Hª de España: autarquía y estabilización

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24. AUTARQUÍA Y ESTANCAMIENTO ECONÓMICO. LA ESTABILIZACIÓN Y CRECIMIENTO ECONÓMICO. A la finalización de la guerra civil en 1939, España era un país destruido económicamente. Inmediatamente se presentó el hambre y la miseria. A más largo plazo, la política económica franquista se demostró poco eficaz, y con bases poco sólidas. En los años que siguieron al fin de la contienda, la política económica se orientó en un único sentido: conseguir la autarquía, es decir, la autosuficiencia económica. En realidad no era un objetivo, sino una necesidad imperiosa derivada de la ideología del régimen (enemiga del liberalismo, con lo que el libre mercado quedaba sustituido por la intervención estatal) y del aislamiento exterior a que fue sometida España por su proximidad a los regímenes derrotados en la Segunda Guerra Mundial. La autarquía se desarrolló en torno a dos líneas de actuación principales: 1- La reglamentación de las importaciones y exportaciones, que fueron totalmente intervenidas por la administración. Era ésta la que decidía qué productos había que importar y cuales eran prescindibles. La escasez de oro, y los diferentes tipos asignados al cambio de la peseta produjeron carestía de los productos que se importaban (había que inducir a no comprar en el extranjero, por lo que se buscaba encarecer los productos del exterior), y escasez de otros muchos productos, algunos de ellos de gran necesidad. 2- El fomento de la industria. El gasto público invertía en la creación de industrias de bienes de equipo, interesantes para la maquinaria militar y para sustituir a las importaciones que no se realizaban (había que intentar fabricar aquí lo que no se podía comprar fuera). La estrategia de impulso de la industria se completó con la nacionalización de la red de ferrocarriles del estado (RENFE, 1941) y la creación del INI (Instituto Nacional de Industria, 1941). El INI fue una pieza clave en la política autárquica, ya que sustituía a la iniciativa privada en aquellos sectores que necesitaban fuerte inversión inicial

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Resúmenes de Historia de España para selectividad.

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24. AUTARQUÍA Y ESTANCAMIENTO ECONÓMICO. LA ESTABILIZACIÓN Y CRECIMIENTO ECONÓMICO.

A la finalización de la guerra civil en 1939, España era un país destruido económicamente. Inmediatamente se presentó el hambre y la miseria. A más largo plazo, la política económica franquista se demostró poco eficaz, y con bases poco sólidas.

En los años que siguieron al fin de la contienda, la política económica se orientó en un único sentido: conseguir la autarquía, es decir, la autosuficiencia económica. En realidad no era un objetivo, sino una necesidad imperiosa derivada de la ideología del régimen (enemiga del liberalismo, con lo que el libre mercado quedaba sustituido por la intervención estatal) y del aislamiento exterior a que fue sometida España por su proximidad a los regímenes derrotados en la Segunda Guerra Mundial.

La autarquía se desarrolló en torno a dos líneas de actuación principales:1- La reglamentación de las importaciones y exportaciones, que fueron totalmente intervenidas por la administración. Era ésta la que decidía qué productos había que importar y cuales eran prescindibles. La escasez de oro, y los diferentes tipos asignados al cambio de la peseta produjeron carestía de los productos que se importaban (había que inducir a no comprar en el extranjero, por lo que se buscaba encarecer los productos del exterior), y escasez de otros muchos productos, algunos de ellos de gran necesidad.

2- El fomento de la industria. El gasto público invertía en la creación de industrias de bienes de equipo, interesantes para la maquinaria militar y para sustituir a las importaciones que no se realizaban (había que intentar fabricar aquí lo que no se podía comprar fuera). La estrategia de impulso de la industria se completó con la nacionalización de la red de ferrocarriles del estado (RENFE, 1941) y la creación del INI (Instituto Nacional de Industria, 1941). El INI fue una pieza clave en la política autárquica, ya que sustituía a la iniciativa privada en aquellos sectores que necesitaban fuerte inversión inicial o eran escasamente rentables y, por lo tanto, no eran atractivos para empresarios privados. El INI asumía el papel de dinamizador de la industria a costa de fuertes pérdidas, y a cambio de servir de impulso a la economía en general. Como ejemplo de empresas pertenecientes al INI podemos citar Iberia, Endesa, Aunosa, ...

El resultado de esta política de autarquía fue el bloqueo del crecimiento económico; la reducción de la competitividad; el desaprovechamiento de la coyuntura económica favorable creada por la recuperación tras la Segunda Guerra Mundial; la incorporación tardía de España a la fase de crecimiento económico rápido que Europa conoció entre 1945 y 1973 (España solo conocería un verdadero impulso a partir de 1960); la extensión de una economía de escasez y, como consecuencia final, la necesidad del racionamiento (las cartillas se mantuvieron hasta 1951) y la difusión del mercado negro.

La vía de la autarquía se fue agotando por sus propias contradicciones. Había propiciado un proceso inflacionista por el alza de los precios en un sistema en el que los trabajadores carecían de medios legales para luchar por aumentos salariales que compensaran la situación. La consecuencia era la disminución de la capacidad adquisitiva, que arrastró a sectores como el textil, y la pérdida de competitividad que, a su vez repercutía en la devaluación de la peseta. Al valer menos la peseta, los productos exteriores, absolutamente necesarios, se encarecían aún más, con lo que se cerraba el círculo.

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En los años ’50 la situación empezó a cambiar. La apertura al exterior, la fase de desarrollo económico en Europa, y la consolidación de la industria española hicieron posible aplicar medidas que sacaran fruto de las nuevas circunstancias. Había que preparar una transición a un nuevo modelo económico, y se hizo con gran sacrificio de la población: se devaluó la peseta (inflación inmediata), congelación de salarios, aumento de la presión fiscal, flexibilización de las relaciones laborales (ley de Convenios Colectivos de 1958). Por fin la tímida apertura política con la incorporación al gobierno de los llamados tecnócratas cuajó en el Plan de Estabilización (1959). La necesidad surgió de la falta de divisas y reservas de oro para corregir el desequilibrio entre importaciones y exportaciones. A cambio del compromiso del régimen de atenuar la intervención estatal y liberalizar en cierta medida el mercado, diversas instituciones internacionales comenzaron a conceder préstamos con los que hacer frente a la situación.

Inspirándose en el ejemplo francés, se articuló la estrategia de los Planes de Desarrollo Económico y Social, el primero de los cuales empezó a ejecutarse en 1963. Se trataba de planes cuatrienales que concedían a la iniciativa privada el papel de motor, reservándose el Estado la función indicativa de los objetivos. La planificación tuvo como objetivo prioritario a la industria, y las líneas de actuación principales fueron:a- Las acciones estructurales: solucionar problemas y deficiencias de la industria en cuanto a tamaño, competitividad, productividad, etc...b- Los Polos de Desarrollo, que buscaban implantar en zonas de baja industrialización nuevas actividades que corrigieran los defectos de una localización geográfica de la industria demasiado desequilibrada (prácticamente se limitaba a Madrid, Cataluña y País Vasco).

Los objetivos de los tres Planes de Desarrollo ejecutados (1964-67, 1968-71 y 1972-75) no se cumplieron, pero dotaron a la iniciativa privada de infraestructuras (refinerías, red eléctrica, carreteras...) y de materias primas (petróleo, acero, carbón, aluminio...) que pudieron ser aprovechadas en el marco de una economía europea en expansión.

Entre 1959 y 1973 la industria y los servicios se consolidaron como las actividades fundamentales de la economía española. Hasta 1966 la tasa de crecimiento del PIB fue muy superior a la media europea, y la producción industrial creció a un ritmo aun superior (hay que considerar que el punto de partida era muy bajo). La renta per capita creció en términos reales un 40 %, y también lo hizo el consumo privado. Solo a partir de 1966 descendió el ritmo de crecimiento.

En ayuda de este momento de expansión vino la llegada de divisas por dos vías nuevas:

- El turismo, que empezó a llegar a España de forma masiva en los años ’60 y se convirtió en un elemento de ingresos que compensaba la balanza de pagos.

- Los emigrantes. Más de dos millones de españoles emigraron entre 1960 y 1975 para trabajar, sobre todo, en Europa. Las remesas de divisas que enviaban suponían otro capítulo básico de la entrada de capitales. La inversión en industria, las mejores técnicas de producción y la acumulación

de capital permitieron mejorar la productividad, lo que permitió bajar los precios. Esta bajada contribuyó a una mayor competitividad de los productos españoles en el extranjero. Al mismo tiempo, se pudo iniciar un proceso de mejoras salariales. Precios más bajos y sueldos más altos se tradujeron en un aumento de la demanda interna de bienes de consumo. Los productos agrícolas abandonaron su posición privilegiada en la estructura de comercio, y ganaron peso los productos de consumo duradero (electrodomésticos, automóviles...). Es lo que se ha denominado “La España del 600”.

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Este proceso se vio alterado por la irrupción de la crisis del petróleo en 1973.