Historia de Mónica

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Mónica es una buena chica. Después de varios años de valiente lucha, conserva su pureza intacta. En un asoleado domingo de verano va a Misa y comulga fervorosamente como acostumbra. Se indignaría alguien la creyese capaz de ceder aquel mismo día, LA HISTORIA DE MÓNICA

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Mónica es una buena chica. Después de varios años de valiente lucha, conserva su pureza intacta. En un asoleado domingo de verano va a Misa y comulga fervorosamente como acostumbra. Se indignaría sí alguien la creyese capaz de ceder aquel mismo día, ante una grave tentación.

LA HISTORIA DE MÓNICA

En la tarde, dice a sus padres:‑ Voy al cine con Gabriela. Decepción: Gaby ha tenido que salir. Se queda indecisa: ¿Ir al cine sola? ¿Regresar a casa y pasar allí toda la tarde? ¿Qué aburrido? Pensativa, camina al azar…

…cuando el brusco frenazo de un auto la hace sobresaltar.Es Javier, un compañero de universidad. La invita a dar un paseo con él: Regresaremos cuando tú quieras. Mónica acepta encantada. ‑ ¿Y si fuéramos a la playa? Podemos estar de vuelta a la misma hora de tu cine.

El día es realmente hermoso, el aire de una claridad transparente y, en el auto que corre a toda velocidad, penetra la brisa del mar, y la música a todo volumen alegra el ambiente. Mónica se entusiasma…

Llegado al lugar, Javier propone ir un poco más allá a tomar “refrescos” en un simpático restaurante junto a la playa. Todas las mesas están ocupadas; el mozo por unos billetes que le da Javier les encuentra una en un apartado rincón. Allí se sientan charlando más animosamente después de un primer trago y luego de un segundo.

Mónica ha protestado bastante, pero Javier insiste demasiado. Salen a bailar. Susurran palabras sin sentido que encuentran maravillosas.

¡Magia del alcohol! La vida es bella murmura Mónica ¡ Qué tarde inolvidable! ‑ Javier aprueba ‑ esto descansa de los exámenes, ¿verdad?...¿Te has fijado que buenos tragos preparan aquí? Alegran sin embriagar…

La puesta del sol es deslumbrante. A través de la inmensa bahía se ven sus maravillosos reflejos en el mar y en la cima de una colina lejana, bañada por los últimos resplandores. Mónica mira la hora. ¡Hay que pensar en volver! Javier la tranquiliza: ‑ No te inquietes. Vamos a tomar un camino más corto.

En el auto abundan las frases ocurrentes y las carcajadas. Mónica nunca se hubiera imaginado que Javier tuviera tanto ingenio así como ella se sorprende de las réplicas talentosas que le brotan. Se siente en un mundo maravilloso donde todo es fácil, y todo invita al placer, a la alegría, al amor.

El camino, cada vez más angosto, desemboca en una playa desierta; los últimos rayos se reflejan en la arena tibia.‑ Te tenía reservada esta sorpresa, Mónica, quería mostrarte este lugar tan hermoso. Si quieres vamos un ratito hacia esas rocas, ¡el paisaje es incomparable!

Ambos descienden. La conciencia de Mónica le lanza una voz de alarma: pero los campanillazos que el alcohol hace resonar en su corazón, la acallan.

Se sientan en la arena. La naturaleza prodiga su belleza. El crepúsculo embriaga. Las palabras de Javier son cada vez más cariñosas.

Le roba un primer beso y después un segundo. Y después... todo se precipita

Mónica resbala por el abismo del placer donde la ha arrastrado su compañero. Una fuerza misteriosa arrebata toda su voluntad. Y ella cae hasta el fondo...

El carro conduce de regreso a la ciudad a dos náufragos, a dos seres silenciosos, deprimidos, que ya ni se atreven a mirarse.

Aquella noche Mónica no consigue dormir. El recuerdo de las horas que acaba de vivir la asalta como una pesadilla. La estremecen los remordimientos, la rebeldía y la angustia. ¿Por qué lo hicimos? ¿Qué me pasó? ¿Cómo le hablaré de esto a mi... , a mi ...¿Y si estoy embarazada?....