HERNANDEZ, Natalio - Mas Alla de Los 500años (2)

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Natalio Hernández, "Más allá de los 500 años" Facsímil

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  • C.M.R.LB. CAIUYI!LI.E n 59, pp. 25-31, Toulouse, 199Z.

    T]jMOIGNAGES

    Ms all de los 500 anos PAR

    1 1

    Natalio HERNANDEZ HERNANDEZ Promotor y PreWlente

    de la Orr~~~tivu:ldtt tk Profesionistas lrtdlcenJU Nahuas (OPINAC) de Mdco.

    Es a mt JUICIO difcil poder juzgar los hechos avasalladores de Espaa, contra los pueblos y las culturas originarias de nuestro conti-nente, como un descubrimiento o un encuentro.

    En mi opinin, no puede hablarse de descubrimiento de Amrica, puesto que nuestros pueblos no slo ya lo haban descubierto, sino tambin habitado, antes de la llegada de los europeos a estas tierras.

    Cuando se habla de descubrimiento, en realidad se est reafirmando el etnocentrismo europeo que ha predominado hasta nuestros das. Los valores. la historia propia y la cosmovisin de nuestros pueblos, quedaron soterrados o peor todava, enterrados durante todos estos aos.

    Tampoco puede llamarse Encuentro a los acontecimientos de 1492. Encuentro significa, desde mi punto de vista, dilogo y acercamiento. Lo que vivieron los pueblos de Amrica fue un choque violento, o dicho ms burda y llanamente, un encontronazo, cuyas consecuen-cias y heridas sociales pesan an sobre nuestros pueblos.

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    La discriminacin, la explotacin, la negacin y la invisibilidad, son el resultado del proceso colonial que trajo como consecuencia la conquista y el avasallamiento.

    Este es el balance general que los diferentes pueblos de Amrica han experimentado a partir de los acontecimientos de 1492. Es por eso que, ms que conmemorar, celebrar o incluso condenar, lo que debemos hacer es usar nuestra energa y nuestro conocimiento para construir un nuevo modelo de sociedad, en donde se reconozca la dignidad y -los derechos de nuestros pueblos, para desarrollar un proyecto propio de Amerindia, la Amrica que asume sus rafees y reconoce su propio rostro para proyectar su destino histrico en el prximo milenio.

    En este sentido, los 500 aos no slo deben ser motivo para la reflexin acadmica, la retrica poltica o la justificacin histrica de los Estados Nacionales sobre los pueblos originarios de Amrica.

    Debemos tambin comprometemos a realizar acciones concretas y cotidianas que modifiquen las actuales relaciones asimtricas entre los pueblos indgenas y la sociedad nacional. Esta es una tarea nada sencilla, por ejemplo, la convivencia igualitaria y democrtica de los pueblos indgenas con la sociedad nacional, deben llevamos a ampliar los espacios de par ticipacin en los diferentes mbitos de la vida social.

    La historia escrita durante los 500 aos, tambin tiene que rein-terpretarse y reescribirse. Hasta ahora, ha predominado la opinin y el punto de vista de los vencedores y poco recoge la historia y la versin propia de nuestros pueblos. Las nuevas generaciones de mexi-canos, no pueden seguir menospreciando nuestras ralees culturales originarias, ni denigrando a sus actuales portadores.

    Por otra parte, dignificar la cultura indgena, implica conocerla, valorarla y difundirla no slo al interior de nuestros pueblos, sino al resto de la sociedad. Slo as estaremos construyendo un nuevo tejido social en donde la cultura originaria de los pueblos de Am-rica, se constituya en soporte fundamental del nuevo modelo de sociedad que ha de arribar al siglo XXI.

    1992, debe ser el final del proceso colonial impuesto por Espaa en particular y por Europa en general, y al mismo tiempo, el inicio de una nueva etapa histrica que reivindique y dignifique el futuro de nuestros pueblos.

    Este trabajo, si bien est referido al contexto de mi pas, Mxico, considero que podra contribuir para una reflexin ms amplia sobre la realidad en que vivimos los diferentes pueblos indios de Nuestra Amrica.

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    Con estas palabras previas, presento estos apuntes que en gran medida constituyen mi experiencia personal.

    La iden.tidad primaria.

    Hasta los 10 aos de edad, recuerdo ahora, nunca me pregunt quin era ; mi pueblo lo era todo. Tena en l. un espacio social que me daba una identidad propia. La lengua nhuatl, mi lengua ma terna, resolva todas mis necesidades de comunicacin ; era para m, en aquel momento, la lengua universal. Me daba cuenta que la lengua de mis padres estaba presente en todos los rincones de mi familia y de mi pueblo. En esa lengua se comunicaban Jos nios, Jos adultos y los ancianos. Segn los contextos en que se usaba, la lengua adquira tonalidades, niveles y profundidades. Representaba para m, una gran emocin escucharla y poderme comunicar en ella y con ella.

    Mi pueblo tambin ofreca roles culturales que con el tiempo iban conformando valores que los miembros de la comunidad interiori zaban. Recuerdo ahora, que los nios no debamos saludar a los adultos y ancianos, actitud q ue no denotaba indiferencia, sino res peto y distincin. A todos los ancianos les decamos abuelos o abue-las, y a Jos adultos, tas y tos, costumbres que con el tiempo, iban conformado en nuestra conciencia, un tejido social comunitario.

    En las ceremonias tradicionales al maz o chicomexochitl en lengua nhuatl, se nos insista que la tierra es Tonantsin - nuestra madre, de donde proviene nuestro sustento. Senta que la comunidad era como una gran escuela, una gran familia en donde me enseaban y aprenda cosas tiles par la vida. Y en donde tambin reciba castigos por violentar normas tradicionales, por ejemplo, pisar granos de ma.z o tender el petate sobre ellos.

    La identidad rota.

    Parte del martirio de saber quin era, empez cuando asist a la escuela. Recuerdo que el maestro no hablaba el idioma del pue'blo ; reprima severamente a Jos nios que hablaban la lengua de nuestros padres. Entonces empezaron mis primeras dudas sobre la valid~ de mi lengua, de mi cultura y de todo lo que la comunidad y mis padres me haban enseado. A los 14 aos tuve que salir de mi pueblo para cursar los estudios de Secundara. En ese nuevo ambiente, ajeno a mi mundo cultural, pas desapercibido ; era uno ms de los alwnnos.

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    Los maestros n06 daban a todos el mismo trato. Escond mi idioma, lo guard para m mismo ; no haba el espacio social para comuni-carme a travs de l. Slo lo usaba cuando regresaba a mi pueblo.

    El momento crtico de poner en duda mi propia identidad fue cuando ingres como maestro bilinge. Entonces fu cuando sent la presin y discriminacin de la sociedad nacional hispanohablante. A partir de entonces tom conciencia de que era diferente ; que mi lengua y todo lo que la comunidad me haba enseado, estaba en desventaja y subordinado por la sociedad nacional dominante ; haba que aprender otros conocimientos, otros valores, que muchas veces negaban o contradecan los propios.

    Entonces tom conciencia de la existencia de palabras lacerantes que la sociedad no indgena usa para herimos, lastimamos y humil-larnos. Indio es la palabra ms fuerte, indgena ms o menos suave ; indito es lo ms paternal y condescendiente que se nos aplica.

    Si al principio rebufa a estas palabras, con el tiempo las hice pro-pias para usarlas, desgastarlas y desecharlas. Particip en organi-zaciones usando el concepto indio para luchar, reclamar y denunciar.

    Ahora estoy convencido que la sociedad mestiza hispanohablante tiene que escuchamos. Tenemos que dialogar y respetamos para trazar juntos un mejor futuro para las nuevas 'generaciones. La socic> dad no indgena tiene que dignificar las races indias para reafinnar su identidad. En los ltimos 20 aos, los indios hem06 hablado muy fuerte para que nos escuchen ; nosotros mismos nos damos cuenta ahora, que por mucho tiempo, casi 500 aos, hemos estado a la defensiva, resistiendo los embates de la explotacin, la dominacin cultural y discriminacin social, as como la manipulacin poltica. Gran parte de nuestra energa, como lo dice el hermano Jacinto Arias, Tzotzil de Chiapas, la hemos usado para defendemos y hemos em-pleado muy poco tiempo, para pensar y construir nuestro futuro.

    El poroen.ir de nue~rrot pueblos. Se ha dicho y se ha reconocido muchas veces, que nuestros p uc>

    blos poseen conocimientos y valores humanos que son dignos de preservarse y transmitirse para las nuevas generaciones. Nosotros no lo dudamos, estamos plenamente convencidos de eso. El pro-blema est en que esos valores y conocimientos son negados por la sociedad nacional, en donde prevalecen y predominan los valores de la sociedad dominante. El machismo, el consumismo, la prepotencia, el individualismo y ia violencia, son los valores que muchas veces se privilegian de manera subliminal. Tambin estamos regidos por

  • At(s AL DE LOS 500 AOS

    leyes y normas que contradicen las normas y valores tradicionales de nuestros pueblos.

    Nos va a costar mucho construir un nuevo modelo de sociedad, en donde podamos convivir democrticamente los pueblos indgenas con la sociedad nacional. Por principio, habra que cuestionar y desmitificar la idea de cultura nacional, para dar paso al reconoci-miento de las culturas regionales y locales. Va a ser necesario descen-tralizar las acciones culturales para posibilitar que nuestros pueblos expresen su saber, su arte y sus valores.

    En el aspecto de la lengua, por ejemplo, los pueblos tienen que usarla en todos los mbitos sociales : en la escuela, en el palacio municipal, en las reuniones, en las oficinas. Tienen que abrirse y ampliarse los espacios para que la lengua se hable, se lea y se escriba ; debe usarse para cantar y escribir la historia de nuestros pueblos ; en fin, tiene que ser una lengua para expresar y comunicar el arte de la palabra.

    Nuestras lenguas indgenas, o mejor todava, nuestras lenguas nacionales, que son por lo menos 56 en el caso de Mxico, tienen que romper su mbito familiar y comunitario para manifestarse ms ampliamente con fuerza y dignidad. Tenemos que trascender de la defensa retrica, acadmica e ideolgica, para realizar acciones prc-ticas de desarrollo y difusin.

    L sodedad hispanohablante tiene que aprender los idiomas de su regin. En nuestro futuro de sociedad multitnica y plurilinge, ya no podr admitirse, por ejemplo, a un michoacano que no incor-pore la cultura purpecha a su proyecto de vida individual y de grupo. Esto mismo es vlido para las diferentes regiones tnicas de Mxico. No ser remoto el da, en que la nueva generacin de mexicanos, al viajar al extranjero, puedan manifestar con orgullo y dignidad, que an no siendo indgenas, dominan una lengua de su pas. Esto que parece utpico, es viable ; los pases europeos nos han dado ejemplos de convivencia multilingi.ie y pluricultural.

    Hasta ahora han sido en su mayora, invest igadores extranjeros los que han explorado y ponderado nuestros orgenes histricos y culturales. Incluso, varios de ellos han llegado a aprender nuestros idiomas y han abierto espacios en sus pases, para su enseanza.

    De aqu en adelante, debe ser tarea de los pueblos indgenas y la sociedad nacional hispanohablante, quienes se ocupen de estudiar y difundir nuestros valores y conocimientos. No podemos seguir reforzando en las nuevas generaciones la historia mtica de nues-tros orgenes, ni la presencia arqueolgica de nuestros pueblos ; e llas tienen que tomar conciencia de que los pueblos indgenas existimos

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    aqu y ahora, y que nuestra presencia no slo representa pobreza y miseria para el pas ; sino que significa tambin, un potencial hu-mano y valores sociales que han enriquecido y pueden fortalecer el futuro de Mxico.

    Por otra parte, si hemos de proyectar una nueva fuerza econmica para el pas, capaz de competir en esta nueva era de la globalizacin de la economa mundial los pueblos indgenas tienen que participar plenamente. Recordemos que en muchos casos, es en los territorios indios en donde se localizan Jos bosques, las reservas minerales, los mantos acuferos y petroleros con que cuenta la nacin. No pode-mos seguir tolerando que nuestros pueblos vean pasar la opulencia y al mismo tiempo, debatirse en la miseria cotidiana. Es por eso que necesitamos pensar en una capacitacin de los miembros de nues-tros pueblos para que puedan participar plenamente en el nuevo escenario econmico nacional e internacional. Esto implica el ma-nejo de la informacin cientfica y la apropiacin de los avances tecnolgicos que la humanidad ha generado en los ltimos aos. El manejo de nuevas tecnologas no implica el abandono o la susti-tucin indiscriminada de tecnologas tradicionales que por siglos. han venido practicando nuestros pueblos.

    Otros aspectos a considerar en esta nueva relacin entre los pue-blos indgenas y la sociedad nacional son : el derecho al territorio, la autonoma y la participacin poltica. Los mecanismos para lograrlo no sern fciles ; el proceso colonial que ha vivido el pas. ha dejado rezagos y resistencias en amplios sectores de la sociedad.

    La lucha partidista que se observa y se vizualiza en los momentos actuales, poco refleja y casi nunca expresa la voluntad poltica de los pueblos indios. Este aspecto tan importante, no puede soslayarse por ms tiempo. La participacin poUtica no debe ser por la va partidista, necesariamente ; como ya lo han venido expresando algu-nos miembros de nuestros pueblos.

    Existen regiones indigenas debidamente organizadas que pueden nombrar a representantes en las Cmaras Locales y Nacionales. Slo citar algunos ejemplos : los yaquis y mayos de Sonora ; los rar-muris de Chihuahua ; los mayas de la Pennsula de Yucatn ; los mixes, mixtecos y zapotecos de Oaxaca ; Jos purpechas de Michoa-cn ; los nahuas de la Huasteca ; en fin, bastara con revisar regio-nalmente las organizaciones con que cuentan Jos pueblos indgenas, para decidir su participacin plena en la vida poltica regional, esta-tal y nacional. La convivencia democrtica que alienta el gobierno mexicano, puede enriquecerse con las voces de los pueblos indigenas. Es tiempo de hacerlo, no es necesario esperar irrupciones violentas.

  • Ms all de los 500 aos Natalio HERNNDEZ HERNNDEZ Caravelle (1988-) No. 59, SENS ET NON-SENS D'UNE COMMMORATION: LES AMRINDIENS FACE AU Ve CENTENAIRE (1992), pp. 25-31 Published by: Presses Universitaires du Mirail Article Stable URL: http://www.jstor.org/stable/40852095

    M.(s ALL DE LOS 500 AOS

    Slo en esta nueva relacin simtrica entre los pueblos indgenas y la sociedad nacional, puede concebirse, a mi juicio, un proyecto de nacin multitnica. capaz de trascender al mbito de la moder-nidad que los paises del mundo estn experimentando y que nuestro pas no puede ni debe escapar de l. La sociedad moderna puede fincarse perfectamente sobre races antiguas que le den riqueza, fuerza y contenido.

    Con estas ideas y reflexiones, considero que podemos empezar a imaginar y a proyectar al Mxico multitnico y a la Amerindia del siglo XXI.

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