Historia de la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando

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HISTORIA DE LA REAL ACADEMIA DE NOBLES ARTES DE SAN FERNANDO POR JUAN AGUSTÍN CEAN BERMÚDEZ

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HISTORIA DE LA REAL ACADEMIA DE NOBLES

ARTES DE SAN FERNANDO

POR

JUAN AGUSTÍN CEAN BERMÚDEZ

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J^ UE Ceán Bermúdez una de las preclaras personalidades que se han dedicado a examinar las vidas de los profesores que ejercitaron en nuestro país las Bellas Artes, porque desde muy temprana edad sintió el más vivo deseo de promover su ejercicio y aprecio. Así nació su monumental Dic­cionario histórico de los más ilustres profesores de las Bellas Artes en España. Esta obra, donde todo era examinado con suma escrupulosidad, apareció en Madrid el año 1800 estampada por la imprenta de la Viuda de Ibarra, formando seis volúmenes, y la presentó con toda pulcritud la Real Academia de San Fernando.

Agotada esa edición desde hace muchísimos años, todos los interesados por estas materias la examinaban con ahinco en las bibliotecas donde podía encontrarse algún ejemplar de la misma, ya que ninguna otra obra poste­rior satisfacía sin reparos lo que ésta ofreció a raudales.

Anhelábase una segunda edición de esta insustituible obra de consul­ta ; y para satisfacer tan noble deseo, la Real Academia de San Fernando, asociada a su hermana la Academia de la Historia, ha dado a la estampa una edición, ofreciendo en facsímil la primitiva. Esto asegura la exactitud de una obra que desde el primer momento, con este mismo ropaje tipo­gráfico, viene siendo recibida con atención suma por doquier.

Como relató Ceán Bermúdez en el tercer tomo el detallado historial de la Academia de San Fernando, reproducimos ahora las veinte páginas referidas a este punto dado su positivo y permanente interés histórico.

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OL as* A P É N D I C E

REAL ACADEMIA DE ¿FERNANDO.

Como se deba á D. Juan Domingo Olivieri el haber promovido la idea del establecimiento de esta real academia hasta el punto de vet florecientes sus estudios, creemos que este sea el lugar mas oportuno para hablar de su erec­ción , de sus progresos y del estado en que se halla.

No se puede negar que el proyecto de formar una academia pública de las bellas ar­tes en Madrid principió el año de 1619 quan-do los profesores imprimieron y presentaron un memorial á Felipe I I I , pidiendo que es­tableciese en la corte una academia de pintu­ra , como la habia de matemáticas , acompa­ñando los estatutos con que había de ser go­bernada , lo que no tuvo efecto. Tampoco lo tuvo aunque se renovó la instancia en el rey-nado de Felipe I V , pues convencido el rey-no de su utilidad, nombró , junto en cortes, quatro diputados que tratasen la materia con h debida madurez. Celebraron sus juntas : se hicieron constituciones y reglamentos para su gobierno y conservación, que aprobó él rey-no; pero «se suspendió todo (dice Vincenck» oCarducho), no por causa de la pintura , ni M por la de sus favorecedores, sino por opinio-« nés y dictámenes particulares de los mismos «de la facultad."

Jiien pudiera atribuirse i esta suspension

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li principal causà de la decadencia cíe las t e ­jías artes en España ; pero ya manifestamos en ¿a introducción á este diccionario las que con­currieron á su ruina. Lo cierto es, que pre­cisamente desde aquella época comenzaron nuestros artistas á separarse del buen camino y de las buenas máximas que Berruguete , Be­cerra , Vigarny, y otros grandes profesores es-Îïanoles y extrangeros traxeron de Itaiia , y legaron las artes á principios del siglo XVIÏZ

al estado mas deplorable de ignorancia y des­precio.

Así las halló Felipe V , de quien dixo un célebre orador, que «quando pasó los Piri-wneos.ya le inflamaba el deseo de'restaurar fjlas ciencias y las artes." En efecto j luego %ae se desembarazó de los estorbos que tuvo para subir ai trono, trató de restablecerlas, para lo qual traxo de Italia y Francia los me-> jores artistas y la preciosa colección de esta­tuas de la reyna Cristina. Fué uno de estos profesores D.Juan Domingo Olivieri , que He­no de amor patriótico, estableció en su casa y á sus expensas una escuela pública de dibu-Xo. La reputación de Olivieri , que clamaba por el establecimiento de una academia real en Madrid , y el favor que disfrutaba del marques de \:¡liarías, ministro de Estado, fue­ron la causa de que se tratase en algunas se­siones sobre la utilidad del proyecto.

El Gobierno la vio en la primera junta y comenzó á proteger la escuela de Olivieri. Ce­lebróse una pública en la casa de la princesa

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OI ac áe Robec , que presidió t* \ÁS A- n¡ínistr. ae Estado , y á la que concurrieron muchos per* ;onages, artistas y aficionados : se pronunció ana oración inagural, que se imprimió } y un general aplauso enardeció los ánimos de los profesores y aficionados , y sobre todos el de Olivieri, que proseguía con su escuela , ya auxiliada por el Gobierno y mas concurrida; y á sus instancias el rey aprobó en 1742 la idea de formar una academia pública. Mas por ciertas dificultades que ocurrieron , no se ïstableció la junta preparatoria hasta el dia 13 de julio de 44 con el objeto de perfeccionat •1 plan de la academia y de continuar los es­

tudios públicos de las bellas artes. Se desti­nó para sus funciones la casa de la Panadería, 7 se ocurrió suficientemente á sus gastos.

Pero antes que Olivieri viniese á España an zelosísimo asturiano por el bien público» por el adelantamiento de las bellas artes y pof si honor de la nación , el escultor D. Juan de Villanueva trabajó por establecer una acade­mia pública en Madrid , y aunque pudo lo-rar que se juntasen los artistas , se desvane­

ció tan útil proyecto el año de 1709 con las turbaciones de la guerra ; y mas adelante otro asturiano D. Francisco Antonio Menendez, pin­tor de miniatura de Felipe V , quien después Je haber visto en Italia por espacio de diez y siete años los progresos que hacían las aca-iemias del dibuxo , se afanó y clamó por la

.«reccion de una èn Madrid, hasta escribir é \ttipritnir á su costa upa larga representación

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2^4 0 £ al rey el año de 1726, en que demostró las utilidades que resultarían al reyno de este es­tablecimiento ; y proponiendo la misma casa de la Panadería para los estudios públicos, ofrecía trabajar y publicar el reglamento con que se habian de gobernar. Pero no habiendo sido oido entonces , quedó reservada esta glo­ria á un extrangero , contentándose Villanue­va y Menendez con el título de directores de la junta precursora de su suspirada aca­demia.

Nombró el rey por protector de esta jun­ta al marques de Villanas, y por viceprotec-tor á D. Fernando Treviño. Por individuos de ella al marques de Santiago, al conde de Sa-ceda, D. Baltasar de Elgueta , D. Miguel Zuaznabar y D. Nicolas Arnaud. Por direc­tor general á D. Juan Domingo Oíivieri : por directores de pintura á D. Luis Vanloó , D. Tuan Bautista Peña , D. Andres de la Calle­ja , D. Santiago Bonavia, D. Antonio Gonza­lez Ruiz y D. Francisco Menendez: de es­cultura á D. Antonio Dumandre , D. Juan de Villanueva y D. Nicolas Carisana ; y de ar­quitectura á D.Juan Bautista Sacheti, D.San­tiago Pavía y D. Francisco Ruiz.

Celebróse la primera junta publica el día primero de septiembre del propio año de 44, y la segunda en 1 j de julio del siguiente con lucida concurrencia ; pero la muerte del rey acaecida en 9 de julio de -46 suspendió la de­seada aprobación del establecimiento de la academia. Estaba destinada, esta gloria para $y

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OL a55 hijo D. Fernando, que aprobó todo lo actua­do y mandó formar las ordenanzas.

Aumentóse la dotación en 1750, y se en­viaron pensionados, á Roma. Confirmáronse los estatutos en 8 de abril de 1751 ; y en 12 del mismo mes del año siguiente se expidió el real decreto de erección de la academia con el título de S. Fernando, baxo la protección de S. M. , que nombró para su gobierno y ense­ñanza á las personas siguientes.

Protector. El excelentísimo señor D. Josef Carbajal y

Lancaster. Viceprotector.

El señor D. Alfonso Clemente de Aróstegui.

Consiliarios y académicos de honor. El excelentísimo señor marques de Sarria. El excelentísimo señor conde de Peralada. El señor conde de Saceda. El señor D. Josef Bermúdez. El señor conde de Torrepalma. El señor D. Tiburcio Aguirre. Ei señor D. Baltasar de Elgueta y Vígií. El señor D. Ignacio Luzan.

Directores y Tenientes.

EN PINTURA.

D. Luis Vanloó. ' I n v ^ * D. Antonio Gonzalez Ruiz. ^VíUWres.

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D. Pablo Pernicliaro. . . D. Juan Bautista Peña. D. Andres de la Calleja.

> Tenientes*

EN ESCULTURA D. Joan Domingo Olivieri. D . Felipe de Castro. . . . D . Antonio Dumandre. . D . Juan de Villanueva. . D. Roberto Michel. . . , D. Juan Pascual de Mena. D, Luis Salvador Carmona. . J

> Directores.

> Honorarios

1 Tenientes

EN l A ARQUITECTURA. D. Ventura Rodriguez. D . Josef HermosÜla, . . D. Juan Bautista Sacheti. D . Francisco Carlier. \ Honoraria* "D. Santiago Bonavia. D. Alexandro Gonzalez V e ­

lazquez. J Tenientes* D. Diego de Villanueva*

" V Directores.

z Ve-Ó

ié . . < J

EN EI. GRABADO. D. Juan Bernabé Palomino. . 1 **. D. Tomas Francisco Prieto. . j "mctert*. D. Juan Bautista Magadan. . . Secretario^

Se celebro con gran solemnidad y muy distinguida concurrencia la junta de abertura el dia 13 de junio del mismo añq de 52 en la casa de la Panadería, y dixo la oración el vice-protector. Algunos discípulos dibuxáron y

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modelaron en medio de la asamblea, mientras la música tocaba sus conciertos, y se conclu­yó con un abundante refresco servido con el mejor orden.

Desde entonces se aumentó extraordina­riamente el número de los jóvenes que concur­rían á los estudios y también la aplicación y zelo de los maestros. Para excitar á los pri­meros mandó el rey repartir diez y ocho pre­mios en nueve medallas de oro y nueve de plata con la efigie de S. Fernando en el an­verso y la empresa de la academia en el re­verso, grabadas por D. Tomas Prieto, y man­dó también que propuestos los asuntos de ca~ da arte y clase se convocase por edictos á concurso de oposición á todos los profesores del reyno, como así se hizo y se observa en el dia.

No pudo ser mas solemne ni mas autori­zada la primera distribución de premios. Se celebró el día 23 de diciembre de 53 en el quarto baxo del palacio nuevo, adornado con las obras de los opositores, y presidio la jun^. ta el señor protector Carvajal. El concurso, sobre ser numeroso, fué de las personas de pri­mera distinción de la corte. '

Para- repartir los premios de la oposición del año siguiente se dispuso el teatro en el se­minario de nobles, donde se celebró el 22 de diciembre, y presidió el señor D. Ricardo Wal, secretario de Estado. La academia dio entonces* una prueba de su gratitud al rey y á su ministro, su fundador y su. prime* protector, presen»

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tanda al público un busto de S. M. y una me­dalla con el retrato del señor Carvajal, ya di­funto > que trabajó en mármol OHvieri, otro retrato del mismo ministro, pintado por D. Andres de la Calleja, y acordó que D. Anto­nio Gonzalez Ruiz pintase el de S. M.

Como este cuerpo carecia de una sala ca­paz y proporcionada para celebrar las juntas Íjenerales, se veía en la necesidad de buscar-a en las mas autorizadas de Madrid. Por es­

te motivo tuvo la tercera y quarta distribu­ción de premios en las casas consistoriales de la villa los días 25 de enero de j 6 , y 6 de marzo de $7..

£1 rey, deseoso de dar la última mano de perfección y estabilidad á este instituto, firmó sus estatutos el dia30 de mayo del pro­pio año de 5 7 , dia consagrado á celebrar el santo de su nombre con el obsequio y besa­manos de su corte. Se publicaron en la aca­demia el 15 de octubre y en el Consejo el 23 de diciembre, quien los comunicó á los de-mas tribunales, chancillerías y audiencias del reyno para que velasen sobre su observancia.

Previniéndose en ellos que los concursos generales á los premios fuesen de tres en tres años, no se verificó la quinta distribución has­ta el de 17Ó0, y ensanchado el principal sa­lon de la Panadería, se celebró en él el dia 28 de agosto. Continuaron sucesivamente y sin interrupción estas funciones en el propio si­tio en todos los trienios que cupieron hasta el año de 72, en que se celebró la nona. Se tra-

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tó despues de trasladar la academia í la casa que actualmente ocupa, y siendo necesarias las obras y reparos que exigía un estableci­miento que consta de tantas salas y clases, fué indispensable que volviese toda su atención á estas operaciones, sin haber podido distribuir los premios en 75 ; pero lo verificó en 25 de julio de 78 , continuando después los trienios ha$ta el de 99, que se cuenta el décimo oc­tavo concurso.

Desde el principio de su establecimiento se persuadió la academia de la necesidad de enviar á Roma jóvenes aplicados á las tres nobles artes para estudiarlas á presencia de tan célebres modelos; y precediendo consulta á S. M. y su real aprobación, nombró seis , dos para cada profesión, en 1% de mayo de 7j8 con la dotación anual á cada uno de 4400 rea­les, y por director de ellos á D. Francisco Preciado de la Vega, que residia en aquella capital, con la de 6600, cuyas pensiones ha­bían de durar seis años. Este sistema sufrió al­guna interrupción ; pero Carlos I I I le renovó en 17 de septiembre de 778, mandando pu­blicar un concurso á la oposición de estas pla­zas con la prevención de que las pruebas de los opositores se habían de hacer dentro de Ja misma academia, sin que ninguno pudiese en­trar á corregirlas, lo que asi se verificó.

También creyó necesario á propuesta de Olivieri establecer diez pensiones para otros tantos discípulos de la academia, pobres y aplicados, dos en cada profesión , incluyendo

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Û6O Ol­las del grabado de laminas y en hueco para que las estudiasen con sus respectivos maes­tros y directores en Madrid ; y se señalaron ea septiembre de 58 á cada discípulo 1500 reales anuales por espacio de quatro años. Pasados diez pareció mas acertado invertir el importe de estas pensiones en gratificaciones mensuales entre los jóvenes mas asistentes á ios estudios de la academia , y que acreditasen mejor su aprovechamiento con las obras que hiciesen en ella á presencia de los directores, cuyo sis­tema aprobó el rey en 20 de mayo de 768. Después de algun tiempo se premiaban su$ obras de tres en tres meses; pero en 777 volvieron á serlo mensualmente hasta que se abolieron del todo.

Se dio principio al estudio de perspecti­va en i.° de octubre de 66, estableciendo una plaza de director de esta ciencia , como tan necesaria á las tres nobles artes; y se dieron las primeras lecciones de anatomía en febrero de 68 , por ser no menos interesante á la pin­tura y escultura ; pero mucho mas á todas tres el conocimiento y estudio de las mate­máticas , que comenzó el primer curso en 2 de octubre del mismo año, nombrando dos directores para su enseñanza.

Arregladas las salas de estos estudios, vol­vió la academia su atención á los modelos que habían de imitar los discípulos. Los papeles de principios estaban maltratados y sus for­mas y contornos no eran conformes á la gran­diosidad de dibuxo que se había propuesto

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adoptar. Los directores hicieron muchos y se compró una colección de diseños de ca­bezas y academias de mano de Carlos Mara-ta y de sus mejores discípulos , que habia si­do de D. Andres Procacini, pintor de Cámara de Felipe V : también executó otros D. Ma­riano Maella y varios profesores ; y última­mente se colocaron setenta dibuxos hechos por D. Josef Camarón y D. Agustín Esteve, baxo la dirección de D. Francisco Bayeu, que añadió doce cabezas del tamaño del natural, que habia trabajado para estudio de lo que pintó en el claustro de la catedral de Toledo.

Los yesos que habia desde el principio del establecimiento estaban vaciados por las estatuas y cabezas que D. Diego Velázquez habia traído de Italia de orden de Felipe I V , y los mas restaurados en partes principales por D. Juan Pascual de Mena*, mas sin agra­viar la buena memoria y habilidad de tan acre­ditado profesor, no correspondían ni llenaban las ideas de una academia que aspiraba á ser el modelo de otras. Tuvo la dicha de que Carlos III le diese varios vaciados del antiguo que habia hecho traer del Herculano, y que le cediese la colección de estatuas,'cabezas y otros vaciados griegos y romanos que poseía en Madrid D. Antonio Mengs y habia ofreci­do á S. M. Adquirió después parte de los del estudio de D.Felipe de Castro por su muer­te, que habia juntado en Italia. Pero lo que completó la riqueza y preciosidad de la aca­demia en este ramo hasta un grado, que tal

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2 0 2 OL vez no llegará ninguna otra de Enropa, fue­ron dos remesas, que vinieron de Roma en setenta y seis grandes oaxones, parte en ju­lio de 78 y parte en febrero del año siguien­te , con el precioso y escogido estudio.que tenia Mengs en aquena capital y que pudo juntar por el espacio de muchos años entre lo mas selecto que había del antiguo en toda Italia. Y nuestro actual soberano mandó traer á la academia cincuenta y seis vaciados de las mejores estatuas y bustos antiguos que perte­necen á la colección de la reyna Cristina y se conservan en el palacio de S. Ildefonso.

Estando sin uso el estudio de los paños por el natural, tan necesario á la pintura y escultura , se acordó en 5 de enero de 94

Í>oner el maniquí en la sala del yeso , seña-ando una semana en cada mes para su estu­

dio. Y no restando por arreglar mas que el del natural vivo, entre veinte y seis mozos bien formados se examinaron sus desnudos, y fueron elegidos dos, que con el que antes ha­bía completaron las tres clases necesarias á este estudio; y aunque solo uno trabaja dia­riamente , con los tres se forma un grupo que estudian los discípulos mas adelantados en la última semana de cada mes.

En fin para perfeccionar la enseñanza has­ta en la teórica se abrió una biblioteca públi­ca en la misma academia en 14 de enero de 1794, compuesta de los mejores libros de las bellas artes y de otras ciencias que tienen re­lación con ellas, y de una colección de dibu-

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xos, estampas é instrumentos matemáticos, adonde concurren los profesores á deponer sus dudas, y los aficionados á instruirse y á formar el buen gusto.

Ordenados así los estudios, veamos quanto el rey y la academia procuraron fomentar ca­da una de las profesiones. Mas de una vez Carlos I I I mandó colocar en las salas de es­te instituto quadros de autores clásicos, que adornaban su real palacio, con el fin de pro­pagar el buen colorido entre sus discípulos: condescendió en 774 en que se depositasen en ellas una porción de los que poseían los jesuítas : dispuso también que se colocasen en las propias salas unas pinturas que en la guer­ra pasada con la Inglaterra se habían cogido en una presa, y una Magdalena de Murillo, interceptada en una aduana del reyno al tiem­po de extraerla de él. Con el mismo obje­to tuvo á bien de mandar que se circulase una real orden á los intendentes que prohibía la extracción de quadros originales de los pin­tores españoles difuntos , como en efecto se circuló en 5 de octubre de 779; y nuestro aetfial sg£i§ïano le envió trece quadros origina­les de Tïciàfto, Caraci, Guido y Rúbens.

La academia procura conservar las obras que hicieron sos difectôcês de pintura para su adorno, las que remitieron los pensiona­dos de Roma, las que merecieron los pre­mios generales , las que pintaron los discípu­los que aspiraron al título de académicos de mérito, y en fin las qtje regalaron en distin-

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aÓ4 O L tas ocasiones los consiliarios y académicos de honor de sus colecciones, y todas forman una copiosa, que siempre está llamando y convi­dando á los alumnos de este establecimiento á imitar las huellas del buen colorido, que de-xáron estampadas sus autores.

Carlos I I I desde que llegó á España pa­rece que se propuso fomentar la escultura. Inmediatamente mandó" destinar seis discípu­los de los mas adelantados de la academia en esta profesión á la real fábrica dé porcelana, que estableció en el Buenretiro , dotándolo.' competentemente, cuyas plazas se confirieron por oposición que se celebró en la casa del consiliario Marques de Villafranca ; y con fecha de 17 de septiembre de 778 el señor protector dirigió á la junta en su real nombre la carta siguiente:

»> Deseoso el rey de promover el exerci-»» ció de la escultura en los asuntos nias dig-»nos de su real memoria y de la gratitud y » honor nacional, queria que la academia de »S . Fernando propusiese á los directores y «tenientes de aquella arte formar un mode-»» lo de quatro pies de alto, que representa­rse á caballo al señor D. Felipe V» augus-» to padre de S. M. dexando en plena liber— »» tad á dichos profesores admitir ó no el en-»» cargo." Concluidos cinco modelos por otros tantos profesores de la academia, el rey se dignó pasar á verlos al Buenretiro, y mere­cieron su aprobación.

Se puede decir que eí arte de grabar ets

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dülce nació para España en la academia de S. Fernando, pues sus padres fueron directo­res de ella. Es verdad que hubo antes en et reyno grabadores que merecieron serlo de cá­mara del rey, pero trabajaban por genio y no sobre principios propios de su arte. El primero que enseñó estos elementos fué E>. Manuel Salvador Carmona , discípulo de la junta pre­paratoria , que pasó á Paris pensionado cor el rey á aprenderlos. Fueron también enton­ces y en los mismos términos D. Juan de la Cruz y D. Tomas Lopez para eí grabado de arquitectura, cartas geográficas y adornos. Mientras tanto la academia procuró sacar to­do el partido posible del director D. Juan Bernabé Palomino, que sin salir de España grababa con limpieza y corrección, y desti­nó tres jóvenes á su enseñanza en Madrid con la dotación de 150 ducados anuales á cada uno, cuyas pensiones se confirieron por oposición ; y en 760 añadió un premio ge­neral para esta profesión como le tenían y tienen cada tres años la pintura, escultura y arquitectura. Finalmente para que el fruto de estas disposiciones y de los adelantamientos de los discípulos tuviese el lucimiento que correspondía, se enviaron á París en 763 dos de la academia, pensionados por el rey á aprender el arte de estampar, preparar, ha­cer las tintas y lo demás necesario á este im­portante é ignorado objeto.

Con el mismo tesón se fomentó el grabar do en hueco } sin la necesidad de enviar dis-

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cípulos á aprenderle fuera del reyno (á ex­cepción de D. Alonso Cruzado que pasó á Paris al grabado en piedras duras) porque D. Tomas Prieto igualaba si no excedia á los ex-trangeros en este arte, á cuya dirección se destinaron otros tres pensionados para estu­diarle en Madrid, y se señaló premio general en la distribución trienal de la academia como al grabado en dulce.

Pero la' arquitectura mereció la predilec­ción del Gobierno y de la academia, sin du­da por la importancia de sus obras. Aunque el establecimiento de las dos cátedras de ma­temáticas tuvo por objeto coadyuvar á todas las bellas artes, miró mas particularmente á la arquitectura por serle su estudio absoluta­mente necesario. Los planes y pejrfiles que se mandaron hacer á consulta de la academia en 17 de septiembre de 776 á dos discípulos suyos de los monumentos árabes, que se con­servan en el palacio de la Alhambra de Gra­nada y en la catedral de Córdoba, se diri­gieron también á fomentar é ilustrar esta pro­fesión.

Fueron muchos los desvelos de la acade­mia en libertar á la arquitectura de la opre­sión de los gremios -que hay en las provin­cias , hasta conseguir dos reales órdenes que se circularon en todo el reyno , mandan­do que no se executase ninguna obra públi­ca sin remitir antes á la misma academia, para su examen y aprobación , las trazas, pla­nes ó diseños , y prohibiendo que ningún

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OL »67 cuerpo eclesiástico, ni ayuntamiento de ciu­dad ó villa confiriesen en adelante títulos de arquitecto ó maestro de obras , ni nom­brasen para dirigirlas artífices que no se hu­biesen sujetado al examen de la academia, aboliendo los privilegios de los pueblos que concedian la facultad de dar tales títulos, con otras prevenciones muy útiles á la arquitectu­ra y honoríficas al Estado. Y como fuesen muchos y freqüentes los expedientes remitidos por el Consejo á consulta de la academia, man­dó el rey en 33 de marzo de 786 estable­cer en la misma academia una junta perpetua de comisión de arquitectura , compuesta de directores , tenientes, de algunos académicos y de un secretario, á fin de que estos nego­cios se despachasen sin detención y sin per­juicio de las partes.

Parece que nada quedaba ya que hacer á este zeloso instituto ; pero quiso rectificar el plan de sus estudios, deseoso de perfec­cionarle. Oyó sobre este punto de palabra y .por escrito á todos los directores, tenientes, académicos de mérito y á los de honor, y se demostraron con sus luces muchas utilidades que aprovecharán en lo sucesivo para el ade­lantamiento de los jóvenes.

Tampoco dexáron nada por -hacer los re­yes ni su augusta familia en honor y distin­ción de la academia de S. Fernando y de sus individuos. Dice el artículo 34 de sus estatu­tos. » Á todos los académicos profesores, que »por otro título no la tengan, concedo es -

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a68 O L n pedal privilegio de nobleza con todas las » inmunidades, prerogativas y exenciones que H la gozan los hijosdalgo de sangre de mis wreynos; y mando que se les guarden y cum-«plan en todos los pueblos de mis dominios, «donde se establecieren , presentando el cor-« respondiente título ó certificación del secre-w tario de ser tal académico. "

Quando se confirió al señor D. Ricardo Wal !a secretaría de Estado, se pasó aviso á la junta de la academia en 6 de junio de 754, dicién-dole que también había sido nombrado pro­tector de este cuerpo ; y desde entonces que­dó anexa esta presidencia á aquel ministerio; y se declaró por otra real orden de 6 de ma­yo de 777 que la plaza de viceprotector go­zase perpetuamente los honores y antigüedad en el consejo de Hacienda. Finalmente no es de menor aprecio y condecoración para la academia que los grandes, los títulos, los mi­nistros , los principales caballeros y los sabios del reyno sean los consiliarios y académicos, á quienes están confiados el gobierno y deci­sion en sus juntas.

Carlos I I I , no satisfecho con haber remi­tido en distintas ocasiones el censo anual de 37 f 00 reales que paga la academia por la casa que habita en la calle de Alcalá á la renta de cor­reos, quiso honrarla con su real persona, visi­tándola en los años de 761? y 76, cuyoexemplo imitaron sus augustos hijos, nietos y la fidelísi­ma reyna madre de Portugal. ¿Y que señal mas clara del aprecio y estimación de los serení-

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sîmos señores príncipes de Asturias, ahora nuestros soberanos, hacia este distinguido cuerpo que haberle enviado unos preciosos diseños de sus reales manos? La academia, apreciando sobre manera esta honra, los colo­có con sus marcos y cristales baxo el dosel de la sala de juntas, en donde nos recuerdan la protección de SS. MM. y nuestra eterna gratitud. Lo mismo hizo el señor infante D. Gabriel con dos cabezas que habia copia­do con lápiz de unos dibuxos de Rafael de Urbino ; y los profesores de este noble insti­tuto tienen la gloria de estar escrito en el ca­tálogo de sus nombres el de S. A. sin otra distinción que la de su antigüedad.

Carlos l i l i , imitando á su augusto padre, visitó la academia el dia 3 de julio de 794 en compañía de su amada esposa, de Jos se­renísimos infantes sus hijos y hermanos y del señor príncipe de Parma el infante D. Luis, quien en 13 ae julio de 96 se dignó de ser aca­démico de honor y mérito, de presidir las juntas generales y de distribuir los premios de 2quel año y del de 99.

En fin jamas se ha visto un cuerpo tan distinguido, ni á quien se haya franqueado tanto favor y protección, después de gozar 12© pesos anuales de dotación. ¿Y qual debe ser la gratitud, la aplicación y el fruto? De todo tenemos testimonios en los templos , palacios, edificios, calles, paseos , puertas y aun casas particulares de Madrid, sitios reales, ciudades y villas del reyno, pues en todas partes ve-

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ayo O L mos la mudanza y progresos de la pintura, escultura, arquitectura y grabados. Cotejadas las obras de estas bellas artes executadas des­de el establecimiento de la academia de S. Fer­nando con las que se trabajaron en la prime­ra mitad del siglo XVII I y en la segunda del anterior, publican aquellas el adelantamien­to y aplicación de sus profesores y el zelo del Gobierno y de la academia en protegerlas.

Bastante sé ha indicado en la introducción á este diccionario sobre quanto han cambia­do el gusto y conocimientos en las nobles artes en España desde esta feliz época, resta solamente el empeño de los poderosos en fo­mentarlas, las luces de los sabios para ilumi­narlas , y el honrado amor de los maestros en enseñar quanto sepan á sus discípulos, como dixo docta y oportunamente el último orador de la academia, para que lleguen al sublime grado que tuvieron en los pontificados de Ju­lio II y de Lepn X ven los reynados de Car­los V y de Felipe II . Arch- de la Secr. de Est ad.^ Act, ae la academ.