H. C. Ball, Misionero Pentecostal

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H. C. Ball, Misionero Pentecostal De un pequeño principio la obra latinoamericana de las Asambleas de Dios en los Estados Unidos, creció y llegó a ser una multitud de iglesias, y varios distritos y luego hizo gran impacto en la obra foránea. El hombre elegido y capacitado por Dios para formar esta gran obra hispana fue el hermano H. C. Ball. Henry Cleofas Ball nació en el año 1896 en el Estado de lowa. Como era de salud delicada y a recomendación del doctor, fue llevado por su madre, ya viuda, y su abuelo, al Estado de Nuevo México, en busca de un clima mejor. Luego siguieron el viaje por Texas, pensando llegar a México. Viajaron en una carreta llevada por tres burritos. Pero llegando al fin de la carretera decidieron quedarse en Texas. El hermano Ball tenía unos catorce años cuando se convirtió. Poco tiempo después oyó el mensaje pentecostal, y al recibir el bautismo en el Espíritu Santo, todavía muy jovencito, comenzó a predicar el evangelio entre los mejicanos en esa zona. En al año 1915 recibió plena ordenación, dedicándose a extender el evangelio.

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De un pequeño principio la obra latinoamericana de las Asambleas de Dios en los Estados Unidos, creció y llegó a ser una multitud de iglesias, y varios distritos y luego hizo gran impacto en la obra foránea. El hombre elegido y capacitado por Dios para formar esta gran obra hispana fue el hermano H. C. Ball.

Henry Cleofas Ball nació en el año 1896 en el Estado de lowa. Como era de salud delicada y a recomendación del doctor, fue llevado por su madre, ya viuda, y su abuelo, al Estado de Nuevo México, en busca de un clima mejor. Luego siguieron el viaje por Texas, pensando llegar a México. Viajaron en una carreta llevada por tres burritos. Pero llegando al fin de la carretera decidieron quedarse en Texas.

El hermano Ball tenía unos catorce años cuando se convirtió. Poco tiempo después oyó el mensaje pentecostal, y al recibir el bautismo en el Espíritu Santo, todavía muy jovencito, comenzó a predicar el evangelio entre los mejicanos en esa zona. En al año 1915 recibió plena ordenación, dedicándose a extender el evangelio.

El hermano Ball escribió la siguiente historia del principio de la obra:

"Era mi intención permanecer en la iglesia metodista, mas en aquel tiempo los pentecostales eran considerados como un elemento de discordia, y eran menospreciados. Los jefes se opusieron y trataron de estorbarme de predicar, especialmente acerca del bautismo del Espíritu Santo. Yo informé a mis superiores que sólo permanecería en la iglesia metodista si me fuese posible predicar las doctrinas bíblicas. Me dieron una carta de despedida.

"Los anglos me decían que los latinos jamás serían pentecostales, y yo comencé a creer que esto

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era cierto, pues celebramos cultos desde enero hasta julio de 1915 sin que nadie recibiese el Espíritu Santo, sólo algunos se convirtieron.

"Mas el 4 de julio de 1915 bautizamos a 13 en agua, y esa misma tarde en la escuela al repartir la Santa Cena el poder comenzó a venir sobre los creyentes y nueve recibieron la plenitud del Espíritu Santo. ¡Gloria a Dios!

"Habíamos celebrado el culto y al final celebramos por primera vez la Santa Cena. Cuando repartí el pan y llegué a la hna. Isidra Garza, ella no recibió el pan, sino tenía la cabeza agachada. Le hablé varias veces que tomara el pan, y cuando no lo hizo, me bajé para decírselo al oído y descubrí que hablaba en lenguas extrañas. Sus mejillas se bañaban de lágrimas. Yo había servido a su hijo, Lamberto, antes de ella, así que fui a él y le avisé que su mamá había recibido el Espíritu Santo. El corrió a ella, como si estuviese asustado, y le preguntó si se sentía bien. Ella le habló asegurándole que era glorioso lo que había recibido. Lamberto sólo alzó las manos al cielo y luego fue bautizado en el Espíritu Santo.

"El fuego descendió y esa tarde nueve fueron llenos de la plenitud de lo alto. Creo que nunca terminamos con la Santa Cena ese día. El Señor interrumpió nuestro culto como lo hizo con Pedro en la casa de Cornelio."

Este fue e comienzo de la obra latinoamericana en los Estados Unidos.

Muy temprano en su ministerio comprendió la importancia de la página impresa. En 1916 principió la publicación de La Luz Apostólica, la cual fue continuada por más de 50 años. El hno. Ball era un hombre de muchos talentos. Los usó para la obra de Dios. Escribió muchos himnos y publicó varios himnarios en un tiempo cuando la obra no disponía de dinero. El usó una pequeña herencia para imprimir Himnos de Gloria (1916). Posiblemente se habrán vendido un millón de estos himnarios. Luego siguió Arpa y Voz de Salmodia (1939), Cantos Triunfo, Himnos de Luz, y otros. El hno. Ball no realizó ninguna ganancia de estos libros, sino que los donó a la obra.

Desde el principio de su ministerio el hno. H. C. Ball incentivó el canto de himnos entre las congregaciones latinoamericanas. Y es muy probable que la contribución del hno. Ball a la Himnología Pentecostal sea uno de sus legados más duraderos en América Latina. Al comenzar su ministerio entre los hispanos, el hno. Ball notó la gran carencia que existía de himnarios pentecostales en castellano. Para remediar esta situación compiló y publicó en 1916 “Himnos de Gloria”. Este himnario, publicado por Editorial Vida hasta hoy, llegó a ser el más popular de todos los himnarios compilados por el Hno. Ball y aun es utilizado por numerosas denominaciones. Tradujo innumerables himnos del inglés al castellano que hasta hoy son cantados por diversas iglesias evangélicas: “Oh yo quiero andar con Cristo”, “Un día Cristo volverá”, “Día de victoria, gozo sin igual”, “Hay un canto nuevo en mi ser”, “Unánimes junto a la cruz”, “Cantan los ángeles con dulce voz”, “Yo oigo decir que más allá hay un buen hogar” etc.

El Instituto Bíblico Latinoamericano se dio principio por el ministerio del hermano Ball, y de esa institución han salido pastores y misioneros para bendecir la obra pentecostal.

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Además el hermano Ball sirvió de superintendente de la obra latinoamericana en los Estados Unidos. Posteriormente sirvió como misionero de las Asambleas de Dios en Santiago, Chile desde 1941 a 1943 hasta que más tarde fue nombrado director por las Asambleas de Dios y tenía a su cargo la obra en los países latinos. Viajó a aquellos países representando el Concilio General.

El 27 de mayo, 1989, el Señor llevó al hermano Ball a su hogar eterno. En los últimos años no podía estar activo. Cuando ya no podía salir de su casa se sentaba por horas cantando los himnos en español o tocando el órgano. Cuando se hacían oración con él, levantaba su brazo delgado hacia el cielo, indicando su amor por su Señor.

Nos vienen a la mente las palabras de Balaam “Muera yo la muerte de los rectos, y mi postrimería sea como la suya” (Números 23:10). Pero no le tocó a Balaam morir como los justos, sino fue muerto en batalla por su desobediencia a Dios. Pero se puede decir que el hno. Ball murió como había vivido, alabando a Dios. Su consagración a la obra de Dios nos sirve de ejemplo y aliento. Hasta que Cristo venga seamos fieles extendiendo su reino