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DOSSIER SOBRE LA ESCLAVITUD HISTORIA Esclavas en la ciudad: El tránsito de la esclavitud a la libertad (1750-1860) 1 Slaves on the city: From slavery to freedom (1750-1860) OÍLDA HEVIA LANIER MSC. EN ESTUDIOS INTERDISCIPLINARIOS SOBRE AMÉRICA LATINA, EL CARIBE Y CUBA. O CASA DE ALTOS ESTUDIOS DON FERNANDO ORTIZ DE LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA. [email protected] RESUMEN. Las esclavas urbanas de La Habana reco- rrieron distintos caminos para alcanzar la liber- tad. Unos a partir de prácticas consuetudinarias otros, de lo establecido por la legislación y los que crearon ellas y sus defensores a partir de los res- quicios que le encontraron a la ley. Aunque en este texto se utilizan indistintamente las experiencias de esclavizadas cuyos dueños eran hombres y mu- jeres, blancos y negros, se centra más en la rela- ción dueño(a) negro(a) –esclava. De esa forma se muestra que, si bien cualquiera que fuese el color de la piel del propietario, las esclavas tuvieron que recorrer los mismos caminos y enfrentar simila- res adversidades para alcanzar la libertad, los vín- culos que se crearon entre personas de igual color de piel fue un elemento que con frecuencia le alla- nó a las esclavizadas el camino a la libertad. PALABRAS CLAVES: esclavas, autocompra, dueños negros, legislación, libertad. ABSTRACT. Urban slaves of Havana traveled different paths to achieve freedom. From each other custom- ary practices, as provided by law and those who created them and their supporters from the cracks that you found the law. Although used interchange- ably experiences whose owners were enslaved men and women, whites and blacks in this text, it focuses more on the –esclava black business relationship (a) (a). Thus it is shown that, although whatever the skin color of the owner, the slaves had to walk the same paths and face similar hardships to achieve freedom, the links that were created between people of the same skin color was an element that often acquiesced to the enslaved him the way to freedom KEYWORDS: slaves, selfshop, black owners, legislation, freedom. Hevia Lanier, Oilda: Esclavas en la ciudad: “El tránsito de la esclavitud a la libertad (1750-1860)”. Boletín del Archivo Nacional, enero-diciembre 2014, pp .116-131, La Habana, Cuba I . BOLETÍN DEL ARCHIVO NACIONAL . RNPS: 0157 | ISSN: 0864-0769 | NÚMERO 22 | ENERO-DICIEMBRE | 2014 | PP. 116-131 RECIBIDO: 08 | 04 | 2014 APROBADO: 06 | 05 | 2014 1 El presente artículo fue presentado en forma de ponencia en el 5to seminario Cuba y la Planta- ción Esclavista, que se desarrolló en octubre del 2013 en la Fundación “Antonio Núñez Jiménez”, último evento al que asistió la Dra. Gloria Gar- cía. Luego de mi presentación, tuve el privilegio de escuchar sus siempre atinadas observacio- nes, las cuales he tomado en consideración para redactar la versión final de este artículo. Sirva éste, de sencillo pero sincero homenaje a una de las más grandes historiadoras que sobre la esclavitud ha tenido la Isla de Cuba. Este es el resultado parcial de una investigación del mis- mo tema que mereció en el año 2012 la beca de investigación Fernando Ortiz que otorga la Fun- dación del mismo nombre. 02 INVESTIGACIONES 2014.indd 116 27/09/2015 14:17:06

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HISTORIA

Esclavas en la ciudad: El tránsito de la esclavitud a la libertad (1750-1860)1

Slaves on the city: From slavery to freedom (1750-1860)OÍLDA HEVIA LANIER

MSC. EN ESTUDIOS INTERDISCIPLINARIOS SOBRE AMÉRICA LATINA, EL CARIBE Y CUBA. OCASA DE ALTOS ESTUDIOS DON FERNANDO ORTIZ DE LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA.

[email protected]

RESUMEN. Las esclavas urbanas de La Habana reco-rrieron distintos caminos para alcanzar la liber-tad. Unos a partir de prácticas consuetudinarias otros, de lo establecido por la legislación y los que crearon ellas y sus defensores a partir de los res-quicios que le encontraron a la ley. Aunque en este texto se utilizan indistintamente las experiencias de esclavizadas cuyos dueños eran hombres y mu-jeres, blancos y negros, se centra más en la rela-ción dueño(a) negro(a) –esclava. De esa forma se muestra que, si bien cualquiera que fuese el color de la piel del propietario, las esclavas tuvieron que recorrer los mismos caminos y enfrentar simila-res adversidades para alcanzar la libertad, los vín-culos que se crearon entre personas de igual color de piel fue un elemento que con frecuencia le alla-nó a las esclavizadas el camino a la libertad.

PALABRAS CLAVES: esclavas, autocompra, dueños negros, legislación, libertad.

ABSTRACT. Urban slaves of Havana traveled di� erent paths to achieve freedom. From each other custom-ary practices, as provided by law and those who created them and their supporters from the cracks that you found the law. Although used interchange-ably experiences whose owners were enslaved men and women, whites and blacks in this text, it focuses more on the –esclava black business relationship (a) (a). Thus it is shown that, although whatever the skin color of the owner, the slaves had to walk the same paths and face similar hardships to achieve freedom, the links that were created between people of the same skin color was an element that often acquiesced to the enslaved him the way to freedom

KEYWORDS: slaves, selfshop, black owners, legislation, freedom.

Hevia Lanier, Oilda: �� Esclavas en la ciudad: “El tránsito de la esclavitud a la libertad (1750-1860)”. Boletín del Archivo Nacional, enero-diciembre 2014, pp .116-131, La Habana, Cuba

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. BOLETÍN DEL ARCHIVO NACIONAL .RNPS: 0157 | ISSN: 0864-0769 | NÚMERO 22 | ENERO-DICIEMBRE | 2014 | PP. 116-131

RECIBIDO: 08 | 04 | 2014APROBADO: 06 | 05 | 2014

1 El presente artículo fue presentado en forma de ponencia en el 5to seminario Cuba y la Planta-ción Esclavista, que se desarrolló en octubre del 2013 en la Fundación “Antonio Núñez Jiménez”, último evento al que asistió la Dra. Gloria Gar-cía. Luego de mi presentación, tuve el privilegio de escuchar sus siempre atinadas observacio-nes, las cuales he tomado en consideración para

redactar la versión � nal de este artículo. Sirva éste, de sencillo pero sincero homenaje a una de las más grandes historiadoras que sobre la esclavitud ha tenido la Isla de Cuba. Este es el resultado parcial de una investigación del mis-mo tema que mereció en el año 2012 la beca de investigación Fernando Ortiz que otorga la Fun-dación del mismo nombre.

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OÍLDA HEVIA LANIER I

INTRODUCCIÓNAltos han sido los sacri�cios y grandes O

las fatigas para lograrlo, son expresiones que, en las causas judiciales promovidas por las esclavas, se re�eren a reunir la suma acordada con los amos para libertarse. Uti-lizar palabras conmovedoras, fue una es-trategia consciente de las esclavizadas y sus defensores para apelar a la sensibilidad de las autoridades, las atendieran y les dieran una resolución favorable a sus peticiones. Sin embargo, como ellas no dominaban la escritura generalmente, esas frases eran plasmadas por unos funcionarios que, por la fuerza de la costumbre, repetían una y otra vez las mismas frases en estos tipos de causas. Al hacerlo, ya fuese de forma in-consciente o rutinaria, los funcionarios del poder reconocían, incorporaban, y reprodu-cían el sentir de los esclavizados.

En este texto se muestran algunos de los caminos que recorrieron las esclavas urba-nas de La Habana para alcanzar la libertad. Una experiencia que no fue homogénea, todo lo contrario, fueron muchas las inicia-tivas y estrategias que conformaron para conseguir sus propósitos. Algunas de estas maniobras estuvieron dirigidas a reunir, a partir del trabajo u otras actividades, la suma de dinero exigida por los amos; otras, se centraron en la reclamación de ciertos “derechos” que de manera directa o indi-recta estaban establecidos en la legislación. Las circunstancias personales de cada mu-jer, y en ocasiones también de los amos, determinaron el camino a seguir en cada caso. Cualquiera que éste haya sido, les fue imprescindible adquirir, si bien de manera muy rudimentaria, conocimientos de las le-yes emitidas por la Corona en relación con la esclavitud.2

2 En este texto, sólo se hará referencia a los barrios intramuros y extramuros que estaban incluidos en la ciudad de San Cristóbal de La Habana, lo que sucedía en los partidos rurales comprendidos en el área de la ciudad queda fuera de nuestro análisis.

Aunque se utilizan experiencias de es-clavizadas cuyos amos eran indistintamen-te personas blancas y negras, insistiendo en la relación dueño(a) negro(a)–esclava. Los especiales vínculos que creaban entre ellos a partir de la raza, el sexo, la nación africa-na, familia, religión y experiencias de vida, fue una realidad que enriqueció la lucha de estas mujeres por su libertad;al estudiarlas no sólo se pretende mostrar esas riquezas, también se intenta sugerir que es el análi-sis incluyente de todas las posibilidades, un elemento clave para explicar la importan-te presencia de mujeres ex-esclavas en los entornos urbanos. Quienes por décadas al-canzaron cifras superiores a los hombres de su igual condición.3

LA AUTOCOMPRA: UNA OPORTUNIDAD, MÚLTIPLES CAMINOS

El derecho de un esclavo a comprarse a sí mismo entregándole al amo el precio esta-blecido, según el historiador Manuel Luce-na Salmoral, no fue regulado por las leyes españolas hasta el siglo XVIII. En Cuba, an-tes de ese momento, funcionó por derecho consuetudinario, al igual que otras prácti-cas que no estaban reguladas.4

3 Según los datos que aporta el censo de 1827, en la ciudad (incluye los partidos rurales) había 14035 hombres libres de color, mientras las mujeres al-canzaron la cifra de 17587. El censo de 1841, en los datos que ofrece de los barrios intra y extra-muros de la capital expresa que habían 17208 va-rones libres de color y 18505 mujeres libres. Para 1846(también incluye los partidos rurales), las mujeres libres llegaron a ser 20858 y los hombres 16363. Como se pude apreciar por casi 60 años las mujeres libres de color superaron a los hombres de su igual condición en la ciudad de San Cristóbal.

4 No fue hasta 1768, cuando el monarca Carlos III, se vio precisado a esclarecer los términos que se debían cumplir para lograr la libertad. Las dispu-tas que ocasionó la reimplantación del cobro de alcabalas y la necesidad de poner freno a los due-ños de esclavos, quienes los compraban y ven-dían a sus anchas luego de juicios orales y con-sultas verbales con abogados, fueron las razones que motivaron esa regulación. Real Cédula al

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ESCLAVAS EN LA CIUDAD: EL TRÁNSITO DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD (1750-1860)I

Desde el siglo XVI la autocompra fue el camino “elegido” por un gran número de esclavas para acceder a la libertad. La falta inicial de precisiones al respecto, propició que dentro de esa variante surgieran múl-tiples vías. Con el tiempo, algunas de ellas fueron tan utilizadas que se convirtieron en las sendas habituales que recorrían la ma-yor parte de las esclavizadas para conquis-tar esa ansiada meta.

La libertad se compraba con dinero, mu-chas esclavas asumieron el reto de reunir-lo por la vía del trabajo, entre ellas las que tenían mayores oportunidades de conse-guirlo eran las que, previa escritura otorga-da por sus amos, salían a la calle a trabajar por un jornal. Transitar libremente por la ciudad brindaba a las esclavas jornaleras la posibilidad de buscar uno o más empleos −casi siempre relacionado con el servicio doméstico− que les permitía ahorrar a corto o largo plazo un peculio.

Cuando no era posible juntarla suma de dinero necesaria sólo por la vía del trabajo se manejaban otras opciones, la más fre-cuente fue solicitar préstamos de dinero. Los esclavos en su andar por la ciudad se relacionaban con un sinnúmero de perso-nas de distintos rangos sociales y color de piel, esto facilitaba el manejo de diferentes posibilidades. Por lo general acudían a per-sonas que trabajaban con ellas, a familiares, amigos, compadres, personas de su misma nación, prestamistas, antiguos dueños, etc. En esa dirección, las redes de solidaridad que se entretejieron entre los miembros de cabildos y cofradías religiosas jugaron un importante papel (Barcia, 2003:123 y Gar-cía, 2004:63-70).

Entre todas esas opciones, usualmente se inclinaban a solicitar la ayuda de fami-

Gobernador de La Habana aclarando lo regulado para el cobro de la alcabala por venta de esclavos, manumisión o coartación de los mismos. A.G.I., Santo Domingo, 890, lib. 58, folio. 330; Konetzke, vol. III, t. I, p. 337-340

liares y personas de su nación puede ser que esperaran un mayor nivel de comprensión y solidaridad de aquellos que en algún mo-mento de sus vidas también fueron esclavos o tenían cerca el recuerdo de sus antepasa-dos, también porque el grado de con�anza entre los implicados ofrecía términos más ²exibles para el pago, y que los préstamos se hiciesen de manera informal, sin que mediaran las instituciones legales llenas de engorrosos y costosos trámites.5

Aunque no se desestima la posibilidad, no se han hallado indicios que sugieran, en estos casos, que los préstamos estuviesen recargados con intereses. Esto podía ocu-rrir, no sólo por lo delicado del asunto, sino también porque las sumas solicitadas no solían ser muy altas, casi siempre lo que se pretendía por esa vía, era completar el dine-ro necesario.

En la lectura de los testamentos es cuan-do más se aprecia que estas personas con-traían deudas para alcanzar la libertad, obligaciones que en algunos casos nunca llegaron a pagarse. Esto sucedía porque al mediarlos vínculos afectivos mencionados, los deudores se aprovechaban e incumplían lo acordado, o porque la posterior situación del adeudado y sus familiares no les permitía hacer frente a la deuda contraída. Entre es-tos últimos, se puede apreciar la tendencia a dejar declaradas las deudas contraídas para que se pagasen con el importe de sus bienes después de su muerte. En el peor de los casos “desaparecían” sin dejar rastro alguno.

Generalmente los prestamistas dejaban a los albaceas y herederos la responsabilidad de cobrar a los deudores pero en algunas oca-siones eximían a personas que sabían que

5 Es válido aclarar que estas a�rmaciones solo se re�eren al dinero que se prestaban entre sí las personas esclavas y libres, casi siempre pobres, para acceder a la libertad. Para otros casos, el fondo “Escribanías” del Archivo Nacional de la República de Cuba atesora un sinfín de recla-maciones por dinero prestado y no devuelto en el tiempo establecido.

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no podrían pagar o por las que sentían espe-cial simpatía. Otro motivo importante para condonar la deuda podía ser la “caridad”.Acorde a la mentalidad de la época, actos de ese tipo les garantizaba a los benefactores la ansiada salvación del alma, una necesidad que se volvía más importante en la medida que se acercaba la hora de la muerte. Si el dueño(a) era una persona de tez oscura, es-tos actos piadosos les aumentaba el prestigio ante los ojos de sus iguales y entre la comu-nidad donde transcurrían sus vidas.

Ganar un premio en la Real Lotería per-mitió a estas mujeres, excepcionalmente, obtener el dinero necesario para convertir-se en personas libres. Esa gran suerte tuvo la morena María Blanca y Lomas, soltera, natural de África y de 60 años, quien alre-dedor de 1847 se sacó un premio. Con el di-nero que obtuvo se libertó ella, su hijo y aún le quedaron cerca de $800. Lamentable-mente, no hizo una buena inversión con ese caudal, por razones no esclarecidas decidió prestárselo al agrimensor públicoD. José Elías Valdés. La ine�ciencia de los mecanis-mos legales hizo que a pesar de los requeri-mientos evadiera el pago de la suma presta-da. En consecuencia, al cabo de un tiempo María Blanca estaba sumida la pobreza.6

El matrimonio y las relaciones de pare-ja en sus distintas variantes (concubinato, relaciones temporales, etc.) sirvieron a mu-chos esclavizados para juntar o conseguir el dinero necesario para conseguir la libertad de una o de las dos partes involucradas en la relación. En el caso de los matrimonios, al-gunas parejas se constituían sobre la base del amor y como parte de sus planes comunes se ayudaban entre sí a alcanzar la libertad.

Los indicios sugieren que la historia de Margarita Cabrera, es un ejemplo del amor

6 María Blanca y Lomas morena libre contra D. José Elías Valdés Agrimensor Público en cobro de pesos. Archivo Nacional de la República de Cuba. Fondo“Escribanía de Rodríguez- Pérez”. Legajo 77, expediente 7. Lamentablemente, el expediente no contiene la resolución del caso.

y ayuda que algunos esposos brindaban a sus compañeras para salir del cautiverio. Procedente de una tribu caníbal carabalí del interior de África, esta mujer fue secues-trada cuando tenía 23 o 24 años y traída a Cuba en un barco negrero. Al llegar tuvo un primer amo de apellido Cabrera, para quien trabajó por quince años en una hacienda cultivando caña y café. Luego fue vendida a un talabartero a quien le sirvió como lavan-dera por nueve años; �nalmente, la compró una negra libre también carabalí llamada Manuela Muñoz. Para ésta última traba-jó como lavandera y planchadora. Al año y medio de estar con su nueva ama, fue com-prada por su esposo en trescientos pesos (Deschamps, 1974: 163-190).7

Margarita estuvo cerca de veinticinco años como esclava. Su vida como cautiva debió haber sido difícil pero rica en expe-riencias, no por el número de años en que se mantuvo en esa condición, sino porque sus entornos laborales y humanos fueron disí-miles. Tuvo que aprender a desempeñarse en el cultivo de la caña de azúcar, el café yen labores domésticas, tareas que requirieron de ella distintos tipos de esfuerzos y ritmos de trabajo. Al mismo tiempo, lidió con dife-rentes dueños, personas de distinto rango social, sexo y color de piel, una tarea que constituía un verdadero reto para los escla-vizados y particularmente para las mujeres. Por último, tuvo que adaptarse a vivir en distintos entornos, con las abismales dife-rencias que existían entre el medio rural y urbano.

Adaptarse a vivir en el entorno rural, no debió haber sido lo más difícil para Marga-rita, pues ella provenía de una zona de Áfri-ca donde las mujeres trabajaban en la agri-cultura. Si fue capturada cuando tenía cerca de 24 años, como declaró, entonces ya tenía

7 Margarita Cabrera fue de aquellas esclavas que cuando se automanumitieron volvieron a África en el vapor “Candare”, vía Inglaterra, en el año de 1854.

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ESCLAVAS EN LA CIUDAD: EL TRÁNSITO DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD (1750-1860)I

experiencia en labores de cultivo antes de llegar a la Isla. Lo que sí debió ser aterrador para ella, fue la profunda explotación labo-ral y los horrores que ocurrían en el interior de una plantación (Deschamps, 1974: 174).8

Ella es un ejemplo de que los esclavos, por medio de las ventas o de la migración de sus amos, se trasladaban de un entorno a otro. Su caso ilustra también las relativas bondades del entorno urbano y particular-mente de tener un ama ex -esclava. Aunque en su historia no se puede establecer cuán-do y por qué decidió emprender el camino para alcanzar la libertad, la aparición en su vida de su esposo y las características de su última ama, sin dudas, fueron dos elemen-tos que in²uyeron en sus posibilidades de obtener la libertad.

Mientras estuvo viviendo en la hacienda no le fue posible libertarse, pues en las zo-nas de plantación este era un proceso muy engorroso. Tampoco pudo hacerlo mientras fue la esclava del talabartero. Durante esa etapa, si el pequeño fabricante la tenía solo a ella como fuente adicional de ingresos, es poco posible que le diera alguna oportuni-dad de evadir la esclavitud. Sólo con una dueña africana, de su misma nación y dedi-cada al mismo o�cio que ella fue que pudo en sólo un año y medio obtener su libertad.

Aunque es posible encontrar en los docu-mentos de archivo, alguna que otra referen-cia a las bondades de las personas negras con sus esclavos, salvo excepciones, esa genero-sidad tenía límites de�nidos. En este caso, el precio que pagó el esposo por la libertad de Margarita estaba acorde con el costo que en la época tenía una esclava que ya no era precisamente una mujer joven y robusta. Y es que, por benévola que quisiera ser un ama

8 Margarita declaró que en la hacienda a donde la llevó su dueño los esclavos se levantaban a las tres de la mañana y trabajaban hasta el mediodía en que desayunaban. Después del desayuno volvían al trabajo hasta la puesta de sol y a menudo, hasta más tarde. Allí se alimentaban mal, se les sobre-cargaba de trabajo y, a menudo, los azotaban.

negra con sus esclavas (lo cual no siempre ocurría), tampoco solían perder dinero per-mitiéndoles que se liberaran por un precio muy inferior a los que en esos momentos es-taban funcionando en la ciudad. Del dinero que la dueña obtenía de esas ventas depen-día su sobrevivencia y la de su familia, en caso de tenerla, y poder hacer realidad otros planes que casi siempre tenían mujeres em-prendedoras como Manuela.

La diferencia con respecto a otros due-ños, por lo general, consistía en las facili-dades que les brindaban dueñas como la de Margarita para hacer viable el camino a sus esclavos, no les imponían precios abu-sivos, no les ponían obstáculos de otro tipo que les impidieran trabajar y ahorrar para alcanzar sus metas, ni recibir ayuda de sus familiares o personas cercanas. Pero la re-lación ama negra-esclavas producía efectos adicionales en las esclavizadas. Para éstas últimas, el hecho de que su dueña fuera una mujer propietaria de numerosos bienes y con una situación económica desahogada, de su mismo color de piel, nación africana y ex–esclava, les servía de ejemplo e impulso para intentar alcanzar la libertad y mejorar sus vidas.

Al parecer también hubo mujeres que aceptaban propuestas de matrimonio o de uniones libres con hombres que le prome-tían liberarlas de la esclavitud y ofrecerles un mínimo de comodidades, situaciones de esta naturaleza son difíciles de precisara partir de las causas judiciales.

En su obra cumbre Cecilia Valdés, el es-critor cubano Cirilo Villaverde nos convoca a comprender por qué sucedía tal cosa al poner en boca de la esclava María Regla, uno de los personajes de la novela, estas pa-labras:

(…) póngase en mi lugar por un momento. Va-mos a ver: si por una desgracia impensada, por un trastorno de la naturaleza cualquiera de las niñas que me escuchan se vuelve mujer de color, y cuando más dura le parece la escla-

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vitud viene un individuo, sea blanco, mulato o negro, feo o bonito, y le dice: no llores más, consuélate, anímate, te compadezco, voy a li-bertarte. (…) ¡Qué dulce no le parecería la pa-labra! ¡Qué buena, qué amable, qué angelical no le parecería la persona! ¡Te voy a libertar! ¡Ay niñas! Yo no he oído nunca esas palabras sin estremecerme, sin un regocijo interior inex-plicable, como si me entraran escalofríos… ¡La libertad! ¿Qué esclavo no la desea? (Villaver-de, 1990:141)

De las palabras de María Regla (en realidad de Cirilo Villaverde) se concluye que las mujeres esclavas eran capaces de aceptar cualquier propuesta sentimental por salir del régimen de la esclavitud, sin importar el color de la piel del individuo, ni su aparien-cia física. Sin embargo, si bien es cierto que fueron muy frecuentes las uniones interra-ciales a lo largo del período de la esclavitud como estrategia para alcanzar la libertad y mejorar sus vidas, no se deben exagerar las posibilidades que brindó ese camino. Muchas esclavas que se unieron a hom-bres blancos fueron burladas y engañadas y, aunque no se cuentan con estadísticas al respecto, tampoco fue un hecho frecuente en la sociedad cubana. Su trascendencia está más relacionada con los temores que dichas uniones generaron entre las élites y algunos intelectuales cubanos. Preocupa-dos por la mezcla racial, porque los esclavos y libres no cruzaran determinados límites socio-económicos y por las jerarquías im-puestas por el colonialismo, se construyó una imagen peyorativa de las mujeres ne-gras y particularmente de las mulatas, para intentar detener con argumentos “mora-les” la interracialidad. Esos cali�cativos no sólo quedaron re²ejados en la literatura de la época, trascendieron los siglos coloniales para quedar profundamente enraizados en la mentalidad popular cubana.

Por otra parte, como demostró déca-das atrás la investigadora Verena Stolcke, evadir la esclavitud y ascender en la escala

socio-económica no eran los únicos �nes que perseguían las mujeres negras con las uniones interraciales. Con frecuencia, ellas contribuían también a la relación, quizás no la blancura de la piel, pero sí con sus senti-mientos, además de otros importantes va-lores y recursos materiales.

Recientemente las investigadoras Pere-ra y Meriño han demostrado que, al mismo tiempo que ese tipo de uniones ocurrían, también un considerable número de escla-vas se casaban con hombres de su igual con-dición y hasta libres de su misma raza. La falta de recursos económicos de los hom-bres negros ha sido utilizada para colocar-los, ante los ojos de sus iguales féminas, en una posición desventajosa frente a los blan-cos, no obstante ellos también fueron capa-ces de liberarlas de la esclavitud y ofrecerles una vida estable y segura. En este tipo de parejas también se establecían sólidos lazos sentimentales y se formaron familias bien consolidadas hasta el �nal de sus vidas.9

Las relaciones amorosas eventuales y el embarazo fueron otras estrategias ocasio-nalmente usadas para alcanzar la libertad y presionar a los hombres al matrimonio. Algunas conseguían sus propósitos y otras, una parte. Los más frecuentes: libertad, vi-vienda y manutención.

LA LIBERTAD “CAÍDA DEL CIELO”En algunos casos muy especí�cos, las escla-vas no tuvieron que reunir el dinero o crear “estrategias” para alcanzarla libertad. Este es el caso de Rosalía, que siendo esclava tuvo un hijo natural con su amo Juan de Aguiar, pardo libre, viudo y dueño de una platería. Como consecuencia de esa relación, ella y su hijo consiguieron ser libres sin costo mo-netario alguno. Este hijo, Domingo Aguiar,

9 Una de las tesis centrales de las obras de las in-vestigadoras Perera y Meriño es que la familia fue uno de los móviles más relevantes que impul-saron a los esclavos de Cuba a sortear las restric-ciones y encontrar las vías y recursos para obte-ner la libertad.

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ESCLAVAS EN LA CIUDAD: EL TRÁNSITO DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD (1750-1860)I

ayudaba en la platería y se convirtió con los años en dueño de una tabaquería gracias a su padre que, además, le dejó en su testamen-to la mitad de las utilidades. Aunque Juan y Rosalía nunca se casaron, su historia es un ejemplo de las oportunidades que los hom-bres de la raza negra les ofrecían a sus com-pañeras y a sus hijos cuando les era posible.10

Otra historia muy ilustrativa es la deJosé de la Concepción Reancho y Barrera, capa-taz de la nación carabalí bricamo y propieta-rio de seis casitas alineadas en el barrio del Horcón. Contrajo matrimonio en dos oca-siones con mujeres que eran esclavas suyas. Primero con María del Rosario de los Reyes y en segundas nupcias con Merced Zarra, a ambas les otorgó carta de libertad.11

A lo largo del texto se ha hecho mención de la diversidad de relaciones que fueron capaces de establecer las mujeres esclavas en su vida diaria. La fortaleza de algunas de ellas sirvió, incluso, para que fueran favo-recidas en disposiciones testamentarias de personas que no eran necesariamente sus dueños. Este es el caso de la esclava Nico-lasa, quien fue favorecida en la disposición testamentaria de la morena libre carabalí Maria Merced Puente. Otorgado en 1836, dispuso que luego de su fallecimiento, del importe de sus bienes se le otorgase “in-mediatamente” la libertad a la morena Ni-colasa Fernández Velasco, esclava de doña Francisca de igual apellido. De cumplirse su voluntad, Nicolasa quedaría libre en poco tiempo sin, aparentemente, desplegar esfuerzo alguno.12

También sucedía, que una persona li-bre le dejaba una suma de dinero similar a la que exigían los amos en la época a un esclavizado conocido, sin dejar claramente expresado que era para que comprase su li-

10 Archivo Nacional de la República de Cuba. Fon-do: Protocolos Notariales de Arturo Galleti Año 1838. Tomo 1, folio208.

11 Ob. Cit. Galleti. Año 1838. Tomo 1, folio 14.12 Ob. Cit. Galleti. Año 1836. Tomo 1, folio 470.

bertad. Quizás porque los responsables de hacer cumplir la voluntad de la testadora conocían de la decisión o pudo ser una es-trategia para evitar que alguien con acceso al testamento le obstaculizara el camino a la bene�ciada.

LAS OPORTUNIDADES QUE BRINDAN LAS LEYES

La manumisión por magnanimidad del amo, la cual podía ocurrirdurante su vida o después de muerto, la que se otorgaba comorecompensa por losservicios presta-dos y la que se confería a aquellosancianos cuyos dueños ya no querían mantenerlos fueron, según Lucena Salmoral, algunas de las oportunidades de obtener la libertad que quedaron establecidas desde la legislación esclavista romana (Lucena, 2000:536).

De todas esas oportunidades la libertad que se otorgaba por los servicios prestados fue, probablemente, una de las que más puso a prueba las habilidades de las esclavas. Para obtenerla, no se trataba solamente de hacer todo el trabajo físico duro y agotador, ni de servir “incondicionalmente” al dueño y su familia o utilizar las experiencias que otras esclavas les trasmitían; se trataba de tener actitudes y comportamientos que conmo-vieran en el orden individual la voluntad de esos dueños, para que así aceptasen des-prenderse de “un bien” que para ellos tenía valor monetario. Que podían vender y hacer uso de ese dinero, legárselos a sus herederos o sencillamente como hacían algunos, utili-zar sus servicios hasta el último momento y luego de su muerte, que el estado o los here-deros se encargasen de ellos.

De lo establecido en Las Partidas, aque-lla que se obtenía por disposición testamen-taria fue, al parecer, una de las oportunida-des de las que más hicieron uso los dueños para dejar libres a sus esclavos, particular-mente, los amos negros.13 Una de ellas fue

13 Las Siete Partidas o Libro del Fuero, constituyó la legislación general del reino español. Fue he-

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la morena libre Maria Sandoval. De nación mandinga y viuda de Tomás de Orta, de la misma nación, dejó dispuesto en su testa-mento: “Declaro que tengo por mi esclava a una negra nombrada Maria Idelfonsa na-cida en mi poder de otra mi esclava llama-da Maria del Rosario la cual es mi voluntad que por mi fallecimiento quede libre de todo cautiverio en atención al cariño que le tengo sirviéndole esta clausula de titulo en forma legándole además los trastos o muebles de mi uso que se encontraren al tiempo de mi falle-cimiento.14

Cuando los dueños querían mostrar su agradecimiento hacia una esclava leal y de la que no se querían separar por lo impres-cindible que les resultaban sus servicios, lo que hacían era otorgarles la libertad a los hi-jos de éstasque nacían bajo su techo. Niños por los cuales también desarrollaban un es-pecial afecto. Cariño que se hacía más gran-de, cuando esas dueñas no habían tenido la oportunidad de tener hijos propios en quien volcar ese sentimiento maternal. A la vez que, con este tipo de actitudes las dueñas estimulaban más la �delidad de la esclava y el “deseo” de servirles mejor.

Sin embargo, también podía suceder, como sugiere esta historia, que ese cariño especial solo fuera hacia la esclava nacida bajo su techo y no particularmente por la madre. En esta oportunidad, la sinceri-dad y fortaleza de ese aprecio trascendió el acto de otorgarle la libertad a María Idelfonsa. Al mismo tiempo,le dejó algu-nos bienes en herencia para que tuviese algunos recursos con que empezar su nue-va vida,una vez que se convirtiera en una persona libre y estuviera fuera del amparo material de los que hasta ese momento la habían cobijado.

cha por Alfonso X el Sabio y se aplicó a partir de 1348. Estaba inspirada en el derecho romano y se considera el antecedente del derecho esclavista indiano. Título XX, Ley I.

14 Ob. Cit. Galleti. Año 1844. Tomo 1, folio 252.

Los dueños hombres, también solían actuar de modo similar. En el año de 1846, el moreno libre Angel del Carmen caraba-lí otorgó su testamento. En el dispuso, que posterior a su fallecimiento, sus albaceas se encargaran de otorgarles las respectivas cartas de ahorro a sus esclavas criollas María de los Ángeles, Juana Paula, Catalina y Ga-briela. Todas jóvenes y que probablemente, habían nacido en su casa o criadas bajo su abrigo. Mientras, a otras cuatro que ya eran adultas y de distintas naciones africanas, las dejó coartadas para que no pudiesen ser vendidas en más precio que el establecido por él. El resto de sus bienes, consistentes en tres casas y deudas a su favor, se los legó a su esposa Gertrudis Acosta de su igual clase y color y aun hijo natural que había tenido años atrás con una morena carabalí.15

Sin mucho esfuerzo, también consi-guieron la libertad las esclavitas Gabriela y Manuela. Pues así lo decidió la morena libre Francisca Javiera del Carmen al dic-tar su testamento. El resto de sus bienes, consistentes en una casa, un colgadizo, otros dos esclavos, prendas de oro y múl-tiples deudas a su favor, se los legó a su esposo e hijo. Por razones desconocidas, dictó posteriormente codicilio, que expre-saba su voluntad de dejar libres también de todo cautiverio a sus otros dos esclavos Domingo y Cacharina.16

La libertad graciosa –llamada así porque no implicaba remuneración alguna– hizo posible que por similares motivos afectivos, muchos pequeños obtuvieron la libertad en la pila bautismal o en los primeros años de sus vidas. Una estrategia frecuentemente utilizada por los esclavos para conseguirlo,

15 Testamentaria del moreno libre Angel del Car-men carabalí. Archivo Nacional de la República de Cuba. Fondo: Escribanía de Daumy. Legajo 225, expediente 5.

16 Testamentaria de la morena libre Francisca Ja-viera del Carmen. Archivo Nacional de la Repú-blica de Cuba. Fondo: Escribanía de Daumy. Le-gajo 296, expediente 12.

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era nombrar a los dueños padrinos de sus hijos.

En caso de que esta posibilidad hubiese que descartarla, también solían nombrar a personas cuya economía les permitiera ha-cer este regalo al ahijado una vez llegado a este mundo. Por ejemplo, la morena libre Rosario Valerio de nación lucumí, le otor-gó carta de libertad a una negrita, hija na-tural de sus esclavos lucumíes Juan García y Matilde Valerio. La entregó por $150 que le pagó la morena Marcelina de la Trinidad, madrina de bautismo de la liberta.17

Es válido destacar que también pesaba en esa decisión consideraciones humanas. Las familias esclavas, aún en los entornos urbanos, vivían bajo la constante amenaza de la separación, muchas veces los padrinos suplieron el papel de los padres o se convir-tieron en colaboradores de estos. De ocurrir la pérdida humana de estos familiares más cercanos, se convirtirían en un soporte fun-damental en la vida de sus ahijados.

Las razones que más argumentan los amos para justi�car el otorgamiento de la libertad se sustenta sobre la base de los comportamientos de sus esclavas. Por eso, casi siempre se mencionan como motivos el agradecimiento por la lealtad mostrada, buenos servicios y el especial cariño que sentían por ellos. Sin embargo detrás de esos argumentos, también solían esconder-se razones que estaban más directamente relacionadas con las experiencias de vida de los dueños, el deseo de venganza contra un esposo cruel, mujeriego e irresponsable, podía convertirse en un camino a la libertad para las esclavas. Eso hizo la morena libre de nación carabalí María de la Luz Apari-cio, quien en su lecho de muerte declaró en su disposición testamentaria que luego de su fallecimiento, se les otorgase carta de li-bertada a todos (11) sus esclavos. Entre ellos había varias mujeres: Altagracia, Joaquina, Trinidad, Rafaela, Josefa y varias criollas,

17 Ob. Cit. Galleti. Año de 1846. Tomo 1, folio 128.

a las cuales su dueña quería proteger de los abusos sexuales y laborales de su esposo.

A la vez que generosa, María de la Luz también utilizó a su favor las escasas opor-tunidades que otorgaba la ley para mostrar su inconformidad e impotencia frente a un sistema de dominación colonial y machista, que le otorgaba a su esposo, en calidad de hombre y “cabeza de familia”, la posibilidad de manejar una fortuna a la cual no contri-buyó con esfuerzo alguno. No se le permitió divorciarse, pues, a pesar de ser de público conocimiento las golpizas que su marido le daba y otros desmanes que cometía con ella, cada vez que intentaba poner una demanda de divorcio, las autoridades locales la disua-dían. Sin contar su frustración personal por tener que compartir su vida con un hombre que sólo se había casado con ella para salir de la esclavitud y disfrutar de sus bienes con quien, además, ni siquiera tuvo hijos.18

Otro argumento usado por dueños y pa-dres fue descargar su conciencia por haber tenido toda la vida a una hija sometida a la esclavitud o teniendo el dinero no haber contribuido a su libertad. Semejante gesto, tiempo antes de morir, aunque bene�cioso para las esclavas, también era muy oportu-no para sus progenitores. Hacer obras pia-dosas o recti�car errores cometidos en el transcurso de la vida para quedar bien ante los ojos de Dios, se convirtió en una nece-sidad para muchas personas en el período �nal de sus vidas.

18 El esposo se las ingenió para que al borde de la muerte María de la Luz, dictara otro testamento en el que lo declaraba , heredero universal de to-dos los bienes. Al poco tiempo, dos de las esclavas promovieron una causa judicial pues, a todos los demás esclavos se les había otorgado la libertad y a ellas no. Lamentablemente el expediente no contiene la resolución del caso. D. Tomás Gonzá-lez contra el moreno Antonio del Castillo sobre nulidad del testamento otorgado por María de la Luz Aparicio muger del segundo. Archivo Nacio-nal de la República de Cuba. Fondo: Escribanía de Salinas. Legajo 640, expediente 7356.

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En otras ocasiones, la combinación de varias circunstancias hizo posible la liber-tad de una esclava. En el año de 1833, du-rante la epidemia de cólera que azotó a la ciudad falleció el matrimonio integrado por los morenos libres de nación carabalí Juan de Dios Morales y Maria Luisa Anaulo. Esta última, antes de fallecer, tuvo la precaución de dictar testamento oral ante testigos. Dis-puso que quedaran libres sus esclavas Maria Gregoria y María Justa, así como los hijos de ambas (cuatro en total). Pero, Maria Luisa, (la última de los dos esposos en fallecer), no sólo les otorgó la libertad, también dejó a Maria Gregoria heredera de todos sus bie-nes, consistentes según ella en varias casas. Ante la lógica pregunta de, por qué una per-sona en tan graves circunstancias procuró a toda costa dictar testamento, la respuesta es sorprendente. Maria Gregoria era su so-brina. En esta historia, lamuerte repentina de los dueños, unido a los lazos de sangre entre ama y esclava, se combinaron para hacer posible la libertad de dosesclavas y la pequeña hija de una de éstas.19

No tener herederos directos, era con frecuencia el motivo que más impulsaba a los dueños a otorgarles la libertad a sus es-clavas.Esa generosidad podía llegar al ex-tremo de, cederles también algún bien ma-terial que los ayudara a enfrentar solos la libertad. Casi siempre, consistían en casas, dinero, prendas u objetos personales. Algo así hizo Maria Dolores Ambuloli. Esta mo-rena libre de nación carabalí, viuda y sin hi-jos, al dictar testamento en 1817, dejó libres a sus esclavos. Maria Manuela, Maria Tere-sa criolla, José criollo, José Miguel criollo, Maria Andrea criolla, Bruno y Juan Pedro. Además, les dejó los bienes que quedasen después del pago de costas y deudas. Luego que murió su antigua ama, los esclavos pa-

19 Testamentaria de María Luisa Anaulo. Archivo Nacional de la República de Cuba. Fondo: Escri-banía de Daumy. Legajo 249, expediente 6.

garon las costas judiciales del proceso y se les entregó la herencia. 20

El moreno libre Fernando Castillo, al expresar en su voluntad testamentaria dic-tada en 1835, dejó establecido que luego de su muerte, sus esclavas Tomasa (12 años) y Rita (1 año) quedaran libres, al mismo tiem-po, les donó, en conjunto con otros esclavos a los que también dejó libres, una casita si-tuada en la calle Alambique. 21

Aunque Fernando no tenía familiares directos, sí tenía dos hijos de crianza y una compañera, a quienes pudo haberle dejado las esclavas en herencia para disfrutaran de los bene�cios que en el futuro les reporta-rían con sus trabajos o venderlas y legarles el dinero. Por lo que no puede argumentar-se que la falta de herederos es la causa de su benevolencia, y tampoco la edad avanzada de sus esclavas, pues éstas apenas estaban comenzando sus vidas. En esta historia, la aparente cercanía del fallecimiento de Fer-nando convirtió a dos niñas en personas libres, sin tener ellas ni sus familiares que desplegar esfuerzo alguno.

Manuel Vázquez, Sargento retirado del Batallón de Morenos Leales de La Habana, era propietario en sus últimos años de vida de varios (6) esclavos. La mayoría de ellos (5) eran mujeres. Salvo a Maria Regla, a quien

20 Diligencias testamentarias de la morena María Dolores Ambuloli. Archivo Nacional de la Repú-blica de Cuba. Fondo: Escribanía de Gobierno. Legajo 513, expediente 8.

21 Fernando era, al momento de dictar su testamen-to, propietario de una casa situada en la calle Luz no.76, otra en la calle Bernaza no. 60, otra en Desamparados no.20, una ciudadela cerca de la Puerta Nueva, la casa de su morada y la contigua, cuatro casitas en la calle alambique y otra en la que vive un Sr. Llamado Rafael Monson, además de 13 esclavos, alhajas, muebles y dinero en efectivo. Por razones desconocidas dictó dos testamentos, en diferentes escribanías y nombrando diferentes herederos. En consecuencia se originó un pleito legal. Testamentaria de Fernando Castilla. Pri-mera Pieza. Archivo Nacional de la República de Cuba. Fondo: Escribanía de Varios. Legajo 257, ex-pediente 3, 866.

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dejó coartada en $300, a Juliana, Rita, Car-mina y Marcelina las dejó libres de todo cautiverio en su disposición testamentaria dictada en 1813. El resto de sus bienes, con-sistentes en 5 casas, se los legó a los hijos de sus hermanos, nombrados por él como sus herederos universales.22

También podía darse el caso de que una dueña quisiera dejarle garantizado el futuro a una de sus esclavas esa ayuda po-día rebasar los marcos del apoyo material hasta los límites de lo humano y femenino. La morena libre Juana Antonia Castillo, viuda y sin hijos, le otorgó por disposición testamentaria carta de libertad a su esclava María Ru�na Agramonte y la nombró here-dera universal de sus bienes que consistían enuna casa de guano sobre horcones y una estancia de labor de una caballería de tierra con sus fábricas. Sin embargo, lo hizo con la condición de que: “...conservara esta he-rencia sin enajenarla ella ni su esposo, para que pudiera gozarla ella y sus hijos si los tu-viera o para que le sirviera de socorro a sus necesidades”.23

La frecuencia con que los hombres, al tomar el control de los bienes de sus espo-sas, dilapidaban los bene�cios al extremo de llegar hasta perder las propiedades, pudo ser el motivo que inspiró a Juana Antonia a dejar protegida a su esclava. Quizás tam-bién conocía las limitaciones personales de María Ru�na y la estaba protegiendo de ella misma, pues, de hacer algún mal negocio, podía perder los escasos bienes que su ama le dejaba para su sustento.

Ser demasiado vieja para el trabajo o padecer de alguna dolencia incurable que limitase el rendimiento laboral, podía con-

22 Incidente a la testamentaria de Manuel Vázquez sargento retirado de morenos. Seguido por Ra-faela Vázquez. Archivo Nacional de la República de Cuba. Escribanía de Varios. Legajo 685, expe-diente 11,300.

23 Testamento de la morena Juana Antonia Casti-llo. Archivo Nacional de la República de Cuba. Fondo: Escribanía. Legajo 376, expediente 2.

vertirse en una causa para reclamar la li-bertad. Siendo el primero de los casos, el precio que tenía que pagar la esclava era menor que una joven robusta. De no poder-lo ahorrar, tenía a su favor una de las pocas ventajas que trae la edad: verse rodeada de familiares, cofrades, amigos y ahijados, que pudiesen ayudarla.

Renuncia forzosa, pérdida de los dere-chos y acciones, era otro motivo que podían alegar para reclamar su libertad aquellas esclavas que se enfermaban de algún mal incurable o de larga duración. Si tenían la suerte de que su amo las enviara a un hos-pital a curarse y su tratamiento duraba mu-chos años, entonces alegaban que: “la mis-ma lo constituye a separarse de la propiedad con toda forma porque la enfermedad lo trae de por si, por su larga duración, muchas cos-tas y ninguna esperanza de alivio”. 24

Lamentablemente, aunque las dolencias físicas tales como el reumatismo, las in²a-maciones en el vientre y las piernas eran muy frecuentes entre ellas, este no fue un recurso del cual pudieron valerse mucho las mujeres. Casi siempre, los amos se negaban a reconocer la gravedad de las afecciones, no sólo para no perder esa fuerza de traba-jo, sino porque al hacerlo también estaban aceptando la profunda explotación a que las tenían sometidas y las condiciones poco re-comendables para la saluden que transcu-rrían sus vidas.

Así que, salvo casos muy críticos, no le permitieron a una esclava enferma quedar-se en un hospital por demasiado tiempo. Lo más probable es que, apenas hubiera mejo-ría regresaran al trabajo. De otra parte, es poco probable que este tipo de estipulación tan especí�ca fuera del conocimiento del común de los esclavos, como sí sucedía con otros caminos más utilizados.

24 Expediente en que el negro Ricardo Drek recla-ma su libertad. Archivo Nacional de la República de Cuba. Fondo: Gobierno Superior Civil. Legajo 949, expediente 33587.

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Las posibilidades de comprar la libertad de forma directa fueron decayendo con el avance de la centuria decimonónica. El auge de la plantación provocó, entre otras cosas, una mayor presencia de negros esclavos y libres en las ciudades, compitiendo por las mismas oportunidades laborales. Las cua-les, no sólo disminuyeron en comparación-con los siglos anteriores, sino que los pagos que percibían eran más bajos e inestables. A ello se unió, la posterior prohibición del trá-�co negrero (1817-1820) que propició el alza de los precios de los esclavizados, por lo que los amos ya no les permitieron liberarse con la misma facilidad de antaño.

Esas y otras razones propiciaron que, en la medida que avanzó el siglo XIX, el cami-no más utilizado fuese la coartación, status intermedio entre la esclavitud y la libertad, que les concedía a las esclavas la ventaja de acordar con sus amos un precio de�nitivo para obtener su libertad. La cifra convenida la pagaban en varios plazos, en la medida de sus posibilidades.

Las leyes establecían que la esclava coar-tada no podía ser esclavizada de nuevo y en caso de morir su amo, pasaba a ser la coarta-da de sus herederos, quienes no podían ven-derla en mayor cantidad que la establecida. La otra ventaja que ofrecía la coartación era que, generalmente, el dueño le daba licen-cia a la esclava para alquilarse y trabajar por su propia cuenta, estando ésta obligada a pagarle al amo, un chelín diario sobre cada cien pesos del balance que faltase por paga, en el monto acordado como precio de com-pra (De la Fuente, 2004:56).

El período de tiempo en que una mujer podía mantenerse como coartada no tenía límites. En estos casos, igualmente esta-ban a merced de su capacidad de trabajo e iniciativa personal, de tener la suerte de en-contrar empleos con buena remuneración y de las supuestas “facilidades” que le ofrecía su dueño. Algún ahorro le procuró la more-na libre Irene Dorrigrano a su esclava Juana del mismo apellido. Comprada a Da. Felipe

de Arango por la suma de $300, la coartó en $200 mediante escritura pública redactada en 1844, para que no pudiera ser vendida en más. “(...) haciéndole gracia y donación de los $100 que hay de diferencia en el precio en que la compró (...)”.25

Estrategias de presiónLos argumentos que utilizaron las esclavas en sus demandas de libertad ante las au-toridades de la Isla fueron innumerables. Son muchos los ejemplos que podríamos mencionar y todos diferentes. Lo único que tuvieron en común fue la estrategia que si-guieron: tratar de adecuar sus disímiles vi-vencias personales a lo establecido por las leyes y cuando unas y otras no concordaban, buscar al menos un punto de coincidencia o resquicio que les sirviera de impulso para iniciarsus reclamaciones ante las autorida-des, con la esperanza de obtener una reso-lución favorable a sus causas.

Una estrategia menos directa fue cam-biar de propietario, pero a su vez de las que con más frecuencia solíanponer en prácti-ca para intentar facilitarse el camino a la libertad. Cuando una mujer se veía impo-sibilitada de convertirse en una persona libre porque era propiedad de un dueño excesivamente posesivo y explotador, so-licitaba bajo cualquier pretexto (el más efectivo era el maltrato físico) cambio de propietario. Para ese propósito coopera-ban padres, hermanos y hasta cofrades. Su ayuda consistía en buscar nuevos dueños que les hicieran más viable a la esclava el camino a la libertad.

La estrategia a seguir se ponía en prác-tica una vez que entre el familiar y el aspi-rante a futuro dueño se ponían de acuerdo. A la esclava Maria Antonia gangá, la ayudó su hermano. Molesto el amo por las inten-ciones de su esclava de coartarse, le impuso un precio tan alto que ningún otro dueño la

25 Ob. Cit. Galleti. Año de 1844. Tomo 1, folio 371.

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aceptó, razón que la obligó a regresar a casa de su dueño original:

(...) mas en esta fecha del dia 26 del corriente se presento en casa de mi amo el caballero para comprarme el cual fue buscado por mi herma-noy habiendo hablado con mi señor que me quería comprar se le contesto por mi amo que si me vendia pero que no respondia a tachas áquel caballero se marcho pero al otro dia vol-vió mi hermano a su casa y le ofrecio (roto) y pero que yo no tenia ninguna tacha (...). 26

El amo se enfureció tanto con la presión que ejerció la esclava y su familia que la mandó a sacar de su casa. La trasladaron a un lugar llamado “el tren de los carretones” donde según ella le cortaron el pelo, le dieron 25 azotes, le pusieron grillos y la dejaron en el bocabajo hasta el día siguiente. Gracias nuevamente a la intervención del hermano, el Síndico hizo las averiguaciones corres-pondientes que excepto por los azotes, con-tradecían lo dicho por la esclava. Si fue ella quien mintió respecto a la crueldad del cas-tigo impuesto para obtener una resolución favorable a su causa, o fueron el amo y las autoridades que la apresaron, no es posible saberlo, tampoco si la estrategia de cambiar de amo le dio a Maria Antonia los resulta-dos esperados lo cierto es que su historia muestra los riesgos que estas mujeres y sus familias eran capaces de correr y hasta qué extremos exponían sus vidas para alcanzar su libertad.

Probablemente pocas personas co-nocían que emancipar a los esclavos an-tes de viajar a la Península era una de las medidas promulgadas por la Coro-na a favor de la libertad para las Indias. Se emitió en 1836, como respuesta a las

26 Expediente en que la negra María Antonia gan-gá se queja del mal trato que recibe y del excesivo precio que pide por ella su amo Don Juan Gan-voa. Archivo Nacional de la República de Cuba. Fondo: Gobierno Superior Civil. Legajo 949, ex-pediente 33554.

quejas presentadas por tres esclavos de- sesperados por la maldad desmedida con que los trataban sus amos. Como en Espa-ña ya no extía la esclavitud, el Rey decidió liberarlos. Esa disposición, se hizo extensi-va a todos aquellos esclavos que viajasen a la Península (Lucena, 2000: 1249-1250). El Síndico Procurador que atendió a la histo-ria de Catalina sí conocía esta disposición. Probablemente, mientras preparaban la es-trategia a seguir contra su amo don Antonio Rodríguez por imposición excesiva de jor-nal a ella y a su hijo, por alguna razón Ca-talina le relató pasajes de su vida al Síndico. En su narración, salió a relucir que ella ha-bía estado en España unos años atrás con su amo anterior. Ese detalle resultó su�ciente para que su defensor convirtiera un pedazo de vida casualmente contado, en un argu-mento sólido para emprender la batalla por la libertad de Catalina.

Para lograr una resolución favorable a la esclava, argumentó:

(...) en su concepto la negra catalina es libre y debe declararse tal que cuando fue llevada a España donde no se permite la esclavitud, des-de el momento que puso pie en tierra de hecho quedo libre que catalina no podia ofrecer la anomalia de que hubiese en España un indivi-duo reducido a la esclavitud de otro; y que de hecho si fue libre y si la libertad en su estado es perpetuo, mal pudo volver a ser esclava porque retornase a la Isla (…) que la doctrina que sos-tiene el que la presenta de que los derechos del primer dueño quedaron en suspenso mientras la esclava estuvo en España, luego que regresó á esta Isla es la mas errónea a todo principio de ley y de razón que haya oído jamas que ó catalina era libre ó esclava cuando estubo en España, que esclava no pudo ser porque en España ni se conoce ni se tolera la esclavitud, luego fue libre y su condición no pudo nunca ser vaga, sin carácter y sin esencia: que el de-recho de postliminio se establecio a fabor de la libertad y nunca ha existido un derecho aná-logo a favor de la esclavitud, porqué como dice

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el sabio é inmortal código Alfonsino ”todos los derechos del mundo siempre ayudaron a la li-bertad.27

No pareciéndole su�ciente, el Síndico de-mostró que el supuesto permiso con que viajó la esclava, además de no especi�car el mantenimiento de su inicial status legal una vez que viajara a otro país, no existía para el momento de la reclamación. De esa forma, era imposible que el actual dueño pudiera presentar como prueba una constancia es-crita de que Catalina viajó siendo esclava.

La solidez de sus argumentos hizo que el alcalde decidiera elevar la causa a las auto-ridades superiores para que dieran respues-ta. Al parecer, se desconocía la Orden Real de marzo de 1836 o no les pareció atinado dar una respuesta favorable que sentaría un precedente importante en esa dirección. De ser este último el argumento, no les falta-ba razón.Animadas con la real disposición de 1836, algunas otras esclavas que viajaron a Europa con sus amos decidieron utilizar ese recurso para alcanzar la libertad. Eso intentó en 1854 la esclava Paulina, quien ayudada por el Síndico Procurador, le enta-bló demanda judicial a su dueña Margarita John. El motivo que esgrimió fue que estuvo durante un año en Francia trabajando. La-mentablemente, en esta ocasión la dueña estaba mejor enterada o asesorada que su

27 Esta medida se tomó a propósito de una solicitud de libertad que le hicieron a la Reina, por razones de maltrato, tres esclavos que vivían en España. La Sección de Indias del Consejo Real, falló a favor de los esclavos y expuso las razones por las cuales no debía existir más la esclavitud en ese territorio. Años más tarde, cuando en Puerto Rico un amo trató de vender a su esclavo Ru�no y éste decidie-ra acogerse a la real orden y elevar su causa ante la Reina. Lucena Salmoral, Manuel. Ob. Cit. P.460. Expediente sobre la reclamación de Don Anto-nio Rodiguez de su esclava Catalina la que por el dicho de haber entrado libre a la peninsula se le quiere declarar libre. Archivo Nacional de la Re-pública de Cuba. Fondo: Gobierno Superior Civil. Legajo 948, expediente 33463.

esclava; al ser llamada ante las autoridades, declaró que esa real disposición sólo era vá-lida para España, por lo que Paulina tuvo que permanecer en cautiverio.

La historia de Paulina puede tener otra lectura, tan arriesgada como las propias ac-titudes de estas mujeres. Cabe la posibilidad que esta esclava tuviese claro conocimiento de lo establecido por la legislación y con-ciencia de que su caso no estaba contenido en la misma. Sin embargo, al no tener nada que perder, decidió establecer reclamación, con la esperanza de que un milagro se hicie-se para ella.

Aunque en el plano personal Paulina no tuvo suerte, su historia sirvió para allanar el camino a la libertad de otras esclavas. Las continuas reclamaciones de este tipo eleva-das ante las más altas autoridades trajeron, en 1862, consecuencias bene�ciosas. La Corona hizo extensiva la posibilidad de la libertad a aquellos esclavos de Cuba y Puer-to Rico que saliesen con sus amos al norte de los Estados Unidos u otro país donde no se conociese la esclavitud (Lucena, 2000: 461).

Una vez mencionado, sería injusto pasar por alto el importante papel desempeñado en la vida de estas esclavas por el Síndico Procurador. Aunque poco se ha escrito sobre ellos (ver: Varella, 2011 y Lucena, 2000:436 y 445) se sabe que estas �guras fueron per-sonas extremadamente controvertidas, cu-yos comportamientos, fueron favorables en algunos casos y en otros tremendamente perjudiciales para los esclavos.

Sin embargo, para las esclavas que deci-dieron ayudar (lo cual fue más común luego de los años 40)fueron los verdaderos dise-ñadores de estrategias. Aunque los esclavos sabían que algunos de los puntos de sus his-torias servían para emprender una batalla legal contra los amos, eran los Síndicos los que a partir de los errores de los dueños y el exhaustivo conocimiento que muchos de ellos tenían de las leyes, los que buscaban los argumentos legales para montar sólidas

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ESCLAVAS EN LA CIUDAD: EL TRÁNSITO DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD (1750-1860)I

defensas. Muchas veces, éstas estaban tan lógicamente estructuradas, que las autori-dades locales se veían en el caso (como en el de Catalina) de tener que elevar las deman-das al nivel superior para que se encargasen de dar la resolución �nal.

En 1842, Rafaela o Encarnación lucumí alegó en una instancia dirigida a las autori-dades, que llegó a esta Isla en 1816 en una goleta llamada “Rosa” o “Gloria”, que tuvo un primer dueño llamado Don Antonio Es-covar y como éste falleciera fue a parar a manos de Don Domingo Andre. Según ella, aunque llevaba 27 años residiendo en la Isla nunca pudo averiguar el nombre de la gole-ta que apresó a su barco, aún así quería re-clamar su libertad.28

Rafaela era una mujer de edad avanzada y le faltaba la vista, sin embargo, no sabía que con esos argumentos podía iniciar una reclamación judicial, quizás estimó que no eran su�cientemente sólidos para enfrenta-ra su amo o que su causa fuese atendida por las autoridades. Su historia sugiere que de las muchas situaciones que enfrentaban las esclavas, en ocasiones éstas elegían recla-mar su libertad utilizando las razones con más probabilidades de éxito. Incluso solían arriesgarse a esgrimir razones que no es-taban directamente relacionadas con sus vidas Esta esclava sabía, que las causas de

28 El término emancipado apareció por vez primera en el tratado �rmado entre España y Gran Breta-ña en 1817. En él se prohibía a los súbditos espa-ñoles el trá�co de esclavos en cualquier punto de la costa africana a partir de mayo de 1820. A los esclavos encontrados en los barcos que fuesen revisados por los buques mercantes destinados a tal efecto, se les entregaría un certi�cado de emancipación y serían llevados al país donde fun-cionaba la Comisión Mixta que juzgaría el barco donde fueron hallados. Expediente instruido a consecuencia de haber representado la morena Rafaela o Encarnación, manifestando que era emancipada, procedente de la goleta que estaba a cargo de Domingo Andre. Archivo Nacional de la República de Cuba. Gobierno Superior Civil. Legajo 941, expediente 33209.

los emancipados con frecuencia eran aten-didas y hasta se podía lograr una resolución favorable. Ya fuese porque su reclamación no fue redactada de la manera más conmo-vedora o porque no tuvo un adecuado ase-soramiento legal, Rafaela tuvo que elevar cinco instancias ante el poder local antes de ser atendida. Su insistencia, deja la duda de si realmente era una emancipada o una mujer capaz de afrontar cualquier riesgo y hasta de aprender leyes a su avanzada edad con tal de convertirse en una persona libre.

Lamentablemente, las averiguaciones �scales que su caso exigía, mostraron que ella pertenecía a la Marina y que no apa-recía en los listados de emancipados, y su reclamación no tuvo éxito. Merece la pena mencionar que su experiencia no fue única, muchas otras mujeres emprendieron este camino para intentar conseguir la libertad. Como en los últimos ejemplos menciona-dos, es posible que algunas lo consiguieran y otras no. Intentarlo al menos, fue un gran paso para una mujer esclava de unas de las sociedades esclavistas mas opresivas que creó ese sistema.

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Archivo Nacional de la República de Cuba: Go-bierno Superior Civil. leg. 941, exp. 33209.

~ COLECCIÓN DE FONDOS R AROS Y VALIOSOS ~

Contiene un total de 254 libros entre los que se encuentran las Reales Ordenanzas para el establecimiento e institución de intendencias del Reino de Nueva España, Las reglas de las cinco órdenes de arquitectura de Vignola Espa-ña, Crónicas Generales de España, etc. ¶ El libro más antiguo que se conserva es Intrin-gues Galantes de la cour de France de 1695 ¶ Estos ejemplares están disponibles en la Bi-blioteca Hemeroteca del Archivo Nacional

de la República de Cuba§

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