Guia Horror Horacio Quiroga

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Se describe el horror en Horacio Quiroga

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  • Ponemos en vuestras manos esta coleccin deClsicos Escolares, que responde al compromisode la Consejera de Educacin de la Junta de An-daluca por impulsar la lectura en el mbito esco-lar y poner en marcha la publicacin de edicionesescolares de obras clsicas en lengua castellana,con propuestas didcticas y dinamizadoras.El objetivo de esta coleccin de Clsicos Escola-

    res es doble, por una parte fomentar el hbito lectoren nuestro alumnado y por otra, llevar a las biblio-tecas escolares andaluzas parte del riqusimo yvariado acervo literario que poseemos. Es cierto que puede haber ttulos infantiles y

    juveniles ms cercanos a los intereses y gustos delos y las estudiantes, pero es importante que des-cubran la belleza de estas obras literarias clsicaspor ser la herencia escrita que hemos recibido.Carlos Garca Gual dice: Los clsicos deben

    estar en las aulas, porque a ningn ciudadano, ni aningn grupo social le debemos sustraer el cono-

    Clsicos escolares

  • 2cimiento de un patrimonio cultural que es propie-dad de todos.La amplia nmina de escritoras y escritores se-

    leccionados de distintos gneros literarios y dife-rentes etapas de la literatura en lengua castellanarecogida en esta coleccin, y la aportacin de lasguas didcticas, harn de este trabajo un instru-mento valioso y contribuirn al desarrollo de lascompetencias bsicas y del gusto por la lectura.En este empeo, la labor del profesorado es de

    una enorme importancia al ser pieza fundamentalen la formacin presente y futura de lectores y lec-toras, pudiendo acompaar a su alumnado a des-cubrir nuevas formas de creacin literaria.Animamos e invitamos a toda la comunidad

    educativa a disfrutar con la lectura de esta obra,Cuentos de horror y de muerte, al igual que nosotroslo hemos hecho con la gestin de este proyecto.

    La Consejera de Educacin de la Junta de Andaluca

  • GUA DIDCTICAFederico Villalobos

    CUENTOS DE HORROR Y DE MUERTE

    HORACIO QUIROGA

    Clsicos escolares

  • Gua didctica: Federico Villalobos

    Edicin: Consejera de Educacin de la Junta de Andaluca

    Coordinan: Direccin General de Ordenacin y Evaluacin Educativa y

    Asociacin de Editores de Andaluca (Alicia Muoz)

    Diseo grfico: Forma Comunicacin

    Maquetacin: ngel Gonzlez

    Edicin NO VENAL

    Depsito legal: MA-1512-2010

    ISBN : 978-84-693-4023-3

    Impreso en Espaa

    IMAGRAF IMPRESORES - Mlaga

    Queda prohibida cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacin pblica y trans-formacin de esta obra sin contar con autorizacin de los titulares, salvo excepcin prevista por laLey. Para fotocopiar o escanear algn fragmento de esta obra, dirjase a CEDRO (Centro Espaolde Derechos Reprogrficos www.cedro.org).

  • 5INTRODUCCINLos cuentos de Horacio Quiroga son todo un descu-

    brimiento para quien los lee por primera vez. Su expre-sividad, su tensin narrativa y su hondura humana loshacen especialmente apropiados para lectores y lectorasque se hallan en esa franja de edad en la que se corre elriesgo de abandonar tal condicin, temporal o definiti-vamente, ante la falta de alicientes. Aunque la insistencia en contextualizar una obra lite-

    raria puede abrumar al alumnado y ejercer cierto efectodisuasorio, en el caso de Quiroga, esa contextualizacinpuede, por el contrario, convertirse en un aliciente parala lectura de sus cuentos. Dado que stos estn inextri-cablemente unidos a las inquietudes del autor y a supropia biografa, ofrecer previamente algunos datosbiogrficos, temticos y estilsticos sobre Quiroga y suscuentos, para proporcionar a continuacin, a modo depropuesta didctica, algunas claves que faciliten el tra-

    bajo con los relatos.

    1. QUIROGA Y SUS CUENTOS1.1. El fundador del cuento modernoHoracio Quiroga fue saludado en su da como el pri-

    mer cuentista en lengua castellana. El elogio, pronun-ciado en 1926, puede parecer hiperblico, y sin duda asse les antojara a quienes, como Jorge Luis Borges,menospreciaron entonces al escritor uruguayo. Hoy, sinembargo, es difcil discutirle a Quiroga el mrito que se

  • 6le atribuye: nada menos que la fundacin del cuentomoderno en lengua espaola. Segn Jorge Lafforgue, uno de sus mejores conoce-

    dores, los relatos de Quiroga supusieron para la narrati-va hispnica una renovacin comparable a la que elmodernismo haba supuesto unas dcadas atrs para lapoesa. Quiroga, afirma Lafforgue, fue el introductoren nuestras letras de un territorio indito, en el cual elms descarnado realismo supo convivir con fascinantesaperturas a los desbordes de la alucinacin, el horror yla fantasa.Esa convivencia entre lo real y lo fantstico convierte

    tambin a Quiroga en precursor del realismo mgicohispanoamericano. Sus mejores relatos, los que l mis-mo denomin cuentos de monte, son realistas, peroen ellos hay, al mismo tiempo, una presencia ms omenos vaga de lo irreal. A diferencia de Edgar AllanPoe, que tanto influy en l, Quiroga dej muy prontode buscar lo extraordinario en el mbito de lo fantasma-grico y lo grotesco para perseguirlo en el campo de loreal, de lo cotidiano.Esa persecucin como veremos a continuacin, el

    horror y lo extraordinario nunca dejaron a su vez deperseguir a Horacio Quiroga acab llevando al escri-tor a traspasar, en palabras de Alberto Zum Felde, lasdimensiones normales de la narrativa, lo objetivo y losubjetivo, para penetrar en otro plano, el de lo sublimi-nal: aquello que, estando ms all, muy pocos entreellos sus lectores pueden frecuentar.

  • 71.2. Vida y muertesNinguna semblanza biogrfica de Horacio Quiroga,

    por breve que sea, puede omitir la insistente persecu-cin a la que la muerte casi siempre trgica sometial escritor y a su entorno.Horacio Quiroga naci el 31 de diciembre de 1878 en

    la ciudad uruguaya de Salto, en el seno de una familiaacomodada. An no haba cumplido tres meses cuan-do su padre muri al disparrsele accidentalmente suescopeta de caza delante de su familia. Aos despus, elsegundo marido de su madre se pegar un tiro tras que-dar invlido como consecuencia de una hemorragiacerebral. Quiroga, con 17 aos, ser uno de los que des-cubran el cadver.Desde su juventud, Quiroga dio muestras de un

    carcter inconformista. Fascinado por el malditismo deautores como Baudelaire y Edgar Allan Poe, orient susprimeros pasos literarios en la estela del decadentismo.A los veintids aos emprende viaje a Pars, peregrina-cin ritual para los jvenes escritores modernistas. Elviaje acaba siendo desastroso, y Quiroga vuelve aUruguay a los pocos meses, decepcionado de las mise-rias de la vida bohemia. En 1901 publica su primer libro, Los arrecifes de coral,

    en el que mezcla poesa y prosa potica, muy influidopor Rubn Daro, Leopoldo Lugones y otros escritoresmodernistas. Al ao siguiente, tras matar accidental-mente a su mejor amigo, al que estaba enseando amanejar un revlver con el que pretenda batirse en due-

  • 8lo, Quiroga se refugia junto a su hermana en BuenosAires. All comienza a colaborar en publicaciones lite-rarias. En 1903 participa como fotgrafo en una expedicin

    dirigida por Leopoldo Lugones a las ruinas jesuticas dela provincia argentina de Misiones, fronteriza con Brasily Paraguay. El contacto con la selva fue un verdaderodescubrimiento para Quiroga, que le llevar a reorientarsu vida y su quehacer literario. Al ao siguiente se esta-blece como colono en la regin del Chaco argentino,donde emprende el cultivo de algodn. La experienciaresulta un fracaso econmico, pero le sirve para madu-rar como hombre y como escritor. Fue en el Chaco don-de, segn Emir Rodrguez Monegal, Quiroga abandondefinitivamente los aspectos ms postizos y exterioresdel modernismo. Ese mismo ao publica su segundolibro, El crimen del otro,muy influido por Edgar AllanPoe tanto en la temtica como en la tcnica narrativa.Regresa a Buenos Aires, donde trabaja como profesor

    de castellano y literatura. Compra una finca sobre el roParan, en las cercanas de San Ignacio, en la selva deMisiones que tanto le ha fascinado. En 1909 se casa conAna Mara Cirs, una de sus jvenes alumnas, y se va avivir con ella a San Ignacio.Entre 1910 y 1916, Quiroga desarrolla una intensa

    actividad en sus tierras y escribe sus mejores relatos.San Ignacio es el escenario recurrente de la mayor partede su produccin literaria. Sus propias experiencias leproporcionan material para sus narraciones. Pero su

  • 9mujer no llega a adaptarse al duro entorno ni al carcterhurao de su marido. El nacimiento de dos hijos noimpide que sufra frecuentes depresiones que acabanconducindola al suicidio. Ana Mara muere tras ochodas de agona.En 1916 Quiroga vuelve a Buenos Aires, donde traba-

    ja como funcionario del consulado de Uruguay. Escribesin descanso en las publicaciones ms prestigiosas deArgentina. A Cuentos de amor, de locura y de muerte(1917) le suceden Cuentos de la selva (1918), Anaconda(1921) ambos bajo la influencia de Rudyard Kipling,El desierto (1924) y otras recopilaciones de relatos que leproporcionan un creciente reconocimiento. En 1926, aode la publicacin del que se considera su mejor libro, Losdesterrados, los escritores argentinos lo homenajeancomo el primer cuentista en lengua castellana. Es elcenit de una fama que hacia 1930 empieza a declinar,eclipsada por la irrupcin de jvenes vanguardistas comoJorge Luis Borges. En 1932 Quiroga regresa a Misiones. Su segunda

    mujer una joven amiga de su hija con la que se habacasado en 1927 lo abandona al poco tiempo, llevn-dose a la hija de ambos. El suicidio de su amigo y protec-tor Baltasar Brum, presidente de Uruguay, supone sucese como funcionario consular. En 1936 su salud sedeteriora, y vuelve a Buenos Aires para ingresar en unhospital. El 19 de febrero de 1937, tras descubrir quepadece un cncer en fase terminal, pone fin a su vidaenvenenndose con cianuro.

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    La estela de trgicos fallecimientos se prolonga msall de la muerte de Quiroga. Su hija Egl, y ms tardesu hijo Daro, tambin se suicidan. Y su amigo y mode-lo literario de los primeros tiempos, Leopoldo Lugones,se quita la vida en el primer aniversario de la muerte deQuiroga.

    1.3. Los temas La muerte es el tema principal de la obra de Quiroga,

    hasta el punto de que su presencia ha sido calificada deobsesiva, y se ha explicado como una suerte de exorcis-mo para conjurar el fantasma que con tanta saa acosal escritor y a los suyos. La muerte, en efecto, est pre-sente en la mayora de los relatos de Quiroga. Pero espreciso matizar que al escritor no le interesa tanto lamuerte en s misma como sus circunstancias y, sobretodo, la diversa manera en que los seres humanos (o losanimales humanizados) se encaran con ella, negndosea aceptarla como realidad. Si la muerte ha sido siempre uno de los temas funda-

    mentales de la literatura, pocos escritores lo han abor-dado de manera tan exhaustiva y rica en matices comoQuiroga. Las recurrentes tragedias con que la vida leafligi y la evidente complacencia en lo macabro que seaprecia en sus primeros cuentos abonaran la tesis deuna inclinacin morbosa, desmentida sin embargo porel tratamiento de gran profundidad psicolgica, filo-sfica e incluso tica que el tema recibe en sus mejo-res relatos.

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    Se ha insistido mucho en que en ellos la muerte essiempre algo no natural y sobrevenido, que sorprende aunos personajes que no contaban con ella. Esa crticaolvida que lo natural es morirse, ya sea de una manera ode otra, y que, por el contrario, lo no natural es no con-tar con la muerte, no incluirla en nuestros planes nisiquiera como accidente. A mi juicio, lejos de evidenciaruna inclinacin morbosa, la omnipresencia de la muer-te en la obra de Quiroga pone de manifiesto demanera en absoluto paradjica, pues una no es conce-bible sin la otra un poderoso vitalismo, un profundoamor a la vida.La muerte es el macrotema con el que estn conecta-

    dos los dems temas quiroguianos: el amor, la ternura,el horror, la locura, la rebelda y la fuerza apabullante dela naturaleza, personificada en la selva, que con Quirogadeja de ser un teln de fondo para convertirse en perso-naje, el antagonista del ser humano en un conflicto en elque, generalmente, ste tiene todas las de perder.

    1.4. A puo limpioQuiroga fue criticado a menudo por su estilo, al que se

    reprochaba descuido e incorreccin. Quiz la mejor res-puesta a esa crtica sea la que nos proporciona EmirRodrguez Monegal: los cuentos de Quiroga no debenjuzgarse por la mayor o menor presencia en ellos deerrores gramaticales, sino por su eficacia para comunicarla sensacin de tragedia, de ternura o de horror que suautor desea transmitir. Y qu duda cabe de que los cuen-

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    tos de Horacio Quiroga, escritos, como l mismo afir-maba, a puo limpio, son tremendamente eficaces.El estilo de Quiroga est al servicio de la brevedad, la

    intensidad y la tensin. El escritor uruguayo sostenaque el cuento deba ser una flecha que, cuidadosamen-te apuntada, parte del arco para ir a dar en el blanco.Cuantas mariposas trataran de posarse sobre ella paraadornar su vuelo, no conseguiran sino entorpecerlo.Los principios enunciados en su famoso Declogo delperfecto cuentista son consecuentes con esa concepcindel relato: Una vez dueo de tus palabras, no te preo-cupes de observar si son entre s consonantes o asonan-tes; no adjetives sin necesidad; un cuento es unanovela depurada de ripios.El rasgo ms caracterstico del estilo de sus cuentos es

    la economa narrativa. Eso no supone el empobreci-miento del estilo, sino, recalqumoslo, su subordinacinal fin perseguido. A ese mismo fin se subordinan tam-bin los recursos empleados por el escritor, alguno deellos, como la utilizacin de un punto de vista fluctuan-te y contradictorio y la fragmentacin de las ancdotas(Leonora Fleming), realmente novedoso.Debe tenerse en cuenta que el estilo de Quiroga no le

    vino dado, por mucho que en sus relatos pueda rastre-arse la influencia de escritores como Poe o Kipling; esuna conquista del autor, el resultado de un proceso dedepuracin. En ese proceso, el contacto con el sperosuelo del Chaco y con la selva de Misiones actu comocatalizador. Es all donde, segn Lafforgue, al enfrentar-

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    se a los cotidianos desafos de la vida montaraz,Quiroga asume los grandes temas del hombre, despo-jando a su prosa de todos los resabios decadentistas,hasta tornarla acerada, pura fibra, de segura eficacia. Como ltimo argumento frente a la despreocupacin

    que se le reprochaba, conviene tener en cuenta el intersque Quiroga prest a las cuestiones de estilo en diversosescritos tericos sobre el cuento. Quiz el ms conocidosea el Declogo del perfecto cuentista (1920), que incluyoaqu por su utilidad para el trabajo en el aula sobre losrelatos de esta antologa puede ser interesante buscarejemplos tanto del acatamiento de estos preceptos comode su transgresin y por su valor didctico para quie-nes empiezan a sentir el prurito de la creacin literaria.

    Declogo del perfecto cuentista1. Cree en un maestro Poe, Maupassant, Kipling,

    Chejov como en Dios mismo.2. Cree que su arte es una cima inaccesible. No suees

    en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirs sinsaberlo t mismo.3. Resiste cuanto puedas a la imitacin, pero imita si

    el influjo es demasiado fuerte. Ms que ninguna otracosa, el desarrollo de la personalidad es una largapaciencia.4. Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino

    en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a unanovia, dndole todo tu corazn.5. No empieces a escribir sin saber desde la primera

    palabra adnde vas. En un cuento bien logrado, las tres

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    primeras lneas tienen casi la importancia de las tresltimas.6. Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia:

    Desde el ro soplaba el viento fro, no hay en lenguahumana ms palabras que las apuntadas para expresar-la. Una vez dueo de tus palabras, no te preocupes deobservar si son entre s consonantes o asonantes.7. No adjetives sin necesidad. Intiles sern cuantas

    colas de color adhieras a un sustantivo dbil. Si hallas elque es preciso, l slo tendr un color incomparable.Pero hay que hallarlo.8. Toma a tus personajes de la mano y llvalos firme-

    mente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino queles trazaste. No te distraigas viendo t lo que ellos nopueden o no les importa ver. No abuses del lector. Uncuento es una novela depurada de ripios. Ten esto poruna verdad absoluta, aunque no lo sea.9. No escribas bajo el imperio de la emocin. Djala

    morir, y evcala luego. Si eres capaz entonces de revivir-la tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.10. No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impre-

    sin que har tu historia. Cuenta como si tu relato notuviera inters ms que para el pequeo ambiente de tuspersonajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otromodo se obtiene la vida del cuento.

    1.5. Los cuentosLos relatos incluidos en esta antologa han sido selec-

    cionados con el propsito de ofrecer una muestra lo

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    ms amplia posible de la produccin quiroguiana. El almohadn de plumas, La gallina degollada,

    La miel silvestre, A la deriva, La insolacin, Elalambre de pa, Yaga y Los Mens, publicadosentre 1907 y 1914, fueron incluidos en Cuentos de amor,de locura y de muerte (1917). Los cazadores de ratasforma parte de El Salvaje (1920). A El desierto (1924)pertenecen, adems del cuento del mismo ttulo, JuanDarin y Un pen. De Los desterrados (1926), conside-rado por la crtica el mejor libro de Quiroga, slo heseleccionado El hombre muerto, ya que en los demsrelatos hay demasiadas referencias cruzadas como paraseleccionar slo alguno de ellos, e incluirlos todos iraen detrimento de la finalidad que aqu se persigue.Tambin creo que son menos apropiados para los des-tinatarios de esta coleccin de Clsicos Escolares; aun-que sta es, por supuesto, una opinin personal. Elcuento que cierra la antologa, El hijo, fue incluido enMs all, la ltima recopilacin de relatos publicadapor Quiroga (1935). Han quedado fuera de la seleccin los primeros cuen-

    tos, tentativas no muy logradas y excesivamente apega-das a las frmulas modernistas. Tampoco he incluidoAnaconda, por su extensin, ni los Cuentos de la selva,dirigidos a lectores de menor edad. El orden de la seleccin es, en principio, cronolgico,

    aunque no lo he seguido estrictamente, para favorecerotro tipo de acercamientos a la obra de Quiroga. Loscuatro primeros relatos son ejemplos de los denomina-

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    dos cuentos de efecto. El tercero y el cuarto, adems,suponen el inicio de la temtica de la selva. Quiroga yaha tomado contacto con ella en ese momento de su pro-duccin literaria, aunque an no se ha establecido enMisiones. En ambas narraciones, los humanos son pre-sentados como invasores de un entorno que reaccionaa la defensiva. Buscando el contraste, sobre todo en loque a los personajes se refiere, he situado a continuacinun cuento ya puramente de monte. Le siguen cuatronarraciones en las que los protagonistas son animaleshumanizados, y otros cinco cuentos de monte. Lostres ltimos son la ms depurada expresin de la apro-ximacin quiroguiana al tema de la muerte.

    2. PROPUESTA DIDCTICALos relatos de Horacio Quiroga, material habitual de

    trabajo en los talleres literarios de nivel bsico o de ini-ciacin, ofrecen materia literaria en estado puro y depu-radas tcnicas narrativas para el trabajo en el aula en loscursos de segundo ciclo de Enseanza SuperiorObligatoria.Los relatos recogidos en esta antologa ofrecen un

    inters pedaggico adicional, pues la mayora versasobre un tema que, al menos en las sociedades occiden-tales, se nos hurta indebidamente con indeseables ydolorosas consecuencias. Como ya hemos visto, lamuerte es el tema principal de la narrativa quiroguiana.Pues bien, son muchas las voces que desde el campo de

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    la pedagoga defienden la pertinencia de incluir ese temacomo contenido educativo ordinario y normalizado.Como Agustn de la Herrn y Mar Fernndez sostienen(La muerte y su didctica: Manual para educacin infan-til, primaria y secundaria;Madrid, Universitas, 2006), lamortalidad es un requisito para otorgar un sentido a lavida, y una condicin necesaria para aprovechar y con-tribuir a la posible evolucin del ser humano. Esta asun-cin es algo que, naturalmente, logran el nio y el prea-dolescente de un modo adecuado, y que el adolescente yalgunos jvenes vuelven a perder para que el adulto novuelva a recordarlo ms que a golpe de prdida. A continuacin propongo un esquema bsico de acti-

    vidades sobre los cuentos de la antologa, que intentarcomplementar con algunas claves que faciliten el traba-jo con los ms notables.

    ACTIVIDADES

    Antes de la lecturaMuchas pginas web contienen documentacin gr-

    fica sobre Horacio Quiroga. Se le podran facilitar alalumnado fotografas del escritor a lo largo de su vida,de su primera y de su segunda mujer, de sus hijos, de lacasa que se construy en Misiones, para despus plan-tearle una serie de cuestiones. Por ejemplo: Mira estasfotos de Horacio Quiroga. Qu carcter crees quetena? Cmo crees que fue su vida?Crees que viva

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    slo para la literatura, o tendra otros trabajos y aficio-nes? Mira esta foto de Quiroga con su mujer y sus hijos.Crees que la vida sera fcil para ellos en un lugar comola selva? Se puede invitar al alumnado a buscar respues-ta a estas preguntas en Internet.

    Qu te sugiere el ttulo de este cuento? Nos permi-te hacernos alguna idea de cul ser su argumento?

    Despus de la lectura Qu tipo de narrador tiene el cuento? Cul es su

    punto de vista? Debe tenerse en cuenta que en los relatosseleccionados el narrador en tercera persona no siemprees omnisciente, de forma coherente con lo enunciado porQuiroga en el punto octavo de su Declogo del perfectocuentista: No te distraigas viendo lo que tus personajesno pueden o no les interesa ver. Adems, el punto devista a menudo es fluctuante.

    Cules son los personajes principales? Cmo losdefiniras? En qu te basas para definirlos as? Cul cre-es que es la actitud del narrador hacia ellos?

    Cul es el argumento? Te parece un cuento realista, o contiene elementos

    fantsticos? Qu estructura tiene el cuento, convencional (plan-

    teamiento, nudo y desenlace) o fragmentaria (sucesinde ancdotas ms o menos enlazadas)?

    Cul es el tema principal del cuento? (Posible com-paracin con el tratamiento que el mismo tema recibe enotros cuentos de la antologa).

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    Qu efecto pretende provocar en el lector? Creesque el autor lo consigue? Busca en el cuento algunosrecursos literarios que estn al servicio de ese efecto.

    Propn otro ttulo para el cuento.

    El almohadn de plumasEste cuento, uno de los ms conocidos de Horacio

    Quiroga, es un buen ejemplo de intensidad y concentra-cin narrativa dirigidas a la produccin de un efecto enel lector, en este caso el horror. La influencia de Edgar Allan Poe en cuanto a la tcni-

    ca narrativa es considerable. Poe consideraba fallidosaquellos relatos que no tendieran ya desde la primera fra-se a la produccin del efecto pretendido. En toda com-posicin, sostena, no debera haber una sola palabracuya tendencia, directa o indirecta, no se aplicara aldesignio preestablecido. El docente puede aplicar esteaspecto de la preceptiva de Allan Poe al anlisis del cuen-to, e invitar al alumnado a buscar su eco en el Declogode Quiroga. Es evidente que la primera frase del relato esla plasmacin literaria de su quinto precepto. Tambin sera interesante relacionar el cuento con las

    convenciones de la novela gtica, cuyos ecos en el cine yen otras formas de creacin actuales no le resultarn aje-nos al alumnado. Los personajes masculino y femeninosiguen plenamente esas convenciones; sin embargo, elambiente en el que se desarrolla el relato las rompe.Aqu convendra analizar la descripcin de la casa, y elparadjico simbolismo del color blanco.

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    Debe prestarse especial atencin al final del cuento,sobre todo al ltimo prrafo y a su tono pretendida-mente cientfico, que ha llevado a muchos crticos aconsiderar El almohadn de plumas un cuento falli-do, al estimar que contrasta excesivamente con el tonodel resto del relato y amortigua el horror que se preten-de provocar. El alumnado pude dar su opinin a esterespecto. Se le puede preguntar, por ejemplo, si intro-ducir ese prrafo era necesario. El docente puede teneren cuenta lo que Rafael Olea Franco, siguiendo aTodorov y su categorizacin de lo fantstico, advierte ensu anlisis del cuento: al proporcionar una explicacinseudocientfica de la presencia del espantoso insecto,Quiroga desplaza el cuento del reino de lo fantstico alde lo extrao, pues las leyes de la realidad quedan intac-tas y permiten explicar el fenmeno.El almohadn de plumas es un cuento de vampiris-

    mo. Olea Franco sostiene que el impacto provocadopor la aparicin del insecto encubre al verdadero mons-truo, y que las alucinaciones del personaje femeninoapuntan hacia una identificacin simblica entre elmonstruo y su marido. Sera pertinente analizar las rela-ciones entre Alicia y Jordn, para despus plantear alalumnado esta pregunta: cul es el verdadero vampirodel cuento? Analizar el cuento desde este punto de vis-ta permitira interpretarlo como una crtica a un deter-minado modelo social, afectivo y sexual de relacinentre hombres y mujeres.

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    La gallina degolladaTambin en este cuento se aprecia la influencia de

    Allan Poe, sobre todo en su efectismo y en su interspor la anormalidad psquica.Como en el cuento anterior, sera interesante analizar

    la relacin entre los dos cnyuges y su progresivo dete-rioro. Tambin aqu es destacable la simbologa crom-tica, en este caso del color rojo, que puede relacionarsecon la fascinacin que el sol crepuscular y la pared deladrillos, ambos de ese color, ejercen sobre los cuatrohermanos.En relacin con estos cuatro personajes, sera oportu-

    no recalcar al alumnado cmo hoy da no es aceptableaplicar a los disminuidos psquicos un trmino comoidiotas. Esta observacin permitira introducir y deba-tir algunas consideraciones sobre lo que se ha dado enllamar correccin poltica del lenguaje.La preocupacin del matrimonio Mazzini-Ferraz por

    el papel que la herencia biolgica haya podido desem-pear en la discapacidad de sus hijos y los reprochesque ambos se cruzan deben ponerse en relacin con elnaturalismo determinista de finales del siglo XIX, unacorriente literaria a la que Quiroga no permaneci aje-no, sobre todo a travs de la influencia de los relatos deGuy de Maupassant.Al analizar el final del relato, interesa destacar cmo

    Quiroga rebaja su truculencia ahorrndonos la contem-placin del degollamiento de Bertita. Podra preguntar-se al alumnado por el modo en que ste es sugerido.

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    A la derivaA la deriva es un magnfico ejemplo de brevedad,

    intensidad y eficacia narrativa. El argumento es de una gran sencillez, como lo es

    tambin la caracterizacin del personaje principal y casinico del relato, que se lleva a cabo de manera indirec-ta, a travs de sus acciones y pensamientos. Slo en unaocasin se le llama por su nombre; antes y despus,para el lector es simplemente el hombre. Convendradestacar este dato, subrayando cmo los primerosprrafos empiezan con esas dos palabras. El marcadoanonimato del personaje es intencionado: el hombreque lo protagoniza podra ser cualquier hombre, y suconfrontacin con la muerte es la que nos aguarda atodos. El docente puede guiar al alumnado en el anlisis del

    cuento preguntndole por el modo en que el personajese encara con la muerte. El hombre es consciente de loque le va a pasar? Se resigna a su destino? A qu cabeatribuir los sntomas de mejora que llega a percibir?Por qu, en un momento tan trascendente como elfinal, llena su cabeza con pensamientos triviales?Sera interesante buscar una correspondencia entre el

    paisaje descrito en el cuento y la proximidad de lamuerte: el ro Paran fluye en el fondo de una inmensahoya, cuyas paredes lo encajonan fnebremente; lasorillas estn bordeadas de negros bloques de basalto;el bosque tambin es negro; sobre el paisaje reina unsilencio de muerte.

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    En una segunda descripcin del paisaje, se nos pre-senta una magnfica puesta de sol. La naturaleza perma-nece impasible ante la tragedia que el hombre estviviendo. Convendra resaltar este aspecto, junto a laobjetividad del narrador, uno de los mayores logros deQuiroga. El distanciamiento, que elude cualquier pate-tismo, potencia el dramatismo y la eficacia del relato.Sera interesante fijarse especialmente en el final, todoun ejemplo de economa narrativa: El hombre estirlentamente los dedos de la mano (...). Y ces de respi-rar.La utilizacin del ro como smbolo de la vida es una

    constante de la literatura universal. El alumnado podrarelacionar esta simbologa con el ttulo del relato parainterpretar su significado.

    Un penEste extenso relato se nutre en gran medida de anc-

    dotas que Quiroga recogi o vivi l mismo como colo-no en Misiones. En l Quiroga ensaya un novedosoprocedimiento que luego pondra en prctica en otrosrelatos, alejndose de las tcnicas narrativas del sigloXIX. El cuento, aparentemente, carece de unidad, y noest claro si el protagonismo corresponde al narrador oa su pen. Adems de analizar la estructura del relato, convendra

    destacar el final, de carcter abierto, opuesto al desenlaceefectista de otros cuentos incluidos en esta antologa, ycercano al gnero fantstico.

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    El desiertoEn este cuento estn presentes numerosos elementos

    autobiogrficos. La situacin del protagonista, un hom-bre que tras enviudar queda a cargo de sus hijos peque-os en un entorno selvtico, es anloga a la que viviQuiroga despus del suicidio de su primera esposa.Como Subercasaux a sus hijos, Quiroga someti a lossuyos a un duro aprendizaje: los dejaba solos en el mon-te o les haca sentarse al borde de un precipicio. El prota-gonista comparte las mismas inquietudes experimenta-les (recogida de caucho, destilacin de vino de naran-ja...) que ocuparon a Quiroga durante su residencia enMisiones. Y como Subercasaux, tambin Quiroga, trasla muerte de su mujer, se aplic a la destruccin de cual-quier vestigio que se la recordara.Tras la lectura, el alumnado podra interpretar el sig-

    nificado del ttulo, que conecta con el tema principal delrelato: el desamparo, la fragilidad y la soledad del serhumano en un entorno hostil o, al menos, indiferente asus padecimientos. La muerte cobra de nuevo un importante protagonis-

    mo en este cuento de Quiroga. El horror se amplifica conrespecto a otros relatos: ya no es slo que el protagonistase enfrente a la inminencia de su propia muerte, sino quetambin debe padecer la angustia ante el desamparo y lamuerte casi segura que aguardan a sus hijos una vez quel haya muerto. El tono del cuento es de una gran ternura contenida.

    Esta contencin dota a la ltima parte del relato de una

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    gran tensin narrativa y de un intenso dramatismo. Enesta parte Quiroga, que siempre sinti una gran pasinpor el cine, utiliza una tcnica casi cinematogrfica paramostrar al moribundo despidindose de sus hijos,seguir despus a estos hasta su cuarto y ofrecer por lti-mo un plano de Subercasaux ya muerto.Cabra explicar al alumnado cmo la contencin de

    la ternura y de la compasin presentes en ste y en otrosrelatos de Quiroga resultan mucho ms eficaces que elsentimentalismo, pues provocan un efecto mucho mshondo en el lector.

    El hombre muertoEl hombre muerto tiene muchos puntos en comn

    con A la deriva, tanto temticos asistimos a lamuerte de un hombre como formales intensidad,brevedad, sencillez argumental. Al mismo tiempo,supone un paso ms en la superacin de los lmites tra-dicionales de la narrativa, con el que Quiroga penetraen ese ms all al que Alberto Zum Felde aluda. Tambin aqu el protagonista es annimo, y se resis-

    te a aceptar lo que le est sucediendo. Pero a diferenciade Paulino, que se opone a la muerte mediante laaccin, mediante el movimiento, el protagonista de Elhombre muerto se resiste a admitir su fin con una acti-tud de rebelda mental. Su situacin le parece una pesa-dilla, algo irreal. El contraste entre la impasibilidad de lanaturaleza y el drama que el hombre est padeciendo esexplcito: nada ha cambiado, slo l es distinto. Para el

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    resto del mundo, el horrible acontecimiento es algotrivial. Debera destacarse la ausencia de movimiento como

    uno de los rasgos principales del relato. El alumnadopuede buscar las numerosas expresiones que trasladanesa sensacin, que se mantiene hasta que, en el ltimoprrafo, el caballo se decide a pasar entre el poste y elhombre tendido, confirmndonos que ste ya ha muer-to. Aparte de menciones explcitas la inmovilidad delhombre, de las hojas del bananal, del caballo , interesaresaltar cmo las referencias al lento discurrir del tiempono han pasado dos segundos, hace dos minutos, lasonce y media, deben ser las doce acentan esa sensa-cin de estatismo. La repeticin de ciertas estructuras y la variacin de

    los tiempos verbales cumple una funcin de contrapun-to rtmico al estatismo del relato: se muere, se estmuriendo, va a morir, muerto; muy fatigado, muy can-sado, descansa, descansando, ya ha descansado (finalimplcito, anlogo al que hemos visto en A la deriva).Tambin sera interesante destacar el punto de vista

    del narrador, una tercera persona omnisciente quepenetra en el fluir de la conciencia del personaje paraadoptar durante la primera parte del relato su ngulo devisin. De manera consecuente con el octavo preceptodel Declogo del perfecto cuentista, no se nos muestra loque el protagonista no puede ver. Sin embargo, en elantepenltimo prrafo se produce un desdoblamientode su conciencia, que le permite contemplarse a s mis-

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    mo en el momento de la muerte. En el ltimo prrafo,el hombre ya ha muerto, y el narrador adopta el puntode vista del caballo.

    El hijoEn el relato que cierra esta antologa tambin estn

    presentes elementos autobiogrficos, que confierenmayor autenticidad a una narracin caracterizada porsu profundidad emocional, por una honda ternura. Yaconocemos el trgico papel que los accidentes conarmas de fuego desempearon en la vida de Quiroga.Los sentimientos del protagonista, sus miedos y apren-siones, son los mismos del escritor que, tras la muertede su mujer, qued solo al cuidado de sus hijos. Se puede rastrear a lo largo del relato la evolucin an-

    mica del protagonista: satisfaccin, seguridad, tranqui-lidad y felicidad iniciales; preocupacin, ansiedad y tr-gicos presentimientos que conducen en crescendo a laalucinacin final y la recuperacin de la dicha en formade espejismo.Sera interesante comparar el final con el de otros

    cuentos de la antologa, por ejemplo los de El almoha-dn de plumas y Un pen. Es un final doble, queeleva al mximo la tensin narrativa y deja al protago-nista en medio de una alucinacin, ocultndole el ver-dadero desenlace.