Historia Doble de La Costa

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Serie Maestros de la Sede UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA SEDE BOGOT

Historia doble de la Costa MOMPOX Y LOBA

La depresin momposinay la costa atlntica.

ORLANDO FALS BORDA Historia doble de la Costa 1 MOMPOX Y LOBA UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA BANCO DE LA REPBLICA EL NCORA EDITORES

PRIMERA EDICIN Carlos Valencia Editores Bogot, 1979 SEGUNDA EDICIN Universidad Nacional de Colombia Banco de la Repblica El ncora Editores Bogot, 2002 ISBN 958-36-0090-3 PORTADA Diseo de Camila Cesarino Costa ILUSTRACIN Fotografas de Juan Luis Isaza Londoo y del Instituto Colombiano de Antropologa e Historia, Icanh ILUSTRACIONES INTERIORES Fotografas de Orlando Fals Borda (1978) Acuarelas de Edward W. Mark (1843) Dibujos de Ivn Chalarca (1973) Grabados del Papel Peridico Ilustrado (1871) DERECHOS RESERVADOS 2002. Orlando Fals Borda El ncora Editores Avenida 25c N3-99 Fax [57-1] 288839235 [email protected] Bogot, Colombia PREPARACIN LITOGRFICA Carlos Valencia Editores SEPARACIN DE COLOR Elograf IMPRESIN Impreso en los talleres de Panamericana Formas e Impresos, quien slo acta como impresor Calle 65 N94-72 Bogot, Colombia Impreso en Colombia Printed in Colombia

A la memoria de mis abuelas momposinas, Cristina Machado, de Pijio, y Cndida Alvarez, de San Fernando de Oriente. A mi familia de San Martn de Loba y Magangu. Al pueblo riberano y por su mundo.

CONTENID O Presentacin xiii Nota del autor xvii CANA L A PARTE I FUNDAMENTOS DE LA CULTURA ANFIBIA i El riberano y su mundo I6A 2 La presencia indgena 30A 3 Los bogas negros 44A 4 Las Tierras de Loba 50A 5 Fundacin de San Martn: sus primeras luchas 6OA PARTE II EL SEORO 1 Introduccin 75A 2 La colonizacin blanca y el contrabando 8IA 3 Formacin del mayorazgo de Santa Coa 93A 4 Guerra chimila: fundacin de pueblos 103A 5 La burguesa y el mayorazgo de Torre Hoyos 115A 6 El ocaso de los mayorazgos 127A PARTE III EN MESA REDONDA i Visin de la sociedad antiseorial 150A

CANA L B PARTE I FUNDAMENTOS DE LA CULTURA ANFIBIA i Formacin social: regin y cultura2 Modos de produccin; primitivo y seorial3 Transic in social y acumulacin cultural4 Dialctica de la esclavitud y la posesin5 El contrap unto del feudo y la hacienda I6B 30B 44B 50B 6OB PARTE II EL SEORO Y EL PROGRESO HISTRICO - NATURAL DEL SIGLO XVIII i Estudio de caso: los nobles costeos2 Mecanismos de expansin del rgimen seorial: violencia, dominacin territorial e intercambio 3 Consolidacin de la clase dominante: sus conflictos internos 4 Nueva expansin del rgimen seorial: oposicin entre indgenas y colonos 5 Seoro ampliado y burguesa comercial: sntomas de un nuevo parto social 6 Otros sntomas del parto: subversin y revolucin 75B 8IB 93B 103B 115B 127B PARTE III EN MESA REDONDA i Visin de la sociedad antiseorialSESIN 1 Dinmica del mestizajeSESIN 2 Estructura de la participacin socialSESIN 3 El complejo del "dejao" SESIN 4 Mecanismos de movilidad socialSESIN 5 El peso limitante de la nueva burgue sa 150B 150B 154B 158B I6IB 163B

AGRADECIMIENTOS A Mara Cristina Salazar, sociloga y esposa, en quien se ensa injustamente la desorbitada represin macartista de 1979 en Colombia, y cuyo ejemplo de dignidad y entereza le atrajeron, por el contrario, el aprecio del pueblo y el respeto de los intelectuales, me ayud eficazmente con la lectura crtica del manuscrito y con su estmulo, aun en las duras condiciones en que se encontraba. Jos M. de Mier Jos Yunis Rodrigo Parra Sandoval David Snchez Juliao Orlando Ramrez Romn El trabajo de campo para este tomo se realiz gracias al apoyo de la Fundacin para el Anlisis de la Realidad Colombiana (Fundarco).

ADVERTENCIAS Este tomo est concebido y presentado en dos estilos o canales diferentes de comunicacin: CANAL A (izquierda) Por las pginas de la izquierda corren el relato, la descripcin, el ambiente, la andocta. CANAL B (derecha) Por las pginas de la derecha corren simultneamente la interpretacin terica respectiva, los conceptos, las fuentes y la metodologa de aquello que contiene el canal Ay a veces, resmenes de hechos. La lectura de cada canal puede hacerse independientemente, de corrido, aunque resultar ms completa la informacin si se leen ambos canales coordinadamente. Para tal efecto se han colocado llamadas [A], [B], [C] O [D] en cada captulo del CANAL A (izquierda) que corresponden a explicaciones especficas identificadas con las mismas letras, en el CANAL B (derecha). AB REVIATURAS AG Archivo General de Indias (Sevilla, Espaa). ANC Archivo Nacional de Colombia (Bogot). NM Notaria Municipal del Circuito de Momps (Bolvar).

P RESENTACION Orlando Fals Borda es el cientfico social del Caribe colombiano de mayor trascendencia en los ltimos cincuenta aos. Luego de la trgica desaparicin, en 1956, de Luis Eduardo Nieto Arteta, quien fuera el cientfico social costeo de mayor influencia en la primera mitad del siglo xx, la frtil produccin intelectual de Fals lo llev a ocupar el centro de la vida intelectual del Caribe nuestro, a partir de la dcada de 1970, cuando se dedic con mayor amor y conviccin al estudio de la sociedad rural costea y su historia. Fruto de casi dos dcadas de trabajo investigativo y poltico, que en Fals van de la mano, es la Historia doble de la Costa. Esta obra constituye un elemento fundamental en la produccin intelectual de la Costa Caribe en el ltimo medio siglo, cuando hemos visto una efervescencia sin precedentes en el campo de la historia, las ciencias sociales, la literatura, las artes plsticas y la msica regional. Fruto de todo ello, el pas se reconoce hoy como Caribe, entre otras cosas. En la Historia doble de la Costa, Orlando Fals se propuso escribir una historia de la regin que se saliera del eje Cartagena-Santa Marta-Barranquilla, desde cuya perspectiva se ha escrito la mayor parte de nuestra historiografa. Aparejado a ello, se propuso tambin narrar nuestro pasado desde la ptica de los autores olvidados y relegados a un papel secundario dentro de las corrientes dominantes en la produccin intelectual regional. La que aparece aqu en primer plano no es la Costa de Rafael Nez, el Grupo de Barranquilla o los grandes comerciantes samarios, cartageneros y

XV PRESENTACIN barranquilleros. No es tampoco la Costa del Carnaval de Barranquilla, los Lanceros de Getseman o el ftbol de Pescadito. Es una Costa ms rural, menos conocida y ms olvidada, en todos los sentidos. Es la Costa de Mara Barilla, la valenta de los Chimilas, los mitos Zen, el hombre caimn, el sombrero vueltiao y las corralejas. Es tambin la Costa de unas lites rurales o de origen rural como Chano Romero, Arturo Garca, Juan Jos Nieto o los marqueses de Santa Coa, que en la historiografa dominada por la vida de las grandes ciudades portuarias ocupan un papel secundario, en el mejor de los casos. Por muchas razones, la Historia doble de La Costa ha sido una obra polmica. Entre sus fortalezas se ha destacado la calidad literaria de la narracin que va por el canal A, que muchos consideran una novela histrica de gran belleza. Resaltara tambin el rescate de la dignidad de los pobladores del Caribe nuestro y de sus antepasados, que logra con gran finura Orlando Fals a lo largo de esta obra. Dentro de esa perspectiva habra que enfatizar el rescate del inmenso aporte cultural y racial de los pueblos indgenas, Zen, Chimilas, Tahonas, Wayu, a la conformacin de la poblacin costea contempornea. Finalmente, toda la obra est signada por la bsqueda de una identidad costea, para la cual los aportes testimoniales, documentales y fotogrficos que se hacen no tienen precedentes. Muchas de las crticas que ha recibido la Historia doble de la Costa tienen que ver con el canal B. Algunos lo encuentran exageradamente acadmico; otros se quejan de una supuesta falta de rigor, especialmente en el uso de las fuentes; no son pocos los que han controvertido el papel que Fals le asign a la imaginacin en la elaboracin de su obra; varios historiadores se han referido al excesivo simplismo del libro en el tratamiento de ciertos temas, y otros han criticado la manifiesta voluntad del autor de escribir un texto polticamente comprometido. Sin embargo, si se trata de hacer un balance objetivo de la Historia doble de la Costa, yo no recomendara proceder como un contador de partida doble que sopesa fortalezas y debilidades y que a travs de un ejercicio de sumas y de restas intenta llegar a una magnitud final. Lo que recomiendo, por el contrario, es adentrarse de manera desprevenida, aunque sin perder el ojo crtico,

PRESENTACIN XV en los ros, caos, cinagas y esteros de los cuatro tomos. Cuando yo lo he hecho, he regresado siempre queriendo ms y valorando mejor- al Caribe colombiano, que es una forma de querernos ms y valorarnos mejor- a nosotros mismos. GUSTAVO BELL LEMUS VICEPRESIDENTE DE LA REPBLICA DE COLOMBIA

NOTA DEL AUTOR Observo con algn asombro que en los veinte y ms aos transcurridos desde la primera edicin de la Historia doble de la Costa, en 1979, apenas se han registrado unas pocas correcciones o refutaciones de datos o hechos contenidos en los cuatro tomos, aun tomando en cuenta las pistas y referencias que ofrec con estos fines en las fuentes citadas del CANAL B. El cuasi-silencio de los historigrafos sobre estos puntos contradira lo que algunos colegas han sugerido sobre defectos de documentacin en mi obra. Lo concreto es que estas fuentes han podido y pueden seguirse consultando en bibliotecas o en las carpetas y otros elementos colocados desde 1986 en el Centro Regional de Documentacin del Banco de la Repblica en Montera, para servicio del pblico. Aprovecho para expresar mi agradecimiento a la Biblioteca Luis ngel Arango, por haber acogido y organizado este material. Comprende libros raros y antiguos peridicos regionales, grabaciones, fotografas, objetos y cuadros de valor histrico, mis diarios de campo y manuscritos y notas de archivos nacionales y extranjeros, en los que me bas para la confeccin del trabajo. El Centro de Documentacin Regional de Montera se ha usado bastante y algunas familias locales lo han enriquecido con valiosos aportes. Sin embargo, dos de los "archivos de bal" ms importantes que consult a fondo para la Historia doble los de las familias Guerra-Crcamo (San Benito y Cartagena) y Burgos (Montera)no han llegado. Pido cordial y respetuosamente a los actuales herederos que compartan aquella riqueza documental con los coterr

NOTA DEL AUTOR neos y con la comunidad nacional e internacional, antes de que el tiempo y el comejn dispongan de ella. En cuanto a correcciones y complementos de datos, los que han llegado a mi conocimiento y que aprecio de todo corazn, son los siguientes: i. La evidencia del Archivo Nacional y otras fuentes brindada por el distinguido historiador Edgar Rey Sinning, que llev a retocar y corregir para la presente reedicin algunos de los negativos originales de la Historia doble: en la pgina 35B del primer tomo, por la fundacin de Tenerife, que fue en 1542 y no en 1540, como aparece en la primera edicin; en la pgina 103A del mismo tomo haba de escribirse 1576 y no 1583, y no fue Antonio sino Rodrigo Cordero el mentado lugarteniente; y en la pgina 62A del tomo segundo, el ao de la muerte del Supremo Carmena es 1852 y no 1853. 2. La ilustre acadmica Pilar Moreno de ngel aclar el misterio de los ltimos aos de De la Torre y Miranda (pgina 71A del tomo cuarto) al encontrar en Espaa el testamento y la partida de defuncin del gran congregador de pueblos costeos, que public en el libro Antonio de la Torre y Miranda (Bogot: Planeta, 1993). La muerte del congregador sobrevino en Santa Mara (Espaa) el 6 de febrero de 1805, y le hered una hija de 14 aos de edad llamada Josefa. 3. Otro distinguido acadmico, David Ernesto Peas, descubri en la Notara de Mompox una lista con los nombres de los fundadores de El Pen (Magdalena) en 1770 (pgina 113B del primer tomo). Este raro documento, que enriquece la historia local, aparece en el N 22/23, mayo 1991, pgina 105 del Boletn historial de la Academia de Historia de Mompox. Ha habido otros desarrollos intelectuales de la Historia doble que merecen recordarse. En primer lugar, el brillante escritor costeo David Snchez Juliao realiz la proeza de verter en forma de novela y con su excelente estilo literario, una serie de ancdotas y ocurrencias con los personajes de la Historia. Fue publicada con el ttulo de Danza de redencin (Bogot: Grijalbo, 1998) con explicable y muy buena acogida. Recuerdo igualmente la polmica de 1986 en Montera sobre la fandanguera Mara Barilla y la rebelin del Boche (tomo cuarto),

NOTA DEL AUTOR XIX que dio origen al interesante y bien concebido folleto que edit el colega Albio Martnez Simanca {Historia y mito, Montera: Casa de la Cultura, 1987). Falta todava evaluar el impacto que hubiera podido producir la circulacin de la separata con captulos escogidos de los tomos primero y segundo sobre Fundacin de pueblos costeos, que hizo Carlos Valencia Editores (Bogot) en 1982, opsculo que fue especialmente editado para educadores y estudiantes de la regin. En cuanto a discusiones sobre asuntos tratados en la Historia doble u opiniones sobre estilos, metodologas e ideologas en ella, debo seguirlo dejando, naturalmente, en las manos de pensadores y escritores independientes. Aprecio as las observaciones tempranas del novelista Gustavo Alvarez Gardeazbal, las reservas de los historiadores Gustavo Bell Lemus (a quien agradezco su estimulante prlogo y la iniciativa de la presente reedicin), Charles Bergquist, Eduardo Posada Carb y Alfonso Muera, las confirmaciones de Hermes Tovar Pinzn y Christiane Laffite Caries, as como los elogios del crtico francs Jacques Gilard, el escritor uruguayo Eduardo Galeano, el gegrafo de Berkeley James J. Parsons y nuestro novelista-socilogo Rodrigo Parra Sandoval. Hubo a continuacin una frtil bsqueda regional por el equipo de cientficos sociales que public el primer Mapa Cultural de la Costa con apoyo del Corpes. Se organizaron fundaciones y organismos no gubernamentales de estudio y accin social, e instituciones estratgicas como el Observatorio del Caribe Colombiano y su revista Aguaita, que dirige Alberto Abello. Adems, aparecieron los nuevos aportes del Centro de Estudios Econmicos Regionales del Banco de la Repblica en Cartagena, con los trabajos de Adolfo Meisel, Joaqun Viloria de la Hoz y otros excelentes investigadores; el cuidadoso libro de Jos Agustn Blanco sobre Tierradentro y Barranquilla, el de Isabel Clemente sobre San Andrs y Providencia, las monografas de Jos Manuel Vergara y Jos Luis Garcs (Cinaga de Oro), Jaime Colpas (Barranquilla), Bernardo Ramrez y Edgar Rey (Mojana), Pepe Castro (Valledupar), Vctor Negrete (Sin), Rafael Velsquez y Vctor Julio Castillo (Magdalena Medio), y otros ms, todos los cuales llenan lagunas de mi Historia. Y est en imprenta, gracias al esfuerzo del historiador Moiss Alvarez y del Instituto de Estudios del Caribe, la nueva

NOTA DEL AUTOR edicin de Capitalismo, hacienda y pohlamiento en la Costa Atlntica (1973), mi primer intento documental y pedaggico para el campesinado costeo, que fue asimismo semillero de los cuatro tomos posteriores de la Historia. Quiero insistir en la defensa del uso declarado de la imaginacin y de la ideologa en las pesquisas cientficas -lo que aconsej y ejecut hasta el respetado Einstein , como aparece en los canales A y B de la Historia. Debo recordar que, en el caso de la imaginacin, se trat de elaboraciones de "corteza", o marginales, dentro de marcos culturales e histricos definidos, cuyos elementos tom como "ncleos", es decir, como "datos columnas" debidamente confirmados. El registro formal de estos datos y en notas de pie de pgina se encuentra en el CANAL B. Por razones de comunicacin y estilo, consider adecuado compartir la alegra que senta en aquellos momentos de reflexin y redaccin, que dramatizaban rasgos personales o gestas colectivas de lo que estaba descubriendo en el terreno o en los documentos. As, por ejemplo, adems de llamar "Mascachochas" al sanguinario general Toms Cipriano de Mosquera, hice que por esta violenta razn le homenajeara con mordiscos una brigada area de mariapalitos venenosas en una ceremonia masnica en Cartagena (tomo segundo). E imagin cmo era el pueblo Zen de Jegua y lo describ con motivo de la primera llegada de los conquistadores Heredia (tomo tercero). En cuanto a la ideologa, cuando escrib la Historia doble, el inolvidable maestro Gerardo Molina, dirigente poltico e intelectual de la mayor dimensin, ya me haba matriculado como socialista humanista y as lo consign en su clsico libro sobre el tema. En ello no hizo sino constatar viejas preocupaciones colectivas como las tenemos muchos cientficos -no slo los sociales, e incluyo aqu a los funcionalistas de raigambre conservadora que preferimos la democracia a las dictaduras y la participacin al monopolio. Por eso tom parte en la temprana articulacin de la Investigacin-Accin Participativa (IAP) , escuela en la que se inscribe mi obra. El hecho es que la IAP se ha extendido desde 1970, cuando naci en la Costa colombiana y en regiones campesinas de India, Brasil, Mxico y Tanzania, y su acogida se registra hoy as en el Sur como en el Norte del mundo. Gracias a la dinmica creada

NOTA DEL AUTOR por los trabajos de sus cultores y a tcnicas y valores propios, la investigacin participativa ha llegado ya a considerarse como paradigma alterno al desarrollismo norteamericano y al positivismo cartesiano, orientaciones ideolgico-cientficas que van hacia el ocaso. Los primeros manuales universales de la IAP , seal de cierta madurez, fueron publicados en 2000 en Inglaterra. El ms reciente reconocimiento disciplinario a esta escuela provino de los matemticos reunidos en congreso mundial en Elsinore (Dinamarca) en abril de 2002, que la acogi para fines de mejor enseanza y ms eficaz comunicacin, y para corregir prejuicios formativos en los adeptos de las ciencias duras. Ahora, como se sabe, las preocupaciones sobre la IAP provienen no slo de su candidatura como paradigma emergente en las ciencias sociales, sino de su creciente cooptacin por organismos civiles, estatales y universitarios que pueden, por descuido, desvirtuar sus ideales originarios de justicia popular. Pero as han venido, por lo general y en todas partes, las oleadas de la acumulacin cientfica y tecnolgica moderna. Parece, pues, que la Historia doble de la Costa se ha venido consolidando ante el pblico general y el acadmico, gracias precisamente a este inesperado y polmico desarrollo intelectual contemporneo. Lo dejo as, confiado en el inters y en la productividad comprometida con aquellos ideales, que permanezcan en las presentes y futuras generaciones de cientficos. Finalmente, quiero destacar y agradecer la terquedad maravillosa de Patricia Hoher, gerente de El ncora Editores, y la invaluable y oportuna intervencin del doctor Leopoldo Muera, vice-rector de la Universidad Nacional de Colombia, sede de Bogot, para impulsar el presente proyecto. ORLANDO FALS BORDA BOGOT, MAYO DE 200 2

PARTE PRIMERA FUNDAMENTOS DE LA CULTURA ANFIBIA 1. El riberano y su mundo 16A 2. La presencia indgena 30A 3. Los bogas negros 44A 4. Las Tierras de Loba 30A 5. Fundacin de San Martn: sus primeras luchas 60A

PARTE PRIMERA FUNDAMENTOS DE LA CULTURA ANFIBIA 1. 2. 3. 4. 5. Formacin social: regin y cultura 16B Modos de produccin: primitivo y seorial 30B Transicin social y acumulacin cultural 44B Dialctica de la esclavitud y la posesin 50B El contrapunto del feudo y la hacienda 60B

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1. EL RIBERANO Y SU MUNDO Santa Coa. La chalupa que nos traa desde Magangu por el Gran Ro de la Magdalena se detiene, fallndole el motor, ante el barranco flanqueado de mangos y cocoteros que marca el comienzo del humilde casero. Es el mismo barranco por donde el ltimo caimn haba subido la semana anterior, escalando con sus patasuas, resoplando y abriendo sus fauces de colmillos desgastados para buscar el refugio disimulado de los "firmes" flotantes de peligrosas plantas de cortadera. O sera el errabundo hombre-caimn que prefera la sombra de los uveros y cantagallos de las cinagas tranquilas de atrs del pueblo, a la corriente tormentosa del gran ro atravesado ahora de buques y canoas? Siguiendo las inconfundibles huellas de los cuatro dedos y el vientre arrastrado que haban descubierto, atnitos, los santacoanos al amanecer del da siguiente de aquel portento, subimos al barranco para esperar el auxilio de otra chalupa que nos siguiera llevando a las tres Lobas de la regin que queda al sur de la isla de Mompox: Barranco, Hatillo y San Martn. Triada de pueblos riberanos del Brazo de Loba del ro Magdalena, pueblos llenos de la historia olvidada, cruenta y tenaz que queramos aprender; comunidades inmersas en un mundo que pareca haberse detenido en su aislamiento, pero que padeca ya las tensiones de la gran sociedad moderna a la cual pertenecan. ramos cinco pasajeros: Juan David Cifuentes, rotundo y chancero juez de Barranco de Loba, poltico liberal a quien el gobierno acababa de ofrecer el cargo de gerente seccional en

1. FORMACIN SOCIAL: REGIN Y CULTURA Un accidentado viaje en yonson por el rio Magdalena, detenindonos en el casero de Santa Coa rumbo al aislado y lejano pueblo de San Martn de Loba, da lugar a un examen espontneo de los problemas econmicos, polticos y sociales que experimenta la poblacin del ro la gente riberana en la poca contempornea. El intercambio de ideas entre los viajeros destaca dos grandes lneas tericas y un problema metodolgico. La primera lnea terica se refiere al concepto de regin, [A l aplicado a la llamada depresin momposina y sus ale daos el mundo del riberano, o "riano" como all se dice , que comprende las zonas inundables y cenagosas de los ros Magdalena, Cesar, San Jorge y Cauca en sus cursos bajos. El concepto de regin, que a primera vista parece obvio, debe reconocerse y estudiarse seriamente, porque tiene implicaciones importantes para la prctica poltica, el frente ideolgico y la planeacin econmica y social. No se deriva este concepto directamente de la tradicin marxista (viene de antes, de Montesquieu), no porque no pueda serlo, sino porque los estudiosos marxistas lo han incluido indirectamente, a veces sin llegar a mencionarlo, en otra gran categora clsica: la de formacin econmico-social. Un anlisis concreto para una accin concreta, como el que se implica en la discusin del yonson, desborda las generalidades del concepto de formacin econmico-social. Se hace nece

17A EL RIBERANO Y SU MUNDO Magangu del Instituto de Mercadeo Agropecuario (Idema); Alvaro Mier, joven profesor del Colegio Cooperativo de Secundaria de San Martin de Loba y dirigente popular independiente, quien coordinaba el Comit Cvico de su pueblo; Luis Murallas, el ms avanzado en edad de todos, serio, parco en el hablar, pequeo comerciante del mismo pueblo y dirigente del comit municipal de Usuarios Campesinos que acababa de hacer elegir (febrero de 1978) por primera vez a un representante suyo en el Concejo Municipal de San Martn; Ramn Pupo, mi bronceado acompaante y consultor, miembro de una conocida familia de Mompox en la cual se han pasado los secretos de la herrera por cuatro generaciones, pero quien tambin creci como agricultor, cazador y pescador de las cinagas para dominar as la especial cultura anfibia que ha distinguido esta regin desde tiempos precolombinos, y quien, para sorpresa y deleite nuestro, se saba de memoria muchos versos de Candelario Obeso, el extraordinario poeta negro momposmo del siglo pasado; y yo, observador barranquillero de origen momposino que no quera volver a escribir libros de sociologa, a menos que resolvieran la cuadratura del crculo de la comunicacin social con organizaciones de diversos intereses de clase y nivel intelectual. La espera de cuatro horas en Santa Coa antes de proseguir el accidentado viaje, nos permiti conocernos, visitar el atrasado casero (no tiene ningn setvicio pblico) e intercambiar ideas sobre los problemas sociales, econmicos y polticos que afectan a toda la zona sur del departamento de Bolvar, una especie de gran Mesopotamia del Nuevo Mundo. Esta inmensa regin con sus aledaos conocida en geografa como "la depresin momposina", cubre la parte de montes, playones, islas, cinagas, pantanos, caos y arroyos incluidos en las desembocaduras y cursos bajos de los rios Cesar, Cauca y San Jorge y el recorrido medio del Magdalena, e incluye, por lo tanto, porciones de los departamentos del Cesar, Magdalena, Sucre y Santander, adems de Bolvar. Equivalen a poco ms de 40.000 kilmetros cuadrados, casi la dcima parte del rea de Espaa. [A] Bajo una nubcula azulosa y vocinglera de pericos que casi se estrellan, al pasar, con una bandada de pisingos que acababa de levantar vuelo por detrs de los rboles, tomamos el rumbo de la nica, larga calle del poblado. Estaba llena de charcos y

FORMACIN SOCIAL: REGIN Y CULTURA 17B sario especificar la "ley general de las formaciones" postulada por Marx en su introduccin a la Contribucin a la critica de la economa poltica (1857), que dice as: "En todas las formas de sociedad existe una determinada produccin que asigna a todas las otras su correspondiente rango e influencia". Y llegar finalmente a la regin. Esto no es tarea nueva. En efecto, ya lo hizo, en primer lugar, Lenin cuando aplic la ley general de las formaciones a su pas, en el estudio sobre El desarrollo del capitalismo en Rusia (1897). Superando las confusiones e inconsistencias que el mismo Marx trae en el uso de este concepto (por ejemplo, lo aplica a "pocas progresivas" de desarrollo histrico de modos de produccin y lo usa, con diferentes sentidos, en plural y en singular), Lenin corta el nudo gordiano y postula "el desarrollo de formaciones sociales como un proceso histriconatural", implcitamente, en un pas dado donde aparecen diversos modos de produccin articulndose en uno dominante. Aqu Lenin usa el trmino "formacin social" en el que la palabra "social" incluye lo econmico como fundamento de la estructura de la formacin, uso que ha venido predominando en la discusin del concepto, y que puede adoptarse tambin en el presente estudio. El hecho de que Lenin se haya referido a Rusia como una formacin social en este sentido, no debe llevar a concluir que l hubiera realizado un anlisis de una regin mundial como tal, o una adicin simple de regiones que compondran un pas determinado. De ser asi, el estudio no se hubiera diferenciado mucho del que hubieran hecho gegrafos humanos contemporneos como Alberto Dmangeon. La diferencia principal con estos gegrafos radica en el criterio adoptado por Lenin como espina dorsal de su anlisis: el del proceso histrico-natural (ciertamente, de clara estirpe marxiana). Con este criterio se llega a dos caractersticas esenciales del concepto de formacin social que, a su vez, ayudan a entender el de regin como aqu se quiere emplear: la dinamicidad y la historicidad. Dinamicidad e historicidad van cogidas de la mano en el estudio de toda formacin. Pero no pueden darse en el infinito social. Para que tengan sentido, deben expresarse en lo concreto, estoes, en una totalidad social delimitada por la naturaleza especfica de sus articulaciones propias. Estas articulaciones

18A EL RIBERANO Y SU MUNDO lodazales de donde saldr la nube de mosquitos que, al fin, nos expulsar de Santa Coa al anochecer. La nica larga calle de Santa Coa. (Ya yo saba que este pueblo no tena nada que ver con el marquesado de Santa Coa establecido en Mompox en 1744. Mis lecturas preparatorias del viaje me haban indicado tambin que ste haba sido un pueblo de indios malibes (sondaguas) encomendados desde el siglo 16 a la Real Corona espaola e incluido en el resguardo de los indios de Guazo, que iba bordeando el ro por el oriente hasta ms arriba de la actual boca del Cauca en Coyongal. Esto haba ocurrido antes de que la poblacin indgena costea hubiera sucumbido a la guerras, las enfermedades, la carga de tributos y la boga de canoas y champanes, como lo explicar detenidamente. Ahora, ante nosotros, corra un pueblito tpico de la depresin momposina, como un pequeo gran mundo riberano el mundo de la gente del ro, o ' 'riano" como se dice all mismo , donde se retleiaba toda la sociedad colombiana y su problemtico desenvolvimiento).

FORMACIN SOCIAL: REGIN Y CULTURA 18B comprenden no slo la manera como se interpenetran en esa totalidad los diversos modos de produccin, sino tambin la evolucin de las instituciones polticas y sociales locales con sus secuencias de continuidad y descontinuidad histrica. El espacio geogrfico, que es el teatro de esas secuencias, puede determinarse social y econmicamente. Segn Labriola, esta tarea cientfica llama a tener una ' 'concepcin orgnica de la historia" para saber combinar lo sociolgico con lo geogrfico, lo poltico y lo histrico (Antonio Labriola, Ensayos sobre el materialismo histrico, Roma, 1964), Lo histrico se convierte as en lo emprico, lo cual tiene consecuencias tericas y metodolgicas evidentes: rompe con el anlisis funcionaiista y enriquece la descripcin de los hechos. Las articulaciones analizadas llevan entonces a periodizar la historia, no en el sentido cronolgico o de calendario, sino para determinar los momentos del nacimiento, desarrollo y muerte de toda formacin social y su pasaje a otra, lo que constituye el proceso histrico-natural. As se toma en cuenta la segunda ley general de las formaciones sociales la de su desaparicin , formulada tambin por Marx (en el prlogo a la Contribucin, 1859), que dice: "Ninguna formacin social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas a que puede dar lugar''. Por tanto, no puede entenderse una formacin social sin expresiones geogrficas, polticas y temporales concretas: se mueve cada vez en un tiempo, en un espacio, y en una estructura social determinados. Gallissot nos define una formacin como "secuencias histricas situadas espacialmente", con agrupamientos humanos de produccin que constituyen formas sociales secundarias tales como familias, comunas, aldeas, caseros, vecindarios (que en sociologa rural se estudian como grupos ecolgicos humanos) y, esencialmente, con comunidades de reproduccin, entendiendo a sta como reproduccin ideolgica, cultural, demogrfica y de fuerza de trabajo (Rene Gallissot, "Contra el fetichismo", en Cesare Luporini y otros, El concepto de formacin econmico- social, Buenos Aires, 1973, 182-183). De all se deduce que una formacin social puede estudiarse como una interaccin de regiones vinculadas histrica y polticamente, que dejan de verse como entes solamente naturales

19A EL RIBERANO Y SU MUNDO En una casita de techo de palma amarga y viejas paredes cuarteadas de bahareque acababan de pescar y, a pesar del impresionante aspecto del cetceo, aceptamos el plato de arroz de coroncoro que nos sirvieron sobre hojas de pltano en el suelo. Estaba delicioso. Del fondo de la cocina abierta a los cuatro vientos se arrim a nosotros, y arrecost su silla a uno de los horcones, don Sebastin Arroyo, anciano medio zambo cuyos conocimientos del pasado del pueblo nos ilustraron grandemente. [C] "Santa Coa no era tan pobre y atrasado como lo ven ahora, nos dice. Tuvo su buena poca, cuando podamos trabajar y producir para nosotros mismos. Aprendimos a vivir de la pesca, la caza y la agricultura. De todo sabamos, como sabemos todava porque nuestra vida es una lucha permanente en que debemos defendernos en tierra y en agua, con todo lo que encontramos. Sembramos pltano, yuca, ame, maz y frutales aprovechando los seis meses en que el ro no nos inunda los playones baldos que quedan, y levantamos puercos, gallinas, pavos, morrocoyos y otros animales. Cuando pega el hambre nos vamos a la cinaga a cazar yuyos y ponches, a pescar bagre y bocachico con anzuelo o atarraya, y a matar nutria y babilla para vender el cuero. "Claro que hay que conocer bien estos oficios, pero ello nos viene en la sangre. De generacin en generacin van corriendo los secretos del agua y del barranco: cmo caminar sobre el badume flotador de la cinaga; cmo canaletear con tuerza y gobernar la balsa de troncos para que no coja por torrentes sin salida; cmo defender las huevas de las dentelladas de la nutria; cmo ahumar el armadillo y pegotear el loro real; cmo evitar el fuete de la marimonda; cmo rajar y coser el vientre de la iguana viva para sacarle su sarta de huevos harinosos; cmo desprenderse sin mosquear las sanguijuelas que se pegan en las piernas desnudas; cmo, en fin, vadear el pantano sin temerle al tigre, al guo o al prfido caimn". [B], Es una cultura "anfibia"!, exclamo, no sin cierta admiracin y envidia de citadino ante tamao logro ecolgico. Porque combina la eficiente explotacin de los recursos de la tierra y del agua, de la agricultura, la zootecnia, la caza y la pesca, como los malibes que se quedaron en Santa Coa. "En efecto, los antiguos sembraron caa e hicieron vivienda de palma y pequeos hatos en la banda del frente del ro, donde

FORMACIN SOCIAL: REGIN Y CULTURA 19B o geogrficos para recomponerse como entidades sociales y econmicas dinmicas que tienen una base espacial comn. Determinar regiones como elementos dinmicos de una formacin social concreta es un problema que no se ha resuelto satisfactoriamente. Evidentemente, no conviene parcelar excesivamente el espacio para producir visiones microsociales, y a lo ms que pudiera justificadamente aspirarse sera a plantear subregiones. En el caso que nos ocupa la depresin momposina y secciones histricamente vinculadas a ella en el mundo del riberano , no puede discutirse su realidad: ella se siente y se vive desde la poca colonial. En este mundo se sobrepone lo geogrfico con lo histrico, lo social y lo econmico, expresado en comunidades de reproduccin denominadas localmente laderas, que son viviendas dispersas en forma lineal en barrancos a lo largo de corrientes de agua; en caseros, tambin llamados veredas; y en pueblos de mayor tamao, con frecuencia aferrados igualmente a ros, caos y cinagas, o localizados tierra adentro, donde se desarrolla la vida afectiva, cultural, productiva y reproductiva del hombre riberano. Pero toda esta gran zona fluvial de laderas, caseros y pueblos, inundable y seca por turnos, ha sido siempre parte de otra entidad poltica mayor y ms compleja: durante la colonia esta entidad fueron las provincias combinadas de Cartagena, Santa Marta y el Nuevo Reino de Granada, que constituan una formacin social colonial; y desde el siglo XIX hasta hoy, toda esta zona forma parte de la regin costea del norte del pas, y la formacin social nacional (concepto que tratar de definir en entregas posteriores). La zona riberana aqu descrita ha sido y es, por lo tanto, una subregin. En cuanto a la formacin social colonial en la cual encaj la subregin momposina, sus elementos se irn estudiando sucesivamente en esta obra a partir de la transicin de las formas indgenas de produccin y la imposicin del modo de produccin seorial, junto con la esclavitud (captulo 3). (Parte I). La subregin momposina ha hecho intrusin histrica como tal en varias ocasiones, as en la formacin colonial como en la nacional. Esto lo veremos detalladamente en este libro (y tomos siguientes): en 1774, 1812, 1848 y 1907 cuando fue reconocida como provincia o como departamento independiente. Hoy se

20A EL RIBERANO Y SU MUNDO ustedes ven ese casero que ahora llamamos Santa Cota, antes, La Reforma. All construyeron tambin trapiches de madera para hacer panela, movidos por bestias. La fama de la panela de La Reforma era grande, de modo que la vida no era tan dura, hasta que... "A finales del siglo pasado y comienzos de ste algunos ricos comerciantes de Magangu empezaron a venir y acercarse para comprar nuestras mejoras. No tenamos ttulos de propiedad sobre la tierra, que considerbamos de todos. Algunos les vendieron los ranchos y siembras de caa, y los trapiches fueron desapareciendo. Luego la Casa Pacini y Puccini, tambin de Magangu pero con oficinas en Barranquilla, compr el resto de lotes y los junt todos para formar la inmensa hacienda Roma y meter all ganado slo en el verano, porque esas tierras son anegadizas. La hacienda se extendi hasta Coyongal al sur y Genova y Las Martas por el norte, en una extensin sobre el ro de unas seis leguas (30 kilmetros). De all salieron todos menos las pocas familias que se quedaron en Santa Cota y que viven de la pesca y del jornaleo en la hacienda". (Era fcil ver, desde la ribera de Sanra Coa, la pobreza de las casas de Santa Cota. No haba diferencias en el nivel de miseria. Slo con la casona de la hacienda, barranco adentro, habitada por el mayordomo). Don Sebastin se levanta de la silla, toma un bastn, se endereza el sombrero aln de burda paja y nos invita al traspatio. All empieza el pantano, y tambin las nuevas fincas de particuLa gran expansin de la hacienda Roma, cerca de Pinillos.

FORMACIN SOCIAL: REGIN Y CULTURA 20B habla todava por all de un departamento del Ro, con capital en Barrancabermeja, como fue en el viaje del yonson; de un departamento de Mompox con capital en Magangu; de un departamento de Juan del Corral, incluyendo los seis municipios del sur del departamento de Bolvar, con capital en Mompox; de un departamento de Padilla formado por el sur de Bolvar y Magdalena, sin afectar al Cesar, con capital en Mompox o El Banco; de un departamento de Mompox conectado orgnicamente con el del Atlntico (propuesta de Julio Enrique Blanco en el Boletn historial de la Academia de Historia de Santa Cruz de Mompox, XIII, No. 15, marzo, 1956). El propio gobernador del departamento de Bolvar en 1977, doctor Haroldo Calvo Nez, propuso que se creara una intendencia del Sur de Bolvar para hacer frente a los problemas especiales de esta subregin. El reconocimiento de caractersticas propias en una subregin como la momposina lleva a plantear la hiptesis del desarrollo desigual a nivel regional. Por ejemplo, es posible ver diferencias muy marcadas en la velocidad de expansin del capitalismo como modo de produccin dominante entre la subregin sinuana y la momposina, dentro de la regin costea. Estas diferencias observables a nivel subregional que vienen desde la formacin colonial inclusive son las que exigen tratamientos polticos especiales para cada nivel. As, las consignas de lucha para las gentes riberanas deben reflejar la realidad concreta del medio, y no ser slo repeticiones de eslganes generales. En resumen: la subregin momposina puede considerarse tericamente como componente de formaciones sociales sucesivas (colonial y nacional), que muestra agrupamientos especficos y comunidades de reproduccin autoidentificables (laderas, caseros, pueblos), que actan, viven y se transforman dentro del proceso histrico-natural. Este proceso con sus continuidades y descontinuidades, es motivo de estudio detallado en este tomo /!/. (Para su mejor comprensin, hemos prepa 1. En cuanto a las caractersticas de la regin costea como tal en la formacin social nacional, existen las intuiciones psicosociales del profesor Luis Lpez de Mesa en su libro, De cmo se ha formado la nacin colombiana (Bogot, 1934) que la distinguen como una de las siete

21A EL RIBERANO Y SU MUNDO lares que se vienen apropiando, ilegalmente, de los playones baldos. "El pueblo est casi totalmente cercado ahora nos dice el viejo . Donde no hay agua, hay alambre de pas. De este punto en adelante esa finca pertenece al seor Bernardo Salazar, paisa de Medelln; y al lado est la de su cuado Jaime Anaya, ganadero de Magangu. Son los nicos que tienen ganado en grande a este lado del rio, y tambin tierra sobrante. Con ellos ahora hacemos contratas de monte a cambio de sembrar pasto, o de pasto por yuca, que hacemos cada cual con nuestra plata o nuestra fuerza. Los hacendados ya no ponen ni la semilla de pasto como antes, y cada ao tenemos que renovar nuestras contratas con ellos". Y la hacienda Roma?, insisten Alvaro Mier y Luis Murallas, pensando cada cual en sus respectivas organizaciones populares. Contesta don Sebastin: "La Casa Pacini-Puccini vendi la hacienda a los hermanos Ricardo y Joaqun Botero los "mellos Botero" , antioqueos que ahora viven en Magangu. Los mellos extendieron a este lado del ro la hacienda, que ahora llega, con el nombre de San Jos, hasta un poco ms all del pueblo de Palomino en el cao Chicagua, cercando tambin de paso a Pinillos por detrs. "Se acabaron, pues, los pequeos propietarios y la tierra es de unos pocos. Pero quedan los playones para la agricultura, y esto s que lo peleamos los campesinos. Si no fuera asi, nos moriramos de hambre no slo nosotros, sino la gente de las ciudades. Sabemos que son tierras pblicas y que los ricos no deben cercarlas''. Mier y Murallas asienten con la cabeza. A raz de estos problemas, en Pinillos, que es la cabecera municipal de Santa Coa, los campesinos organizados lograron colocar tambin un concejal. Su tarea no es fcil porque este representante campesino debe luchar contra ricos egostas y gamonales abusivos. "Son problemas regionales que no podrn resolverse sino cuando la gente acte sobre su propia realidad, opina el juez Juan David. Miren, por ejemplo, lo que pasa con los playones y cinagas mencionados por don Sebastin, que son para los pobres por orden de la ley. Ocurre que, por aqu, los seores ganaderos de manera arbitraria empezaron a abrir boquetes al lado de sus haciendas ribereas para rellenar en tiempos de

FORMACIN SOCIAL: REGIN Y CULTURA 21 B rado un mapa que muestra la depresin momposina y porciones aledaas que estn vinculadas a ella. En este mapa se incluyen los pueblos y sitios, ros y cinagas principales, denrro de lmites ponderados social, econmica y polticamente). Adems de "regin, la discusin del viaje por el ro se [B 1 centr tambin en el concepto de cultura anfibia. Aqu los viajeros nos referimos a un complejo de conductas, creencias y prcticas relacionadas con el manejo del ambiente natural, la tecnologa (fuerzas productivas) y las normas de produccin agropecuaria, de la pesca y de la caza que prevalecen en las comunidades de reproduccin de la depresin momposina. La cultura anfibia queda, por lo tanto, incluida entre las manifestaciones de la superestructura de la sociedad que habita esta subregin costea. Concretamente, la cultura anfibia contiene elementos ideolgicos y articula expresiones psicosociales, actitudes, prejuicios, supersticiones y leyendas que tienen que ver con los ros, caos, barrancos, laderas, playones, cinagas y selvas pluviales; incluye instituciones afectadas por la estructura ecolgica y la base econmica del trpico, como el poblamiento lineal por las corrientes de agua, las formas y medios de explotacin de los recursos naturales, y algunas pautas especiales de tenencia de tierras. Esta versin culturalista estructural vara de algunas interpretaciones marxistas en el sentido de que la cultura anfibia (como en efecto, otros elementos de la superestructura ideolgica) no es slo resultado, consecuencia o efecto de la infraestructura econmica. Tiene tambin su propia dinmica que, a su turno, acciona sobre la infraestructura. Como se recalca ms adelante (Parte II, captulo 7), no se puede ver la infraestrucrura como una base grantica sin vasos comunicantes de doble va y resquicios vivos con aquello que tericamente se ve como superestructura. Este es el caso del mundo de la depresin regiones nacionales. Ademas: las descripciones derivadas de ese primer planteamiento, por la antroploga Virginia Gutirrez de Pineda en su estudio La familia en Colombia (Bogot, 1963-65); y la clasificacin geogrfica de Ernesto Guhl y Miguel Hornaguera en varias de sus obras, as como en las del Deparlamento Nacional de Planeacin y del Instituto Geogrfico Agustn Codazzi.

22A EL RIBERANO Y SU MUNDO creciente las partes bajas de sus fincas, calzarlas como playn y sembrarlas en pasto para sus ganados. ue "Entonces qu ha ocurrido? contina . eso ha hecho desaparecer, por accin del cieno de las aguas que llamamos "blancas" los criaderos de pescado. Los grandes criaderos de las cinagas con aguas "negras", puras, limpias van desapareciendo. El ro les mete tanto cieno que se estn secando, y en tiempo de verano las aguas se calientan de tal manera que se muere el pescado. Y cuando el pescado est saliendo antes de que se le caliente el agua, entonces en los boquetes les ponen atarrayas y, lo que es peor, chinchorros, que barren con todos los peces, los chicos y los grandes. El gobierno ni vigila ni se preocupa. De qu irn a vivir estos pueblos en el futuro si siguen las cosas como estn ?". Esta s es una pregunta capital para todos nosotros, recalcamos los dems del grupo mientras regresamos al barranco del hombre-caimn para ver si la chalupa ya est arreglada. No lo est. Lo que da oportunidad para reanudar el debate, ya sobre el problema regional y su significacin para la gente trabajadora concreta, como la de Santa Coa y los otros pueblos del ro con su cultura anfibia, a quienes les quitan, les calzan o les cercan las tierras tiles, les limitan su vida. "El problema del sur de Bolvar, dice Cifuentes sentndose en la yerba, es que el departamento poltico llega slo hasta Magangu. El sur es como si fuera otro mundo. Miren: cuando habl hace poco en Cartagena con la gobernadora Elvira Faci Lince de Espinosa, le dije: usted que es de Mompox y que se ha beneficiado tanto de los votos del sur o no tanto usted como su hermano el senador Miguel por qu no se interesa en iniciar un plan de carreteables, as sean destapados, para conectar diversas zonas con el ro? Por qu no se organiza la explotacin de la madera que aqu abunda, o la de la pesca, con algunas cooperativas? Cosas que se pueden hacer con buena voluntad y poco dinero". No parece probable que ningn gobernador pueda hacer mucho, le respondo sentndome a la vez, porque en sus primeros meses de mandato slo se ocupan de dejar montada la maquinaria poltica de sus copartidarios. En estos das precisamente doa Elvira quiere que la asamblea departamental le elija un contralor de su grupo poltico, y tiene poco tiempo para ms.

El hombre anfibio y su cinaga.

23A EL RIBERANO Y SU MUNDO "Cierto, contesta Cifuentes. Pero los pobres momposinos tienen sus esperanzas puestas en ella. Elvirita aqu, Elvirita all, todo el mundo la abraza, orgullosos de tener gobernadora, y ah termina la pendejada. Despus de que a unos cuantos les d un puestico o una beca, estarn felices. Y mientras tanto, las cosas se seguirn jodiendo''. Esta historia se repite en todas partes del pas, coreamos los cuatro escuchas. Las frustraciones, golpes y engaos de la clase poltica nos tienen al borde de una revolucin poltica y social. Entonces, qu pasos se estn dando para sortear la situacin? Cifuentes se quita el sombrero vueltiao de 19 bandas que llevaba puesto, se compone el pelo, mira los arreboles anaranjados del ocaso, y dicta sentencia: "Yole he propuesto a mi pariente, el parlamentario Alfonso Lpez Cosi, que nos organicemos en una especie de bloque regional para forzar que se nos d representacin en el gabinete departamental. No por la burocracia, sino porque necesitamos de esas posiciones para proyectar la regin que est hurfana tanto del partido liberal como del conservador. No hay gente nuestra en posiciones de comando; y no es porque haya carencia de material humano, porque aqu lo hay bueno. Ha sido tanto el descuido con nosotros los del sur de Bolvar que hasta hemos pensado en separarnos, anexarnos a Antioquia o a Sucre, o quizs hacer nuestro propio departamento''. A tanto as llega la exasperacin popular? No ser otra treta de los polticos tradicionales acostumbrados a sumar y restar con las mismas cantidades?, me pregunto y les pregunto. An as, la idea de la regin independiente no le disgusta del todo a Luis Murallas. Lo de la anexin a Antioquia no lo ve cuerdo, y explica: "El problema con Antioquia es que vendramos a formar una especie de parche dentro de la anatoma de ese departamento. Correspondemos a una idiosincrasia distinta, con costumbres diferentes. Y a la larga lo que ocurrira sera que los antioqueos vendran a hacer colonizaciones por ac y a apoderarse de esta tierra. Ms bien estara de acuerdo con Sucre (aunque los sincelejanos sean tambin un poco distintos de nosotros) porque tiene la regin de la Mojana y la del ro San Jorge abajo que son idnticas a la nuestra, con la misma cultura anfibia que se mencion antes''. Record que haca unos meses el entonces gobernador de

FORMACIN SOCIAL: REGIN Y CULTURA 23B momposina y sus genres que, en la prctica, han constituido una sociedad conservadora que se refuerza a s misma tanto por el lado ideolgico como por el econmico, aunque de todas maneras se transforme y vaya cambiando lentamente con el curso del tiempo y la incidencia de fuerzas sociales externas. Convenimos, pues, en la tesis de que lo econmico es necesario, pero no suficiente, para definir formaciones sociales. Pero sobre esto no estamos diciendo nada nuevo. Engels previno sobre los excesos tericos de la escuela que despus se defini como materialista histrica, sealando la "accin recproca" entre estructura y superestructura, que no puede reducirse a la relacin entre causa y efecto (carta a Franz Mehring, 1893). Lenin, en su obra, Materialismo y empiriocriticismo (1909), tambin compara tales efectos a una espiral que se va autoalimentando. Simplificaciones de la realidad como las registradas por deterministas econmicos a ultranza, no son correctas desde el punto de vista cientfico ni convenientes desde el poltico. La cultura anfibia explica el poblamiento lineal de las laderas, caseros y muchos pueblos riberanos, as como su persistencia: son aldeas en lnea construidas en los barrancos secos y estrechos que bordean las corrientes fluviales. Los lotes resultantes en que se construyen las casas no pueden ser muy largos porque al fondo se encuentran las cinagas o las cercas de alguna gran hacienda, como es el caso de Santa Coa. Los lotes y casas de estas laderas y caseros son de propiedad de sus ocupantes, aunque muchas veces sin tener ttulos legales. De all sus habitantes se desplazan al sitio de trabajo todos los das a pie, en burro o en canoa. Esta distribucin espacial hace que las bajas cifras de densidadrelativa de poblacin en la depresin momposina que aparecen en los censos, no sean buenos indicadores de la realidad. La densidad por kilmetro cuadrado es sumamente alta en estos caseros lineales, y baja a casi cero en las zonas circundantes. El rgimen agrcola y pecuario est tambin muy regulado por la cultura anfibia, y sujeto al ritmo de crecientes y sequas de los ros y caos. As, cuando las aguas bajan por los meses de enero a marzo y de julio a septiembre, se siembra en los playones o se lleva el ganado para que aproveche de los abundantes y excelentes pastos naturales que all brotan. En los meses de invierno (abril a junio y octubre a diciembre) el ganado se

24A EL RIBERANO Y SU MUNDO Bolvar, doctor Haroldo Calvo Nez, reconociendo los mismos problemas, haba propuesto que se creara en la depresin momposina una nueva intendencia. [A] Cifuentes reacciona contra esta iniciativa palmeteando y agitando el sombrero vueltiao, con inusitada furia: "Eso me pareci un insulto, una locura: despus de que somos parte de un departamento, cmo vamos a aspirar a ser una intendencia? Ciertamente que vivimos atrasados, pero creemos que podemos aspirar a conformar un departamento en mejores condiciones. La idea de Haroldo es una locura, una vergenza para una clase poltica que no ha hecho un carajo por la regin y que se acuerda de ella slo en pocas electorales". "El Cesar tambin es parecido, recuerda Murallas, pero hay un problema que les voy a contar. Es que el vallenato es ms regionalista que cualquier otro costeo: para el vallenato no existen sino Valledupar y sus poblaciones vecinas, mire cmo lo cantan en su msica. El nuevo gobernador Pepe Castro no le dio aua a a. gente ue Chiriguan, uc nguacmea, ue Curuman, ue Tamalameque, La Gloria y Gamarra. Entonces, no vamos a cambiar el regionalismo de la Cartagena cuj, por el de Valledupar la Vallenata". "Sin duda recalca Cifuentes y nuestra suerte es la misma de los pueblos del sur del Magdalena: San Sebastin, Santa Ana, San Zenn, Guamal, Pijiflo, Los Negritos, hasta El Banco. Yo propondra esta solucin final a mi modo: que se integre el sur del Magdalena con el sur del Cesar y el sur de Bolvar para formar un nuevo departamento: el departamento del Ro". La idea, reforzada con un gesto teatral, rebota en las arrugas del tronco del sun que ha sido testigo del gran proyecto, y pega en el remolino de taruyas de papuche y palos podridos que se vena acercando en las aguas del Magdalena. El chalupero llega entonces cabizbajo a decirnos que no es posible arreglar el dao del motor, y a presentarnos un pescador de Santa Coa que es dueo de una canoa con motor yonson fuera de borda para que nos siga llevando a Loba. Se arregla el asunto, y embarcamos nuevamente, ya bajo la luz de la luna, esperando llegar a San Martin antes de la medianoche. Una iniciativa poltica tan importante, como la creacin de un departamento, no es para descartar fcilmente. Cuando el

FORMACIN SOCIAL: REGIN Y CULTURA 24B lleva a potreros altos y se desocupan los playones de plantos; pero all mismo, sobre el mismo territorio ahora cubierto por las aguas, se procede a pescar y cazar. El mismo agricultor o vaquero se convierte as en canaletero, pescador y cazador durante estos meses. Este secular ritmo ecolgico no permite la titulacin fija de los playones, aunque, como lo veremos en este estudio (tomos futuros), los principales conflictos locales por la tierra se relacionan hoy con el control de esas frtiles porciones de la depresin momposina. Este ritmo anfibio, combinado y complejo, que el riberano domina a la perfeccin con la tecnologa propia que ha desarrollado a travs de los siglos desde la poca precolombina, se ha visto poco afectado por la mecanizacin y otros elementos de la agricultura moderna. Con excepcin de la cuenca del ro Cauca por Majagual y por Sucre (Sucre) y del ro San Jorge al sur de San Marcos, donde empieza a tecnificarse en grande la siembra del arroz, no se emplean el tractor ni el abono qumico ni los herbicidas; un poco los insecticidas. En estas condiciones, las herramientas bsicas de la agriculrura riberana siguen siendo (adems del fuego): el palo cavador ("espeque"), el machete y el hacha, con elementos complementarios como el cuchillo de segar arroz, el gancho de bajar frutas, el choc (pequeo canasto semillero), la piedra de moler, la pala pequea y el paol o depsito elevado. Y, adems, los instrumentos de pesca y caza que se encuentran en la mayora de las casas riberanas son: canoa, canalete, atarraya, anzuelos, escopeta de fisto, trampas de madera, ganchos de babilla, y hondas de caucho. Por supuesto, hay una multiplicidad de prcticas y creencias ajustadas a las necesidades concretas de la cacera, la pesca y la agricultura, la herbologa y la construccin de casas, que no podemos entrar a describir aqu; y equipos de la agricultura y la vivienda tradicionales, como trapiches de madera, ladrilleras y hornos de cal que se siguen empleando. No hay carretas ni de dos ni de cuatro ruedas y el transporte se hace a lomo de hombre y en bestias a sitios de recoleccin y de trabajo donde puedan acudir los camiones, y en canoas acondicionadas para llevar cosechas por el ro. El ganado de las grandes haciendas se transporta en planchones flotantes impulsados por lanchas, o se llevan a pie y a nado de un potrero a otro.

LA DEPRESIN MOMPOSINA Y SU REGIN (Detalles sealados en el texto) Chimichagua irrobo erro Corcovado GAMARRA Tiquisio

26A EL RIBERANO Y SU MUNDO ro suena, piedras lleva. Estimulados por la idea, aparte de algunos cuentos verdes de la picaresca costea dichos sonoramente por Cifuentes, la conversacin en el yonson retorna a estudiar las posibilidades y el sentido de la creacin del departamento del Ro, como reflejo real del mundo del riberano. Animado por la charla, rompo la serie de cuentos con una pregunta muy sencilla: Y si se hace el departamento, cul seria su capital? Acepta Cifuentes: "Ese es un problema. Los momposinos desean que sea Mompox, porque sa es la cuna de los cuatrocientos valerosos que pelearon al lado de Bolvar, cuando ste, derrotado, reiniciaba sus campaas. Magangu, por ser ciudad abierta y comercial, puede ser igualmente capital; pero tiene la lacra de los 'turcos' que se aprovechan de la cuestin poltica y administrativa para su beneficio personal. En El Banco confluyen muchas cosas para hacerlo un centro importante. Pero yo votara por Barrancabermeja para capital, por ser la ciudad ms activa v mavor de todas en esta regin: tiene industria comercio, colegios, sindicatos, el petrleo y todos los servicios". Vuelvo a replicarle a Cifuentes que la gente de Barrancabermeja me huele ms a cachaca que a costea y que la ciudad viene a quedar tan lejos como Cartagena, la actual capital de Bolvar. Adems, con ese plan se echaran encima a los senadores y representantes de cuatro departamentos Santander, Cesar, Bolvar y Magdalena , que votaran en contra del proyecto para no permitir secesin en sus distritos electorales. "Algunos representantes de Bolvar, como Lpez Cosi, demuestran simpata por la idea, dice Cifuentes. Ante todo, el problema es econmico porque ni l ni yo tenemos suficiente capacidad para empujar la cuestin que implica propaganda, emisoras, peridicos, reuniones de agitacin y viajes. Tampoco hemos conseguido a ninguna persona con recursos que quiera convertirse en figura poltica agitando estas banderas. No hay un lder de perrenque, verraco, que haga la pelea. Tendra el apoyo del pueblo: en San Pablo, en Morales, en Simiti, el ambiente es propicio. Del mismo Barrancabermeja me han llamado a proponerme el asunto. Aguachica est dispuesta a separarse del Cesar, as como tambin Gonzlez y Sabana de Torres. La idea no es tan mala". Alvaro Mier, atento a la discusin, tercia entonces para destacar el papel de la direccin poltica. Dice que tendremos

FORMACIN SOCIAL: REGIN Y CULTURA 26B En cuanto a la estructura subregional, sta refleja igualmente el papel condicionante de las corrientes fluviales, en vista de la ausencia casi total de caminos pasables. Por lo mismo, los principales centros econmicos de mercado y focos de atraccin poltica y social son los puertos de El Banco y Magangu, con predominio de esta ltima ciudad. Lo mismo ocurre parcialmente con Mompox en su brazo del ro, a lo cual se aade, en este caso, la atraccin que esta ciudad ejerce en toda la regin por sus importantes planteles educativos y celebraciones religiosas. Mompox es as la capital educacional y espirirual de toda la regin. Desde el punto de vista de las creencias, puede interpretarse la leyenda del "hombre-caimn", original de esta subregin (por la parte de Plato, e inspiracin del conocido porro "Se va el caimn") como una idealizacin mitolgica de la cultura anfibia. En efecto, segn la versin ms generalizada de la leyenda, se trata de un riberano que no hall otra forma mejor de cortejar a su enamorada que en el agua, para lo cual emple medios mgicos que le dieron forma de caimn. La tragedia ocurre al fallar estos medios en la reconversin a la forma humana, lo que condena al riberano enamorado a su angustiada existencia, parte en el ro, y parte en cuevas y laderas. 121 Metodologa. Tanto el viaje mismo que realizamos por [C ] e' r'. como la forma de presentacin de la discusin llevan a plantear una tcnica de investigacin que combina la informacin sobre hechos con la reflexin y la comunicacin basadas en observaciones sucesivas. A esta tcnica la he llamado imputacin, porque hace declarar a los informantes 2. Las primeras observaciones registradas sobre la existencia de la cultura anfibia en la depresin momposina pertenecen al ingeniero francs Luis Striffler, en su interesante descripcin de El ro San Jorge (Cartagena, 1958), hechas en la decada de 1860 cuando aqul viva en el puerto de San Marcos. Otras referencias vlidas que describen al "sirnido-centauro" del ro Magdalena y al boga-vaquero de la Mojana, reconociendo las destrezas del hombre riberano para vivir de los recursos del agua y de la tierra, combinando, aprovechando y controlando estos medios de produccin, son de Rafael Gmez Picn en su clsico relato Magdalena, ro de Colombia (Bogot, 1950), 301,368.

27A EL RIBERANO Y SU MUNDO que combatir a los polticos tradicionales que nos tienen adormecidos, y que seguirn lo mismo de malos, con el departamento del Ro o sin l. Aqu llega Raimundo Emiliani Romn, alza la bandera conservadora, y eso es un chorro de gente. Llega Miguel Faci Lince y habla con la bandera roja en la mano, y eso es otro chorro. Pero los nuevos lderes tienen que hablar con otros argumentos que lleguen realmente a las masas, y las convenza de actuar para el cambio y el verdadero progreso. En efecto, hago recordar que la pregunta que nos haba llevado a postular la necesidad de la autonoma regional y creacin posible del departamento del Ro, haba sido la de cmo iran a vivir los pueblos de la depresin momposina si las cosas siguen como van, con la falta de carreteables, los abusos de latifundistas, los engaos de los polticos, la calzada de las cinagas de aguas negras con el cieno del ro, la alambrada de playones, la crisis de la pesca. Y la preocupacin del grupo haba sido la forma de vida anfibia de la gente trabajadora concreta, como los pescadores-agricultores de Santa Coa y los otros mseros pueblos del ro que veamos pasar, uno tras otro en las riberas, por entre las brumas de la noche. Se resolveran realmente los problemas econmicos, polticos y sociales del mundo del riberano con la promulgacin del nuevo departamento? No seguiran los mismos males bajo otra denominacin? No se crearan nuevos intereses antipopulares, nuevos gamonales egostas (o los mismos empeorados), nuevos explotadores quizs de peor calaa que los actuales? Porque no se estara destruyendo el sistema capitalista en s mismo, que es el que alimenta y va agudizando los problemas ni el sistema poltico que se beneficia de ellos. O es que ya el riano estar condenado a desaparecer, como ha ocurrido con tantas otras gentes consumidas por estos mismos sistemas de explotacin? El proyecto adquira as visos muy complejos que no podan considerarse ni estudiarse al borde de un yonson ni al calor del aguardiente Cristal que habamos comprado para combatir el fro de la noche. No obstante, los cinco compaeros del accidentado viaje advertimos la gran potencialidad de la iniciativa y nos propusimos seguirla, estimulndola en nuestros respectivos crculos. El juez Cifuentes, al desembarcar en Barranco de Loba y despedirse de nosotros, propone un plan concertado de sondeos ue y estudios. siguiramos en contacto para examinar el

FORMACIN SOCIAL: REGIN Y CULTURA hechos u observaciones demostradas que desbordan sus declaraciones literales, las mismas que puedan constar en diarios de campo o en cintas magnetofnicas. Esta tcnica aprovecha la existencia emprica de diversas personas y opiniones para redondear o completar la descripcin e interpretacin de situaciones reales. As, en cuanto a la aplicacin de esta tcnica en la presente obra: todos los personajes existen y sus nombres son reales (con tres excepciones). Parte del texto publicado es transcripcin literal de grabaciones realizadas, y anotaciones hechas en diarios de campo, efectivamente, en Santa Coa, a bordo de yonsons y en muchos otros sitios. No obstante, como la metodologa que he adoptado exige tomar en cuenta no slo la seria y objetiva recopilacin de datos sino la eficacia en la transmisin y comunicacin del conocimiento y de la informacin as obtenida (la devolucin sistemtica que ms tarde discutimos), hubo de imputrsele a los personajes entrevistados hechos, datos y conceptos recogidos posteriormente o en otros escenarios investigativos que redondeaban, clarificaban, corregan o completaban el pensamiento originalmente registrado. Al mismo tiempo, la imputacin facilit el manejo y clasificacin de la informacin obtenida sin el parcelamiento y minuciosidad ofuscante de la antropologa morfolgica. La confirmacin del texto por los mismos imputados se hizo posteriormente, como parte de la tcnica, con la lectura del manuscrito de esta obra y discusin directa entre nosotros el escritor principal y los otros personajes activos de lo aqu contenido y expresado. En otros captulos, como se explicar, se han utilizado otras tcnicas: ilacin de eventos (reconstruccin) con documentos antiguos de notara y archivos oficiales, recuperacin crtica de la historia y devolucin sistemtica, bsqueda en archivos de bal, entrevistas con ancianos informantes, proyeccin ideolgica, anlisis de fuentes secundarias publicadas, documentacin fotogrfica, recoleccin de escritos de intelectuales locales, observacin dirigida, participacin activa y alguna experimentacin social, en vista de la casi inexistencia de fuentes decantadas sobre la estructura social de la regin costea en general y de la subregin momposina en particular. Nos acercamos as a la metodologa de la investigacin-accin como va descrita y explicada en trabajos anteriores (cf. Simposio Internacional de Cartagena, Critica y poltica en

28A EL RIBERANO Y SU MUNDO progreso que hiciramos, sea por carta, sea reunindonos nuevamente a la manera de un minicongreso regional. Alvaro y Murallas acepran la dea con entusiasmo, pues en San Martn de Loba cuentan con organizaciones populares interesadas en tales problemas. Dicen: all podemos seguirlo estudiando, profundizando, viendo sus complejidades, sus implicaciones, analizando sus orgenes histricos, sus races, si la dea tiene fundamento slido o no, o si se desploma ante el primer viento de la crtica y de los eventos mismos. Evidentemente, aquella tarea forjada a la luz de la luna de medianoche en Barranco de Loba implica llegar a conocer mejor las realidades de la depresin momposina como futuro departamento del Ro. Impela a investigar el presente y el pasado, el cmo nos formaramos, el cundo aparecimos, el porqu de nuestras inconformidades y aspiraciones. La gente de la cultura anfibia del ro los riberanos de dnde venimos y para dnde vamos? Este reto no es un reto cualquiera, y los compaeros lobanos lo entienden a cabalidad. La primera consecuencia es abrir los ojos ante la necesidad de conocer la historia de Loba y ligarla al presente de accin y esperanza. No se puede seguir viviendo en la penumbra del recuerdo vago de la tradicin o de los relatos inexactos de los libros. Necesitamos profundidad de conocimiento para poder decidir con responsabilidad. Saber es poder. A medida que arrimamos al puerto de Comemiel la entrada a San Martn de Loba, nuestra meta nos prometemos mutuamente y a nosotros mismos hacer el intento organizativo e investigativo para cumplir con el compromiso adquirido. Es una tarea que, al sobrepasarnos, nos tienta en toda su potencialidad movilizadora. No se trata ya, en el fondo, de proponer slo la creacin de un nuevo departamento administrativo que corrija las fallas de los existentes; sino tambin de hallar el alma colectiva de la regin y su mundo, de entender los fundamentos de su realidad y la razn de sus problemas, de propiciar una til transformacin en la vida de las gentes riberanas, para defender la cultura local, sus aspectos positivos e impedir los estragos del sistema explotador dominante. Murallas vuelve su vista hacia m, y me propone que haga, con el comit de Usuarios Campesinos de San Martn de Loba, una serie de estudios sobre el pasado de este pueblo. l ha oido decir que por aqu ha habido luchas fuertes por la tierra, ligas

El camino y bosquecillo de Comemiel.

29A EL RIBERANO Y SU MUNDO campesinas, enfrentamientos con latifundistas e imperialistas y, mucho antes, con familias de seores nobles. Pero, exceptuando las luchas recientes de los usuarios, nadie sabe el detalle ni recuerda los mecanismos utilizados para la defensa de los intereses populares. Habr que recuperar esa historia, admito entusiasmado, y devolverla y ponerla al servicio de los actuales intereses de los campesinos lobanos y de toda la regin momposina. Cuente con mi colaboracin, compaero. Trabajaremos juntos en todo lo que podamos, y usted me ir relatando lo que a su vez encuentre en sus investigaciones, para discutirlas en el comit. Alvaro y Ramn se echan al hombro talegos y mochilas y empiezan a caminar por el bosquecillo hediondo a orn de puercoespn que separa a Comemiel de San Martn de Loba, sacando quites a los pozuelos infestados de temibles rayas. Aprovecho para preguntarle a Alvaro si su apellido Mier no tiene algo qu ver con los famosos Mier de Santa Marta y Mompox que fueron fundadores de pueblos, potentes ganaderos y descendientes de hidalgos espaoles. Me contesta que, en efecto, algo le ha odo a su abuelo peluquero y msico, don Adolfo, con quien vive en la casa de mampostera al pie de un gran peasco gris, la piedra Palacn. Alvaro va a investigar ms el asunto, porque don Adolfo fue alcalde dos veces y recaudador de impuestos de San Martn, as como el padre de ste, Pablo Emilio, fue el mismo que se enfrent, como personero municipal, a una compaa norteamericana que quiso tomarse las tierras del pueblo, a principios de este siglo. Don Adolfo debe saber mucho, concluyo. Estos primeros datos generales sobre la historia de San Martn de Loba resultan tentadores. Surge la posibilidad de que este pueblo hubiera tenido un papel importante en el desarrollo histrico de la regin, como un motor casi constante de la rebelda campesina costea. Es el tipo de informacin necesaria para contestar aquellas preguntas vitales hechas en Santa Coa sobre el mundo del riberano. Vale la pena proseguir as en estos trabajos y, con las organizaciones populares de Alvaro y Murallas, adelantar la tarea de recuperar la historia de Loba y animar con ella la accin concreta que beneficie a los sufridos habitantes de la depresin momposina.

FORMACIN SOCIAL: REGIN Y CULTURA 29B El campesino de la depresin momposina en la poca colonial. (Dibujo de Edward Mark. 1843). * **,; ".. ciencias sociales, Bogot, 1977, Vols. I y II; O. Fals Borda, Por la praxis: el problema de cmo investigar la realidad para transformarla, Bogot, 1979). Se necesita seguir ensayando esta va terico-prctica de descripcin, anlisis, explicacin y actuacin en las disciplinas sociales con el fin de determinar el mrito vital de aquella y su consistencia epistemolgica.

2. LA PRESENCIA INDGENA La piedra Palacn es slo el mayor de la mirada de peascos grises, como de granito pulido, que brotan de la tierra de San L,S.rtin \uC j^OuS y que soiO aigunas cautas escaian y uominan. Las rocas brotan por todas partes: calles, patios, plazas, dentro de las habitaciones mismas, haciendo sentir su rotunda presencia como restos mudos de un cataclismo. De ste qued tambin seguramente el cerro llamado de Doa Mara, que con su cortinaje de grandes rboles enmarca al pueblo por el sur, y en cuyas entraas se hall el primer oro de la regin por los espaoles, que para eso tenan muy buen olfato. "Doa Mara Ortiz Nieto fue una de las fundadoras del pueblo, me dice don Adolfo Mier en su casa de mampostera, dejando por un momento de peluquear a un cliente. Vino en pos del oro con sus esclavos y abri en ese cerro la primera mina, uedan los socavones y los restos de la gran piedra de molino con que se trituraba el mineral antes de lavarlo". En efecto, all estn todava socavones y piedra , esperando que se reinicie en firme la explotacin. Incomprensiblemente, slo unos pocos vecinos de San Martin llegan por ah de vez en cuando, despus de una tormenta, a catear con sus picas, bateas y piedras de imn en los arroyuelos del pie de la colina. Sacan oro en granitos que van acumulando en frascos para vender luego a los joyeros de El Banco. Es la rica veta amarillosa que rraspasa y aflora, indiferente, en muchas casas y sitios del pueblo, y sobre la cual se asienta hasta la misma iglesia. Pero no debieron ser los espaoles sedientos de oro los que originalmente fundaron este pueblo. Slo el da anterior haba

2. MODOS DE PRODUCCIN: PRIMITIVO Y SEORIAL La presencia indgena en la depresin momposina, especialmente la malib (tambin llamada pacabuy y sondagua por los cronistas) se hace sentir an, a pesar de la fuerte represin espaola y la casi extincin de estos indios desde los primeros aos de la conquista. Esta presencia respira an en tradiciones como el drama, la danza, la msica y la herbologa, en la toponimia, en el mestizaje y en diversas tcnicas de explotacin de los recursos naturales, manifestaciones que se experimentan directamente en Loba. Suponiendo que la cultura indgena, por obvias razones, sea hoy menos palpable que hace cuatro siglos, es correcto preguntarse en qu medida entr a participar en la formacin social colonial, es decir, cmo fue el proceso gentico-evolutivo de sta. Para ello es necesario caracrerizar la sociedad indgena segn modos de produccin, adems de reconocer el proveniente de la pennsula ibrica. Desafortunadamente, una de las bases histricas principales sobre las cuales pudiera llevarse a cabo esta tarea las crnicas es bastante defectuosa. Ni fray Pedro de Aguado en su Recopilacin historial (Bogot, 1906, 71-72, 84-88) ni fray Pedro Simn en sus Noticias historiales (Bogot, 1963, III, 75-82) ni Juan de Castellanos en su Historia del Nuevo Remo de Granada (Madrid, 1886,1, 376-377, 379-407) que son los ms pertinentes , fueron suficientemente escrupulosos. Otra de las bases principales las supervivencias a travs del registro oral sucesivo y su persistencia actual, ya est demasiado mediada por la civilizacin espaola y, por lo ranto, no es totalmente de fiar.

31A LA PRESENCIA INDGENA mos constatado los cinco viajeros , la presencia de los descendientes mestizados de los indios malibes (sondaguas) en la ladera de Santa Coa, viviendo todava en los restos de su resguardo. Estos indios debieron de extenderse hacia el norte y hacia el sur para incluir a San Martn. Cmo saberlo? Slo se necesita echar una mirada general al pueblo para sentir enseguida la presencia del indgena y sus valores seculares, aparte de la mezcla racial, que tambin es evidente. Los techos de palma de las casas, en su forma y contextura; los materiales vegetales y la tcnica del bahareque de las paredes; las canoas o piraguas atracadas en el puerto del cao, con su palanca y canalete; el palo o espeque para sembrar el maz; el largo gancho para cazar babillas; las comidas a base de yuca, ame, bore, cacao, maz y centenares de frutales, animales del monte, y pescados; el vino de la palma cura; las hamacas en que dormimos aquella noche (aunque las originales primitivas eran de majagua); las moyas, mucuras y tinajas que hacen las mujeres con la greda de una playa cercana; las medicinas de yerbas que muchos estaban tomando por la reciente epidemia del dengue; la caa 'e millo, el pito, la gaita y el tamboril que escuchamos en el baile que los jvenes del Colegio Cooperativo ensayaban esa semana para el Festival de la Cumbia en El Banco; muchas palabras y nombres de pueblos como guayaba, taita, chim, Guazo, Jegua, Tmala y Simit; el apego a la familia y el aprecio a la gran parentela; ciertos ritos del velorio y de la magia.Todosestos son elementos vivos que denotan la fuerza de la cultura malib en Loba, a pesar del correr de los siglos y la fuerte represin que los grupos dominantes espaoles ejercieron sobre aquella. Pero era tambin necesario documentar esta presencia y estudiar su origen en fuentes respetables. Hay cronistas antiguos que pueden decirnos algo al respecto, le suger a don Adolfo cuando reanudamos la conversacin. No habr por aqu algn curioso que tenga copia de esos libros? Pues hay que saber buscar: en los bales y armarios de estos pueblos se encuentran ms cosas valiosas de lo que uno cree. [D] "Precisamente, el cura tiene unos libros viejos en el estante del comedor de su casa; y Armando, el profesor cachaco, tiene otros que me huelen a lo mismo", me contesta. Con Ramn y Alvaro constituimos un pequeo grupo de trabajo para escarbar en los libros de la casa cural que se hubie

MODOS DE PRODUCCIN: PRIMITIVO Y SEORIAL 31B San Martn de Loba: a la izquierda, la piedra Palacn An en estas circunstancias poco positivas para el [ A ] completo anlisis, es necesario intentar una caracterizacin de la etapa indgena. Con tal fin seguiremos las reglas de fidelidad y ajuste a la realidad histrica que se recuperaron en el marxismo una vez superado el dogmatismo de las cinco etapas lineales, y trataremos de ver los modos de producin como articulaciones entre tipos de fuerzas productivas y relaciones de produccin correspondientes {c.Grundrisse, de Carlos Marx: Elementos fundamentales para la critica de la

32A LA PRESENCIA INDGENA ran salvado del comejn y la humedad. Buen sntoma All estaba el rarsimo Diccionario histrico-geogrfico de Bolvar, de Dimas Badel, edicin de Corozal de 1943. El seor cura busca la entrada relacionada con San Martn (pgina 405) y la lee en la misma voz sonora que emplea para cantar la misa. All hay algo: dice que al primer cacique indio de San Martn de Loba de que se tiene noticia lo bautizaron con el nombre de Sebastin. (As que nuestro primer gobernante fue en realidad un cacique. Pero su verdadero nombre no era Sebastin imposicin misionera , sino Lova, como aparece en las listas de encomiendas que yo haba consultado antes, lista comenzada por el visitador Juan de Villabona y Zubiaurre en 1610 y completada y vuelta a copiar por el escribano de cmara de Santa Fe de Bogot, Juan Florez de Ocriz, en 1670). El asiento principal del cacique Lova pudo haber sido, no San Martn mismo, sino Barranco o Hatillo, seis leguas ro abajo, donde haba desembarcado la noche anterior el juez Cifuentes. Esto lo dedujimos del hecho de que mucha gente llama a Barranco, "Loba la Vieja". Las relaciones entre estos sitios, as como con Hatillo de Loba, pueblo situado entre los dos, siempre han sido muy ntimas. Por eso nos sentimos justificados de englobar a toda esta regin y el brazo del ro que la conecta, como Loba, cambiando la v antigua por la b, tal como vena hacindose desde los tiempos de la colonia, an sin saber qu significa en la lengua indgena. No obstante, el grupo de trabajo concluy que la palabra Loba no tiene nada que ver con los carnvoros lobos europeos, ni tampoco con los pequeos lagartos verdes que abundan en la Costa, llamados "lobitos". En cambio descubri que la palabra malib se refiere a un tigrejaguar de manchas redondas amarillas que es el ms fiero de todos. Pudo ser el anrepasado mtico, o ttem, con el que se identificaban todos estos indios, a la manera de los conocidos clanes africanos. El grupo avanza animoso en esta discusin y en el estudio, gracias a la hospitalidad del prroco y a la propia participacin de ste. El cacique de Loba, como buen malib, era heredero de una antigua y compleja cultura, que combinaba la pesca y la caza con la agricultura, y cuyo epicentro haba sido un barranco sobre el ro Magdalena que hoy ocupa el pueblo de Zambrano (Bolvar). (As me lo haba explicado, haca unos aos, el arquelogo

MODOS DE PRODUCCIN: PRIMITIVO Y SEORIAL 32B economa poltica, borrador 1857-1858, Mxico, 1971, I, 433-477). Siguiendo los cronistas mencionados, los malibes no haban avanzado mucho ms de pautas de produccin colectiva, que aplicaban en playones, cinagas, caos y selvas considerados del dominio general, o de cada casero o ladera en particular. Podan distinguirse enrre los indgenas dos formas o modalidades de hacer producir la tierra y utilizar los recursos naturales: la agricultura sedentaria, por una parte; y la caza y la pesca, por otra. Los malibes llegaron a combinar a la perfeccin, segn parece, estas dos formas de produccin, iniciando una tradicin tecnolgica y cultural que sobrevive hasta hoy, en lo que he identificado como cultura anfibia. En la agricultura los indios haban desarrollado el cultivo de la yuca, el maz, el ame, el bore y otros productos alimenticios, as como el del algodn. Para ello los indios contaban con tcnicas de limpieza de la tierra a base del fuego controlado tcnicas que se siguen empleando , e instrumentos como el palo cavador y la azada de madera o piedra; adems, construyeron rerrazas agrcolas, como se descubri en el Cerro del Barco, no lejos de las bocas del ro Cesar. Para la caza, tenan los conocidos arco y flecha (no parece que estos indios conocieran la artificiosa bodoquera); y para la pesca: la canoa, la atarraya, trampas de mimbre y planras adormecedoras. Estas formas de produccin y de trabajo indujeron en los malibes la tendencia a nuclearse en algunos pueblos fijos. Entre los ms importantes se encontraban Mompox y el Tamalameque original (en la boca sur de la cinaga de Zapatosa con el ro Cesar). Y, adems, los malibes adoptaron sistemas de identidad familiar y de parentela alrededor de comunidades (aldeas, laderas o caseros dispersos, quizs en forma lineal), de las cuales haba bastantes: Talaigua, Loba, Tmala, Jegua, Guazo, entre otras que se han documentado. Estas comunidades eran unidades de produccin tanto como de reproduccin cultural, demogrfica, econmica , con una divisin del trabajo basada en el sexo y la edad (cf. Maurice Godelier, Racionalidad e irracionalidad de la economa, Mxico, 1966, 241-313). Obviamente, en la economa malib predominaban valores de uso; pero el excedente producido sufra un proceso de intercambio cuyo epicentro estaba en el sitio que hoy ocupa el pueblo

33A LA PRESENCIA INDGENA Gerardo Reichel-Dolmatoff, quien con su esposa Alicia haba hecho excavaciones en esa zona). [A] Desde haca cuatro mil aos, informo al grupo, en el barranco de Zambrano se encontraban los malibes de Loba, Tamalameque y Mompox con los zenes del Sin, los chimilas y taironas de la Sierra Nevada y los mocans de Malambo y Calamar para intercambiar productos. De ese intenso comercio quedaron muchos restos representados en cermica de formas humanas (hay la interesante cabeza de un tuerto), plataformas de casas redondas, cementerios con urnas funerarias, collares de carneliana y cuarzo, narigueras de oro y caracoles de mar. Se han hallado copas, platos y azafates de barro cocido, anafes cilindricos, torteros para hilar algodn, decorados con figuras geomtricas, y diversos objetos que representan animales. No era de despreciarse la cultura malib. Los viajes de ReichelDolmatoff le fueron acercando al corazn de la depresin momposina, donde volvi a hacer importantes descubrimientos arqueolgicos. En la cinaga de Zapatosa, cuyo desage por el ro Cesar era el sitio del Tamalameque original, Reichel constat la tradicional tcnica indgena de fabricar canoas socavando y puliendo el tronco macizo de la ceiba y otros grandes rboles. En las colinas del Cerro del Barco y la serrana de San Lucas que muere en San Martn de Loba, el mismo arquelogo advirti la existencia de terrazas agrcolas indgenas construidas entre casas circundadas de piedra, con rocas granticas como las de las calles de San Martn colocadas en forma apretada para evitar la erosin del suelo. El cachaco Armando entra corriendo con un desvencijado ejemplar de la crnica de fray Pedro de Aguado, Recopilacin historial. De la lectura de los primeros tres captulos de la Parte Segunda dedujimos que los indios malibes, como muchos otros de la costa, no eran totalmente nmadas, sino que haban combinado la agricultura, la pesca y la caza, usndolas segn la estacin seca o hmeda y la disponibilidad de playones, cinagas y montes; que haban construido pueblos estables; que no coman carne humana, sino alimentos del monte como frutas, pescado, sano, venado, mono, armadillo, pcricoligero, iguana, babilla y caimn; que a veces se tatuaban o pintaban el cuerpo con achiote y caraa; y que llevaban adornos de oro como patenas, chagualas, narigueras, orejeras y brazaletes, collares de cuentas de hueso y jade verde, adems de cintillos de visto

MODOS DE PRODUCCIN: PRIMITIVO Y SEORIAL 33B de Zambrano (Bolvar). All se ejerca el trueque con el achiote y lacaraa. No haba moneda ni nimo de lucro, tampoco los malibes desarrollaron la servidumbre ni la esclavitud. Eran gobernados por caciques quiz hereditarios que personificaban la cohesin de la parenrela alrededor de los dominios respectivos de trabajo. El cogobierno religioso lo ejercan sacerdotes cuya funcin principal era procurar con la magia buenas cosechas y curar enfermos con yerbas e imposicin de manos. Por estas razones, a los malibes se les puede caracterizar, de manera general, como correspondientes al modo de produccin comunitario primitivo que distingui a la mayora de las tribus americanas que estaban en la etapa de recoleccin y agricultura rudimentaria. Aunque combinaban eficazmente estas formas de produccin, los malibes no haban desarrollado el modo de produccin tributario que caracteriz a naciones indgenas de culturas ms complejas, como los chibchas y quizs los taironas y zenes (y en otras partes de Amrica, los quechuas, aztecas y mayas), (cf. Samir Amin, y Kostas Vergopoulos, La cuestin campesina y el capitalismo, Pars, 1974) /!/. La conquista de la depresin momposina fue descrita Por [B ] Simn (III, 75-82). El conflicto de oposicin frontal entre la cultura malib, con su modo de produccin comunitario primitivo, y la espaola de conquista con un modo de produccin muy diferente y lleno de expectativas opuestas y contradictorias a aqul, fue destructivo para los indgenas. Aqu jug la nuda fuerza, el derecho de guerra, la imposicin 1. Gerardo Reichel-Dolmatoff, en su informativo libro, Datos histricoculturales sobre las tribus de la antigua gobernacin de Santa Marta (Bogot, 1951. 105-108) trae datos que permiten distinguir dos tipos de malibes: los de laguna y los de ro. Los primeros se encontraban hacia la zona de la cinaga de Zapatosa y el primer Tamalameque, los otros hacia el sur y el ro Magdalena. Pero el dialecto era el mismo, as como su cultura. Otras fuentes son: Pedro Salzedo del Villar, Apuntaciones historiales de Mompox (Cartagena, 1936), 11-16; y AG, Santa Fe 552, Cuaderno 1, Informe de Antonio de la Torre Miranda, 1783. Los datos sobre el importante papel de Zambrano en las civilizaciones indgenas costeas se encuentran en el libro de Reichel- Dolmatoff, Colombia (Londres. 1965), 122-124.

34A LA PRESENCIA INDGENA sos plumajes y delantales o faldas de algodn que ellos mismos hilaban y que tean de rojo con la bija y de negro con la jagua. En este punto detuvimos la sesin. El cura cabeceaba adormilado y a Ramn se le escapaba uno que otro bostezo. Suficiente por hoy con el grupo de trabajo, que, en verdad, produjo demasiado en muy poco tiempo. Decidimos ir donde don Adolfo Mier a informarle sobre el resultado de nuestra pesquisa, pero no haba vuelto an de traer sus terneras del "charco", el ejido cercano. A la tarde siguiente pasamos a la casa de Luis Murallas situada frente a un bello juego de rocas ovaladas. Murallas ya haba convocado al comit local de Usuarios Campesinos para informarle sobre el compromiso de Barranco y averiguar su nimo para colaborar en el estudio histrico. Desgraciadamente ninguno de los otros miembros estaba en el pueblo: se encontraban, como la mayora de los lobanos de San Martn, trabajando en sus propias pequeas fincas a una o dos jornadas de distancia. La "nia" Delia, esposa de Murallas, mulata cincuentona de ojos chispeantes y manos cuarteadas de hacer panderos de queso, nos sirvi entonces chicha de maz y se sent con nosotros a espantar mosquitos con el musengue. Pas una lechuza comindoselos y chillando de contento. "Ah, malditas brujas", dijo la nia Delia con un meneo de cabeza. "Esas brujas deben ser tambin indias, como la chicha y el musengue", dijo Ramn a quien, secretamente, le interesaba conocer un poco de las artes mgicas por las que San Martn de Loba se ha vuelto famosa en la Costa. En efecto, muchas de esas creencias son de origen espaol, pero otras se arraigan en la cultura indgena, para seguir hoy tan vivas como en el pasado. La nia Delia se retuerce ante la insistencia de mis preguntas, pero al fin suelta la primera andanada: "Existen encantos o mohanes que viven en el fondo del ro en palacios de oro de donde salen a veces a asustar a los pescadores o a llevrselos a las profundidades de las aguas. El ms notable de San Martn es un caimn gigante que aparece en tiempos de creciente del ro y que, a veces sin que la gente caiga en cuenta de ello, sirve de puente en pasos peligrosos. Otros mohanes se convierten en piedra o en rbol. Para romper esos encantos, dice la nia Delia bajando la voz, debe apelarse a sustancias mgicas y a varas de virtud. De las primeras existen la leche de la sierpe leona y las

MODOS DE PRODUCCIN: PRIMITIVO Y SEORIAL 34B armada y violenta: hubo "Realrepugnanz" oposicin sin contradiccin en el sentido kantiano (cf. Lucio Colletti, Hacia un marxismo vivo, Bogot, 1976). Pero tambin se impuso la incompatibilidad misma de los modos de produccin, de las ideologas dominantes, de las religiones y costumbres diferentes de los pueblos que entraron en contacto. Mientras la organizacin social nativa girara alrededor de comunidades de parentelas o familias extensas, con personificacin en el cacique, poda mantenerse alguna cohesin defensiva en la produccin. Esto se logr, en general, en las comunidades sedentarias del modo de produccin tributaria en el interior del pas y subregin sinuana, mediante el establecimiento de encomiendas titulares, reducciones de indios y resguardos de tierras. En cambio, en la depresin momposina durante el siglo XVI, la rapia de los conquistadores, dejados prcticamente a su arbitrio, impuso los excesos del servicio personal, la esclavitud del indio, la mita y el trabajo forzoso en la boga del ro, en tal forma que aquella identidad comunal se destruy con rapidez pasmosa. La nueva posicin del encomendero o del doctrinero no supli aquella funcin cohesiva del cacique. Las fuerzas dominantes exigan, en cambio, relaciones de producci