HERNANI VÍCTOR HUGO - andrespr5 · VÍCTOR HUGO 4 Pero eso nada debe importaros; ¡jóvenes, valor...

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HERNANI VÍCTOR HUGO

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    Diego Ruiz
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    Prefacio

    El autor de HERNANI deca hace poco tiempo,a propsito de la prematura muerte de un poeta: ... En los actuales momentos de lucha y deborrasca literaria, no sabemos si son ms dignos decompasin los que mueren que los que vivenpeleando; triste es que pierda la vida un poeta a losveinte aos, y que vea desvanecido un porvenirrisueo; pero en cambio, el que muere reposa.Sales permitido volver algunas veces con envidialos ojos hacia los que duermen en el sepulcro, a loshombres en quienes se ceba la calumnia, la injuria yel odio; a los hombres leales, que tienen que sufrirguerra desleal; a los hombres llenos de abnegacin,que tratan de dotar a su patria de una libertad ms,de la libertad del arte; a los hombres laboriosos, queperseveran en realizar su obra de progreso y sonvctimas de las viles maquinaciones de la censura yde la polica, por una parte, y por otra de laingratitud de los hombres por quienes trabajan.Invideo, deca Lutero en el cementerio de Worms,invideo quia quiescunt.

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    Pero eso nada debe importaros; jvenes, valor yadelante! Por trabajoso que nos sea el presente, serhermoso el porvenir. El romanticismo, que se hadefinido mal muchas veces, mirndolo slo bajo suaspecto militante, slo significa la libertad en laliteratura. La mayora de los hombres pensadores lovan comprendiendo de este modo, y dentro debreve tiempo la libertad literaria ser tan popularcomo la libertad poltica. La libertad, tanto en el artecomo en la sociedad, debe ser el doble objetivo aque aspiren los espritus consecuentes y lgicos;debe ser la doble bandera que rena a toda lajuventud, tan fuerte y tan paciente ahora, y al frentede esa juventud lo ms selecto de la generacin quenos ha precedido, a esos sabios ancianos, que,pasado el primer momento de desconfianza ydespus de concienzudo examen, han reconocidoque lo que hacen sus hijos es consecuencia de loque ellos hicieron y que la libertad literaria es hija dela libertad poltica. ste es el principio queprevalecer en el siglo actual. Los ultras de todasclases, ya sean clsicos o ya monrquicos, en vanose ayudarn unos a otros para reconstruir el antiguorgimen social en la sociedad y en la literaturaporque cada progreso, cada desenvolvimiento de lasinteligencias, cada paso que d la literatura, irnarruinando su edificio, y sus esfuerzos para volver aestablecer la reaccin sern intiles. En larevolucin todo movimiento hace adelantar. Laverdad y la libertad tienen la excelencia de que todo

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    lo que se hace en pro o en contra de ellas les sirvede igual modo. Despus de los grandes esfuerzosque practicaron nuestros padres y que nosotroshemos presenciado, hemos conseguido salir de laantigua forma social, y tenemos que salir tambin dela antigua forma potica. A pueblo nuevo, artenuevo. La Francia actual, admirando la literatura deLuis XIV, que tan bien se adaptaba a su monarqua,llegar a tener, sin embargo, literatura propiapersonal y nacional, porque a la Francia del sigloXIX dio Mirabeau su libertad y Napolen supodero. Perdnesele al autor del drama citarse a smismo; como sus palabras no tienen el don degrabarse en los espritus, tendr con frecuencianecesidad de repetirlas; adems de que creeoportuno recordar a los lectores las ideas que acabade transcribir. No por eso abriga la creencia de queesta obra pertenezca al arte nuevo, a la nuevapoesa; pero s que consigna el principio de que lalibertad en literatura acaba de dar un paso y derealizar un progreso, si no en el arte, porque estedrama vale poco, al menos en el pblico; y bajo esteconcepto, una parte de los pronsticos anunciadosen las anteriores lneas hace algn tiempo queacaban de realizarse. Haba realmente peligro en cambiar bruscamentede auditorio, en arriesgar en el teatro tentativas quehasta ahora slo se haban confiado al papel, que losufre todo; el pblico de los libros es muy diferente

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    del de los espectculos, y era de temer que el ltimorechazase lo que el primero aceptaba; pero no hasucedido as. El principio de libertad literaria,comprendido y aceptado por los que leen ymeditan, lo acepta tambin la inmensa multitud que,vida de las puras emociones del arte, inunda todaslas noches los teatros de Pars. La poderosa voz delpueblo, semejante a la de Dios, quiere que desdehoy en adelante la poesa ostente la misma divisaque la poltica: tolerancia y libertad. Ahora que hayya pblico, puede venir el poeta. El pblico quiere esta libertad como debe ser,concilindola con el orden en el Estado y con el arteen la literatura. La libertad posee cierta prudencia,que le es propia, y sin la cual no es completa. Lasantiguas reglas de Aubignac deben morir con lasantiguas costumbres de Cujas, y a la literaturacortesana debe suceder la literatura popular, perodebe existir una razn interior en el fondo de estasnovedades. El principio de libertad debe hacer sunegocio, pero hacerlo bien. En la literatura como enla sociedad, no deben existir ni la etiqueta ni laanarqua, sino las leyes. Esto es lo que justamente desea el pblico.Nosotros, por deferencia a dicho pblico, que contanta indulgencia ha recibido este ensayo dramtico,se lo presentamos hoy impreso tal como se harepresentado. Acaso llegue el da de publicarlo talcomo lo concibi el autor, indicando y discutiendolas modificaciones que tuvo que hacer para ponerle

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    en escena. Estos pormenores de crtica, que hoypareceran minuciosos, quiz no carezcan de intersni de enseanza. Pero estando ya admitida lalibertad en el arte, se ha resuelto la principalcuestin, y no hay por qu detenerse en cuestionessecundarias. Volveremos algn da a tratar de esteasunto detalladamente, y combatiremos entonces,con la fuerza del raciocinio y de los hechos, lacensura dramtica, que es ya ahora el nicoobstculo que se opone a la libertad del teatro. Anuestro cargo y riesgo, y por el afecto queprofesamos a todo lo que se relaciona con el arte,combatiremos el sinnmero de abusos quecaracterizan a esa especie de inquisicin del espritu,que tiene, como el Santo Oficio, jueces secretos,verdugos enmascarados, torturas, mutilaciones ypena de muerte; y si nos es posible, desgarraremosla tenebrosa envoltura de esa polica, que paranuestra vergenza amordaza an al teatro en el sigloXIX. Hoy el autor slo debe manifestarse reconocidoal pblico y dirigirse a l, dndole las gracias desdelo ms hondo de su corazn. Esta obra, no por serde gran mrito, sino por ser de conciencia y delibertad, fue generosamente protegida por el pblicocontra sus muchas enemistades, porque el pblicoes siempre concienzudoy libre. Reciba, pues, nuestragratitud, y la hacemos extensiva tambin a esapoderosa juventud, que prest ayuda y socorro a laobra de un joven sincero e independiente como ella.

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    Para esa juventud principalmente trabaja el autor, ysu mayor gloria sera merecer los aplausos de esaplyade de brillantes jvenes, ilustrados,consecuentes y lgicos, que son verdaderamenteliberales, tanto en literatura como en poltica, y queconstituyen esa noble generacin que no rehsaabrir ambos ojos a la verdad y recibir la luz por losdos lados. El autor no hablar de esta obra: acepta lascrticas severas y las benvolas, porque cree que detodas se puede sacar provecho. No est seguro deque todo el mundo haya comprendido a primeravista este drama, cuya verdadera clave es elRomancero general, y ruega de buen grado a laspersonas a las que choque la obra, que vuelvan aleer el Cid y Don Sancho y Nicomedes, o por mejordecir, todo lo escrito por Corneille y por Molire,que son grandes y admirables poetas. Su lectura leshar menos severos al juzgar ciertas cosas que hayanpodido extraar en el fondo o en la forma deHERNANI, que acaso no ha llegado an elmomento de juzgarle. HERNANI slo es hastaahora la primera piedra de un edificio, que existeenteramente construido en la imaginacin del autor,y la apreciacin de su conjunto es la que ha de daralgn valor a este drama. Quiz no parezca que esun mal paso la idea que le ocurri de poner, comoel arquitecto de Bourges, una puerta casi morisca ensu catedral gtica.

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    Hasta entonces lo que ha hecho es muy poco, yel autor lo sabe. Quiera Dios que no le falten lasfuerzas para terminar su obra, que no tendr valorhasta estar terminada! No pertenece al nmero delos poetas privilegiados que pueden morir ointerrumpir su trabajo antes de concluirle, sinpeligro para su memoria; no pertenece al nmero delos que permanecen siendo grandes, dejandoincompletas sus obras; de los afortunados mortales,de los que se puede decir lo que deca Virgilio deCartago: Pendent opera interrupta, minque murorum ingentes9 de marzo de 1830.

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    Drama en Cinco Actos

    PERSONAJESHERNANI.D. CARLOS.D. RUY GMEZ DE SILVA.D SOL DE SILVA.EL REY DE BOHEMIA.EL DUQUE DE BAVIERA.EL DUQUE DE GOTHA.EL BARN DE HOHEMBURGO.EL DUQUE DE LUTZELBURGO.YGUEZ.D. SANCHO.D. MATAS.D. RICARDO.D. GARCI SUREZ.D. FRANCISCO.D. JUAN DE HARO.D. PEDRO GUZMN DE LARA.D. GIL TLLEZ GIRN.D. JOSEFA DUARTE.UN MONTAS. -UNA DAMA. -TRESCONJURADOS. -CONJURADOS DE LA LIGASACROSANTA.-ALEMANES Y ESPAOLES.-MONTAESES. -SEORES. -SOLDADOS. -PUEBLO.- Pajes, ETC.

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    Acto Primero

    El ReyEn Zaragoza

    Cuarto dormitorio. Es de noche. Hay una lmpara sobreuna mesa.

    Escena PrimeraDOA JOSEFA DUARTE, vieja, vestida de negro, conadornos de azabache a lo Isabel la Catlica. D. CARLOS.

    (Llaman, dando un golpe a una puertecita secreta a laderecha. La duea, que est cosiendo una cortina carmes,

    escucha. Dan un segundo golpe.)

    DOA JOSEFA.- Ser l ya? (Otro golpe.)Llaman en la escalera secreta; voy a abrir.Abre y entra D. CARLOS arrebujado hasta los ojos y conel sombrero calado. Buenas noches, caballero.D. CARLOS se desemboza y se ve que lleva un rico traje deterciopelo de la moda castellana de 1519. La vieja retrocedecon espanto. Ah! No sois Hernani! Dios mo! Socorro!

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    D. CARLOS. (Asindola por el brazo.)-.Sipronuncias una sola palabra ms, mueres. Dime,estoy en el aposento de doa Sol, prometida delduque de Pastrana, su to, seor tan venerable comoceloso? La hermosa joven ama a un caballeroimberbe, que recibe todas las noches, admitiendotras l tambin al viejo? Estoy bien informado?Contesta. JOSEFA.- Me acabis de prohibir hablar bajopena de muerte. D. CARLOS.- Slo quiero que me contestes s ono a lo que te pregunte. Es tu seora doa Sol deSilva? JOSEFA.- S. D. CARLOS.- El duque, su futuro esposo, estahora fuera de su casa? JOSEFA.- S. D. CARLOS.- Espera tu seora al joven galn? JOSEFA.- S. D. CARLOS.-(Era verdad.) Se ven aqu mismo? JOSEFA.- S. D. CARLOS.- Pues ocltame en seguida. JOSEFA.- A vos! D. CARLOS.- A m. JOSEFA.- Para qu? D. CARLOS.- Porque deseo esconderme. JOSEFA.- Aqu! Jams. D. CARLOS. (Saca un bolsillo y un pual y dice.)Escoge. JOSEFA.(Escogiendo el bolsillo.)- Sois un diablo!

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    D. CARLOS.- No te equivocas. JOSEFA. (Abriendo un estrecho armario simulado enla pared.)- Entrad aqu. D. CARLOS.- En esa caja? JOSEFA.- No tengo sitio mejor. D. CARLOS. (Examinando el escondrijo.) - (Seresto la covacha de la escoba en que cabalga estabruja?) (Introducindose con dificultad.) Uf! JOSEFA.(Juntando las manos escandalizada.)- Unhombre en esta habitacin! D. CARLOS.- Es acaso mujer el galn queespera tu ama? JOSEFA.- Oh Dios! Oigo sus pasos. Seor,cerrad pronto ese armario. D. CARLOS.- Si me descubrs, contaos con losdifuntos. (Cierra el armario.) JOSEFA.- Quin ser este hombre? Yo voy allamar... pero, a quin? Todos duermen en la casa,excepto nosotras dos. El otro va a llegar y a l leinteresa esto, y tiene buena espada. (Pesando elbolsillo.) Despus de todo no debe ser ningn ladrn.(Esconde el bolsillo al ver que viene DOA SOL.)

    Escena IIDicha, D. CARLOS oculto, DOA SOL, luego

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    SOL.- Josefa! JOSEFA.- Seora!

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    SOL.- Ah! Temo que haya sucedido unadesgracia. JOSEFA.- Por qu? SOL.- Porque Hernani deba estar ya aqu.(yense pasos por la puerta secreta.) JOSEFA.- Ya viene. SOL.- Abre antes que llame.La duea abre la puerta y entra HERNANI, que viene concapa y sombrero. Debajo de la capa viste el traje de losmontaeses de Aragn, de pao pardo, con coraza de cuero.Lleva en el cinto un pual, una espada y un cuerno de caza. SOL.- Hernani! (Corriendo hacia l.) HERNANI.- Dola Sol! Por fin te veo y mehabla tu voz! Por qu la suerte nos ha separadotanto? Tengo tanta necesidad de verte para olvidara los dems!... SOL.- Qu mojado vienes! Llueve mucho? HERNANI.- No lo s. SOL.- Debes tener fro! HERNANI.- No. SOL.- Qutate la capa. HERNANI.- Sol de mi vida!, dime; cuandoinocente y tranquila duermes por la noche y elsueo plcido entorna tus ojos y entreabre las rosasde tus labios, no te dice tu ngel lo dulce que es tucario para el infeliz a quien todos abandonan yrechazan? SOL.- Ah!... Pero has tardado mucho! S francoy dime si tienes fro.

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    HERNANI.- Fro a tu lado! Cuando el amorceloso hierve en la cabeza y en el corazn agita sustempestades, qu nos importa que las nubes delcielo nos lancen agua o relmpagos? SOL.- Dame, dame la capa y la espada. (DOASOL le quita la capa.) HERNANI. (Llevando la mano al pomo de laespada.)- No, sta no; es otra amiga inocente y fiel.Est ausente de casa tu to y futuro esposo? SOL.- S; podemos disponer de una hora. HERNANI.- Una hora nada ms! Y cuandosta transcurra ngel mo, es preciso olvidar o morir!Pasar contigo slo una hora el que quisiera pasarcontigo la vida y despus la eternidad! SOL.- Hernani!... HERNANI. (Con amargura.)- Soy feliz cuando elduque no est en casa; y como el ladrn que tiemblacuando fuerza una puerta, as entro a verte y robo alanciano una hora de su dicha. Me creo feliz, y lsentira que le robase yo una hora, cuando l meroba a m la vida! SOL.- Clmate. (Entregando la capa a la duea.)Josefa; ponla a secar. (Haciendo a HERNANI unasseas mientras que la duea se va.) Acrcate a m. HERNANI.- Pero, el duque est ausente? SOL.- S, bien mo. No pienses ms en l. HERNANI.- No he de pensar en l si va a sertu futuro esposo! Te bes el otro da y quieres quele aparte de mi memoria!

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    SOL.- No debe tenerte intranquilo un besopaternal. HERNANI.- Te bes como amante, comomarido, como celoso, como hombre a quien debespertenecer. Es un viejo insensato, que al pie delsepulcro y al terminar su vital jornada necesita unamujer, y siendo un fro espectro quiere unirse a unajoven, no viendo que, mientras que con una manocoge la tuya, la muerte se apodera de su otra mano.Temerariamente ha venido a colocarse entrenosotros. Quin te obliga a semejante matrimonio? SOL.- El rey lo dispone as. HERNANI.- El rey! Mi padre muri en elcadalso, condenado por el suyo, y aunque mi odiohacia l envejeci despus de aquella inmolacin,para el hijo de aquel rey mi odio siempre es joven; ydesde mi tierna edad jur vengar en el hijo la muertede mi padre. Por todas partes busco al rey de ambasCastillas, porque es eterno el odio que nosprofesamos mi familia y la suya. Nuestros padreshan combatido durante treinta aos sin compasiny sin remordimiento contra esa raza real, y aunquemis padres han muerto, su odio vive en m. Y el reyes el que forja ese execrable himeneo! Tanto mejor.Le buscaba y l se me aparece en mi camino. SOL.- Me aterras! HERNANI.- Voy cargado con el peso de unanatema, que hasta a m mismo me espanta.Escchame, doa Sol: el hombre a quien el rey tedestina, Ruy de Silva, tu to, es duque de Pastrana,

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    rico hombre de Aragn conde y grande de Espaa.A falta de juventud, puede proporcionarte tanto oroy tantas joyas, que podr relucir tu cabeza entre lascabezas reales y podrs excitar la envidia hasta de lasreinas. En cambio, yo soy pobre, y desde mi niezno poseo ms que los bosques y las montaas; quizpudiera ostentar algn ilustre blasn, que hoydeslustra una mancha de sangre; acaso poseoderechos que yacen en la oscuridad cubiertos con elpao negro del patbulo, y si mi esperanza no esfalaz, acaso un da pueda hacer brillar mi espada;pero hasta ahora slo he recibido del cielo el doncomn a todos los mortales; el aire, la luz y el agua.Pero ha llegado la ocasin en que te libres del duqueo de m; elige entre los dos: o ser su esposa oseguirme. SOL.- Te seguir. HERNANI.- Si me sigues, has de vivir entre misrudos compaeros, que estn proscriptos como yo yque el verdugo ya conoce; hombres de corazn y dehierro, que nunca se enmohecen, que tienenagravios que vengar, y tendrs que ser la reina de mibanda, porque yo slo soy un bandido. Cuando meperseguan en ambas Castillas, solo y huyendoporbosques y montaas, tuve que buscar asiloseguro, y Catalua me acogi como una madre.Crec entre sus montaeses, pobres, pero altivos ylibres, y cobr tal crdito entre ellos, que maana, sihago resonar esta bocina, acudirn a ayudarme enson de guerra tres mil bravos montaeses. Te

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    estremeces! Te doy tiempo para que reflexiones loque debes hacer. Piensa que si me sigues ser tusuerte errar conmigo por bosques, montes yarenales, y entre hombres parecidos a los demoniosde tus sueos pavorosos; recelar de todo, de lasmiradas, de las palabras, de los pasos, de los ruidos;or silbar las balas de los mosquetes amenazandovidas y anunciando muertes; vivir proscripta yerrante como yo, y acaso, seguirme donde yoseguir a mi padre; a la horca. SOL.- Te seguir. HERNANI.- El duque es rico, honrado y grandede Espaa; conserva limpio el escudo de su familia,tiene gran influencia en la corte, y al entregarte lamano, te entrega con ella tesoros, ttulos, felicidad... SOL.- Partiremos maana. No debe chocarte miextraa audacia. No s si eres mi demonio o mingel; slo s que soy tu esclava. Ve donde quieras;ir contigo; que te quedes o que partas, ser tuya.Por qu obro as? Yo misma lo ignoro. Conozcoque tengo necesidad de verte, de verte a todas horasy siempre. Cuando se aleja de m el ruido de tuspasos, creo que mi corazn deja de latir; me faltast, y creo que yo estoy ausente de m misma; perocuando vuelvo a or el ruido de tus pasos, recuerdoque existo, y siento que vuelve a m el alma fugitiva. HERNANI. (Estrechndola en sus brazos.)- ngelmo!

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    SOL.- Te espero maana a la medianoche. Vencon tu gente y colcate debajo de mi ventana; datres palmadas y... vers si soy brava y decidida. HERNANI.- Pero t no sabes quin soy yo! SOL.- Ni me importa. De todos modos teseguir. HERNANI.- Ya que quieres seguirme, espreciso que sepas el nombre, el ttulo, el alma y eldestino que oculta el pastor Hernani. Amabas a unbandido; amars tambin a un proscripto? D. CARLOS. (Abriendo bruscamente la puerta delarmario.)- Acabaris de referir vuestra historia?Creis que se est cmodamente en esteescondrijo?HERNANI retrocede asombrado. DOA SOL lanza ungrito y se refugia en brazos de ste, mirando espantada a D.CARLOS. HERNANI. (Echando mano a la espada.)- Quines ese hombre? SOL.- Cielos! Socorro! HERNANI.- Silencio, doa Sol! Cuando est yoa vuestro lado, suceda lo que suceda, no tenis quereclamar ms defensa que la ma. (A D. CARLOS.)Qu hacais ah? D. CARLOS.- Qu haca? Me parece que nocabalgaba por ningn bosque. HERNANI.- El que se chancea despus de laafrenta, se expone tambin a hacer rer a suheredero.

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    D. CARLOS.- A cada cual le llega su turno.Seor mo, hablemos claro. Vos amis a doa Sol yvens todas las noches a miraros en el espejo de susojos. Me parece bien, pero yo tambin amo a doaSol y deseo conocer al que he visto muchas vecespenetrar por la ventana, mientras yo permaneca enla puerta. HERNANI.- Os juro, pues, que os he de hacersalir por donde yo entro. D. CARLOS.- Eso lo veremos. ofrezco micario a esta dama, y podemos partrnosle siqueris- Comprendo que abriga su alma tal tesorode ternura y de bondad, que seguramente sersuficiente para saciarnos a los dos. Queriendoaveriguar, en fin, esta noche lo que tanto meempeaba, me sorprendisteis y me escond aqupara escucharos. Pero oa muy mal y me ahogabamuy bien, y adems, me chafaba toda la ropa..., poreso salgo. HERNANI.- Mi daga tampoco est bien en lafunda y rabia por salir al aire libre. D. CARLOS.- Como queris, caballero. HERNANI. (Sacando la espada.)- En guardia,pues. D. CARLOS. (Sacando tambin la suya.)- Pues enguardia. SOL. (Interponindose.)- Dios mo! Hernani! D. CARLOS.- Tranquilizaos, seora. HERNANI.- Decidme vuestro nombre. (A D.CARLOS.)

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    D. CARLOS.- Decidme antes el vuestro. HERNANI.- Es un secreto fatal que me callopara revelrselo un da a un hombre, el da que misplantas vencedoras le pisen y mi espada penetre ensu corazn. D. CARLOS.- Cmo se llama ese otro hombre? HERNANI.- No os importa. Defendeos.Cruzan las espadas; DOA SOL cae desfallecida en unsilln. Al mismo tiempo llaman a la puerta y la dama selevanta sobresaltada. SOL.- Cielos! Llaman a la puerta!Cesa el combate. Sale DOA JOSEFA por la puertasecreta. HERNANI.- Quin es el que llama? JOSEFA.- Qu conflicto, Dios mo! Es elduque! SOL.- El duque! Estoy perdida! JOSEFA.- El desconocido! Los dos con lasespadas desnudas! Se estaban batiendo!Los dos adversarios envainan los aceros. D. CARLOS secala el sombrero y se emboza hasta los ojos. Siguen llamando. HERNANI.- Qu hacemos? UNA VOZ FUERA.- Doa Sol, breme!La duea va a abrir y HERNANI la detiene. HERNANI.- No abris. JOSEFA. (Sacando el rosario.)- Santiago Apstol,sacadnos de este apuro!Siguen llamando. HERNANI. (A D. CARLOS.) - Ocultmonosall.

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    D. CARLOS.- En el armario? HERNANI.- Entrad, que yo me encargo de quequepamos los dos. D. CARLOS.- Gracias, se est ah demasiadobien. HERNANI.- Huyamos, pues, porall. (Indicandola puerta secreta.) D. CARLOS.- Huid vos; yo aqu me quedo. HERNANI.- Vive Dios que me pagaris caraesta jugada! D. CARLOS.- Abrid la puerta. (A JOSEFA.) HERNANI.- Qu dice! D. CARLOS.- Os mando que abris.Siguen llamando; la duea abre temblando. SOL.- Estoy muerta!

    Escena IIILos mismos, D. RUY GMEZ DE SILVA. (Barba y

    cabellos blancos, traje negro.) -Criados con antorchas.

    RUY.- Dos hombres en el cuarto de mi sobrinay a estas horas! Venid todos aqu, que esto vale lapena de verlo. Doa Sol, creo que tres hombressomos demasiado en mi casa. Qu hacen aqu estoscaballeros? En tiempos del Cid y de Bernardo, ibanambos por Espaa honrando ancianos, yprotegiendo doncellas; eran hombres gigantes yfuertes, a los que pesaba menos el hierro de susarmaduras que a vosotros el terciopelo de vuestros

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    trajes; respetaban las canas, santificaban sus amoresen la iglesia, no hacan traicin a nadie yconservaban el honor de su prosapia. Si deseabancasarse, tomaban a la mujer a la luz clara del da,tombanla sin tacha, con la espada, el hacha o lalanza en la mano. Pero a estos felones, que cometensus fechoras durante la noche, y que a espaldas delos esposos roban el honor de las mujeres, el Cid,nuestro ilustre abuelo, los hubiera credo viles, loshubiera hecho ponerse de rodillas, y por haberdegradado la nobleza, hubiera abofeteado susblasones con la vaina de su espada. Eso haran loshombres de otros tiempos con los hombres deahora. Qu habis venido a hacer aqu? Creis queslo soy un viejo que he de servir de risa a losjvenes? Se van a rer de m, que he sido antiguosoldado de Zamora y que he encanecido en laguerra? Vosotros indudablemente no os reiris. HERNANI.- Seor duque... RUY.- Silencio! Disponis de toda clase dearmas, gozis de jauras y de festines, de las danzas yde todos los placeres de la juventud, y os falta unjuguete, y por juguete queris tomar a un infelizanciano. Rompedle, pues; pero plegue a Dios queno os salten las astillas a la cara. Seguidme. HERNANI.- Seor duque... RUY.- Seguidme! No es esto cosa de risa; tengoen mi casa un tesoro, que es el honor de unadoncella, que es el honor de toda una familia; estajoven, a quien yo amo, es mi sobrina, y dentro de

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    poco ser mi esposa. La creo casta y pura, pero veoque no puedo abandonar mi hogar ni una sola hora,sin que un ladrn de honras se deslice en l.Queris algo ms de m? (Se arranca el collar.)Tornad, pisotead mi Toisn de Oro. (Se quita y arrojaal suelo el sombrero.) Deshonrad mis canas, y podrisvanagloriaros maana en la ciudad de que sois dosjvenes insolentes y disolutos, que habis empaadola frente pura de un anciano. SOL.- Ah! Seor... RUY.- Escuderos! Escuderos! Venid aqu!Traedme el hacha, el pual y la daga de Toledo.Vosotros dos seguidme. D. CARLOS. (Dando unpaso.)- Duque, no se trata ahora precisamente deeso. Ante todo hay que tratar de la muertedeMaximiliano, emperador de Alemania. RUY.- Os burlis!D. CARLOS, desembozndose y quitndose el sombrero. RUY.- Santo Dios, el rey! SOL.- El rey! HERNANI.- El rey de Espaa! D. CARLOS.- S; Carlos I. M augusto abuelo, elemperador, ha muerto, segn he sabido esta mismanoche, y vine a participarte sin demora esta noticia,a ti, mi leal sbdito, y a pedirte consejo, de noche yde incgnito.RUY GMEZ despide a sus criados haciendo una seal yse acerca al rey, al que DOA SOL examina con sorpresay con temor, mientras HERNANI permanece aisladomirndole con ojos chispeantes.

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    RUY.- Por qu tardar tanto en abrirme lapuerta? D. CARLOS.- Venais demasiado acompaado...Cuando un secreto de Estado me trae a tu palacio,no es para comunicrselo a tus servidores. RUY.- Perdonad, seor. Las apariencias... D. CARLOS.- Basta. No hablemos ya de esto. RUY.- Ha muerto vuestro augusto abuelo! D. CARLOS.- Su muerte me ha sumido en latristeza y en la inquietud. RUY.- Quin va a heredar su corona? D. CARLOS.- La pretende el duque de Sajonia,y Francisco I de Francia es otro de lospretendientes. RUY.- Dnde se reunirn los electores delimperio? D. CARLOS.- En Aix-la-Chapelle, en Spira o enFrancfort. RUY.- Nuestro rey y seor, que Dios guarde,no ha pensado nunca en el imperio? D. CARLOS.- Siempre. RUY.- A vos solo os corresponde. D. CARLOS.- Lo s. RUY.- Vuestro augusto padre fue archiduque deAustria, y el imperio tendr presente que era abuelovuestro el que acaba de morir. D. CARLOS.- Adems soy ciudadano de Gante. RUY.- En mis aos juveniles tuve el honor dever a vuestro ilustre abuelo; yo soy el nico quesobrevivo de todo un siglo; han muerto ya todos los

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    que en l vivieron. Era un emperador magnfico ypoderoso. D. CARLOS.- Roma se decide por m. RUY.- Era valiente sin ser tirano; la corona lesentaba muy bien. (Se inclina y besa la mano a D.CARLOS.) Os compadezco, seor! D. CARLOS.- El Papa desea recobrar la Sicilia,pero el emperador no puede poseer la Sicilia, y sime elige, hijo dcil, le devolver a Npoles.Poseamos el guila, que despus... ya veremos si ledejar roer los alones. RUY.- Con gran alegra vera el veterano deltrono ceir su corona a su ilustre nieto. Con qujbilo lo presenciara si viviese! D. CARLOS.- El Padre Santo eshbil. Qusignifica la Sicilia? Es una isla que cuelga de mireino, un jirn que apenas conviene a Espaa. Poreso me pregunta: Qu haras, hijo mo, de esa islaatada al cabo de un hilo? Tu imperio est malconstruido; dame unas tijeras y cortemos. Gracias,Santsimo Padre, porque de esos girones, si meayuda la fortuna, he de coser ms de uno al sacroimperio, y si me arrancaran algunos, remendara misEstados con otros ducados y con otras islas. RUY.- Consolaos, seor; en el imperio de lajusticia, los muertos aparecen ms santos y msaugustos. D. CARLOS.- El rey Francisco I es unambicioso, y en cuanto ha muerto el emperador haalzado la vista hasta el imperio. No posee a la

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    Francia cristiansima? Como la herencia es pinge,no es extrao que la codicie. Deca al rey Luis elemperador mi abuelo: Si yo fuera Dios Padre ytuviese dos hijos, hara Dios al primognito y alsegundo rey de Francia. Crees que Franciscopueda tener algunas esperanzas? RUY.- Es un rey victorioso. D. CARLOS.- Pero para conseguirlo era precisoburlar las leyes. La Bula de Oro prohbe que seaelegido un extranjero. RUY.- Entonces, seor, vos sois rey de Espaa. D. CARLOS.- Pero soy ciudadano de Gante. RUY.- La ltima campaa ha encumbradomucho al rey Francisco. D. CARLOS.- El guila que va a brotar de micimera puede tambin desplegar las alas. RUY.- Vuestra alteza sabe latn? D. CARLOS.- Mal. RUY.- Pues es una lstima, porque a la noblezaalemana le gusta que la hablen en latn. D. CARLOS.- Se tendrn que contentar con uncastellano altivo, porque, creedme, duque, cuando lavoz habla alto, poco importa la lengua en que hable.Voy a Flandes, y deseo, mi querido Silva, volver aEspaa emperador. El rey de Francia lo removertodo, por lo que debo anticiparme y partir enseguida. RUY.- Nos dejis, seor, sin purgar antes aAragn de esos bandidos que al abrigo de susmontaas levantan la atrevida frente?

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    D. CARLOS.- Ya he dispuesto que el duque deArcos acabe con ellos. RUY.- Pero habis dado tambin la orden alcapitn de la gavilla de que se deje exterminar? D. CARLOS.- Quin es ese bandido? Cmo sellama? RUY.- Lo ignoro, pero dicen que es muy audaz. D. CARLOS.- Slo s que ahora se oculta enGalicia. Ya enviar alguna fuerza para que seapodere de l. RUY.- Pues falsas noticias creen que est aqu. D. CARLOS.- Sern falsas... Esta noche mehospedo en tu casa. RUY.- Me dispensis, seor, inmerecida honra.Honrad todos al rey mi husped.El duque hace formar en dos filas a los criados que llevan lasantorchas hasta la puerta del fondo. nterin se acercaDOA SOL a HERNANI. El rey los cela. SOL.- Maana a medianoche estars debajo demi ventana y me llamars dando tres palmadas. HERNANI.- S, maana. D. CARLOS.- (Maana!) (A DOA SOL congalantera.) Permitidme que os ofrezca la mano parasalir. (El rey la conduce hasta la puerta.) HERNANI.- (Llevando la mano al pual.)-Cundo te usar! D. CARLOS.- (Volviendo y acercndose aHERNANI.)- Os conced el honor de cruzarvuestra espada con la ma; por muchos motivos

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    sospecho de vos, pero el rey Carlos odia la traicin.Idos, que me digno proteger vuestra fuga. RUY. (A D. CARLOS.)- Quin es esecaballero? D. CARLOS.- Es de mi squito y se va.Salen con los criados: el duque precede al rey, llevando en la

    mano una antorcha encendida.

    Escena IV

    HERNANI.- De tu squito soy; dices bien!... Voytras de ti de da y de noche, siguiendo las huellas detus pasos y con el pual en la mano! Persigo a turaza representando a la ma..., y ahora descubro queeres mi rival!... Estuve un instante indeciso entreamar y aborrecer. Mi corazn no era bastante capazpara abrigaros a ella y a ti; amndola, olvid el odioque te profeso; pero has venido a recordrmelo, yel amor, que inclinaba la incierta balanza, la hacecaer por la parte del odio! Has dicho bien; soy de tusquito! Ninguno de los cortesanos que te lamen lasmanos y que te besan los pies te seguir tan tenaz nitan asiduamente como yo: los cortesanos van trasde ti por cosas balades, por juguetes de relumbrn,y yo voy para arrancarte el alma del cuerpo y parahacerte saltar la sangre de las venas. Ve andando,que yo te seguir. Me acompaa. la venganza,hablndome al odo; espo, escucho y sigilosamentesigo tus huellas; te persigo. De da no podrs, oh

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    rey!, volver la cabeza sin verme inmvil y sombroturbar volvers tampoco sin tus solemnidades, y denoche no la volvers tampoco sin encontrar fijos enti mis ojos fulgurantes.

    FIN DEL ACTO PRIMERO

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    Acto Segundo

    El BandidoEn Zaragoza

    Patio en el palacio del duque de Silva. A la izquierda se venlas altas paredes del Palacio, en las que hay un balcn; bajo

    de l una puerta pequea. A la derecha, y en el fondo, casas ycalles. Es de noche. En las fachadas de algunos edificios hay

    luz en varias ventanas.

    Escena PrimeraD. CARLOS, D. SANCHO SNCHEZ DE

    ZIGA, conde de Monterrey; D. MATASCENTURIN, marqus de Almunia, D. RICARDO

    DE ROJAS, seor de Casapalma.Llega D. CARLOS seguido de los tres caballeros, que vancon sombreros gachos y embozados en capas largas, que dejan

    ver por debajo las puntas de las espadas.

    D. CARLOS.- He aqu la puerta y he aqu elbalcn... Me hierve la sangre! Hay luz en todaspartes menos donde yo la espero!... D. SANCHO.- Seor, volviendo a ocuparnos deeste traidor, cmo es que lo dejasteis partir?

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    D. CARLOS.- No quise prenderle. SANCHO.- Pues quiz era el jefe de losbandoleros. D. CARLOS.- Si lo era, no he visto nunca testacoronada tan altiva. SANCHO.- Decs que se llama... D. CARLOS.- No recuerdo bien... Su nombretermina en i. SANCHO.- Se llama Hernani? D. CARLOS.- Eso es, Hernani. SANCHO.- Pues l es. D. MATAS.- Es el jefe de los bandoleros. SANCHO.- No recordis lo que deca? D. CARLOS.- No poda or bien lo que habl,oculto en aquel maldito armario. SANCHO.- Pero cmo le soltasteis, tenindoleen vuestro poder? D. CARLOS.- Conde de Monterrey, no meinterroguis ms. Eso no me interesa. No voy trasl, sino tras de su dama, porque estoyverdaderamente enamorado de sus hermosos ojos,que son dos espejos, dos rayos, dos soles. Deldilogo que sostuvo con ella slo o estas palabras:Hasta maana a la medianoche. O lo esencial.Ahora, mientras el galn bandido se entretiene enalguna fechora, vengo antes que l y le robo lapaloma. D. RICARDO.- Hubiera sido, seor, la jugadacompleta robar la paloma y matar al buitre. D. CARLOS.- Excelente consejo, conde; soismuy listo.

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    RICARDO.- Seor, con qu ttulo os place queyo sea conde? SANCHO.- Su alteza se equivoc. RICARDO.- No, el rey me ha nombrado conde. D. CARLOS.- Basta; dej caer ese ttulo,recogedlo y en paz. RICARDO.- Gracias, seor.El rey se pasea por el fondo, mirando con impaciencia hacialas ventanas iluminadas. Los otros hablan entre s en elproscenio. SANCHO. (A D. MATAS.)- Vaya un ttulo!Ser conde por equivocacin. MATAS.- Qu har el rey de la dama cuandose apodere de ella? SANCHO.- La nombrar condesa, despusdama de honor, y cuando tenga un hijo de ella, lohar rey. MATAS.- Rey un bastardo! Comprendo que lehaga conde, pero no que pretenda sacar un rey deuna condesa. SANCHO.- Es que la ascender a duquesa y atodo lo que l quiera. MATAS.- Los bastardos se reservan para lospases conquistados, de los que se les nombravirreyes; para esto es para lo que sirven. D. CARLOS.- (Mirando con clera las ventanasiluminadas.)- Vive Dios! Que esas luces que brillanen la oscuridad me parecen ojos celosos que meestn espiando. Qu largos son los momentos de

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    espera! Quin pudiera acelerar las horas! Malditobalcn! Cundo te iluminars?Sal pronto, doa Sol, a brillar como un astro en lastinieblas de la noche. (A D. RICARDO.) Qu horaser? RICARDO.- La hora de la cita est prxima.Se ilumina el balcn de DOA SOL. D. CARLOS.- Ah! Ved la luz en l! Ved lasombra de la dama al travs de los cristales! Voy ahacer la seal que espera; voy a dar las trespalmadas. Pero para que no se alarme viendo aqutanta gente, retiraos a la esquina inmediata yguardarme las espaldas. Compartamos estosamoros; la dama para m y el bandido paravosotros. RICARDO.- Muchas gracias, seor. D. CARLOS.- Si viene a estorbarme dadle deestocadas, que mientras yo me llevar a la dama;pero no lo matis, que es un valiente, y no quierocargar con el peso de la muerte de un hombre.Los tres caballeros se inclinan y se van. D. CARLOS datres palmadas; al sonar la ltima asoma DOA SOL albalcn, vestida de blanco y con una lmpara en la mano.

    Escena IID. CARLOS y DOA SOL

    SOL.- Eres t, Hernani? D. CARLOS.- (Me conviene no hablar.)

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    Vuelve a dar las tres palmadas. SOL.- Bajo al momento.Cierra el balcn, y poco despus abre la puerta pequea queda a la calle, apareciendo en la escena con la lmpara ycubierta con un manto. Hernani?D. CARLOS se cala el sombrero y se acercaprecipitadamente a ella. SOL. (Dejando caer la lmpara.)- Dios mo! No esl!Quiere retroceder, pero el rey la detiene por el brazo. D.CARLOS.- Doa Sol! SOL.- No es l! Desdichada de m! D. CARLOS.- Si esta voz no es la de tu amante,es en cambio la voz amorosa de un amante real. SOL.- El rey! D. CARLOS.- Ordena, pide, manda, pondr unreino a tus pies; porque el hombre que desdeas esel rey tu seor; es CARLOS tu esclavo.DOA SOL pugna por desasirse. SOL.- Socorro! D. CARLOS.- No te amedrentes, que no es elbandido el que te sujeta, sino el rey. SOL.- El bandido sois vos, que no osavergonzis de vuestra accin. Estas son lashazaas que han de dar fama al rey? Venir pormedio de un engao y de noche a robar unadoncella! Mi bandido vale cien veces ms que vos.Rey de Castilla, si el hombre naciese en el sitio quemerece, si Dios concediera las jerarquas

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    midindolas por el corazn, l sera rey y el bandidovos. D. CARLOS.- Doa Sol! SOL.- Olvidis que mi padre era conde? D. CARLOS.- Vos seris duquesa. SOL.- No me avergoncis. Nada puede haber decomn entre los dos, que yo soy mucho para servuestra manceba y muy poco para ser vuestraesposa. D. CARLOS.- Seris princesa. SOL.- Rey D. CARLOS, dedicad vuestrosamoros a las mujerzuelas que los merecen, porquesi insists en vuestros propsitos, os demostrar quesoy dama y que soy mujer. D. CARLOS.- Pues bien, compartiris el tronoconmigo; seris reina, emperatriz. SOL.- No caer en esas redes. Adems, prefierovivir errante con mi Hernani, fuera de la sociedad yde la ley, compartiendo su destierro y supersecucin, a sentarme como emperatriz envuestro trono. D. CARLOS.-Qu feliz es ese hombre! SOL.- Es pobre y vive proscripto. D. CARLOS.- Ser pobre y estar proscripto lefavorece, porque as le adoris. Mientras yo vivosolo, a l le acompaa un ngel. Pero doa Sol, esque me odiis? SOL.- No os amo. D. CARLOS. (Cogindole una mano con violencia.)-Pues nada me importa que no me amis; vendris

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    conmigo, porque lo deseo y porque soy el msfuerte; vendris conmigo porque soy rey de Espaay de las Indias. SOL. (Debatindose.)- Seor, tened piedad de m!Ya que sois rey, podis elegir entre las marquesas olas duquesas de vuestra corte, que se veranhalagadas consiguiendo vuestro cario. Poseis lasCastillas, Aragn, Navarra, Murcia, Len y muchosreinos ms, y fuera de Espaa, Flandes y las Indias.Poseis un imperio en el que nunca se pone el sol, yel pobre proscripto no me tiene ms que a m. Yqueris robarle lo nico que posee?Se hinca de rodillas a los pies del rey. D. CARLOS.- Ven conmigo; nada escucho. Sime correspondes, te doy a elegir cuatro de misreinos espaoles. SOL.- Slo quiero de vos... este pual.Se lo arranca del cinto. El rey la suelta y retrocede. Atreveos ahora a dar un solo paso. D. CARLOS.- Qu hermosa est as! No esextrao que ame a un rebelde.Va a dar un paso y DOA SOL alza el pualamenazndole. SOL.- Dad un paso ms y os mato y me mato.El rey retrocede; DOA SOL se vuelve hacia la calle ygrita con fuerza: Hernani! Hernani! D. CARLOS.- Callad. SOL.- Socorro!

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    D. CARLOS.- Seora, ya que a tal extremo mearrastris, os digo que para obligaros a venirconmigo me acompaan tres hombres de misquito. HERNANI. (Saliendo por detrs del rey.)- Os habisolvidado del cuarto.Vulvese el rey y ve a HERNANI, que est inmvil, conlos brazos cruzados bajo su larga capa y con el ala delsombrero levantada. DOA SOL da un grito y corre aabrazarle.

    Escena IIIDichos y HERNANI

    SOL.- Hernani, slvame! HERNANI.- Clmate, vida ma! D. CARLOS.- (Por qu habrn dejado pasarmis amigos a este capitn de bandoleros?)Monterrey! (Llamando.) HERNANI.- Vuestros amigos han cado enpoder de los mos y es intil que reclamis la ayudade sus espadas impotentes. Por cada tres quevengan a ayudaros vendrn sesenta de los mos, ycada uno de los sesenta vale tanto como vosotroscuatro. Por lo que es mejor que los dos arreglemosnuestras cuentas. Os atrevis a poner la mano enesta doncella? Rey de Castilla, eso ha sido unaimprudencia, eso fue una cobarda.

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    D. CARLOS. (Con desdn.)- No tolero reprochesde un bandido. HERNANI.- Os chanceis! No soy rey; perocuando un rey me agravia y adems se chancea, miclera sube hasta la altura de su orgullo. Soisinsensato si abrigis la ms mnima esperanza.(Cogindole del brazo.) Sabis que mano es la que osaprieta? Odme: Vuestro padre hizo morir al mo, yos odio; me habis arrebatado mis bienes y misttulos, y os odio; amis a la mujer que amo, y osodio con toda mi alma. D. CARLOS.- Est bien. HERNANI.- Esta noche, sin embargo, que meolvidaba de vos, slo senta el anhelo y la necesidadde ver a doa Sol. Anhelante y enamorado, acudoaqu y me encuentro con que ibais a robrmela.Cuando os haba olvidado os interponis en micamino; os repito que sois un insensato. Habiscado en vuestras propias redes; no podis huir niencontrar quien os socorra: qu vais a hacer? D. CARLOS. (Con altivez.)- No consiento que mepreguntis. HERNANI.- No quise que os hiriera undesconocido, ni que escaparais a mi venganza.Defendeos. (Sacando la espada.) D. CARLOS.- Soy vuestro rey y seor:matadme, pero no esperis que me defienda. HERNANI.- Pronto habis olvidado queanoche se cruzaron nuestras espadas.

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    D. CARLOS.- Ayer la cruc con vos porqueignoraba quin erais y porque vos no conocais mijerarqua; hoy nos conocemos ambos. HERNANI.- No importa; defendeos. D. CARLOS.- No acepto el duelo. Asesinadme. HERNANI.- Creis que para m los reyes sonsagrados? D. CARLOS.- Creis, bandidos, que vuestrasviles gavillas pueden extenderse impunemente porlas ciudades? Creis que, llenos de sangre y decrmenes, podris pasar por generosos, y quenosotros, vctimas de vuestras violencias,ennobleceremos vuestros puales con el choque denuestras espadas? Eso jams; ya que el crimen osposee y lo arrastris tras de vosotros, no podemosbatirnos.HERNANI, sombro y pensativo, da vueltas en la manodurante unosinstantes al puo de la espada; despus se vuelvebruscamente hacia el rey y rompe la espada contra el suelo. HERNANI.- Idos; ya nos encontraremos. D. CARLOS.- Est bien. Dentro de pocas horasvolver al palacio y llamar al juez. Han puesto aprecio vuestra cabeza. HERNANI.- Ya lo s. D. CARLOS.- Desde hoy s que sois vasallorebelde y traidor, y os aviso que os har perseguirsin cesar. Os proscribir del reino. HERNANI.- Ya est decretada mi proscripcin;por fortuna Francia est muy cerca y me servir deasilo.

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    D. CARLOS.- Voy a ser emperador deAlemania, y entonces os proscribir del imperio. HERNANI.- Me quedar el resto del mundopara desafiar vuestra clera, y siempre encontraralgn asilo donde no alcance vuestro poder. D. CARLOS.- Y si fuera mo el mundo? HERNANI.- Entonces siempre podrarefugiarme en la tumba. D. CARLOS.- Desbaratar tus insolentesmaquinaciones. HERNANI.- La venganza es coja y caminalentamente, pero al fin llega. D. CARLOS. (Con desdn.)- Verdaderamente esgrave delito atreverse a la dama de un bandido! HERNANI.- Reflexionad que an estis en mipoder, y pensad, futuro Csar, que si yo apretaraesta mano leal, que es generosa para vos, aplastaraen su huevo vuestra guila imperial. D. CARLOS.- A ver si os atrevis! HERNANI.- Idos! Huid de aqu, pero tomadantes mi capa.(Se quita la capa y se la echa en los hombros al rey.) Mi capa os librar de alguna pualada; creernque sois Hernani. D. CARLOS.- Ya que me hablis de ese modo,no me pidis nunca gracia ni perdn.Vase D. CARLOS embozado en la capa del bandido.

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    Escena IVHERNANI y DOA SOL

    SOL.- Ahora huyamos sin tardanza. HERNANI.- Veo que ests resuelta a aceptar midesgracia y a compartir mi vida y mi muerte; noblepropsito, digno de un corazn enamorado y fiel;pero para llevarme alegre a mi retiro el tesoro dehermosura que codicia un rey, para que me sigas yunas tu existencia a la ma, para arrastrarte conmigo,no es tiempo an: veo la horca demasiado cerca. SOL. Qu dices! HERNANI.- El rey, a quien he desafiado cara acara, va a castigarme porque le perdon. Huy y haentrado ya quiz en palacio y ha llamado quiz a susguardias, a sus criados, a sus caballeros y a susverdugos. SOL.- Ah! Me haces temblar, Hernani! Pues sieso es as, apresurmonos; huyamos. HERNANI.- Ha pasado ya la hora de huirjuntos. Doa Sol, cuando te revelaste a mis ojos, tanbondadosa y tan enamorada, te ofrec aquello de loque yo dispona, las montaas, los bosques, el negropan del proscripto, la mitad del lecho de musgo enque reposo; pero hoy slo puedo ofrecerte la mitaddel cadalso, y... perdona, oh, Sol!, el cadalso es slopara m. SOL.- Sin embargo, tambin me lo habasprometido.

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    HERNANI. (Arrodillndose a los pies de DOASOL.)- ngel mo! En este instante en que quiz lamuerte se me aproxima, declaro que, aunqueproscripto y errante, soy feliz y soy digno de envidiaporque me has amado, y porque amndome hasbendecido mi frente maldita. SOL.- Hernani mo! HERNANI.- Bendita mil veces la suerte quehizo nacer esta preciosa flor al borde de mi abismo!No te lo digo a ti, se lo digo al cielo que me oye, selo digo a Dios. SOL.- Permteme que te siga. HERNANI.- Cometera un crimen arrancandola flor al caer en el abismo. He respirado su perfumey me basta. Vete. Anuda tu vida a otra vida; sesposa del anciano; te desligo de tus juramentos...,djame volver a mi oscuridad; y t, olvdame y sdichosa. SOL.- No, yo te sigo; quiero la mitad de tumortaja; no me separo de ti. HERNANI. (Abrazndola.) -Oh, djame huirsolo!Despus de abrazarla se separa de ella bruscamente. SOL. (Con sentimiento.) -Huyes de m, despus dehaberte entregadola vida! Me rechazas, y a pesar dela pasin que me juras no me permites la dicha demorir a tu lado! HERNANI.- Estoy desterrado, estoyproscripto, soy un hombre funesto! SOL.- Eres un ingrato!

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    HERNANI.- Pues bien, me quedo; lo quieres yno me separo de ti. Ven, ven a mis brazos. Estar atu lado hasta que t quieras y lo olvidar todo.Sintate en este banco.DOA SOL se sienta y l se coloca a sus pies. La luz de tus ojos ilumina los mos. Entnamealgn cantar como otras noches, en que tus pestaastemblaban hasta dejar caer en mis labios las blancasperlas de tus lgrimas. Seamos felices! Bebamos, yaque la copa est llena. Esta hora nos pertenece;olvidmonos de todo lo dems. Hblame yembrigame. No es verdad, sol de mi cielo, que esdulce amar y ser amados, ser dos, estar solos yrequerirse de amores de noche, cuando tododuerme? Djame dormir y soar en tu seno, vida demi vida!...yense taidos de campanas desde lejos. SOL. (Levantndose asustada,)- Oyes? Tocan arebato. HERNANI.- No, anuncian nuestra boda.Arrecia el campaneo. Se oyen murmullos confusos; se venantorchas en las calles y luces en las ventanas. SOL.- Huye! Slvate! Gran Dios! Parece queincendian a Zaragoza! HERNANI.- Tendremos boda con antorchas.Se oyen gritos y choques de espadas. SOL.- sa es la boda de los muertos, la boda delas tumbas. HERNANI. (Reclinndose en el banco.)- Volvamosa soar.

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    UN MONTAS. (Corriendo con la espada en lamano.)- Seor, los esbirros y los alcaldesdesembocan en la plaza en tropel. Alerta,monseor.HERNANI se levanta. SOL. (Pausa.)- Ya te lo deca yo. MONTAS.- Socorro! HERNANI.- Aqu estoy; no temas. GRITOS A LO LEJOS..- Muera el bandido! HERNANI. (Al montas.)- Dame la espada.Adis, doa Sol. SOL.-Ya te perd! Dnde vas? Ven, huyamospor esta puerta. HERNANI.- No puedoabandonar a mis amigos.Aumentan el tumulto y los gritos. SOL.- Esos clamores me aterran. (Reteniendo aHERNANI.) Piensa que si t mueres, yo morirtambin. HERNANI.- (Abrazndola.)- Un beso... SOL.- Dueo mo! Esposo mo! HERNANI.- (Besndola en la frente.)- El primero! SOL.- Y quiz el ltimo!Parte HERNANI y DOA SOL cae sobre el banco.

    FIN DEL ACTO SEGUNDO

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    Acto Tercero

    El AncianoEl castillo de Silva en las montaas de Aragn

    La galera de retratos de la familia de SILVA; saln, cuyodecorado lo forman dichos retratos, encuadrados con preciosasmolduras, que coronan emblemas y escudos ducales. -En el

    fondo una puerta alta y gtica. -Entre los retratos haycolocadas grandes panoplias de varios siglos.

    Escena PrimeraDOA SOL, vestida de blanco, en pie junto a una mesa, yD. RUY GMEZ DE SILVA, sentado en un sitial de

    roble.

    RUY.- Por fin lleg el da! Dentro de una horadejars de ser mi sobrina para ser mi esposa y podrabrazarte como marido. Me has perdonado ya?Confieso que no tuve razn para ruborizarte ysospechar de ti a primera vista; no deb condenartesin haberte odo; pero las apariencias engaan yobligan al hombre a ser injusto. Me encontr condos mozos gentiles; no deb dar crdito a mis

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    propios ojos..., hija ma, pero cuando se llega a miedad... SOL.- Siempre me lo recordis, y yo nunca oshablo de aquel suceso. RUY.- Pues yo s; quiero confesar mi error.Nunca deb sospechar de una dama que se llamadoa Sol de Silva, por cuyas venas corre pura sangrecastellana. SOL.- Eso s. RUY.- Escucha: no es dueo de s mismo el queest enamorado como lo estoy yo de ti, y adems esviejo. Hay momentos en que es preciso ser celosos,y hasta perversos, porque somos viejos; porque lagracia, la belleza y la juventud de los dems noscausan miedo y parece que nos amenazan; porquelos dems nos dan celos que nos hacen avergonzarde nosotros mismos. Cuando veo pasar a un pastorjoven, mientras canta por el verde prado, y yo sueopor mis sombras avenidas, me digo a m muchasveces: De buena gana dara yo mil almenadastorres, mi antiguo palacio ducal, mis bosques y missembrados, mis rebaos y mis ttulos, todas misruinas, por su cabaa nueva y su frente juvenil.Dara todo lo que poseo por ser joven y hermosocomo t. Pero estoy delirando! Ya tengo un pie enel atad. SOL.- Quin sabe! RUY.- Sin embargo, creme; los caballerosjvenes aman frvolamente; la doncella que los amase muere por ellos y ellos se ren de ella. Como los

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    pajarillos de vistosas y ligeras alas, tienen mudable elplumaje del amor. Cuando un viejo ama, amaprofundamente y conserva hasta la muerte joven elcorazn. Mi cario no es como un juguete de cristal,que brilla y tiembla; es un cario severo, arraigado,slido y paternal, de madera de roble, como misilln ducal. He aqu cmo yo te amo, y adems squererte de otros modos, como se ama a la aurora, alas flores y a los cielos. Al verte tan pura, tanbrillante y tan hermosa, sonro de jbilo y seengalana mi alma como para eterna fiesta. SOL.- (Ah!) RUY.- El mundo ve siempre con buenos ojosque cuando un hombre se extingue poco a poco, yva a tropezar con las piedras del sepulcro, un ngel,una mujer pura vele por l, lo abrigue y se dignesufrir al intil anciano, que pronto morir. Serspara m ese ngel con corazn de mujer, queregocije el alma del pobre anciano y soporte el pesode la mitad de sus ltimos aos; siendo su hija porel respeto y su hermana por la piedad. SOL.- Acaso en vez de precederme me sigis,seor, que no es razn para vivir ser joven. Muchasveces los viejos se retardan y los jvenes vandelante. RUY.- No nos ocupemos ms de estas ideassombras, y dime: cmo es que no ests vestidapara la ceremonia? Apresrate a engalanarte con eltraje de boda, que la hora se acerca ya. SOL.- Tiempo me queda.

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    Entra un paje. RUY.- Qu quieres? EL PAJE.- Seor, espera un peregrino a lapuerta y os demanda hospitalidad. RUY.- Quienquiera que sea, siempre la dichaentra en la casa con el forastero que en ella serecibe. Que entre. Se sabe algo del capitn debandidos proscripto? PAJE.- Que todo acab para Hernani, para eselen de las montaas. SOL.- (Dios mo!) RUY.- Qu dices? PAJE.- Que la partida ha sido derrotada. Dicenque el mismo rey iba en su persecucin al frente dela tropa. La cabeza de Hernani ha sido pregonadapor mil escudos reales. Pero se refiere que hamuerto en la pelea. SOL.-(Sin m! Pobre Hernani!) RUY.- Gracias a Dios que al fin muri elrebelde. Alegrmonos, hija ma. Ve a ataviarte. Hoydebe ser para nosotros doble fiesta. SOL.- (Da de luto para m.) (Vase.) RUY. (Al paje.)- Que le lleven a su aposento elcofrecillo que yo le regalo. Quiero verla adornadacomo una virgen, ante la que se arrodille elperegrino. Corre, dile que entre y guale hasta aqu.Vase el paje. No debe hacerse esperar mucho tiempo aningn husped.

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    La puerta del fondo se abre y entra por ella HERNANI,disfrazado de peregrino. El duque se levanta y va a suencuentro.

    Escena IID. RUY GMEZ, HERNANI

    HERNANI.- Paz y ventura al generoso duque! RUY.- Paz y ventura al husped recin llegado!(Sintase en el sitial.) Eres peregrino? HERNANI.- S. RUY.- Vienes de Armillas? HERNANI.- He seguido otro camino, porquepor Armillas se estaban batiendo. RUY.- La partida del proscripto? HERNANI.- No lo s. RUY.- Qu ha sido de su jefe Hernani? HERNANI.- Quin es ese hombre? RUY.- No le conoces? Peor para ti, porque hasdesperdiciado la ocasin de ganar la suma con quehan tasado su cabeza. Hernani es un rebelde al rey,nuestro seor; un capitn de bandidos que gozmucho tiempo de la impunidad. Si vas a Madridvers cmo le ahorcan. HERNANI.- No voy all. RUY.- Su cabeza pertenece al que la coja. HERNANI.-(Que vengan por ella!) RUY.- Adnde te diriges, peregrino? HERNANI.- A Zaragoza.

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    RUY.- A cumplir algn voto que hiciste a laVirgen? HERNANI.- S, a la Virgen del Pilar. RUY.- Deben cumplirse los votos hechos a lossantos. Despus de cumplir el voto, no te llevaotro deseo a Zaragoza que ver el Pilar? HERNANI.- No, Seor. RUY.- Cmo te llamas? Yo soy Ruy Gmez deSilva. HERNANI.- Queris saber mi nombre?...(Vacilando.) RUY.- Puedes callrtelo si quieres; yo doyhospitalidad a todo el mundo que me la pide. HERNANI.- Gracias, seor. RUY.- S bien venido; qudate en mi casa ydispn de todo. Para m te llamas husped, y esenombre me basta. Te acojo, seas quien fueres, queal mismo Satans recibira si Dios me lo enviara.La puerta del fondo se abre de par en par. Entra DOASOL con el traje nupcial. La siguen pajes, criados y dosdamas, que llevan sobre un almohadn de terciopelo uncofrecito cincelado, que dejan sobre una mesa. El cofrecilloencierra una corona ducal, brazaletes, collares y perlas ybrillantes amontonados. HERNANI, jadeante y azorado,mira con ojos fulgurantes a la novia, sin escuchar al duque.

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    Escena IIIDichos, DOA SOL, pajes, criados y dos doncellas

    RUY.- Aqu tienes a mi Virgen del Pilar! Oraante ella y te atraers la felicidad. Acrcate, doaSol; cmo es que no llevas todava el anillo nupcialni la corona?HERNANI. (Con Voz de trueno.)- Quin quiereganarse mil CARLOS de oro? Yo soy Hernani.Todos se vuelven sorprendidos y asombrados. HERNANIse desgarra el hbito de peregrino y aparece vestido demontas. SOL. (Con alegra.)- (Cielos, vive!) HERNANI. (A los criados.)- Soy el proscripto quepersiguen. (Al duque.) Querais saber mi nombre?Pues me llamo Hernani. Os entrego la cabezapuesta a precio. Vale bastante para pagar vuestraboda. Os la ofrezco a todos; tomadla, que os lapagarn bien. Atadme de pies y manos, aunque esoser intil, porque estoy atado ya por una cadenaque no puedo romper. SOL.- (Infeliz de m!) RUY.- (Sin duda mi husped est loco!) HERNANI.- Vuestro husped es un bandido. SOL.- Seor, no le hagis caso. HERNANI.- Os digo la verdad. RUY.- Mil CARLOS de oro! Tan enorme es lacantidad, que no respondo de todos mis criados. HERNANI.- Basta con que uno solo me delatey me entregue.

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    RUY.- Callaos! Os pueden tomar la palabra. HERNANI.- Amigos, la suerte os favorece; osaseguro que soy el rebelde Hernani.RUY.- Callad! HERNANI.- Soy Hernani! SOL.- Cllate por Dios! (Bajo a HERNANI.) HERNANI.- Aqu se casan; yo tambin quierocasarme, mi esposa tambin me espera. (Al duque.)Mi esposa no es tan hermosa como la vuestra, seorduque, pero es ms fiel... Mi esposa es la muerte. SOL.- Por piedad! (Bajo a HERNANI.) HERNANI.- Nadie quiere ganarse mil escudosde oro? RUY.- Es el mismo demonio. HERNANI.- Veo que estis temblando! Qudesgraciado soy! RUY.- Si se atrevieran a prenderte, en vez deentregar tu cabeza se expondran a perder la suya.Aunque seas Hernani u otro bandolero ms ruin, yen lugar de oro por prenderte ofrecieran unimperio, dentro de mi casa te protegera contratodos, hasta contra el mismo rey; porque a loshuspedes los enva Dios. Antes morir yo quenadie se atreva a tocar un cabello de tu cabeza.Doa Sol, dentro de una hora sers mi esposa.Vuelve a tu aposento. Voy a poner en armas todo elcastillo y a cerrar las puertas.Vase seguido de sus criados. HERNANI. (Mirndose el cinto.)- Ah! No llevarni un pual!

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    Luego que ha desaparecido el duque, da DOA SOLalgunos pasos para seguir a sus doncellas, pero despus sedetiene y retrocede cuando salen, acercndose con granansiedad hacia HERNANI.

    Escena IVHERNANI y DOA SOL

    HERNANI contempla con miradas fras el cofrecillonupcial que est sobre la mesa; despus menea la cabeza y le

    centellean los ojos.

    HERNANI.- Os doy mi parabin; me encanta,me enamora, me admira vuestro traje de bodas.(Acercndose al cofrecillo.) El anillo nupcial es de buengusto... La corona ducal preciosa..., el collaradmirable..., los brazaletes bellsimos; pero todoesto vale cien veces menos que la mujer hermosaque oculta un corazn infame. Con qu habiscomprado todo esto? Con un poco de amor?Verdaderamente es muy barato! Dios mo!Engaar de este modo y no tener vergenza devivir! (Examinando el cofrecillo.) Quiz las perlas seanfalsas, el oro sea cobre, vidrio y plomo losdiamantes, quiz estas joyas sean falsas. Si esto esas, duquesa, es falso tu corazn como estas joyas, yt misma eres de oropel. Pero no, estas alhajas sonde buena ley, son hermosas y buenas; no seatrevera a engaarte el hombre que tiene un pie enla tumba. El juego est completo; collar, brillantes,

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    pendientes, corona, anillo nupcial...; nada falta. Es elmagnfico regalo que merece tu amor fiel, leal yprofundo. Es precioso el cofrecillo. SOL. (Registra el cofre y saca de l un pual.)- No hasvisto lo que contiene en el fondo. Este pual, quearrebat al rey CARLOS en el momento deofrecerme el trono, que despreci por ti, por ti, queahora me ultrajas. HERNANI. (Cayendo a sus pies.)- Permteme quede rodillas recoja las lgrimas que derraman tusbellsimos ojos. Despus te dar toda mi sangre poresas lgrimas. SOL. (Enternecida.)- Hernani, te amo y teperdono; pero olvides nunca que mi amor essiempre para ti. HERNANI.- Me perdona y me ama! Despusde lo que le he dicho, me ama y me perdona! SOL.- Hernani mo! HERNANI.- Debo serte odioso; pero dime otravez que me amas, tranquiliza a un corazn queduda; dmelo por piedad, porque muchas veces laspalabras que salen de los labios de una mujer curanprofundas heridas. SOL. (Absorbida y sin orle.)- Creerme tanolvidadiza! No comprender que ningn otrohombre puede entrar en el corazn que l llena! HERNANI.- He blasfemado de ti. En tu lugaryo, doa Sol, me hubieracansado ya de este locofurioso, que no sabe acariciar hasta despus dehaber ofendido, y le hubiera hecho huir de mi lado.

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    Rechzame, que aunque me rechaces te bendecir,porque has sido siempre tierna y bondadosaconmigo, porque me has soportado mucho tiempo,porque soy perverso, porque he oscurecido tus dascon mis noches. Tu alma es bella, noble y pura, y noes culpable de que yo sea perverso. Enlzate con elduque; es bueno y poderoso; s dichosa con l. Sesposa del anciano; l te merece ms. Cmo casartu pura frente con mi cabeza proscripta? Quin,vindonos unidos, a ti tranquila y bella, a mviolento y fiero, a ti apacible y limpia como blancaazucena, a m sombro y azotado por tantastempestades, quin dir que nuestra suerte sigue lamisma ley? Dios, que es la suprema sabidura, no tecre para m. No tengo derecho alguno paraposeerte; poseer tu corazn sera un robo; yo se lorestituyo al que es ms digno y debe poseerlo. Todose acab para m; llego a estar avergonzado de nohaber sabido vengarme ni ser feliz. Nac para elodio y slo he sabido amar. Perdname, huye de m,te lo ruego. SOL.- Ingrato. HERNANI.- Acarreo la desgracia a todo lo queme rodea! Montaas de Aragn, de Galicia y deExtremadura, os arrebat vuestros mejores hijos, ysin remordimiento les hice pelear por defender misderechos y los llev a la tumba. Por m murieron loshombres ms bravos de la valiente Espaa. Esto eslo que yo proporciono a todo el que se me liga! Nodebes envidiar mi destino cruel; enlzate con el

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    duque, con ese rey diablico, con el infierno; todoeso ser para ti mejor que yo. No me queda ni unamigo que me recuerde, todo me abandona; espreciso ya que te llegue este turno, porque yo debovivir solo. Huye de mi contagio. Que no sea para tiel amor una religin; ten compasin de ti misma yhuye de m. Quiz me crees un hombre como losdems, un ser inteligente que va recto a conseguir elobjeto de sus sueos; pues no, no lo soy. Soy unafuerza que impulsan, soy el agente ciego y sordo delos misterios fnebres, soy el alma de la desgraciaimpregnada de tinieblas. Dnde voy? No lo s.Slo s que me impulsa con soplo impetuoso undestino insensato; slo s que desciendo ms cadavez, sin detenerme nunca. Si algunas veces,jadeante, me atrevo a volver la cabeza, oigo una vozque me grita: Adelante!, y el abismo es profundo, yveo su fondo rojo, o de llama o de sangre, yentretanto, a una y a otra parte de mi vertiginosacarrera, todo se destroza, todo se muere. Ay delque me toca! Huye de m! Aprtate de mi fatalcamino. SOL.- Gran Dios! HERNANI.- Demonio terrible es el que meempuja, y darme la felicidad es el nico prodigioque no puede realizar, porque mi felicidad eres t...y t no eres para m. Busca otro seor..., enlzatecon el duque. SOL.- No te satisficiste con desgarrarme elcorazn, y quieres arrancrmelo. Ah! No me amas.

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    HERNANI.- Eres para m el ardiente foco dedonde nace mi nica felicidad; si huyo de l no meaborrezcas, vida ma! SOL.- No puedo aborrecerte.... pero morir. HERNANI.- Morir por m! SOL.- Morir. (Llorando cae sentada en un silln.) HERNANI. (Sentndose cerca de ella.)- Lloras pormi culpa! Quin me castigar, ya que t siempre meperdonas? Pero... mis amigos han muerto, estoyloco y... perdname otra vez. Quisiera saber amar yno s; y, sin embargo, la pasin que me domina esmuy profunda. No llores! Quisiera tener un mundopara postrarlo a tus pies. Soy tan desgraciado! SOL. (Abrazndole.)- Oh! No; t eres el lensoberbio y generoso que yo amo. HERNANI.- El amor sera el bien supremo sipudiramos morir a fuerza de amar. Quin de losdos hubiera muerto antes? LOS DOS A UN TIEMPO.- Yo! HERNANI. (Apoyando la frente en el seno deDOA SOL.)- Pues bien, que Dios nos una. T loquieres as, pues sea. Resist cuanto pude.Se contemplan extasiados; D. RUY, que entra por el fondo,los ve y se para como petrificado.

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    Escena VDichos y D. RUY

    RUY. (Inmvil y con los brazos cruzados.)- He aquel pago de mi buena hospitalidad! SOL.- Dios mo! El duque!Los amantes se separan sobresaltados. RUY. (Siempre inmvil.)- As me recompensa elhusped? Buen caballero, id a ver si la muralla estbien guarecida, las puertas cerradas y el arquerovigilando en la torre. Revisad el castillo, vestos en elarsenal una fuerte armadura, cindoos a los sesentaaos un arns de batalla. Volved y veris con qulealtad pagamos la vuestra. En los largos aos quecuento de existencia he visto asesinos, traidores,monederos falsos, criados infieles que envenenan asus seores; he visto a Sforza, a Borgia y a Lutero,pero nunca vi perversidad tan grande que notemiera hacer traicin al husped. Este crimen no esde mi poca; tan negra traicin petrifica al viejo enel umbral de su casa y le convierte en la estatua desu propia tumba. Moros y castellanos, quin es estehombre?Levanta los ojos y pasea las miradas por los retratos querodean la sala. Ilustres antepasados mos, ilustres Silvas que meescuchis, perdonad si en mi clera digo antevosotros que la hospitalidad es mala consejera!... HERNANI.- Seor duque...

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    RUY.- Silencio! Muertos sagrados!Antepasados mos, hombres de hierro, que sabislo que viene del cielo y lo que viene del infierno,decidme quin es este hombre! Es Hernani oJudas? HERNANI.- Seor duque... RUY.- Veis? An se atreve a hablarme elinfame! Pero mejor que yo, vosotros leis en sualma. Previs acaso que mi brazo va a ensangrentarmis lares, que mi corazn quiz engendra unavenganza horrible... Antepasados mos, ya lo estisviendo, la culpa no es ma, es suya. Juzgadnos a losdos. HERNANI.- Duque de Silva, nunca se elevhacia el cielo frente tan noble ni corazn tan grandecomo el vuestro. Soy culpable y no me defiendo,porque s que merezco vuestra clera. Quiserobaros esta dama, vuestra futura esposa, y mancharvuestro lecho; s que esto es infame, pero podisderramar la sangre que por mis venas corre ydespus limpiar la espada. SOL.- Seor, yo soy la nica culpable;castigadme a m sola. HERNANI.- Callad, doa Sol, porque esta horaes suprema y me pertenece por completo, porque yano tendr otra. Dejadme hablar al duque. Os juro,seor, que soy culpable; pero no estis intranquilo,porque os juro que doa Sol es pura. Ella es pura yyo culpable; merece que le consagris vuestrocario, y yo merezco que me deis una pualada.

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    SOL.- Yo soy la causa de todo, porque yo leamo.D. RUY retrocede sorprendido al or estas palabras y fijaterribles miradas en DOA SOL; ella se arrodilla a suspies. Perdonadme, seor! Perdonadme, pero le amo! RUY.- Le amas! (A HERNANI.) Tiembla,pues!...Se oyen fuera sonar trompetas; entra un paje. Qu es ese ruido? (Al paje.) PAJE.- Seor duque, viene el rey con su cuerpode arqueros, y su heraldo es el que ha tocado latrompeta. SOL.- Gran Dios, el rey! PAJE.- Pregunta el rey por qu est cerrado elcastillo y manda abrir la puerta. RUY.- Abrdsela. (Vase el paje.) SOL.- (Est perdido!)D. RUY se dirige a un cuadro, que es su propio retrato, yque es el ltimo de la izquierda, toca un resorte y se abre unapuerta, dejando ver un escondrijo practicado en la pared.Luego se vuelve hacia HERNANI y le dice: RUY.- Entrad aqu. HERNANI.- Mi cabeza es vuestra.Entregdsela, seor, que soy vuestro prisionero yestoy decidido a morir.Entra en el escondrijo, que vuelve a cerrar D. RUY. SOL.- Seor, tened compasin de l! PAJE. (Entrando.)- Su alteza el rey!

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    DOA SOL se baja precipitadamente el velo. brese depar en par la puerta del fondo y entra por ella D.CARLOS en traje de guerra, seguido de multitud degentileshombres y de arcabuceros.

    Escena VIDichos, D. CARLOS y su squito

    D. CARLOS avanza lentamente, con la mano izquierda enel pomo de la espada y la derecha en el pecho, mirando al

    duque con expresin de desconfianza y de clera. D. RUYsale a recibirle y le saluda con profunda reverencia.

    D. CARLOS.- Por qu hoy, amado primo,tienes tan cerradas las puertas del castillo? Crea queestaba ms enmohecida tu espada, e ignoraba quetuviese deseos de relucir en tu mano cuandovenimos a verte. Te empeas algo tarde en echarlade mozo. Tenemos acaso moros en campaa? Mellamar Boabdil o Mahoma y no CARLOS deAustria, para que me levantes el puente y me bajesel rastrillo? RUY.- Seor... D. CARLOS (A sus caballeros.)- Tomad las llavesy apoderaos de las puertas. (Vanse dos de loscaballeros.) Tratis de despertar las rebelionesdormidas! Vive Dios, seores duques, que sipretendis hombrearos con el rey, el rey se colocaren su sitio y sentiris que es vuestro amo y seor! Alas cumbres ms altas de los montes, donde tenis

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    los nidos, ir a destruir por mis propias manosvuestros seoros. RUY. (Irguindose.)- Los Silvas siempre fueronvasallos leales y... D. CARLOS. (Interrumpindole.)-Contstame sinrodeos, duque; contstame, o hago arrasar tus oncetorres. Del incendio apagado queda una chispaencendida, de los rebeldes muertos en la refriega sesalv el caudillo: se salv huyendo. T eres quien leencubre, t ocultas en tu castillo a Hernani. RUY.- Seor, es verdad. D. CARLOS.- Pues bien, quiero su cabeza o latuya. Ruy. (Inclinndose.)- Quedaris satisfecho.DOA SOL se deja caer en un silln, con la cabeza entrelas manos. D. CARLOS.- Ve a traer al bandido.El duque cruza los brazos, baja la cabeza y queda algunosmomentos pensativo. El rey y DOA SOL le observan ensilencio, agitados por emociones distintas. Por fin, el duquelevanta la cabeza, se dirige al rey, le coge la mano y le llevacon lentitud ante el retrato ms antiguo, que est a la derechadel espectador. RUY.- ste es el ms antiguo de los Silvas, elabuelo, el principio de la raza, Silvius, que fue tresveces cnsul de Roma. El segundo es Galcern deSilva, otro Cid, cuyos sagrados restos se guardan enToro, en dorado fretro. l fue quien libr a laciudad de Len del tributo de las cien doncellas. Eltercero es D. Blas, que por su voluntad se desterr

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    del reino por haber aconsejado mal al rey. El cuartoes D. Cristbal: en el combate de Escalona, cuandohua del rey D. Sancho a pie, y su blanco penachoserva de puntera a los tiros enemigos, Cristbal!grit, llamndole en su ayuda. Cristbal le quit elpenacho y le dio su caballo. El quinto es D. Jorge, elque pag el rescate del rey de Aragn, D. Ramiro. D. CARLOS. (Cruzando los brazos y mirndole depies a cabeza.)- D. Ruy Gmez, os admiro; continuad. RUY.- ste es Ruy Gmez de Silva, granmaestre de Santiago y de Calatrava: tom trescientasbanderas, gan treinta batallas, y despus dereconquistar para el rey a Motril, a Antequera, Suezy Njar, muri pobre. Saludadle, seor. A su ladoest D. Gil de Silva, su hijo, que fue espejo delealtad, Este otro es D. Gaspar de Mendoza y deSilva, honor de su progenie. Todas las casas noblestienen algo que ver con la de Silva. Sandoval nosteme y se nos enlaza; Manrique nos envidia; Laranos respeta y Alencastre nos odia. Tocamos a la vezcon los pies a los duques y con la frente a los reyes. D. CARLOS.- Os estis burlando! RUY.- ste es D. Vzquez, llamado el Sabio.ste es D. Jaime el Tuerto, que contuvo l solo unda a Zamit y a otros cien moros.Al ver la impaciencia del rey, pasa de largo por entre algunosretratos y se dirige a los tres ltimos de la izquierda. ste es mi noble abuelo: vivi sesenta aos yguard siempre la fe jurada hasta a los judos. Esteotro anciano de venerable aspecto es mi padre. Fue

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    grande, aunque naci el ltimo. Los moros deGranada haban hecho prisionero a su amigo elconde Alvar Jirn, pero mi padre reuni, para ir abuscarle, seiscientos hombres de guerra; hizo tallaren piedra un conde Alvar Jirn, que llev consigo,jurando por su patrono no desistir de su empeohasta que el conde de piedra menease la cabeza.Combati por el conde y consigui salvarle. D. CARLOS.- Entregadme al bandido.El duque se inclina ante el rey y se lo lleva de la mano hastael retrato que sirve de puerta al escondrijo de HERNANI. RUY.- Este retrato es el mo. Rey don CARLOS,os estoy agradecido, porque queris conseguir queeste retrato diga a los venideros que le contemplen:El ltimo Silva, hijo de una raza nobilsima, fue untraidor, que vendi la cabeza de su husped.Alegra de DOA SOL. Movimiento de estupor en loscircunstantes. Desconcertado el rey, se aleja con clera delduque; despus permanece algunos instantes en silencio, conlos labios temblorosos y los ojos llameantes. D. CARLOS.- Duque, tu castillo me estorba y lohar derribar. RUY.- Para vengaros de m? D. CARLOS.- Por tanta audacia arrasar tustorres, y en el solar del castillo har sembrarcamo. RUY.- Prefiero, seor, ver crecer el camo enel solar de mis torres, que ver caer una mancha en elblasn de los Silvas.

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    D. CARLOS.- En conclusin, duque, me hasprometido entregarme esa cabeza... RUY.- Seor, os he prometido la ma o la suya;os entrego la ma: tomadla. D. CARLOS.- Bien, duque, pero yo pierdo en elcambio. La cabeza que necesito es la de un joven,que cuando se corte puede cogerse por los cabellos,lo que el verdugo no podra hacer con la tuya. RUY.- No me afrentis, seor; mi cabeza esilustre y, aunque vieja, vale ms que la de unrebelde. D. CARLOS.- Entrgame a Hernani. RUY.- Os dije lo que tena que deciros, seor. D. CARLOS. (A los suyos.)- Registrad todo elcastillo, sin perdonar rincn ni agujero. RUY.- Mi castillo es tan fiel como yo: slo losdos sabemos este secreto, y los dos lo guardaremos. D. CARLOS.- Piensa que soy el rey. RUY.- Hasta que demolido mi castillo piedra apiedra me sirva de sepulcro, no encontraris lo quebuscis. D. CARLOS.- Son intiles mis ruegos y misamenazas! Entrgame a Hernani o derribo tu cabezay tu castillo. RUY.- Haced lo que os plazca. D. CARLOS.- Pues en lugar de una tendr doscabezas. (Al duque de ALCAL.) Prended al duquede Silva. SOL. (Levantndose el velo e interponindose.)- DonCARLOS de Austria, sois un rey perverso.

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    D. CARLOS.- Gran Dios, doa Sol! SOL.- Bien se ve que no sois espaol. D. CARLOS. (Turbado.)- Sois muy severa aljuzgarme. (Se acerca a DOA SOL y le dice en vozbaja.) Vos sois la causa de mi clera, porque alhombre que se os acerca le converts en ngel o endemonio; vuestros desdenes y vuestros enojos meconvirtieron en tigre. Sin embargo, no quedarisdescontenta de m. (En voz alta.) Amado primo,comprendo al fin que tus escrpulos son legtimos;s leal a tu husped y desleal a tu rey. Soy mejor quet y te perdono; pero me llevo en rehenes a tusobrina. RUY.- Qu oigo! SOL.- A m, seor! D. CARLOS.- S, a vos. RUY.- Vuestra generosidad y vuestra elocuenciaperdonan la cabeza para torturar el corazn. D. CARLOS.- Elige entre tu sobrina o elrebelde. Necesito uno de los dos. RUY.- Sois el rey...D. CARLOS se aproxima a DOA SOL parallevrsela y sta se refugia en brazos de D. RUYGMEZ. SOL.- Salvadme, seor. (Separndose de su to.)(Desgraciada de m! Debo sacrificarme!) Osseguir. (Al rey.) D. CARLOS.- (Me ocurri una magnfica idea.)

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    DOA SOL se dirige al cofrecillo, lo abre y toma el pualque hay dentro y se lo esconde en el seno. D. CARLOS sedirige hacia ella y le presenta la mano. Qu habis tomado de ah? SOL.- Nada, seor. D. CARLOS.- Acaso alguna joya? SOL.- S. D. CARLOS.- Vemosla. SOL.- Ya la veris.DOA SOL le da la mano y se dispone a seguirle. D.RUY, que se ha quedado inmvil y como asombrado, depronto grita: RUY.- Seor, dejadme a doa Sol, dejadme a miesposa, dejadme a mi hija! No tengo a nadie ms enel mundo! D. CARLOS.- Pues entregadme al bandido.El duque vacila; mira su retrato, se vuelve hacia el rey y ledice: RUY.- Insists en vuestros propsitos? D. CARLOS.- S.El duque, temblando, lleva la mano al resorte. SOL.- (Dios mo.) RUY.- No! (Se arrepiente y se arrodilla a los pies delrey,) Por compasin, seor, tomad mi cabeza!... D. CARLOS.- Me llevo a doa Sol. RUY.- Felizmente no os podis llevar mi honor. D. CARLOS. (Tomando la mano a DOA SOL.)-Adis, duque. RUY.- Dios os guarde, seor.

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    El duque vuelve hacia el proscenio jadeante e inmvil, sin verni or nada, con la mirada fija y los brazos cruzados sobre elpecho; entretanto el rey sale con DOA SOL y con todo susquito. RUY.- Rey Carlos, mientras que sales alegre delcastillo, mi antigua lealtad llorando sale del corazn.Levanta la cabeza, pasea la vista a su alrededor y seencuentra solo. Se acerca a una de las panoplias, saca de ellados espadas, las mide y las deja sobre la mesa. Despus sedirige al retrato, toca el resorte y se abre la puerta secreta.

    Escena VIID. RUY GMEZ y HERNANI

    HERNANI sale por la puerta secreta. D. RUY le sealalas dos espadas que hay sobre la mesa.

    RUY.- Sal y elige. D. Carlos abandon ya elcastillo. Ajustaremos pronto nuestras cuentaspendientes. Te tiembla la mano? HERNANI.- Me proponis un duelo? Pues nopodemos batirnos. RUY.- No puedes batirte porque tienes miedoo porque no eres noble? Noble o plebeyo, paracruzar la espada conmigo todo el que me ultraja esbastante gentilhombre. HERNANI.- Anciano! RUY.- Ven a matar o a morir.

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    HERNANI.- A morir estoy dispuesto: a mipesar me salvasteis la vida y os pertenezco; tomadla,pues. RUY.- Eso es lo que quieres? (Dirigindose a losretratos.) Ya veis que me obliga. (A HERNANI.)Encomindate a Dios. HERNANI.- A vos he de dirigir el ltimo ruego. RUY.- Dirgelo al Supremo Seor. HERNANI.- A vos; matadme con espada, dagao pual, como queris, pero concededme por ltimagracia que la vea antes de morir. RUY.- Verla! HERNANI.- O a lo menos que oiga su voz porltima vez. RUY.- Orla! HERNANI.- Comprendo, seor lo que soncelos; pero ya que estoy en brazos de la muerte, nodebis temer de m. Permitidme que la oiga, aunqueno la vea, y morir contento. Ni siquiera la hablar;estaris presente y despus me mataris. RUY.- Pero ese escondrijo es tan sordo y tanprofundo que nada has odo? HERNANI.- Nada, seor. RUY.- Pues me vi obligado a entregar a doa Solo a ti. HERNANI.- A quin? RUY.- Al rey. HERNANI.- Anciano estpido! El rey la ama. RUY.- El rey? (Asombrado.)

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    HERNANI.- Es nuestro rival y nos la harobado! RUY.- Maldicin! Vasallos mos, a caballo, acaballo; persigamos al raptor! HERNANI.- Escuchadme: os pertenezco ypodis matarme cuando queris; pero queris antesemplearme en vengar a vuestra sobrina y su virtudultrajada? Deseo tener parte en esta venganza, y ossuplico que me concedis esta gracia. Persigamoslos dos al rey; ser vuestro brazo y os vengar.Despus matadme. RUY.- Podr siempre disponer de tu vida? HERNANI.- Siempre, os lo juro. RUY.- Por quin lo juras? HERNANI.- Por la memoria de mi padre. RUY.- No te olvidars nunca de lo que ahoraprometes? HERNANI. (Presentndole la bocina que se quita delcinto.)- Guardad esta bocina. Suceda lo que suceda,cuando queris, seor duque, en cualquier lugar, acualquier hora que os ocurra que deba yo morir,tocad la bocina y yo mismo me matar. RUY. (Tendindole la mano.)- Estamos convenidos.Los dos se estrechan la mano. D. RUY se dirige a losretratos. Todos vosotros sois testigos!

    FIN DEL ACTO TERCERO

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    Acto Cuarto

    El SepulcroAquisgrn

    Subterrneo que encierra el sepulcro de Carlomagno, enAquisgrn. -Grandes bvedas de arquitectura lombarda;

    gruesos pilares bajos, arcos, capiteles con relieves de pjaros yde flores. -A la derecha el sepulcro de Carlomagno, al que seentra por una portezuela de bronce, baja y cintrada. Una

    sola lmpara, suspendida de la clave de la bveda, alumbraesta inscripcin: CAROLUS MAGNUS. -Es de noche. -No se ve el fondo del subterrneo, y la vista se pierde en las

    arcadas, en las escaleras y en los pilares que se entrecruzan enla oscuridad.

    Escena PrimeraD. CARLOS, D. RICARDO DE ROJAS, conde de

    Casapalma, con una linterna en la mano.

    RICARDO. (Con el sombrero en la mano.)- Aqu es. D. CARLOS.- Aqu se rene la Liga y voy acopar juntos a todos sus miembros. El elector deTrveris les ha ofrecido este sitio... que es muy a

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    propsito. Cierta clase de rebeliones las haceprosperar el aire de las catacumbas; bueno es aguzarlos estiletes en las piedras de los sepulcros, pero estejuego es muy arriesgado; en l se arriesga la cabeza.Bien hicieron en elegir un sepulcro para susreuniones; as tendrn menos que andar. Seextienden mucho estos subterrneos? RICARDO.- Hasta la fortaleza. D. CARLOS.- Ms de lo necesario. RICARDO.- Otros de los subterrneos correnpor este lado hasta el monasterio de Altenheims. D. CARLOS.- Donde Rodolfo extermin aLotario Bieu. Repetidme otra vez, conde, losnombres y los agravios, dnde, cmo y por qu. RICARDO.- El duque de Gotha... D. CARLOS.- S por qu ese duque conspira;quiere que un alemn ocupe el imperio deAlemania. RICARDO.- Hohemburgo... D. CARLOS.- se, Segn me han referido,preferira ir al infierno con Francisco I que ir al cieloconmigo. RICARDO.- Don Gil Tllez Girn. D. CARLOS.- Ira de Dios! Ese infame conspiracontra su rey! RICARDO.- Dicen que os encontr una nocheen la alcoba de su seora, poco despus que lenombrasteis barn, y quiere vengar el honor de sucara mitad.

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    D. CARLOS.- Entonces que se rebele contraEspaa entera. Quin ms? RICARDO.- Citan tambin al reverendoVzquez, obispo de vila. D. CARLOS.- Tambin por vengar la virtud desu mujer? RICARDO.- Adems est descontento Guzmnde Lara, porque desea conseguir el collar de vuestraorden. D. CARLOS.- Si no desea ms que el collar.... loobtendr. RICARDO.- El duque de Lutzelburgo. Encuanto a los planes que se le atribuyen... D. CARLOS.- Ese duque tiene la cabezademasiado grande. RICARDO.- Juan de Haro, que quiere obtener aAstorga. D. CARLOS.- Los Haros siempre han dadomucho que hacer al verdugo. RICARDO.- Ya no hay ms, seor. D. CARLOS.- Pues no estn todos, conde. Nome has citado ms que siete, y son ms, segn micuenta. RICARDO.- Porque no os he hablado dealgunos bandidos, comprados por Trveris y por laFrancia. sos son hombres sin escrpulos, cuyopual se inclina siempre al oro como la aguja alpolo. Sin embargo, entre ellos vi dos muy audaces,recin llegados, un joven y un viejo... D. CARLOS.- Sus nombres, su edad...

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    RICARDO.- Ignoro cmo se llaman; en cuantoa la edad, uno podr contar veinte aos... D. CARLOS.- Qu lstima! RICARDO.- Y el otro lo menos sesenta. D. CARLOS.- El primero no tiene edad anpara conspirar, y el otro no la tiene ya; peor paraellos. En caso de necesidad, el verdugo puedecontar con mi ayuda. En vez de ser mi espadabenigna para las facciones se la prestar, si su hachase embota, y para ensanchar el patbulo coser siespreciso mi prpura imperial al pao del cadalso. -Pero llegar a ser emperador? RICARDO.- Reunido ya el Colegio, delibera enestos momentos. D. CARLOS.- Nombrar a Francisco I o alsajn Federico el Sabio? -Lutero tiene razn: Todova mal!-. Esos fautores de majestades sagradas slohacen caso de razones deslumbradoras. Un sajnhertico! Un conde palatino imbcil! Un privadode Trveris libertino! sos son mis contrincantes.Al rey de Bohemia lo tengo de mi parte. Losprncipes de Hesse son ms pequeos an que susEstados, son mozos idiotas o viejos libertinos, yforman un ridculo concilio de enanos que yopodra llevar bajo mi piel de len como Hrcules. -Me faltan tres votos, conde, y todo me falta. Poresos tres votos dara yo a Gante, a Toledo y aSalamanca, las tres ciudades que eligieran de Castillao de Flandes... Las dara... para recobrarlas mstarde. Lo oyes?

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    D. RICARDO se inclina saludando y se pone el sombrero. Os cubrs? RICARDO.- Seor, me habis tuteado y ya soygrande de Espaa. D. CARLOS.- (Me causa lstima su frvolaambicin!) RICARDO.- Abrigo la esperanza de queproclamen emperador a vuestra alteza. D. CARLOS.- (Alteza! Si no pudiera pasar derey!) RICARDO.- (Sea o no emperador, yo ya soygrande de Espaa.) D. CARLOS.- En cuanto est elegido elemperador de Alemania, qu seal anunciar a laciudad su nombre? RICARDO.- Si eligen al duque de Sajoniadispararn un caonazo; dos si eligen al reyFrancisco; tres si nombran a D. Carlos de Austria,rey de Espaa. D. CARLOS.- Doa Sol me contrara, conde; sipor casualidad me nombran emperador, corre abuscarla...; quiz me corresponda si ve que soyCsar. RICARDO. (Sonriendo.)- Vuestra alteza esdemasiado bueno y... D. CARLOS. (Interrumpindole.)- Sobre eso nopronunciis ni una palabra ms. -Cundo sabremosel nombre del elegido? RICARDO.- Dentro de una hora lo ms tarde.

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    D. CARLOS.- Por tres votos!... -Aplastemosantes a esa turba que conspira, que despus yaveremos de quin ser el imperio. Cornelio Agripasabe mucho, y en el ocano celeste ha visto venirtrece estrellas desde el Norte hasta la ma. Perotambin dicen que el abad Juan Triteno haprometido el imperio al rey Francisco. Deb, parabrillar con ms claridad mi fortuna, fortificar laprofeca con algn armamento. Las predicciones delms hbil hechicero se realizan mejor cuando unbuen ejrcito con caones y picas, peones ycaballos, prepara el camino a la suerte que se espera.Quin vale ms de los dos, Cornelio Agripa o JuanTriteno? El que tenga un sistema apoyado por unbuen ejrcito y ponga la punta de una lanza al cabode lo que dice, o el filo de una espada, para cortarcualquier dificultad a gusto del profeta. -Dejadmesolo, que se acerca la hora en que se han de reunirlos conjurados. Ah!... Dame la llave del sepulcro. RICARDO. (Entregndosela.)- Seor, os ruegoque no os olvidis del conde de Limburgo, que es elcustodio capitular que me la ha confiado, y que seesfuerza por complaceros. D. CARLOS. (Despidindole.)- Bien... Haz todocuanto te dije. RICARDO.- Sin demora, seor. D. CARLOS.- Conque tres caonazos, eh? RICARDO.- S, seor; tres.

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    Se inclina y se va. Cuando D. CARLOS se queda solo, seabisma en meditacin profunda. Despus levanta la cabeza yse vuelve hacia el sepulcro.

    Escena IID. CARLOS, solo

    D. CARLOS.- Carlomagno, perdona! Estasbvedas solitarias slo deban repetir palabrasausteras, y sin duda te indignar el zumbido denuestras ambiciones que suena alrededor de tumonumento. Aqu reposa Carlomagno! Cmopuedes, sepulcro sombro, contenerle sin estallar?Ests bien ah, gigante de un mundo creador, ypuedes extender en tu sepulcro toda tu altura?Magnfico espectculo ofreci a la Europa forjadapor sus manos, tal como l la dej al morir! Unedificio con dos hombres en la cspide; dos jefeselegidos, a los que se someten todos los reyeslegtimos; casi todos los Estados, feudos militares,reinos, marquesados, son hereditarios; pero elpueblo suele tener su Papa o su Csar; todo marchay el azar corrige el azar. De esto nace el equilibrio,que impone el orden. Electores revestidos de tis deoro, cardenales envueltos en mantos de escarlata.Senado doble y sacro que conmueve la tierra, lessirven de ostentacin: surge una idea, segn lasnecesidades de las pocas se agranda, corre, semezcla en todo, se hace hombre y posee los

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    corazones. Hay muchos reyes que la pisotean y laamordazan; pero llega un da en que entra en laDieta, en elConclave, y todos ven surgir de repentesobre sus cabezas la idea esclava con el globo en lamano y la tiara en la frente; y el Papa y emperadorlo son todo. Nada existe en la tierra ms que porellos y para ellos. En ellos vive el misterio supremo,y el cielo, que les concede todos los derechos, les daun gran festn de pueblos y de reyes; los sienta a lamesa, y Dios, bajando de las nubes donde brama eltrueno, les sirve el mundo. Frente a frente los dosestn sentados, y arreglan, recortan y mandan en eluniverso. Los reyes estn a la puerta, respirando elvapor de los manjares, mirando tras de los vidrios ycontemplando lo que pasa dentro, levantndose yapoyndose en la punta de los pies. El mundo bajolos reyes se escalona y se agrupa; los dos que sesienta