Guion "El Encuentro"

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1 ENCUENTRO Basado en el cuento “Encuentro nocturno” de Ray Bradbury.

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Guion Curso la profundidad de la pantalla Facultad de Arquitectura Universidad De La Republica

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ENCUENTRO

Basado en el cuento “Encuentro nocturno” de Ray Bradbury.

 

 

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1. INT. ESTACION DE SERVICIO – NOCHE.

El ENCARGADO, un hombre viejo y desprolijo, lustra monedas del otro lado del mostrador. Una camioneta se estaciona al lado de un surtidor. El Encargado mira de reojo, deja las monedas y sale caminando despacio.

2. EXT. ESTACION DE SERVICIO – NOCHE.

TOMAS (35), alto, flaco y de aspecto prolijo, parado enfrente al surtidor, llena el tanque de su camioneta.

El Encargado pasa un trapo por el parabrisas.

ENCARGADO

Aquí te sentirás bastante solo.

TOMAS

No me quejo. ¿Le gusta?

ENCARGADO

Muchísimo. Siempre hay algo nuevo. Cuando llegué aquí el año pasado, decidí no esperar nada, no preguntar nada, no

sorprenderme por nada. Tenemos que mirar las cosas de aquí, y qué diferentes son. El tiempo, por ejemplo, me divierte muchísimo. Es un tiempo raro. Un calor de mil demonios de día y un frío de mil demonios de noche. Y las flores y la lluvia, tan diferentes. Es asombroso. Vine a retirarme, y

busqué un sitio donde todo fuera diferente. Un viejo necesita una vida diferente. Los jóvenes no quieren hablar con él, y con los otros viejos se aburre de un modo atroz. Así que pensé, lo mejor será buscar un sitio tan diferente que uno abre los ojos y ya se entretiene. Conseguí esta estación de servicio. Si los negocios marchan demasiado

bien, me instalaré en una vieja carretera menos bulliciosa, donde pueda ganar lo suficiente para vivir y me quede

tiempo para sentir estas cosas tan diferentes.

Tomás contento vuelve a entrar en la camioneta y descansa sus manos sobre el volante.  

TOMAS

Ha dado usted en el clavo.

ENCARGADO

A mi ya nada me sorprende. Miro y observo, nada más. Si uno no acepta este planeta como es, puede volverse a la Tierra. En este mundo todo es raro. El suelo, el aire, los canales,

 

 

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los indígenas, aun no los he visto, pero dicen que andan por aquí y los relojes. Hasta mi reloj anda de un modo

gracioso. Hasta el tiempo es raro en acá. A veces me siento muy solo, como si yo fuese el único habitante de este

planeta; apostaría la cabeza. Otras veces me siento como si me hubiera encogido y todo lo demás se hubiera agrandado.

¡Dios! ¡No hay sitio como éste para un viejo! Estoy siempre alegre y animado. ¿Sabe usted cómo es este lugar?

Tomás lo mira y niega con la cabeza.

ENCARGADO

Es como un juguete que me regalaron en Navidad, hace setenta años. No sé si usted lo conoce. Lo llamaban calidoscopio, trocitos de vidrio o de tela de muchos

colores. Se levanta hacia la luz y se mira y se queda uno sin aliento. ¡Cuántos dibujos! Bueno, pues así es.

Disfrútelo. Tómelo como es. ¡Dios! ¿Sabe que esa carretera tiene dieciséis siglos y aún está en buenas condiciones?

El Encargado mira hacia el surtidor.

ENCARGADO

Es un dólar cincuenta.

Tomás le paga y arranca riendo entre dientes.

3. EXT. CARRETERA – NOCHE.

La carretera es un largo camino que se interna en la oscuridad y las colinas. Tomás con una mano en el volante, saca con la otra, un caramelo de la bolsa del almuerzo. No se ve ningún otro automóvil en el camino, ninguna luz. La noche esta en completo silencio, solo se oye el ruido del motor. Los desiertos y los mares secos pasan velozmente a su lado y las montañas se ven entre las estrellas.

Tomás mira la línea de la carretera y sonríe.

TOMAS

(V.O)

¿Qué olor tiene el tiempo? El olor del polvo, los relojes, la gente. ¿Y qué sonido tenía el tiempo? Un sonido de agua en una cueva, y una voz muy triste y unas gotas sucias que caen sobre cajas vacías y un sonido de lluvia. Y aún más,

¿a qué se parecía el tiempo? A la nieve que cae calladamente en una habitación oscura, a una película muda

en un cine muy viejo, a cien millones de rostros que descienden como esos globitos de Año Nuevo, que descienden

 

 

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y descienden en la nada. Eso es el tiempo, su sonido, su olor.

Tomás saca una mano fuera de la camioneta.

TOMAS

(V.O)

Esta noche casi se puede tocar el tiempo.

4. EXT. COLINAS del TIEMPO – NOCHE.

La camioneta entra en las colinas del tiempo.

Tomás se toca la nuca, siente un fuerte dolor que lo hace sentarse rígidamente y fijar su mirada en el camino.

5. EXT. ALDEA DESHABITADA – NOCHE.

Tomás entra en una aldea. Para el motor y se queda en el silencio de la noche. Maravillado y absorto contempla los edificios blanqueados por las lunas. Deshabitados desde hacía siglos. Perfectos. En ruinas, pero perfectos.

6. EXT. CARRETERA – NOCHE.

Tomás pone en marcha el motor, vuelve a la carretera, recorre unos pocos kilómetros y se detiene nuevamente.

7. EXT. CAFETERIA ABANDONADA - NOCHE.

Tomás estaciona y camina hacia la cafetería llevando la bolsa de almuerzo en la mano. La cafetería esta abandonada pero en buen estado. Elige una mesa al lado del ventanal, abre el termo y se sirve en un poco de café en una taza que hay sobre la mesa.

Un pájaro nocturno pasa volando. La noche es hermosa y apacible.

Tomás oye un ruido, gira lentamente, con la taza en la mano. Entre las colinas, sobre la curva de la antigua carretera, hay un movimiento, una luz mortecina, un murmullo.

Asoma en las colinas una    máquina que parece un insecto de color verde jade que salta suavemente en el aire frío de la noche, con innumerables diamantes verdes que parpadea sobre su cuerpo y rubíes que centellean. Sus seis patas se posan en la antigua carretera y desde el lomo de la máquina un MARCIANO de ojos de color oro fundido mira a Tomás con una mirada perdida.  

 

 

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Tomás sale de la cafetería con su termo y la taza de café.

8. EXT. CARRETERA – NOCHE.

Tomás levanta una mano a modo de saludo.

TOMAS

(V.O)

¡Hola!

El Marciano tiene las manos vacías. Durante unos instantes ambos se miran a los ojos en el aire frío de la noche.

Tomás no lleva armas de fuego. Se lo ve nervioso.

Tomás  se  acerca, dando el primer paso.  

TOMAS

(Grita.)

¡Hola!

El Marciano hablando en su propio idioma.

MARCIANO

¡Hola!

Los dos hablando al mismo tiempo.

TOMAS

¿Dijiste hola?

MARCIANO

¿Dijiste hola?

TOMAS

¿Qué dijiste?

El Marciano sigue hablando en un idioma que Tomás no entiende.

 

 

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MARCIANO

¿Qué dijiste?

Los dos fruncen el ceño.

TOMAS

¿Quién sos?

MARCIANO

¿Qué haces acá?

Los dos confundíos hablan al mismo tiempo.

TOMAS

¿A dónde vas?

MARCIANO

¿A dónde vas?

TOMAS

Soy Tomás Gómez.

MARCIANO

Yo soy Muhe Ca.

No se entienden, pero se señalan a sí mismos, golpeándose el pecho. El Marciano se echa a reír.

MARCIANO

¡Espera!

Tomás mueve la cabeza porque siente que lo rozan, aunque ninguna mano lo esta tocando.

MARCIANO

(En español.)

Ya está.

 

 

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TOMAS

¡Qué pronto aprendiste mi idioma!

MARCIANO

No es nada.

Se hace un silencio. Ambos miran el humeante café que Tomás tiene en la mano.

El Marciano mira a Tomás y mira el café.

MARCIANO

¿Algo distinto?

TOMAS

¿Puedo ofrecerte una taza?

MARCIANO

Por favor.

El Marciano se acerca. Tomás llena su taza de café y se la ofrece.

La mano de Tomás y la mano del Marciano se confunden, como si tuvieran manos de niebla.

TOMAS

(Grita.)

¡Dios mío!

Tomás deja caer la taza.

MARCIANO

(En su propio idioma.)

¡En nombre de los Dioses!

Se nota por sus rostros que están muertos de miedo. Ambos murmuran al mismo tiempo.

 

 

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TOMAS

¿Viste lo que pasó?

MARCIANO

¿Viste lo que pasó?

El Marciano se inclina para tocar la taza, pero no puede tocarla.

TOMAS

¡Señor!

MARCIANO

Realmente...

El Marciano se endereza, medita por un momento, y luego saca un cuchillo de su cinturón.

TOMAS

¡Eh! Entendiste mal. ¡Tómalo!

El marciano tira al aire el cuchillo. Tomás junta las manos. El cuchillo le pasa a través de la carne. Tomás se inclina para levantarlo, pero no lo puede tocar y retrocede, estremeciéndose.

Tomás mira al Marciano que mira hacia el cielo.

TOMAS

¡Las estrellas!

MARCIANO

¡Las estrellas!

Las estrellas son blancas y claras, se ven a través del cuerpo del Marciano. Se ven como centellas incrustadas en la tenue y fosforescente membrana de un pez gelatinoso, parpadean de color violeta en el estómago y en el pecho del Marciano, brillan como joyas en los brazos.

 

 

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TOMAS

¡Eres transparente!

MARCIANO

(Retrocediendo.)

¡Y tú también!

Tomás se toca el cuerpo y se tranquiliza.

TOMAS

(V.O)

Yo soy real.

El Marciano se toca la nariz y los labios.

MARCIANO

(Murmurando.)

Yo tengo carne. Yo estoy vivo.

Tomás lo mira fijamente.

TOMAS

Y si yo soy real, tú debes de estar muerto.

MARCIANO

¡No, tú!

TOMAS

¡Eres un espectro, un fantasma!

Se señalan el uno al otro.

TOMAS

(V.O)

Estoy borracho, no se lo contaré mañana a nadie.

 

 

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Tomás y el Marciano se miran por un tiempo, de pie, inmóviles, al borde de la antigua carretera.

MARCIANO

¿De dónde sos?

TOMAS

De la Tierra.

MARCIANO

¿Qué es eso?

Tomás señala el cielo.

MARCIANO

¿Cuándo llegaste?

TOMAS

Hace más de un año, ¿no te acordas?

MARCIANO

No.

TOMAS

Todos ustedes estaban muertos, así lo creímos. Tu raza ha desaparecido casi totalmente ¿no lo sabes?

MARCIANO

No. No es cierto.

TOMAS

Sí. Todos muertos. Yo vi los cadáveres. Negros, en las habitaciones, en las casas. Muertos. Millares de muertos.

MARCIANO

Eso es ridículo. ¡Estamos vivos!

TOMAS

Escúchame. Este planeta ha sido invadido. No podes ignorarlo. Escapaste.

 

 

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MARCIANO

¿Yo? ¿Escapar de qué? No entiendo lo que decís. Voy a una fiesta en el canal, cerca de las montañas Eniall. Allí

estuve anoche. ¿No ves la ciudad?

Señalando atrás de las colinas. Tomás mira hacia donde indica el Marciano y ve las ruinas.

TOMAS

Pero cómo, esa ciudad está muerta desde hace miles de años.

El Marciano se ríe.

MARCIANO

¡Muerta! Dormí allí anoche.

TOMAS

Y yo estuve allí la semana anterior y la otra, y hace un rato, y es un montón de escombros. ¿No ves las columnas

rotas?

MARCIANO

¿Rotas? Las veo perfectamente a la luz de la luna. Intactas.

TOMAS

Hay polvo en las calles.

MARCIANO

¡Las calles están limpias!

TOMAS

Los canales están vacíos.

MARCIANO

¡Los canales están llenos de vino de lavándula!

TOMAS

Está muerta.

El Marciano no para de reírse.

MARCIANO

¡Está viva! Estás muy equivocado ¿No ves las luces de la fiesta? Hay barcas hermosas esbeltas como mujeres, y

mujeres hermosas esbeltas como barcas; mujeres del color de

 

 

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la arena, mujeres con flores de fuego en las manos. Las veo desde aquí, pequeñas, corriendo por las calles. Allá voy, a

la fiesta. Flotaremos en las aguas toda la noche, cantaremos, beberemos, haremos el amor. ¿No las ves?

TOMAS

Tu ciudad está muerta como un lagarto seco. Pregúntaselo a cualquiera de nuestro grupo. Voy a la Ciudad Verde. Es una

colonia que hicimos hace poco cerca de la carretera de Illinois. No puedes ignorarlo. Trajimos trescientos mil metros cuadrados de madera de Oregón, y dos docenas de toneladas de buenos clavos de acero, y levantamos a

martillazos los dos pueblos más bonitos que hayas podido ver. Esta noche festejaremos la inauguración de uno. Llegan de la Tierra un par de cohetes que traen a nuestras mujeres

y a nuestras amigas. Habrá bailes y whisky...

El Marciano se pone inquieto.

MARCIANO

¿Dónde está todo eso?

Tomás lo lleva hasta el borde de una colina y señala a lo lejos.

TOMAS

Allá están los cohetes. ¿Los ves?

MARCIANO

No.

TOMAS

¡Maldita sea! ¡Ahí están! Esos aparatos largos y plateados.

MARCIANO

No.

Tomás se ríe.

TOMAS

¡Estás ciego!

MARCIANO

Veo perfectamente. ¡Sos vos el que no ve!

 

 

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TOMAS

Pero ves la nueva ciudad, ¿no es cierto?

MARCIANO

Yo veo un océano, y la marea baja.

TOMAS

Señor, esa agua se evaporó hace cuarenta siglos.

MARCIANO

¡Vamos, vamos! ¡Basta ya!

TOMAS

Es cierto, te lo aseguro.

El Marciano se pone muy serio.

MARCIANO

Decime otra vez. ¿No ves la ciudad que te describo? Las columnas muy blanca, las barcas muy finas, las luces de la fiesta... ¡Lo veo todo tan claramente! Y escucha... Oigo

los cantos. ¡No están tan lejos!

Tomás sacude la cabeza.

TOMAS

No.

MARCIANO

Y yo, en cambio, no puedo ver lo que vos me describís.

Vuelven a estremecerse, a sentir frío.

MARCIANO

¿Podría ser?

TOMAS

¿Qué?

MARCIANO

¿Dijiste que del cielo?

 

 

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TOMAS

De la Tierra.

MARCIANO

La Tierra, un nombre, nada. Pero... al subir por el camino hace una hora... sentí...

El Marciano se lleva la mano a la nuca.

TOMAS

¿Frío?

MARCIANO

Sí.

TOMAS

¿Y ahora?

MARCIANO

Vuelvo a sentir frío. ¡Qué raro! Había algo en la luz, en las colinas, en el camino... Una sensación extraña... El camino, la luz... Durante unos instante creí ser el único

sobreviviente de este mundo.

TOMAS

Lo mismo me pasó a mí.

El Marciano cierra los ojos por un instante.

MARCIANO

Sólo hay una explicación. El tiempo. Sí. Eres una sombra del pasado.

TOMAS

No. Vos, vos sos del pasado.

MARCIANO

¡Qué seguro estas! ¿Cómo es posible afirmar quién pertenece al pasado y quién al futuro? ¿En qué año estamos?

 

 

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TOMAS

En el año catorce mil dos.

MARCIANO

¿Qué significa eso para mí?

Tomás queda en silencio por un rato y se encoge de hombros.

TOMAS

Nada.

MARCIANO

Es como si te dijera que estamos en el año 4462853 S.E.C. No significa nada. Menos que nada. Si algún reloj nos

indicase la posición de las estrellas...

TOMAS

¡Pero las ruinas lo demuestran! Demuestran que yo soy el futuro, que yo estoy vivo, que tú estás muerto.

MARCIANO

Todo en mí lo desmiente. Me late el corazón, mi estómago siente hambre, mi garganta sed. No, no. Ni muertos, ni

vivos, más vivos que nadie, quizá. Mejor, entre la vida y la muerte. Dos extraños cruzan en la noche. Nada más. Dos

extraños que pasan. ¿Ruinas dijiste?

TOMAS

Sí. ¿Tenes miedo?

MARCIANO

¿Quién desea ver el futuro? ¿Quién ha podido desearlo alguna vez? Un hombre puede enfrentarse con el pasado, pero pensar... ¿Has dicho que las columnas se han desmoronado?

¿Y que el mar está vacío y los canales, secos y las doncellas muertas y las flores marchitas?

El Marciano queda en silencio y mira hacia la ciudad lejana.

MARCIANO

Pero están ahí. Las veo. ¿No me basta? Me aguardan ahora, y no importa lo que digas.

 

 

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TOMAS

Jamás nos pondremos de acuerdo.

MARCIANO

Admitamos nuestro desacuerdo. ¿Qué importa quién es el pasado o el futuro, si ambos estamos vivos? Lo que ha de suceder sucederá, mañana o dentro de diez mil años. ¿Cómo

sabes que esos templos no son los de tu propia civilización, dentro de cien siglos, desplomados y en

ruinas? ¿No lo sabes? No preguntes entonces. La noche es muy breve. Allá van por el cielo los fuegos de la fiesta, y

los pájaros.

Tomás le extendió la mano. El Marciano lo imitó. Sus manos no se tocaron, se fundieron atravesándose.

TOMAS

¿Volveremos a encontrarnos?

MARCIANO

¡Quién sabe! Tal vez otra noche.

TOMAS

Me gustaría ir contigo a la fiesta.

MARCIANO

Y a mí me gustaría ir a tu ciudad y ver esa nave de que me hablas y esos hombres, y oír todo lo que sucedió.

TOMAS

Adiós.

MARCIANO

Buenas noches.

El Marciano se mete en su nave y vuela serenamente hacia las colinas en su vehículo de metal verde. Tomas se mete en su camioneta y parte en silencio en dirección contraria.

9. INT. CAMIONETA – NOCHE.

Tomás suspira con las manos en el volante.

TOMAS

¡Dios mío! ¡Qué pesadillas!

 

 

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10. INT. NAVE – NOCHE.

El Marciano mirando el horizonte.

MARCIANO

Qué extraña visión!

11. EXT. CARRETERA – NOCHE.

La noche es oscura. Las lunas se ponen. La luz de las estrellas parpadean sobre la carretera desierta y silenciosa.

Créditos.