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HECTOR SOLANO TORO ALCALDIA DE SAN JOSE DEL GUAVIARE
Fortalecimiento del Centro de Memoria
con las historias de vida de los pioneros
de la Colonización
Héctor Solano Toro Fundadores de San José del Guaviare
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Don Héctor Solano Toro es una persona oriunda del departamento del Mitú, caño
Giriza, su vida completa es un tributo y un testimonio vivo de los hechos que
ocurrieron con la ocasión de la consolidación de asentamientos poblacionales en
este lugar de la geografía nacional.
Ha sido testigo de todos los hitos importantes que se han registrado en esta zona,
la cauchería, se puede decir que es actor de este proceso pues su padre fue
cauchero, la explotación de maderas, pieles, pescado, con un alto costo
ambiental para la biodiversidad de especies, el intento fallido de la agricultura,
y finalmente el cruel episodio de los cultivos ilícitos y el conflicto armado, con un
alto costo humano y ambiental.
Don Héctor Solano se vincula al Guaviare en el rol de profesional y servidor
público, liderando y ayudando a construir la institucionalidad del Guaviare como
la presencia del Estado en estos Territorios sin ley.
RELATO DE DON HECTOR SOLANO TORO
Yo nací cuando esto era Vaupés todavía, nací en un caño que se llama la Giriza,
mi papá tenía un centro cauchero, pero me bautizaron en Mitú, y los sacerdotes
de Mitú decían que uno nacía donde lo bautizaran, entonces en documentos
quede nacido en la capital del Departamento del Vaupés.
Me forme como profesional, pero no tenía la ocasión de ejercer mi profesión, por
lo que me fui para Villavicencio y me vincule a una empresa, y regresé a San José
en 1968, como jefe de Talleres de la Comisaria Especial del Guaviare.
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Posteriormente los comisarios de esa época, me llamaron para que les
colaborara, como Secretario de Obras Públicas, Secretario de Gobierno
Administrativo, y después fui jefe de Servicios Públicos.
Yo por primera vez llegue a San José del Guaviare, en 1963, vine a visitar a mi
Papa, quien ya estaba acá desde hacía mucho tiempo, terminaba mis estudios de
electromecánica, y aproveche para venir a ver al viejo.
El rio Guaviare ha sido muy importante en el desarrollo de este Departamento,
más que todo de San José, porque las colonizaciones vinieron por el rio Ariari,
los comerciantes traían todas sus mercancías por el rio Ariari, este río era el
cordón umbilical que unía, el departamento del Meta con el Guaviare y más tarde
con el departamento del Vaupés.
Fue una vía de comunicación muy especial para el desarrollo de esa época, de
la comunidad Guaviarense, máxime cuando teníamos nosotros, el comercio del
pescado seco, cuando se vincularon tantas personas muy importantes que
contribuyeron mucho a la construcción del Guaviare como lo fueron los Señores
Arciniegas, Julio, Carlos y Hugo, Julio Alvarado, Rubén Barrera, y otros.
Pero la principal barcaza o lancha, que tuvo mucha injerencia dentro de la
participación comunitaria, porque ayudo mucho a la gente, fue una lancha que
trajo el señor Benjamín Perafán, conocido popularmente como “el pastuso”, fue
la primera lancha que llego al Guaviare, se llamaba “el rio tuba”.
Esa lancha después el señor Benjamín Perafán se la vendió a la comisaria del
Vaupés, y fue administrada por un señor que le decíamos “el capitán Penagos”,
Aristóbulo Penagos, fue un personaje en el Vaupés, y él era el que administraba
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esa lancha, como parte oficial que era la que hacía el trabajo cívico comunitario,
porque los demás operadores de lanchas eran comerciantes.
El río tenía muchas actividades, un señor que le decían “Martín Caimanero”,
porque en esa época, había mucho caimán en el Rio Guaviare, entonces Martín
Caimanero utilizó una lancha que se llamaba “la casa del caimán” para conseguir
las pieles, y poderlas comercializar, esas pieles eran de mucho valor.
Y fuera de eso, nosotros teníamos en esa época, el rio que nos ofrecía la mayor
cantidad de pescado, una abundancia de diversidad y tamaños que sorprendían,
se pescaban valentones de 300 y más kilos, este pescado se comercializaba con
Villavicencio, las avionetas venían expresamente de Villavicencio a llevarse los
valentones que sacaban acá en San José del Guaviare, pescado muy apetecido
en el comercio de Villavicencio y Bogotá.
El sistemas de pesca en San José era artesanal, luego más tarde llegaron los
chichorros, pero el primer sistema de pesca que conocí yo acá, fue lo de la
dinamita, que eso fue desastroso para la parte ecológica del Guaviare, y los
indígenas utilizaban el barbasco, que también fue funesto para el repoblamiento
del pescado, más que todo de las sardinitas, el indígena utilizaba el barbasco, y
mataba cualquier cantidad de peces.
Esas prácticas se prohibieron más tarde, quedando únicamente la pesca
artesanal, esta abundancia atrajo a cualquier cantidad de pescadores, los
valentones se pescaban con anzuelo, se dejaban guindados con nailon fuertes y
bollas en la parte profunda del rio, anclados de lo profundo, y al otro día
revisaban, cuantos valentones habían caído.
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La pesca era durante todo el año, en verano se veía el fenómeno de las
subiendas, era una locura de la superabundancia de peces, de todas las clases.
En esa época no había mucho trasporte, en 1963 se estaba empezando a construir
la carretera, existía un grupo del que formaba parte mi gran amigo “el charro”,
el formo parte del grupo “mosquito”, ellos empezaron a construir la carretera,
de San José del Guaviare hacia el Retorno, Retorno la Libertad, La Libertad
Calamar.
Sobre un trazado que ya había hecho, un amigo mío también, que se llamaba
Nepomuceno González, del que yo le hice un reportaje muy bueno, en ese
reportaje yo lo llamo “el hombre de la Brújula”, porque él era muy importante
en la región, porque él era el único que poseía la cualidad de trabajar una
brújula, y conocer cómo se podía trabajar la brújula, debido a eso lo contrataban
las administraciones de las comisarías y corregimientos, para que abriera las
trochas.
El abrió casi todas las trochas del Guaviare, y las mercancías, los mercados se
transportaban generalmente en mulas, en esa época, todos los campesinos
tenían sus mulas, por carretera se movilizaba un tractor que era oficial pertenecía
a la comisaria, esto era en 1963.
Más tarde llegaron los camperos, se abrió la carretera hacia el Retorno y la
Libertad, y hasta Calamar, los camperos ya vinieron, y entonces nosotros
formamos una empresa que se llamó cootrasva.
Cootrasva fue una de las empresas que nosotros fundamos acá, la primera
empresa de transportes, entonces ya vinculamos los camperos, los famosos
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carpatis y los Gaz, que fueron los que empezaron a trasportar ya, aventurándose
en esas trochas por que no existían carreteras.
Y empezamos también a trasportar los pasajeros desde aguas claras, hoy
conocido como el viso en puerto concordia, nosotros llevábamos los pasajeros
en canoa, hasta aguas claras, y en aguas claras llevábamos los pasajeros hasta
puerto Lleras en los camperos, en puerto Lleras nos lo recogía la Macarena,
porque no existía carretera.
Uno de ellos era mi cuñado, el esposo de Odilia, no recuerdo su nombre. Un
señor dueño de un negocio acá, fue uno de los primeros que compró vehículo,
éramos cinco propietarios, no recuerdo los nombres de mis otros socios, ahora.
Ellos empezaron a trasportar los pasajeros hasta Puerto Lleras, nos íbamos por
el lado de una finca, eso queda lejos, porque en esa época, Caminos Vecinales
apenas estaba construyendo la carretera de Puerto Lleras para acá, y por esa
finca nos metíamos, unas cuatro horas, y los viajes a veces duraban dos días. Las
mismas personas que se llevaban a Puerto Lleras, las dejábamos en Puerto Lleras
y al otro día se recogían, yo nunca maneje el carro, yo siempre tenía el
conductor.
La movilización aquí en el departamento generalmente era en semovientes, en
mulas o a caballo. Y a pie. Había personas que caminaban siete u ocho horas,
llevando las remezas a hombro.
Cuando yo llegue a San José del Guaviare, esto era un corregimiento de Vaupés,
Mitú era la capital, el corregidor se llamaba Luis Angarita, era el papa del señor
Luis Fernando Angarita, luego después, nombraron otro corregidor, no recuerdo
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su nombre, y después vino un señor llamado Jaime Díaz Peña. Muy amigo mío
también, que estaba como cauchero en Pacoa, y el doctor Matus, que era el
comisario en esa época, lo nombró como corregidor de San José del Guaviare.
En esa época no había inspecciones de policía, fueron creadas mucho más tarde,
y cuando San José se convirtió en municipio, pues el primer alcalde por elección
popular fue el señor Ignacio Rojas, quien entre otras cosas era un campesino que
los partidos políticos lo escogieron para que rigiera los destinos del municipio.
Y lo hizo de una manera bastante buena.
Jaime Díaz Peña fue una persona muy interesante, era muy organizado, pero
también tenía sus contradictores, eso es obvio. A él se le endilgaban muchas
cosas, entre esos cuando se perdió una caja fuerte del corregimiento, no había
sino un solo tractor, que era el tractor de un señor Carlos Mantilla, la caja fuerte
la sacaron del corregimiento y la llevaron en ese tractor que era el único que
existía aquí en San José del Guaviare.
Pues las huellas del tractor llevaron a los investigadores hasta la punta de la pista,
y allá estaba la caja que se habían llevado. No la pudieron abrir según me
cuentan. Yo no fui testigo de eso, y Don Jaime se hizo famoso por ese problema
que hubo con la caja fuerte.
Había en la caja fuerte muchos documentos importantes, pero al parecer no
sustrajeron nada, nunca se supo quién fue el que se robó la caja, eso fue parecido
al episodio de la custodia de Padilla, mucha investigación y a lo último no se pudo
establecer nada.
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La investigación sobre ese caso la llevo el DAS rural. Era una institución que
estaba activa en ésa época. Aquí habían funcionarios del DAS rural, y mandaron
otros funcionarios investigadores de Mitú, para que hicieran las investigaciones,
un juez de Mitú vino, y como dije eso no quedo en nada.
En esa época no se tenía mucho contacto con las autoridades. Muchos de los
colonos venían huyendo de la justicia, entonces a uno le quedaba muy mal, tener
un trato cercano con los funcionarios de la justicia, porque si estas autoridades
hacían algún procedimiento, las personas cercanas a ellos quedaban en duda
como delatores. Eso traía problemas que uno no quería. Por eso la gente no tenía
amistad con esos funcionarios del DAS.
Algunos funcionarios de estos cuerpos de investigación y de ejercicio de la
justicia, al retirarse de la institución se radicaban en el Guaviare, recuerdo el
caso de una persona que le apodaban “el Gato”, él era poeta y escribió mucho
sobre el Guaviare, tenía unas poesías muy bonitas sobre el Guaviare y sobre el
Meta.
Por este municipio pasaron muchos mandatarios foráneos, en calidad de
corregidores o Alcaldes, recuerdo pocos nombres, Jaime Díaz Peña, Luis
Fernando Angarita, el vino desde el departamento de Santander. También
recuerdo a Ignacio Rojas. Antes de la elección popular de Alcaldes, estos se
nombraban por decreto, yo fui Alcalde de Calamar, en ausencia del titular por
algunos problemas que tuvo que no recuerdo en este momento, yo fui a
reemplazarlo como Alcalde.
En mi percepción uno de los mejores alcaldes que hubo en San José del Guaviare
fue Orlando Larrarte, su padre Ignacio Larrarte fue corregidor en el Retorno, hizo
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un muy buen papel en su mandato. Otro que recuerdo es Lubin Castro, lo nombró
el Doctor Narciso Matus, lo nombró como Alcalde de San José del Guaviare, pero
él no duro mucho. No recuerdo mucho de él porque en su mandato yo estaba
viajando, en esos tiempos yo duraba hasta un año de viaje.
Julio Arciniegas fue alcalde de San José por decreto, y en una segunda
oportunidad, después, fue elegido por voto popular. Él fue muy buen alcalde,
muy honrado, por eso la gente dice que Julio Arciniegas es pobre porque quiso.
En la época en que yo conocí a San José del Guaviare, el tesorero se llamaba
Daniel Marín Romero. Él venía con su dinero, a pagar los trabajadores que
estaban haciendo la carretera de aquí a Calamar que eran veinticinco indígenas,
y como unos quince blancos.
Luego después fue nombrado Antonio Braga, como tesorero también, se
desempeñó muy bien, ellos andaban con un maletín, sin necesidad de escoltas,
sin necesidad de nada. Porque la gente aquí era muy sana, ellos andaban con
dos o tres millones de pesos, que en esa época era mucha plata, y con eso
pagaban toda la nómina de empleados que había aquí en San José del Guaviare.
Se les pagaba en efectivo porque en San José del Guaviare no había banco en
esa época. Había un servicio que me parece curioso y era el de “aerobanco”.
Era un sistema que tenía el banco de Bogotá, pero este servicio se limitaba
únicamente a las capitales como Mitú, Yopal, todas las capitales de los territorios
nacionales. Pero ellos no se ponían a pagar las nóminas de los corregimientos.
El primer comisario que yo conocí fue Hernando Gonzales Villamizar, en 1962,
cuando llegue a Mitú. Él era el comisario, yo me acuerdo de un pasaje de la
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historia, que yo andaba con mi diploma en el pecho porque estaba recién
egresado del Instituto Técnico Industrial, y me le presente a don Hernando
Gonzales Villamizar y le dije que yo había terminado mis estudios, que yo era
del Vaupés, bueno.
Entonces él me dijo: “Claro, venga el lunes” eso fue un viernes, me dijo “venga
el lunes y empieza a trabajar”. Me convertí en el personaje más feliz del mundo.
Ese fin de semana mis amigos me convidaron a celebrar, y ellos gastaron, porque
esperaban que con mis ingresos les devolviera el favor.
Cuando llegue el lunes, don Hernando Gonzales me dijo: “valla hable con este
señor, que es el jefe de los trabajadores” entonces yo me fui donde don José del
Carmen Ruiz, quien era el jefe de los trabajadores. Le dije: “Don José del
Carmen, me mando el señor comisario, porque voy a empezar a trabajar desde
hoy, ¿cuál es mi trabajo?” me dijo: “aquí hay una carretilla y una pala, valla y
traiga la carretilla y la pala, y se pone a cargar tierra, porque necesitamos
obreros para cargar tierra”.
Me sentí frustrado en ese momento, porque toda la vida mía fue de limitaciones,
lo poquito que yo estudie fue con muchísimo trabajo, para ir a hacer el mismo
papel que pudiera haber hecho sin estudiar nada, entonces yo me sentí muy
frustrado, no le dije nada a don Hernando Gonzales, y al otro día cogí el avión de
Urraca y me fui para Villavicencio.
Esa es una de las anécdotas que tengo yo, y que hoy en día se están repitiendo
en el Guaviare, de muchachos que se convierten en profesionales y llegan aquí,
y no les ofrecen opciones de empleo, ni siquiera en servicios generales.
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En Villavicencio empecé a trabajar en una empresa, que se llamaba Vélez Ángel,
y llegó un comisario que yo no conocía que se llamaba Narciso Matus Torres. Él
no sabía que yo era del Vaupés, entonces me dijo que él necesitaba comprar
unas plantas eléctricas.
Yo trabajaba en ese ramo de las plantas eléctricas. Entonces el gerente me dijo
que le hiciera un proyectico ahí rápido a ver que plantas necesitaban, para Mitú,
Miraflores y un pueblito que se llama Carurú. San José todavía no se estaba
tocando para ese proyecto. Yo vine, instalé la planta en Mitú, instalé la planta en
Miraflores, y veníamos para acá para el Guaviare.
Cuando llegue a Mitú los parientes me recibieron muy bien, entonces el Doctor
Matus me dijo, “¿usted por qué no me había dicho que era del Vaupés?” Le dije:
“porque usted no me preguntó”. Entonces en 1968, cuando se gestionó la planta
para San José, él me dijo que por que no me vinculaba directamente con el
Guaviare.
Fue cuando me vinculé al Guaviare, bajo el mandato del doctor Narciso Matus
Torres, llegué a San José del Guaviare, como jefe de talleres, pero la sede de
trabajo era en Mitú.
Debido a ciertos problemas, más que todo alimentarios, ya yo tenía un niño,
Héctor Adolfo Solano, él tenía 6 meses, y en Mitú no había leche, el avión llegaba
cada quince días, la carne no se conseguía por ningún lado, entonces debido a
eso le presenté la renuncia al doctor Matus. Y él me dijo que no me desesperara,
me dijo “vallase para San José del Guaviare, y yo le dejo la sede suya en San
José”.
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Así fue como me vinculé otra vez a San José, llegué aquí, ya las calles estaban
muy bien organizadas, y el Doctor Narciso Matus, me dejó trabajando ahí, luego
vino nuevamente Hernando González Villamizar, en su segundo periodo. Luego
nombraron un señor Rojas, luego nombraron a Hernán Benjumea. Hernán
Benjumea me nombró Secretario Administrativo. Después nombraron al Doctor
Xerón de comisario.
Los territorios nacionales se volvieron departamentos con la Constitución Política
de 1991. Esos territorios nacionales se regían desde Bogotá por una institución
que se llamó DAINCO, Departamento Administrativo de Intendencias y
Comisarias. Y posterior a esa fecha empieza la elección popular de
gobernadores.
A los departamentos les entregaron todas las responsabilidades, pero no le
trasfirieron los recursos para asumirlas. Los recursos siguen estando
centralizados en Bogotá. El centralismo tiene estrangulados a los departamentos.
En ese tiempo el centralismo era más fuerte, lo único que tenía algo de autonomía
en tema de recursos era obras públicas y algo de la educación.
En este proceso se han cometido bastantes errores, la constitución del 91 que
creo los nuevos departamentos, nos quitaron la posibilidad de que cualquier
persona pudiera ser gobernante, sin necesidad de tener muchos recursos
económicos, por elección popular, nosotros tenemos un fenómeno gravísimo en
el Guaviare, que ha sido fundamental para que entren a actuar todos los vicios
que ha habido.
Porque al Guaviare lo está manejando, la casta económica convertida en casta
política, entonces cualquier persona que aspire, yo por ejemplo, me voy a lanzar
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para gobernador, no tengo 1500 o 2500 millones, para poder financiar mi
campaña, entonces tengo que buscarme un patrocinador, y ese patrocinador es
el que va a manejar la gobernación. O sea yo lo único que voy a ser es un títere
ahí.
Esa es una percepción muy personal, de las consecuencias de todas esas leyes
que salieron, al crearse los nuevos departamentos.
Antiguamente nosotros estábamos aquí, teníamos la ayuda de los senadores,
Latorre Gómez, Duran Dussán, de los representantes, todos dependían de
Bogotá, y nosotros les regalábamos los votos.
Resulta que un día cualquiera, se presentó un muchacho, oriundo de la región,
profesional, llamado Guillermo Pulido Medina, y él ganó la representación a la
Cámara, fue una de las mejores gestiones que hubo, pero así como decimos
nosotros “a ojo de buen cubero”, uno llegar a la Cámara de Representantes, sin
ningún acompañamiento, es quemarse.
Porque necesita uno, que dos, o tres, o cinco personas hablen el mismo idioma
que nosotros estamos hablando, y en esa época, Guillermo Pulido, fue el
representante a la Cámara, pero no tuvo colaboración de sus compañeros de
bancada, y por lo tanto muchas iniciativas se frustraron. Yo creo que él debe
sentir el peso de esa frustración, porque no pudo hacer todo lo que él quiso.
Hizo mucho por el Guaviare, consiguió muchos recursos, venía a visitarnos cada
mes, cada dos meses, dialogábamos con él. Yo formaba parte de los ciudadanos
que teníamos acceso a conversar con el representante, porque en esa época,
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como en el 78 o 79, cuando llegaba aquí un senador o un representante a la
Cámara, eso era un milagro poder hablar con ellos.
De la gestión parlamentaria pueden verse aquí muchas obras, empezando
porque la colonización del Guaviare, fue patrocinada por un senador. No lo hizo
el directamente, sino que consiguió la intermediación de su hermano, el Coronel
Latorre, quien era el que trasportaba los campesinos desde Villavicencio al
aeropuerto de San José del Guaviare, en forma gratuita en los DC3 de la Fuerza
Aérea Colombiana.
Luego el Doctor Latorre Gómez, en todas sus visitas que nos hacía, se dio cuenta
que nosotros ya teníamos un crecimiento desproporcionado, y él pensó en un
centro educativo, que en esa época nosotros lo percibimos como un despilfarro,
era una cuestión muy suntuosa, era una cosa muy grande, que fue la
concentración de desarrollo rural.
No solamente que el señor celador, consiguió con el ICCE, el Instituto
Colombiano de Construcciones Escolares, no solamente consiguió los dineros,
no solamente consiguió la construcción, sino que consiguió una filosofía de
enseñanza, que era casi que desconocida en Colombia.
Y era la educación diversificada, él la trajo del Canadá, unos patrocinadores del
Canadá, ellos se encargaron de dotar a la CDR de todos los elementos que en
esa época eran elementos de tecnología de punta. Desgraciadamente no
pudieron encausar la educación y fracaso.
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Tenemos también el colegio de El Retorno. El colegio Santander si fue parte de
la gestión de nosotros la conseguimos con don Hernando González Villamizar, el
provenía de Santander.
Para prestar el servicio de energía, la primera planta que se instaló en San José
del Guaviare, se instaló en 1960, era una planta VA6, lister, pero se instaló
exclusivamente para el servicio de un programa que existía que se llamó el
programa de las fonías. Eran las radiofonías de las comisarias.
La comisaria compraba la planta, y el Ministerio de Gobierno daba los sistemas
de comunicación, para todas las poblaciones, más tarde, se les obsequió, la
instalación de la energía a las casas, que quedaban alrededor de la planta, pero
nunca se cobró un peso porque todo era subsidiado por parte del gobierno.
En el año 1964, 1965, se instaló la primera planta ya para el pueblo, pero paralelo
a eso, a la creación de la nueva planta, los comerciantes del pueblo se dieron
cuenta que la planta del pueblo no daba el servicio sino cuatro horas, de las seis
a las diez de la noche, pero los comerciantes necesitaban el servicio era de día.
Se reunieron y convencieron a un señor, Carlos Hernández, para que creara una
empresa de energía particular, y los comerciantes le pagaban a él el servicio,
entonces la comisaria del Vaupés, y más tarde el Guaviare, les daba el servicio
a la población, durante la noche y el señor Carlos Hernández, le daba el servicio
a los comerciantes en el día.
En los establecimientos se instalaron unas cuchillas, entonces se conectaban en
la noche a la planta del pueblo, para quitarle la carga a la planta particular. Luego
después vino el comisario Hernando González Villamizar y trajo la planta de 100
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kilovatios que eso era ya mucho para el pueblo en esa época, todo el servicio de
energía era subsidiado por parte del ICEL en esa época.
Cuando fue comisario don Hernán Benjumea, trajo una planta de 500 kilovatios,
el crecimiento poblacional había copado la capacidad de la planta anterior. Y
posteriormente a los dos años nos tocó instalar tres plantas de 600 kilovatios cada
una. Según las estadísticas del ICEL el crecimiento de la población en esos años
era del 150%. Se triplicaba cada dos años.
Eran los años 78 y 79, cuando fue la bonanza de la colonización. Si hablamos de
bonanzas, la primera que hubo fue la de la colonización. Fue cuando prospero el
comercio en San José del Guaviare porque los campesinos que entraban a la
selva, necesitaban medios de subsistencia, mientras cosechaban sus productos
ellos tenían que surtirse del mercado de San José del Guaviare. Entonces fue
creciendo el comercio de San José del Guaviare, ante la necesidad de ofrecerles
los mercados a los campesinos.
Vinieron cualquier cantidad de comerciantes, pero los que yo me acuerdo que
se establecieron aquí, plantaron sus negocios, construyeron y se hicieron de
propiedades aquí, fue don Obdulio Pulido, el papa de Guillermo Pulido, Daniel
Olarte, Don Julio Mendoza, Rubén Barrera, y los señores rodríguez que todavía
tienen el Almacén Veracruz. Ellos fueron los primeros comerciantes que vinieron
acá, y empezaron a ofrecerles sus mercados a los campesinos.
El campesino vino, a sembrar, vino a conseguir algo para sí y para los hijos, unos
dicen que huyendo de la violencia política, otros dicen que huyendo de los
terratenientes, esa es la historia del Guaviare.
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Lo cierto es que el campesino en San José del Guaviare, sembró mucho, a los dos
o tres años de haber llegado esa ola de campesinos, empezó a verse la
producción, el IDEMA que en esa época era la única que compraba, no tuvo
abasto para poder comprarle a todos los campesinos sus productos, entonces
habían unos intermediarios muy vivos, y entro ya un señor que fue comerciante
aquí y que sigue siendo comerciante para mí, quien es Nebio Echeverry
Cadavid.
El montó un negocio, y el compraba todo lo que los campesinos no le recibían
allá en el IDEMA, pero lo compraba a precio de segunda o de tercera, porque si
el IDEMA no se lo compraba era porque algo pasaba. Algo tenía el producto.
Entonces, empezaron a surgir ya los diferentes centros comerciales, pero
tenemos nosotros que en el Guaviare, ha habido muchos comerciantes, que
paralelo al comercio han tenido muchas otras actividades. Por ejemplo yo conocí
muchos comerciantes acá que se dejaron llevar por el deseo de enriquecimiento
ilícito, y querían ser ricos de un momento a otro, y se vincularon a las cosas
ilícitas.
Y esos comerciantes crearon la primera bonanza que fue la bonanza de la
marihuana, donde se hacía evidente esa bonanza, más en el Meta que en el
Guaviare, porque nosotros aquí no teníamos muchos cultivos, y después vino ya
la bonanza de la coca, porque el campesino aburrido de traer su carga y que se
la devolviera el IDEMA, y que tenía que pagar veinte mulas para traer veinte
cargas, entonces les endulzaron el oído, y les dijeron “por qué no siembran
coca”, que usted una libra de coca se la lleva en el bolsillo.
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Entro entonces la famosa bonanza coquera, que nos trajo a nosotros, las dos
bonanzas, tanto de la coca como la de la marihuana, a nosotros nos trajo la
desgracia más grande que le pudo pasar a la gente del Guaviare.
Mucha gente dice que la gente se enriqueció, la gente no se enriqueció, aquí
quedaron muchas viudas, aquí quedaron muchos huérfanos, aquí quedo mucha
tierra abandonada a raíz de eso porque entro una violencia, que era la violencia
de las famosas bonanzas, entonces que “fulano de tal me dijo tata” y entonces
empezaron a salir los campesinos, y a dejar sus campos abandonados.
Con las bonanzas que existieron hubo una cuestión conexa, San José del
Guaviare se llenó de bares y establecimientos de lenocinio, y vinieron a
prostituirse muchas niñas bonitas de Villavicencio, Pereira, Armenia. Y el dinero
de estas bonanzas se quedaba en las cantinas, porque la gente no tenía cultura
de ahorro.
La cultura entonces era, tan pronto consiguiera el producto de la primera raspa,
comprarse una pistola o un revolver. Y los demás millones de pesos, sentarse
con dos o tres señoritas de esas que venían a alegrarle la vida a la gente, y hasta
que no terminaran la plata que tenían, no se paraban.
Un machismo tipo película mexicana de pistoleros, mal encauzado, y debido a
eso hubo mucha violencia, hubo mucha matanza, lo más cruel, lo más negativo
que hubo para San José del Guaviare fue la proliferación de esos negocios,
porque el campesino dejaba ahí sus ingresos, y todas las personas que
manejaban los negocios de meretrices eran de afuera.
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Paradójicamente las personas de acá no tenían los medios económicos para
montar un negocio de esa magnitud. Como era por ejemplo el Ganadero, y los
bares que funcionaban en otros sitios, el Renovar, la discoteca el Búho, la caneca,
la escalinata.
Eso conllevó a mucha descomposición de hogares, que se perdieron debido a
ese fenómeno. San José del Guaviare se convirtió en el epicentro de todas esas
actividades de ocio y de placer. Aquí venían, con esas intenciones, gente de
todos los poblados y caseríos del Guaviare. Primero para hacerse conocer,
porque los mafiosos, las personas que trabajaban con la coca, para ellos lo
máximo era sentarse en la parte de afuera de un negocio, y llenar dos o tres
mesas de cerveza, para que todo el mundo pasara y viera como despilfarraba el
dinero.
Esa era la cultura de esa época, entonces para uno no era tan raro, pero para la
gente que venía, más que todo la gente que tuviera alguna cultura, era muy difícil
asimilar eso.
En esa época, el control de las cosas ilícitas la ejercía la policía, entre comillas,
porque resulta que según lo que se decía en esa época que yo me acuerde, el
policía que quería servir acá en el Guaviare tenía que pagar un millón de pesos
para que le hicieran el traslado y lo ubicaran acá. Pero pues son los comentarios
que se escuchaban en la calle, para desprestigiar la autoridad.
Casi toda la economía dependía de la ilegalidad, y ya en la cultura de la gente,
lo ilícito era lícito, y el poder de corrupción de los dineros del narcotráfico
socavaba muchas instituciones. Los niños que se criaron en esa cultura, para ellos
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esta economía eran normal y lícita, para ellos era muy difícil entender que eso
era un delito.
Una vez en el Retorno me comentó un muchacho, me decía: “es que a mi papa no
lo dejaban trabajar, esos helicópteros venían y nos fumigaban todo el trabajo de
mi padre”. Eso suena paradójico y hasta cómico, “la policía no dejaba trabajar a
mi papa”. Pero el niño lo decía en serio porque no conocía otra vida, se había
criado dentro de esa economía de lo ilícito.
Para cerrar este relato, quiero tocar el tema de los indígenas, los indígenas
fueron los dueños del territorio del Guaviare, los que antes se llamaban los
Guayaberos, ahora les dicen los Jiw. También llego un grupo de indígenas del
Vaupés, cubeos, tukanos, piratapuyos, desanos, quienes vinieron a trabajar en
la carretera de San José a Calamar.
Yo tengo 72 años, estos indígenas desde que yo conocí esas tierras, los veo
exactamente en las mismas condiciones, como si la constitución de Colombia no
los cobijara a ellos, como si ellos fueran extraterrestres, todo el mundo los mira
y los rechaza, pero lo que nosotros no sabemos es, por qué el indígena que era
el dueño de todo esto, no tiene una proyección de gobierno, hacia algo que
pueda ser productivo para ellos.
En muchos eventos a los que he asistido en los que se tocan estos temas, la
vocería se la toman los antropólogos, a los indígenas nadie los escucha, todos
quieren decidir sobre ellos sin contar con ellos, y todo es discurso, ninguna
acción.
Héctor Solano Toro Fundadores de San José del Guaviare
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Ese cuento de que los Nukak Maku es la tribu nómada, que es la última tribu
Nómada del Mundo, y todos los días quieren llevarlos hacia la selva y botarlos
allá para que sigan siendo nómadas, yo le decía en un foro que tuvimos, había un
moreno, sentado por allá, y lo llame, le dije “¿venga por favor usted de donde
es?”. Me dijo “Yo soy de la costa pacífica”, y le dije “le puedo preguntar, por
qué se vinculó usted al Guaviare?” entonces me dijo “porque venía a buscar la
comida de mis hijos”. Los indígenas no es que sean nómadas, lo que pasa es que
ellos tienen que buscar la comida, ellos se trasladan de un lugar a otro es
buscando la comida, ellos no se trasladan porque les gusta caminar, no.
A ellos se les acabo el patava aquí, y se van para donde halla patava. Los Nukak
salen de Tomachipán, hacia Charras, por toda la selva, más o menos una vez al
año, porque en el verano comen pescado y se cansan de comer pescado, y
empieza el invierno u ellos arrancan caminando por toda la selva, para cambiar
de alimentación, entonces ya no comen pescado, sino que comen micos, lo que
sea. Y comen mucha fruta, cuando a los tres meses llegan a Charras, entonces ya
quieren comer pescado otra vez.
Yo fui producto de un proyecto que se llamó el proyecto inmar, ese proyecto
inmar lo conocemos los viejos, pero eso se podría implementar aquí, hacer un
megainternado, donde se reunieran a todos los indígenas para enseñarles la
cultura nuestra, porque yo no he dejado de pensar como mestizo, hablo la lengua
de mi mama, y yo tuve 14 años por fuera estudiando, porque a los indígenas sin
dejar sus ancestros.