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La Iglesia se convirtió en un pilar básico sobre el que se sustentaron los golpistas 30 CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO • diciembre 2007 • Nº 25 Arcángel Bedmar a Iglesia es- pañola, a pe- sar de sus en- frentamien- tos con el ré- gimen laico republicano, no participó en los preparativos de la sublevación del 18 de julio. No obstante, se adhi- rió con rapidez al “Glorioso Movimiento Nacional” y se convirtió en uno de los pila- res básicos sobre los que se sustentaron los golpistas. La jerarquía católica difundió la idea de una guerra justa y de una cruzada religiosa contra los “sin Dios”, a la vez que justificaba el “alza- miento”. Guerra “santa y patriótica” y “la cruzada más heroica que registra la historia” fueron los precisos términos utilizados por Adolfo Pérez Muñoz, obispo de Córdoba, en su pastoral de 30 de diciembre de 1936 1 . A petición de Franco, el 1 de julio de 1937 los obispos españoles —salvo cinco, entre ellos el cardenal arzobispo de Tarragona, Vi- dal i Barraquer, y el obispo de Vitoria, Mateo Múgicafirmaron una carta colectiva en la que calificaban la con- tienda como un “plebiscito armado” y afirmaban que aunque la Iglesia no había querido la guerra “no podía ser indiferente en la lucha” ante el riesgo de ser exter- minada 2 . El análisis del papel de la Iglesia católica durante la Guerra Civil lo hemos cen- trado en Montilla y Lucena, dos localidades del sur de la provincia de Córdoba, por varias razones. Eran dos ciu- dades medias (en aquella época tenían veinte y treinta mil habitantes, respectiva- Historia de un compromiso. E en Lucena y Montilla durante la Historiador L 30-53 ABedmar 25 29/11/07 13:31 Página 2

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La Iglesia seconvirtió en unpilar básicosobre el quese sustentaronlos golpistas

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Arcángel Bedmar

a Iglesia es-pañola, a pe-sar de sus en-frentamien-tos con el ré-

gimen laico republicano, noparticipó en los preparativosde la sublevación del 18 dejulio. No obstante, se adhi-rió con rapidez al “GloriosoMovimiento Nacional” y seconvirtió en uno de los pila-res básicos sobre los que sesustentaron los golpistas. Lajerarquía católica difundióla idea de una guerra justa yde una cruzada religiosacontra los “sin Dios”, a lavez que justificaba el “alza-miento”. Guerra “santa ypatriótica” y “la cruzadamás heroica que registra lahistoria” fueron los precisostérminos utilizados porAdolfo Pérez Muñoz, obispode Córdoba, en su pastoralde 30 de diciembre de19361. A petición de Franco,el 1 de julio de 1937 losobispos españoles —salvocinco, entre ellos el cardenalarzobispo de Tarragona, Vi-dal i Barraquer, y el obispode Vitoria, Mateo Múgica—firmaron una carta colectivaen la que calificaban la con-tienda como un “plebiscito

armado” y afirmaban queaunque la Iglesia no habíaquerido la guerra “no podíaser indiferente en la lucha”

ante el riesgo de ser exter-minada2.

El análisis del papel dela Iglesia católica durante la

Guerra Civil lo hemos cen-trado en Montilla y Lucena,dos localidades del sur de laprovincia de Córdoba, por

varias razones. Eran dos ciu-dades medias (en aquellaépoca tenían veinte y treintamil habitantes, respectiva-

Historia de un compromiso. Een Lucena y Montilla durante la

Historiador

L

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Extendieron lateoría de quehabía sido laprotección divinala que salvó delas hordas rojas

mente), con una economíaagrícola, una escasa conflic-tividad social durante el pe-riodo republicano, predomi-

nio de las ideas socialistas—sobre todo en Montilla,cuna del PSOE en el sur dela provincia— y en ambas el

Frente Popular había ganadode forma rotunda en laselecciones del 16 de febrerode 1936. A la vez, en las dos

localidades triunfó el golpemilitar en la noche del 18 dejulio de 19363. Y lo más de-terminante, tienen también

en común la existencia deuna prensa católica que seeditó durante la guerra —elperiódico Ideales en Lucena

y la revista salesia-na Nuestro Auxilioen Montilla—, uncaso excepcional enla provincia, lo quenos ha permitidoconocer de primeramano el compromi-so y la identifica-ción de la Iglesialocal con la causade los sublevados.

En Lucena, alos pocos días del golpe deEstado, las autoridades mili-tares, religiosas y el periódi-co católico Ideales ya exten-dieron la teoría de que habíasido la protección divina laque había salvado la locali-dad de las “hordas rojas”.Por ejemplo, el hecho deque en la noche del 18 de ju-lio, un grupo de hombres,reunido en la iglesia de SanFrancisco para celebrar lavigilia de la Adoración Noc-turna —en el turno que esta-ba bajo la advocación de laPatrona, la Virgen de Arace-li— permaneciera rezando,a pesar de las advertenciasde la autoridad para que se

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o. El nacionalcatolicismote la Guerra Civil

Mujeres yjóvenes en elpatio delAyuntamientode Montilla,peladas por losderechistas yobligadas asaludar con elbrazo extendido,a principios deagosto de 1936.

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Fusilaron a 25lucentinos quehabían sidoarrastradosdesde losconventos

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disolviera, pudo influir, se-gún Ideales, en que la pobla-ción no cayera en las “garrasmarxistas”. El 18 de agostode 1936, cuando ya se habí-an producido múltiples fusi-lamientos y se había im-puesto una política de terrorentre la población, el perió-dico todavía hablaba de “laprotección de la SantísimaVirgen de Araceli, que haextendido una vez más sumanto protector sobre supueblo, inspirándole a susautoridades, en los días demayor peligro, los mediosde previsión y defensa quenos han librado de los ho-rrores que han sufrido otrospueblos inmediatos, y quecomo ellos, estábamos con-denados a sufrir”. Pocas ho-

ras después de que se publi-cara este artículo, en la ma-drugada del 19 de agosto sefusiló en las tapias del ce-menterio a 25 lucentinosque habían sido arrastradoshasta allí desde los conven-tos de San Agustín y SanFrancisco, convertidos enprisión desde finales de ju-lio4.

Con el título elocuentede ‘La ciudad del milagro’encabezó la revista salesianade Montilla Nuestro Auxilioel primer número que publi-có después de la rebelión del18 de julio, correspondientea los meses de agosto, sep-tiembre y octubre de 1936.Milagro porque habían sidolos “ángeles protectores” y“celestiales defensores” San

Francisco Solano y MaríaAuxiliadora los que habíanrealizado el prodigio de des-baratar la “tormenta de la re-volución” que se cernía“amenazadora y siniestra”sobre la localidad. Por mu-cho tiempo, en un clima deeuforia nacionalcatólica,vírgenes y santos rivalizarí-an en la prensa a la hora derecoger el protagonismo enla bendita salvación deMontilla de la “profana-ción” de las “garras” des-tructoras y ateas. Se habló yse escribió que fue la santamano de San Francisco So-lano la que “abrió las puer-tas del cielo a tantos infie-les”, la que hizo “retrocedera los abortos infernales”, laque “supo contener la impo-

En la parte inferior de la foto,en la zona central, mirando a lacámara, con guantes blancos yun vaso de cerveza en la mano,aparece el general golpistaEnrique Valera en el Casino deLucena, el 1 de septiembre de1936, después de que elarcipreste Joaquín GarzónCarmona le impusiera unamedalla con la imagen de laVirgen de Araceli, patrona de lalocalidad. A la derecha de él,con chaqueta y corbata, elsacerdote Federico RomeroFustegueras, coadjutor de laparroquia de Santiago.

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nente ola de desalmados, sinideas de Patria ni de religión(...). Tú solo, Tú, Patronoamado”. “Tú nos salvaste.Santo Bendito... Y tu sayalpenitente nos ocultó entresus pliegues... y cual la galli-na que defiende a sus po-lluelos, nos defendiste”5.Para el órgano falangista lo-cal Patria, sin embargo, ha-bía sido la Patrona, la Virgende la Aurora, “la Virgen mi-lagrosa que supo librarnosde la hecatombe del día 18de julio”6.

Para los católicos monti-llanos, por fin la divina pro-videncia, a través del glorio-so alzamiento, había senta-do los verdaderos sillares deesa España “una, grande ylibre” con la que ellos soña-

ban. La victoria de la Guar-dia Civil y de los “hombresdignos” había sido posibleporque, según publicaba el10 de octubre de 1936 Pa-tria, “solo al lado de la Cruzse triunfa con un triunfoeterno e inmortal”, aunqueni en el bando de guerra quehabía emitido el capitán dela Guardia Civil Luis CanisMatute el 19 de julio enMontilla ni en ninguno delos que se habían publicadoen aquellos primeros díasdel golpe militar (Franco enCanarias, Queipo de Llanoen Sevilla, Emilio Mola enPamplona, etc.) se hiciera lamás mínima referencia a lareligión. Con independenciade ello, “ni los militares tu-vieron que pedir a la Iglesia

su adhesión, porque la ofre-ció gustosa, ni la Iglesia tu-vo que dejar pasar el tiempopara decidirse. Unos porquequerían el orden y otros por-que decían defender la fe,todos se dieron cuenta de losbeneficios de la entrada delo sagrado en escena”7.

En efecto, serían “perso-nas de orden”, ligadas a aso-ciaciones eclesiales y sale-sianas, las que realizarían larestauración cristiana de lapatria, la limpieza espiritualy también terrenal, en aque-lla Montilla impregnada defervor religioso y patriótico.Hombres con autoridad, co-mo Mariano Requena, presi-dente de la católica Asocia-ción de Padres de Familia ycomandante militar de Mon-

Los militaresno tuvieronque pedirle suadhesión porqueella la ofreciótan gustosa

Dirigentes de las JuventudesSocialistas y del PSOE deMontilla en los años de la

República, casi todos víctimasde la represión. Sentado, en la

esquina izquierda, apareceFrancisco Zafra Contreras,

diputado en las Cortes por laprovincia de Córdoba entre

1931 y 1933, fusilado junto aun hijo en 1936. En diciembre,

obligaron a otra hija, de 10años, a bautizarse y a hacer la

primera comunión.

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tilla en los meses calientesdel inicio de la guerra, o co-mo el gestor municipalÁngel Gómez Salas, tesorerode la misma institución y dela directiva de los AntiguosAlumnos Salesianos, junto aotras almas buenas y piado-sas y a muchos creyentes re-nombrados, lucharían paraque en el “templo de la Pa-tria” no hubiera pluralismopolítico ni religioso, ni “par-tidos ni ideologías encontra-das”, sino sólo “españoles,católicos hasta la médula co-mo nuestros abuelos de laEspaña imperial”8.

Pero con la colaboraciónde las autoridades civiles ymilitares, fueron los minis-tros de la Iglesia los que engran medida ostentaron undestacado papel en esa re-construcción espiritual de laMontilla cristiana y patrióti-ca. Sacerdotes como MiguelÁvalos, coadjutor de la pa-rroquia de Santiago Apóstoly capellán de la Falange, oAgustín Moreno, coadjutorde San Francisco Solano ycapellán de la Sección Fe-menina y de los jóvenes fle-chas, pusieron su labor pas-toral a las órdenes del supre-mo poder de Dios y de lanueva patria reivindicadapor la ideología falangista.Fue una misión eclesial en-tregada al servicio de la es-pada y de la cruz. Así loanunciaría el arcipreste LuisFernández Casado, desde laiglesia de Santiago Apóstol,en la hoja publicada el 28 deoctubre de 1938, bajo el cla-ro título de ‘¡Viva CristoRey!’, en la que se especifi-caba que el objetivo del ro-sario de la Aurora de la pa-

rroquia “no es otro que pro-clamar la realeza del divinoCorazón, muy por encimade todos los poderes del si-glo y suplicarle una vez máscon oración pública y pormedio de nuestra Reina yMadre del Santísimo Rosa-rio, el triunfo y la paz para

nuestro ejército y nuestraPatria, bajo la égida de nues-tro invicto caudillo”9.

El nacionalcatolicismoimperante fue una “fórmulade impregnación y domina-ción ideológica puesta alservicio de los intereses dela derecha antidemocráti-ca”10. En Lucena había sa-cerdotes que desde sus púl-

pitos defendían las bonda-des de la España de Francoy la necesidad eterna deidentificación entre lo reli-gioso y lo político, entre loespañol y lo católico. A lavez, el discurso de la Iglesiano fue pacífico ni incitaba ala pacificación. El 23 de

mayo de 1937, con motivode la entronización de laimagen del Corazón de Je-sús y de la fotografía de laVirgen de Araceli en la sedede la Falange lucentina, elarcipreste Joaquín Garzónpronunció un elocuente dis-curso “recordando las gran-dezas de España mientrasmarcharon unidas la Cruz y

Fue una fórmulade impregnacióny dominaciónpuesta alserviciode la derecha

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la Espada”. En este mismosentido, las charlas apologé-ticas que el padre jesuita Pe-dro Martínez dio en octubrede 1937 en la iglesia de SanMateo intercalaban episo-dios dramáticos de la guerray exaltaciones “patrióticas”.

Entre secciones de Fa-

lange, militares y banderasde las potencias fascistas,ocasiones no habían faltadoni faltarían en los meses dela guerra ni en los años de laposguerra para que curas yórdenes religiosas, en suafán por salvar los “eternosideales del alma española”,mostraran su firme e inque-brantable adhesión al régi-

men en las iglesias, los cole-gios, las calles y las plazas.Una adhesión que no sólofue espiritual, sino que endeterminados casos se tra-dujo en bienes terrenales, enlimosnas, como las 50 pese-tas de la época entregadasen el mes de agosto de 1936

por el arcipreste montillanoLuis Fernández Casado “pa-ra atender a los gastos delmovimiento salvador de Es-paña en esta plaza” o las 125pesetas donadas el 26 demayo de 1937 para el acora-zado España por el directordel colegio de San FranciscoSolano, también de Monti-lla, tras una colecta por las

clases. Cualquier esfuerzoresultaba poco, aunque fue-ra económico, si se queríanrestaurar los sagrados prin-cipios derechistas de reli-gión, patria, familia, orden,trabajo y propiedad.

También, desde un pri-mer momento, algunos sa-cerdotes de Lucena colabo-raron económicamente conlas colectas “patrióticas” or-ganizadas en la localidad,como el rico propietario yarcipreste de la parroquia deSan Mateo Joaquín GarzónCarmona; el coadjutor de lade Santo Domingo, Federi-co Romero Fustegueras; elcapellán de la Obra Pía, Ma-nuel Osuna Torres; JoaquínJiménez Muriel, Antonio Mo-reno o Rafael Maestre Nava-rro (antiguo capellán de laObra Pía). Federico RomeroFustegueras fue, sin ningunaduda, el sacerdote más com-prometido con la causa delos sublevados. Se convirtióen capellán de las fuerzasarmadas lucentinas, a lasque acompañó en múltiplescampañas por las poblacio-nes de alrededor. Pistola alcinto o en la mano, participótambién con los falangistasen los controles callejeros.Tampoco tenía mucha corte-dad en vanagloriarse públi-camente de su papel activoen la represión. Mientras, elpárroco de la iglesia delCarmen, Joaquín JiménezMuriel, colocó un altavoz ala puerta de su iglesia paraque todo el mundo pudieraescuchar las charlas guerre-ras que el general Queipo deLlano pronunciaba desdeSevilla.

La separación que la Re-

Pistola al cintoo en la mano,participó conlos falangistasen los controlescallejeros

Iglesia y franquismo compartían suaversión contra la masonería, a la quepertenecían cuatro cargos públicosmunicipales de Lucena: Javier TubíoAranda (de pie, tercero por laizquierda), concejal de de IzquierdaRepublicana, fusilado el 29 deseptiembre de 1936 en Cabra; a sulado, los también concejales DomingoCuenca Navajas (de pie, segundo por laizquierda), presidente de UniónRepublicana y diputado provincial; elfarmacéutico Anselmo Jiménez Alba (depie, cuarto por la izquierda), secretariode Unión Republicana y alcalde delFrente Popular; y José López Jiménez(sentado, segundo por la izquierda), deIzquierda Republicana. Los tres últimoscayeron asesinados en Córdoba el 29de octubre de 1936.

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pública había instituido en-tre Iglesia y Estado desapa-rece en la España naciona-lista. Públicamente, mani-festación religiosa y mani-festación política se confun-den. En Lucena, las misasde doce de los domingos enla iglesia de San Mateo seconvierten en auténticas ex-presiones de militarismo fa-langista. Solían estar prece-

didas por desfiles organiza-dos de las distintas fuerzasarmadas organizadas por losgolpistas (voluntarios, guar-dia cívica, falangistas, etc.).En los actos patrióticos semezclan símbolos falangis-tas, banderas de Italia, Ale-mania o Marruecos con re-tratos de la Patrona. Cuandoel general Varela llega a Lu-cena, el 1 de septiembre de

1936, es recibido por las au-toridades eclesiásticas y elarcipreste Joaquín Garzón leimpone una medalla de laVirgen de Araceli en el Cír-culo Lucentino. También erafrecuente ver por las calles afalangistas que hacían es-colta al viático cuando erapedido por algún moribun-do. Al fin y al cabo, comohabía manifestado José An-

Las misas delos domingosse conviertenen expresionesde militarismofalangista

Al sastre Pedro Armenta Vargas (sentado, primero por la derecha),su actuación como tesorero y bibliotecario de la sociedadespiritista Amor y Progreso, de Montilla, le costó que lo fusilaranen las tapias del cementerio el 8 de septiembre de 1936.

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tonio Primo de Rivera “(...)no hay más que dos manerasde vivir: la manera religiosa–o si queréis, una sola, por-que no hay religión que nosea una milicia ni miliciaque no esté caldeada por unsentimiento religioso–; y esla hora ya de que compren-damos que con ese sentidoreligioso y militar de la vidatiene que restaurarse Espa-ña”11.

La exaltación de ese es-píritu guerrero y católico co-nectaba con las gestas heroi-cas de nuestra historia impe-rial. Dentro de una retóricaultranacionalista, la contien-da era una segunda recon-quista, una guerra de libera-ción nacional contra las“hordas mercenarias judeo-bolcheviques” que represen-taban la “anti España” y ne-gaban las esencias eternasde la patria. Por ello, con laayuda de la “divina provi-dencia” y del general Fran-co, las banderas victoriosasde España volvían a resur-gir. “Dios nos envía un Cau-dillo que, cual otro Pelayoen Covadonga, alza al otrolado del Estrecho la banderade la nueva Reconquista”, alque “se le une el noble pue-blo español, el pueblo deBailén y Zaragoza” paraconquistar “pueblo a pueblonuestro territorio del domi-nio rojo. Antes Isabel; ahoraFranco, vuelven a realizar launidad de España, poniendolos cimientos de nuestro Im-perio. Dios no abandonanunca nuestra España”12.

Un acto público de espe-cial unión entre las autorida-des civiles, militares y ecle-siásticas de Lucena fue el

homenaje en la Plaza Nuevaa la nueva bandera española,roja y gualda, que se realizó,al igual que en Sevilla y enotros muchos lugares, el 15de agosto, día de la Asun-ción. Ofició la misa de cam-paña el capellán FedericoRomero Fustegueras, quienle entregó la bandera de laVirgen de Araceli a la Com-pañía de Milicias Cívicaspara que fuera usada comoenseña por la misma. Des-pués, el capitán Joaquín Ló-pez Tienda tomó juramentoa las fuerzas voluntariascongregadas. En otro actosimilar, también los requetésy los pelayos recibieron sunueva bandera bendecidapor el párroco de la iglesiade Santo Domingo. La Igle-sia bendecía la guerra por-que para ella era una autén-tica cruzada religiosa. Mon-señor Pla y Deniel, obispo deSalamanca, considerabaque:

Reviste, sí, [la actual lu-cha] la forma externa deuna guerra civil; pero en re-alidad, es una cruzada. Fueuna sublevación, pero nopara perturbar, sino pararestablecer el orden [...] yanadie ha podido recriminara la Iglesia porque se hayaabierta y oficialmente pro-nunciado a favor del ordencontra la anarquía, a favorde la implantación de un go-bierno jerárquico contra eldisolvente comunismo, a fa-vor de la defensa de la civi-lización cristiana y sus fun-damentos, religión, patria yfamilia, contra los sin Dios ycontra Dios, sin patria yhospicianos del mundo, enfrase feliz de un poeta cris-

tiano [se refiere a José MªPemán]13.

Asimismo, muchas ora-ciones y ceremonias elevó laiglesia montillana por eltriunfo del generalísimoFranco y de su glorioso mo-vimiento nacional. En lamanifestación de apoyo alCaudillo celebrada el día 21de abril de 1937, entre altoscargos falangistas y reque-tés, y banderas de la Falan-ge, Italia, Alemania y Portu-gal, participaron el directordel colegio salesiano, Flo-rencio Sánchez García, y elpárroco de San FranciscoSolano, Rafael Castaños Ca-ñete. En un acto similar, alas diez de la mañana del 1de octubre de 1937 se cele-bró una misa y se cantó un'tedeum' en la parroquia deSantiago Apóstol. Entreotros, presidieron la cere-monia el arcipreste Luis Fer-nández Casado y el párrocoRafael Castaños. A conti-nuación, en la plaza de JoséAntonio Primo de Riveradesplegó su oratoria sagradael padre jesuita Manuel Mar-tínez. Fue el día de la “Fies-ta Nacional del Caudillo”,en el que la Iglesia y la dere-cha montillana conmemora-ban el primer aniversario dela subida de Franco a la jefa-tura del Estado.

También los eclesiásti-cos, en unión de militares yfalangistas, jugaron un pa-pel destacado en la elimina-ción de los símbolos demo-cráticos y civiles. En Monti-lla, el 16 de febrero de 1937,se celebró en la plaza de Jo-sé Antonio el acto de la que-ma de la urna que había ser-vido para las elecciones de

La contiendaera para ellosuna segundareconquista,una guerrade liberación

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un año antes, en las que elFrente Popular había obteni-do una abultada victoria enla localidad. Para el eventose adornó la tribuna de mú-sica con banderas naciona-les y falangistas, y con losretratos de Franco, José An-tonio Primo de Rivera yQueipo de Llano. El coman-dante militar, el arcipresteLuis Fernández Casado, elalcalde Cristóbal Gracia ysignificados miembros de laFalange presidían el “autode fe”. El público aplaudiófrenéticamente cuando se leprendió fuego a la urna, ca-lificada por el periódico fa-langista Patria, en su edición

del 20 de febrero, como“símbolo del embuste y lapillería”. Al finalizar el acto,la banda de música entonóel Cara al Sol y la Giovinez-za –himno fascista italiano–.La Iglesia y la milicia mon-tillana bendecían así los de-signios políticos del funda-dor de la Falange, José An-tonio Primo de Rivera,quien había vaticinado queel “ser rotas es el más nobledestino de todas las ur-nas”14.

La Iglesia católica reci-bió a cambio de su compro-miso con la causa franquistamúltiples beneficios, entreellos el control de la educa-

ción. En Lucena había fun-cionado el Instituto Nacio-nal de Segunda EnseñanzaBarahona de Soto, creadodurante la República; sinembargo este centro fue su-primido en 1937 —al igualque otros de la provincia,como el de la vecina locali-dad de Priego—, siendo elpoeta José Mª Pemán presi-dente de la Comisión deCultura y Enseñanza. Enconsecuencia, la enseñanzasecundaria quedó en manosdel colegio privado de loshermanos Maristas, por loque algunos jóvenes de lasclases más populares no pu-dieron continuar sus estu-

La enseñanzasecundariaquedó en manosdel colegioprivado delos Maristas

A la derecha, Antonio Córdoba Gálvez,teniente del Ejército Republicano, de27 años, fusilado el 7 de noviembre de1939 en Montilla. Antes de morir loobligaron a casarse por la Iglesia con sucompañera y bautizaron a su hijo Lenincon el nombre más cristiano de AntonioFrancisco.

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dios por falta de medioseconómicos. Mientras, lasautoridades civiles libraronimportantes partidas para elsostenimiento del clero y elculto católicos. A partir dejulio de 1936, la comunidadsalesiana de Montilla reci-bió una subvención mensualde 250 pesetas para su man-tenimiento. En la mismaciudad, en enero de 1937,Florencio Sánchez García,director del colegio salesia-no, recordó por carta al al-calde la conveniencia de sereximidos de pagar los arbi-trios municipales, como yase hacía antes de la Repúbli-ca.

Los salesianos de Mon-tilla se enorgullecían delambiente religioso y militar,de perfecta comunión entreel poder del Estado y el po-der de la Iglesia, y preten-dieron recrear en sus cole-gios la “Montilla, cuna desantos y guerreros”. Las es-cuelas se convirtieron en“cuartel y campo de bata-lla”, en centros de instruc-ción de los caballeros queharían esta “guerra justa ynecesaria”. Entre flechas ypelayos, “el aula vibró conacentos guerreros y el patiopoblose muchas veces debélicas resonancias: concen-traciones, himnos, desfiles,

marchas gimnásticas, entre-namientos de fusil, de trans-misiones, de despliegue enguerrillas...”15. Se bendecíala guerra y la “cruzada” enlos centros de enseñanza,una guerra santa que de unavez por todas iba a eliminarla libertad religiosa, la legis-lación anticlerical, la escue-la laica republicana y todasesas monsergas pedagógicasextranjeras introducidas porel “funesto liberalismo” y“los hijos de Judas”.

Para mayor gloria de lapatria surgiría la nueva es-cuela católica y nacional,dedicada al adoctrinamientoreligioso y político. De esta

La libertadreligiosa yotras monsergasde los hijos deJudas ibana ser eliminadas

Las milicias de los sublevados,con el consentimiento de laIglesia, se apropiaron de los

símbolos católicos. El temibleEscuadrón de Caballistas

Aracelitanos –tomó su nombrede la Virgen de Araceli

(patrona de la localidad)–,famoso por sus violencias y

rapiñas, desfila en Lucena porla calle de Las Torres, en eltramo comprendido entre el

Casino y el convento de SantaClara.

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manera se acababa con “lasescuelas sin Dios, esas es-cuelas naturalistas donde elpudor y el respeto de las co-sas más sagradas brillabanpor su ausencia”, y con las“fieras” que pedían que “sedesalojaran las iglesias yque sirvieran para escuelasdel pueblo”15. Los niños ylas escuelas se convirtieronen objetivos predilectos deadoctrinamiento religioso ypolítico, ya que había queextirpar de raíz los males dela educación laica y libre-pensadora que, según losnuevos gobernantes, sólohabía servido para formargeneraciones anárquicas,contaminadas por doctrinasextranjeras y “extrañas al es-píritu nacional”. En el mesde octubre de 1936, los cru-cifijos y el adoctrinamientoreligioso retornaron a las es-cuelas. El momento se vivióen Lucena de esta manera:

Se celebró en el hermo-so templo religioso de SanMateo, y ante la imagen dela Patrona, la Santísima Vir-gen de Araceli, una solemnemisa. Todo el templo lo ocu-paban los niños de las es-cuelas, con sus profesores.Terminado el santo sacrifi-cio, y tras un servicio del se-ñor arcipreste, se procedió ala bendición de los crucifi-jos, que fueron entregados acada escuela. Acabado elacto religioso, se organizóuna procesión, que terminóen uno de los grupos escola-res, donde fue solemnemen-te colocada la imagen delRedentor. A mediodía tuvolugar en el Instituto Baraho-na de Soto, la solemne aper-tura del curso académico17.

En Montilla, el 12 de oc-tubre de 1936, día de la Ra-za y de la Virgen del Pilar, secelebró en la parroquia deSantiago la bendición de loscrucifijos de las escuelas na-cionales. Asistieron alum-nos y maestros, mezcladoscon falangistas, requetés ymiembros de las MiliciasNacionales. Para el solemneacontecimiento, las niñasdel colegio religioso de SanLuis llevaban lazos en suscabezas con los colores de labandera roja y gualda. El co-mandante militar, MarianoRequena Cordón, pronunciódurante el acto un discursohenchido de “patriotismo” ya la vez de “amor a la Iglesiacatólica”. En una ceremoniasimilar, el párroco de SanFrancisco Solano, RafaelCastaño Cañete, bendijo enla sala capitular del ayunta-miento los crucifijos quehabrían de ostentar las mu-jeres que trabajaban en laCocina Económica. Loscrucifijos fueron impuestospor Dolores Gómez Salas ypor Ana López Subiri, espo-sas respectivas del coman-dante militar Mariano Re-quena y del director delBanco Hispano AmericanoJuan Torres Vallejo. Desdeaquel día, el crucifijo presi-dió también el salón de ple-nos de la casa consistorial.El evento terminó con el co-rrespondiente canto delhimno carlista del Oriamen-di y del falangista Cara alSol18.

El triunfo de la Iglesia yde la santa tradición deberíaser visible, emocional, endefinitiva, debería impreg-nar la vida diaria, ya fuera

en la procesión del Corpusescoltada con fusiles, en lade los santos, los cristos ylas vírgenes o en la fiesta dela Raza. Pero también en lasceremonias litúrgicas, en lasescuelas, en las calles y enotros lugares públicos y pri-vados. En Lucena, una delas primeras disposicionesdel alcalde fue colocar denuevo en su despacho el re-trato de la Virgen de Arace-li, que había sido retirado enla época republicana. EnMontilla, el 18 de noviem-bre de 1936 los maestros delcolegio San José pidieron alalcalde que se repusiese enel testero del patio la efigiede su titular y la placa quehabía existido en el zaguándel edificio con el saludo de“Ave María”. El 24 de abrilde 1937, el pleno montillanoacordó restituir las crucesque habían sido “bárbara-mente profanadas por lossin patria y sin religión”. Aprincipios de enero de 1937se inició una suscripción pa-ra regalar al capitán Luis Ca-nis Matute, abanderado dela sangrienta rebelión del 18de julio en la localidad, unamedalla de oro con la sagra-da imagen de San FranciscoSolano. Asimismo, el 8 dediciembre de 1938, fiesta enhonor de la InmaculadaConcepción, se celebró unacto de imposición de cruci-fijos a todos los soldados.

También en Montilla, el8 de noviembre de 1936 seentronizó la imagen del Sa-grado Corazón de Jesús enla casa del maestro AntonioJiménez Cuevas, ante la pre-sencia de autoridades yalumnos. El arcipreste Luis

Había queextirpar de raízlos males de laeducación laica ylibrepensadora,del anarquismo

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41Nº 25 • d i c i e m b r e 2 0 0 7 • CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO

Fernández Casado aprove-chó la ocasión para exhortara que “todos hagan lo propioen sus viviendas, pues es ho-ra de que el Sagrado Cora-zón de Jesús presida en to-das partes”. A finales demes, el cuartel de los fle-chas, atento siempre a laspiadosas recomendacionesdel arcipreste, aprovechó lainauguración de su nuevasede en la calle San Francis-co Solano para que el mis-mo Luis Fernández, revesti-

do con los ornamentos sa-grados, con “frases enco-miásticas para Falange Es-pañola”, bendijera el Sagra-do Corazón que se había co-locado en los altos de la ca-sa. En el cuartel del requetése realizó la misma ceremo-nia, el primero de año de1937, entre cantos del Oria-mendi y del himno de la Fa-lange, y vivas a España y algeneral Franco. Ya en fechamás tardía, el 14 de septiem-bre, se entronizó por fin el

Sagrado Corazón de Jesúsen el despacho del alcalde.

La administración de lossacramentos católicos con laintención de salvar las almasde los “sin Dios” y los “antiCristo” de los graves peca-dos del laicismo se convirtióen una obsesión de clérigosy de una numerosa corte devirtuosas falangistas y ma-estras. Desde las calles, loscolegios y el Auxilio Socialno cejaban en esta magnaobra. A principios de di-

Administrarlos sacramentospara salvar alos “sin Dios”se convirtió enuna obsesión

Portada de Ideales, periódico católico de Lucena, de 11 deoctubre de 1937, con los nombres de seis “mártires” de laFalange de Lucena, caídos en el frente de batalla con el“nombre de Dios y de España en los labios”.

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ciembre de 1936, según re-coge con detalle el periódicofalangista Patria, especialsatisfacción supuso para es-tos incansables misionerosde almas el bautismo, en laparroquia de SantiagoApóstol de Montilla, deÁngela Zafra tras el asesina-to en Baena de su padreFrancisco Zafra Contreras–un referente del socialismoprovincial, ex diputado so-cialista en Madrid y ex al-

calde de Montilla– y de suhermano Francisco en Cór-doba. La niña, de diez años,que también sufrió la repen-tina muerte de su madre ytuvo que quedar al amparode una tía, fue apadrinadapor la maestra nacional En-carnación Ruiz Pérez, cuyosgenerosos padres ofrecieronen su domicilio un aperitivoa las maestras y demás invi-tados a la ceremonia. Un díadespués, Ángela Zafra reci-

bía la primera comunión, “elPan de los Ángeles”, en laparroquia de San FranciscoSolano19.

En este ambiente reden-tor, de imposición de la doc-trina católica, todo valía sise quería obtener la necesa-ria conversión de los “infie-les” y de los “rojos”. Inclusolos antiguos métodos inqui-sitoriales, según nos han tes-timoniado, de forma sóliday contundente, bastantes fa-

Satisfacción porel bautizo de laniña ÁngelaZafra tras elasesinato de supadre, socialista

El 28 de mayo de 1939 los padres Salesianos de Montillainauguraron en su colegio la “Cruz del ex alumno caído” enmemoria de los que habían fallecido luchando en el bandofranquista (“ex alumnos de Don Bosco, mártires de la Religióny de la Patria”, los denominaba su revista Nuestro Auxilio).

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43Nº 25 • d i c i e m b r e 2 0 0 7 • CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO

miliares de represaliados,testigos de los aconteci-mientos. Al socialista RafaelBaena Cruz, preso en la cár-cel de Montilla, le prometie-ron que se salvaría de la in-minente ejecución si con-sentía en casarse por la Igle-sia con su esposa, con la quehabía contraído matrimoniocivil hacía ya tres años.Aceptó, y la esperada cere-monia fue oficiada por el ar-cipreste Luis Fernández Ca-sado. Cumplida la sagradamisión, aquella misma no-che, ya en gracia de Dios, lofusilaron. Con posterioridad,bautizaron a sus tres hijos20.También aplicó Luis Fer-nández el agua bendita aotros descendientes de per-sonas asesinadas, como alos tres hijos del dirigentesocialista José Gama Rodrí-guez (fusilado el 31 de juliode 1936) y a tres de sus pri-mos21. Todas las amenazasmundanas y consejos pasto-rales eran necesarios paraconseguir que las “ovejasdescarriadas”, influidas pordoctrinas extrañas a la Igle-sia, pasaran por la vicaríapara volver al redil. Pero hu-bo algunos que mantuvieronsus creencias hasta la muer-te. Según testimonio de sufamilia, el sastre Pedro Ar-menta Vargas, directivo dela sociedad espiritista Amory Progreso, de Montilla, senegó en la cárcel a confesarcon el sacerdote, espetándo-le: “Si tú eres un hombreigual que yo”. Sin recibir elsanto sacramento, fue fusi-lado el 8 de septiembre de1936.

Las cifras de bautismos,matrimonios y defunciones

oficiados en las dos parro-quias de Montilla (San Fran-cisco Solano y SantiagoApóstol) confirman con cla-ridad el aumento de la admi-nistración de los sacramen-tos católicos durante la Gue-rra Civil. En la parroquia deSantiago Apóstol, cuyo titu-lar era el arcipreste Luis Fer-nández Casado, se bautizó a133 niños entre el 1 de ene-ro y el 20 de julio de 1936.En los poco más de cincomeses que restaban del año,ya en plena contienda, el nú-mero de bautismos se elevóa 140, aunque la poblaciónhabía descendido en milesde personas por la huida ma-siva de vecinos para escaparde la represión, una situa-ción que se mantendría has-ta la vuelta de los refugiadosal final de la guerra. El nú-mero de bautismos, matri-monios y entierros celebra-dos en Montilla había sidode 860 en 1934 y de 835 en1935, mientras que aumen-taron a 934 en 1937 y a 963en 1938, a pesar del descen-so de la natalidad y de lanupcialidad que se producesiempre en cualquier con-flicto bélico y de que la granmayoría de los miles de ve-cinos que huyeron del pue-blo eran jóvenes en edad deemparejarse y procrear, loque nos indica con claridadque se tuvo que administrarlos sacramentos católicos aaquellos que no los habíanrecibido con anterioridad22.

Tras las limitaciones quesufrieron las manifestacio-nes religiosas públicas en elperiodo republicano, las co-fradías volvieron a sacar sustronos a la calle. Alcaldes,

concejales y otras autorida-des civiles compartían co-mitiva en actos religiosos yprocesiones con los herma-nos mayores y los miembrosde las juntas de gobierno delas cofradías, algunos de loscuales ostentaban a la vezcargos civiles o en la propiaFalange. En Lucena, la sali-da de las procesiones era re-cibida con las manos levan-tadas al estilo fascista y losque no las levantaban solíanser amenazados por devotosfalangistas. La santería –unamanera peculiar de portarlos tronos en la localidad–se convirtió en aquellosaños en un instrumento so-terrado de dominio social yde control político al servi-cio de las clases privilegia-das, pues antes de las proce-siones de Semana Santa delaño 1937 el semanario cató-lico Ideales recomendaba alas “cuadrillas de señoritos(...) que les dejen el sitio, co-mo siempre, a esos buenosobreros, pues mientras ten-gan esas aficiones y anhe-los, hay un vínculo que losune a la Religión y al orden.Si esos señores sienten tam-bién el anhelo de sacar san-tos, pueden hacerse Cuadri-lleros, que también eso pro-porciona íntima satisfaccióny el respeto cariñoso que fueaquí el carácter distintivo delos jornaleros hacia losamos”23.

Se inició una furibundacampaña contra los no cre-yentes o los miembros deotras religiones, aunque es-tos últimos no existían ni enLucena ni en Montilla.Cualquier disidencia reli-giosa o política era conside-

La salida delas procesionesera recibidacon las manoslevantadas alestilo fascista

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44 CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO • d i c i e m b r e 2 0 0 7 • Nº 25

rada como “foránea” y ajenaa las tradiciones de la patriaespañola. Unos versos, dedi-cados por unos militares depaso, al lucentino Rafael Se-rrano García reflejaban estesentimiento católico emi-nentemente integrista y “pu-rificador”: “Al cristiano vie-jo de Lucena / Rafael Serra-no García / amante de lashogueras / de la Santa Inqui-sición / en las que la Falangede Franco / había de purifi-car / todo lo que no sea /limpia tradición”24. Ideales,el periódico católico lucenti-no, denominaba al periodorepublicano como “los cin-co años del gobierno de losateos, judíos y masones”. Apesar del pasado históricojudío de Lucena, era muyfrecuente que aparecieranreferencias antisemitas. El30 de agosto de 1937, bajoel título de ‘Estampa del ju-daísmo’”, de nuevo Idealesespetaba, en un artículo ex-tenso, que los judíos “pose-en maravillosas facultadespara acomodarse a todo gé-nero de humillaciones (...),la destreza necesaria paraengañar sin parecer culpa-bles” o que “no tienen delhombre sino los instintos in-feriores y los apetitos ani-males”. Unos meses antes,influido por la feroz políticaantisemita de los nazis,Franco ya había dejado bienclaro que él defendía una“España sin cadenas ni tira-nías judaicas”25.

La mujer era considera-da por los restauradores dela “santa tradición” como ladepositaria de las creenciasreligiosas y de los valoresmorales de la patria. Frente

a la igualdad legal con el va-rón que había instaurado elrégimen republicano, ahorase ensalza a la mujer devotay callada, sumisa a los dese-os de su esposo y dedicada alas labores “propias de susexo”.

En Lucena y en Monti-lla, al igual que en otros mu-chos lugares, algunas muje-res republicanas sufrieron lavergüenza de ser paseadaspor las calles, después deque las pelaran y de haberlasobligado a ingerir aceite dericino, para así expiar su pa-sado. En Lucena se las en-carcelaba en el convento deSan Francisco, donde losabusos sexuales estaban a laorden del día. En esta locali-dad, el periódico católicoIdeales, el 3 de agosto de1936, informaba de la de-tención de varias “mujeresmarxistas”, a la vez que rea-lizaba la siguiente reflexión:

… Porque la mujer lu-centina tiene un corazón lle-no de amor y fe, y no cabenen él los odios y crueldades;esas desgraciadas que al ul-trajar el nombre de MaríaSantísima de Araceli, nues-tra Madre y protectora, yechan en sus pechos tantorencor y tanto odio paraalistarse en las milicias ro-jas, ni son lucentinas, ni sa-ben de amores puros y lim-pios para bendecir a su Pa-trona, a la que le pedimosmuy de veras que las perdo-ne y traiga a su lado de don-de se separaron.

La omnipresencia de laIglesia en la vida pública ysocial llevaba aparejada laprohibición de todas las tra-diciones y manifestaciones

festivas que se alejaban delas convicciones patrióticasconservadoras y de la devo-ción religiosa. En Lucena,Ideales aplaudía la prohibi-ción de los carnavales de es-ta manera:

... Ahora, cuando vayanuestro recuerdo a los añospasados, después de trans-curridos los dos de la Cru-zada sin la mancha ominosade la fiesta impía, podremosdarnos cuenta más cabal dela magnitud de la ofensa aDios que suponía aquellasemana dedicada con delec-tación a cometer toda clasede pecado. Ahora, juzgadoaquello con la serena frial-dad que surge de compararestos tiempos de penitenciacon los otros de maldad (...).Porque como la hemos co-nocido los que ahora vivi-mos, era un verdadero aque-larre demoníaco (...). Todaslas manifestaciones del cri-men contra Dios, contra laReligión y aun contra elprójimo, parecía como si seconcitasen para una laborcomún (...) [cuando] cante-mos los himnos de la resu-rrección y la victoria, vayanacompañados del propósitofirme de ayudar a Francopara que, con la gracia deDios, terminen todos losCarnavales de España26.

La posición de la Iglesiade Lucena y Montilla ante larepresión derechista y lamuerte de los republicanos,salvo algunas excepciones,fue de bastante tibieza, a pe-sar de que las cifras de ase-sinados fueron aterradoras.En Montilla y su pedanía deSanta Cruz se fusiló a unmínimo de 114 republicanos

Frente a laigualdad legalrepublicana,ahora se ensalzaa la mujersumisa y devota

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45Nº 25 • d i c i e m b r e 2 0 0 7 • CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO

durante la guerra (y otros 47fallecieron en los frentes debatalla) y en Lucena, inclui-das sus aldeas de Jauja y LasNavas del Selpillar, a no me-nos de 123. Sin embargo, nohay referencias en la prensacatólica a la ola de violenciaque golpeaba estas dos loca-lidades, ya que el silenciofue la respuesta generaliza-da de los católicos ante la re-presión. Es verdad que algu-nos creyentes sinceros seencontraban escandalizados

del cariz que tomaban losacontecimientos, pero elmiedo, o el temor a ser acu-sados de cómplices con el“delito” que se castigaba,paralizaba muchas concien-cias y actitudes. Y más,cuando había personas cuyofervor religioso, por lo me-nos externo, iba parejo a sufervor represivo.

En Lucena, cuando ya sehabían producido múltiplesfusilamientos en la locali-dad, los cofrades de la Her-

mandad de la Caridad sereunieron a mediados deagosto “acordándose queuna comisión de su seno sepresente a las autoridadesofreciéndoles sus servicios;manifestándole a la Autori-dad Militar, que si desgra-ciadamente se condenaraaquí a alguien a muerte, loshermanos de esta piadosaasociación, son a los que lesestá encomendado por susEstatutos asistir y acompa-ñar a los reos hasta el último

Sin referenciasen la prensacatólica a la olade violencia quegolpeaba estasdos localidades

Prometieron al socialista Rafael Baena Cruz, preso en la cárcel deMontilla en 1936, que se salvaría de la ejecución si consentía encasarse por la Iglesia con su esposa, con la que había contraídomatrimonio civil hacía ya tres años. Aunque aceptó, lo fusilaron.

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46 CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO • d i c i e m b r e 2 0 0 7 • Nº 25

momento y recoger su cadá-ver”27. A pesar de sus inten-ciones, bien poco pudieronhacer estos cofrades pueslos asesinados se convertíanen desaparecidos, ya que le-galmente no había condenasa muerte porque no se hacíainstrucción de causa judi-cial, ni tampoco enterra-mientos, ya que los nombres

de los fusilados no se inscri-bían en los libros de cemen-terio ni, en estos momentos,en los libros de defuncionesdel Registro Civil.

En la España leal a laRepública se desató una irabrutal y primaria contra elclero católico, al que se su-ponía identificado con lossublevados, que desembocó

en el asesinato de más desiete mil personas. Que se-pamos, ningún clérigo naci-do en Montilla o desarro-llando su actividad pastoralen la localidad perdió la vi-da durante la guerra28. Sinembargo, tres clérigos naci-dos en Lucena, aunque ejer-cían su ministerio fuera deaquí, murieron durante la

Legalmente nohabía condenasa muerte. Losasesinados seconvertían endesaparecidos

José Gama Rodríguez, primer presidente de las JuventudesSocialistas de Montilla en 1927. El 31 de julio de 1936, cuando lofusilaron, era vocal de la junta directiva de la Casa del Pueblo. Trassu asesinato, obligaron a la familia a bautizar a sus tres hijos.

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47Nº 25 • d i c i e m b r e 2 0 0 7 • CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO

contienda en la zona repu-blicana y dos de ellos se en-cuentran en proceso de bea-tificación. Nos referimos aJuan José Orellana del Mo-ral, fusilado el 16 de agostoen Espejo; a Juan AntonioGarcía Moreno (HermanoRaimundo), perteneciente ala Orden Hospitalaria deSan Juan de Dios, ametralla-do el 17 de agosto de 1936en las tapias del cementeriode San Rafael de Málaga; yal salesiano Antonio Fernán-dez Camacho, que murió de-sangrado como consecuen-cia de las heridas producidaspor los disparos de un mili-ciano en Sevilla el 20 de ju-lio de 193629.

En cuanto a la destruc-ción de edificios o bienesreligiosos en Lucena oMontilla, el único hecholuctuoso que hubo que la-mentar ocurrió en la aldeamontillana de Santa Cruz,donde la ira iconoclasta deun grupo de carabineros, lle-gados de fuera, supuso ladesaparición del púlpito y elarchivo de la iglesia, la des-trucción del altar mayor, elretablo renacentista, la pilabautismal de barro vidriadadel siglo XVIII y el retablobarroco de la Virgen del Ro-sario.

Durante la Guerra Civily la dictadura, el franquismose afanó en la construcciónde símbolos externos y visi-bles de su victoria sobre laEspaña republicana. Los ri-tos conmemorativos, lossímbolos totalitarios y los“lugares de memoria”(nombres de calles, monu-mentos, cruces de los caí-dos) cumplieron “una fun-

ción clave en el proceso desocialización política”30. Pa-ralelamente, la dictadura de-dicó un esfuerzo similar a ladestrucción de los signosque representaban la Españarepublicana y los valores de-mocráticos y civiles. La per-sistencia en el tiempo de to-da una parafernalia de la“victoria” perpetuó la dolo-rosa división entre vencedo-res y vencidos.

Se denominaba “Caídospor Dios y por España” a to-dos los que habían perdidola vida por efecto de la re-presión republicana o por laacción de su ejército. El pri-mer homenaje que recibíanlos que habían fallecido conel “nombre de Dios y de Es-paña en los labios”, segúnafirmaba Ideales al referirsea los soldados del bandofranquista muertos en losfrentes, era el de los entie-rros multitudinarios, conoficios religiosos, coronasde laurel, himnos y desfiles;y con la asistencia de las au-toridades civiles, militares yeclesiásticas. Montilla diosobrados ejemplos de estenacionalcatolicismo impe-rante. Memorable, porejemplo, fue el entierro deJosé Mª de Alvear, jefe delcarlismo en la provincia.Los nombres de los “caí-dos” se colocaron en la no-menclatura de las calles (Jo-sé Mª de Alvear, balilla Car-mona Ramos, Padre MiguelMolina de la Torre, ManuelCruz Bujalance, etc.). El 7 deseptiembre de 1937 la Co-misión Gestora acordóconstruir una Cruz de losCaídos en la plaza ObispoPérez Muñoz (llanete de

San Agustín). En la fachadade la iglesia de SantiagoApóstol se colocó un rótulocon el nombre de José Anto-nio Primo de Rivera, deacuerdo con un decreto de laJefatura del Estado de 16 denoviembre de 1938 que es-tablecía, “previo acuerdocon las autoridades eclesiás-ticas”, que “en los muros decada parroquia figurara unainscripción que contenga losnombres de sus Caídos, yaen la presente Cruzada, yavíctimas de la revoluciónmarxista”. A su vez, el 28 demayo de 1939 los padres sa-lesianos inauguraron la“Cruz del ex alumno caído”(“ex alumnos de Don Bos-co, mártires de la Religión yde la Patria”, los denomina-ba su revista Nuestro Auxi-lio).

La victoria de Franco,tras dejar “cautivo y desar-mado” al “ejército rojo”, fuerecibida el mismo 1 de abrilde 1939 por un telegramadel Papa Pío XII, en el quedaba la “apostólica bendi-ción” al Caudillo por la“victoria de la católica Es-paña” y hacía votos para quese recuperaran las “antiguastradiciones cristianas”31. Lacomunidad salesiana deMontilla celebró el triunfode los que habían iniciado lacontienda el 18 de julio conla lectura de este telegramay del último parte de guerra,y con la organización de unciclo de conferencias, im-partidas una a una por dis-tintos sacerdotes, con los ex-plícitos títulos de ‘La Cruza-da Española en el marco dela Historia’, ‘La cultura dela Nueva España’, ‘La trilo-

La persistenciade toda unaparafernaliade la victoriaperpetuó ladolorosa división

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48 CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO • d i c i e m b r e 2 0 0 7 • Nº 25

gía del Cruzado’y ‘Los pun-tos de la Falange y las esen-cias tradicionales de la Nue-va España Católica’32.

En la inmediata posgue-rra, escaso apoyo encontra-ron los represaliados y susfamilias de una Iglesia quehabía bendecido la “cruza-da”.

Los “sin Dios“, abando-nados a su suerte, como side un castigo divino se tra-tara, debían responder desus actos ante la justicia deFranco, que para un buensector de eclesiásticos re-presentaba la misma justiciacelestial. “Déjalo, que pur-gue sus culpas”, le decía elarcipreste montillano LuisFernández como consuelo ala madre de Francisco Sola-no Martínez Martínez, presoen un batallón de trabajado-res en Palma de Mallorca,cuando ella se lamentabaentre sollozos de la dramáti-ca situación de su hijo33.

El arcipreste Luis Fer-nández, encargado de la últi-ma confesión de los conde-nados a muerte y de la asis-tencia espiritual a los reclu-sos34, solía llevar a las niñasdel colegio de San Luis acantar el Cara al Sol en pre-sencia de los encarcelados,mientras obligaba a estos apermanecer con el brazo al-zado, al estilo fascista. Decamino, adoctrinaba políti-camente. Un día, en mediode uno de sus discursos,afirmó: “La justicia de Fran-co es la de la Santa MadreIglesia y ha llegado el mo-mento de que se cobre loque es suyo”35.

Permanecía además enla posguerra la misma obse-

sión por la administraciónde los sacramentos, sobretodo en Montilla, adondehabían regresado miles derefugiados tras el fin de lacontienda. El arcipresteLuis Fernández advirtió aRosa Gómez Márquez y aAntonio Luque Duque, casa-dos por el código civil, quedeberían celebrar el matri-monio eclesiástico si querí-an que su hija fuera admiti-da en el colegio36. El párro-co de San Francisco Solano,Rafael Castaño Cañete,obligó también a ManuelRuz Aguilar a bautizar a suhija para que pudiera asistira la escuela37. Araceli Gon-zález León –cuyos herma-nos Juan y Manuel moriríanen el campo nazi de Maut-hausen–, que había estadorefugiada durante la guerraen Úbeda (Jaén), nada másregresar a Montilla recibióla visita de un grupo de jó-venes virtuosas –ligadas ala parroquia de SantiagoApóstol e hijas de renom-brados propietarios y bode-gueros– que le advirtieronde la necesidad de bautizara sus hijos para que pudie-ran asistir a la escuela y re-cibir los sellos de comida ylos vales para las medicinasde la beneficencia munici-pal38.

La presencia de sacerdo-tes durante los últimos mo-mentos de vida de los con-denados fue una constante.Preocupados por la salva-ción del alma de los futurosdifuntos no escatimaban es-fuerzos en su terrenal labor.El padre jesuita Bernabé Co-pado –asentado en Montilladesde mayo de 1944–, cape-

llán de la columna de reque-tés sevillanos del coman-dante de Caballería retiradoLuis Redondo, ya encontra-ba “consolador” en 1936 vercómo se confesaban antesdel último suspiro los queiban a ser fusilados en lospueblos conquistados deHuelva, Córdoba y Mála-ga39. También, los obisposespañoles, en su pastoral dejulio de 1937, habían afir-mado que los consolaba de-cir que “al morir, sanciona-dos por la Ley, nuestros co-munistas se han reconcilia-do en su inmensa mayoríacon el Dios de sus padres” yque “han muerto impeniten-tes (…) en las regiones delsur no más de un 20 porciento”. En Montilla, el mis-mo día en que fusilaron aAntonio Córdoba Gálvez, de28 años, el 7 de noviembrede 1939, obligaron a sucompañera a casarse con élpor la Iglesia y bautizaron asu hijo Lenin Córdoba Polo-nio, que entonces tenía 4años, con el nombre máscristiano de Antonio Francis-co40.

También conocemos laúltima asistencia espiritualque recibió Carlos GarcíaHerrador, de 28 años –fusi-lado junto a otras 8 perso-nas a las 5 de la mañana del28 de junio en el Cemente-rio de San Rafael de Córdo-ba– gracias a la carta querecibió en Montilla su viudaJosefa Polonio Muñoz de suconfesor, un carmelita des-calzo, que describe el últi-mo día de su vida, hasta queestuvo “su alma en la pazdel Señor”, y que narra losiguiente:

Debía bautizara sus hijos paraque recibieranlos sellos decomida y lasmedicinas

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Convento de CarmelitasDescalzos (San Cayetano)

Córdoba, 29 de junio de1941

Estimada señora: ustedme dispensa si le doy unanoticia amarga sí (sic), pe-ro quizás le sea más amar-ga al enterarse por otroconducto ignorando los úl-timos momentos de la vidade su esposo que mitigaránun tanto su dolor. Ademáscomo él me pidió de (sic)hacerlo quiero cumplir suúltima voluntad. Ayer ma-

ñana, a su esposo CarlosGarcía Herrador, le comu-nicaron la sentencia demuerte, quien la recibiócon una tranquilidad y re-signación cristiana admi-rable. Le pregunté si que-ría confesarse y a su res-puesta afirmativa le con-duje a una habitación se-parada para confesarlo,animarlo, charlar con éllos últimos momentos y fi-nalmente recibir los últi-mos recuerdos para la fa-milia y transmítírselos.

Después de su confesiónme encargó que le dijera aV. que recibiera la noticia desu muerte con resignación,encargándole que perdona-ra V. con corazón generoso atodos los que le habían acu-sado, como él los perdona-ba. Me insistió en esto queél perdonaba de corazón yquería que su esposa hicieralo mismo, tuviera ese mismorasgo de generosidad imi-tando al buen Jesús que ensus últimos y más dolorososmomentos perdonaba a los

Un recuerdopara su hija, quese eduque en lareligión cristianay sea buena.Luego comulgó

“El Sisia” –desconocemos su nombre y apellidos–, en el centrode la foto, al que fusilaron por vender prensa obrera yanticlerical en Montilla.

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que le crucificaban. Por úl-timo Carlos tuvo un recuer-do para su hijita… Que seeduque en la religión cris-tiana y sea muy buena. Des-pués celebré yo la misa, laoyó con fervor y comulgó, yno queriendo abandonarlele acompañé hasta el mismolugar de la ejecución en elcementerio de S. Rafael endonde le administré la SdªExtremaunción y a las 5 ymedia de la mañana estabasu alma en la paz del Señor.Señora, dura es esta noticia,pero recíbala con resigna-ción, acuérdese de sus últi-mas palabras para usted yponiéndolas en práctica

procure hacerse digna delCielo donde él la espera.Por lo demás confie en laDivina Providencia-DiosPadre Amoroso, que noabandonará a V. ni a su hija,si le aman y cumplen consus mandamientos. Créamea su disposición en cuantoguste mandarme. P. Alfredodel Sagrado Corazón de Je-sús.

O. C. D41.El silencio y la indife-

rencia de muchos hijos de laIglesia ante los asesinatos,los desmanes y la falta decaridad cristiana de los gol-pistas durante el “GloriosoMovimiento Nacional” fue

bien pagado por las autori-dades. En compensaciónpor su decidido apoyo a lasublevación y a la dictadurade Franco, la Iglesia recupe-ró los privilegios secularesque le habían sido arrebata-dos por la República, comoel mantenimiento económi-co del culto y el clero, laomnipresencia en la vida so-cial y cultural, el control dela enseñanza, la derogaciónde las leyes laicas (seculari-zación de cementerios, di-vorcio, etc.) y, sobre todo, laconfesionalidad del Estado.

También, las autoridadesfranquistas agradecieron aalgunos clérigos su labor

Los desmanesy la falta decaridad cristianade los golpistasfue bien pagadopor la autoridad

Fascistas de Montilla saludando con el brazo extendido.

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pastoral en favor de la causanacionalcatólica. En Monti-lla, el arcipreste Luis Fer-nández Casado recibió laMedalla de la ciudad y el tí-tulo de Hijo Adoptivo enmayo de 1950. De la mismomanera, el sacerdote gallegoAntonio do Muiño Casal, di-rector del colegio salesianode Montilla en los añosveinte y encargado de con-fesar en la posguerra a loscondenados a muerte en lacárcel de Pozoblanco, al quelos presos llamaban “La pa-jarilla de la muerte” porquesu presencia era el signo in-minente de una ejecución42,fue nombrado Hijo Adopti-vo de Montilla el 12 de abrilde 1962. ■

Notas:1Boletín Oficial Eclesiástico

del Obispado de Córdoba, 30 dediciembre de 1936. Cit. en F. Ló-pez Villatoro, Los orígenes delfranquismo en Córdoba. FET delas JONS, Córdoba, 2003, pág.72.

2Un análisis detenido de lacarta colectiva aparece en H. Ra-guer, La pólvora y el incienso. LaIglesia y la Guerra Civil española(1936-1939), Barcelona, 2001,págs. 151-172.

3El hilo de los acontecimien-tos del 18 de julio de 1936 y dela guerra civil en Lucena y Monti-lla se puede seguir en A. Bedmar,República, guerra y represión(Lucena 1931-1939), Lucena,2000; y Los puños y las pistolas.La represión en Montilla (1936-1944), Lucena, 2001.

4Las autoridades traslada-ron a las monjas de clausura delconvento de San Agustín al con-vento de Santa Clara durante los

meses en los que lo utilizaron co-mo prisión. M. C. Aguilar Corre-dera, Sor Concepción de S. Mi-guel Corredera Medina. AgustinaRecoleta, Córdoba, 2001, págs30 y 31.

5Realidad, 14 de julio de1938. Archivo Manuel Ruiz Lu-que, de Montilla (en lo sucesivoAMRL).

6Patria, 10 de octubre de1936. AMRL.

7J. Casanova, La Iglesia deFranco, Madrid, 2001, pág. 42.

8Nuestro Auxilio, noviembrede 1936. AMRL.

9AMRL, hoja sin catalogar.10J. L. Rodríguez Jiménez, La

extrema derecha española en elsiglo XX, Madrid, 1977, pág.194.

11Discurso pronunciado enel Congreso de los diputados el 6de noviembre de 1934. Cit. porA. Reig Tapia, Memoria de laGuerra Civil. Los mitos de la tri-bu, Madrid, 2000, pág. 238.

12Yugo, 30 de junio de 1937.AMRL.

13Enrique Pla y Deniel, cartapastoral “Las dos ciudades”(30-9-1936), en Boletín Oficialdel Obispado de Salamanca, oc-tubre de 1936. Cit. por A. ReigTapia, Violencia y Terror, Madrid,1990, pág. 42.

14Cit. por J. M. Thòmas, Loque fue la Falange, Barcelona,1999, pág. 15.

15Nuestro Auxilio, julio de1937. AMRL.

16Patria, 5 de septiembre de1936. AMRL.

17El Defensor de Córdoba,16 de octubre de 1936. ArchivoHistórico Municipal de Córdoba.

18Patria, 17 de octubre de1936. AMRL.

19Patria, 12 de diciembre de1936. AMRL. Los hechos narra-dos por el periódico me fueron

confirmados por Ángela Zafra enuna entrevista mantenida enSant Joan Despí (Barcelona), el19 de octubre de 2002, y en con-versación telefónica, el 29 deagosto de 2007.

20Testimonio de Concha yRafaela Baena Rubio, Montilla, 4de julio de 2001.

21Testimonio de Antonia Ga-ma Jordano, Montilla, 27 de juniode 2001.

22Los datos sobre el númerode sacramentos impartidos sehan tomado de A. L. Jiménez Ba-rranco, Un arcipreste y una épo-ca. Don Luis Fernández Casado(1872-1953), Montilla, 2003,págs. 101 y 102. A pesar de queen el libro se sostiene que las ci-fras desmienten “a quienes ase-guran que D. Luis imponía los sa-cramentos religiosos a las perso-nas que no los habían recibidoanteriormente”, nuestro análisis,basado en las propias cifras queaporta el autor, demuestra todolo contrario para los tres años deguerra, como ya hemos señala-do. Tomemos de ejemplo el año1936. Entre el 1 de enero y el 20de julio se oficiaron 382 bautis-mos, matrimonios y defuncionesen Montilla. Si en lo que restabade año (que es sólo cinco mesesy 10 días, un tiempo bastante in-ferior) se oficiaron el mismo nú-mero a pesar de que, como yahemos indicado, la población deMontilla había descendido en al-gunos miles de habitantes, lacausa tuvo que estar, precisa-mente, en que se administraronlos sacramentos a los que no loshabían recibido con anterioridad.

23Ideales, 22 de marzo de1937. Archivo Histórico Munici-pal de Lucena (AHML).

24Archivo personal de Joa-quín Ruiz de Castroviejo López,Lucena, 26 de agosto de 2000.

Se recuperaronlos privilegiosarrebatados,como era elmantenimientode culto y clero

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25J. Mª Mercadal, Ideario delGeneralísimo, pág. 54. Cit. por J.Palacios, La España totalitaria.Las raíces del franquismo: 1934-1946, Barcelona 1999, pág.102.

26Ideales, 28 de febrero de1938. AHML.

27Ideales, 20 de agosto de1936. AHML.

28A. L. Jiménez Barranco, ob.cit., pág. 99, alude a la muertedel sacerdote ponteño José Pine-da Cejas siendo coadjutor de laparroquia de Santiago Apóstol deMontilla. Sin embargo, dejó deserlo en junio de 1932, año en elque lo destinaron como coadju-tor a la parroquia de Nuestra Se-ñora de la Purificación en Puen-te Genil, localidad en la que fueasesinado, junto a su padre y suhermano, el 27 de julio de 1936(M. Nieto Cumplido y L. E. Sán-chez García, La persecución reli-giosa en Córdoba (1931-1939),Córdoba, 1997, págs. 695-698.Igual ocurre con Ricardo MoralesGarcía, que dejó de ser coadjutorde la parroquia de SantiagoApóstol de Montilla el 1 de febre-ro de 1935, cuando tomó pose-sión de la capellanía de Jesús Na-zareno en Puente Genil. Fue ase-sinado en Herrera (Sevilla) el 24de julio de 1936 (M. Nieto Cum-plido y L. E. Sánchez García, ob.cit., 623-626).

29La información sobre estostres clérigos asesinados la he-mos obtenido de M. Nieto Cum-plido y L. E. Sánchez García, ob.cit., págs. 679-682, 690-693 y698-699. Para el caso de Anto-nio Fernández Camacho, hemosutilizado también J. Ortiz Villalba,Sevilla 1936: del golpe militar ala guerra civil, Córdoba, 1997,págs. 132-133.

30P. Aguilar Fernández, Me-moria y olvido de la guerra civil

española, Madrid, 1996, pág.115.

31Cit. por H. Raguer, La pól-vora y el incienso. La Iglesia y laGuerra Civil española (1936-1939), Barcelona, 2001, pág.393.

32Nuestro Auxilio, junio de1939. AMRL.

33Testimonio de FranciscoLópez Martínez, Montilla, 5 de ju-nio de 2001.

34Desde el siglo XIX, enMontilla la capellanía de la cár-cel correspondía al titular de laparroquia de Santiago Apóstol.Un decreto de la República de 4de agosto de 1936 disolvió el

Un decreto dela República de1936 disolvióel cuerpo delos capellanesde prisiones

El arcipreste Luis Fernández Casado, capellán de la prisión de Montilla,

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cuerpo de capellanes de prisio-nes, por lo que desde el golpe deEstado del 18 de julio de 1936los religiosos que actuaron decapellanes en las cárceles de Es-paña lo hicieron de manera vo-luntaria y no obligatoria –comofue el caso del arcipreste LuisFernández Casado, aunque en A.

L. Jiménez Barranco, ob. cit.,pág. 103, se afirme lo contrario–hasta que una orden del Ministe-rio de Justicia del Gobierno deFranco otorgó el 5 de octubre de1938 carácter legal a esta asis-tencia. El 7 de enero de 1939, elpadre jesuita Pérez del Pulgarelaboró un plan general de asis-

tencia religiosa que se puso enmarcha en todas las prisionescon el visto bueno de la jerarquíaeclesiástica. Un decreto de 17de diciembre de 1943 restable-ció el cuerpo de capellanes deprisiones disuelto por la Repúbli-ca (J. Casanova, ob. cit., págs.261 y 262).

35Testimonio de CarmenMontoro Reina, Montilla, 23 dejulio de 2001, de acuerdo con lainformación textual que le facili-tó su padre, preso en la cárcel ytestigo del discurso.

36Testimonio de Teresa Lu-que Gómez, Montilla, 12 de juniode 2001.

37Testimonio de José RuzMorales, Montilla, 24 de julio de2001.

38Testimonio telefónico deRafael González Polonio, Sant Fe-liu de Llobregat (Barcelona), 31de julio de 2006.

39J. Casanova, ob. cit., pág.126.

40A. Córdoba Alcaide, Unainfancia andaluza, p. 222; y con-versación mantenida con el pro-pio Antonio (o Lenin) CórdobaPolonio, Montilla, 1 de diciembrede 2001.

41La copia de la carta la de-bo a la amabilidad de Rafael Gon-zález Polonio, residente en SantFeliu de Llobregat (Barcelona),sobrino político de Carlos GarcíaHerrador. Según su testimonio,un conocido policía municipal ledijo a la esposa de Carlos Garcíaque él podría evitar su muerte siella accedía a sus pretensionessexuales. Cuando la mujer se locontó al marido, éste respondió:“A ese precio prefiero que me fu-silen mañana mismo”.

42F. Moreno Gómez, Córdobaen la posguerra (La represión y laguerrilla 1939-1950), Madrid,1987, pág. 40. ■

Le dijo que podíaevitar la muertede su maridosi accedía asus pretensionessexuales

n de Montilla, junto a jóvenes de la Sección Femenina de Falange.

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