Herreriana Vol 11 No 1, 2015

36
Año 11, No. 1, 2015

description

Herreriana es una revista de divulgación de la ciencia del Área Académica de Biología del Instituto de Ciencias Básicas e Ingeniería, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, México.Bienvenidos manuscritos de todas las áreas de la ciencia.

Transcript of Herreriana Vol 11 No 1, 2015

Page 1: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

Año 11, No. 1, 2015

Page 2: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

Índice

El falso debate entre el creacionismo y el evolucionismo

135

913

2127

Editorial

Hacia una teoría de la herencia

Pasteurella multocida y las Sombras Vivientes

Sistemas y mentes complejas, o todas las personas creen saber lo que piensan que saben

La Ingeniería Ecológica en la era del Antropoceno urbano

¿Existe más vida inteligente en el universo?

Page 3: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

Año 11, No. 1, 2015

DIRECTORIOEDITOR

Ulises Iturbe Acosta

EDITORES ASOCIADOS DE ESTE NÚMERO

Gabriela A. Vázquez Rodríguez

Ulises Iturbe Acosta

CONSEJO EDITORIAL

Consuelo Cuevas Cardona

Jesús Martín Castillo Cerón

Gerardo Sánchez Rojas

Katia A. González Rodríguez

Julián Bueno Villegas

Gabriela A. Vázquez Rodríguez

CORRECCIÓN DE ESTILO Y

ORTOTIPOGRÁFICA DE ESTE NÚMERO

Gabriela A. Vázquez Rodríguez

DIAGRAMACIÓN Y DISEÑO

Eddier Montiel

RESPONSABLE DE DIFUSIÓN EN MEDIOS

Gerardo Sánchez Rojas

ISSN 1870-6371

Las opiniones vertidas en esta revista son responsabilidad del autor y no reflejan el punto de vista del comité editorial, ni representan la perspectiva oficial de la UAEH. Los trabajos se publican en el marco de la tolerancia a los distintos puntos de vista y la pluralidad de ideas.

Los trabajos publicados en este número no atentan contra la equidad de género, ni coartan la libertad de culto o pretenden cambiar la orientación política o sexual de los lectores.

Page 4: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

Herreriana, revista de divulgación de la cien-cia, ha cumplido orgullosamente 10 años de llegar a un sector de la población que ha sido poco atendido. Me refiero a un sector diná-mico, en crecimiento, que desea tener infor-mación científica y tecnológica seria, crítica y veraz, y que al mismo tiempo sea de fácil comprensión y amena lectura.

Herreriana se fundó gracias a un esfuerzo solidario de amigos académicos con sede en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, México. Está ubicada en el marco institucional de la universidad pública, por lo que no persigue fines de lucro, sino educati-vos, al buscar incrementar la cultura científi-ca especialmente de los lectores jóvenes de lengua española. Hoy, que decidimos reno-var el compromiso de continuar publicando la revista, lo hacemos con la convicción de que ha ido ganando un espacio social y es-colar, y de que su existencia hace más falta que nunca. Herreriana es un instrumento de educación al servicio de la transformación cultural de la juventud.

EDITORIAL

A lo largo de esta década la revista ha ma-durado lo suficiente para plantearse nuevas metas y continuar acercándose a los lecto-res, así como expandir su cobertura. Así, a partir de este 2015, Herreriana va a publicar tres números por año, sin que este esfuerzo por incrementar su presencia entre los lec-tores le vaya a restar calidad o diversidad a los trabajos publicados. Por el contrario, el equipo de trabajo que la hace posible se ha reorganizado y ampliado para hacer frente a esta nueva realidad y mantener altos los es-tándares de calidad, profesionalismo e ima-gen que la revista ha mostrado, sobre todo en los años recientes.

La trayectoria que le ha dado el posiciona-miento actual a la revista ha sido posible gracias al trabajo y perseverancia de los miembros de su Consejo Editorial, especial-mente a la experiencia e ímpetu de su ante-rior editora, Consuelo Cuevas, a quien reco-nozco profundamente por habernos guiado exitosamente en este proyecto. La editora asociada Katia González ha jugado un papel importante en la mejora de la calidad de la

revista en los últimos años. La integración de un diseñador profesional, Eddier Montiel, ha mejorado notablemente la imagen de la revista, trabajo que anteriormente tomaran bajo su responsabilidad, con gran atino y en desventaja técnica, los biólogos Jesús Castillo y Gerardo Sánchez. A todos ellos les agradez-co sinceramente su dedicación y su gran la-bor altruista. Así mismo, extiendo una cordial bienvenida a los nuevos miembros del equipo, quienes estoy seguro ayudarán a robustecer este proyecto.

Las otras dos partes del trinomio son los escritores, que han confiado y apostado a Herreriana como el navío que llevará sus ideas a buen puerto, y los lectores, en quienes cobra sentido este gigantesco es-fuerzo. En este nuevo reto, deseo encare-cidamente seguir contando con los favores de ambos segmentos.

Finalmente, hago votos para que Herreriana se siga consolidando y alcance una década más de vida de divulgación de la ciencia, y que perdure por muchas otras más.

1

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 5: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE HIDALGO

Mtro. Humberto Augusto Veras GodoyRector

Mtro. Adolfo Pontigo LoyolaSecretario General

Dr. José Luis Antón de la ConchaCoordinador de la División de

Investigación y Posgrado

Lic. Jorge Augusto del Castillo TovarCoordinador de la División de

Extensión de la Cultura

Mtro. Jesús Ibarra ZamudioCoordinador de la División de Docencia

Lic. Alfredo Dávalos MorenoDirector de Comunicación Social y

Relaciones Públicas

Dr. Orlando Ávila PozosDirector del Instituto de Ciencias Básicas

e Ingeniería

Mtro. Carlos Domínguez GonzálezSecretario del Instituto de Ciencias Básicas

e Ingeniería

Dra. Consuelo Cuevas CardonaJefa del Área Académica de Biología

Guía para colaborar en Herreriana, revista de divulgación de la ciencia:

1. Las colaboraciones a entregar pueden ser de varios tipos:

a). Artículos informativos sobre cualquier área de la ciencia o de la metaciencia

(filosofía de la ciencia, historia de la ciencia, sociología de la ciencia y política

científica, entre otras).

b). Narraciones sobre experiencias propias. Por ejemplo, anécdotas sobre lo

ocurrido durante algún trabajo de campo, sobre cómo surgió el interés por la

ciencia o cómo se eligieron los temas de estudio.

c). Refexiones en torno al quehacer científico.

d). Entrevistas o pláticas sostenidas con científicos.

e). Entrevistas con estudiantes o investigadores.

f). Reportes de sucesos o eventos ocurridos en los centros de trabajo.

g). Cuentos que ayuden al lector a saber más acerca de algún fenómeno científico

o recreaciones biográficas.

2. El tamaño del escrito deberá ser menor a 10 cuartillas en doble espacio, en texto corrido (sin

justificar), letra Times New Roman, 12 puntos.

3. Los textos deberán estar redactados en un lenguaje que pueda ser entendido por la población

en general, sin palabras técnicas. Se sugiere echar mano de toda la imaginación y creatividad

literaria posibles.

4. Los dibujos, gráficas y fotografías deberán remitirse en archivos por separado en formato

RAW o JPG (300 dips).

5. Los pies de figura de las ilustraciones se mandarán al final del texto y en orden correspondiente.

6. Los textos enviados sin las características arriba mencionadas no serán dictaminados.

7. Las colaboraciones deberán enviarse al correo: [email protected]

Colabora enHerreriana

2

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 6: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

Hacia unateoría de la

herenciaJuan Carlos Zavala Olalde

Becario del CONACYT

en estancia posdoctoral en la

University of Western Sydney, Australia

¿Qué hace que los hijos se parezcan a los pa-

dres? ¿Qué hace que el descendiente sea si-

milar al ancestro? La herencia es el proceso

por el cual los padres o antecesores trasmiten

sus características a los hijos o descendientes.

Por ello, la respuesta a las preguntas formula-

das está en comprender este proceso.

En los textos de biología de preparatoria se

establece que son tres las teorías en las que

esta ciencia se sustenta. La primera es la

teoría celular propuesta por Matthias Jacob

Schleiden (1804-1881) y Theodor Schwann

(1810-1882), que establece que todos los

seres vivos están constituidos de células,

que las células proceden de células previas

y que es en la célula donde se desarrollan

las reacciones metabólicas por las cuales el

ser orgánico intercambia materia y energía

para mantenerse vivo. La segunda teoría es

la de la evolución, propuesta en su primera

versión por Charles Darwin (1809-1882)

y Alfred Russell Wallace (1823-1913) en

1858. Esta teoría explica que existe varia-

ción heredable en todas las poblaciones de

organismos y que el potencial reproducti-

vo es mayor que la cantidad de organismos

que efectivamente sobreviven para dejar

descendencia; así, el proceso depende de la

reproducción diferencial de los organismos

al enfrentar las condiciones de existencia,

y como resultado se genera la diversidad y

las adaptaciones en las especies. La tercera

teoría es la de la herencia mendeliana, cuya

estructura no se explica extensamente sino

en los textos universitarios; por lo tanto, el

objetivo de este artículo es presentarla de

una manera breve.

Para entender la importancia de la teoría de

la herencia veamos cuál es el fundamento

característico de la vida. La vida se caracte-

riza por afirmar su continuidad, su existir. La

vida se distingue por su persistencia: desde

que se originó y hasta hoy, no ha dejado de

existir. Sin embargo, la vida se estructura

por componentes orgánicos que son pere-

cederos. La vida, cuyo fundamento está en

existir, perece. Para evitar la muerte irre-

mediable del individuo orgánico la opción

ha sido la reproducción. Si la vida no pue-

de ser eterna en cada individuo, lo es en

la descendencia siempre consecuencia de

la reproducción. Por eso la reproducción

es un elemento sin el cual no se puede

comprender a la vida. La reproducción, a

su vez, nos presenta una cuestión funda-

mental: ¿cómo mantener la continuidad de

la individualidad del organismo? Veamos la

solución a esta pregunta planteando seis

postulados de la teoría de la herencia.

Los seres vivos heredan sus características a la descendencia en la reproducción

Esta es una observación que es parte del

conocimiento de la humanidad desde hace

milenios, pero no se sabía por cuál medio

ocurría o qué la hacía posible. El trabajo de

Mendel es clave porque demuestra que los

padres, con características conocidas, solo

pueden tener un cierto tipo de descendencia

potencial que precisamente manifiesta ca-

racterísticas similares. Una de las conocidas

leyes de Mendel es que la separación de los

elementos de la herencia en los gametos se

da de forma independiente. Esto quiere decir

que existen unidades de herencia contenidas

en las células reproductivas. La segunda ley

de Mendel enuncia que los caracteres, como

que el tallo de una planta sea largo o corto,

son independientes de que su semilla sea lisa

o rugosa, y a su vez independientes de que

la flor sea blanca o amarilla. En estos ejem-

plos de la planta del chícharo, esos caracte-

res son heredados por unidades biológicas

que son independientes unas de otras. Así,

con la guía de Mendel, podemos afirmar que

existen unidades de herencia contenidas en

la célula que se heredan en la reproducción.

Antes de hablar de esas unidades de la he-

rencia que conectan todo el discurso, co-

mentemos acerca de las características de

los organismos, pues son el fundamento de

que exista una teoría que pretende explicar

cómo se heredan.

3

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 7: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

Los organismos se mantienen vivos al persistir

en su estructura y función. Las características

estructurales-funcionales de los seres vivos

dependen de sus componentes biomolecu-

lares; los principales son: los carbohidratos,

los lípidos, las proteínas y los ácidos nucleicos

(DNA y RNA). Comencemos con decir que la

función y la estructura que tienen los carbo-

hidratos dependen de las proteínas, que les

permiten participar en el metabolismo como

fuente energética o como mensajeros en la

comunicación celular. Por su parte, los lípidos

son los constituyentes estructurales de las

membranas biológicas y también interaccio-

nan con las proteínas para que estas manten-

gan su función de estructuración, protección y

mantenimiento de la unidad celular. Incluso los

ácidos nucleicos solo realizan sus funciones de

herencia cuando interactúan con las proteínas.

La estructuración para formar los cromoso-

mas, la duplicación del DNA (replicación) que

se requiere cuando se reproduce un ser vivo,

la copia de los genes para llevar la información

necesaria para la síntesis proteica (transcrip-

ción) y la transformación de la información de

los ácidos nucleicos en proteínas (traducción)

son procesos que dependen de proteínas tanto

como de los ácidos nucleicos. Así que las pro-

teínas son la clave estructural y funcional de los

seres vivos. Tanta es su importancia que gran

parte de la información genética contenida en

el DNA es precisamente la que se necesita para

hacer proteínas. Con dicho antecedente pode-

mos afirmar que:

La información necesaria para la estructura y función de las biomoléculas (proteínas y RNA) en la célula se encuentra codificada en el DNA

Fueron W. Beadle y Edward L. Tatum quienes

en 1941 descubrieron la relación entre los

genes y las enzimas, una clase particular de

proteínas. Sus experimentos con un hongo les

permitieron comprobar que las mutaciones de

ciertas regiones en el DNA producen la inacti-

vación (o no funcionamiento) de proteínas.

Las unidades elementales de herencia se encuentran en la molécula de DNA y se conocen con el nombre de genes

La palabra gen fue acuñada por Wilhelm

Ludwig Johannsen en 1909. Johansen utilizó

la palabra griega que significa generar para

establecer la función de los genes de produ-

cir o poseer la información para la construc-

ción de las proteínas. No es muy simple decir

qué es un gen, pero se puede afirmar que es

una secuencia de nucleótidos que contiene

la información necesaria para sintetizar una

biomolécula, que bien puede ser una proteí-

na o moléculas de RNA (ácido ribonucleico

mensajero, ribosómico, de transferencia o

pequeños RNA). La información también in-

cluye aquella necesaria para decir cuándo y

en qué cantidad debe sintetizarse la biomo-

lécula, así como la secuencia específica de

producción de esa biomolécula. Esta infor-

mación contenida en el gen, y por lo tanto en

el DNA de la célula, no necesariamente llega

a formar parte de la biomolécula. La com-

probación experimental de que el DNA es el

portador de la herencia, y no las proteínas,

como muchos creían, fue fruto del trabajo

realizado por Oswald Avery, Colin McLeod

y Maclyn McCarty en 1944. Al trabajar con

bacterias se dieron cuenta que material ge-

nético ajeno podía incorporarse a las células

y proveerlas con capacidad para ser infeccio-

sas. Con ello, demostraron que la unidad de

la herencia se contiene en el DNA.

Los genes se ordenan en los cromosomas; estos son los portadores materiales de las características de los organismos

Los cromosomas tienen ese nombre por ser

cuerpos que se tiñen al interior de la célula.

Fueron observados por primera vez por Karl

Wilhelm von Nägeli y Edouard Van Beneden

en 1842. Sin embargo, su relación con la he-

rencia tuvo que esperar hasta el trabajo del

equipo de Thomas Hunt Morgan, quienes

hicieron que la teoría cromosómica de Su-

tton y Boveri de 1902 fuera ampliamente

aceptada hacia 1915, gracias a la publicación

de su libro llamado El mecanismo de la he-

rencia mendeliana. El establecimiento de los

cromosomas como portadores de los genes

contribuyó a demostrar los postulados de

Mendel, ya que hizo patente la existencia de

unidades materiales de la herencia. Durante

la reproducción sexual, los cromosomas se

separan independientemente y llevan consi-

go la información genética del padre o de la

madre. Si la información que cargan los ge-

nes para distintas características se encuen-

tra en diferentes cromosomas, su herencia

es azarosamente independiente.

El DNA posee la información en un código genético que se constituye en las proteínas, primero por medio de la transcripción en RNA mensajero y luego por su traducción

El DNA fue descubierto en 1869 por Frie-

drich Miescher. En 1953 James Watson y

Francis Crick, gracias al trabajo previo de

otros investigadores como Rosalind Franklin,

propusieron el modelo de la doble hélice del

DNA. Con ello se afirmó la existencia de la

unidad hereditaria, y también se llegó a com-

prender más la función del DNA en la heren-

cia. En conclusión, en estos seis postulados

se puede contener la teoría de la herencia. La

teoría trata de la capacidad de los seres vivos

de trasmitir sus características a la descen-

dencia, por medio de unidades materiales

llamadas genes, que se ubican en los cromo-

somas. Esas unidades de herencia trasmiten

información para hacer posibles las funcio-

nes y la estructura del ser vivo.

Bibliografía complementaria

Gardner, E. J., Simmons, M. J. y Snustad, D. P. 2006.

Principles of Genetics. Wiley, Nueva Delhi.

Judson, H. F. 1987. El octavo día de la creación. CONACYT-

Ediciones Catell, México D. F.

4

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 8: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

Pasteurella multocida

y las Sombras VivientesAxl Ramos Morales

Pasante de la Licenciatura en Biología, Área Académica de Biología. Instituto de Ciencias Básicas e Ingeniería,

Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, México

En el mundo de la imaginación existen se-

res de formas que logran aterrar incluso a

las mentes más valientes, seres que poseen

largas garras y colmillos afilados, miradas

mortíferas y cuerpos descomunales, formas

sencillamente horripilantes y capaces de

exterminar a un ejército en solo una noche.

Lani Taylor fue la encargada de armonizar la

belleza con el terror al imaginar a las cono-

cidas por sus enemigos como las Sombras

Vivientes Tangris y Bashees, las asesinas

silenciosas, capaces de concentrar las som-

bras a su alrededor para acechar al enemigo

sin ser vistas y con su vuelo silencioso evitar

alertar a los vigías (Taylor, 2013). Conocidas

en el antiguo Egipto como esfinges, fue de la

pluma de Lani Taylor que cobraron vida en la

mente de muchos asiduos lectores, no solo

como los seres mitológicos de tierras lejanas,

sino como criaturas aterradoras con inteli-

gencia y una misión que cumplir: asesinar al

ejército seráfico. Descritas con un hermoso

cuerpo felino, un apacible rostro de mujer y

unas poderosas alas de búho, son en definiti-

va mis asesinas favoritas, mis quimeras pre-

dilectas: letales, silenciosas y despiadadas.

Sin embargo, tengo la firme creencia de que

estas maravillosas criaturas no son letales

por sí solas, necesitan ayuda… y es ahí donde

entran en escena otras de mis “asesinas” fa-

voritas… las bacterias.

Es muy probable que las Sombras Vivientes,

al ser felinos, tuvieran entre sus fauces a bac-

terias del género Pasteurella. Estos cocoba-

cilos Gram negativos son parte de la biota

normal de muchos animales, entre ellos los

felinos y los cánidos. Estos tiernos cocoba-

cilos suelen ser famosos por la especie Pas-

teurella multocida, patógenos que llegan a

complicar las infecciones por mordedura de

animales y pueden causar meningitis, bacte-

Foto: mostly*harmless on Flickr http://bit.ly/1QkevLJ

remias, neumonía, peritonitis y endocarditis

(Braun et al., 2002). No parecen tan impre-

sionantes como Tangris y Bashees, pero

estos diminutos cocobacilos podrían ser los

verdaderos asesinos.

El género Pasteurella se aisló por primera vez

de la sangre de aves en 1880 por Louis Pas-

teur. Después de realizar sus observaciones

pudo caracterizar morfológica y bioquímica-

mente a la especie Pasteurella multocida. En

1885, Kit aisló estos microorganismos de la

sangre de ganado enfermo y lo llamó Bacte-

rium bipolarmulticidium. Hueppe, en 1886,

le denominó Bacterium septicemia haemo-

rrhagica y empleó el término “septicemia

hemorrágica” para describir la enfermedad

causada por estas bacterias en los animales.

Trabajos sucesivos de diferentes laborato-

rios reconocieron propiedades bioquímicas y

5

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 9: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

morfológicas comunes entre las bacterias no

hemolíticas que causaban septicemia hemo-

rrágica en los animales y fueron agrupadas

como Pasteurella septica en 1929 y como

Pasteurella multocida en 1939. El primer

caso de infección humana por P. multocida,

tras la mordedura de un gato, fue descrito

por Kapel y Holm en 1930 (Cueto y Pascual,

2001).

Te muerde una vez... y pagas el precio

Las infecciones por mordeduras de animales

son muy comunes en todo el mundo. Entre

las más frecuentes se encuentran las pro-

ducidas por animales domésticos, y esto es

debido a su estrecha convivencia con per-

sonas. Es bien sabido que el potencial letal

de las mordeduras de algunos animales es

puramente químico (como la transmisión de

proteínas alergénicas o bloqueantes neuro-

musculares, en el caso de las serpientes). No

es poco frecuente la transmisión de patóge-

nos a través de picaduras y mordeduras de

animales, como las infecciones por Borrelia

burgdorferi tras la picadura de garrapatas,

las conocidas sepsis en asplénicos por Cap-

nocytophaga canimorsus tras la mordedura

de un perro, el síndrome de Rat Bite Fever

por Spirillum minus debido a la mordedu-

ra de una rata y, por supuesto, especies del

género Pasteurella, que pueden ser transmi-

tidas por mordeduras de gato (Pérez et al.,

2009). Estas últimas producen contagios

con mayor frecuencia, pero no se debe en-

trar en pánico, ya que en el 2002 Braun y co-

laboradores reportaron tan solo 20 casos de

infecciones por Pasteurella en un periodo de

quince años, es decir, un promedio de 1.333

casos anuales (lo que nos puede dejar mu-

cho más tranquilos ahora).

Pasteurella multocida coloniza el tracto gas-

trointestinal y respiratorio de una gran va-

riedad de mamíferos y aves, que constituyen

su principal reservorio. Los animales más

frecuentemente colonizados son los gatos,

de 50% a 90% (en este porcentaje entrarían

nuestras temibles Sombras Vivientes) y los

perros de 50% a 65%. Las tasas de coloniza-

ción en seres humanos son muy bajas; en es-

tudios epidemiológicos se ha aislado P. mul-

tocida de la faringe y de las secreciones res-

piratorias del 3% de las personas que tienen

contacto con animales. La colonización es

más frecuente en individuos que presentan

patología respiratoria crónica, sobre todo

enfermedad pulmonar obstructiva crónica

(EPOC) y bronquiectasias, en ancianos y en

pacientes con algún tipo de inmunodepre-

sión (Cueto y Pascual, 2001).

Como se ha mencionado antes, la infección

se adquiere por inoculación directa, es decir,

por arañazos o mordeduras de animales, es-

pecialmente de gatos y perros, y se ve una

menor frecuencia en infecciones de heridas

abiertas no causadas por mordedura y por

contacto con secreciones de animales.

Pasteurella multocida es la causa más fre-

cuente de infección de heridas producidas

por mordedura de gato, mientras que en

mordeduras de perro, las principales causas

Es muy probable que las Sombras Vivientes, al ser felinos, tuvieran entre sus fauces a bacterias del género Pasteurella. Estos cocobacilos Gram negativos son parte de la biota normal de muchos animales, entre ellos los felinos y los cánidos

6

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 10: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

El género Pasteurella se aisló por primera vez de la sangre de aves en 1880

por Louis Pasteur

de infección son Staphylococcus aureus y di-

ferentes especies del género Streptococcus;

P. multocida les sigue en frecuencia.

Pero, ¿qué es lo que provoca la Pasteurella?

¿Es momento de pensar en el apocalipsis y en

que debemos deshacernos de todos los ga-

tos del planeta, o es una infección que puede

tratarse fácilmente?

Ciertamente, es una infección que se presen-

ta en la piel y en los tejidos blandos tras la

mordedura o algún arañazo. La infección se

caracteriza por el rápido desarrollo de una

celulitis, con o sin formación de abscesos,

y el drenaje purulento o serosanguinolento

por la herida. Hasta este punto pareciera no

ser gran cosa; sin embargo, por inoculación

directa o por extensión pueden afectarse

huesos y articulaciones y, en algunos casos,

se origina osteomielitis y artritis séptica,

aunque estas complicaciones son raras. Se

han descrito infecciones óseas y articulares

por diseminación hematógena, especial-

mente en pacientes con artritis reumatoide,

prótesis articulares y pacientes en trata-

miento con corticoesteroides.

Las infecciones del tracto respiratorio si-

guen en frecuencia a las infecciones de he-

ridas; Pasteurella multocida puede colonizar

el tracto respiratorio superior de personas

que viven en contacto con animales, espe-

cialmente cuando existen enfermedades

respiratorias como EPOC o bronquiectasias.

En estas circunstancias, P. multocida puede

comportarse como un patógeno oportunis-

ta y, a partir de la mucosa respiratoria colo-

nizada, invadir los tejidos, y causar cuadros

de neumonía, bronquitis, empiema y absce-

sos pulmonares. Con menor frecuencia, se

presentan infecciones de vías altas: sinusitis,

epiglotitis y otitis.

La manifestación clínica más frecuente de la

infección respiratoria por P. multocida es la

neumonía, y más del 90% de los casos se pre-

sentan en pacientes con enfermedades pul-

monares. El comienzo de los síntomas puede

ser gradual o agudo y los más frecuentes son

7

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 11: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

fiebre, disnea y dolor pleurítico. Más de la

mitad de los casos se inician con bacterie-

mia, circunstancia que se ve favorecida por

la existencia de enfermedades de base o por

la edad avanzada. Otras manifestaciones

clínicas menos frecuentes son las infeccio-

nes abdominales, que incluyen la peritonitis

bacteriana espontánea, peritonitis secun-

daria a la perforación de vísceras, abscesos

intraabdominales e infección de heridas

quirúrgicas. Con menor frecuencia se han

descrito casos de endocarditis, infecciones

oculares, infecciones genitales y del tracto

urinario y meningitis.

Afortunadamente para todos los amantes

de las mascotas (en especial de los gatos) no

todo está perdido, debido a que la mayoría

de las cepas de Pasteurella multocida son

sensibles a la penicilina, tetraciclinas, cefa-

losporinas de segunda y tercera generación,

quinolonas y cotrimoxazol. Aunque el anti-

biótico de elección en el tratamiento de las

infecciones producidas por P. multocida con-

tinúa siendo la penicilina, se han descrito al-

gunas cepas productoras de beta-lactamasa,

lo que obliga a realizar pruebas de sensibili-

dad adecuadas en infecciones graves. Como

alternativa, en pacientes alérgicos a be-

ta-lactámicos se recomienda el tratamiento

con tetraciclinas, entre las cuales se prefiere

la minociclina. Por lo anterior, se debe tener

por seguro que existen muchas alternativas

de tratamientos capaces de combatir de ma-

nera efectiva esta infección, de modo que no

es necesario tratar de alejarse de los gatos.

Aunque nunca está de más ser precavidos,

no es necesario entrar en pánico.

Así, pareciera ser que los “monstruos”

más temibles son apenas perceptibles y no

suelen ser tan aterradores a nuestra vista

como las formas mitológicas, aunque son

igualmente fascinantes. En definitiva, no

estamos indefensos ante ellos y entre más

los conozcamos, más posibilidades tene-

mos de hacerles frente.

Referencias

Braun, J., Morales, R., Méndez, E., Orriols, M., Ramos, S. y Triantafilo, V. 2002.

Infecciones por Pasteurella spp: reporte de 20 casos en un periodo de quince

años. Revista Chilena de Infectología, 19(2): 74-78.

Cueto, M. y Pascual, A. 2001. Pasteurella multocida. Departamento de Microbio-

logía. Hospital Universitario Virgen Macarena, Sevilla.

Pérez, J., Candel, F., Baos, E., González, F. y Picazo, J. 2009. Celulitis tras mordedu-

ra de gato. Revista Española de Quimioterapia, 22(4): 221-223.

Taylor, L. 2013. Días de sangre y resplandor. Editorial Alfaguara, México, D. F.

8

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 12: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

Sistemas ymentes complejas, o todas las personas creen saber lo que piensan que saben

Numa P. Pavón

Profesor Investigador del Área Académica de Biología

Instituto de Ciencias Básicas e Ingeniería, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, México

La realidad es compleja. El mundo que nos rodea, el universo,

nosotros mismos somos complejos. Lo que quiere decir y lo que

debe entenderse por complejo es que la realidad está formada

por gran cantidad de elementos, los cuales se interrelacionan

de manera tan intricada que es complicado y difícil apreciarlo.

En conjunto, a cada realidad le podemos llamar sistema, que

por lo general manifiesta propiedades particulares más allá de

las que presenta la suma de sus partes. En otras palabras, para

comprender el sistema no es suficiente describir las partes que

lo componen, ni aún describir las relaciones entre ellas. Y para

hacer esta complejidad aún más compleja, la realidad depende

del observador. Cada humano tiene su punto de vista. Entre más

cercanos sean los humanos, ya sea por cultura, religión, estado

civil, sexo, educación, etcétera, más similares son las realidades.

Sin embargo, en el día a día, los humanos nos aproximamos a la

realidad de la forma más simple posible. La mente simplifica e

integra; nunca al revés, es imposible, y así construimos lo que

9

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 13: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

creemos saber. En otras palabras, la rea-

lidad que creemos es nuestra verdad. Esa

construcción depende del conocimiento

que tengamos de cada parte del sistema y

de cómo nuestra mente conecta esas par-

tes en el contexto de nuestra realidad. En-

tre más conceptos, más conocimiento de

las partes del sistema y más comprensión

de la naturaleza de las relaciones entre las

partes tengamos, nuestra construcción

de la realidad será más compleja, pero

más cercana a la realidad verdadera. Esta

realidad verdadera siempre será aproxi-

mada y nunca absoluta. Es decir, construi-

mos modelos de la realidad que por serlo

son fallidos, pues nunca los modelos son

la realidad.

Fue un biólogo, Karl Ludwig von Berta-

lanffy (1901-1972), quien el siglo pasado

puso en la mesa el pensamiento sistémico.

Posteriormente, este pasó a ser material

de trabajo de pensadores de diversas dis-

ciplinas, entre ellas la Psicología (Gestalt),

la Ecología (ecosistemas) y la Física Cuán-

tica. En estas disciplinas se inicia una sepa-

ración radical (que a la fecha prosigue) de

la ciencia cartesiana, en la que el análisis o

la separación y estudio de las partes son la

madre de todo reduccionismo o mecanicis-

mo. Sin discutir el aporte del método cien-

tífico cartesiano, es evidente que no debe

ser considerado el único modo de acercar-

se a la realidad (se puede tanto interpretar

como decir la naturaleza) y de conocerla.

El nuevo paradigma que emerge apoya a la

síntesis sobre el análisis, al holismo sobre

el mecanicismo y a lo complejo sobre lo no

lineal. Además, se integra al observador en

lo observado y no se le mantiene afuera,

como es tradicional. El hombre es parte de

la naturaleza y por consiguiente los pro-

blemas naturales son problemas humanos.

Aunque parece muy simple, el enunciado

anterior es parte de una gran discusión

(política, económica o religiosa), a veces

no escrita ni reflexionada, pero existente.

Esta decisión es muy relevante, ya que, en

gran parte, puede ser la causa de todos

los males ambientales antropogénicos, en

particular del llamado cambio global. Y es

fundamental en la construcción del pensa-

miento humano sobre la realidad: una de-

cisión tan simple como concluir si estamos

10

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 14: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

adentro o afuera es punto de quiebre en el

futuro de la vida misma.

El filósofo francés Edgar Morin, reconocido

por la UNESCO como “El Pensador Planeta-

rio”, propuso la filosofía de los sistemas com-

plejos, mientras que Rolando García aterrizó

estas ideas hacia una epistemología. Sin em-

bargo, ambos estuvieron de acuerdo en la

necesidad de la interdisciplinariedad sobre la

multidisciplinariedad, para llegar a la trans-

disciplinariedad. Me detengo aquí un poco.

Los problemas ambientales tienen un origen

dentro del sistema complejo y este sistema

es multidisciplinario, es decir, está confor-

mado por partes de diversas naturalezas que

son objetos, a su vez, de diversas disciplinas.

Abordar y dar soluciones a estos problemas

no puede ocurrir bajo el marco conceptual

de una sola disciplina, dado que solo se re-

solverá lo referente a esas partes que le co-

rresponden. Así mismo, al solo trabajar con

muchas más partes pero de varias disciplinas

(multidisciplinariedad), nunca será posible

aproximarse a las interrelaciones entre las

partes. Para lograrlo es necesario que las

disciplinas (o mejor aún, los “expertos” en

esas disciplinas) interactúen (interdiscipli-

nariedad). De esta forma se establecerá el

camino para la transdisciplinariedad, que es

lo que está entre las disciplinas y lo que las

trasciende.

¿Cómo, cuándo, dónde y por qué realizar

transdisciplinariedad? Comenzaré por la

última pregunta. Porque los problemas am-

bientales antropogénicos son multidiscipli-

narios y por consiguiente las soluciones más

adecuadas sólo serán transdisciplinares. Un

problema ambiental generado por activida-

des humanas involucra, obviamente, al hom-

bre. Así que es un problema que afecta tanto

la esfera social como la ambiental (natural).

Su solución no puede surgir exclusivamente

de la parte ambiental (biótica o abiótica), sin

que se considere la parte social y, lo más im-

portante, las interrelaciones entre estas par-

tes. La transdisciplinariedad se puede desa-

rrollar en el marco de los sistemas complejos

y en forma particular, cuando se involucra un

problema antropogénico, dentro de los sis-

temas socioecológicos. Como ya comenté,

el pensamiento complejo comienza a per-

mear en la academia, pero aún está en esa

fase de inicio en la que se difunde picando

piedra contra las resistencias esperables de

académicos que enfrentan algo diferente. El

académico, como cualquier humano en cual-

quier actividad, puede estar en una zona de

confort muy difícil de abandonar. Por otro

lado, creo que la última pregunta es la más

complicada: ¿cómo realizar transdisciplina-

riedad en sistemas complejos? Mi respuesta

es que no lo sé bien. No obstante, les comen-

taré mi experiencia en un caso de estudio.

Hace un par de años me involucré en un pro-

yecto ambicioso para generar estrategias de

adaptación al cambio climático basadas en

ecosistemas para la Sierra Madre Oriental.

Se conformó un equipo de aproximadamen-

te 36 profesionales de varias instituciones

nacionales e internacionales; además, conta-

mos con apoyo técnico. El equipo fue multi-

disciplinario y estuvo formado por ecólogos,

biólogos, sociólogos, geógrafos, agrónomos,

meteorólogos, climatólogos, expertos fores-

tales, entre otros. Una de nuestras primeras

reuniones fue crucial, ya que en ella se acor-

dó que nuestro marco conceptual estaría

enfocado en la epistemología de los sistemas

complejos. Tuvimos claro el problema de in-

vestigación, el equipo fue multidisciplinario,

el marco de trabajo se centró en sistemas

complejos y se consideró a la población de

las localidades como actores fundamenta-

les en el proyecto. Se obtuvieron excelentes

resultados en diferentes temas que fueron

abordados por los expertos y se generaron

estrategias de adaptación al cambio climá-

tico para la zona, que fueron consensuadas

por todos los actores (académicos, población

local, gobierno, etcétera). Sin embargo, no

se estableció el sistema y por consiguiente

tampoco las interrelaciones entre los com-

ponentes de los subsistemas social y natural.

Por lo anterior, las estrategias de adaptación

no surgieron propiamente del mismo siste-

ma, de la transdisciplinariedad. Nos faltó

tiempo (el cual es un tesoro preciado) para

lograr la comunicación entre el equipo. No se

logró la integración para llegar acuerdos de

interdisciplinariedad. Desde mi punto de vis-

ta, esto se habría logrado si se hubieran ma-

nejado “lenguajes comunes” que facilitaran

la comunicación entre disciplinas. Empero,

no es posible que los académicos conozca-

mos todos los temas y manejemos todos los

conceptos (es decir, que seamos “políglotas”

académicos). Faltan conectores e integra-

dores de la información; dicho de otra ma-

nera, profesionales que bajo el marco de los

sistemas complejos tengan la capacidad de

armar el rompecabezas, sabiendo cuáles son

las preguntas adecuadas que deben ser con-

testadas por los especialistas. El problema

es que esos profesionales son muy escasos

y por ahora no conozco programa educativo

que los forme. Los que hay son productos de

la experiencia, de vocación, de compromiso

socioambiental y de capacidad propia para

establecer esos vínculos interdisciplinarios.

Estamos en el comienzo de una nueva for-

ma de aproximarnos a los problemas, bajo

un marco epistemológico diferente. Una

aproximación que es bienvenida, dado que

los problemas se mantienen y no se han so-

lucionado debido a la forma en que se abor-

dan. Así, todos los actores involucrados en

la problemática ambiental podrán plantear

soluciones viables y exitosas. Todos somos

uno formando parte del planeta.

11

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 15: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

El hombre es parte de la naturaleza y

por consiguiente los problemas naturales

son problemas humanos

12

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 16: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

La Ingeniería Ecológica en la era

del Antropoceno urbano

Gabriela A. Vázquez Rodríguez

Profesora investigadora del Centro de Investigaciones

Químicas. Instituto de Ciencias Básicas e Ingeniería,

Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, México

[email protected]

13

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 17: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

Desde su más temprana edad, las sociedades

humanas han tenido un impacto en el medio

ambiente. Primero como cazador recolec-

tor, luego como agricultor sedentario, el ser

humano ha modificado el espacio y los siste-

mas naturales. Durante miles de años estos

cambios fueron limitados y, aunque implica-

ron incluso extinciones (como en algunas es-

pecies de la megafauna del Pleistoceno), no

afectaron al planeta en su conjunto.

Hoy, habitamos una Tierra en la que la in-

fluencia humana es más poderosa que nun-

ca. El cambio climático, el deterioro de la

capa de ozono, la acidificación de los océa-

nos y la contaminación química global son

muestra de que el género humano es una

fuerza capaz de modificar por completo

nuestro planeta. Algunos científicos incluso

sostienen que las actividades humanas po-

drían haber dejado vestigios en el registro

geológico terrestre, análogos a la huella de

iridio que imprimen en la superficie terres-

tre los impactos de meteoritos. Uno de es-

tos científicos es el químico holandés Paul

Crutzen (premio Nobel de Química de 1995

junto con Sherwood Rowland y Mario Moli-

na), quien en 2000 acuñó el término Antro-

poceno para distinguir la época geológica en

la que nos encontramos desde la Revolución

Industrial. Según Crutzen, el Homo sapiens

constituye una fuerza de la naturaleza que

puede, por sí sola, determinar el destino de

todas las formas de vida. Por ejemplo, la se-

lección ejercida por la tecnología y las acti-

vidades humanas ha acelerado cambios evo-

lutivos en las especies que nos rodean, que

son particularmente evidentes en las plagas

agrícolas, en especies patógenas y de interés

comercial. Estos cambios son tan grandes

que hay quienes consideran que los humanos

podríamos incluso ser la fuerza dominante

en el proceso evolutivo (Palumbi, 2001).

Quizás no haya una manifestación más clara

del Antropoceno que la expansión de las ciu-

dades. Hacia 1800, sólo el 2% de la población

mundial vivía en un área urbana; en 2014,

esta proporción alcanzó el 54% y seguirá

aumentando en las próximas décadas (Uni-

ted Nations, 2014). Además, las ciudades

están hoy más intensamente pobladas que

en cualquier otro momento de la historia. En

1900 no había ninguna megaciudad (aglo-

meración con una población de diez millones

de habitantes o más) mientras que en 2014

podían contarse 28 de ellas. Así mismo, las

áreas urbanizadas se incrementan año con

año. La megaciudad más grande del mundo,

la aglomeración Tokyo-Yokohama (38 mi-

llones de habitantes en 2014) cubre 13,500

km2, una superficie mayor que la de Jamai-

ca (11,000 km2; Seto et al., 2013). Aunque

se estima que las ciudades solo representan

una pequeña fracción de la superficie terres-

tre emergida (alrededor de 3-5% en 2008),

Hoy, habitamos una Tierra en la que la influencia humana es más poderosa que nunca

14

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 18: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

en 2030 podrían constituir el 10% (Seto et

al., 2011).

El Antropoceno urbano

Antiguamente se pensaba que las ciudades

solo tenían un impacto en sus alrededores

inmediatos. Sin embargo, una aglomeración

urbana ocasiona profundos cambios am-

bientales, algunos de los cuales pueden ser

de naturaleza global. Los principales tienen

relación con el uso de suelo, la biodiversidad,

los ciclos biogeoquímicos, el clima y los siste-

mas hidrológicos (Grimm et al., 2008).

El primer aspecto se refiere a que las ciu-

dades se apropian paulatinamente no solo

de superficies sobre las cuales asentarse,

sino también de otras situadas fuera de sus

límites, que sostendrán las demandas de la

población (por ejemplo, las áreas necesarias

para disponer los residuos sólidos genera-

Paul Crutzen (premio Nobel de Química de 1995 junto con Sherwood Rowland y Mario Molina), quien en 2000 acuñó el término Antropoceno para distinguir la época geológica en la que nos encontramos desde la Revolución Industrial.

dos). Así, se habla de que la huella ecológica

de una ciudad puede ser decenas o cientos

de veces mayor que su superficie. De la mis-

ma forma, cuando una superficie natural se

urbaniza, deja de prestar determinados ser-

vicios ambientales, como la provisión de ali-

mentos y madera, la captura de carbono y la

depuración del agua luego de su percolación

a través del suelo, entre otros.

Los cambios en la biodiversidad están muy

ligados al aspecto anterior: cuando una

ciudad se expande, desplaza a las especies

animales y vegetales nativas. Un estudio re-

ciente estimó que hacia 2030 la urbanización

afectará aún más a 139 especies de anfibios,

41 de mamíferos y 25 de aves que ya se con-

sideran en peligro de extinción (Seto et al.,

2012). De hecho, se considera que la urbani-

zación es posiblemente la principal causa de

pérdida de hábitat y de biodiversidad en el

mundo (Seto et al., 2011). En contrapar-

las ciudades están hoy más intensamente

pobladas que en cualquier otro momento

de la historia

15

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 19: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

te, las comunidades urbanas pueden tener

una biodiversidad importante debido a la

introducción de especies exóticas, cuyo

efecto en la productividad primaria, entre

otros procesos, aún debe elucidarse (Kaye

et al., 2006).

Las áreas urbanizadas son también res-

ponsables de alterar los ciclos biogeoquí-

micos, es decir, las rutas que siguen los

elementos químicos (como el carbono o

el nitrógeno) en el medio ambiente. De-

bido a que concentran industrias y gran-

des parques vehiculares, las ciudades son

fuentes importantes de CO2 y otros gases

de efecto invernadero (como NOx, O

3 y

SO2). Estos gases que se generan en las

ciudades se depositan en ellas o bien en

sus alrededores; a algunos de ellos (en

particular, a los gases nitrogenados como

el NO2), se les atribuye además la genera-

ción de lluvia ácida y la eutrofización de

las corrientes de agua cercanas. Además

de su efecto en el cambio climático global

por la vía de la emisión de gases de efec-

to invernadero, las ciudades modifican

la temperatura local por el fenómeno de

las islas urbanas de calor. Estas islas se

originan en parte porque los materiales

de construcción, tales como el concreto

y el asfalto, absorben una gran propor-

ción de la radiación solar que reciben, la

cual se libera luego en forma de calor. En

consecuencia, en las ciudades prevalecen

temperaturas superiores a las de sus al-

rededores, especialmente por la noche.

Esta diferencia puede ser de 6.5°C en la

Ciudad de México, o de 12°C en Tokyo.

Las islas urbanas de calor pueden inducir

la formación de smog fotoquímico, y ge-

nerar patrones de circulación de aire que

dispersen contaminantes fuera de la ciu-

dad.

Por último, las aglomeraciones urbanas tie-

nen un profundo impacto en el medio acuá-

tico, ya que el recorrido del agua en una ciu-

dad es muy distinto al que seguía antes de

que esa zona se urbanizara. Por una parte,

las ciudades suelen estar construidas cerca

de las fuentes de agua superficial, para facili-

tar el acceso de los habitantes a este recurso

indispensable. Como resultado, los ríos y del-

tas se han desviado de sus cauces originales,

algunos incluso se han canalizado, y se han

modificado o perdido los servicios ambien-

tales que prestaban (por ejemplo, el abas-

tecimiento de agua de buena calidad o el

mantenimiento de biodiversidad acuática).

Por otra parte, en el medio urbano abundan

las superficies impermeables, tales como las

azoteas, las banquetas y las calles asfaltadas.

Estas superficies definen la manera en que

el agua se mueve por una ciudad, ya que no

permiten la infiltración del agua de lluvia al

suelo y favorecen que el agua de escorrentía

16

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 20: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

En la década de 1970 nació la Ecología Urbana,

impulsada por el programa

El hombre y la Biosfera de la UNESCO

Foto: Eddier Montiel

fluya a gran velocidad y se produzcan inun-

daciones. Esta agua de escorrentía urbana,

junto con el agua residual producida por sus

habitantes, es vehículo de numerosos con-

taminantes que terminan en los cuerpos de

agua vecinos, y una causa importante de

erosión de suelos.

El fenómeno urbano, la Ecología y la Ingeniería Ecológica

La Ecología se ha resistido a considerar a

las sociedades humanas y a sus obras como

sujeto de experimentación y como objeto

teórico (Alberti et al., 2003). Por ello, no es

de extrañar que las ciudades solo hayan sido

estudiadas desde el punto de vista ecológi-

co a partir de finales del siglo XX. El medio

urbano, como todos aquellos dominados por

actividades humanas, se distingue de otros

ecosistemas en que los seres humanos son

determinantes en los flujos de materia y

energía, tiene una baja estabilidad y un gran

número de especies no nativas, entre otros

factores. Así, aún es incierto si las ciudades

pueden explicarse mediante los principios

establecidos para los ecosistemas “natura-

les” o escasamente alterados por el hombre.

Por ejemplo, los flujos de materia que exis-

ten en una ciudad (y que están dominados

por factores humanos) son tan intensos que

no permiten ser estudiados por los modelos

tradicionales (Kaye et al., 2006).

En la década de 1970 nació la Ecología Ur-

bana, impulsada por el programa El hombre

y la Biosfera de la UNESCO. Este programa

fue el primero en financiar investigación que

agrupara a científicos de las ciencias natu-

rales y de las humanidades para abordar los

ecosistemas urbanos. McDonnell (2011) de-

17

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 21: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

Vegetación(Phragmites sp.)

LáminaImpermeable

E�uente

Tubería �exible

Arqueta se Salida

Tubería de Recogida

GravaTerrenoZona deReparto

In�uente

Tubería de distribución

fine a la Ecología Urbana como la integración

de las ciencias naturales y sociales que busca

explorar y resolver las múltiples dimensiones

de los ecosistemas urbanos. Este mismo au-

tor señala que la Ecología Urbana tiene dos

campos de investigación principales, a saber,

la ecología en y de las ciudades. La primera

se refiere a estudios focalizados en una sola

ciudad, tales como los que estiman la huella

ecológica de una ciudad en particular, mien-

tras que la segunda realiza investigaciones a

mayor escala que incorporan las dimensio-

nes ecológica y social al medio urbano en

general.

A diferencia de la Ecología Urbana, que se

inclina más al estudio de aspectos funda-

mentales de la organización ecológica en y

de las ciudades, la Ingeniería Ecológica nació

con una orientación hacia la resolución de

problemas. Su fundador es el célebre ecólo-

go H. T. Odum, quien en 1971 la describió

como “el manejo ingenieril de la naturaleza”

(Mitsch, 2012). El origen de esta disciplina

forma parte de la crítica que, muy tardía-

mente, empezó a enfrentar al paradigma

tecnológico vigente desde la Revolución In-

dustrial, basado en la producción masiva, en

el uso intensivo de combustibles fósiles y en

la cuantiosa producción de residuos. En este

modelo alternativo, por vez primera, figura

el entorno social y humano; además, la tec-

nología aparece como una herramienta clave

para superar la degradación ambiental.

La Ingeniería Ecológica se refiere al diseño de

ecosistemas sostenibles que integren a la so-

ciedad humana con su ambiente natural para

beneficio de ambos. Sus principales objetivos

son la restauración de ecosistemas afectados

sustancialmente por actividades humanas y

el desarrollo de nuevos ecosistemas soste-

nibles que tengan valor humano y ecológico

(Mitsch, 2012). Los sistemas así generados

deben basarse en el uso de fuentes naturales

de energía (principalmente solar) y caracte-

rizarse por su autoorganización. Esto quiere

decir que los componentes y la estructura ini-

ciales del sistema son responsabilidad huma-

na; una vez puesto el ecosistema en marcha,

la naturaleza toma el control, de modo que

su composición y estructura se transforman

para responder a las condiciones ambientales

específicas. En consecuencia, no es necesario

añadir intencionalmente materia o energía

para conservar el ecosistema en una condi-

ción particular.

Una aplicación destacada de la Ingeniería

Ecológica es el diseño de sistemas ecológi-

cos (o ecotecnologías, como también se les

llama) que puedan resolver o mitigar un pro-

blema ambiental, principalmente de conta-

minación. Estas ecotecnologías se proponen

como alternativas a los sistemas convencio-

nales, los cuales recurren al uso intensivo de

energía. Algunos ejemplos típicos de siste-

mas ecológicos son los humedales artificiales

para el tratamiento de aguas residuales, que,

al ser impulsados principalmente por ener-

gía solar, requieren menos energía que una

planta de tratamiento de lodos activados;

por tal motivo, se utilizan ampliamente en el

mundo desde hace más de cincuenta años.

Otras aplicaciones de la Ingeniería Ecológica

Algunos ejemplos típicos de

sistemas ecológicos son los

humedales artificiales para el

tratamiento de aguas residuales

18

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 22: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

van desde la restauración de ecosistemas

dañados hasta la integración de la sociedad

y los ecosistemas en ambientes antrópicos,

como podría ocurrir en la planeación del

paisaje o en el diseño de sistemas hortíco-

las en medio urbano.

Alrededor del mundo se están empleando

ecotecnologías para mitigar algunos de

los efectos negativos de la urbanización.

Además de los mencionados humedales

artificiales, destacan las azoteas verdes y

los tanques de biorretención. Los tejados

representan más del 30% de las áreas im-

permeables de una superficie urbanizada;

así, la sustitución de tejados convenciona-

les por azoteas verdes disminuye signifi-

cativamente el volumen de la escorrentía

urbana, ya que retienen temporalmente el

agua pluvial y aumentan su retorno a la at-

mósfera a través de la evapotranspiración.

Las azoteas verdes también amortiguan las

islas urbanas de calor y reducen el ruido y la

contaminación atmosférica. Incluso, con el

diseño adecuado, una azotea verde puede

trocarse en un huerto que aporte benefi-

cios económicos a los usuarios y que con-

tribuya a aumentar la soberanía alimenta-

ria de las ciudades. En cuanto a los tanques

de biorretención, también conocidos como

jardines de lluvia, estos se instalan en las

depresiones naturales del terreno, en don-

de funcionan como almacenes temporales

del agua de escorrentía urbana. Dado que

se rellenan de material filtrante y se recu-

bren de plantas, contribuyen al restableci-

miento de la infiltración al suelo y a la des-

contaminación del agua que se percola, que

son procesos naturales que la impermeabi-

lidad urbana limita. En todas sus variantes,

estas ecotecnologías representan ecosis-

temas artificiales autoorganizados que

brindan servicios ambientales adicionales,

como funcionar de hábitat para ciertas es-

pecies y ofrecer espacios verdes agradables

a la población.

Por una IngenieríaEcológica urbana

En una obra reciente de síntesis, Ortiz-Mo-

reno et al. (2014) hacen hincapié en que

los dispositivos, métodos o procesos eco-

tecnológicos deben, además de propiciar

una relación armoniosa con el ambiente,

contribuir a la mejora de las condiciones de

vida de los habitantes del medio rural, que

han sido los grandes olvidados del modelo

tecnológico actual. En nuestro país, cerca

del 60% de la población en condiciones de

pobreza extrema es rural, y por lo tanto

cualquier acción que contribuya a satisfa-

cer las demandas básicas de este sector tan

marginado es urgente. Así, ecotecnologías

como los humedales artificiales, los biodi-

gestores o los huertos biointensivos pue-

den ser parte de estrategias compatibles

con el entorno que contribuyan a ese de-

sarrollo comunitario tan imperioso. Como

señala la obra antes referida, la experien-

cia ecotecnológica en México es amplia

en el medio rural; sin embargo, dado que

las grandes carencias de este sector de la

población siguen sin ser cubiertas, estos

esfuerzos deberán aún incrementarse sig-

nificativamente. Sin minimizar la impor-

tancia de las aplicaciones de la Ingeniería

Ecológica en el sector rural, es necesario

resaltar que los problemas ambientales del

medio urbano, ya mencionados, también

podrían atenderse mediante los desarro-

llos que esta disciplina ofrece. Aunque cada

vez más son los países que regulan a favor

del empleo de azoteas verdes y tanques de

biorretención, aún es necesario investigar

cómo deben estructurarse las comunida-

des de plantas a instalar en una gran va-

riedad de zonas climáticas alrededor del

mundo. Así mismo, aún debemos conocer

el efecto neto de estas ecotecnologías en

la calidad del agua, y adaptarlas para reu-

sar el agua que proporcionan. En combina-

ción con los sistemas de captación de agua

de lluvia, las ecotecnologías representan

fuentes alternativas de abastecimiento de

agua, cuyo desarrollo es indispensable im-

pulsar en nuestro país y en el mundo.

19

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 23: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

Ecotecnologías como las azoteas verdes y los tanques de biorretención permiten mitigar los efectos negativos de la urbanización

Referencias

Alberti, M., Marzluff, J. M., Shulenberger, E., Bradley, G.,

Ryan, C. y Zumbrunnen, C. 2003. Integrating humans into

ecology: opportunities and challenges for studying urban

ecosystems. BioScience, 53(12): 1169-1179.

Grimm, N. B., Faeth, S. H., Golubiewski, N. E., Redman, C.

L., Wu, J., Bai, X. y Briggs, J. M. 2008. Global change and

the ecology of cities. Science, 319: 756–760.

Kaye, J. P., Groffman, P. M., Grimm, N. B., Baker, L. A. y

Pouyat, R. V. 2006. A distinct urban biogeochemistry?

Trends in Ecology and Evolution, 21(4): 192-199.

McDonnell, M. J. 2011. The History of Urban Ecology. An

Ecologist’s perspective. En: Urban Ecology: Patterns, Pro-

cesses and Applications (Niemelä, J., Breuste, J. H., Elm-

qvist, T., Guntenspergen, G., James, P. y McIntyre, N. E.,

Eds.). Oxford University Press, Oxford.

Mitsch, W. J. 2012. What is ecological engineering? Ecolo-

gical Engineering, 45: 5-12.

Ortiz-Moreno, J. A., Masera-Cerutti, O. R. y Fuentes-Gu-

tiérrez, A. F. 2014. La Ecotecnología en México. Unidad de

Ecotecnologías del Centro de Investigaciones en Ecosis-

temas de la Universidad Nacional Autónoma de México,

campus Morelia.

Palumbi, S. R. 2001. Humans as the world’s greatest evolu-

tionary force. Science, 293(5536): 1786-1790.

Seto, K. C., Fragkias, M., Güneralp, B. y Reilly, M. K. 2011.

A meta-analysis of global urban land expansion. PloS One,

6(8): e23777.

Seto, K. C., Güneralp, B., y Hutyra, L. R. 2012. Global fo-

recasts of urban expansion to 2030 and direct impacts on

biodiversity and carbon pools. Proceedings of the National

Academy of Sciences, 109(40): 16083-16088.

Seto, K. C., Parnell, S. y Elmqvist, T. 2013. A global outlook

on urbanization. En: Urbanization, biodiversity and ecosys-

tem services: Challenges and opportunities (Elmqvist et al.,

Eds.). Springer-Verlag, Dordrecht.

United Nations. 2014. World Urbanization Prospects: The

2014 Revision. Nueva York.

20

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 24: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

¿Existe más vida

inteligente en el

universo?Fernando Pérez Cervantes1 y Ulises Iturbe2

1. Biólogo egresado de la Licenciatura en Biología, Área Académica de

Biología. Instituto de Ciencias Básicas e Ingeniería. Universidad Autónoma

del Estado de Hidalgo, Hidalgo, México

2. Profesor Investigador del Área Académica de Biología

Instituto de Ciencias Básicas e Ingeniería, Universidad Autónoma

del Estado de Hidalgo, Hidalgo, México

21

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 25: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

El posible contacto con civilizaciones extra-

terrestres se ha convertido en un tema bas-

tante común para la mayoría de las personas

en Occidente. Todos hemos oído hablar de

platillos voladores y marcianos verdes. Pro-

bablemente, la industria cinematográfica,

con sus cada vez más sofisticados efectos

especiales y presupuestos millonarios, sea la

principal responsable de popularizar un es-

cenario hipotético en el que nuestra civiliza-

ción mundial y una proveniente del espacio

exterior se encuentran de manera inevitable

y no siempre pacífica. La mayoría de los fil-

mes muestra a los humanos como la espe-

cie tecnológicamente atrasada (en realidad,

la flota aeroespacial de los Estados Unidos,

con toda su enorme sofisticación, solo les ha

permitido acercarse de manera muy breve

a nuestro satélite natural, la Luna, situada a

solamente 384,400 km de la Tierra; eso sin

contar con los graves riesgos y enormes cos-

tos financieros que demanda tal empresa).

De regreso a la ficción, nuestros supuestos

visitantes galácticos, con sus grandes naves

nodrizas, recorren distancias interestelares

de billones de kilómetros con las manos (o

tentáculos) en la cintura. Los humanos es-

tamos aún muy lejos de realizar una hazaña

semejante.

Fuera del mundo de Hollywood, la posibi-

lidad de contactar con alguna civilización

tecnológicamente avanzada es para algunos

científicos un tema muy serio. En 1960, jus-

to en el auge de la carrera espacial entre los

Estados Unidos y la Unión Soviética, el as-

trónomo estadounidense Frank Drake utili-

zó un radiotelescopio de 26 metros del Insti-

tuto Nacional de Radioastronomía en Green

Bank, Virginia, con el fin de detectar alguna

señal de radio proveniente del espacio ex-

terior que pudiera ser identificada como un

mensaje alienígeno. Este proyecto de tres

meses denominado Ozma (nombrado así

por la reina de la tierra de Oz) fue el primero

de su tipo. Desde entonces se ha desarrolla-

do un programa más ambicioso y de mayor

alcance, el cual formó parte, aunque de ma-

nera breve, de los programas de investiga-

ción institucionales de la NASA, nombrado

S.E.T.I. (Search for ExtraTerrestrial Intelligen-

ce o en español, Búsqueda de Vida Extrate-

rrestre Inteligente) para escudriñar el cielo

y captar el anhelado mensaje que nos diga

que no estamos solos. Pero, si lo evaluamos

científicamente, ¿hay suficiente evidencia

que sugiera que existen realmente seres in-

teligentes en algún otro planeta de nuestra

galaxia? Vamos a discutirlo.

22

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 26: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

La vida y sus elementos

Durante siglos se creyó que los seres vivos

debían estar impregnados de alguna sus-

tancia especial, no presente en los demás

objetos inanimados; se llamaba “fuerza vi-

tal”. Aunque parte de esta idea tenía un

fundamento religioso, el soporte principal

de este pensamiento, llamado vitalista, era

la impotencia de los químicos por sintetizar

compuestos orgánicos a partir de compues-

tos inorgánicos, y el fracaso de los físicos al

tratar de explicar fenómenos biológicos por

vías mecanicistas. Sin embargo, en 1828

el químico Friedrich Wöhler pudo producir

un compuesto solo presente en la orina, la

urea, al calentar cianato de amonio. Esto

demostraba que la conversión de compues-

tos orgánicos en inorgánicos podía darse en

sentido inverso. Más de 100 años después,

en 1953, el estudiante de doctorado Stan-

ley L. Miller, bajo la supervisión del premio

Nobel Harold C. Urey, consiguió sintetizar

de manera abiótica compuestos orgánicos

elementales para la vida: aminoácidos. Lo

lograron haciendo reaccionar en un matraz

amoniaco, metano, hidrógeno y vapor de

agua bajo pequeñas descargas eléctricas

y durante pocos días. Ahora se tiene muy

claro que los átomos de elementos como

el carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno

y fósforo, que construyen las moléculas de

los seres vivos, no tienen nada de especial

con respecto a los átomos que conforman

las moléculas de los objetos inanimados. El

vitalismo ya ha sido remplazado por las leyes

de la Química.

Sorprendentemente, todos los elementos

que conforman las moléculas de la vida y

de los objetos naturales son el resultado de

poderosas reacciones de fusión termonu-

clear que suceden en lo más profundo de las

grandes estrellas moribundas que, al auto-

destruirse, arrojan su material al espacio por

violentas explosiones estelares denomina-

das supernovas. Esta materia se conglomera

por la acción de la gravedad y es la materia

prima para dar forma a una nueva genera-

ción de estrellas y, con suerte, de nuevos

planetas. Es casi seguro que nuestro sistema

solar se formó de esta manera.

La vida misma

La posible existencia de inteligencias ex-

traterrestres depende totalmente de la fre-

cuencia relativa del origen independiente de

formas de vida. Como dejó claro el científico

Luis Pasteur con sus experimentos diseña-

dos para destruir la teoría de la generación

espontánea de los microbios: los seres vi-

vos solo proceden de otros seres vivos. Una

mera acumulación de compuestos orgánicos

no produce nada; la vida no es una colección

o suma de moléculas orgánicas, es más bien

un proceso emergente de estas. Para el as-

trónomo y singular divulgador de la ciencia

Carl Sagan, el fenómeno de la vida puede

contemplarse como una gran y armoniosa

melodía, de la cual todos los organismos que

habitamos la Tierra representamos solo una

simple nota. Pero, ¿qué es la vida en primer

lugar? Actualmente no se tiene una defini-

ción que sea completamente satisfactoria.

Sin embargo, sí se le pueden atribuir ca-

racterísticas o cualidades que nos permiten

identificarla. Los seres vivos son sistemas

moleculares basados en carbono, que inter-

cambian energía con el medio circundante

para mantenerse organizados. Obtienen

esta energía rompiendo moléculas energé-

ticas como el azúcar de mesa por medio de

una serie de reacciones enzimáticas conca-

tenadas, lo que denominamos metabolismo.

A su vez, las enzimas son la expresión mor-

fológica y funcional de un sistema heredita-

rio basado en genes. Las enzimas permiten a

los seres vivos crecer, repararse, reproducir-

se y, al paso de las generaciones, las especies

evolucionan. Si la vida de la Tierra presen-

ta cierta uniformidad metabólica es porque

todos descendemos de un ancestro común,

como nos mostró Charles Darwin.

Los bloques de construcción para crear com-

puestos orgánicos complejos son abundan-

tes en el universo debido a que constante-

mente están naciendo y muriendo estrellas.

En los últimos años los astrónomos han en-

contrado y catalogado cientos de planetas

23

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 27: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

¿Hay suficiente evidencia que

sugiera que existen realmente seres inteligentes en

algún otro planeta de nuestra galaxia?

24

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 28: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

extrasolares y la lista sigue en

aumento. Si tomamos en cuen-

ta que en nuestra galaxia exis-

ten unas 200,000 millones de

estrellas, el número de planetas

asociados a estas podría ser del

orden de miles o millones. Es

posible que algunos de estos

planetas alberguen condiciones

similares a las que se piensa que

existieron en la Tierra primiti-

va, con una gama de moléculas

orgánicas y fuentes energéticas

que fueron fundamentales en el

surgimiento de vida en nuestro

planeta. No obstante, nuestro

desconocimiento de los pasos y

circunstancias que se necesita-

ron para construir al primer pro-

to-organismo no nos permite

asegurar tajantemente si la vida

es un proceso químicamente fa-

vorable, y por lo tanto un fe-

nómeno relativamente común

en el universo, o por el con-

trario, un suceso totalmente

fortuito de evolución molecu-

lar terrestre. Si existe un tema

en la ciencia que se encuentre

La ecuación de Drake es un cálculo probabilístico que

intenta estimar la cantidad de civilizaciones tecnológicamente

avanzadas con las que se puede hacer contacto por medio de

tecnología de comunicación. Las variables son las siguientes:

(ver el recuadro). Los resultados

obtenidos de la ecuación pueden

ser muy variables, pero se esti-

ma que existe una civilización

por cada 100,000 estrellas, o sea

que en nuestra galaxia hay por

lo menos un millón de civiliza-

ciones tecnológicamente avan-

zadas coexistiendo justo ahora.

Entonces, si hay tantas civiliza-

ciones capaces de comunicarse

con nosotros en la galaxia, ¿dón-

de están?, ¿por qué no las hemos

encontrado? A esta cuestión se

le conoce como la paradoja de

Fermi, en honor al físico italiano

Enrico Fermi, quien la planteó

en la década de 1950. Tal vez la

respuesta a esta incógnita la po-

damos encontrar en el proceso

mismo por el cual surgió nuestra

propia civilización: la evolución.

En 1859 se publicó el libro El ori-

gen de las especies por medio de

la selección natural de Charles

Darwin, lo cual cambió comple-

tamente la visión que se tenía

acerca de la vida. En ese enton-

ces se creía que existía un plan

maestro que regía el cosmos,

que los planetas giraban alrede-

dor del Sol según las leyes de la

gravedad, con una periodicidad

que podía ser bien calculada. Los

seres vivos presentaban adap-

taciones finas que les servían

para sobrevivir. Todo había sido

creado con un propósito, todo

estaba determinado. Al final

de su viaje alrededor del globo

en el navío el Beagle, Darwin

comenzó a cuestionarse seria-

mente esta imagen de orden y

armonía del mundo. Los viajes

ilustran. Su teoría de la evolu-

ción por selección natural está

basada en observaciones cuida-

dosas y deducciones profundas.

Darwin se dio cuenta de que las

condiciones de vida de los or-

ganismos los obliga a competir

por los recursos, el espacio y la

reproducción. Esta competencia

es desigual, porque algunos in-

dividuos nacen con capacidades

ligeramente distintas que les

ayudan a desempeñarse mejor

N = R* · fp · n

e · f

l · f

i · f

c · L

N, número total de civilizaciones tecnológicamente avanzadas.

R*, ritmo anual de formación de estrellas "adecuadas" en la galaxia.

Fp, fracción de estrellas que tienen planetas en su órbita.

Ne , número de esos planetas orbitando dentro de la ecosfera de la estrella.

Fl, fracción de esos planetas dentro de la ecosfera en los que la vida se ha

desarrollado.

Fi, fracción de esos planetas en los que la vida inteligente se ha desarrollado.

Fc, fracción de esos planetas donde la vida inteligente ha desarrollado

tecnología avanzada e intenta comunicarse.

L, lapso medido en años durante el que una civilización inteligente y

comunicativa puede existir.

en el borde del conocimiento

y la ignorancia, es este. Tal

vez existan formas de vida en

otros planetas extraños que

no se basen en esqueletos mo-

leculares de carbono, posean

un código genético interpreta-

do por moléculas distintas del

RNA y DNA y presenten una

bioquímica ajena a la nuestra,

pero, por lo pronto, no lo sa-

bemos. Podríamos ser solo una

nota en la partitura universal

de la vida, o podríamos ser la

canción completa.

Donde haya vida,

¿habrá inteligencia?

Supongamos por un momento

que el fenómeno de la vida es

un hecho común en la galaxia.

¿Cuál es la posibilidad de encon-

trar vida inteligente? El pionero

en la búsqueda de civilizaciones

extraterrestres, Frank Drake,

ideó en 1961 una famosa ecua-

ción N = R* · fp · n

e · f

l · f

i · f

c · L con

el fin de resolver esta incógnita

25

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 29: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

en el medio, lo que les permitirá

dejar más descendientes que los

demás. Con el tiempo, sus hijos

remplazarán a los hijos de los

otros para dar lugar a una pobla-

ción transformada. Esta canali-

zación de características favora-

bles es la responsable de agrupar

las adaptaciones de las especies,

y si esta canalización se presenta

simultáneamente en dos pobla-

ciones aisladas correspondien-

tes a la misma especie, con el

paso de las generaciones, cada

una tendrá por separado sus

propias adaptaciones. Una de las

consecuencias lógicas del proce-

so evolutivo es la contingencia,

ya que depende totalmente de

las condiciones ambientales pre-

sentes en el momento y la varia-

ción genética disponible en las

poblaciones de seres vivos. Por

lo tanto, es un proceso que no se

puede predecir.

El origen de la vida, el desarro-

llo de la regulación genética, la

evolución de los organelos eu-

cariontes por simbiosis, el ori-

gen del sexo, la evolución de la

multicelularidad animal, el sur-

gimiento de un sistema nervio-

so y órganos sensoriales, entre

muchas otras novedades evolu-

tivas, son grandes transiciones

que debieron darse para que en

este momento histórico llegara

a existir una especie inteligente

y civilizada que se preguntara

sobre su ubicación en el cos-

mos. Esto además de una serie

enorme de sucesos que guiaron

el rumbo de la evolución, algu-

nos incluso catastróficos, como

el impacto de un gran asteroide

con el planeta al final del perio-

do Cretácico que nos quitó de en

medio a los grandes dinosaurios.

Así, los mamíferos se pudieron

diversificar. Para el paleontólo-

go Stephen J. Gould, la vida se-

ría muy distinta si volviéramos a

rebobinar los carretes de la pelí-

cula de la historia de la Tierra y

arrojáramos de nuevo los dados.

Es decir, la evolución de un gru-

po biológico con determinadas

características especiales es un

proceso irrepetible.

El presunto surgimiento inevi-

table de nuestra civilización hu-

mana es una ilusión que surge al

ver en retrospectiva la historia

de la vida en la Tierra. Entonces,

si la evolución es un fenómeno

natural tan fortuito e impredeci-

ble, es imposible que se repitan

los mismos sucesos en cualquier

otro planeta de la galaxia o de

cualquier otra galaxia. Aun si

apareciera vida de tipo micro-

biano en algún planeta, el análi-

sis anterior deja muy maltrecha

la posibilidad de la existencia

de organismos humanoides,

tan comunes en las películas de

ciencia-ficción y con los que mu-

cha gente sueña encontrarse.

Así mismo, socava fuertemente

la posibilidad de una vida inte-

ligente con la cual pudiéramos

contactar.

Algunos defensores del presunto

contacto extraterrestre tienen

claro este último problema, por

lo que argumentan que la vida

en otros planetas donde proba-

blemente surgieran civilizacio-

nes tecnológicas habría tomado

sus propios rumbos evolutivos,

con sus propias grandes tran-

siciones análogas a la nuestra,

hasta llegar a una respuesta evo-

lutiva similar e inteligente. Idea

que parece atractiva y sugeren-

te, pero que no deja de ser pura

especulación, además de tener

tintes deterministas. Cualquier

ecuación que intente arrojar luz

al respecto carece de un profun-

do rigor biológico-evolutivo. La

existencia de civilizaciones ex-

traterrestres tecnológicamente

avanzadas está soportada más

en las expectativas de los cien-

tíficos que creen en ellas, que

en pruebas empíricas que se

desprendan de la investigación

biológica.

Bibliografía complementaria:

Darwin, C. 1859. 1997. El origen de las especies. Universidad Nacional

Autónoma de México, México, D. F.

Gould, S. J. 1999. La vida maravillosa. Drakontos Bolsillo, Barcelona.

Lazcano, A. 1989. El origen de la vida. Editorial Trillas, México, D. F.

Mayr, E. 1998. Así es la Biología. Editorial Debate, Madrid.

Sagan, C. (Ed.) 1985. Comunicación con inteligencias extraterrestres.

Planeta, Barcelona.

26

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 30: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

El falso debate entre el creacionismo yel evolucionismo

Andrea G. Puente-Luna

Alumna de la Licenciatura en Biología, Área Académica de Biología. Instituto de Ciencias Básicas e Ingeniería. Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, Hidalgo, México

Para algunos creacionistas, es complicado

asimilar la existencia de un proceso evolutivo

en la naturaleza, o coexistir de una manera

tolerante con estas ideas; y esto es entendi-

ble, debido a que sus creencias e ideales giran

en torno a un ser creador del universo y de

cada organismo que habita en él. Esta con-

troversia ya es añeja: se inició cuando Charles

Darwin presentó una teoría que no daba ca-

bida al creacionismo, ya que, además de dar

forma a la idea de evolución, planteó la idea

de ancestría común y, lo más importante,

propuso el origen de las especies por medio

de un mecanismo totalmente natural.

Esto claramente representa un panorama

diferente al de la “posición central” del hom-

bre en el mundo (de acuerdo con las creen-

cias religiosas), lo que nos deja “desampara-

dos” en este mundo material. Pues aunque

el proceso evolutivo sea un hecho científico,

y no “solo una teoría”, lo que aprendemos

de él es que, aparte de estar emparentados

con otros organismos, también somos el re-

sultado de fuerzas evolutivas; somos sola-

mente uno de los numerosos productos de

la selección natural. Para muchas personas,

este proceso es inadmisible porque se opone

a su sentido de la identidad y a la idea de que

nuestro origen es distinto al del resto de las

especies (Coyne, 2009).

El ensayo “Creacionismo y evolución” (León,

2009), publicado anteriormente en esta

revista, aborda las perspectivas religiosa y

científica acerca de la evolución y discute los

aspectos erróneos en los que se basan algu-

nos creacionistas para intentar desacreditar

el proceso evolutivo; en particular, resulta

irónico el hecho de que exijan pruebas tan-

gibles del proceso, si se considera que sus

ideas se basan únicamente en creencias. El

ensayo mencionado me ha hecho reflexionar

lo siguiente.

A lo largo de la historia, muchas personas se

han esforzado por entender la naturaleza, y

han intentado dar una explicación convincen-

te a los fenómenos naturales que observaban

con frecuencia. En la antigüedad, debido al

desconocimiento, estos se adjudicaron a la

voluntad de seres superiores. Las creencias

religiosas son tan antiguas como la historia y

el desarrollo de la humanidad; en un mundo

donde no se realizaban aún experimentos ni

observaciones metódicas, todos creían en un

ser divino que había creado cada cosa en el

27

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 31: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

mundo, que había puesto estratégicamente a

cada especie biológica en su sitio, haciéndola

indispensable y, por lo tanto, estable. Las es-

pecies eran entonces inmutables y el mundo

tal y como lo conocemos había sido siempre

así, desde la creación.

De pronto, en la antigua Grecia sucede algo

distinto; personas como Tales de Mileto,

Anaxímenes, Anaximandro, Heráclito y De-

mócrito, entre otros, comenzaron a abrir sus

mentes a ideas diferentes, a pensar en otras

posibilidades. Estos filósofos se explicaban

la estructura física del universo sin emplear

exactamente las creencias religiosas tradicio-

nales de su época, y cada uno postuló ideas

sobre la composición de la naturaleza con

base en substancias materiales. Aunque en

esa época los conocimientos sobre la natu-

raleza eran limitados, al igual que las obser-

vaciones que pudieran realizarse, aquellas

primeras ideas filosóficas sobre el universo,

por más excéntricas que puedan parecernos

hoy, abrieron paso a nuevas perspectivas so-

bre todo lo que nos rodea. Cuando la mente

comenzó a desprenderse de mitos y fantasías

sobrenaturales, y se realizaron inferencias

y deducciones con base en razonamientos

lógicos, nació la Filosofía. Posteriormente,

a partir de estos mismos principios, nació la

ciencia, con un método científico estricto

y general que permite establecer hipótesis,

teorías y leyes apoyadas en evidencia empíri-

ca, que pueden ser aplicables universalmente.

En realidad, la ciencia se desarrolló en un

periodo de tiempo relativamente corto, aun-

que parezca que tiene una historia amplia y

antigua. En comparación con el origen de las

religiones, la ciencia es mucho más reciente.

Y así, desde el comienzo, los evolucionistas

tuvieron desacuerdos con muchas de las igle-

sias, en donde los creacionistas dominaban,

al descubrir y comprobar que ha sucedido y

sigue operando el proceso de la evolución. En

consecuencia, las especies no son inmutables

ni permanentes y, por supuesto, no fueron

creadas por un diseñador inteligente.

¿Y qué sucede ahora? A más de 150 años de

la publicación de El origen de las especies y del

gran impacto sociocultural que causó, la con-

troversia continúa entre los evolucionistas y

los creacionistas. Esto es entendible, ya que

es complicado cambiar de perspectiva cuan-

do, por generaciones, a estos últimos les han

inculcado creencias religiosas sobre la natura-

leza y no han tenido la mente abierta ante la

“Dios nace del miedo a estar solos en este mundo…

En algo se tiene que creer”

28

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 32: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

posibilidad de que las cosas puedan ser dife-

rentes a lo que les han contado.

Al abordarlo, este tema me parece controver-

sial y complejo. En él intervienen tantas cues-

tiones que primero dejaré en claro una cosa:

cualquier persona es libre de pensar lo que

quiera, ya sea si cree en el diseño inteligente

para explicar el origen de la naturaleza y las

formas vivientes, o si mantiene una actitud

crítica y acepta solo hechos comprobables.

Cada persona es diferente y tiene sus propias

razones para estar en el lugar en el que se en-

cuentra ahora. Y lo sé, ¡qué más quisiera un

científico que compartir sus conocimientos,

hacer que todos adquieran un pensamiento

crítico, una postura escéptica ante cuestiones

inverificables! Pero ni eso, ni la lógica moral

de los creacionistas, debe dar pauta a discri-

minaciones, acusaciones o aversiones entre

unos y otros.

Personalmente, por las razones que ya men-

cioné, no tengo problema alguno con las

opiniones de los demás sobre esta gran con-

troversia entre el evolucionismo y el creacio-

nismo; lo que no me parece adecuado es esa

necesidad de imponer los ideales propios a los

demás, esa necedad y deseos de destrozar las

opiniones de los que no comparten un mismo

punto de vista.

Qué más quisiera un científico que

compartir sus conocimientos,

hacer que todos adquieran un pensamiento

crítico, una postura escéptica

ante cuestiones inverificables

29

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 33: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

He de insistir en lo controversial y complejo del

asunto, que involucra la calidad de la informa-

ción que se divulga, la cual es otra de las causas

de la confusión y desinformación en la pobla-

ción. La tarea de un científico no solo consiste

en hacer investigaciones para conocer cómo

funciona la naturaleza, en leer, en publicar en

revistas de alto prestigio y en ser reconocido;

se trata también de divulgar el conocimiento.

Desde mi punto de vista, dar a conocer a la

gente los avances de la ciencia es lo más im-

portante que un investigador puede hacer.

Antes consideremos algo; en el año 2013

se reportó en el periódico La Jornada (Poy,

2013), la noticia de que México tenía el pri-

mer lugar en el número de desertores escola-

res de entre 15 y 18 años de edad, de acuerdo

con los datos publicados por la OCDE (Orga-

nización para la Cooperación y el Desarrollo

Económicos) en el Panorama de la Educación

2013. En ese mismo documento (OCDE,

2013), se señala que el 64% de los jóvenes de

16 años están matriculados en la educación

media superior, pero esta cifra baja a 37% en-

tre los jóvenes de 18 años, lo cual ratifica los

datos de una elevada deserción escolar. Pero

eso fue hace dos años, ¿no? Al año siguiente,

en el Panorama de la Educación 2014 (OCDE,

2014), se reportó que solo el 53% de jóvenes

de entre 15 y 19 años de edad se encuen-

tra estudiando. Sin embargo, la tendencia a

abandonar prematuramente los estudios se

Los canales “educativos” internacionales, que uno supone que están dedicados a la divulgación científica, tocan temas fantasiosos mostrándolos como verídicos, con falsas evidencias (Iturbe y Macías,

2014)

Crédito de la imagen: DCI

mantiene: el 62% de los jóvenes de 16 años

cursa la educación media superior, el 35% de

los jóvenes de 18 años están matriculados

(19% en educación media superior y 16%

en educación superior), y solo el 30% de los

jóvenes de 20 años están estudiando en el

nivel medio superior y superior (6% y 24%,

respectivamente). Eso fue en 2014… Y este

año, de nuevo en ese periódico, se expusieron

los datos calculados por la OCDE en el Repor-

te Intermedio del Panorama Educativo, que

reporta que el 52% de la población no ha lo-

grado concluir sus estudios en el nivel medio

superior (Poy, 2015).

Pero, ¿a qué quiero llegar con esto? Lamen-

tablemente, nuestro país padece una elevada

deserción escolar, lo cual significa que hay

más jóvenes (generalmente) que se dedican

a trabajar o a otras actividades en lugar de

estar estudiando en alguna institución. Y re-

tomando la idea de la importancia de la divul-

gación científica, y sobre todo, de la calidad

de la información que se difunde, nos encon-

tramos con otro problema grave: la desinfor-

mación. He retomado este término de Sarto-

ri (1998), quien en su libro Homo videns, la

sociedad teledirigida define “desinformación”

como una distorsión (y no la falta) de la infor-

mación que se difunde.

Por ejemplo, la televisión nacional promueve

el pensamiento religioso y la credulidad con

Comúnmente, a los creacionistas se les ha ca-

talogado como personas intolerantes e inflexi-

bles, pero en realidad esto no puede genera-

lizarse; es solo un grupo de ellos el que suele

actuar así. Por esta razón se les ha llamado

también “fundamentalistas”, pues son consi-

derados los más conservadores e inflexibles

en las religiones. Ellos han educado por años

a miles de personas con la idea de que los es-

critos de sus libros sagrados son la absoluta y

textual verdad, y que si llegas a dudar o a cues-

tionarlos en algo, es un completo error. Ellos

no necesitan pruebas, ni nada por el estilo: les

basta con leer su libro sagrado para aceptar

completamente los relatos como verídicos.

Consideran lo descrito en su libro como parte

de la historia del universo, como verdadera his-

toria natural. Durante años se han enfrentado

con todos aquellos científicos que explican el

origen del universo y de la vida con base en

evidencias tangibles, y básicamente lo único

que los creacionistas fundamentalistas per-

ciben del trabajo científico es que descarta la

posibilidad de intervención divina.

Es realmente preocupante ver que en nuestro

país haya personas que rechacen el proceso

evolutivo. No solo somos uno de los países

con mayor diversidad biológica; también

poseemos una gran diversidad cultural, así

como una diferencia muy marcada de opinio-

nes acerca de cómo se originó el universo y la

vida en este.

30

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 34: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

programas que usan argumentos dramáti-

cos; incluso algunos canales presuntamen-

te “educativos” internacionales, o que uno

supone que están dedicados a la divulga-

ción científica, tocan temas fantasiosos

y los muestran como verídicos con falsas

evidencias (Iturbe y Macías, 2014). Aun-

que las instituciones, concretamente las

universidades públicas, realicen numerosos

eventos dedicados a la divulgación científi-

ca, quizá están muy enfocados hacia la co-

munidad estudiantil (sea del nivel que sea) y

no alcanzan al público en general (del cual,

como ya mencioné, poco más de la mitad no

ha concluido sus estudios de preparatoria).

Tal como señala Sartori (1998), a pesar de

que la televisión da menos información que

cualquier otro medio, llega a una audiencia

mucho más amplia. Esto puede ser proble-

mático, ya que tal vez se le esté dando más

peso a lo visto en televisión que a lo aprendi-

do por otros medios, o quizá nos hagan falta

otras estrategias de divulgación…

Es pues lamentable que no se promueva ade-

cuadamente el pensamiento evolutivo. Aun-

que por ley la educación es laica (lo cual signi-

fica que dentro de las escuelas públicas no se

pueden tocar temas religiosos y en los planes

educativos se incluya el darwinismo), en cier-

tas ocasiones algunos maestros confundidos

enseñan erróneamente la teoría darwiniana,

y transmiten una idea de la evolución que

conserva vagos conceptos lamarckianos. Di-

funden esto en las mentes jóvenes de los es-

tudiantes, e incluso frecuentemente llegan a

tocar temas religiosos no solo al momento de

explicar el proceso evolutivo, sino también al

abordar el tema del origen de la vida.

Por consiguiente, los alumnos que hayan sido

educados de esta manera crecen con ideas

equivocadas; lo más decepcionante es que

algunos no muestran el menor interés ni la

disposición de investigar un poco más al res-

pecto, a pesar de que existan muchos libros y

medios a su alcance. Es natural entonces que,

sin conocer a profundidad el darwinismo, se

inclinen por cualquier otra explicación, y más

aún bajo la influencia religiosa que sutilmen-

te está todavía presente en algunas escue-

las (por medio de estos maestros a quienes,

dado que no entienden muy bien el proceso

evolutivo, les agrada más el creacionismo y

por ello lo hacen notar en las clases que im-

parten).

Podemos constatar lo anterior con tan solo

preguntar, pues muy pocas personas entien-

den cómo opera la selección natural, a pesar

de que es un tema que se enseña y aprende

desde la escuela secundaria. Por supuesto,

esto incluye a los creacionistas fundamenta-

listas que atacan la evolución, quienes no se

toman la molestia de comprender la selección

natural, ni a los demás factores evolutivos y

mecanismos generadores de variación here-

dable, antes de descartarlos.

A pesar de que varios creacionistas hayan

tomado un “punto intermedio” al momen-

to de colocar al proceso evolutivo junto con

sus creencias espirituales, en realidad esta

reconciliación no es posible cuando se cree

en la verdad literal de una creación especial

(Coyne, 2009); entonces, en realidad siguen

predicando y anteponiendo sus creencias a

cualquier pensamiento crítico.

Todo esto tiene que ver con el “chantaje teo-

lógico”, que también se menciona en el en-

sayo de León (2009), pues para algunas per-

sonas es más accesible o cómoda la idea de

pensar en una vida eterna, en un premio por

todo el sufrimiento soportado en este mundo

terrenal, o bien, en un castigo por los atroces

actos cometidos. Un filósofo me dijo alguna

vez: “Dios nace del miedo a estar solos en

este mundo… en algo se tiene que creer”. La

inseguridad de algunas personas trae consigo

la necesidad de una explicación del porqué de

su vida, y la teoría de la evolución no propor-

ciona esa respuesta. Una respuesta filosófica

que le dé sentido a nuestras vidas no se en-

cuentra en el entendimiento del proceso evo-

lutivo, y, en mi opinión, ese es el punto prin-

cipal por el cual muchas personas se oponen

firmemente a esta idea.

Sin embargo, la comodidad humana parece

vencer en muchos de los casos, y los crea-

cionistas fundamentalistas día a día deciden

mantenerse desinformados y seguir confian-

do ciegamente en esa “seguridad” que sus

creencias les proporcionan.

31

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 35: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

La comodidad humana parece

vencer en la mayoría de los

casos, y los creacionistas

día a día deciden

mantenerse desinformados y seguir confiando

ciegamente en esa “seguridad”

que sus creencias les

proporcionan

Pero, honestamente, no llego a compren-

der que los creacionistas fundamentalistas

vean a la evolución como una “teoría” (pa-

labra que ellos es sinónimo de suposición o

conjetura) y prácticamente exijan enseñar

también la “teoría religiosa” en las escuelas

públicas, y no acepten que en México la edu-

cación pública es laica y quieran introducir

ideas religiosas en esta. Particularmente, en

Estados Unidos, llama la atención que los

creacionistas exijan activamente que el pun-

to de vista religioso acerca del origen de la

naturaleza se enseñe en las escuelas como

una “teoría alternativa” a la de la evolución

(Coyne, 2009). No es posible conjuntar am-

bas cosas, es decir, no es posible mezclar

argumentos religiosos con cuestiones cien-

tíficas, ya que la ciencia y la religión se rigen

por conceptos y bases distintas.

¿Y en nuestro país? También llama la atención

que el escritor Fernando del Paso (2002), en

varias publicaciones para el periódico La Jor-

nada, haya mencionado, independientemen-

te de su motivación, que debería enseñarse

en las escuelas públicas, desde la primaria

hasta la secundaria, la historia de las religio-

nes y el pensamiento religioso a través de la

historia, y haya profundizado ampliamente

en el tema e incluido otros que él cree nece-

sario abordar. Sin embargo, las cosas no son

siempre tan diplomáticas; en el año 2012 en

Michoacán, fue destruida (literalmente) una

escuela primaria y preescolar por un grupo de

creacionistas fundamentalistas a los que no

les agradaba que dentro de las aulas de clase

no se incluyeran enseñanzas religiosas (Mar-

tínez, 2012). Todas estas opiniones e ideolo-

gías están a nuestro alrededor, y tal vez sean

más comunes y cercanas de lo que pensamos.

Lamentablemente, seguiremos enfrentándo-

nos a todas estas situaciones que he discuti-

do. Cada persona tiene una opinión distinta,

eso es aceptable, pero me parece injusto que

en los grupos religiosos donde los fundamen-

talistas tienen influencia se estén inculcando

creencias sobre la naturaleza desde una edad

temprana, sin enseñar que hay que mantener

una mente abierta a posibilidades distintas,

y que todos estos temas sobre el origen del

universo y de la vida son tan amplios, que aún

nos esforzamos por comprenderlos. Reitero

que aquellos que quieran entrar en discusión

con los científicos deben estudiar y entender

con anterioridad los temas que plantean re-

batir, pues el debate científico no es solo una

discusión de argumentos, sino sobre todo

de evidencias tangibles y verificables. Así, si-

guiendo las normas del diálogo científico, el

debate entre el creacionismo y el evolucionis-

mo es más supuesto que real.

Por supuesto, todo esto requiere voluntad y

un gran esfuerzo cívico, y personalmente opi-

no que sería bueno que existiera un poco más

de tolerancia por parte de ambos grupos. Por

último, me dirijo a los científicos: debemos

hacer más esfuerzos para que la información

correcta llegue a manos de la sociedad.

Referencias

Coyne, J. A. 2009. Why evolution is true. Oxford University Press, New York.

Del Paso, F. 2002. Religión y educación. La Jornada, 15-19 de marzo [en línea]. http://tinyurl.com/odeho4y

Iturbe, U. y Macías-Ibarra, A. S. 2014. De sirenas y dragones. Una crítica a la programación de los canales de TV de divulgación de la ciencia. Herreriana 10(1): 3-7.

León, R. 2009. Creacionismo y evolución. Herreriana. Número especial Darwin: 21-22.

Martínez, E. 2012. Escuela destruida en Michoacán por conflicto ínter religioso. La Jornada, 7 de julio [en línea]. http://tinyurl.com/op357q7

OCDE. 2014. Panorama de la educación 2014. México [en línea].http://tinyurl.com/pzf77wp

OCDE. 2013. Panorama de la educación 2013. México [en línea]. http://tinyurl.com/nb3adbq

Poy, L. 2015. Baja tasa de educación media en México. La Jornada, 19 de enero [en línea]. http://tinyurl.com/po2xfs3

Poy, L. 2013. México, primero en deserción escolar de 15 a 18 años: OCDE. La Jornada, 25 de junio [en línea]. http://tinyurl.com/pgtyo2w

Sartori, G. 1998. Homo videns, la sociedad teledirigida. Taurus, Buenos Aires.

32

· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 1 · 2 0 1 5

Page 36: Herreriana Vol 11 No 1, 2015

Año 11, No. 1, 2015