Hamlet, Critica Feminista
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Pontificia Universidad Javeriana
Facultad de Ciencias Jurídicas
Felipe Esteban León Moreno
12 de marzo de 2012
Hamlet, y la mujer en el Teatro Isabelino
Desde tiempos inmemoriales la narración, la expresión de historias y sentimientos ha sido una
inspiración artística para la humanidad, que encuentra regocijo en la recreación de dramas, personajes
ficticios y exaltación de las pasiones humanas. Desde el Dios griego del vino, Dionisio, inspirador de
festivales y epopeyas, el perfeccionamiento de las técnicas de escritura y representación para lograr la
perfección en escena ha sido un constante avance paralelo a la situación social imperante. El arte
dramático ha sido por excelencia el arte del antagonismo de personajes y la divergencia entre el bien y
el mal.
El modo en que ha evolucionado obedece igualmente el contexto que lo rodea, siendo siempre prefecta
representación de los sentimientos y realidades colectivas en cada periodo histórico. Ejemplo de
aquello fueron las magistrales obras de Lope de Vega, Tirso de Molina o Francisco de Quevedo en el
llamado Siglo de Oro español, quienes describieron la decaída y corrupción del Imperio Español en
tiempos de su decadencia. Surgió también la prolífica pluma de Miguel de Cervantes quien consagró en
sus escritos la infinidad de sentimientos y situaciones que se vivían en territorios de la Corona. Pero fue
en su principal obra El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha donde logró la perfecta
representación de la realidad social de aquella sociedad.
Por esa misma época más al norte de Europa vivía el más grande escritor en lengua inglesa, William
Shakespeare que consagró sus dramas como la reinvención de la técnica dramática y el apogeo de la
exaltación de pasiones, los conflictos de sentimientos y la esencia humana como representación diáfana
en tiempos de la Reina Isabel I.
El caso más fiel de esta reinvención del teatro se encuentra en Hamlet, drama que agrupa grandes
dicotomías humanas como venganza y justicia; razón y locura; fidelidad y traición; muerte y destino,
entre muchas otras que realzan la naturaleza imperfecta del hombre. Otro tema muy recurrente y pocas
veces detallado es el papel de la mujer dentro de la obra el cual será tratado más detalladamente.
Mediados del siglo XVII el personaje femenino distinto de la Reina Isabel I seguía manteniendo un
papel frente a la sociedad del momento. Tal como lo relata Shakespeare en el drama de Hamlet la
Reina Gertrudis siempre mantenía un papel secundario frente a las decisiones del Rey. Se seguía
manteniendo una visión de mujer únicamente como personaje de casa, lleno de lujuria y objeto de
locura. Por ejemplo una conversación entre Ofelia y Polonio, este, su padre, le quita todo poder de
decisión sobre si misma y la toma como objeto de mandatos:
“Polonio- ¡Amor! ¡ah! Tú hablas como una muchacha loquilla y sin experiencia de
circunstancias tan peligrosas. ¡Ternura a llamas! ¿Y tú das crédito a esa ternura?
Ofelia- Yo señor, ignoro lo que debo hacer
Polonio-En efecto es así. Piensa bien que eres una niña, que has recibido por verdadera paga
esas ternuras que no son moneda corriente. Estímate en más a ti propia; pues si te aprecias en
menos, de lo que vales harás que pierda el entendimiento.1”
En la contextualización de la época, la normalidad de repetición de conversaciones como está de
limitación de libertades a mujeres era la cotidianidad. Lo que sería representado en el discurso político
moderno como machismo.
1 Shakespeare, W. (2010). Hamlet. México D.F.: Ediciones Leyendas S.A. pág. 25
La mujer en el Drama de Hamlet recurre frecuentemente a lo que aparentemente seria juegos de
sentimientos pero disminuyendo la capacidad de razonar frente a distintos fenómenos, lo que situaría al
género femenino como sujetos de respuesta no racional.
Otro ejemplo del menosprecio de la mujer es un forcejeo entre el Príncipe Hamlet y su madre a quien
acusa de guiarse – de nuevo- solo por las pasiones. Hamlet arremete contra su madre por hacer
contraído matrimonio con el hermano de su exesposo tan solo dos meses después de su muerte2. Afirma
Hamlet entonces que su madre –la reina Gertrudis- solo actúa respecto a su sed de poder y poder
mantenerse en la corona. Visión que sitúa de nuevo a la mujer como un género superficial guiado por
instintos de riqueza y conveniencia. Por lo que Hamlet afirma:
“… ¿Que espíritu infernal os puedo engañar y cegar así? ¿Los ojo son el tacto, el tacto sin la
vista, los oídos, el olfato solo, una débil porción de cualquier sentido hubiera bastado a impedir
tal estupidez!...”3
Perdiendo la capacidad de confianza en cualquier mujer. Al haber sido violentada la imagen de pureza
de su madre refuerza el precepto de la época monárquica de mujer solo como sierva a los designios del
esposo sin capacidad propia de actuar.
Un ultimo ejemplo de la condición de resignación femenina que relata Shakespeare en su drama, es el
final trágico de Ofelia4 quien al estar rodeada de hombre importantes Su padre Polonio ministro de
gobierno del Reino de Dinamarca, su hermano Laertes, Embajador ante Francia y Hamlet heredero al
trono, al momento de ellos tres de alejarse –Laertes marcha a Francia, Polonio muere asesinado y
Hamlet la deja- Ofelia queda sin capacidad de actuar ni de quien recibir ordenes, por lo que la perdida
2 Howard, Jean E. 2003. "Feminist Criticism". En Shakespeare: An Oxford Guide: 411–423. Ed. Stanley Wells y Lena Orlin. Oxford: Oxford University Press.3 Shakespeare, W. (2010). Hamlet. México D.F.: Ediciones Leyendas S.A. pág. 814 Showalter, Elaine. 1985. "Representing Ophelia: Women, Madness, and the Responsibilities of Feminist Criticism" en Shakespeare and the Question of Theory: 77–94. Ed. Patricia Parker y Geoffrey Hartman. Nueva York y Londres: Methuen.
de los focos de poder la llevan a la locura. Lo que demuestra la incapacidad de las mujeres de actuar en
caso de perdida de los hombres que la rodean.
En conclusión el papel del de la mujer en el drama de Hamlet es secundario en todo aspecto siendo un
perfecto reflejo de la sociedad inglesa del siglo XVII. Es incorrecto caer en error de nombrar a esa
situación machismo debido a que se caería en el anacronismo de situar el discurso político y la
ideología de lucha de géneros en el contexto distinto al que fueron concebidos.
Si bien es cierto que por la condición del teatro Isabelino la posición de la mujer era muy restringida,
obras como Hamlet ayudaron a acuñar una ideología de segregación de la mujer en muchos campos de
la sociedad. Y reforzaron el punto de partida de lo que será la lucha por la igualdad de géneros.