Historia - Libros I-II - Herodoto de Halicarnaso

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(Herodoto o Heródoto; Halicarnaso, c. 484 a.C. - Turios?, c. 426 a.C.) Historiador griego, el primero del mundo occidental. En los nueve libros que componen su obra, titulada Historias, Herodoto narró detalladamente el decurso de las Guerras Médicas (Grecia frente al todopoderoso Imperio persa), que terminaron con la victoria de los griegos sobre Darío el Grande y su hijo Jerjes. Aunque un sentido moral y religioso orienta su relato, en el que se intercalan frecuentes excursos descriptivos y etnográficos sobre los pueblos bárbaros, ya la misma Antigüedad supo apreciar la novedad y el valor de su obra, y otorgó a Herodoto el título de padre de la historia.

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  • Herdoto, a quien Cicern llampadre de la historia, obr latransicin, decisiva para lahumanidad, de una concepcinmtica a otra racionalista e ilustradaen lo que a interpretacin de lasacciones de los hombres se refiere.Para narrar las Guerras Mdicasque enfrentaron a griegos y persasen el siglo V a. C., relatando desdeel pasado lejano al prximo yabarcando todo el mundo conocidoen su poca (tal es el contenido desu Historia), no se inspir en losheroicos modelos picos de

  • Homero, ni en los relatosidealizadores con los que en sutiempo se embelleca la vida depersonajes poderosos (genealogas)y la fundacin de ciudades (relatosfundacionales), y fue mucho ms allque los loggrafos (sus precursoresinmediatos en la narracin dehechos histricos) y los gnerosgeogrficos de los periplos y lasdescripciones de la tierra. Suempeo consisti en preservar delolvido las gestas humanas, y endeterminar la responsabilidad moral(a menudo la causa de los males).Con l la poca mtica deja deconsiderarse historia y se convierte

  • en prehistoria de los griegos. Y apartir de l ser el ser humano,individual o colectivamente, con susgrandezas y miserias, el centro deese nuevo gnero literario queconocemos como historiografa.En el Proemio, Herdoto declarasu intencin de salvar del olvido lashazaas de las generaciones que leprecedieron, de investigar lascausas de las Guerras Mdicascentrndose en lo humano y en loadmirable realizado tanto porbrbaros como por griegos. En ellibro primero se narra el pasadoremoto de los persas: Creso, primer

  • agresor en poca histrica contralos griegos de Asia, y su derrotafrente a Ciro, fundador del imperiopersa. Este primer libro describe elcrecimiento del imperio, y se centrafundamentalmente, adems de enlos persas, en lidios, babilonios y elpueblo nmada de los masgetas,todos ellos vctimas del irreprimibleafn expansionista. El libro segundotrata del siguiente pueblo agredidopor los persas: Egipto, del quedescribe geografa y etnografa ehistoria desde los tiempos msremotos hasta el faran Amasis.

  • Herdoto de Halicarnaso

    Historia - Libros I-II

    Biblioteca Clsica Gredos - 003

    ePub r1.0mandius 29.03.15

  • Ttulo original: Herdoto de Halicarnaso, 484 a. C.Traduccin: Carlos Schrader

    Editor digital: mandiusePub base r1.2

  • INTRODUCCIN

    1. Primera aproximacin a la obra deHerdoto.

    La obra de Herdoto es nosolamente la primera obra extensa enprosa jnica que se nos ha conservado,sino tambin, en absoluto, la primeraobra extensa que se escribi en prosa engriego. Antes de l, ocontemporneamente, escribierontratados en prosa diversos filsofoscomo Herclito y Demcrito, topgrafoso narradores de historias comoCadmo de Mileto, Acusilao de Argos y

  • Hecateo de Mileto, el mdicoHipcrates. Se trata siempre de losprimeros ejemplos del gnero filosficoo cientfico, definidos por su carctermonogrfico y su corta extensin.Empiezan a escribirse a partir de finesdel s. VI a. C. y constan de un proemio yuna pequea narracin, bien en estiloacumulativo y catico, bien intentandoun tratamiento sistemtico, en partes quese subdividen en otras. Continan, encierto modo, el contenido y el estilo delas pequeas composiciones de la lrica.Ahora, en cambio, nos encontramos conuna obra en prosa que compite con lagran epopeya, con Homero.

    La Ilada, concretamente, presentaba

  • la lucha de griegos y troyanos a lo largode una accin compleja; mejor, lahistoria del agravio inferido a Aquiles yde su venganza, que culmina en lamuerte de Hctor y que era interrumpidapor toda clase de digresiones quearrojaban luz sobre otros aspectos de laguerra y sobre sus precedentes y susconsecuencias para el futuro.Comenzaba por una alusin directa a loscomienzos del episodio: la reyerta entreAgamenn y Aquiles, promovida por eldios Apolo. Pues bien, paralelamente,Herdoto nos cuenta la lucha entregriegos y asiticos, que culmina en lasGuerras Mdicas. Nos dice, igual queHomero, que escribe para evitar que las

  • grandes acciones queden privadas degloria, y ello tanto en el caso de lasacciones de los griegos como en el delas llevadas a cabo por los brbaros; yque va a contar, adems, la causa por laque guerrearon.

    stas son las manifestaciones deHerdoto en su proemio y ponen bien derelieve que escribe en la linea deHomero; es ms, el rapto de Helena y laguerra de Troya son, para l, uno de losepisodios de las rivalidades entregriegos y brbaros que culminaron enlas Guerras Mdicas. Y, sin embargo,las diferencias son bien manifiestas.

    Podramos enumerarlas as,partiendo del proemio propiamente

  • dicho y de las historias mticas deenfrentamiento de Europa y Asia quesiguen a continuacin:

    1. Herdoto comienza afirmando questa es la exposicin de la investigacindel propio Herdoto. Hay un autorpersonal, como en el caso de Hesodo yde los lricos; pero, adems, no hayMusas que narren antiguas historias,sino una investigacin.

    2. Respecto a los raptos de mujeresde o, de Europa, de Medea, deHelena que constituan, segn el mito,el momento inicial de las hostilidades,Herdoto nos cuenta la versin de lospersas y la de los fenicios, pero lprefiere no optar entre ambas. Se limita

  • a decir quin fue el que l sabe quecomenz la agresin contra los griegos:Creso, rey de Lidia. Es decir, deja lahistoria mtica para pasar a lacontempornea; los hechos einterpretaciones de otros,incomprobables, por lo que piensa quepuede comprobase.

    3. Paralelamente, san sucesos delos hombres aquellos a los que prestasu atencin. Los dioses no estnpresentes en su Historia, al menos enforma personal y directa. Al propiotiempo, insiste en lo cambiable que es lafelicidad humana y, por ello, dice, va aocuparse tanto de los pueblos pandescomo de los pequeos. Hay una visin

  • general, no unilateralHerdoto funda, as, la Historia

    Universal all donde, hasta entonces, nohaba otra cosa que poemas picossobre hroes y crnicas de ciudades opueblos. Se refiere slo a los hombres ya los hombres contemporneos, en suma.Los anteriores slo son atendidos encuanto pueden ser objete de la historia,no del mito. Y, fundamentalmente, paraservir de precedente, de explicacin, ala culminacin de la Historia: lasGuerras Mdicas.

    Efectivamente, a partir de la historiade Creso, que es la historia de laagresin de este rey lidio contra losgriegos de Asia y la de su propia

  • sumisin por el persa Ciro, el curso dela obra va a hacer intervenir, poco apoco, a todos los pueblos de Grecia y deAsia. Cuando lidios y persas entran encontacto, por diversos motivos, con lospriegos, se nos expone, en variosexcursos, la historia anterior de stos, lade atenienses y espartanos sobre todo.Cuando Persia se enfrenta a Lidia, senos da, en excursos retrospectivos, lahistoria antigua de medos y persas, suconquista de Babilonia;, luego susexpediciones y guerras de conquista enEgipto y Escitia, entre otros lugares.Todo va confluyendo y preparando elchoque final de griegos y persas. Esms, el relieve dado a las historias de

  • Atenas y Esparta responde, sin duda, aldeseo de dejar sentados los precedentesdel posterior choque de una y otra en laguerra del Peloponeso, al final del siglo V: guerra en cuyos primeros aosviva todava Herdoto.

    Hay, pues, trazadas unas lneasmaestras de la historia universal del s.VI y del V a. C., aunque todo estcentrado en las Guerras Mdicas, acomienzos del V. A la vez, desde elcomienzo mismo, se atiende a lascausas. Veamos, anticipando cosas,cmo se cumple esta segunda parte delprograma.

    No, en verdad, de una manera muyconsecuente. De Creso se dice al

  • principio, como hemos apuntado, quefue el primero que yo s que comenzlas acciones injustas contra los griegos(I 5): hay una reserva sobre si estasacciones fueron o no consecuencia deotras anteriores. Ms tarde (I 34) se nosdice que a Creso le sobrevino un grancastigo del dios, porque a lo que sepuede conjeturar, se consider a smismo el ms feliz de todos loshombres: con lo que Herdoto serefiere a la supuesta (y falsa, lacronologa es imposible) conversacinde Creso y Soln, narrada por l, en laque el sabio ateniense se neg aconsiderarle el ms feliz de los hombreshasta ver cul era su final. Pero luego, a

  • continuacin, Herdoto sugiere otraposible causa de la desgracia de Creso:interpretar mal dos orculos en queApolo Pitio contestaba a sus preguntasde si deba atacar al ejrcito persa y sidurara mucho su poder; ello, despusde haber puesto imprudentemente aprueba la sabidura de diversosorculos. Pero, con esto, no hemosacabado: cuando Creso decide atacar alos persas (I 73), lo hace por deseo detierra, que quera aadir a su territorio,y sobre todo por confianza en el orculoy queriendo castigar a Ciro vengando aAstiages. Ms todava: prisioneroCreso de Ciro, el dios de Delfos explicasu derrota como castigo por la accin de

  • su antepasado, Giges, que se habaapoderado del trono matando aCandaules (I 91).

    Las explicaciones son, pues, varias:van, desde la simple injusticia delagresor de un territorio ajeno, a ladesconfianza en los dioses; del creersedemasiado inteligente o demasiado feliz,a pagar culpas de un antepasado. Seinsiste en que hay un destino del que esimposible huir, aun para un dios (I 90);lo cual, despus d todo, es menosescandaloso que lo que se dice apropsito de Candaules (I 8): erapreciso que le sucediera un mal aCandaules, y que la exposicin de lacreencia en la envidia de los dioses, a

  • propsito de la muerte de Polcrates deSamos (III 120 ss.): tambin Soln ledice a Creso (I 32) que la divinidad esenvidiosa y causa de confusin y queel hombre es pura contingencia.

    Sea cual sea el detalle, lo que esclaro es que Herdoto no se contentacon la narracin de los hechos. Ve en laHistoria una especie de restablecimientodel equilibrio roto, insiste en que lasfortunas de los hombres cambian[1].Homero no ignora tampoco la tristezadel destino humano, que hace planearsobre las figuras de Patroclo, Hctor yAquiles, sobre todo. Pero aqu se vams lejos. La Historia de Herdoto notiene un verdadero hroe; no lo es

  • siquiera Temstocles, el mximocaudillo ateniense. Los protagonistasson, de una parte, el pueblo griego,ansioso de libertad, y atropellado en susderechos; de otra, el hombre en general,en cuanto sujeto a esa ley histrica.Creso, puesto en cabeza de la obra, esun anticipo de Jerjes, el rey persaderrotado, que, tambin l, desoyeavisos diversos, tiene enfrente a losorculos, invade territorios de otrospueblos. El fin de un poderoso, como esPolcrates, el tirano de Samos, es unaadvertencia ms.

    El tema reaparece, una y otra vez, atravs de la obra. No tenemos ya diosesque ayuden a uno u otro caudillo o

  • pueblo, sino una ley de equilibrio cuyaresponsabilidad se atribuye, ya a losdioses o lo divino, ya al destino oal azar[2], ya a acciones injustas delos hombres o a su propia grandezaexcesiva. En definitiva, Europa esequivalente a Asia, debe haber unequilibrio entre ambas. Orculos,sueos, advertencias de consejerossabios tratan de evitar la ruina dequienes no admiten esta ley. En vano; yla desgracia, entonces, es ineluctable.

    As, en contraposicin a Homero,Herdoto no celebra a caudillosvictoriosos ni exalta su guerra deconquista. Al contrario. Y el planodivino no est escindido en dos

  • parcialidades: expuesto en forma menospersonal, trata de evitar las catstrofes,pero, no atendido, arruina a quiendestruye el equilibrio. Hay unanarracin imparcial, pero con simpatahacia los griegos, que son los agredidos.Y con simpata humana por todos enesto, es igual Homero, pues todosestn sujetos a la misma ley ineluctable.

    Ya hemos dicho que no se trata deuna explicacin unitaria en el detalle.Tampoco hay un causalismo rgido. Porejemplo, poda esperarse que,conquistadas las ciudades griegas deAsia por los persas, la revuelta jnicadel ao 500 fuera vista por Herdotocmo consecuencia de aquella anterior

  • injusticia, algo lgico y justificable. Noes as. Para Herdoto esta revuelta, dela que haban de salir, en definitiva, lasGuerras Mdicas, rompa el equilibrioque, pese a todo, exista en aquel tiempoen el Egeo. Para l, concretamente, lasnaves enviadas por los atenienses enayuda de los milesios (V 97) fueron elcomienzo de las desgracias para losgriegos y los brbaros.

    As, nuestro historiador juzga encada momento, pero sobre unosprincipios generales. Son estosprincipios, y no consideracioneseconmicas o pragmticas, lasverdaderas causas que investiga.Consisten, en definitiva, en un equilibrio

  • que slo con injusticia y catstrofe serompe: y ello, no slo en la polticaexterior, sino tambin en la interior,como veremos. Pues lo que es la guerrade conquista en la primera, es laopresin del tirano en la segunda.

    Con todo, la obra de Herdoto no esun tratado de Teologa para ello, serademasiado inconsecuente en el detalle, sino una obra de Historia.Recientemente se ha insistido en ellouna y otra vez. Herdoto no es unfilsofo empeado en demostrar unatesis: es un narrador que, de cuando encuando, se detiene para intentar obtenerel sentido de los acontecimientos.

    Estos acontecimiento son, con

  • frecuencia, muy escasos. La historia delas cadas de Creso y de Polcrates, lainvasin de Jerjes, por ejemplo, podranexponerse, en lo que a hechos desnudosse refiere, en pocas pginas. PeroHerdoto ama, de una parte, el detalle,la ancdota, el suceso enlazado, dealgn modo, por asociacin de ideas, lashistorias privadas: la llegada deArin a Corinto a lomos de un delfn (I23), la muerte involuntaria del hijo deCreso por Adrasto (I 43), la historia deRampsinito y los ladrones (II 121 ss.), lahistoria de Licofrn, que se negaba aperdonar a su padre Periandro por lamuerte de su madre (III 48 ss.). Sonancdotas ms o menos histricas o

  • novelescas segn los casos, ms omenos autnomas o destinadas a prestarun sentido general a la Historia. Otrasveces, Herdoto introduce orculos,sueos y deliberaciones que tienendirectamente este objeto: as, porejemplo, antes y en el comienzo de lacampaa de Jerjes, los sueos de l y deArtabano y los consejos de ste (VII 18ss., 46 ss.).

    No hay, de todos modos, unaintervencin divina a cada momento,como en la Ilada. La ley del equilibrio,la del ciclo (I 207) de los sucesoshumanos, acta en el momento de laruina de las empresas y de los hombresdemasiado ambiciosos. Cierto, hroes y

  • dioses combaten al lado de losgriegos[3], los dioses se nos dice quesalvaron a Grecia (VII 139), un orculoindic que los atenienses debanrefugiarse en sus barcos y llevar a susmujeres e hijos a Salamina (VII 141 ss.);pero, al tiempo, Herdoto dice que deCalimaco dependa el xito o fracaso enMaratn (VII 109); que Atenas, juntocon los dioses, salvaron, a Grecia; queslo Temstocles fue capaz deinterpretar acertadamente el orculo.Hay una accin humana, que Herdotogusta de describir en tantos y tantoscuadros que no prejuzgan el bien ni elmal. Herdoto admira a Artemisia, quesalva en Salamina su barco, aunque para

  • ello tenga que hundir un barco de lapropia armada persa (VIII 87), critica aAristgoras, que, por no decir unamentira, no logr obtener la ayuda deEsparta a Mileto en el momento de larebelin jonia (IV 50). Por otra parte,tras cada batalla, da cuenta de quinesms se destacaron, describe en detalle elcomportamiento de unos y de otros.

    Con esto, intentamos adelantaralgunas cosas sobre el vasto retablo que,de la vida griega en el siglo V y aun enel VI a. C., nos presenta Herdoto.Griegos y brbaros, en sus grandesconflictos y en sus vidas y ancdotashumanas, se nos aparecen a lo largo deuna accin que recorre todo el

  • Mediterrneo oriental y aun a vecespenetra en frica y Asia, y llega,incluso, a Espaa, que marcha, ya enel sentido del tiempo, ya remontndolo.Paisajes, curiosidades, episodiosnovelescos crean el cuadro de conjuntoo sirven para interpretarlo. Y planea,dentro de esa abigarrada multiplicidad,el sentido de la debilitad y grandeza delo humano, el podero de una divinidadque impone la ley del ciclo y delequilibrio sin quitar libertad.

    En suma, sobre paisajes, sociedades,monumentos, hechos histricos varios,aprendemos mucho en la Historia deHerdoto. Slo a partir de ella y de loslricos, fundamentalmente, podemos

  • imaginar algo de la Grecia plural ydinmica de aquellas pocas en queestaba plenamente integrada en lahistoria del Oriente. Pero su temafundamental es el del hombre, individualy colectivo, ya en la ancdota y eldetalle, ya en sus hechos gloriosos, ya,sobre todo, en las causas de su ruina,cuando, pasado el momento deesplendor, se impone la ley que lecoloca, otra vez, en su lugar: verdaderacausa de la historia trgica de reyes ynaciones, de Oriente y Occidente en suconjunto.

    2. La vida de Herdoto en relacin con

  • su obra.

    No sabemos demasiado de la vidade Herdoto, pero s lo suficiente pairaestablecer el ambiente en que vivi, quehizo posible que creara la HistoriaUniversal, superando los marcosestrechos y localistas de suspredecesores, los cronistas quellamamos loggrafos. Nacidoseguramente tocia el 526 a. C., en laciudad griega de Halicarnaso, en lacosta suroeste del Asia Menor, se viodesterrado de la misma y arrastr suvida a lo largo de todo el mundo griego,detenindose, sobre todo, en Samosprimero, es Atenas despus, para

  • acabarla en la colonia panhelnica deTurios, fundada por Pericles en la Italiameridional.

    Esta suerte del exiliado la compartiHerdoto con todos los grandeshistoriadores griegos: Tucdides,Jenofonte, Teopompo, Polibio, Timeo[4].Sin duda, contribuy tambin, en sucaso, a hacerle menos partidista, mssensible para lo universal. PorqueHerdoto se convirti en el tipo delgriego aptrida hasta el momento en que,ya en el 444, se traslad a Turios, endonde sin duda escribi su Historia. Enlos aos de la grandeza de la Atenas dePericles y aun en los primeros, todavavictoriosos, de su enfrentamiento con

  • Esparta, Herdoto se dedica areflexionar para colocar a una luzuniversalista aquellos sucesos, lasGuerras Mdicas, de los que, endefinitiva, provenan su destierro y elhundimiento de la antigua edad en quegriegos y brbaros convivan en relacinfecunda. Y explica esos sucesos por losanteriores, al tiempo que deja adivinar,por el relieve que da a las historias deAtenas y Esparta y por su teora delciclo y del equilibrio, una visinpreocupada y no comprometida de loque suceda en sus das.

    Ahora bien, calificar a Herdoto dedesterrado es cierto, pero nocompletamente preciso. Nacido en Hall

  • car naso, como decimos, tuvo queexiliarse muy joven, por haberse vistoenvuelto en una revuelta contra el tiranoLgdamis, Hay que saber queHalicarnaso era una ciudad doriaasentada en territorio cario: carios sonel nombre de Lgdamis, el del padre deHerdoto, Lixes, el de su to el poetapico Paniasis. Este griego de sangremezclada con la caria se subleva contradi prncipe cario al que los persas,segn su hbito, haban confiado elgobierno de la ciudad y se exilia a lavecina isla de Samos, recordada por lcon el mayor cario.

    Hay que suponer que esasublevacin tiene lugar en conexin con

  • el ambiente posterior a las GuerrasMdicas: es el momento en que Atenas,al frente de la Liga Martima, trataba deliberar las ciudades griegas todavasometidas a Persia. A partir del 467 a.C batalla del Eurimedonte ganada porCimn, muchas ciudades griegas de Asialograron, efectivamente, laindependencia; entre ellas Halicarnaso,que era miembro de la Liga hacia el454. Pero Herdoto no volvi pormucho tiempo a su ciudad natal.

    Samos, isla jnica, era mucho msimportan te que la pequea Halicarnaso.Herdoto, sin duda, perteneca a la claseintelectual de su ciudad natal, comosobrino de Paniasis, autor de una

  • epopeya sobre Heracles. La literatura dela poca era jnica, en verso y prosa; yen el dialecto de la pequea ciudadexistan elementos jnicos, junto a losdricos. Ello contribuy, sin duda, a queHerdoto estuviera siempre cerca ylejos de Atenas y de Esparta, a la vez.Pero no haba comparacin con lavecina Samos, con su tradicin artsticay religiosa en torno al templo de Hera ylos recuerdos de Anacreonte y la cortefastuosa de Polcrates. Una vez lanzadoal destierro, Herdoto prefiri, endefinitiva, incorporarse a la grandispora que, desde el siglo VI, lanzabaa los griegos de Asia e islas vecinas alcontinente griego y aun a la Magna

  • Grecia.A partir del ao 449, Grecia volvi

    a estar en paz por Persia, gracias a lapaz de Calias, obra de Pericles. Nacidocomo sbdito persa, Herdotoaprovech, sin duda, esta circunstanciapara visitar el Oriente, seoreado porlos persas. Los detalles son discutidos,pero se admite generalmente que visitEgipto, Baj y Alto, as como AsiaMenor, Babilonia, partes de Escitia(Olbia, Crimea), Cirene. Como, adems,conoce Creta y las islas del Egeo, casitodo el continente griego (sobre todoDelfos y Atenas) y la Magna Grecia, esclaro que, dentro de lo posible, estabaen buena situacin para comprender la

  • historia de su mundo.En Halicarnaso y Samos haba

    aprendido a conocer a dorios y jonios,griegos y persas. Frente a los dspotasasiticos, hallaba, tanto en Atenas comoen Esparta, un ideal de libertad, siemprebajo el imperio de la ley: los espartanosBulis y Esperquis, primero, y Demrato,despus, defienden este ideal ante Jerjes(VII 134 y 104) y es esta libertad la quedefienden los atenienses en Maratn ySalamina. Pero, al tiempo, Herdoto esamigo de los brbaros: estudia concuriosidad las instituciones de lospueblos orientales y ve, en Egipto sobretodo, un modelo de sabidura, la cuna dela religin griega.

  • Bajo la paz de Pericles y antes delestallido de la Guerra del Peloponeso,el 431, se haba reconstruido, en ciertomodo, en el Egeo un estado de paz entretodos los griegos y el imperio persa,estado de paz que Herdoto aprovechpara sus viajes y para comprender lasituacin antigua, antes de las GuerrasMdicas, as como el significado destas. Ahora bien, el centro del mundogriego, situado entre Esparta y susaliados dorios, de un lado, y el imperiopersa, del otro, era Atenas, cabeza de laLiga Martima seora del Egeo y de lasciudades griegas de Asia y de Tracia.Tras su escala intermedia en Samos, fueall adonde Herdoto se dirigi y de all

  • parti, sin duda, para sus viajes.Aunque, es realidad, no conocemos lafecha de su viaje a Atenas, que slo porconjetura se coloca hacia el 447; puedenhaber sido varios.

    Herdoto es, en cierto sentido, unoms de los hombres de la dispora joniaque se sintieron atrados por Atenas:podemos colocarlo junto a Demcrito,Protgoras, Anaxgoras y tantos ms,que tan poderosamente influyeron en lacultura ateniense. Pero Herdoto fue,ms bien, influido. Es clara su simpatapor Atenas. Sin duda, all acert a ver elpapel decisivo de la ciudad en lasGuerras Mdicas, discutido por tantos yafirmado por l rotundamente (VII 139).

  • Es ms, la moderna historiografa estprcticamente de acuerdo en que slobajo el influjo de Atenas superHerdoto el estadio localista de losantiguos loggrafos y acept la idea deuna Historia Universal, centrada en laexistencia de los dos mundos de Orientey Occidente y en su choque en lasGuerras Mdicas: choque catastrfico,pero en el cual la razn y la justiciaestaban del lado de los griegos y, muyconcretamente, de los atenienses. Adecir verdad, ya desde su infancia,cuando se rebel contra un tirano puestopor los persas al frente de Halicarnaso,haba estado de este lado de la barrera:pero lamentando que la barrera

  • existiera, aorando el viejo equilibriode los dos mundos.

    Ahora bien, no es cierto queHerdoto falsificara la historia a favorde Atenas, como se viene diciendodesde el De Herodoti malignitate, dePlutarco, ni que tomara una posicinproateniense en el conflicto queenfrentaba, ya al final de sus das, a estanacin con el mundo dorio, comopretendi Meyer[5]. Su tratamiento delos alcmenidas es puramente objetivo,no favoritista, como han querido quienesvean en Herdoto un admirador dePericles, un alcmenida; el propioPericles slo es mencionado una vez (VI131), en el sueo de su madre, Agarista,

  • de que va a dar a luz un len, sueo queindica el podero de Pericles, sinvalorar su poltica. Ms bien parece queel enfrentamiento de los dos bloquesgriegos, cuya historia va triandoHerdoto paso a paso, resulta para lotra potencial causa de desgracias,como el enfrentamiento de griegos ypersas. Es objetivo: sus preferenciasestn divididas entre atenienses yespartanos, y ama otras ciudades deGrecia, como Egina, oprimidas porAtenas. Esta misma objetividad le hizover el papel brillante de Atenas y eldeshonroso de Tebas cuando la SegundaGuerra Mdica. Reconocerlo fue en lun rasgo de honradez, no ignorando,

  • como no ignoraba, la mala prensa deAtenas en el mundo griego (cf. VII 139)y teniendo, sin duda, cosas personalescontra ella, tal la represin de Samos elao 441.

    Es claro que Herdoto, admiradorde Atenas, no se dej absorber por laciudad. Continu independiente deespritu entre Atenas y las demsciudades griegas y tampoco se cerr enel desprecio, cada vez ms general,hacia los brbaros. Continu cultivandoun gnero que, aunque nuevo, es deorigen jnico las crnicas de losloggrafos, las novelas y pico, noateniense. Un gnero escrito en dialectojnico: la prosa tica slo naci por

  • obra de otro extranjero que lleg aAtenas el ao 427, aproximadamentecuando Herdoto mora, Gorgias,llegado del Occidente y que, ste s, sedej absorber por Atenas.

    Herdoto, inversamente, habacambiado Atenas por la GreciaOccidental: se hizo ciudadano de Turios,ciudad fundada por Pericles en el ao444, como una colonia panhelnica, enel lugar de la antigua Sbaris. Ciudadanode Turios se llamaba Herdoto a smismo, segn Aristteles[6], en elcomienzo de su obra, en vez deciudadano de Halicarnaso, comodicen nuestros manuscritos. Turios nofue una colonia ateniense a la manera

  • tradicional, pronto se alej de la ciudadfundadora.

    Aqu y no en Atenas es dondeHerdoto dio culminacin a su obra,centrada en el enfrentamiento de griegosy brbaros, no en el enfrentamiento entregriegos que era la historia de sus das.Encontr, sin duda, reposo para sutrabajo y un observatorio imparcial. Sien fecha anterior haba escrito yapasajes o lgoi diversos, que se nosdice que ley en Atenas y Olimpia, es enTurios donde fueron desarrollados hastaalcanzarse la obra que conocemos.

    As, Herdoto no quiso nunca dejarde ser uno de aquellos griegos viajerosque, desde la poca homrica,

  • establecieron los mejores lazos deunidad de las ciudades griegas, entre siy con el Oriente. La raza de los aedos,adivinos, mdicos, etc., de que hablaHomero y que eran, por decirlo as,internacionales, haba continuadofloreciendo, efectivamente, en los siglos VII y VI. Pensemos en los poetaslricos, casi siempre procedentes de lastierras griegas de Asia e islas vecinas,que crearon la lrica griega, actuando enEsparta, Corinto, Delfos, Dlos, etc.:Terpandro, Arin y los otros lesbios,Taletas de Gortina, Alemn de Sardes,Oln de Licia y tantos otros ms.Tambin los instrumentos musicales ydiversas tcnicas artsticas, as como

  • quienes las importaban, viajaban, enestas fechas, desde los confinesorientales del mundo griego, por todaGrecia[7]. A partir de un cierto momento,a los poetas se aadieron sofistas yfilsofos, ya hemos aludido a ellos. Porotra parte, los griegos viajaban aOriente: ya como mercenarios, desde elhermano de Alceo que luch enBabilonia, a los soldados que dejaronsus inscripciones, hacia el 590, en unaestatua de Ramss II en Ab Simbel; yacomo funcionarios o auxiliares del GranRey, tal Esclax, que explor la Indiapara Daro y escribi un libro, o sumdico, Democedes; ya comocomerciantes[8]. Pero tambin sabemos

  • de simples viajeros, como Soln, dequien el propio Herdoto (I 30) nos diceque visit Egipto para verlo. Hay queaadir sus noticias sobre el escitahelenizado Anacarsis (IV 76), y tambinse habla de viajes de Pitgoras,Demcrito y otros.

    Herdoto, que lea fragmentos de susobras, estaba en la lnea de los poetas eintelectuales que viajaban participandoen los concursos y dando a conocer susobras, como sabemos, por ejemplo, deZenn de Elea. Si, al tiempo,participaba en el comercio o en otrasactividades, o cules eran sus fuentes,de ingresos, no lo sabemos. Queestuviera prximo, en un momento dado,

  • a los crculos intelectuales de Atenas, esverosmil: la discusin sobre cul es lamejor constitucin, en III 80-82, sepiensa, generalmente, que, pese a suambientacin persa, deriva deconversaciones, en el crculo dePericles, en tomo a las ideas deProtgoras; y se han amaladocoincidencias importantes con Sfocles,no slo en las lneas generales de supensamiento, sino tambin en el detalle,sobre todo en el episodio de la mujer deIntafernes (III 118), tan prximo aAntgona 904-20. Hay, adems,ancdotas sobre su relacin con ste.Pero, insistimos, no podemos definirlocomo miembro de un crculo de

  • intelectuales en temo al hombre polticoque gobernaba a Atenas.

    En realidad, los hombres libres, sinpatria, que viajaban, desde la pocahomrica, difundiendo y creando lacultura griega, se haban incrementadocon los desplazados del Oriente griego,a partir de la conquista de Jonia porCiro, desde 546: el anterior dominio delos lidios haba sido ms suave. Unaciudad antera, Focea, se embarca haciaOccidente. Y es larga la lista de losrefugiados ya en el s. VI y a comienzosdel V: Jenfanes de Colofn es, quiz, elms significado de ellos, huido a Italiaen el 545. Hay que incluir tambin enella a los hombres que, como Pitgoras,

  • huyeron por circunstancias ms o menososcuras de la zona limtrofe del imperiopersa: en este caso, de Samos, quizhuyendo, hacia el 531, de la tirana dePolcrates. Herdoto se encuentra alfinal de esta nmina, entre los hombreshuidos de la zona conflictiva despus delas Guerras Mdicas.

    Los miembros de esta emigracinque pertenecan a la lite intelectual, seunan a la antigua corriente de poetas,sofistas y filsofos que unas vecesrecorran Grecia, otras se establecan enun lugar fijo, como Alemn. Tambinsuceda que desde su nuevo lugar deresidencia continuaran sus viajes.Herdoto es, quiz, el ms viajero de

  • todos. Desde sus bases sucesivas deSamos, Atenas y Turios parece haberrecorrido todo el mundo griego y buenaparte del brbaro; y no ya slo pataexhibir sus obras o ensear, sinotambin para aprender e investigar.Heredaba la tradicin de los viajerosjonios, autores de periegseis operiplos, estudiosos de la etnografa ylas thomsia o maravillas. Seembeba, al tiempo, de la numera decomponer de los poetas picos, de lamanera de pensar de los lricos y lostrgicos. Con estos elementos y lareflexin sobre la historia ms recientedel mundo, vario y unitario sin embargo,en que vivi, cre algo realmente nuevo:

  • el gran tratado en prosa jnica que es, ala vez, el primer gran libro en prosa y laprimera Historia Universal.

    3. Los precedentes de la Historia deHerdoto.

    Vamos a detenemos un poco en losprecedentes que encontr Herdoto en laliteratura de su tiempo para dar forma ycontenido a su gran creacin.

    El ncleo de que parti Herdoto, elgnero que hay que considerar bsico enl, es el de los lgoi o relatos en prosaopuestos a los pea o relatos en versopico, que componan en Jonia una

  • serie de escritores desde fines del siglo VI. Se trata de obras monogrficasde dos tipos:

    a) Crnicas de ciudades o pueblos,ya anteriores a Herdoto, yacontemporneas o, incluso, posteriores:citemos a Cadmo de Mileto (Fundacinde Mileto), Dionisio de Mileto(Historias lidias), Helnico de Mitilena(Historia tica), junto a otros, comoAcusilao de Argos.

    b) Obras ms extensas. El tipooriginal es el del periplo o descripcinde las costas de una regin. Citemos elperiplo marsells del s. VI a. C., del quenos queda un fragmento traducido allatn por Avieno y que describe las

  • costas de Iberia; y, sobre todo, laPeriegesis ges, Descripcin de latierra, de Hecateo de Mileto, quedescriba las costas del Mediterrneo yMar Negro. La obra perdida de Esclaxy periplos posteriores, como el deHann, relativo a las costas de frica,pertenecen a este gnero. Ahora bien,junto a los periplos hay que citartambin las Genealogas, del propioHecateo, de la poca de la rebelinjnica, que incluan diversasgenealogas, a partir de la edad mtica.

    Estas obras contenan datosdiversos: etnogrficos, geogrficos,histricos, curiosidades, tradicionesmticas; en el caso de los periplos

  • aadan un inters prctico. En realidad,trataban de continuar la pica, que,supuestamente, daba la historia antigua,mtica, de ciudades y pueblos y que, enobras posthomricas, como la Heracleade Panasis, trataba de dar al materialmtico una organizacin sistemtica,cronolgica. Otro pico, Qurilo deSamos, escribi unas Prsicas. Ciertospoetas lricos no procedan de otromodo: en el s. VI, Mimnermo de Colofnescribi una Esmirneida, Jenfanes, unaFundacin de Colofn, obras quecomenzaban por la fundacin mtica deestas ciudades y continuaban con susguerras posteriores.

    Pero, en este marco, los loggrafos

  • incluan toda clase de material recogidopor viajeros y curiosos. En el caso deHecateo, haba tambin crtica del mitosin abandonar por eso la credulidad: en sus manos, el robo de las vacasde Gerin por Heracles o el rapto delCerbero, trado del Infierno por elpropio Heracles, pierden su carcterfabuloso, se convierten en historiastriviales sobre unas vacas de Ampraciao una serpiente de Tnaro. Frente alpos y a la lrica, los lgoi tienden areferirse al mundo de todos los das, alo real y comparable, aunque se prefierelo nuevo y lo curioso. Hasta estemomento no hay en Grecia, aparte de lapica y la lrica, otra cosa que una

  • tradicin oral de relatos de viajeros ode ancianos que recuerdan el tiempopasado, de fbulas y novelas ms omenos adaptadas al presente; sin contarinscripciones que recogen listas dearcontes, sacerdotes o vencedores en losjuegas. A partir de ahora, todo esto va acombinarse para crear el nuevo gnerode los loggrafos.

    Es algo completamente nuevorespecto a lo que poda encontrarse enlos vecinos reinos orientales. LosAnales hetitas y asirios, lasinscripciones de los reyes persasencomiando sus propios hechos, bienque tiles para el historiador, pertenecena un gnero muy diferente, sirven,

  • principalmente, a la glorificacin de losdioses protectores y de los grandesreyes. Son ms pica contempornea queotra cosa.

    Pues bien, Herdoto incluye en suHistoria diversos lgoi o narracionesgeogrfco-histrico-etnogrfcas delestilo de los loggrafos; y nos diceconcretamente (VII 171) que siempre fuesu intencin hacer entrar excursos yparntesis en su obra, entre los cuales,los que ahora nos ocupan figuran muyprincipalmente. Concretamente, hay doslibros, en II y el IV, que estn ocupadoscasi enteramente por los lgoi sobreEgipto y Escitia, respectivamente; otrosson de menor extensin, como los

  • relativos a las costumbres de los persas(I 131-140), a la etnografa asiria (I 178-187, etc.), a los masgetas (I 92, 215-216), etc. Hay un grado variable deelementos histricos en estos lgoi: aveces predominan, as, en los dedicadosa Esparta y Atenas, nunca faltan. En elcaso ms completo, el de Egipto,Herdoto, en el momento en que el pasva a ser invadido por Cambises,comienza por describirlo, para pasar ahablar, luego, de las costumbres de losegipcios y, despus, de la historiaantigua de Egipto, entre constantesinterrupciones. Los animales exticoscomo el cocodrilo y el hipoptamo, laconstruccin de las pirmides, la

  • momificacin de los cadveres, lasdistintas costumbres de hombres ymujeres, todo aquello que a un turistagriego chocaba en Egipto y que, a veces,entenda incompleta o errneamente,ms las explicaciones de los lgioi oinformantes, a veces muy pococualificados, fue a parar a ese almacnde datos valiosos, curiosidades yerrores que es el libro II de nuestroautor.

    Hay una teora muy en boga segn lacual toda la Historia de Herdoto no esms que el desarrollo de unas Prsicas,un logos sobre Persia, paralelo a loslgoi asirios, que en algn lugarpromete (III 84) y, luego, se olvida de

  • dar. Sobre esto hablaremos msadelante: es muy probable que as hayasucedido. En realidad, como ya hemoshecho ver, todo el esqueleto de la obraconsiste en un relato centrado primeroen Lidia, luego en Persia, conexpansiones correspondientes a lospueblos con los que estas naciones seponen sucesivamente en relacinamistosa o guerrera.

    Ahora bien, a estos logoi sobrepueblos se aaden, como segundofundamento de la Historia de Herdoto,otros relativos a individuos y que se hancalificado frecuentemente de novelas.Los personajes son histricos, enHerdoto, pero los sucesos son, con

  • frecuencia, o inventados (caso deldilogo de Soln y Creso) o, en todocaso, reelaborados con peripecias,trgicas, cmicas o del tipo del cuento ola ancdota: lo caracterstico es que, entodos los casos, se desprende del relatouna enseanza, una interpretacin de lossucesos humanos. Tenemos la historia dePolcrates, a quien un pescador lleva elpez que se ha tragado el anillo arrojadopor l al mar para no ser feliz en todo,siguiendo el consejo de Amasis; o deAdrasto, que mata sin querer al hijo deCreso, a quien estaba encargado deproteger; o de Megacles, que consigue laboda con Agarista de Sicin, porqueHipoclides, el ms destacado

  • competidor, es descalificado por haberbailado, ebrio, sobre su cabeza; o delhbil ladrn que consigue casarse con lahija del faran Rampsinito. Y tantasotras ms. Tenemos los frecuentesorculos y sueos, con sus buenas oequivocadas interpretaciones, segn loscasos, y que tan decisivo papel jueganen lo que luego sucede y, adems,interpretan. Tambin, las conversacionesen que, antes de acciones decisivas,intervienen los que Lattimore hallamado[9] tragic warner, avisador deinfortunio, y practical adviser,consejero prctico; pertenecen, encierto modo, a lo novelstico, por msque tengan, al tiempo, su precedente en

  • escenas de la epopeya.Todas estas novelas rellenan el

    esqueleto de la narracin histrica,dndole sentido: por ms que se insistaahora, con razn, en que Herdoto es,ante todo, un historiador y, por tanto, lanarracin de los hechos histricos quese refieren a las relaciones entre losEstados es lo primario, todo lo demsest en funcin de ello[10]. En ellas eldesarrollo de temas trgicos y cmicos,con mayores o menores dosis deinvencin, pero siempre sobre temas yprincipios tpicos, contina lo que erapropio tanto del mito como de la novelay la fbula: gneros entre los cuales noes fcil la separacin.

  • De todas maneras, no est de msinsistir en que la novela y la fbula, ascomo las Vidas noveladas, son antiguasen Jonia, donde, sin duda, seencontraban ya los prototipos de obrasposteriores, tales como la Vida deEsopo, la Vida de Homero, atribuidaprecisamente a Herdoto, el Banquetede los Siete Sabios, las llamadasfbulas milesias, como la conocida dela viuda de feso, transmitida porPetronio, las fbulas de animales, lasancdotas ms varias. Hay precedentesorientales tambin para las Vidas:recurdse la de Ahicar, conocida porun papiro arameo y que se remonta a laantigua Asiria, con el tema del sabio que

  • da consejos con sus fbulas y mximas.Es el mismo tema de la Vida de Esopo ycoincide con numerosos pasajes deHerdoto, pero al tiempo nos hacerecordar los prototipos indios de obrasque, a travs de los rabes, llegaron anuestra Edad Media, tales el Libro deSindibad, el Calila e Dimna y laleyenda de Buda. Es la misma tradicinque crea, en la poca helenstica, la Vidanovelada de Alejandro.

    As, sin llegar a afirmar, comoAly[11], que la obra de Herdoto es unconjunto de novelas enlazadas por unmarco narrativo a la manera de la Vidade Esopo o de Las mil y una noches, esclaro que la antigua novelstica,

  • enlazada con el mito y la fbula, ejercigran influjo en nuestro autor. Muchas delas historias que cuenta, por ms que seadhieran a personajes histricos,proceden de ella. Pero slo en Herdotoalcanzaron forma escrita hayexcepciones anteriores, sobre todo enArquloco los cuentos y novelasjonios, tradicin oral que se adhera atodo personaje importante y le integrabaen el viejo marco de lo folklrico y loreligioso.

    Hay que aadir, por supuesto, elinflujo en Herdoto de la lrica y de latragedia. La primera le era conocidadesde Halicarnaso y Samos, la segundaaprendi a conocerla en Atenas. En

  • realidad, las novelas a que nos hemosreferido podran ser, igualmente, temasde tragedia: en un caso concreto, el deGiges, se escribi efectivamente unatragedia, probablemente de pocahelenstica; o temas de comedia, as enel caso del cuento de Rampsinito y losladrones. La diferencia real es que lospersonajes de la tragedia slo raramentese sacan de la historia: al caso de Gigeshay que aadir el tema de las propiasGuerras Mdicas, tratado trgicamentepor Frnico y Esquilo. La comedia,aunque trabaja tambin con personajeshistricos y contemporneos, incluyedioses y abstracciones diversas.

    Prescindiendo de esto, todos estos

  • gneros tratan, en definitiva, los temasde la culpa y el castigo, la grandeza y lacada, la aparente debilidad que, afuerza de ingenio o valor, es causa detriunfo, la falsa sabidura que es causade ruina y el ingenio que saca de apuros;y siempre hay juicios que implicanconstantes en el destino del hombre yque implican la accin de fuerzasdivinas. La lrica no procede de otromodo, ya presente sus mximas yrazonamientos en trminos generales, yacomo consecuencia obtenida del destinode hombres individuales. Slo apoyadoen esta literatura, ya oral ya escrita, yalrica, ya trgica, ya cmica, pudoHerdoto ofrecer los hechos histricos

  • rodeados de un conjunto de datossignificativos a cuya luz podemosjuzgarlos, por ms que se trate, a veces,de ancdotas ms o menos falsas. Slode ella pudo obtener su filosofa sobreel equilibrio que se rompe y serestablece, la inestabilidad de las cosashumanas, la injusticia castigada por losdioses, etc.

    Encontramos esta filosofa, enefecto, en la lrica a partir de Arquloco:en Soln sobre todo. Dentro de latragedia, es Sfocles, ya lo hemos dicho,el poeta ms prximo a Herdoto. Enotro lugar[12] nos hemos expresado conmayor amplitud sobre este tema.Queremos insistir en que las

  • vacilaciones de Herdoto para definirexactamente las causas de la ruina de unhombre o un pueblo son paralelas a lasque encontramos en los lricos ytrgicos. No son telogos Esquilo esel que ms se aproxima a ello, sinohombres religiosos que presencian lacada del poderoso y ven en ella elresultado de la actuacin de una leydivina. Pero el detalle de lainterpretacin vara.

    Pero, con esto, no hemos completadola enumeracin de los precedentes sobrelos cuales trabaja Herdoto. A los tresmencionados los lgoi geogrfico-histrico-etnogrficos, las novelas yancdotas, la poesa lrica y teatral,

  • hay que aadir un cuarto, ya anticipado:la epopeya.

    Efectivamente, slo en las grandesepopeyas, como la Ilada y la Odisea y,luego, otras composiciones del Ciclopico y posteriores, se haba llegado anarrar, por extenso, amplias series dehechos entrelazados, y de hechosimportantes de individuos destacados.Ya hemos dicho, al comenzar, queHerdoto era consciente de ser uncontinuador de la pica, como eraconsciente de que sus objetivos sedesplazaban en cierta medida.

    La epopeya narraba las hazaas delos hroes, para darles gloria, y aada,aunque parcamente, elementos de

  • interpretacin que ahora sonaumentados; son, en cierta medida,modificados tambin, como hemosdicho. En el caso de la Ilada,suministraba igualmente la narracin deun enfrentamiento mtico entre griegos yasiticos que Herdoto tom como unprecedente de su obra. Pues, si bien staest centrada en el conflicto de griegos ypersas, este conflicto halla unprecedente en el de griegos y lidios,colocado en cabeza de un modo, sinduda, secundario, y ste, a su vez, en elprecedente no tanto de los raptos demujeres, tomados no muy seriamente,como de la guerra de griegos y troyanos.

    Por otra parte hemos apuntado

  • antes a ello, la Ilada da un modelonarrativo que no poda encontrarse enparte alguna fuera de ella. La historia dela reyerta de Agamenn y Aquiles, consus sucesivos desarrollos, sufreinterrupciones en las que aparecenacciones marginales, digresiones varias,por otra parte importantes para hacerseuna idea del cuadro general de la guerra.Los momentos importantes estnenmarcados o precedidos por discursosen que se exponen las diversasposiciones o por actos de intervencindivina. Luego, conforme la accinavanza, el curso es ms rpido, lasdigresiones disminuyen, hasta alcanzarsela tensin mxima, el climax, en la

  • escena de la muerte de Hctor. Despushay un leve anticlimax, con los Juegospor Patroclo muerto y la devolucin a supadre del cadver de Hctor.

    Todo este esquema podra aplicarse,casi literalmente, a la Historia deHerdoto. En ella, el libro I presenta lagrandeza del reino de Lidia y el podercreciente de Persia, culminando con latragedia de Creso: tragedia doble, por lamuerte de su hijo y su propia prisin ycasi muerte. Pero, luego, el libro IIsupone una retardacin en la accin, alintroducirse, dentro de la campaa deCambises contra Egipto, el gran lgosrelativo a este pas. El libro III nosofrece la muerte de Cambises, causada

  • por su locura e impiedad, y traza, entreancdotas diversas, el cuadro del nuevopoder de Daro. Entre esas ancdotasest la de la muerte de Polcrates, elpoderoso tirano de Samos; y se enlazan,como digresiones, los relatos de lascampaas de Daro y, antes, ladeliberacin sobre la mejor forma degobierno para el imperio, que da luzsobre lo que va a venir despus, a saber,la derrota de un poder tirnico por unpueblo libre.

    Con todo, en este libro el temacentral parece abandonado, y mscuando el siguiente, el IV, se embarca enel relato de las campaas contra losescitas y otras ms, con los grandes

  • lgoi sobre Escitia y Libia; slo en el V,con la historia de la sublevacin jnica,volvemos a encontrar a los griegosenfrentados a un pueblo oriental yvolvemos al gran tema del origen delos males y a los planteamientostrgicos. Aun aqu hay digresiones,como las dedicadas a Esparta y Atenas,que duplican otras anteriores de igualtema y preparan el futuro. De aqu lanarracin marchar casi derecha, salvodigresiones como la dedicada a Egina,hasta la batalla de Maratn, en el libro VI. Pues bien, desde el libro VII laexpedicin de Jerjes es narrada yaprcticamente sin digresiones, salvo lasdeliberaciones, orculos y sueos que

  • preceden a los momentos decisivos y losiluminan: todo culmina en los relatos delas batallas de Salamina, Platea yMcala. Luego, la obra termina con lahistoria, entre ertica y sangrienta, delamor de Jerjes por su cuada y lavenganza de su mujer, y con loscomienzos de la campaa griega contralas ciudades griegas, ocupadas todavapor Jerjes, en la zona en que se unenAsia y Europa.

    Parece, pues, bien claro que, en elesquema seguido por Homero en laIlada, hall Herdoto inspiracin paraenlazar, a un largo relato histrico,diversos lgoi etnogrficos, novelas yancdotas e interpretaciones de tipo

  • religioso. Sobre este esquema decomposicin hemos de insistir msdespacio.

    Por otra parte, y para concluir esteapartado, ni la obra de Herdoto ni la deningn autor que tenga inters propio sedeja resumir por un agregado de notasheredadas. Hay algo nuevo y genial enHerdoto al concebir la nocin de laHistoria Universal y darle formaaprovechando los elementos que tena amano. Y hay algo muy individual y muypropio de l al combinar el talantereligioso y trgico de un Arquloco, unSoln o un Sfocles con el afninvestigador y racional de los viajerosjonios, con el gusto por una sabidura

  • que llega a la listeza y el engao.Tambin sobre todo esto hemos dehablar con mayor detencin.

    4. La composicin de la Historia. Suunidad.

    Nuestra comparacin de lacomposicin de la obra de Herdoto conla que tiene la Ilada, as como otrasafirmaciones que hemos hecho depasada, es evidente que nos colocan dellado de quienes piensan que dichacomposicin es justificable desde elpunto de vista de las intenciones delautor, no el resultado de una anrquica

  • acumulacin de materiales.sta es, efectivamente, la opinin

    hoy predominante. Pero no hay queocultar que la anomala de lacomposicin herodotea, frente a la queactualmente esperamos encontrar en unaobra de historia, ha hecho que muchosautores, a partir del siglo pasado, hayanadoptado la posicin contraria. Como enlo relativo a Homero, en lo relativo aHerdoto hay analticos y unitarios: hayquienes ven en el (aparente) desorden desus obras el resultado no buscado dereelaboraciones y aadidos; y quienesven, en l, un tipo de composicinperfectamente adaptado a los finesbuscados, cualquiera que sea su

  • prehistoria.Una primera idea que hay, sin duda,

    que descartar es la afirmacin, que aveces se ha hecho, de que la Historia deHerdoto est inacabada, como la deTucdides. sta es, por ejemplo, laopinin de Jacoby en su importanteartculo sobre Herdoto en Pauly-Wissowa[13]: el hecho de que, al fin delas Guerras Mdicas, Persia semantuviera fuerte pese a todo, no poda,segn l, justificar que la obra acabaraaqu. Pero Herdoto, resulta claro por elproemio, se propuso como tema central,precisamente, las Guerras Mdicas: aellas apuntan todos los hilos, tanto losde la formacin progresiva de los dos

  • bandos enfrentados, como los de la ideadel castigo de los poderosos que abusany la del equilibrio que se restablece.Tras las Guerras Mdicas la Historia deGrecia entr por caminos diferentes,apuntados, en cierto modo, dentro deHerdoto, pero nuevos en definitiva.

    Tambin hemos rechazado la idea deAly de que la Historia presentasimplemente una Rahmenerzhlung, unmarco para novelas enlazadas, idea a laque, ms o menos, se adhiere E.Howald[14]. Como venimos diciendo, laopinin hoy ms general es la de que sonlas Guerras Mdicas el centro de lanarracin de Herdoto y que en vista deese centro est organizado todo. Es

  • Pohlenz quien ms ardientemente hadefendido este punto de vista[15];ltimamente, una serie de libros, comolos de Bornitz[16] y Gottlieb[17], haninsistido en l con detalle, conargumentos basados en la composicin.Han desentraado el complejo sistemade interrelaciones internas, depreparaciones de la accin que va aseguir, tanto desde el punto de vista delos hechos como desde el de suinterpretacin. Los discursos y lasnovelas destacan los puntosdecisivos, los hacen comprender mejor,preparan lo que va a venir. Y la historiade Atenas y Esparta, concretamente,slo interesan en la medida en que

  • enlazan con la Historia de Persia y laHistoria Universal en general. Losrasgos trgicos, salvo excepciones, slose atribuyen a personajes histricos ypara expresar su papel en la Historia,segn dijimos ya. Y no interesan apenasla historia social y econmica, sinoslo, de una parte, la oposicin entrepases libres y no, que tienerelevancia histrica, y, de otra, el juegode las individualidades, el conflictoentre personas que es, en definitiva, elhilo de la Historia Universal tal comonuestro autor la concibe.

    A partir de esta posicin unitaria sepuede llegar a diversas consecuenciassobre la fecha y estadios de

  • composicin de la obra de Herdoto:algo parecido a lo que sucede conHomero. Una posicin extrema es la deque la Historia fue escrita de un tirn,en Turios, al final de la vida delhistoriador, que antes habra recogidosimples notas o versiones parciales,luego superadas. Otra, sostenida porLatte[18], que Herdoto habra escritodiversos lgoi que slo secundariamentehabra unido en una obra total. Trascomenzar no como historiador, sinocomo loggrafo, se habra convertido enhistoriador en Atenas y su obrapresentara huellas de diversasintenciones parciales o inconsecuencias.

    Esta ltima idea de que slo en

  • Atenas cobr Herdoto conciencia de laHistoria Universal, del significado delconflicto de griegos y brbaros, estmuy extendida y es probablementecierta, aunque no podamos precisarfechas concretas. En realidad la teorade Latte es una forma extrema (peromenos extrema que en sus predecesoresdel siglo XIX) de la teora de la creacinprogresiva de la obra de Herdoto. Laversin ms comn de esta teora, quetambin a nosotros nos parece la msverosmil, es que el esqueleto central dela obra de Herdoto fuera unas Persik,Prsicas, Historias persas[19].

    A partir de este lgos es claro quese poda derivar hacia otros lgoi

  • diversos: sobre Lidia, Egipto, Escitia,Esparta, Atenas, etc. En realidad, elesquema de la narracin de Herdotohace intervenir a los dems pueblos enel momento en que entran en conflictocon el persa. O, mejor dicho: primeroson los lidios, luego, los persas, los queocupan el centro de la escena. Persiaentra como un lgos marginal de lahistoria lidia y, luego, ya son marginaleslos otros lgoi, incluida la cada deLidia. Es, por ello, una hiptesis muyatractiva la que se ha sentado en elsentido de que, en un momento dado,Herdoto ha reorganizado su Historiaaislando el lgos lidio y ponindolo encabeza de la misma. Esto pudo hacerlo

  • solamente en el momento en que seconvenci de que la Historia de Persiaera el centro en tomo al cual girabatodo. El proemio sobre el conflictoOriente-Occidente debi de aadirse eneste momento.

    Esta teora tiene varios argumentos asu favor. Sealemos dos:

    a) Propiamente, igual poda habersepartido de la historia griega, y era,incluso, ms lgico y natural para ungriego. Y, sin embargo, la historia griegase nos presenta en forma de digresionesa partir de la historia asitica:fundamentalmente, cuando Creso buscaalianzas en Grecia contra Ciro y, luego,cuando Aristgoras busca, l tambin,

  • ayuda para la rebelin jonia contraDaro. Otros aspectos de la historiagriega quedan prcticamente olvidados:Soln nos es presentado como unconsejero moralizante, sin hablrsenosapenas de su papel como hombrepoltico en Atenas; de la reformademocrtica de Clstenes, Herdoto nosda la peregrina teora de que la hizoimitando a su suegro de Sicin (V 69),sin entrar en las razones profundas delproceso democrtico. Las dosis dehistoria griega estn perfectamentegraduadas para hacer ver el rival que,poco a poco, va crendose frente alexpansionismo asitico: pero todo secentra en ste. Que Herdoto haya

  • partido de unas Prsicas es una buenaexplicacin. Aunque tambin es evidenteque el tema del castigo de la hbris oprepotencia queda ms destacadoponiendo a los orientales, desde elcomienzo, en el centro del escenario,igual que hizo Esquilo cuyos Persaspueden haber sido un modelo.

    b) Hay que hacer notar que Herdotodiscrepa con esta ordenacin de sumodelo Homero. No es el puebloatacado injustamente y, luego,reivindicado, el pueblo griego, el que secoloca en el centro de la escena, a lamanera de Aquiles, sino el agresorpersa, a quien presagia, antes, el agresorlidio. Los griegos triunfan a la contra,

  • su justificacin se logra por contraste.Una vez ms, esto poda ser queridodesde el principio, pero se compadecebien con el previo plan de unasPrsicas.

    En definitiva, los problemasgenticos, sea cual sea la solucin quese les d, no contradicen a lasintenciones y el plan total. Que cuandoeste plan surgi los esbozos anterioresfueran aprovechados o totalmentetransformados, es algo que es, en ciertomodo, secundario. Lo importante paranosotros es ese plan de composicin dela obra tal como la tenemos antenosotros.

    Puede decirse que Herdoto es,

  • junto con Homero, el mejor ejemplo, enla literatura griega arcaica, de la quepodemos llamar composicin abierta,opuesta a la cerrada de gneros comola lrica y el teatro. Autores como stos(y, luego, un gnero como la novela)trabajan con unidades literarias queorganizan libremente, sin constriccionesen cuanto a su extensin, su ordenacin,etc. Narran una serie de sucesos y sonlibres de conferirles relieve mayor omenor, explicar unos por otros o alrevs, trastrocar el orden del tiempo,aadir o no elementos marginalesjustificativos, etc. De ah esa marcha dela narracin que no es en lnea recta,salvo considerando las obras en su

  • totalidad, sino que tiene meandros,detenciones, marchas atrs; que cultivael suspense y la sorpresa, ilumina unamisma situacin desde puntos de vistadiferentes; aparta la atencin delargumento central para volver, luego,sobre l con un enriquecimiento de datose ideas o subraya, mediante recursosmuy diversos, los puntos que el autorjuzga decisivos.

    En realidad, quienes no han sabidocomprender este tipo de composicintienen en su mente modelos de narracinhistrica de fecha posterior que lesimpiden el acceso a estos otros. Porejemplo, la narracin, estrictamenteorganizada segn la cronologa y la

  • geografa, de un Tucdides o aquellosotros tipos de historia que subrayan losnexos causales de una manera expresa,centrndolos en razones sociales oeconmicas. Lo que es un desarrollo,que tuvo lugar ya en Grecia al menosparcialmente, lo convierten, sin darsecuenta, en un modelo universal y nico.Con ello, se cierran a la comprensin noslo de la composicin de nuestro autor,rica y dramtica, sino tambin a sumismo pensamiento, a su visin de laHistoria como un entrecruzamiento devoluntades humanas de individuos ypueblos a la sombra de ideasgenerales, fluctuantes pero precisas,sobre el papel histrico de la violencia

  • y de la vuelta al equilibrio que, tras ella,tiene lugar.

    Naturalmente, dentro de la grancomposicin abierta que es la Historiade Herdoto, pueden estudiarse endetalle las intenciones de composicinde los diversos pasajes. Y, tambin,algunos principios generales. Pongamosprimero algunos ejemplos concretos.

    La historia de Polcrates puede seruno de ellos. Lo caracterstico de estahistoria es que est dividida en dospartes: III 39-60, campaa espartanacontra Polcrates, y III 120-125, muertea traicin de Polcrates por el strapaOretes. En la primera parte, la historiadel anillo presagia el fin desgraciado

  • del tirano, pero presagia tambin el findesgraciado de Cambises, en cuyahistoria todo el pasaje es una digresin;tras los crmenes de Cambises, en III 30sigs., viene la historia de Polcrates y,luego, en III 64, la muerte de Cambises.Ahora bien, la descripcin del accesode Daro al trono y de su poder vaseguida de una serie de ancdotas quepresagian, a su vez, el mal final, si no deeste rey tan poderoso, al menos de suimperio: una de ellas es la muerte dePolcrates, precisamente. As, todo valigado.

    Pero esto se ve todava mejor en eldetalle. El primer pasaje se refiere a laexpedicin espartana contra Samos, en

  • ayuda de los samios enemigos dePolcrates: expedicin cuyo fracaso secuenta en pocas lneas. Todo el centrode la narracin est ocupado por lahistoria del anillo, con la carta delfaran Amasis a Polcratesadvirtindole contra la prosperidadexcesiva, la escena entre el pescadorque encuentra el anillo arrojado al mar yel tirano, la denuncia por Amasis de supacto de hospitalidad con Polcrates,para no sufrir con su desgracia. Desdeahora mismo est ya claro cul ser elfinal del tirano. Pero Herdoto reanuda,ahora precisamente (III 44), su narracinde la expedicin lacedemonia, para locual retrocede previamente, contando

  • las luchas de Polcrates con los samiosrebeldes y las causas de la ayudaespartana a los rebeldes. Estas causas sedan en dos versiones: la de los samios,para quienes los espartanos lesdevuelven un favor anterior, y la de losespartanos, que dicen vengarse del robode una crtera por Polcrates. Pero, conesto, llega una nueva digresin (48): loscorintios animan a Esparta a la guerrapor antiguos resentimientos contraPolcrates y ello es motivo para contarlargamente la historia del tiranoPeriandro, que mat a su mujer y no fuejams perdonado por el ms joven desus hijos, de lo que result la desgraciadel padre y la muerte del hijo. Una vez

  • ms, Herdoto vuelve en 54 a su tema,la invasin de Samos, con la derrotaespartana, narrada muy brevemente,mientras que nuestro autor se extiende enlas peripecias sufridas por los rebeldessamios, convertidos en piratas yladrones y que, al fin, hallan laesclavitud en Cidonia, en Creta, porobra de los eginetas, que tenan unacuenta pendiente con ellos. As, unbreve episodio sin inters dentro delmarco general de la Historia, episodioque se intercala en la historia deCambises, nos hace asistir a laspremoniciones sobre el mal fin dePolcrates y a sus luchas y piraterascontra sus sbditos y los Estados

  • griegos; a los orgenes y desgracias dePeriandro; a las desgracias, finalmente,de los rebeldes de Samos. El tema de laculpa y el castigo, la grandeza y lahumillacin retoman cclicamente, comocclicamente se vuelve al punto inicial,la lucha de Samos y Esparta. Unapndice como es III 60, al fin de lahistoria, en que se cuentan lasmaravillas de Samos y se dice que,por causa de ellas, se ha extendido tantola narracin de los sucesos de Samos,no engaa a nadie. Todo estperfectamente bien calculado, pormedios indirectos, para lo que sigue.

    Cuando los puntos culminantes de laHistoria se acercan, las narraciones son

  • ms concentradas, ms claras y directas.Ciertos procedimientos se hacenestereotipados, como los consejos deguerra, con los discursos en los dossentidos contrapuestos y la decisin acertada o no de quien detenta elpoder: Milcades y los demsestrategos, por ejemplo, antes deMaratn, sostienen las tesiscontrapuestas, y es Calimaco, elestratego del da, quien da la razn alprimero y salva a Grecia. Confrecuencia, se logra un efectoacumulativo, un poco a la manera delpasaje sobre Polcrates, pero dominandolos discursos y sueos. Por ejemplo, alcomienzo del libro VII, campaa de

  • Jerjes. Muerto Daro, Mardonio, losAlvadas de Tesalia y los Pisistrtidasde Atenas, incitan a Jerjes a la guerra.Tras el parntesis de su campaaegipcia, el consejo real se divide:Mardonio est por la guerra, Artabanocontra ella: aduce ya el tema de la cadade los grandes. Pero Jerjes decide encontra: debe haber un solo dueo delmundo. Sin embargo, la cosa no acabaah: Herdoto relata a continuacin lossueos de Jerjes y Artabano. Las ltimasdudas del primero son disueltas por elrepetido sueo que le incita a laexpedicin, y Artabano, vestido con lasropas de Jerjes, tiene el mismo sueotambin l, e incita l mismo a Jerjes a

  • la expedicin. No se puede luchar contralo que es debido, destinado, hay unimpulso divino en todo ello.

    Hay, pues, una doble iluminacin: yala basada en argumentos racionales, yala que, desde un punto de vista religioso,hace que de las situaciones deprepotencia e hbris se saquen lasltimas consecuencias.

    Dentro de su variedad, los recursosde Herdoto son bastante fijos. Habraque hablar de la composicin enanillo, ya presente en Homero y, luego,en la lrica, que es utilizada en conjuntosde extensin varia, incrustados, a veces,unos dentro de otros, como las cajaschinas, para justificar precedentes y

  • causas, que se anuncian al principio yvuelven a aparecer al final[20]. Habraque analizar ms detenidamentediscursos, orculos y sueos,generalmente organizados en tomo a-lailuminacin de momentos especialmenteimportantes. Estn, luego, los pasajes detipo ms simplemente aditivo yparatctico, que permanecen como islasen los lgoi etnogrficos y ennarraciones blicas o anecdticas y que,a veces, son enmarcados en conjuntossuperiores.

    A diferencia de la prosa posterior,dominada por el principio de lasubordinacin y por la composicinclaramente organizada, en Herdoto

  • subsiste la parataxis tanto en la frasecomo en la organizacin de conjuntos.La hemos visto a este respecto, porejemplo, en los distintos episodios de lahistoria de Creso o en el doble relato, abase de discursos seguidos de la escenade los sueos, sobre la decisin deJerjes. O bien pensemos en las cincoancdotas que resumen el reinado deDaro, en III 117 ss. A veces,ciertamente, la composicin en anilloy ciertos anuncios o conclusionesorientan al lector sobre la marcha delpensamiento del autor. Pero, msfrecuentemente, hay que saber leerlo einterpretarlo sin necesidad de que l semanifieste explcitamente. Sus conjuntos

  • no son regulares y, adems, seinterrumpen con aparente arbitrariedad,pero si se llega a captar el modo comoel historiador procede, es posibleanticipar sus intenciones, ver el perfectoentrelazamiento de los hechosprincipales al servicio de la ideacentral. Aunque no faltan pequeasinclusiones de sabor anecdtico oparticular, restos de sus intereses deviajero y de hombre curioso interesadopor ancdotas y novelas.

    5. Ideas religiosas y polticas.

    Ya hemos anticipado que en

  • Herdoto existen, una al lado de otra,una posicin que podramos llamarteolgica, que explica el acontecerhistrico por la ley general delequilibrio que la divinidad restablececuando se rompe; y una posicin humanaque, en el detalle de cada accin,atribuye su responsabilidad al valor y lainteligencia del hombre. No hayconflicto, en realidad la doble posicinse encuentra ya desde la Ilada: todo loms, puede resultar, a veces, paranosotros, una sensacin de incoherencia.

    Vamos a tratar de explicar aqu, conalgn mayor detalle, una y otra posicin,comenzando por la que hemos llamadoteolgica, siguiendo una denominacin

  • bastante comn, pero que mejor cabriacalificar de religiosa.

    El equilibrio roto y restaurado,centro de esta consideracin histrica,tiene varias interpretaciones o, si sequiere, abarca varios casos diferentes.Puede tratarse de un crimen, como el dePeriandro o el de Intafrenes, o de laviolacin de una ley civilizada, comocuando Candaules se empea en queGiges vea a su mujer desnuda; o de unatentado contra las leyes de lanaturaleza, como cuando Jerjes azota elHelesponto y corta el monte Atos con uncanal. La pura agresin inmotivada, elcomenzar el mal, as en el caso de losbarcos atenienses enviados a

  • Aristgoras o del ataque de Creso contralos persas, es un caso ms. Endefinitiva, el empeo de sujetar aEuropa bajo el dominio de Asia es elgran pecado de Jerjes.

    Pero, con esto, no queda dicho todo.A veces se trata de simple orgullo, comocuando Creso se cree el ms feliz detodos los hombres, l cuyo final est anpor ver; o no se llega siquiera a eso,pues el pecado de Polcrates es el detener xito en todo lo que emprende.Hay, simplemente, hechos quedesnivelan el equilibrio y, entonces,surgen expresiones como la de quedeba alcanzar la desgracia aCandaules (I 8); o, en el caso de la

  • expedicin de Jerjes, todos los buenospropsitos del rey y de Artabano sevienen abajo por la intervencin de unsueo, evidentemente enviado por ladivinidad, que empuja a Persia hacia eldesastre.

    Las fronteras entre lo que nosotrosllamaramos moralismo e inmoralismodivinos no estn nada claras, dado,sobre todo, que suelen aparecersimultneamente varias interpretaciones:Creso y Polcrates no slo sonpoderosos, sino que se embarcan enhechos de violencia; y stos son propiosde Jerjes tambin, aunque haya un pasajeen que intente dar marcha atrs.

    La consideracin principal est en la

  • debilidad del hombre, en el giro de larueda de la fortuna o ciclo de las cosashumanas, de que habla Herdoto (I207). De aqu la consideracin deldestino trgico del hombre, puesto quesi en alguna ocasin se dicesimplemente que ningn hombre queobre la injusticia dejar de recibir elcastigo (V, 55, sueo de Hiparco),otras se trata simplemente de laimposibilidad en que est el hombre, dealejar lo que ha de ser. Es lo que haceque, ante el aviso divino, Artafemesdesista de convencer a Jerjes y, en unpasaje posterior (IX 16), un persadesista tambin de persuadir a Mardoniode reir batalla, porque es imposible a

  • un hombre evitar lo que ha de suceder,enviado por un dios.

    Hay un destino humano ineluctable.Jerjes, al ver su brillante ejrcito, lloraante el pensamiento de la brevedad de lavida y la gloria humana (VII 44); y laformulacin ms trgica es la frase delpersa en que afirma (IX 16) que elmayor de los dolores es dndosecuenta de muchas cosas, no tener podersobre ninguna. De un arranque a partirdel tema de la injusticia y el del poderoexcesivo, se pasa simplemente areconocer la situacin trgica delhombre y el carcter celoso y confuso dela divinidad (I 32, VII 46).

    Todo esto no aleja de la accin: la

  • misma incertidumbre de lo humano haceque Jerjes y Artabano, pese a todo,conciban alguna esperanza respecto a laaccin a que se lanzan. A veces,tambin, el dios ayuda. En ese mundoincierto se definen la aret y la grandezadel hombre.

    Este cuadro es sensiblemente elmismo, ya lo hemos dicho, quehallbamos en la pica y la lrica;ltimamente se ha apuntado que elpensamiento que irradiaba de Delfosinsistiendo en la limitacin del hombre ysu distancia del dios, tambin est en elfondo de esta manera de pensar[21].

    Decamos que el punto de vistateolgico-religioso estaba mantenido en

  • Herdoto, a ms de por sus desenlaces,por los datos que preceden y rodean asus historias. Hemos hablado,efectivamente, del consejero trgico yde los orculos y los sueos, quereemplazan a las admonicionespersonales de los dioses que descendandel Olimpo para hablar a los hroeshomricos. Aadamos algo ms.

    El tema del consejero trgico queinsiste ante el hombre de accin sobrelos peligros de la hbris est levementeesbozado en la pica y es frecuente en lalrica. Arquloco desempea este papel,por ejemplo, cuando, en fragmentoscomo el 207 A, aconseja someterse a lavoluntad divina o, en el epodo contra

  • Licambes, amenaza a ste con el castigode Zeus por su violacin del juramento.Soln, en su Elega a las Musas,profiere iguales amenazas, con undestino general. En Teognis, en Pndaroabundan las advertencias contra laviolencia o el exceso. Y no hablemos dela tragedia, cuyo tema ms central esste precisamente. Siempre, en todosestos casos, la advertencia aparece encontextos fuertemente religiosos.

    Sigue, pues, Herdoto la filosofareligiosa de su tiempo, en la que slopueden hallarse diferencias en el sentidode si predomina el tema de la injusticiacastigada (as en Esquilo) o el de lasimple desmesura o el simple exceso de

  • poder. Pero, en Arquloco y Soln, semezclan ambos temas y el segundo noest ausente siquiera de Esquilo, cuandomenos de Sfocles[22]. Pero Arquloco,Herdoto y Sfocles son, quiz, losautores que ms destacan el carctertrgico, irracional e inexplicable delsufrimiento humano, sin dejar, por ello,de tocar el tema de la justicia y el delequilibrio roto y reconstruido.

    En cuanto a orculos y sueos, losniveles de pensamiento que sigueHerdoto proceden de la religinpopular de su tiempo. Un trabajoreciente de J. Kirchberg[23] hace ver estoclaramente, por lo que a los orculosrespecta. Son stos, en Herdoto, de los

  • tipos habituales: catrticos (casos deenfermedad, etc.), de consejo ensituaciones polticas difciles o sobrelas colonias que se van a enviar, deexplicacin de cultos o usos antiguos,etc. La desconfianza en los orculos o lasobra de confianza en las facultadespropias para interpretarlos son fuentesde catstrofe, igual que en la tragedia; y,por supuesto, el tratar de huir de susefectos, como cuando Creso intentasalvar la vida de su hijo pese al orculo.Por otra parte, en un episodio como labatalla de Salamina, Herdoto hace vermuy precisamente la veracidad de losorculos, lo que viene a equivaler a unaafirmacin de que la divinidad cuida del

  • acontecer humano en situacionesdecisivas como sta.

    Algo parecido hay que decir de lossueos[24]. Es bien claro que equivalen amanifestaciones de la divinidad acercade sucesos decisivos: suelen estarunidos a la revelacin de un destinotrgico, incluso de muerte, as el de lahija de Polcrates, el de Ciro y el deHiparco. Son tradicionales, tambin, losque anuncian el destino de alguien queva a nacer (sueo de Agarista sobrePericles), los que encargan a alguienrealizar actos de culto (sueos de Datis,de Otanes, de Jerjes) y los quetranquilizan al que los recibe (sueo deSeto). El sueo est unido, de un lado, a

  • temas religiosos, de otro, al destinohumano. En Herdoto se aplica casisiempre al tema del ciclo de las cosashumanas, el tema trgico por excelencia.Es una forma de manifestar la voluntaddivina.

    Conviene ahora hacer ver que estaposicin religiosa que domina toda laobra de Herdoto se traduce en ideasmuy concretas, relativas a los ideales dela vida humana y al rgimen polticoideal. Insistamos en esto.

    Frente al ideal de poder y riqueza deCreso, el ideal agonal y tirnico,Herdoto prefiere el de la moderacin yla vida media. Son Telo el ateniense que muri viejo, honrado por sus

  • conciudadanos, luchando por Atenas ylos argivos Clobis y Bitn losjvenes muertos tras haber arrastrado elcarro de su madre, sacerdotisa de Hera,de Argos al templo de la diosa losque son considerados ms felices porSoln en su dilogo con Creso, no elpropio Creso. Ya antes Arquloco habapreferido la mediana del carpinteroCarn a las riquezas de Giges; lostrgicos no predicarn otra doctrina.Este ideal aparece tambin en el planopoltico: Herdoto elogia a Meandrio deSamos y a Cadmo de Cos por dejar ointentar dejar la tirana (VII 164).Otanes, el persa democrtico deldilogo sobre las formas de

  • constitucin, obtiene de Daro un statusen el que mantiene una independencia devida alejada del poder (III 83): es, sinduda, el ideal de Herdoto.

    A escala de regmenes polticos, lascosas son igual. En realidad, la agresina los pueblos extranjeros y el abusotirnico sobre los propios sbditos soncosa de un mismo hombre: proceden delo mismo y tienen iguales consecuencias.La agresin exterior trae la derrota y lahumillacin o muerte del tirano, peroesto sucede igualmente por causa derevoluciones internas. Y de igual maneraque los dioses protegieron a los griegosatacados injustamente por los persas, losprotegieron tambin porque su rgimen

  • era ms justo.Para Herdoto, Jerjes es el tirano

    que esclaviza a sus sbditos y les haceavanzar bajo el ltigo contra los griegosinocentes; que trata como un esclavo alHelesponto. Frente a l, los griegos sonhombres libres que obedecen a la ley, noa un amo. Es lo que recitan, ante Jerjes,los espartemos Demrato, Bulis yEsperquis (VII 104, 135). Pinsese queHerdoto no alude estrictamente a lademocracia, que, por otra parte, elogiaen relacin con la instauracin de la deAtenas (III 80 y V 78). Para l, tanto enAtenas como en Esparta, hay isonomaigualdad ante la ley e isegoralibertad de palabra. Lo importante es

  • que no existe un tirano, que el pueblotiene unas instituciones con las que lmismo se gobierna. Elogia el sistemacuando se trata de una instauracinreciente, como en Atenas, y cuandoviene de antiguo, como en Esparta (I65). Y no entra en detallesconstitucionales ni le interesan losprocesos polticos internos, salvo lacada de los tiranos.

    El ardor antitirnico de Herdoto,que haba soportado en su juventud a undspota propersa en su ciudad natal, escomparable al de los atenienses de lapoca de la Guerra del Peloponeso.Halla su fundamentacin religiosa en lalnea de pensamiento que hemos venido

  • siguiendo. En el dilogo de los trespersas sobre la mejor constitucin,Otanes, el defensor del rgimendemocrtico, se refiere a la hbristirnica de Cambises y da unadescripcin tpica del tirano: de suenvidia a los buenos, su violencia (III 80ss.). Es notable que esa censura incluyael hecho de que modifica las leyesantiguas. El elogio del gobierno delpueblo, a su vez, se apoya en que losmagistrados son elegidos por sorteo,deben rendir cuentas al fin de sumandato, presentan a pblicadeliberacin los asuntos: en losmuchos est todo, concluye. Endefinitiva, no es la democracia radical

  • la que es elogiada, ni propiamente seentra en detalles; pero la idea de laigualdad domina el pasaje y es claroque, para Herdoto, no es derrotada porla argumentacin, que sigue, deMegabizo, en el sentido de que debengobernar los mejores y de que elpueblo es intemperante.

    Hemos dicho en una ocasin queeste pasaje es uno de tantos anticiposcon que Herdoto ilumina el sentido delo que va a venir: de la derrota persa yla victoria griega, en definitiva.Herdoto est en, el mismo nivelideolgico de Esquilo, como defensorde la que, en otro lugar, hemos llamadodemocracia religiosa. Pero, en el

  • mismo libro a que aludimos[25], hicimosconstar que Herdoto est, ms bien, enla lnea de Sfocles, su contemporneoy, segn se nos dice, amigo: lnea menosteorizante, ms irracionalista y, en sumomento, con un cierto retraso doctrinalfrente a la democracia laica dePericles y los sofistas. No es quehubiera una abierta ruptura: ambaslneas podan colaborar y colaboraban,sobre todo en el momento en quePericles segua una poltica pacfica,basada en el mantenimiento de lasituacin preponderante de Atenasrespecto a la Liga Martima.

    Solamente, Sfocles y Herdoto noson hombres polticos, se interesan, bien

  • por los problemas humanos, bien por lospolticos, desde puntos de vistagenerales, humanos y religiosos. Temenlas grandes concentraciones de poder,tanto dentro de un Estado como enrelacin a otros Estados. Temen, a lalarga, que vaya a crearse un belicismoque arrastre a Atenas a luchar conEsparta; y un estatismo que ponga enpeligro las libertades del individuo.Obras de Sfocles como Antgona yEdipo Rey han sido interpretadas en estesentido. Y, ms arriba, hemos indicadoque la posicin personal de Herdotofrente a la obra de Pericles y a lastendencias de la Atenas de sus dashemos de imaginrnosla como

  • ambivalente.Herdoto no es nacionalista

    ateniense, ni siquiera un nacionalistagriego. Es un hombre que se interesa portodo lo humano, por todas las naciones.Y que ve con un ojo entre comprensivo ymelanclico cmo se rompen estados deequilibrio que l aora, y se rompenentre tragedias que un hombre no puedeevitar. Personalmente se fabrica unavida en cierto modo alejada de larealidad histrica, libre y viajera,cosmopolita y universal. Bajo el mantode la antigua religin est abierto a todacuriosidad, a toda novedad. Aora elantiguo mundo en que Oriente yOccidente convivan y no se atreve a

  • esperar que ello vuelva a suceder comosucedi, en cierta medida, en la pocahelenstica, tras las derrotas delnacionalismo ateniense. Bajo sucuriosidad y su humor hay un pesimismosobre la vida humana, pero es optimista,en el sentido de que el equilibrio roto serestaura a la larga, aunque sea entre eldolor.

    Con esto, hemos de volver atrs yrecordar que decamos que, junto a suposicin teolgico-religiosa, Herdotopresenta, otras veces, puntos de vistaestrictamente humanistas y, diramos,laicos, atribuyendo al valor y lainteligencia de los actores de la historiala marcha de sta. ltimamente se ha

  • insistido mucho, ya lo anticipamos, enque Herdoto no es propiamente ni untelogo ni un predicador, slo unhistoriador, y en que todo su armaznexplicativo est al servicio de suexposicin de los hechos histricos, noal revs. Pues bien, hay que insistir enque esas explicaciones no son siempredel nivel teolgico-religioso, sino quepueden proceder tambin del otro al quealudamos.

    Para Demarato, la aret griegaconsta no slo de adhesin al nmos oley, sino tambin de sabidura (VII 120).Una y otra vez, Herdoto nos presentaancdotas en que interviene la sabidurao astucia como factor decisivo; incluso

  • con mezcla de engao, como en el casode Artemisia, del que ya hablamos, o enel de la maquinacin de Ebares para queel caballo de Daro relinchara elprimero y aqul fuera elegido rey (III,85 s.). Llega a admirar al ladrn de lahistoria de Rampsinito y no encuentrainmoral su xito. Pero, prescindiendo deesto, en los triunfos de Maratn oSalamina son decisivos la inteligencia yel buen juicio de Milcades yTemstocles, respectivamente. Esteltimo tampoco vacila, como Artemisia,en acudir al engao para obtener losresultados que pretende. Parece como si,en los momentos decisivos, el finjustificara los medios, all cuando, de

  • otra parte, se trata de hacerhumanamente posible el plan divino; o,ms modestamente, en el caso deArtemisia y el ladrn, de salvar la vida.

    Este elemento de sabidura y listezahemos visto que se halla en la novela, elcuento y la ancdota, tan utilizados porHerdoto: es tradicional en estosgneros. Hay que aadir, por supuesto,que es un rasgo propio de la sociedadgriega en que Herdoto vive y delpropio Herdoto, tan cauto para nodejarse engaar, tan crtico respecto aafirmaciones de unos y otros. La extraamezcla de moralismo o teologismo, deun lado, y de este cierto inmoralismoque, a veces, acompaa a la

  • sabidura, se encuentra en Grecia muya menudo: desde los engaos de Odiseoa los de Orestes en las piezas teatralesen que slo as logra cumplir la ordende Apolo de dar muerte a su madre.

    No es preciso, pues, acudir al influjode la sofstica. Incluso se ha negado, aveces[26], en la discusin sobre la mejorconstitucin, donde nos parece msevidente. En otros pasajes no esclaramente detectable. Pensamos,efectivamente, que, ms que en sta, lasfuentes del pensamiento de Herdotoestn en el pensamiento tradicional: bienen el de la poesa, bien en el de lanovelstica, bien en el del hombre de lacalle. La sofstica ha llevado ms lejos

  • el tema de la igualdad humana y de laprimaca de la razn: pero los puntos departida son comunes, por lo que no sonde extraar ciertas coincidencias oaparentes coincidencias.

    6. Las fuentes de Herdoto y su crticahistrica.

    Sea cual sea la exacta verdad sobrela redaccin de la Historia deHerdoto, no hay duda de que la reuninde materiales debi de tener lugardurante un tiempo dilatado y, con ella, lacrtica de esos mismos materiales. Elproblema de las fuentes y de la crtica

  • de las mismas por Herdoto esimportante, porque, sobre todo a partirdel tratado de Plutarco a que anteshicimos alusin, una y otra vez se haacusado a Herdoto de parcialidad afavor de Atenas y en contra de Corinto yTebas; otras veces, de inexactitud ycredulidad. Estas fuentes son de tresclases: fuentes escritas, relatosrecogidos por l y cosas de las que lmismo ha sido testigo.

    Respecto a las fuentes escritas, hayque decir que Herdoto cita a lospoetas, por ejemplo a Simnides (V102, VII 228) y Aristeas (IV 13-16), citarepetidamente al loggrafo Hecateo y,tambin, varias inscripciones. Las citas

  • son, de todos modos, escasas; labibliografa moderna ha sealado otrosmuchos pasajes en que se supone queHerdoto sigue al propio Hecateo, aHipcrates, Esquilo, Estescoro y otrosms[27]. La opinin comn es queHerdoto cita sus fuentes solamentecuando las eritica; en otro caso se limitaa tomar sus datos sin citar[28].

    Esto puede parecemos, quiz,cuestionable, y ms, cuando Herdoto seenreda con Hecateo en discusiones untanto ingenuas (II 143). Pero esaproximadamente lo que se haca en unapoca en que el concepto de propiedadliteraria no exista y los poetas rehacan,unos, la obra de otros, segn se ve en la

  • Coleccin Teogndea. Exista ya,ciertamente, el orgullo de la propiaproduccin, que se traduca enintroducir el nombre del autor en elcomienzo o fin de la obra, comohicieron, desde Hesodo, tantos poetas,filsofos e historiadores, Hecateo y elpropio Herdoto en primer lugar; peronadie vea inconveniente en tomar datosy materiales de otros.

    Por lo dems, la medida en queHerdoto sigue a sus predecesores y,sobre todo, a Hecateo es objeto dediscusin; sobre el aprovechamiento deEsquilo para la batalla de Salamina y elde Protgoras para el debate sobre lasconstituciones, hay dudas tambin.

  • Tambin existen dudas respecto al usode material epigrfico griego y nogriego: H. Volkmann[29] cuenta con doceinscripciones griegas y otras doce nogriegas. Pero si Herdoto utiliz la graninscripcin de Daro en Behistn, porejemplo, sigue siendo tan dudoso comosi, en la parte sobre Lidia, sigui o no alloggrafo Janto.

    Da la impresin, de todos modos, deque la documentacin escrita constituyela menor parte de aquella con quetrabaja Herdoto. Con mucha mayorfrecuencia, se refiere a cosas que havisto o que describe en forma quepodemos suponer que las vio, y a relatosque escuch de personas annimas. Por

  • ejemplo, sus descripciones de batallassuponen conocimiento del terreno y sonparticularmente exactas[30] y, lo mismo,sus datos sobre las ofrendasconsagradas en Delfos y otros msreferentes a ciudades griegas, Samos yAtenas en primer trmino. De susdescripciones de pases orientalesdestaca, antes que ninguna, la de Egipto.En cuanto a descripciones de lugares yrelatos etnogrficos que, porsupuesto, pueden, a veces, haberlellegado indirectamente la bibliografamoderna tiende a confirmar los datos deHerdoto. Aunque, por supuesto, en unviaje apresurado pudo equivocarse: hayerrores en la descripcin del cocodrilo

  • y el hipoptamo; no comprendemos suafirmacin de que, entre las tres grandespirmides, hubiera otra ms pequea;que en Egipto no llueve nunca esexageracin, etc.

    Estn, de otra parte, lasinformaciones orales que recibi.Raramente da el nombre de suinformante, as en IX 16, donde atribuyea Tersandro de Orcmeno su relatosobre el banquete ofrecido por lostebanos a Mardonio, con lasmanifestaciones del persa sobre loineluctable del destino. Con muchamayor frecuencia, Herdoto alude a susfuentes en forma impersonal: diceno unos dicen pero otros afirman.

  • O bien se alude a los lgioi, loshombres informados, como llama, enalguna ocasin (I, 1, II 3), a susinformadores persas o egipcios.Tambin habla de los sacerdotesegipcios.

    Por lo que a Egipto se refiere, hoy seest de acuerdo en que sus informadorespertenecan a los escalones inferiores dela jerarqua sacerdotal, gente que tenaun conocimiento slo aproximado de lahistoria y, los ritos. A ello hay queatribuir las inexactitudes e insuficienciasde su Historia, aunque, como decamos,sus afirmaciones de detalle han sidoconfirmadas en numerosas ocasiones.

    Por otra parte, hay que poner de

  • relieve que Herdoto practica unacrtica histrica, si as puede llamrsela,que trata de limitar lo mtico o fabuloso,ya reinterpretndolo, ya dejando sobreello la responsabilidad a susinformadores, sin tomar l mismopartido. Ya vimos su escepticismorespecto a las historias mticas de losraptos de mujeres que, supuestamente,constituiran el comienzo de lashostilidades entre Asia y Europa. No esque los niegue precisamente, peroconsidera imposible llegar a unadecisin entre las versionescontradictorias; y, de otra parte, rebajala trascendencia histrica de esossucesos al introducir versiones en las

  • que, con cierto humor, se hace a laspropias mujeres responsables de surapto.

    Crtica histrica directa la haycuando se trata del mito: as cuandopropone que las plumas blancas quecaen sobre Escitia son copos de nieve(IV 31) o cuando, disparando, ms bien,al azar, cree que las palomas negrasque fundaron el orculo de Dodonafueron mujeres egipcias. Hay, en esto,una continuacin de los procedimientosde Hecateo. Otras veces, suargumentacin se basa en lo que eslgico, esperable, o deja de serlo. Msfrecuente es que, simplemente, deje laresponsabilidad a sus informadores,

  • abstenindose l mismo de juzgar, segnya hemos visto. Pero Herdoto puedetambin citar una historia y afirmar quel, personalmente, no se la cree: as, enII 73, Herdoto pone en duda el relatode los habitantes de Helipolis sobre elFnix; en II 121 declara no creer que lahija del rey se prostituyera; en VIII 8sugiere que Escilias de Esciona, dequien se deca que nad 80 estadios(unos 15 km.) bajo el agua, hizosimplemente la travesa en barca, etc.Puede dar las razones de suincredulidad, as cuando declaraproductos del partidismo o la ignoranciahistorias como la que cuentan losgriegos sobre las hazaas de Heracles

  • en Egipto (II 45). Otras veces, encambio, Herdoto se adhiereexpresamente a las historias que lecuentan, generalmente aadiendo elcriterio de la verosimilitud (VII 167, porej.).

    Nos encontramos, evidentemente, enlos comienzos del gnero histrico: haydemasiada carga de detalles maldocumentados, de argumentacionespuramente personalistas, con olvido deotros factores histricos. Pero lo que nose puede cuestionar es la imparcialidadde Herdoto. Diversos trabajosrecientes la destacan, por ejemplo, en lorelativo al papel de los Alcmenidas o,en general, al de Atenas en las Guerras

  • Mdicas[31]. Es ms, en relacin conciertos personajes discutidos o sobre losque l mismo tiene posiciones desimpata o antipata, tales el milesioAristgoras o el ateniense Temstocles,su narracin no oscurece los hechos, nosda los rasgos o versiones contrapuestas.Puede tratarse, a veces, ciertamente, deque maneja sin darse cuenta fuentescontradictorias; pero tambin de quereconoce simplemente la verdad, queAristgoras, por ejemplo, por funesta ycatastrfica que resultara la rebelinjnica, tena capacidades personalespoco comunes.

    Es muy propio de la tcnicanarrativa de Herdoto presentar, sobre

  • un mismo personaje o suceso, versionesdiferentes, que se complementan uoponen segn los casos. Por ej., trasdecir que, en Salamina, el almirantecorintio Adimanto emprendi la fuga,aade que sta es versin atenienserechazada por Corinto y los demsgriegos (VIII 94). Este recurso ha sidoestudiado recientemente por Th.Spath[32] y hace honor a su buena fe dehistoriador. Luego, puede limitarse adejar el cuadro as tr