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    I

    Colaboradores:

    Giorgio Alberti

    Claude Collin-Delavaud

    Julio Cotler

    Henri Favre

    Fernando Fuenzalida V.Robert G. KeithJos Matos Mar

    Felipe Portocarrero

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    I

    hacienda,

    comunidad y

    campesinado

    en el Per

    compilador:

    JOSE MATOS MAR

    INSTITUTO DE ESTUDIOS PERUANOS

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    Coleccin dirigida porJOSE MATOS MARDirector del Instituto de Estudios Peruanos

    @ IEP edicionesHoracio Urteaga 694, Lima 11Telfs. 32-3070 _ 24-4856 Impresoen el Per2a edicin, octubre 1976

    La preparacin de la primera edicin cont con la colaboracin del antro-plogo Fernando Fuenzalida Vollmar. La actual con la del socilogo JosM. Meja Regalado. Ambos, en su condicin de investigadores asistentesdel IEP, merecen nuestro reconocimiento.

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    Contenido

    PresentacinJOS MATOS

    MAR

    Introduccin

    Hacienda, comunidad y campesinado en una regin del

    Per

    1. Proceso de la sociedad rural

    JOS MATOS MAR/FERNANDO FUENZALlDA V.

    9

    15

    Primera parte: La hacienda

    2.Origen del sistema de hacienda. El valle deChancayROBERT G. KEITH

    3. Evolucin y situacin de la hacienda tradicionalde la regin de HuancavelicaHENRI F AVRE

    4. Consecuencia de la modernizacin de la agri-cultura en las haciendas de la costa norte delPer

    CLAUDE COLLlN-DELAVAUD

    53

    105

    139

    Segunda parte: La comunidad

    5. Comunidades indgenas del rea andinaJOS MATOS MAR

    179

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    6. Estructura de la comunidad de indgenas tradicional.Una hiptesis de trabajo FERNANDO FUENZALIDAVOLLMAR 219

    Tercera parte: El campesinado

    7. Organizaciones campesinas, en el PerJULIO COTLER/FELIPE PORTO CARRERO8. Haciendas y comunidades tradicionales en un

    contexto de movilizacin polticaJULIO COTLER

    9.Ruptura de la estructura de poder urbano provincial ysurgimiento de movimientos campesinos

    GIORGIO ALBERTI

    267

    311

    343

    Apndice

    Hacia la transformacin de la estructura agrariaen el Per 371

    381Bibliografa general

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    Presentacin

    HACIENDA y COMUNIDAD representaron los pilares fun-damentales de la estructura agraria tradicional del Per. Enmomentos en que se operan importantes cambios en talesinstituciones y que se encuentra en aplicacin la primerareforma agraria efectiva de la historia republicana, su anlisiscobra plena actualidad. Como un aporte a los esfuerzos que sevienen realizando por dotar de una nueva fisonoma a nuestroagro, el INSTITUTO DE ESTUDIOS PERUANOS ofrece unasegunda edicin de este volumen de su serie Per Problema,dedicado al esclarecimiento de la situacin de la estructura

    agraria nacional previa a la reforma de 1969.El captulo introductorio pretende identificar los rasgos

    caractersticos del proceso a travs del que, en un contextoregional, comunidad y hacienda se diversifican, articulan ycomplementan en sistemas ms complejos y originan el

    pluralismo de cada espacio constituyente de la sociedadperuana. En un contexto de esta naturaleza, desigual ycontrastado, se toman comprensibles el sentido, orientacin yconsecuencias de las diversas manifestaciones decomportamiento y organizacin del campesinado. Tal es la

    perspectiva metodologica que subyace a los anlisis especficosde hacienda, comunidad y campesinado que se formulan en las

    tres secciones del libro.El sistema de hacienda es explorado en su dimensin

    diacrnica. Un valle algodonero de la costa

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    central permite rastrear sus orgenes como institucin, Para elloremonta el anlisis al siglo XVI y a las caractersticas de laeconoma tradicional y la sociedad colonial, as como al examende los mecanismos de encomienda y mercedes, con el fin deformular una hiptesis sobre la gnesis de los grandeslatifundios costeos. Otros dos estudios ilustran laheterogeneidad del sistema en el siglo XX: contrastan suversin moderna con la tradicional. Las haciendas de la costanorte aparecen como el polo ms desarrollado, donde el cultivoindustrial y a gran escala marcha paralelo con fundamentalestransformaciones tcnicas, pero tambin con cruciales procesosde cambio social, especialmente en los ltimos 20 aos. Poroposicin, las haciendas de Huancavelica se muestran como uncaso representativo de la estructura tradicional serrana, en laque perviven explotacin indirecta y relaciones de corte servil.

    Simultneamente se realiza un intento para caracterizar elsignificado de la comunidad campesina-, As, tomando como

    base el caso peruano, pero sin olvidar que ella es propia del rea

    andina, se la analiza en sus notas ms saltantes y en los procesosque la afectan actualmente. Provisoriamente la comunidad esdefinida por tres rasgos: a) como una modalidad de organiza-cin productiva y social en la que convergen la propiedadcolectiva de un espacio rural, y el usufructo de ste por susmiembros tanto de manera individual como colectiva; b) por la

    participacin amplia de los comuneros, basada en vnculos dereciprocidad y cooperacin; y c) por la vigencia del patrncultural andino. Desde otra perspectiva se traza,complementariamente, una hiptesis sobre la matriz de relacinsocial propia de la comunidad tradicional. En ese marcoconceptual es entendida como una asociacin artificial de

    unidades corporadas de base parental, no emparentadas entre s,y como producto de esta asociacin bajo la forma de

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    Presentacin

    un pseudo linaje. Estos dos trabajos apuntan tambin aincentivar la investigacin sobre la rica y todava nosuficientemente conocida realidad de la comunidad campesina.

    Presenta as las dos principales instituciones sociales que locobijan, el campesinado aparece como tema central de la ltimaseccin. Un primer estudio aborda la cuestin de laorganizacin campesina a nivel nacional. En este ensayo se

    consideran sus plurales condicionantes estructurales, secomparan modalidades institucionales, mtodos de accin,liderazgo y orientacin ideolgica, y se pasa revista a las msimportantes organizaciones sindicales y gremiales existenteshasta 1970. Los otros dos estudios hacen referencia especfica aorientaciones y casos de movilizacin del campesinado serrano.Peones y comuneros del Cuzco y del valle del Mantaro,representativos de dos ncleos contrastados entre s a pesar deubicarse dentro de la estructura tradicional serrana, dan pietanto a un conocimiento emprico ms preciso de su realidad,como a la formulacin de un marco hipottico con finesanalticos. La exposicin en su conjunto da cuenta de los

    procesos de movilizacin de los sectores de poblacin quebuscan mejores condiciones de participacin en la vida del pas.

    A manera de apndice se incluye el texto de una propuestapresentada por el IEP en relacin a la reforma agraria enhaciendas y comunidades.

    La primera edicin de este volumen y la de PerProblema 4, editados con ocasin del XXXIX CongresoInternacional de Americanistas realizado en Lima en 1970,tuvieron como objetivo central responder con un aportecientfico a la inminencia del cambio estructural operado en lasociedad rural, a partir de la Ley 17716 de Reforma Agraria,dictada el 24 de junio de 1969. Esta segunda edicin incluye

    tanto los textos que por la premura de la ocasin no pudieronpresentarse,

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    como la reedicin de otros publicados originalmente en el libroLa hacienda en el Per (1967). Los nueve ensayos aqureunidos, y el estudio especial del valle de Chancay queofreceremos en un tomo aparte, constituyen la mejor sntesis deresultado de nuestras investigaciones sobre la sociedad ruralhasta el momento previo a la reforma agraria. Consideramosque las proposiciones contenidas en este volumen son de plena

    vigencia e indispensables para entender el cambio actual. Consu difusin el IEP cree satisfacer parte de su compromiso con el

    pas y las obligaciones surgidas como fruto del esfuerzo porprofundizar el conocimiento cientfico, tanto de la realidad ruralcomo de toda la sociedad peruana.

    JOS MATOS MAR

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    introduccin

    hacienda, comunidad

    y campesinado

    en una reglondel Per central

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    1Proceso de la

    sociedad rural

    JOSE MATOS MAR

    FERNANDO FUENZALIDA

    EL POSTULADO METODOLGICO central que guanuestras investigaciones de la sociedad rural ha sido considerarcada estudio de caso en relacin con su proceso histrico comocon el contexto econmico y social en el que se encuentre. Esdecir, desde una perspectiva diacrnica y global. Esta eleccinno ha sido fortuita. Quien pretenda comprender la estructura

    agraria en el Per encontrar que, desde el momento mismo desu aparicin, hacienda y comunidad se hallan en estrecha arti-culacin, complementariedad y/u oposicin, slo factible de

    percibir desde el punto de vista del espacio regional en queambas formas de organizacin productiva estn presentes.Marco en el cual se hacen comprensibles tambin las diversasmanifestaciones de comportamiento y organizacin delcampesinado. Esta forma de acercamiento permite constatarcomo caracterstica principal el pluralismo de situaciones enespacios regionales especficos y entre regiones cuyosdesarrollos aparecen como desiguales y contrastados.

    EL objetivo de este ensayo introductorio es ofrecer un

    anlisis de este tipo. Para ello hemos escogido un valle de lacosta central del Per donde realizamos estudios actualmente.En l se busca explicar, a travs de su proceso, cmo hacienday comunidad han estructurado

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    su configuracin y con ella la de su regin y el porqu de laheterogeneidad social y cultural de sus componentes y susrespuestas, conflictos y accin a travs de la organizacin ymovilizacin campesina.,

    Dos modalidades de colonizacin

    El valle de Chancay no constituy una verdadera y propia

    regin sino hasta una poca tarda. Desde los inicios de laColonia, siglo XVI, hasta entrado el siglo XIX, el valle bajo yel alto desarrollaron, en realidad, vidas relativamenteindependientes, relacionndose cada uno con la ciudad de Limaa travs de distintas ciudades intermediarias en el sistema dedominacin interna y a travs de mecanismos socialesdiferentes. Canta para el valle alto y Chancay para el bajo -loscentros respectivos - representaron desde poca temprana dosmodalidades distintas de desarrollo netamente caracterizables,cada una de las cuales determin y marc con su sello laevolucin de los sectores rurales bajo su dependencia, estando,a su vez, su influencia. y sistema de relaciones determinados

    por las condiciones econmicas y sociales de la sociedadcolonial.

    En este marco, la poblacin de Canta estuvo relacionadacon una economa fundamentalmente organizada en torno a laextraccin minera para fines de exportacin, la que eraaltamente remunerativa por causa de la baratura de la mano deobra. Esta proceda de la poblacin indgena, a manera detributo, por medio de la institucin de la mita. Canta fue sede deun Corregimiento que incluy, desde el siglo XVI, a la totalidaddel valle alto, cuyos establecimientos humanos, colocadosdentro de esta jurisdiccin, fueron en su prctica totalidadreducciones de indgenas. As surgieron las 27 comunidades de

    indgenas, aisladas y sin haciendas que las rodeen. Es decir,reconcentraciones de la poblacin nativa, diezmada por guerrasciviles y epidemias, cuyo papel en la sociedad creada por losconquistadores era,

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    fundamentalmente, el constituir reservorios de fuerza de trabajoy centros de provisin de productos alimenticios y de tejidos. Almismo tiempo su estructura familiar y de grupo adquiri unafisonoma nueva. Los mineros espaoles establecidos en la sededel Corregimiento constituyeron, a este respecto, un grupo

    privilegiado. Hasta la de Cadencia de su industria, entrado elsiglo XVIII, ejercieron un casi absoluto monopolio sobre las

    disponibilidades de las reducciones de su rea, la que aparecedurante largo tiempo con todas las caractersticas de unamicro-regin. En sta, los sistemas complementarios fueron el delas minas y el de las comunidades de indgenas en formacin.Los modos de vinculacin, la mita y el mercado canteo encrecimiento.

    En dependencia de necesidades subsidiarias de la economacolonial - el abastecimiento alimenticio de la ciudad de Lima, enrpido desarrollo como centro administrativo del Virreinato-, yde la poltica de ocupacin territorial, mantenida por la Corona,surge en el mismo siglo XVI la ciudad de Chancay, sede de otro

    Corregmiento. El ncleo de espaoles que se asienta en el lugarcorresponde a un sector menos favorecido, sea por su tardallegada a los repartos, sea por el bajo prestigio social afectado asu actividad -la agricultura- por los patrones de la poca. Elacceso a este sector y a la fuerza de trabajo concentrada en lasreducciones de indios y puesta en dependencia de los interesesde la minera fue, desde un comienzo, limitado. La proteccinacordada por el sistema colonial fue reducida. Las solucionesadoptadas frente a la disminucin de la poblacin nativa fueronel empleo de mano de obra esclava, importada desde el frica, yla bsqueda de cultivos comercializables en escalainternacional, la caa de azcar.

    Si el Corregimiento de Canta ejemplifica para los tiemposcoloniales un tipo de desarrollo micro-regional configuradodesde una economa semi-estatal, semi-monopolista

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    y protegida, el Corregimiento de Chancay, se ofrece comorepresentante de un tipo de desarrollo micro-regionalmercantilista y orientado hacia mercados de carctercompetitivo.

    Para su futura evolucin, las reducciones de la poblacinindgena estarn completamente privadas de importancia y notardarn en desaparecer. Aqu, los sistemas preponderantessern el de hacienda con sus subordinados, el galpn deesclavos y el puerto exportador e importador. Lacomplementaridad no se dar dentro de la misma micro-regin,sino con el exterior, representado por los mercadosabastecedores de la mano de obra y determinantes de la

    produccin y los cultivos. Postergada y poco vigorosa en uncomienzo, esta modalidad, es sin embargo la que, luego de quela extraccin minera haya entrado en crisis, terminar Porimponerse y decidir una nueva distribucin del espacio

    geogrfico a escala del valle total. Es as como, a mediados delsiglo XVIII, agotadas las posibilidades argentferas de la reginde Canta, este centro extractivo comenzar a decaer relajando la

    presin ejercida hasta ese entonces sobre el rea ruralsubordinada. A partir de ese momento, las reducciones del vallealto comenzarn a orientar sus intereses hacia la zona deChancay, en donde la creciente demanda de la capitalestimular la crianza de cerdos, abriendo una plaza favorable

    para las cosechas serranas de maz. El desarrollo de la industriaazucarera crear, adems, una razn adicional para estaincipiente complementaridad, originando una reducida peroestable demanda suplementaria de fuerza de trabajo durante las

    temporadas de la zafra, gracias a la cual una moderada corrientemigratoria transversal terminar por inscribirse entre lospatrones del valle. Es sobre esta base que las transformacionesocurridas a partir de la Independencia, operarn sobre los dossistemas tradicionales -el de reducciones y el de hacienda -modelando el actual espacio regional.

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    En la perspectiva del mundo colonial, las unidades queconforman el primero de estos sistemas - el de las reducciones -deben ser definidas como reasentamientos de una poblacinindgena dispersa y numricamente disminuida, organizadoscon vistas a la simplificacin del reclutamiento de mano deobra, del cobro de tributos, del adoctrinamiento y difusin de laideologa de conquista, al mismo tiempo que al mantenimientode un campesinado directamente dependiente de la Corona ydesvinculado del poder de los encomenderos. Determinadasestas reducciones por la presin legal y militar del gobiernovirreinal, la estructura resultante es altamente artificial.Constituidas, en la mayora de los casos, por unidades extensasde parentesco -ayllus- sin mayor vinculacin previa al nuevoasentamiento e inclusive con intereses divergentes, las fuerzascentrfugas generadas en estas comunidades debieron ser con-siderables desde un primer momento. La naturaleza y medida delas demandas ejercidas por el sistema tributario colonial -trabajo, dinero y especie- parece, sin embargo, en la mayora delos casos, haber sido suficiente para el desarrollo de una fuerte

    presin que oper como unificadora a escala de cada reducciny como desarticuladora escala de las mayores unidades admi-nistrativas. Enfrentadas las unas a las, otras, por causa de unaimplacable competencia por los escasos recursos disponibles,las reducciones, a escala de Corregimiento, aparecen ya desdeesta poca como marcadas por el destino de la insularidad y ladependencia pluralista. Cada una de ellas, sin embargo, seenfrenta al problema de su supervivencia en condiciones deextrema hostilidad, desarrollando como solucin estructural uncomplejo sistema poltico-religioso que, conciliando las formasdel ayuntamiento espaol impuesto como modelo por la ley, ylas de la jerarqua gerontocrtica y paren tal tpicas del ayllutradicional, las convirti

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    en pequeas sociedades segmentarias en lento proceso deunificacin. Su permanencia como tales dependi, durante todala Colonia, de un delicado equilibrio entre poblacin, recursosy demandas tributarias, basado en un sistema de propiedadcomunal de recursos y en la adscripcin del status a la edad.

    En el valle bajo, las haciendas, desde fines del siglo XVI,

    muestran ya, en pleno proceso de evolucin, los rasgos quehabrn de caracterizadas todava entrado el siglo XX. Lasconcesiones de tierras y los privilegios de vecindad en la villa deArnedo (Chancay), encaminados por la Corona de Espaa a lacreacin de un sistema de fundos de escala moderada,condujeron a la larga y desde poca temprana a la concentracinde la tierra en pocas manos; las de aquellos propietarios que, porsu mayor disponibilidad de capital, podan remediar la escasezde mano de obra indgena por el recurso a esclavos negros. Lashaciendas de poca, extensin no lograron sobrevivir ms all decomienzos del siglo XVII y debieron ceder el paso a las grandesexplotaciones. Estas en posesin de propietarios generalmente

    residentes en la capital, se encontraban, ya en estos tiempos,gestionadas por administradores locales o entregadas aarrendatarios. Las haciendas producan dos tipos de cosechas:las destinadas esencialmente al consumo en el valle y en lacapital, y aquellas destinadas a la exportacin a diversos lugaresde la costa occidental de Amrica. A la larga las cosechas de ex-

    portacin terminaron primando. Primero hasta fines del sigloXVI, el vino. Ms tarde la caa de azcar, esta ltimacomplementada por el maz destinado al" engorde de cerdos

    para el mercado de la capital. La estructura de relacionesoriginada de este modo, parece haber sido bastante establedurante la Colonia y en la primera mitad del siglo XIX, y solo

    afectada, por las fluctuaciones en los mercados exteriores.

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    La comunidad de indgenas en la

    micro-regin cantea

    Predispuestas ya para una transformacin estructural, por unacentuado movimiento de recuperacin demogrfica que seinicia a mediados del siglo XVIII que parece que deba remitirsea la decadencia de la minera de plata y la aligeracin de las

    exigencias de la mita, las comunidades de indgenas -reducciones - de la parte alta del valle, fueron las primeras ensufrir las consecuencias de los cambios inducidos a escalanacional por la Repblica. Entre los acontecimientos msimportantes que sealan estos cambios en la primera parte delsiglo XIX, se encuentra la modificacin en el status jurdico delas, comunidades, originada en la legislacin bolivariana de1824 y los aos posteriores. En un intento de igualacin de la

    poblacin il1dgena con el resto de la sociedad nacional,Bolvar, sin tener en cuenta el grado de marginalidad y atraso enque la primera se encontraba, hizo desaparecer las antiguasleyes que, aunque discriminatorias, ejercan un, rol de

    proteccin para el mundo comunal. En lo legal, las comunidades

    de indgenas dejaron de ser entidades aparte del mundo criollo,sometidos a una condicin jurdica especial, para convertirse enmeras agrupaciones de pequeos propietarios dedicados a laagricultura y a la ganadera. En la mayor parte del territorionacional, la abolicin de las barreras protectoras de la eracolonial constituye el punto de partida de despojos sistemticosejercidos contra las comunidades, y del desarrollo de una nuevaclase de latifundistas.

    En el valle alto de Chancay, tal vez por lo escasamenteatractivo de sus tierras, este proceso no llega a producirse. Lanueva legislacin significa, antes que nada, la introduccin demodificaciones fundamentales en la estructura interna de la

    comunidad. La ms importante de ellas est representada por laaparicin de la

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    posesin privada de la tierra en donde todava no exista y suconsolidacin en donde sta haba hecho ya su aparicin en lasltimas dcadas de la Colonia. El primero de los decretos

    bolivarianos, temperado y limitado ms adelante por legislacinsuplementaria, dispona que los comuneros fueran"propietarios" de las tierras ocupadas por ellos, as comotambin el reparto de las tierras comunales, con derechos

    plenos de disposicin y enajenacin. Aunque los repartos nollegaron a su plena ejecucin por lo corto del gobierno deBolvar, por la inestabilidad de las primeras dcadas de vidarepublicana y porque la organizacin incipiente de la nuevanacin no lo lleg a permitir, ellos abrieron el camino hacia ladescomposicin de las estructuras tradicionales a travs de la

    prdida, por los gobiernos comunales, de su ms importanteinstrumento de control. Adicionalmente, la movilizacin del

    poder econmico desde los organismos comunales hacia lossimples cabezas de familia, favoreci la pronta descomposicinde los grandes grupos familiares corporados en los cualesencontraba su base y su apoyo la antigua sociedad indgena.Combinndose, finalmente, la privatizacin de las tierras con elcrecimiento demogrfico, ocurri que, al favorecerse lacongelacin de las tierras en poder de las viejas generaciones,se termin promoviendo a largo plazo la aparicin' de un gruponuevo: el de los jvenes sin tierras, sin cabida en los esquemasms antiguos y capacitado para originar serias disfunciones enun sistema poltico-religioso que, fundamentado en una

    jerarqua de edades, tena como condicin de su funcionamientola posibilidad de que cada grupo generacional dispusiera demedios definidos para el cumplimiento de deberes definidos.Un efecto de .importancia debe sealarse todava. Laprivatizacin de las tierras se produjo sobre una baseconstituida por una sociedad estratificada, dominada y con

    serias rigideces. Los repartos, en estas condiciones,

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    favorecieron la diferenciacin entre los que pudieron teneracceso a ellos y los que no llegaron a tenerlo. Una nuevaestratificacin, ms marcada que la que haba existido hasta elmomento, hace su aparicin, fundamentada en el mayor omenor acceso, posesin o usufructo de las escasas tierras deriego disponibles en cada comunidad. Una marcada tendenciahacia la minifundizacin a causa de los efectos fragmentadores

    de la herencia, comienza a dejarse sentir en los estratos menosfavorecidos. El antiguo sistema de poder gerontocrtico, por elcual el ejercicio de la autoridad resultaba democrticamentecompartido por los "viejos", termina as por quebrantarse. Entrelos grupos de mayor edad, la diferencia de recursos se traduceen una posibilidad diferencial de atravesar el oneroso filtro im-

    puesto por el sistema poltico-religioso. En ste, los ms altoscargos comienzan a ser monopolizados por los ricos. Ellos sonlos nicos que alcanzan la categora de notables despus dehaber satisfecho todas las obligaciones del sistema. El poder dedecisin adscrito al ltimo escaln de la jerarqua poltica,antiguamente compartido por todo un estrato de edad,representativo de todos los grupos corporados de la comunidad,

    resulta concentrado en unas pocas manos.Ricos y pobres, jvenes y viejos, aparecen como trminos

    en oposicin y desarrollan un conflicto sordo por el dominio delos escasos recursos y de los puestos de poder. En esta pugna,son las minoras ricas y ancianas las que tienen la ventaja:disponen del poder, los valores tradicionales, los excedentes,los que les facilita una ms cmoda asimilacin a los patronesde la cultura nacional. En otros trminos, les abre nuevas fuen-tes de poder y, al mismo tiempo, crea nuevas perspectivas a loscambios en las comunidades. Castellanizaci6n y alfabetizacinse convierten, sobre esta base, en factores adicionales de ladiferenciacin, favoreciendo el desarrollo de un mestizaje

    cultural que afecta,

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    durante el siglo XIX, solamente a los grupos ms acomodadosdel universo comunal. La temprana aparicin de escuelas

    primarias y preceptorias en el valle alto -hacia 1840- debeinscribirse bajo este signo. En un mundo en que la pobreza es lacondicin dominante, slo el campesino acomodado, aquel quedispone de excedentes de tiempo y produccin, puede dedicarseal estudio de la lengua castellana y de las primeras letras. Estasrepresentan, a la larga, un poder adicional, la posibilidad de unacercamiento a las fuentes del poder poltico provincial ytambin la posibilidad de incursiones comerciales en el mundode la costa. La nueva clase dominante en las comunidades,resulta siendo as una clase de intermediarios: intermediarios

    polticos que terminan acaparando las alcaldas y .lasgobernaciones; intermediarios econmicos, con una nuevafuente de enriquecimiento a travs de la mediacin en la ventacostea de los productos locales y en la introduccin de

    productos manufacturados a la comunidad. Este grupo deintermediarios incrementa sus relaciones con Lima, dialoga demanera diferente con el costeo y el limeo, lo imita, trata de

    vestir igual que l, habla su idioma, entiende y acepta nuevosvalores y costumbres. Es un grupo innovador, interesado en la"modernidad" y referido a modelos de origen urbano que seesfuerza en imitar y trasplantar a su pequea sociedad, pero seafianza al mismo tiempo en instrumentos comunales del podertradicional en cuya disfuncin encuentra su fuente de poder. Larelacin personal con individuos de influencia en el mundoexterno cobra una importancia cada vez mayor. Los pequeos"caciques" comunales manejan la opinin de los votantes a suescala y la negocian a escala nacional. Colaboran en lasmontoneras, establecen relaciones con polticos, con visitantes,obispos, sacerdotes, funcionarios, ingenieros, inspectores deeducacin, etc., estableciendo acuerdos bilaterales, relacionesde clientela, de intereses, de aprovechamiento,

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    como ocurre hoy en da en las barriadas de Lima o ennumerosas comunidades. Cualquier persona que llegara al senode la comunidad o cualquier contacto que se pudiera establecer,es as aprovechado por los grupos locales de poder en la

    bsqueda de beneficios personales o colectivos. Es ste un tipode relacin que se repetir en todo el proceso histrico de lossiglos XIX y XX.

    Pero la diferenciacin se produce no solamente a escalacomunal sino tambin a escala distrital. Hasta 1853, lassucesivas constituciones haban modificado repetidas veces elrgimen municipal colonial basado en el ayuntamiento porcentro poblado, pero ninguna de ellas haba llegado aestablecer un rgimen permanente, por causa de la inestabilidady la anarqua reinantes a escala nacional. El resultado habasido la continuacin de hecho, en el mundo comunal, de lasantiguas estructuras que concedan un amplio margen deindependencia a los gobiernos locales, de las comunidades. A

    partir del gobierno de Castilla, la nueva estructura municipalentra en funciones. Esta, operando a escala distrital, reduce

    considerablemente las atribuciones de los cabildos comunales yconcentra el poder en las capitales distritales, las cualesmonopolizan el rol intermediario, antes ms ampliamentecompartido. En las comunidades favorecidas por el nuevosistema los grupos dominantes extienden de este modo su do-minio a escalas ms vastas. El ejercicio del poder desde estas

    bases diferencia a las capitales de distrito y acelera susrespectivos desarrollos, acentuando la satelizacin de losanexos. En el valle alto de Chancay, se destacaron, de estemodo, San Agustn de Pariac, Pacaraos, Lampin y Pirca. Cadauna de ellas hizo girar en torno suyo de cinco a siete centros

    pequeos, comunidades menores de indgenas, satlites odominadas, que confluan en ellas y les daban poder. El poder

    distrital seala un cambio significativo e importante en

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    el rea y permite la diferenciacin rpida de las comunidades yel robustecimiento de los grupos de poder en las sedesnucleares. Explica, sobre todo, la diferenciacin de los procesosde integracin y desarrollo al destacar dos conjuntos de gruposde comunidades. Los conflictos por linderos entre lascomunidades dominantes y las comunidades dominadas sehace, a partir de ahora, cada vez ms intenso en la medida enque el crecimiento de la poblacin hace ms aguda la compe-tencia por recursos. La ventaja ejercida por las comunidadesdominantes en la manipulacin de los mecanismos judiciales,

    pauperiza los satlites acelerando la descomposicin de susestructuras internas y reforzando la posicin de los grupos dedominio distritales.

    Al iniciarse el siglo XX, encontramos al valle alto d1 roChancay, dividido en conjuntos de comunidades, organizadosen unidades distritales que se muestran como sistemas socialesunificados cada uno por un grupo de poder. Estos grupos de

    poder, son minoras culturalmente mestizas, basadas envnculos familiares, y constituidas predominantemente por

    individuos de edad avanzada. Actan como eslabones localesen cadenas patrn-cliente de escala primero nacional y luego

    provincial. Acaparan los recursos locales, monopolizan lamediacin poltica y econmica con el mundo exterior,monopolizan los cargos en el sistema tradicional y mo-nopolizan los puestos polticos en el sistema distrital. El vallealto sigue orientado hacia Canta que, aunque decadente, siguesiendo el centro provincial de la administracin. Nuevasrelaciones han sido establecidas, sin embargo, con el valle bajoy con la ciudad de Lima, a travs de las actividades de losintermediarios comerciales. En pequeo volumen, adems, loscomuneros siguen bajando a las haciendas, principalmente para

    la cosecha de caa, con la finalidad de ayudarse a financiar losgastos demandados por el sistema religioso. En lascomunidades, cuya masa mayoritaria se

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    encuentra empobrecida, comienza a deteriorarse seriamente lalegitimidad de los sistemas y usos tradicionales. Las mayorascomunales encuentran oneroso el pasar cargos y con esto lavieja jerarqua comienza a perder prestigio e inters. Laconcentracin del poder en la minora que s puede ejercerlos,hace impopular la autoridad. Las decisiones de los varayoc ycabildos hasta entonces inapelables, comienzan a encontrar

    oposicin. Crece el grupo de jvenes que se encuentranprivados de derechos por no poder financiar su ingreso en lajerarqua y que debe postergar incluso la edad del matrimoniopor causa de la escasez y la concentracin de tierras. Lascomunidades reducen sus posibilidades de control al verseobligadas a realizar nuevos repartos de las tierras comunales, afin de conjurar la crisis latente. Pero el mismo' sistema decargos poltico-religioso se encuentra ya en decadencia porcausa de la superposicin del nuevo poder distrital, para el cuallas jerarquas administrativas tradicionales resultan apenasapoyos de orden secundario. Ser alcalde pedneo o de vara, noes ms, por s mismo, una garanta de poder. S lo es, el serlo enuna comunidad capital de distrito, en donde ese cargo

    representa el eventual acceso a la alcalda distrital o lagobernacin. Es a ese nivel donde se toman las verdaderasdecisiones, mientras que las asambleas comunales actan comomeros ecos. El proceso de diferenciacin y de concentracin de

    poder, iniciado en una disfuncin del sistema poltico-religiosollega a su ltimo extremo y subordina a las estructuras que ledieron nacimiento.

    La hacienda: factor configurante en

    la micro-regin de ChancayOrganizado el sistema de haciendas durante los siglos

    XVII, XVIII Y comienzos del siglo XX, veamos su evolucindurante la Repblica. Los hechos fundamentales quecaracterizan este perodo son la afirmacin

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    del sistema, su robustecimiento, el trnsito definitivo de lasbases de su poder y prestigio, del terreno social al econmico y,los sucesivos procesos de modernizacin que lo han llevado aconvertirse en fuente de capital para sus propietarios,vinculados stos tradicionalmente y en su mayora, almecanismo econmico, poltico y social de Lima, ciudad quedesde el siglo XVI es el eje del sistema.

    Con derechos ampliamente reconocidos y con ttulossaneados, las 21 haciendas existentes en 1821 experimentan, alo largo de la poca republicana, cambios motivados porherencia, ventas y, algunas veces, al inicio de la Repblica,donaciones. Se someten a arrendamientos, sub-arrendamientos,hipotecas, censos y enfiteusis sin que, en la mayora de loscasos, se afecten en su extensin y otros derechos. Lashaciendas, poco a poco, han mejorado su organizacin,servicios y productividad, y ampliado sus reas de cultivo. Endiversas ocasiones ha habido concentracin de propiedadesdefinitivas o por largos o cortos perodos: como al reunirse enuna Retes y Garca Alonso desde 1855; o cuando Boza y San

    Jos entre 1870 y 1959 pertenecieron a una misma familia; o al,darse la breve unin de Caqui y Torreblanca en 1924., Ocurritambin fraccionamiento, como la separacin de La Huaca yJess del Valle en 1880, o la divisin de Galeano por herencia.Slo algunas de estas haciendas, particularmente las que

    pertenecieron a rdenes religiosas han sido continuas en supropiedad desde el siglo XVI. Tal es el caso de Palpa, laprimera hacienda del valle, que desde 1539 hasta 1919 estuvoen posesin de los dominicos. Tambin en manos de' losdominicos, estuvo hasta 1912 la hacienda de Miraflores. Otroscasos son los de Chacarilla, de los mercedarios hasta 1954, yHuayn, que form parte de las posesiones del Monasterio de la

    Santsima Trinidad. Hasta donde hay informacin se puedeafirmar que, en el momento actual (1968), las

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    haciendas Boza y Pasamayo son las nicas que han sidopropiedad de una sola lnea de parentesco desde el siglo XVIhasta el presente.

    Para las haciendas del valle bajo, la Repblica representaun perodo de importantes transformaciones. Entre 1583 y 1767los jesuitas, entre otros grupos religiosos, haban sido

    propietarios de algunas de las principales de entre ellas. Aldinamismo' de esta Orden se deben los primeros visos deempresa agrcola, con la nacionalizacin e intensificaci6n decultivos de trigo, maz, caa de azcar y la exportacin adiversos mercados del rea colonial espaola, prontamenteimitados por otros propietarios laicos. La expulsi6n de los

    jesuitas, a finales del siglo XVIII, rest6 al valle pujanza ydinamismo. En combinaci6n con alteraciones en los mercadosexternos, esto conduce a un largo perodo de crisis que seagrava desde la segunda dcada del siglo, XIX al debilitarse la

    provisi6n de mano de obra por la suspensin del trfico deesclavos y por los efectos de la Guerra del Pacfico.

    La desaparicin definitiva del trabajo negro esclavo, en ladcada de 1850, tuvo como consecuencia una crisis crnica demano de obra en el valle bajo, que se trato sucesivamente desolucionar con la importacin de cooles chinos y japoneses yque finalmente encontr una salida a travs de los problemascreados por la superpoblacin en el valle alto. Al comenzar elsiglo XX la hacienda fue afectada por tres fenmenos im-

    portantes. El primero consisti en el cambio de propietarios,que en el valle ocurri entre 1901 y 1926 Y que en ese lapsoalcanz un 73%. Los nuevos hacendados, en su mayoravinculados a la segunda generacin civilista, ms algunosextranjeros recin llegados al pas, se hicieron de la propiedad y

    dinamizaron la actividad agrcola del valle. Con ellos lasituacin de la hacienda se torna sumamente fluida: se arrienda,se hipoteca,

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    se invierte, se contrata con los bancos, se innova y, en general,se moderniza su explotacin con miras a valorizada y a obteneruna mayor rentabilidad. En este proceso el nuevo grupo de

    propietarios se consolida como una burguesa agraria, que

    inicia el definitivo proceso de modernizacin del valle 'bajo.

    Un segundo fenmeno asociado a ste es el crecimiento dela yanaconizacin. La explotacin por medio de yanaconastiene sus antecedentes en la temprana Colonia, pero no cobraverdadera importancia sino hasta fines del siglo XIX. Suextensin se encuentra en dependencia de la doble crisis, demano de obra y de los beneficios de la exportacin. En estascondiciones el yanaconaje permiti la consolidacin delsistema al mantener dentro de la modalidad especial decontrato, de arrendamiento la vigencia de la explotacin en lamayor rea' posible, sin que el propietario realizara mayores

    inversiones ni corriese riesgo en la produccin; Sirvi tambinpara fijar la mano de obra necesaria para la explotacin.Origin, en resumen, un modo de explotacin indirecta que

    permiti no slo trabajar las tierras de cultivo, sino ganarnuevas extensiones permitiendo la, capitalizacin de la tierra yel mantenimiento de la unidad agrcola.

    La solucin de la crisis de mercados, favorecida desde ladcada de 1870 por el cese temporal de la exportacin cubana,no lleg a generar transformaciones de importancia en laestructura de la produccin local antes del estallido de laGuerra del Pacfico, que vendr a interrumpir tendenciasincipientes de modernizacin y mecanizacin. As durante un

    largo perodo, mientras los hacendados residieron en Lima, lagestin de las haciendas estuvo a cargo de administradores ylas tierras divididas entre la gestin directa a base de mano deobra cool y la indirecta en base a yanaconas. El yanaconasiempre mantuvo fidelidad al propietario por

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    sentirse recompensado con una forma de seudo propiedad quepoda inclusive ser trasmitida por herencia. Su calidad de fielservidor y cuidador de extensiones permanentes, despert en lun sentimiento de identificacin con la hacienda, a la cualconsider su comunidad. Los yanaconas llegaron a ocupargrandes extensiones en algunas haciendas, como Chancayllocon el 90% de las tierras cultivadas) o Huayn y Las Salinas

    con casi el 60%. Por su parte, el cool chino o japons, al con-cluirse sus' contratos, sale de la condicin de pen e inicia suintegracin a la sociedad del valle por vas diferentes. El

    primero a travs del comercio, en cuya actividad contribuir a laformacin y desarrollo de un nuevo centro de servicios: el

    pueblo de Huaral. El segundo, por la prestacin de serviciosespecializados -gasfitera, mecnica, etc.- y el comercio, perosobre todo por su reincorporacin al sistema de hacienda encalidad de yanacona. En las haciendas del valle de Chancay, el

    japons constituir una nueva modalidad de yanacona,emprendedor y dotado de capacidad de innovacin.

    Un tercer cambio, todava ms importante que losanteriores, es el representado por la introduccin del algodn,que ya en el ao 1805, haba sido recomendado por el Tribunaldel Consulado como un cultivo de posibilidades y que,

    posteriormente, vino a ganar prestigio hasta convertirse en elcultivo principal del rea. Remp1az como cultivo deexportacin a la caa de azcar, que fue, preponderante hastacomienzos del siglo XX, pero que result afectada por eldesarrollo de la competencia de los nuevos ingenios azucarerosmecanizados de la costa norte, por el aumento de la produccinextranjera y por la crisis de los precios. El cultivo del algodnfue estimulado por los requerimientos del mercado mundial. En

    primer lugar, aunque an de modo dbil, por la Guerra deSecesin Americana; luego por las plagas que afectaron la

    produccin

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    estadounidense en los primeros aos de este siglo; ms tarde porla Primera Guerra Mundial y por la apertura del Canal dePanam que acort distancias, abarat el transporte y amplimercados; y termin afianzndose, desde las dos primeras dos

    dcadas del presente siglo, 1940, con ocasin de la SegundaGuerra Mundial. Su importancia lleg a ser tan grande quetermin desplazando cultivos secundarios destinados almercado de la capital, como el del maz, antes utilizado para elengorde de cerdos. Estimuladas por el auge del algodn, lashaciendas inician en esta poca transformaciones decisivas.Quienes las realizan no son, sin embargo, en su mayora, losmismos propietarios. Con una excepcin -la de los Graa, de lahacienda Huando- los hacendados continan siendo un grupoausentista. Antiguos cooles chinos, ahora a la cabeza de im-portantes empresas comerciales, y antiguos japoneses,capitalizados por su actividad como tamberos y yanaconas, sehacen cargo de la conduccin de las grandes propiedades ya en

    calidad de arrendatarios. Nikomatsu Okada, un antiguo penjapons es la figura de esta poca. Unificando siete haciendasen una sola empresa, consigue el apoyo de capitales de su patrianativa e impone un nuevo ritmo al conjunto del sistema racio-nalizando la produccin, introduciendo nueva maquinaria eincorporando unidades desmotadoras y fbricas de aceite.Paralelamente a estas transformaciones la hacienda Huando,

    bajo la conduccin de sus propietarios, la familia Graa, iniciaun proceso de experimentacin que terminar con laintroduccin de la naranja hbrida sin pepa, como alternativa alalgodn. Frente al auge algodonero, dependiente delcrecimiento de los mercados extranjeros y de las nuevas

    facilidades de transporte, y capitalizado por la numerosa coloniaoriental del valle, los Graa se disponen a explotar el incipientemercado nacional. Ambas lneas de desarrollo se mantendrn

    paralelas hasta los tiempos actuales.

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    Surgimiento de una burguesa agraria, yanaconizacingeneralizada e introduccin a gran escala del algodnconfiguran el cuadro de relaciones socioeconmicas quecaracterizar al valle en las dos primeras dcadas de este siglo,en el que dinmicamente se acumula capital y el valle seestratifica socialmente. Este cuadro ser modificado por elgrupo asitico slo en trminos del dominio regional, pero

    continuar vigente en sus tendencias esenciales hasta 1942, aoen que se opera una nueva transformacin.

    Contemporneamente con todos estos cambios se havenido produciendo, desde mediados del siglo XIX, una nomenos importante modificacin de las posiciones relativas enel sistema de poder de la nacin. Los latifundistas de los vallesde la costa cobran cada vez ms influencia en el manejo de lacosa pblica y comienzan a diversificar sus inversiones.Estimulados por el auge de la exportacin guanera, comienzana integrarse en una red de relaciones financieras' -la incipiente

    banca nacional- y se identifican como un grupo de interesesconvergentes en oposicin a sus competidores de la sierra. La

    balanza del poder presidencial y parlamentario se inclina a sufavor mientras que, al reforzar sus presupuestos por el auge dela exportacin costea y depender cada vez menos del tributocampesino, la autoridad del Estado Nacional, se fortifica yextiende sus controles y los caciques regionales vendeteriorada su capacidad de autonoma. El proceso alcanzarsu culminacin con la Constitucin de 1892 que priva del de-recho al voto a los analfabetos. Con ella, los grandesterratenientes de la sierra, cuya principal mercadera en elcomercio con la capital haba sido durante largo tiempo elapoyo electoral de sus dependientes, resultan privados de unade las claves fundamentales de su posicin. Es todo el sistemade poder a escala nacional el que resulta conmovido. En elhasta ahora indiferenciado y ms o menos homogneo sectorde grandes

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    latifundistas que se distribua las regiones y provincias y quemantena en ellas seoros relativamente autnomos, se hadestacado un grupo ms activo y ms emprendedor quecomienza a desarrollar las caractersticas de una "c1ique".Muchos de los propietarios de las grandes haciendas del vallede Chancay forman parte de este grupo. Las haciendas han

    dejado de constituir la totalidad de su universo econmico y seconvierten, a partir de ahora, en meras bases o puntos de apoyoa partir de las cuales se construirn "imperios" extensamenteramificados.

    A partir de 1942, el sistema cambia como nunca habasucedido. El enorme auge alcanzado por las exportaciones dealgodn con el estallido de la Sgunda Guerra Mundial ya habadespertado, desde 1939, las expectativas de los hacendadosausentistas que se descubrieron, en esa coyuntura, relegados a.ganancias secundarias. El ingreso del Japn en el conflicto les

    proporcion el pretexto que esperaban. Expulsados los japo-neses del Per y confiscados sus bienes, los propietarios

    asumen el control directo de las haciendas, ahora revalorizadasy modernizadas por las inversiones de los conductoresdesplazados. Se decide crear sociedades annimas con el fin deincrementar la explotacin y facilitar la capitalizacin. Graciasa ello se hace posible iniciar un proceso de desyanaconizacinen gran escala con tendencia a la eliminacin total de la institu-cin en el valle. Capitalizadas las haciendas, desplazan a losyanaconas, indemnizando, haciendo canjes, pero tambin,empleando instrumentos de presin sociales y econmicos. Para1960 el proceso de desyanaconizacin casi haba culminado

    plenamente en algunas de las haciendas ms progresistas comoHuando y Miraflores. El nuevo sistema acenta ladiversificacin de los intereses de los propietarios. El controldirecto de las haciendas es una inversin que produce capitales,en efectivo de preferencia. Estos respaldan nuevas

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    inversiones, gestiones y movimientos econmicos en industrias,instituciones financieras o negocios de importacin vinculadoso no directamente con, la agricultura de exportacin. Loshacendados del valle refuerzan as su posicin preponderante .aescala nacional, mientras que sus haciendas se mantienenreducidas al papel de unidades secundarias en sistemas msamplios de inversin. En la medida en que un propietario,

    individual o societario, es gil, con accin directa en la ex-plotacin de su propiedad, con sentido moderno del trabajo y dela produccin, la hacienda se consolida as, en su papel de basey apoyo del sistema capitalista nacional. Genera dinero enefectivo que sirve para mejorar o mantener el nivel actual de lahacienda misma y lugar para las inversiones de los propietariosa escala nacional. Es cierto que el hacendado sigue en muchoscasos residiendo en Lima, pero sus mayores vnculos con lacapital no se encuentran ya necesariamente bajo el signo delausentismo. Por el contrario, son la consecuencia de una mayorintegracin del valle bajo del Chancay al sistema nacional.

    El trnsito a la unidad regional

    Factores decisivos en la reconfiguracin del valle deChancay, en trminos de regin que envuelve el valle bajo y elvalle .alto y los destaca de sus tradicionales relacionesexteriores, desde las primeras dcadas del siglo XX, han sido laintroduccin del algodn y el consecuente estmulo recibido

    por la economa del sistema de hacienda, el desarrollo de unnuevo polo urbano de atraccin en el valle bajo - el pueblo deHuaral- ocurrido paralelamente a la culminacin de ladecadencia de Canta, y el crecimiento de la red decomunicaciones que vincula el rea son la capital y la coloca

    bajo su mbito directo de influencia.

    Acontecimientos importantes que marcan nuevastransformaciones en las comunidades indgenas del valle

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    alto a partir de la ltima dcada del siglo XIX y durante lasprimeras del siglo XX son la desaparicin del voto analfabeto,el agotamiento paulatino de las tierras de reparto, la creacin denuevas necesidades de mano de obra' en los valles de la costa yen la zona minera de Cerro de Paseo, y la dacin de una nuevalegislacin indigenista por el rgimen de Augusto B. Legua. Ladesaparicin del voto analfabeto, mantenido durante toda la

    Repblica hasta ese entonces, se produjo con la ya mencionadaConstitucin de 1892. Su consecuencia casi inmediata fue noslo el debilitamiento del poder de los grandes caciquesregionales, sino tambin l debilitamiento de sus representantesdistritales, manipuladores directos de los electorados locales,quienes resultaron privados, a partir de entonces, de uno de losinstrumentos principales en su permanente chalaneo con los

    polticos provinciales y capitalinos. El agotamiento de lastierras de reparto, que vena producindose desde comienzosdel siglo XIX por causa del aumento de la poblacin y de laacumulacin hereditaria en pocas manos, tuvo como resultadoinevitable la paralizacin de los relevos generacionales en las

    jerarquas del sistema poltico-religioso. Grupos de jvenespost-adolescentes que en otras circunstancias haban recibidotierras comunales, contrado matrimonio e ingresadonormalmente al juego de derechos y obligaciones tradicionales,resultan de este modo excluidos de todos los derechos einhabilitados sine-die para el desarrollo de una vida normal.Estos grupos adquieren, ya por este tiempo, cada vez mayorconciencia de su situacin y comienzan a perfilarse comofactores importantes para un cambio eventual. Al encuentro delas crisis producidas en las comunidades por el desequilibrioentre poblacin y recursos viene, mientras tanto, la apertura denuevos centros mineros en la regin de Cerro de Paseo, "perosobre todo la transformacin operada en el mercado de mano de

    obra de la costa por el cambio

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    de cultivo. El algodn, en efecto, requiere de relativamenteescaso peonaje permanente, pero en la temporada de la caa,

    por espacio de unos meses, demanda un incrementoconsiderable de labor. La nueva legislacin comunitaria vino,finalmente, a proporcionar al universo comunal un nuevomarco jurdico que deba consolidar su decadentecorporatividad dando al mismo tiempo un margen suficiente

    para la modernizacin de las ya quebrantadas institucionestradicionales.

    Para el valle alto las primeras dcadas del siglo XXrepresentan, pues, un momento de rebeliones internas y denuevos contactos, esta vez a nivel masivo, con el mundoextracomunal. La legitimidad de las instituciones tradicionalesse encuentran deterioradas hasta el punto de descomposicin.All donde las viejas agrupaciones familiares corporadas -losayllus y linajes-no haban culminado su proceso dedesaparicin, renuevan su antigua competencia debilitando laintegracin comunitaria; es el caso de Pacaraos. Donde hanterminado por desaparecer, son los jefes de familia los que se

    enfrentan entre s. En todas partes, ricos y pobres, dbiles ypoderosos, jvenes y viejos entran en conflicto. Es un conflictoque alcanza extremos agudos con frecuencia. Es as como enLampin, la "juventud" termina por ser expulsadacolectivamente de la comunidad, y se ve obligada a emigrar.Expulsin o no expulsin, la migracin se convierte en unasolucin inevitable para esas juventudes comunales en todo elvalle alto. Los focos de atraccin son las haciendas del valle

    bajo, las haciendas de otros valles de la costa, y en menormedida las minas de Cerro de Paseo. Durante largas temporadaslos jvenes vagan de hacienda en hacienda, de valle en valle,despoblando sus comunidades de origen. En stas, la poblacinque no ha emigrado no encuentra- ms aliciente para cumplircon las obligaciones tradicionales. Los promedios de asistenciaa faenas y de cumplimiento de mayordomas religiosas

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    descienden hasta puntos crticos. Los migrantes, por su parte,enfrentan un nuevo mundo de experiencias. Ellas incluyen lacastellanizacin y frecuente alfabetizacin, el incrementogeneral de las habilidades de contacto con el mundoextracomunal y, sobre todo, el aprendizaje de los nuevosmoldes de accin poltica del sindicalismo, floreciente en loscentros mineros y en los valles algodoneros. Esta misma

    juventud ser, aos ms tarde, terreno frtil para la prdica delApra. Su retorno a las comunidades ser en muchos casos elinicio de una revolucin, confirmada y asentada por la nuevalegislacin indigenista. Ella representar la toma del poder poruna generacin aculturada, el derrocamiento de las pequeasoligarquas locales, la sustitucin del tradicional sistema

    poltico-religioso por gobiernos locales de modelo cooperativoy, sobre todo, la apertura de aspiraciones, valores e ideologashacia el universo de la costa.

    El valle bajo en las primeras dcadas del siglo XX,permanece fiel a su tradicin de economa exportadora. Doscambios de importancia se han introducido, sin embargo. El

    primero: es que el reclutamiento de mano de obra en el exteriordel pas se ha hecho finalmente imposible - desaparicin de laesclavitud negra - o econmicamente insatisfactorio - contratade cooles mientras la conversin de los cultivos jncrementa lademanda de peonaje temporal, para las labores de paa, por lomenos durante cuatro meses al ao. En el valle alto, Canta y suminera han dejado de contar como competidores designificancia en el mercado laboral. Canta, decadente resultaincapaz, por otra parte, de absorber la produccin agrcola delas comunidades. Impulsadas por su crisis interna, por lasuperpoblacin y por la decadencia de sus mercados serranos,las comunidades vuelven sus miradas a la costa como fuente de

    trabajo y como lugar de colocacin de sus productos. El val1ebajo, en esta ltima perspectiva es un

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    paso obligado de los intermediarios. Pero l tambin habiendoconcentrado todos sus esfuerzos en la produccin exportadora yencontrndose en plena expansin poblacional, es un mercadoque atrae al productor serrano. Los trminos de la nuevacomplementacin estn establecidos. El valle de Chancay seconsolida como una micro-regin unificada constituida por dossistemas complementarios: el de haciendas y el de comunidades

    de indgenas, cuyos modos de vinculacin son la migracinlaboral temporal y la colocacin de productos alimenticios. Estacomplementacin se da en trminos asimtricos. Por suvinculacin directa con la capital, por sus mejores condicionesecolgicas, su monopolio del capital, etc., el sistema dehacienda acta como intermediario econmico y social con elresto del pas y monopoliza las claves del poder. La relacinque se ha establecido es una de dominacin, en la que elhabitante del valle alto aparece como pen serrano,inferiorizado y sometido.

    Paralelamente con la modernizacin del sistema dehaciendas se produce el crecimiento de Huaral. Esta poblacin

    inicia su desarrollo tempranamente, a finales del siglo pasado,bajo el estmulo del ferrocarril construido por la hacienda Palpacon la finalidad de transportar el azcar desde la hacienda hastael puerto de Chancay. Su verdadero crecimiento corresponde,sin embargo, al desarrollo de las nuevas relaciones promovidas

    por el algodn entre el valle alto y el valle bajo, y entre el vallebajo y Lima. . Sin alcanzar jams el control total del valle, porcausa de su proximidad a Lima, el pueblo de Huaral, en sucondicin de centro de servicios, mercado, paso obligado haciala capital y las haciendas, y, sobre todo, arena relativamenteneutral en el juego de las relaciones entre peones, yanaconas yhacendados, ha desempeado un rol de importancia en lastransformaciones ocurridas en el valle en el curso del ltimo

    medio siglo. No ha sido de escasa importancia,

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    en este rol, su capacidad en cuanto centro urbano, para albergary favorecer el desarrollo de ideas e inquietudes. A su activo sedebe sealar la difusin de la ideologa aprista y sindicalista enuna doble direccin: las de las comunidades y la de lashaciendas y, con ello, su contribucin a la reorganizacin de las

    primeras y a la aparicin del sindicalismo en las segundas.Huaral se manifiesta, en este sentido, como un elementocatalizador en el surgimiento del nuevo sistema. No slo uncentro de administracin, comercio o servicios, sino tambin unnudo de relaciones; de informaciones, de contactos personales yde grupos que tendr fuerte resonancia en todo el valle.

    La regin socialmente unificada

    Modificada de este modo la estructura de relaciones en elvalle de Chancay, medio siglo de cada vez ms intensa'interdependencia entre los dos sistemas originales, de hacienday de comunidad, y entre stos y la ciudad de Lima, hanterminado por remodelar completamente su fisonoma. En elseno de las comunidades, entre 1900 y 1950 todos han bajado a"apaar" el algodn y todos han tenido contacto ms o menosdirecto con el mundo de la costa. Se ha logrado dinero enefectivo, ha aumentado la poblacin y se ha incrementadonotablemente la educacin. Las haciendas han comenzado ainfluir notablemente, en algunos casos como modelos a imitaren materia de cultivos y tcnicas agrcolas. Ensayos nuevos en

    la agricultura, surgidos de esta imitacin, han condicionado eldesarrollo notable alcanzado por algunas comunidades comoHuayopampa o Lampin. Los comuneros, durante sus mi-graciones laborales, se han politizado e intervenido ensindicatos y han introducido cambios consecuentes en laorganizacin de sus comunidades. Se han movido en un mundodiferente, urbano en parte y rural costeo, en

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    otra parte, pero siempre referido a Lima. Aculturacin e intensamodernizacin han sido las consecuencias. "La tradicionalidadde las comunidades ha desaparecido. Orientadas ahora hacia lacosta, sus integrantes han modificado su condicin "indgena" yse identifican hoy como mestizos con caractersticas propiasque los diferencian de los habitantes de las comunidades deotras regiones como el Callejn de Huaylas, Cajamarca, valle

    del Mantaro, Huancavelica, Ayacucho, Apurmac, Cuzco oPuno. Se trata de un nuevo tipo de campesino serrano,monolinge e hispano-parlante, fuertemente aculturado, queentra y sale con frecuencia a Lima, con participacin nacional amayor escala y que quiere ser como el campesino costeo. Estasituacin afecta a cada comunidad y da paso a distintasfrmulas de evolucin en las 27 que conforman el sistema. Laemergencia se apoya en la comunidad. No la abandonay,por elcontrario, la robustece en algunos casosy le da ms autonoma.La pluralidad no ha desaparecido, pero los islotes han adquiridomayor personalidad.

    El desarrollo del sindicalismo ha introducido, por su parte,

    en este medio siglo, modificaciones importantes en la relacinpen-patrono dentro del sistema de hacienda. Surge en pocatan temprana como 1919, teniendo como foco la poblacin deHuaral y como origen la agitacin anarcosindical centrada enLima, con la formacin de un Comit pro-Abaratamiento de lasSubsistencias, que obliga a los hacendados, como medio paraaliviar la presin popular, a auspiciar un "Centro Obrero deAuxilios Mutuos" mediatizado por los auspicios patronales.

    Nuevos desarrollos del sindicalismo. se produjeron, luego, en ladcada del '30 bajo la inspiracin de las ideologas anarquista ycomunista, con la fundacin de la Federacin de Trabajadoresy Yanaconas -del VaUe de Chancay y la realizacin de una pri-mera gran huelga general por razones salariales y por reclamos

    de los pauperizados yanaconas. Aunque

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    rpidamente reprimidos por Snchez Cerro, la extensinalcanzada por la agitacin y las protestas lleg, en esa dcada,a ser suficiente para promover, de parte de los hacendados, lacreacin de un nuevo patrn de establecimiento destinado asatisfacer la demanda de tierras y a fomentar la existencia deun pequeo campesinado dependiente: La Irrigacin de LaEsperanza, que matiza el fuerte predominio de las haciendas.

    En 1936 los yanaconas de la hacienda Retes y Garca Alonsose organizaron nuevamente en un sindicato como protesta porlos aumentos de las cuotas de algodn. Diluida y siempreadversa a la agitacin de la izquierda poltica o a lasactividades de los peones y braceros, a lo largo del tiempo laaccin de los yanaconas ha funcionado con relativa eficaciacontra los desalojos y, dentro de sus limitaciones, ha puestofrenos a la tradicional arbitrariedad de los patrones. Sinembargo, este grupo, falto de una actitud consecuentementereivindicativa por causa de su especial manera de insercin enla hacienda, no ha llegado nunca a integrarse plenamente almovimiento sindical del valle. Nuevos intentos reivin-

    dicatorios, en relacin con el desarrollo poltico del Apra, seprodujeron a partir de 1945 con la fundacin de la "FederacinSindical del Valle de Chancay, Huaral y Aucallama"conduciendo a la obtencin de aumentos salariales designificado, la desaparicin de la olla comn de las haciendas yel establecimiento de cooperativas de consumo en diversashaciendas. Fruto de este perodo de agitacin fue, entre otros,la Ley de yanaconaje que benefici a este sector a escalanacional. Firmemente establecidos los sindicatos en el valle, enla actualidad, desarrollan una fuerte actividad para lograrestabilidad en el trabajo, aumentos salariales, satisfaccin dederechos y beneficios sociales, mejoras en las condiciones detrabajo y mejoras en las rancheras. Su presencia ha alterado de

    manera definitiva el cuadro de las relaciones obrero-patronales

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    matizando la absoluta arbitrariedad de los patrones en elsistema tradicional as como impersonalizando el .antiguomodelo "paternalista".

    Con todo, la funcin de la hacienda, desde 1539 en que seconstituy la primera en beneficio de los dominicos, hacambiado relativamente poco en lo estructural. El mecanismo yel ordenamiento social son casi los mismos. El propietario esmiembro de la sociedad limea y su posicin en ella se ha vistogradualmente reforzada desde mediados del siglo XIX, por ladecadencia: de las haciendas de la sierra, y el acaparamiento del

    poder econmico y poltico, a escala nacional, por quienesmantienen el control de los valles de la costa. En Lima, su roles de prestigio social y tambin econmico en la medida enque, cautelosa o aprovechadamente, se mueve dentro de unatrama de relaciones /sociales y polticas, que lo vinculan alconjunto del complejo azucarero-algodonero. Sigue hoy dasiendo el personaje de las clases altas nacionales. Andrs de losReyes, primer vicepresidente del Per en 1829, fue dueo deHuando. Los presidentes Jos Balta y Rufino Echenique fueron

    propietarios de Jecun. Pedro Alejandro del Solar, segundovicepresidente del Per, fue dueo de Esquivel. En casosnumerosos, el propietario ha sido o es miembro de directoriosde bancos y organismos nacionales o paraestatales, gerente deempresas, personaje influyente en la poltica, los negocios, el

    periodismo y el club; punto de confluencia de innumerablesrelaciones que se ramifican y se extienden a todos los sectoresde la actividad econmica y poltica y que refuerzan su poder.Actualmente, entre conflictos, dudas y preocupaciones surgende entre ellos en la nueva generacin, tcnicos que se dedican alograr una ms alta productividad y una mejor organizacin dela hacienda: agrnomos, veterinarios, administradores deempresa. El propietario constituye la lite social y cultural delvalle, en donde es poderoso patrn

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    de ms de quince mil personas entre peones, yanaconas,tcnicos y empleados menores de administracin y de control.Pero tambin, y sobre todo, forma parte de la lite nacional. Elauge del algodn ha acrecentado el poder econmico de los

    propietarios y ha determinado que, a partir de 1942, muchos deellos trabajen directamente sus propiedades, dando lugar a quevivan o permanezcan largas temporadas en la casa-hacienda.Sobre el acrecentado prestigio social del hacendado costeo enLima, suman ahora directamente el poder y el prestigio a escalalocal hasta entonces delegado a los arrendatarios.

    El sistema que domina, al integrarse en sistemas msamplios de inversin, ha reforzado su estabilidad. Ante la crisisdel mercado algodonero iniciada en la ltima dcada por causade la acumulacin del excedente estadounidense y lacompetencia de las nuevas fibras, la respuesta general ha sidola de continuar modernizndose y aumentando la eficacia con

    la introduccin de nuevos cultivos, que entran a competir y asustituir al algodn con miras a la conquista de un mercadointerno, tal el caso del frutal; con la introduccin de nuevasmodalidades de organizacin que racionalizan la produccin;con la mecanizacin y con la introduccin de industriascomplementarias. A esta racionalizacin contribuye el inicio dela desaparicin del yanaconaje, desde 1964, por obra de la Leyde Reforma Agraria de esa fecha que, a cambio de reforzar elincipiente sector de los pequeos propietarios, flexibiliz lagran empresa agrcola y la hizo ms capaz de enfrentar lasnuevas condiciones de produccin. El poder del hacendado hadejado de ser absoluto, sin embargo; debido a que ni, el

    sindicalismo, la educacin y el efecto de demostracin nacional,lo han podido romper completamente ni tampoco producirplenas relaciones, de solidaridad entre los grupos dependientes.Los sindicatos imponen nuevas relaciones de trabajo y hacen

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    que se cuente necesariamente con ellos en la planificacin delos cambios y mejoras. El futuro de la hacienda se juega enestos momentos (1968) pero no en trminos de desaparicin osustitucin, sino de serios reacomodos. No todos los

    propietarios, sin embargo, estn en condiciones de asumir lasresponsabilidades y los cambios de actitud que el momento lesimpone. Su capacidad de adaptacin se muestra, sobre todo, en

    dependencia de la posicin particular que ocupan en el cuadrototal de las relaciones de poder, poltico y financiero, a escalanacional. La capacidad del propietario para la movilizacin decrditos y apoyos es fundamental, a este respecto. Ante eldesafo de la crisis algodonera, mientras las haciendasintegradas; en las redes financieras de mayor poder hanreforzado posiciones e incrementado su capacidad, otras ochohaban iniciado ya, para 1966, procesos de parcelacin odivisin.

    En el mismo perodo, siglos XVI al XX, las transfor-maciones sufridas por el sistema de comunidades han sidoconsiderables. Ellas abarcan prcticamente todos los sectores

    de la estructura comunal, en la que el nico rasgo que hapermanec1do es el de su corporatividad. En cuanto sistemasubordinado, estas transformaciones se han encontrado; endependencia de los cambios ocurridos en la estructura de lasrelaciones externas del sistema, la cual se ha visto tambinsustancialmente modificada en los ltimos cuatrocientos aos.Durante el auge de la minera, en el siglo XVI, los comunerosde las 27 comunidades de indgenas de la parte alta del valle,

    bajaban espordicamente a trabajar en las haciendas del valle,y a cumplir servicios personales o mita, pero los contactosverdaderamente significativos eran mantenidos solamente conla regin minera de Canta. Cuando las haciendas comenzarona- intensificar sus cultivos de maz y caa de azcar, se ori-

    ginaron limitadas relaciones de trabajo entre ambos conjuntos,y tambin de intercambio comercial y

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    trueque de productos en pequea escala. Con el cultivo delalgodn se requiri mano de obra abundante y el valle bajo se

    perfil como mercado: los comuneros acudieron en grannmero. Las relaciones con la sierra cantea se habanreducido hasta hacerse - poco significativas. Durante los aosde 1910 a 1945 parece que todos los miembroseconmicamente activos de las comunidades de indgenas, conexcepcin de los ms ricos, trabajaron temporalmente en lashaciendas. Algunos de estos migrantes temporales comenzarona radicarse en las rancheras como peones permanentes oyanaconas. La hacienda signific entonces una fuente detrabajo remunerado con dinero, es decir de capitales, y la po-

    blacin de Huaral un centro de aculturacin. Valores ypatrones de conducta fueron as intercambiados con unaintensidad sin precedentes entre costa y sierra. La carretera deHuaral a la parte alta fue auspiciada por los hacendados yconstruida finalmente para facilitar el movimiento de la manode obra, pero abri nuevas perspectivas a los comunerosvinculndolos con Lima y con la sociedad nacional. Desde

    1942, por ltimo, a causa del contacto con el mercado limeo,el proceso de urbanizacin, la propia evolucin de lascomunidades y el desarrollo del pas, los comuneroscomienzan a acudir en volumen decreciente a, trabajar en lashaciendas en las cuales, por otra parte, las rancheras se en-cuentran ya saturadas de personal permanente. En la mayor

    parte de las comunidades, las transformaciones internasinducidas por el contacto se traducen en esfuerzos por superarla crisis demogrfica y encontrar el camino de la innovacin

    productiva. Algunas, como Huayopampa, experimentan yanuevos cultivos que permitan mayor rendimiento en menorespacio, y reorientan su economa hacia el mercado costeo encrecimiento. Los comuneros se relacionan ahora ms intensa-mente -con Huaral y otros centros urbanos de la costa, sobretodo con Lima. En las haciendas, estn siendo

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    el dinero en efectivo, todos ellos cambios inducidos en elcontexto nacional, irrumpen a escala local a travs de lasinnumerables mediaciones que se interponen entre la letra de laley y su aplicacin. Los esquemas tradicionales comienzan a

    romperse, pero la presin que ejercen sobre ellos las nuevasinstancias nacionales, resulta matizada y diferenciada por eljuego de voluntades e intereses de los mediadores. La heteroge-neidad de los procesos se acenta aunque la tnica general seala de la "modernizacin". A esto contribuyen el crecimiento dela poblacin, y las diferencias en calidades personales. Losrecursos de cada comunidad, en grado diverso, con variadascomposiciones y estados de organizacin condicionan losvariados y mltiples procesos. De cmo cada comunidad hizouso de los recursos a su alcance, fue alcanzada por las nuevasorientaciones nacionales y enfrent el nuevo ritmo de cambios,dependi el pluralismo de situaciones sociales y culturales queahora encontramos en la micro-regin. Algo semejante ocurre

    con el universo de las haciendas para el cual los cambios ytransformaciones ocurridos ,en los mercados extranjeros, en lasdisponibilidades de mano de obra, en la facilidad de acceso acapitales, en los mercados nacionales, etc. han formulado de-safos y abierto oportunidades que cada unidad debi responderen sus propios trminos, en base a la extensin de sus recursosen trminos de tierras, aguas, etc., a sus capacidades deinversin, o a las habilidades administrativas ,Y a lasconexiones de sus propietarios a escala nacional. Opciones mstempranas o tardas por distintos mtodos de explotacin:yanaconizacion o explotacin directa; tcnicas: tradicionales omodernas; cultivos: maz, caa de azcar, algodn o fruta; tipode relacin laboral: paternalismo o conflicto sindical, etc.; hanconducido a una amplia diferenciacin dentro del modelocomn Y a una mejor o peor predisposicin para asumir entrminos de cambio los nuevos desafos.

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    La perspectiva diacrnica que abrimos sobre el pluralismode situaciones sociales y culturales ha permitido, de este modo,completar la visin sincrnica de la regin y sus micro-regionesy mostrarnos la diversidad de sistemas y de caractersticasecolgicas: el sistema de hacienda frente, al sistema de

    comunidades de indgenas, la parte alta o serrana frente a laparte baja o costea. Tales sistemas funcionan, a su vez, enrelacin con patrones de establecimiento humano. Su pluralidades lo que interesa estudiar para realizar comparaciones y podergeneralizar procesos sociales. Esta regin con sus tres patrones

    principales de establecimiento y la pluralidad de situacionesque ofrecen, constituye, a su vez, un tipo de desarrollo regionaldentro de la sociedad nacional. Y aqu destaca otro hecho deimportancia: el Peru est conformado por regiones condesarrollos de tipos desiguales, contrastados, en algunos de loscuales resultan preponderantes todava extremas diferencias.

    El valle de Chancay representa un tipo de desarrollo que esdiferente, diverso, desigual a otros desarrollos costeos yserranos. El desarrollo regional del valle est hoy fuertementecondicionado, no por extremos culturales, que iniciaron sunivelacin con las primeras dcadas del siglo- sino por ladiversidad de las participaciones en la economa y sociedadnacionales; mientras que, por ejemplo, el desarrollo regionaldel Cuzco todava hoy resulta definido por extremos contrastesculturales. El desarrollo regional del valle de Chancay se

    produce dentro de la rbita de Lima, en expansin, lo quecondiciona su proceso, su participacin y su futuro.Considerado ste como desarrollo regional desigual, dominado

    por un centro dinmico urbano, se hacen ms inteligibles los

    grados de participacin, integracin

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    cohesin, y las formas de acomodos y ajustes que lo afectan.Las categoras as expuestas pueden servir de base para anlisisms refinados y especficos referidos a hacienda, comunidad ocampesinado, y que permitan comprender a mayor profundidadla situacin de la sociedad rural peruana.

    Este artculo fue publicado por primera vez con el ttulo de "Ladimensin diacrnica del pluralismo", (Jos Matos Mar, WilIiam F.Whyte, et al. Dominacin y cambios en el Per rural, IEP. Lima1969),

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    PRIMERA PARTE

    LA HACIENDA

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    Origen del sistemade hacienda

    El valle de Chancay

    ROBERT G. KEITH

    1. La naturaleza de la conquista espaola y eldesarrollo del sistema de hacienda en el Per

    ANTES DE DESCRIBIR como se inici la hacienda en elvalle de Chancay, es necesario aclaral algunos puntos relativosa la interpretaci6n de la conquista, por razn de que algunasaserciones en que se basa este artculo se diferenciansubstancialmente de las interpretaciones tradicionales. Paracomenzar, durante los primeros aos, la conquista guardo

    cierta semejanza con la fiebre del oro; la meta principal demuchos, aunque ciertamente no de todos los conquistadores,era la de asegurarse riquezas para regresar luego a Espaa avivir de lo que haban conseguido 1. La analoga de la fiebredel oro podr quiz contribuir a aclarar algunos de los otrosaspectos de estos primeros aos, tales como las tendenciasanrquicas de los conquistadores, su disposicin para seguir allder que crean estaba en situaci6n de recompensarles, y su

    propensin a la violencia.Con el propsito de contrarrestar estas tendencias los

    gobernadores disponan bsicamente de cuatro formas derecompensas: 1. Del tesoro transportable sacado de Cajamarca

    y Cuzco; por haberse agotado rpidamente

    l. Para un relato ms completo sobre el establecimiento del sistemade encomienda vase James Lockhart 1966.

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    recompensas de mayor utilidad por requerirse un compromisoformal de parte de los que las usufructuaban de establecerse enel Per ms o menos en forma permanente. La encomiendaconstituy as la mayor recompensa durante los primeros 25aos posteriores a la conquista, confiriendo al beneficiado elderecho a recibir tributos y trabajo gratuito de los indgenasque le eran asignados (su "repartimiento") 2, segn la cantidad

    originalmente determinada por negociacin con los caciques, acambio de su proteccin y de la obligacin de efectuar arreglospara convertirlos al catolicismo, por lo general, a travs de unsacerdote a quien se pagaba varios cientos de pesos al ao.

    En el pasado, la encomienda ha sido por lo general descritacomo una institucin que sirvi para aculturar a la sociedadindgena a los usos de la sociedad colonial hispana.Ciertamente hasta cierto punto actuaba en este sentido, como10 habra hecho virtualmente cualquier institucin importadade Espaa. No obstante, es preciso reconocer que la intenciny la tendencia del sistema de encomiendas erafundamentalmente conservador, pese a los fines proselitistas

    que contena. En trminos polticos, el establecimiento de laencomienda significaba poco ms que el reemplazo delgobierno de la clase imperante incaica por una nueva clasedominadora hispana. Los niveles bajos de la jerarqua poltica,los curacas y principales, siguieron como antes, continuandosu seleccin mediante los mismos mecanismos, aunque losencomenderos estaban ciertamente capacitados para influirsobre estos mecanismos. El sistema econmico tradicionaltampoco sufri cambios bsicos, aunque

    2. Durante el siglo XVI el trmino repartimiento" era empleadopara describir un acto de divisin de lo que fuere. As, habanrepartimientos de tesoros, de indgenas, de tierras y, posteriormente,de fuerza de trabajo indgena (esto ltimo era por lo generaldenominado mita, de acuerdo con el vocablo quechua). En el caso delos indgenas significaba asimismo las unidades resultantes de ladivisin, o sea las encomiendas.

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    su produccin fuera desviada hacia nuevos cauces. Con-templado desde este punto de vista, el sistema de encomiendases anlogo al sistema del "gobierno indirecto" impuesto por los

    britnicos en la India y Africa, cuyas tendencias conservadoras

    han sido ya sealadas por los antroplogos (Evans-Pritchard yForde 1940).

    Asimismo no podr decirse - que el cambio del sistema deencomiendas al de corregidores, que tuvo lugar durante ladcada de 1560 fuese fundamental. Este cambio tena dosaspectos: consista el primero en la restriccin del trabajogratuito que poda exigir el encomendero y la evaluaci6n, por

    parte de los representantes del rey, del tributo pagado al primero-reformas basadas en la creencia difundida por Las Casas y porotros crticos de los encomenderos, de que los indgenas estabansiendo explotados hasta su exterminaci6n -. La segundaconsista en la restricci6n de la autoridad local de que gozaban

    los encomenderos, que pas6 a los nuevos corregidores deindios, un cambio a raz del temor de la corona de que, lasesperanzas que alentaban los encomenderos de convertirse enseores poderosos e independientes, dotados de numerosos va-sallos, pudiesen hacerse ,realidad. El nuevo sistema no eradiferente intrnsecamente, ni eran tampoco los corregidores

    bsicamente ms obedientes que los encomenderos, pero elhecho de ser designados directamente por el rey, o por el virrey,y por trminos de solo tres a cinco aos, exclua toda

    posibilidad de que pudiesen llegar .a constituir una amenazaseria a la autoridad de la corona de Espaa (Lohmann Villna1957). Pero pronto hubo de esfumarse la esperanza de que stosdemostraran alguna preocupaci6n por el bienestar de losindgenas bajo su autoridad. El resultado, desde el punto devista indgena, fue sencillamente el de que los corregidoresocupaban ahora el lugar (con el sacerdote) que losencomenderos haban ocupado anteriormente, y podan exigirtodo el trabajo y produccin

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    extra que se les antojase, luego de haber satisfecho todos losreclamos fijos relativos a los indgenas.

    La razn por la cual se enfatiza en esta falta comparativa decambio con el sistema de encomiendas y corregimientos escolocada en contraposici6n a los cambios ms fundamentalesque tuvieron lugar con el desarrollo del sistema de haciendadurante las postrimeras del siglo XVI y la primera parte del

    siglo XVII. En trminos econ6micos y polticos, el sistema dehacienda no surgi del sistema de la encomienda sino ms bienen oposicin a ste. La debilidad bsica del sistema de laencomienda estribaba, como ha sido demostrado, en quedependa de la economa tradicional. Pero la economatradicional, debilitada por la desorganizacin y la rpidadeclinacin de la poblacin indgena, pronto se vioimposibilitada para sostener el gran nmero de espaoles queiba llegando al Per. Como resultado de ello se hizo necesarioque la mayora de los espaoles no privilegiados encontraranuna forma de ganarse la vida honradamente en formas menosdependiente de la economa tradicional. Esto signific al

    principio inversiones en rebaos de ganado ovino, vacuno,caprino y porcino, pero a partir de la dcada de 1550, se hizocada vez mayor la inversi6n en empresas agrcolas,especialmente en la costa y en las vecindades de los pobladosmineros. Fue as como en las dcadas de 1550 y 1560 lahabilidad de los gobernadores para asignar concesiones detierras y un nmero limitado de indgenas para el trabajo(tomados de entre los indgenas cuyo trabajo era ahora negado alos encomenderos) a los agricultores, hizo posible el brotede un pequeo sector de la economa parcialmente in-dependiente, dedicada a la agricultura y a la crianza de ganado,sector que durante los aos subsiguientes haba de tornarsecada vez ms independiente, a medida que iba controlando el

    suministro de mano de o1bra mediante el reemplazo de losmitayospor negros en

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    la costa y con yanaconas en la sierra. Este desarrollo de laindependencia march paralelamente con un crecimiento en suvolumen e influencia, de modo que los pueblos indgenas de losque haban dependido las primeras "chacras" para su existencia,fueron cayendo gradualmente en un estado de dependencia delas grandes haciendas en que se iban transformando las "cha-

    cras". A la larga, la mera existencia de este gran sector hispanohaba de probar ser un agente de cambio mucho ms poderosoen la sociedad tradicional que lo que haban sido lasencomiendas.

    2. El sistema de encomiendas en el valle deChancay

    Aunque los cambios que tuvieron lugar en la economa y enla sociedad tradicional peruanas con el desarrollo del sistema dehacienda eran de naturaleza ms fundamental que los cambiosocurridos durante el anterior desarrollo del sistema deencomiendas, es necesario hacer referencia a estos ltimoscambios. Los ms importantes se dan en los aspectos

    demogrfico, poltico y econmico.La demografa peruana del siglo XVI contina en un planode controversia para la investigacin. Los clculos relativos a la

    poblacin total del imperio de los incas hasta la conquista porlos espaoles, variaban entre tres y doce millones de habitantes,habiendo sido considerado aceptable hasta una poca recienteun trmino medio de aproximadamente seis millones. No obs-tante, en un estudio reciente de Borah y Cook para la partecentral de Mxico, y por Henry Dobyns, entre otros, para elPer, se ha sugerido que la poblacin precolombina de losimperios azteca e inca era substancialmente mayor de lo que sehaba supuesto, y que los efectos de las primeras epidemiastradas de Europa por los espaoles fueron en grado sumo ms

    devastadoras de lo que se pensaba. Dobyns, por ejemplo, ba-sndose en los escritos de diversos historiadores sobre

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    los conocidos efectos, en pocas ms recientes, de la aparicinde la peste de la viruela en poblaciones no expuestas, considera

    posible que el brote original de viruela que se desat en el Peralrededor de 1525, habra ocasionado la muerte de ms de lamitad de la poblacin del imperio (Cook 1965 y Dobyns 1963:497).

    Tericamente, la determinacin de la poblacin existente

    antes de la conquista en los valles costeos es ms fcil quepara la totalidad del imperio incaico, por ser posible estimar conmayor exactitud la extensin de tierras que eran cultivadas y elnmero de personas que poda vivir de la produccin de lasmismas (Kosok 1965: 33 y Lanning 1967: 181-85). Kosok, porejemplo, considera que la totalidad' del rea irrigada en la costanortea (comenzando por el valle del Santa) debe haber sidomucho mayor antes de la conquista de lo que es ahora, y que enel resto de la costa puede haber ocurrido lo mismo. Willey llega su clculo del valle del Vir siguiendo el trazo de los antiguos

    poblados y acequias de irrigacin, y considera que durante elperodo de 600 a 1300 D. C. debe haber superado en extensinaproximadamente en un 40% a las 7,000 has de tierras

    cultivadas que ahora tiene dicho valle. Utilizando la proporcinde una persona por acre (2 1/2 por hectrea) de tierra calculuna poblacin mxima de 25,000 habitantes en el valle duranteese perodo, aunque sta pareca haber disminuido tal vez hastala mitad durante los ltimos dos siglos anteriores a la conquista,poca en la que se concentraba la poblacin en la parte baja yalta del valle, dejando abandonado casi por completo el cultivode la parte media del valle (Willey 1955: 374-95).

    La exploracin arqueolgica del valle de Chancay no haprogresado mucho an, pero no hay evidencia alguna de que sehaya abandonado el cultivo de una parte del valle antes de laconquista, como parece haber sido el caso en el valle del Vir.

    La totalidad del rea

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    Keith60

    cultivada actualmente es de 21,541 Has. incluida 1a"Irrigacinde La Esperanza", rea sta que probablemente no era cultivadaantes de la conquista, aunque otras reas cuyo cultivo fueabandonado despus de la conquista puedan quiz habercompensado esto (Romero 1966: 175). Por otra parte es dablesuponer que el rea cultivada antes de la conquista exceda las5,600 fanegadas (19 hectreas) cultivadas por las haciendas en

    1762 (Matos Mar 1967: 333). Valindose del mismo clculoqu