Historia del Río de la Plata · de San Martín, que se juzgaba responsable de sacrificios que la...

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©2007, 2008 Roberto P. Payró Historia del Río de la Plata Tomo ii Roberto P. Payró Parte primera: Vicisitudes del proceso revolucionario en el Río de la Plata, 1810-1820 Capítulo 8: Los directorios de Pueyrredón y Rondeau

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©2007, 2008 Roberto P. Payró

Historia del Río de la Plata

Tomo ii

Roberto P. Payró

Parte primera:Vicisitudes del proceso revolucionario

en el Río de la Plata, 1810-1820

Capítulo 8:Los directorios de Pueyrredón y Rondeau

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Capítulo 8. Los Directorios de Pueyrredón y Rondeau_________________________________________

A Pueyrredón le tocó gobernar un país desunido,abocado a gran diversidad de problemas. Los queplanteaba el afianzamiento del federalismo en el Litoral y lapolítica que debía seguirse en relación con Artigas y lainvasión portuguesa de la Banda Oriental fueron tansignificativos como los que provocaron la situación enCórdoba, propicia a que esa provincia se separara delbando confederal, y las controversias acerca de lanecesidad de robustecer la defensa de Buenos Aires contrauna posible agresión portuguesa, para lo cual eraimprescindible que disminuyeran los apoyos que recibíaSan Martín para poder lanzarse contra los españoles deChile. Pueyrredón, que conocía el plan de San Martín yhabía acordado con él las líneas generales de la políticaque seguiría su gobierno, así como los auxilios materialesque daría para el cruce de los Andes, fue acusado dedesatender las necesidades de la frontera septentrional(nuevamente amenazada de una invasión realista dirigidacontra Tucumán) y de la propia Buenos Aires.

Desde las misiones de los enviados especiales ante JuanVI y el general Lecor, los dados estaban echados a favorde una neutralidad que disimulaba una simpatíainconfesada por el proyecto portugués como medio dedesembarazarse de Artigas. Pueyrredón decidió ir más lejose intentó desprender a las provincias de Entre Ríos,Corrientes y Santa Fe del pacto confederal que las unía aArtigas.

De hecho, en 1817 y 1818 pasó a la ofensiva en ellitoral. Entre Ríos fue el escenario de nuevas batallas entretropas centralistas y autonomistas. Francisco Ramírezvenció dos veces a las fuerzas al servicio del Directorio, enArroyo de Ceballos y en el Saucesito (cerca de la Bajadadel Paraná). En Santa Fe, Estanislao López, que habíaasumido la gobernación tras el derrocamiento de MarianoVera (el mismo que, sin la anuencia de Artigas, habíaacordado con Balcarce, gracias a la mediación de del Corro,

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el pacto en virtud del cual Buenos Aires reconocía laautonomía santafesina hasta que se hubiera adoptado unaconstitución nacional), resistió bien los ataques delcordobés Bustos, que marchó sobre él desde su provincia,y de González Balcarce, Hereñú (que se había plegado alDirectorio) y Hubac, que atacaron por el sur y el este.

Sin embargo, la movilización del ejército del Norte,apoyado por fuerzas cordobesas, en contra de Santa Fe,obligó a López a entrar en negociaciones con el Directorio.En abril de 1819 se firmó el tratado de San Lorenzo, envirtud del cual Santa Fe obtuvo su autonomía, las tropas yla escuadra al servicio del poder central se retiraron deSanta Fe y Entre Ríos, se acordó el repliegue de López alnorte del río Salado, se convino en que el litoral podríacomunicarse con las provincias del interior a través deSanta Fe, y se decidió que diputados de la Banda Orientalpodrían participar en negociaciones definitivas.

1. La Constitución de 1819

A pesar de que entre los puntos a los que debía prestarpreferente atención figuraba la cuestión de los «pactosgenerales de las provincias y pueblos de la unión…que seestimasen necesarios para consolidar dicha unión» y deque muchas de las discusiones giraron en torno de laconveniencia de promulgar una constitución pemanente oun estatuto provisorio, el Congreso de Tucumán reciénpuso término en 1819 al debate constitucional iniciadodesde fines de 1816. Una comisión estudió losantecedentes locales disponibles -que eran los proyectoselaborados en 1813, el estatuto de 1815 y el reglamentode 1817 (calcado en el anterior, pero más rotundo en laafirmación de que incumbía al poder ejecutivo nombrar alos gobernadores de provincias)- y las constituciones deEstados Unidos, Francia (1791) y España (1812). Por fin, el25 de mayo de 1819 fue jurada una nueva constitución.Todo indica que su intención era preparar el terreno parala instauración de la monarquía (y, en todo caso, unaadministración unitaria del tipo que preferían los porteños)

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y que el sistema retenido, de tipo centralizador, era pocopropicio al desenvolvimiento de un régimen federal.

Conforme a la política adoptada en tiempos de Alvear, lacámara de representantes estaría compuesta de diputadoselegidos por cada 25.000 habitantes, pero se prescribíaque esa representación debía ejercerse en nombre de laNación y no de las provincias. En cambio, éstas elegiríansenadores que actuarían en la cámara alta, de cortearistocrático, junto con varios representantes eminentes detres corporaciones: la militar, la eclesiástica y launiversitaria. El poder ejecutivo estaría en manos de unDirector, a cuya discreción se dejaba el nombramiento delos gobernadores-intendentes, que podía escoger fuera delas provincias que les tocara administrar, y a quien seatribuyó gran capacidad decisoria en los asuntos delEstado.

Bajo la égida de Estanislao López, Santa Fe decidióoponerse a la nueva constitución y promulgar la suyapropia. Otras provincias siguieron un rumbo parecido.

Pueyrredón renunció en junio de 1819 y fuereemplazado por Rondeau. Nada de lo que hizo Pueyrredónhabía contribuido a afianzar su prestigio, sino todo locontrario. Los hermanos Robertson, que desde 1807habían ido ensanchando sus negocios en el Río de la Platay aprovechado al máximo las oportunidades facilitadasgracias a la influencia de la comunidad británica en BuenosAires y el concurso de otros hombres allegados al podercentral o de lugartenientes de Artigas como PedroCampbell, mostraron escasa simpatía por Pueyrredón ypintaron de su gobierno un retrato sumamente crítico:

El directorio de Pueyredón, sostenido por el congreso nacional, fuecausa de incalculables daños para Buenos Aires. Era el despotismomilitar bajo la apariencia de la legalidad, un gobierno deproscripciones y de venalidad desenfrenada. El cohecho y lacorrupción eran los medios con que generalmente se contaba parasostener al ejecutivo y bajo su patrocinio se había organizado unsistema de contrabando en gran escala como para dilapidar yarruinar el tesoro público mientras llenaba los bolsillos de todoscuantos tenían que ver con la renta, desde el primer mandatario del

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Estado hasta el empleado más humilde. A medida que aumentabanlas proscripciones acrecían los enemigos de los pueyrredonistas, ycomo las dificultades financieras del país iban en aumento, laindignación pública se extendía cada vez más presagiando la caídade los corruptores. Las provincias, en su mayoría, habían sidotratadas con desdén altanero y de ahí que fuera en ellas donde losenemigos de Pueyrredón encontraran los ánimos mejor dispuestospara dar en tierra con el director. El federalismo constituía la

aspiración de la mayoría de las provincias1.

2. Intereses opuestos: guerra interna y guerracontra los realistas

Rondeau tuvo que actuar en un momento sumamentedifícil. Por un lado, la amenaza española se iba precisando;por otro, optó por seguir combatiendo la insurgencia en ellitoral. Contra esos dos peligros necesitaba poder disponerdel Ejército de los Andes y del Ejército del Norte.

Mucha gente reprochaba a San Martín su obsesión decombatir a los españoles fuera de los límites de lasProvincias del Sur. Por eso, San Martín gozaba entonces demenos popularidad que con motivo de sus victorias enChile. Los porteños, sobre todo, hubieran preferido queSan Martín desistiera de atacar al Perú por mar y tierra yse empeñara en proteger la "unidad nacional" y el gobiernocentral, pero él optó por ponerse al servicio de Chile yproseguir ese proyecto a verse envuelto en la guerra civilen las Provincias del Sur; no obstante, ante el riesgo deuna inminente invasión española por el lado del Atlántico,San Martín pareció dispuesto a persuadir a O'Higgins deque era necesario que la flota que comandaba lordCochrane se trasladara a ese océano para atacar y destruirla armada española y evitar la caída de Montevideo.

1 J.P. y G. P. Robertson: Cartas de Sud-América. Traducción, prólogo y notasde José Luis Busaniche (Buenos Aires, Emecé Editores, 1950), tomo III: Corrientes-Buenos Aires- Jornadas inglesas- Campañas de los Andes- Luchas civiles, pág. 215.Campbell había organizado para los Robertson el abastecimiento en Corrientes de150.000 cueros en 1815-1816. Entre 1820 y 1824, los hermanos Robertson iban aganar 100.000 libras esterlinas con sus negocios en el Río de la Plata, Chile y elPerú, y uno de ellos, Juan Parish, iba a ocuparse, con otros emisarios de LasHeras, de negociar el empréstito Baring, en que ambos hermanos participaron.

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Sus ideas monárquicas tampoco lo ayudaban en ciertoscírculos y hacía tiempo que estaba en abierta oposición conlos nuevos grupos dominantes de la Logia Lautaro, muyactivos desde la época de Alvear. Debido al apoyo quehabía recibido de Pueyrredón, había quienes lo suponíanadicto incondicional del bando directorial, pero otros localificaban de disidente amigo de los "federales" porquetampoco eran bien vistos los gestos de conciliación ymediación que había tenido con Artigas, López y Ramírezcon objeto de hacerles ver la conveniencia de la uniónnacional contra los realistas.

En Cuyo existía ya un movimiento contrario a la gestiónde San Martín, que se juzgaba responsable de sacrificiosque la región ya no quería soportar más: en San Juan yMendoza la reacción popular y militar no se hizo esperar.

Desde Montevideo, donde tuvo que refugiarse en 1817,y después en Santa Fe y Entre Ríos, donde se pusosupuestamente al servicio de la causa federal, José MiguelCarrera había lanzado una campaña virulenta contra SanMartín y Pueyrredón, motivada por la irreconciliableenemistad provocada por el ascenso de O'Higgins al poderen Chile, el frustrado derrocamiento de éste, el afán devengar el fusilamiento de sus hermanos en 1817, y elproyecto de llevar la revolución al Perú.

Valiéndose de los servicios de García en Río de Janeiro,Rondeau procuró obtener una garantía portuguesa de queno entregarían a Montevideo y lanzó la idea de una alianzacontra España de la que el Portugal sacaría ventajascomerciales y territoriales acordadas por el Directorio. Encaso de que esa intención no fuese bien acogida, hizo valerque las Provincias Unidas deberían unirse a Artigas paradefenderse de enemigos comunes.

Pero Artigas, a quien también se acercó, no estaba afavor de luchar contra España a menos que el Directoriodecidiera como primera medida romper con losportugueses y empeñarse en recuperar a la BandaOriental; por eso, insistió ante Estanislao López en queSanta Fe debía quebrar sus nuevos lazos con Buenos Aires- muy frágiles, por cierto, pues Rondeau se aprestaba a

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intervenir militarmente en esa provincia - so pena de seratacado por los artiguistas venidos de Corrientes y EntreRíos (circunstancia poco probable también, en la medidaen que Rondeau intentó convencer al general Lecor de queaumentara su presión sobre las tropas artiguistas de modoque éstas no pudieran actuar en el litoral o marchar sobreBuenos Aires).

3. Autonomías provinciales y disrupción de la Ligade Pueblos Libres

De todos modos, algo pasaba en la Liga de PueblosLibres: Santa Fe y Entre Ríos comenzaban a actuar por sucuenta, sin preocuparse de seguir las consignas dictadaspor Artigas, y las ideas autonomistas encendían los ánimosen otras provincias. Así ocurría, por ejemplo, en lajurisdicción de varias gobernaciones-intendencias -Salta,Tucumán, Córdoba y Cuyo-, donde cada provincia aspirabaa tener gobierno propio. San Juan, San Luis y La Riojalograron ese resultado. Incluso en Buenos Aires estabaemergiendo un movimiento federalista a la vez que seencendían los enconos contra los dirigentes del Directorio ylos congresales de Tucumán, acusados de autoritarismo,continuismo en el poder de una minoría oportunista,ambiciones personales, abuso del poder, aspiracionesmonarquistas y connivencias con Portugal.

En todas las provincias empezó a observarse la presenciade facciones que luchaban por acceder al gobierno paraimprimirle rumbos localistas, federalistas, confederales ocentralistas, o sencillamente debido a los rencores,antipatías o ambiciones personales de sus dirigentes. Enninguna de ellas prosperó el principio de una ampliaconsulta popular; quienes asumían las funcionesconsultivas y ejecutivas provenían de los grupos con máspoder económico, vinculaciones externas y respaldo militar,aunque éste fue dejando de ser el de la oficialidad delejército regular, que estaba desintegrándose, y provino delas milicias provinciales o de los jefes de las montoneras obandas armadas formadas en torno de caudillos, por lo

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general revestidos de títulos militares a causa de suactuación anterior en las filas del ejército o la milicia.

En Buenos Aires como en todo el interior, quizá con laexcepción de Salta, pudo observarse que los intereses de laburguesía urbana comenzaban a ceder ante los de losgrandes propietarios rurales, o por lo menos a conciliarseentre sí, tanto más cuanto que la población de la campañarespondía a las incitaciones de éstos y era más apta aentrar en lucha abierta con quienquiera no los tuvierasuficientemente en cuenta. Varios caudillos habían sidohacendados y comandantes de tropas regulares, milicias ofuerzas propias y su principal sostén surgía del medio ruralen que habían actuado y donde tenían su clientela propia,basada en la relación paternalista de patrón-peón concampesinos de a caballo y con sus seguidores deseosos deseguir los pasos de hombres que para ellos eranprovidenciales.

4. Prosecución de la lucha contra la invasiónportuguesa

Los reveses sufridos en la lucha contra los invasoresportugueses hicieron que varios oficiales de Artigascriticaran la estrategia de su jefe e insistieran en lanecesidad de negociar una conciliación con Buenos Airescomo único medio de continuar la lucha con algunaperspectiva de éxito. Algunos de estos oficiales prefirieronemigrar con sus tropas a Buenos Aires, aprovechando unacoyuntura favorable ofrecida por Lecor. Otorgués, quedebió replegarse hacia Mercedes, fue derrotado en la riberadel río Negro.

Una nueva columna portuguesa obligó a Artigas y aLatorre a replegarse desde el río Arapey hacia Belén,mientras que el brigadier Chagas derrotaba nuevamente aAndresito y lo perseguía en dirección de Yapeyú, antes dededicarse a arrasar las antiguas misiones de Santa María,San Javier, Mártires y Concepción, situadas al noreste.

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En 1818, Artigas pudo emprender un nuevocontraataque que le permitió tomar a Yaguarón, Pelotas,Cerro Largo y Santa Teresa, pero los portuguesesreaccionaron con tal fuerza que se vio obligado a retirarsehacia Purificación. La presión de los invasores aumentó conla llegada de nuevas tropas que descendieron hasta elHervidero, cerca de Salto. Otras tropas portuguesasinvadieron Entre Ríos con apoyo naval y atacaron la zonaentre el Yeruá y Arroyo de la China, para luego recruzar elrío Uruguay y perseguir a Artigas hasta su derrota enQueguay Chico. Recién entonces se juntaron las diversasfuerzas invasoras portuguesas, que antes habían tenidoque obrar cada una por sí sola.

En 1819, Artigas intentó una contraofensiva destinada ainvadir Río Grande del Sur. Pero Andresito, Rivera y Latorrefueron derrotados en diversas acciones y Artigas, a pesarde los éxitos que obtuvo en la zona de Santa María, notuvo más remedio que abandonar la Banda Orientaldespués de su derrota en Tacuarembó, a fines de enero de1820, pues ya no contaba con fuerzas suficientes paraafianzar su posición dado que Rivera, desde su reunión enTres Cruces con representantes del Gobierno deMontevideo dispuestos a acatar la autoridad de Lecor,había decidido abandonar definitivamente el campoartiguista, más que nada a raíz de los perjuicios causadospor la revolución agraria de 1815 a hacendados patriotascomo él. Además, desde la firma del tratado de SanLorenzo peligraba la coalición artiguista en el litoralargentino, con la consecuencia de que también seesfumaba toda posibilidad de que el Directorio intervinieraa su favor en la guerra contra los portugueses.

5. Relaciones con Estados Unidos

Otra vertiente de la política de Pueyrredón consistió enlograr el reconocimiento de la independencia por EstadosUnidos y obtener tratados comerciales con ese país,empréstitos y armas.

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Evolución política en Estados Unidos

Desde que logró su independencia, Estados Unidos fueaislacionista, centró su atención en sus propios intereses(sobre todo en la necesidad de desarrollar su comercio y laindustria manufacturera y expandirse hacia el sur y hacia eloeste y la frontera con el Canadá) y practicó la neutralidady la no injerencia.

Wáshington (en su Mensaje de Despedida) y Jeffersonhabían recomendado no embrollarse en ninguna alianzaeuropea; también consideraban que los países americanosinsurrectos, a semejanza de Estados Unidos, iban a serparte de un hemisferio separado con su propio sistema deintereses, que no debían estar subordinados a los deEuropa y merecían que se defendiera la mística republicanacontra el sistema europeo. Pero su neutralidad disfrazabaauténtica simpatía por los movimientos revolucionarios enlas colonias españolas y un marcado deseo de competircon Inglaterra por el acceso a los mercados de los paísesnacientes.

Estados Unidos facilitó una buena acogida privada a losemisarios insurgentes y la compra oficiosa de armas,municiones y barcos. Los corsarios aprovecharon estaposibilidad entre 1816 y 1821. Frecuentaban Baltimore,Nueva Orleans, Galveston, Savannah, Charleston, Norfolk,Filadelfia, Nueva York, Providence y Nueva Bedford. De los45 a 70 navíos de corso que navegaron por el Atlánticobajo el pabellón de las Provincias Unidas, unas tres

docenas visitaban esos puertos con regularidad2.

Las relaciones con Gran Bretaña se fueron agravando araíz del bloqueo continental. Inglaterra, que se había vistoobligada a proseguir sola la guerra contra Napoleón,declaró en 1807 que sólo permitiría el comercio marítimoneutral a los barcos mercantes que pagaran derechosaduaneros en puertos británicos. Así puso trabas de todaíndole al comercio de los países neutrales (en especial,Estados Unidos) para impedir que sus marinas mercantes

2Harold F. Peterson: Argentina and the United States, 1810-1960 (Albany, StateUniversity of New York, University Publishers Inc., 1964), págs. 29-30.

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abastecieran a Francia, pero también persistió en reclutarpor la fuerza marinos ingleses que navegaban en barcosmercantes estadounidenses y en requisar muchos barcosde esa bandera.

Debido a estas causas, el Presidente Jefferson decidióbloquear el comercio exterior y prohibir la exportación demercancías y la importación de determinadas manufacturasinglesas. La intención fue presionar tanto a los franceses,que necesitaban abastecerse mediante ese comercio y sehabían apoderado de todos los puertos del Mar del Norte,como a los ingleses, que querían aumentar su intercambiocon Estados Unidos, dado que ambos países imponíanrestricciones perjudiciales a la navegación comercial. Por suparte, Napoleón trató de que Estados Unidos se sumara alos países encargados de aplicar el bloqueo continental.

Entretanto, los estadounidenses procuraron desarrollarsu comercio y sus relaciones políticas y amistosas conHispanoamérica, para lo cual procedieron desde 1810 alnombramiento de agentes especiales, consulares,

marítimos o comerciales3, y comenzaron a acentuar su

política expansionista. Ese mismo año incorporaron a suterritorio la zona de Baton Rouge y Nueva Orleans,aprovechando una iniciativa autonomista de los habitantes,y restablecieron el comercio con Europa, a pesar de que nohabían obtenido reparación por los agravios anteriores.

En 1811, el Presidente Madison volvió a prohibir elcomercio con Gran Bretaña. Al año siguiente, declaró laguerra a ese país (que duró desde junio de 1812 hastaenero de 1815) por razones relativas a las restriccionescomerciales dictadas por Inglaterra, la persistencia de lasrequisas de barcos y tripulantes, las violaciones de límites,y la creencia de que los ingleses ayudaban a extender laconfederación indígena dirigida por el cacique Tecumseh eimpedían de esa manera la expansión de los pioneros

3 Fueron a Buenos Aires Poinsett (1810-1815), Miller (1813-1815), Halsey(1812-1818), Devereux (1816-1817), Worthington (1817, 1819); Rodney, Bland,Graham y Brackenridge (1817-1818); comodoros Oliver Perry y Charles Morris(para combatir el corso indiscriminado); Strong (1819) ; Zimmermann (1819);Prevost (1819-1820), Rodney (1823-1824) y John Murray Foster (1820-1831)..

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norteamericanos hacia nuevas tierras a proximidad delCanadá. No fue ésta una guerra popular, salvo entre losexpansionistas, pues en los sectores manufactureros y enla industria marítima no tuvo buena acogida.

Las tropas de Estados Unidos invadieron el Canadá desdeDetroit, pero pronto tuvieron que retirarse hasta la línea delos ríos Wabash y Ohio; no obstante, hubo varias victoriasnavales de Estados Unidos y muchas acciones de suscorsarios contra la marina mercante inglesa. A estasalturas, Gran Bretaña decidió revocar las medidasrestrictivas contre el comercio neutral, pero no prohibió elreclutamiento forzoso de marinos embarcados en navíosestadounidenses. La guerra continuó. En 1813, EstadosUnidos consiguió dominar a los ingleses en los GrandesLagos, quebrar la confederación indígena tras la muerte deTecumseh, invadir nuevamente al Canadá, reocupar Detroity controlar el lago Erie. Al año siguiente, Gran Bretañapudo enviar refuerzos al Canadá gracias a las victoriascontra Napoleón en Europa y se preparó a invadir aEstados Unidos desde el Niagara, el lago Champlain yNueva Orleans. No contó con la bondad de lasfortificaciones construidas por Estados Unidos ni con elpoderío naval que este país desplegó en los lagos, y sufrióuna derrota decisiva en la batalla de Plattsburg. Sinembargo, la marina de guerra inglesa pudo bloquear ydominar la costa atlántica y desembarcar tropas quetomaron la ciudad de Washington y destruyeron todos susedificios públicos. En el sur, el general Andrew Jacksonimpidió que los ingleses tomasen a Pensacola y NuevaOrleans y los venció cerca de esa ciudad en enero de 1815,cuando ya se había firmado la paz en Gante (diciembre de1814), tras negociaciones que duraron todo el año.

Luis de Onís y Francisco Dionisio Vives, querepresentaron a España en Washington, protestaron contrala guerra de corso y la ayuda prestada por Estados Unidosa los corsarios, pero el Presidente Madison, al proclamar laneutralidad en septiembre de 1815, y el Secretario deEstado Monroe, en enero de 1816, declararon que lospuertos de Estados Unidos seguirían abiertos a beligerantes

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españoles e insurgentes, tal como antes de que comenzarala insurrección. En los hechos, Estados Unidos legalizó laentrada en puertos bajo su jurisdicción de buques conpabellones de países americanos. Pero entre 1815 y 1822fue disminuyendo la abierta simpatía de su Gobierno porlos movimientos emancipadores debido a la necesidad denegociar con España la cesión de Florida, sus otrasaspiraciones territoriales en Texas, California y Cuba, loscontrastes que sufrieron los movimientos autonomistas enAmérica septentrional hasta 1817, los perjuicios quecausaban los corsarios al comercio estadounidense y eltemor de verse envuelta en nuevos conflictos con paíseseuropeos.

Sin embargo, el reconocimiento de la independencia deVenezuela, Chile, Colombia y las Provincias Unidas iba aconvertirse en una de las principales aspiraciones dealgunos políticos, industriales y comerciantesnorteamericanos, aunque el Presidente Monroe y elSecretario de Estado John Quincy Adams no hicieronmucho caso, pues si bien creían que las insurreccionestriunfarían algún día, dudaban que los países de Américaespañola fueran capaces de establecer gobiernos einstituciones libres o liberales. Los gobernantes preferíanque España y sus antiguas colonias dirimiesen susconflictos entre ellas, siempre que esto no condujera a quela Santa Alianza interviniera en América.

Como era previsible, prosiguió la expansión de EstadosUnidos hacia el sudoeste, el centro y la región occidentalseptentrional; así ingresaron en la Unión los estados deLuisiana (1812), Indiana (1816), Mississippi (1817), Illinois(1818) y Alabama (1819), y aumentó el número de estadosen los que se desarrolló la esclavitud. En 1817 invadió laregión de Florida dominada por los indios seminolas y sefue apoderando de pueblos en posesión española (St.Marks y Pensacola). En 1819 compró a España el territoriode la Florida y obtuvo la cesión de todas las tierras al estedel río Misisipi y los derechos que tenía España en losterritorios de Oregón. Una vez terminada la negociacióncon los españoles, el Secretario de Estado se sintió menos

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atado por compromisos políticos y diplomáticos. Apenasratificó España el tratado de cesión de Florida, Clayreanudó sus arengas en favor del reconocimiento de lasindependencias americanas.

Misiones en el Río de la Plata y Estados Unidos

Cuando en 1817 llegó John Devereux a Buenos Aires encalidad de agente comercial, su misión consistió sobre todoen informarse sobre la evolución de la situación militar ypolítica, pero él se dedicó más que nada a hacer creer queestaba en condiciones de facilitar el flotamiento de unempréstito, que garantizaría su gobierno, por 2 millones depesos al 9 por ciento de interés, reembolsable al términodel conflicto con España. La administración del PresidenteMonroe repudió esa gestión no autorizada.

El sucesor de Devereux -W.G.D. Worthington- tampococumplió estrictamente sus instrucciones, consistentes enobtener información fidedigna sobre población, recursos yfacciones revolucionarias y abogar por el libre comercio yleyes y reglamentos liberales y estables. Buenos Airesreaccionó con decepción viendo que no venía a dar unespaldarazo al reconocimiento. No obstante, poco despuésde su llegada a Buenos Aires, en diciembre de 1817,Worthington entregó a Pueyrredón, sin autorización algunade su gobierno, un proyecto de tratado sobre comercio yestatuto de los navegantes de ambos países en el queincluyó cláusulas sobre reciprocidad arancelaria,intercambio de cónsules, protección de los nacionales y desus bienes, libertad de los mares y trato de nación másfavorecida. El proyecto fue revisado en consulta con

Pueyrredón y enviado a Washington4.

Mientras esto sucedía en Buenos Aires, Pueyrredónautorizó a Manuel Hermenegildo de Aguirre y GregorioGómez a actuar en nombre de las Provincias Unidas (y deChile) con objeto de adquirir en Estados Unidos parte delos buques que se necesitaban para la campaña naval en el

4 Peterson, op. cit., págs. 33-34.

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Pacífico. En agosto de 1817 ya habían conseguido comprardos fragatas y tramitar el transporte de municiones a Chilepor tres capitanes estadounidenses, pero resultaroninsuficientes los fondos disponibles y tampoco fuefavorable la impresión que las Provincias Unidas dieron desu solvencia, sobre todo porque ni el Gobierno de EstadosUnidos ni los financistas privados aceptaron ser losgarantes del empréstito por valor de dos millones dedólares que el cónsul Halsey y el coronel Devereux habíancreído poder flotar con facilidad en ese país. De los dosbarcos, sólo uno sirvió en la guerra naval del Pacífico; elotro, que no había sido pagado, llegó a Buenos Aires, perosu capitán lo sacó de allí para llevárselo a Río de Janeiro,donde lo vendió.

Presiones a favor del reconocimiento de laindependencia de las Provincias Unidas

El Gobierno de Estados Unidos no quería ceder ante lacreciente presión a favor del reconocimiento de laindependencia, ni hacerse demasiado eco del interéspopular en la causa revolucionaria, sin saber a queatenerse en relación con algunos objetivos propios: a) nomalquistarse con España ni con los insurgentes; reconocera ambos la calidad de beligerantes, pero mantenerse en elplano de una estricta neutralidad; b) evitar cualquierintervención multilateral europea, c) protestar contra laconcesión irrestricta de patentes de corso y la ausencia detoda fiscalización oficial de las actividades de corso, yjustificar la acción oficial contra los corsarios acusados deactos de verdadera piratería, refugiados en la isla Amelia yen Galveston, d) averiguar qué grado de influenciaeconómica tenían los ingleses y revitalizar el comercio, e)mostrar amistad sin comprometerse demasiado en lo queconcierne al reconocimiento o a la provisión dearmamentos. Por eso, la Secretaría de Estado decidió queera necesario corregir impresiones erróneas provenientesde informes oficiales u oficiosos de conciudadanos quesimpatizaban con tal o cual vertiente de la causa

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revolucionaria, tenían amigos entre las principales figurasallegadas a los gobiernos o desterradas por ellos, o suspropios intereses que defender en relación con el comercioy corso (como De Forest, Poinsett, Miller, Halsey,Devereux, Worthington y Prevost). Fue por eso queencomendó una misión, esencialmente de información, alos señores Caesar A. Rodney, John Graham y TheodorickBland, secundados por Henry M. Brackenridge.

Los miembros de la misión fueron recibidos consuspicacia en Río de Janeiro y con alegría en Montevideo yBuenos Aires. En esta última ciudad se entrevistaron con elcónsul Halsey, el secretario de Estado Tagle y el DirectorPueyrredón. Tagle proporcionó muchos datos incorporados

luego en los tres informes emitidos por la misión5,

preparados a partir del regreso en abril de 1818, perorecién publicados hacia fines de ese año. Halsey debehaber influido por lo menos en un aspecto que leinteresaba sobremanera, es decir la apreciación correcta dela actitud de Artigas y de sus merecimientos, pues elloquedó bien reflejado en las evaluaciones de Bland yGraham.

Se ha dicho que Bland fue más sensible que suscompañeros a influencias y presiones, en parte debidas alos intereses económicos de un cuñado, dedicado al corso,y a los ecos de antiguos vínculos con José Miguel Carrera,las críticas de Halsey o de Manuel Moreno y otros exiliadosacerca del Directorio, y a la prédica del periodismo pro-latinoamericano. Sin embargo, su informe es de un raroequilibrio y perspicacia y puntualiza con bastantecorrección la situación de las Provincias Unidas.

Así, por ejemplo, hace hincapié en realidades políticas:del territorio reivindicado por el antiguo virreinato del Ríode la Plata, las Provincias Unidas apenas podían pretenderuna superficie equivalente a menos del 70 por ciento, pues

5 Documentos 241, 245 y 244 de la correspondencia publicada por William R.Manning: Diplomatic correspondence of the United States concerning theindependence of the Latin-American nations (Nueva Cork, Oxford University Press,1925, volume I, págs. 382-439, 486-494 y 495-515, completados por unmemorándum de Poinsett (documentos 242-243), págs. 439-486.

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el resto estaba en manos de los realistas, del Portugal, delParaguay o de tribus indígenas, intereses y faccionesopuestos a la unión; teóricamente, el gobierno de BuenosAires velaba por 483.000 habitantes, es decir menos de lamitad de la población virreinal.

Los disidentes de la Banda Oriental, Santa Fe, EntreRíos, Corrientes y Misiones estaban en guerra con BuenosAires, y Córdoba había sido obligada por loa fuerza de lasbayonetas a reincorporarse al Directorio. La tendenciafederal, cualquiera que fuese su fuerza numérica o lavalidez de sus razonamientos, era la más débil en términosde poder efectivo y posibilidades de acción; sus adictos nodisponían de medios, no habían podido dar muestras delmerecimiento debido a la aplicación de sus principios, nitenían suficiente apoyo en una prensa capaz de exponersistemáticamente sus argumentos.

Los opositores centralistas deseaban un gobiernoconsolidado, dirigido por un primer magistrado con poderesanálogos a los de un virrey, pero sujetos a la acción deinstituciones civiles y políticas recobradas, con algunasadaptaciones, de la época colonial. El principal obstáculocon que tropezaban las Provincias Unidas era la novedadque constituía para el pueblo el ejercicio de la vida políticaindependiente, en circunstancias que hacían propicio elejercicio del mando por los militares; mientras prosiguierala militarización de todo el Estado y de las provincias, nopodría producirse una evolución política parecida a la deEstados Unidos, y era difícil que durase la presunta unidadde las Provincias Unidas.

Graham también puso de relieve las disensionesintestinas. A su juicio, los federales no podrían tener éxitopolítico mientras un ejército nacional sujeto al podercentral asegurara la defensa común. Por otra parte,desconfiaba del valor de una constitución elaborada por unminoría poco dispuesta a compartir derechos y privilegioscon el pueblo.

A pesar de que el análisis fue elogioso en general, unosolo de los emisarios (Rodney) se pronunció sin ambagespor el reconocimiento; era él quien más había coincidido

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con Brackenridge en la idea de hacer avanzar el apoyo

norteamericano6.A esto se añadió un informe de Poinsett, también muy

tibio en cuanto al reconocimiento se refiere (cabe recordarque en 1813 había predicho que como consecuencia delfracaso de sus experimentos políticos, las Provincias Unidasiban a preferir el despotismo militar). Poinsett decía que nohabía que alarmar a la Santa Alianza, que en AméricaLatina la misión había tenido un efecto menos exageradoque el que se creía en Washington, y que el gobierno delas Provincias Unidas, además de que consideraba aEstados Unidos como un país de importancia secundaria,pues para él tenía más importancia comerciar conInglaterra, no demostraba suficiente sentido deresponsabilidad y buena fe; por otra parte, señalaba queel partido en el poder era muy corrupto.

Antes y después de que Washington decidiera el envíode la misión Rodney, Aguirre trató de influir en la política afavor del reconocimiento de la independencia,aprovechando que en el Congreso Clay seguía arengando aese respecto, pero John Quincy Adams le negó tenerpoderes para ocuparse de esa gestión y lo interrogó acercade Artigas y el grado de dominio que Buenos Aires ejercíasobre la Banda Oriental. Como Irisarri, Aguirre criticó la leysobre neutralidad y despechado por la respuesta amenazócon cerrar los puertos de las Provincias Unidas a los barcosestadounidenses.

En marzo de 1818, cuando arreciaba la campaña deClay, Aguirre intentó nuevamente obtener elreconocimiento. Al poco tiempo, protestó ante Adams porla presunta deformación de los datos que él había dadosobre las intenciones de Artigas (que habían sidoincorporados en un mensaje presidencial al Congreso). Losagentes españoles lo hicieron apresar acusándolo de violar

6 El informe de Rodney iba acompañado de varios apéndices, entre los cualesfiguraba un bosquejo de la historia política argentina escrito por el deán GregorioFunes, la correspondencia de Álvarez Thomas con agentes de Artigas y de éste conPueyrredón, y un documento acerca de lo que Artigas había arreglado con losingleses en relación con la libertad de navegación y comercio. Véase Piccirilli, op.cit., págs.164-165.

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la neutralidad: fue esto una clara demostración de que enEstados Unidos él no podía ser considerado otra cosa que

un agente, y no un diplomático revestido de inmunidad7.

En 1818, tras el fracaso de Aguirre, Pueyrredón resolvió

enviar a David De Forest8

en calidad de cónsul general; leencargó bregar por el reconocimiento, desempeñar lasfunciones consulares, desbaratar las actividades de losexiliados opuestos a él, conseguir otros corsarios yestablecer una base naval para su uso. También debíaintentar que el general William Winder aceptara el cargo dediputado de las Provincias Unidas ante el Gobierno deEstados Unidos.

Pero Adams informó a De Forest que el tratado firmadocon Worthington no era válido y que, además, no podíaacreditarlo puesto que Estados Unidos no había reconocidola independencia. De Forest quiso hacer creer que sumisión tenía por objeto poner orden en los asuntos delcorso, que preocupaban a Estados Unidos, pero Adamssabía que él estaba comprometido en esa actividad. Enconnivencia con Clay, De Forest intentó nuevamenteconseguir el reconocimiento a sabiendas de que la

7 Véase Peterson, op. cit., págs 49-53.8 David De Forest conocía el Rïo de la Plata desde 1801. En 1807, cuando ello

estaba prohibido por los españoles, había sugerido al Gobierno de Estados Unidosque nombrara un representante comercial en Buenos Aires. Desde entonces sehabía dedicado a multitud de emprendimientos comerciales y de contrabando, deinterés para el Río de la Plata y Estados Unidos, a veces en asociación concomanditarios rioplatenses o extranjeros residentes en el Brasil, y casi siempre conla protección de destacados personajes, como Liniers, había procurado en 1808que Estados Unidos lo nombrase cónsul o agente comercial para defender a susconnacionales contra el favoritismo de que disfrutaban los ingleses, e intentado lapublicación de una edición en portugués de la Representación de los Hacendados,obra de Moreno. Después de mayo de 1810 intervino en Gran Bretaña en lacompra clandestina de municiones, ayudó en Estados Unidos a los agentesrioplatenses encargados de adquirir barcos y armas, fue nombrado ciudadanohonorario de Buenos Aires por Bernardino Rivadavia, contribuyó con Juan Larrea(su socio en otras empresas) y William White a la creación de la primera flota deguerra, y se benefició con Larrea de la venta del botín tomado tras la caída deMontevideo. Después entró en negociaciones con importantes capitalistas deNueva York, como John Jacob Astor, para incrementar la exportación de pieles denutria, apoyó a José Miguel Carrera durante su exilio en Estados Unidos, y sededicó activamente a promover operaciones de corso. Véase Benjamin Keen: DavidCurtis DeForest and the revolution of Buenos Aires (Westport, Connecticut,Greenwood Press Publishers, reedición de 1970).

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respuesta oficial no cambiaría; lo hizo para que Claypudiera pedir en el Congreso que se publicara toda lacorrespondencia sobre el tema. Pero esta vez Adams nosólo negó el reconocimiento sino que aprovechó paracriticar a las Provincias Unidas por no haber querido dar aEstados Unidos el rango de nación más favorecida y porsostener acciones de corso que no eran otra cosa queactos de piratería.

En 1819 Adams informó a Castlereagh que su país sedisponía a reconocer la independencia de Argentina, peroel asunto se postergó debido al interés inmediato de lacesión de Florida por España y de las tratativas conexasrespecto de la adquisición de Texas9.

6. Fin del Directorio y de la hegemonía porteña

Desde comienzos del año 1820 la situación política seagravó considerablemente. Mientras descendía haciaBuenos Aires, el ejército del Norte, por iniciativa dedestacados oficiales -Juan Bautista Bustos, José María Pazy Alejandro Heredia- decidió rechazar la orden deemprender la lucha contra los disidentes autonomistas dellitoral y sostuvo que su misión principal seguía siendo la decombatir a los realistas.

Bustos, que asumió el comando, anunció con claridadque no utilizaría sus fuerzas en la guerra civil y decidió noplegarse a López y Ramírez, que ya habían lanzado unaofensiva contra Buenos Aires; en cambio, se retiró aCórdoba, donde asumió el poder.

Rondeau dejó su puesto de Director Supremo para dirigirla contraofensiva y fue reemplazado interinamente porJuan Pedro Aguirre, que trató de hacer creer a aquelloscaudillos que su gobierno era proclive a una solución detipo federalista y compartía la política antidirectorial enboga, como lo demostraba la decisión de expatriar aPueyrredón y Tagle.

9 Véanse en el capítulo ¿? los pormenores de cómo prosiguió la evolución diplomática deEstados Unidos en relación con América latina.

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Entretanto, se produjeron tres acontecimientos más. Delprimero se tardaron en conocer las circunstancias yconsecuencias: Artigas fue derrotado por los portuguesesen la batalla de Tacuarembó, se quebró la resistenciaoriental y Fructuoso Rivera rompió con su jefe. El segundofue todavía más grave: Ramírez derrotó a Rondeau en labatalla de Cepeda, y Aguirre no pudo formar una fuerzasuficiente para seguir resistiendo. El tercero, mucho másalentador, llegó con bastante atraso a conocimiento de losrioplatenses: el estallido de la revolución de Riego enEspaña había contribuido directamente a deshacer laexpedición punitiva proyectada por Fernando VII.

Era evidente que Buenos Aires no estaba en condicionesde sostener un gobierno central en extinción; tampocopodía subsistir el Congreso. Nadie había sido engañado porlos visos de cambio político anunciados por Aguirre, yRamírez y López menos que ninguno; vencedores contraRondeau, pudieron exigir que Buenos Aires tratara conellos de igual a igual, o sea que aceptara que debía elegirsu propio gobierno y conformarse con ser una provinciamás. Fue el Cabildo el que tomó la conducción política ensus manos y decidió que Rondeau debía renunciar y que elCongreso estaba disuelto; también dio a Buenos Aires elcarácter de provincia separada y se comprometió a obraren favor de una federación de provincias sobre la base dela reciprocidad. Ramírez insistió en que hubiera unaelección de gobernador provincial y Cabildo antes de retirarsus tropas de las cercanías de la ciudad. Así terminó laetapa del Directorio.