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Los muchos Méxicos que conviven en el México moderno comparten un hecho común: están todos A la sombra de la Revolución Mexicana: talismán y esfinge, vertedero de certezas y contradicciones, madrastra incumplida para algunos y para otros paraguas o resguardo innegable de la vida política y social del México del siglo XX.El lector tiene entre sus manos no sólo un ejercicio de claridad histórica –no sólo un texto que cubre desde los estertores del porfirismo y el estallido de la Revolución hasta el México de nuestros días−, sino también una decisiva lectura política de esos hechos: al tiempo en que reconstruye, el libro de Héctor Aguilar Camín y Lorenzo Meyer construye también una visión central de la realidad mexicana, de su fragua y sus sentidos, de sus cauces originarios y sus entreveros futuros. A la sombra de la Revolución Mexicana no sólo es un rastreo impecable de nuestra historia nacional moderna sino una meticulosa interpretación de las huellas que permiten ese rastreo.El placer y el poder de la historia: A la sombra de la Revolución Mexicana tiene el don de la ubicuidad para satisfacer las expectativas de cualquier tipo de lector, y para servir lo mismo en el escritorio que en el sofá.Este tema tocado a dos manos –dos manos probadas desde hace años en el rigor y la elegancia para el oficio de la historia− llevará al lector no sólo al pasado y al presente de México, sino a esa conjunción en que ambos tiempos preparan el espejo del futuro. La historia, entonces, no sólo como un viaje por el tiempo sino también como un viaje del lector a sí mismo. Nos leemos en la historia que a su vez no deja de escribirnos, interrogarnos, leernos.

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    Por el camino de Madero1910-1913

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    N o esperaban que llegara. El hbito de la paz era ms fuerte que laevidencia del cambio. El Imparcial, primer diario industrial de M -

    xico y smbolo l mismo de la enorme transformacin en modos yvolmenes que el pas haba registrado, garantizaba a sus lectores en1909: "Una revolucin en Mxico es imposible". Karl Bunz, el ministroalemn, escriba a su gobierno el 17 de septiembre de ese mismo ao:"Considero, al igual que la prensa y la opinin pblica, que una revo lucin general est fuera de toda posibilidad". No se llev otra idea sobre

    el futuro el industrial del acero norteamericano, Andrew Camegie, d espus de su visita al pas en 1910: "En todos los rincones de la repblicareina una paz.envidiable", a lo que aadi el poeta espaol Julio Sestosu propia certidumbre meteorolgica: "Ninguna nube negra hay en elhorizonte".

    Pero el pas haba cambiado-. Lo haban visitado en los ltimos decenios ms novedades de las que poda asimilar sin temblores una sociedad como la mexicana de principios de siglo. Hija contrahecha del

    proyecto liberal, esa sociedad haba sido soada cincuenta aos antes

    republicana, democrtica, igualitaria, racional, industriosa, abierta a lainnovacin y al progreso. Era entregada cincuenta aos despusoligrquica, caciquil y autoritaria, lenta, pero cada vez menos incomunicada, cerrada sobre s misma, pero cada vez ms sacudida por la innovacin y el cambio productivo, eficientemente cosida por sus tradiciones coloniales. Era todava, como a la hora d su independencia, cienaos antes, una sociedad catlica, ranchera e indgena, cruzada por fueros y privilegios corporativos, con una industria nacional encapsuladaen las eficiencias productivas de los textiles y los reales mineros, y un

    comercio que empezaba a romper la inercia regional de los mercados.El federalismo haba tomado la forma operativa del cacicazgo; la democracia, el rostro de la dictadura; la igualdad, el rumbo de la inmovilidadsocial; el progreso, l forma del ferrocarril y la inversin extranjera; la

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    industriosidad, la forma de la especulacin, la apropiacin de bienes queagrandaron caudales sin capitalizar al pas.

    Pero haba cambiado. Y sus novedades fueron permanentes.Mxico vivi en los treinta aos previos a la revolucin de 1910 unaredefinicin productiva que consolid su frontera norte -vecindaddecisiva con la expansin norteamericana y defini su incorporacin al mercado mundial. En consecuencia de ese cambio, la inversinextranjera pas de 110 millones de pesos en 1884 a 3,400 en 1910.Una tercera parte de esa inyeccin fue para la revolucin tecnolgicamayor del Mxico porfiriano: la construccin de veinte mil kilmetrosde vas ferrocarrileras. Una cuarta parte corri a la minera, cuya pro

    duccin de 40 millones de pesos en 1893 se haba cuadruplicado en1906. Lo dems, de algn modo, se dio por aadidura. Escribe RamnEduardo Ruiz:

    La bonanza m inera construy ciudades, e ch las bases para los ferroca

    rriles y ayud a nacer la agricultura comercial. Minas de plata, oro y cobre, a las que se unieron despus minas de plomo, zinc y otros me

    tales industriales, puntearon el paisaje. La agricultura comercial para

    exportacin alter los territorios de Yucatn, (henequn), Morelos (azcar), Coahuila y Sonora (algodn, hortalizas, garbanzo), y se erigie

    ron imperios ganaderos orientados al mercado estadunidense. En el Gol

    fo, ingleses y norteamericanos competan por la explotacin de ricos depsitos petroleros. Las plantas textiles se alineaban en el corredorCrdoba-Pu ebla-Ciudad de M xico , y en Guadalajara, Durango, Nuev oLen y Chihuahua, para una produccin que lleg a ser de 45.5 mi

    llones d e pes os en 190 4. El hum o negro de las fundidoras manchaba elcielo de Chihuahua y M onterrey, donde se producan 60 mil toneladas dehierro y acero. Aparecieron adems fbricas de papel, cerveza y licores, tabacaleras qu e ab astec an la demanda nacional, una industria azucarerafinanciada por extranjeros que compraron la tierra, plantaron caa y mecanizaron su cultivo, empacadoras de carne, fbricas de yute, glice- rina, dinamita, cristales finos, vidrio, sogas de henequn, cemento y

    jabn.

    Ms: entre 1877 y 1911, la poblacin de Mxico creci a una tasadel 1.4 por ciento cuando desde principios del siglo XIX lo haba hechoal 0.6 por ciento. La economa avanz al 2.7 por ciento anual, cuandoen los setenta aos anteriores su promedio, fracturado aqu y all, habasido negativo o de estancamiento. El ingreso nacional, de 50 millonesen 1896, se duplic en los siguientes diez aos, y el ingreso per cpita,que en 1880 creca al uno por ciento anual, alcanz un ritmo de 5.1 por

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    ciento entre 1893 y 1907. En ese mismo lapso, las exportaciones aumentaron ms de seis veces mientras las importaciones slo tres y media. La bancarrota crnica de las finanzas pblicas lleg a su fin en

    1895 en que por primera vez hubo supervit. Mxico pudo colocar em isiones y bonos en los mercados internacionales y el presupuestopblico, de 7 millones en 1896, lleg a ser casi de 24 en 1906.

    Son las cifras del progreso porfiriano. Conviene subrayarlas pararecordar que la revolucin que Madero liber no fue hija de la miseria yel estancamiento sino de los desarreglos que trajeron el auge y elcambio:

    La inversin extranjera desarroll ciudades y fund emporios pro ductivos, pero provoc inflacin que afect el salario real de obreros yclases medias.

    La vinculacin con el mercado norteamericano abri fuentes de trabajo y aument las exportaciones (seis veces entre 1880 y 1910), perohizo al pas vulnerable a los vaivenes de la economa estadunidensecuya recesin de 1907, por ejemplo, implic la repatriacin de miles detrabajadores mexicanos despedidos de las fbricas y las minas del o trolado.

    El auge minero cre ciudades y pag altos salarios, pero alter re

    giones enteras, cre poblaciones flotantes, inestables, levantiscas, ysembr, con la discriminacin laboral antimexicana, un nacionalismoexplosivo.

    El ferrocarril acort distancias, abarat fletes y unific mercados,pero dispar los precios de tierras ociosas facilitando su despojo y segreg, al no tocarlos, centros tradicionales de produccin y comercio,as como a las oligarquas que se beneficiaban de ellos.

    La modernizacin agrcola consolid un sector extraordinariamentedinmico, pero colabor a la destruccin de la economa campesina, usur

    p derechos de pueblos y comunidades rurales y lanz a sus habitantesa la intemperie del mercado, el hambre, el peonaje y la emigracin.

    Al celebrar el ao de 1910 las fiestas del centenario de su independencia, el pas viva una mezcla de rupturas y novedades quehabran de precipitarlo durante los aos siguientes en la vorgine d e laguerra civil.

    La ruptura agraria

    La ms vieja de esas rupturas era la de las comunidades campesinastradicionales del centro y del sur del pas. Era un pleito que vena de le

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    jos, del litigio histrico del liberalismo contra el orden colonial de tenencia corporativa de la tierra que rega por igual l sistema de propiedaddel clero y el de las comunidades indgenas.

    La resistencia del clero haba punteado de discordias civiles elsiglo XIX. La resistencia de las comunidades lo haba inundado de rebeliones agrarias (70 ha consignado en una revisin preliminar el historiador Jean Meyer). El clmax jurdico en la materia fueron las leyesde desamortizacin de 1856, sancionadas polticamente por el triunfo

    juarista contra la intervencin francesa y la restauracin de la Repblicaen 1867.

    En 1895, estimulado por el impacto del ferrocarril sobre el valor dela tierra, el rgimen porfiriano abri una nueva oleada desamortizadora

    con la ley de baldos y tierras ociosas que facilitaba el denuncio y laapropiacin de terrenos improductivos. El efecto de esa nueva liberaliza-cin de la tierra sobre la organizacin social y la economa de las comunidades campesinas se hizo sentir con peculiar virulencia: el consumo anual de maz por habitante en Mxico baj diez kilogramos entre1895 y 1910 (de 150 a 140 kilogramos), el promedio de vida descendien esos quince aos de 31 a 30 1/2 aos, en los cinco aos finales delsiglo XIX la mortalidad infantil subi de 304 a 335 por millar.

    La alianza del establecimiento porfiriano con los hacendados y la

    modernizacin agrcola, quiso decir despojo, arrinconamiento y subsistencia precaria de los pueblos campesinos. Pero la resistencia fue del tamao de la ofensiva e incub en los primeros aos de 1910 la mayor delas rebeliones campesinas de Mxico. El litigio, empezado un siglo antes, encontr nombre y caudillo la tarde del 12 de septiembre de 1909en que los hombres de Anenecuilco, un pequeo pueblo del estado de Mo-relos en el centro sureo de la Repblica, eligieron nuevo dirigente. Acababa de cumplir los treinta aos y de establecer relaciones con polticos detodo el estado a propsito de una reciente y desastrosa campaa electoralpara un candidato semindependiente a gobernador de Morelos. Eraaparcero de una hacienda, tena un poco de ganado y algo de tierra,compraba y venda caballos; cuando no haba siembra recoma con mercancas los pueblos del ro Cuautla en una recua de muas. Se llamabaEmiliano Zapata y habra de convertiree con el tiempo en el dirigente, primero, y el smbolo legendario, despus, del agrarismo mexicano.

    La ley de baldos y la huella especulativa del ferrocarril someti tambin al despojo y al agravio a una franja agraria ms reciente pero no

    menos reacia a la modernizacin que los campesinos morelenses: losmiembros de las comunidades norteas, herederas de las viejas coloniasmilitares que poblaron los territorios de frontera durante el siglo XIX,secuela de los presidios coloniales que haban consolidado la expansin

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    militar del virreinato. Eran pueblos que por generaciones haban luchado solos contra las acechanzas de forajidos y contra los indios brbaros,hasta la pacificacin definitiva de los apaches en 1880: comunidades

    construidas en el aislamiento, la autodefensa y el orgullo regional. Enlos ltimos aos del Porfiriato esos pueblos se vieron de pronto sometidos a la especulacin de sus terrenos y la hegemona de interesesoligrquicos regionales. La especulacin provocada por el auge de lasinversiones mineras y agropecuarias generalmente extranjeras lesquit tierras. El afianzamiento de nuevas oligarquas regionales, les quit independencia poltica y autonoma municipal. Perdieron entoncesaislamiento y territorio, independencia y seguridad en las reglas de su

    propio mundo, facultad de decisin sobre quines seran sus autori

    dades y de gestin sobre sus intereses inmediatos. Arrieros, agricultores, vaqueros, gambusinos, gente nortea de caballo y carabina, sonaban as sus quejas:

    Namiquipa, Chihuahua: "Vemos con profundo pesar que esos terrenos que estimamos en justicia como nuestros, porque los hemos recibido de padres a hijos y los hemos fecundado con el trabajo constante dems de un siglo, van pasando a manos de extraos mediante un sencillodenuncio y el pago de unos cuantos pesos".

    Janos, Chihuahua: "A dos leguas de Janos se encuentra la Colonia

    Fernndez Leal,prspera pero cuyos dueos viven con toda comodidaden Estados Unidos mientras nosotros, que hemos sufrido con las invasiones de los brbaros a los que nuestros padres desterraron, no podemos obtener el terreno".

    Santa Cruz, Sonora:"El presidente y el tesorero principalmente, nosoportamos las injusticias y abusos que cometen con nosotros. Hayhombre aqu que puede ser autoridad y en caso de que usted (el gobernador) deje esto desapercibido, ya veremos cmo lo quitamos nosotros.Somos hombres de familia que nos trastornamos habiendo algn de

    sorden, pero si es necesario lo haremos".Adicionalmente, la lucha contra los indios brbaros en el norte in

    cluy durante el Porfiriato la "pacificacin" de los indios mayos y yaquis de Sonora, una cruenta guerra que desbarat la foima organizativade ambas tribus, desconoci sus derechos antiguos y traslad a dominio

    blanco sus tierras, las ms ricas del noroeste, fertilizadas por los nicosdos ros con caudal cuasi permanente de las desrticas planicies sono-renses. Las tierras fueron colonizadas luego de una primera guerra contra los indios (1877-1880), pero la resistencia yaqui a la ocupacin semantuvo viva, irreductible e ininterrumpida a lo largo de todo el Porfiriato y de la Revolucin, parte de la cual se libr con contingentes yaquis y parte, en Sonora, contralos yaquis insurrectos.

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    Caminos cerrados

    A esa ruptura de fondo acumulada en las viejas vetas agrarias y rurales

    de Mxico, los aos previos a la explosin maderista sumaron otros desequilibrios.Entre 1900 y 1910, varios factores confluyeron para hacer inseguro

    y difcil el horizonte de los sectores sociales medios y la incipiente claseobrera que el mismo desarrollo porfiriano haba creado. La inversinextranjera redujo los ingresos de esos sectores por dos carriles: la altainflacin que produjo y los nuevos impuestos con que el gobierno tuvoque compensar los que dejaban de pagar las empresas y giros financieros desde afuera. La mencionada consolidacin de oligarquas regio

    nales, que a principios de siglo empezaron a aunar el monopolio delpoder poltico al del poder econmico, redujo tambin el mbito de concurrencia natural de las capas medias. Las posiciones intermedias en losnegocios, los servicios y, sobre todo, los empleos pblicos, empezarona ser ocupadas por ramificaciones amistosas o familiares de esas oligarquas. La pirmide del monopolio se reprodujo, grandes ciudades lomismo que pequeos pueblos vieron obturarse los canales de ascenso ydescomponerse los modos ms elementales de la vida local.

    As sonaba, en 1908, Benjamin Hill, un prototipo sonorense de estos postergados ansiosos de encontrar una rendija:

    Es indispensable una oleada de sangre nueva que reponga la sangreestancada que exis te en las venas de la Repblica, enferma de viejos cho

    chos, en gran parte honrosos restos del pasado, si se quiere, pero mo

    mias que estorban materialmente la marcha de nuestro progreso.

    Y un pequeo comerciante, Salvador Alvarado, dej este simplebosquejo de la coagulada descomposicin local y la intencin de cambiarla:

    Empec a sentir la necesidad de un cambio de nuestra organizacin social desde la edad de 19 aos cuando all en mi pueblo Ptam, Ro Yaqui, vea yo al comisario de policia embriagarse, casi a diario en el

    billar del pueblo y en compaa de su secretario, del juez menor que tambin lo era de lo civil y agente del timbre; del agente de correos y dealgn comerciante o algn oficia l del ejrcito, personas todas que consti

    tuan la clase influyente de aquel pequeo mundo.

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    Territorio minado

    Por su parte, el vrtigo minero y la reactivacin industrial hicieron nacerdurante el Porfiriato los primeros batallones obreros de Mxico en elsentido moderno de la palabra. Los minerales norteos atrajeron, consus altos salarios, emigrantes de todo el pas; erigieron en meses, juntoa los tiros, decenas de ciudades provisionales, desarregladas y bulliciosas, marcadas por la irregularidad, la discriminacin y la voluntad in-desafiable de los propietarios, generalmente norteamericanos o ingleses.Las compaas explotaban la mina y controlaban la vida municipal,nombraban al alcalde, pagaban la fuerza policiaca, sostenan la escuela,

    dominaban el comercio y a veces posean tambin las zonas ganaderas yagrcolas circundantes que provean la comida para los habitantes de lamina. El caso ms notable de ese vrtigo fue la sonorense ciudad de Ca-nanea, casi en la frontera con Arizona. Las inversiones millonarias quehizo ah un coronel aventurero, William C. Green, fundador de la Ca-nanea Consolidated Cooper Company, transformaron ese pueblo semi-abandonado de apenas 100 habitantes en 1891, en el centro de la produccin cuprfera de Mxico. En slo seis aos (1900-1906) el llamado

    del cobre meti en las lomas peladas de Cananea unos catorce mil habitantes (891 tena al empezar el siglo, 14 mil 841 al fin del Porfiriato).Partiendo prcticamente de una produccin cero, en esos seis aos laveta dio para diecisis minas activas y rindi 14 millones de pesos (eltotal de la minera porfiriana fue de 140 millones en 1906). En mayo de1906, Cananea tena 5,360 trabajadores mexicanos y 2,200 extranjeros,se pagaba ah salario mnimo de dos pesos y mximo de seis, cuando enel Pacfico norte el jornal mnimo era del 1.21 y en el centro de 0.59.

    Los trabajadores de Cananea haban iniciado su organizacin bajo el

    influjo del magonismo y de la ebullicin radical que plagaba fbricas yminerales al otro lado de la frontera, en California y Arizona, sacudidosentonces por el anarcosindicalismo, y el auge de las corrientes socialistas en los Estados Unidos. A fines de mayo de 1906, agraviados en sunacionalismo por la discriminacin laboral permanente en favor de norteamericanos y amenazados por un aumento sbito de la carga de traba

    jo, la incipiente organizacin de Cananea recogi los impulsos levantiscos acumulados y se lanz a la huelga. Sus demandas: cinco pesos de

    salario por ocho horas de trabajo, destitucin de un mayordomo, derecho a ascenso de mexicanos segn aptitudes y ocupacin de por lo menos 75 por ciento de trabajadores mexicanos en la compaa. Era el primero de junio de 1906. Los siguientes tres das fueron de huelga, luchay represin; hubo motines, saqueos, incendios, diez muertos y cien presos. Acudieron a Cananea rangersy voluntarios de Arizona, 500 solda

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    dos mexicanos y el gobernador de Sonora, Rafael Izbal, que coordinpersonalmente la pacificacin.

    Volvi la paz pero no el prestigio legendario del mineral en los

    crculos financieros norteamericanos. La contraccin de los mercadosestadunidenses del ao siguiente hizo tambin su parte. Sin crditos nimercado, Cananea, la fabulosa perla negra de la minera porfiriana,cerr totalmente sus operaciones en octubre de 1907 y empez a des

    pedir trabajadores en partidas de cien para restructurar la planta y susinstalaciones. Abri en abril de 1908, pero no tuvo utilidades otra vezsino hasta principios de 1911, cuando estaba ya en marcha, irreversible,la rebelin maderista.

    Naufragio en Ro B lanco

    No se haba disipado el escndalo de la huega de Cananea en la punta delanza de la minera porfiriana, cuando apareca otro, ahora en el sectorindustrial tradicional, en los textiles de Ro Blanco, en Veracruz.

    Ah, luego de un largo litigio con los patrones por condiciones de

    trabajo, los obreros rechazaron un laudo del presidente Daz que reglamentaba favorablemente su relacin con la empresa, pero la restringaparticularmente en materia de derechos polticos. El 7 de enero de 1907se rehusaron a volver a sus puestos fabriles y en la misma puerta de laempresa, acordonada por mujeres que frenaban a quienes s volvan,empez la agitacin con vivas a Jurez y gritos contra los espaoles yfranceses que controlaban fbricas, comercios y privilegios en la regin. El mitin sigui en la tienda vecina de la fbrica, donde un empleado derram la gota disparando contra un trabajador. El trabajador muri, la tienda fue saqueada e incendiada. Vino la polica y fue rechazada.Los rurales cargaron machete en mano pero fueron repelidos tambin, apedradas. El tumulto cundi. A la maana siguiente, enardecidos y avituallados por el saqueo, los huelguistas liberaron a los presos de lacrcel y marcharon hacia el vecino pueblo de Nogales con la consignade "buscar armas". Saquearon ah el palacio municipal, echaron tambinfuera a los presos y siguieron su camino, guiados todava por el estandarte de Jurez. "Caminbamos a gritos y cantando", recordara un pro

    tagonista. "Nos sentamos libres y dueos de nuestro destino despusde tanta miseria y tanta opresin. Pareca un da de fiesta".La fiesta termin en la madrugada. A la una y media del da 9 de

    enero llegaron a Santa Cruz dos compaas del 24 Batalln del ejrcito,con el subsecretario de guerra Rosalino Martnez al frente. En el curso

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    de esa noche los soldados peinaron las calles; contuvieron motines yamotinados e impusieron la paz porfiriana.

    Escribe Bernardo Garca Daz;

    En el amanecer del da 9, mientras los silbatos de las fbricas del distrito volvan a llamar a los obreros, sonaban las cerradas descargas. Sobre lasiniestra escenografa de las tiendas quemadas se llevaban a efecto las ejecuciones ejemplares que la plutocracia porfirista haba ordenado. De los 7,083 obreros que laboraban en las fbricas textiles hasta antes del .paro, el da 9 slo regresaron al trabajo 5,512. Los otros 1,571 huyeron de la regin, fueron consignados, estaban heridos o definitivamente

    muertos.

    Bajo los escombros y los muertos, las huelgas de Cananea y RoBlanco definieron la incapacidad porfiriana para digerir intentos modernos de organizacin y lucha sindical. Ante estos hijos de su propio desarrollo, los nuevos grupos de trabajadores que aparecan en las avanzadas productivas de la vieja sociedad, el establecimiento porfiriano no

    pareca tener ms respuesta que intolerancia y represin.

    La aparicin del norte

    En los treinta aos de paz porfiriana, el norte de Mxico sufri cambiosms definitivos que en toda su historia anterior. El auge capitalista delotro lado de la frontera y sus inversiones en ste, el ferrocarril que aba

    ti las distancias, los bancos que agilizaron el crdito, el boom petroleroen el Golfo, el minero en Sonora, Chihuahua y Nuevo Len, el industrial en Monterrey, el martimo y comercial en Tampico y Guaymas,trajeron en esos aos para el norte el impulso material de una doble yefectiva incorporacin: por un lado, al pujante mercado norteamericano,por el otro, a la red inconclusa pero practicable de lo que poda empezara llamarse Repblica Mexicana. En esos aos el norte fue un foco de inversiones y nuevos centros productivos que diversificaron notablementesu paisaje econmico y humano. Ah convergieron en rpida mezcla ha

    ciendas tradicionales y plantaciones de exportacin, nuevas ciudadesmineras y agrcolas, altos salarios, una capa prspera de rancheros, vaqueros y agricultores libres, una explosiva clase obrera en las minas,una banca incipiente, un comercio ramificado.

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    El llamado del norte y de la frontera con su promesa de mejoressalarios y oportunidades, desat a partir de los aos noventa del siglopasado una corriente migratoria permanente del centro, el Bajo y el alti

    plano, hacia los campos agrcolas de La Laguna y El Yaqui, las explotaciones mineras de Sonora y Chihuahua, los campos petroleros deTampico o las industrias en ascenso de Nuevo Len. Una consecuenciadecisiva de esa movilizacin fue la ruptura, en el norte, de la relacinagrcola tradicional que haba dominado el campo mexicano.

    Nada ejemplifica tan bien este trnsito como el surgimiento de lazona algodonera de La Laguna, en Torren, Coahuila, el foco de msalto crecimiento de todo el Porfiriato. Todava un rancho de 200 habitantes en 1892, Torren fue despertado en los noventa por el empalmeferrocarrilero que lo volvi estacin distribuidora de todo el norte. Para1895 los 200 habitantes se haban hecho 5 mil, y eran 34 mil en 1910.Se ganaban ah los salarios agrcolas ms altos de la Repblica y loshacendados de la regin, ajenos a los sistemas surianos del peonaje pordeudas o la tienda de raya, pagaban en efectivo y no en vales, vendanen sus tiendas ms barato que en el comercio local y competan por laretencin de sus trabajadores ofreciendo estmulos y ventajas de diverso tipo.

    Esa realidad laboral y social configur la aparicin de un nuevo tipode trabajador emigrante que ejerca el libre trnsito de una zona a otra enbusca de buen salario y mejores condiciones laborales. Inestable y sinarraigo local, cosechaba las ventajas de un mercado libre o semilibre demano de obra bien pagada. Pero tambin sus desventajas: inseguridaden el empleo, carencia de familia, comunidad o vnculo tradicionaldonde cobijarse en las pocas de malas cosechas y poco trabajo, lo quesuceda en la comarca lagunera cada tres aos en promedio. Ese tipo detrabajador libre del norte fue el que nutri a los ejrcitos norteos re

    volucionarios, frente a los cuales tuvo la doble disponibilidad del en-listamiento y la movilizacin militar fuera de su zona de reclutamiento,caracterstica inencontrable de los ejrcitos de ms clara y tradicionalprocedencia agraria, como el zapatista.

    El ncleo irreductible de la rebelin maderista fue el eje montaosode la Sierra Madre Occidental, lo que entra a lado y lado en las estribaciones de los estados de Chihuahua y Sonora, Durango y Sinaloa. Esenorte serrano de la minas pequeas y dispersas, resinti como ningnotro foco del pas la crisis minera y la baja del precio de la plata de finesdel Porfiriato. La primera afect a miles de productores pequeos, losgambusinos de la sierra; la segunda, al afiliarse Mxico al patrn oro en1905, tendi a igualar a la baja el precio de la plata mexicana con los delmercado internacional.

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    Al desarreglo minero se sum una crisis en la produccin de alimentos. Malas cosechas provocaron que se dispararan los precios del mazy el frijol, fundamentales para la subsistencia popular. El mazprcticamente dobl su precio entre 1900 y 1910, y la mitad de la alza latuvo en el ltimo ao. Ese norte minero era de por s un territorio de zonas frgiles donde, persistentemente, a lo largo del Porfiriato, se habanregistrado motines, rebeliones y bandas itinerantes. Las zonas montaosas situadas entre Rosario (Sinaloa), y Tamazula (Durango) habansido el escenario de las hazaas del famoso bandolero de los ochenta delsiglo anterior, Heraclio Bemal. La zona serrana comprendida entreGuanacev (Durango), y Santa Brbara (Chihuahua) es la que haban re

    corrido en los aos noventa Ignacio Parra y Doroteo Arango, despusFrancisco Villa. En las zonas de los ranchos orientales de Sonora y occidentales de Chihuahua, el tringulo Cusihuiriachic, Pinos y Ascensin, se haban registrado motines mineros en los ochenta y rebelionesarmadas por usurpaciones municipales en los noventa. Haba habidoconflictos peridicos en otros centros mineros norteos como Matehua-la, Charcas y Catorce, en San Luis Potos, o la Velardea, en Durango.A esos terrenos se refera premonitoriamente un capitn Scott, a cargo

    de tropas estadunidenses en la frontera, en el mes de agosto de 1907:"Existe, en particular en los estados del norte de Mxico, un gran descontento debido a las situaciones actuales. Si se produjera una explosin revolucionaria, un lder hbil tendra numerosos partidarios".

    Nuevas ramas, aosos troncos

    El lder que prevea el capitn Scott fue Francisco Madero, encamacinquintaesenciada y, al final explosiva, de la ltima gran ruptura que elPorfiriato haba inyectado en la sociedad mexicana: el descontento de algunas de las grandes familias patriarcales, consolidadas penosamente alo largo del siglo XIX y triunfantes con la causa liberal juarista en losaos sesenta, pero desplazadas en los ochenta y los noventa por lamano centralizadora del porfirismo, la alianza del rgimen con los intereses extranjeros y su patrocinio de una nueva generacin oligrquica.

    Venidos al poder por una rebelin militar en 1876, el camino de losporfirianos hacia la estabilidad poltica fue la destruccin de los enclavescaciquiles, desarrollados a partir del triunfo juarista en las distintas regiones del pas. Uno por uno y estado por estado, los viejos caciquesliberales y los grupos econmicos construidos en tomo a ellos, fueronreemplazados por incondicionales del porfirismo o por cuadros emer

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    gentes de los sectores medios locales, cuyas aspiraciones de ascensohaban sido bloqueadas por el establecimiento oligrquico de cuo jua

    rista. Trinidad Garca de la Cadena en Zacatecas, Ramn Corona en Jalisco, Ignacio Pesqueira en Sonora, Luis Terrazas en Chihuahua: todosy cada uno de los hombres fuertes y los intereses que haban creado ensu tomo, fueron domeados durante la dcada de los ochenta y hasta finales del siglo. Al empezar el siglo XX se haban consolidado gruposgobernantes de relevo en casi todas las regiones del pas. Para esas mismas fechas, las familias y los patriarcas desplazados en los aos ochenta, tenan ya renuevos generacionales. Los hijos y los nietos de aquelloscaciques juaristas, ramas ansiosas de apellidos clebres, pugnaban aho

    ra por rehacer el curso de las cosas y abrirse camino hacia una nuevapreponderancia o por lo menos hacia una participacin menos subordinada en los asuntos locales y en los nacionales.

    Pero en vez de oportunidades, encontraban clausuras, dinastas yredes porfirianas que empezaban a perpetuarse en el poder y a servircomo socios o intermediarios de inversiones extranjeras que transformaban sin consultar territorios, ciudades y mercados. La consolidacinde estas oligarquas regionales en los estados norteos lanz a la oposicin a muchos poseedores de apellidos ilustres.

    Francisco I. Madero era la encamacin misma de esta historia deagravios y repudios que la nueva generacin de los viejos rboles patriarcales haba vivido durante el Porfiriato. Escribe Friedrich Katz:

    A finales del sig lo, Madero haba formado y encabezado una coalicin de hacendados para oponerse a lo s intentos de la compaa angloamericanade Tlahualilo por monopolizar los derechos sobre el agua en esa zona, enteramente dependiente de la irrigacin. Cuando los Madero cultivaron

    guayule, sustituto del caucho, se enfrentaron a la Continental RubberCompany. Otro conflicto se desarroll en 1910 debido a que los Maderotenan el nico homo de fundicin en el norte de Mxico, que era inde

    pendiente de la American Smelting and Refining Company.

    Los Madero no se hallaban solos en su rebelda. Muchos otros miembros de la clase alta nororiental estaban interesados en los derechos sobre el agua en L a Laguna, en el cultivo del guayule y en la operacinindependiente de hornos de fundicin en el norte de M xico.

    Los vstagos inquietos de estas familias fueron la verdadera correade transmisin de la debacle porfirista, el cauce de las muchas fuerzasque engrosaron el caudal de la Revolucin Mexicana.

    Y fue as, entre otras cosas, porque frente a estos nimos nuevos, el

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    ocaso porfiriano atestiguaba el envejecimiento de una clase dirigente queno pensaba en el retiro y que haba perdido sensibilidad ante las fuerzas

    que su propia gestin haba desatado como lo probaron las huelgasobreras. En junio de!904 Porfirio Daz fue reelecto por sexta vez, a los75 aos, con un vicepresidente norteo, Ramn Corral, que tena 56.Escribe Luis Gonzlez y Gonzlez:

    Don Porfirio cumpla los 75 aos muy derecho y solemne, mas no sin la fatiga, los achaques, la grietas y las cscaras de la senectud. Ya no era elroble que fue. Aun el cacumen y la voluntad se reblandecieron. Las ideas

    se le iban y no le venan las palabras. En cam bio , afloraban las em oc iones. Dio en ser sentimental y lacrimoso y, con ello, malo para expedir cases. Y a medida que se le escapaba el talento ejecut ivo, lo oprima lasuspicacia senil y desconfiaba de sus colaboradores ms que nunca.

    Junto al jef e menguante, en los puesto s v isible s del aparador poltico pululaban otros ancianos no menos achacosos. La edad promedio de ministros, senadores y gobernadores, era de 70 aos. Los jovenazos del rgimen, apenas sesentones, constituan la cmara baja. Los de ms lar

    ga historia, tan larga como la repblica, eran jueces de la Suprema Corte de Justicia. En otros trminos, los bcu los de la vejez del dictadoreran casi tan viejos como l y algunos ms chochos. Varios de los ayu

    dantes de don Porfirio fueron sus compaeros de armas y no tenan porqu ser ms jvenes que l. Otros, los cientficos, nacieron en la franjatemporal 18 41-1 856 , y por esa causa pertenecan, casi sin ex cep cin , al8 por ciento de sus compatriotas de ms de medio siglo. Entonces lamitad de los mexicanos tena menos de 20 aos y el 42 por ciento entre 21 y 49. La Repblica era una sociedad de nios y jvenes regida por un puado de aosos que ya haban dado a la nacin y a s m ismos el serv i

    cio que podan dar.

    1908: La siembra del derrumbe

    Ninguno de los factores mencionados las rupturas agrarias, las novedades laborales, la obturacin oligrquica o la vejez porfiriana habranpodido desencadenar en 1910 la rebelin maderista sin que distintasconjunciones de la poltica, la economa y en general el azar de la historia sumaran sus malos efectos a los desacomodos de fondo sembrados

    por el progreso.El ao de 1908 condensa y dispara esa conjuncin de adversidades

    que detonan los cimientos erosionados del antiguo rgimen. Fue un aofatal para la economa porque, como dice el propio Luis Gonzlez, "lanaturaleza tom el partido de los pobres", no de la estabilidad:

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    En unas partes llovi ms de la cuenta y en otras menos. Hubo, adems, temblores nefastos y heladas terribles. La produccin de maz,de por s insuficiente, baj. La escasez de gordas y frijoles produjo una

    situacin crtica en el campo, q uizs no tan profunda com o la de quinceaos antes pero s en un momento en que cualquier rasguo causaba honda irritacin. En e l bienio 1908 -1909 la vala anual de los productosindustriales se detu vo en 419 millones de pesos, la rama manufacturerase precipit de 2 06 m illones a 188. La minero-metalrgica subi ligera

    mente en volumen pero no en precios. Los metales preciosos y en espe

    cial el blanco, se depreciaron [....]. Con los metales industriales, fuera del fierro, pas lo mismo. La produccin de zinc, tan importante en 1906-1907, se fue a pique. [...]. Incluso se lleg a la junta de mer

    cancas que no tenan compradores. Se debilitaron igual las demandas in

    terna y externa, las compras al exterior descendieron en valor y volu

    men. Los precios de los productos exportables conocieron una baja de ocho por ciento. La balanza comercial tuvo un saldo adverso en 1908. La crisis econ m ica afect, com o de costumbre, a los m s amolados, eldeterioro de la vida material intensific el disgusto social, ya tan fuerteantes de la crisis. El pas estaba maduro para la trifulca.

    1908 fue tambin un mal ao para las relaciones con Estados Uni

    dos, porque ese ao fue fundada, con lujo de concesiones y apoyos ofi

    ciales, la compaa petrolera El A guila, empresa negociada por el g o

    bierno porfirista con el Trust de Weetman Pearson conocido ms tardecomo Lord Cowdray, en la que participaba como accionista el propio hijo de Daz. Culminaba ah el proyecto de alianza con el capital euro

    peo, ingls en este caso, que los porfiristas juzgaban necesaria para equi

    librar el dom inio de lo s intereses norteamericanos en Mxico.

    El claro favorecimiento gubernamental a la compaa inglesa mediante la cesin de tierras en Chiapas, Tabasco, Veracruz, San LuisPotos y Tamaulipas, fueron como una declaracin de guerra a los po

    derosos intereses norteamericanos. Sobre todo porque, en esos aos,Mxico empezaba a convertirse en un pas petrolero de primer orden: laproduccin de 3 millones 300 mil barriles en 1910 lleg a los 14 millones en 1911, enorme salto que convirti de golpe al pas en el tercer

    productor mundial de petrleo, La importancia de este litigio en ladebacle porfiriana, apenas puede exagerarse: "Algunos observadores

    recuerda Friedrich Katz estaban convencidos de que las reservasmayores del mundo estaban en Mxico. En vista de oportunidades tanvastas, los intereses comerciales norteamericanos en Mxico estaban

    cada vez menos dispuestos a tolerar la colaboracin antinorteamericanadel gobierno mexicano con Pearson y muy pronto prevaleci la opininde que la nica manera posible de ponerle punto final a esa colaboracinera mediante un cambio de gobierno en Mxico".

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    En los aos setenta del siglo anterior, el rgimen porfirista se habainaugurado en medio de virulentas diferencias con Estados Unidos por

    la incursin de ste en persecucin de apaches y forajidos dentro de territorio mexicano. Irnicamente, luego de dos dcadas de acuerdo y colaboracin, terminaba su mandato llegando por otros caminos a unenfrentamiento parecido, que habra de costarle la neutralidad y a vecesel apoyo activo del gobierno estadunidense a las bandas de revolucionarios y sus agentes durante 1910 y 1911.

    1908 fue tambin un mal ao para la estabilidad poltica en lascpulas porque el propio Daz se encarg de levantar la compuerta.de laagitacin poltica al declararle al reportero norteamericano James Creel-man, que Mxico estaba listo para la democracia y que acogera comouna bendicin del cielo el nacimiento de un partido de oposicin. Susdeseos fueron rdenes. Otorgado el beneplcito, el interior poltico de lasociedad tom la plaza pblica. La murmuracin se hizo folleto, la agitacin tom forma de libro. Querido Moheno publicHacia dnde vamos,Manuel Calero: Cuestiones electorales,Emilio Vzquez Gmez:Lareeleccin indefinida,Francisco de P. Sentes:La organizacin polticade Mxico,Ricardo Garca Granados: El problema de la organizacin

    poltica,Francisco Madero: La sucesin presidencial.Las ansias anti-porfiristas vinieron a la arena pblica en forma de organizaciones polticas y partidos antirreeleccionistas.

    La oposicin y la presbicia

    Desde la entrevista Daz-Creelman en junio de 1908, el horizonte de la

    oposicin fue ocupado por la figura del general Bernardo Reyes, antiguo ministro de Guerra. El reyismo cal en zonas sensibles de la vida

    poltica mexicana: las logias masnicas, los burcratas modestos, e l ejrcito. Durante el ao de 1908 y parte del siguiente, en el norte y el occidente del pas, el reyismo hizo brotar clubes, peridicos y oradores altivos. Amediados de 1909, sin embargo, Reyes cedi a la presin de Daz yapag con su silencio las incitaciones de sus partidarios. A fines de julioanunci que para las elecciones de 1910 sostendra la candidatura de

    Don Porfirio y apoyara la de su enemigo, Ramn Corral, para la vicepresidencia. Como premio a su lealtad, fue privado del mando militar enNuevo Len. A principios de noviembre, el presidente Daz le concediaudiencia y lo ayud a aceptar un viaje de estudios militares por Europa.

    En coincidencia con este ocaso, a mediados de 1909 se fundaba enla ciudad de Mxico el Club Central Antirreeleccionista, que hizo venir a

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    la luz el encendido oposicionismo de un hombre que al decir de suabuelo intentaba tapar el sol con una mano: Francisco I. Madero. En1909 Madero era, sobre todo, un predicador, miembro de una acaudalada familia de hacendados coahuilenses, autor de un libro tupido de disquisiciones histricas y activo organizador de grupos oposicionistasempeado en la definitiva novedad de recorrer electoralmente la repblica para promover su causa, la causa de la democracia y del antirre-eleccionismo que resuma bien, en su carcter eminentemente poltico,uno de sus lemas de campaa: "El pueblo no quiere pan, sino libertad".

    Durante la mitad de 1909 y 1910, Madero recorri el pas en dos etapas, la primera a Veracruz (escenario reciente de la represin obrera en los

    textiles), Yucatn (territorio de la explosin salvaje y la oligarqua hene-quenera, recientemente sometida por el porfirismo al dictado del mercado mundial) y Nuevo Len, cuna del reyismo. Enero de 1910 lo sorprendi entrando a Sonora en el norte, luego de haber recorrido Puebla yQuertaro en el centro, Jalisco, Colima y Sinaloa en el occidente. Las giras maderistas se resuman en la fidelidad de una pequea comitiva (laesposa de Madero, Sara; el estengrafo Elias de los Ros; Roque Estrada,cercano colaborador y exigente testigo), la visita a ciudades importantes,la celebracin de mtines, la fundacin de algn club y la pronta salida a

    otro punto. La hostilidad de las autoridades, el ralo aparato financiero yadministrativo del antirreleccionismo, conferan a las giras del apstol unaire de ingenuidad y eficacia restringida. Pero la reciente desercin reyistay los muchos brotes de insatisfaccin regional, eran un caldo de cultivopropicio a toda posibilidad independiente. "La organizacin poltica deMadero dice Stanley Ross creci conforme el reyismo se desintegraba. Para los independientes y para muchos reyistas, abandonados

    por su selecto caudillo, el movimiento maderista fue la salvacin".A principios de junio de 1910, Madero sali de la ciudad de Mxico,

    esta vez como candidato antirreleccionista a la presidencia de laRepblica. A sus espaldas dejaba los inicios de las fiestas del Centenario, ese primer plano de carrozas y desfiles, levitas aterciopeladas, miradas endurecidas por la presbicia y los aos respetables de tantas barbasblancas y tantas glorias pasadas. Medallas y uniformes de gala, bandasde honor, tribunas incensadas: Mxico 1810-1910, una patria a todolujo, engalanada para la exhibicin de su destino cumplido, remozadapor los laureles de su triunfo contra la desintegracin de las luchas in

    testinas, las hecatombes y el desalio.En los permetros de esa patria centenaria empezaba distinto elpas: un gigantesco cuerpo rural hecho de caminos vecinales y olor a estircol, de arrieros y peones, de ciudades exiguas y comunidades retradas. Como se ha dicho, en treinta aos, la paz porfiriana haba im

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    puesto slo un cambio drstico a ese mapa desagregado por sus montaas y sus distancias: el sello de herrar que dibujaban las lneas del fe

    rrocarril (Mxico a Veracruz, Mxico a Ciudad Jurez, Mxico a Gua-dalajara, Tepic a Nogales, Yucatn, Tehuantepec) y la larga telaraa delos telgrafos. En los puntos terminales, los entronques y las comarcasintermedias que toc el ferrocarril, creci la otra sociedad: minas, gringos, blancos y haciendas modernas; casas comerciales, fbricas, gringosy emigraciones masivas; ciudades vertiginosas, cnsules y propietariosextranjeros, usuipaciones, huelgas, monopolistas, aventureros, grandesalmacenes, mujeres encorsetadas, gringos y casinos. Una clase mediasin futuro cierto, una incipiente clase obrera, una poblacin flotante

    atrada como por un imn hacia la frontera. Comunidades campesinassacudidas en su ritmo secular. Hacendados modernos y patriarcas rurales metidos al cepo del progreso, replegados en las casonas de sus haciendas; familias que por dcadas haban tejido con sus caprichos y susintereses la historia regional y hoy se saban anacrnicas y posponan surencor.

    Para manejar estos desarreglos, el estilo porfiriano no tuvo sino losdiseos de otro hierro de herrar que el pas conoci durante esos treintaaos: una red gerontocrtica de jefes, gobernadores, caciques y ministros; un estilo poltico educado en el control de una sociedad anterior alos gringos, el progreso y el capitalismo. Las nicas cosas monolticasy reiterativas, de principio a fin, en la sociedad porfiriana, fueron susmodos polticos, sus afanes verticales y despus de 1900 su com

    placido encanecimiento.

    La grieta en la presa

    Madero fue una grieta, imperceptible al principio, en la eficacia de esoshbitos. Hacia su dbil promesa corrieron todos los sntomas que elcorte porfiriano aplazaba: hacendados con tradicin y sin futuro, comunidades reacias a la usurpacin de sus tierras, profesionistas sin bufete,maestros incendiados por la miseria y el halo heroico de la historia patria, polticos y militares en conserva. Y esa crucial pequea burguesade provincia: tenderos, boticarios, rancheros ansiosos, pequeos agri

    cultores y medieros, ahogados todos por el doble yugo de sus pretensiones locales y la nulidad crediticia y social de sus modestas empresas.Hacia la candidatura de Madero fluyeron tambin las expectativas norteamericanas, una desconfianza generosa nacida menos de la cautela porla edad fsica del rgimen, que del odio a sus ltimos impulsos juveniles

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    que redistribuan a los ing leses con cesion es dadas a norteam ericanos y

    abran la puerta diplo m tica a potencias c om o Japn.

    Sus giras por la Repblica debieron llevar hasta Madero la certeza de

    que, efectivamente, todos esos embriones corran tras su candidatura.Porque como candidato presidencial, Madero dud cada vez menos delos pronsticos que a nombre del pueblo pudiera hacer l en sus discursos y un da, al bajar del ferrocarril en San Luis Potos, procedente de laciudad de Mxico, grit a los numerosos partidarios que se haban reunido a esperarlo: "Que lo entiendan bien nuestros opresores; ahora elpueblo mexicano est dispuesto a morir por defender sus derechos; y noes que piense incendiar el territorio patrio con una revolucin, es que no

    le arredra el sacrificio".El desdn con que Daz y los porfiristas haban visto a Madero desde1908, se haba vuelto a mediados de 1910 estricta atencin policiaca.Por su discurso al bajar del tren en San Luis, Madero fue acusado de"conato de rebelin y ultrajes a las autoridades", fue aprehendido en Monterrey y trado al escenario de sus delitos verbales, San Luis, donde fueencarcelado. Queran mantenerlo quieto durante los das de julio en queseran las elecciones. Lo mantuvieron. Daz fue reelecto. Una semanadespus del nuevo triunfo, el ministro de Hacienda, Jos Ivs Liman-

    tour, que se iba a Europa, pas por San Luis Potos y habl con Madero-amigos de la familia y personales de tiempo atrs. Madero obtuvo sulibertad caucional, aunque qued arraigado territorialmente a la ciudad deSan Luis Potos. Rompi el arraigo, escap a la frontera y a principios deoctubre estaba en San Antonio, Texas, dispuesto a la insurreccin. La

    plataforma mnima de la revolucin maderista empez a circular unosquince das despus bajo el nombre de Plan de San Luis. Declaraba nulaslas elecciones, ilegtimo el rgimen derivado de ellas y espurios a losnuevos representantes populares; otorgaba a Madero el carcter de pre

    sidente provisional de los Estados Unidos Mexicanos y convocaba a lainsurreccin para el 20 de noviembre de 1910 a las 6 de la tarde.

    No empez a las seis de la tarde ni el 20 de noviembre de 1910, peroen mayo de 1911, las consecuencias de esa convocatoria haban abiertolas puertas a una nueva poca histrica de Mxico.

    La revuelta

    El historiador Fran^ois Xavier Guerra ha hecho un excelente resumengeogrfico, poltico y militar de la insurreccin maderista, empezando

    por reconocer su radicacin espacial en las sierras mineras del norte.

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    Los preparativos del levantamiento en ciudades como Culiacn, Guada-lajara, Chihuahua, Hermosillo, y en algunas localidades del estado de Veracruz y de Puebla, fueron descubiertos sin dificultad, sus instigadoresdetenidos sin que hubieran pod ido siquiera utilizar sus armas o a plasta

    dos inmediatamente, como Aquiles Serdn en Puebla [...] Un segundo tipo de intento tiene como punto de partida Estados Unidos. Refugiados polticos, como el propio Madero, intentan cruzar la frontera y lanzan expediciones hacia el interior de Mx ico con e l apoyo de comp licidades locales. En Piedras Negras y Ojinaga el fracaso de esos intentos es ab so

    luto. Por ltimo, se producen verdaderos levantamientos. Algunas co n s

    piraciones tienen xito como las de Jess Agustn Castro, Orestes Pe- reyra, Martn Triana y otras ochenta personas en G m ez P alacio , en la

    regin de La Laguna. Hay levantamientos que son apenas insurreccion esde unos cuantos pueblos del norte del pas (Cstulo Herrera y Pancho Villa en San Andrs y Santa Isabel, Toribio Ortega en C uchillo P arado, Chihuahua; los hermanos Arrieta en Canelas, S everino Cen iceros y C a

    lixto Contreras en Ocuila y Cuencam , Durango). En otros casos se tra

    ta de ataques masivos que llevan a cabo varios centenares de hombres delos pueblos de Santa Brbara, Belleza y Cuevas, contra el gran centro minero de Hidalgo del Parral, intentos que tambin fracasan y terminan en pequeas bandas de asaltantes que se refugian en zonas de difcil a cc e

    so. Hay slo una regin muy precisa el occidente de Chihuahua donde la rebelin triunfa desde un principio y logra mantenerse viva en pueblos y en ciudades pequeas: San Isidro con Pascual Orozco, Santo Toms con Jos de la Luz Blanco, Temoschic, Bachniva, Matchic,Moris con Nicols Brown, Tomchic, Carchic... El mes de diciembre de 1910 confirma esta primera distribucin geogrfica. La rebelin de la zona occidental de Chihuahua se extiende hacia Janos en el norte y Bato- pilas en el sur, pero tambin hacia el oeste donde algunas bandas apare

    cen en la mina El Barrign en Sonora, y hacia el oriente en direccin de Satevo. La rebelin de las montaas occidentales de Durango se forta

    lece cuando Copalqun y las minas de Ro Verde, en el distrito de San Dimas, se suman a las rebeliones de Canelas. Un mes y medio despus de iniciadas las hostilidades, la zona principal de la revolucin maderistamuestra contomos perfectamente definidos. Incluye esencialmente el e je montaoso de la Sierra Madre Occidental y se extien de a los estados d e Chihuahua, Sonora, Durango y Sinaloa. Un norte de Mxico singular, de agricultura precaria de montaa y bosques. Es sobre todo el M x ic o de las minas.

    Enero es un mes difcil para la rebelin. A pesar de su debilidad y d e

    su inadecuacin para combatir a las guerrillas, el ejrcito federal lanza una ofens iva y recupera inclu sive Ciudad Guerrero, eje d e la rev olu cin en Chihuahua, as com o los centros mineros de Uriqu e y Batopilas. A pesar de estos descalabros, el ncleo de la rebelin en el occidente de Chihuahua enva una expedicin de ms de mil hombres hacia el norte. Es en ese momento cuando la regin occidental de Durango, que pr ese n

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    ta las mismas caractersticas, se suma a la revolucin y los municipiosde Topia y de Tamazula son rodeados por completo. Son movimientos que contrastan con las derrotas de Villa y de algunos grupos dispersos enel centro sur de Chihuahua, zona de latifundios, donde los revoluciona

    rios se ven obligados a replegarse hacia las sierras del norte de Durango. Es as como la rebelin maderista se arraiga en las zonas de las mon

    taas y las minas. .

    En febrero la situacin mejora para los rebeldes. El ejrcito federal abandona definitivam ente el occidente de Chihuahua y la rebelin se e x

    tiende a la regin de las minas de l oriente de Sonora. Se producen levan

    tamientos en las minas del centro de Chihuahua (Naica, Santa Eulalia,en Aldama). Fracasan, pero son una prueba de la multiplicacin de los ncleos rebeldes. Tam bin por primera vez despus de tres meses d e lu

    cha, surge un nuevo ncleo en el sur del pas: el de Gabriel Tepepa, anterior inclu sive al levantamiento de Zapata en Morelos.

    El viraje decisivo de la revolucin se registra en la segunda quincenade marzo. Toda la siena de Durango est para entonces en manos de los revo

    lucionarios y empiezan a desbordarse hacia la planicie de la costa (Badi-raguato, Guam chil, Mocorito) y hacia la regin minera del sur de Sina-loa (Pnuco). Algunos ncleos dispersos en Durango y en Zacatecas ata

    can ciudades del centro: Jess Agustn Castro en Villa Hidalgo, Durango; Luis Moya inicia una larga cabalgata que lo lleva al sur de Durango y a

    la regin m inera del sur de Zacatecas (Juchipila, Mezquital del Oro, No- chixtln). En Sonora los revolucionarios sufren reveses en Ures y enAgua Prieta. Pero sus fracasos prueban tambin que han adquirido sufi

    ciente fuerza para atacar localidades importantes. Por ltimo, a princi

    pios de marzo, lo s hermanos Figueroa se sublevan en la regin minerade Huitzuco, Guerrero. El 10 de marzo se inicia la insurgencia zapatista.

    En abril la rebelin crece c om o una mancha de aceite. Las tropas deloccidente de Chihuahua, donde slo resisten las minas aisladas de Ch- nipas, asedian la ciudad fronteriza de Ciudad Jurez. En Sonora, la tam

    bin fronteriza Agua Prieta cae por unos das en manos rebeldes. El ejr

    cito federal slo puede controlar algunos puntos claves del ferrocarril. En Durango las tropas bajan de las montaas occidentales a los llanos del centro y rodean la ciudad capital; en el oriente caen las ciudades mi

    neras Ind y Mapim, Velardea, Cuencam, San Juan de Guadalupe,Juego Nazas y Gm ez Palacio. Toda la regin de agricultura de irriga

    cin d e La Laguna, entre Durango y Coahuila, sufre las embestidas delos revolucionarios. En Sinaloa los combates inundan las llanuras cen

    trales y en el norte y la regin minera del sur caen Palmillas, Guadalupe de los Reyes, San Ignacio y Concordia. A fin de mes el puerto de Ma-

    zatln est totalmente rodeado. En Zacatecas la tropa de Luis Moya llega a los grandes centros mineros: Fresnillo, Nieves, Sombrerete. En el surla rebelin de los F igueroa se extiende en Guerrero, la de Zapata en M o

    relos y en Puebla donde logra apoderarse por unos cuantos das de Izcarde Matamoros.

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    Finalmente en 1 mes de mayo triunfa la revolucin . El da 9 Oroz co y Villa toman por asalto la ciudad fronteriza ms importante, Ciudad Jurez. El xito militar precipita la firma de un armisticio el da 18, y el

    21 se concluyen los acuerdos de paz que prevn la formacin de un gobierno provisional. En los das que siguen a la victoria, sobre todo des

    pus de la firma de los acuerdos de paz, las tropas revolucionarias en campaa atacan otras ciudades que escapan a su control. L ueg o d e san

    grientos combates, el 15 cae Torren en La Laguna, Iguala el da 12, Cuautla el 19, Culiacn el 30, Mazatln el 6 de junio. En Chihuahua yen Sonora, gracias a acuerdos firmados, los maderistas no encuentran re

    sistencia para ocupar ciudades que todava estaban en manos del ejrcito federal. En el resto del pas, ncleos revolucionarios dispersos crecen en unos cuantos das y sin ninguna resistencia entran en San Luis Potos, Crdoba, Orizaba, Saltillo, Pachuca, etc. La fase militar de la revolu

    cin maderista lleg a su fin a principios de junio de 1911.

    La doma del tigre

    Los tratados de Ciudad Jurez, acordaron la renuncia de Daz y el fin de la

    rebelin. Cuatro das despus, el 25 de mayo, don Porfirio firm su renuncia. Al da siguiente se embarc en Veracruz en el barco Ypiranga,rumbo a su destierro mortal. En algn punto de ese trayecto a la ltimafrontera mexicana que pis, se le llenaron los ojos de lgrimas, como ha

    ba empezado a hacrsele costumbre, y resumi en una frase la realidad del Mxico en armas que le haba volteado la espalda: "han soltado untigre".

    De inmediato, los propios triunfadores trataron de amarrarlo. Paraempezar, los tratados de Ciudad Jurez omitieron toda alusin al

    artculo tercero del Plan de San Luis que haba hecho la promesa de tierras para el Mxico rural:

    Abusando de la ley de terrenos baldos numerosos pequeos propieta

    rios, en su mayora indgenas, han sido despojados de sus terrenos...Siendo de toda justicia restituir a sus antiguos poseedores los terrenos de que se les despoj de un modo tan arbitrario, se declaran sujetas a revi

    sin tales disposiciones y fallos y se les exigir a los que los adquirie

    ron de un modo tan inmoral o a sus herederos, que los restituyan a sus primitivos propietarios, a quienes pagarn tambin una indemnizacin por los perjuicios sufridos.

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    Enseguida, fueron reconocidos los fueros del ejrcito federal, contrael que haban combatido los insurgentes y se convino el licnciamiento

    precisamente de las guerrillas maderistas que haban puesto fin a la era

    porfiriana. Finalmente, como si la cada del gobierno porfirista hubierasido fruto de secretas presiones de gabinete y no del auge de una rebelin, se acord en Ciudad Jurez constituir un gobierno interino segnlo previsto por la ley vigente: el secretario de Relaciones en funciones,Francisco Len de la Barra, fue llevado a la presidencia.

    Abolir su origen, licenciar a sus fuerzas, resguardarse preventivamentede los zarpazos del tigre que haba soltado fue la decisin histrica deMadero en su camino al poder. Adscrito a la vieja legalidad, quiso clausurar la agitacin y las expectativas recin abiertas del pas que quera gobernar, para establecer en la repblica convulsionada simplemente unnuevo gobierno, no un nuevo orden. Pareca reconocer as en su movimiento el impulso de una rebelin poltica decimonnica, no el rumor deuna revolucin social del siglo XX. Encontr pronto resistencia en am

    bos lados del camino, entre las corrientes insatisfechas que necesitaban elcambio y entre los intereses creados que ambicionaban la restauracin.

    El 7 de junio de 1911, por entre ms de 100 mil vitoreantes mexicanos, Madero entr triunfante a la ciudad de Mxico. Quince das despus, el 24 de junio de 1911, ensay en un manifiesto la primera explicacin de la revolucin triunfante. Caractersticamente, Madero prometi ah que hara todo lo posible por aliviar las carencias de las claseseconmicas dbiles pero no anunci una mejora de los salarios; externsu solidaridad con los desposedos pero tambin su conviccin de queslo el trabajo podra redimirlos. En el otro lado del espectro, tambinsembr incertidumbres al advertir a los empresarios que no tendran ya"la impunidad de que en otros tiempos gozaban los privilegiados de lafortuna, para quienes la ley era tan amplia como lo era estrecha para los

    infortunados".La muestra palpable de esta vocacin maderista de navegar entre dosaguas produjo desaliento incluso entre los ms cercanos colaboradoresde Madero. El 26 de junio de 1911, slo dos das despus de expedidoel manifiesto, Roque Estrada manifest en una carta a su antiguo dirigente que l y muchos otros vean en Madero "al apstol y al caudillopero nunca al gobernante".

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    El pleito arriba, la resistencia abajo

    Una importante ala del frente maderista inicial, representada por los hermanos Emilio y Francisco Vzquez Gmez, hizo causa poltica apartenada menos que para imponer el cumplimiento del Plan de San Luis.Con apoyo de varios jefes revolucionarios, los vazquistas iniciaron unaconspiracin abierta para disolver el gobierno interino, ascender de inmediato al propio Madero! a la presidencia y dar paso a la "renovacinplena" que exigan las circunstancias polticas del pas.

    Ese litigio, iniciado a finales de junio, lleg a un desenlace el 2 deagosto de 1911 con la renuncia de Emilio Vzquez Gmez a la cartera

    de Gobernacin y el arresto de cuatro generales. El 23 de agosto eralanzado en Texcoco un plan insurreccional vazquista, redactado por Andrs Molina Enrquez, que desconoca al gobierno de De la Barra, entregaba la jefatura de la revolucin a Emilio Vzquez Gmez, se reservabala facultad de legislar sobre el fraccionamiento de los latifundios mayores de dos mil hctareas (el denunciante podra escoger la parte quems le conviniera), peda que las rancheras se declararan corporacionesde inters social y poltico de la nacin. La iniciativa de Madero de di

    solver el Partido Antirreeleccionista, cuya consigna careca ya de sentido, para dar paso a un Partido Constitucional Progresista, fragu la escisin con el otro Vzquez Gmez, Francisco, previsto para ocupar lavicepresidencia con Madero. A principios de septiembre, en medio dellevantamiento vazquista, la convencin del nuevo partido escogi a JosMara Pino Surez como compaero de frmula de Madero a la vicepresidencia.

    Las elecciones de octubre encontraron as plenamente incubada larebelin vazquista, que inquiet los estados norteos porque pudo

    atraer a varios jefes exmaderistas resentidos, como Emilio Campa yJos Ins Salazar. Tambin encontr a un Madero disminuido en su

    popularidad, al grado de que la corriente de su otro opositor connotado,el general Bernardo Reyes, lleg a pensar en la conveniencia de unapostergacin de las elecciones. Reyes haba regresado a Mxico el 9 dejulio de 1911, haba reagrupado partidarios, calentado ilusiones y calculaba que en unos meses ms el prestigio abrumador d Madero se habradiluido suficientemente como para perder incluso las elecciones. Pero

    las cosas no fueron tan fciles. El Congreso rehus la solicitud reyistade que fueran pospuestas las elecciones. Luego de un rejuego de acuerdos y desacuerdos entre Reyes y Madero, una turba maderista maltratal anciano general en un mitin. Maltratado y desairado, Reyes em prendi entonces su penltima aventura poltica y sali a San Antonio decidido a acaudillar una insurreccin. El 16 de septiembre de 1911, da

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    de la independencia nacional, lanz desde Texas un Plan de la Soledadque result, en efecto, un plan solitario. No cont con la simpata norteamericana, cuyas autoridades llegaron a arrestar a Reyes por violacinde las leyes de neutralidad, ni arraig en territorio mexicano. Los contingentes esperados no afluyeron al paso del general, quien termin supattica aventura el 25 de diciembre de 1911, entregndose por propiavoluntad, derrengado y con la ropa hecha girones, en un cuartel de Linares, Nuevo Len. De ah fue trasladado a la prisin militar de Santiago Tlatelolco, donde qued recluido como una bomba de tiempo y dedonde saldra poco ms de un ao despus camino a su ltima aventura,el 9 de febrero de 1913, con la sublevacin que dio inicio a la semana

    trgica que ensangrentara a la capital y llevara a su holocausto al gobierno de Madero.Durante el desgastador gobierno interino, hubo tambin movimien

    tos ajenos a la cpula que se salieron del cauce de la conciliacin y tomaron su propio camino.

    Un eje natural de disputa fue la resistencia de las guerrillas maderistas al licnciamiento. Por todo el pas la voz del licnciamiento trajo motines y desgarramientos polticos, regres a la sierra a muchas pequeas

    bandas y dio ocasin a revanchas del ejrcito federal contra guerrillerosde la primera hora, efectuadas ahora a nombre de la legalidad, del nuevogobierno y hasta del propio Madero. Ese ajuste de cuentas y la persistencia del ejrcito federal, explican en gran medida la persistencia colateral, hasta fines de 1912, de mltiples focos de insurreccin, correray simple bandidaje en diversos puntos del pas.

    Fue un proceso crucial. La resistencia de algunos gobiernos maderistas al licnciamiento de esas fuerzas, particularmente en Sonora yCoahuila, permitira ir cuajando durante 1911 y 1912 una fuerza militar

    alternativa al todava intacto ejrcito federal. Los llamados "cuerpos auxiliares" formados por maderistas no licenciados, agruparon a los principales jefes insurgentes y sus mejores tropas en ejrcitos organizados

    profesionalmente, pagados y avituallados como un ejrcito regular.Considerablemente fortalecidos en el norte durante 1912 por la luchacontra el orozquismo, a la hora del golpe de Estado huertista de 1913,esos cuerpos pudieron oponer una red militar efectiva al ejrcito federaly desatar la revolucin constitucionalista.

    En materia de licnciamiento, los zapatistas fueron, como siempre,ms all: condicionaron del todo su entrega de las armas a la entrega simultnea e igualmente plena de la tierra. Dieron as principio largas negociaciones de Zapata con el gobierno central, incluyendo varias infructuosas entrevistas con Madero. La ltima de ellas entre el 18 y el 25 deagosto en Cuautla, slo precedi a la reanudacin de la ofensiva del

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    ejrcito federal contra los campesinos de Morelos. Pueblo por pueblo,la nueva voz de guerra zapatista reaim partidarios y propag incur

    siones hasta las puertas mismas de la ciudad de Mxico. Para septiembre, en su peculiar modalidad de guerra de guerrillas, que habra dedominar la organizacin poltica y militar del sur mexicano durante la siguiente dcada, todo el territorio de Morelos estaba sublevado y el ejrcito federal, como en la poca porfiriana, combata en ellos nuevamentea las bandas irreductibles de la ignorancia, la crueldad analfabeta y "eseamorfo socialismo agrario", como lo describira el propio Madero en suinforme al Congreso del le de abril de 1912, "que para las rudas inteligencias de los campesinos de Morelos slo puede tomar la forma del

    vandalismo siniestro.

    Ultrajes en el sur

    Madero fue elegido presidente el 18 de octubre de 1911, por una votacinabrumadora del 98% de los votos, en las elecciones ms abiertas que Mxico hubiera tenido hasta entonces. El 6 de noviembre siguiente tom

    posesin del cargo para empezar a gobernar la repblica democrtica,socialmente paraltica, en cuyo incendio habra de perder la vida.

    No era para esos momentos el apstol universal e incuestionado queentr a la capital el 6 de junio aclamado por la multitud. Era un hombreque se haba separado de muchos de sus partidarios. Haba impuesto enla vicepresidencia a un candidato, Jos Mara Pino Surez, cuya eleccinno dej de exigir manipulaciones y coerciones en distintos estados de laRepblica. Con la poltica de licnciamiento, haba enajenado la volun

    tad y erigido la sospecha en el corazn de muchos combatientes, jefes ypolticos que lo haban acompaado en la insurreccin de 1911. Habapuesto al ejrcito en el centro de una campaa de pacificacin, libradapor su mayor parte contra los pueblos del sur y las bandas maderistas deotra hora. Haba buscado una componenda con el viejo rgimen introduciendo en su gobierno a personajes conservadores, claramente ligados con la dictadura y no haba comprometido ninguna reforma socialde fondo, olvidando en cambio sus promesas agrarias iniciales. Al mismo tiempo, pese a todas sus concesiones a la corriente restauradora, noslo no haba persuadido de su confiabilidad a los intereses extranjerosy los grupos de empresarios, altos burcratas y financieros de origenporfiriano, sino que haba sellado su suerte ante ellos como un usurpador, un soador loco, inescrupuloso promotor de los intereses de su familia, al que tarde o temprano habra que cobrarle la cuenta.

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    La conviccin de Madero era que el pas necesitaba un cambiopoltico no una reforma social. En consecuencia, su proyecto gubernativo fue extraordinariamente abierto en el orden de las libertades democrticas parlamento, prensa, elecciones y extraordinariamenteinmvil en el orden de las reformas sociales y la transformacin de privilegios heredados del viejo orden. Fue el caso del ejrcito, al que noslo no desmantel, sino que puso en el centro de su gobierno comodique activo a las inconformidades de sus propios correligionarios deotra hora; y fue tambin el caso de la burocracia maderista, que enmayora abrumadora repiti la del establecimiento porfiriano.

    Quienes buscaban en la marea revolucionaria algo ms que un nuevogobierno y una nueva inmovilidad social, se desgajaron del rbol maderista.

    Apenas veinte das despus de la toma de posesin, luego de unacorta pero cruda experiencia de represin militar y devastacin de sus

    pueblos y cosechas, los pueblos zapatistas se cobijaron bajo el documento que formul el sentido y los objetivos de su lucha, el Plan deAyala, y entraron de nuevo a la guerra con el otro mundo que, maticesms o menos, Madero y sus soldados y sus proyectos de reformaseguan representando.

    En ese documento, firmado el 25 de noviembre de 1911, Maderoapareca como el violador de los principios de sufragio efectivo y no reeleccin que haba jurado defender, era el ultrajador de "la fe, la causa,la justicia y las libertades del pueblo", el hombre "que impuso por norma gubernativa su voluntad e influencia al Gobierno Provisional", causando "reiterados derramamientos de sangre", y el "traidor a la patria,

    por estar a sangre y fuego humillando a los mexicanos que desean libertades a fin de complacer a los cientficos, hacendados y caciques quenos esclavizan".

    El estilo, era pobre lo atribuye John Womack a la fantasa retricade Otilio Montao , pero el diagnstico poltico de los lmites maderistas era sin duda exacto: E1 jefe de la revolucin libertadora de Mxico,Francisco I. Madero [...] no llev a feliz trmino la revolucin que gloriosamente inici con apoyo de Dios y el pueblo, puesto que dej en piela mayora de los poderes gubernativos y elementos corrompidos de laopresin del gobierno dictatorial de Porfirio Daz [que] est provocandoel malestar en el pas y abriendo nuevas heridas y trata de eludirse delcumplimiento de las promesas que hizo a la nacin en el Plan de San

    Luis Potos".El Plan de Ayala fue la ms clara y orgnica expresin del agravio

    que la conciliacin maderista infliga a las fuerzas sociales agitadas porla insurreccin de 1910. Fue tambin una ruptura significativa por la

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    virulencia anticipatoria de su antimaderismo, una desmesura verbal quehabra de ser caracterstica de las fuerzas que confluyeron ms tarde alarrasamiento del apstol.

    El Plan de Ayala no se planteaba el problema del poder y su reorganizacin. Nombraba slo a Pascual Orozco jefe de la Revolucin Liberadora y a Zapata, en caso de que Orozco se negara. Era el programapor excelencia de la rebelin campesina y la lucha agraria de Mxico.Estipulaba que pueblos y ciudadanos despojados de terrenos, montes yaguas entraran desde luego en posesin de esos bienes "manteniendo atodo trance con las armas en la mano la mencionada posesin". Definacomo obligacin de los "usurpadores" no de los nuevos posee

    dores demostrar ante tribunales futuros sus derechos. Habran d e expropiarse la tercera parte de las tierras, montes y aguas de que nopodan disfrutar sino los poderosos propietarios que las monopolizabany se nacionalizara la totalidad de los bienes de "hacendados, cientficoso caciques" que se opusieran al Plan de Ayala.

    La prdida del arriero

    La zapatista fue la veta ms duradera de las rebeliones de 1911, habrade cruzar la totalidad de los aos de Madero hasta emparentarse con lanueva oleada insurreccional de 1913. Fue sin embargo la rebelin dePascual Orozco el sntoma definitivo que el gobierno de Madero jugabaa sostener un delicado e imposible equilibrio entre las dos fauces que locercaban. De un lado, la exigencia de un corte ms radical en el im pulso revolucionario; del otro, el rencor, la suspicacia, la intransigencia

    restauradora de las fuerzas de la contrarrevolucin. La rebelin de Orozco pareci conjugar estos dos polos en una mezcla explosiva. Estall enmarzo de 1912, pero fue lentamente incubada en los errores y las indecisiones del maderismo a partir de la afrenta inicial de dar la espalda alas fuerzas que lo haban llevado al poder.

    Al terminar 1911, Pascual Orozco era, como muchos otros, un jeferesentido por la facilidad con que Madero y los suyos se olvidaron desus servicios en cuanto estuvo libre la va hacia la ciudad de Mxico.

    Los maderistas premiaron la fundamental tarea militar de Orozco con elpuesto de comandante de los rurales de Chihuahua, "posicin modesta"dice el historiador Michael Meyer, "recompensada con un salario msmodesto an: ocho pesos diarios".

    Orozco haba buscado entonces otro camino aceptando la candidatura a gobernador de Chihuahua a que lo incitaron varias fuerzas locales.

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    Pero el candidato de Madero era Abraham Gonzlez y el gobierno interino del estado trabaj para esa causa contra Orozco. Peridicos, discursos callejeros, mtines y polticos de toda especie apoyaron sin reticen

    cias la causa de Gonzlez y lanzaron sobre Orozco y sus seguidores elpersistente calificativo de reaccionarios. Finalmente Madero mismopidi al antiguo arriero que olvidara el asunto. Orozco depuso su candidatura en julio, pero no olvid.

    Madero poda tener razn al preferir como gobernador a AbrahamGonzlez, un hombre ilustrado con el que poda entenderse y en cuyahabilidad administrativa poda confiar, y no al antiguo arriero a quienslo la guerra y la violencia haban sacado de la vida annima del campo

    norteo. Pero Orozco vivi esa preferencia como una traicin personaly como la prueba de que las promesas democrticas del Plan de SanLuis eran una broma. A la injuria sigui la afrenta. En septiembre de1911, recelando de las posibles vinculaciones de Orozco con el reyismo, el presidente interino De la Barra opt por separarlo del mando delos rurales de Chihuahua (estado que Bernardo Reyes poda incendiardesde San Antonio si Orozco lo secundaba) y transferirlo a Sinaloa conel mismo cargo, aunque casi con el doble de sueldo. Al tomar posesinen noviembre, Madero regres al arriero a Chihuahua, ahora como jefe

    de la guarnicin de Ciudad Jurez.Orozco pas sin titubear por las insinuaciones reyistas y ms tarde

    contuvo a algunos de sus viejos colaboradores, como Antonio Rojas,que se haban pegado al plan de rebelin vazquista. Pero en enero de1912, luego de una entrevista con Madero en la ciudad de Mxico, renunci a su puesto militar en Chihuahua y se encamin a la ruptura definitiva. En esa entrevista Madero pidi a Orozco dos cosas inotorgables.Primero, que presionara a la legislatura estatal para que el gobernador

    interino (sustituto de Abraham Gonzlez, que haba venido al gabinetemaderista en la capital) recibiera facultades omnmodas en diversos ramos, el militar entre ellos. Segundo, trasladarse al frente zapatista parahacer ah con los sureos lo que el ejrcito regular no poda hasta entonces: aniquilarlos. Orozco haba probado ya, con amargura, los rigores de la poltica estatal y no tena por qu fortalecer al gobernador interino con poderes que luego podran revertirse en su contra. Y susrelaciones con Zapata, por poco orgnicas o fluidas que fuesen, retenanel nexo profundo del origen rural y una historia personal paralela, cosas

    que el general chihuahuense no poda respirar en las alturas del gobierno maderista. Formalizando esa afinidad electiva, el artculo 3 del Plande Ayala, haba reconocido en Orozco al jefe de la revolucin que ahoraMadero le peda sofocar. Orozco renunci. Madero no acept su renuncia y el general norteo todava dio una muestra de lealtad al sofocar un

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    segundo intento de insurreccin vazquista en Chihuahua. A fines defebrero, sin embargo, esa revuelta toc varios lugares del estado y la legislatura local, reconociendo la debilidad del gobernador interino, Aure

    lio Gonzlez, acept su renuncia y nombr finalmente gobernador aOrozco para detener la oleada.

    Pero para entonces Orozco ya no quera el puesto. Aceptarlo hubierasignificado empezar a combatir con sus propios hermanos de armas deotro tiempo: Emilio Campa, Jos Ins Salazar, Demetrio Ponce, quevolvan a trajinar la sierra con el estandarte vazquista. Y estaba ya decidido, por su cuenta, a romper. Aparte de las razones que el arriero pudiera tener, los grupos de hacendados, comerciantes y banqueros delestado, esperaban atentamente y fomentaban esa ruptura desde el aoanterior. El gobierno maderista los amenazaba a principios de ao conuna nueva legislacin fiscal que restringira sus ganancias. Necesitabanun hombre fuerte.

    Orozco, por su parte, necesitaba financiamiento y era sensible a loshalagos y distinciones que reconocan en su caso un ejemplo de la ingratitud de Madero hacia quienes lo haban llevado al triunfo, ese triunfo que hoy Madero "reparta" entre su parentela y sus amigos. Envanecido e irritado, seducido tambin por las voces de antiguos lugartenien

    tes que ya tenan el rifle en alto, Orozco se puso en manos de quienes loimpulsaban ofrecindole ayuda monetaria, para luchar en contra dequienes lo haban postergado.

    Pai;a su desgracia, sus patrocinadores vean en l, de nuevo, un instrumento, y sus intereses estaban lejos de coincidir con el tipo de renovacin que el general presenta oscuramente como tarea del futuro. Eldinero de la oligarqua chihuahuense corri hacia las listas de raya y lasfacturas de las armas de los ejrcitos de un hombre que instintivamente

    peleaba por destruir lo que en el gobierno maderista se pareca tanto a la

    oligarqua chihuahuense que lo patrocinaba.

    Un ejrcito triunfante

    La rebelin se declar el 3 de marzo de 1912; el 25 de ese mismo mes,encontr su cdigo en el llamado Plan de la Empacadora, que incluauna vehemente condena de Madero y postulaba un virulento nacionalismo antinorteamericano, sinceridad que marcara su suerte adversa en eltrfico de armas y la nula colaboracin de las autoridades estadunidenses de la frontera, una de las razones por las que el movimiento oroz-quista no pudo crecer despus de cierto punto.

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    En el mbito poltico, el plan orozquista demandaba la desaparicinde la vicepresidencia y de los jefes polticos, la efectiva autonoma municipal, la garanta a todas las formas de la libertad de expresin y laampliacin del periodo presidencial de cuatro a seis aos. En el mbitoeconmico y social, exiga la inmediata destruccin de las tiendas deraya, el pago de trabajadores en moneda, das de trabajo de diez horas(), severas restricciones para el trabajo infantil y la promesa de mejoressalarios y condiciones de trabajo. La cuestin agraria era abordada conmenos radicalidad, pero tambin con ms modalidades que en el Plan deAyala: quienes hubieran residido en un terreno por veinte aos recibiran ttulos de propiedad sobre l; las tierras ilegalmente sustradas a loscampesinos les seran devueltas y se repartiran todas las tierras sin cultivar y las nacionalizadas. Los hacendados que no mantuvieran sus tierras regularmente bajo cultivo seran expropiados mediante bonosagrcolas que pagaran un inters de cuatro por ciento.

    Luego de los planes, las balas. La rebelin orozquista incendi alprincipio el norte serrano occidental de Chihuahua y oriental de Sonora,precisamente como lo haba hecho el maderismo. Y en ciertas regionescon mayor rapidez.

    La mayor parte de Chihuahua cay en manos de los orozquistasantes de que el gobierno pudiera reaccionar, y el orozquismo avanz hacia el sur. El 23 de marzo en Rellano, un punto intermedio entreTorren y Chihuahua, hubo la primera batalla formal de los rebeldescon el gobierno, con un resultado desastroso para el ejrcito federal,cuyo comandante, Jos Gonzlez Salas, humillado por la derrota, sesuicid durante la retirada.

    La derrota federal hizo patente la escasez de cuadros militares confiables en el ejrcito. Ante la histeria generalizada de la capital que vea yabajar del norte a la nueva revolucin triunfante, un general llamado Vic

    toriano Huerta reapareci en las decisiones de Madero, que lo hizo responsable de la campaa. Era el mismo general que, desoyendo las instrucciones de Madero, haba roto unilateralmente una tregua con loszapatistas en agosto de 1911, precipitando la ruptura de los surianos conel maderismo. La derrota de Rellano alter las cosas y el argumento dela capacidad blica de Huerta pes ms que el de su deslealtad poltica.

    Huerta asumi con eficacia la campaa, reconstruy la lnea de dominio militar hasta Torren, dedic el mes de abril a configurar las defensas y resisti un ataque orozquista sobre Monclova, en Coahuila.

    Enfrent nuevamente al grueso del contingente rebelde en Rellano el 23de mayo de 1911, alzndose con una victoria que quebr el espinazo delejrcito regular orozquista. Lo dems fue una campaa de consolidaciny lucha antiguerrilla, incmoda y penosa pero en ningn sentido amena

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    zante para el dominio militar federal de la Repblica, ni siquiera para laintranquilidad del norte o del propio estado de Chihuahua, a cuya capital

    entr Huerta con su ejrcito el 8 de julio de 1912.Para principios de octubre, la rebelin orozquista haba terminado,sus contingentes haban sido limpiados de sus ramificaciones en Sonoray Orozco mismo haba pasado a Estados Unidos reconociendo su derrota. Por contraste, el ejrcito federal haba cosechado en esa campaa legitimidad y prestigio, sus mandos aparecieron como verdaderos baluartes del orden establecido, fueron vistos triunfantes por primera vezfrente a los ejrcitos irregulares y los intereses extranjeros empezaron aver en Huerta al hombre fuerte que podra arreglar la democracia descompuesta de Madero.

    En octubre se sublev en Veracruz un sobrino de Porfirio, FlixDaz, con el peculiar argumento de que el honor del ejrcito haba sidopisoteado. Su llamado golpista a la solidaridad castrense no prosper ya fines de octubre, tras un breve combate, el propio ejrcito recuper la

    plaza y mand al sobrino de su to a una prisin militar en la ciudad deMxico. Un tribunal someti a juicio al sublevado y lo conden amuerte. Ante Madero intercedieron por el sublevado diputados de la le

    gislatura y la Suprema Corte resolvi que no estaba sujeto a la justiciamilitar. A fines de noviembre, ante la presin pblica y poltica que defenda los fueros del sublevado pese a su clara inspiracin golpista, Dazfue tambin recluido, como Bernardo Reyes, en una prisin militar.

    As en el otoo de 1912, los movimientos armados que desafiaban laestabilidad maderista se haban desvanecido. La localizacin geogrficade la guerra zapatista no amenazaba al conjunto del gobierno. El vaz-quismo se haba disuelto, los generales Bernardo Reyes y Flix Daz estaban presos y la derrota del orozquismo haba limpiado de oposicinarmada las montaas y los pueblos norteos.

    La democracia golpista

    No iban mal las cosas en otros frentes. Luego de un ao de huelgas ytensiones obreras, particularmente en el corredor de las fbricas textiles

    Veracruz-Puebla-Distrito Federal, el gobierno maderista haba podidosatisfacer exigencias bsicas de los trabajadores: reduccin de la jomadade trabajo, aumento general de salarios, freno a la impunidad de castigos, descuentos y reprimendas que trasladaban al interior fabril una cultura de hacienda rural. Los industriales obtuvieron a cambio una regulacin ms estricta de las condiciones de trabajo, horarios, descanso,

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