Historia Del Traje Blogspot
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HISTORIA
DEL
TRAJE
www.historiadeltraje.blogspot.com
Viernes 1 de abril de 2011
Introducción: ¿porqué nos vestimos? Esta primera entrada de blog pretendo dedicarla a una serie de reflexiones sobre el
vestido, las cuales considero necesarias para entender su significado y su lenguaje desde
el principio de los tiempos hasta la actualidad.
Tenemos que considerar que el vestirnos es un hecho que hacemos diariamente bien
para salir a comprar, bien para ir a trabajar, para una entrevista, para salir de fiesta...
Dependiendo de lo que vayamos a hacer, el vestido, nuestra ropa, adquiere un
significado y un uso. En cuanto al uso de nuestra vestimenta, parece evidente pensar que
nos vestimos para no salir desnudos a la calle, entre otras cosas porque no está bien visto
y seríamos considerados como provocadores y acusados de escándalo público;
normalmente nos vestimos por pudor, al menos a mi personalmente no me gusta que la
gente me vea como mi madre me trajo al mundo, y creo que también por higiene. En
cuanto al significado de nuestra vestimenta, no es lo mismo la ropa que te pones para
una entrevista que para salir de marcha. Lo que llevamos encima posee un lenguaje no
verbal que nos habla de nuestra persona, de nuestra forma de ser, de nuestra ideología...
es el aspecto exterior que mostramos el que desempeña un papel importante sobre
nuestra imagen porque en ello la vista llega antes que el lenguaje.
Dentro de este punto de vista, de que no hace falta abrir la boca para que las personas
vean cómo somos o lo que somos, podríamos poner como ejemplo a las "tribus urbanas":
góticos, raperos, hippies, pijos, antisistemas... todos ellos tienen una forma particular de
vestir que es representativa de su ideología, de su pensamiento y también de
su estatus social. Si vemos a un grupo vestido de negro sabemos que son góticos a los
que les gusta cierto estilo de música, que son de tendencia depresiva, que no les gusta el
mundo en el que viven, etc., si vemos a un pijo, sabemos que papá y mamá se lo suelen
dar todo, que su palabra favorita es el osea, que llevan ropa de marca (por que son
mejores que los demás, por supuesto....es ironía claro), que conducen coches caros....
Reproducción de Australopithecus afarensis, Barcelona
Realmente nos vestimos por necesidad puesto que, en mi modesta opinión, en un
segundo lugar se encuentra el vestirnos para decir qué somo o cómo somo o qué
pensamos, pero ¿cuándo surge la necesidad de vestirse? Es evidente que no tenemos una
fecha exacta en la cual señalar el momento exacto de la aparición del vestido, pero
resulta evidente así mismo pensar que, bien por abrigarse o bien por pudor, el vestido
comienza a hacer su aparición en la Prehistoria. Aunque a este periodo le dedicaremos
un apartado especial, podemos adelantar que al parecer la idea de "decorarse",
engalanarse, fue anterior a la de cubrir el cuerpo. Pero, al contrario que el resto de
animales, que tienen un recubrimiento protector (los pájaros, plumas; los peces y
reptiles, escamas...) el ser humano se muestra desnudo ante lo que le rodea. A medida
que éste va evolucionando hasta llegar al homo sapiens, va perdiendo su protección, la
piel se va haciendo más fina y delicada, va convirtiéndose en un ser más vulnerable ante
el clima. Es la necesidad de protegerse del frío, del sol, lo que hace que nuestros
ancestros comiencen a cubrir sus cuerpos, pero hasta aquí puedo leer, no quiero
adelantar mucho más puesto que le dedicaremos un tema a la Prehistoria.
Lunes 4 de abril de 2011
Apuntes sobre el vestido en la Prehistoria El estado de los conocimientos sobre la época que vamos a tratar a continuación nos permite
analizar los escasos pero importantes datos sobre la indumentaria de estos momentos, los tiempos
cuaternarios.
Los testimonios conocidos sobre el traje en la Prehistoria se aplican tanto al Paleolítica, época
más antigua y de más larga duración (de 2,8 millones de años hasta unos 10.000 años) como al
Neolítico, periodo más corto y reciente (7.000-4.000 años a. C. aproximadamente según la zona
de la que estemos hablando, ya que no se puede aplicar la misma cronología para todas las zonas
pobladas), al que le sigue la Edad de los Metales.
Los habitantes paleolíticos vivían de la caza y de la recolección, sólo a partir del 10.000 a. C.
aproximadamente Europa fue finalizando su glaciación y comenzaron a aparecer los bosques en
el continente, dando paso al Neolítico, entendido como un nuevo periodo prehistórico en el cual
el hombre comienza a domesticar el ganado y la agricultura, cambiando entonces su alimentación
y su asentamiento, pues la domesticación de animales y plantas exigía un asentamiento más
estable. Así mismo, debido a estas nuevas prácticas, se produjo una revolución en los útiles,
dedicados ahora a la labranza, la molienda, etc. Aunque los elementos de los pueblos
prehistóricos descubiertos a través de las excavaciones arqueológicas no nos permiten conocer a
ciencia cierta la indumentaria que pudieron utilizar, al menos nos descubren los materiales que
emplearon y su evolución a través del tiempo. El conocimiento de la indumentaria para estos
momentos se encuentra muy limitado, sólo podemos conservar algunos elementos cuyo material
perdurable (piedra, bronce, hueso...) ha permitido su conservación, mientras que aquellos
elementos realizados en materiales perecederos como fibras vegetales, cuero, corteza, han
desaparecido y apenas unos cuantos excepcionales ejemplos han podido conservarse hasta
nuestros días. De los objetos empleados en la elaboración de trajes que han llegado hasta nosotros
podemos deducir alguna de las características que pudieron tener éstos, o incluso intuir su
distribución geográfica.
A pesar de que es factible hacerse una idea más o menos exacta de cómo fue el vestido utilizado
en la Prehistoria gracias a los trabajos arqueológicos que se han realizado y se siguen llevando a
cabo, y sobre todo a los elementos conservados, es bastante difícil dilucidar los límites de tiempo
y espacio dentro de los que el vestido pudo ser llevado, modificado y las causas que pudieron
motivarlo. "El hecho de que en las regiones de clima más templado los pueblos cazadores se
hayan adornado más que vestido trae aparejada la búsqueda de los orígenes de este
comportamiento en la voluntad de distinguirse de los otros miembros del grupo, en razones tanto
espirituales como materiales: el deseo de llamar la atención o de atraer simpatía, de precisar los
grupos de edades, la clasificación tribal o la condición del individuo, soltero, casado o viudo.
Asimismo, pueden establecerse relaciones con las ceremonias religiosas, así como con las
manifestaciones de luto y con la guerra" (François Boucher, Historia del traje en Occidente, Ed.
Gustavo Gili, pág. 21). De estos momentos se conoce la indumentaria correspondiente con las
prácticas mágicas desarrolladas, por ejemplo, en el norte de Cantabria. El tipo más curioso es el
que representa a un brujo o chamán disfrazado con una cola de caballo y llevando una especie de
máscara y una cornamenta de ciervo, como el que se puede observar en la cueva de Les Trois-
Frères.
Recreación de la escena de la cueva de Les Trois-Frères
Parece posible que en aquellos lugares de clima cálido las pieles pudieran haberse utilizado para
cubrir la zona genital, pero podría darse el caso de que esta práctica hubiese obedecido más a una
idea religiosa.
Los materiales empleados por el hombre para la confección del vestido primitivo debemos
relacionarlos con el clima y la propio proceso evolutivo de los pueblos prehistóricos. El frío del
Paleolítico Superior dejaba al hombre unos pocos meses para la caza, haciendo que predominen
las pieles, lo cual atiende a una necesidad (abrigarse), pero por otro lado podríamos aludir a que
en estos momentos el hombre no vive en asentamientos estables, esto, que sucede posteriormente,
permitió el desarrollo de sociedades cada vez más complejas, estableciéndose especializaciones
en el trabajo, el desarrollo de la agricultura, la domesticación, pero hay que aclarar que esto es un
proceso largo y que merece un estudio aparte, al dedicarnos al desarrollo del traje sólo nos
interesa apuntar o dar pinceladas sobre este tema, por lo que si hay alguien que quiera conocer
este fenómeno más profundamente, tiene a su disposición una bibliografía importante y
especializada (mi especialidad no es la Prehistoria...).
En la confección de la indumentaria los despojos animales van a conservar su forma natural en
numerosas ocasiones, como en las faldas que aparecen en las pinturas rupestres de Cogul
(Lérida), el mismo tipo que las que nos encontramos en Creta en escenas rituales: redondeada en
su parte delantera y el apéndice del que va provista que es la cola del propio animal. Por otra
parte, el corte de los vestidos de tejido encontrados en Muldbjerg y Trindhöj nos muestran
claramente el tipo de vestido de la Edad de los Metales.
Como ya se ha mencionado, las poblaciones de clima cálido iban más adornadas que vestidas,
pudiéndose esto deberse al asentamiento cada vez más estables de estas comunidades. Es posible,
por tanto, que en Las fibras empleadas en los fragmentos textiles que han podido llegar hasta
nosotros nos hablan del empleo del telar, que se remonta a uno de los periodos del Paleolítico o a
finales del Mesolítico, sin que se pueda decidir la anterioridad del lino o de la lana. Durante estos
tiempos, la mujer se ocupaba de la recolección por lo que se le atribuye, igualmente, el papel de
tejedora. Además se ha observado que los restos de tejidos que han llegado hasta nuestro
conocimiento son de reducidas dimensiones pues parece que no se tejía una gran tela para luego
cortarla sino que se tejían piezas que luego se unían para conformar la pieza deseada. Los
vestidos completos hallados en sepulturas danesas datados en la Edad del Bronce muestran que
fueron cortados de piezas grandes.
Dinamarca nos ha proporcionado las prendas de comienzos de la Edad del Bronce que más cerca
se hallan de las representaciones figuradas. En dos tumbas se han encontrado faldas
confeccionadas con cordoncillos verticales de 40 cm. de alto y 154 cm. de desarrollo, fijados a un
cinturón tejido y terminado en flecos que sostiene un disco de metal con adornos circulares y que
se colocaba sobre la zona delantera. Este tipo de faldón parece desaparecer a principios de la
Edad del Hierro. En este mismo país también se descubrió una prenda que servía para la parte
superior del cuerpo y de la que no se tiene noticia en ninguna de las representaciones de la
pintura rupestre o figuras esculpidas. Se trata de una chaqueta de lana de un solo color, con
mangas y tejida en una sola pieza, cuyas partes cortadas han sido juntadas y cosidas. Estas
prendas permiten afirmar el uso, en la zona nórdica, de la siguiente indumentaria: para mujer,
chaqueta, falda, cinturón, calzado y gorro o cinta para el cabello, y para el hombre, manto,
vestido-túnica, cinturón, calzado y gorro.
Piezas de vestuario pertenecientes a la Edad de Bronce, descubiertas en una tumba de Egtved.
Museo Nacional de Copenhague
Traje de Borum Eshöj es igual que el de Egtved
Espero que esto haya podido aproximaros a estos tiempos tan remotos. Si hay algo que no queda
claro, decídmelo y si me es posible, le doy respuesta.
Viernes 8 de abril de 2011
El vestido en el Antiguo Egipto
Mapa del Antiguo Egipto
Contexto histórico
La civilización egipcia provenía en origen del territorio que actualmente ocupa Etiopía, y
denominaron a la tierra fértil del Nilo "kemet", la tierra negra, diferenciándola de la
tierra del desierto, "deshert", la tierra roja. Este pueblo se desarrolló en torno al río Nilo
unos cuatro mil años antes de Cristo, caracterizándose por un sistema de gobierno
basado en la figura del faraón (término que proviene del egipcio per-a, casa grande, ya
que al principio se refería más al palacio que al rey). Esta figura no sólo era el rey sino
que también era considerado un dios, con autoridad absoluta y con control sobre todo
los aspectos de la sociedad, arte y vestido incluidos. La tradición era lo más importante:
vida y religión eran aparentemente inalterables y esto se refleja en cosas como el vestido.
Después de que Alejandro Magno se hiciera con el control de Egipto (332 a.C.) la
indumentaria del día a día fue cambiando, aunque el conservadurismo preservó la
vestimenta tradicional para festividades y ceremonias religiosas. La religión dominaba la
vida diaria; las creencias egipcias se basaban en la idea de la vida eterna después de la
muerte, creencias que se mantuvieron inalteradas durante toda su historia, exceptuando
el reinado de Akenatón, padre de Tutankamón.
Indumentaria
Rollos de tela encontrados en la tumba de Tutankamón
Mientras que el arte y la cultura egipcia son bien conocidos por la mayoría, no podemos
decir lo mismo de la indumentaria, que ha quedado en un segundo plano o incluso
relegada al olvido. Cuando se menciona el vestido egipcio, mucha gente hace referencia a
él recordando las prendas de las grandes superproducciones de Hollywood, pero lo que
ha podido llegar hasta nosotros del Antiguo Egipto nos demuestra que tiene poco que ver
con las películas. Prendas, utensilios, joyas, objetos, han llegado a nuestro conocimiento
gracias al clima del país, que ha permitido su conservación; de Egipto han pervivido más
objetos y vestigios que de ninguna otra cultura occidental desde la época romana hasta la
gótica. La tumba de Tutankamón, excavada por Howard Carter, fue una fuente muy
valiosa de ropa y tejidos. Entre los elementos más destacados tenemos una camisa de
hilo datada hacia 1360 a.C., conservada en el Victoria and Albert Museum de Londres
(me ha sido imposible encontrar una foto, si alguien la encuentra que me lo comunique).
A pesar de poseer ejemplos de tejidos y prendas, hallazgos de estas características son
excepcionales.
Como casi todo lo que tiene que ver con el Egipto Antiguo, la indumentaria cambió poco
a lo largo de su historia, conviviendo las escasas innovaciones con el vestido tradicional.
En un principio la vestimenta tuvo una forma sencilla debido al calor extremo,
utilizándose ropa holgada y ligera. Debemos tener en cuenta que no se admitía la
completa desnudez, que era considerada inmoral, exceptuando el caso niños, esclavos y
plebeyos. Hombres y mujeres podían llevar el pecho descubierto, aunque las mujeres se
cubrían más que los hombres. La indumentaria femenina se caracterizaba por el talle
alto, mientras que la de los hombres resaltaba las caderas; pero incluso la ropa femenina
era más restrictiva pues el kalasiris, vestido ajustado, limitaba el movimiento, mientras
que la falda masculina proporcionaba una mayor libertad, haciendo esto referencia, a su
vez, al estatus y posición social pues los hombres llevaban una vida más activa. Como a
lo largo de nuestra historia, la vestimenta indicaba la jerarquía social a la que pertenecía
el individuo, aunque en este caso la diferencia la marcaba el material con que la prenda
se encontraba confeccionada, por ejemplo: la falda del faraón se realizaba en lino fino y
se podía decorar con hilo de oro, mientras que los plebeyos solían llevar la falda hecha
con fibras vegetales o cuero.
Uno de los vestidos descubiertos
por Petrie en Dishasa
Prendas femeninas
Hasta mediados de la XVII dinastía las mujeres solían vestir el kalasiris, un vestido de
forma sencilla y ajustado que caía desde el pecho hasta los tobillos, y se sujetaba
mediante tirantes. Las piezas que han podido hallar los arqueólogos nos muestran que
estos vestidos eran trozos de tela en forma de tubo cosidos en un lado, aunque
probablemente estos vestidos no fuesen tan ajustados como se nos muestran en pinturas
y esculturas. Estos vestidos podían variar ligeramente, podían cubrir todo el pecho o
llegar hasta el cuello; algunos de los que han podido conservarse tienen mangas en vez
de tirantes, y algunos tienen un solo tirante. Parece posible la utilización de un manto
encima de este tipo de vestido para protegerse del sol y del frío. Un tipo de vestido que
llevaron las mujeres durante el Imperio Antiguo y el Medio (de 3200 a 1500 a.C.) se
componía de dos conjuntos distintos formados por piezas distintas: un corpiño corto y
ceñido, de mangas largas pegadas a los brazos, y cuyas escotaduras delantera y trasera se
cerraban con cordoncillos, y una falda ancha cosida al corpiño, de pliegues horizontales,
que ocultaba el cuerpo pero sin pegarse a él. Así mismo se han exhumado ejemplares de
vestidos de este tipo, denominados erróneamente túnicas, en tumbas de la V dinastía (de
2563 a 2423 a.C.) en Dishasa.
En la XVIII dinastía se incorporaron nuevos tipos de vestimenta, quizás como reflejo de
los profundos cambios religiosos del momento. Las representaciones de Nefertiti (esposa
de Akenatón) y de sus hijas nos muestran vestidos largos y drapeados de lino plisado. De
este momento podemos ver representaciones de Nefertiti en las que aparece llevando un
vestido largo y ajustado, con una túnica plisada, con amplias mangas que llegaban hasta
el codo.
Tumba de Nefertari
Durante el Imperio Nuevo (de 1580 a 1090 a.C.) se extiende una especie de vestido-
túnica unisex que fue llevado encima de unapampanilla o de un vestido opaco. Ligero,
transparente y plisado, estaba tejido en gasa de lino blanco, tenía los bordes cosidos,
unas hendiduras para pasar la cabeza y los brazos, y un cordón estrecho que servía de
cinturón. El vestido se llevaba ya colgado recto, ya enrollado. El colgado era bastante
estrecho, una especie de funda, con unos tirantes a veces estrechos a veces anchos que
tapaban los pechos de la mujer. Encima de este vestido se colocaba una redecilla o se
cosía a él; la redecilla se hacía con cuentas de diversos materiales, y hasta el momento,
sólo contamos con dos ejemplos. Durante el reinado de Tutmosis III (1505-1480) estuvo
de moda el vestido enrollado consistente en un gran trozo de muselina plisada o rayada
que formaba un faldón corto ceñido en la cintura, y a continuación e enrollaba sobre el
pecho.
Vestido de redecilla
Vestido de redecilla encontrado en Giza
Prendas masculinas
La prenda masculina egipcia que podríamos considerar como clásica es el schenti,
confeccionado de forma sencilla, consistente en una simple falda envuelta alrededor de
las caderas, cuyos extremos caían en pliegues por delante. Parece que al principio este
tipo de faldas eran realizadas de cuero o piel, siendo después fabricadas en hilo. Es
interesante observar en las representaciones de faraones como éstos llevan a veces una
cola de león en la zona trasera de la falda, y los soldados llevaban en ocasiones una falda
de rayas o con piezas de tejido teñido. Conforme fue pasando el tiempo esta falda se fue
acortando, haciéndose más angular y almidonándose para que el tejido quedara rígido,
formando un triángulo que sobresalía (en la zona genital, a la cual los egipcios le daban
gran importancia).
Indumentaria de guerra y ceremonial
La vestimenta masculina fue evolucionando con el tiempo. Una de las innovaciones
después del schenti fue la falda propiamente dicha. Durante el Imperio Medio (de 2040
a 1640), los hombres solían vestir una falda larga encima de la anterior, corta. Ésta era
un rectángulo de lino cuya longitud variaba desde la mitad del muslo hasta los tobillos.
En ocasiones esta prenda se sujetaba o adornaba con un cinturón. Muchos
investigadores piensan que la implantación de otras prendas como la túnica o el vestido
largo para hombre fue debido a la conquista de Siria por parte de Egipto en el siglo XV
a.C., ya que a partir de estos momentos se aprecia la presencia de tejedores sirios que
mejoraron la producción y la calidad de la indumentaria.
Calzado
Las sandalias son el tipo de calzado más antiguo de que se tiene conocimiento. Éstas
eran consideradas la forma más idónea para proteger los pies de la arena caliente del
desierto, al tiempo que se mantenían frescos y ventilados. Las sandalias básicas tenían
forma de chancla y se hacían con dos tiras y una suela. Para su elaboración se empleaban
diversos materiales como madera, papiro, piel de cabra... Eran usadas también dentro de
casa y eran consideradas como uno de los objetos más preciados del vestuario.
Sandalias de oro de Sheshonq II. 890 a.C.
Calzado de fibras vegetales
Peinados y joyas, adornos, tocados y demás son complementos del vestido, por lo tanto
no los incluyo en este tema. Si más tarde se reciben peticiones al respecto o se considera
oportuno, se incluirá un tema sobre ello.
Publicado por Marina en 18:18 0 comentarios
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Etiquetas: Antigüedad
Martes 26 de abril de 2011
La indumentaria de la Antigua Grecia
Contexto geográfico e histórico
La civilización que se desarrolló en torno al mar Egeo, con una apreciable influencia
mesopotámica y egipcia observable en los frescos del Palacio de Cnosos (Creta), por
ejemplo, muestra en su forma de vestir a partir del III milenio unas características
esenciales recibidas del núcleo central: Creta (acabamos de mencionarla). Se ha
supuesto que las primeras invasiones arias hacia el 2000 a.C., produjeron la invasión de
la Hélade por los aqueos, estabilizándose las características del traje primitivo, aunque
no permitieron que éste conociera el refinado desarrollo al que se llegó en una isla de
Creta que aún se encontraba bajo las exigencias de la nobleza señorial aquea y su
organización feudal. Es a partir del siglo XVII a.C. cuando la isla cretense conquista las
Cícladas y la Hélade, produciéndose la adopción de las mujeres del continente de ciertas
modas que llegaban de Cnosos. Por lo tanto, en la Hélade el vestido parece que
permaneció estabilizado mientras que en la isla, durante el Minoico Medio y el Reciente
(de 2000 a 1400 a.C. aproximadamente), una relativa seguridad ofreció las favorables
condiciones para el desarrollo de extraordinarias formas de vestir. Hacia el 1200 a.C. se
produce una segunda oleada de invasiones, en esta ocasión de mano de los dorios, que
expulsaron a los aqueos. Durante más de cuatro siglos esta nueva civilización se fue
formando en la Hélade, habiendo que esperar a que Jonia le restituyese los elementos de
su cultura anterior. La importancia del traje jónico en el vestido griego continental -a
pesar de lo raro que pueda parecer a primera vista- procede de la copia de los elementos
del vestir que los griegos instalados en Asia Menor hicieron de los habitantes autóctonos
de la costa y que trasladaron a la Hélade. La imposibilidad de extenderse hacia
territorios del interior debido a la presencia de tribus hostiles, los había inducido a
especializarse en ciertos productos, especialmente los textiles; tomaron tejidos y ciertas
formas de vestimenta de estas tribus a la vez que adquirieron técnicas procedentes de
Egipto y Mesopotamia. Resulta evidente que esta evolución jónica afectó a la Grecia
continental provocando, por un lado, una mayor extensión de la industrial textil y, por
otro, impulsando a los griegos continentales a emprender ellos mismos sus intercambios
con Asia Menor.
Mapa sobre el comercio griego
De esta forma podemos tener una mejor comprensión acerca de la formación del vestido
griego ya que, debido a la existencia y desarrollo de estas corrientes comerciales y de
gustos, las riquezas obtenidas gracias a estos intercambios y las técnicas extranjeras
adquiridas por esta expansión, la Grecia continental pudo extraer de ellas ciertos
elementos que formarían parte del vestido clásico durante el periodo más importante de
su civilización, del siglo VI al IV a.C. De esta manera podemos deducir que, del
encuentro entre el traje rústico de los aqueos, y más adelante el de losdorios, con las
modas cretenses más refinadas, las formas extranjeras y los colores vivos adoptados en
la Hélade, se formó poco a poco el vestido de la Antigüedad griega y, después, romana.
Materiales y colores de la vestimenta griega
Respecto a este tema, a pesar de que no conocemos a ciencia cierta los detalles de la
indumentaria de los dorios, podemos conocer gracias a Heródoto (historiador y geógrafo
griego que vivió entre el 484 y 425 a.C.) que empleaban tejidos de lana, utilizada sobre
todo para la confección de mantos de grandes dimensiones, el himation, y su versión
militar, clámide. Parece que el empleo de este material se debió al origen montañés de
este pueblo. Otro de los materiales empleados para la realización de tejidos fue el lino,
introducido por los jonios, procedente de Egipto, aunque también parece que podía
llegar de Sicilia. Su finura y liviandad provocaron el empleo de una curiosa técnica para
su tratamiento de plisado, consistente en formar primero los pliegues a mano y
mantener a continuación durante algunas horas la tela retorcida y sujetada en lo
extremos.
En el empleo de la lana se conservó el color blanco crudo para la confección de la
mayoría de prendas, pero al parecer el pueblo habría llevado mantos de color oscuro,
rojo o marrón rojizo según Heródoto. También podemos conocer esto a través de un
edicto ateniense que prohibía el uso de estos mantos en el teatro o en los lugares
públicos. Sin embargo, el color no a estado siempre excluido del traje griego, sabiéndose
por Plinio que el pintor Polignoto fue el primero en inaugurar en las mujeres los tintes
vivos que los contemporáneos denominaron colores floridos.
Indumentaria
Diversos historiadores han opinado que Grecia fue para Roma lo que Francia para
Europa en los siglos XVIII y XIX: el centro del arte y del estilo. Aunque salvando las
distancias y sin poder compararlas, la indumentaria de la Antigua Grecia era bastante
sencilla, la mayor parte de las prendas se hacían a partir de un rectángulo de tela donde
el cosido era mínimo, ya que las prendas solían llevarse envueltas o drapeadas.
La Grecia de estos momentos podía considerar como estilos propios cuatro tipos: el
minoico-cretense, el micénico, el arcaico y el clásico. Cada uno de ellos recibe el nombre
de la época en que se desarrollaron y son fiel reflejo de los valores que se dieron en el
momento de su aparición. En la época clásica la atención se fue fijando en
los drapeados, que fueron adquiriendo un mayor refinamiento, cayendo de forma
natural sobre el cuerpo. En su forma ideal el vestido debía ser tan fino hasta el punto de
que no pudiera diferenciarse el cuerpo de la tela, correspondiendo con el ideal artístico
del momento.
Prendas masculinas
La forma primitiva de la indumentaria masculina fue el rectángulo de tela sin costura,
que componía en ocasiones una túnica cuando se encontraba abrochado encima del
hombro izquierdo, dejando libre el derecho y ceñido con un cinturón; en otras ocasiones
formaba un manto cuando el rectángulo envolvía el cuerpo. Esteexomide fue el vestuario
de obreros, artesanos y hombres de guerra; se elaboraba en el propio hogar con la lana
de los rebaños, sirviendo además de manta para la noche, al igual que el manto de lana
de los pastores y guerreros homéricos, la khlaina. A través del continuo uso de
esta túnica, se fue cerrando la abertura que quedaba encima del muslo derecho a través
de unos puntos de costura y se sustituyó el broche del hombro por cintas que pendían
por el pecho o la espalda. Este exomide propició la aparición de la túnica corta provista
de un cinturón o khiton (también lo podéis encontrar comochiton). Este khiton se
llevaba abrochado en el hombro izquierdo con una sola escotadura, o en los dos
hombros, con dos escotaduras. Un segundo cinturón colocado encima del anterior
permitía ablusonar el tejido. Si este vestido se llevaba sin cinturón, flotaba sobre el
cuerpo, utilizándose como ropa de noche; encima se podía colocar una coraza. Si esta
prenda se alargaba se convertía en una túnica masculina que era utilizada en ceremonias
por personajes relevantes y, en las fiestas por músicos y conductores de carros.
Del primitivo exomide resultó además otra prenda masculina: el manto, un rectángulo
de lana de una sola pieza, de grandes dimensiones (2 x 3 m), denominado himation, que
se enrollaba alrededor del cuerpo sin puntos fijos de sujeción. Este manto podía llevarse
solo, dejando libres el hombro y brazo derecho, a la moda espartana o por economía.
Aunque en el siglo I esta forma de llevar el manto sin túnica fue pasando de moda hasta
el extremo de provocar las burlas de los ciudadanos.
Demóstenes. Copia de un original.
Existían diversas formas de llevar el
himation, que se solía llevar encima
de otra prenda. Aquí muestra austeridad.
Prendas femeninas
La indumentaria femenina estuvo constituida desde los primeros tiempos por la gran
pieza de tela rectangular primitiva. Gracias a un testimonio muy exacto de Heródoto,
que confirma el de Homero varios siglos después, sabemos que en las poblaciones dorias
existía un traje femenino llamado dórico (el peplos de Homero), antigua indumentaria
nacional de las mujeres griegas. En Atenas este vestido dórico dio paso al denominado
vestido jónico, representado por la túnica de lino. El peplos antiguo, vestido o prenda
exterior, siguió siendo una especie de chal sujeto por dos fíbulas, completamente abierto
en uno de los costados, siendo el izquierdo el lado preferente. Se trata del peplos abierto,
que generalmente no se ceñía a la cintura. Las griegas, preocupadas por el pudor,
decidieron cerrar esta prenda, dándose paso al peplos cerrado. Resultaba fácil replegar
una parte y doblarla, sirviendo para tapar la cabeza en caso de que fuera necesario.
Finalmente, con o sin la utilización de un cinturón encima del doblez, el peplos -abierto
o cerrado- se prestaba a formas de atuendo muy similares a las de la túnica, y su
descripción se presta a confusión con el khiton.
Forma del peplos, con una sola abertura a un lado del cuerpo y el doblez
El vestido largo confeccionado con lino, de origen jónico, era la túnica, a pesar de que su
correcta denominación es khiton; se trata de una especie de tejido cuyos laterales se
encontraban unidos por una costura. Una serie de fíbulas unían los bordes superiores de
la prenda, encima de los hombros y a lo largo de los brazos, dejando una abertura para
poder pasar la cabeza. La tela que se empleaba podía llegar a medir hasta tres metros de
anchura. Esta prenda estuvo de moda la mismo tiempo que se utilizaba elpeplos dórico.
Túnica o khiton, donde se pueden ver las "costuras" o
sujeciones en los bordes superiores (hombros). También
vemos el empleo del manto y diferentes formas de empleo.
Encima de la túnica, las mujeres solían utilizar el manto masculino, el himation,
abrochado en uno de los hombros y dejando caer el extremo hacia delante. El traje
jónico comprendía al mismo tiempo el pharos, un manto de lino, y un largo echarpe
oblicuo, formado por una bolsa de tela.
Diferentes formas de acomodación de las prendas que hemos mencionado.
Tocados y calzados
Los griegos solían cubrir su cabeza con un sombrero combado parecido al sombrero
nicense actual, la tholia. Este tipo de sombrero es el que podemos encontrar en las
denominadas figurillas de Tanagra (figurillas de pequeño tamaño, de terracota,
policromadas y descubiertas por casualidad en 1870 en Beocia).
En cuanto al calzado, la sandalia, común a ambos sexos, era lo habitual. Se sujetaba de
formas muy diversas; las correas eran ligeras, quedando el pie casi desnudo. Había un
tipo de sandalias que eran de color púrpura, con el orillo oculto en los bordes, sujetadas
a un broche en forma de florón (adorno en forma de flor), alargado por medio de
pequeños cordones de cuero trenzado. Otras sandalias eran más sencillas, con correas en
abanico que pasaban entre los dedos de los pies. Las suelas de este calzado se
encontraban guarnecidas de clavos. Se conoce una sandalia procedente del Bajo Egipto,
utilizadas seguramente por cortesanas griegas de Alejandría, cuyos clavos dibujaban en
el suelo la palabraSígueme.
Supuestas sandalias de una cortesana. Se puede leer Sigue mis pasos.
No puedo confirmar que sean originales ni en qué museo se
encuentran.
Jueves 26 de mayo de 2011
La indumentaria de la Antigua
Roma
Contexto histórico
Nos cuenta la leyenda que la ciudad de Roma fue fundada el 21 de abril del año 753 a.C. por
Rómulo y Remo, aunque es nuestro deber indicar que los arqueólogos han descubierto vestigios
de la Edad del Bronce, del 1500 a.C. aproximadamente. Roma se encontraba situada en un punto
estratégico: en la colina del Palatino, en la orilla izquierda del río Tíber y a unos 25 kilómetros
del mar. Al parecer, según la leyenda, los dos hermanos gobernaron la ciudad durante un tiempo
hasta que Rómulo asesinó a Remo y reinó en solitario hasta el 715 a.C. Se cree que su sucesor,
Numa Pompilio, fue el fundador de la ley romana y de sus prácticas religiosas (creó el primer
colegio sacerdotal) y fue el primero en dividir el año en doce meses. Se calcula que para el siglo
VII a.C. los romanos se habían unido con los sabinos, un pueblo vecino, y la ciudad se había
convertido en la más poderosa del Lacio (centro-oeste de Italia) cuando los etruscos la
conquistaron alrededor del 616 a.C. El tercer rey etrusco fue depuesto en el año 510, decretando
el Senado que Roma se convertía en una República; el Senado, compuesto por patricios
(miembros de las antiguas familias nobles), había sido creado como órgano consultivo para los
reyes, pero en aquel momento asumió el control. La República duró unos 480 años.
A medida que fue pasando el tiempo, el poder de Roma, su influencia y su territorio crecieron de
forma nunca antes vista, la ciudad había vencido a sus rivales más poderosos, los cartagineses, y
dominaba muchos de los territorios gobernados por Grecia, Egipto incluido. El éxito de la ciudad
que se convirtió en Imperio se basaba en la fuerza del ejército, al cual debía alistarse
obligatoriamente un ciudadano de cada propiedad. El final de la época republicana estuvo
salpicada por luchas por el poder protagonizadas por Julio César, Pompeyo, Marco Antonio y
Octavio; finalmente éste resultó vencedor en el 27 a.C. –conocido como César Augusto, fue
adoptado en el 44 por César- y fue nombrado princeps, primer ciudadano, en lugar de rey. Más
de cuarenta años después le sucedió Tiberio, un hijastro adoptado; a éste le sucedieron Calígula,
Claudio (que conquistó el sur de Britania) y Nerón, un derrochador del que se sospecha que
incendió parte de la ciudad romana para construir un enorme palacio. En aquellos momentos el
Senado trató de recuperar la autoridad perdida sobre el ejército, que servía a los emperadores, y
proclamó como emperador a Nerva, un anciano hombre de estado, que eligió como sucesor a
Trajano, soldado de Hispania (de Itálica concretamente, cerca de la ciudad andaluza de Sevilla).
Durante el mandato del emperador “andaluz” se ampliaron los territorios del Imperio con las
conquistas de Oriente pero Adriano, su sucesor, tuvo que renunciar a ellos. Antonino Pío, Marco
Aurelio y Lucio Vero, mantuvieron la estabilidad del Imperio pero con el reinado de Cómodo,
hijo de Marco Aurelio, comenzó el declive. Las crisis económicas, la corrupción, la inflación, los
levantamientos, los ataques en la frontera, las guerras civiles y las luchas por el poder supusieron
el conjunto de problemas que harían irrecuperable la estabilidad del Imperio. Diocleciano (284-
305) dividió el Imperio en cuatro regiones, todas ellas bajo su mando pero tras años de conflictos
entre los gobernantes de las mismas, Constantino (306-337) se hizo con el control absoluto.
Trasladó la capital del Imperio a Bizancio, cuyo nombre cambió por el de Constantinopla en el
330. Para el 395 el Imperio estaba dividido en dos: el Imperio de Oriente y el de Occidente, que
seguía desmoronándose. Los visigodos, pueblo bárbaro, invadieron Roma en el 410
(desplazándose después hasta Hispania, conquistándola por completo Eurico, salvo la zona
gallega) y en el 455 los vándalos. En el año 476 el último emperador del Imperio de Occidente
fue derrocado por el germano Odoacro, mientras que el de Oriente perduraba hasta el 1453,
conociéndose hoy como Imperio Bizantino.
Reconstrucción de la Antigua Roma
El poder que Roma desarrolló, propició que una parte del territorio disfrutara de un largo periodo
de paz, pero los romanos eran con frecuencia señores tiránicos: esclavizaban a sus prisioneros,
explotaban las tierras conquistadas y cargaban de impuestos a sus ocupantes. Muchos adoptaron
su estilo de vida y sus creencias, mientras que los romanos solían respetar la cultura y creencias
siempre que no atentaran contra la política o supusieran un gran problema, como lo fue el
Cristianismo en sus primeros momentos. En los territorios que fueron conquistados, los romanos
construyeron ciudades basadas en un mismo plano, con un foro destinado a las reuniones
públicas –en ocasiones con una basílica, un edificio público destinado a mercado, transacciones
financieras, culto o administración de la justicia-, termas, teatros y templos. Además se
construyeron y llevaron a cabo diversas infraestructuras como puentes, calzadas, acueductos,
monumentos públicos, etc. La cultura y el pensamiento romanos se vieron influidos por la cultura
y el pensamiento griegos, sin embargo, la ley y el modo de gobierno eran de creación propia. El
gobierno regulaba todos los aspectos sociales: política, arte, cultura y modo de vestir.
Indumentaria
Lo que podemos conocer acerca de la forma de vida de los romanos se centra, sobre todo, en el
conocimiento sobre las clases altas; la mayor parte de lo que sabemos acerca de la indumentaria
romana se refiere a la que llevaban las clases altas. Cuando el poder de Roma se encontraba en su
punto álgido, su manera de vestir influyó en la vestimenta de aquellos territorios que había
conquistado, como Hispania, Britania y Germania; aunque debemos tener presente que la
indumentaria romana era una amalgama de tipos ya que había recibido influencias del vestido de
etruscos y griegos y, en menor grado, de algunos elementos procedentes de las tierras
conquistadas. Los romanos dividían sus prendas de vestir en dos principales categorías:
las indumenta, conjunto de prendas que se pasaban por la cabeza y que sólo se quitaban para
dormir, y el amictus, vestimenta que se enrollaba o se drapeaba alrededor del cuerpo. La gran
variedad de climas que había en el Imperio Romano propició que se diera un paso fundamental
para la historia de la moda: el concepto de ropa de temporada; las prendas se orientaron hacia las
estaciones y condiciones ambientales específicas. La ropa empleada para el exterior incluía, entre
otras prendas, mitones, ponchos y pantalones que, según se piensa, se tomaron de los germanos.
Prendas femeninas
Existían diversas prendas de vestir que eran comunes a ambos sexos, y parece ser que su
diversidad se debía más bien a la variedad de sus denominaciones, que a sus particularidades
fundamentales. Aunque los tejidos y colores diferenciaban las prendas masculinas de las
femeninas, la vestimenta de la mujer tendía a estar hecha con tejidos ligeros como el algodón o la
seda de la India, y en gran variedad de colores como el azul, el amarillo, el rojo claro, incluso
Ovidio apuntaba al uso del verde marino, azul cerúleo y el encarnado.
Escultura de una mujer romana
año 100 - 110, con stola y palla
A diferencia de la ropa masculina, el vestido de la mujer experimentó cambios escasos. Lo que
era específicamente femenino era el sostén, que se adjuntaba a la pampanilla o falda más o menos
ajustada como prenda interior. La prenda principal del vestuario de las mujeres romanas era
la estola, que en un primer momento fue elaborada de lana, más adelante estuvo disponible en
otros materiales como el algodón y el hilo, y las mujeres ricas la tenían realizada en seda. Esta
prenda era más holgada que la túnica, llegaba hasta los tobillos y poseía amplias
mangas. La estola se sujetaba a las caderas mediante un cinturón ancho y plano
denominado succinta, y debajo del pecho por otro cinturón, el cingulum. Las estolas se
confeccionaban en diferentes colores, y a veces la tela se bordaba con hilo de oro. Debajo, las
mujeres podían llevar una subucula, un vestido suelto sin mangas, así como el strophium, un
corpiño hecho de tela sin almidonar.
Las patricias romanas vestían una túnica corta confeccionada con sedería de lujo y adornada con
flecos y guarniciones de oro. Sobre ella se colocaban, bien el supparum de tela de medias
mangas, que parece haber sido una prenda corta de encima, o la palla, una gran pieza de tejido
cuadrado o rectangular, plegada a lo largo y sujetada en cada hombro mediante una fíbula.
También utilizaron la alicula, una pelerina-capa corta que cubría la parte superior de los brazos.
A partir del siglo II, un fular, un pañuelo, un abanico y una sombrilla durante la época del buen
tiempo completaban el atuendo de una mujer elegante.
Las mujeres de clase alta nunca abandonaban sus hogares solas.
Aquí aparecen representadas unas mujeres de la nobleza romana
(izquierda y centro) que van acompañadas de una esclava o sirvienta.
Las mujeres del pueblo llano, al igual que los hombres, utilizaban el bardocucullus, una capa
probablemente de origen galo, con capucha y mangas.
Durante los últimos momentos de la República, las influencias extranjeras y probablemente la
importación de modas orientales hicieron que se multiplicara en las telas, con el nombre
de segmenta, unas ornamentaciones superpuestas: galones, flecos, bordados de toda clase que
representaban incluso escenas con figuras. Todo esto recargó la indumentaria, sobre todo la de las
mujeres.
La búsqueda del color y de la materia, más que de la forma, distinguía la indumentaria de las
mujeres de la de los hombres. En lugar de lino y de la lana, las mujeres preferían, debido a su
suavidad y poco peso, la seda que llegaba a Roma a través de las rutas de tierra del Imperio o por
el cabotaje indio y luego egipcio.
Imagen en la que podemos observar la vida diaria romana. Fresco procedente de la Villa de los
Misterios, Pompeya.
Las bodas aldobrandinas, época imperial. La esposa, sentada en la cama, lleva el gran manto de
color azafrán y el velo flammeum, colocado sobre seis tiras tubulares, que le oculta la frente.
Representación del rapto de Europa en una pintura romana hallada en Pompeya.
Prendas masculinas
El subligaculum parece que debió
ser algo así, como lo que se nos
presenta en la imagen.
A comienzos de la época republicana, los hombres romanos vestían de manera sencilla, llevando
únicamente una falda corta. Esta prenda era conocía con los nombres
de subligaculum olicinium; se hacía de hilo y se anudaba en la cintura. En tiempos del Imperio,
sólo se permitía utilizar esta prenda a los atletas y obreros, éstos se la colocaban bajo la túnica.
Al igual que los griegos, los romanos utilizaban dos prendas básicas, la túnica y el capote. La
túnica básica de manga corta se llevaba en casa; se trataba de una adaptación del chiton griego, y
el modelo más sencillo estaba formado por dos piezas de lana unidas por los hombros y por los
costados, con aberturas para la cabeza y los brazos, y se sujetaba a la cintura con un cinturón.
También podía llevarse en lugares públicos con una faja, que podía estar provista de un
portamonedas para guardar el dinero y otros cosas. En el periodo de la República se llevaba a la
altura de la rodilla, pero durante el Imperio se alargó hasta el tobillo. Algunos estilos
de túnica correspondían al rango social de su portador mientras que otros se llevaban en
ocasiones más concretas:
Tunica angusti clavi. Era un tipo de túnica que la llevaban caballeros y jueces. Se
encontraba decorada con dos tiras finas de color púrpura, una en cada hombro.
Tunica laticlavia. La llevaban los senadores. Ésta presentaba franjas más anchas de color
púrpura.
Tunica palmata. Era la que utilizaban los generales victoriosos. Se basaba en un conjunto
de dos piezas y se llevaba con la toga picta. Las dos piezas estaban realizadas en seda de color
púrpura, bordada con hilo de oro. También se decoraba con diversas escenas militares.
Tunica recta. Era una túnica sin faja que llevaban los hombres y las mujeres jóvenes
cuando se casaban.
Subucula y túnica exteriodum. Eran dos túnicas que se llevaban juntas, con
la subucula debajo.
Caracalla. Se trataba de una túnica que llegaba a la altura del tobillo. Latúnica fue de uso
generalizado hasta el siglo III d.C.
Los orígenes de la toga, que quizás sea la prenda romana más conocida, se remontan hasta
el himation griego y la tebenna etrusca. Los romanos la incluyeron a su vestuario hacia el siglo
VI a.C. En los primeros momentos esta prenda se llevaba sobre una falda corta y, más adelante,
sobre una túnica. Estaba confeccionada con una pieza oval de lana, muy pequeña al principio,
pero que con el tiempo fue aumentando de tamaño hasta que, durante el último siglo de la
República y los primeros tiempos del Imperio, llegó a medir hasta 5,5 metros de largo y 3,5
metros de ancho, aproximadamente. Su enorme tamaño implicaba que para su colocación hiciera
falta la ayuda de un esclavo, con la intención de que quedara bien drapeada. La toga imperial de
los siglos I y II d.C. era aún mayor (unos seis metros de largo). No obstante, éste era un modelo
extraordinario, que sólo llevaban los ciudadanos romanos importantes. Esclavos, mujeres y
extranjeros no podían llevar la toga ya que se trataba de una prenda reservada para los
ciudadanos romanos, especialmente las clases acomodadas -esta prenda, por tanto, es un signo de
poder ya que debido a sus dimensiones, no la podía llevar la gente trabajadora ya que dificultaría
su labor por lo que estaba destinada a personas que no desarrollaban trabajo alguno-. Al igual que
ocurría con la túnica, la decoración de la toga, su color y su forma denotaban la posición social
de quien la llevaba. El lugar que un ciudadano ocupaba en la sociedad era algo sobre lo que no
cabía la menor duda si se observaba el color de su toga y la manera en que ésta le envolvía el
cuerpo. La manera de doblar la toga fue cambiando con el tiempo y las modas imperantes, en
ocasiones especiales, podía doblarse de modo diferente para transmitir un significado concreto,
por ejemplo, la toga pulla, que se llevaba durante el periodo de luto, tenía un pliegue de tela que
cubría la cabeza. Entre los distintos tipos de togas se encuentran las siguientes:
Toga candida. La llevaban los candidatos a un cargo público. Se parecía a la toga virilis,
que utilizaban los hombres jóvenes, con la única diferencia de que se blanqueaba la lana para
eliminar el tono amarillento de las fibras naturales. Los candidatos llevaban a menudo esta toga
sin una túnica debajo. Según Plutarco, este modo de vestir les permitía hacer alarde de las
cicatrices de batalla.
Toga picta. Era la que llevaban los generales romanos en ocasiones especiales. Esta
prenda, que era propiedad del Estado, se prestaba a los generales para que la utilizaran en
ocasiones solemnes, y representaba la victoria. Más adelante se usó como prenda oficial del
emperador y se reservó para él.
Toga pulla. La llevaban los dolientes (era la vestimenta de luto), y era de color negro,
marrón oscuro o gris.
Toga trabea. La había de tres tipos: si toda era de color púrpura, significaba que quien la
llevaba era una persona espiritual o que estaba en contacto con los dioses; púrpura y blanco eran
los colores de los gobernadores de la República, mientras que los tonos púrpura y carmesí con
rayas se reservaban a los augures.
De izquierda derecha podemos ver a un orador público, un senador, un
ciudadano y un jinete. Por el tono de las prendas -colores oscuros-
que lleva el ciudadano, parece que estuviera de luto.
A medida que el Imperio romano iba ampliando sus territorios hacia el norte, las condiciones
climáticas, más rigurosas que en la Península Italiana, convirtieron en una necesidad la ropa de
abrigo. La prenda exterior más usada fue la lacerna, un capote hecho con una pieza rectangular
de lana de extremos redondeados, aunque en las regiones más septentrionales del Imperio se
confeccionaba con fieltro, y en ocasiones tenía una capucha que se podía quitar y poner. Entre las
prendas exteriores que llevaban los hombres se encontraban las siguientes:
Sagum. Los soldados copiaron de los galos este práctico chal, similar a una manta, en
distintos tonos de lana roja.
Pallium. De un estilo similar al himation, era una capa corta y rectangular.
Paludamentum. Esta prenda, que llevaban los generales romanos, era una versión
agrandada de la clámide griega. Se sujetaba en el hombro derecho con un broche.
Paenula. Era una capa de lana para la lluvia, a menudo con cuello y capucha en punta,
que llevaban principalmente los campesinos.
Casula. Se trataba de un chal similar a un poncho.
Busto de Julio César. Vemos el paludamentum sujetado
en el hombro derecho con un broche
Esclavo vistiendo a su señor con la toga
Calzado
No existió una gran diferencia entre las formas del calzado que usaron los griegos y los romanos,
ya que estos últimos adoptaron en lo esencial las modas de Atenas. En los dos pueblos, la
diferencia entre el pie derecho y el izquierdo era muy clara, sin embargo, mientras que en Grecia
y los territorios de Oriente el ir con el pie desnudo no era una señal de casta ni de miseria, ciertos
tipos de calzado llegaron a ser en Roma la señal distintiva de las clases sociales.
El modelo más primitivo y común, cuyo uso se perpetuó durante largo tiempo en Italia, era
la carbatina, una sandalia hecha al parecer de un trozo de piel de buey cruda, levantada en los
bordes y en la zona de los dedos de los pies y sujetada en la garganta (¡del pie claro!). Este
calzado, de hechura bastante tosca, fue utilizado principalmente por los campesinos. El calzado
habitual para el exterior, común a hombres y mujeres, era el calceus, zapato bajo de suela de
cuero y de correas entrecruzadas que envolvían el pie e incluso parte de la pierna; este tipo de
calzado caracterizaba al ciudadano romano, porque los esclavos no podían llevarlo. La bota que
subía hasta la pantorrilla y se ataba con zarrias era de uso corriente en el campo ya que protegía la
pierna por completo de picaduras de insectos, cortes, arañazos, etc. Se denominaban pero, era de
suela herrada y de cuero natural crudo. En las épocas de mal tiempo los romanos llevaban botas
abiertas o cerradas, era lo que se conocía como gallicae, nombre que hace pensar que ese tipo de
calzado se tomó de los galos. Los hombres tenían una mayor variedad de calzado, que podía ser
de diferentes colores y materiales -según el nivel adquisitivo de la persona-, el calzado femenino
era menos variado.
Calzado romano de cuero. Procedente
de Oiasso, Irún (País Vasco).
Calzado romano, pie derecho, 200 a.C.
Hallado en Maguncia
Carbatina de cuero, pie izquierdo, 142-180 a.C.
Conjunto de calzado romano
Publicado por Marina en 18:17 0 comentarios
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Etiquetas: Antigüedad
Lunes 20 de junio de 2011
El vestido en el Imperio Bizantino
Mapa de la extensión del Imperio Bizantino
Contexto histórico
En sus orígenes, Bizancio fue una colonia fundada en el 660 a. C. por emigrantes
egipcios procedentes de Megara, pero para el 330 d. C. la ciudad pasó a denominarse
Constantinopla debido a que el emperador Constantino el Grande, que gobernó entre el
324 y el 337, la volvió a fundar y le puso su nombre. El nombre oficial
eraConstantinopolis nea Roma -la ciudad de Constantino que es la nueva Roma-. La
ciudad, que vivió un desarrollo extraordinario, se encontraba situada en la orilla europea
del Bósforo, un lugar estratégico del que Constantino se dio cuenta, con un grandioso
puerto que la convertiría, con el paso de los años, en el nexo esencial entre Oriente y
Occidente. El emperador Teodosio fue el último que gobernó sobre el Imperio Romano
indiviso. Durante su mandato (379-395) realizó un cambio fundamental para la sociedad
bizantina: convirtió la forma católica romana de Cristianismo en la religión oficial,
culminándose entonces el ascenso del catolicismo, que dejó de ser una religión
clandestina durante este proceso iniciado por Constantino. Tras la muerte de Teodosio el
Imperio quedó dividido entre sus dos hijos: Honorio, que se quedó con la zona
occidental, y Arcadio, que se hizo cargo de la oriental. Al caer la ciudad de Roma en las
manos de los invasores germanos en el año 476, Constantinopla se convirtió en la capital
de lo que quedaba del Imperio Romano.
Tras la caída de Roma, la función conectora de la ciudad entre Oriente y Occidente se
hizo más importante; las mercancías más lujosas, como la seda, llegaban procedentes de
Asia, por mar en un principio ya que más adelante, seda, perfumes y especias llegaban
por tierra a través de Persia –aunque a partir del descubrimiento de la fabricación de la
seda en el 552, disminuyó el comercio de la misma con esta ciudad-. Al mismo tiempo,
Constantinopla exportaba a las cortes, iglesias y monasterios una enorme cantidad de
productos bizantinos: obras de arte, porcelana, cristal, incienso, perfumes, vestiduras,
etc. Los prósperos bazares de la ciudad eran el lugar de encuentro de la población
multirracial que la habitaba, produciéndose transacciones comerciales de todo tipo y de
toda procedencia: seda de China, pimienta de Malabar, piedras preciosas y
semipreciosas, sándalo de Indochina almizcle del valle del Indo…
Vista de Santa Sofía
Justiniano I, emperador desde 527 a 565, y su esposa Teodora, pasaron a la historia
como los más célebres gobernantes de Bizancio, no sólo por lo que representaron sino
también por lo que hicieron. Su ascenso al poder fue algo insólito ya que él era un
campesino procedente de los Balcanes que escaló posiciones gracias a un diligente
servicio en la legión, y ella era hija de un cuidador de osos del anfiteatro de
Constantinopla, al tiempo se convirtió en “actriz” y bailarina (posiblemente un
eufemismo de prostituta). Su encuentro y posterior matrimonio tuvo un gran impacto en
la dirección del Imperio. Esta época se ha considerado como el momento culmen de la
cultura bizantina, ya que el emperador promovió una compilación y recodificación del
derecho romano, base de la teoría del derecho en Europa hasta el siglo XIX. Así mismo,
encargó a los arquitectos Antemio e Isidoro la construcción de la espectacular iglesia de
Santa Sofía entre los años 532 y 537; además fomentó la creación de esmaltes, mosaicos
y orfebrería con oro y plata, así como la fabricación de tejidos de seda. Justiniano y
Teodora, con su pasión por la solemnidad y su deseo de suntuosidad, personificaron el
recargado estilo bizantino. La indumentaria cotidiana de los emperadores estaba
formada por sedas holgadas y brocados con perlas orientales y piedras preciosas. Sus
tronos eran de oro y se rodeaban de cortesanos que atendían todos sus caprichos. La
ostentación de la pareja podía verse reflejada en el palacio en el que vivían, construido
en el siglo V. Teodora dirigía toda una comitiva que llenó el palacio de todo tipo de
objetos de lujo elaborados por los mejores artesanos bizantinos, así como otros
productos importados de Oriente. En el exterior, el jardín imperial tenía un sendero de
mármol por el que paseaban ibis, pavos reales y faisanes entre fuentes de agua
perfumada.
El mecenazgo cultural de Justiniano y el estilo de vida de la corte fueron notorios,
mientras que la destreza militar no gozaba de tanto esplendor: la reconquista del norte
de África y de la península italiana fue efímera, y el fin de su reinado estuvo marcado por
la guerra contra los persas, las invasiones de las tribus búlgaras y eslavas, y el brote y
propagación de la peste bubónica. El Imperio Bizantino no alcanzaría de nuevo tanto
esplendor. En los siglos VIII y IX se produjo una ruptura entre los emperadores y la
Iglesia por la cuestión de si el uso de iconos llevaba a la idolatría. También hubo roces
por la presencia de los papas en Roma debido a que algunos pretendían interferir en
materias que correspondían al emperador. Otro problema fue el ascenso del feudalismo,
que propiciaba la concentración de tierras y riquezas en manos de unas pocas familias
poderosas. Aunque fueron las cruzadas, a partir del siglo XI, las que provocaron el
desmoronamiento del Imperio Bizantino ya que, tratando de defenderse de las
incursiones de los turcos selyúcidas, a finales del siglo XI el emperador Alejo I Comneno
pidió ayuda a Venecia y al papa. Se organizaron entonces las cruzadas, una serie de
incursiones de saqueo contra los turcos –con la colaboración de alianzas- con el objetivo
de reconquistar Tierra Santa para la cristiandad, tener acceso a las rutas comerciales de
Oriente y reunificar los imperios de Oriente y Occidente bajo el poder del papado. El
imperio fue aplastado por la cuarta cruzada y Constantinopla cayó en manos de los
venecianos y los cruzados en el 1204, si bien fue reconquistada por los griegos en el año
1261. En 1453, el último emperador bizantino, Constantino IX Dragases, murió
defendiendo del ejército turco del sultán Mehmet II lo que en otro tiempo había sido una
gran capital imperial.
Indumentaria
El estilo bizantino se trataba de una mezcla de los estilos griego y romano con la
suntuosidad oriental y asiática; con el tiempo, este modelo influiría en la indumentaria
medieval y renacentista. Según lo que ya hemos visto en temas anteriores y entendiendo
que la indumentaria bizantina posee reminiscencias de la Antigüedad Clásica (Grecia y
Roma), las prendas tenían un corte sencillo, siendo la prenda más habitual de la época la
túnica en forma de T. Asimismo, podemos ver como los cónsules bizantinos también
usaban la toga, prenda que mantuvieron hasta el siglo VI. Sin embargo, la incorporación
de tejidos de vivos colores, borlas, flecos y bordados con adornos de joyería, todo de
procedencia oriental, supuso una importante innovación en la indumentaria del
Imperio. Los motivos que se representaban en los bordados podían ser motivos
religiosos así como temas florales o formas geométricas de estilo oriental. La vestimenta
era indicativa de la prominencia y el rango social, cosa que quedó subrayada después del
Concilio de Nicea en el 325, en el que participó Constantino, cuyo atuendo para la
importante ocasión fue descrito como solemne y espléndido. Al parecer vistió
una toga púrpura con bordados de oro y joyas incrustadas, calzaba altos coturnos rojos y
lucía una tiara. A partir de ese momento, en todo Bizancio la vestimenta se convirtió en
un símbolo de primacía y categoría social.
Los emperadores, quienes tenían la doble función de jefes de Estado y de la Iglesia,
vivían rodeados de grandes lujos, aunque su estilo de vida estaba rígidamente regulado y
regido por las ceremonias. El protocolo se encargaba de organizar cualquier ocasión, y
otorgaba los detalles como el vestido, la corona y las joyas; por ejemplo, sólo la realeza
podía utilizar el color púrpura real. Parece que este color estaba basado en el púrpura de
la toga picta, pero las técnicas para su fabricación eran el secreto mejor guardado por los
manufactureros reales. Pero además de la opulencia y el esplendor, el Cristianismo
ejerció una importante influencia en la indumentaria bizantina. Las mujeres se cubrían
manos y caras, y los hombres llevaban pantalón bajo la toga.
Como ya se ha mencionado, en las prendas se bordaban escenas religiosas de tradición
cristiana así como motivos simbólicos. Los mosaicos de la iglesia de San Vital, en
Rávena, nos muestran cómo vestía el emperador, que nos recuerda a estilos de la
vestimenta eclesiástica. Esto se debe a que en un primer momento no había distinción
entre la indumentaria de clérigos y la del resto de la población, pero más adelante se
promovieron disposiciones en las que se prohibía al clero seguir la última moda.
Mosaico de la iglesia de San Vital, Rávena. El emperador Justiniano lleva
una toga púrpura con bordados
de oro. El arzobispo Maximiano (el tercero a la derecha) viste pallium y estola,
y sus dos diáconos (a la derecha) llevan la túnica laticlavia.
Prendas femeninas
La vestimenta de la mujer compartía características con la del hombre: ambas ocultaban
la silueta y tenían varias capas. La primera de estas capas, para la mujer, consistía en
una prenda interior que era ajustada y llegaba hasta los tobillos. Luego se colocaban un
vestido tipo túnica, más corto, que dejaba ver la primera prenda; este vestido podía ir
ajustado o ceñido a la altura de la cintura o por encima de ella. Las mujeres bizantinas
solían llevar una estola romana y en algunas ocasiones, incluso dos a la vez. A menudo,
encima de la estola se colocaban una palla (manto). Algunas mujeres utilizaban velo,
que se confeccionaba con una pieza larga de tejido que unas veces se dejaba caer por
detrás de la cabeza y otras se doblaba por delante de forma que cubriera el brazo. Las
largas túnicas de cuello alto de Teodora conjugaban perfectamente con la obsesión de la
época por ocultar la silueta corporal. Sus lujosos vestidos de seda se encontraban
adornados con pedrerías y espléndidos bordados de oro. Collares de perlas, esmeraldas y
rubíes ornaban su esbelto cuello y, para las ceremonias, lucía una pesada corona de oro
cargada de cadenas de perlas y esmeraldas que le llegaban hasta el pecho.
Mosaico de la iglesia de San Vital, Rávena. La emperatriz Teodora aparece en esta
secuencia con sus damas de compañía. Las prendas son de seda estampada con ribetes
de color bordados.
Las mujeres visten largas túnicas con capa y tablion.
Detalle del mosaico donde se puede observar la corona de la
emperatriz.
Este grupo de mujeres bizantinas, que aparecen en un mosaico de principios del
siglo XIV, llevan la ropa característica de la época. Las prendas presentan
una decoración recargada y lujosa; están cubiertas de perlas y
piedras preciosas, y adornadas con ribetes de oro.
Prendas masculinas
En los primeros tiempos de Bizancio, los hombres pertenecientes a la clase alta vestían a
la manera de Roma. Las diferentes capas de ropa se encontraban dispuestas de modo
que ocultaban la forma del cuerpo. Primero se colocaban la ropa interior, normalmente
una túnica blanca de manga larga, ajustada y que llegaba hasta las rodillas o hasta los
tobillos. Encima iba la dalmática, una túnica con mangas largas y anchas que a veces
podía sustituir a la primera túnica. La dalmática debía su nombre a su lugar de origen,
Dalmacia, y era de color rojo y dorado. Hasta el siglo VI d.C., la mayoría de los
ciudadanos bizantinos vestían toga, pero más adelante su uso quedó restringido a los
cónsules y fue sustituida por una capa. Había tres tipos de capa, todas de origen romano.
En el mosaico de la iglesia de San Vital, en Rávena, se representa a Justiniano con el
primer tipo de ellas, compuesta por un simple rectángulo de tejido que cubría la espalda
y llegaba hasta los pies. El segundo tipo consistía en una pieza semicircular sujeta a los
hombros, el tercero era una capa circular, muy similar a lapaenula romana, cosida
delante por una abertura para la cabeza y, a veces, con una capucha que se podía quitar y
poner. Además existía otra alternativa a la toga: la clámide griega, que en ocasiones se
combinaba con una pieza cuadrada de tejido bordado denominado tablion.
Entre los siglos V y VI los hombres de clase media llevaban la túnica, que tenía el escote
adornado y era más larga que la túnica de los cortesanos. Los sacerdotes y la nobleza
también llevaban el pallium, que, a pesar de tener el mismo nombre que la capa romana,
era completamente distinto: consistía en una tira de tejido de unos veinte centímetros de
ancho, exquisitamente decorada, que iba enrollada alrededor del cuello. Debajo de la
túnica, los hombres solían llevar una prenda denominada hosa –unas mallas de lana o
de otro tejido- o un braco –pantalón bombacho-. A partir del siglo VI, comenzaron a
utilizar calzones o pantalones.
Reyes Magos en un mosaico de San Vital. En esta escena podemos observar
perfectamente las hosas,
esa especie de malla ajustada a la pierna. Normalmente se llevaban metidas dentro de un
calzado que llegaba a mitad de la pierna.
Detalle de un mosaico de la catedral de
Hagia Sofía, en Estambul, que muestra al emperador Constantino con sus vestiduras
imperiales (s. XI).
El Génesis: José y la mujer de Putifar, siglo VI. Biblioteca Nacional, Viena.
Podemos ver tanto en hombre como en mujeres ropajes que nos recuerdan a
griegos y romanos. Los hombres llevan hosas y capas, las mujeres túnicas y capa, y
también velo. Alguna de estas túnicas femeninas
poseen bordados dorados dibujando unas franjas.
Los tejidos
Damasco, seda, terciopelo, tafetán, algodón, lana, brocados… Los bizantinos elaboraban
los vestidos imperiales con una gran variedad de tejidos. El uso de telas suntuosas
distinguía su indumentaria de la de otras civilizaciones.
La introducción de la fabricación de la seda en Europa constituye una de sus mayores
aportaciones a la historia de la moda. Al principio, la seda llegaba a Constantinopla a
través de la interminable ruta comercial procedente de China, que pasaba por Oriente
Próximo. El proceso de elaboración de la seda fue un misterio durante largo tiempo ya
que para muchos era inconcebible que el tejido más lujoso que existía estuviera
producido por gusanos. Finalmente fue en el año 552 cuando se resolvió el enigma, y
todos los incrédulos quedaron convencidos cuando dos monjes persas transportaron
clandestinamente una rama hueca de bambú, en la que se escondían centenares de
huevos de gusanos de seda y las semillas de morera necesarias para plantar los árboles
de cuyas hojas se alimentan estos animales. Un vez que se consiguió fabricar
regularmente seda en el Imperio, se acabó el monopolio de Oriente. Los bizantinos
comenzaron a fabricar una variedad de seda que se conoce con el nombre de samite:
presentaba una textura densa y fuerte, parecida a lo que hoy conocemos como brocado, y
su tacto, más basto, encajaba a la perfección con el estilo imperial bizantino, imponente
y efectista.
A veces se bordaba con hilo de oro o se combinaba con piezas de tela de oro. No
obstante, el Imperio siguió importando ocasionalmente seda de China en forma
detogas con dragones bordados. La demanda de este material jamás disminuyó, puesto
que denotaba una posición social elevada.
Calzado
El calzado de hombres y mujeres estaba fuertemente influido por los materiales y los
colores empleados en Oriente. A menudo era de seda bordada y estaba decorado con oro
y pedrería en tonos que iban desde el negro, gris y marrón hasta el verde, azul, ciruela,
violeta y rojo intensos. Eran comunes las botas de media caña, así como las zapatillas
con pedrería. Teodora llegó incluso a calzar zapatos de oro. Los obreros solían llevar
botas de caña alta.
Nota personal: espero que podáis perdonarme porque quizás este es el tema menos
ilustrado pero a veces buscar lo que uno quiere resulta muy difícil. Espero que lo que he
puesto os haya servido para haceros una idea. Además debo deciros que, como suele
pasar en todas las épocas, de los vestidos que más conocimiento podemos tener se trata
de los usados por la nobleza y la realeza, ya iréis viendo a lo largo de los temas que vaya
subiendo (¡¡¡aún queda mucho!!!). Gracias a todos, un saludo!!!
Publicado por Marina en 00:31 1 comentarios
Viernes 8 de julio de 2011
La indumentaria de la Edad Media europea
(general) * En primer lugar quisiera hacer una aclaración en referencia al título del tema. Cuando
indico entre paréntesis general quiero hacer saber que voy a hablar de forma general,
conociendo y haciendo saber que existen particularismos que más adelante iremos
viendo, dentro de la Edad Media.
Dejando a un lado la aclaración anterior podemos comenzar con el desarrollo del tema,
para lo cual debemos tener en cuenta que la Edad Media, el Medievo o Medioevo es el
periodo histórico de la civilización occidental comprendido entre los siglos V y XV.
Normalmente se sitúa su inicio en el año 476, año de la caída del Imperio Romano de
Occidente, y su final en el 1492, año del descubrimiento de América, o en el año 1453
cuando cae el Imperio Bizantino (del que ya hemos hablado). Es curioso apuntar que
este mismo año de 1453 también se inventó la imprenta y finalizó la Guerra de los Cien
Años.
Así mismo, debemos tener en cuenta para su estudio, que este periodo ha tardado
bastante tiempo en ser definido e incluso hoy en día se siguen discutiendo sus límites
geográficos y espaciales. Con la excepción de referencias más o menos claras que figuran
en los escritos de algunos humanistas de los siglos XV y XVI, no fue hasta comienzos de
la siguiente centuria cuando se definió la Edad Media como el periodo que transcurrió
entre la Antigüedad Clásica y el Renacimiento del siglo XV. Sería Cristóbal Keller
(Cellarius) quien publicara el primer manual sobre la Edad Media en el año
1688: Historia Medii Aevi, a temporibus Constantini ad Constantinopolim a Turcis
captam deducta. Aunque los primeros estudios sobre la época anterior no supusieron un
mayor interés sino lo contrario ya que persistieron prejuicios que fueron acuñados en el
Renacimiento, prejuicios tales como que la Edad Media había sido un periodo oscuro y
bárbaro donde la cultura antigua se había degradado tanto que estuvo a punto de
desaparecer. Además de estas creencias sobre la etapa precedente, la Ilustración añadió
nuevos tintes negros al concebirla como una sucesión de siglos de intolerancia religiosa,
fanatismo y tiranía papal.
El cambio en la percepción de esta época se produjo a finales del siglo XVIII y principios
del XIX debido, por un lado, al despertar de los nacionalismos y, por otro, al triunfo de
las ideas del Romanticismo. Al finalizar las guerras napoleónicas, los diferentes pueblos
trataron de reafirmar sus características, siendo entonces cuando descubrieron que
había sido durante la Edad Media cuando las naciones europeas habían comenzado a
formarse. Fue entonces cuando los historiadores europeos comenzaron a ver de manera
diferente el periodo.
Mapa de las cruzadas
Contexto histórico general
Las tribus germánicas que arrasaron el Imperio Romano de Occidente a partir del siglo
IV (hunos, suevos, alanos, visigodos, vándalos...) destruyeron, entre otras cosas, las
redes marítimas y terrestres que hasta entonces habían posibilitado la comunicación de
un gobierno centralizado como lo era el Imperio Romano. Una de las consecuencias que
se sucedieron tras estos hechos fue la desaparición de la vida artística y cultural que se
había desarrollado con el Imperio para ser sustituida por las costumbres propias de
estos pueblos invasores. Esta época medieval de la que estamos hablando es
denominada como Alta Edad Media, o tiempos oscuros, denominación esta última que
no se sostiene ya que se ha podido comprobar que estas invasiones no significaron la
oscuridad europea sino que a lo largo de todo este periodo surgieron nuevas corrientes
artísticas y de pensamiento. Al contraponer esta época con el Renacimiento se la llamó
Edad Oscura, pero hoy sabemos que no fue así: debido a la multiplicidad cultural
podemos señalar a la Iglesia como el único instrumento unificador.
Durante el reinado de Carlomagno (742-814) se produjo un periodo de respiro, fue rey
de los francos (confederación de pueblos procedentes de la Baja Renania y de los
territorios situados al este del Rin). El mandato de Carlomagno como primer rey de la
dinastía carolingia (771-987) y como primer emperador del restablecido Imperio
Romano de Occidente, se caracterizó por el florecimiento de las letras, las artes y la
moda. Su reinado y el de su hijo Luis se extendió por la mayor parte de Europa. En un
primer momento el Imperio colaboró activamente con la Iglesia pero ésta intentaba
constantemente inmiscuirse en asuntos que no le concernían, lo que supuso el aumento
de los conflictos.
Fue en estos momentos cuando comenzó a surgir un nuevo régimen que caracterizaría
este periodo: el feudalismo. En resumidas cuentas, en este sistema la nobleza ofrecía su
lealtad al rey, participando en las campañas bélicas y proporcionándole soldados a
cambio de tierras. Por su parte, los vasallos juraban lealtad al noble a cambio de
protección y alojamiento. Este sistema de lealtades se iba repitiendo en los diferentes
niveles sociales, incluso entre grados de campesinos, que trabajaban la tierra de su señor
y luchaban por él a cambio de protección y sustento. En esta época la vida era muy dura
para la mayoría de la gente, incluso para la nobleza la vida no era del todo placentera,
pero comenzaba a surgir una Europa más "moderna". En Francia, Inglaterra y España se
formaron monarquía nacionales y, desde mediados del siglo XI, se vivió un nuevo
renacer económico y cultural. Las ciudades comenzaron a crecer así como el comercio,
gracias a un transporte más rápido y seguro que facilitó la disposición de mejores
alimentos, mejorando así la salud de las personas y por ende, el crecimiento de la
población.
En el siglo XIII aparece un nuevo estrato social, la "clase media" o burguesía. Es en estos
momentos cuando comienzan a constituirse los gremios de artesanos y obreros, cuya
función consistía en la regulación de los precios de los productos y de los salarios,
aunque con el tiempo pasaron a garantizar una formación especializada a todos los
artesanos. Durante todo este periodo el hombre medieval hubo de enfrentarse al
hambre, la naturaleza y la enfermedad, siendo la peste bubónica (enfermedad provocada
por las pulgas de las ratas) la que entre 1348 y 1350 exterminó a un tercio de la
población europea. Mientras que Francia e Inglaterra se encontraban guerreando la
mayor parte del tiempo, tenemos en esta época a una Italia dividida en diferentes
Estados, siendo Florencia el más conocido gracias a la familia Médicis, que convirtió a la
ciudad en el centro de las artes y el conocimiento (siglo XV).
Batalla de Crécy (1346). Guerra de los Cien Años.
Indumentaria
La mayor parte de las prendas que estuvieron en boga durante el periodo conocido como
la Alta Edad Media dejaba ver una clara influencia de la moda de Bizancio derivada de
los trajes que se importaban de Oriente, aunque las modas que se llevaron en Occidente
llevaban unos cuantos años de retraso (unos 25 ó 30 años). Sin embargo, para los
momentos finales de este periodo podemos apreciar como la Europa occidental
desarrolló modelos de vestir propios y exclusivos.
Esta ilustración de principios del siglo XV
muestra a unos campesinos que recolectan
heno, descalzos y vestidos con sencillez
Una de las innovaciones más características que aparecieron en el Viejo Continente para
estos momentos fue el uso de los botones para sujetar las prendas; este objeto llegó de
Oriente en la época de las cruzadas. Otra de las novedades fue la aparición del sastre
profesional. La confección de la ropa, que anteriormente había sido una tarea de la
mujer, pasó a manos de los hombres y a convertirse en una profesión. Los historiadores
de la moda establecen el surgimiento de los estilos nacionales durante la época que
ahora nos concierne, cuando se aprecian por vez primera las preferencias individuales
por los diferentes elementos compositivos de la indumentaria tales como los accesorios,
el color y los tejidos. Aquellas personas con una cierta o entera relevancia social
comenzaron a vestir una serie de prendas que lucían motivos o emblemas
identificatorios de la familia o linaje al que pertenecían. A pesar de ello, la ropa en sí
misma no tenía mayor trascendencia para la gente corriente, que la usaba por motivos
funcionales. El uso de lo funcional también era válido para las personas pudientes, y me
explico con el siguiente ejemplo y es que, aunque el atavío ceremonial de Carlomagno
era suntuoso y se acompañaba con zapatos de pedrería incrustada, una capa sujeta con
un broche de oro y una diadema, su vestimenta habitual consistía en sencillos ropajes, e
incluso parece que utilizaba piel de conejo en vez de otro tipo de pieles más lujosas como
el armiño o el visón. Claro que también tenemos que tener en cuenta que los pudientes
se lo podían permitir todo, cualquier capricho, tejido, etc. mientras que pudieran
pagarlos, por lo que es obvio pensar que si no utilizaban ropas lujosas era porque no
querían, mientras que en el caso de los estratos sociales más bajos (campesinos,
artesanos...) utilizaban ropas básicas destinadas a protegerse de los rigores climáticos y,
sobre todo, empleaban vestimentas que les permitiera trabajar.
Hasta el siglo XIV hombres y mujeres de todos los estratos sociales usaban un atuendo
similar. Tanto en verano como en invierno se vestían con prendas holgadas y largas,
quedando el cuerpo totalmente cubierto, siendo muy probable que en invierno vistieran
más capas de ropa. Al igual que sucedía en el Imperio Bizantino, la elección del género,
es decir, de la tela y su riqueza era la que diferenciaba la indumentaria de nobles y reyes
de la de los campesinos, labradores, artesanos, pastores, etc., del común, de los súbditos.
Hombres y mujeres solían llevar un capote largo como prenda de exterior. Durante la
Edad Media hombres y mujeres vestían una túnica interior, otra exterior que era más
corta que la primera, y un cinturón a la altura de la cintura; numerosos historiadores
piensan que es aquí donde se encuentra el origen de la camisa o blusa actual. Otra de las
prendas que ambos sexos utilizaban en estos momentos era la llamada sobretúnica, de
piel. Parece que durante el siglo XV esta prenda era más larga que en momentos
anteriores, se sujetaba con un cinturón colocado bajo el pecho y caía suelta hasta el
suelo. Los estratos acomodados llevaban capotes forrados de seda, piel o tejido dorado
mientras que campesinos, siervos y obreros usaban prendas adecuadas para su trabajo.
La indumentaria de moda en la Edad Media mostraba una clara influencia bizantina,
como ocurre con las prendas que pueden observarse en El enlace de Renaud
de Mantauban y Clarisse, de Loyset Liedet (Flandes, 1460-1478)
Prendas femeninas
Leonor de Aquitania, reina de
Inglaterra y esposa de Enrique II.
Le gustaban los vestidos confeccionados
con samite, una seda rígida popularizada
en Bizancio. Esta representación suya, de
E. Hargrave, está basada en un
retrato de la época
Durante la Edad Media las mujeres copiaron los ropajes masculinos, aunque adaptando
estas ropas a la forma de su cuerpo. A Leonor de Aquitania (Poitiers 1122-Fontevraud -
l´Abbaye 1 de abril de 1204, duquesa de Aquitania y Guyena, condesa de Gascuña y reina
consorte de Francia e Inglaterra) se le atribuye el hecho de haber puesto de moda el
vestido holgado. Las mujeres acomodadas vestían una indumentaria más refinada, como
las faldas acampanadas, tan largas que iban barriendo el suelo según andaban sus
dueñas. Estas faldas se solían confeccionar con pesados géneros como el brocado. La
cintura de la mujer se subió hasta quedar bajo el pecho, añadiéndole un cinturón para
remarcar la zona. El área superior de los vestidos femeninos se encontraba muy
elaborada, y la mayoría de las mujeres europeas utilizaban un escote alto. Las mangas
podían ser sencillas y ajustadas o podían encontrarse muy trabajadas mientras que en
otras ocasiones se forraban de piel, las había muy anchas y tan largas que llegaban hasta
el suelo. Alrededor del siglo XIV las mangas comenzaron a decorarse con puños
dentados, efecto que según algunos historiadores de la moda inspiró la posterior
invención del encaje.
La aparición en escena de la peste bubónica en el año 1348 tuvo un profundo efecto
sobre la moda occidental debido a las consecuencias que produjo en la política y en los
asuntos sociales. La gente comenzó a vestir de forma extravagante como respuesta a la
crisis: las faldas comenzaron a acortarse y las prendas se fueron ajustando al cuerpo; al
marcar las prendas la silueta, resultaban más favorecedoras. Con el tiempo, la
indumentaria fue ganando en refinamiento, sirviendo como ejemplo el indicar que las
mangas y los bajos de las faldas presentaban los bordes recortados, a modo de adorno. A
finales de la Edad Media volvió la moda sencilla para la mujer: la vestimenta se hizo cada
vez más funcional, por no calificarlas de austeras. Las faldas dejaron de llegar hasta el
suelo, subió la línea del escote y las mangas comenzaron a acortarse por el codo.
La apariencia extravagante de la ropa era una reacción natural ante la crisis provocada por
la peste bubónica. A la izquierda de la imagen se ilustra la ceremonia
funeraria a los muertos víctimas de la plaga
Estas mujeres lucen vestidos de cintura alta
con cinturones ornamentales. La mujer de la
izquierda lleva un tocado cónico de cuyo
extremo cuelga un velo.
Breviario italiano, hacia 1380. Ms. lat. 577 fº 380. Biblioteca Nacional de Francia, París
Prendas masculinas
En esta ilustración podemos ver a un
grupo de hombres, cada uno
perteneciente a una profesión distinta
El estamento y el oficio desempeñado determinaban el tipo de indumentaria que debía
llevar un hombre durante la Edad Media. Entre los siglos XIII y XIV los hombre
medievales solían llevar una túnica, denominada cota, de manga larga que llegaba hasta
las rodillas; por encima de esta prenda se colocaban un vestido holgado de mangas
amplias, a veces con un cinturón, y encima de todo esto, una prenda
denominada sobrecota, sin mangas, que caía holgadamente hasta los tobillos. Esta
última prenda se encontraba abierta por los lados y tenía un corte en la parte frontal.
Entre los diferentes tipos desobrecota se encontraba el cyclas. Se conocen otras prendas
exteriores utilizadas en estos momentos como el garnache, que era un vestido
ligeramente entallado, con costuras laterales que iban desde el hombro hasta la cadera;
el hérigaut, nombre que recibía un tipo de sobretodo. Los sobretodos largos,
confeccionados con un pedazo de tela semicircular, eran muy comunes en esta época.
Esta prenda podríamos compararla con una especie de abrigo, gabán o gabardina.
Tras la caída de Constantinopla, la ciudad dejó de ser el centro de la moda para ser
sustituida por París. Flandes era la ciudad que mejor tejido de lana producía -muy
solicitado por la nobleza europea- y los flamencos eran conocidos como los mejores
tejedores. En Francia, París comenzaba a afianzarse como centro de la moda masculina;
el gusto de los franceses por el lujo fue tan influyente que se expandió por toda Europa.
Túnica del infante Don García, 1145-1146
De forma general podemos decir que el vestuario masculino era más corto que el de las
mujeres; se solía llevar un jubón con medias, así como la cotardía, que se trata de una
prenda de exterior con encajes y de escote bajo, que se ensanchaba a partir de la cadera o
cintura. Para el siglo XV, la cotardía se acortó y adquirió la longitud de unredingote.
La hopalanda se trataba de otra prenda de moda que vestían tanto hombres como
mujeres, y cuya datación se determina alrededor del año 1400. Esta prenda consistía en
una túnica larga y ancha que se llevaba con un cinturón e iba ajustada en los hombros,
tenía cuello alto y mangas amplias y holgadas. Las mujeres también llevaban
una cotardía larga, así como vestidos largos y sueltos. En esta época surgió la forma
como elemento diferenciador en el vestir, la indumentaria se había convertido en algo
más que una señal de posición social.
Jubón de Charles de Blois, 1360
Calzas y campagi atribuidos a Saint Germain, abad de Moutiers-Grandval
(cerca de Délémont, Suiza). Siglo VII
Primero: quiero dejar claro que esta diapositiva NO la he elaborado yo. Aquí
se nos explica de forma gráfica el atuendo masculino medieval (pudiente)
Los tejidos
Durante la Edad Media, el tejido más importante fue la lana. Hacia el siglo XV se
construyeron en Inglaterra telares específicos para tejerla. Existían diferentes variedades
de tejido de lana, incluyendo el camelot, un tejido de gran calidad que se fabricaba en
Francia. En Italia se hacía el punto de lana, aunque también se fabricaban hilos de
distintos pesos, desde muy grueso hasta casi transparente. Al popularizarse en Europa el
tejido de seda, el precio de este material se redujo considerablemente. La seda mate y
gruesa se empleaba para la confección de caros mantos, cuyos forros estaba realizados
de terciopelo y satén.
La nobleza medieval solía vestir una indumentaria realizada en lana ligera de buena
calidad, de hilo procedente de Reims y de seda importada. A Leonor de Aquitania le
gustaban las prendas realizadas en samite, un tipo de seda rígida fabricada
originariamente en el Imperio Bizantino. Al parecer, sus vestidos lucían a menudo
bordados dorados y perlas cosidas, que servían para ocultar los dobladillos. Por el
contrario, el campesinado vestía prendas de fibras bastas como lino rugoso, lona o lana.
Todos los estamentos sociales utilizaban pieles pero su procedencia era la que distinguía
la clase a la que pertenecía el usuario ya que la nobleza solía utilizar pieles de armiño o
marta, mientras que los estratos bajos usaban pieles de oveja, tejón o zorro, que eran
más accesibles.
Las ferias de tejido -y las ferias en general, muy importantes para el comercio de la
época- se convirtieron en un importante punto de encuentro. En ellas se vendían tanto
telas como ropas confeccionadas por encargo, y la clientela internacional que atraían
garantizaba la propaganda de tendencias similares dentro y fuera de Europa.
En la Edad Media se usaron espléndidas telas para la confección de vestidos así como
para la elaboración de otros objetos domésticos. En la época de Enrique III de Inglaterra
se aprobaron leyes suntuarias para la regulación del uso de telas extravagantes, pero la
obediencia -como en otros muchos casos- fue escasa. Los hogares franceses e ingleses
usaban hilos y lanas de gran calidad para la realización de sábanas, manteles, ropa y
colgaduras. Thomas, duque de Gloucester (1354-1397), uno de los hijos de Eduardo III,
disponía en su casa de dieciséis juegos de ropa de cama de seda con bordados de oro. Los
tronos de los reyes se forraban con telas más valiosas, como el terciopelo de seda. Así
mismo podemos hablar de la confección de tapices, que se remonta a esta época que nos
ocupa. Además de utilizarse éstos como colgaduras los vemos en la indumentaria como
elemento decorativo, sin embargo los historiadores de la moda opinan que estas
colgaduras no nos aportan información certera sobre la indumentaria ya que los
tejedores de tapices se permitían ciertas licencias fantásticas, por lo que estos tapices
resultan fuentes poco fiables acerca de los ropajes de la época.
Calzado
Durante la Edad Media se introdujo un tipo de calzado que terminaba en punta, era
denominado polaina. En un principio calzar zapatos terminados en punta era
considerado como símbolo de posición elevada, por lo que las puntas fueron haciéndose
cada vez más largas, llegando a medir hasta 45 centímetros. Finalmente una ley inglesa
promulgada en el año 1363 asignaba a cada grupo social una longitud determinada para
la punta de estos zapatos: la plebe podía llevarlos con 15 centímetros, los caballeros con
37,5 y la nobleza puntas de hasta 60 centímetro. No obstante, la Iglesia consideraba que
las puntas de estos zapatos, tan largas y estrechas, eran algo perverso, por lo que se
fueron ensanchando cada vez más, hasta el punto de aparecer un nuevo estilo de zapato
denominado "calzado en pico de pato".
Ilustración que, valga la redundancia, nos ilustra un conjunto de zapatos medievales
Escarpines de Doña Teresa Petri, siglo XIII
Conjunto de polainas de diferentes puntas
Conjunto de zapatos medievales de origen inglés. Foto realizada por mi en
el Museum of London, Londres
Zapatos y camisa medieval. Foto realizada por mi en el Museum of London,
Londres
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Etiquetas: Edad Media
Miércoles 10 de agosto de 2011
La indumentaria en Francia bajo los merovingios (481-
752) y los carolingios (752-987)
Mapa del Imperio Carolingio
Entre los diferentes pueblos que se dieron en el periodo merovingio, el traje no parece
haberse distinguido en demasía. Según Paul Diacre -n. 720-725, erudito, historiador,
poeta y monje benedictino de Cividale del Friuli, capital del ducado lombardo de Friuli-
, los lombardos del siglo VII, llevaban prendas amplias y ornamentadas como las de los
anglosajones, con largas bandas de variados colores, mientras que otros cronistas
señalan entre los francos las túnica ajustadas. Los documentos que hacen referencia a la
indumentaria de la época son raros; en la Francia merovingia en plena formación es
donde podemos estudiar la evolución de los vestidos en las mejores condiciones gracias a
la costumbre de francos o alamanes de enterrar a sus difuntos vestidos, armados y
adornados, en ves de incinerarlos como los galorromanos. Tanto en los textos
contemporáneos como en las investigaciones modernas resulta muy difícil distinguir si
los nombres aplicados a diversas prendas de vestir durante estos tres siglos designan
para cada época prendas diferentes o si los términos no han cambiado debido ya al
origen del autor, ya al conocimiento más o menos amplio que éste tenía de las cuestiones
del vestir. No podemos olvidarnos que se llega a un periodo durante el cual la lengua se
encuentra en plena evolución, por lo que ante dos términos, es posible aplicarlos a dos
prendas que se diferencian quizás únicamente por detalles secundarios. Parece entonces
lógico seguir las grandes líneas de la indumentaria como permiten establecerlas los
documentos figurados. Estos documentos, raros en lo que a la época merovingia se
refiere, más abundantes en la época carolingia, hacen presentir una evolución que se irá
haciendo más clara en el periodo románico y gótico.
Interior de la Basílica gótica de Saint-Denis, París, Francia
La característica general de la mayoría de las prendas de vestir merovingias y
carolingias, de las cuales algunas procedían de la Antigüedad Clásica a través de
Bizancio, era el de ser comunes a hombres y mujeres. Así es para la camisa, túnica de
debajo, la túnica propiamente dicha y los mantos rectangulares, como el pallium.
Prendas masculinas
La indumentaria masculina refleja el carácter militar existente en los pueblos europeos
de época merovingia, y las escasas figuraciones que han podido llegar hasta nosotros
junto con los objetos de las sepulturas, no nos permiten distinguir -como sucede en otras
épocas- el traje civil del vestido de guerra.
Los cementerios merovingios donde se han llevado a cabo excavaciones metódicas
(sobre todo en la zona de Lorena) nos han proporcionado fragmentos bastante bien
conservados de tela de lino fino o gruesa, floja o ceñida, lo que demuestra que los
cuerpos fueron inhumados vestidos y que las telas más finas se llevaban directamente
sobre el cuerpo. Por lo que podemos conocer a través de los documentos escritos,
lagonda, una túnica de mangas largas o cortas, descendía hasta las rodillas,
generalmente, y solía estar bordada con galones y ceñida a la cintura mediante un
cinturón, presentándose en los siglos VII y VIII con pliegues más o menos grandes, y en
el siglo X con una gruesa tira cilíndrica alrededor del cuello.
Estatuilla de hombre hallada cerca de
Le Mans. Ofrece una representación
única de la túnica cosida y ceñida
a las formas del cuerpo.
Al igual que los invasores precedentes, los merovingios llevaron una prenda
denominadabraga, la cual la podemos observar en algunos documentos gráficos como
el Breviario de Alarico y en documentos escritos. Tal como nos cuenta el autor cristiano
y obispo de Clermont, Sidonio Apolinario (430-480), los francos iban vestidos en esta
época con una prenda estrecha que se detenía encima de las rodillas y dejaba las piernas
desnudas, siendo probable que esta túnica ocultase las bragas. Cien años más tarde
Agatías (536 Mirina - 582-594 Constantinopla, llamado Escolástico) atribuía a los
mismos francos las largas bragas de tela o cuero blando y flexible de los antiguos galos,
sujetadas a la pierna por las zarrias del calzado. Un objeto que se encuentra en las
colecciones de Dumbarton Oaks, único en su género hasta el momento, nos ha mostrado
el aspecto completo de un traje merovingio. Esta estatuilla, realizada en oro, representa
a un hombre de pie y sin armas, de melena hasta la nuca y cabello peinado, con las
piernas y los pies desnudos. La túnica, que desciende hasta las rodillas y se encuentra
muy ceñida a la cintura, lo que implica una forma cosida, aparece salpicada de adornos
cuadrilobulados dispersos verticalmente y formando en la zona inferior de la prenda una
banda horizontal. Esta estatuilla fue hallada cerca de Le Mans, datada entre los siglos IV
y V.
En el periodo carolingio se vuelven a encontrar las bragas de tela en el traje habitual de
Carlomagno. Sobre esto se escribe lo siguiente: "Mientras que los galorromanos habían
conservado las femoralia de la época de Trajano, la mayoría de los francos habían
continuado siendo fieles a las bragas largas. El gran emperador las llevaba de tela de
lino, cubiertas, según costumbre de los cazadores y de la gente del campo, con tibiales,
especie de polainas sujetadas en la pierna por las cintas del calzado". En algunos
documentos se nos informa que estos pantalones no eran vestidos sólo por los caballeros
o la gente de a pie, sino que también eran vestidos por trabajadores. Así mismo en el
siglo IX, el pantalón colocado encima de unos calzoncillos de lino, el calzado con
cordones y las cintas que sujetan las pantorrillas son señalados por el monje Abón de
San Gall como características de la indumentaria de los "obreros francos". De todas
maneras, desde el siglo IX al XI, cierto número de miniaturas muestran a la gente de la
corte llevando pantalones cortos o largos como las antiguasbragas; todos con botas altas
acordonadas hasta la mitad de las piernas. Entre los francos, para los que la tejeduría de
la lana era una especialidad, parece haber estado siempre en uso el sayo,un pequeño
manto corto que sólo cubría los hombros. Posteriormente, provisto de capucha, debió
confundirse con el bardocucullos de los galos.
Manuscrito Breviario de Alarico, siglo V. Biblioteca Nacional de Francia,
París. Ms. lat. 4404 fº 197vº. En estas imágenes se reconocen las prendas
mencionadas en varios textos: bragas ceñidas hasta los tobillos mediante
tiras de cuero entrelazadas (figura superior izquierda), túnica corta de falda
amplia, a veces confeccionada en rico tejido con adornos multicolores. La
túnica larga, plisada, y el manto corto son típicos del traje español
Biblia de Carlos el Calvo, siglo IX. Biblioteca Nacional de Francia, París. Ms. lat. I fº 423
Prendas femeninas
Aunque se tiene escasa información acerca de la indumentaria que caracterizó a la mujer
de la época merovingia, se sabe que en la época carolingia solían llevar la stola, un
vestido largo que se ensanchaba en la cintura encima de un cinturón de cuero, al igual
que la stola romana pero sin la instita, y adornada alrededor de la escotadura con una
banda bordada que se prolongaba por delante hasta los pies (esta banda, separada más
adelante del vestido, pasó a convertirse en la estola litúrgica). El vestido en cuestión
dejaba los brazos desnudos. Unas fíbulas sujetaban estos vestidos en los hombros, y otra,
colocada en el pecho, permitía levantar la parte inferior del vestido. Un largo echarpe
cruzado, la palla, sujetada por un alfiler o una pequeña fíbula, se enrollaba encima de los
hombros, dejando caer por delante uno de los extremos y el otro por detrás. También
podía cubrir la cabeza según la moda bizantina.
El vestido de ostentación
La indumentaria oficial del Imperio de Oriente se transformó en trajes de ostentación y
lujo para la aristocracia franca: la clámide, denominada por analogía toga hendida
bizantina, insignia de dignidad, llevada por el rey; la túnica corta de púrpura, de mangas
bordadas, ceñida alrededor del cuerpo mediante un echarpe doble, calzas tejidas en
redondo y pantalones cortos.
Las excavaciones llevadas a cabo en el año 1959 en la Basílica de Saint-Denis (París)
proporcionaron importantes informaciones acerca del vestido gracias al descubrimiento
de joyas y fragmentos de tejido procedentes de una tumba intacta, perteneciente a la
reina merovingia Arnegonda (Worms, c. 515-573, esposa de Clotario I y madre de
Chilperico I de Nustria). Esta reina fue inhumada envuelta en una camisa de tela fina de
lana que, sin duda, llegaba hasta las rodillas, como el vestido de encima, éste de seda
asargada violeta-añil; en las piernas lucía una especie de calzas de tela de lana sujetadas
por tiras de cuero cruzadas, habiéndose hallado restos de jarretera. Encima de este
vestido, una larga túnica de seda roja, forrada con una tela de lino, descendía casi hasta
el suelo. Completamente abierta por delante, con mangas largas de gran abertura, estaba
sujetada por fíbulas redondas y una gran aguja de oro, y un ancho cinturón, que rodeaba
la cintura y se cruzaba en la espalda, volvía hacia delante para ser anudado en la parte
inferior del vientre. En los pies vestía unas botas de cuero negro sujetadas por tiras de
cuero. Entre la túnica y el vestido se hallaron un anchotahalí cerrado por una guarnición
muy grande (placa y contraplaca). Sobre el lado se había colocado un velo que descendía
hasta la cintura, sujetado sin duda a la túnica por dos alfileres de oro.
Sarcófago de piedra donde descansaban los restos de la reina Arnegonda
Reconstrucción de la posición del cuerpo y la indumentaria
Aquí tenemos otra reconstrucción y una aproximación al vestido
Reconstrucción del cinturón
Reconstrucción del calzado
Joyas de la reina Arnegonda
Hebilla del cinturón
Pendientes
Bordado
Agujas de pelo
Aguja
Adornos de calzado
Los tejidos de la indumentaria y su ornamentación
La historia de la indumentaria textil durante este periodo de la Alta Edad Media permite
precisar ciertos puntos en el estudio del traje.
El lino, que se venía cultivando desde el siglo V en las Galias, fue algo raro entre los
merovingios y debió ser importado. Cabe la posibilidad de que la introducción de estos
tejidos, más finos que los empleados por los bárbaros, fuese facilitada por las relaciones
comerciales de los merovingios con Italia. Este lino era empleado, sobre todo, por la
gente pudiente para la confección de camisas, túnicas ligeras y calzas. En lo que se
refiere a la lana, los merovingios la utilizaron para realizar pantalones:
lasbragas estaban ornamentadas con figuras en forma de rosáceas, tréboles, cuadrifolios
y lunares, las cuales parecen haber sido las ornamentaciones más utilizadas.
Del periodo carolingio se conoce con seguridad la existencia en Frisia (actualmente una
de las doce provincias que conforman los Países Bajos), a mediados del siglo XI, de una
fabricación ya antigua de telas de calidades diversas, utilizadas para confeccionar
lospallia de los monjes y los campesinos. Los habitantes de Frisia, desde luego, tejían ya
desde la antigüedad más remota la lana de los carneros de sus tierras de pastos, y
sabemos gracias a los textos que en el siglo IX fabricaban unos pallia fresonica, de
calidad superior, que utilizaba Carlomagno. Si los tejidos bastos fabricados por los
tejedores locales satisfacían la demanda popular, las telas finas de lujo de elevado precio,
que se distinguían por el esplendor y la variedad de su colorido, servían para la
exportación. La pañería flamenca estaba ya perfeccionada y se encontraba en la víspera
de un inmenso desarrollo en los siglos posteriores.
En lo que a la seda se refiere, su empleo en la indumentaria de este periodo que nos
ocupa revela el influjo del Imperio Bizantino. Se ha dicho justificadamente que "la unión
íntima entre Oriente y Occidente se realizó sin duda alguna a través de las sederías
bizantinas tejidas a partir del siglo VI". Aunque no debemos dejar de recordar aquí que
a partir del año 470, con ocasión de su entrada en Lyon, el príncipe francoSigismero, a
pesar de que iba vestido a la moda franca, llevaba prendas de seda y joyas de oro y
pedrerías. Este lujo traduce con mucha exactitud la adaptación de los jefes bárbaros a la
civilización imperial, por lo menos en lo referente a la penetración de objetos de adorno
de origen bizantino u oriental, aunque hay que decir que otros merovingios conservaron
sus trajes de pieles en bruto.
En conjunto el traje de las regiones sometidas a las dinastías merovingia y carolingia
conserva ciertos elementos romanos, pero elementos extranjeros propagados por
diversos ocupantes, lo renuevan. Se trata menos de la introducción de nuevos tipos de
indumentaria que de la difusión general de las bragas, la túnica, el echarpe, así como de
la superposición de varios vestidos. Por otra parte, este vestido se enriquece adoptando
los tejidos bizantinos y los adornos de un arte original con temas decorativos a la vez
rigurosos y de fantasía.
El calzado
Los hombres utilizaban un tipo de zapato cerrado de cuero más o menos preparado,
frecuentemente cubierto de pelo animal. Todo ello se describe como provistos de un
corte en la parte superior del pie y sujetados por cordones sobre el empeine o por tiras
de cuero entrelazadas, a menudo muy largas y que llegaban hasta la mitad de la pierna.
Durante el reinado de Carlomagno, el término brodequin (borceguí, botilla) parece
haber sustituido a las denominaciones romanas. La heuse, una especie de calzado subido
de cuero blando, que anunciaba la bota, aparece hacia el siglo IX.
Los zapatos de las mujeres eran más finos, de cuero adornado con dibujos, con lengüetas
sujetadas encima del empeine por una cinta o por cintas ligeras que terminaban en unos
herretes debajo de las rodillas. También se han hallado zapatos femeninos de tejido de
cáñamo.
Calzado del emperador Carlomagno, siglo IX
Calzados de mujeres pertenecientes a la
burguesía, siglos V-VI
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Martes 23 de agosto de 2011
El vestido en la Europa de los siglos XII al XIV
Mapa de Europa durante el siglo XII
Las condiciones de una nueva vida. Las Cruzadas y las condiciones
económicas y sociales
Para finales del siglo XI comenzaron a darse nuevas formas de vida en Europa, aunque la
profunda transformación de las ideas y los gustos así como de las condiciones materiales
de la existencia, se efectúa en el transcurso de los siglos posteriores. El espíritu religioso,
las Cruzadas, las relaciones comerciales y el progreso general de la economía así como
los progresos técnicos del periodo como el invento del torno para hilar, el
perfeccionamiento de los telares, las disposiciones en los reglamentos de la lanería,
contribuyeron a las modificaciones en la indumentaria.
Desde luego, es necesario aclarar que estos diferentes factores de influencia no
coexistieron siempre desde el siglo XII al XIV. Quizás el hecho más importante y
espectacular de la época sea el movimiento de vida interior, el misticismo y disciplina
religiosa, que generó aquellas Cruzadas en las que participaron todos los pueblos
cristianos de la Europa occidental. Esta celebración de una fe común comenzó después
del cisma griego del año 1054 y se amplió con la llamada del papa Urbano II en el 1095, y
con la fundación de la Orden del Císter en el 1098. Es entonces cuando se produjo una
vuelta al espíritu de los tiempos apostólicos, de lo cual da fe el traje general e impersonal
que unifica a la cristiandad en sus formas exteriores, como las Cruzadas la unifican en un
mismo movimiento de fe. Sin embargo, la mayoría de los historiadores del traje europeo
se han fijado menos en su uniformidad que en su alargamiento y su amplitud, y
han atribuido generalmente estas dos características a las Cruzadas que, según ellos,
introdujeron en Europa la indumentaria y las costumbres que hasta entonces eran
características de Oriente. En su opinión se habría sustituido el desapego de los bienes
de la tierra por el apetito de los goces materiales y el lujo refinado, lo cual se opone a esta
corriente de entusiasmo religioso y deseo de aventuras caballerescas. En realidad, la
influencia de las Cruzadas se manifiesta mucho menos en las formas del traje que en los
tejidos, por lo que el fenómeno típicamente europeo de la prenda larga, muy anterior a la
Primera Cruzada, no se puede explicar sobre esta base, sobre todo teniendo en cuenta
que algunas modas orientales habían penetrado ya en Occidente con mucha antelación a
estas expediciones. Fueron pues las modas orientales las que penetraron hacia Occidente
durante el periodo de las Cruzadas.
Así mismo, se ha querido atribuir un origen oriental a prendas como el amigaut, una
especie de abertura bastante corta, central o lateral, en la escotadura
delsurcot (antigua sobrevesta), que recuerda las camisas persas o las blusas de
Cachemira. También es necesario indicar que no disponemos de ningún documento que
nos proporcione la prueba de que una prenda del norte de África
denominadagandurah inspirara la moda del surcot sin mangas que apareció hacia el
1220 (moda seguida por San Luis). Lo que sí nos hablan los documentos escritos es
acerca del descubrimiento que llevaron a cabo los cruzados de toda una civilización
oriental, impregnada por un lujo, un refinamiento y una fastuosidad esencialmente
asiáticos. Los cruzados no sólo descubrieron las largas túnicas de mangas anchas y la
amplia indumentaria árabe si no que tuvieron la oportunidad de ver nuevas prendas
como las pellizas de pieles, que llegaban a los mercados costeros a través de las rutas de
caravanas: el armiño, que se llamaba entonces piel de Babilonia, la marta oscura (hoy en
día cebellina), piel de petigrís o ardilla del note, así como zorros negros o blancos del
Caspio. Aunque debemos indicar que los cruzados no sólo apreciaron las nuevas prendas
sino también los tejidos, como podemos observar en un escrito de Guillermo de Tiro
donde habla de su asombro al ver por vez primera "estas innumerables prendas de
vestir, todas de seda", que eran tomadas como botín o recibidas como obsequio.
Mapa de las Cruzadas
Las mujeres "francas" instaladas en Oriente no tardaron en adoptar los modelos del
territorio: vestidos largos con mangas acampanadas, muselinas (entonces telas de seda y
oro procedentes de Mosul), buratos (similar a una mantilla, velo, tul) y crespones de
fabricación local, crespones de trabajo indio y pañuelos chinos para el cuello de seda.
Fue con gran probabilidad gracias a ellas que se introdujeron, al menos en los
estamentos más elevados, los lujosos tejidos procedentes de Asia Menor que los
peregrinos anteriores a las Cruzadas habían introducido en Occidente en forma de
preciosas y raras muestras que hoy podemos ver en algunas catedrales europeas.
Predicadores y cronistas -nuestras mejores fuentes en la materia- señalaban el gusto por
el lujo, pero atestiguan por encima de todo la inmensa popularidad alcanzada por los
tejidos difundidos por los cruzados: telas de algodón o hilo como el fustán, telas de lana
como el camelin de Chipre o Siria, camelots de Asia Menor, damasco, samit,cendal,
telas preciosas procedentes de Siria, Persia, Egipto, etc., sin olvidar los vistosos tejidos
de Almería denominados ispahanis que, entre los de origen oriental, fueron los primeros
que comenzaron a fabricarse en Occidente.
De lo que debemos ser conscientes y sin posibilidad de réplica es que en el haber de las
Cruzadas se encuentra la aparición de una nueva situación: el desarrollo de las
comunicaciones internacionales, la reanudación de los intercambios económicos, la
consolidación del poder real y, en las ciudades dedicadas al comercio y la industria, el
nacimiento de un nuevo régimen corporativo obligatorio junto con la entrada en escena
de un nuevo elemento social, el de los comerciantes y artesanos -evidentemente esta
situación no se da de un día para otro sino con el paso del tiempo-. En la evolución del
traje durante el periodo que nos ocupa, el factor económico tuvo un peso considerable.
La expansión, con las Cruzadas, de los intercambios internacionales y la formación de
importantes industrias en el sur de Francia, norte de Italia y Flandes, contribuyeron al
nacimiento de un nuevo "capitalismo", y a la formación de grupos profesionales
dedicados a esta industria. Por otro lado es lícito indicar que el Mediterráneo recupera el
tráfico perdido tras las invasiones árabes del siglo VIII. Después de restablecerse por
completo la navegación entre Oriente y Occidente, Bizancio, desposeída de su marina,
perdió su hegemonía. A finales del siglo XI dos materias particularmente importantes
para la indumentaria, la seda y la lana, experimentaron una difusión que fue
ampliándose con el paso de los siglos.
Durante el transcurso de los siglos XII y XIII, el vestido se ve beneficiado por las
primeras transformaciones sociales: alrededor del soberano se instaló una nobleza
cortesana con origen en las funciones administrativas o los servicios militares, así como
una "burguesía" rica y potente nacida de la expansión de los intercambios comerciales.
De manera natural este nuevo estamento social trató de imitar a los señores, y tanto los
unos como los otros se beneficiaron de la prosperidad económica que acompañó a la
renovación intelectual y artística que se produjo en toda Europa. Por otra parte, la
cultura literaria y las costumbres "corteses" refuerzan en la nobleza y el nuevo estamento
"burgués" (para entendernos) el gusto por la elegancia. Las mujeres tomaron ideas, a
través de los romances, sobre la forma de calzarse, la compra de cinturones bordados
o chapels con florón cincelado, así como sobre la forma de realzar la cintura reteniendo
el extremo del manto, de remangar la falda para mostrar la finura del pie y de adoptar un
estilo de andar ondulante -la moda del movimiento afectado de las caderas comenzó a
partir del año 1240, volviéndose general hacia 1300-. La complacencia de los autores
concede a ciertos excesos una mayor importancia de la que tuvieron en realidad.
Las influencias orientales a través de Sicilia y España
Sicilia y España, los primeros puntos de contacto político o espiritual de la cristiandad
europea con el mundo musulmán, también introdujeron los tejidos orientales en los
países de Occidente, aún con anterioridad al siglo XI.
Coronación de Roger II, mediados siglo
XII. Mosaico de la Martorana, Palermo.
Roger viste el traje de los emperadores
de Bizancio con el loros y
la corona stemma con colgantes.
En el caso de Sicilia, su conquista por parte de los caballeros normandos comenzó a
partir del año 1060, con el apoyo de las flotas italianas. La última resistencia de mano de
los sarracenos se produjo en el 1091. Al principio los peregrinos normandos que
regresaban de Siria hacia el 1016, después de haber expulsado a los musulmanes de
Salerno, fueron seducidos por los regalos de los burgueses de la ciudad, en concreto por
los mantos púrpuras, según cuenta el cronista Aimé de Mont-Cassin. Cuando el ducado
de Normandía fue transformado en el Reino de las Dos Sicilias, Rogerio II (Roger II)
tuvo que hacerse representar con la dalmática bizantina en pinturas y mosaicos en la
Martorana (Palermo). Al igual que su indumentaria, los musulmanes instalaron allí sus
tejidos debido a la creación de fábricas de tejido. Según Ibn Djobair, "las damas
cristianas, en la forma de velarse y de llevar sus mantos, siguen la moda de las mujeres
musulmanas. Con ocasión de estas fiestas de Navidad, salieron ataviadas con vestidos
de seda de color oro, envueltas en mantos elegantes, cubiertas con velos de color,
calzadas con borceguí dorados, pavoneándose en sus iglesias ataviadas como damas
musulmanas". La manufactura real de tejidos de Palermo adquirió una gran
importancia y fue donde, según todos los indicios, se realizó para el propio Roger II la
espléndida capa real del Tesoro de Viena. Los sicilianos se convirtieron en los
proveedores de los cruzados, fabricando para ellos prendas de fastuosos tejidos según el
gusto adquirido por éstos en Oriente. Debido a su vistosidad y la novedosa
ornamentación, por su colorido y su ligereza, los tejidos árabes fueron desplazando a los
bizantinos, tan de moda y tan demandados -y pesados- años atrás. Tras esto, la industria
textil siciliana fue en decadencia, hasta que los telares se trasladaron a Lucca, donde la
ornamentación bizantino-sarracena se fue mezclando con la ornamentación gótica
introducida en Italia por el nordeste; aunque fue a través de Sicilia por donde continuó
penetrando la influencia oriental hasta la misma Europa central.
Capa del rey Roger II de Sicilia, datada hacia el año 1133. El manto en forma de capa es de raso
de púrpura
bordado con oro y perlas; el tejido procede de la manufactura real de Palermo y los motivos
decorativos, el combate entre un león y un camello, son de inspiración oriental.
En España, la famosa peregrinación hacia Santiago de Compostela había producido un
movimiento continuo de peregrinos desde Francia hasta Galicia a partir de mediados del
siglo VIII. A partir del 1018 y durante doscientos años se inician diversas expediciones
francesas para su protección. En la Península Ibérica, al igual que en Tierra Santa, los
barones franceses adoptaron con gran facilidad las costumbres de los musulmanes, al
igual que hizo aquel señor de Aquitania que, tras la conquista de Barbastro (Huesca) en
el 1064, según el cronista Ibn Haiyán, se instaló en la vivienda del antiguo gobernador
musulmán, se vistió con sus ropajes y se calzó sus babuchas. Desde entonces se activaron
los intercambios de tejidos entre España e Italia.
El traje de Europa central y occidental
Numerosos documentos gráficos, como esculturas, miniaturas, pinturas murales, nos
permiten comprobar la unidad y hasta la entidad del traje en la Europa occidental en el
siglo XIII. Ciertos manuscritos como las Vies des Offas, el Livre de Santé o
elApocalipsis conservado en el Trinity College presentan los mismos tipos de
indumentaria que en Francia en la misma
época: saya, sobrevesta con amigaut,cotardía, perpunte, bragas para los hombres
y sorquenie para las mujeres. En Italia podemos encontrarnos con prendas similares,
sobre todo si observamos pinturas como las existentes en el Monasterio de San
Benedetto, en Subiaco, y en Santa Croce, Florencia. En este caso, las sobrevestas de los
hombres son algo más gruesas y los vestidos de las mujeres poseen colas más largas.
Monasterio de San Benedetto, Subiaco (Italia)
Pinturas murales de San Benedetto
En el caso de España, los vestidos de los miembros de la familia real hallados en las
tumbas del Monasterio de Las Huelgas, cerca de Burgos, son prácticamente idénticos a
los que vistieron los príncipes de la rama de los Valois en Francia; las mismas camisas
ajustadas con lazas en el lado y grandes escotaduras en las mangas de las sobrevestas.
Algunas miniaturas, como las del Libro de ajedrez del rey Alfonso X el Sabio (1221-
1284), representan mujeres con vestidos adornados y gorros estrechos y altos, modelo
quizás propio del país. Finalmente, en Alemania las características del estilo son lo que
parece dar un particular aspecto al traje de Renania, Franconia y Baviera, como se puede
apreciar es las esculturas del as catedrales.
Sin embargo, debemos decir que los nombres en la antigua lengua existente en el norte
de Francia sustituyeron las denominaciones de origen latino, por lo que se puede
observar la desaparición de los términos antiguos (túnica se sustituye por bliaud) y se
utilizan palabras nuevas como doublet, amigaut, gipon, peliçon, cuyas fechas de
aparición resulta muy difícil de determinar. Así mismo no nos resulta fácil seguir, a
través de todos estos cambios, el uso de una misma prenda de la indumentaria y trazar
su evolución. Hay numerosos autores que se limitan a enumerar las piezas
indumentarias sin precisar a qué elementos se refieren, por lo que resultaría
determinante la realización de un estudio en profundidad para proyectar algo de
claridad en estas confusión reinante y establecer una relación exacta entre los nombres y
los trajes de la Edad Media. En este punto, debemos repetir que la forma de llevar el
traje largo sólo afectó a la "clase" más elevada; la indumentaria de pobres y trabajadores
no se modificó hasta finales de la Edad Media.
Piezas concretas procedentes de España
Ajuar de la infanta María (siglo XIII)
Conocer la fecha exacta de la muerte de la infanta María nos permite conocer la fecha
exacta del conjunto, el año 1235.
Colegiata de San Isidoro de León
Doña María era la hija menor del rey Fernando III el Santo, rey de Castilla y de León, y
de su primera esposa, Beatriz de Suabia. La infanta murió siendo una niña en el año
1235, sin embargo, desconocemos su fecha de nacimiento, por lo que no se puede
precisar su edad. Fue hermana de Alfonso X el Sabio, que sucedió a su padre. Fue la
última en ser enterrada en el Panteón Real de la Colegiata de San Isidoro de León. Con la
invasión napoleónica y la entrada de estos en San Isidoro, se produjeron numerosas
profanaciones pero a pesar de ellas, la información que nos ofrece la Colegiata ha sido
objeto de estudio por parte de historiadores y antropólogos. Estas piezas junto con la
saya encordada de Leonor de Castilla, el pellote de Fernando de la Cerda y otras de
excepcional importancia procedente del Monasterio de Santa María la Real de Huelgas,
constituyen un tesoro para la historia de la indumentaria. Piezas únicas en el mundo,
nos han permitido conocer las hechuras de los vestidos y la riqueza y variedad de los
tejidos medievales del siglo XIII.
Para el siglo XIII se usaba vestidos muy semejantes en todo el Occidente europeo,
aunque era Francia quien tenía un papel más importante, tanto en la creación del primer
arte gótico como del primer traje gótico. España siguió la moda en lo esencial aunque,
sobre todo entre las mujeres, presentaba unos rasgos muy originales. Algunas de las
creaciones procedentes de España pasaron al resto de Europa en el siglo XIV. Podemos
decir entonces que España se mantuvo el mismo estilo durante el siglo XIII, las prendas
son cómodas, de corte sencillo, y observamos un especial gusto por vestirlas unas encima
de otras, conformándose un vestido vistoso y exponente de la riqueza de aquel que lo
porta. Así mismo, en estos vestidos queda reflejado el gusto por la naturalidad que
caracteriza al primer arte gótico.
Tras esta breve puesta en situación, pasamos a la descripción de las piezas. Tres prendas
en concreto (comunes a ambos sexos en esta época) son las que componen el conjunto
del ajuar de doña María: camisa, calzas y garnacha.
La camisa. Así se denominaba la prenda que se vestía directamente sobre el cuerpo. En este caso es una prenda de algodón, con cuello redondo y abertura en el delantero. Se encuentra confeccionada con dos paños: delantero y espalda, cortados en una pieza. La parte inferior de la prenda se hace más holgada al añadir a los costados dos piezas triangulares cosidas onesgas, con punto de crucetilla en color rojo. Así mismo las mangas amplían la sisa mediante dos piezas romboidales añadidas en su parte interior y van adaptándose al brazo hasta ceñirse en las muñecas.
Camisa de la infanta María, 1235
Las calzas. Se trata de una prenda que cubría las piernas y el cuerpo hasta la cintura. Se encuentra confeccionada en lino, presentando una hechura muy simple sin corte central para formar el tiro, limitándose a un corte semicircular en el centro para separar las piernas. Se ajusta a la cintura con una cinta que se pasa por unos ojetes.
Calzas (siento la nefasta
calidad de la foto)
La garnacha. Se trata de una prenda sin mangas, con cuello redondo y abertura en el delantero, confeccionada con dos paños que, cortados en una pieza, integran cuerpo y falda. Con forma en el cuerpo, se abre hacia el borde inferior con dos grandes nesgas que se incorporan en los costados. Parece que estuvo forrada de piel sin curtir, probablemente conejo. Se conoce la existencia de dicho forro por los restos hallados en su restauración. La garnacha tiene en común con el pellote su hechura pero,
a diferencia de éste, llevaba un grueso forro, por lo que no quedaba pegada al cuerpo y se plegaba con menos facilidad. Se trataba entonces de una prenda de abrigo que se vestía sobre otras prendas, como la saya encordada y elpellote, o directamente sobre la camisa, como en el caso de doña María. Confeccionada en seda de su color, se decora con bandas horizontales formada por hilos entorchados de oro.
Garnacha de la infanta María
La camisa, las calzas y la garnacha son prendas cómodas y holgadas, de corte
sencillísimo, que permitían una total libertad de movimiento. Las tres prendas se
encuentran confeccionadas y tejidas a mano con ligamento de tafetán, aunque con
diferente material: la camisa de algodón, las calzas de lino, y la garnacha de seda e hilos
metálicos dorados, enrollados en espiral sobre hilo de algodón o seda y componiendo la
trama. La seda fue introducida en la Península Ibérica gracias a los árabes, instalándose
entonces sederías y talleres de telares. El empleo del algodón en tejidos medievales es
muy limitado debido a que la planta no es autóctona (también introducida por los
árabes), lo que nos indica que se trataba de un tejido de importación y de uso limitado a
los más poderosos. No ocurre lo mismo con el lino, conocido desde tiempo atrás para la
confección de tejidos.
Ajuar de doña Teresa Gil (siglo XIV)
Primero de todo, en lo que se refiere a la fechación de las prendas, debemos indicar que
presumiblemente fueron realizadas en el 1307, año en que falleció y fue enterrada la
propietaria.
Doña Teresa Gil fue una infanta portuguesa que pasó gran parte de su vida en Valladolid
y fue fundadora del monasterio del Sancti Spiritus el Real de Toro, Zamora.
Desconocemos la fecha y el lugar de nacimiento de doña Teresa, así como sus primeros
años, pero la documentación que ha llegado hasta nosotros nos informa sobre su origen
y su existencia en la segunda mitad del siglo XIII y la primera década del siglo XIV.
Relacionada con la casa real portuguesa, en tiempos de D. Dionis, y la castellana en
tiempos de Sancho IV y Fernando IV, ocupó un destacado lugar entre la clase noble de
aquel tiempo, y su privilegiada situación le permitió acumular una gran hacienda. Según
podemos observar en algunos documentos, afirmamos que doña Teresa Gil pasó la
mayor parte de su vida en Valladolid; el primero de estos documentos se encuentra
fechado en 1276 y en él el infante Sancho (futuro Sancho IV) ordena a los alcaldes de
Sabugal (Portugal) que acudan con los "maravedis de la martiniega e con el portadgo e
con los derechos de nuestra villa en nuestro termino a donna Teresa Gil", como lo había
de haber el rey su padre "et como lo tenie d´elen tierra el infant don Pedro mio
hermano". El último documento, datado en el año 1305, en Medina del Campo, y en él es
don Fernando IV el que ordena a los recaudadores remitir los pechos de Zaratán y
Arroyo a doña Teresa Gil, tal y como fueron concedidos por su padre, lo que nos hace
pensar que no se había cumplido. El 16 de septiembre de 1307 doña Teresa otorgó
testamento en la ciudad de Valladolid ante el notario Pero Pérez de Valladolid, dejando
vestimentas, joyas, mobiliario y dinero a familiares, criados, pobres, eclesiásticos e
instituciones religiosas, expresando su deseo de que "todas las cosas que fincaren de lo
mio de mueble et de heredat, mandolas para fazer un monasterio a onrra et a servivio
de mio sennor IESU Xpo (Jesucristo) a quien y he en voluntad de fazer mio heredero en
todos mis bienes". Para esta decisión dejó como albaceas a los reyes de Castilla, don
Fernando y doña María, y al rey de Portugal, don Dionis. Fue la reina María de Molina
quien eligió los terrenos para la construcción, iniciándose el 28 de agosto de 1316. Para
el año 1345 el monasterio estaba habitado y prácticamente terminado, por lo que se
cumple la voluntad de doña Teresa de trasladar sus restos a este monasterio de Sancti
Spiritus.
Monasterio de Sancti Spiritus
Momia ataviada de doña Teresa Gil
Haciendo una breve referencia al contexto de la época en que nos encontramos, debemos
apuntar a que la estabilidad y la mejor calidad de vida, alcanzada gracias a los avances
tecnológicos producidos en España durante el siglo XIII, se desvanece en el siglo XIV
debido a guerras, hambrunas y la peste, que en el año 1348 asoló Europa y acabó con un
tercio de la población. Podemos decir entonces que el siglo XIV fue un siglo de
calamidades, donde la guerra estaba presente en todo el continente. Mientras que
Francia e Inglaterra se encontraban inmersas en la Guerra de los Cien años, España
proseguía con la Reconquista. Los dos grandes reinos del momento en la Península
Ibérica eran Castilla y Aragón. La segunda mitad del siglo XIV se caracteriza por una
mayor inestabilidad y crisis; se producen enfrentamientos entre Aragón y Castilla, y
Aragón y Mallorca; inestabilidad en la corona castellana debido a luchas dinásticas. A
esto se une una crisis espiritual provocada por las calamidades producidas por la peste
negra, interpretada como un castigo divino. La sociedad sigue estructurada en
estamentos (NO clases, aunque a veces hablemos de clase para entendernos): la nobleza
y la Iglesia, detentoras de lo religioso, cultural y social, dominan la sociedad mientras
que el pueblo sirve a ambas.
En lo que se refiere al vestido en España, en el siglo XIV era bastante similar a la moda
del resto de Europa. En las primeras décadas del siglo se mantuvieron los mismos
vestidos, con alguna variación estructural, pero para la segunda mitad se produjo un
cambio radical. Hacia el año 1360 apareció en escena el traje corto para el hombre, que
lo diferenciaba definitivamente de la indumentaria femenina, siendo las prendas que
constituyeron este traje la jaqueta y el jubón. Ambas prendas, de difícil ejecución y corte,
estaban diseñadas para modelar el cuerpo, siguiendo los dictados estéticos del momento.
El ajuar de doña Teresa, compuesto por camisa, brial, guantes y velo, es excepcional,
siendo las únicas prendas femeninas del siglo XIV que se conservan en España.
Desconocemos el alfayate o sastre que realizó las piezas aunque, teniendo en cuenta que
vivió en Valladolid hasta los últimos días de su vida, suponemos que el autor era de la
ciudad. En lo que se refiere al tejido de seda, se piensa que este pudiera proceder de la
industria sedera del sur de la península. Descripción de las piezas:
La camisa. Confeccionada en tafetán de lino en su color, es larga y con forma acampanada. Presenta una abertura delantera hasta la altura del pecho, no lleva corte en la cintura, y cuerpo y falda se encuentran cortados en una misma pieza. El vuelo se amplía con dos grandes nesgas cosidas en los costados que parten de las sisas de las
mangas, que son largas, con forma en la parte interior y ceñidas en el antebrazo con puños con una pequeña abertura.
Camisa de doña Teresa Gil
El brial. Realizado en tafetán de seda color azul, es largo, lleva cuello a la caja y abertura en el delantero hasta la altura del pecho, no tiene costura en la cintura, y cuerpo y falda van cortado en una pieza. El vuelo de la falda se amplía con grandes nesgas. La manga es larga, con forma en la parte interior y se adapta al antebrazo hasta estrecharse en las muñecas. La prenda se encuentra completamente guateada (acolchada) con fibras de relleno de lana y algodón, y va forrada con tafetán de lino en su color. Aprovechando la unión de los tejidos para formar el guateado, mediante pespuntes, se crearon motivos decorativos en líneas verticales a lo largo de la prenda; en los puños de las mangas esas costuras forman hojas. Las aberturas del cuello y los puños se cierran con ojales y pequeños botones del mismo tejido.
Brial de doña Teresa Gil
Los guantes. Realizados en piel de cabritilla en su color, el anverso y el reverso están cortados en una pieza, con la excepción del pulgar, que se une a la misma mediante una costura en zigzag con hilo de seda. El puño se abre, en forma acampanada, hacia la boca.
Guantes de doña Teresa Gil
El velo. Confeccionado en gasa de seda en su color, su hechura es rectangular. Se encuentra decorado en los extremos, superior e inferior, con listas de seda en su color y en rojo, y rematada en fleco formado por los hilos de la misma urdimbre. El velo cubría el rostro de doña Teresa Gil.
Velo
Detalle del velo
Botonadura del brial de doña Teresa Gil
Desde el punto de vista de la hechura, camisa y brial presentan un corte muy sencillo y
lineal propio del momento histórico en el que nos encontramos. Ambas prendas se
confeccionan partiendo de una estructura rectangular, propia de la túnica altomedieval,
que se va modificando al introducir una pieza triangular llamada nesga. La hechura de la
camisa nos muestra la simplicidad del corte, que no precisa de la intervención de un
especialista, mientras que la hechura del brial es más elaborada, pudiendo observar en
ella los pequeños cambios que se produjeron en los vestidos de principios del siglo XIV.
Estos cambios se aprecian en el interés de ajustar el vestido al torso y, en contraposición,
proporcionar mayor vuelo a la falda con amplias nesgas; las mangas presentan también
un corte más elaborado, con forma en la costura interior para adaptarse a la forma del
codo. En el siglo XIV se incrementan las tipologías de vestuario, siendo una novedad las
botonaduras en delanteros y mangas. Los botones adquieren un gran protagonismo en
estas fechas, no sólo para cerrar las prendas sino también como decoración.
Las piezas que componen el vestuario con que fue enterrada doña Teresa son típicas del
armario femenino de las primeras décadas del siglo XIV. Sobre el cuerpo desnudo la
primera prenda que se vestía era la camisa blanca y, sobre ella, el brial o la saya, que
durante este siglo, al igual que en el anterior, siguió siendo un vestido rico, muy largo y
sólo de mujer. Tan solo el brial, por sobrepasar en altura la medida de su usuaria y el
lujoso tejido empleado en su confección, nos informa que perteneció a una persona de
posición social privilegiada. Efectivamente, la largura de la prenda era privativa de un
alto nivel social, así como el color azul de la prenda (brial), también reservado a los altos
estratos sociales.
Otras prendas
Birrete de Fernando de la Cerda (anterior a 1275). Bordado con
aljófares (perlas pequeñas), corales y vidrios. Guarnición
de oro y engastes de zafiros y granetes
Calzas de Rodrigo Ximénez de Rada, siglo XIII
Cofia de Fernando, infante de Castilla, hijo primogénito
de Alfonso VIII y Leonor de Plantagenet (hacia 1189-1211).
De tipo almohade, tejido con seda blanca y azul
e hilos entorchados de oro de gran pureza
Pellote de Enrique I (hacia 1204-1217). En
tafetán de seda carmesí, presenta su
parte inferior decorada con farpas
Pellote de Fernando de la Cerda (hacia 1255-1275)
Pellote de Leonor de Aragón, primera mitad del siglo XIII
Saya encordada de Leonor de Aragón, 1250
Saya de Leonor de Castilla, 1244. Lampazo, fibras de seda
e hilos entorchados de oro
Saya de Fernando de la Cerda (1255-1275)
La indumentaria civil
Los soberanos, que en la vida corriente llevaron el vestido ordinario del estamento
privilegiado, conservaron como vestido ceremonial la dalmática hendida en los lados y
en un principio más corta que la saya, con mangas largas que se detenían en el codo,
durante el reinado de San Luis, y que después se hicieron más largas, ya para el siglo XV.
El manto real, denominado soccus, se mantiene abrochado en el hombro derecho.
El conjunto de los elementos del traje comienza a denominarse robe ("vestido" en
francés), aunque este término no designa una única pieza de indumentaria sino su
conjunto, sólo a mediados del siglo XII se aplicará este término a una única prenda de
encima. El bliaud, una prenda que no se menciona antes de la Canción de Roland,
desaparece a comienzos del siglo XIV, siendo sustituida por la saya, una prenda ajustada
en el busto y larga. El surcot o sobrevesta se trataba de una túnica de encima sin
mangas, en el caso de las mujeres era una prenda muy larga, que arrastraba por el suelo.
El corte de las prendas de encima era entonces muy variado y cuidado, pero la
identificación de las diferentes prendas resulta muy difícil, como ya mencionamos con
anterioridad (los diversos nombres y la variedad tipológica hacen muy difícil la
identificación de las piezas, a veces el estudio de la indumentaria es duro y "lioso").
Parece ser que la sorquenie femenina fue una túnica con un cuerpo particularmente
ajustado, mientras que la cotardía (utilizada por ambos sexos) era
unasobrevesta ajustada con falda ancha, corta o larga. Por otro lado, el garde-corps y
elcorset (no el que se nos viene a la cabeza), que se confunden entre sí en algunas
ocasiones, parece que fueron otras prendas de encima, que podían superponerse o
sustituir a otras prendas, según la época del año. En las representaciones figuradas, la
variedad de mangas ajustadas o sueltas, con o sin coderas colgantes, ensanchadas en
formas de alas o abiertas bajo los brazos, quizás no indica siempre un cambio en el
nombre de la prenda pero modifica considerablemente su forma, por lo que nos dificulta
su identificación.
Gardecorps. La prenda la podemos ver en el personaje
que se encuentra sentado y el que va de azul
Gardecorps
Las prendas de vestir ya en uso durante la época anterior, el doublet,
el peliçon, elgipon o la chupa, no se modificaron. A estas prendas se añadió la cotte
gamboisée ogambesón para los hombres, almohadillada con estopa, y el hoqueton, un
chaleco igualmente almohadillado, prendas que se llevaban bajo la armadura,
asimilándose para finales del siglo XIV a la indumentaria civil. Estas prendas acolchadas
y almohadilladas son el origen del jubón del siglo siguiente.
Gambesón
En lo que se refiere a las prendas femeninas, si las mangas de los vestidos de debajo eran
a menudo acampanadas o sueltas, las de las túnicas eran tan estrechas, tan ajustadas que
había que coserlas a la escotadura una vez se había colocado la prenda, lo cual favorecía
todo tipo de fantasías de color y contrastes de tejido. Aunque hay que añadir que las
mangas se descosían con igual facilidad, por lo que las mujeres solían llevar en sus
bolsos hebras de hilo para recoser cuando se descosía. Esto nos hace pensar que la dama
que llevaba este tipo de túnicas era, evidentemente, de alto nivel social, con tiempo
suficiente para que le cosieran sus mangas. Esta moda explica la costumbre de los
caballeros de enarbolar en los torneos, en su yelmo o escudo, una manga ofrecida por
una dama.
El traje de los estamentos populares y campesinos
La extrema pobreza del villano (obrero o campesino), así como las múltiples formas de
servidumbres que pesan sobre su clase, lo mantuvieron sometido a una indumentaria
muy simplificada hasta la época de la liberación del vasallaje: los hombres
llevabanbragas, una blusa basta, calzas de tela, grandes zapatos de cuerdas y, a veces,
una camisa; las mujeres vestían camisa, vestido o túnica, y calzas. El sayo con capucha o
laesclavina de estameña completaban el atuendo de los estamentos más bajos de la
sociedad. Este tipo de vestimenta podemos verla en miniatura y esculturas de catedrales.
Esta situación en la indumentaria campesina se modificó por efecto de la emancipación,
que fue librando al siervo de las excesivas exigencias fiscales del señor, y por el hecho de
las Cruzadas, que contribuyeron a nivelar las diferencias sociales. La intensidad en la
circulación de los productos textiles por medio de las ferias -en pleno desarrollo a partir
del siglo XII- y la prosperidad que se manifestó entonces, constituyeron factores no
menos importantes de mejora de la vida del siervo. A comienzos del siglo XIV, obreros y
campesinos llevaban "ropa interior, prendas de lana y calzado".
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Etiquetas: Edad Media
Miércoles 21 de septiembre de 2011
El traje en Europa desde el siglo XIV hasta principios
del siglo XVI. Parte I
Giovanni Arnolfini y su mujer, Jan Van Eyck, 1434.
Traje de la burguesía. Lleva una huca de terciopelo forrada
de piel sobre un jubón negro con puños bordados de oro y un
sombrero de fieltro, en forma de cono invertido. Junto a él, vemos sus
chanclos de madera con tira ancha y dos tacones. Su mujer luce un
vestido de paño ribeteado con piel de letice, variedad del armiño.
Las largas mangas hendidas están adornadas con recortes
acaracolados; la huve de fino lienzo se apoya sobre dos
trufas recogidas en una redecilla dorada. El talle alto
subraya la prominencia del abdomen
que estaba de moda acentuar.
La aparición del traje corto y su evolución hasta el 1520 aproximadamente
La gran novedad en la evolución del traje en Europa a partir de mediados del siglo XIV
es el abandono del vestido largo y holgado, común a ambos sexos: corto para los
hombres y largo para las mujeres, pero a partir de estos momentos, el traje fue ajustado
y hendido, parcialmente o por completo; así mismo se encontraba atado o abotonado.
Esta evolución no sólo hizo desaparecer del uso corriente, exceptuando algunas
categorías sociales, las formas antiguas heredadas sino que representa una primera
etapa hacia nuestra indumentaria actual o moderna. Hacia el año 1340-1350 este cambio
se generalizó en el Occidente europeo, encontrándolo en Inglaterra, Alemania e Italia,
así como en Francia, sin que se pueda establecer de forma clara su origen -atribuido a
España, Cataluña más concretamente, o a Italia, que a su vez lo atribuyen a Francia-.
Bocetos de trajes de corte, Pisanello. Principios
del siglo XV. Aunque es posible que estos trajes
nunca se llevaran, sus diseños nos muestran el
nuevo espíritu de mimo en el atuendo personal
que se introdujo a finales del siglo XIV bajo el
influjo italiano. La larga gamurra (casaca) de la
mujer, su voluminoso peinado, los adornos de
plumas y las formas complicadas del traje
masculino se merecen el epíteto de
trajes disfrazados, que se aplicaba
a las prendas que se salían
de lo habitual.
Por supuesto, no podemos dejar atrás la importancia de la aparición de un nuevo
espíritu, perceptible ya desde finales del siglo XIII, que va afirmándose y se desarrolla a
comienzos del siglo XIV y, en primer lugar, en Italia. Los primeros síntomas del
Humanismo declaran una mayor preferencia por las expresiones profanas de un arte
laico, una idea acerca de un hombre con mayor independencia y más ávido de acción, un
interés en el individuo y no en lo universal. Al mismo tiempo comienzan a darse una
serie de cambios importantes en el ámbito social, por ejemplo, la "clase" o estamento
campesino se libera de los señores, que tienden a su futura función de grupo restringido
de corte, mientras que los artesanos se organizan en grupos económicos sostenidos por
un "capitalismo" ya potente. Otro factor menos visible pero no menos importante
interviene también en estos hechos, tratándose del concepto debelleza ideal, que se
define a partir del siglo XIII en el arte y la literatura en Francia y, sobre todo, en Italia,
donde de Dante a Giotto, de Petrarca a Pisanello, de Boccaccio a Rafael, este tema
inspira a artistas y poetas. Se da una mayor importancia al cuerpo femenino, al mismo
tiempo que se anuncian y descubren más cuidados para lo que a la apariencia externa se
refiere. En todos los Estados italianos, tanto mujeres como hombres extendieron al traje
esta apasionada búsqueda de la hermosura en las formas, satisfaciendo así su gusto por
la elegancia y por las asociaciones de colores afortunadas, al igual que su deseo de una
mayor distinción. Fue entonces cuando apareció en Italia el denominadodibujante de
modas; artistas tan famosos como Pisanello, Pollaiuolo y Jacopo Bellini, que crearon
modelos de trajes y dibujaron ornamentaciones de tejidos.
Retrato de una joven, Antonio Pollaiuolo, 1475.
Estas bellas mangas decoradas constituyen el
testamento del inmenso talento de los
trabajadores textiles de los
siglos XV y XVI.
A continuación, diversos grabados de Pisanello:
Vemos, por tanto, que la transformación del vestido se ve influenciada por nuevo clima
psicológico y artístico, pero también económico a pesar de las dificultades producidas
por las guerras. Se ha observado que a comienzos del siglo XIV el comercio europeo se
estabilizó, sin apreciarse un aumento en su campo de acción pero, poco a poco, se
intensificaron las rutas de intercambios hasta que la gran ruta Italia-Flandes se
sustituyó por el tráfico marítimo entre el Mediterráneo, el Atlántico y el Mar del Norte
(dependiendo en cada país de la política de su gobierno debido a la inseguridad generada
tras la Guerra de los Cien Años y la ocupación turca del Mediterráneo). A continuación,
se inicia en el oeste europeo un desplazamiento hacia los centros comerciales en
desarrollo, a saber: Marsella, Venecia, Génova y Barcelona. En el norte se establecieron
los grandes puertos internacionales de Brujas y Amberes, que enlazaban con la Hansa
teutónica, que controlaba el tráfico procedente de Novgorod (ciudad rusa situada a 155
kilómetros de San Petersburgo). Quizás algún día podamos saber como es que las modas
imperantes en la Francia de Carlos el Temerario pudieron ser las mismas que en
Groenlandia, en la misma época, según se desprende de las excavaciones arqueológicas
llevadas a cabo en los emplazamientos de las antiguas colonias normandas. Al mismo
tiempo que sucedían estos hechos, se crearon en los Países Bajos y en las ciudades de
Florencia y Milán unas industrias apoyadas por ese "capitalismo" mercantil, que
aprovecharon el perfeccionamiento técnico de la tejeduría y los tintes. Esta mejora de las
condiciones generales se tradujo en la re-acuñación de monedas de oro en todos los
Estados europeos, mientras que el gusto por el lujo y el aumento del poder adquisitivo
tuvieron, como siempre sucede, una gran repercusión sobre el traje.
Haciendo referencia a esta repercusión en el traje, debemos hacer mención al traje
militar, ¿porqué? Ahora lo veremos. Es en estos momentos cuando aparece laarmadura
de placas, corta, que sustituyó a la cada vez más anticuada cota de mallasemilarga,
denominada loriga. Este cambio parece que seguro debió ser a causa de la aparición de
ballestas más potentes y a la introducción de las primeras bocas de fuego, bombardas y
pedreros. En los últimos años del siglo se inició el uso de la brigantina, que llegaba hasta
la parte superior de los muslos, y estaba formada por finas laudas traslapadas y fijadas a
una tela exterior o de cuero, que tenía la forma de un jubón civil o de jaqueta muy
ajustada. No nos es posible discernir la cuestión de cuál prenda fue la que influyó
primero sobre la otra, si el traje civil sobre el militar o viceversa, pero es necesario (y este
es el por qué) tener en cuenta el paralelismo de su acortamiento.
Brigantina de Felipe el Hermoso, finales del siglo XIII-
principios del siglo XIV. Es mi deber indicar que no se trata del
Felipe que se nos ha venido a la cabeza, se trata de Felipe IV de Francia,
también llamado el Hermoso. Como podemos ver, la brigantina es
una especie de chaleco sin mangas realizado con placas
metálicas remachadas sobre un forro rígido.
Mis disculpas por el blanco y negro...
Un cambio tan importante en el traje sobrepasa por su magnitud los límites de una
simple variación temporal, sin embargo, podemos afirmar que la aparición del traje
corto ha constituido, hasta cierto punto, la primera manifestación de la moda. Vemos,
por tanto, que a partir del siglo XIV aparecieron nuevos elementos en el traje que
participaron menos de las necesidades que de las fantasías. Sin dejar de representar la
llegada a su término, algunas veces lenta, de diversos factores de orden económico,
político e incluso étnico, las variaciones en la indumentaria fueron más ocasionales y
limitadas, correspondiendo a zonas más restringidas, más "nacionales", a producciones
más locales. La evolución del traje corto se estableció, como vemos, en un plano
geográfico en el que se encontró frente a frente con particularismos de carácter
"nacional". Al propagarse el traje corto, poco a poco, por toda Europa, va encontrándose
con diferentes condiciones que corresponden ya a características nacionales en
formación. Al contrario que el traje largo, que era prácticamente uniforme, el traje corto
deja de ser idéntico en Alemania, Francia, Inglaterra, Italia.
Durante este periodo, la indumentaria se sometió algunas veces a la atracción
protagonizada por Italia, cuyo papel de precursora es muy importante, mientras que en
otras ocasiones recibiría la influencia del núcleo Francia-Borgoña. Por ambas partes, la
indumentaria se impregnó de un fasto y una opulencia nunca antes vistas, quizás más
perceptibles en el traje masculino que en el femenino, aunque una diferencia esencial
marca a estos dos polos de influencia. Por una parte, en Italia, dividida en una decena de
Estados, el sentido de la forma y de la imaginación creadora transformaron el traje, pero
el incremento de la tejeduría de la seda y la perfección de la organización comercial
fueron las bases que permitieron su expansión por los países vecinos: el facto económico
desempeñó un papel importante en ello. Mientras, en el núcleo de Francia-Borgoña, al
ser más concentrado, sucede lo contrario, son las Cortes las que influencian la
indumentaria. A pesar de las dificultades causadas por la Guerra de los Cien Años, la
indumentaria era suntuosa, en respuesta a la ambición de los duques borgoñones y a las
tradiciones reales que las vicisitudes no habían logrado alterar de forma sustancial. El
enriquecimiento de los Estados de Borgoña y la prosperidad de Flandes no fueron otra
cosa que factores de apoyo. La "política" fue aquí el principal motor de la evolución.
La transformación del traje en los siglos XIV y XV aparece así menos como la expansión
de una civilización general y común, que de un grupo de naciones de cultura al mismo
nivel pero diferente. El traje dejó de tener un carácter universal, uniforme e impersonal y
pasó a particular, personal y nacional.
Durante la segunda mitad del siglo XIV y en el siglo XV, en toda Europa, el poder
político se concentró y las clases privilegiadas perdieron sus antiguas posiciones,
mientras que se fue afirmando una emancipación social y económica. La constitución de
los poderes nacionales trajo consigo en las cortes reales y principescas, a pesar de las
guerras, un desarrollo del lujo que sigue siendo uno de los fenómenos más curiosos de
estos momentos. Estas cortes se constituyeron alrededor del rey en Francia, España e
Inglaterra, y en otros lugares como el Sacro Imperio e Italia, adaptándose al sistema de
los principados y de las señorías locales. En todos los lugares, la actividad urbana y el
enriquecimiento de las clases comerciantes hicieron emerger una burguesía rica que se
elevó al nivel de la nobleza. El traje vino a ser así, para unos, un medio para expresar su
ascenso y, para otros, el de manifestar una preeminencia celosamente protegida. La
aparición y el desarrollo de las cortes y de los grandes centros urbanos, ambos creadores
del lujo, iban a la par con la transformación en Europa de la noción de lanacionalidad; la
adopción del traje corto señala las primicias de un particularismo de la indumentaria
europea.
* Quiero indicar, llegados a este punto, que esto se trata de una introducción general,
como se indica en el título con el nombre de Parte I. Tras esto, con sucesivas Partes,
pasaremos a hablar del vestido en zonas concretas como Francia, Borgoña, Italia,
España, etc., antes de llegar al Renacimiento. Por tanto, esta época que estamos
hablando, siglos XIV-XV podríamos considerarla, en el traje, una transición hasta la
indumentaria de la Edad Moderna. Dicho esto, me despido hasta el siguiente tema, que
será Francia.
lunes 10 de octubre de 2011
El traje en Europa desde el siglo XIV hasta principios del siglo XVI. Parte III
EL TRAJE DE BORGOÑA
En la corte borgoñona se sobrepasó a las demás en cuanto a la suntuosidad de la
indumentaria se refiere: variedad de tejidos, vistosidad de los tejidos, renovación
constante del vestido, características que se observan en mayor medida en el traje
masculino.
Roman de la Violette, mitad del siglo XV. Ms. fr. 24376 fº 5 y 8
(la imagen inferior), Biblioteca Nacional de Francia, París
Pero aquí tiene lugar la pregunta acerca de cómo pudo un ducado superar a otros reinos;
un hecho nos lo explica, la boda de Felipe el Valiente con Margarita de Flandes, hija y
heredera del poderoso conde Luis de Male, que añadió al importante patrimonio del
duque los enormes recursos del condado más rico y extenso de toda la cristiandad, con
las ciudades de Ipres, Brujas y Gante, siempre prósperas, y sus florecientes industrias de
pañería y sedería, su Bolsa y su feria de Amberes, convertida en un lugar de comercio
internacional. Entre Flandes y los Países Bajos, por un lado, y Borgoña, por otro, los
intercambios se desarrollaron gracias a un sistema financiero perfeccionado, dentro de
una estructura económica incomparablemente más potente que la del propio reino de
Francia.
Castillo de Grandson
En su deseo de igualar, e incluso superar, a los reyes que les rodeaban, los duques
utilizaron los considerables ingresos de la Corona para su lujo personal, especialmente
para su indumentaria. El cuidado por ella llegó a convertirse en una obsesión; Felipe el
Valiente tenía una irresistible necesidad de ostentación. Por ejemplo, en el año 1389, con
motivo de la llegada a París de la reina Isabel, se vistió sucesivamente con cuatro trajes
de terciopelo ornamentados con flores de oro y de piedras preciosas, una jaqueta de
color rojo escarlata con cuarenta corderos y cisnes de perlas, un traje verde con mangas
bordadas con oxiacantas y carneros de perlas. Juan sin Miedo compraba sobre todo a los
comerciantes italianos de Lucca las telas de baudequins (en origen sederías de Baldac o
Baudac, es decir, Bagdad) con hilos de oro. En sus libros de cuentas no sólo se
registraban sus trajes sino también los de su casa y su familia, informándonos también
acerca de sus proveedores. A través de estos libros podemos conocer las libreas que
llevaban sus pajes, los escuderos y las damas de honor, que comprendían mantos,
capuchones, caperuzas de tela de Malines forradas de piel, con adornos de flores y
emblemas. Pompones, botones, penachos de plumas de avestruz adornaban los gorros;
los sombreros de verano, de paja, adornados con cintas y apliques, se hacían en Italia
mientras que los de invierno, de terciopelo o fieltro, se hacían en Alemania, en
Ratisbona. De todo esto que nos cuentan los libros de cuentas, destaca la costosa locura
de un sombrero de seda encargado en 1420 por Felipe el Bueno, que además se
encontraba adornado con plumas raras, flores y pepitas o lentejuelas de oro. Otro
sombrero destacado se encontraba entre el botín de los suizos conseguido en Grandson:
comuna y ciudad histórica suiza en el cantón de Vaud, con un importante papel en la
batalla de Grandson, que enfrentó a finales del siglo XV a Carlos el Temerario, duque de
Borgoña, con los confederados suizos aliados con Luis XI de Francia. Carlos intentó
recuperar el castillo pero tuvo que retirarse debido a la reacción suiza, dejando atrás un
importante botín y el castillo. Pues bien, parece que entre el botín con el que se hicieron
los suizos se encontraba un sombrero de terciopelo amarillo, adornado con un aro de oro
con rubíes, perlas y zafiros (sombrero perteneciente a Carlos el Temerario).
Reproducción de cómo pudo ser el sombrero de
Carlos el Temerario perdido en Grandson
Felipe el Bueno se distinguió de sus predecesores y de su corte a través de prendas de
tono violeta, azul oscuro o negro, que hacían resaltar el esplendor de sus joyas. Carlosel
Temerario aportó una renovación del lujo en la indumentaria, tanto con ocasión de su
boda con Margarita de York -que vestía un espléndido traje adamascado con oro-, como
en su encuentro en Tréveris con el emperador Federico III, que, según Boucher,quizás
fracasó debido a las rivalidades de elegancia entre los dos jefes de Estado y de sus
partidarios, al burlarse los borgoñones de sus torpes adversarios germánicos.
Escuela francesa del siglo XV, La Chasse au vol à la cour de Philippe le Bon.
El cuadro ilustra las fiestas en las que se utilizaban los trajes disfrazados, es decir,
trajes que se salían de lo habitual. Debe de ser de hacia 1442, ya que los leones de Limbourg
no se añadieron a las armas del duque de Borgoña hasta esa fecha. Sin embargo, la mayoría
de los trajes son anteriores a dicha fecha y el color blanco que lucen todos de forma uniforme
parece indicar que se trata de un tema impuesto para esta fiesta en concreto. Todos los
hombres, incluso los criados, visten el traje corto con pliegues tubulares, enriquecido con
bordados, en el caso de los gentilhombres. Las caperuzas adoptan formas muy variadas:
la del duque, sentado junto a la mesa, es de corona prominente, otro la lleva en forma
de turbante, con la cornette colgante en forma de hojas según la moda de Alemania,
detalle que aparece en varios tocados femeninos. El manto con borde recortado del personaje
que se encuentra de espaldas, junto a los caballos, en primer término, sigue la misma moda,
por el contrario, los personajes de espaldas, que se hallan junto al duque (vestido de oscuro),
lucen mantos inspirados en las modas italianas. En el centro, abajo, un joven viste jubón
ceñido adornado con flecos; otro, vestido con huca, sujeta el sombrero en la mano dejando
ver su corte de pelo en escudilla. En el centro, la duquesa aparece envuelta en un
manto forrado de armiño; al igual que otras damas luce peinado con trufas y adornos de
orfebrería, con la cabeza cubierta con una redecilla perlada. Sólo una mujer, que está
cerca del duque, lleva un tocado con cilindro de tela (bourrelet), las demás lucen
caperuza enrollada y colocada de distintas maneras sobre redecilla o cofia. En el centro,
abajo, una joven lleva debajo de esta caperuza, otra clásica, cerrada por
delante con un prendedor. Muchos de los hombres visten calzas con suelas, y varios,
entre ellos el duque, llevan además chanclos de punta larga. Los halconeros son los únicos
que calzan zapatos de caña alta con cordones. Hay que señalar también los bordados
de los trajes, los collares grandes de oro o coral, los bordes recortados de las
mangas y de las mucetas, los sombreros de alas planas adornados con una pluma y,
a veces, con una cinta repujada alrededor de la corona, los guantes rojos de la joven
en segundo término, a la izquierda, con golilla -moda muy poco
frecuente en ese momento-, y los cinturones repujados que, en general,
las mujeres llevan muy arriba.
Como vemos, este gusto por la riqueza, la utilización de paños y sederías de lujo, en
ocasiones extranjeros, los tocados desmedidos, marcaron en Borgoña una tendencia más
acentuada que en Francia mediante la creación de una silueta de línea creada y
asimétrica, sometida ya a un espíritu barroco en potencia (aquí este "barroco" he de
decir que se refiere a el hecho de recargar la indumentaria). Debido a la gran diversidad
de las provincias que componían el ducado y a la compleja diplomacia llevada a cabo por
sus duques, el vestido en Borgoña sufrió muy diversas influencias: desde Portugal,
Isabel, tercera mujer de Felipe el Bueno, aportó modas desconocidas (parece que esta
mujer recibió a los enviados borgoñones vestida con un manto hendido y un tocado con
una especie de turbante), mientras que España, Italia y Alemania enviaban
respectivamente sus lencerías plisadas, sus tejidos raros y sus sombreros de forma alta y
trajes recortados. La explicación a esta última moda que hemos mencionados, la de los
trajes recortados, puede tener su origen en la boda celebrada entre Juan sin Miedo y
Margarita de Baviera en el 1404.
Es posible que la gran anchura de espaldas del jubón, que se acentuaría en el siglo XVI
en Italia, España y Francia, procediese de las maheutres, unas tiras rellenas de las sisas
de las mangas, brahones, aparecidas en la corte de Borgoña hacia el 1450. Losbrahones,
que se tratan de una rosca o doblez que ceñía la parte superior del brazo, fue
posteriormente una prenda de vestir típica de los soldados del siglo XVI. La influencia de
un lujo en la indumentaria que iba a heredar pronto la Casa de Austria dio a la corte un
esplendor inigualado, aunque el traje fue en Borgoña un verdadero aliado político de los
duques.
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Sábado 24 de septiembre de 2011
El traje en Europa desde el siglo XIV hasta principios
del siglo XVI. Parte II EL TRAJE EN FRANCIA
Mapa de la Europa del siglo XV
Contexto
A pesar de la escasa distancia que separaba la Francia de las "flores de lis" del ducado de
Borgoña, la indumentaria de cada una de estas regiones recibió diferentes influencias,
siendo posible la introducción del traje corto en Francia por medio de Italia, ya que en
sus inicios, la nueva indumentaria tomó de este país sus formas, sus tejidos y la
ornamentación. Sin embargo, esta desmedida afición se debilitó después del año 1350,
ya por haber sido asimilada la influencia italiana por el gusto francés, ya por haber sido
sustituida por la corriente borgoñona, así como el hecho de la ocupación inglesa de
París.
A pesar de los avatares militares y políticos, un segundo periodo de gran lujo se
estableció en Francia entre los años 1380 y 1420, seguido del complicado reinado de
Carlos VII y la reconquista contra los ingleses. Hacia finales del reinado de Carlos VII
apareció un tercer periodo de lujo, muy probablemente debido a la presencia en la corte
de Inés Sorel (http://mujeresdeleyenda.blogspot.com/2011/05/agnes-sorel.html), que
gozó del favor del rey de 1444 a 1450, y a quien el cronista Georges Chatelain juzgaba
severamente: "Llevaba colas una tercera parte más largas que las princesas de este
reino, tocados más altos, vestidos más costosos, y experta sólo en la vanidad, día y
noche". Aunque debemos decir que después de ella, las mujeres adoptaron con gran
rapidez otras modas igualmente costosas. Hacia el año 1467 cesó la moda de las colas y
los vestidos comenzaron a lucir ribetes de piel.
Inés Sorel
Atenuado durante el reinado de Luis XI, este gusto por el lujo en el vestir volvió a
animarse a partir de las primeras expediciones francesas sobre tierras italianas.
Hubo en estos momentos ciertos detalles procedentes de las modas alemanas que se
introdujeron en suelo francés, especialmente detalles como los recortes realizados a las
telas, a través de Borgoña y no por la influencia de Isabel de Baviera, como suele
afirmarse. Parece muy poco probable que la reina, vestida sin gusto en el momento de su
llegada y deformada por una precoz obesidad, hubiese podido desempeñar algún papel
como árbitro de la elegancia, aunque derrochadora y disoluta, debió inducir a sus damas
de honor a llevar prendas suntuosas, como podemos observar en Las muy ricas horas
del duque de Berry, y cuya fantasía y extravagancia hicieron decir al predicador Jacques
Legrand que "Venus se había domiciliado en la corte de Francia".
Las muy ricas horas del duque de Berry. El duque
en el momento de emprender un viaje. Ms. lat. 18014
fº 288 vº, Biblioteca Nacional de Francia, París.
Juan de Berry luce un manto negro de tejido brocado de
oro, forrado de piel, con cuello alto y rígido y colgante y
sombrero con ala vuelta recortada. La hopalanda de color
rosa del heraldo tiene forro blanco, bordes festoneados y
cuello alto, denominado carcaille. El tocado anaranjado
está drapeado a modo de escarapela.
El traje masculino
A partir del año 1340, aproximadamente, la sobrevesta fue sustituida por la prenda corta
denominada gipon o jubón, a pesar de encontrar una gran oposición; la prenda larga
subsistió en la corte y en los medios eclesiásticos y universitarios. Estas nuevas modas
trajeron enormes cambios al conjunto de la indumentaria.
La moda corta, que dejaba la pierna al descubierto, exigía unas calzas tanto más
ajustadas y estiradas cuanto más arriba subían. Frecuentemente se hacía a medida a la
moda corta; existían calzas forradas de piel, calzas específicas para cabalgar y calzas con
suelas. Las calzas redondas de la época anterior se sustituyeron por otras que eran
mucho más altas, denominadas de cola, que podían sujetarse al jubón no sólo por
delante, sino también por la parte trasera y lateral; hacia el año 1371, para contrarrestar
las críticas de "deshonestidad" que se realizaban a estas novedades, se tuvo la idea de
coser las dos calzas entre sí, lo cual dio como resultado las calzas de fondo plano, un
pequeño triángulo que se añadió entre las dos partes delanteras, labraye, que cubría la
abertura de las bragas. Esta pieza se transformó, posteriormente, en la bragueta del
siglo XVI. Las bragas, que se redujeron a su función de prenda interior por motivos de
"limpieza" -como nos dicen las fuentes-, eran siempre de tela y se fueron haciendo cada
vez más cortas. A mediados del siglo XV, la zona superior de las bragas se cubrió con
una especie de tiras rellenas de tela almohadillada que se denominaban lodier (esta
forma primitiva de la parte superior de las calzas no se utilizó hasta finales del siglo).
Los Reyes Magos, frontal del altar de Sant Vicenç d´Espinelves, Barcelona.
Finales del siglo XIII.
Álbum de Villard de Honnecourt: calzas drapeadas, hacia
1220-1230. Ms. fr. 19 093 fº 6 y 28, Biblioteca Nacional de Francia, París.
En ambas representaciones podemos ver el tipo de calzas anterior al siglo XIV,
que continuó utilizándose con el traje largo: suben hasta la mitad del muslo y se
enrollan; los Reyes Magos llevan debajo del traje corto medias calzas de colores
que llegan hasta la parte inferior del muslo y se fijan mediante una tira lateral
a un cinturón que permanece oculto (en las tumbas de Las Huelgas
se han encontrado restos de un sistema muy similar).
Hacia el año 1360, quizás para satisfacer a los costureros, quienes se encontraban
amenazados por la ruina debido a la desaparición de la sobrevesta, apareció una nueva
prenda, la hopalanda, un vestido amplio y largo generalmente, de mangas amplias y
ensanchadas, ceñida al talle mediante un cinturón bajo el cual se formaban pliegues
regulares en forma de tubos de órgano, los pliegues tubulares. Parece probable que estos
pliegues se sujetaran interiormente en la espalda, mientras que la anchura de la parte
delantera y la abertura hasta la cintura permitían colocarse esta prenda sin dificultad.
Una variante de esta prenda, pero en corto, se denominó haincelin. Esta moda duró
hasta aproximadamente el año 1425.
A partir de este año, el término robe [vestido] perdió el significado que tenía hasta
entonces (el de conjunto de prendas de vestir) para referirse ahora a la prenda de
encima, corta y holgada. El término vestido largo se mantuvo para designar al traje
utilizado por los dignatarios o por los mayores, que en el siglo XV e incluso en el
siguiente, no quisieron renunciar a él. En el siglo XV el vestido de uso común recibe la
denominación de vestido de guisa común y antigua, diferenciándolo así del
llamadovestido disfrazado, un tipo de vestido de fantasía que utilizaba la nobleza para
asistir a ciertas celebraciones como torneos, asambleas o fiestas. Como ya hemos dicho
en alguna ocasión, en la Edad Media el traje en sí mismo no distingue los grupos
sociales, al mantenerse el corte más o menos uniforme, era la calidad de las telas
empleadas para su confección la que diferenciaba a campesinos y nobleza. El damasco, el
raso y el terciopelo eran telas que solían utilizar los nobles para sus prendas, mientras
que la burguesía, por ejemplo, utilizaba el paño.
Con la progresiva desaparición de la sobrevesta, el doublet, que hasta esos momentos
había consistido en una prenda de debajo que se llevaba encima de la camisa, se fundió
con el gipon o chupa, transformándose en una prenda que dibujaba el pecho y la cintura,
de mangas muy ajustadas y siempre abotonadas en el antebrazo: el jubón. Normalmente
esta prenda se confeccionaba con un tejido vistoso forrado y acolchado -su nombre en
francés era pourpoint-. Las calzas se sujetaban a esta prenda a través de cordones
cosidos a su forro o mediante agujetas, cordones o trenzas con herretes que se pasaban
por ojales. Parece ser que esta forma de sujeción de las calzas no se dio hasta que
el jubón estuvo en uso durante cierto tiempo. No no es posible entrar en detalles acerca
de las diferentes formas que tuvo el jubón. A finales del siglo XIV, el corte era,
generalmente, de grandes sisas cuidadosamente estudiadas que envolvían
estrechamente el hombro, mientras que para el siglo XV la prenda se cortaba en cuatro
cuartos, siendo los extremos inferiores añadidos a la cintura. En Francia e Inglaterra,
para finales del siglo XIV, esta prenda comenzó a adoptar un cuello recto,
denominadocarcaille; en un principio la altura del cuello fue moderada pero más tarde
subió hasta las orejas. Hacia el siglo XV nos encontramos con que el jubón vuelve a ser
una prenda de vestir interior y es muy raro encontrarlo como prenda de paramento
antes del 1520, llevándose debajo de la hopalanda o el vestido.
Jubón de Charles de Blois (duque de Bretaña), antes de 1364. Esta pieza es un ejemplo
único de jubón del siglo XIV que se lleva sin otra prenda de encima. Se conserva en el
Museo Histórico de los Tejidos, Lyon. Vemos las características de la prenda, mencionadas
en el texto: prenda muy ajustada al torso, con sisas que ajustan los hombros de manera
estrecha, abotonada en los antebrazos y en la zona delantera, el cuello es "normal".
Está realizado en brocado de seda y oro; hubo de hacer un patrón de 32 piezas.
Se abrocha con 32 botones, 15 son abombados y el resto planos.
En Europa se extendió la moda de las amplias mangas para las hopalandas, luego para
los vestidos que las sustituyeron o para las manteletas, y más aún para los jubones u
otras prendas cortas. A veces con forma de saco o globo, las mangas se prestaban a
multitud de exageraciones, sobre todo en Italia y Alemania. Las mangas cerradas
(ajustadas a las muñecas) y las abiertas (de ancha bocamanga) coexistieron en un
principio, adoptándose posteriormente las mangas cerradas, hasta el 1450
aproximadamente. También se dieron durante el siglo XV y principios del XVI unas
mangas fruncidas al mismo tiempo en el hombro y la muñeca, hendidas verticalmente
en el pliegue formado por el brazo y el antebrazo (mangas acuchilladas), que usaron al
otro lado del Rin.
Ambas imágenes pertenecen al Romance de la rosa, finales del siglo
XIV-principios del XV. La hopalanda amplia, que observamos en
ambas imágenes, a menudo forrada de piel, a veces con el borde recortado
a la moda alemana, está provista de un cuello alto llamado carcaille. La
manga del jubón (de color rojo, sobresale por debajo de la hopalanda),
que cubre la mano, es de tipo manopla y la de la hopalanda de bocamanga colgante.
Para finales del siglo XIII pero sobre todo en el XIV y XV, la jaqueta, una especie
dejubón ajustado y de fuerte acolchado, terminado en una falda corta que cubría las
caderas, apareció en la indumentaria militar. La chaqueta, que debió derivarse de ella,
era a mediados del siglo XIV una prenda civil de forma análoga, pero menos ajustada,
que llevaban sobre todo los campesinos y que en Francia les valió el apodo de Jacques.
Pere Serra, San Jorge, 1393.
Catedral de Manresa, Barcelona.
Pere Serra, San Jorge. Señalado con el círculo verde, así se
puede ver el color.
Breviario italiano, hacia 1380. San Jorge y el Breviario, ejemplos de jaqueta.
La jaqueta, corta y ajustada, está realizada con tejidos preciosos y a veces presenta
un forro de piel. En San Jorge, su forma respeta la del delantero acolchado del jubón
cuyas mangas ajustadas o algo acampanadas sobresalen por debajo de las de la jaqueta.
En el Breviario, el capuchón enrollado y ceñido al cuello lleva colgando
una banda estrecha denominada liripipe, que podemos
encontrarla también en Francia e Italia.
El tabardo, un manto generalmente corto y suelto, de mangas muy corta y a menudo
abiertas, se podía llevar en los torneos -a lo largo por los heraldos, a lo ancho por sus
ayudantes-. La huca, una prenda de encima, corta, hendida en los costados y a veces
también delante y detrás, apareció a comienzos del siglo XV como un manto que se
utilizaba encima de la armadura, aunque parece que en muy poco tiempo pasó a formar
parte de la indumentaria civil, adoptando una longitud variable, los bordes recortados
adornados con pieles y a veces sujeta con un cinturón. Parece ser que los mantos de
época anterior desaparecen al incorporarse a la indumentaria la hopalanda, aunque se
continuaron utilizando algunos modelos para ceremonias, como el socq o soccus, un
gran manto derivado de la clámide, hendido por delante o en los costados, abrochado en
el hombro, que se llevaba con un cuello de piel de armiño. Era el tipo de manto utilizado
por el rey y los dignatarios en consagraciones y ceremonias (en Francia se empleó hasta
el reinado de Carlos X). Otro modelo de manto, llamado de fondo plano ode cuba,
o campana, derivado de la casulla, se vestía para los viajes, así como el manto de
cabalgar, más corto. Desde el año 1440 en adelante tiene lugar la aparición de una serie
de prendas, cuyo origen resulta muy difícil determinar, que anuncian, por su forma, la
indumentaria del siglo XVI: el paletó, prenda de encima de igual longitud que el jubón,
de mangas acuchilladas, frecuentemente adornada con orfebrería; lajournade, formada
por dos extremos sueltos delante y detrás, parece estar inspirada en la giornea italiana
(prenda son mangas, abierta a los lados, que dejaba ver el vestido interior y las mangas);
la manteline, de forma análoga pero más corta.
Tabardo de los heraldos de Borgoña, mediados del
siglo XV. El tabardo, manto de parada, se encuentra
blasonado y se lleva a lo largo, en el caso de los
heraldos de armas, o a lo ancho, en el
caso de sus ayudantes.
Finalmente, debemos mencionar de manera especial una prenda que se originó en los
últimos años del siglo XIV, el gabán, una prenda de encima abierta y cruzada, con
mangas largas y un capuchón, que solía sujetarse mediante el empleo de un cinturón.
Según nos cuenta François Boucher, a lo largo de todas las historias del traje que se han
ido publicando, se ha mencionado la aparición de esta prenda pero no se habla de su
importancia. Según Boucher, "Hay que tener en cuenta que se trata de la primera
prenda de este tipo en Occidente, siendo manifiesto que se deriva del caftán oriental,
Introducido en Europa por Venecia e Italia, donde las prendas cruzadas aparecieron
hacia el siglo XIII. Esta prenda se halla aún hoy en uso y representa todo lo que a
partir de entonces se ha denominado abrigo en el sentido en el que lo interpretamos en
la actualidad".
El calzado masculino
Similares a un tipo muy antiguo, el calzado era generalmente alto y se ataba en la parte
exterior, raras veces por dentro, o se cerraban mediante el uso de botones o hebillas en la
parte superior del pie. La suela era sencilla y doble, aunque también existieron y se
llevaban calzas con suelas y zapatillas.
La novedad en el calzado llegó con el reinado de Carlos V, momento en el que
aparecieron los zapatos con la punta alargada y muy estrecha, à la poulaine (zapatos que
ya hemos mencionado en otro tema), cuya moda duró cerca de un siglo. Se decía que este
modelo de calzado procedía de Polonia e hicieron reaparecer y acentuaron lospigaches,
zapatos en punta, que había estado de moda durante un tiempo en el siglo XII. Parece
que esta moda tuvo más popularidad en Borgoña que en Francia; primero apareció en
Milán a partir de 1340, penetrando después en Francia -un decreto prohibió su uso en
Montauban en 1367-. Las puntas llegaron a ser tan afiladas, de más de 24 pulgadas de
largo, que algunas veces estaban sostenidas por ballenas. La forma alargada fue también
adoptada para los zuecos, utilizados con todo aquel calzado que no poseía una suela
fuerte. La moda de los zapatos con punta alargada tuvo su apogeo hacia 1460-1470. Con
bastante brusquedad, le siguió la moda de los zapatos anchos, de aspecto abombado y
amplio, denominados de pie de oso o de pico de pato, cuyo uso se generalizó durante el
reinado de Francisco I.
Reproducción de calzado. Vemos el calzado de punta alargada,
teniendo que ser sujetada la punta en algunas ocasiones debido
a su largura, como se puede ver en la parte superior izquierda,
en este caso mediante una especie de cadena. Podemos ver
también los zuecos, que adoptan el mismo aspecto.
Zapato de pico de pato, 1450-1550. Posiblemente hechos en Londres.
Nos sirve como ejemplo para ver cómo eran estos zapatos anchos.
Otro tipo de calzado masculino eran las heuses, unas botas de cuero blando y bastante
altas casi siempre, de forma variada, se llevaban a veces encima de losborceguís ligeros,
bajos o de caña corta. Las bobaiches y las trique-houses eran unas polainas que estaban
muy en uso.
Reproducción. Conjunto de zapatos de la Edad Media.
El traje femenino
A raíz de la aparición del traje corto masculino, se estableció una clara diferencia entre
las prendas femeninas y masculinas.
En general, la indumentaria femenina ceñía la zona superior del cuerpo y lo alargaba
mediante el uso de la cola, contribuyendo a realzar la silueta, por aquel entonces era
sinuosa, según la moda, por lo que la curva lumbar, el busto y las caderas quedaban
realzadas. Se trataba, pues, de un vestido muy ajustado en el que se empleaba la saya,
hendida y enlazada en la espalda, y el corset, que en estos momentos se ataba por
delante. La moda del vientre prominente, que se conseguía mediante el uso de saquitos
almohadillados, repercutió en todo el arte del siglo XV. La cintura se iba afinando debido
a la realización de costuras curvadas, y poco a poco se fueron añadiendo al conjunto el
escote, el elaborado peinado, el atavío de la cabeza y la moda por los detalles, como
recortes y coderas. En cuanto al escote, debemos decir que constituyó una innovación
que no se libró de las críticas por parte de los predicadores. Al escote se le atribuye un
origen chipriota debido, en gran medida, a la influencia que ejercía en Europa la elegante
corte de los Lusiñano; El amplio escote y el busto ajustado acentuaron el cuidado
personal.
En cuanto a las prendas interiores, las mujeres utilizaban la camisa de tela fina o de
seda, escotada y con mangas, y el blanchet, que en la época anterior se confundía con
el doublet. Esta prenda (blanchet) seguía siendo una prenda de debajo larga, acolchada y
forrada a veces, otras sólo de tela, ya que se trataba de una prenda usaba para el
baño, aunque también hacía las veces de bata o traje de casa. El corset sustituía a lasaya,
ambas se diferenciaban muy poco; el corset era escotado, de mangas cortas que dejaban
pasar la camisa y abierto mediante un corte abrochado por cintas. Esta prenda se llevaba
encima del vestido, aunque a veces podía sustituirlo.
Los hermanos Limbourg. Las muy ricas horas
del duque de Berry, hacia 1412-1416. En referencia
al traje popular, vemos como en esta escena las mujeres
visten la sorquenie, una túnica de cuerpo ajustado (izq.) o
el corset atado (drch.).
La sobrevesta abierta, femenina, se trató de una de las creaciones más elegantes de la
Edad Media, durando su moda cerca de dos siglos. Se trata de una sobrevesta con el
cuerpo hendido y ampliamente escotado desde las sisas de las mangas hasta las caderas,
dejando ver la saya. La parte delantera formaba una especie de chaleco, que se cubría de
armiño, así como el borde de las sisas de las mangas; una hilera de hebillas de orfebrería
o de botones decorativos marcaba el centro y descendían encima de la falda. Ésta, que
era muy amplia, arrastraba por el suelo; para ciertas ceremonias, la falda podía ser
partida o blasonada, al igual que en el periodo anterior. El escote, redondeado y bastante
bajo, se volvió a triangular en el siglo XV, cuando el chaleco fue reducido a dos estrechas
bandas de armiño que dibujaban las escotaduras de las mangas y llegaban a la espalda,
ancha y frecuentemente forrada. Esta sobrevesta se llevaba ceñida, pero el vistoso
cinturón colocado encima de la saya seguía siendo visible encima de las caderas
descubiertas. A principios de siglo, las mujeres llevaron, al igual que los hombres,
la hopalanda muy larga, siempre abotonada en la parte delantera, con voluminosas
mangas, de bocamangas anchas o cerradas.
Juana de Borbón, hacia 1388. Palacio de
Justicia, Poitiers. Prenda de lujo, la sobrevesta
abierta, ribeteada de piel tanto en la pechera como en
las sisas o abrochada con botones de orfebrería, deja al
descubierto el cinturón también de orfebrería. No es
tan habitual en Italia como en Francia, donde se
seguirá llevando a principios del siglo XVI.
La ofrenda del corazón, primera mitad del siglo XV. Tapiz. Museo Nacional
de las Termas y del Hotel de Cluny, París.
Atuendos de mujer, principios del siglo XV. Museo del Louvre, París.
Pinturas al fresco del castillo de la Manta, Piamonte: Las nueve mujeres de la fama
(detalles), finales del siglo XV. Hopalandas femeninas. Al igual que los hombres, las mujeres
vistieron amplias hopalandas con o sin cinturón, de mangas grandes, colgantes y abiertas (como
vemos
en las mujeres de la fama) o cerradas (Atuendos de mujer), caperuzas de bordes festoneado
al estilo alemán (Atuendos de mujer) o huves en las mujeres de la fama y chapel de flores.
En el tapiz, la mujer aparece luciendo un guante de cetrería denominado senestre y
el hombre, garde-corps (manto) y una caperuza con punta prolongada
por una cornette hundida en la visagière.
Aunque se ve regular, se trata de una mujer vestida
con sobrevesta de manga corta sobre un corset cuyas
mangas lucen coderas colgantes; tocado corniforme
denominado de pan hendido, colocado encima de
una banda o toca, hacia 1450. Chimenea del Dam,
Ámsterdam.
Mujer luciendo hopalanda con mangas saco con
abertura; manto de boato (lujo) cerrado con ceñidor;
caperuza recogida en forma de concha festoneada
y peinado con trenzado, hacia 1450. Chimenea del
Dam, Ámsterdam.
En estos momentos el vestido y la cotardía se confunden. El término "vestido" sigue
siendo más general, aunque se utiliza principalmente el de traje de mujer. Este traje de
mujer se trata de una prenda larga que se pone como una camisa a través de la abertura
de la zona del cuello y para andar, se recogía con la mano o con un broche (troussoir). El
escote en punta se acentuó por delante hasta la cintura y era menos bajo por detrás;
el tassel, una banda de tejido de color negro, disminuyó su profundidad y lo transformó
en un escote cuadrado. Un pañuelo de gasa denominado gorgias,gorgerette o touret de
col, cubría los bordes. Un cinturón bastante ancho (bandier) se colocaba bajo el busto.
Retrato de joven, Petrus Christus, mediados del siglo XV.
En este retrato podemos observar el tassel, una banda de tejido
generalmente de color negro, que tapaba el pronunciado escote.
A finales de siglo, durante los reinados de Carlos VIII y de Luis XII, el vestido había
sustituido a las demás prendas, con la excepción de la sobrevesta abierta, que se
mantuvo de forma excepcional para algunas ceremonias. La forma general del vestido se
conservó, salvo en lo que se refiere al corpiño, plano, con escote cuadrado, de
inspiración italiana, encuadrándose en los paramentos de color bordados; la manga era
recta y ancha, terminada con una ancha vuelta. Esta manga se denomina a la
francesa para poder distinguirla de la manga a la italiana, de dos parte (puño y brazal)
unidas a la altura del codo por agujetas, ahuecando la manga de la camisa.
La capa o el manto parecen haber estado en uso durante todo el siglo; algunos autores
mencionan unos sobretodos llamados beluques y brancs, sin que ningún documento
exacto nos permita describirlos (al menos hasta este momento).
En esta indumentaria femenina debemos incluir una pieza imprescindible, la cadena de
plata, que hacía de cinturón y de la que colgaban toda clase de objetos de necesidad
práctica, que llevó el nombre de medio cinto. Utilizada a partir del siglo XIV, su moda no
llegó más allá del siglo XVII en la clase popular.
El calzado femenino
Durante el siglo XIV, las mujeres llevaron zapatos ligeros con caña, generalmente
forrados de piel en invierno. En el siglo XV, llevaron también los zapatos con puntas
largas y afiladas, y los chanclos continuaron empleándose como protección para los
zapatos ligeros.
Publicado por Marina en 12:39 0 comentarios
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Etiquetas: Edad Media
Lunes 14 de noviembre de 2011
El traje en Europa desde el siglo XIV hasta principios
del siglo XVI. Parte IV EL TRAJE EN ITALIA Y ESPAÑA
Centrándonos en primer lugar en Italia, debemos indicar que aquí al igual que en otros
lugares, los factores sociales y económicos así como la aparición de un nuevo espíritu,
explican la transformación del vestido; además, es en este país donde el Oriente
introduce primero la importante novedad que hace referencia al traje abierto por
delante, que con el tiempo llegaría a ser en Europa entera una de las principales
características de la indumentaria moderna. Sin embargo, se trata de un error el
pensar que el traje corto fue aceptado de buena gana en Italia, pudiéndose observar
esto en las leyes suntuarias florentinas del año 1340, donde se nos habla del freno al
acortamiento de los jubones. Aunque por otro lado debemos tener en cuenta que no
se solía hacer demasiado caso a las leyes suntuarias (ya lo iremos viendo) por lo que, a
pesar de estas leyes, la difusión del traje corto fue rápida entre los diferentes Estados
italianos debido sobre todo a que las cortes señoriales, hogares de lujo, crearon un
"clima" más apropiado y favorable para esta innovación. Las características de esta
nueva indumentaria aparecen con rapidez en el arte del Trecento italiano: el escote
de los vestidos -algunos historiadores de la moda apuntan a un posible origen
chipriota- y su ajuste, complicados tocados con tiras rellenas superpuestas y trufas,
mangas hendidas dejando ver las de la camisa en el vestido femenino; en la ropa de
los hombres, un traje corto y ajustado, calzas pegadas a las piernas, pantalón,
sombrero con papalina (especie de cofia o bonete) pequeña.
Desde mediados del siglo XIV a mediados del siglo XV, la indumentaria masculina no
sufrió demasiados cambios. Sobre el conjunto masculino, que continúa su adaptación a
las formas del cuerpo, se podía colocar un manto corto, en ocasiones forrado de piel,
con mangas colgantes, que cubría el cuerpo desde los hombros. A lo largo de la
segunda mitad del siglo XV los hombres vistieron el jubón ajustado, escotado en forma
triangular en la parte delantera, de mangas ahuecadas y fruncidas a la altura del
codo, y ceñidas encima del antebrazo, zona que se encontraba abotonada o sujeta con
cordones. No es hasta principios del siglo XVI cuando aparece la moda de las
cuchilladas, producidas éstas en las mangas, la zona superior de las calzas y el manto
pequeño, mientras que ciertas formas, ornamentaciones y colores dan a la moda
italiana un exceso en algunas ocasiones. En lo que se refiere al manto, durante la
segunda mitad del siglo XV éste llegaba hasta las rodillas, con cinturón bajo, con
grandes pliegues y el borde inferior recortado, ofreciendo una extraordinaria fantasía
con las mangas cosidas con galones de oro y bordadas con flores y arabescos. A través
de la observación de los dibujos de Pisanello podemos ver como los mismos motivos
adornan la indumentaria de ambos sexos. En Venecia la moda se basó en mangas con
forma de saco, anchas en el hombro y ceñidas en las muñecas; se encontraban
ornamentadas, sobre todo la parte derecha de la manga con toda clase de insignias,
galones, escudos de armas, emblemas, nombres, etc. Esta misma originalidad
podemos hallarla en las calzas en las que una pierna era, por ejemplo, de un solo
color mientras que la otra podía ser rayada o con algún motivo decorativo. Esto se
trataba menos de una marca de fantasía individual que de la señal distintiva de
sociedades, muy numerosas en Italia. Así la Compagnia della calza en Venecia, que a
comienzos del siglo XV sembraba con pedrería una de las piernas de sus calzas
rayadas.
Anónimo, La boda de Boccaccio Adimari, mitad del siglo XV. Algunos personajes
lucen hucas muy cortas; la prenda corta con mangas en forma de capa se denomina giornea,
que en Francia se denominará journade. Los sombreros con corona redondeada son
característicos de Italia, al igual que la caperuza con banda muy larga colgante (cornette).
La giornea femenina sin mangas se lleva encima de la gamurra de mangas ajustadas;
la cioppa es el vestido cerrado con mangas abiertas. La mujer de la derecha luce un pequeño
tocado con tira cilíndrica (bourrelet), la segunda un chapel de pavo real y el hombre de la
derecha, calzas partidas.
Los retratos del momento, tanto pintados como esculpidos, nos muestran una gran
diversidad en los tocados: tocados de cofia colgante o cofia alta, así como el
cappuccio de Florencia, de una gran fantasía que asombraba a
todos, aunque realmente hay que decir que se trataba de una variedad de la
caperuza. [De momento no vamos a entrar en los tocados; han ido apareciendo, hemos
señalado algunos, pero os aviso que habrá un tema dedicado a los tocado, aunque aún
no lo he planeado ni organizado ni nada de eso, pero de seguro que con el tiempo haré
un tema exclusivo de los tocados y peinados a lo largo de la Historia]. En lo que se
refiere a las mujeres, las italianas nunca llevaron las cofias terminadas en punta
denominadas, erróneamente, hennin, pero mostraron un mayor interés por los
complicados tocados realizados con tiras de tela rellenas y superpuestas. Curiosidad:
el ajuar llevado a Francia en el año 1389 por Valentina Visconti revelaba el gran lujo
existente en las cortes italianas y su preferente inclinación por los tejidos con perlas y
bordados con ornamentaciones de frutos, emblemas, pájaros, flores (rosas, uvas,
hojas de higuera...). Si las grandes damas trataban de rivalizar en lujo con las
princesas, los procesos verbales de los inspectores nos demuestran que las mujeres de
baja condición social también poseían vestidos con ornamentaciones análogas.
Aunque, llegados a este punto debemos admitir que la indumentaria italiana sufrió, al
igual que las demás, fuertes influencias extranjeras: las modas francesas después de
la expedición de Carlos VIII, los mantos españoles sueltos sin mangas o con amplias
mangas adornadas con pieles.
En lo que se refiere a España, aquí se desarrollaron una modas que se extendieron al
resto de Europa hacia el 1460. A primeros del siglo XV, en el traje femenino, sus
características se centraron en la figura, tendiendo hacia una silueta ajustada, con la
cintura y las caderas muy marcadas y con las grandes mangas de cola. Así mismo
recibe la influencia de otras cortes, como la borgoñona, de donde se adoptaron los
orillos de piel, las escotaduras en punta y los pliegues regulares. A pesar de estas
introducciones en la moda española, el manto corto en tres anchos de tejido, típico de
nuestro país, se mantuvo. También se produjeron adopciones de tocados franceses,
pero la moda española desarrolló una nueva prenda que influyó de manera muy
importante en el resto de países, que fueron adoptando la prenda y transformándola
según sus gustos y modas propios, esta prenda es el verdugado o verdugo, que
apareció en la corte de Castilla hacia el año 1470; Francia lo adoptó con el nombre
devertugade e Inglaterra con la denominación farthingale; en cualquier caso hablamos
de la misma prenda. Cuentan que a la reina Juana de Portugal, esposa de Enrique IV el
Impotente, se le ocurrió dar a las faldas el apoyo de unos aros rígidos para poder
disimular su estado, del que su marido no era responsable. Esta moda se extendió
rápidamente por Castilla y Aragón hasta 1490 aproximadamente, época en que pasó a
ser una prenda rara que dejó de usarse hasta que posteriormente se recuperó. Este
artilugio penetró en Italia hacia el 1498, generando un gran escándalo, hasta tal punto
que fue prohibido en algunas ciudades, luego fue abandonado con bastante rapidez.
Hacia 1520 fue introducido en Francia y desde allí se trasladó al resto de Europa.
Escuela catalana, El festín de Herodes, hacia 1470.
Escuela catalana, El festín de Herodes, mediados del siglo XV. En la
indumentaria femenina, subsiste alguna influencia francesa en la forma de los
vestidos y en las sobrevestas ribeteadas de piel, así como en los peinados con
trufas y tiras cilíndricas almohadilladas. Las ricas telas y las gorras de seda de los
hombres se inspiran en modelos italianos (en la imagen inmediatamente arriba).
Pero, hacia 1474, aparece el vestido sostenido por verdugos, forma primitiva del
vertugadin; las mangas con aberturas, que dejan que cuelgue a la altura de la
muñeca la manga bordada de la camisa morisca, son una moda típica española.
Para la vestimenta masculina, la aparición del traje corto transformó su indumentaria
y les proporcionó una silueta recortada y sinuosa: las prendas ajustadas, la nueva
disposición del peinado, los primeros sombreros de pico, todo ello bajo una clara
influencia militar. Hacia el año 1400 se introdujo desde Francia y a través de la corte
de Pamplona las jaquetas cortas y las hopalandas. La exageración la podemos observar
de manera clara en el busto almohadillado a base de algodón y ajustado de forma
excesiva, el talle bajo y las mangas fruncidas. A partir del año 1470
aproximadamente, la moda de Borgoña se ve eclipsada por Italia. En su conjunto, el
vestido español recibió la influencia de las modas borgoñonas y, en cierta medida, de
las italianas. Para la confección de las diferentes prendas se emplearon tejidos
bordados con ornamentaciones al estilo morisco y hasta prendas de vestir moriscas,
como los quixotes y la marlota, prendas amplias y que en ocasiones descendían hasta
el tobillo.
Nota: siento que en esta ocasión haya menos ejemplos gráficos, pero a veces resulta
muy difícil encontrar las prendas, por no hablar de sus definiciones exactas. Poco a
poco iré adjuntando más material. Además del tema de los tocados y peinados a lo
largo de la Historia, que aviso que aún queda mucho para que pueda empezar con ese
tema, tengo pensado incluir vocabulario, bibliografía, webgrafía, en fin, se me
ocurren muchas cosas. El gran problema es el tiempo, así que de antemano os pido
disculpas ya que me gustaría llegar ya a la Edad Moderna pero bueno, tendré
paciencia y os lo pido a vosotros también. Un gran saludo!!!
martes 27 de diciembre de 2011
El traje en Europa desde el siglo XIV hasta principios del siglo XVI. Parte V
* Con esta breve reseña al traje en Alemania e Inglaterra, terminamos el estudio del
vestido en la Edad Media y pasamos a la Edad Moderna con el análisis cronológico de
la indumentaria, es decir, que empezaremos con el Renacimiento que es el periodo
siguiente. Estos temas siguientes los haré como temas únicos, quiero decir que no
estará toda la Edad Moderna en una etiqueta que se denomine como tal sino que lo
haré en bloques temáticos: Renacimiento (Italia, España...), Siglo XVII (España,
Inglaterra...) y Siglo XVIII. Sin más, pasamos a terminar el tema.
EL TRAJE EN ALEMANIA E INGLATERRA
En Alemania se desarrolló una moda muy característica que ya se ha mencionado con
anterioridad, esta moda fue la de los recortes que se hicieron en los tejidos en forma
de jirones con forma de hoja, denominados a la moda alemana. Mediante estos
recortes se adornaban la parte inferior de los vestidos, los extremos de las caperuzas,
las extremidades de las papalinas. Estos recortes, cuya moda llegó a Francia hacia el
año 1430, presentaban muy diversas disposiciones que se aplicaban, sobre todo, a los
llamados trajes disfrazados o a las libreas. El talle era preferentemente bajo y, para
mediados del siglo XV, los pliegues parece que únicamente se hacían en la parte
delantera y la posterior. Así mismo, las mangas cerradas y abombadas parecen tener
un origen germánico, éstas fueron introducidas a principios del siglo XV en Venecia y
Francia.
En lo que se refiere a Inglaterra, los recortes practicados en las telas y la manga
cerrada, procedentes del otro lado del Rin, fueron bien empleadas en la indumentaria
elegante.
Publicado por Marina en 12:33 0 comentarios
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