Gutiérrez, Daniel. Un Reino Nuevo. Geografía política, pactismo y diplomacia durante el...

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Universidad París 1 Panthéon-Sorbonne Un Reino Nuevo. Geografía política, pactismo y diplomacia durante el interregno en Nueva Granada (1808-1816) Daniel Gutiérrez Ardila Tesis de doctorado en historia dirigida por Mme. Annick Lempérière Octubre de 2008

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  • Universidad Pars 1 Panthon-Sorbonne

    Un Reino Nuevo. Geografa poltica, pactismo y diplomacia durante el interregno en Nueva Granada

    (1808-1816)

    Daniel Gutirrez Ardila

    Tesis de doctorado en historia dirigida por Mme. Annick Lemprire

    Octubre de 2008

  • TABLA DE CONTENIDO

    Introduccin 8

    PRIMERA PARTE: LA DISOLUCIN DEL REINO 28

    1. La diplomacia constitutiva 29 Soberana y representacin 29 Diplomacia provincial 34 Emisarios, espas y parlamentarios 47 Las asambleas del Reino 49 Conclusiones 62

    2. El derecho pblico, natural y de gentes en el Nuevo Reino 64 El derecho natural y de gentes 64 Las ctedras de derecho pblico en el Nuevo Reino 70 Lecturas y lectores 79 De la teora a la prctica 85 El inexorable destino de los pueblos 89 Conclusiones 92

    3. El fracaso de las negociaciones imperiales 94 La Junta de Sevilla 94 La Junta Central 103 El Consejo de Regencia 113 Las Cortes Extraordinarias 126 Conclusiones 132

    4. La Junta de Quito 135 La revolucin del 10 de agosto 135 La ardua bsqueda de la obediencia 140 La fallida confederacin de soberanas interinas 149 La alianza con los ingleses 157 Agona y muerte 160 Conclusiones 162

    5. A mltiples revoluciones, mltiples soberanas 164 El modelo peninsular 165 La revolucin en Cartagena 169 La Junta de Santa Fe 173 Cada hombre es un soberano 183 La eleccin de los diputados al Congreso del Reino 190 Instalacin y fracaso del primer congreso 196 Conclusiones 202

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  • SEGUNDA PARTE: LA RECONSTITUCIN DEL REINO 206

    6. La constitucin del Estado de Cundinamarca y su poltica expansionista 207 Un cuerpo monstruoso sin cabeza 207 El derecho de postliminio 212 Cundinamarca 215 La incorporacin de Mariquita 221 La divisin del Reino en departamentos 225 La expansin militar 234 Una confederacin defensiva 237 Conclusiones 241

    7. Las Provincias Unidas 244 El Acta de Federacin 244 Federalismo y antifederalismo 254 Los diputados a la espera del Congreso 261 La instalacin del Congreso 265 La incorporacin de Cundinamarca 276 Una quimera poltica? 281 Conclusiones 292

    8. Los pactos sociales de la revolucin neogranadina 296 La anarqua 296 La multiplicacin de los cabildos 301 Pequeas anfictionas 313 El Reino por otros medios 319 Una confederacin de confederaciones 323 Conclusiones 329

    9. La reforma negociada de las entidades provinciales 331 El fomento del Meta y el Orinoco 334 La pugna por la provincia del Choc 337 El fracaso de la expansin quitea 353 Conclusiones 360

    TERCERA PARTE: LA REVOLUCIN EN EL EXTRANJERO 362

    10. Los intentos de conciliacin con las autoridades interinas de la monarqua 363 Una revolucin capciosa 363 Los vanos esfuerzos para evitar la guerra en el Magdalena 370 Las negociaciones con el virrey Benito Prez 382 Los comisionados de la rendicin 395 Conclusiones 397

    11. La Compra de armas 400 Las misiones particulares 400 La misin conjunta 410 Conclusiones 419

    12. De la confederacin de la Tierra Firme a la Repblica de Colombia 420 Los comisionados de la Junta del Socorro en Caracas 421 La embajada de Corts de Madariaga 424 La gestacin de la campaa de Venezuela 434 Una repblica federativa para la Tierra Firme 438 La Confederacin de Provincias Litorales 442 La cada de la segunda repblica de Venezuela 445 La creacin de la Repblica de Colombia 449 Conclusiones 452

    3

  • 13. Las misiones a Europa 454 El agente Manuel Palacio Fajardo 455 La misin a Londres 467 Las negociaciones con el papado 481 Una corona en la Nueva Granada 487 Conclusiones 490

    14. Las misiones en Amrica 493 La disputa por los favores de Jamaica 493 La misin a los Estados Unidos 508 El Estado de Cartagena y la Repblica de Hait 511 El enviado de Mxico 514 El corsario de Buenos Aires 519 Conclusiones 524

    Conclusiones generales 526

    Fuentes manuscritas 533

    Fuentes impresas 535

    Bibliografa 549

    Cronologa fundamental 565

    ndice de tablas 569

    4

  • Agradecimientos

    Quiero agradecer, en primer lugar, a Annick Lemprire, quien dirigi este

    trabajo durante cuatro aos, orientando mis investigaciones, resolviendo mis dudas y

    discutiendo conmigo las ideas aqu expuestas. Agradezco, igualmente, a Roberto Luis

    Jaramillo, Jeanne Chenu, Clment Thibaud, Federica Morelli y Vronique Hebrard, a

    quienes esta tesis debe tanto. Quiero agradecer, as mismo, a Franoise Vergnault-

    Belmont, a cuyos cursos en la EHSS tuve la fortuna de asistir y quien me acompa

    generosamente a lo largo del proceso de elaboracin de los mapas que ilustran este

    libro. Agradezo tambin a Sergio Meja, Armando Martnez Garnica, Marc Belissa,

    Georges Lomn, Genevive Verdo, Alfonso Mnera, Thomas Bouchet, Carlos

    Camacho y David Zuluaga por haber ledo o discutido conmigo mis teoras sobre el

    interregno neogranadino. Quiero dejar constancia, adems, la enorme deuda de gratitud

    que contraje durante los muchos meses que dur mi trabajo con las familias Gonzlez

    Maya, Gutirrez Ardila, Jean, Billardon, Jones Escobar, Gutirrez Sann y

    Petitdemange. Quiero agradecer, as mismo, a Jos Fernando Gmez y a Juan Osorio y

    Liliana Gutirrez por haberme hospedado y agasajado durante mis estancias en Bogot.

    Doy las gracias en Pars a Jaime Gmez y a Michel Franois. En Madrid a Carlos Risco

    y a Javier Moreno. En la Universidad Externado de Colombia a Mara Teresa Caldern.

    En Sevilla a Rafael Macas y, muy especialmente a C. Cunill; y en Triana a Lola Puente

    y su familia, a Samuel, a Nikos Maravas, y, por supuesto, toda la gente de El Balado y

    del Altozano. En Medelln, agradezco a Nieve Aluma Orejuela, a Rodrigo Escobar

    Restrepo, a lvaro Meja y a Angie Lopera, a Nicols Naranjo, a Mnica Boza y a

    Freddy Montoya por sus maravillosos libros. Deseo recordar por orden de aparicin, a

    quienes fueron mis compaeros en la BNF durante todos estos aos: Fernando Pardo,

    David Orduz, Andrs Vlez, Camilo Uribe, Charles Fontlupt, Philippe Colin, Jess

    Martnez, Marisol Garca, Daniel Damasio y Bernardo Carvajal. Por ltimo, agradezco

    a Jean Louis Le Gludic quien corrigi la versin francesa de esta tesis y a Melisa

    Gutirrez quien me ayud con la digitalizacin de los mapas.

    5

  • Abreviaturas

    AGI: Archivo General de Indias (Sevilla) AGN: Archivo General de la Nacin (Bogot) SAAH: Seccin Archivo Anexo, Fondo Historia. SAAG: Seccin Archivo Anexo, Fondo Gobierno. AHA: Archivo Histrico de Antioquia (Medelln) AHM: Archivo Histrico de Medelln AHN: Archivo Histrico Nacional (Madrid) AMAE: Archives du Ministre des Affaires trangres (Pars) AN: Archivo Nario, coleccin de documentos editada por Guillermo Hernndez de Alba, Bogot, Presidencia de la Repblica, 1990, 6 volmenes. ANF: Archives Nationales de France (Pars) AR: Archivo Restrepo (Bogot, disponible en microfilms en el AGN) BHA: Boletn de Historia y Antigedades BANHV: Boletn de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela BNC: Biblioteca Nacional de Colombia (Bogot) BLAA: Biblioteca Luis ngel Arango (Bogot) BNF: Biblioteca Nacional de Francia (Pars) DHPC: Manuel Ezequiel CORRALES, (compilador), Documentos para la historia de la Provincia de Cartagena de Indias, hoy Estado Soberano de Bolvar, en la Unin Colombiana, Bogot, Imprenta de Medardo Rivas, 1883, t. 1. HR: Jos Manuel RESTREPO, Historia de la revolucin de la repblica de Colombia en la Amrica Meridional, Besanon, Joseph Jacquin, 1858, 4 vol. HR-1827: Jos Manuel RESTREPO, Historia de la Revolucin de la Repblica de Colombia, por Jos Manuel Restrepo, secretario del interior del poder ejecutivo de la misma repblica, Paris, Librera Americana, 1827, 10 vol. y un atlas.

    6

  • RAH, CM: Real Academia de la Historia (Madrid), Coleccin Morillo.

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  • Introduccin

    Como consecuencia del tratado de Fontainebleau, que prevea la conquista y el

    reparto de Portugal entre Francia y Espaa, los ejrictos imperiales entraron en la

    Pennsula a finales de 1807. Como se sabe, Napolen incumpli lo pactado y sus tropas

    se apoderaron por sorpresa de Pamplona y Barcelona1. Benito Prez Galds evoc en

    sus Episodios Nacionales la notable impopularidad de Carlos IV y el disfavor que su

    favorito Godoy suscitaba en buena parte de los habitantes de la Pennsula. Ello explica

    que la traicin de los franceses -que se crea destinada a intronizar el prncipe de

    Asturias- fuera percibida en principio como una maniobra afortunada2. Las

    abidicaciones de Bayona, sin embargo, desvanecieron aquellas fatuas esperanzas y

    provocaron un impresionante levantamiento popular en oposicin a los proyectos de

    Bonaparte. Tal fue el comienzo de la revolucin liberal en el mundo hispnico y

    tambin, de alguna manera, de las independencias de los pases de centro y Suramrica.

    En trminos generales puede decirse que esta tesis es un estudio de las

    repercusiones de la crisis monrquica en el Nuevo Reino de Granada. Si bien Fernando

    VII regres al trono espaol en 1814, su autoridad no fue restablecida en el virreinato

    sino dos aos ms tarde gracias a una poderosa expedicin militar enviada con tal fin

    desde la Pennsula. La feroz represin del Ejrcito Pacificador asegur nuevamente la

    dependencia de la colonia durante un efmero perodo conocido como la Reconquista-

    que concluy en agosto de 1819 con la toma de Santa Fe por parte de las tropas de

    Simn Bolvar. El interregno neogranadino fue, pues, ms prolongado que el peninsular

    y constituye, como ste ltimo, un perodo claramente diferenciado3.

    Si se considera la naturaleza de los acontecimientos que tuvieron lugar en el

    Nuevo Reino de Granada entre 1808 y 1816 se comprender por qu el presente libro

    es, ante todo, un anlisis de la disolucin del virreinato del mismo nombre, as como del

    1 Miguel ARTOLA, La guerra de la Independencia, Espasa Calpe, 2007. 2 La corte de Carlos IV. 3 Como dice Fray Servando Teresa de Mier en este caso el nuestro era el de un interregno extraordinario, segn el lenguaje de los polticos, porque estando los Reyes separados de su trono en pas extrangero, y sin libertad alguna, se les haba entredicho su autoridad legtima; sus reynos estaban como una rica herencia yacente, que, estando a riesgo de ser disminuida, destruida o usurpada, necesitaba ponerse en fieldad o depsito por medio de una autoridad pblica, Historia de la revolucin de Nueva Espaa [1813], edicin critica dirigida por A. SAINT-LU y M-C BENASSY-BERLING, Pars, Sorbonne, 1990, p. 33.

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  • laborioso surgimiento, la consolidacin y la cada de la federacin de Estados

    provinciales que ocup brevemente su lugar. Como las abdicaciones de Bayona fueron

    el punto de partida de un extremado proceso de fragmentacin de la soberana en todos

    los territorios de la monarqua espaola, y particularmente en el neogranadino, es

    apenas lgico que esta tesis sea, esencialmente, una historia de las negociaciones

    polticas que entablaron, entre s y con el extranjero, los actores territoriales del

    virreinato a lo largo de ocho aos. Ello explica que este trabajo se componga de tres

    partes harto diferentes. En la primera, se expone la historia de un fracaso, es decir, la de

    los vanos intentos hechos por los diversos gobiernos interinos de la Espaa libre para

    conservar la cohesin del imperio y, en particular, la fidelidad de los territorios

    neogranadinos. En otras palabras, ella analiza los dos primeros aos de la crisis

    monrquica, es decir, el perodo comprendido entre el surgimiento de las juntas de

    gobierno peninsulares en la primavera de 1808 y la copiosa aparicin de sus rplicas

    neogranadinas dos aos ms tarde. Tras haber dado cuenta del resquebrajamiento del

    imperio y la disolucin del virreinato, las dos partes restantes de la tesis se ocupan, entre

    tanto, de la historia de una revolucin truncada. La segunda lo hace desde adentro, esto

    es, siguiendo el curso de las relaciones diplomticas que entablaron entre s los

    diferentes gobiernos soberanos del Nuevo Reino con el fin de reconstruir la unidad

    perdida y garantizar, de ese modo, la paz interior y la defensa contra los ataques de los

    invasores. La tercera, entre tanto, lo hace desde afuera, ya que estudia la diplomacia

    exterior, o dicho de otro modo, las negociaciones que los agentes de los Estados

    neogranadinos establecieron con los diferentes pases de Europa y Amrica.

    Cmo nace un Estado? Es cosa bien sabida que la ruptura con la antigua

    metrpoli culmina con el reconocimiento oficial a la nueva entidad que le tributan al

    cabo del proceso las grandes potencias. No obstante, en el caso neogranadino el estudio

    de las misiones diplomticas reviste un inters an mayor pues adems de resultar

    imprescindible para comprender el acceso del pas al concierto de las naciones,

    explica el surgimiento mismo del Estado. Se comprender entonces por qu este libro,

    adems de ser una historia de la primera fase de la revolucin neogranadina y del

    surgimiento de la federacin revolucionaria de Estados soberanos conocida con el

    nombre de las Provincias Unidas (de la que procede la Colombia moderna), pretende ser

    tambin una historia del nacimiento de la diplomacia en el Nuevo Reino de Granada4.

    4 Existen excelentes obras de historia diplomtica de Colombia. No obstante, ellas apenas dedican algunas pginas al perodo del interregno neogranadino, Francisco Jos URRUTIA, Los Estados-Unidos de

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  • Sin embargo, como se ver a lo largo de las pginas siguientes, entre el antiguo

    virreinato y las Provincias Unidas de la Nueva Granada no corre un canal expedito, sino

    un ro mendrico, un curso vacilante que pudo haber tenido soluciones muy diversas a

    la que conocemos. Por ello, una de las principales ambiciones de este trabajo es dar

    cuenta de ese curso sinuoso, explorar esas madres viejas.

    Esta tesis se interesa ampliamente por la geografa poltica, que tuvo entonces

    una importancia inusitada, y sin la cual difcilmente pueden comprenderse los diversos

    proyectos de los revolucionarios neogranadinos de 1810. Ciertamente, los estudios

    sistemticos sobre el territorio del virreinato y sus producciones naturales haban

    comenzado ya a mediados del siglo XVIII. Hans-Joachim Knig ha mostrado cmo el

    inters de los ilustrados del Nuevo Reino por la geografa se convirti en el fundamento

    de una tmida identidad comn calcada sobre los lmites administrativos establecidos

    por la Corona5. Sin embargo, nunca antes, como en 1810, los conocimientos

    acumulados sobre el territorio haban tenido una aplicacin verdaderamente poltica. En

    efecto, la desaparicin de la autoridad suprema del monarca provoc el derrumbe de la

    jerarqua territorial del imperio y dio origen a una compleja pugna entre las provincias

    neogranadinas que, si bien eran conscientes de la necesidad de una crear nueva

    superintendecia, deseaban establecerla de la manera lo menos gravosa posible. La

    diversidad de intereses puso en riesgo la integridad del Nuevo Reino y estimul el

    surgimiento de asociaciones polticas alternativas concebidas segn los imperativos de

    la economa, el comercio y la defensa del territorio.

    El estudio de la geografa poltica durante la primera fase de la revolucin de

    independencia se ve obstaculizado por la inexistencia mapas de la poca donde consten

    los linderos de las diferentes provincias del virreinato. Para paliar dicha carencia suelen

    emplearse los producidos por la Expedicin Corogrfica y publicados en Pars en 1889,

    lo que, como podr imaginarse, constituye un anacronismo de magnas proporciones6.

    Sin pretender ser perfectos, los mapas elaborados para ilustrar y facilitar la lectura de

    Amrica y las repblicas hispano-americanas de 1810 a 1830, pginas de historia diplomtica, Madrid, Editorial Amrica, 1918; Pedro A. ZUBIETA, Apuntaciones sobre las primeras misiones diplomticas de Colombia (Primero y segundo perodos 1809-1819-1830), Bogot, Imprenta Nacional, 1924; Germn CAVELIER, La poltica internacional de Colombia. Un ensayo de interpretacin. Primera Parte: la Gran Colombia (1820-1830), Bogot, Editorial Iqueima, 1949; Raimundo RIVAS, Historia diplomtica de Colombia (1810-1934), Bogot, Ministerio de Relaciones Exteriores, 1961. 5 En el camino hacia la nacin. Nacionalismo en el proceso de formacin del Estado y de la Nacin de la Nueva Granada, 1750-1856, Bogot, Banco de la Repblica, 1994, pp. 53-185. 6 Manuel Mara PAZ y Felipe PREZ, Atlas de la Repblica de Colombia (antigua Nueva Granada) el cual comprende las Repblicas de Venezuela y Ecuador con arreglo a los trabajos geogrficos del general de ingenieros Agustn Codazzi..., Pars, Imprenta A. Lahure, 1889.

    10

  • este libro fueron construidos a partir de las informaciones que figuran en las fuentes de

    la poca. No obstante, debe tenerse en cuenta que para 1810 los conocimientos

    geogrficos que se tenan del Nuevo Reino de Granada eran bastante rudimentarios. Se

    saba que el virreinato se extenda desde los confines de la Capitana General de

    Guatemala hasta el virreinato del Per, la Amrica portuguesa y la Capitana General de

    Venezuela. Empero, las fronteras de aquel enorme territorio eran en buena parte un

    misterio7 y ni siquiera los ms hbiles gegrafos se atrevan a trazar sus fronteras a

    travs de los pases desconocidos que mediaban entre la ensenada de Tumbes y la

    desembocadura del ro Apure en el Orinoco8 (Cf. mapa nmero 1). Los linderos entre

    las diferentes provincias del Nuevo Reino, y aun entre los cabildos, eran, as mismo,

    bastante imprecisas. En tales circunstancias, los confines interprovinciales que figuran

    en los mapas de esta tesis deben tenerse por meras aproximaciones.

    En 1810 el virrey de Santa Fe tena jurisdiccin sobre el Nuevo Reino de

    Granada propiamente dicho, sobre la Audiencia de Quito y el istmo de Panam. Todos

    aquellos territorios constituan entonces una unidad no slo administrativa sino tambin

    poltica y por ello resulta inconveniente estudiar la revolucin de independencia

    despedazando el conjunto, como lo hizo la historiografa nacionalista del siglo XX. Es

    igualmente necesario incluir en los anlisis a la Capitana General de Venezuela puesto

    que durante toda la fase independentista los lderes de aquella regin mantuvieron un

    intenso dilogo intelectual y poltico y una estrecha colaboracin militar con sus

    vecinos occidentales. De este modo, as como esta tesis est consagrada al perodo del

    interregno neogranadino (los ocho aos durante los cuales el poder del rey estuvo

    ausente en el virreinato), geogrficamente hablando ella se circunscribe al espacio

    comprendido entre Guayaquil y Cuman. Para referirse a tal masa en su conjunto se

    emplear el trmino Tierra Firme por ser el ms apropiado para ello desde el perodo

    7 Sobre este tema, vase el libro de Marta HERRERA NGEL, Ordenar para controlar. Ordenamiento espacial y control poltico en las Llanuras del Caribe y en los Andes Centrales Neogranadinos. Siglo XVIII, Bogot, Academia Colombiana de Historia-ICANH, 2002, pp. 117-133. 8 Francisco Jos de CALDAS, Estado de la Geografa del Vireinato de Santa F de Bogot, con relacin la economa y al comercio, por Don Francisco Jos de Caldas, individuo meritorio de la Expedicin Botnica del Reino y encargado del Observatorio Astronmico de esta capital (8 de diciembre de 1807), en: Joaqun ACOSTA (ed.), Semanario de la Nueva Granada. Miscelnea de ciencias, literatura, artes e industria, publicada por una sociedad de patriotas granadinos, bajo la direccin de Francisco Jos de Caldas. Nueva edicin. Corregida, aumentada, con varios opsculos inditos de F. J. de Caldas. Anotada y adornada con su retrato y con el cuadro original de la Geografa de las plantas del Barn de Humboldt, Paris, Laserre Editor, 1849, pp. 2-3.

    11

  • de la Conquista, como lo demuestra la obra del padre Simn9. Entre tanto, para aludir al

    territorio propiamente neogranadino se utilizar la voz Nuevo Reino de Granada o

    simplemente el Reino, pues tales son las expresiones ms comnmente empleadas en

    la poca, segn pudo comprobarse tras un atentsimo examen. En efecto, el apelativo

    Nueva Granada es usado raramente durante el interregno neogranadino, aunque a

    partir del retorno de Fernando VII al trono en 1814 -y sobre todo despus de la

    Reconquista en 1816- se har cada vez ms frecuente hasta convertirse en el nombre

    oficial de la repblica surgida en 1830. Siguiendo los mismos parmetros, no se hablar

    nunca de Ecuador sino de la presidencia de Quito, o simplemente de Quito; la

    mal llamada Gran Colombia se designar por su verdadero nombre, esto es,

    sencillamente Colombia, y en lugar de Bogot -que era entonces un pueblo de

    indios- se dir siempre Santa Fe como lo quiere la exactitud histrica.

    En Colombia, como en el resto de Amrica, se han escrito infinidad de libros

    sobre el perodo de la independencia. No obstante, el inters por la gesta bolivariana ha

    relegado al olvido la primera fase de la revolucin que sigue siendo uno de los perodos

    menos estudiados de la historia del pas. Para comprender dicha paradoja es necesario

    recurrir a una explicacin dual. Primeramente, el estudio del perodo transcurrido entre

    1810 y 1816 es, en ltima instancia, el de una revolucin fracasada: tras seis aos de

    dificultades y penosos conflictos las Provincias Unidas de la Nueva Granada cayeron en

    poder del Ejrcito Pacificador comandado por Don Pablo Morillo que se libr a una

    trgica purga en la que perecieron los ms brillantes individuos del antiguo virreinato.

    Ante semejante panorama, los historiadores han optado en su gran mayora por escribir

    la fase triunfal del perodo independentista durante la cual los ejrcitos de Simn

    Bolvar se pasearon victoriosos desde los desiertos del Orinoco hasta los confines del

    Per. Dicha eleccin que como se ver no es inocente desde el punto de vista poltico-

    ha impuesto por lo general un esquema narrativo de graves consecuencias: desde

    comienzos del siglo XIX los investigadores -colombianos y extranjeros- han acentuado

    hasta lo burlesco el ideario y las disensiones de los hombres de 1810 con el fin

    manifiesto de exaltar a los hombres pertenecientes al perodo colombiano. De alguna

    manera, para realzar la brillantez del ciclo bolivariano han sido imprescindibles hasta

    ahora las tinieblas de la Patria Boba, apelacin peyorativa con que se conoce el

    interregno.

    9 Fray Pedro SIMN, Noticias historiales de la conquista de Tierra Firme en las Indias Occidentales, Bogot, Banco Popular, 1981, 7 vol.

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  • Dicho trmino, precisamente, permite abordar la segunda razn por la cual han

    sido tratados con tanta ligereza los primeros aos de la revolucin de independencia en

    el Nuevo Reino de Granada. En efecto, a qu patria y a qu tipo de insensatez alude

    aquella socorrida expresin? La pregunta es lcita, pues si algo caracteriza al perodo en

    cuestin es tanto la prestancia intelectual de sus protagonistas como la multiplicidad de

    las soberanas que entraron en juego desde 1810. Por qu, pues, se han querido reducir

    a una patria singular los Estados de Cartagena, Antioquia, Citar, Nvita, Popayn,

    Quito, Neiva, Mariquita, Cundinamarca, Tunja, Pamplona, Socorro y Casanare? Por

    qu motivo el imponente legado de los polticos neogranadinos del interregno ha sido

    cubierto tantas veces con el manto de la estulticia? La respuesta a estos interrogantes se

    halla en buena medida en prejuicios polticos heredados de ese que Sergio Meja ha

    bautizado tan apropiadamente con el nombre de partido de los Libertadores10. Cuando

    en 1827 el doctor Jos Manuel Restrepo public en Pars la primera versin de su

    Historia de la Revolucin de la Repblica de Colombia11 no slo vio la luz la mejor

    obra escrita hasta hoy sobre el tema, sino que adems se echaron las bases histricas del

    antifederalismo en la Nueva Granada. No en vano el autor, defensor prominente del

    rgimen centralista en el llamado Congreso de Ccuta y uno de los redactores de la

    constitucin del mismo nombre, ejerca entonces como secretario del interior. En sus

    ataques histricos al sistema federal, Restrepo retom no slo las crticas de Simn

    Bolvar a la primera repblica de Venezuela, sino tambin de manera paradjica- los

    argumentos enunciados algunos aos atrs por Don Antonio Nario, a quien con tanto

    ardor haba combatido en el pasado. Para entender por qu razn el historiador

    colombiano dej de ser un ferviente federalista para convertirse en uno de los adalides

    del centralismo, basta con traer a mientes la traumtica experiencia de la Reconquista

    que convenci a Restrepo -y a muchos otros hombres de su generacin- de que para

    gobernar a los neogranadinos y consolidar la revolucin era preciso un poder

    concentrado y expedito. De este modo, el fracaso de la generacin de 1810 se convirti

    en una fuente de legitimidad del rgimen colombiano. Como dice Sergio Meja, la

    10 Sergio MEJA, La revolucin en letras. La Historia de la Revolucin de Colombia de Jos Manuel Restrepo (1781-1863), Medelln, Universidad de los Andes-EAFIT, 2007. 11 Historia de la Revolucin de la Repblica de Colombia, por Jos Manuel Restrepo, secretario del interior del poder ejecutivo de la misma repblica, Paris, Librera Americana, 1827, 10 vol. y un atlas, en adelante HR-1827.

    13

  • crtica sistemtica de Restrepo a la Primera Repblica es inseparable de su

    proclamacin de los lderes de la Segunda12.

    Dos aos despus de la aparicin de la Historia de la Revolucin, el diplomtico

    Juan Garca del Ro public en Bogot un interesante libro de anlisis poltico en el que

    retom la idea esbozada por Restrepo segn la cual los revolucionarios venezolanos y

    neogranadinos de 1810, deslumbrados con el ejemplo de los Estados Unidos, haban

    adoptado servilmente unas instituciones que no podan conducirlos ms que a la ruina13.

    Garca del Ro no pretenda hacer una obra histrica sino intervenir en los debates

    pblicos sobre el porvenir de la agonizante Colombia, demostrando que el rgimen ms

    conveniente para el pas era una monarqua constitucional. Por ello, en su anlisis, que

    tiende a la caricatura, se aprecia ya claramente el estereotipo que habr de perpetuarse:

    los hombres de 1810, vctimas de un pernicioso dogmatismo poltico, fueron incapaces

    del menor pragmatismo y los Estados provinciales, en lugar de unirse para defenderse

    del enemigo comn, desgastaron torpemente sus fuerzas combatiendo entre s.

    En 1858 Jos Manuel Restrepo public en Besanzn la edicin definitiva de su

    obra monumental14. Para entonces haban corrido casi tres dcadas desde la disolucin

    de Colombia y, no obstante, el historiador no matiz sus opiniones sobre los proyectos o

    la conducta observada por los lderes polticos durante el interregno. Antes bien, sus

    juicios se hicieron ms severos, como lo evidencia la supresin de algunos pasajes

    claves de la primera edicin en los que se justificaban de algn modo las acciones y los

    dilemas de los primeros revolucionarios15. Cmo dar cuenta de semejante situacin? Y

    en segundo lugar, cmo explicar que Restrepo se decidiera finalmente a publicar la

    versin definitiva de su obra luego de que las disputas y los sinsabores que le acarre la

    primera lo hubieran convencido de la necesidad de una edicin pstuma16? La respuesta

    a ambos interrogantes se encuentra sin duda en la reaparicin de Estados soberanos en

    la Nueva Granada. Al acercarse el congreso de 1853, Restrepo haba publicado ya un

    artculo combatiendo varios proyectos constitucionales que proponan la adopcin de un

    12 Sergio MEJA, La revolucin en letras..., op. cit. 13 Juan GARCA DEL RO, Meditaciones Colombianas, Bogot, Por J. A. Cualla, 1829. Vase especialmente la Meditacin primera, titulada, precisamente Revista Poltica de Venezuela y Nueva Granada hasta fines de 1819. 14 Historia de la revolucin de la repblica de Colombia en la Amrica Meridional, Besanon, Joseph Jacquin, 1858, 4 vol (en adelante: HR). 15 Un buen ejemplo de lo dicho: HR-1827, t. 3, pp. 240-243. 16 En efecto, Restrepo no quera correr el peligro al que se expone quien dice la verdad histrica mientras viven los actores a quienes no se trata bien, Diario Poltico y Militar. Memorias sobre los sucesos importantes de la poca para servir a la historia de la Revolucin de Colombia y de la Nueva Granada desde 1819 para adelante, Bogot, Biblioteca de la Presidencia de Colombia, 1954, vol. 4, p. 113.

    14

  • sistema federativo de corte norteamericano. Cuatro aos ms tarde volvi a escribir

    fuertemente contra aquellos desvaros que, en su opinin, slo podan conducir a la

    disolucin de la repblica17. Ambos escritos poseen un inters innegable, sobre todo

    porque en ellos Restrepo, adopt el tono de un polemista y expres patentemente ciertas

    ideas que slo existen en su obra histrica de manera tmida y soterrada. En sntesis, el

    poltico antioqueo, adoptando los primeros preceptos del Espritu de las leyes, afirm

    que el sistema federativo no convena a las repblicas de la Amrica espaola por ser

    contrario a su situacin moral, ilustracin, costumbres, religin y hbitos. Por ello, las

    antiguas colonias de la corona de Castilla en su condicin de vctimas de un

    despotismo secular- no podan adoptar con provecho las instituciones de los Estados

    Unidos que haban sido prcticamente provincias britnicas y haban gozado durante su

    infancia de un gobierno liberal. Segn Restrepo, la impropiedad del federalismo para la

    raza espaola era una verdad perfectamente sustentada por la historia: al despedazar las

    grandes secciones de las colonias espaolas en pigmeos o ridculos Estaditos, los

    experimentos confederativos que haban visto la luz desde Mxico hasta Buenos Aires

    slo haban producido gobiernos dbiles, incapaces de conservar el orden pblico y

    repeler los enemigos exteriores y condenados a degenerar en dictadura. Para Restrepo la

    disolucin del Reino de Guatemala en republiquitas, susceptibles de ser dominadas

    por una veintena de hombres armados o fciles presas de los aventureros yankees, era

    el destino inexorable de toda la Amrica espaola si sta persista en el capricho

    federalista. Y es que para el historiador neogranadino las amenazas exteriores,

    representadas ya no por la antigua metrpoli sino por los Estados Unidos, constituan la

    segunda razn por la cual deba descartarse todo gobierno que no fuese enrgico. No en

    vano, Mxico, victima de la voracidad de su vecino del norte, haba perdido

    recientemente la tercera parte de su territorio18.

    El proceso de federalizacin en la Nueva Granada, tan temido por Restrepo,

    prosigui, no obstante, su marcha y culmin con el nacimiento, en 1858, de la llamada

    Confederacin Granadina19. La segunda edicin de la Historia de la Revolucin no

    17 Biografa de Jos Manuel Restrepo, escrita por l mismo, en: Autobiografa. Apuntamientos sobre la emigracin de 1816, e ndices del Diario Poltico, Bogot, Biblioteca de la Presidencia de Colombia, 1957, p. 44; Diario Poltico y Militar, op. cit., pp. 608 y 644.. 18 FABIO (seudnimo), La Federacin en la Nueva Granada, en: El pasatiempo Nos 79-82 (Bogot, 22 y 29 de diciembre de 1852 y 5 y 12 de enero de 1853); La Federacin en la Nueva Granada, Bogot, Imprenta de Ortiz i C., 1856. 19 En 1855 el Congreso haba aprobado un acto legislativo reformatorio de la Constitucin por medio del cual se creaba el Estado Soberano de Panam. Al ao siguiente dio vida al Estado Soberano de Antioquia,

    15

  • poda ser extranjera a tales acontecimientos. Por ello, cuando Restrepo afirma en su

    autobiografa que la publicacin deba contribuir a remediar la ignorancia que achacaba

    a los jvenes de 30 o 40 aos en lo relativo a la historia nacional, se refiere, sin duda al

    extravo federalista que haba causado, desde su punto de vista, la ruina de las

    primeras repblicas20. Como puede apreciarse, la historia del interregno segua siendo

    esencialmente poltica sencillamente porque las crticas al sistema federativo eran, ms

    que nunca, de entera actualidad. Como bien dice Sergio Meja, si con la primera edicin

    de su obra Restrepo se haba propuesto la sancin poltica del partido de los

    Libertadores y la defensa de su gobierno indiscutido al frente de la Repblica de

    Colombia, con la segunda el historiador busc hacer un llamado a la nacin para que

    recordase su pasado y lo pusiese al servicio de la buena poltica21.

    Algunos aos ms tarde vio la luz otra obra fundamental sobre los primeros aos

    de la revolucin. Su autor, Jos Manuel Groot, perteneci en su juventud a una logia

    masnica bogotana, mas con el tiempo se hizo intensamente catlico y, desde 1849,

    miembro del partido conservador. Ello explica que las reformas liberales de medio siglo

    lo llevaran a escribir artculos de apologtica dogmtica en el peridico El Catolicismo -

    fundado a la sazn por el arzobispo Manuel Jos Mosquera- y a componer una Historia

    eclesistica y civil de la Nueva Granada22. Groot se propuso en ella trazar los

    pormenores del establecimiento y desarrollo de la religin catlica en su pas con el fin

    de reparar las calumnias que presentaban el clero a las nuevas generaciones como

    enemigo de las luces y hostil a la causa de la independencia americana23. La Historia

    eclesistica y civil de Nueva Granada, concebida desde el comienzo para intervenir en

    un fuerte debate poltico, acentu an ms su carcter pugnaz en virtud de los

    acontecimientos que tuvieron lugar durante su redaccin: resurgimiento del federalismo,

    triunfo de la revolucin encabezada por el General Mosquera y adopcin de la

    Constitucin de Rionegro (1863). Las reformas emprendidas durantes esos aos

    y en 1857 a los de Santander, Cauca, Cundinamarca, Boyac, Bolvar y Magdalena. Jos de la VEGA, La Federacin en Colombia 1810-1912, Bogot, Imprenta de la Cruzada, MCMXII. 20 Por ello crey Restrepo hacer un servicio a su patria con la nueva edicin de la historia. Por ello, igualmente, se propuso escribir un compendio de historia para la enseanza en los colegios granadinos, Biografa de Jos Manuel Restrepo, op. cit , p. 47 y 50. 21 Sergio MEJA, op. cit. Vase sobre todo el captulo 5. 22 Vase al respecto el excelente trabajo de Sergio MEJA, El Pasado como Refugio y Esperanza La Historia Eclesistica y Civil de Jos Manuel Groot (1800-1878), tesis indita para la Maestra de Historia de la Universidad Nacional de Colombia, Bogot, 2000. 23 Historia eclesistica y civil de Nueva Granada, escrita sobre documentos autnticos por don Jos Manuel Groot, Bogot, Imprenta a cargo de Focin Mantilla, 1869, t. 1, p. I.

    16

  • minaron los privilegios eclesisticos y confirmaron a Groot la necesidad y la

    importancia de defender las instituciones catlicas.

    Jos Manuel Groot recurri tambin al carcter ejemplarizante de la Patria Boba.

    No en vano, una de las tareas que se asign, segn lo confiesa en la introduccin, fue la

    de desterrar ciertas ideas relativas a la poca transcurrida entre 1810 y 1816, que

    consideraba falsas y que se haban difundido entre el pblico24. Por tal razn la mayor

    parte del tomo segundo est consagrada al perodo. La visin histrica de Groot,

    aquejada como se acaba de referir por su ferviente militancia poltica, se vio afectada

    igualmente, por un inobjetable lastre: su familia haba pertenecido decididamente al

    partido de Nario, quien fuera presidente del Estado de Cundinamarca. En efecto, su

    padre y su to, Primo y Pedro Groot, haban ocupado diversos cargos en aquel gobierno.

    Esta filiacin poltica influy poderosa y permanentemente sus juicios sobre la

    federacin. El hecho de haber utilizado la Gazeta Ministerial de Cundinamarca (cuya

    coleccin se ufanaba de poseer) como fuente casi exclusiva para referir las diferencias

    de Santa Fe con las Provincias Unidas, reforz an ms la sesgada orientacin de su

    obra. Groot reprodujo fragmentos enteros de la publicacin oficial, apropindose de sus

    juicios y alegatos, sin confrontarlos jams con los papeles de los federados. En cuanto a

    las razones que invoc para descalificar el sistema federal, stas provienen directamente

    y sin filtros de La Bagatela, el peridico concebido y editado por Nario. En concepto

    de Groot, lo ocurrido entre el ao diez y el ao diecisis no fue ms que el triste

    enfrentamiento de soberanas ridculas, comandadas por polticos ilusos, carentes de

    sentido prctico y vctimas de sus ideas y de un filosofismo fantico: He aqu todo el

    empeo de la federacin en la otra patria: erigir soberanas tan ridculas como

    miserables, en que los pueblos eran sacrificados para que los petulantes hicieran papel

    su costa y los perdidos sacasen provecho25. Groot no se content, sin embargo, con

    repetir la interpretacin caricatural de la primera fase de la revolucin y agreg un

    elemento novedoso que haba de tener mucho xito en las generaciones posteriores de

    historiadores. En efecto, a partir de la Historia eclesistica y civil Antonio Nario se

    convirti en una suerte de profeta desdichado, en el predicador de la razn en medio de

    una generacin de tunantes. Casi un siglo ms tarde, Bernardo J. Caycedo haba de

    sintetizar en modo inmejorable este tpico historiogrfico al afirmar que efectivamente

    24 Historia eclesistica y civil, op. cit., t. 1, p. II. 25 Ibid., t. 2, p. 257.

    17

  • haba existido una Patria Boba, mas no por Nario sino a pesar de Nario26. La

    arraigada creencia en esta verdad desteida explica que Jos Manuel Groot pusiera

    especial cuidado en ahogar, borrar o silenciar todo acontecimiento susceptible de obrar

    en desdoro de la reputacin de Nario. Para resumir, puede decirse que la obra de

    Groot, en lo que respecta al interregno neogranadino, es una historia escrita desde el

    punto de vista cundinamarqus y, en consecuencia, adolece de un clarsimo talante

    centralista.

    Si en las dcadas siguientes, la primera fase de la revolucin neogranadina dej

    de interesar a los historiadores, fue sin duda porque el triunfo del rgimen conservador

    conocido como La Regeneracin (1886) hizo innecesaria la insistencia en la Patria

    Boba como smbolo de la inadecuacin del federalismo en Colombia. Sin embargo, si

    bien la instrumentalizacin partidista del perodo cay en desuso, los rasgos esenciales

    de la visin decimonnica del interregno perduraron durante todo el siglo XX, como se

    ver. Por fortuna, la fundacin de la Academia Colombiana de la Historia en 1902

    signific el comienzo de una valiosa tarea de investigacin y publicacin. Tanto en el

    Boletn de Historia y Antigedades como en la denominada Biblioteca de historia

    nacional y en la Biblioteca Eduardo Santos se editaron valiosas obras y colecciones

    de documentos que resultan imprescindibles para cualquier trabajo sobre los primeros

    aos de la revolucin neogranadina. Los gestores iniciales de aquella insigne labor

    fueron Eduardo Posada y Pedro Mara Ibez27. En los aos siguientes continuaron

    investigando y escribiendo libros encomiables acadmicos de la talla de Raimundo

    26 Grandezas y miserias de dos victorias, Bogot, 1951, p. 7. Entre las obras que retoman el modelo maniqueo establecido por Groot puede citarse la de Rodrigo LLANO ISAZA, Centralismo y federalismo (1810-1816), Bogot, Banco de la Repblica/El ncora Editores, 1999; y sobre todo la de Indalecio LIVANO AGUIRRE Los grandes conflictos sociales y econmicos de nuestra historia, Bogot, Intermedio, 2002-2004, 2 vol. Segn la inslita tesis de este historiador, entre 1810 y 1816 una camarilla criolla, de orientacin federalista y regentista, vio en la independencia la ocasin de adelantar una fronda aristocrtica encaminada a crear una colonia interior en la cual los oligarcas haban de ocupar el lugar dejado por la Metrpoli. Contra tales propsitos se habran rebelado Antonio Nario y sus seguidores, a los que Livano Aguirre convirti en partidarios inveterados de la separacin absoluta de Espaa y en acrrimos defensores de los derechos y las aspiraciones del pueblo neogranadino. 27 Los acadmicos publicaron mancomunadamente dos valiosas compilaciones de documentos: La Patria Boba. Tiempos Coloniales, por J. A Vargas Jurado; Das de la Independencia, por J. M. Caballero; Santaf Cautiva, por J. A de Torres y Pea. Bogot, Imprenta Nacional, 1902; y El Precursor. Documentos sobre la vida pblica y privada del General Antonio Nario, Bogot, Imprenta Nacional, 1903. En los aos siguientes Eduardo Posada edit otras dos joyas que resultaron fundamentales para la elaboracin de este trabajo. Primeramente un libro que contiene casi todas las actas disponibles de la Junta Suprema de Santa Fe y el primer congreso del Reino: El 20 de Julio Por Eduardo Posada. Captulos sobre la revolucin de 1810, Bogot, Imprenta de Arboleda & Valencia, 1914. En segundo trmino, la magnfica coleccin de proclamas y actas del gobierno general de la federacin granadina: Congreso de las Provincias Unidas, Bogot, Academia de Historia, 1924.

    18

  • Rivas28, Jos Mara Restrepo Senz29, Sergio Elas Ortiz30, Horacio Rodrguez Plata31,

    Guillermo Hernndez de Alba32, Enrique Ortega Ricaurte33, Alberto Marimn34 y

    Javier Ocampo Lpez35, entre otros. Con todo, al examinar el conjunto de dichas

    publicaciones resulta claro que la Academia Colombiana de la Historia continu

    promoviendo una historia del interregno neogranadino bastante sesgada donde se

    privilegi una versin nariista del perodo. No es acaso significativo que los

    peridicos santafereos de los primeros aos de la revolucin hayan sido reeditados

    mientras que para leer las publicaciones de los federalistas el investigador debe dirigirse

    a la Biblioteca Nacional, en Bogot? En efecto, La Bagatela ha sido editada en

    mltiples ocasiones y lo esencial de la Gazeta Ministerial de Cundinamarca fue

    reproducido en el Archivo Nario. Entre tanto, el Argos Americano de Cartagena o el

    Argos de la Nueva Granada slo pueden consultarse en microfilmes.

    28 Adems de la excelente Historia diplomtica de Colombia ya citada- Raimundo RIVAS es el autor de una de las mejores biografas de Nario (El andante caballero Don Antonio Nario, Academia Colombiana de Historia, 1936). 29 Jos Mara RESTREPO SENZ public entre muchos artculos utilsimos citados en este trabajo las obras siguientes: Constituyentes de Tunja en 1811, Bogot, Imprenta de San Bernardo, 1913; Gobernadores y prceres de Neiva, Bogot, Academia Colombiana de Historia, MCMXLI; Gobernadores de Antioquia, Tomo I 1579-1819, Bogot, Academia Colombiana de Historia, MCMXLIV. Adems escribi al alimn con Raimundo RIVAS las incomparables Genealogas de Santa Fe de Bogot, Bogot, Librera Colombia, 1928. 30 Sergio Elas Ortiz public junto con Luis MARTNEZ DELGADO los tres primeros peridicos de los revolucionarios neogranadinos en un volumen titulado El periodismo en la Nueva Granada 1810-1811, Bogot, Academia Colombiana de Historia, MCMLX. Adems edit en tres tomos una valiossima Coleccin de documentos para la historia de Colombia, Bogot, Academia Colombiana de Historia, 1964-1966 y compil los famosos Escritos de dos economistas coloniales: Don Antonio de Narvez y La Torre y Don Jos Ignacio de Pombo, Bogot, Banco de la Repblica, 1965. Finalmente escribi una obrita muy til sobre el agente que enviaron las Provincias Unidas a Londres: Doctor Jos Mara del Real jurisconsulto y diplomtico. Prcer de la Independencia de Colombia, Bogot, Academia Colombiana de Historia, 1969. 31 Horacio RODRGUEZ PLATA es el autor de la obra Andrs Mara Rosillo y Meruelo, Bogot, Academia Colombiana de Historia, 1944 y, sobre todo, de La antigua Provincia del Socorro y la Independencia, Bogot, Academia Colombiana de Historia, 1963. 32 A Guillermo HERNNDEZ DE ALBA se le deben importantsimas publicaciones de documentos como El proceso de Nario a la luz de documentos inditos, Bogot, Academia Colombiana de Historia, 1958, la Participacin del clero en la lucha por la independencia. Sumarias de los procesos contra los clrigos patriotas (Documentos inditos), Bogot, Academia de Historia, s. f; y, en primersimo lugar el Archivo Nario, Bogot, Presidencia de la Repblica, 1990, 6 volmenes. 33 Enrique Ortega Ricaurte fue el autor del precioso libro titulado Herldica colombiana, Bogot, Archivo Nacional de Colombia, 1952 y el editor de la excelente compilacin de Documentos sobre el 20 de julio de 1810, Bogot, Academia Colombiana de Historia, MCMLX. 34 Alberto MIRAMN escribi, por ejemplo Poltica secreta de Napolen en Nueva Granada, Bogot, Academia Colombiana de Historia, 1978 y, ante todo, una hermosa biografa de Nario: Nario, una conciencia criolla contra la tirana, Bogot, Academia Colombiana de historia, 1960. 35 Javier OCAMPO LPEZ ha publicado El proceso ideolgico de la emancipacin en Colombia, Bogot, Instituto Colombiano de Cultura, 1980 (2 ed.) y el utilsimo catlogo titulado Historiografa y bibliografa de la emancipacin del Nuevo Reino de Granada, Tunja, Publicaciones de la Universidad Pedaggica y Tecnolgica de Colombia, 1969.

    19

  • Felizmente, en las ltimas cuatro dcadas el panorama historiogrfico de la

    revolucin neogranadina se enriqueci de modo considerable. La renovacin comenz

    con dos irreverentes y esmerados libros de Arturo Abella en los cuales por primera vez

    los prceres dejaron de ser estudiados por sus descendientes como haba sido el caso

    mayoritariamente en la Academia Colombiana de la Historia- y de ser analizados desde

    sus pedestales. En efecto, Abella no se limit, como haba sido costumbre desde finales

    del siglo XIX, a enaltecer la imagen de los protagonistas de la revolucin, sino que

    decidi explorar, adems, las zonas sombras de su pasado (amancebamientos, estafas,

    cupidiscencia, traicin...), convirtindolos en verdaderos objetos de estudio36. En 1972

    Juan Friede public un libro revolucionario en el cual seal la necesidad de superar el

    falso estereotipo de la Espaa sanguinaria, promovido hasta entonces por la

    historiografa heroica americana. Dando al mismo tiempo un ejemplo admirable de su

    propuesta, demostr que si no se estudiaba tambin al contrincante era imposible

    lograr una comprensin aceptable del proceso independentista37. Desde los aos 80

    Renn Silva ha publicado diferentes obras que han contribuido a esclarecer muchos

    aspectos de la ilustracin neogranadina y del grupo de criollos eminentes que haba de

    liderar a partir de 1808 el proceso revolucionario38. En 1991 Gustavo Bell Lemus

    public un pequeo libro en el que incluy dos artculos muy importantes sobre las

    relaciones del Estado de Cartagena con las autoridades britnicas de las Antillas.

    Utilizando fuentes provenientes del Foreign Office, el autor mostr, primeramente, que

    las relaciones diplomticas del interregno fueron entabladas en buena medida por los

    gobiernos provinciales y no por las autoridades de la Unin, y, en segundo lugar, que

    ms que la bsqueda del reconocimiento, el propsito de los negocios exteriores fue la

    bsqueda de la proteccin inglesa39. La tesis de Alfonso Mnera, entre tanto, contiene

    atinadas reflexiones sobre la importancia de la participacin de las clases populares en

    36 Don Dinero en la independencia, Bogot, Ediciones Lerner, 1966; El florero de Llorente, Medelln, Editorial Bedout, 1968. Como era de esperarse, aquella saludable saludable irreverencia caus escndalo en la poca. A propsito, resultan interesantsimas las discusiones que suscit la aparicin de Don Dinero en el seno de la Academia Colombiana de la Historia, BHA, vol. LIII, No 626, pp. 737-755. 37 La otra verdad. La independencia americana vista por los espaoles, Bogot, Ediciones Tercer Mundo, 1972. 38 Entre otros ttulos pueden citarse: Universidad y sociedad en el Nuevo Reino de Granada. Contribucin a un anlisis histrico de la formacin intelectual de la sociedad colombiana, Santa Fe de Bogot, Banco de la Repblica, 1992; Prensa y Revolucin a finales del siglo XVIII. Contribucin a un anlisis de la formacin de la ideologa de independencia nacional, Medelln, La Carreta Editores, 2004 y Los ilustrados de Nueva Granada 1760-1808. Genealoga de una comunidad de interpretacin, Medelln, Banco de la Repblica-Eafit, 2002. 39 Cartagena de Indias: de la Colonia a la Repblica, Santa Fe de Bogot, Fundacin Simn y Lola Guberek, 1991.

    20

  • el proceso revolucionario, as como sobre la imposibilidad de seguir estudiando la

    independencia exclusivamente desde el punto de vista santafereo. Mnera demostr

    satisfactoriamente que a finales de la poca colonial persistan fuertes rivalidades

    regionales que no podan ms que engendrar, durante la revolucin, diversos proyectos

    polticos no siempre compatibles40. Casi al mismo tiempo, Armando Martnez Garnica

    concluy una novedosa investigacin en la que denunci el anacronismo con que se ha

    estudiado tradicionalmente la llamada Patria Boba e insisti en la necesidad de

    estudiar el federalismo de aquellos aos sin recurrir a los tpicos de la anarqua y el

    utopismo. Martnez Garnica propuso, en su lugar, una lectura de los acontecimientos a

    la luz de la compleja defensa de los fueros autonmicos, que propici enfrentamientos

    entre los viejos cabildos venidos a menos, las provincias y la lite de la corte virreinal

    de Santa Fe41. Ms recientemente, Sergio Meja ha publicado dos libros muy

    importantes sobre la obra histrica de Jos Manuel Restrepo y Jos Manuel Groot, lo

    que permite leerlas ambas, ms que nunca, de manera crtica42.

    Al tiempo que se produca la importante renovacin de la historiografa

    colombiana de la independencia, surgi en los Estados Unidos y en Europa una serie de

    trabajos que cambiaron para siempre la manera de estudiar el perodo. John Leddy

    Phelan escribi en los aos sesenta un libro magistral sobre la audiencia de Quito en el

    que analiz las frecuentes tentativas de aquel territorio durante el siglo XVII para

    conseguir una autonoma tanto poltica como econmica en el seno del imperio. No

    obstante, los intereses locales no siempre eran compatibles con los proyectos de la

    Corona ni con la situacin europea. As, la bsqueda por parte de los quiteos de una

    conexin expedita con los mercados internacionales y de la emancipacin del virreinato

    del Per se vio frustrada entonces tanto por complejos juegos de intereses como por las

    pugnas internacionales que se tradujeron, en este caso, en la expansin portuguesa en el

    Amazonas y en la presencia de corsarios holandeses en el Pacfico43. A finales de los

    aos setenta Demetrio Ramos retom la cuestin planteada por Phelan acerca de la

    difcil promocin de los territorios marginales del imperio en un excelente estudio sobre

    la independencia ecuatoriana. En dicho libro el historiador espaol demostr que sin la 40 El fracaso de la nacin. Regin, clase y raza en el Caribe colombiano (1717-1810), Bogot, Banco de la Repblica/El ncora Editores, 1998. 41El legado de la Patria Boba (1810-1815), Bucaramanga, UIS, 1998. 42 La revolucin en letras..., op. cit.; El Pasado como Refugio y Esperanza..., op. cit. 43 The Kingdom of Quito in the seventeenth century. Bureaucratic Politics in the Spanish Empire, Madison, The University of Wisconsin Press, 1967.

    21

  • ayuda tanto de la geografa poltica como de una amplia perspectiva temporal y

    espacial, la comprensin de los acontecimientos revolucionarios slo poda ser

    insatisfactoria. En efecto, la implementacin de los viejos proyectos autonmicos de los

    quiteos que una gran crisis econmica haba hecho indispensable- fue favorecida

    inesperadamente por la coyuntura de la guerra peninsular44.

    A finales de los aos setenta John Leddy Phelan public otro libro fundamental

    acerca de la gran revuelta popular que conmocion el virreinato neogranadino en 1781.

    Su anlisis de aquel movimiento como una crisis constitucional, motivada por un

    reformismo borbnico agresivo e intransigente, y no en los usuales trminos de una

    tentativa fallida de emancipacin, ha resultado clave para la elaboracin de esta tesis.

    En efecto, Phelan dibuj los contornos de una cultura poltica basada en la negociacin

    permanente entre los funcionarios de la monarqua y los sbditos de los territorios

    ultramarinos. En opinin del historiador norteamericano, tales transacciones solan

    resolverse en una conciliacin que matizaba los deseos de la Corona segn las

    circunstancias y los imperativos locales. Al ignorar estas leyes fundamentales no

    escritas, los funcionarios de la Corona frustraron la implementacin del programa de

    reestructuracin ideado por Carlos III y sus ministros45.

    Investigaciones posteriores han confirmado la validez de las interpretaciones de

    Phelan. Anthony McFarlane, en una admirable obra panormica sobre el Nuevo Reino

    de Granada en el ltimo siglo de la dominacin espaola, ha insistido sobre el limitado

    impacto de las reformas carolinas en el virreinato46. Igualmente, la tesis de Federica

    Morelli sobre el perodo revolucionario en el Ecuador demuestra que los esfuerzos de

    centralizacin de la Corona se saldaron, contrariamente a lo proyectado, con una

    consolidacin de los cuerpos intermedios. En lugar de debilitarse, la importancia de los

    diferentes actores territoriales no hizo ms que acrecentarse durante el perodo

    independentista. De hecho, la coyuntura les permiti apropiarse de los recursos

    fundamentales de la administracin de justicia y de la representacin poltica47.

    44 Entre el Plata y Bogot. Cuatro claves de la emancipacin ecuatoriana, Madrid, Centro Iberoamericano de Cooperacin, 1978. 45 The People and the King. The Comunero Revolution in Colombia, 1781, Madison, The Wisconsin University Press, 1978. 46 Colombia antes de la Independencia. Economa, sociedad y poltica bajo el dominio borbn, Bogot, Banco de la Repblica/El ncora Editores, 1997. A este respecto ver tambin la excelente obra colectiva editada por John R.FISHER, Allan J. KUETHE y Anthony McFARLANE, Reform and insurrection in Bourbon New Granada and Peru, Baton Rouge-Londres, Louisiana State University Press, 1990. 47 Territoire ou nation ? Reforme et dissolution de lespace imprial. quateur 1765-1830, Paris, LHarmattan, 2004.

    22

  • El principio hispnico de negociacin permanente entre los sbditos y el

    soberano, estudiado por Phelan, ha llamado la atencin de otros autores. Segn

    Franois-Xavier Guerra el carcter fundamental de la monarqua castellana resida

    precisamente en su carcter pactista, entendiendo por ste, tanto la relacin de tipo

    contractual que ligaba al rey y a su reino, como el respeto de los fueros, privilegios y

    libertades de las diferentes comunidades que componan la Corona48. Hace apenas unos

    aos, Annick Lemprire, en su libro sobre la monarqua corporativa, se interes

    igualmente por la cultura poltica hispnica de antiguo rgimen, estructurada a partir de

    una concepcin temperada de la soberana: el rey y sus ministros, lejos de detentar el

    monopolio de la autoridad, gobernaban con el concurso de las numerosas asociaciones

    que representaban al pueblo en los centros urbanos. La moderacin del poder real se

    traduca en la prctica por una negociacin permanente entre el prncipe y las diversas

    comunidades y por un intercambio constante de favores y servicios, gracias y mritos.

    Estos presupuestos permiten demostrar a Lemprire que si las reformas borbnicas

    tuvieron exito en la Nueva Espaa (un caso pues, diametralmente opuesto al

    neogranadino) fue porque, en lugar de ser vctimas de ellas, las corporaciones

    participaron activamente en su implementacin49. Para presente estudio, que versa sobre

    el pactismo neogranadino durante el perodo revolucionario, la arraigada tradicin de

    negociacin entre el soberano y las corporaciones de la monarqua posee la mayor

    importancia. En primer lugar, porque ella puede considerarse perfectamente como la

    matriz de la diplomacia provincial. En segundo lugar, porque la concepcin temperada

    de la soberana permite comprender el fracaso del modelo centralista en un virreinato

    fuertemente apegado al ideal pre-absolutista de la autoridad.

    Los trabajos de Franois-Xavier Guerra significaron una profunda renovacin

    del panorama historiogrfico sobre las revoluciones hispnicas y han sido de mucha

    utilidad para la orientacin de este trabajo. Se acoge aqu su interpretacin de las

    independencias hispanoamericanas como el resultado de una crisis de origen externo

    que afect a ese conjunto poltico multicomunitario de extraordinaria coherencia que era

    an la monarqua castellana. La nacin en la Amrica espaola no puede pues ser

    considerada como un detonante de la fragmentacin poltica del imperio, sino ms bien

    como una consecuencia tarda de aquella formidable implosin. De hecho, a pesar de 48 Modernidad e independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispnicas, Madrid, Mapfre, 1992; La nation en Amrique espagnole. Les problme des origines, en: La pense politique No 3, Pars, Gallimard-Le Seuil, 1995, pp. 85-106. 49 Entre Dieu et le roi, la rpublique, Mexico XVIe- XIXe sicle, Paris, Les Belles Lettres, 2004.

    23

  • que en Cdiz centro de la mutacin revolucionaria- fuese adoptado el modelo francs

    de nacin (asociacin libre y soberana de individuos iguales), la idea moderna de pueblo

    soberano se tradujo en Amrica en trminos compatibles con la concepcin tradicional

    de una monarqua plural. As, la afirmacin de la soberana de los pueblos, es decir de

    las comunidades de tipo antiguo como los reinos, las provincias o las municipalidades,

    precedi all con creces la definicin de la nacin50. Guerra seal que en la Amrica

    espaola sta fue el resultado frgil y en buena medida aleatorio de la conclusin de

    pactos entre los pueblos. La intencin de esta tesis no es otra que demostrar la validez

    de esta afirmacin mediante el estudio del caso neogranadino.

    Finalmente, para esta investigacin han sido muy provechosos los trabajos

    histricos publicados en los ltimos aos sobre el ejrcito y las milicias de Amrica de

    finales del perodo colonial. Allan Kuethe y Juan Marchena Fernndez se interesaron

    por el estudio estas instituciones en el siglo XVIII y analizaron tanto las reformas de

    que fueron objeto, como la estructura que presentaban en vsperas de la revolucin de

    independencia. Gracias a sus obras respectivas, hoy es conocida la insigne pequeez de

    las fuerzas militares en Amrica en 1808 y el influjo preponderante de los criollos en su

    seno51. Ms recientemente, Clment Thibaud public su tesis doctoral sobre los

    ejrcitos revolucionarios de la Tierra Firme. Gracias a un acertado empleo del mtodo

    prosopogrfico, el gran relato nacional de los prceres dio paso en esta obra a un

    anlisis social de las tropas insurgentes y a una lectura sutil de la transicin del Antiguo

    Rgimen a la modernidad poltica. Si en 1810 las juntas de gobierno se valieron de

    milicias, mientras que durante la Reconquista los rebeldes refugiados en los Llanos

    optaron por las guerrillas, y el Estado colombiano consolidado en los campos de Boyac

    se empe en constituir legiones, es simplemente porque a cada forma de combate

    corresponde una concepcin diferente de la revolucin52. A pesar de que el presente

    libro se concentra en las negociaciones polticas del interregno, se han procurado tener

    siempre presentes los factores militares no slo porque entre ambos aspectos existe una

    relacin dinmica, sino tambin porque la ausencia de verdaderos ejrcitos en el Nuevo

    50 Modernidad e independencias...; La nation en Amrique espagnole... 51 Allan J. KUETHE, Military reform and society in New Granada, 1773-1808, Gainesville, University of Florida Press, 1978 (se citar aqu la traduccin espaola: Reforma militar y sociedad en la Nueva Granada, 1773-1808, Bogot, Banco de la Repblica, 1993); Juan MARCHENA FERNNDEZ, Oficiales y soldados en el ejrcito de Amrica, Sevilla, CSIC, 1983. 52 Repblicas en armas, los ejrcitos bolivarianos en la guerra de Independencia en Colombia y Venezuela, Bogot, Editorial Planeta/IFEA, 2003.

    24

  • Reino de Granada al estallar la crisis monrquica explica en buena medida la mana

    negociadora que caracteriza al perodo aqu estudiado: en efecto, ninguno de los

    gobiernos en pugna tena la capacidad de imponer sus razones por la fuerza. Siguiendo

    el camino trazado por Thibaud en el mbito militar, en esta tesis se ha intentado utilizar

    el conjunto de las negociaciones polticas como un observatorio fiable de las sucesivas

    mutaciones de la revolucin neogranadina. Tanto la naturaleza de los comitentes, como

    la diginidad de los agentes o el propsito mismo de las misiones, indican de manera

    clara el trnsito de un tipo de insurgencia a otro. Como es lgico, un cabildo, una junta

    de gobierno, una corona, una repblica o una confederacin rebeldes no podan concebir

    de la misma manera su relacin con Espaa y con las potencias europeas; del mismo

    modo que el emisario de un ayuntamiento, el diputado de una provincia o el

    plenipotenciario de un Estado en bsqueda de reconocimiento diplomtico no podan

    obrar del mismo modo ni perseguir los mismos fines.

    Tras haber echado un rpido vistazo a la produccin historiogrfica ms

    relevante para la elaboracin de esta tesis, es menester decir algunas palabras sobre las

    fuentes consultadas. Es cosa bien sabida que durante el perodo de La Reconquista

    desapareci buena parte de los documentos de la poca. Ello se debi, de un lado, a la

    comprensible diligencia de los revolucionarios en destruirlos para evitar

    comprometimientos y, de otro, a las persecuciones del Ejrcito Pacificador, cuyo

    comandante en jefe declar como subversivos los papeles de los rebeldes y amenaz

    con ominosos castigos a quienes los poseyesen y ocultasen. Los habitantes del

    virreinato fueron conminados a remitir a las autoridades restauradoras cualquier impreso

    o manuscrito relativo a la revolucin. Una vez reunidos, los documentos fueron

    destinados a solemnes ceremonias de destruccin53. Este hecho, sumado a los sucesivos

    incendios de los archivos bogotanos, explica la prdida irreparable de las actas de la

    Junta Suprema de Santa Fe o del Congreso de las Provincias Unidas, para no citar ms

    que dos ejemplos eminentes. Por fortuna, numerosos documentos sobrevivieron a

    aquella poca malhadada y pueden ser consultados en diversos archivos de Colombia y

    Espaa. Entre todos, se destaca, por su riqueza, su diversidad y su estado de

    conservacin, la fantstica coleccin que el historiador Jos Manuel Restrepo reuni

    para escribir su Historia de la Revolucin. En el Archivo General de la Nacin, en

    Bogot, se hallan dos fondos (Historia y Gobierno en la Seccin Archivo Anexo)

    53 Justo CUO, El retorno del rey. El restablecimiento del rgimen colonial en Cartagena de Indias (1815-1821), Castelln, Universitat Jaume I, 2008, p. 210.

    25

  • igualmente importantes para la historia del interregno neogranadino que, por lo dems,

    complementan muy bien los vacos del Archivo Restrepo. As mismo, en el Archivo

    General de Indias reposan, en perfecto estado de conservacin, numerosos legajos en los

    que, por una parte, se pueden estudiar los prolegmenos de la revolucin y los

    acontecimientos de la presidencia de Quito, y, por otra, confrontar ampliamente las

    versiones de los revolucionarios neogranadinos con las de los funcionarios monrquicos

    y los cabildos y sbditos regentistas. En la Real Academia de la Historia, en Madrid,

    son custodiados los papeles de Don Pablo Morillo que contienen no slo las causas de

    algunos de los ms importantes lderes revolucionarios del Nuevo Reino, sino tambin,

    una coleccin nica de documentos del interregno. La Biblioteca Nacional de Colombia

    alberga en su seno una extraordinaria coleccin de impresos de todo tipo que no se

    hallan en ningn otro lugar del mundo. En sus salas es posible estudiar la prensa de las

    provincias federalistas e innumerables folletos y hojas sueltas de particular inters. Los

    archivos departamentales y municipales de Colombia abrigan tambin un rico

    patrimonio. Ante la imposibilidad de visitarlos todos, hube de conformarme con los

    ricos fondos del Archivo Histrico de Antioquia y el Archivo Histrico de Medelln.

    Al procesar la informacin disponible en la bibliografa y las fuentes descritas

    fue posible establecer un catlogo de 219 misiones polticas desempeadas por 135

    comisionados distintos (Cf. anexos No 1 y 2): tal fue la armazn de esta tesis. Con su

    ayuda, muy pronto result evidente que para prosperar y consolidarse la revolucin no

    poda prescindir de sus agentes. Por lo tanto, seguir el rastro de cada uno de ellos

    significaba ir tras las huellas de los artfices de la mutacin poltica; y examinar las

    tareas que les fueron encomendadas por sus comitentes cerca de los diferentes cabildos,

    juntas provinciales, Estados soberanos o potencias extranjeras, era seguir el curso

    mismo de la revolucin, detenindose en sus vacilaciones, sus encrucijadas y sus

    transformaciones. Al cruzar la informacin disponible sobre los agentes de la

    revolucin, se hicieron patentes los fuertes lazos que los unan y que hacan de ellos un

    grupo bastante compacto. En primer lugar, pertenecan a clanes familiares provinciales

    vigorosos que vinculaban entre s. En segundo trmino, muchos de ellos eran

    comerciantes y por tal motivo posean contactos en todos los rincones del virreinato.

    Por ltimo, la gran mayora de los agentes haba estudiado en los colegios de Santa Fe,

    de tal forma que muchas de las asambleas celebradas durante el interregno eran, de

    hecho, una convencin de maestros y condiscpulos. Este asunto -que por su

    26

  • complejidad amerita un estudio aparte- no ser analizado en detalle en este libro54. Sin

    embargo, se estudiarn algunos casos que darn una idea del entramado que sustent la

    poltica neogranadina de la revolucin. Lo que importa dejar claro desde ya es que los

    ilustrados neogranadinos, al tiempo que pertenecan a las lites provinciales,

    conformaban un grupo selecto poseedor de una visin de conjunto del Nuevo Reino de

    Granada originada en su prolongada residencia en la corte virreinal. Con la invasin de

    la Pennsula por parte de las tropas napolenicas y las subsecuentes abdicaciones de

    Bayona, este grupo, ya de por s influyente, se hizo poderossimo. Adems de

    convertirse en los enlaces entre unas provincias que se saban dbiles y pobres, eran los

    mejores abogados del Reino y, en consecuencia, eran los nicos poseedores de un saber

    jurdico de excepcin sin el cual era imposible escapar de la anarqua. Las guerras

    napolenicas convirtieron a los abogados neogranadinos (que la dinmica del imperio

    destinaba a empleos mediocres) en los agentes polticos de la revolucin o lo que es lo

    mismo- en los intermediarios entre los intereses locales y la necesidad de refundar el

    Reino. Las arduas gestiones emprendidas por los ilustrados neogranadinos durante el

    interregno son el objeto de las pginas siguientes.

    ***

    La investigacin y la escritura de esta tesis fueron posibles gracias a sendas

    becas de Colfuturo y la Universidad del Externado que me permitieron financiar durante

    tres aos mi vida en Francia. Deseo agradecer igualmente al Centre de Recherches sur

    lAmrique Latine et le Monde Ibrique (CRALMI) de la Universidad Pars 1

    Panthon-Sorbonne que sufrag en parte los gastos generados por mis viajes a Bogot y

    Madrid en 2006 y 2008.

    54 Vase, sobre este tema, Margarita GARRIDO, Reclamos y representaciones.. Variaciones sobre la poltica en el Nuevo Reino de Granada, 1770-1815, Bogot, Banco de la Repblica, pp. 25-109. Las conexiones que unan a los notables cartageneros entre s y con otras redes neogranadinas han sido estudiadas por Mara TERESA RIPOLL, La elite en Cartagena y su trnsito a la Repblica, Bogot, Uniandes, 2006.

    27

  • Primera Parte

    La Disolucin del Reino

  • Captulo 1

    La diplomacia constitutiva

    Entre 1810 y 1816 -es decir, el tiempo comprendido entre la deposicin de las

    autoridades virreinales y la llegada del Ejrcito Expedicionario- los revolucionarios

    neogranadinos, que rechazaban la idea de una repblica una e indivisible, crearon una

    docena de entidades soberanas e independientes. Conscientes de los peligros que las

    acechaban, buscaron confederarse al mismo tiempo con el fin de rechazar las invasiones

    extranjeras e impedir el surgimiento de un tirano en el Reino. El conjunto de las

    negociaciones entre los diferentes gobiernos neogranadinos estaba sustentado en las

    doctrinas del derecho de gentes. Dicha nocin, proveniente del Ius gentium romano, se

    aplic desde el siglo XVII al derecho encargado de presidir las relaciones entre los

    Estados1. As, con el establecimiento de correspondencia oficial entre los diferentes

    gobiernos, el envo de ministros pblicos, los auxilios militares y la firma de tratados de

    alianza y amistad, se consolid en la Nueva Granada una diplomacia que puede ser

    llamada provincial o constitutiva. Su objetivo primordial era remediar la disolucin del

    Nuevo Reino de Granada y restablecer de los lazos sociales que se haban despedazado

    con la deposicin de las autoridades virreinales. Este interesante proceso truncado

    violentamente con la llegada de don Pablo Morillo, es el que se analiza en el presente

    captulo.

    Soberana y representacin

    En 1808, la resistencia contra Napolen dio origen a la revolucin en el mundo

    hispnico porque, habiendo desaparecido la legitimidad real, la nica manera de

    justificar la insurreccin era apelar a la soberana del reino, del pueblo o de la nacin.

    Pero, quin deba gobernar y en nombre de quin? Las juntas insurreccionales, erigidas

    en la Pennsula en medio del tumulto, eran poderes de facto, sin ningn precedente

    legal, y tenan, por lo tanto una representacin muy imperfecta. Adems, la direccin de

    1 Alejandro HERRERO Y RUBIO, Historia del derecho de gentes y de las relaciones internacionales, Valladolid, 1954, pp. 14-17 ; Dominique GAURIER, Histoire du droit international. Auteurs, doctrines et dveloppement laube de la priode contemporaine, Rennes, PUR, 2005, pp. 10-19.

    29

  • la guerra y las negociaciones diplomticas exigan la unidad de mando. Para dar

    legitimidad a las nuevas autoridades era necesario, pues, convocar a Juntas Generales,

    Congreso o Cortes. Pero, cmo representar a la sociedad? Como una nacin unitaria o

    como una monarqua plural? Como un conjunto de individuos iguales o como una

    suma de comunidades polticas antiguas? Los problemas de la soberana y la

    representacin, y por lo tanto de la naturaleza de la sociedad, dominaran a partir de

    entonces la escena poltica de la monarqua espaola, tanto en la Pennsula como en

    Amrica2. En la prctica, con la ereccin de la Junta Central el 25 de septiembre de

    1808, la lgica representativa imperante fue de tipo tradicional, esto es, corporativa. En

    efecto, dicho organismo se compuso de dos delegados de cada una de las juntas

    insurreccionales de la Pennsula: la nacin espaola se conceba, pues, a s misma, como

    un conjunto de comunidades polticas particulares. Al extender a los reinos americanos

    la representacin en la Junta Central, a comienzos de 1809, fue an la sociedad de

    Antiguo Rgimen la llamada a elegir sus diputados. stos, a pesar de representar una

    capitana general o un reino entero, recibieron poderes e instrucciones de cada uno de

    las provincias que haban participado en su escogencia. Franois-Xavier Guerra seal

    con razn esta ambigedad que haca de un miembro de la Junta Central partcipe, por

    tanto, del poder soberano-, un procurador de tipo antiguo, ligado a sus comitentes por el

    mandato imperativo3.

    Un motn en Sevilla oblig a los vocales de la Junta Central a renunciar a sus

    cargos y a transferir su autoridad a un Consejo de Regencia. Las desigualdades notorias

    en la representacin acordada a Amrica por las nuevas autoridades peninsulares,

    provocaron en 1810 la ruptura entre los dos pilares de la monarqua4. Los debates sobre

    la representacin que haban tenido lugar en la Pennsula desde las abdicaciones de

    Bayona, se produciran de nuevo del otro lado del Atlntico, en cada uno de los

    virreinatos y capitanas generales, como se ver a continuacin. Es necesario sealar

    que previamente al proceso, estudiado por Guerra, de constitucin de una entidad

    suprema (la Junta Central), las diferentes juntas insurreccionales mantuvieron relaciones

    recprocas y se despacharon comisionados.

    2 Franois-Xavier GUERRA, Modernidad e independencias..., op. cit., captulos I, IV, VI y IX. 3 Ibid., captulos IV y VI. 4 Franois-Xavier GUERRA, La desintegracin de la Monarqua hispnica: Revolucin de Independencia, en: ANNINO, Antonio, CASTRO LEIVA, Luis, GUERRA, Franois-Xavier (ed.). De los Imperios a las Naciones: Iberoamrica, Zaragoza, Ibercaja, 1994, pp. 195-227.

    30

  • Cul era la naturaleza de estos representantes de la soberana fragmentada? Si

    las misiones cumplidas por los diputados de los gobiernos de Galicia, Asturias y Sevilla

    en Gran Bretaa son consideradas con justicia como diplomticas, por qu no pueden

    caracterizarse del mismo modo las negociaciones entre las juntas soberanas de la

    Pennsula? Hay que tener en cuenta que estas comisiones incluyeron en algn momento

    a la Junta de Oporto y que se trat incluso de componer alianzas parciales entre

    entidades, que como lo muestra precisamente el caso americano, hubieran podido

    convertirse en nuevos Estados, de acuerdo con los resultados de la guerra contra el

    invasor y los diversos intereses en lucha5.

    Es menester ahora dirigir la mirada a lo sucedido en Amrica a partir de 1810.

    Para ello resulta ideal la tesis de Genevive Verdo sobre la revolucin de independencia

    en el Ro de la Plata, donde se estudian en detalle los conflictos generados por la

    retrocesin de la soberana, o ms precisamente, por las disputas acerca de su ejercicio.

    La dcada estudiada por la autora, primera de la revolucin, fue el escenario de una

    ardua oposicin entre dos concepciones de la representacin poltica difcilmente

    conciliables: la defendida por los revolucionarios de Buenos Aires, antigua corte

    virreinal y heredera de un poder vertical, y la reivindicada por algunos lderes

    provinciales, que ponan en duda la preeminencia de la capital y abogaban por la

    creacin de una confederacin de pequeas repblicas. Cul haba de ser el verdadero

    sujeto de la representacin? Los pueblos, con la resultante multiplicacin de los

    centros de poder y la dispersin de la soberana; o el pueblo, en singular, segn el

    paradigma de la Revolucin Francesa, compuesto de individuos autnomos6? A pesar

    del conflicto, las lites bonaerenses consiguieron no slo imponer la revolucin, sino

    tambin erigirse en autoridad suprema hasta la disolucin del Congreso de Crdoba en

    1821. Cmo lo consiguieron? Esencialmente, gracias al mecanismo de la delegacin.

    En efecto, el envo de representantes por parte de las ciudades del interior permiti a las

    autoridades de Buenos Aires durante una dcada legitimar el poder revolucionario y

    5 W. R VILLA-URRUTIA, Relaciones entre Espaa Inglaterra durante la Guerra de Independencia. Apuntes para la historia diplomtica de Espaa de 1808 a 1814, Madrid, Librera de F. Beltrn Prncipe, 1911, t. 1; Gerardo LAGENS, Relaciones internacionales de Espaa durante la Guerra de Independencia, Zaragoza, C. S. I. C, 1959; Las relaciones entre la Junta General del Principado de Asturias y el Reino Unido de Gran Bretaa e Irlanda en la Guerra de la Independencia. Repertorio documental. edicin, transcripcin documental y traducciones de Alicia Laspra Rodrguez, Oviedo, Junta General del Principado de Asturias, 1999. 6 Genevive VERDO, Lindpendance argentine entre cits et nation (1808-1821), Paris, Sorbonne, 2006.

    31

  • frustrar el surgimiento de las soberanas provinciales. Por qu razn las ciudades del

    piedemonte andino del Ro de la Plata despacharon puntualmente sus diputados y no

    renegaron de la obediencia a Buenos Aires como lo hicieron Paraguay y la Banda

    Oriental? Dicho de otro modo, por qu triunf durante diez aos la opcin centralista

    sobre la atractiva conquista de la autonoma? A lo largo de su tesis, Verdo demuestra

    que la conducta de estos territorios durante la revolucin slo puede explicarse como el

    producto de adhesiones razonadas e incesantes negociaciones. As pues, el

    establecimiento de relaciones de tipo pactista entre Buenos Aires y las ciudades

    subalternas del interior evit el fraccionamiento total del antiguo virreinato y permiti

    legitimar las nuevas autoridades7.

    Pero, cul era la naturaleza de la representacin en el Ro de la Plata durante la

    primera dcada de la revolucin? Segn Genevive Verdo el perodo se caracteriza por

    una representacin ambigua, de tipo hbrido, que semeja la esbozada por Guerra para la

    Junta Central. De acuerdo con las tradiciones de antiguo rgimen, los diputados eran

    apoderados de su comunidad, y estaban encargados de defender sus intereses, cindose

    a los lmites del mandato imperativo que reciban al iniciar su misin. No obstante, la

    peculiaridad de las circunstancias los revesta, al mismo tiempo, de un poder

    constituyente. Por ello, las facultades que se les concedan eran tan amplias como para

    permitirles tomar parte en los debates y comprometer a sus comitentes en los proyectos

    polticos adoptados en el seno de las asambleas. La tarea de defensa de los intereses de

    la comunidad coexista pues, con una funcin nacional, segn la cual los diputados

    representaban, adems, el bien comn que trascenda los intereses locales por ser

    relativo al conjunto de las provincias. No debe sorprender el que estas prcticas

    tradicionales y modernas convivieran en conflictiva yuxtaposicin, pues eran tributarias

    de las disputas ya esbozadas acerca de la soberana y la eleccin del modelo poltico que

    deba presidir la fundacin del nuevo Estado8.

    Es importante tener en cuenta que Verdo limit su estudio a las intendencias que

    permanecieron durante aquellos aos bajo la obediencia de Buenos Aires, esto es, a

    Crdoba, Mendoza, Salta y Tucumn. Quedaron as por fuera de la investigacin no

    slo la Banda Oriental, el Alto Per y Paraguay, sino tambin las provincias del litoral

    (Santa Fe, Corrientes y Entre Ros) que a partir de 1814 adhirieron al proyecto

    confederativo de Jos Gervasio Artigas. Este hecho es muy importante: el encuadre

    7 Ibid. 8 Ibid.

    32

  • escogido para los anlisis, al centrarse en unas provincias predominantemente dciles,

    slo poda dar cuenta de ciertos tipos de representacin, necesariamente diversos a los

    que se presentaron en territorios donde la soberana de los pueblos fue reconocida y

    practicada. Algo similar ocurre con los lmites temporales de la investigacin: el ocaso

    de la autoridad de Buenos Aires signific el surgimiento de pequeas soberanas, y en

    consecuencia, de nuevas relaciones entre las antiguas provincias del virreinato del Ro

    de la Plata. Esos nuevos vnculos y las formas de representacin que engendraron, no se

    encuentran, pues, en la obra de Verdo. Hay ms. Siendo el propsito de la autora

    mostrar la manera en que Buenos Aires impuso su autoridad a las dems ciudades y el

    modo en que consolid, mantuvo y perdi finalmente su legitimidad, la figura del

    representante al Congreso o la Asamblea Constituyente captur toda su atencin. Por

    ello la dignidad de emisario, a pesar de estar tan presente en las contiendas polticas

    de aquellos aos, no pudo gozar de los exmenes y anlisis que tan provechosos

    hubieran sido a este estudio9.

    As pues, si bien ha sido estudiado el complejo surgimiento de una soberana y

    una representacin de tipo moderno, tanto en la Pennsula como en la Amrica

    espaola, an est por hacer el anlisis de las relaciones que mantuvieron mutuamente

    en el mundo hispnico los diferentes gobiernos que se proclamaron soberanos. Para

    estudiar la representacin de tipo horizontal, el interregno neogranadino (1810-1816)

    ofrece quizs el mejor campo de anlisis. Antes de entrar de lleno en el tema,

    permtaseme anotar que el fenmeno de la diplomacia entre provincias est

    indisolublemente ligado a la revolucin. En efecto, si bien los cabildos haban

    mantenido desde la Conquista relaciones polticas entre s, stas no pueden ser

    calificadas como diplomticas pues el derecho de despachar embajadores es inseparable

    de la soberana10. Lo propio puede decirse con relacin a los procuradores que, con el

    9 Por ejemplo en 1815 (ao que Verdo califica de segundo acto de la revolucin, por la cada del rgimen de Alvear y el consiguiente vaco de poder que llev a las capitales de intendencia a declararse independientes) diversas negociaciones fueron encomendadas a este tipo de agentes. Cul era la naturaleza de las misiones cerca de Artigas confiadas por el gobierno de Crdoba a Jos Roque Savid y Eduardo Prez Bulnes? Cul el carcter de Juan Antonio Cabrera, diputado por la misma provincia al congreso de Paysand, y facultado adems para negociar con las autoridades de Buenos Aires? Qu tipo de representantes eran los mediadores Jos Blas Pico y Francisco Rivarola? Y ya en 1816, Era un simple apoderado Miguel Calixto del Corro, encargado por el Congreso de Tucumn de firmar un tratado con Santa Fe, y de invitar la Banda Oriental y el Paraguay a enviar diputados?, ibid. 10 Le droit dAmbassade estant inseparable de la Souverainet, & ce commerce ne se faisant quentre des Souverains ; il en faut conclurre, que le Prince, ou lEstat qui recoit lAmbassadeur, doit estre

    33

  • ttulo de Embajador, despachaban a la corte algunas ciudades del imperio. Tal era el

    caso, segn refieren diversos autores, de Mesina y Catania en Sicilia, y tambin al

    parecer -segn me ha referido Georges Lomn- de la ciudad de Quito. Tales agentes no

    eran Ministros Pblicos pues no gozaban de los privilegios del derecho de gentes y

    estaban sometidos a la jurisdiccin ordinaria como el resto de los sbditos. En estos

    casos el apelativo de Embajador era, pues, un mero privilegio, y en ese sentido se

    trataba de un ttulo vano11.

    Diplomacia provincial

    Durante los primeros aos de la revolucin, el caso del Nuevo Reino de Granada

    contrasta fuertemente con el de las Provincias Desunidas del Ro de la Plata. Ello a

    pesar de las innegables similitudes existentes entre ambos territorios: virreinatos de

    creacin reciente, tanto el uno como el otro eran espacios ms bien marginales en el

    contexto del imperio, y de escasa cohesin, por haber sido conformados a partir de

    comunidades provenientes de procesos de conquista y colonizacin diverso