Historia de Peñaranda de Bracamonte (1250-1836)

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Historia de Peñaranda de Bracamonte (1250-1836)Fundación Germán Sánchez Ruipérez Biblioteca Pública Municipal. Peñaranda de Bracamonte Autor: Möller Recondo, Claudia Autor: Carabias Torres, Ana María Autor: Fundación Germán Sánchez Ruipérez. Centro de Desarrollo Sociocultural (Peñaranda de Bracamonte) Título: Historia de Peñaranda de Bracamonte (1250-1836) [En línea] / Claudia Möller Recondo, Ana María Carabias Torres Editorial: Peñaranda de Bracamonte : Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 2003 Descripción física: En línea (HTML) Clasificación: 946.0 Notas: Edición electrónica a partir de la publicada en agosto de 2003 Materia: Peñaranda de Bracamonte - historia Disponible en: http://www.fundaciongsr.es/documentos/historia/introduccion-portada.pdf
Historia de
Claudia Möller Recondo Ana María Carabias Torres
Ediciones de la Diputación de Salamanca
Ediciones Bracamonte
Introducción
Este libro es el pri m e ro que se hace sobre la historia de Peñaranda de Braca- monte y constituye la primera evaluación global de su devenir desde mediados del siglo XIII hasta 1836. Es a mediados del siglo XIII donde hemos localizado los pri m e ros vestigios escritos sobre el asentamiento humano que derivó en la actual Peñaranda de Bracamonte; asentamiento que necesariamente es anteri o r a esta fe ch a . La fijación de este origen topa con la dificultad de discernir con a c i e rto qué info rmación sobre Pe ñ a ra n d ase re fi e ren a n u e s t raPe ñ a r a n d a , y cuál no. Porque durante los pri m e ros siglos Pe ñ a ra n d ase llamaba también la actual Pe ñ a- randi lla o Peñaranda del Sordo, l u g a res ambos de poblamiento anteri o r.A q u é- lla evitó confusiones re nunciando finalmente a su nombre y cambiándolo por el diminu t i vo de Pe ñ a ra n d i l l ay la otra, con el tiempo abandonó la primera part e de su denominación para llamarse simplemente S o r d o s, cuando la actual Pe ñ a- randa de Bracamonte creció en importancia y eclipsó a estos dos puebl o s homónimos pre e x i s t e n t e s.
La fe cha de 1836 es un lugar común, a r b i t r a rio si se quiere, que se ha constituído en el re fe rente básico del final del régimen señori a l . Puesto que Peñaranda de Bracamonte fue una villa de señorío, p a reció aceptable esta divi- sión cronológica de lo que sería tratado en este primer volumen de la Historia de Pe ñ a randa de Bra c a m o n t e, que ahora pre s e n t a m o s. C o n fiamos que su segundo vo l u- men trate esta historia desde 1836 hasta el pre s e n t e.
S o b re la cronología abordada en este vo l u m e n , se habían hecho algunos t r abajos de distinto carácter y temática parcial: un buen estudio geográfico de la zona y otro sobre los orígenes del señorío de Pe ñ a r a n d a ; va rios art í c u l o s s o b re el arte del Convento de las Carm e l i t a s , un catálogo monumental del Pa r- tido de Pe ñ a r a n d a , un trabajo sobre testamentos y hagiografía del siglo XVI, l a biografía de un Bracamonte en las Indias, y un artículo sobre los Tr atados de We s t falia en los que participó don Gaspar. En los epígrafes corre s p o n d i e n t e s analizamos el valor que cada uno de ellos ha tenido para este estudio; sus re fe- rencias completas están en la bibl i o g r a r f í a . S a l vo para la cuestión geográfrica y la art í s t i c a , prácticamente todo estaba por hacer.
A iniciat i va del Excelentísimo Ayuntamiento de Peñaranda y con el ap oyo i m p re s c i n d i ble de la Fundación Germán Sánchez Ruipére z , la Excelentísima Diputación Provincial de Salamanca y Caja Duero, se ha llevado a cabo esta i nvestigación en el marco de la Universidad de Salamanca, mediante un conve-
nio adscrito a la Ley Orgánica de Refo rma Unive r s i t a ri a , a rt .1 1 , que permite a sus pro fe s o res participar en proyectos de investigación financiados por empre- sas pri vadas o públ i c a s , ap rove chando el conocimiento e infraestructuras de la U n i versidad de Salamanca. Estamos muy contentas y agradecidas a todas estas i n s t i t u c i o n e s , y sobre todo a las personas que las dirigían en el momento en que se fi rmó este conve n i o : re s p e c t i vamente D. I s i d ro Rodríguez Plaza, D. G e r- mán Sánchez Ruipére z , D. M a nuel Sánchez Velasco y D. S ebastián Bat t a n e r. Pe ro q u i e ro hacer una mención especial, la que merece D. Joaquín Pinto Escri b a n o, s u b d i rector de la Fundación Germán Sánchez Ruipére z , en su sede de Pe ñ a r a n- da de Bracamonte, sin cuya iniciat i va ,p romoción y constante gestión este libro no hubiera sido posibl e.
El objetivo era obtener una visión de conjunto,incluso a sabiendas del riesgo que esto supone, pues la amplitud de horizontes necesariamente re s t a p rofundidad al estudio.Tenemos que agradecer la confianza que estas institu- ciones pusieron en nuestra potencialidad para un trabajo como éste, que cual- quier conocedor de la investigación histórica consideraría a priori i m p o s i bl e, una locura, teniendo en cuenta el ámbito de estudio y el espacio cronológico en el que lo hemos culminado: veintidós meses (marzo-2001/ diciembre - 2 0 0 2 ) .
Una locura porque ni siquiera se partía de un conocimiento básico de qué fuentes documentales hab í a , dónde estaban conservadas o qué tipo de info r- mación ap o rt ab a n . Los histori a d o res sí sabemos que en un AR C H I VO HI S T Ó R I C O
PROV I N C I A L –en este caso el de Salamanca– están todos los documentos notari a- les de la villa; que en el AR C H I VO DI O C E S A N O D E SA L A M A N C A descansan todos los l i b ros parroquiales de bautismo, m at rimonio y defunciones; que en el AR C H I VO
HI S T Ó R I C O NAC I O NA L están los fondos documentales de la Casa Ducal de Frías (Pe ñ a- ra n d a ) , aunque sin catalogar y sin sospecharse qué cantidad ni qué calidad de i n fo rmación podrían pro p o r c i o n a r.A este ingente volumen documental hab í a que sumar, como proyecto seri o, la investigación en los arch i vos generales, como el AR C H I VO GE N E R A L D E SI M A N C A S, en mu chas de sus secciones –C á m a ra de C a s t i l l a ,D i versos de Castilla,Contadurías Genera l e s,Escribanía Mayor de Rentas,Mercedes y Privi- l e gi o s, Pat r o n ato Real,Consejo Real, Contaduría de Mercedes, E s t a d o,D i rección General de Rentas, Contaduría de Rentas y R e gistro General del Sello– ; el AR C H I VO D EL A RE A L CH A N C I L L E R Í A D E
VA L L A D O L I D – s o b re todo en las secciones Pleitos civiles,Planos y dibu j o s,R e gistro de Rea- les Ejecutorias– ; otras secciones del AR C H I VO HI S T Ó R I C O NAC I O NA L– C o n s e j o s,D i versos – M e s t a ,R e gistro General del Sello, Órdenes Militares e I n q u i s i c i ó n– ; la RE A L AC A D E M I A D E L A
HI S TO R I A, que conserva importante info rmación sobre linajes; la BI B L I OT E C A
NAC I O NA L de Madri d , porque allí hay siempre de todo; la biblioteca de la RE A L
AC A D E M I A ES PA Ñ O L A, porque mu chos de nu e s t ros condes y vecinos fueron escri- t o re s ; o t ros arch i vos de la Iglesia: AR C H I VO CAT E D R A L I C I O D E SA L A M A N C A – p a r a actas cap i t u l a re s ,l i b ros de ap e o s ,d i e z m o s , t a z m í a s , b e n e fi c i o s – ; los de institu- ciones part i c u l a res como el del CO N V E N TO D E L A S CA R M E L I TA So el del Conve n t o de los Franciscanos: el pri m e ro era muy fácil de localizar y consultar; el segun- do no tanto: hubo que rastrear pistas hasta localizar la info rmación en el AR C H I- VO FR A N C I S C A N O IB E RO- AM E R I C A N O; el AR C H I VO D E PROTO C O L O S D E MA D R I D – p a r a e s c rituras notariales de los condes y de algunas fundaciones de part i c u l a re s – ;e l AR C H I V I O STO R I C O BA N C O D I NA P O L I –para los contratos de las obras de arte efe c- tuados por don Gaspar de Bracamonte–; la BI B L I OT E C A NA Z I O NA L E“ VI T TO R I O EM A-
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N U E L E I I ” D I NA P O L I y el AR C H I V I O D I STATO D I NA P O Li –para la corre s p o n d e n c i a p a rticular de don Gaspar de Bracamonte–; y otros arch i vos y bibliotecas de los que hemos recogido info rmación menos abu n d a n t e, p e ro también intere s a n t e, como los arch i vos Vat i c a n o s.
También estaba la cuestión de los señores de la villa: a partir del siglo XVII el señor de Peñaranda fue asistente de la Audiencia de Sevilla (don A l o n s o, I c o n d e ) ,p residente de va rios consejos, incluido el de Estado, y virrey (don Gas- p a r, III conde); m a e s t re de campo (don Gre g o rio Genaro, IV conde), de la Cámara de Indias (don Pe d ro Fe rnández de Ve l a s c o,V conde); m i e m b ros de la C o rte con oficios en ella (don Bernardino –VII conde–, don Diego –IX conde– o de nu evo don Bernardino –X conde–), hasta llegar a ocupar la presidencia del Consejo de Ministros y el Ministerio de Estado. Estas peculiaridades y la mag- nitud de la empresa obl i g aban a trabajar en lugares va riados y dispersos, en los que estos personajes dejaron su huella como miembros que fueron de la alta administración del Estado.
El esfuerzo ha fru c t i ficado en la localización de un importante elenco documental y en la cert i ficación de la pérdida de series completas. E n t re ellas, la más lamentable es la inexistencia de la re fe rente al concejo: la que se generó hasta la primera mitad del siglo XVI fue destruida por indicaciones del señor de Peñaranda en aquella época; el resto existía bien conservada en el momen- to en que cerramos la cronología de esta obra, en el año 1836 –eso al menos dicen los cap i t u l a res en va rios documentos– y no sabemos cuándo se perdió. Faltan también los protocolos notariales anteri o res a 1580 y en esta ausencia t u v i e ron mu cha culpa los señores de la villa, que los destru ye ron o mandaro n d e s t ru i r, según dire m o s. Del mismo modo se ha perdido completamente el a r ch i vo del Convento de los Franciscanos y una gran parte de la documenta- ción parro q u i a l . Estas circunstancias nos han obligado a hacer re c o n s t ru c c i o- nes indirectas de mu chos asuntos.
Tras este planteamiento, cualquiera podrá comprender que esto ha sido un trabajo de equipo;de un equipo muy grande, donde cada uno ha puesto lo que podía:las instituciones dinero, sin el cual ahora yo no estaría escribiendo sobre Pe ñ a r a n d a ; un montón de pro fe s o res consejo, ap oyo y documentación, p u e s sabiendo en lo que estábamos trabajando nos han proporcionado información muy importante y complementaria sobre el tema.La deuda con el Dr. Francisco Javier Lorenzo Pinar es infinita; ha leído todo, ha evitado que les aburriéramos con textos más fa rr agosos aún, nos ha proporcionado la info rmación que iba encontrando en sus inve s t i g a c i o n e s. El Dr. José Carlos Rueda Fe rnández también ha sido un obligado consejero durante estos meses,y asimismo nos ha ayudado a encontrar documentación de vital importancia para el tema. La Dra. N i eve s Rupérez Almajano leyó la infernal primera versión de lo referido a la Iglesia de San Miguel, que gracias a sus consejos confiamos en que haya mejorado. La Dra. Águeda Rodríguez Cruz nos ayudó con el santoral. El Prof. D. Ignacio Izquierdo Misiego no ha ahorrado esfuerzo para cartografiar perfectamente la reconstruc- ción espacial que habíamos elab o r a d o. El Dr. José Ignacio Fo rtea Pérez ha re s- pondido, con la maestría que le caracteriza, a nuestras constantes preguntas. D. Francisco Hernández Méndez siempre ha estado a nuestra disposición, ag i l i z a n- do los trámites y acompañándonos en las tareas del Archivo del Convento de las
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Carmelitas de Peñaranda,que él tan bien conoce, y facilitándonos la consulta de sus trabajos sobre este conve n t o. Sin la colaboración de la Dra. Pilar Zabala no hubieramos podido interpretar los dispersos datos fiscales que se conservaban. El Dr. Ángel Barrios García leyó y aposti lló sabiamente el capítulo de histori a medieval de esta obra; los Dres.Antonio García y García y Pedro Gil (OFM) nos ayudaron a localizar las fuente sobre los Franciscanos; Fray PedroAliaga (OSST) las de los Tri n i t a ri o s ; Dª Cecilia Pa rra la documentación del A r ch i vo Histórico de Protocolos de Madrid;y los Dres. Carlos Carrete Parrondo y Mª Fuencisla García Casar a interp retar los datos sobre los judíos. En los arch i vos nos han ap oya d o mu chos funcionarios anónimos y otros con nombre : D.Vi c t o riano Antonio Car- bajo Mart í n , Dª Asunción Sáez, D. Pe d ro José Gómez González, D. Raúl Vi c e n t e Baz y D. Claudio Calle Hern á n d e z . Nos ha enviado documentos desde A m é rica D. Juan Martín Soria.Algunos conocidos del pueblo han atendido generosamente a mis consultas: D. Isaac Albarrán, D. Julio Muñoz, D. José de la Torre, D. Manuel Almeida, D. Miguel Antona...
Los amigos han sufrido nu e s t ro abu rrido re l ato monotemático durante este tiempo y han colaborado en la corrección de pru ebas mecanográfi c a s : M a rtín Iacono, María del Pino Lecuona Naranjo, Esther Ruiz Zap at e ro, F l o ri á n Fe rre ro Fe rre ro. La fa m i l i a . . . todo esto junto, más el trabajo eficaz de ir y ve n i r en busca de documentos que no teníamos a la mano: mi padre, a sus 83 años, ha sido el primer lector, c o rrigiendo los erro res mecanográficos –perdónenle a él si alguno encuentran, no a nosotras, re s p o n s ables absolutas de ellos–; m i h e rmano Ignacio ha hecho sus mu chos viajes a la Biblioteca Nacional en bu s c a del dato que se re s i s t í a ; mi hermano Ángel, por vivir más cerca, no ha parado por mi culpa de buscar mat e rial y medir edificios para corroborar o no que las d e s c ripciones documentales de los mismos que encontrábamos en los arch i vo s eran o no la base de los existentes; mi primo Raúl (González Salinero) me ha buscado y enviado con una celeridad pasmosa los libros que necesitaba de M a d ri d .Y mi mari d o, Vicente Antonio Sánchez We rn e r, además del cariño e i n finita paciencia, me ha proporcionado el constante e impre s c i n d i ble ap oyo t é c n i c o, tanto en el día a día, como en las situaciones de crisis aguda provo c a- das por la m u e rt ede los ordenadore s.
La autoras de este libro han contado para realizarlo con la colaboración de D.Vicente Antonio Sánchez We rner –en el soporte info rmático para el análisis de d atos– y de los histori a d o res Dª María del Carmen Ramos de Castro Ve l a s c o – t res meses–, Dª Silvia Gordo Rubio y D. M a nuel Santos Burgaleta –seis meses cada uno– en la transcripción paleográfica de los documentos.También ha con- t ri buido a la localización de las fuentes Dª Mª de la Salud González Fe rn á n d e z .
La Dra. Claudia Möller y yo hemos estado en todo cuanto hemos podido, o rganizando y dirigiendo el trab a j o, t r a n s c ri b i e n d o, c a rgando datos en las m á q u i n a s , i n t e rp re t a n d o, e s c ri b i e n d o. Ella se ha llevado la peor part e, porque se vio obligada a salir de España durante dos meses del año 2001 para buscar y t r a n s c ribir la documentación italiana: julio y ag o s t o, en los ri g o res del ve r a n o de Nápoles y Roma1; sin comentari o s.
Una amiga mía me enseñó sabiamente que una tiene que estar dispuesta a pedir lo que está dispuesta a dar; yo he pedido mu cho y es natural que ahora lo d i g a , y, más aún, que lo ag r a d e z c a , en mi nombre y en el de la Dra. M ö l l e r. Pe r-
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dónenme aquéllos que nos hayan ayudado y ahora olvide mencionar; a ellos también hago extensible este ag r a d e c i m i e n t o.
Pe ro que nosotras hayamos volcado toda nuestra ilusión y esfuerzos en este proyecto no significa que el trabajo esté bien hech o ; esto habrán de juz- garlo los buenos histori a d o re s. Una cosa sí debemos en justicia decir: h e m o s h e cho cuanto hemos podido y dudamos que se hubiera podido hacer más en ese tiempo.Aun así algunos nos acusarán de haber hecho un trabajo positivis- t a , con más datos que interp retación de los mismos. Es ve r d a d ; no veíamos la fo rma de interp retar sin pri m e ro conocer los hech o s. Los histori a d o res consi- derarán obvias mu chas de las explicaciones que ofre c e m o s , mientras que otras personas nos acusarán de utilizar a veces expresiones incompre n s i bl e s. N o s o t r a s hemos decidido escribir de la fo rma más sencilla posibl e, p rimando el interés del ciudadano medio, sin especial bagaje cultural en histori o g r a f í a , que hacer- lo para el sector de los pro fe s i o n a l e s , al que estamos más acostumbradas.Au n- que éstos reconocerán que siempre incluimos los datos de arch i vo de cada d o c u m e n t o, por si interesara ampliar el conocimiento de lo que sencillamente se intenta mostrar. De esta fo rm a , será también un libro útil para el histori a d o r.
El resultado global de esta investigación a mi me parece bu e n o : h e m o s fijado la historia espacial de la villa; ampliado sustancialmente la cuestión del o rigen del señorío; aclarado el intrincado asunto de las juri s d i c c i o n e s ; e s t abl e- cido la genealogía señorial y ampliado notablemente el conocimiento que se tenía de la historia del art e. S a l vo el trabajo de Franco Silva para el señorío m e d i eva l , nada se sabía de la propia historia del señorío, poco de don Gaspar de B r a c a m o n t e, nada de los impuestos, ni de la historia del concejo, ni de las e rm i t a s , c o f r a d í a s , f u n d a c i o n e s , C o nvento de San Francisco, ni de la fa m o s a i m agen de la Vi rgen de la Po rt e r í a , ni de la demografía, la organización social, la estructura sociopro fe s i o n a l , la educación, las fi e s t a s. . .Antes de realizarse este t r abajo no teníamos idea de que un conde de Peñaranda hubiera sido pre s i- dente del Gobierno español, que hubiera habido un peñarandino en la expedi- ción que fundó la ciudad de Córdoba, en A rg e n t i n a , o que tengamos dos san- tos entre nu e s t ros antiguos ve c i n o s2. En cambio, h ay temas que no hemos alcanzado a matizar bien y sobre los que habrá que investigar más; e s p e c i a l- mente las cuestiones re l at i vas al siglo XIX.Tenemos la suerte y la desgracia de ser las pri m e r a s : al ab rir caminos, seguramente nos hemos equivocado en mu ch a s c o s a s , p e ro albergamos la esperanza de que otros puedan corregir nu e s t ro s e rro res cuanto antes –igual que nosotras hemos corregido a otros en este l i b ro – , porque significará que hab remos podido alentar el interés para conti- nuar un camino que sólo está ab i e rt o.
Por lo que se re fi e re a la presentación del texto, intentando ahorrar espa- c i o, hemos utilizado dos sistemas simultáneos de cita: el americano –que anota ab reviadamente el apellido del autor, año de edición y página, e n t re parénte- sis– para los libros que se nombran va rias veces y cuya re fe rencia completa está en la bibliografía fi n a l ; y el tradicional –desarrollando completamente la cita– cuando nos re fe rimos a un trabajo una sola ve z . A b reviamos también en lo p o s i ble las re fe rencias archivísticas uti lizando un sistema de siglas y ab rev i at u- ras e incluye n d o, también al fi n a l , la relación de las fuentes manu s c ritas e i m p resas más importantes de las citadas en el texto. El método de transcri p c i ó n
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de los textos manu s c ritos es: o riginal en cursiva , d e s a rrollo de las ab rev i at u r a s y unión o separación de palabras según se hace hoy (usamos de estapor d e s t a ;d e l por de el) , acentuación y puntuación actuales, empleo de ( s i c ) cuando la palab r a que antecede esté escrita de la fo rma que anotamos, e ( i l e gi bl e ) cuando haya rotura en el original y/ o no hayamos podido leer la palab r a .Anotamos asimis- mo entre paréntesis las letras o partes de la palabra o la frase que hubiera omi- tido el amanu e n s e, y que consideramos necesarias para la comprensión del t e x t o : e s c ribimos p l ( e ) i t ocuando el escribano apunte p l i t o. D e n t ro de las citas textuales –que hemos dicho que van en cursiva – , hemos aplicado negrita a las p a rtes que queremos destacar. La ab reviación de las fe chas la hacemos con su anotación nu m é rica separada por guiones, de manera que el 1 de enero de 1 5 3 0 , por ejemplo, se leerá mu chas veces en este libro como 1 - 1 - 1 5 3 0.
Todo el trabajo es re s p o n s abilidad conjunta e indivisible de la Dra. C l a u d i a Möller y mía, p e ro yo le he pedido a ella que me dejara escribir esta intro d u c- ción por el sentimiento que este tema y trabajo tienen para mi: s oy peñarandi- na desde cuantas generaciones re c u e r d o ; yo era una de las principales intere- sadas en que esta obra se llevara a cab o, la fi rmara quien la fi rm a r a ; mejor aún, que la fi rmaran cuantos más mejor, porque la parte de verdad de mu chos ay u d a a re c o n s t ruir la verdad de todos.
Ojalá que nuestro esfuerzo sirva para que el mejor conocimiento del pasa- do que puede proporcionar este libro evite muchos errores en el futuro
S a l a m a n c a , a 19 de diciembre de 2002 ANA MA R Í A CA R A B I A STO R R E S
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Historia de
Peñaranda de Bracamonte (1250-1836) Capítulo I: La tierra y el paisaje
Claudia Möller Recondo Ana María Carabias Torres
Ediciones de la Diputación de Salamanca
Ediciones Bracamonte
Fundación Germán Sánchez Ruipérez Biblioteca Pública Municipal. Peñaranda de Bracamonte Autor: Möller Recondo, Claudia Autor: Carabias Torres, Ana María Autor: Fundación Germán Sánchez Ruipérez. Centro de Desarrollo Sociocultural (Peñaranda de Bracamonte) Título: Historia de Peñaranda de Bracamonte (1250-1836). Capítulo 1 [En línea] / Claudia Möller Recondo, Ana María Carabias Torres Editorial: Peñaranda de Bracamonte : Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 2003 Descripción física: En línea (HTML) Clasificación: 946.0 Notas: Edición electrónica a partir de la publicada en agosto de 2003 Materia: Peñaranda de Bracamonte - historia Disponible en: http://www.fundaciongsr.es/documentos/historia/cap1.pdf
Capítulo I
La tierra y el paisaje
El pasado y el presente de los pueblos está condicionado, e n t re otras va ri abl e s , por su situación geográfica y por las circunstancias históricas del espacio en el que se encuentre n . Peñaranda de Bracamonte es hoy un partido judicial de la p rovincia de Salamanca, situado a unos 899 m de altitud, en el extremo nor- o riental de la prov i n c i a , que limita al Norte con la provincia de Valladolid y Z a m o r a , al Este con las de Valladolid y Ávila, al Suroeste con la tierra de Alba de To rmes y al Oeste con la ciudad de Salamanca. Como dice el manu s c rito de la Fundazión del Convento de re l i giosas carmelitas descalzas de Nuestra Señora del Ore t o(sic) (AC P, sin cat a l o g a r ) , Peñaranda está a siete leguas de Salamanca, c u at ro de Alba y nu eve de Medina del Campo.
Pe ro el nombre de Pe ñ a ra n d atambién sirve para denominar otros espacios, como la actual Peñaranda de Duero –en Burg o s – , y una población de Filipinas. La palabra B ra c a m o n t ees el gentilicio de un linaje familiar procedente de Fran- c i a , que vino a la Península Ibérica en la Edad Media y que se ha extendido por todo el mu n d o.Al seguir precisamente el camino de los individuos distingui- dos que llevan este ap e l l i d o, vemos como el término llegó a fo rmar parte del n o m b re de Peñaranda (de B ra c a m o n t e) así como de un caserío, a 6 km de Guía, de cuyo municipio depende en Te n e ri fe1, y de un pueblecito de la provincia de Valladolid (Rubí de B ra c a m o n t e) , l u g a res que fueron ori g i n a riamente pro p i e d a d s e ñ o rial de alguno de los miembros de este linaje.
Unida administrat i vamente a la jurisdicción terri t o rial de Ávila hasta la re o rganización provincial de 1833, los mapas antiguos y actuales nos confi r- man que el emplazamiento de Peñaranda de Bracamonte se sitúa en un cruce de c a m i n o s , e n t re el eje Norte-Sur de la Cañada Real de las Merinas extremeñas y el Este-Oeste de los caminos de arri e ros que viajaban de Salamanca hacia M a d rid y a otros lugare s. Aun así no debemos interp retar que estos caminos fa c i l i t aban el viaje; pues Mesonero Romanos calificó el de su familia de Madri d a Salamanca, en el verano de 1813, de marcha heroica que ofrecía a la sazón más peligr o que el que hoy suelen arrostrar los osados explora d o res de las re giones polare s ( c f r. RO B L E D O, 2 0 0 1 , p. 4 4 5 ) . Porque aunque el Ayuntamiento de Berrocal había solicitado la c o n s t rucción de una vía de comunicación de Madrid a Salamanca, y se hab í a p royectado otra que comunicara Santander y A n d a l u c í a , vía Peñaranda (Í d .) , e l camino seguía siendo largo y difícil: una herradura de Ávila a Salamanca, pasando por Pe ñ a r a n d a ,Ve n t o s a , H u e rta y A l d e a l e n g u a , evitando cruzar el río2.
Punto de tránsito, aun así, que facilitó la formación de un centro de inter- cambios, de un mercado, convertido en el principal motor económico y humano del poblamiento peñarandino desde sus inicios, y que constituyó un pequeño c e n t ro de producción industrial y una parada de viajeros para sus compras o para el descanso, también usado en el pasado como final de jornada en el cami- no entre Ávila y Salamanca,según descripción de Lar ruga (LARRUGA, 1795).
A fo rtunadamente existen excelentes estudios sobre las características geo- g r á ficas del espacio peñarandino y de su evolución histórica en las obras del p ro fesor Cab e ro Diéguez (CA B E RO, 1 9 8 5 , 1 9 9 0 a , 1 9 9 0 b, 1 9 9 0 c, 1 9 9 2 , 1 9 9 5 ) y en el libro colectivo G e ografía de Castilla y León(1992) – publicaciones que han s e rvido para completar y actualizar otras más antiguas como el mat e rial car- t o g r á fico del Servicio Geográfico del Ejército y otro s – ; también en las de Cab o Alonso (CA B O, 1976) o Llorente Maldonado (L LO R E N T E, 1 9 8 0 ) . El lector encontrará en estos libros info rmación puntual sobre este aspecto. N o s o t r a s a m p l i a remos aquí el conocimiento que en ellos se muestra del espacio histó- rico de la tierra de Pe ñ a r a n d a . Lo pri m e ro que llama la atención al lector at e n- to de la documentación antigua de Peñaranda es la importancia de la villa como núcleo mercantil: el trazado de las vías de comu n i c a c i ó n , la disposición urbanística de sus calles y plazas… todo habla de la centralidad espacial, p o l í- tica y económica de la plaza del mercado, hacia la que concurren y de la que p a rten todos los caminos (véase fi g. 1 ) .
El terri t o rio histórico de la villa de Peñaranda era angosto; así al menos lo s i n t i e ron mu chos vecinos que en va rias ocasiones a lo largo de la historia se re fi ri e ron a la imposibilidad de tener huertas o prados dentro del casco urba- n o, d ebido precisamente a esta estre chez espacial del terri t o rio urbanizado3. Los prados, las huert a s , los montes y los ejidos tenían su lugar en las afueras de la villa.
A finales de la Edad Media, Peñaranda estaba en medio, p e ro ajena, de una antiquísima red de caminos que enlazaban va rios centros demográficos y eco- nómicos más activo s : los más cercanos eran Salamanca, Ávila y Medina del Campo –con su importante fe ri a – ; encaminándose hacia Va l l a d o l i d , desde allí se abría la ruta que conducía hasta las otras dos famosas fe rias comerciales caste- l l a n a s : Medina de Rioseco y Vi l l a l ó n , y, más allá, hacia León.También se podía subir desde Valladolid hasta Burg o s , que se conv i rtió en un signifi c at i vo empo- rio comercial a partir del año 1505, con la creación de su Consulado. En dire c- ción a Ávila se bifurcaban pronto las posibilidades de continuar hacia To l e d o ( d i rección sureste) o hacia Segovia (dirección nore s t e ) . Para viajar hacia el sur lo más útil era emprender ruta desde Salamanca o To l e d o.Así pues, en los albo- res del pobl a m i e n t o, Peñaranda no estaba bien comu n i c a d a :q u e d aba alejada de la ve reda de la Calzada de la Plat a , o La Guinea–que era como se conocía en la Edad Media esta vía ro m a n a , que unía Asturica A u g u s t a ( A s t o rga) con E m e r i t a A u g u s t a( M é ri d a ) – . Pe ro a su favor tenía la llanu r a , que casi todo trajín autori z a .
Poco a poco, p e ro sobre todo desde que los señores de la villa fi j a ron su residencia en ella, y desde que don Juan de Bracamonte revitalizó el mercado semanal (año de 1505), la algarabía y vitalidad de este mercado de los jueve s , fomentó el desarrollo de la natural estructura radial de los caminos, con la p ropia villa como orto y fin de todos ellos; y fue el siglo XVI el período en el
Historia de Peñaranda de Bracamonte22
que se adere z a ron algunos de los más importantes (el Camino Real de A l d e a- seca) y se cre a ron otros nu evos (C a r re a n u e va, hacia Villar de Gallimazo, d i re c- ción Salamanca).
Tomando el pueblo como centro imag i n a rio del espacio, y siguiendo la ru t a de las manillas de un re l o j , vamos a recordar los lugare s ,c a m i n o s ,p r a d o s ,e j i d o s , etc. de los que hablan los documentos de la historia de Peñaranda, advirtiendo que no resulta fácil interp retar acertadamente tantas imprecisiones como las fuentes documentales ofrecen. Comenzamos el recorrido por la primera vía de comunicación importante de Peñaranda:el camino hacia Alba de Tormes,direc- ción suro e s t e, villa de la que dependió jurisdiccionalmente en los pri m e ro s siglos de su historia, y camino que enlazaba los términos de Nava de Sotrobal, Coca de Alba, Peñarandilla, Garcihernández,Amatos, etc. (véase fig. 2).
En la misma dire c c i ó n , p e ro un poco más al nort e, salía el camino que c o mu n i c aba con Salamanca, y que at r ave s aba (y at r aviesa) el monte A r a u z o, e n el término de la Nava de Sotro b a l , lugar que fue escenario de va rios conflictos j u risdiccionales con Peñaranda por el disfrute de pastos para el ganado.A pri n- cipios del siglo XVI éste se había conve rtido en la vía de comunicación más i m p o rtante de la villa.Viniendo de Salamanca se encontraban y cru z aban trans- versalmente otras dos vías muy transitadas en aquellos siglos:
23I. La tierra y el paisaje
Fig. 1: Peñaranda de Bracamonte. Adaptación del mapa de Francisco Coello (1867) elaborada por el Prof. José Ignacio Izquierdo Misiego.
• El Cordel de Meri n a s , llamado en los documentos Camino Real, que venía de la Nava , t o c aba levemente la villa y continu aba en curva hacia el norte en d i rección a Aldeaseca de la Fro n t e r a . Como su nombre indica, era muy usado para la trashumancia de ganado, aunque abundan las noticias de altern at i va s utilizadas por los pastores y sus ganados intentando zafarse del pago del por- tazgo de A l d e a s e c a . • El más antiguo de los caminos hacia el monte, conocido de tiempo inme- m o ri a l , y de gran importancia para los ve c i n o s , que lo re c o rrían cientos de veces acarreando leña y hojarasca para sus hogare s.
En el espacio comprendido entre estos caminos de Alba y Salamanca se e n c o n t r aban algunos prados del concejo muy citados en los documentos, como La Po z a , que lindaba con la parte urbanizada de Peñaranda en el siglo X I V; en la línea del camino de Alba en su ve reda sur, hasta el actual camino de Cañizal a Piedrahíta, se ubicaban el disputado –según ve remos– prado de El Juncar del que no queda hoy recuerdo en la cartografía por haberse integrado en su actual casco urbano; y los prados llamados Po rt u g u e s e s , los Moscat e l e s ,l a s M a z o rr a s , majuelo Marín, La Raez y El Márm o l . Como continuación de La Po z a , en la ve reda norte del lindero del camino de Alba hasta el Cordel de Meri- n a s , seguía hacia el este el llamado Pradillo de Álva ro (que según un memori- al de 1539 es desde el camino de A l va hasta llegar frontero de La Po z a4) , el Cerro de la H o r c a , Las Chava s , Los Cach o n a l e s , Las Besanas, Picón de Carbonero s , la Ve r d i- n a , el Lavajo Gonzalo y las Muñequillas. N o m b res de lugares ab s o l u t a m e n t e
Historia de Peñaranda de Bracamonte24
F i g. 2 : Mapa de situación de Peñaranda en 1867.Adaptación del mapa de Francisco Coello elaborada por el profesor José Ignacio Izquierdo Misiego.
olvidados hoy, porque la mayor parte de ellos fueron absorbidos por la urbani- zación peñarandina durante los siglos XVI y XVII.
Desde la actual carretera de Salamanca y hasta el camino de Aldeaseca de la Fro n t e r a , e s t aban las Eri l l a s , las Pe rr a s , C abeza Melón, las Reinas, se pro l o n- g aban las Besanas y Besanillas, el Diezmo, la Rinconada, y más arriba las Sola- nas y la Reguera, prado alargado hacia el norte ubicado entre la ribera del Gua- reña y el camino de Cañizal a Piedrahíta, que será una de las tierras más nombradas en los conflictos juri s d i c c i o n a l e s.A t r avesando diametralmente este e s p a c i o, se trazó una C a r re a n u e vaen la primera mitad del siglo XVI, que se con- s e rva aún con el mismo nombre, y que separaba los prados llamados las Pe rr a s , C abeza Melón y Besanas por un lado, de las Eri l l a s , las Reinas, las Solanas y las B e s a n i l l a s. Esta Carre a nu eva salía de Peñaranda ap rove chando parte del Cordel de Merinas y se dirigía con nu evo rumbo hacia la parte norte del Monte A r a u- z o, en dirección a Villar de Gallimazo. El hecho de que se planeara y se cons- t ru ye r a , es señal de la importancia que tenía el ap rove chamiento de este monte, y quizá del interés del señor de Pe ñ a r a n d a , porque at r ave s ab a , ya lo ve re m o s ,l o s montes de su pro p i e d a d .
Hacia el oeste, desde la villa se ab ren en abanico el camino a Cañizal y Pie- d r a h í t a , el camino de Paradinas y el que conduce a Medina del Campo. E n t re los dos pri m e ros estaban Entre c a m i n o s , la Chocolatera y A l d e re t e ; éste último at r ave s aba el camino de Paradinas para continuar su extensión hasta el de Medi- na en la parte más septentrional del espacio peñarandino. Más al nort e, en el actual término de A l d e a s e c a , e s t aban los Pradillos, también terreno disputado e n t re el concejo y el señor que lo usurpó en el siglo XVI, según ve re m o s.
Más allá de la carretera de Medina, hacia el suro e s t e, se ubica el Prado H o rn o, e n f rente del actual cementerio –una parte del cual se disputaron el con- cejo y el señor–; las Bizcocheras y los Po z o s , lindando ya con la carretera de Á v i l a .E n t re ésta y el camino vecinal que baja hacia el sur, d i rección Mancera de A b a j o, se extendían los prados Pat a q u eb r a d a , el A rroyo de San Jo s é , Rolones y B a rro de los Gat o s. Desde ahí, c e rrando el círculo por el sur, los prados del Ines- t a l , el Cerro de San Salva d o r, los Gordillos y las Gre d a s , hasta enlazar fi n a l m e n- te con el camino de A l b a , at r avesando las Po z i l l a s , los Enceraos y Po rt u g u e s e s5.
S o b re esta estructura terri t o rial hemos podido re c o n s t ruir en parte la situación histórica de las propiedades señori a l e s , la de algunos vecinos part i- c u l a re s , los bienes comunalesy de propios. Nos sirven a este efe c t o : el Apeo de las here d a - des que tenía el concejo de Pe ñ a randa en los términos de la dicha villa(1464-1502) (AHN, F r í a s, 1 6 3 7 - 1 1 , f. 1 r- 7 v ) ; un Memorial de los prados y montes e bienes rayzses que el conçejo de la villa de Pe ñ a randa pide a Alonso de Bra c a m o n t e ,mi señor,los quales prados e cosas de yuso con - tenidos dize el dicho Alonso de Bracamonte ser suyos e lo aver sido de sus anteçesore s,s e ñ o res que an sydo de la dicha villa, p resentado como probanza en la Chancillería por parte de Alonso de Bracamonte en marzo de 1539, para tratar de demostrar la fa l s e d a d de las usurpaciones terri t o riales de las que le acusaba el concejo (ARCHV, P l e i - tos Civiles,Z a randona y Balboa(F) C. 5 7 6 - 1 , s. f. ) ; también el Segundo memorial de los prados y tierras que el concejo de Peñaranda considera usurpados por Alonso de B r a c a m o n t e, anexo al interro g at o rio de la probanza presentada en la Chanci- llería por parte del pri m e ro contra don Juan de Bracamonte, en 19 de junio de 1545 (ARCHV, Pleitos Civiles,Z a randona y Balboa (F) C. 1 5 2 5 - 1 , s. f. ) ; y la pro b a n z a
25I. La tierra y el paisaje
de testigos presentada a 30-3-1556 por parte del concejo de Peñaranda en la Chancillería para el pleito que trat aba contra don Juan de Bracamonte, p re c i s a- mente sobre usurpación señorial de bienes de propios (ARCHV, Pleitos Civiles, Z a randona y Balboa (F) C. 1 2 2 4 - 1 , s. f. ) .
A través de los datos que nos proporcionan estas fuentes sabemos que el t e rreno que ro d e aba la parte urbanizada de Peñaranda eran bienes del concejo en 1419 (AHN, F r í a s, 1 6 3 7 - 1 1 , f. 3 r ) . Conocemos también la existencia de una gran extensión de monte alto en el espacio comprendido entre los caminos de Aldeaseca de la Frontera y Alba de To rm e s , que continu aba sin solución de con- t i nuidad hacia el norte y nore s t e. La espesura de la masa arbórea se iba rari fi- cando a medida que nos acercábamos a Pe ñ a r a n d a , en un círculo concéntri c o de monte salpicado de tierras de lab o r, en el que los árboles escasean, d e j a n d o poco a poco todo el espacio al cultivo del cere a l .
Esta concentración arbórea era, p u e s ,m ayor cuanto más separada estuvie- ra la zona de los caminos de tránsito y del casco urbano de la villa; así se dice: que entre el camino de Alba e A ra u zo hacia el monte del dicho don Ju a n (al norte y noro e s t e del puebl o ) ay muchas tierras de here d e r o s,l a b rantías e del beneficio,las quales se aran e labran e s i e m b ran e cogen en ellas pan los dueños e señores de ella, tanto que en ellas ay encinas e matas e por el fin de ellas comienza el que se dice el monte del dicho don Ju a n ,syn que aya otros moxones e cotos. En este círculo concéntrico a la villa, i n t e rmedio entre los pastos y tierras de c e real y el monte, algunos claros permitían el cultivo del cereal panifi c able y rompían –no del todo– la unifo rmidad cromática de pinos y encinas, en una c o n t i nuidad paisajística que se dilat aba y se hacía cada vez más tupida, desde la villa hasta el Monte A r a u z o.
De este amplio espacio, sólo estaba acotada desde mediados del siglo XV la propiedad señori a l , con cotos hechos de tierra que se re c o n s t ruían muy fre- c u e n t e m e n t e6, mientras que la parte de monte perteneciente al concejo, a mediados del siglo XVI: de uno,d i e z , ve y n t e ,q u a re n t a ,c i n q u e n t a , e sesenta e ochenta e cient años a esta part e ,e más tiempo,no a avido ny ay señales ni moxones ni cotos que dividan ni apart e n el dicho monte de lo que es público e concegil e término de la dicha villa de Pe ñ a ra n d a. H ab í a , p u e s , una clara distinción entre las tierras señoriales y las que no lo eran, b a s a- da en la presencia o no de estos acotamientos.
Pe ro mientras gran parte del monte pertenecía al señor, la mayoría de las fincas de labor eran concejiles o de propiedad part i c u l a r. El documento citado alude a la coexistencia a veces de encinas y explotación cere a l i s t a , e x p l i c a n d o que las matas de encina gruesas están nacidas en tierras labrantías,las quales están esentas,syn que a l rededor de ellas aya monte ny señal de él,antes todas son tierras labra n t í a s,e que la dicha tierra donde están las dichas matas se labra y siembra de pan y es tierra labrantía concejil e de herederos y los son o t ras muchas tierras alre d e d o r. Aunque otros espacios habían sido transfo rmados por el hombre en tierras de labor, de manera que de las dichas matas gruesas a lo que se dice monte ay mucha distancia de térm i n o,p o rque de las dichas matas gruesas a lo que es monte ay muchas t i e r ras de herederos ra s a s,las quales se labran e siembran y en ellas se coxe pan syn que en las dichas tie- rras aya encinas ny matas,antes son tierras rasas e labrantías que siempre se an arado e labrado.
Este proceso destru c t i vo del monte en favor de la explotación ag ro p e c u a- ria era menor en la linde de Carre a nu eva recordemos que era éste un camino recién estre n a d o, en cuyas ve re d a s , de propiedad mayo ri t a riamente señori a l , aún se conservaban mu chos árboles del monte inicial que el nu evo sendero
Historia de Peñaranda de Bracamonte26
h abía part i d o, c o m p a rtiendo espacio con el cultivo del cere a l . Por eso el texto del interro g at o rio del pleito de 1537 pre g u n t ab a : Las matas que están a Carre a n u e- va . . .si saven que sean y estén en tierras labra n t í a s,en las quales se labra e se coxe pan por los ve c i n o s de la dicha villa cuyas son las dichas tierra s,e si saven que de las dichas matas de Carre a n u e va a lo que es monte ay mucha distancia.
A partir de Carre a nu eva se situaban la propiedad de un beneficio de la Iglesia de San Miguel de Peñaranda y, más hacia el oeste, una gran extensión de t e rreno perteneciente a la catedral de Salamanca, que está desde el camino que ba a Pa ( ra)diñas y llega hasta el término de Aldeaseca como se siguen los cotos de una parte y de otra ( A H N, F r í a s, 1 6 3 7 - 1 1 , f. 1 r ) , al lado de la cual algunos vecinos part i c u l a res tení- an sus prados: a finales del siglo XV allí se encontraban los de Antón Mart í n , Rui López y otra de las tierras comprada por el mariscal don Álva ro de Ávila, suponemos que en el contrato de compraventa de 1418. Es más que pro b abl e que esta tierra sea a la que se re fi e re el Memorial de los pra d o s. . . c i t a d o, como un peda - ço de heras que es en el camino de Pa ra d i n a s,el qual rompió Juan de Bracamonte syendo suyo e le junto con la tierra suya. Ninguno de estos espacios estaba acotado en 1556.
F ro n t e ro con el monte del señor, e ansi mesmo linderos del monte de la Nava e del monte de Sotrobal,está cierto término que se dice de ‘La Dehesilla’, la qual no entra en el monte del dicho don Ju a n ,p o rque esto siempre fue término de la dicha villa,p ú blico e concejil, e por tal lo a tenido e poseído la dicha villa de los dichos ochenta años a esta part e ,gozándolo por tal,en el qual los c a rniceros de la dicha villa,e que se obl i gan a dar carne en ella trayan sus ganados por la dicha Dehe- s i l l a ,el qual como término distinto e apartado del monte del dicho don Ju a n ,a estado y está coteado con sus cotos de tierra que dividen e parten la dicha Dehesilla del dicho monte. Esta Dehesilla fue durante mu chos años adjudicada por el concejo al arrendador anual de la car- nicería mu n i c i p a l , como aneja a dicho arre n d a m i e n t o, para que el carn i c e ro guardara allí las reses hasta el momento de su sacri ficio para el consumo.
El señor de Peñaranda tenía en propiedad al menos otra gran extensión de t e rreno en lo que desde la Edad Media se reconoce con el nombre de la A l a m e- d a : la qual a sido siempre y fue de los señores que an sido de la dicha villa y fue alameda y uvo árbo - les en ella muy antiguos y el dicho Juan de Bracamonte la tornó a poblar porque avía pocos árboles en ella. Se encontraba en el extremo oriental de la villa, l i n d e ro con el camino de Á v i l a , y en medio de la cual está actualmente la residencia de mayo re s. En cam- b i o, s a l vo los Pradillos que están al nort e, en el término actual de A l d e a s e c a , n o s ha sido imposible localizar el resto de las propiedades terri t o riales que el pro- pio Alonso de Bracamonte re c l a m aba como suyas en 1539: Yten los otros prados que son del dicho Alonso de Bra c a m o n t e , que son los prados del Amo y las heras del Valle y el pra d o M o c h a c h o,y las fuentes Mardomingo y las Fuentes de Orosancho,y las Fuentes de Esrra . . . ,y el pra d o la Ju a n a ,y el prado de Juan Panadero y el prado de Lucas. Pa rece que re c i b í a n , al menos esta p a rt e, el nombre de alguno de los antiguos pro p i e t a ri o s. Lo mismo podemos decir del lugar llamado La Cava , que está tras las casas de Juan Cre s p o,la qual hera propia del dicho Juan de Bracamonte e la metió en un corral suyo e la tornó al luga r. Muy pro b abl e m e n- te fueron en general prados muy cercanos al poblamiento peñarandino del siglo XVI y en las sucesivas ampliaciones urbanísticas que los integraro n , a lo l a rgo de los siglos, los nombres se perdieran. El resto del espacio era pro p i e d a d de vecinos part i c u l a re s.
Con el paso de los años, Peñaranda se conv i rtió en un centro terri t o ri a l :e n la T i e rra de Pe ñ a r a n d a . La organización administrat i va que rat i ficó esta re a l i d a d
27I. La tierra y el paisaje
fue establecida por la re fo rma administrat i va de Javier de Burgos del año 1833, cuando se re e s t ructuró en provincias el terri t o rio español. Sin embarg o, e s t a nominación de T i e rra de Peñaranda tuvo su origen a finales del siglo XV y su evolución a lo largo de los siglos XVI y XVII. Más allá del terri t o rio circundan- te perteneciente a la jurisdicción del concejo, Peñaranda se conv i rtió en el cen- t ro terri t o rial de un señorío que incluyó a Aldeaseca de la Frontera (comprada por Juan de Bracamonte a Felipe II), B ó veda del río Almar y Cantaracillo (com- pradas a Felipe IV por don Gaspar de Bracamonte); abu n d a remos en ello al h ablar de las juri s d i c c i o n e s.
Historia de Peñaranda de Bracamonte28
Historia de
Peñaranda de Bracamonte (1250-1836) Capítulo II: El nacimiento de la villa
Claudia Möller Recondo Ana María Carabias Torres
Ediciones de la Diputación de Salamanca
Ediciones Bracamonte
Fundación Germán Sánchez Ruipérez Biblioteca Pública Municipal. Peñaranda de Bracamonte Autor: Möller Recondo, Claudia Autor: Carabias Torres, Ana María Autor: Fundación Germán Sánchez Ruipérez. Centro de Desarrollo Sociocultural (Peñaranda de Bracamonte) Título: Historia de Peñaranda de Bracamonte (1250-1836) [En línea] / Claudia Möller Recondo, Ana María Carabias Torres Editorial: Peñaranda de Bracamonte : Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 2003 Descripción física: En línea (HTML) Clasificación: 946.0 Notas: Edición electrónica a partir de la publicada en agosto de 2003 Materia: Peñaranda de Bracamonte - historia Disponible en: http://www.fundaciongsr.es/documentos/historia/cap2.pdf
ÍN D I C E
El origen y la evolución del nombre de Peñaranda de Bracamonte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 1
La re p o blación y la creación del señorío . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 4
La re p o bl a c i ó n . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 4 La creación del señorío . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 5
• Don Álvaro de Ávila,I señor de Pe ñ a ra n d a . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 7 • Don Álvaro de Bra c a m o n t e , II señor de Pe ñ a ra n d a . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 9 • La conflictiva sucesión de don Álvaro de Bra c a m o n t e . . . . . . . . . . . . . . . . 4 0 • Los primeros abusos señoriales y los primeros pleitos (1498-1512) . . . . . 4 7
La creación del mayo ra z go peñara n d i n o de los Bra c a m o n t e . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 2
Las jurisdicciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 5
Capítulo II
El nacimiento de la villa
El origen del nombre de Pe ñ a r a n- da de Bracamonte se encuentra en documentos históricos de la re p o blación del valle del To rm e s ,
en la primera mitad del siglo X (año 940) , como Pe ñ a. Según se lee en Sam P i ro, el rey Ramiro, hacia el año 940, hallando el lugar de Penna despobl a d o por las guerr a s , lo re p o bl ó . Conocíase entonces sólo con el nombre Pe n n ap ro- cedente del latín barbarizado de aquel tiempo.Así pues, Pe n n aes el origen del topónimo actual, como lo han reseñado todos los histori a d o res que hasta el p resente han hablado de esta cuestión: Francisco García Igea en su “ R e s e ñ a h i s t ó rica de Pe ñ a r a n d a ” ap a recida en La Voz de Pe ñ a ra n d a, Pascual Madoz en su Diccionario ge ogr á f i c o. . . , o más recientemente el pro fesor Barrios (BA R R I O S, 1 9 8 2 y 1985).
El pro fesor Ángel Barrios ha estudiado la evolución medieval de la zona y dice que una cosa es el nombre del pueblo y otra bien distinta la fe cha de su fundación. En cuanto al topónimo, como todos los aranda o nombres ter- minados en -anda, es seguro que el origen filológico del nombre sea pre rro- mano y, por tanto, muy antiguo; lo que no justifica que el origen del pobl a- miento sea de esa misma fe ch a . Desde finales del siglo XI se produjo una emigración masiva de gentes procedentes del norte peninsular hacía las tie- rras situadas al sur del Duero y es bastante pro b able que Peñaranda de Braca- monte naciera en ese momento, como lo hicieron otros asentamientos ru r a- les de la zona (por ejemplo A r a u z o ) , c reada por re p o bl a d o res procedentes de Peñaranda de Duero que, en su emigración hacia el sur, se instalan en la actual ubicación de Peñaranda de Bracamonte en algún momento entre los siglos XII y XIII, y le ponen al nu evo asentamiento el nombre de su lugar de o ri g e n1. No figura Peñaranda en la lista completa de aldeas que integraban la diócesis de Ávila en el año 12502, p e ro sí en el en el testamento de don Domingo Mart í n e z , obispo salmantino (Salamanca, 21 de enero de 1267)3, por lo que decía este mismo pro fesor que el nacimiento de este asentemien- to debió producirse entre los años 1250 y 1267 en la misma fro n t e r a , e n t re los alfoces de Ávila, Salamanca y Alba de To rmes y en el entre c ruzamiento de la cañada que en sentido meridiano unía a Medina del Campo con Plasencia, y de los caminos que enlazaban a Ávila con Salamanca, y a A r é valo con A l b a (BA R R I O S, 1 9 9 7 , p. 2 7 8 ) .
Un error en el que caímos al principio y que debe evitar el inve s t i g a d o r que estudie este tema es el de confundir los nombres de algunos lugares cer- canos que re c i b i e ron en esa época la denominación común de Pe ñ a ra n d a. S e c o n s e rva el testamento del arcipreste de A l b a , Juan Mart í n , de 8 de septiembre de 1244, en cuyo copete se habla de Pe ñ a randa del Sordoy en el interior ap a rece el n o m b re de Pe ñ a ra n d a, s i n m á s. Similar pro blema de identificación se genera en la documentación correspondiente al pueblo actual de Pe ñ a r a n d i l l a , que fo r- m aba parte del alfoz de Alba desde comienzos del siglo XII con el nombre de Pe ñ a ra n d a. Pasados los años, una vez que se consolidó la más reciente pobl a c i ó n de Peñaranda (de Bracamonte), sin duda para evitar la homonimia, p a s a ron a ser conocidas re s p e c t i vamente por S o r d o sy el diminu t i vo Pe ñ a ra n d i l l a que hoy t i e n e n . Así pues, la tardía creación de Peñaranda de Bracamonte respecto de estas otras aldeas y, s o b re todo, el rápido crecimiento demográfico y mat e ri a l de la de Bracamonte motivó que los lugares más antiguos tuviera que cambiar el nombre común inicial de Peñaranda por los actuales de S o r d o sy Pe ñ a ra n d i l l a. Fenómeno el de Peñarandilla similar al ocurrido entre Granada y Granadilla, aunque inve rt i d o.
Años más tarde, en un deslinde de heredades de la villa, realizado el 6-3- 1 4 1 9 , se escribe Peña A ra n d a( A H N, F r í a s, 1 6 3 7 - 1 1 , f. 3 r ) . Pe ro durante el siglo XV la denominación más habitual del término fue Pe ñ a randa de cabe Cantara z i l l o, para distinguirla de Pe ñ a r a n d i l l a ; así ap a rece tanto en el año 1407 (MO N S A LVO, 1 9 8 8 , p. 6 5 ) , como en 1418. D atos que nos confi rman que aún no se hab í a fijado defi n i t i vamente el nombre y que cada cual se re fería al término en la donominación que le era más fa m i l i a r.
H ablando de pobl a d o res que migran de un lugar a otro se cita a B a rt o l o m é G ó m e z ,hijo de Diego Gómez,d i f u n t o,que fue de La Nava , que procedía de Pe ñ a randa de cabe C a n t a ra c i l l oy se instala en La Nava el 30-11-1418 (Libros de Acuerdos del Concejo de A l b a , 1 4 1 8 , 7 7 ; c f r. MO N S A LVO, 1 9 8 8 , p. 7 9 ) . Poco a poco se va acortando la denominación y el 26-10-1423 se alude al término como Pe ñ a randa de Cantara c i - l l o(Libros de Acuerdos del Concejo de A l b a, 1 4 2 3 , f. 7 2 - 7 2 v ; c f r. MO N S A LVO, 1 9 8 8 , p. 6 4 , n o t a ) , modo en el que sigue ap a reciendo en los documentos de mediados de s i g l o, como ocurrió en el documento que se re fi e re al barbero A l fonso que, p rocedente de Pe ñ a randa de Cantara c i l l o, obtiene carta de vecindad en Macotera el 9-5-1458 (MO N S A LVO, 1 9 8 8 , p. 8 0 ) .
Desde finales del siglo XV y durante la mayor parte del siglo XVI, el topó- nimo casi exclusivo fue el de Pe ñ a ra n d asin más, p e ro a mediados de esta centu- ria los foráneos empezaron a llamarla también Pe ñ a randa del Mercado, en re fe re n c i a a la re l evancia que adquirió el mercado semanal a ella concedido en 1375 por el monarca Juan I. Esta dualidad sincrónica de denominación toponímica se p e rpetuó durante mu cho tiempo; como ejemplo podemos traer a colación la c a rta de poder de 30-10-1616, o t o rgada por Francisco González, que usa los dos térm i n o s ; dice que éste era
… vecino de la villa de Pe ñ a randa del Merc a d o,estante al presente en esta de Madrid, o t o rgo e conozco que por la presente le doy poder cumplido y bastante,como de derecho se re q u i e re y es neçesario,a Lore n zo González,mi hijo,vecino y residente en la dicha villa de Pe ñ a r a n d a,especialmente para que el suso dicho,por mí y en mi nombre y re p re s e n t a n d o
Historia de Peñaranda de Bracamonte32
mi persona y para mí mismo,pueda reçebir e cubrir la venta de qualesquier casas y bien- e s,h u e rtas y eredades y juros,y otras qualesquier açiendas y marave d í e s. . .y expre s a m e n- te obl i go y otorgo así,ante el presente escrivano y testigos que fue fecha y otorga d a ,en la villa de Madrid, d o m i n go treinta de otubre de mil y seizientos y diez y seis años. . . ( A H P S , P r o t o c o l o s,2 5 3 1 , f. 2 3 3 r ) .
El nombre actual de Peñaranda de Bracamonte proviene de la concesión por Felipe III del título de conde de Peñaranda a don Alonso de Bracamonte, por real despacho de 31 de enero de 1602.
II. El nacimiento de la villa 33
LA R E P O B LAC I Ó N
Ante la falta de noticias documentales s o b re la re p o blación peñarandina, m e t o- dológicamente podría estar justificada la ap roximación a los orígenes de Pe ñ a r a n-
da mediante el trasvase de info rmación de lo que ocurrió en áreas colindantes, j u s t i ficada por la homogeneidad económica y social del momento en el espa- cio comprendido entre el Duero y el Sistema Central –la E x t re m a d u ra del Duero (MÍ N G U E Z, 1 9 9 7 , p. 16)– Pe ro habl a remos sólo de lo que dicen los documentos encontrados y los expertos en la mat e ri a .
La debilidad de la romanización de la zona y la escasez de asentamientos visigóticos podrían explicar la rapidez con la que los musulmanes ocuparo n este terri t o ri o. En el 714 encontramos a Musa at r avesando la meseta, s i g u i e n d o el curso del Duero y avanzando –sin quedarse– hacia terri t o rio astur. Dice Mín- guez (MÍ N G U E Z, 1 9 9 7 , p. 24) que no hay constancia de que en esta pri m e r a e t apa de dominación musulmana se realizase ninguna expedición seria sobre el actual terri t o rio salmantino, lo que vendría a re a fi rmar la tesis de la superfi- cial romanización de esta tierr a .Tampoco se ha conservado ni un solo dato que p e rmita mantener la tesis de la huida demográfica ante estas incursiones.A b a n- d o n a d a , p u e s , la hipótesis de despoblación de la cuenca del Duero de Sánch e z A l b o rnoz (SÁ N C H E Z AL B O R N O Z, 1 9 6 6 ) , según Barrios (1982 y 1985), Vi l l a r (1986) y Mínguez (1997) cabe suponer que el campesinado hispano-visigodo p e rmaneció en su hábitat . El espléndido estudio toponímico de Barrios (1982 y 1985) permite corroborar el poblamiento ante la perv i vencia de topónimos p re rromanos en la re g i ó n , e n t re los que estaría –como hemos dicho antes– el n o m b re de Pe ñ a ra n d a, p o blada seguramente por castellanos del Norte (BA R R I O S, 1 9 8 5 , p. 6 7 ) . En torno a los años 939-940 se produce la re p o blación de la f rontera del To rmes por Ramiro II; y después la llevada a cabo por A l fonso V I en las últimas décadas del siglo XI y primeras del XII, que fue más import a n t e.
Con la división de los reinos de León y Castilla en 1157 se establ e c i e ro n en sus inmediaciones los límites fro n t e ri z o s :Alba quedó en la frontera frente a C a s t i l l a ; lo que después fue Pe ñ a r a n d a , muy próxima a la frontera frente a León (de ahí los topónimos de Aldeaseca de la Fro n t e r a , Z o rita de la Fro n t e r a ) . Po r- que la división terri t o rial adscribía Ávila a Castilla y Salamanca a León. En 1196 el ejército castellano ocupa y saquea el terri t o rio de A l b a , lo que tuvo que
hacerse desde las tierras de Pe ñ a r a n d a . Pe ro ninguna noticia explícita hay sobre Peñaranda en las crónicas de la época, ni en las cristianas ni en las árab e s ; q u i- zás lo exiguo de su hábitat o su inexistencia hasta mediados del siglo XIII expli- carían este silencio.
En el proceso re p o blador de Peñaranda no hubo singularidad alguna en cuanto al modo: la organización terri t o rial y social tuvo que pasar por la acción eclesiástica, pues la iglesia rural fue el centro, no sólo re l i g i o s o, d e estas pequeñas comunidades campesinas y, de hech o, el pro fesor Mínguez (MÍ N G U E Z, 1 9 9 7 , p. 33) defiende que la re c o n s t rucción o ampliación de la iglesia es una de las primeras acciones de la colonización. A partir del siglo X I V, influyó decididamente la voluntad y la acción continuada de los señore s de la villa; f u e ron ellos los que dieron el ve r d a d e ro empuje re p o bl a d o r, fa c i l i- tando el asentamiento de nu evos vecinos mediante la donación de terrenos a quienes estuvieran dispuestos a quedarse y edificar una casa para su vivienda en el plazo de un año.
LA C R E AC I Ó N D E L S E Ñ O R Í O
De extraordinario debemos calificar el estudio que hizo Franco Silva sobre Á l va ro de Ávila y los orígenes del condado de Peñaranda (FR A N C O SI LVA, 1 9 8 7 ) . Nada se había publicado con anteri o ridad sobre este personaje, nada tampoco s o b re el señorío de Pe ñ a r a n d a , y él supo extractar magistralmente lo funda- mental de los orígenes de esta historia según la documentación de la Casa Ducal de Frías, que ahora completamos, ampliamos y continuamos con otras f u e n t e s.
Franco Silva establecía la primera noticia sobre la señorialización de Pe ñ a- randa en el año 1376, en el que Enrique II concede este lugar a Nuño Núñez de Villazán como parte de los bienes que habían pertenecido a Juan Fe rn á n d e z , vecino de Ávila. No se conoce desde cuándo era Juan Fe rnández pro p i e t a rio de esta tierr a , ni si fue o no el pri m e ro en esta pro p i e d a d . Ni Frando Silva ni noso- tras hemos encontrado el documento que acredita la entrega de la otra parte de la villa a Mosén Rubí de Bracamonte.
Hubo pro blemas desde estos pri m e ros momentos. Se litigó pleito entre Nuño Nuñez de Villazán y el infante don Juan de Po rt u g a l , duque de Valencia y señor de Alba de To rm e s , s o b re la mitad de la villa de Pe ñ a r a n d a , un palacio, casas y va rias tierras y heredades que pretendía el dicho Nuño en virtud de un p rivilegio que le había concedido el rey Enrique en la hera del 1414,que viene a ser el año de 1376, en el que le hizo merced de todos los bienes que tenía Juan Fe r- n á n d e z , vecino de Ávila, en el que decía Nuño se comprendía la mitad de Pe ñ a- r a n d a , por haber sido bienes de Juan Fe rn á n d e z , y que el infante había entrado en la partición injustamente. H e chas las “ p ro b a n z a s ” –es decir, las pru eb a s – , s e dictó sentencia y siguió ejecutoria de la Chancillería de Valladolid en el año 1 4 0 3 , mandando restituir a Nuño en la posesión en que estaba de la mitad del lugar de Pe ñ a r a n d a , su justicia civil y cri m i n a l , y del palacio, bu eye s , bienes y viñas de que fue despojado, con todos los frutos y re n t a s , más 14.168 marave- díes por las costas, nombrando al bachiller Pe d ro de Capillas como juez para su
II. El nacimiento de la villa 35
c u m p l i m i e n t o. Una escritura de concordia puso fin defi n i t i vo a esta demanda ( A H N, F r í a s, 1 4 5 2 - 2 0 ) .
Esta propiedad le causó a Núñez de Villazán algunos pro bl e m a s ; quizá fue- ran éstos la causa que le condujeron a ve n d e r l a . El mejor postor fue don Álva ro y la venta se efectuó en 1409; en ese año, la mitad del lugar de Peñaranda es a d q u i rida a Nuño Núñez de Villazán por don Álva ro, uno de sus compañero s en la Cort e, alguacil mayor de Fe rnando de A n t e q u e r a . La escritura de ve n t a , fi r- mada el día 26 octubre, t r a s p a s ab atodos sus va s a l l o s,s e ñ o r í o,m e r o,mixto imperio,con la jus- ticia civil y criminal, j u r i s d i c c i ó n ,t é rm i n o s,e x i d o s,m o n t e s,p ra d o s,e t c . por precio de 31.000 m a r avedíes y se realizó ante el escribano público de Valladolid Fe rnán González de Monroy. En la venta se compre n d i e ro n también varias casas, p a l a c i o, t i e r ras y viñas que nombra y le vendió asimismo por precio de 800 florines de oro ante Fe rnán González,n o t a r i o p ú blico de Va l l a d o l i d( A H N, F r í a s, 1 6 3 0 - 1 5 ) .
De la otra mitad de Peñaranda sólo sabemos que antes de 22-12-1412 h abía pertenecido a doña Urraca González, fe cha en que ésta hizo donación a sus hijos Alonso Rodríguez de Contreras –c a n ó n i go en las yglesias de Burgos e de Segov i a , hijo de Pero Rodríguez de Contre ra s– y Diego de Contreras de unas casas en la ciudad de Ávila, cerca de la Iglesia de Santo Domingo, junto con todos sus bienes en d i cha ciudad, más de todo el señorío,de mero,misto imperio e jurediçión e casas e tierras e viñas e solares e prados e pastos e otras fronteras e montes e aguas corrientes e estantes e fuentes e térm i n o s que ella avía e le pertenesçía de derecho en Pe ñ a r a n d a,l u gar que es en el obispado de Salamanca,ç e r c a de Cantara ç i l l o,aldea de la dicha çibdad de Ávila.
En virtud de la escritura de partición entre estos herm a n o s , o t o rgada por Alonso Rodríguez de Contreras y Diego de Contre r a s , también del día 22-12- 1412 –con licencia de su hermano mayor y tutor, Nuño González–, le tocó en s u e rte a Alonso la villa de Peñaranda según y como la había poseído su madre. Ambos hermanos pre s t a ron juramento el 4-10-1418 de comprometerse a mantener perpetuamente la irreversibilidad del acto. Porque en la carta de donación de doña Urraca se especifi c aba expresamente que la villa de Pe ñ a- randa no podría ser vendida ni enajenada sin licencia de la donat a ri a ;p e ro más tarde Alonso Rodríguez de Contreras llegó a un acuerdo con su madre, f ruto de una sentencia arbitral dictada a 23-9-1418 por Fe rnand González de Oviedo, en virtud de la cual Alonso Rodríguez de Contreras ab a n d o n aba las demandas i n t e rpuestas contra su madre por ciertos bienes a cambio de que doña Urr a c a le diese permiso para la venta de Pe ñ a r a n d a , para lo que finalmente otorgó un c o m p romiso de licencia fe chado también a 23-9-1418.
Alonso Rodríguez de Contreras otorg a , por ello, e s c r i t u ra de ve n t ade la mey t a ( s i c ) de Pe ñ a ra n d a,que es çerca de Cantara ç i l l o. . .por presçio e quantya de tres mil florines de oro del cuño de A rag ó n ,buenos e de justo peso, e por un moro que llaman Muhamed y çient fa n e gas de t r i go. . . .4 El benefi c i a rio de esta venta era, e fe c t i va m e n t e, don Álva ro de Ávila, que ha sido considerado el primer señor de Pe ñ a ra n d a, aunque ya hemos visto que no lo fue en sentido estricto –porque antes lo fue Alonso Rodríguez de Contre r a s , por ejemplo–, p e ro sí quizá en cuanto al esfuerzo con el que logró poblar y favo recer la entonces aldea de Pe ñ a r a n d a .
Se conserva asimismo el juramento otorgado por Alonso Rodríguez de Con- t reras (Madri g a l , 9-10-1418) el mismo día en que vendió la mitad de la villa de Peñaranda al mariscal Álva ro de Ávila, quien jamás contradeciría ninguno de los
Historia de Peñaranda de Bracamonte36
ap a rtados especificados en dicha ve n t a , como tampoco trataría de reclamar dere- cho alguno de propiedad sobre parte alguna de la villa en virtud de ninguna de las escrituras contenidas en la carta de ve n t a .Además existe aún la carta de pag o o t o rgada por Juan de Contre r a s , hijo de Pe ro Rodríguez de Contre r a s , m o n t e r o m ayor que fue del Rey, vecino de Segov i a , en nombre de su hermano Alonso Rodrí- guez de Contre r a s , de 2.500 florines aragoneses recibidos del mariscal Álva ro de Ávila como parte del pago por la compra de la mitad de la aldea con su juri s d i c- ción (Medina del Campo, 4 - 1 1 - 1 4 1 8 ;A H N, F r í a s, 1 6 2 8 - 1 , s. f. ) .
Don Álvaro de Ávila, I señor de Peñaranda El día 10 de octubre de 1418 se produce un acontecimiento de gran
i m p o rtancia para la vida del lugar: la toma de posesión de la villa y el re q u e- rimiento de vasallaje a sus vecinos por parte del mariscal Álva ro de Ávila. Dice el documento que ese día, en Pe ñ a r a n d a , l u gar de Álvaro de Ávila, mariscal de A ragón y mayordomo mayor del infante don Pe d r o, ante el escribano Esteban Mart í n e z , el dicho mariscal fiso repicar una campana del dicho luga r,que se acostumbra repicar quando se fase conçejo en el dicho luga r,e ella repicada tres ve ze s,los omes buenos del dicho lugar se ay u n t a - ron a su conçejo. El mariscal hizo leer ante el concejo una carta ( inserta en el documento) otorgada en Madrigal a 9-10-1418 y fi rmada de Alonso Rodrí- guez de Contre r a s , señor que hera de la meytad (sic) del dicho luga r, d i rigida al c o n ç e i o, alcaldes e alguacil e omes buenos de Pe ñ a randa çerca de Cantara ç i l l o, haciéndoles saber que h abía vendido su mitad de la villa con su jurisdicción al mariscal Álva ro de Ávila y re q u i riéndoles que le aceptasen por legítimo señor de la villa.Tras la lectura de la cart a , el mariscal pidió al concejo que la cumpliese, a lo que éste re s p o n d i ó
...que heran placenteros e les plazía de ello. . .e cada uno de ellos e los otros del dicho luga r que ay estavan pre s e n t e s,besaron la mano del dicho señor mariscal por señor de todo el dicho luga r,y le fisyeron juramento sobre la señal de la cruz e las palabras de los Santos E va n ge l i o s,según la fo rma de dere c h o,de le tener e aver por señor del dicho luga r,e guar- dar el serviçio de nuestro señor el Rey e suyo e obedecer e cumplir sus cartas y manda- mientos y guardar sus secretos y faser en todo e por todo todo e quanto buenos e leales vasallos pueden e deven fa s e r,e el dicho señor mariscal dixo e prometió al dicho conçeio e alcaldes e alguacil e omes buenos del dicho su luga r,que él les guardará todos sus usos e c o s t u m b res e fueros que han e tienen...,t ras lo cual don Álvaro tomó posesión de los tér- minos y bienes de la villa (A H N,F r í a s,1 6 2 8 - 1 ) .
Don Álva ro era un personaje importante en el panorama político del m o m e n t o. Franco Silva justifi c aba su ascensión política y económica por sus s e rvicios al infante don Fe rnando de A n t e q u e r a , que tras la mu e rte de su her- m a n o, E n rique III, se conv i rtió en regente de su sobri n o, Juan II. Como su c a m a re ro, a su lado y favor guerreó en la toma de A n t e q u e r a , c u yo hero í s m o fue recompensado por don Fe rnando con el nombramiento de mariscal de Castilla (1411). D i rigió también las tropas castellanas que cuidaban del parla- mento de A l c a ñ i z , y naturalmente fue uno de los invitados a la pro c l a m a c i ó n de don Fe rnando como Rey de A r agón en Caspe y a su posterior coronación –a la que asistió con su suegro mosén Rubí de Bracamonte– en Zarag o z a ; p a rt i c i-
II. El nacimiento de la villa 37
pó asimismo activamente a favor de este nu evo monarca en el reclutamiento de t ropas para enfrentarse al rebelde conde de Urg e l .
Aumentó su pat rimonio el 20 de mayo de 1413, cuando en re c o m p e n s a por su ap oyo y trabajo recibió del regente castellano el lugar vallisoletano de Fuente el Sol (AHN, F r í a s, 1 6 3 7 - 6 ) . Ese mismo día el mariscal instituye mayo- razgo sobre ese lugar (AHN, R G S, l e g. 3 7 . 6 3 9 , e x p. 2 6 1 ) , lo que será una de las causas de enfrentamiento entre sus sucesore s , según ve re m o s. Este pat ri m o n i o t e rri t o rial de don Álva ro de Ávila recibió un notable impulso a raíz de su mat ri- monio con Juana, una de las hijas de Rubí de Bracamonte (castellanización de R o b e rt de Braquemont): almirante francés, n atural de Norm a n d í a , c a m a re ro del Rey de Francia desde 1406, que había llegado a Castilla en 1386 en ap oyo del bastardo Enrique de Trastámara para luchar contra Po rt u g a l ; h abía sido embajador en Castilla (año de 1407) y pert e n e c í a , como Álva ro, al grupo de Fe rnando de A n t e q u e r a , a quien había ayudado en la campaña de Granada. Rubí se afincó defi n i t i vamente en Castilla hacia 1418, cuando el partido bor- goñón le despojó de sus rentas francesas, según Adeline Rucquoi y Franco Silva (FR A N C O SI LVA, 1 9 8 7 , p. 2 1 9 , n o t a ) .
Tras haber utilizado el mat rimonio para emparentar con la alta nobl e z a castellana –véase la explicación al árbol genealógico en el apéndice de este tra- b a j o – , Rubí dejó a su hija Juana la recompensa que Enrique II le había entre g a- do al afincarse en Castilla, consistente en bienes y heredades en Medina de Rio- s e c o. Su testamento, fe chado en Madrid el 4 de ab ril de 14195, pocos días antes de su mu e rt e, así lo determ i n a , al igual que la cesión a su hijo Luis de las pose- siones en Francia y a su hijo Juan del resto de las posesiones de Castilla. D evo l- vía a su esposa doña Leonor los 500 florines de su dote (para ser pagados en las 1.000 doblas de oro que poseía de juro de heredad sobre las alcabalas de Santander) y le dejaba además las casas de To l e d o, d e j aba 10.000 francos a su hija Aldonza para que le sirvieran de dote en su mat rimonio con mosén Pe re de Rávila, 30.000 maravedíes al monasterio de Santa Clara de Medina del C a m p o, 100 maravedíes para la obra de la catedral de Toledo y cantidades d i versas a sus cri a d o s. Dejó asimismo facultad a su esposa para elegir el lugar en el que sería enterr a d o, s i e m p re que fuera sede episcopal, con una serie de donaciones a aplicar a dicho lugar; fue enterrado pri m e ro en la capilla mayo r del convento dominico de San Pe d ro Márt i r, y más tarde trasladados sus re s t o s por su ye rn o, Á l va ro, a la capilla mayor del convento de Ávila que mandó fun- dar en su testamento.
Franco Silva no acierta a explicarse la pérdida de influencia que sufri ó don Álva ro de Ávila a partir de la mu e rte de su suegro, en 1419; explica que a c abó aceptando el oficio de mayordomo mayor del infante aragonés don Pe d ro y que desde 1420 no hay más noticias sobre él. Quizá aceptara este puesto como muestra de una lealtad incuestionable al padre, su antiguo pro- t e c t o r, p e ro ante su desap a rición de la vida política cabría pensar que en un momento no determinado la abandonó y se dedicó a explotar su señorío, viviendo pro b ablemente en Pe ñ a r a n d a . Esta posibilidad se fundamenta en el análisis del contenido de los bienes que fueron inve n t a riados a su mu e rt e, q u e o c u rrió en el año de 1435; este inve n t a rio fue realizado al año siguiente por To ribio Ruiz, tutor de las personas y bienes del finado y constituye, a juicio
Historia de Peñaranda de Bracamonte38
de Franco Silva , una fo rtuna nobiliara de tipo medio, fo rmada por bienes inmu ebles y mu ebles considerabl e s6. Puede consultarse su contenido en el ap a rtado HI S TO- R I A E C O N Ó M I C A D E L S E Ñ O R Í O D EPE Ñ A R A N DA en el que tratamos de la economía del señorío de Pe ñ a r a n d a .
Al analizar el contenido de este documento se llega a la conclusión de que es la t o r re y casa fuert ede Peñaranda la que, e n t re todas, tiene las mayo res posibi- lidades de hab i t ab i l i d a d , y la única en la que se encontraron las alhajas, s i g n o –en nuestra opinión– de que pre s u m i blemente servía de residencia habitual –o bastante habitual– a la familia en el momento del óbito.
Don Álvaro de Bracamonte, II señor de Peñaranda El I señor de Peñaranda mu rió en 1435. La descendencia de Álva ro de
Ávila fue abu n d a n t e ; t u vo al menos diez hijos, de los cuales nu eve fueron legí- timos (Álva ro, J u a n , I n é s ,A l d o n z a , L e o n o r, I s ab e l , J u a n a , María y Rubí) y uno i l e g í t i m o, del que nadie había hablado y que sería de vital importancia para la h i s t o ria de Pe ñ a r a n d a :Alonso Rodríguez Manjón; el resto de los hijos eligiero n el apellido de la esposa, B r a c a m o n t e, quizá por más ilustre, para perp e t u a r s e. E l p rimogénito que continuó la línea sucesoria fue Álva ro de Bracamonte, q u e sería el II señor de Peñaranda y II señor de Fuente el Sol. Después de su mu e r- t e, y sin que los documentos nos aclaren del todo cómo y por qué, su herm a- no Juan separó el señorío de Fuente el Sol, c o nv i rtiéndose en III señor de Fuen- te el Sol, como ve re m o s.
De 1436 a 1445 el señor de Peñaranda arregló con sus hermanos los pro- blemas suscitados por la herencia de su padre : con fe cha 5 de diciembre de 1436 entregó a su hermana María,esposa de Pedro de Ávila,10.000 maravedí- es de juro en el sexmo de Covaleda (Ávila), la heredad de Vi n i e g ri l l a , con su molino y los bienes que había en él, y siete pares y medio de bu eyes que daba en arriendo, 700 fanegas de pan por mitad trigo y cebada, 20.000 maravedíes en d i n e ro, 40 marcos de plata y 38.000 maravedíes en ajuar (AHN, F r í a s, 1 6 3 1 - 1 1 ) . Al año siguiente entregaba a su hermano Juan el término de La Cruz (en Canta- racillo), con 16 pares de bueyes y 10.000 maravedíes pertenecientes al juro de las 1.000 doblas de oro que el mariscal poseía sobre las alcabalas de Santander. Y ese mismo año se fi rma la Transacción hecha entre los señores Álvaro Dávila7 y Álvaro de Bra- camonte de la herencia del mariscal Álvaro de Ávila,su padre y mi señora doña María de Bracamon - te,su madre,hija de Mosén Rubí de Bracamonte(AHN, Frías, 1794-4). Álvaro con sus her- manos otorgan escritura por la que vende las tercias y pechos de Medina de Rioseco a Fa d rique Enríquez, almirante de Castilla (RAH, M - 5 0 - 9 - 8 5 6 ,5 2 8 0 2 ) . En 1445 da a su hermana Aldonza las heredades y casas de Medina de Rioseco, valoradas en 40.000 maravedíes y 18.000 maravedíes de juro de heredad en las tercias, martiniega, humazga y yantar de la misma villa.
En 1479 figura don Álva ro como procurador de Ávila, p restando jura- mento en la cédula de los re yes Enrique IV y de doña Juana de Po rt u ga l ,por la que ordenan que se h aga el juramento de here d e ra de Castilla a doña Ju a n a( la Beltraneja) (RAH, M - 1 3 - 9 - 8 2 0 i , 4 8 3 6 1 ) . Se conserva el albalá tomando a Álva ro de Bracamonte como paje de la re i n a , donde se le señalan 9.400 maravedíes anuales para su mantenimiento y vestido (AG S , R G S, 1 5 - V I I I - 1 4 7 5 , f. 5 8 1 ) .
II. El nacimiento de la villa 39
Para la villa, el señorío de este II señor de Peñaranda significó el comien- zo de una larga etapa de nu evas imposiciones y abusos señoriales que conti- nu a ron temporalmente con sus sucesores y que concluye ron –tras mu ch o s pleitos y años– en la pérdida defi n i t i va de estos dere chos por parte de los peña- r a n d i n o s : la obligación de todos los vecinos de contri buir anualmente con un o b re ro y una obrera –para lab o res agrícolas en las fincas señoriales– y la entre- ga anual de una gallina; la usurpación del dere cho a nombrar libremente las a u t o ridades concejiles –especialmente al procurador general y a los alcaldes–, la usurpación de tierras y bienes concejiles –prados, e j i d o s ,m o n t e s – , la impo- sición de nu evos dere chos sobre el tránsito de mercancías y animales, e t c. D e todo ello habl a remos más adelante, en el capítulo dedicado al poder señori a l . Aunque el de Bracamonte se arrepintió en su testamento de estos abu s o s , e n c a rgando a su sucesor que acabase con ellos y re s t i t u yese los dere ch o s8, aquéllos se generalizaro n .
Por lo que se re fi e re a la creación del señorío, ahora interesa recordar la vida afe c t i va del II señor de Pe ñ a r a n d a , que fue bastante intensa y es necesari o adentrarse en una parte de ella para explicar la historia de la villa, que se vio f u e rtemente influída por sus veleidades amoro s a s. Á l va ro de Bracamonte se casó pri m e ro con una joven de la familia de los Álva rez de To l e d o, Leonor de To l e d o, igual que lo había hecho su abuelo Rubí de Bracamonte. La esposa recibió de la tía-abu e l a , Leonor Álva rez de Toledo (viuda de su abuelo Rub&i