Helados Con Violencia

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  • Helados con violencia en el caf "Coppelia"

    En Santiago es medioda. Y en la avenida Providenciase observa el intenso ir y venir de miles de personas.A pie y en automviles. La mayora aprovecha la maanade! sbado para hacer sus compras domsticas. DesdePedro de Valdivia hasta Los Leones d comercio atiendesin descanso. Mientras tanto, a la altura de Lyon, unajuventud vestida con las ms excntricas prendas que hanencontrado a la venta y luciendo melenas exuberantes.protagoniza incidentes, molesta a los transentes y pro-voca cualquier tipo de desorden para llamar la atencin.El centro, la guarida y refugio es un Caf de moda: el"Coppelia".

    El Coppelia no es un Caf cualquiera. Comprar alles tan difcil para un chileno como tratar de adquirircualquier cosa en una tienda de la China. En el Coppeliase venden helados, pasteles, t, caf y bebidas. Pero cadauno de esos productos no se llaman as no mas helados,caf y pasteles. No. En el Coppelia todo tiene un nombreexcntrico, ingls, ruso, polaco... Y esto atrae a la ju-ventud, porque es nuevo y porque es distinto! como dis-tintos pretenden ser los que llegan hasta el Coppelia to-dos los sbados a medioda.

    Esa juventud en su mayora menores de 18 aos yalgunos slo tienen 8 aos quiere ser la rplica criolladel "Hippie" norteamericano, del "hlouson noir" francsy del "Beatnik" o juventud a go go de Inglaterra. Adop-tan ademanes extranjeros, y algunos pretenden liberar ala juventud, establecer un nuevo orden y Juchar por lapaz mundial.

    En los alrededores de esta singular pastelera hanocurrido, desde hace algunas semanas, hechos y situacio-nes de violencia (17 detenidos. 18 heridos y daos a ter-ceros no avaluados) que dieron lugar a un sinnmero deforos, polmicas y publicaciones de prensa. Opinaron edu-cadores, sacerdotes, periodistas, universitarios, obreros vpobladores. Sin embargo, todava nu existe la respuestaadecuada para contestar una pregunta que aparentementeresulta tan simple: Qu pasa en el Coppelio?

    Los diferentes grupos que participaron en los inci-dentes creen tener, ahora, una vez que la agitacin hadisminuido, explicaciones ms o menos claras respectoa lo sucedido, aunque no estn seguros de poseer la l-tima verdad. De todas formas, sea cuales sean esas razo-nes, la calma partee haber vuelto. Y esto tiene contenia los vecinos, los cuales por espacio de un mes vivieronmomemos de verdadera angustia y desesperacin.

    A tomar helados

    Hasla late poco ms de un mes atrs, diferentesgrupos de jvenes y muchachas llegaban hasta el Coppe-lia con el sano propsito de conversar, tomar helados einformarse de la fiesta a que asistiran el sbado por lanoche. Todos vestan conforme a los ltimos dictados que

    la moda impone a travs del cine, las revistas y la tele-visin. La ms absoluta armona, reinaba en todo.

    PITO una vez ocurridos los primeros incidentes, CO-menzarun a llegar nios y adultos, jvenes y adolescen-tes. En buenas cuentas se llego a una heterognea mez-cla de individuos y muchachas, y se produjo un clarodesequilibrio de intereses, posiciones e ideas.

    La causa de esta primera ruptura puede encontrarseen la declaracin, entregada por tui joven a un periodis-ta antes de los lamentables sucesos que ocurrieron conposterioridad:

    Nosotros nos juntamos aqu a conversar. Podernoshacer algo que nos gusta: tomar helados. Y tambin algoque nos gusta ms, conocer chiquillas. Nosotros sabemosque la gente se re de nosotros por que vestimos en turma distinta, imitando a los jvenes que aparecen en laspelculas, pero no nos importa. Aqu lo pasamos bien.

    Esta declaracin transcrita en un peridico, hizo queotros enviaran a sus reporteros a efectuar entrevistas si-milares con el nico fin de dar a conocer a sus lectoresun hecho curioso y que no iba ms all de constituiruna nota de corte magazinesco, sin mayor importancia.

    Pero fue la chispa que prendi la mecha. Las infor-maciones fueron ledas por todos. Y se dio comienzo ala especulacin publicitaria. Comenzaron a correr losrumores. Y los jvenes que concurran a tornar helados,conversar y lucir sus exticas vestimentas perdieron lapaz.

    "En el Coppelia venden drogas"... En el Coppeliase pascan desnudos . . ." "En el Coppelia hay melenudosy elementos Indeseables que estn arrasando con la mo-ral de nuestra juventud, y lo peor, con los valores fun-damentales de nuestra sociedad". Los comentarlos co-rrieron de boca en boca hasla que la batalla se desat.

    Es falso

    Un estudiante de 16 aos, alumno del Colegio SaintGeorge opina:

    Los universitarios, que tengo entendido pertenecenai movimiento FIDUC1A, fueron los culpables de todo lomalo que aqu pudo haber ocurrido. Ellos estucharonque alguien se haba pascado desnudo cubierto solamen-te por una capa "Batmnn". Tambin oyeron que habatrfico de drogas y que ciertos Jvenes hacan demostra-ciones indecorosas a las nias desde los automviles.Culparon de esto a los melenudos, especialmente a "LosJockcrs", agregando que los componentes de ese con-junto estaban introduciendo itk-as y prcticas en contrade los valores fundamentales de la juventud. Pera todoeso es falso. De todas maneras, llegaron un sbado contijeras. Pretendan cortarle el pelo a los melenudos. Ystos, como es lgico, no su dejaron, Slo un ese momen-to se produjo el primer desorden y de ah pata adelantelodos los problemas que ahora tenemos aqu Ellos son

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  • los culpables. Y as lo reconocieron, puesto que hacexinu* semanas disolvieron el movimiento. (CUVAFUJ)*.

    Cules son esos prohlemas que ahora dicen tenercomo consecuencia de la actitud de los universitarios?

    TI mismo joven responde:Bueno, las detenciones de amigos inocentes, el au-

    mento de la violencia y el desorden general. Puro funda-mentalmente el problema est en la atraccin que esosincidentes tuvieron en otros grupos de jvenes, extraosa esie barrio, v que vieron en este lugar el indicado paraefectuar todo tipo de desmanes y de esta manera sen-tirse satisfechos.

    Tuvieron Los Joekers participacin determinante enlos actos de violencia?

    Eso depende de cmo se miren las cosas. Para losuniversiiarios la presencia de los Joekers era nefasta.Pero ellos no participaron en actos de violencia. Vinieronhasta el Coppelia para cumplir con una orden publici-taria. Son ellos un conjunto profesional que busca eltriunfo artstico. Los envi hasta el Coppelia el Jefe dePromocin de discos de la RCA Vctor, Jorge Mackenna,a quien yo conozco. Los Joekers vinieron, locaron y sefueron. Es cierto que volvieron, pero porque les conve-na. Naca ms.

    Crupos extraos

    Entre los jvenes que visitan el Cat Coppelia hay,ciertamente, grupos antagnicos.

    Es cierto, dice un joven quu luce camisa florea-da, corbata negra con lunares amarillos y espesa melenaque le cae sobre el rostro es cierto que hasta el Coppe-lia han llegado ahora traficantes, vagos y gente en bus-ca de nuevas sensaciones. Tambin hay agitadores pro-fesionales y gente muy extraa. El sbado 5 de agostofue la Itihn un que se perdi la tranquilidad aqu en elbarrio. Al sbado siguiente el ambiente se puso tenso ylos carabineros nos mojaron, nos apalearon y nos lleva-ron detenidos. A la semana despus (sbado 19) el am-biente era irrespirable. Yo nunca habla visto tanto ma-

    * CUVAJUJ: Comil Universitario pro defensa de lus valores fun-U U l de la juventud.

    lante y vago junto. Vinieron porque les estaban dandola oportunidad de rerse de los carabineros, porque losodian. Pero los carabineros no llagaron y esos extraosy vagos tuvieron que retirarse.

    IncomunicabilidadEsa es, en sntesis, la historia ms plausible de tocKi

    las que fueron contadas por los mismos "coppcanos'Pero falta algo. La opinin de los padres de todos estosmuchachos.

    Despus de consultar a varios de ellos y de escuchardiferentes juicios sobre la juventud, la educacin, el ho-gar y toa hijos, la vertida por un mdico, padre de unude los "coppelianos", parece ser la sntesis ms valiosade todas:

    Al principio, no tenia la menor noticia de que mihijo (14 aos) frecuentaba el Caf "Coppelia1. Tnmpotosaba de lo que all pasaba. Este es un problema condos caras: los padres tenemos culpa, porque JIO averi-guamos dunde van nuestros hijos; pero nuestros hijostienen su parte de culpa y tambin grave por cuanto siles preguntamos se enojan, y si insistimos, con la me-jor de las maneras para sacarles adonde van, simple-mente nos inventan cualquier cosa. Es lo que yo llamarauna crisis (aunque el trmino est muy usado) de la co-municacin entre nosotros, los padres y ellos, nuestroshijos.

    Nos falla libertad

    Sin embargo, esta opinin parece no ser valedera pa-ra los jvenes asiduos a! "Coppelia", aunque de la de-claracin que se inserta a continuacin se desprendeclaramente un vacio y una ausencia de comunicabilidado en ltimo trmino, de simple acuerdo entre padre ehijo, realmente sorprendente.

    Los que venimos al Coppelia y nos vestimos astenemos una razn para rebelamos. En nuestras casasno nos comprenden. Mis padres, por ejemplo, no sabenque yo vengo para ac. Y tampoco saben que yo andovestido as. El da sbado me voy a la casa de un amigo,en la cual lodos son raros y llus me prestan estas teni-das. Nos vestimos y nos mandamos cambiar a! Coppelia.

    Y en qu no te comprenden lus padres?No me comprenden que yo quiera tener ms liber-

    tad y que pueda llegar a la casa despus de las docede la noche.

    Pero les has pedido permiso alguna vez para lle-gar despus de la medianoche?

    No. Porque s que no me lo van a dar. No mecomprenden.

    Y que edad tienes t?14 aos.

    Por gusto

    El joven no haba terminado de hablar cuando otromuchacho que escuchaba la entrevista lo interrumpiviolentamente para decir:

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  • El caso de l no es igual para todos. Aquf todostenemos problemas. Pero hay algo que es necesaria decirde una vez por todas: los que venimos hasta el "Coppelia"nos rebelamos ptir gusto. Porque queremos ser dilereii-.tes. Como son diferentes l;is juventudes de Inglaterra yotiui [mises. Nosotros los imitamos. Pero qu le vanosa hacer! No nos queda ola. Es lo que nos liega. Y tam-bin lo que profusamente difunde el cine y la TV. Atina-mos junios, porque solos, no resultara entretenido. EMJes todo.

    El grupo aprob las opiniones del joven. Pero otroquiso lumbiri expresarse:

    Nosotros no compartimos la filosofa de Los JockerS.Ellos declararon en una revista que luchaban por imponerun nuevo orden, sin convencionalismos y donde cada in-dividuo hiciera lo que le vena en gana. Esc pensamientono pertenece a los que venimos ul "Coppelia", o mejurdicho al grupo que primero comenz a juntarse all.Nosotros tenemos motivos para rebelarnos y discutimosentre amigos, pero no son los mismos que plantean cier-tos grupos. Nosolros nos sentimos mal en nuestras casas.No tenemos dnde pasar el ralo. Alegamos por las ton-leras que nos ensean en el colegio y ahora por la acti-tud que han tomado los carabineros con respecto anosotros.

    Conclusin

    Y asi, coma cslas, hay decenas de opiniones, Tudsdiferentes. Algunas revelan madure?:, otras Ignorancia.

    Las aclitudes y declaraciones dejan ver tambin clara-mente un afn de diversin, de nuevas emociones purlas cuales los adolescentes sienten necesidad de pasarcomo etapa previa a la conformacin de una personali-dad definida.

    Quieren darse a conocer, llamar la atencin y demos-trar una personalidad que no tienen. Eso los hace actuaren musa. Sin pensar en lo que hacen. Y por eso provocana los automovilistas, interfieren el trnsito y sacan demadre los tamacorrienles de los trolleybuses.

    tis comprensible este afn de independencia, en laprimera etapa de auloafirmadn de su personalidad.Tambin se comprende, que se manifieste rebelda con-tra una autoridad que a menudo no los comprende, ycontra una sociedad que les ofrece bien pocos modelosdignos de imitarse. Pero por qu ensaarse precisa-mente contra los tomacoiTicnl.es de los tiolleybuses, lospanucos transentes > l.is dueas de casa que van ovuelven de sus compras? No habr otras facetas denuestra sociedad que merezcis ms repudio? Y, sobretodo, no se les ocurrir nada positivo que crear, usan-do en ello su lrtil imaginacin y el mpetu de su vo-luntad juvenil? Por qu no siguen las huellas de sushermanos universitario, apenas mayores que ellos, quededican sus fuerzas y su sacrificio a la construccin deuna universidad nueva?

    Esias preguntas, y otras semejantes, esperan todavanspues l a . . . y nos dejan pensativos. Pero seria temaile olro reportaje.

    los Miguel Carees

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