elementos de su

matriz conceptual, y en particular a su concepto de movimiento popular, con el fin de identificar y rescatar el modo en que comprendieron lo político y lo social, para distanciarse de una matriz de pensamiento liberal, y configurar una de tipo popular 174. Palabras claves: movimiento popular, lo político, lo

social.

Pareciera existir un consenso en afirmar que la

historiografía marxista clásica se caracterizó por operar bajo una lógica determinista o mecanicista. Se ha dicho entonces que esta corriente tendió a considerar el

aspecto superestructural como mero epifenómeno de la base económica, o bien, tendió a sostener que la

evolución de la conciencia política podía ser explicada en relación a la sola consideración de la evolución de lo económico-social.

A mediados de la década del 80, se celebró el “Seminario sobre el estado actual de la Historia de

Chile”, que fue una instancia de reflexión

Licenciado en Historia, Universidad de Chile. E-mail: franciscodí[email protected] 174 Ponencia preparada en base a la tesis de pregrado del autor. Véase, Díaz G. Francisco, El concepto de movimiento popular. Revisión de la historiografía chilena (1950-2013) y una proposición conceptual. Tesis de pregrado, Universidad de Chile, 2013.

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historiográfica en el que se problematizó el legado de la historia marxista clásica175. En esta ocasión, Gabriel

Salazar sostuvo que el grado de influencia que pudo haber tenido la historiografía marxista en el movimiento popular no habría sido relevante. Su

impacto habría sido “escaso” dado que “no innovó respecto a lo planteado por los dirigentes de los partidos de la Izquierda Parlamentaria”176. Aunque

“crítica”, “nacional” y base de la posterior llamada “educación popular”177, el “tinte ideológico [que] tiñeron

de modo notorio muchas de sus páginas”, produjo que la militancia política de los 60 le diera mayor

aceptación a los “ensayos históricos” de “los cientistas sociales de filiación cepaliana (Aníbal Pinto, Jorge Ahumada, Osvaldo Sunkel, Enzo Faletto, entre otros)”

que a los aportes de esta historiografía. La virtud de aquellos, a juicio de Salazar, radicó en que “sus bases metodológicas y teóricas parecían más formales,

consistentes y reflejaban mejor, tanto la coyuntura del presente, como la disposición política de las nuevas

generaciones”178. En cambio, la producción historiografía marxista clásica, que habría estado ceñida “a los postulados del marxismo

internacional”179, a su juicio, se caracterizó por la “insuficiencia general de [su] base empírica de apoyo” y

“una débil asimilación del método dialéctico y de la propuesta teórica más fina del marxismo”, dominando, por tanto, “el economicismo simple y la lucha de clases

en su forma más cruda”180. En su estudio de los periodos entre 1810 y 1891 (lucha de clases en ciernes)

y entre 1870 y 1960 (fase imperialista), se descuidó otros aspectos como los del “Estado, del proceso de industrialización, del movimiento campesino, mapuche,

de la mujer, de los grupos medios, entre otros”181. Esta 175 Esta instancia refiere al “Seminario sobre el estado actual de la

historia de Chile” realizado en Santiago en 1985, cuyas actas de sesiones se compendian en SALAZAR, Gabriel, La historia desde abajo y desde adentro, Santiago, Departamento de Teoría de las

Artes Universidad de Chile, Santiago, 2003. 176 Ibíd., p. 52. 177 Ídem. 178 Ibíd., pp. 51-52 179 Ibíd., p. 50 180 Ibíd., p. 51 181 Ídem.

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historiografía –argumentó el autor– tenía y tiene remotas posibilidades de ser restaurada y restablecida.

Para entonces la idea dominante era que tenían mayor relevancia metodológica “las prácticas dialécticas de investigación a fondo de los procesos reales” por sobre

“las formas puramente teóricas y dogmáticas del marxismo”182.

Esta lectura de la historia marxista clásica se

convirtió en la opinión de consenso de la historiografía nacional desde la década de los 80. El rescate, por

tanto, que pudo hacerse de la HMC, como antecedente de la llamada NHS, fue nulo. Se trataba de romper con esta corriente, pero negándola, evitando caer en su

matriz categorial alimentada por la tradición marxista, buscando nuevas formas de configurar una matriz categorial que permitiera estudiar, por ejemplo, la

cuestión del movimiento popular. Sin embargo, la historiografía marxista clásica pese “a su disparidad

generacional y gran cantidad de tensiones y disputas internas”, logró –sostiene Pablo Artaza– “articular un

denominador común en torno al protagonismo histórico de un actor social hasta entonces ampliamente excluido de la historiografía: los trabajadores, y la

construcción –a partir de este mismo actor– de un proyecto político nacional: la construcción del socialismo”183. Este proyecto político nacional en clave

socialista, llevado a cabo a través del movimiento popular, fue la expresión de aquel elemento base que el

marxismo ofrecía y que decía relación con una voluntad transformadora para la cual se necesitó una teoría y

una praxis que esta historiografía buscó dar en el ámbito de sus posibilidades. Su fundamento radicó en la perspectiva marxista de concebir la relación

inescapable entre lo político y lo social, y oponerse así a la lectura liberal que buscó aislar estos términos y, por

sobre todo, neutralizar lo político. La lectura de la tradición liberal de pensamiento,

asume que lo político, que no se distingue de la política, está representado en el Estado, configurado por la ideología, y expresado a través de los partidos políticos.

Mientras que lo social, está representado en la Sociedad

182 Ibíd., p. 52 183 Artaza, 2013, op.cit., p.1.

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en abstracto, configurado por la cultura, y se expresa a través de organizaciones y movimientos sociales. Es

decir, ambas instancias se aíslan y se establece como improcedente el hecho, por ejemplo, de que la organización “desde” la sociedad pueda estar marcada

por la ideología, y por tanto, sea asumida como una expresión política. Se asume, en consecuencia, que lo político sólo se desenvuelve en el espacio estatal-

institucional, y que son los partidos políticos los únicos actores susceptibles de ideologización. Fuera del

espacio estatal, ya no hay ideología, sino cultura; no hay acción política, sino acción “social”184.

La producción historiográfica de la HMC se basó

en buscar una alternativa a esta matriz categorial de la tradición liberal. Para ello, historiadores como Julio César Jobet y Hernán Ramírez Necochea, se nutrieron

de la tradición marxista, y buscaron disputar la interpretación historiográfica liberal que aislaba lo

político de lo social. Su pretensión, por el contrario, consistió en establecer esta relación como fundamental. Por eso, en general, compartieron la idea de que lo social correspondía al grado de desigualdad en las relaciones sociales entre los sujetos en cuanto a la

producción de valor. En Chile, como en sociedades predominantemente capitalistas, este grado de

desigualdad era radical, de modo que lo que existía eran relaciones de explotación y de dominación, sobre lo cual se constituían, entonces, dos clases en

contradicción, una dominante y otra dominada. Respecto a lo político, ambos compartieron la idea de

que esta categoría correspondía al grado de asociación y disociación entre los sujetos en torno a la producción de poder. De modo que cuando el grado de asociación

de las clases dominadas era mínimo, entonces su acción se encontraba fragmentada, y se constituían, por tanto, variados movimientos sociales no

necesariamente articulados entre sí. Por el contrario, cuando el grado de asociación era alto, entonces se

constituía un movimiento popular que ofrecía un proyecto alternativo de sociedad, y que buscaba

184 Sobre esta formulación de la concepción de la tradición liberal

de lo político y lo social, véase, Díaz González, Francisco, op. cit., 2013.

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disolver la contradicción de clases existente en sociedades capitalistas.

Sin embargo, entre estos autores existió una tensión al interior de esta matriz categorial compartida. Esta tensión se dio entre Julio César Jobet y Hernán

Ramírez Necochea dado que este último en el desempeño de su producción historiográfica opero bajo la lógica, en el decir de Julio Pinto, de un “mecanicismo

exacerbado”. Es decir, oponiéndose a la concepción de la tradición liberal que aislaba lo político de lo social,

terminó por subordinar lo político a lo social al buscar relacionarlos. Así, en el prefacio a la segunda edición de su Antecedentes económicos de la independencia de Chile, expresó que no era su propósito “reducir la génesis de la Independencia a términos o categorías

puramente económicos ni, mucho menos, hacerla depender del anhelo de los criollos por obtener libertad de comercio”. Su perspectiva, sostenía HRN, no se

identificaba con la del “elemental economismo histórico, expresión pobre y deformada o esquema

caricaturesco e insuficiente de esa rica corriente interpretativa del acontecer humano que es el materialismo histórico”185. Su tesis consistió en que la

crisis colonial de 1810 se produjo por “la existencia de fuertes e insuperables contradicciones de la estructura

e intereses económicos de Chile con la estructura y los intereses económicos de la metrópoli y el imperio español en su conjunto”. La conservación de la

sociedad colonial para fines del siglo XVIII comenzó a limitar el desarrollo y la potencialidad económica de Chile, de modo que “independiente del pensamiento o

de la voluntad de la gente, estaban dadas ciertas condiciones objetivas fundamentales que favorecían la

emancipación que trabajaban en sentido disolvente de los vínculos de subordinación en que la sociedad chilena se hallaba respecto de la madre patria y que

daban a la independencia el rango de una imperativa e insoslayable necesidad histórica”186. La independencia sería, por tanto, “la culminación necesaria y natural del

crecimiento experimentado por Chile a lo largo de un

185 Ramírez N., Hernán, Antecedentes económicos de la independencia de Chile, Santiago, Ed. Universitaria, 1967, p. 11. 186 Ibíd., p.12.

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cuarto de milenio de coloniaje”187. Del mismo modo, en otro texto, en la introducción de su Historia del movimiento obrero en Chile de 1956, este autor estableció que el proletariado era, hacia mediados del siglo XX, “una clase en ascenso que crece y se fortalece

en la misma medida en que la parte más progresiva de la economía crece y se fortalece”, por esto era en Chile

y en el mundo “la clase a la que pertenece el porvenir”188.

Pero, por otro lado, Julio César Jobet desarrolló

una distancia no sólo hacia la concepción política liberal, sino también ahora hacia la concepción política

estatista de impronta soviética. Por lo cual gran parte de su obra la dedicó a asumir una posición crítica

hacia el Partido Comunista de Chile, y hacia lo que de comunista pudiese haber habido en el Partido Socialista. Consideró que aquel partido vivía “desligado

de nuestra realidad objetiva, sirviendo fielmente las orientaciones de la III Internacional”. Debido a lo cual se caracterizaba por su insistencia en “trasladar

conceptos, juicios y fórmulas hechas para realidades y mentalidades distintas”. Así, en función de su “más

absoluta subordinación a los dictados del gobierno soviético, […] sacrifica todos los intereses de las masas trabajadoras”189. En cambio, sostenía Jobet, el

“socialismo democrático y revolucionario” –el que asumía debía practicar el Partido Socialista– adhería a un marxismo que evitaba caer en los dos peligros del

movimiento revolucionario: “el sectarismo esterilizador y el oportunismo corruptor”. De modo que era

necesario: …estudiarlo a fondo, sin actitudes preconcebidas de adoración fanática o de aceptación estática, y, al mismo tiempo, reconoce[r] la urgencia de enriquecerlo y ensancharlo, infundiéndole constante vida acogiendo en su seño todas la nuevas realidades y avances y así impedir que se transforme en un credo momificado y dogmático; utilizarlo para escudriñar la existencia diaria, nacional e internacional, examinando y

187 Ibíd., p.15. 188 Ramírez N., Hernán, Historia del movimiento obrero en Chile. Antecedentes, Siglo XIX, Concepción, Ed. LAR, 1986, p. 13. 189 Jobet, 1951, op.cit., p. 170.

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clasificando los nuevos hechos y confrontando la teoría con ellos.190

Lo que esta cita permite reconocer es que, al

menos en su caso, existió una actitud bastante menos dogmática y menos “ceñida al marxismo internacional” de lo que se le ha criticado a la historiografía marxista

clásica en general. Así, en esta misma línea, JCJ afirmó que “por su carácter científico” el marxismo era “un

pensamiento unificador y sintético, […] que presentándose como un conocimiento racional del mundo […] sin cesar, se profundiza y se supera”. Su

valor esencial era el de “expresar las contradicciones y los problemas de la sociedad contemporánea y en dar

las soluciones racionales a esos grandes problemas”191. La vertiente teórica y doctrinal del Partido Socialista era el marxismo “aceptado como un método de orientación

social, de conocimiento real y de acción revolucionaria”, por lo cual “rechaza su interpretación reformista por negarle su sentido revolucionario y creador; y rebate su

interpretación autoritaria y dictatorial, por desnaturalizar su contenido libertario y

democrático”192. Por esta razón –argumentó– no era posible negar que desde 1917 “el movimiento popular se encuentra escindido en dos campos: el socialista y el

comunista”, pues existían serias divergencias teóricas y políticas con “el movimiento político comunista, dueño

del poder en la URSS y en varios otros países de Europa y Asia”193, lo cual se ha constituido en un “sistema de despotismo burocrático, expresión y

superestructura de las relaciones sociales propias del capitalismo de Estado”194. Según una auténtica «política marxista» la revolución socialista era aquella

que: …evita que la primera propiedad socialista, en forma estatal, se transforme en propiedad exclusivamente

190 Jobet, Julio C., Los fundamentos del marxismo, Santiago, Ed.

Prensa Latinoamericana, 1971, p. 17. 191 Ibíd., p. 20. 192 Jobet, Julio C., El socialismo chileno a través de sus congresos,

Santiago, Ed. Prensa Latinoamericana, 1965, p. 6. 193 Jobet, 1971, op.cit., pp. 28-29. 194 Ibíd., p. 145-146.

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estatal, porque desde ese instante el Estado se convierte en potencia autónoma por encima de la nueva sociedad. Y provocado tal hecho desaparecen la democracia y la libertad proletarias. La revolución será socialista, entonces, en la medida en que haga efectiva la socialización de los medios de producción y su administración por los trabajadores mismos, a través de los sindicatos, consejos obreros, comités populares, y descentralice las funciones administrativas por medio de organismos de base, como son las comunas, los

comités de ciudadanos, los municipios.195

Julio César Jobet, dado el entrampamiento entre la política liberal y la política comunista, creyó

necesario establecer una política marxista que superara a las dos anteriores, cuestión que, según su postura militante, era naturalmente su partido quien mejor

podía materializar. Este partido, el PS, había nacido “como un partido profundamente chileno, enraizado en

su rica tradición popular revolucionaria, y como culminación de un largo proceso de luchas ardorosas de las clases laboriosas por forjar un instrumento de

sus intereses y de sus necesidades”196. Por su carácter “chileno”, consideró la interpretación leninista

“superada ya por el dinamismo de la sociedad contemporánea”, por lo cual la ideología del Partido Socialista no era “marxista-leninista” sino “marxista a

secas”, pues enfatizaba “el ineludible proceso de rectificación y de enriquecimiento de su conjunto doctrinal”197. Independiente de cómo años después se

desenvolviera la historia de este partido en relación al PC, esta posición se enfrentó directa e indirectamente a

la posición de Hernán Ramírez Necochea, en tanto historiador y militante del Partido Comunista. La prevención ideológica de Jobet de evitar deformaciones

dogmáticas (como el internacionalismo) en el área de la práctica política implicó también una prevención

teórica cuyo propósito sirvió igualmente a evitar

195 Ibíd., p. 145. 196 Jobet, Julio C., “Notas sobre las concepciones marxistas del Partido Socialista”, Revista Arauco, N° 68, Santiago, septiembre de

1965, p. 53. 197 Ibíd., p. 46.

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limitaciones dogmáticas (como el mecanicismo) en el ámbito del quehacer historiográfico.

En definitiva, es especialmente en la producción de Hernán Ramírez Necochea, así como en la de Marcelo Segall, donde se suelen alojar la mayoría de las

críticas que la historiografía posgolpe ha dirigido hacia la historiografía marxista clásica. En este autor existió efectivamente una producción intelectual marcada por

una tendencia hacia el obrerismo exacerbado, hacia un mecanicismo categorial, y hacia un vanguardismo

depositado en el Partido Comunista como conductor de la política obrera. Esto permite dejar en evidencia la existencia de enfrentamientos y tensiones al interior de

la tradición, lo cual da pie para poder evitar oscurecer con críticas generales, con las que se tiene amplio acuerdo, ciertos elementos que pueden ser rescatados

en los autores y que, pudiendo constituir la base para una renovación historiográfica, sirvan para superar las

limitaciones y deformaciones teóricas e ideológicas de esta tradición pero sin negarla mediante una crítica ahistórica. Se trata, por tanto, de cuestionar y disputar

el contenido de aquello ‘clásico’ que tiene esta corriente historiográfica. Creemos que lo ‘clásico’ no se reduce a

las deformaciones mecanicistas por cierto presentes en esta corriente. Incluye también esos elementos rescatados acá del marxismo presente por ejemplo en

Jobet y en Barría, que creemos son actualizables e integrables en los análisis sobre lo político y lo social disponibles hoy en la historiografía chilena.

Según lo planteado acá, la HMC, en contra de la opinión consensuada desde los 80, se trató de una

historiografía que buscó representar, en la medida de sus posibilidades, la realidad histórica del contexto nacional, para lo cual el análisis de clase marxista fue

fundamental (y a veces único), con el objetivo final de poder ‘dar forma’ a esa realidad. Esta imagen más que

una figura retórica, representa la magnitud política que para esta concepción tenía el hecho de comprender la realidad mediante una perspectiva marxista. La

manera de darle uso a ciertos conceptos siempre nos enfrenta a la posibilidad de que estos remuevan el velo

que oculta la violencia sobre la cual descansan otros conceptos que la omiten. Tales omisiones estaban presentes en la concepción liberal de lo social y lo

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político, que los historiadores marxistas buscaron superar a través de una matriz conceptual alternativa,

la marxista, y que comprendía que la relación dialéctica de lo político y lo social era inescapable. Se evitaba así reducir lo político al espacio estatal, y lo social a una

abstracta “sociedad” no atravesada por la lucha de clases. Para la HMC, en cambio, se comprendió, por un lado, que lo social hacía referencia al grado de desigualdad bajo la forma de dominación estructural, lo cual configuraba la existencia de una relación

conflictiva entre una clase dominada y otra dominante, y, por el otro, lo político refería al grado de asociación

entre las clases populares y de disociación respecto a la clase dominante, todo lo cual se desenvuelve tanto

dentro como fuera del Estado liberal burgués. Pues, precisamente lo que estaba en disputa era la forma histórica –socialista o capitalista, popular o liberal– que

adquiría lo político y lo social en el país.198 Sobre esta base, entre finales de 1940 y comienzos

de 1970 esta historiografía contó, pese a lo afirmado

por Gabriel Salazar, no sólo con “una amplia difusión (académica y social)” sino también con un importante

“protagonismo (estudiantil, social y político)”199. Su trabajo historiográfico desde el marxismo, y pese a todas sus deficiencias generales y diferencias internas,

supuso un aporte en la generación de recursos y elementos de análisis para disputar tanto lo político, lo cual se dio de manera política-partidaria a través del

espacio de militancia de los historiadores, como lo cultural-ideológico, en el espacio académico,

universitario y pedagógico. En estos espacios, se ocuparon eminentemente de la confección de la historia no sólo de las organizaciones y partidos populares, sino

también de la evolución histórica de lo social, constatando los grados de dominación y explotación

durante parte del siglo XIX y comienzos del XX. Este aporte fue el que acompañó y contribuyó a la construcción de aquel movimiento popular que,

naciendo hacia fines de los cincuenta, halló su fin violento el 11 de septiembre de 1973.

198 Sobre esta formulación de la concepción de la tradición

marxista de lo político y lo social, véase, Díaz, 2013, op.cit. 199 Artaza, 2013, op.cit., p.1.

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La temporalidad como mecanismo de poder en la historiografía liberal y conservadora chilena:

Repensando las construcciones historiográficas de nación y ciudadanía en las primeras décadas del

siglo XX en Chile.

Mario Enrique Azara Guerrero200 Resumen

La historiografía chilena de comienzos del siglo XX ha

sido estudiada desde diversas perspectivas que incluyen las categorías de nación, conflictos de clase, pugnas políticas, y otras, sin embargo, no se ha

prestado atención al papel que cumplen las concepciones de tiempo en la construcción de una idea

de nación, y su influencia en la determinación de quiénes son partícipes de ésta y quiénes no.

Postulamos que, si bien no se ha dado importancia a las concepciones temporales presentes en los discursos historiográficos comienzos del XX, estas son gravitantes

porque determinan qué aspectos son relevantes para ser resaltados como parte de la historia nacional y qué sujetos serían los que forman parte de esta historia,

legitimando así un tipo de comunidad determinada, como es la nación.

Tiempo, Historia y Nación

El enfoque de esta investigación está puesto en la relación existente entre la Historia y el tiempo en la

construcción de las “historias nacionales”, específicamente en el caso de la historiografía liberal y conservadora en Chile a comienzos del siglo XX. El

período es relevante porque se dan una serie de debates sobre lo que es la nación cuestionando las

bases que legitimaron el orden establecido por el Estado durante el siglo XIX. De algún modo, los contrates y ambivalencias en torno a lo que es “Chile”,

convirtieron a ese período en un momento que tiene

200 Licenciado en Historia de la Universidad Diego Portales.

Actualmente estudiante del Magister en Estudios

Latinoamericanos de la Universidad de Chile. Correo: [email protected]

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mucho de refundacional y que influirá durante todo el siglo XX y comienzos del XXI.

En primer lugar, es necesario establecer la relación entre los conceptos de tiempo, historiografía y nación. La intrínseca unión de estos conceptos y su

relación con las estructuras de poder, para el caso de América Latina, queda patente con los movimientos de

independencia que se comenzaron a desarrollar a comienzos del siglo XIX, que implicaron procesos de construcción de “Estados-nacionales” sustentados en

ideales homogeneizantes que permitieran crear una “unidad ficticia” entre los distintos colectivos que

conformaban la sociedad. Dado que la historia ha sido comprendida como una realidad innegable, no se ha prestado atención al aspecto temporal implícito en ella,

ni a la influencia de éste en la construcción de las ideas de nación. En esta investigación postulamos que la disciplina histórica, lejos de aludir a una materia que

tiene una única temporalidad incuestionable, se construye en función de los intereses de grupos

particulares que se manifiestan en los acontecimientos y protagonistas que aparecen destacados en la cronología histórica nacional.

En este sentido, las construcciones históricas (fundamentalmente nacionales) ligadas a la

conformación de los Estados nacionales modernos poseen un carácter eminentemente político. Como plantea Mario Rufer:

... una premisa central que ya ha sido planteada por Benedict Anderson y Francois Hartog, entre otros: [es que] las nociones de tiempo que la historia (y particularmente la historia nacional) mantiene como base de sus operaciones discursivas, son nociones políticas (no unidades mecánicas de distribución de la experiencia ni taxonomías físicas mesurables).201

Esto permite considerar los discursos históricos no solo como verdades específicas, sino como

construcciones políticas al servicio de determinados

201 RUFER, Mario, La temporalidad como política, nación, formas de pasado y perspectivas poscoloniales. P. 12-13 [PDF].

<http://www.scielo.org.co/pdf/meso/v14n28/v14n28a02.pdf> [Consulta: 31 mayo 2013]

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intereses y, por lo tanto, interpretaciones parciales, que determinan los marcos de legitimidad de aquellos que

los promueven. Así, incluyendo una única forma de temporalidad considerada “universal”, se legitima la incorporación a la noción de ciudadanía y nacionalidad

solo a aquellos sujetos que se identifican con los eventos históricos destacados, excluyéndose a quienes no lo hacen.

Esta investigación se centrará en tres conceptos específicos, como mencionamos anteriormente, que

direccionarán el análisis: tiempo, historiografía y nación. Si bien son conceptos distintos, para efectos de esta investigación se hace extremadamente difícil

definirlos por separado debido a que tiempo e historiografía se conjugan para la construcción de la nación por lo que los definiremos en conjunto,

relacionándolos entre sí. El tiempo es difícil de definir y en torno a él han

girado muchos debates. En la antigüedad, Aristóteles202 lo definía como un elemento mecánico. San Agustín203, por su parte, establece la idea del tiempo como un

triple presente donde confluyen el pasado de las cosas presentes, el presente de las cosas presentes y el futuro de las cosas presentes, lo que le permite concebirlo como experiencia humana. Más adelante, por nombrar

a algunos de los pensadores que han reflexionado sobre el término, Walter Benjamin204 analiza el tiempo instrumentalizado dentro de la modernidad en función

del progreso, y lo concibe como homogéneo y vacío, homogéneo, debido a que se establece como la única

forma posible de concebirlo excluyendo cualquier diferencia; y vacío, porque puede llenarse con una masa de hechos históricos diversos. En base a esto,

Benjamin señala que esta idea de progreso ha “capturado” la historia, impidiéndole hacer otra cosa

que seguir adicionando datos y ver crecer la masa de hechos que van llenado el pasado. Esta idea queda muy bien representada en la imagen del “Ángel de la

Historia” cuya 202 ARISTÓTELES, Física, España, Gredos, 1998. 203 AGUSTÍN, Santo, Obispo de Hipona, Las confesiones, Madrid,

Alianza, 1996. 204 BENJAMIN, Walter, Conceptos de filosofía de la historia, Buenos

Aires, Terramar, 2007.

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[…] cara está vuelta hacia el pasado. En lo que para nosotros aparece como una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única, que acumula sin cesar ruina sobre ruina y se las arroja a sus pies. El ángel quisiera detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero una tormenta desciende del paraíso y se arremolina en sus alas y es tan fuerte que el ángel no puede plegarlas. Esta tempestad lo arrastra irresistiblemente hacia el futuro,

al cual vuelve las espaldas, mientras el cúmulo de ruinas sube ante él hacia el cielo. Tal tempestad es lo que llamamos progreso205.

Esta idea es retomada por Benedict Anderson, en

su análisis sobre la construcción de las comunidades nacionales, señala que el “[…]‘tiempo homogéneo, vacío’, [es] donde la simultaneidad es, por decirlo así,

transversa, de tiempo cruzado, no marcada por la prefiguración y la realización, sino por la coincidencia temporal, y medida por el reloj y el calendario”206, es

decir una concepción universal del tiempo, prefigurado y fijado sin relación alguna con las prácticas sociales,

que se va llenando de acontecimientos y sucesos “importantes” para las clases que detentan el poder. Son ellos los que plantean su comprensión de la

experiencia humana y, con ello, un marco temporal determinado como el único posible, ligado a la

construcción de los Estados nacionales y a su búsqueda de una legitimidad que los sustente.

En este sentido, la escritura de la historia cobra

vital importancia porque se establece como aquella disciplina que tiene en sus entrañas la capacidad de controlar la construcción del tiempo. Por ejemplo, Marc

Bloch plantea que “éste [el tiempo] es el plasma en el que se bañaban los fenómenos históricos”207; en tanto

que Alfredo Jocelyn-Holt208 señala que la característica principal de la historia es el “control” del tiempo, por lo

205 Ibíd. P. 70. Las negrillas son mías. 206 ANDERSON, Benedict, Comunidades imaginadas, México,

Fondo de Cultura Económica, 1993, P. 46. 207 BLOCH, Marc, Introducción a la Historia, México, Fondo de

Cultura Económica, 2006, P. 31. 208 JOCELYN-HOLT, Alfredo, Historia General de Chile, Santiago,

Sudamericana, 2004.

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menos el control de un sentido de tiempo histórico. De esta forma, la escritura de una “historia nacional”, no

puede pensarse, hoy, como imparcial, sino como la construcción de una o varias realidades históricas que responden a concepciones políticas vinculadas a la

creación de los Estados nacionales, momento en el que, no por casualidad, se pensó la Historia como una

disciplina científica. Desde una perspectiva distinta, Walter Mignolo209

hace un planteamiento interesante sobre las

concepciones temporales en la producción del conocimiento en las ciencias sociales. El autor revela el carácter central que posee el tiempo en la epistemología

occidental moderna, como eje articulador de lo que él llama la diferencia colonial, esta última consiste en la

imposición de una única forma de conocimiento, sustentada en un solo tiempo universal, que anula cualquier otra epistemología no occidental (indígena,

asiática, etc.). La función del tiempo dentro de este discurso permite extender una línea que separa la

naturaleza de la civilización, ubicando a las sociedades “menos avanzadas” (fundamentalmente todas las no occidentales y principalmente las indígenas) más cerca

de la naturaleza que de la civilización, mientras que la sociedad europea se encontraría del lado de la

civilización. Así, la noción de tiempo permite diferenciar sociedades que se desenvuelven en un mismo territorio. Antes, en la época medieval, esta diferenciación se

hacía mediante una separación espacial que colocaba a los “bárbaros” en los límites espaciales de la civilización; ahora los bárbaros se transforman en

“primitivos” que entran en la diferenciación temporal. De esta forma, entenderemos el tiempo como una

construcción social que es capaz de dar cuenta de la experiencia de los sujetos, pero que a su vez puede ser empleado como medio de dominación, es decir como

sustento de formas de poder determinadas, sobretodo, cuando se trata de establecer modelos sociales

209 CONFERÊNCIA INTERNACIONAL: A CONSTRUÇÃO DO TEMPO E OS FUTUROS POSSÍVEIS, Rio de Janeiro, Brasil, 10-12 mayo,

1999. Mignolo, Walter, “Coloniality at Large: Time and the colonial difference”.

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estandarizados que busquen homogeneizar la experiencia. Un ejemplo básico de esto es el calendario.

Por otro lado, la Historia como disciplina supuestamente científica, está íntimamente relacionada con el surgimiento de los Estados nacionales europeos,

ya que fue pensada como un medio de legitimación para las clases dirigentes y de los mismos Estados modernos; así como un mecanismo de

homogeneización para el resto de la sociedad. El mecanismo consistía en construir, a través del relato

histórico, un origen “nacional” común, que muchas veces se situó en un tiempo anterior a la formación del Estado, y que se fundaba en elementos supuestamente

comunes como las lenguas vernáculas, las costumbres o las creencias.

En este sentido, la relación entre historia y poder

es clave en el desarrollo y legitimación de determinadas estructuras, especialmente las de poder, en la

conformación de las sociedades modernas, dentro de los procesos de legitimación realizados en los nacientes Estados nacionales que se conformaron en América.

Así, la idea de una sociedad unificada, con un origen común, fue fundamental.

Desde una perspectiva más contemporánea, la teoría poscolonial de finales del siglo XX, a la cual pertenecen las reflexiones de Mignolo, plantea una

crítica a las ideas tradicionales de la construcción de los Estados nacionales, principalmente en los casos de Asia, África y América del Sur, donde difícilmente se

pueden establecer los modelos de nación homogeneizante, exportados por Europa, sin que ello

conlleve una violencia implícita o explícita de la diversidad cultural de estas regiones. La crítica se dirige, principalmente, a la construcción histórica de la

nación y al carácter de verdad irrefutable que se le tiende a otorgar.

En este sentido, son interesantes, y sugerentes, la ideas planteadas por Michel-Rolph Trouillot en su libro Silencing the past. El autor plantea allí una discusión

entre lo que es considerado historia y lo que no lo es, sobre todo por la intención de generar una verdad a

través de las dinámicas colonialistas llevadas a cabo desde Occidente hacia el resto del mundo. En este sentido, Trouillot señala que “la clasificación de todas

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las [sociedades] no occidentales como fundamentalmente no históricas está ligada a la

presuposición de que la historia requiere un sentido lineal y acumulativo del tiempo que permita al observador aislar el pasado como una entidad

distinta”210. Esto es interesante porque da cuenta del proceso que ocurre en América al momento de crear los Estado nacionales en el siglo XIX, es decir, de la

capacidad de la historia, como disciplina, para establecer una temporalidad única y universal,

pensada en términos lineales, que le permite, finalmente, el control del tiempo. Ello, junto con su capacidad para construir “verdades”, la convierte en el

medio perfecto para legitimar los Estados nacionales, estableciendo una sola versión de lo que era considerado como “historia nacional”. Todo, y todos, los

que no entraban en ese relato quedaban relegados a un no tiempo o a pasados tan remotos que no

constituirían parte de la historia. En otras palabras, y citando nuevamente a Rufer, las historias nacionales perpetuaron una idea central del dominio colonial “la

abstracción de las temporalidades múltiples (y los mundos de la vida divergentes) en la imagen

omnicomprensiva de la nación homogénea independiente”211.

En cuanto al concepto de nación, Anderson lo

describe como una “comunidad política imaginada como inherentemente limitada y soberana”212, distinta a las otras comunidades, como la religiosa o dinásticas.

En sus palabras:

Es imaginada porque aún los miembros de la Nación más pequeña no conocerán jamás a la mayoría de sus compatriotas, no los verán ni oirán siquiera hablar de ellos, pero en la mente de cada uno vive la imagen de su comunión213.

Así, el autor postula que existen una serie de artefactos culturales que son creados, por una clase

210 TROUILLOT, Michael-Rolph, Silencing the past. Boston, Beacon

Press Books, 1995, P. 7. La traducción y las negrillas son mías. 211 RUFER, Mario, op.cit. p. 15. 212 ANDERSON, Benedict, op.cit. p. 23. 213 Ibíd.

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particular, para generar un apego espontaneo de las personas hacia la idea de nación. Estos artefactos de

difusión serían, por ejemplo, publicaciones como novelas y periódicos, los que generan una difusión de los sistemas ideológicos que componen el Estado. Es lo

que el autor denomina como “capitalismo impreso”. En nuestro caso, la historiografía será uno de estos medios de difusión y legitimación de la idea de nación y

expansión del capitalismo impreso, estableciendo una historia nacional que se plantea como única e

irrefutable. De esta forma, como plantea Dipesh

Chakrabarty214, en su análisis para el caso de la India,

los tres conceptos se relacionan directamente. Para el autor, uno de los factores predominantes en la construcción de los relatos históricos es “el deseo de

ser moderno”, que, marcado por el intento de construir una historia nacional bajo los parámetros de la

modernidad europea, es decir de una identidad nacional recreada en el sujeto ciudadano, estaría destinada a fracasar en otras regiones como la India o

América del Sur. Esto debido a que esta historia es incapaz de dar cuenta de otras realidades mientras

tenga como su centro el referente europeo. Volviendo a Rufer,

[…] en la historia-narración, el sujeto ciudadano (que en los países poscoloniales responde generalmente a un sujeto fallido, en transición, racializado, mestizo) reemplazó al dominado colonial bajo un aspecto que la historia hizo propio: la abstracción de las

temporalidades múltiples (y los mundos de la vida divergentes) en la imagen omnicomprensiva de la nación homogénea independiente.215

El problema del tiempo, entendido en clave

nacional, es que sólo permite la creación de una, y solo una, identidad nacional, de modo que toda otra forma

de concebir la temporalidad, es decir la experiencia,

214 CHAKRABARTY, Dipesh, “La poscolonialidad y el artilugio de la

historia: ¿Quién habla en nombre de los pasados “indios”?”, En: DUBE, Saurabh, comp. Pasados Poscoloniales. México, Colegio de

México, 1999. 215 RUFER, Mario, op.cit. p. 15.

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queda relegada en el discurso histórico, al pasado. En este sentido, encontramos el análisis que hace Rufer de

los postulados de Johannes Fabian en Time and the other cuando este último plantea que “al espacializar el tiempo, la diferencia cultural del Otro es concebida

como distancia”216. Una distancia que permite aislar en el pasado, aquellas otras formas de concebir el tiempo,

lo que se aprecia, por ejemplo, en la división de campo que se hace entre antropología e historia, donde las

comunidades indígenas, comúnmente, son relegadas a la primera y excluidas de la segunda.

Es en función de todo lo anterior que postulamos

que las concepciones universales de “tiempo homogéneo vacío”, que comprende tanto la linealidad

propia de los ideales liberales, así como una forma cíclica de un eterno retorno a un pasado, representada en los conservadores, determinan distintas ideas de

nación y, por lo tanto, de ciudadanía de los sujetos que la conforman. Este proceso no sólo incluye a los sujetos considerados “nacionales” sino que excluye, a través de

una violencia implícita, realidades y formas de identidad distintas a las predominantes en esos

discursos. En esta investigación analizaremos, principalmente, el elemento temporal presente en los discursos historiográficos erigidos por las principales

corrientes historiográficas de la época: la liberal y la conservadora.

Entre el optimismo desenfrenado y el pesimismo obsecuente

Las primeras décadas del siglo XX chileno puede

pensarse como una serie de contradicciones y

ambivalencias, producto de los contrastes existentes entre las promesas de modernidad, es decir, la idea de

un futuro brillante para Chile asegurado, en ese momento, en la bonanza económica del salitre; y la otra realidad palpable en los demás ámbitos de la vida

nacional, con el surgimiento de nuevos actores y modelos de país, consecuencia de los mismos procesos

de modernización dentro de los cuales no estaban incluidos, y que por lo tanto constituyen la contraparte

216 Ibíd. p. 17.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

de ese optimismo “modernizante”. En este sentido, la tensión existente entre estas dos realidades va a

producir un escenario en el que van a resaltar distintos actores que venían cobrando relevancia desde el siglo anterior, quienes darán cuenta de un profundo

sentimiento de inconformidad y desilusión en todos los niveles de la vida nacional, que contrasta con el optimismo que mostraba la oligarquía en cuanto al

progreso modernizante de la nación. Así, podemos pensar que la tensión entre estas

dos caras de la modernidad, es decir entre ambas realidades, generó un ambiente de crisis, debido a que

se comenzarán a cuestionar las bases en las que se legitimaba no tan solo el gobierno sino la sociedad en general, del que darán cuenta los numerosos discursos

y debates que se gestaron en la esfera pública durante este período. De esta forma, los distintos ámbitos de la vida nacional, como la economía, la política, la

vivienda, la educación, e incluso la historia, entre otros; se erigirán como campos de batalla entre las diferentes

corrientes que encarnarán las disímiles visiones sobre la modernización del país y sus consecuencias, así como las ideas de nación y la inclusión o exclusión de

determinados sujetos. Es interesante, y sugerente, considerar la

categoría de tiempo como el eje central que subyace a estos debates, junto con otras como clase, raza, etc., porque va a ser la concepción temporal la que delimite

los marcos de lo que es considerado dentro de la historia nacional y aquello que no. De esta forma, la

Historia se articula como la base que va a sostener y/o criticar, determinados modelos de Estado y de sociedad. En este sentido, podemos pensar que en este

comienzo de siglo asistimos a un choque de estructuras temporales que pugnan por establecer un modelo

determinado de sociedad, y por lo tanto de nación. El motivo por el que podemos pensar que el tiempo se

erige como una categoría que no puede ser obviada, es que la construcción de la nación, dentro del pensamiento moderno, en función de una idea de

tiempo homogéneo-vacío217, implica una, y solo una, determinada forma de comprender la sociedad, que

217 ANDERSON, Benedict, op.cit.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

excluye cualquier otro tipo de experiencia temporal, relegándola del ámbito de la historia, aspecto que, en el

caso de Chile, se evidencia en la composición de las historias nacionales propuestas por las corrientes liberal y conservadora como evidenciaremos más

adelante. Durante el siglo XX, se produce la incorporación

de nuevos actores a la esfera pública nacional (clase

media, proletarios, “campesinos”, entre otros) que cuestionan los modelos aristocráticos de pensar la

nación y se posicionan de forma crítica frente a los procesos de modernización, cuestionando su verdadero alcance dentro de la mayor parte de la sociedad. No es

que se opongan a los procesos de modernización, sino que objetan su verdadero alcance hacia los grupos marginales de la población.

El contexto específico en el que surgen estos nuevos actores, está marcado por el desarrollo de

medidas concretas de modernización que se venían aplicando desde la segunda mitad del siglo XIX, especialmente después de la Guerra del Pacífico y la

explotación del mercado del salitre en 1883, que le otorgó al Estado los recursos necesarios para hacerse

presente a lo largo y ancho del territorio nacional218. Dentro de estas medidas destaca, como uno de sus pilares fundamentales, la inversión en la

infraestructura ferroviaria y en las redes de comunicación, por ejemplo “se expandió la red de telegrafía, se instalaron las primeras líneas telefónicas,

se construyeron caminos, puentes, obras marítimas y portuarias y los ferrocarriles estatales, que hacia 1890

cubrían poco más de 1.000 kilómetros, abarcaban 5.000 en 1913”219. Económicamente, el país experimentó una industrialización, promovida por la

218 CORREA, Sofía; JOCELYN-HOLT, Alfredo; FIGUEROA, Consuelo; ROLLE, Claudio y VICUÑA, Manuel. Historia del Siglo XX chileno, Santiago, Editorial Sudamericana Chilena, 2001. Estos

historiadores han planteado que, a pesar de que la explotación del salitre quedó en manos de empresas privadas extranjeras, el

impuesto que cobraba el Estado hacía que las ganancias se

repartieran en partes iguales entre las utilidades de las empresas,

el costo de extracción y el porcentaje que le correspondía al

Estado. 219 Ibíd. P. 24.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

presencia extranjera y debida, sobre todo, a la explotación del salitre220 que inundó también la

producción en el campo a través de la incorporación de nuevas tecnologías y maquinarias, que desde 1883 fueron estimuladas por la Sociedad de Fomento Fabril

(SOFOFA), lo que se tradujo en un aumento exponencial de la cantidad de industrias en el país. Por otra parte, esta presencia industrial en el campo

propiciará procesos de migración interna que llevaran flujos poblacionales a las ciudades, elemento que

propiciará el surgimiento de nuevos actores dentro de la esfera pública urbana, como los obreros, que tendrán un rol fundamental en el ámbito público de

comienzos del siglo XX221. Por otro lado, la contraparte del progreso material

de la modernización se siente con fuerza en los sectores

“bajos” de la sociedad, que viven en condiciones paupérrimas en casas como conventillos o habitaciones

que no reunían las características necesarias para el desarrollo de una vida digna y saludable222. Lo que se agrava con los procesos migratorios internos (campo-

ciudad), que venían produciéndose desde las últimas dos décadas del siglo XIX debido, como mencionamos,

a la implementación de maquinaria en el campo y la creación de nuevos puestos de trabajo en la ciudad. Entre 1875 y 1907 la población rural se redujo de un

73 por ciento a un 57 por ciento a favor del aumento de

220 Ver: ORTEGA, Luís, Chile en ruta al capitalismo: cambio, euforia y depresión 1850-1880, Santiago Chile, LOM Centro de

Investigaciones Barros Arana, 2005. BLAKEMORE, Harold; ORTEGA, Luis (ed.), Dos estudios sobre el salitre y política en Chile: (1870-1895), Santiago, Universidad de

Santiago de Chile. Departamento de Historia, 1991. 221 CORREA, JOCELYN-HOLT, FIGUEROA, ROLLE, y VICUÑA,

op.cit. 222 Ver: SAGREDO BAEZA, Rafael, Historia de la vida privada en Chile, Santiago, Taurus, 2007-2008.

RAMÓN DE, Armando; GROSS, Patricio (comps.), Santiago de Chile: Características histórico ambientales, 1891-1924, Londres,

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Santiago, Ediciones SUR, 1988.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

la población urbana223, sobre todo en Santiago que en 1895 contaba con “256.403 habitantes, y en 1907, con

332.724”224, elemento que la terminó por consolidar como la ciudad más importante del país. Sin embargo, las ciudades no estaban preparadas para recibir estos

flujos migratorios, lo que se tradujo en el hacinamiento y la propagación de enfermedades, debido a las pésimas condiciones higiénicas. Un documento titulado

La mortalidad de los niños en Chile, publicado por La Sociedad Protectora de la Infancia, señala que, para el

segundo lustro de la década de 1880, la mortalidad infantil ascendía al 30,3% y que “de cada 1,000 defunciones que se anotan cada año mas del 50%, hai

quienes la hacen subir a 60%, está representado por los niños, en tanto que en Europa apenas representan

el 46%”225. La modernización también tendrá como

consecuencia, producto de la industrialización del

norte salitrero del país desde finales del siglo XIX, la conformación de una clase proletaria que adquirirá

cada vez más protagonismo en la esfera pública. Desde 1890, que se realizó la primera huelga grande del país, la situación social de las clases marginales se fue

deteriorando progresivamente sin que el Estado tomara medidas para mejorarla. Es en este punto que los sectores proletarios adquirieron protagonismo en la

esfera pública, organizando y liderando una serie de huelgas y protestas que apuntaban a la mejora de sus

condiciones de trabajo, vivienda, alimentación, salud, etc. De esta forma, el siglo XX comienza con una serie de huelgas, la primera de las más grandes, se produjo

en Valparaíso (1903), a partir de una huelga portuaria que duró varias semanas, a la que siguieron la de Santiago en 1905, producida por los altos precios de la

carne; la de Antofagasta en 1906; para llegar a un

223 MORRIS, James, “La cuestión social”, En: GODOY URZÚA, Hernán, Estructura social de chile, Santiago, Los Andes, 2000, P.

238. 224 CORREA, JOCELYN-HOLT, FIGUEROA, ROLLE, y VICUÑA,

op.cit.. p. 27. 225 SIERRA, L. y MOORE, Eduardo, La mortalidad de los niños en Chile, Valparaíso, Imprenta y Litografía Central, 1895, P. 7.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

punto álgido en 1907 con la matanza de Santa María de Iquique226.

Estas voces disidentes van a representar estructuras sociales que no calzan del todo dentro de las ideas del tiempo homogéneo-vacío y que reclaman

por ser incluidas en un modelo de nación heterogéneo que reconozca sus méritos en la construcción y el

desarrollo del país, así como también dentro de la Historia nacional. En cierta forma, la historia escrita por estos sectores, a través de personajes como

Recabarren227 por ejemplo, hace “saltar el continuum de la historia”228, resquebrajando esta unidad temporal ficticia que sostiene la idea del tiempo como homogéneo

y vacío, algo así como buscando que el “ángel de la historia” logre reaccionar frente al huracán del

progreso, característica que Bejamin señala como “propia de las clases revolucionarias en el instante de

su acción”229 En síntesis, el resultado de un proceso de

modernización excluyente, y por lo tanto desigual, que

genera las condiciones para el surgimiento de nuevas clases sociales que se van a encontrar frente a frente en la esfera pública, va a tensionar el ambiente nacional,

produciendo una sensación de crisis y, por lo tanto, la elaboración de nuevas formas de pensar la nación y la

historia nacional. En este sentido, es interesante que muchos de estos discursos no se quedaron sólo en propuestas que apuntaban a la mejora de problemas

específicos, sino que se formularon en términos de propuestas globales que suponían un cambio

trascendental en las ideas sobre las que se había erigido hasta entonces el país, cuestionando sobre todo categorías como la de nación y ciudadanía. Finalmente,

esta época pone de manifiesto una crisis sobre “¿qué es la nación?”, pero sobre todo ¿quiénes forman parte de

226 MORRIS, James, op.cit. P. 242-243. 227 Aquí aludimos al famoso discurso de Recabarren para el centenario: Conferencia dictada en Rengo, la noche del 3 de septiembre de 1910, con ocasión del Primer Centenario de la Independencia. Disponible en:

http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0003647.pdf. 228 BENJAMIN, Walter, Conceptos de filosofía de la historia, Buenos

Aires, Terramar, 2007, P. 73. 229 Ibíd.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

ella? Estas, entre otras, son preguntas fundamentales que se realizan en la época y que nosotros no podemos

obviar al momento de estudiar este comienzo de siglo que va a tener mucho de “fundacional” para el devenir del país.

Así, la Historia se establecerá como el campo en que se enfrentarán las distintas posturas. En este sentido, ya hemos mencionado el papel que cumple la

historia en la construcción de los Estados nacionales modernos, a través de la elaboración de un discurso

homogeneizante que sienta las bases de la nación en una serie de características específicas, muchas veces excluyentes. En el caso de Chile, la historia actuará,

como menciona Julio Pinto, como el “espejo”, es decir el reflejo, de las “batallas”, tanto sociales como políticas,

que se entablan sobre el tipo de país que se quiere y las demandas del pueblo por ser escuchados dentro de esta lucha230. En este sentido, podemos pensar en la

elaboración historiográfica como un instrumento para la legitimación de ideas temporales que sustentan, a su

vez, modelos de nación y de ciudadanía, situando en el pasado aquellos elementos que caracterizan aquello que es considerado aceptable en el presente.

La temporalidad como eje de la historia nacional. La construcción de la nación y la sociedad en la

historiografía liberal y conservadora

Durante el siglo XX, producto del ambiente de crisis y el surgimiento de nuevos actores sociales, en Chile se desarrolló un debate historiográfico en torno a

la forma de concebir la “historia nacional” y los valores que ésta debía comprender. En esta investigación se plantea que las concepciones de un tiempo homogéneo vacío (considerado universal), que comprende tanto una forma lineal y progresiva de entender el tiempo

encarnada por los ideales liberales, como una forma más cíclica de un eterno retorno a un pasado

específico, es decir hacia una tradición determinada que legitima el presente, como una nación atávica de

230PINTO, Julio, Cien años de propuestas y combates: la historiografía chilena del siglo XX, México, Universidad Autónoma

Metropolitana, 2006.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

existencia inmutable, determinan distintas ideas de nación que han pugnado en Chile, estableciendo

distintas concepciones de ciudadanía. Ambos procesos no sólo incluyen a los nacionales sino que excluyen, a través de una violencia implícita, realidades y formas

de identidad distintas a las predominantes en esos discursos. En este apartado nos enfocaremos principalmente al elemento temporal presente en los

discursos historiográficos erigidos por las principales corrientes historiográficas de la época: la liberal y la

conservadora, con las exclusiones que ellas conllevan. Para dar cuenta esto analizaremos dos casos. El

primero, consiste en la idea de establecer una forma de

comprender el desarrollo cronológico de la historia nacional en La Fronda Aristocrática en Chile, original de

1927, obra de Alberto Edwards y en Las Ideas Políticas en Chile, original de 1946, de Ricardo Donoso que él

mismo planteó como una respuesta al trabajo de Edwards. Nos centraremos, específicamente, en las formas de interpretar la independencia, y la posterior

intervención de Diego Portales en la “historia nacional”. Ambos autores coinciden en que la sociedad de

ese momento era netamente aristocrática, debido a que

estos sujetos eran los que tenían el poder, mientras que el pueblo no se preocupaba del acontecer político y el

componente indígena era prácticamente inexistente. Sin embargo, a partir de este punto encontramos diferencias en las interpretaciones. Ya que si bien los

dos se fundan en una idea del tiempo como homogéneo y vacío, los parámetros que homogeneizan la

experiencia temporal que delimite los marcos de la nación son distintos.

Para Edwards, referente del pensamiento

conservador, la Independencia es vista como un evento fortuito y accidental231, por lo que, para él, si Napoleón

no hubiera invadido la península Ibérica y apresado al Rey, nunca se habría producido este evento, ya que la sociedad chilena estaba formada en la tradición y en

los lazos de obediencia hacia el monarca. Por lo tanto, la Independencia no sería sino un acontecimiento más

dentro de la “masa de hechos” que compone el

231 EDWARDS, Alberto, La fronda aristocrática en Chile, Santiago,

Editorial universitaria, 2012, p. 46.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

continuum de la historia nacional, cuyas raíces se encuentran en la Colonia, desconociendo todo

trasfondo doctrinario o ideológico. Así Edwards apela a la idea de un Alma Nacional que se quiebra con la independencia pero que se recompuso con la figura de

Diego Portales y la “restauración” que habría llevado a cabo en 1830, invisivilizando, por cierto, los 20 años de

gobierno liberal. Menciona que la obra de Portales fue:

La restauración de un hecho y un sentimiento, que habían servido de base al orden público, durante la paz octaviana de los tres siglos de la colonia; el hecho, era la existencia de un poder fuerte y duradero, superior al prestigio de un caudillo o la fuerza de una facción; el sentimiento, era el respeto tradicional por la autoridad en abstracto, por el poder legítimamente establecido con independencia de quienes lo ejercían232.

Por su parte, Donoso233 se refiere a la Independencia como un acontecimiento eminentemente ideológico, reivindicando las acciones de los liberales, o

libres pensadores, y los padres de la patria, en sus esfuerzos por romper el vínculo con el pasado colonial y

permitir el progreso de la nación. Para esto recurre al positivismo propio de la historiografía liberal

decimonónica, mostrando un abundante trabajo de fuentes y citas. Para Donoso la influencia ideológica de la Independencia, manifestada en el tránsito de ideas

entre las aristocracias latinoamericanas que llevó al surgimiento de un sentimiento de solidaridad entre ellas, es central. De esta forma, al contrario de

Edwards, para Donoso éste no fue un hecho fortuito sino una gesta premeditada en favor de los derechos

del hombre que marca un quiebre con el pasado colonial. En este sentido, sería el punto de partida de la historia nacional. Por lo tanto, para Donoso no habría

existido una restauración, como la de Portales, sino que, por el contrario, había que avanzar en la

configuración de una República democrática conformada por ciudadanos libres. En el modelo

232Ibíd. P. 61, Las negrillas son mías. 233 DONOSO, Ricardo, Historia de las Ideas Políticas en Chile,

México, Fondo de Cultura Económico, 1946.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

histórico planteado por Donoso, la Independencia se erige como el origen mítico de la nación que legitima el

establecimiento del Estado y un hito en la búsqueda del progreso.

En este sentido, las acciones de Portales fueron,

para los liberales, un contratiempo en el avance hacia el desarrollo de un sistema político-democrático, que

además señalaría el nivel de atraso en que estaba sumergido Chile. Donoso plantea que esta “restauración portaleana”, más que el éxito de un

partido y una doctrina, es una reacción social que resultaría en la organización definitiva de la República, acorde con el estado de desarrollo de la sociedad y

cultura política234. En otras palabras el pueblo tenía el gobierno que se merecía, a pesar de los esfuerzos

liberales por ampliar sus derechos. Hasta aquí hemos observado algunos ejemplos de

la función cronológica del tiempo para resaltar

determinados acontecimientos con el propósito de fortalecer algunas posturas y debilitar u ocultar otras,

en función de establecer modelos de nación. En este sentido, lo relevante aquí es qué tipo de pasado es necesario recordar en la tradición histórica del país,

para darle sentido al presente y enfrentar el futuro. En ese proceso de mostrar y ocultar, no todos los

sujetos ingresan a la historia nacional. En este punto haremos referencia a algunas obras de Domingo Amunátegui Solar, Historia social de Chile (1932) y

Formación de la nacionalidad chilena (1943); y de Francisco Antonio Encina, Nuestra inferioridad

económica, original de 1912. Ambos autores presentan perspectivas diferentes.

Mientras Amunátegui se centra en el estudio de los

orígenes de la estructura social chilena y su evolución hasta el siglo XX, Encina se enfoca en los motivos de la

crisis de la economía nacional a comienzos del siglo XX, para lo que, sin embargo, se refiere a la constitución de la estructura social del país. Pese a sus diferencias, en

ambos autores encontramos fuertes concepciones raciales que, conjugadas con las categorías temporales,

establecen estratos y estándares de ciudadanía.

234 Ibíd. P. 98.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

Amunátegui, por ejemplo, dedica varias partes de sus libros a la conformación de las clases bajas. El

autor, establece una evolución cronológica de estas clases en función de sus rasgos culturales y aptitudes físicas, desde la colonia hasta su presente. Para él “los

progresos de la colonia fundada por Pedro de Valdivia no se debieron […] a la lucha entre dos razas de equivalente cultura, sino por la conquista paulatina

de un pueblo casi bárbaro por otro que llevaba varios siglos de civilización europea”235. Amunátegui

plantea que esa mezcla entre una cultura avanzada, los españoles, y otra atrasada, los indígenas, es el

origen de la sociedad chilena actual; señalando que la gran mayoría de la población, al momento de la Independencia, era el resultado mestizo de esa mezcla.

De manera que “si a veces los conquistadores se portaron crueles con los naturales de América no puede negarse que fueron grandemente humanos

cuando confundieron su sangre con la de ellos, y formaran de las dos nacionalidades”236.

Para el autor los mestizos estarían más avanzados que los indígenas, a pesar que heredaran muchos de sus males como el alcoholismo. Ha sido el acceso a la

educación la que los sitúa en otro estrato.

Lentamente han ido modificando sus costumbres y sus ideas, hasta convertirse en un pueblo culto, idóneo para los trabajos más difíciles y complicados de la vida moderna […] la mejor prueba de esta afirmación se halla en la actual condición social de nuestras clases populares. Esta es muy superior a la de las reducciones de los siglos XVI y XVII237.

Así, el tiempo sirve para otorgar características diferentes a los mestizos en función de su progreso tempo-evolutivo (serían la mezcla entre una raza

primitiva y una civilizada) que los desmarca de los indígenas como una raza diferente. De esta forma, el

tiempo actúa como el eje en el que sitúa a los sujetos y

235 AMUNÁTEGUI SOLAR, Domingo, Formación de la nacionalidad

chilena, Santiago, Eds. Universidad de Chile, 1943, P. 8, Las

negrillas son mías. 236 Ibíd. P. 137, Las negrillas son mías. 237 Ibíd. P. 25.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

se les determina racialmente, en el presente o en el pasado.

Por su parte, Encina plantea un “lazo indisoluble entre el suelo y la raza”238. Para él en ese momento Chile se encontraría en una crisis debido a su atraso en

materia económica y social, pero, sobre todo, a la influencia de factores extranjeros y extranjerizantes

que se estaban instalando en el país. Dada la preeminencia de una economía pre-industrial y agrícola era menester limitar el contacto extranjero,

readaptando las políticas económicas y sociales a la condición actual del país. En efecto, Encina promueve

una reflexión sobre la composición social y económica del país para determinar la mejor forma de volver a una economía fuerte. Para él este desplazamiento del

chileno en la economía nacional refleja

Un estado de anemia o debilitamiento del organismo nacional entero, que se manifiesta incapaz de dominar y absorber los elementos extraños que se ponen en contacto suyo. Revelan en seguida, una extraordinaria ineptitud económica en la población nacional, hija de la mentalidad de la raza o, en el mejor de los eventos, consecuencia de una educación completamente inadecuada para llenar las exigencias de la vida contemporánea y para suplir los vacíos de pueblos retrasados en su evolución239

De la cita se deduce, por una parte, que la

aristocracia, compuesta por la descendencia española a la que Encina considera igualmente atrasada en la

escala evolutiva de los pueblos, no ha sido capaz de explotar e implantar políticas de estimulación productiva adecuadas al grado de evolución de la

población; por otra parte, los vicios del pueblo mestizo, tales como la pereza y falta de constancia, también

serían causa de la crisis económica, formulando una fuerte crítica al modelo educativo que enfatiza la formación de profesionales liberales, que no se adecúa

al nivel de atraso en que se encuentra el pueblo.

238 ENCINA, Francisco, Nuestra inferioridad económica, Santiago,

Editorial universitaria, 1981, P. 36. 239Ibíd. P. 36, Las negrillas son mías.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

De lo anterior se desprende el elemento temporal. Para Encina la crisis económica se debe, en realidad, a

una crisis moral cuya causa es, principalmente, el atraso evolutivo de las clases sociales, lo que a su vez obedece al carácter mestizo de la población. De esta

forma, Encina plantea que

[…] no pueden ser medidos con el mismo cartabón los pueblos europeos de hoy día y el pueblo chileno, mestizo, una de cuyas razas, la más civilizada, la española, experimentó por el hecho de la emigración una selección moral regresiva; y la otra, la araucana, no había traspasado la Edad de la Piedra ni salido del fraccionamiento tribal240

Así, los sujetos que componen la sociedad y la

economía nacional estarían determinados por sus grados evolutivos. El pueblo, al igual que Amunátegui,

lo caracteriza como eminentemente mestizo, más apto para el trabajo físico que intelectual, a pesar de los vicios heredados de sus antepasados. El aspecto

temporal le permite a Encina situar en el pasado (aislar en el pasado) a los “mestizos”, relegándolos, por sus

“capacidades raciales”, a los trabajos físicos y negándoles la capacidad de moverse en el rango evolutivo hacia la civilización. Su lugar dentro de la

historia nacional (y económica) del país es la de mano de obra.

En este sentido, los integrantes de la sociedad

chilena son situados dentro de la línea temporal que menciona Mignolo241 según el grado de evolución en el

que se encuentren. La categoría temporal actuaría como un elemento que no solo organiza los hechos de forma cronológica, sino que también ordena los sujetos

otorgándoles un lugar y papel determinado dentro de los relatos históricos nacionales. Si los indígenas están

al lado de la naturaleza, el pueblo mestizo, aunque un poco más avanzado, también está más cerca de ella que de la civilización; mientras que los criollos, de los que

proviene la clase aristocrática, se ubican al lado de la civilización; de ahí que todos concuerden en que es la

240 Ibíd. P.73. 241 MIGNOLO, WALTER, op.cit.

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

única clase que puede dirigir, y por lo tanto ser los sujetos de la historia nacional.

Conclusión

En Chile se desarrolló un debate historiográfico

en torno a la forma de concebir y escribir la “Historia nacional” y los valores que ésta debía comprender. En medio de este debate se pueden apreciar los nexos que

existen entre la instrumentalización del tiempo y la construcción de modelos de nación y ciudadanía

diversos. De esta forma, la historiografía en Chile actuó como uno de los instrumentos de homogeneización y difusión de las concepciones modernas de pensar la nación en base a la idea del tiempo como homogéneo y vacío. Los énfasis en los acontecimientos seleccionados

para construir, a través del relato histórico, un origen “nacional” común, fueron diferentes. Para los liberales

este comenzaba con la Independencia, en tanto que para los conservadores, en el período colonial, considerándose los tiempos anteriores como pre-

nacionales y pre-históricos. La relación entre historia y poder fue clave en el

desarrollo y legitimación de determinadas estructuras, especialmente de control político-social, en la conformación de la idea de Chile como una nación

homogénea y civilizada. Ello significó la exclusión de sujetos de su pertenencia nacional, como mestizos e

indígenas quienes fueron relegados a un papel secundario en función de una categoría temporal que le permitía a las clases dirigentes situarlos en un pasado

primitivo, incompatible con el presente. En este sentido la categoría temporal subyace a

otras categorías que han sido estudiadas de forma más

amplia, tales como las de nación, raza y clase. Pero el tiempo en tanto permite diferenciar entre lo moderno y

lo tradicional, entre lo civilizado y lo primitivo, funciona como elemento organizador de la producción científica y académica en general, pero de la historia, y la historia nacional en particular.

El problema del tiempo, entendido en clave

nacional, permite la creación de una, y solo una, identidad nacional, de modo que toda otra forma de

Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

concebir la temporalidad, queda relegada en el discurso histórico, al pasado. De esta forma, la historiografía

nacional aísla el pasado del presente, permitiendo construir una idea de Chile como nación homogénea, en la que la diferencia racial es disfrazada u omitida en

la consideración “primitiva” de los otros (indígenas, proletarios, campesinos, etc.) y, por lo tanto, sin un

lugar protagónico en el presente.

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Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)

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chilena: Repensando las construcciones historiográficas de nación y ciudadanía en las primeras

décadas del siglo XX en Chile. Historias que vienen. Revista de Estudiantes de Historia #6 / mayo 2015. Escuela de Historia – Centro de Estudiantes de Historia / Universidad Diego Portales. Esta edición fue responsabilidad de la profesora Consuelo Figueroa G. [email protected] [www.udp.cl/facultades_carreras/ciencias_socialeshistoria/esc_historia_revista.asp]