Guerras púnicas

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Guerras púnicas Evolución de las posesiones cartaginesas en el transcurso de las guerras púnicas Las guerras púnicas fueron una serie de tres guerras que enfrentaron entre los años 264 a. C. y 146 a. C. a las dos principales potencias del Mediterráneo occiden- tal de la época: Roma y Cartago. [1] Reciben su nombre del etnónimo latino Pūnicī usado por los romanos para referirse a los cartagineses y a sus ancestros fenicios (de la forma más antiguas lat. arc. Poenicī < gr. Phoinicoi). Por su parte, los cartagineses llamaron a estos conflictos «guerras romanas». [2] En el estallido del conflicto influyó de gran manera la anexión por parte de Roma de la Magna Grecia, en el sur de la península itálica, pero la causa principal del enfren- tamiento entre ambas fue el conflicto de intereses entre las colonias de Cartago y la expansión de la República de Roma. [3] El primer choque se produjo en la isla de Sicilia, parte de la cual se encontraba bajo control carta- ginés. Al principio de la Primera Guerra Púnica, Cartago era el poder dominante en el mar Mediterráneo occiden- tal, pues controlaba un extenso imperio marítimo, mien- tras que Roma era el poder emergente en el centro de la península itálica. Al final de la Tercera Guerra Púnica, después de décadas de un conflicto muy sangriento, Ro- ma conquistó todas las posesiones cartaginesas y arrasó la ciudad de Cartago, su capital, con lo que la facción car- taginesa desapareció de la historia. La victoriosa Roma emergió como el estado más podero- so del Mediterráneo occidental, lo que sumado al fin de las Guerras Macedónicas [4] y la derrota del emperador se- léucida Antíoco III Megas en la Guerra Romano-Siria [5] en el Mediterráneo oriental, dejó a la ciudad del Lacio como el poder dominante en el Mediterráneo, y la más poderosa ciudad de la Antigüedad. La derrota aplastan- te de Cartago supuso un punto de inflexión que provocó que el conocimiento de las antiguas civilizaciones medi- terráneas pasara al mundo moderno a través de Europa en lugar de África. 1 Historia Tras la anexión por parte de Roma, de la Magna Grecia, ocurrida a principios del siglo III a. C., surgió la rivalidad entre Roma y Cartago, por el dominio del Mediterráneo occidental. Los inicios del conflicto se remontan a cuando la ciudad de Messana, originariamente una ciudad grie- ga, luego tomada por los oscos, llamados mamertinos, fue atacada por Hierón II de Siracusa. Los griegos de Sicilia, se resistieron a ayudarlos, y entonces, los oscos, decidie- ron pedir ayuda a los romanos. Los cartagineses se unie- ron a Hierón II, y juntos cercaron la ciudad de Mesina, pero fueron atacados por los romanos. A pesar de que Hierón abandonó la alianza con Cartago y negoció con Roma, la lucha entre Roma y Cartago prosiguió y se re- crudeció. La base cartaginesa de Agrigentum fue tomada por los romanos, en el año 261 a. C. y en el año 260 a. C. los vencieron en Mylae. [3] Los romanos habían logrado crear una poderosa flota, lo que les confirió un gran predominio naval. Sin embargo no todas fueron victorias para ellos, ya que sufrieron una importante derrota cuando atacaron Cartago en forma di- recta. Luego de vencerle en Palermo (251 a. C.) fueron derrotados en Dreana (249 a. C.). Los romanos recons- truyeron su flota, víctima de las derrotas y de las tempes- tades, y en el año 241 a. C. lograron el triunfo definiti- vo en la costa occidental de Sicilia, en las islas Aegates, tras lo cual se firmó el Tratado de Lutacio, llamado así por ser Cayo Lutacio Cátulo, quien lo ofreció, por el cual los cartagineses sufrieron duras consecuencias: devolver a los prisioneros, evacuar la isla de Sicilia y abonar una cuantiosa indemnización. Así terminó la primera guerra púnica. Aprovechando los romanos una revuelta entre los propios cartagineses, en el año 238 a. C., se apoderaron de Cerdeña y luego de Córcega. Para hacer frente a sus pérdidas, los cartagineses, intentaron extender sus domi- nios hacia Hispania, estableciendo un acuerdo con Roma para realizar sus conquistas al sur del río Ebro. Se suce- dieron en el mando de las tropas cartaginesas, Amílcar Barca, Asdrúbal y finalmente Aníbal, en el año 221 a. 1

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guerra entre romanos y cartagineses, por el campeonato mundial de futbol. Joseph blatter no pensaba que estos pueblos iban a participar en un torneo de peloteros, pero, asi parece son las cosas. Al final ganaron los romanos, con un score contundente de 3 a cero.

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Guerras púnicas

Evolución de las posesiones cartaginesas en el transcurso de lasguerras púnicas

Las guerras púnicas fueron una serie de tres guerrasque enfrentaron entre los años 264 a. C. y 146 a. C. alas dos principales potencias del Mediterráneo occiden-tal de la época: Roma y Cartago.[1] Reciben su nombredel etnónimo latino Pūnicī usado por los romanos parareferirse a los cartagineses y a sus ancestros fenicios (dela forma más antiguas lat. arc. Poenicī < gr. Phoinicoi).Por su parte, los cartagineses llamaron a estos conflictos«guerras romanas».[2]

En el estallido del conflicto influyó de gran manera laanexión por parte de Roma de la Magna Grecia, en el surde la península itálica, pero la causa principal del enfren-tamiento entre ambas fue el conflicto de intereses entrelas colonias de Cartago y la expansión de la Repúblicade Roma.[3] El primer choque se produjo en la isla deSicilia, parte de la cual se encontraba bajo control carta-ginés. Al principio de la Primera Guerra Púnica, Cartagoera el poder dominante en el mar Mediterráneo occiden-tal, pues controlaba un extenso imperio marítimo, mien-tras que Roma era el poder emergente en el centro de lapenínsula itálica. Al final de la Tercera Guerra Púnica,después de décadas de un conflicto muy sangriento, Ro-ma conquistó todas las posesiones cartaginesas y arrasó laciudad de Cartago, su capital, con lo que la facción car-taginesa desapareció de la historia.La victoriosa Roma emergió como el estado más podero-so del Mediterráneo occidental, lo que sumado al fin delas GuerrasMacedónicas[4] y la derrota del emperador se-léucida Antíoco III Megas en la Guerra Romano-Siria[5]

en el Mediterráneo oriental, dejó a la ciudad del Laciocomo el poder dominante en el Mediterráneo, y la máspoderosa ciudad de la Antigüedad. La derrota aplastan-te de Cartago supuso un punto de inflexión que provocóque el conocimiento de las antiguas civilizaciones medi-terráneas pasara al mundo moderno a través de Europaen lugar de África.

1 Historia

Tras la anexión por parte de Roma, de la Magna Grecia,ocurrida a principios del siglo III a. C., surgió la rivalidadentre Roma y Cartago, por el dominio del Mediterráneooccidental. Los inicios del conflicto se remontan a cuandola ciudad de Messana, originariamente una ciudad grie-ga, luego tomada por los oscos, llamados mamertinos, fueatacada por Hierón II de Siracusa. Los griegos de Sicilia,se resistieron a ayudarlos, y entonces, los oscos, decidie-ron pedir ayuda a los romanos. Los cartagineses se unie-ron a Hierón II, y juntos cercaron la ciudad de Mesina,pero fueron atacados por los romanos. A pesar de queHierón abandonó la alianza con Cartago y negoció conRoma, la lucha entre Roma y Cartago prosiguió y se re-crudeció. La base cartaginesa de Agrigentum fue tomadapor los romanos, en el año 261 a. C. y en el año 260 a. C.los vencieron en Mylae.[3]

Los romanos habían logrado crear una poderosa flota, loque les confirió un gran predominio naval. Sin embargono todas fueron victorias para ellos, ya que sufrieron unaimportante derrota cuando atacaron Cartago en forma di-recta. Luego de vencerle en Palermo (251 a. C.) fueronderrotados en Dreana (249 a. C.). Los romanos recons-truyeron su flota, víctima de las derrotas y de las tempes-tades, y en el año 241 a. C. lograron el triunfo definiti-vo en la costa occidental de Sicilia, en las islas Aegates,tras lo cual se firmó el Tratado de Lutacio, llamado asípor ser Cayo Lutacio Cátulo, quien lo ofreció, por el cuallos cartagineses sufrieron duras consecuencias: devolvera los prisioneros, evacuar la isla de Sicilia y abonar unacuantiosa indemnización. Así terminó la primera guerrapúnica. Aprovechando los romanos una revuelta entre lospropios cartagineses, en el año 238 a. C., se apoderaronde Cerdeña y luego de Córcega. Para hacer frente a suspérdidas, los cartagineses, intentaron extender sus domi-nios hacia Hispania, estableciendo un acuerdo con Romapara realizar sus conquistas al sur del río Ebro. Se suce-dieron en el mando de las tropas cartaginesas, AmílcarBarca, Asdrúbal y finalmente Aníbal, en el año 221 a.

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2 2 ANTECEDENTES

C., quien atacó la ciudad de Sagunto, ubicada en la zonaacordada, pero aliada de Roma. Tras rechazar a los emi-sarios romanos, que pedían su rendición, los cartaginesesy romanos, se enfrentaron nuevamente.[3]

Aníbal se dirigió hacia Italia para luchar contra los ro-manos, cruzó los Alpes, logrando el apoyo de los galos,que habitaban la llanura del Po, logrando vencer a los ro-manos en las márgenes del Ticino y del Trebia, y en elaño 216 a. C. la batalla de Cannas (Apulia),[6] consagróa los cartagineses como triunfantes sobre Roma que per-dió aproximadamente 30.000 hombres. Sin embargo, y apesar del apoyo que Aníbal recibió de Filipo V de Ma-cedonia y del rey de Siracusa, el estratega romano, FabioMáximo, ideó el plan de una guerra de desgaste, evitandolas batallas abiertas.[3]

La Batalla de Zama según un grabado de Cornelis Cort (1567).

Poco tiempo después los romanos vencieron en Capua yluego en Siracusa y en Hispania, los hermanos Escipio-nes derrotaron a Asdrúbal, y luego recuperaron Sagunto(214 a. C.), aunque fueron derrotados los Escipiones ymuertos en el año 211 a. C. En el año 209, Publio Cor-nelio Escipión, tomó Cartagena y en el 210 a. C. triunfóen Baecula. Asdrúbal fue definitivamente derrotado porNerón, cuando se dirigía a Umbría para unirse a Aníbal,quien se retiró a África, lugar que abandonó para dirigirsea Cartago, donde el ejército a cargo de Publio Escipión,intentaba imponerse. La batalla de Zama, en el año 202 a.C. significó la victoria definitiva de Roma, donde Cartagofue condenada económicamente, viéndose privada de suflota y confinada a un área restringida. Este es el fin de lasegunda guerra púnica. La tercera guerra púnica fue rea-lizada por motivos económicos, ya que Cartago, a pesarde su derrota, era una gran competencia en el comerciodel Mediterráneo.[3]

Aprovechando que los cartagineses respondieron ante elasalto de Horóscopo en su defensa, pero como no podíanhacerlo sin permiso romano, decidieron atacar. Los carta-gineses trataron de descomprimir el conflicto condenan-do a muerte al jefe militar Asdrúbal y a sus hombres,y brindando a Roma sus excusas, pero fue inútil, tras lo

cual decidieron rendirse. Cartago recibió la orden de serdestruida, pero los habitantes se reorganizaron a las ór-denes de Asdrúbal a quien se le había concedido un ar-misticio a su condena a muerte, y lograron resistir el sitioromano, hasta que el nieto adoptivo de Escipión el Afri-cano, Publio Cornelio Escipión Emiliano, en el año 147 a.C. logró rodear completamente la ciudad, que comenzó asufrir el desabastecimiento. En el año 146 a. C. los roma-nos lograron entrar a la ciudad, entablándose una luchaencarnizada de seis días, donde vencieron los romanos yla ciudad fue destruida. Al término de las guerras púni-cas llamadas así por ser la denominación que los romanosdaban a los cartagineses, pueblo de origen fenicio, las is-las de Sicilia, Cerdeña y Córcega, el norte de África, yel sur y el este de España, se convirtieron en provinciasromanas.[3]

2 Antecedentes

A su inicio en el año 264 a. C., Cartago estaba ubicada enla costa de la moderna Túnez, en el norte de África, fun-dada por los fenicios en el siglo IX a. C. Era una poderosaciudad-estado con un gran imperio comercial basado ensus colonias exteriores, y exceptuando a Roma, el máspoderoso estado del Mediterráneo occidental. La armadade Cartago no tenía rival en la época, pero su ejército per-manente en tierra no era demasiado potente; Cartago noera un estado conquistador, sino comercial, por lo que nonecesitaba grandes contingentes de soldados más que enlos momentos puntuales en que se encontrara en guerra.Además, solía confiar en el uso liberal de mercenariospara complementar (o incluso formar casi por completo)dichas fuerzas, contratados gracias a las considerables ri-quezas procedentes del comercio, la base de su economía.Los intereses de este imperio comercial se encontraronen oposición con los de la floreciente República de Ro-ma, que se encontraba en plena expansión. Fundada en elsiglo VIII a. C., la primitiva ciudad-estado, convertida enuna república el año 509 a. C., ya controlaba la totalidadde la península itálica, y dirigía ahora sus ojos hacia lo queeran las líneas naturales de expansión por tierra, Sicilia,en el sur, y la Galia Transalpina, en el norte. Aunque conuna armada menos numerosa y conmenos experiencia, suejército permanente era ya la fuerza de combate terrestremás potente de su época, bien entrenado, equipado y convasta experiencia militar tras los dos siglos de luchas in-termitentes que precedieron la conquista de sus territoriositalianos.Tan pronto como Roma finalizó su conquista inició la ex-pansión hacia el norte y el sur, lo que trajo inevitablemen-te el conflicto con Cartago, que de pronto vio amenazadasu influencia en el Mediterráneo, vital para mantener suimperio comercial. Roma y Cartago se enfrentaron portres veces, en los conflictos posteriormente conocidos co-mo las Guerras Púnicas, entre el 264 a. C. y el 146 a.C. La victoria final de la República de Roma supuso la

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desaparición de Cartago y la anexión de sus colonias yciudades, lo que convirtió al vencedor en la nación máspoderosa de Europa y el Mediterráneo, iniciando una he-gemonía que mantendría hasta la división del Imperio porDiocleciano el 286.

3 Primera Guerra Púnica (264 a.C. — 241 a. C.)

Desarrollo de la Primera Guerra Púnica.

Las primeras fases de la guerra consistieron en batallas te-rrestres, en Sicilia y el norte de África, pero a medida queavanzó el conflicto se convirtió en una guerra eminente-mente naval. El conflicto fue costoso para ambos bandos,pero Roma se alzó con la victoria: conquistó la isla de Si-cilia, obligando además a la derrotada Cartago a pagar uncuantioso tributo. El resultado de la guerra desestabilizótanto a Cartago que Roma le arrebató Córcega y Cerdeñasin apenas esfuerzo unos años después, cuando la primerase vio arrastrada a la Guerra de los Mercenarios.La Primera Guerra entre Roma y Cartago empezó co-mo un conflicto local en Sicilia entre Siracusa, lideradapor Hierón II, y Mesina, controlada por los Mamertinos.Estos eran un grupo de mercenarios de la Campania queel año 289 a. C., al quedarse sin trabajo tras la muertede su último patrón, Agatocles de Siracusa, habían toma-do a traición el pueblo griego de Mesina, convirtiéndoseen sus dirigentes tras masacrar a la mayoría de la pobla-ción, adueñarse de todas las propiedades, y expulsar a lossupervivientes varones, quedándose con las mujeres a lafuerza.Durante las dos décadas y media que duró su dominio, losMamertinos se dedicaron a la piratería, tanto por tierracomo por mar, y convirtieron el pueblo de Mesina en unabase permanente para sus continuas expediciones de sa-queo por Sicilia y sus costas. A partir del 270 a. C. HierónII les plantó cara, y para el 265 a. C. el ejército ciudadanode Siracusa había logrado asediar Mesina tras vencer alos Mamertinos en repetidas ocasiones. Viéndose en ma-la situación, estos cometieron el último error de sus vidasal requerir la ayuda de la armada de Cartago, para luegotraicionarles solicitando ayuda al Senado Romano paradefenderse de la “agresión cartaginesa”. La República de

Roma respondió enviando una guarnición armada con elfin de asegurar Mesina, y entonces los enfurecidos carta-gineses, liderados por Amílcar Barca[7] decidieron ayu-dar militarmente a Siracusa. Con ambas potencias invo-lucradas en el conflicto local, este pronto se convirtió enuna guerra a gran escala entre Roma y Cartago por elcontrol de Sicilia.Tras la estrepitosa derrota en Agrigento, los líderes car-tagineses decidieron evitar las confrontaciones directasen tierra con las legiones romanas, concentrándose en elmar. La armada de Cartago era superior a la armada ro-mana en todos los aspectos: sus tripulaciones tenían másexperiencia en la guerra naval de la época, era más nume-rosa, y disponía de mejores avances técnicos, ya que susnaves eran más rápidas y maniobrables. Batallas como lade las Islas Eolias son un buen ejemplo de esa diferenciainicial.Sin embargo la reacción romana no se hizo esperar; larepública consiguió planos detallados e información deprimera mano de los medios de fabricación naval usadospor Cartago[8] y procedió a volcar toda su capacidad deproducción en la construcción de una nueva armada. Enmenos de dos meses, los romanos tenían ya una flota demás de 100 naves. La producción prosiguió a un ritmotan acelerado, que pronto la ventaja numérica de los car-tagineses, obligados a mantener sus flotas separadas paradefender sus amplias rutas comerciales, se redujo al mí-nimo.También se introdujeron mejoras técnicas: sabedores deque no podían superar a las naves cartaginesas en velo-cidad, los romanos incorporaron una especie de puentede asedio en la proa de sus buques, el corvus (cuervo).Este se tendía sobre naves enemigas adyacentes, con loque podían ser abordadas por legionarios completamen-te armados y acorazados, capaces de masacrar a la tri-pulación enemiga y capturar la nave. Hasta entonces, lasbatallas navales incluían muy pocas acciones de aborda-je; la táctica principal consistía en embestir al enemigocon el ariete incorporado en la proa de la mayoría de lastrirremes. De llegarse a la lucha cuerpo a cuerpo, esta sesolía realizar entre tripulaciones de marineros y remeros,con armaduras ligeras y armas cortas. Los romanos in-corporaron a la contienda el uso de su excelente infanteríapesada, permitiéndoles el uso también en el mar de unade sus mayores ventajas estratégicas, que hasta entoncessolo había podido ser empleada en tierra, reduciendo laventaja táctica de la flota cartaginesa (a partir de enton-ces se hizo mucho más peligroso acercarse a un barcoromano). Sin embargo, el corvus era un artilugio pesado,con sus propios peligros, y su uso fue quedando obsoletoa medida que la flota romana fue ganando experiencia.Exceptuando la desastrosa derrota de la batalla de los lla-nos del Bagradas en África, y las batallas navales de lasIslas Eolias y Drépano, la Primera Guerra Púnica fue unacadena casi ininterrumpida de victorias romanas. Final-mente, el año 241 a. C., Cartago firmó un tratado de paz

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4 4 GUERRA DE LOS MERCENARIOS

con Roma, cediéndole el control absoluto de Sicilia. Losaños posteriores a la Primera Guerra Púnica fueron apro-vechados por Cartago para mejorar sus finanzas y expan-dir su imperio colonial en Hispania (nombre genérico da-do en la época a la península ibérica, las actuales Españay Portugal) bajo el liderazgo de la familia Barca. Duranteesa época la atención de Roma se concentró principal-mente en las Guerras Ilíricas. Sin embargo, al finalizaresta, prosiguió su expansión, iniciando una diplomaciaagresiva en Hispania que incluía alianzas con enemigoslocales de Cartago.Finalmente, el año 219 a. C., Aníbal Barca, hijo deAmílcar Barca, atacó Sagunto, ciudad aliada de Roma,iniciando con ello la Segunda Guerra Púnica.

4 Guerra de los Mercenarios

Movimientos mercenarios utilizados durante la guerra.

En el año 240 a. C., las tropas mercenarias de Cartago serebelaron. Aprovechando la oportunidad, Roma arreba-tó a los cartagineses las islas de Córcega y Cerdeña en el238 a. C. A partir de entonces, los romanos usaron el tér-mino Mare Nostrum (Nuestro Mar) para referirse al marMediterráneo, ejerciendo el control efectivo del mismo.La armada romana podía evitar invasiones anfibias en suterritorio, controlar las rutas comerciales e invadir otrascostas durante tres años y cuatro meses que la Guerrade los Mercenarios estuvo vigente.[9] Tras ser nombra-dos generales, Mathô y Spendios enviaron misivas a lasciudades tributarias de Cartago, incitándolas a deshacersedel yugo púnico y unirse a ellos en el conflicto. Sufrien-

do los gravosos tributos que cayeron sobre ellas tras ladesastrosa guerra con Roma, accedieron fácilmente a laspeticiones de los mercenarios, lo que convirtió el motínoriginal en un levantamiento nacional. Sólo dos ciudadesse mantuvieron leales: Bizerta y Útica.[10]

4.1 Batalla de La Sierra

Mathô permaneció en la ciudad de Túnez, mientras Spen-dios, Autarito y el africano Zarza movilizaban un ejér-cito de cincuenta mil hombres para enfrentarse a Amíl-car (239 a. C.), prácticamente en su totalidad africanos.Hostigándoles en campo abierto y erosionando su ejérci-to con acciones puntuales de gran habilidad, Amílcar loscondujo hacia el desfiladero conocido como “La Sierra”.Los rebeldes, que buscaban siempre alejarse del llano yocupar las colinas y montañas, habían caído en su propiatrampa.Después de asediar durante días la boca del desfilade-ro, bloqueando el resto de salidas por medio de fosos ytrincheras, los mercenarios amenazaron a sus jefes, vien-do que los refuerzos de Túnez no llegaban y el hambreera cada vez más acuciante.Los líderes rebeldes pactaron entonces con Amílcar, en-tregándose los oficiales más importantes. Entre éstos seencontraban Autarito, Zarza y Spendios. Creyendo habersido traicionados, los soldados atacaron entonces, y fue-ron masacrados por el ejército de Amílcar. Se dice quemurieron más de cuarenta mil (prácticamente la totali-dad del ejército rebelde).

4.2 El sitio de Túnez

Vista aérea de Túnez en la actualidad.

La derrota de las tropas africanas hizo que muchas ciuda-des regresaran al bando cartaginés. Dueño de las llanurasy con las ciudades africanas de su lado, Amílcar se dirigióa Túnez, poniendo la ciudad bajo asedio.El contingente de Aníbal puso asedio al lado de Túnezque miraba a Cartago, mientras Amílcar se emplazó enel lado opuesto. Una vez establecido el sitio, los líderes

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rebeldes fueron crucificados a la vista de los muros de laciudad.Mathô salió entonces de la ciudad atacando el campamen-to de Aníbal, que fue capturado vivo por el libio. Enton-ces, descolgando el cuerpo de Spendios, colgó al cartagi-nés en su lugar, degollando a sus oficiales a los pies de lacruz.Amílcar llegó tarde a socorrer a Aníbal, y la derrota pro-vocó el retorno deHannón desde Cartago, al mando de losúltimos hombres en edad adulta capaces de portar armasque quedaban en la metrópoli. Después de varias reunio-nes, los generales olvidaron sus diferencias y actuaron deforma conjunta para acabar con Mathô, que pasó a la de-fensiva.Los generales púnicos tendieron emboscadas al africanocerca de las últimas ciudades que permanecían en el ban-do rebelde, como Leptis Magna, al sureste. Finalmente,acosado en todos los frentes, Mathô resolvió dar batallacampal al enemigo.Existe poca información sobre esta batalla, aunque se sa-be que la victoria se decantó del lado cartaginés. Mathôfue capturado vivo, y el resto de ciudades que permane-cían en el bando rebelde se rindieron a Cartago, Túnezincluida.

5 Segunda Guerra Púnica (218 a.C.−201 a. C.)

Garonne R.

Loire R.

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Placentia(Piacenza)

Po R.VENETIA

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RhegiumMessana

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Mylae

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SICILYAgrigentium

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Drepana

SARDINIA

CORSICA

Balearic Islands

Corcyra

I T A L Y

NumantiaEbro R.

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0° 5° E 10° E 15° E 20° E5° W10° W

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45° N

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30° N

40° N

45° N

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30° N

Roman dominions and allies

Carthaginian dominions and allies

0

0

50100

50100

100

100 200 300

200 300MILESKILOMETERS

Rome and Carthage at the Beginning of the Second Punic War (218 BC)

Mapa indicando las posesiones de Roma y Cartago antes de ini-ciarse la Segunda Guerra Púnica.

La Segunda Guerra Púnica (218 a. C.-201 a. C.) es la másconocida de las tres, por producirse durante la misma lafamosa expedición militar de Aníbal contra Roma cru-zando los Alpes. En la Segunda Guerra Púnica destaca labatalla de Cannas.Partiendo desde el sur de Hispania, Aníbal condujo asu ejército hacia el norte, cruzó los Alpes e invadió lapenínsula itálica desde el norte, derrotando a todas lasfuerzas que la República de Roma lanzó en su contra. Se

mantuvo con su ejército en Italia durante dieciséis años;Aníbal no era capaz de poner Roma bajo asedio por nodisponer de suficientes hombres, ya que el cruce de losAlpes y las batallas posteriores supusieron la pérdida degran parte de sus soldados y elefantes de guerra,[11] y laRepública de Roma, por su parte, no lograba expulsar-le de Italia, debido principalmente a que no se enfrenta-ba solo contra Cartago, ni solo en Italia. Combatió con-tra esta también en Hispania y Sicilia, y además libró laPrimera Guerra Macedónica en Grecia. La República sa-lió triunfante en todos los teatros en los que combatió. Lasituación de estancamiento en Italia fue finalmente resuel-ta tras la victoria en Hispania con el traslado del ejércitolocal a África, con el fin de asediar la propia Cartago. Lagravedad de la amenaza romana obligó a Aníbal a vol-ver a toda prisa a su ciudad, siendo finalmente derrotadopor primera vez en la batalla de Zama por Publio Cor-nelio Escipión, apodado desde entonces El Africano. Laderrota supuso el fin de la guerra, y Cartago vio limitadassus posesiones territoriales a la propia ciudad, perdiendotodas sus colonias comerciales.Durante la Segunda Guerra Púnica se combatió en tresteatros principales: Italia, donde Aníbal venció a lasLegiones romanas de forma continuada; Hispania, don-de Asdrúbal Barca, hermano menor de Aníbal, defendiólas ciudades coloniales cartaginesas hasta que fue obliga-do a retirarse hacia Italia; y Sicilia, donde los romanosmantuvieron siempre su supremacía militar frente a losintentos cartagineses de recuperar la isla. Aunque podríaconsiderarse África como un cuarto teatro de operacio-nes, las acciones allí no tuvieron suficiente extensión enel tiempo ni geográficamente para aceptarlo como tal.La guerra se inició tras el asedio y conquista de Saguntopor parte de Aníbal, que supuso el casus belli que per-mitió a Roma declarar la guerra a Cartago. Aníbal consi-deraba que la superior capacidad de producción romanales daba ventaja en cualquier enfrentamiento prolongado,por lo que la guerra debía resolverse cuanto antes mejor.La única forma de lograrlo era llevando a su ejército ala península itálica y conquistar Roma, o en su defecto,causarles tantos destrozos como para obligar al Senadode Roma a pactar la rendición. Pero desde el final de laPrimera Guerra Púnica, el mar Mediterráneo estaba con-trolado casi completamente por la armada romana, demodo que el ejército no podía trasladarse por mar. Asíque Aníbal, para sorpresa de propios y extraños, decidióllevar al ejército por tierra, cruzando los Alpes. El pasode los Alpes por el ejército de Aníbal fue considerado ensu día una hazaña militar sobresaliente.Aníbal entró en Italia al mando de un ejército cartagi-nés reforzado con infantería gala e hispana, caballeríanúmida, y otros mercenarios, así como doce elefantes.Aplastó de forma contundente a todas las fuerzas que losromanos le opusieron, especialmente en las batallas delTrebia, del lago Trasimeno y de Cannas. Pero la falta deefectivos y maquinaria de asedio le impidió conquistar laciudad de Roma, con lo que le fue imposible asestar el

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6 5 SEGUNDA GUERRA PÚNICA (218 A. C.−201 A. C.)

Parte de un fresco del Palazzo del Campidoglio (1510) que re-presenta a Aníbal cruzando los Alpes durante la Segunda GuerraPúnica con sus elefantes.

golpe crucial con el que esperaba acabar la guerra.Aníbal ya era consciente de esa posibilidad desde antesincluso de iniciar el asalto sobre Italia, y había decidi-do que, de producirse, se dedicaría a asolar la península,en la esperanza de conseguir que los aliados locales deRoma cambiasen de bando. Sin embargo, a pesar de sustremendos éxitos, no logró su objetivo: los aliados de laRepública en su gran mayoría se mantuvieron fieles, conla excepción de algunas ciudades-estado del sur. Del mis-mo modo, la República se mantuvo imperturbable a lapresencia del invencible ejército de Aníbal en sus proxi-midades.Un factor determinante sin duda fue la falta de refuerzosrecibidos; se ha argumentado en muchas ocasiones que,de tener soldados en cantidad suficiente, Aníbal podríahaber intentado el asalto directo sobre Roma a pesar dela falta de armamento de asedio. Sin embargo, y a pesarde sus muchas súplicas en ese sentido, Cartago solo man-dó refuerzos al ejército de Hispania. La incapacidad definalizar el conflicto de forma decisiva abocó a Cartago auna guerra de larga duración que el propio Aníbal habíapredicho que no podrían ganar.Por su parte, en Roma prevalecía la idea de que, mien-tras estuviera en Italia con suficientes fuerzas, Aníbal erainvencible. De modo que, a la vista de la incapacidad deAníbal de conquistar la ciudad, se decidió concentrar losesfuerzos en el exterior: Hispania y Grecia, donde se esta-ba librando ya la Primera Guerra Macedónica. Siguiendola misma idea de Aníbal de llevar la guerra al enemigo,los romanos desembarcaron un gran ejército en Hispaniacon el que amenazar las posesiones cartaginesas en la zo-na y cortar cualquier posible ruta de suministro a Aníbal.El joven comandante Publio Cornelio Escipión, que yase había enfrentado con las fuerzas de Aníbal en Italia,consiguió tras varios enfrentamientos vencer a las tropascartaginesas en Hispania lideradas por Asdrúbal Barca yobligarlas a retroceder. Asdrúbal, sabedor de que su her-mano no podía realizar el asalto final sobre Roma por la

falta de efectivos, y previendo que la situación en His-pania iría empeorando progresivamente, decidió intentarunir su ejército mercenario con el de Aníbal en Italia, porlo que abandonó Hispania y cruzó también los Alpes si-guiendo sus pasos. Asdrúbal entró en Italia por el valledel Po. Allí le estaba esperando Cayo Claudio Nerón almando de un gran ejército romano: la idea de tener otrogran ejército cartaginés en su suelo causó terror en Roma,y decidieron oponerle todas las fuerzas disponibles.

Busto de Publio Cornelio Escipión el Africano. Museo Arqueoló-gico Nacional de Nápoles.

El enfrentamiento consiguiente fue conocido comobatalla del Metauro. El comandante romano, sabedor dela necesidad de destruir el nuevo ejército cartaginés acualquier precio, consiguió rodearlo tras sacrificar a 700de sus mejores hombres en una maniobra de distracción.Asdrúbal, sabiéndose perdido, se arrojó sobre las líneasromanas, prefiriendo la muerte a ser capturado. Los ro-manos arrojaron su cabeza al campamento de su hermanoAníbal poco después, quien procedería a retirarse hacialas montañas. En los dieciséis años que pasó en Italia, es-te fue el único intento de reforzar a su ejército, tarde ymal. Mientras tanto, en Hispania, Escipión capturó casisin oposición el resto de ciudades cartaginesas, y empezóa preparar la invasión de la propia Cartago.Ante esta amenaza directa, Aníbal recibió la orden de

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abandonar el ejército de Italia y volver a toda prisa a Car-tago a preparar la defensa y enfrentarse a Escipión. Sinembargo, sufrió una derrota decisiva en la batalla de Za-ma el año 202 a. C. Cartago pidió la paz, y las condicionesromanas fueron terribles: todas las colonias cartaginesasfueron entregadas a Roma, recibió la obligación de entre-gar a Roma una cuantiosa indemnización, y se le prohibióvolver a tener unas fuerzas armadas o reclutar mercena-rios más que en cantidades testimoniales, pasando a de-pender de Roma para cualquier tema relacionado con supropia defensa.Aníbal tomó parte activa en la reconstrucción de Cartago,pero su larga temporada de liderazgo y sus éxitos le ha-bían granjeado numerosos enemigos entre su propio pue-blo. Sus oponentes se unieron en una sola facción y pro-testaron frente a Roma, obligándole a huir a Asia Menoren el año 195 a. C., siendo sus propiedades y las de su fa-milia confiscadas por la élite dirigente cartaginesa. En eleste, Aníbal sirvió a varios reyes locales como asesor mi-litar, generalmente en enfrentamientos con Roma. Sirvióen esas funciones en la corte del Imperio seléucida huyen-do tras la batalla de Magnesia al saber que Antíoco IIIMegas pretendía entregarle a los romanos para congra-ciarse con ellos. Perseguido, Aníbal acabó suicidándoseen el 183 a. C. para evitar su captura por agentes roma-nos.

6 Tercera Guerra Púnica (149a.C.—146 a.C.)

La llamada Tercera Guerra Púnica (149 a. C.-146 a. C.)comprende casi en exclusiva la batalla de Cartago, unaoperación de asedio de larga duración que acabó con elsaqueo y la destrucción completa de la ciudad de Cartago.Las causas de la guerra fueron, por un lado, el crecientesentimiento anti-romano en Hispania y Grecia, y por elotro, el visible resurgir del poderío militar cartaginés, re-ducido artificialmente por Roma tras la Segunda GuerraPúnica.Obligada a un ejército puramente nominal por las condi-ciones del tratado de paz con Roma, Cartago sufría regu-larmente incursiones de saqueo desde la vecina Numidia,las cuales, a raíz del mismo tratado, eran arbitradas por elSenado romano, quien solía favorecer a ésta en la mayoríade sus resoluciones. Tras soportar esta situación durantecasi cincuenta años, Cartago consiguió pagar todas las in-demnizaciones de guerra que le debía a Roma, tras lo cualcomunicó públicamente que dejaba de considerarse liga-da a las restricciones del tratado, en contra de la opiniónde Roma. Organizó un ejército para resistir a la siguienteincursión númida, aunque perdió, lo que le supuso el pagode más indemnizaciones (esta vez a Numidia).Alarmados por este rebrote de militarismo cartaginés, ytemiendo el resurgir del mayor campeón de la causa anti-romana, muchos romanos abogaban por su destrucción

completa a modo preventivo. Catón el Viejo, a quien tam-bién disgustaban las muestras públicas de opulencia quese hacían en la ciudad, tras ser testigo del resurgir del vie-jo enemigo en un viaje a Cartago, solía acabar todos susdiscursos en el senado, sin importar cual fuera el tema,con la frase:

Ceterum censeo Carthaginem esse delen-dam («Es más, creo que Cartago debe serdestruida»)[12]

Durante el año 149 a. C., Roma realizó una serie de recla-maciones, a cual más exigente, con la clara intención deempujar a Cartago a una guerra abierta, proporcionandoun casus belli que esgrimir ante el resto del mundo anti-guo. Tras exigir la entrega de 300 hijos de la nobleza car-taginesa como rehenes, se demandó que la ciudad fuerademolida y trasladada a otro punto más hacia el interiorde África, lejos de la costa. Esa fue la gota que colmó elvaso de la paciencia cartaginesa. Se negaron a aceptar taldemanda, y Roma declaró el inicio de la Tercera GuerraPúnica. La población de Cartago, que hasta el momentohabía confiado principalmente en el uso de mercenarios,tuvo que tomar una parte mucho más activa en la defensade la ciudad. Se fabricaron miles de armas improvisadasen un corto espacio de tiempo, llegándose incluso a em-plear pelo de las mujeres cartaginesas para trenzar cuer-das de catapulta, con lo que se logró rechazar el ataqueinicial romano.Una segunda ofensiva, liderada por Publio Cornelio Esci-pión Emiliano, acabó tras un asedio de tres años de dura-ción en el que finalmente los romanos lograron romper lasmurallas de la ciudad, la saquearon, y procedieron a que-marla por completo hasta sus cimientos. Los habitantessupervivientes fueron vendidos como esclavos, y Cartagodejó de existir hasta que César Augusto la reconstruyeracomo colonia para veteranos, un siglo más tarde.

7 Véase también

• Armada romana

• Ejército romano

• Ejército de Cartago

• Flota cartaginesa

• Guerras médicas

• Tratados entre Roma y Cartago

8 Notas[1] Memorias de una campaña, JL Amezcua - 1924 - Tall.

Gráf. de la Nación

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8 10 ENLACES EXTERNOS

[2] Poinicoi; nombre que recibió el conflicto.

[3] Historia de Las Guerras Púnicas.

[4] Se libraron al mismo tiempo que las Púnicas

[5] Tratado de Apamea, 188 a. C.

[6] Slip Knox, E. L.. The Punic Wars — Battle of Cannae.History of Western Civilization. Boise State University.Consultado el march 24de 2006.

[7] Padre de Aníbal

[8] La versión más extendida afirma que se lograron a partirde naves cartaginesas capturadas después de embarrancar.

[9] Polibio, Historia Universal bajo la República Romana L. ICap. XXIV

[10] Polibio, Historia Universal bajo la República Romana T.IL.I, 20

[11] Al llegar a Italia, solo le quedaban a Aníbal doce elefantes.Para un recuento de sus efectivos tras el cruce de los Alpes,véase (en inglés)

[12] A la insistencia de Catón se daría cumplida respuesta en elsenado con la también conocida frase, «Delenda est Cart-hago».

9 Referencias

9.1 En Internet

• Smith, William (editor); Dictionary of Greek andRoman Biography and Mythology, Boston, (1867)(En inglés)

• Tomo I• Tomo II• Tomo III

• Apiano; Guerras Extranjeras (Edición de HoraceWhite)

• Las Guerras en Hispania• La Guerra de Aníbal• Las Guerras Púnicas

• Polibio de Megalópolis; Historia Universal Bajo laRepública Romana en imperivm.org

• Tomo I• Tomo II• Tomo III

• Tito Livio;

• Edición electrónica libre de Ab urbe condita (Histo-ria de Roma), Libros XXVII a XXXVI en el ProyectoGutenberg (En inglés)

• Las guerras en Hispania y su importancia para la ca-rrera militar de Aníbal, de Escipión el Africano, deMario, de Cn. Pompeyo, de Sertorio, de Afranio, deTerencio Varrón, de Julio César y de Augusto, PDFen la Biblioteca Virtual Cervantes

9.2 Bibliográficas

• Mira Guardiola, Miguel Ángel (2000). Cartago con-tra Roma: las Guerras Púnicas. Madrid: Aldebarán.ISBN 84-88676-89-1.

• Polibio de Megalópolis. Traducción de Juan DíazCasamada. (1968). Historia universal bajo la Re-pública romana. Vol II. Barcelona: Editorial Iberia,S.A. ISBN 978-84-7082-100-4.

• Hans Delbrück; Warfare in Antiquity; 1920; ISBN0-8032-9199-X (en inglés)

• Theodore Ayrault Dodge;Hannibal: AHistory of theArt of War among the Carthaginians and Romansdown to the Battle of Pydna, 168 B.C., with a Detai-led Account of the Second Punic War; 1891; ISBN0-306-81362-9 (en inglés)

10 Enlaces externos

• Wikimedia Commons alberga contenido multi-media sobre Guerras púnicas. Commons

• Antigua, portal temático centrado en historia antiguade la Biblioteca Virtual Cervantes

• Recursos educativos del Ministerio de Educación yCiencia de España relativos a las Guerras Púnicas enIberia

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